Realismo etnográfico

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© La Central 2004 Pàgines Centrals 1 Ponencia presentada en el VI Congreso de Antropología, Tenerife, 1993. Publicada en: Joan Bestard i Camps (coord.), Después de Malinowski, Tenerife, Asociación Canaria de Antropología, 1993, págs. 117-145. Mallorca, 237 08008 Barcelona Tel 933 875 018 Fax 933 875 021 Elisabets, 6 08001 Barcelona Tel 933 170 293 Fax 933 189 079 REALISMO ETNOGRÁFICO UNA RECONSIDERACIÓN DEL PROGRAMA DE BRONISLAW K. MALINOWSKI IGNASI TERRADAS SABORIT El objeto de esta ponencia es reflexionar sobre la opción que en el quehacer antropológico denominamos realismo etnográfico. Para ello nos proponemos partir del programa que Malinowski expuso en su Introducción a los Argonautas (1978) y que lleva por título «The Subject, Method and Scope of this Inquiry». Las dos citas de Malinowski reflejan los dos extremos que han definido el realismo etnográfico en la historia de la Antro- pología. Ambos han dotado de originalidad a la opción realista de la Antropología en el contexto de las ciencias y las humani- dades del siglo XX. Así, por una parte ha existido el deseo y la práctica de sumergirse en la realidad circundante y poder revelarla con el máximo detalle. Se ha intentado reducir conscientemente la in- fluencia de la propia persona del investigador y sus circunstan- cias de origen. Con ello se quería descubrir la compleja realidad de unas poblaciones que hasta entonces se conocían de una «...To express the attraction, the force that compels me to plunge my spirit into reality. Something greater than curiosity and more essential than thought » (Malinowski 1989, 219) «The field worker relies entirely upon inspiration from theory» (Malinowski 1978, 9)

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  • Ignasi Terradas / Realismo etnogrfico

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    Ponencia presentada en elVI Congreso deAntropologa, Tenerife,1993. Publicada en: JoanBestard i Camps (coord.),Despus de Malinowski,Tenerife, AsociacinCanaria de Antropologa,1993, pgs. 117-145.

    Mallorca, 23708008 BarcelonaTel 933 875 018Fax 933 875 021

    Elisabets, 608001 BarcelonaTel 933 170 293Fax 933 189 079

    REALISMO ETNOGRFICOUNA RECONSIDERACIN DEL PROGRAMADE BRONISLAW K. MALINOWSKI

    IGNASI TERRADAS SABORIT

    El objeto de esta ponencia es reflexionar sobre la opcinque en el quehacer antropolgico denominamos realismoetnogrfico. Para ello nos proponemos partir del programa queMalinowski expuso en su Introduccin a los Argonautas (1978) yque lleva por ttulo The Subject, Method and Scope of this Inquiry.

    Las dos citas de Malinowski reflejan los dos extremos quehan definido el realismo etnogrfico en la historia de la Antro-pologa. Ambos han dotado de originalidad a la opcin realistade la Antropologa en el contexto de las ciencias y las humani-dades del siglo XX.

    As, por una parte ha existido el deseo y la prctica desumergirse en la realidad circundante y poder revelarla con elmximo detalle. Se ha intentado reducir conscientemente la in-fluencia de la propia persona del investigador y sus circunstan-cias de origen. Con ello se quera descubrir la compleja realidadde unas poblaciones que hasta entonces se conocan de una

    ...To express the attraction, the force that compels me toplunge my spirit into reality. Something greater than curiosityand more essential than thought (Malinowski 1989, 219)

    The field worker relies entirely upon inspiration fromtheory (Malinowski 1978, 9)

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    manera ms bien simplista o estereotipada, irrealmente huma-na. Por otra parte, la opcin realista no se ha querido apartar delos interrogantes y mtodos que la tradicin de las ciencias so-ciales ha ido presentando. Volveremos a hablar sobre estos dosextremos del realismo etnogrfico. Procedamos ahora areconsiderar el texto introductorio de Malinowski escrito contoda probabilidad en Tenerife tal como Firth atestigua (1989).

    1. El inicio de una obra inspirada en el realismo etnogrficono emplea recursos de una metodologa precisa. Tal como haceMalinowski (1978, 1) parece ms bien conveniente presentaruna informacin general poco exacta y que sirve de orientacinpreliminar. Se trata de un marco de referencia sencillo para po-ner en contacto al lector con la poblacin que es motivo deestudio. Para ello se presentan unos hbitos o hechos bien pa-tentes y de amplia manifestacin. As, el abordaje de un contor-no fcil de imaginar y de ver con existencia real sustituye laformulacin de un postulado. Prepara al lector con un lenguajeordinario que anticipa la familiaridad con que se va a presentarun objeto que podra percibirse como extico y harto enigmti-co. Se parte del compromiso comn de abordar una realidad yadada. Se trata de establecer un nexo ordinario entre la interpre-tacin etnogrfica y la experiencia juiciosa del lector. Es anlogoa lo que sucede en un dilogo cuando se pone en antecedentesal interlocutor sin alterar los nexos ordinarios de comunicacin,aunque el tema que entonces se va a tratar sea muy novedoso.Tal como lo hace Malinowski en su Introduccin ayuda a en-tender muy pronto el ttulo de la obra y su contenido funda-mental. Es decir que, en su caso, la tradicin legendaria de unanavegacin heroica, aunque con finalidades distintas a las de lospueblos mediterrneos, no es ajena a una civilizacin melansica.En ambas se han dado grandes empresas nuticas con un pasa-do legendario y un vigor todava actual. As, la primera frase deLos Argonautas afirma con trminos familiares y como dato ge-neral la importancia de la experiencia nutica de la poblacinmelansica.

    Se trata de establecer unnexo ordinario entre lainterpretacin etnogrfica yla experiencia juiciosa dellector

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    A continuacin, Malinowski da a conocer las caractersti-cas generales de esas iniciativas nuticas: el comercio y la guerra.As se reconoce en un principio, a pesar de lo que luego nos dircon el Kula. Tambin realza la condicin artesana de los pueblosmelansicos recordando sus artculos ms conocidos. El primerprrafo ya va alzando el teln del Kula: destaca la longitud de loscanales comerciales por dnde discurren esas artesanas.

    Despus viene otra idea -ms precisa y crucial para la inter-pretacin etnogrfica del Kula- y es la de que las formas deintercambio se hallan determinadas con precisin. Puede ha-blarse de rutas comerciales concretas y definidas. Da un ejem-plo de ello que puede entenderse claramente como un truequecomercial entre los Motu de Port Moresby y las poblaciones delgolfo de Papua. Luego menciona otro caso de expediciones co-merciales caracterizadas por un ritmo anual. Aade que las rela-ciones comerciales entre islas y archipilagos son constantes.Una referencia al trabajo de Seligman da cuenta de la importan-cia de esos vnculos comerciales. En ese sentido, Malinowskireconoce el valor de las descripciones previas que contribuyen aformar el contexto histrico y geogrfico del fenmeno que seva a estudiar. Todo ello es expresado ordinariamente y sin tenerque justificar la familiaridad con que se va informando de esecontexto.

