Realismo y Antirrealismo

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1 Realismo y antirrealismo (científico) ¿Cuál es la mejor forma de interpretar la actividad científica? ¿Qué objetivo tiene la ciencia? Si la ciencia nos proporciona conocimiento, ¿podemos preguntar de qué? Si la ciencia no n os otorga saber, ¿qué actitud debemos tomar a ella? La respuesta a estas preguntas nos conduce directamente a una de las cuestiones más debatidas en la filosofía y en los estudios de la ciencia en general: la disputa entre realistas y antirrealistas. Los primeros sostienen un punto de vista por demás común tanto entre los propios científicos y estudiosos de la ciencia, como entre el público general: la ciencia nos proporciona conocimiento sobre el mundo real; las teorías científicas debe ser entendidas como representaciones fidedignas de la cosas que están “allí afuera” y las r elaciones entre esas cosas son captadas plenamente por las l eyes científicas que usamos para nuestras explicaciones. En otras palabras, el realismo científico es la filosofía de la ciencia que interpreta la actividad científica como bús queda de la verdad y descubrimiento de la realidad: las teorías científicas son verdaderas; los objetos postulados por las teorías son reales. Por ejemplo: en la teoría electromagnética se postulan campos de fuerza , cargas eléctricas, flujos, etc., así como una serie de relaciones entre ellos, como la famosa ley de Coulomb, que establece la atracción o repulsión de cuerpos cargados eléctricamente en una fórmula de cuadrado inverso. Los objetos postulados por la teoría, así como las relaciones entre ellos, son considerados reales, y la teoría en general, como verdadera. Para de cirlo en la precisa formulación de van Fraasen: “El realismo científico es la posición que sostiene que la construcción de teorías científicas se propone darnos un relato literalmente verdadero de cómo es el mundo, y que la aceptación de una teoría científica lleva consigo la creencia en que ésta es verdadera” (van Fraasen 1996, 24, 26). Por su parte, el antirrealismo atribuye a la ciencia una función diferente: según este punto de vista, la ciencia no proporciona conocimiento del mundo real tal cual es; la función de la ciencia es más bien  práctica, nos ayuda a manejar los fenómenos, nos proporciona modelos del comportamiento de objetos de tamaño medio que hacen posibles nuestras predicciones sobre fenómenos empíricos y el manejo de otros objetos. La ciencia es un mero instrumento; su objetivo no es la verdad, sino el control y/o el ajuste empírico. Así pues, realistas y antirrealistas admiten la validez de la ciencia; es importante no suponer que los antirrealistas se oponen a ella o son sus detractores; también es importante reconocer que los realistas no niegan que la ciencia nos ofrece capacidades asombrosas de predicción y control, es decir, unos y otros coinciden en que la ciencia goza de un enorme éxito empírico; las diferencias entre unos y otros yacen en la distinta manera de concebir la actividad científica misma. El primer elemento de controversia corresponde al propósito fundamental de la ciencia. Ya dijimos que el realista cree que la ciencia es una búsqueda de la verdad y un esfuerzo por describir la realidad; el antirrealista piensa las teorías y conceptos de la ciencia esencialmente como dispositivos de predicción y control. El segundo elemento de divergencia corresponde a la actitud epistémica que tienen hacia la ciencia:  para el realista, admitir una teoría científica significa creer que es verdadera 1 . El antirrealista, en cambio,  piensa que la aceptación de una teoría no tiene por qué i mplicar la creencia en su verdad , de manera que la aceptamos en tanto que contribuya a lograr nuestros objetivos prácticos, sin determinar si es verdadera o falsa. Esto último es muy importante: los antirrealistas no creen que el objetivo de la ciencia sea la verdad,  pero no excluyen que algunas de nuestras teorías sean verdaderas ni que existan los objetos postulados por ellas 2 . El principal argumento a favor del realismo Prácticamente todos los argumento a favor del realismo científico son elaboraciones del famoso “argumento del no milagro”, también conocido como “argumento de la coincidencia cósmica”. En esencia, lo que el argumento dice es que a menos que las teorías científicas sean verdaderas y las entidades que éstas 1 Por lo menos, significa que se cree que un a parte significativa de ella es verdadera o que se acerca a la verdad en cierta medida. Los realistas no son tan ingenuos como para creer que la ciencia es infalible. 2 Véase (Okasha 2007, 90-91).