    Entre esos preliminares y el objeto etnogrfico principalMalinowski cuida en no perder la continuidad. De lo contrario,quedara afectado como dato real tanto lo contextual como locausal. El realismo descriptivo no puede alterar su lenguaje alpasar de una descripcin contextual a una explicacin causal. Laabstraccin se construye as gradualmente, sin saltos. Con todo,queda claro que existe un interrogante o enigma que hay queaveriguar en la realidad: Existe, sin embargo, otro sistema co-mercial muy complejo y extenso.... Malinowski comienza escri-biendo su amplitud geogrfica para considerarlo inmediatamen-te despus como un complejo social y cultural original.

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    2. Proponemos un replanteamiento del dilemametodolgico bsico del antroplogo segn Malinowski. Estese refiere a la distincin entre, por una parte, la observacindirecta junto con las expresiones e interpretaciones nativas, ypor otra parte, las inferencias del autor (Malinowski 1978, 3).Estas inferencias son consideradas por Malinowski como ba-sadas en su sentido comn y en su penetracin psicolgica.Proponemos una distincin de carcter textual entre proposi-cin y descripcin (descripcin radical en trminos lgicos). Estanos parece ms operativa que las de emic y etic, interpreta-cin y reinterpretacin, monologa y dialoga, polifona y(afona?).

    En una etnografa debemos atender principalmente al tex-to propiamente dicho. Slo cuando el texto fracasa de algunamanera como etnografa ms estricta puede buscarse su signifi-cado fuera del mismo. Desde una perspectiva realista la ambi-gedad o la falta de sentido de un texto etnogrfico procede delfracaso en su construccin positiva, no de sus relaciones conculturas y psicologas circundantes. La accin etnogrfica debeentenderse como la percepcin e interpretacin de un fenme-no social y cultural ante la previsin o el contexto de otrasetnografas, y slo de otras etnografas. As la educacin deletngrafo, sus relaciones vividas, estados de nimo, motivos noconscientes, conflictos morales, procesos y problemas de creati-vidad y comunicacin, responsabilidades polticas, etc., todo esoqueda al margen de los significados que las etnografas adquie-ren por ellas mismas y entre ellas mismas. Es este significadopropio de la labor etnogrfica el que hace de la Antropo1ogauna ciencia y una tradicin humanstica a la vez. Lo uno a travsde la objetivacin inter-etnogrfica y lo otro a travs de la afir-macin tambin inter-etnogrfica de unos resortes y valorescomunes a la humanidad. As es desde Malinowski, Rivers yRadcliffe-Brown sobre todo, por sus respectivas etnografas so-bre los trobriandeses, los todas y los andamaneses.

    En la medida en que la etnografa existe, existe como cosatanto en un sentido durkheimiano como marxista. La objetivi-

    La accin etnogrfica debeentenderse como lapercepcin e interpretacinde un fenmeno social ycultural ante la previsin oel contexto de otrasetnografas, y slo de otrasetnografas

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    dad y la alienacin son los estereotipos de la etnografa fracasa-da. La subjetividad y la metonimia lo son de una pseudo-etno-grafa. La etnografa realista se mueve entre una realidad quesiempre le sobrepasa y una teorizacin que es aproximacin Lasdems pretensiones positivistas y de radicalidad hermenuticason por igual ajenas a la construccin de realidades etnogrficas.Y aunque, pongamos por caso Malinowski, alguien pretendaobjetividad o conciencia hermenutica (Geertz), sus productosetnogrficos pueden seguir pautas realistas ajenas a estas inten-ciones.

    Los juicios sobre las etnografas deben proceder de su con-frontacin mutua. De lo contrario no obtenemos conocimien-to etnogrfico, sino psicolgico, estilstico, moral, poltico, etc.Tanto si una etnografa se hace y se lee como ciencia o comoarte, lo primero que debe poder hacer es dialogar con otrasetnografas. Eso, antes y con ms significado que con cualquierotro fenmeno. Antes que con una teora, y no hace falta decir-lo, que con una generalizacin. El dilogo inter-etnogrfico es loque realiza el significado propio y amplio de la etnografa. Ese essu significado real, el que surge en el contexto de la propia co-rriente de etnografas. La valoracin primordial de ese significa-do viene dada por la misma capacidad de dilogo inter-etnogrfico de un slo texto. Esa capacidad de difusin de unaetnografa en el mundo de las etnografas no depende de lomucho que habla el autor o el nativo, de la duracin del trabajode campo, del compromiso del antroplogo con la gente queestudia, de la sensacin de comprensin por parte del autor odel lector, de la conciencia de que se est interpretando o de queno se puede comprender con absoluta certeza.

    Todo eso son cuestiones de la relacin extra-etnogrficaentre una obra y sus autores y lectores. No es cuestin de larelacin entre etnografas que es lo que constituye la Etnologa ola Antropologa como realidad cientfica (analtica) y artstica(evocativa).

    La teora antropolgica basada en conjuntos etnogrficosha elaborado a lo largo del siglo XX varias abstracciones e inter-

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    pretaciones. Estas, despus de un cierto xito, se han considera-do insuficientes o falsas. La solucin se ha planteado para variosantroplogos en la direccin ms parcial que podra habrselesocurrido. As, la corriente que en buena medida se ha identifica-do como post-moderna hace una reflexin parcial y especificapara cada etnografa, articulando obra y autor a costa de desar-ticular obra y obra. Eso es anlogo al proceso de abstraccinanaltica sin contar con el dilogo inter-etnogrfico mscomprehensivo y que ha generado insatisfacciones comprensiblespor la mezquindad de sus construcciones.

    Volvamos a la distincin que establecamos al comienzo deeste apartado. Partimos ahora de que la composicin etnogrficay la teora antropolgica realistas deben proceder de la confron-tacin total de varias etnografas. A ello hay que aadir que elesfuerzo pionero de los antroplogos de comienzos de este si-glo radica en la previsin de tal confrontacin. Por esa razn seesforzaron en dar una explicitud sin precedentes a sus descrip-ciones, mtodos y teoras.

    El texto etnogrfico que nos llega a partir de esta rupturaepistemolgica que bien podemos caracterizar como la revolu-cin de la explicitud en Antropologa, es lo que distingue el rea-lismo etnogrfico y permite diferenciar un estadioimportantsimo en la historia de la disciplina. Esa labor hacia loexplcito en Etnologa es sobre todo caracterstico de lasetnografas de Rivers, Malinowski, Radcliffe-Brown, LloydWarner, Raymond Firth, Reo Fortune, etc.

    Es en el texto etnogrfico explcito dnde podemos dis-cernir tambin ms explcitamente (y comparar) las proposicio-nes descriptivas y las ms proposicionales o menos radicales (ensentido lgico). Entendemos las descripciones como formadas(en el contexto de la misma etnografa) por expresiones que setienen por radicales, postulados o frmulas ms netamente em-pricas del lenguaje ordinario. Tienen sentido ante lo que se tie-ne por universal o muy concreto y sencillo. Las proposicionesde carcter ms formal las entendemos dentro de una lgicaexplicativa o de un contexto que interpreta y evoca. Tienen

    La etnografa realista semueve entre una realidadque siempre le sobrepasa yuna teorizacin que esaproximacin

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    sentido fundamentalmente ante una teora o ante proposicio-nes de carcter filosfico en sus tradiciones ticas y estticas.Ahora bien, ambas expresiones las entendemos siempre comotendencias porque para el realismo cultural no existen discrecio-nes absolutas de significado. La misma Introduccin de Malinowskirepresenta hasta cierto punto un equilibrio entre la precisin y laverosimilitud social que luego, a partir de la eclosin neo-positi-vista y fenomenolgica ms exageradas se perder para los de-bates metodolgicos de las ciencias humanas.

    Siguiendo con una perspectiva realista, debe instruirnos lacomprobacin de que lo que para algunas etnografas posee unafuncin descriptiva para otras se convierte en una proposicinexplicativa o interpretativa, y al revs. Ante ello resulta ftil ex-traer conclusiones acerca de la objetividad o sinceridad de susautores o de la influencia de sus culturas. Hay que tomar lasmedidas en las etnografas. Al compararlas, vemos la fuerza quecobran los aspectos ms descriptivos y los ms explicativos.Conviene distinguir ambos aspectos a pesar de susinterrelaciones. Creemos que el gran defecto de la teoraantropolgica del siglo XX es el de escoger proposiciones anal-ticas en menosprecio de las descripciones ms radicales y luegoreaccionar al revs. Lo primero parece haber alcanzado su pa-roxismo en la dcada de los 60 y lo segundo parece ir en alzaentre los 80 y 90.

    Pongamos un ejemplo de lo que proponemos. Compare-mos las etnografas de Rivers (1986), Radcliffe-Brown (1964),Malinowski (1978) y Firth (1957b, 1964). Al hacerlo, podemosver que la actividad ceremonial es ms bien objeto decualificaciones descriptivas en Rivers, de proposiciones explica-tivas en Radcliffe-Brown y de un mayor equilibrio entre ambasexpresiones en Malinowski y Firth. Despus de repasar estostratamientos, consideremos las interrelaciones: en Rivers la des-cripcin de la actividad ceremonial nos expone un sentido queRadcliffe-Brown compromete casi del todo en una teora socio-lgica. Pero esta misma teora nos ayuda a poner nfasis en lasdescripciones que Rivers ofrece quiz con excesiva uniformidad

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    y linealidad. La comparacin de la economa ritual en la cons-truccin y funciones de las canoas en Firth y Malinowski ofreceanlogas posibilidades de interpretacin mutua si nos fijamosen los mtodos. As, la fluidez descriptiva y la concrecin con-ceptual de Firth provocan reinterpretaciones de la profundidadclasificatoria y de la ejemplificacin de la accin ritual enMalinowski, y a la recproca (Firth 1964, 117-131; Malinowski1978, 105-145).

    Es as como cada etnografa confrontada con otras arrojauna especie de excedente de descripciones o explicaciones yteoras. Este excedente tiene una capacidad metodolgica quese mueve slo en la realidad etnogrfica: la manera cmoMalinowski describe la construccin de una canoa y Firth sureparacin puede ser la manera adecuada para comprender ladanza que Radcliffe-Brown teoriza quiz en demasa. La maneracomo Rivers describe el ceremonial de las vaqueras Toda puedeser tambin una forma para comprender mejor la economa ri-tual de los Tikopaia teorizada por Firth (1964). Y a su vez, lateorizacin que hace Firth de la reciprocidad puede servir paraesclarecer la descripcin de intercambios en los Nilgiris segnRivers y poste- riores etngrafos. Luego, la teorizacin que haceRadcliffe-Brown de la emotividad social y sus nexos culturalespodra servir junto con los relatos descriptivos de Firth (1957bprincipalmente) para desarrollar ms la comprensin del Paren-tesco que nos ofrece Malinowski (1929).

    Y an habra que aadir muchas ms etnografas para afi-nar en las relaciones causales y comprensiones globales de losfenmenos humanos de que son objeto las etnografas. Insistoque la pretensin de precisin o exhaustividad es tan irreal comola del escepticismo epistemolgico y el particularismo cultural orelativismo absolutos. Para la perspectiva realista existe un equi-librio imperfecto, pero por lo menos tan aceptable como cual-quier conocimiento prctico de nuestras vidas.

    3. El realismo etnogrfico nunca parte de cero. Ni en losesfuerzos ms pioneros. As es en Rivers y Malinowski, entre

    La importancia del objetode estudio en una realidadaprehendida como tal esalgo que despeja un sinfnde posibles problemasmetodolgicos e inclusotico-polticos

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    otros. Existe siempre una idea descriptiva y terica acerca delfenmeno que se va a estudiar. Esa idea previa oscila entre lateora social y la experiencia humana acumulada por los conoci-mientos del investigador.

    Malinowski enfoc as su objeto de estudio en LosArgonautas: era consciente que estudiaba algo de considerableimportancia terica cuyas propiedades lo caracterizaban en prin-cipio como fenmeno econmico (1978,2). Malinowski expli-ca tambin la importancia de su objeto de estudio por la actitudque ha observado en los trobriandeses ante el mismo. Y da porsupuesto que su relevancia implica a los conocimientos y prcti-cas que en Occidente se conocen como Economa.

    Ambas caracterizaciones sern reformuladas y criticadas poretnografas posteriores, pero sin esta doble presentacin inicialla discusin posterior no hubiera podido ser tan sistemtica ycompleta. Sin la insistencia econmica como clave fundamentalde traduccin del Kula a Occidente y sin la construccin tericaque Malinowski le aparej, Annette Weiner (1988) no hubierapodido resaltar la importancia global del trabajo de la mujer, lafuncin puntual de la pro- piedad en las mercancas y la inter-pretacin de carcter existencial-histrico del Kula. Fu precisa-mente la caracterizacin econmica del Kula la que luego hapermitido valorar tambin econmicamente los intercambiosprotagonizados por mujeres. Y ello no ha sido un impedimentopara criticar la percepcin estrictamente econmica del Kula.Las dos caracterizaciones iniciales de Malinowski han resultadoexactamente fecundas para las interpretaciones posteriores. Es-tn en la lnea de respetar el contexto social y cultural ms am-plio de la civilizacin trobriandesa.

    La importancia del objeto de estudio en una realidad apre-hendida como tal es algo que despeja un sinfn de posibles pro-blemas metodolgicos e incluso tico-polticos. El uso del crite-rio de importancia hace que cualquier critica a la interpretacinetnogrfica deba tomar en consideracin a gran parte de la vidasocial y cultural del pueblo que se estudia. Slo as puede admi-tirse o no la importancia del objeto en dicho pueblo. Estudiar

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    algo realmente importante en una civilizacin es estudiar algoimposible de aislar, algo que debe relacionarse necesariamentecon muchas otras cosas. Esta densidad de relaciones asegura lafiabilidad del procedimiento y la realidad de la representacin enla etnografa.

    En cambio, la eleccin de un rasgo interesante o sugerentepero no importante para la identidad y la continuidad de unacivilizacin, puede ser objeto de discusin sin tener que cono-cer ms cosas de esa civilizacin. Cuando el objeto elegido nopermite reconstruir historia ni interpretar cmo se vive un pe-rodo en relacin a otros, casi todo falla. Y las etnografas apa-rentemente sincrnicas de Rivers o Malinowski son, no obs-tante, las ms elocuentes sobre el cambio colonial y susimplicaciones para muchos otros lugares que no estudiaron di-rectamente. Al escoger el Kula, Malinowski asegur una discu-sin muy seria de la historia colonial y prepar certeramente lainclusin de civilizaciones como la trobriandesa en una verda-dera historia econmica universal que as adquira una capacidadcritica inusitada.