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Realismo y antirrealismo (científico)

¿Cuál es la mejor forma de interpretar la actividad científica? ¿Qué objetivo tiene la ciencia? Si la

ciencia nos proporciona conocimiento, ¿podemos preguntar de qué? Si la ciencia no nos otorga saber, ¿qué

actitud debemos tomar a ella? La respuesta a estas preguntas nos conduce directamente a una de lascuestiones más debatidas en la filosofía y en los estudios de la ciencia en general: la disputa entre realistas y

antirrealistas.

Los primeros sostienen un punto de vista por demás común tanto entre los propios científicos y

estudiosos de la ciencia, como entre el público general: la ciencia nos proporciona conocimiento sobre el

mundo real; las teorías científicas debe ser entendidas como representaciones fidedignas de la cosas que

están “allí afuera” y las relaciones entre esas cosas son captadas plenamente por las leyes científicas que

usamos para nuestras explicaciones. En otras palabras, el realismo científico es la filosofía de la ciencia que

interpreta la actividad científica como búsqueda de la verdad y descubrimiento de la realidad: las teorías

científicas son verdaderas; los objetos postulados por las teorías son reales. Por ejemplo: en la teoría

electromagnética se postulan campos de fuerza, cargas eléctricas, flujos, etc., así como una serie de

relaciones entre ellos, como la famosa ley de Coulomb, que establece la atracción o repulsión de cuerpos

cargados eléctricamente en una fórmula de cuadrado inverso. Los objetos postulados por la teoría, así como

las relaciones entre ellos, son considerados reales, y la teoría en general, como verdadera. Para decirlo en

la precisa formulación de van Fraasen: “El realismo científico es la posición que sostiene que la

construcción de teorías científicas se propone darnos un relato literalmente verdadero de cómo es el mundo,

y que la aceptación de una teoría científica lleva consigo la creencia en que ésta es verdadera” (van Fraasen

1996, 24, 26).

Por su parte, el antirrealismo atribuye a la ciencia una función diferente: según este punto de vista, la

ciencia no proporciona conocimiento del mundo real tal cual es; la función de la ciencia es más bien

 práctica, nos ayuda a manejar los fenómenos, nos proporciona modelos del comportamiento de objetos de

tamaño medio que hacen posibles nuestras predicciones sobre fenómenos empíricos y el manejo de otros

objetos. La ciencia es un mero instrumento; su objetivo no es la verdad, sino el control y/o el ajuste

empírico.

Así pues, realistas y antirrealistas admiten la validez de la ciencia; es importante no suponer que los

antirrealistas se oponen a ella o son sus detractores; también es importante reconocer que los realistas no

niegan que la ciencia nos ofrece capacidades asombrosas de predicción y control, es decir, unos y otros

coinciden en que la ciencia goza de un enorme éxito empírico; las diferencias entre unos y otros yacen en ladistinta manera de concebir la actividad científica misma. El primer elemento de controversia corresponde

al propósito fundamental de la ciencia. Ya dijimos que el realista cree que la ciencia es una búsqueda de la

verdad y un esfuerzo por describir la realidad; el antirrealista piensa las teorías y conceptos de la ciencia

esencialmente como dispositivos de predicción y control.

El segundo elemento de divergencia corresponde a la actitud epistémica que tienen hacia la ciencia:

 para el realista, admitir una teoría científica significa creer que es verdadera1. El antirrealista, en cambio,

 piensa que la aceptación de una teoría no tiene por qué implicar la creencia en su verdad , de manera que la

aceptamos en tanto que contribuya a lograr nuestros objetivos prácticos, sin determinar si es verdadera o

falsa. Esto último es muy importante: los antirrealistas no creen que el objetivo de la ciencia sea la verdad,

 pero no excluyen que algunas de nuestras teorías sean verdaderas ni que existan los objetos postulados por 

ellas2.