    Pasemos a la caracterizacin econmica del Kula. Al sertan ingenuamente etnocntrica (en el sentido de Gluckman 1964)predispone al contraste sociocultural ms riguroso. Aunque elmismo efecto se hubiera producido sin duda, si Malinowski hu-biera comenzado caracterizando el Kula como fenmeno reli-gioso. Como que en la descripcin no es ni una cosa ni la otra -y en eso radica la identidad y valor del estadio descriptivo- cual-quier interpretacin terica va a distorsionar y a producir im-presin de empobrecimiento de la realidad. Pero, al mismo tiem-po, si esta distorsin o empobrecimiento es explcito y conoci-do su alcance en nuestra propia civilizacin, como acontece conla Economa, entonces el contraste socio-cultural aparece msntidamente. La ingenua teora econmica no perjudicar el en-riquecimiento descriptivo y comprensivo del Kula a travs desucesivas etnografas. As, se irn incorporando interpretacio-nes en las que el Kula aparece como una historiografa existencial,una accin poltico-diplomtica, ms estrictamente ritual, psico-

    Estudiar algo realmenteimportante en unacivilizacin es estudiaralgo imposible de aislar,algo que debe relacionarsenecesariamente conmuchas otras cosas

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    lgica o incluso epigrfica (Cf. Leach y Leach 1983, Weiner 1988).Ninguna de esas interpretaciones negar el valor de las descrip-ciones etnogrficas anteriores.

    La relacin entre los aspectos descriptivos y explicativos oms formales en una etnografa realista no es la misma que entreexperiencia emprica y teora. Ya hemos dicho que ambas soncaractersticas del texto etnogrfico y no de un supuesto fen-meno experimental (en eso discrepamos de Malinowski). La teo-ra o interpretacin en el realismo etnogrfico es una aproxima-cin tan vlida como la descripcin, porque al no interferir elobjeto, no hay un proceso deductivo a partir de unos datosempricos enteramente controlados. En la labor antropolgicase ha exagerado el carcter experimental con mtodos ajenos alrealismo social y cultural (Radcliffe-Brown incurrira en ello en1950), o la intervencin consciente del antroplogo, exageran-do el totalitarismo colonial, cuando como en el caso deMalinowski todava quedaba mucho de otra cultura. As pues,al no interferir el antroplogo en la creacin de la cultura queestudia ni ser la civilizacin estudiada un laboratorio, la perspec-tiva realista predica la aproxima- cin, nunca absoluta o definiti-va. No seria consecuente predicando una metodologa formalneo-positivista estricta o un interpretacionismo que acabara conel significado de la realidad humana. Precisamente, una de lasmayores contribuciones del realismo etnogrfico ha sido la deafianzar el estudio de la vida humana como inteligible y concre-to, a la vez que esas mismas cualidades de viva realidad no pre-tendan ni controlar ni acabar con el sentido de una civilizacin.Ambas cosas, como puede verse perfectamente en nuestras re-laciones poltico-culturales, son sntomas de cerrar un caso ofijarse en otra cosa. Es decir, que el control y la finiquitacincognoscitivas de los fenmenos humanos conlleva su deprecia-cin y aniquilacin. Slo lo que se admite como realmente vivoy digno de tal cualidad se respeta con tratos y saberes que nopretenden conocer para acabar de una vez con ello ni clasificarahogando su insustituible identidad.

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    4. Deben conocerse las condiciones de observacin y ob-tencin de la informacin etnogrficas, aunque por lo que lleva-mos dicho resulta irreal la comparacin que hace Malinowski deello con las condiciones de un laboratorio experimental. Con-viene matizar ms. El conocimiento directo de unas fuentes, lafamiliaridad que se tiene con ellas, la permanencia continuadacon las mismas, el considerarse autorizado por sus actores parainterpretarlas, todo eso puede y puede no estar relacionado conuna elaboracin etnogrfica realista. La profusin de predica-dos metodolgicos estandarizados, la asimilacin de estilosinterpretativos vacos de experiencia propia y la fuerza de pos-tulados de alineacin con opiniones dadas, hacen que los requi-sitos de Malinowski no los podamos considerar como uncondicionamiento cierto para una etnografa realista.

    Una vez ms: todo lo que nos puede convencer de realis-mo en una etnografa hay que buscarlo en su texto y en relacincon otros textos ya existentes o previsibles. El mrito realista delas monografas de Rivers y Malinowski radica precisamente enque siendo pioneras cuentan con la previsin de sucesivasetnografas. Las mismas propiedades realistas de un textoetnogrfico auguran la previsibilidad de otros. Mientras que lasversiones de comprensin absoluta (patrones o claves cultura-les) o de escepticismo quedan ms satisfechas si dicen la ltimapalabra. Esto es prueba de su versin mortecina de los fenme-nos humanos.

    En este sentido debe hacernos reflexionar la experienciade William Rivers (1986). Por una parte supo ampliar y profun-dizar enormemente el conocimiento etnogrfico al estudiar unasociedad que en aquel tiempo se consideraba profusamenteetnografiada. Y por otra parte, adems de proporcionarnos unadescripcin y unas interpretaciones sin precedentes de los Toda,su obra se ha constituido como de las ms slidas, y a la vezabiertas, para desarrollar etnografas posteriores. Porque ha me-recido considerarse una de las monografas ms completas de laAntropologa Social, y a la vez ha suscitado ms etnografas pos-teriores. Porque cuando una civilizacin ha sido presentada de

    Malinowski nos presentaun rasgo de habilidad yexperiencia cientficas: laconciencia de que laetnografa se elabora comoun edificio de lenta ysopesada construccin.

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    manera slida y vivaz, en vez de finiquitar investigaciones sobrela misma, las estimula todava ms. As, los Toda han sido estu-diados una y otra vez sin menoscabo de la gran labor de Riversy siguiendo pautas realistas y llenas de vida (Emeneau 1967,1971, 1974; Prince Peter 1963; A.R. Walker 1986; P. Hockings1989, etc.). Los Toda y los trobriandeses, entre otros, han sidolos pueblos ms bien conocidos etnolgicamente, sobre todoporque sus etnografas han seguido pautas de un realismo expl-cito y abierto.

    Adems, como ya dijo bien Malinowski: En la Etnografala distancia entre el material bruto informativo -tal como se pre-senta a la observacin de quien lo estudia, segn las expresionesnativas y en el caleidoscopio de la vida tribal- y la presentacinfinal de los resultados hecha con autoridad, es una distanciaenorme (1978,3-4). Pero hay que matizar esta afirmacin di-ciendo que para recorrer esa distancia de un modo realista con-viene acercarse al ideal que ms adelante reconocer Malinowski(en la misma Introduccin), dejar que los hechos hablen por smismos. Es evidente que se trata de un ideal, pero es un comosi que da cuenta de lo inasequible de la realidad como experien-cia pura y de su comunicabilidad como prctica de conocimien-to de lo humano por humanos.

    Para calibrar su honestidad cientfica, Malinowski hizo galade las dificultades que tuvo que superar para vivir con lostrobriandeses, de sus depresiones tropicales (que resumen bas-tantes cosas de su Diario), de sus iniciativas de contacto con losnativos a travs de las artesanas, etc. Pero entre todas esas co-sas asoma un criterio cientfico que se explica por la tradicinetnogrfica, no por la forma de condicionar el ambiente: Tomel censo de una poblacin, escrib genealogas, dibuj planos yrecog trminos de parentesco (1978, 5). Este punto de partidacoincide con lo que cuenta en las primeras pginas de su Diario:la lectura de su gran precedente en el quehacer de la nueva etno-grafa, William Rivers, promotor de la metodologa genealgica yde sus concomitancias.

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    Pero Malinowski reconoce inmediatamente que esta apli-cacin metodolgica permaneca como algo muerto que nohacia avanzar en la comprensin de la mentalidad real de losnativos o de su comportamiento. Entonces nos presenta unrasgo de habilidad y experiencia cientficas: la conciencia de quela etnografa se elabora como un edificio de lenta y sopesadaconstruccin. Malinowski estaba dispuesto a avanzar segn ladialctica que l mismo expres en las frases que hemos citadoal comienzo: sumergirse en la sociedad nativa real con aquellafuerza ms grande que la curiosidad y ms esencial que el pen-samiento, sin ninguna otra mediacin, y comentar continua-mente la informacin obtenida con los principios tericos y laselaboraciones metodolgicas que van articulando la disciplina.Finalmente, ir escribiendo con la mayor fidelidad posible la pre-cipitacin de ese continuo encuentro dialctico.

    5. Aunque Malinowski insiste en la importancia del aisla-miento del antroplogo con respecto a su propia sociedad y suinternamiento absoluto en otra comunidad como garantas paraun buen trabajo de campo, creemos que las garantas deben serde otro carcter. Porque un aislamiento e internamiento no avalande por si una mayor empata o nexo de comprensin con laspersonas que se estn estudiando. El mismo Malinowski escri-bi compulsivamente en su diario acerca de sus propias fugas eincomunicaciones, a pesar de las condiciones objetivas del tra-bajo de campo. Nos parece que las garantas deben buscarse enel contexto etnogrfico, no en el personal. Los regmenes deaislamiento, internado, participacin, etc., as como las actitudesde simpata o comunicabilidad, son independientes de los lo-gros etnogrficos que dependen de otras disposiciones.

    Introducirse en una nueva realidad social y poder reflexio-nar creativamente sobre la misma, son cosas que no dependende lo que Malinowski caracterizaba de condiciones propias deltrabajo etnogrficos (1978, 6). La presencia continuada o noen otra sociedad puede abrir o cerrar la mente ante su realidadpor igual. Lo que obliga a respetar y tomar en consideracin esa

    La presencia continuada ono en otra sociedad puedeabrir o cerrar la mente antesu realidad por igual.

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    otra realidad y anclarla en una teora social o en una valoracindescriptiva es el dilogo inter-etnogrfico ya establecido o pre-visible.

    El realismo etnogrfico no defiende una posicin absoluta-mente receptiva, sin ningn plan de investigacin ms all de loque conozca un simple invitado o husped con respecto a susanfitriones. El antroplogo no es un invitado ni tampoco unembajador diplomtico que trata entre pases iguales. Las inicia-tivas polticas y econmicas de muchas civilizaciones han impe-dido esa posibilidad. Adems, el antroplogo quiere saber cosasque en su medio de pertenencia se conocen con reticencias,susceptibilidades, ofensas y conflictos. Esas mismas reaccionespueden presentarse fcilmente al estudiar cualquier otro mediosocial, si el antroplogo se enfrenta con madurez a una socie-dad que tambin considera madura. Es decir, a una sociedadque tambin se ha hecho con dramas, -tensiones, tolerancias ypersonalidades. Rivers (1986) no dud en hacer avanzar el co-nocimiento de la realidad ritual Toda, a pesar de situarse -igualque Marshall antes (1873) y el prncipe Pedro despus (1963)-en una posicin intolerable para las autoridades Toda. Pero nohay que olvidar que entre los Toda tambin hay crtica social ycultural.

    Malinowski tambin era consciente de que el etngrafo debamoverse para obtener informaciones necesarias y crticas, aun-que con ello incomodara a los nativos. Informaciones, claro est,que no eran para satisfacer prejuicios o pura curiosidad, sinopara elucidar realidades criticas para los mismos nativos Sonprecisamente estas realidades las que constituyen los jalones msimportantes de la teora social.

    Malinowski apela (1978,9) a que el etnlogo se deshaga deideas preconcebidas y que en su lugar ponga problemas hipot-ticos derivados de sus estudios tericos. La formacin en latradicin y previsin del desarrollo de la disciplina, una observa-cin crtica que otorga perspectivas, a su vez crticas, a las perso-nas que est estudiando y a la etnografa, y una explicitud cons-tante, parecen unas garantas ms slidas que las alienacin

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    indigenistas acrticas de la propia sociedad indgena, las aparien-cias de alienacin extica o la dependencia emotiva y deferentepara con el grupo estudiado.

    6. Como nos ha dicho Firth (1989), Malinowski escribiLos Argonautas en un ambiente ms bien desprovisto de ansie-dades y dificultades, cuando se hallaba en Tenerife. Mientrasque su Diario (1989) lo escribi en las Trobriand en un contextopersonal y social muy distinto.

    La etnografa de Malinowski no es deudora de su Diario.Es sobre la gente entre la cual si que escribi su Diario. LosArgonautas estn escritos en otro lugar y entre motivos que tie-nen que ver ms con el cuidado ante la obra y de sta ante otrasobras de Antropologa. Y no hay que olvidar que Malinowskiera perfectamente consciente de la innovacin que representa-ba su libro en la construccin acadmica de la Antropologa, node la Filosofa o de la Literatura. Si en algo depuraba explcita yconscientemente su obra era de efectismo extico y personal.Algo de lo que tambin era plenamente consciente Rivers(Slobodin 1978). Precisamente, en la medida en que una etno-grafa es presa de efectismos personales y exticos menos dialo-ga en el terreno propiamente etnogrfico y todo ya est dichosobre el autor y la poblacin as estudiada. No hay futuro. Perosi la etnografa est preparada para dialogar con otras, entonces,ese mismo dilogo depura el quehacer etnogrfico de aquellosefectismos.

    Mientras que algunos antroplogos comentaban la obra deMalinowski (Cf. los citados por Firth 1989) en trminos de suestilo literario, su psicologa personal y los reduccionismosfuncionalistas y colonialistas, otros han trabajadoetnogrficamente y a partir de la obra de Malinowski nos handicho cosas cruciales que han profundizado en el conocimientode los trobriandeses y en el desarrollo crtico del quehaceretnogrfico y de la teora antropolgica. Adems, estos otrosestudios han incidido positivamente en replanteamientos teri-cos importantes de la Economa, la Historia, la Psicologa y la

    La etnografa deMalinowski no es deudorade su Diario. Es sobre lagente entre la cual s queescribi su Diario.

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    Filosofa (Leach y Leach 1983, Weiner 1988, Polanyi 1957,1977,Martnez Alier 1987, Weiner 1988, 139 y s. Spiro 1982, Barcel1981, etc.).