El principal argumento a favor del realismo

Prácticamente todos los argumento a favor del realismo científico son elaboraciones del famoso

“argumento del no milagro”, también conocido como “argumento de la coincidencia cósmica”. En esencia,

lo que el argumento dice es que a menos que las teorías científicas sean verdaderas y las entidades que éstas

1 Por lo menos, significa que se cree que una parte significativa de ella es verdadera o que se acerca a la verdad encierta medida. Los realistas no son tan ingenuos como para creer que la ciencia es infalible.

2 Véase (Okasha 2007, 90-91).

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 postulan existan, la única forma de explicar el éxito de la ciencia es mediante un milagro (o una

“coincidencia cósmica” que hace que las predicciones se correspondan con fenómenos observados)

(Okasha 2007, 91 ss). El argumento de los no milagros es, evidentemente, una forma de IME (inferencia a

la mejor explicación), y padece todos los problemas que lastran este tipo de razonamiento3.

En forma de argumento :

1.  El realismo (R) referido a las teorías explicaría el éxito de las ciencia

2.   No hay mejor explicación de esse éxito

3.  La ciencia tiene éxito empírico (E)

Por lo tanto, nuestras teorías son (aproximadamente, probablemente) verdaderas4.

Dos formas prominentes de antirrealismo

1.  Empirismo: es el desafiante más antiguo y prominente. Sus principales armas son el llamado

“argumento de la subdeterminación” (también conocido como “argumento de la

infradeterminación”) (Okasha 2007, 102ss) y la “meta-inducción pesimista” (Okasha 2007, 92-

93).

1.1. Argumento de la infradeterminación

Definiciones previas

“Infradeterminación”: Cuando más de una teoría es compatible con la experiencia, decimos

que la evidencia infradetermina la teoría, es decir, que la evidencia no puede determinar  

completamente la adopción de la teoría.“Equivalencia empírica”: Dos teorías son empíricamente equivalentes cuando hacen las

mismas predicciones sobre los resultados de los mismos experimentos u observaciones.

Entonces, el argumento queda establecido así:

P1: Para cada teoría, hay otra que es empíricamente equivalente pero incompatible con

ella

P2: No hay razón para creer que una de las teorías es más verdadera que la otra,

dado que son empíricamente equivalentes

C: No hay razón para creer que cualquiera de las teorías es verdadera.

1.2. Argumento de la meta-inducción pesimista

P1: La historia de la ciencia muestra que la mayoría de las teorías científicas consideradas

aceptables y verdaderas en un momento dado, han terminado por ser consideradas falsas

P2: No existe ninguna razón para creer que las teorías que actualmente consideramos

aceptables y verdaderas sean distintas teorías del pasado

C: Es muy probable que las teorías que actualmente consideramos aceptables y verdaderas

terminen siendo falsas.

2.  Constructivismo: es relativamente moderno en la filosofía de la ciencia, pero tiene un pedigrí muy

antiguo que lo remonta a Kant. Más que una sola postura, se trata de un movimiento con múltiples

elementos, pero en términos generales, podemos caracterizarlo como la afirmación de que las

estructuras teóricas de la ciencia dependen de los recursos histórico-conceptuales de las

comunidades humanas en una época determinada. La “realidad” se convierte en una “construcción

social”, dependiente del lenguaje y de la historia, sujeta a cambios a partir de las transformaciones

en las cosmovisiones de la comunidad histórica que la forjó. Esta postura suele atribuirse a Kuhn y

a otros filósofos pos-positivistas.

3 Recuérdese (Okasha 2007, 44-50).4 Véase el documento Los problemas del argumento del no milagro 

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Trabajos citados

Okasha, Samir. Una brevísima introducción a la filosofía de la ciencia. México: Océano, 2007.

van Fraasen, Bas C. La imagen científica. México: UNAM/Paidós, 1996.