    Qu saltos tericos son ms destacables en la Antropolo-ga?: descubrir que la etnografa tiene propiedades de textoliterario, que la subjetividad es omnipresente, que la reflexividadhacia la propia cultura es inexcusable y plausible, que podemoshacer collages surrealistas con retazos de otras formas de vida,que la etnografa debe otorgar la palabra al etnografiado, quehay que saber narrar, etc. (No voy a citar textos que se escribenpara ser citados en el delirio americano de la productividad aca-dmica). Decamos si haba que destacar esos descubrimien-tos que son ms bien fruto de la ignorancia de la historia de lapropia disciplina, de la actividad de las dems ciencias humanasy de la precipitacin publicista, o por el contrario lo que hay quedestacar son otras cosas: por ejemplo, que desde que Malinowskidescribi y teoriz sobre los trobriandeses, concluyendo que elKula era una actividad de intercambio medio ceremonial y me-dio econmica, otras etnografas han ayudado a describir y teo-rizar an ms a ste y a otros fenmenos parecidos. Y lo hanhecho de tal manera que nos familiarizan con unas opcioneshumanas que amplan significativamente nuestra idea de liber-tad en la vida social en general (Cf. la sntesis de Leach y Leach1983 y la de Weiner 1988).

    En un principio Malinowski parece habernos dejado conuna interpretacin del Kula cercana a la fenomenologa pragm-tica: los trobriandeses realizan una actividad que les satisface ens misma, no elaboran ms all. Luego, otras interpretacioneshan aadido matices y alguna ha desplazado teleolgicamente alactualismo del Kula segn Malinowski (Uberoi 1962). Pero entodas las posteriores interpretaciones, y gracias al listnetnogrfico introducido de entrada por Malinowski, se ha res-petado la universalidad y el realismo en el estudio de la condi-cin humana que Malinowski pona como valor inequvoco de laAntropologa. Si la etnografa de Malinowski puso el nfasis -similarmente a como haba hecho antes Rivers con el ritual

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    lactario- en la propia fuerza de la accin del intercambio Kulacomo explicacin ms realista del hecho, luego, con los poste-riores estudios (desde Mauss 1950 hasta Weiner 1988) se hansealado otros nfasis: la poltica como arte de convivencia; lahistoriografa existencial y personal; la valoracin con clculo perono econmico; la realizacin social de una propiedad y la cance-lacin de un circuito tambin social; el papel de las mujeres en elestablecimiento material de equivalentes de trueque; lareformulacin social y econmica del parentesco cada vez quemuere una sola persona; la formacin de compaas de asocia-dos mutualistas definiendo intercambios distantes, frgiles, pres-tigiosos y conmemorativos; el juego como interpretacin de unceremonial en una poca de cambio social ....

    Nos parece que estos son los descubrimientos que cuentanpara la etnografa y para la Antropologa. Su marginacin de lascorrientes de divulgacin de la Antropologa falsea la imagen dela disciplina como tal. En la actualidad tenemos la impresin deque este defecto ya se est corrigiendo.

    7. La conciencia de sustituciones y vigencias de conceptosen la disciplina es muy importante (Malinowski 1978, 9).Malinowski pone los ejemplos de animismo y parentesco clasifi-catorio. El primero como relacin terica con la realidad mssatisfactoria que el de fetichismo (ms apropiado para nuestracultura como demostr Marx) y culto diablico. El segundocomo fundamento de los estudios de Parentesco a partir de ladistincin de Morgan y de la metodologa de Rivers. Conside-rando estos dos ejemplos, podemos decir ahora que el concep-to de animismo no ha sido ni definitivamente sustituido ni seha justificado su vigencia. Las descripciones y sus maticesinterpretativos tratan todava de abrirse camino en lo que deno-ta y connota. Ramn Valds (1970) ha iniciado una crtica siste-mtica de la construccin de conceptos del tipo animstico-inicitico entre historiadores y etnlogos. Esa es la labor deconstante revisin y reformulacin conceptual que debe estarpresente en el abordaje etnogrfico.

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    Luego, por lo que atae al concepto de Parentesco clasifi-catorio, hay que decir que ste responde todava a las posibilida-des y lmites de una analtica de referencia emprica. El conceptose ha mantenido hasta la actualidad para resumir determinadossistemas de parentesco dotados de caractersticas constantes(fusin de lineales y colaterales y organizacin social segn ellenguaje del parentesco). Al mismo tiempo, se ha ampliado elsignificado de Parentesco clasificatorio en sus connotaciones.Se ha vinculado al ejercicio del Parentesco como ideologa y cul-tura. As, y al lado de las desacreditaciones globales del Parentes-co de Schneider (1984) y Kuper (1982), hay que destacarreformulaciones como la de Rubie Watson (1985) para China.En sta, el linaje se redefine como ideologa y se traza su historiasocial en una sociedad de clases. En la interpretacin de Watson,la ideologa de l inaje (como parentesco tipo) operadialcticamente en la sociedad, a veces refuerza las estrategiasde clase y a veces construye una comunidad de parentesco fren-te a la sociedad anmica clasista. As, algunos grupos socialesrefuerzan su identidad segn el parentesco de linaje pero deacuerdo con intereses de clase y otros grupos lo hacen de acuer-do con sus necesidades de reconstruir una sociedad que elclasismo desintegra. As, Watson presenta la accin de la ideolo-ga, una accin ambivalente que puede servir de identidad agrupos opuestos -alienados- por sus intereses. La misma ideolo-ga es utilizada por un grupo social para fortalecer culturalmenteun hecho social de clase y por otro grupo para sobrevivirculturalmente. Se trata de un fenmeno anlogo a lo sucedidocon la religin en la historia de Europa (por lo menos).

    Un logro considerable -y superacin- desde la teora uni-versal de las funciones del Parentesco clasificatorio, despus queLvi-Strauss escribiera sus Estructuras, ha sido el Dravidian Kinshipde Thomas Trautman (1981). Trautman interpreta gran partede la historia poltica de la India segn los nfasis que las distin-tas fases poltico-sociales imprimen y piden del sistema de pa-rentesco. De esta forma dota de mayor realismo histrico alParentesco sin excluirlo, sin embargo, como sistema. As, frente

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    a unos ciclos de reciprocidad, casi podemos decir que alabadospor Lvi-Strauss (l967) y que dotan al Parentesco de una lgicaautnoma (con el objetivo superior del intercambio generaliza-do), Trautman nos plantea un Parentesco clasificatorio comosistema a la merced de varias fuerzas polticas que escriben lahistoria (= realidad) del mismo. Con Lvi-Strauss aprendimosalgo de cmo interpretar un orden social sin caer enteramenteen un orden eurocntrico: su teora del ciclo largo de reciproci-dad segn una preferencia matrimonial es distinta de rdenesgenealgicos y de alianza social conocidos en la historia euro-pea. Con todo, las etnografas utilizadas por Lvi-Strauss que-dan muy sesgadas. Pero con Trautman se consigue un mayorrespeto a los datos histricos y se consolida nuevamente el es-tudio del Parentesco. De manera anloga, tratando de reflexio-nar acerca de realidades histricas, Jack Goody (1983, 1990)afianza con soltura y fidelidad etnogrfica una nueva teorizacindel Parentesco.

    En el terreno monogrfico cabe distinguir tambin el estu-dio de Ladislav Holy (1986) sobre los Ngwezi Toka del sur deZambia. Frente a anteriores versiones de K Gough y M. Douglas,nos redefine el principio matrilineal tambin como ideologa yobserva su relacin estratgica con otros principios ideolgicosque estn alcanzando ms fuerza social (capitalismo).

    En Brasil se han realizado estudios que nos han planteadoel Parentesco clasificatorio como ideologa abonadora por exce-lencia del sincretismo social (Da Matta 1976, Maybury Lewis1979, Barros Laraia 1987). Otros trabajos subrayan tambin lainterpretacin del Parentesco como ideologa sin trastornar ra-dicalmente el concepto, tal como se form entre Morgan y Rivers(Lan 1985, Hockings 1987, Agarwall 1988).

    Entre el nfasis reciente del Parentesco como ideologa ylos anteriores como orden social y familiar, destaca el teorizadopor Fortes (1969) como orden poltico esencial. Para MeyerFortes las formas del Parentesco clasificatorio son las que mstienen que ver con una divisin poltica del mundo entre parien-tes y no parientes.

    Uno de los peorescamuflajes del realismoetnogrfico enMalinowski y su poca hasido el funcionalismo yestructural-funcionalismoque se ha atribuido a losautores y que ellosmismos han defendido.

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    En experiencias etnogrficas ms cercanas a los espaoles,podemos considerar replanteamientos recientes de conceptostradicionales como el del Patronazgo. Jess Contreras (1991) hacomentado su significado inicial para las etnografas realizadasen Espaa y lo ha redefinido como una versin de relaciones declase en el medio rural, no como una alternativa o mitigacin delas mismas. Pero no por ello rechaza el concepto en trminosabsolutos, puesto que una vez que se halla nuevamente caracte-rizado sigue informando de un trato humano reconocibleespecficamente. De esta manera la referencia conceptual sirvepara establecer nexos reales entre diversas etnografas y afinarms en sus significados.

    8. Uno de los peores camuflajes del realismo etnogrficoen Malinowski y su poca ha sido el funcionalismo y estructural-funcionalismo que se ha atribuido a los autores y que ellos mis-mos han defendido. Pero, los mismos objetivos funcionalistashan descubierto cosas que sobrepasan sus objetivos. As, la ca-racterizacin de poblaciones en trminos de una organizacin dela sociedad, ha ofrecido una relacin de descripciones y explica-ciones causales fciles de entroncar con posterioridad con otrosargumentos. De hecho, las explicaciones funcionalistas se hanrevelado altamente maleables y, paradjicamente, muy tiles parala reconstruccin histrica. Los casos ya clsicos de este poten-cial, demostrado por crticos posteriores, es el de Uberoi (1962)reestudiando los trobriandeses y el de Worsley (1956)reestudiando los Tallensi.

    Mientras que Malinowski construa, en parte, su etnografacon criterios funcionalistas, presentaba formas alternativas deordenar y actuar en la sociedad junto con otras ideas de norma-lidad y excepcionalidad. Y se daba cuenta de cmo la estructurasocial trobriandesa, sin formularse a la manera occidental concdigos explcitos, se hallaba incorporada en el ms eludible detodos los materiales, el ser humano (1978, 11). Malinowski noencontr nada raro en ello ya que en parte esa es tambin una

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    experiencia occidental. Precisamente la ignorancia de ese sabertradicional es lo que hace que por ejemplo Herzfeld (1987) des-cubra la disemia cultural.

    La construccin de la organizacin social en la tradicindel realismo etnogrfico se hace acumulando casos y procedien-do, siempre que se puede, por induccin. De hecho, la organiza-cin social de las civilizaciones sociales se expresa a s mismamucho ms por induccin que por deduccin. Este fenmenoha aparecido claramente en la construccin terica de la Antro-pologa Jurdica. En sta puede apreciarse la ausencia de cdigoso normas concretas de accin (civilizaciones primitivas) y dife-rencias enormes en cada caso. Es la experiencia de aplicacionesdistintas y vivencias diferentes de transgresiones o consenti-mientos similares y viceversa, lo que obliga a describirinductivamente otro orden social conjuntamente con otro tratohumano. Si un lector no se obstina en una lectura totalmentefuncionalista, puede percatarse de ese saber en las etnografasde Malinowski, Firth, Gluckman y otros.

    Una cosa es que el funcionalismo no haya apreciado fuer-zas mayores y menores en la sociedad segn su momento hist-rico. Y que haya transformado en compensaciones o equilibriosestticos los conflictos histricos. Pero otra cosa es que stosmismos defectos pueden corregirse porque la mayora deetnografas funcionalistas reconocen e identifican un ordensocial como prevalencia, la manera de internalizarlo las perso-nas, los conflictos personales y muy concretos que eso desenca-dena y los factores cruciales del cambio social. Despus de to-dos los escritos de Firth sobre los tikopaia se puede recuperarmuchsimo de sus excesos estructural-funcionalistas y esosmismos escritos ayudan a hacer otro tanto con Malinowski yRadcliffe-Brown, por poner los autores ms sentenciados.

    Asimismo, la influencia del pensamiento durkheimiano so-bre Rivers, Radcliffe-Brown, Malinowski y Lloyd Warner fucrucial para que la Antropologa obtuviera agilidad emprica yconceptual y percibiera los fenmenos tnicos como sociolgi-cos. Esto equivali a reconocer sociedad en dnde se haba inclu-

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    so hecho virtud de no tenerla. Histricamente ha sido un pasotico y cientfico el redefinir la relacin entre los pueblos comorelacin entre sociedades, y todas ellas con complejidades equi-valentes, sin la jerarqua que an aquejaba a la sociologa deDurkheim.

    Reflexionemos sobre un logro de la generacin deMalinowski: la inspiracin realista del pluralismo sociolgico noorigin los relativismos radicales que la inspiracin ms idealistadel pluralismo cultural ha desencadenado. Las monografas rea-listas tambin han conseguido mayores equilibrios entre expre-siones descriptivas y formulaciones tericas. As es con distin-tos nfasis en las monografas de Rivers( 1986), Malinowski (1978,1929), Firth (1957, 1964), Fortune (1932), Lloyd Warner (1937),Radcliffe-Brown (1964), etc. Lo que tienen en comn esos tra-bajos es su postulado de universalidad sociolgica, el cual, para-djicamente para sus adversarios, arroja ms distinciones emp-ricas de lo social que los relativismos culturales y epistemolgicosextremos. Los primeros dan fe de la consistencia del pluralismosocial, los segundos incomunican e idealizan determinados ras-gos, recrendose en adicciones etnocntricas que se tienen porcmodamente ineludibles.

    El sociologismo de un Malinowski predica sencillamenteque toda poblacin humana mnimamente adaptada a un me-dio y no sometida a otra, posee un orden y un trato humanospropios (e histricos debemos aadir) que son universalmenteinteligibles como teora y prctica. Con esta perspectiva se pue-den percibir diferencias de realidades sociales, mientras que conla del relativismo extremo la diferencia no puede formularse, esideal, no se realiza ni tan slo en la teora y por consiguiente, notiene efectos aprehensibles para la crtica del conocimientoantropolgico y la labor etnogrfica.

    9. Un corolario importante para saber si nuestra metodolo-ga es correcta es que las proposiciones abstractas que tienensentido para el investigador sirvan para formular cuestiones con-cretas al informante (Malinowski 1978, 15). Saber preguntar con

    Saber preguntar consentido para el nativo,aunque en los lmites desu experienciainformativa ordinaria ysaber construir al mismotiempo proposicionesanalticas significativaspara una teora social, esseal de un procederplausible.

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    sentido para el nativo, aunque en los limites de su experienciainformativa ordinaria y saber construir al mismo tiempo propo-siciones analticas significativas para una teora social, es sealde un proceder plausible.

    Malinowski (1978, 14) aconseja fijar el proceso analtico enesquemas o diagramas claramente informativos para el investi-gador y que abarquen el estudio de prcticamente todos losaspectos de la vida nativa. Quiz ha sido Lvi-Strauss quien hasabido utilizar con ms imaginacin ese tipo de dibujos en lasmismas publicaciones. Pero Malinowski se refiere ms a un re-curso del mtodo analtico, no de la retrica expositiva poste-rior. Lo primero puede reproducirse en lo segundo, pero nonecesariamente. Lo que Malinowski quiere hacer notar es la uti-lidad de las representaciones abstractas mnemotcnicas que soncapaces de guiar el avance formal de la investigacin sin perju-dicar su valor descriptivo, algo ya ms difcil de ver en una obracomo la de Lvi-Strauss.

    Hay que sealar contradicciones entre los recursos del m-todo y la exposicin etnogrfica acordes con la perspectiva rea-lista: lo que es vlido cuando se busca sentido mientras se inves-tiga puede resultar torpe en la fijacin del texto etnogrfico.Pero hay esquemas que no son interpretaciones por s mismos -como ocurre con muchos esquemas estructuralistas- sino queson instrumentos asociados a la descripcin. Es as como lee-mos los cuadros que nos ofrece Malinowski (1978,415-418) ensu exposicin del Kula y las actividades de carcter mgico.

    Malinowski (1978, 15) sugiere tambin que el antroplogopresente con discernimiento la naturaleza de sus fuentes. Se tra-ta de un proceder anlogo al de la historiografa. Pero si en stala distincin entre fuentes primarias y secundarias es relativa-mente fcil, no lo es tanto para la Antropologa. No es suficien-te caracterizar las fuentes segn observaciones directas e infor-maciones indirectas. Determinadas lecturas o textos pueden te-ner un valor primario o secundario segn el contexto. Lo mis-mo sucede con el contacto aparentemente ms directo con elobjeto de la investigacin. As, por ejemplo, las reinterpretaciones

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    del Kula y sus contextos despus del trabajo de Malinowski sebasan en varias trayectorias: a) Tomar los elementos presentesen la etnografa de Malinowski tal cmo l mismo los describe ocategoriza y reinterpretarlos sin ms informaciones directas(Mauss y en buena medida Uberoi); b) Aadir informacionesde nuevos trabajos de campo a las obtenidas por Malinowski,pero sin que sta circunstancia supere de por s las teorizacionesanteriores (En Leach y Leach); c) Intentar desplazar la interpre-tacin de la cultura trobriandesa en lo referente al Kula haciafenmenos que la etnografa de Malinowski apenas revela y queproceden de nuevos trabajos de campo (los temas del kitomu yel trabajo femenino en Annette Weiner); d) Evaluar crticamentela aprehensin de los fenmenos de observacin directa segnprejuicios previos, otorgndoles un estatus de secundariedad.Esto ya lo tena presente Malinowski y lo manifiesta explcita-mente en su segundo apndice de Coral Gardens (Kaberry 1957).

    Por otra parte, el aparente etnocentrismo de la etnografaeconmica de Malinowski nos parece ms complejo y creativode lo que an las benevolentes crticas de Firth (1957) sugieren.Porque se trata de un etnocentrismo tan evidente que, al igualque con Firth, no distorsiona para nada otras lecturas de susdatos, tal como se ha hecho y todava puede hacerse ms. Y almismo tiempo, los escasos conocimientos econmicos queMalinowski proyect en su obra -y que Firth lamenta innecesa-riamente- le hicieron respetar la fenomenologa del Kula hasta elpunto de poder facilitar interpretaciones muy alejadas de la eco-noma. As, incluso algunas interpretaciones de Malinowski quepueden parecer ya unas fuentes secundarias han podido utilizar-se como primarias en otras teorizaciones (las que ya hemos ex-puesto).

    10. Malinowski era perfectamente consciente de que la et-nografa cientfica no era capaz de reflejar fielmente lo que lmismo denomina la vida real de una poblacin. De que otrasformas de contacto y escritura etnogrfica podan aportar in-formaciones todava ms realistas. Para que el antroplogo pe-

    El aparenteetnocentrismo de laetnografa econmica deMalinowski nos parecems complejo y creativode lo que an lasbenevolentes crticas deFirth (1957) sugieren.Porque se trata de unetnocentrismo tanevidente que, al igual quecon Firth, no distorsionapara nada otras lecturasde sus datos.

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    netre en los imponderables de la vida real, Malinowski (1978,18), aconseja la convivencia dilatada e intensa del antroplogocon los nativos. Pero la comprensin de la vida de otros pueblospasa por la alienacin que, con independencia del tacto y perso-nalidad del antroplogo, supone el trato histrico entre unascivilizaciones concretas. Especialmente cuando unas adoptan unaposicin de superioridad y otras deben sufrirla.

    No se trata de un problema de penetracin mental(Malinowski 1978, 19), de austeridad etnocntrica o de exotis-mo efectista. Es un problema de trato histrico. El trato entre lospueblos pesa y condiciona. La memoria de un mal trato o tratodesconcertante conlleva una dosis de incomunicacin. No secomprende a quien se trata o se ha tratado mal. Intentar com-prender una civilizacin que ha estado sometida a la incom-prensin y al avasallamiento moral de una Misin, de unos co-merciantes o de unos colonos, viniendo de la civilizacin que hainfligido ese trato, es casi slo una pretensin.

    Ya hemos dicho que toda la virtud de la comprensinetnogrfica se halla en las etnografas. Ahora slo queremos de-cir que pretender conocer ms all de stas tiene que ver con undefecto totalmente extra-etnogrfico y que sugerimos explicarlotambin extra-etnogrficamente porque nos parece que puedehacerse razonablemente.

    Poltica y comprensin van unidas en las relaciones inter-nacionales de manera anloga a las personales. Cuando habla-mos de comprensin radical de otra cultura, sobrepasamos larealidad etnogrfica y entramos en la sociologa poltica de nues-tras posiciones personales y nacionales, junto con unos hbitosde comunicacin e incomunicacin. Entonces, el problema esantes que nada tico-poltico.

    Examinemos de cerca nuestros aprendizajes y nuestroshbitos en relacin con la comprensin de nuestras relacioneshumanas. Si compartimos satisfactoriamente un mundo, si ex-perimentamos estmulos y solidaridades con los dems, enton-ces no aparece la sensacin de incomunicacin, por ms que sehalle sustrada u oculta una parte considerable de informacin

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    acerca de nuestras vidas. As, sin comprender del todo el porqu y el cmo de una relacin o dilogo inter- personales noscomplace la terapia de un mdico, la propuesta amena de unaamistad, la actuacin de un nio o el silencio normal de variasexperiencias y relaciones humanas.

    Es decir que en la vida cotidiana, cuando nos sentimoscmodamente entre los dems, cuando la integracin social esalgo dado sin lugar a dudas, entonces no surge la necesidad -sera una afectacin fuera de lugar- de exigir una comprensinexacta de los motivos, las imaginaciones y los razonamientos delos dems. Esa necesidad aparece ms bien con las tensiones ylos conflictos, cuando la insolidaridad y la desconfianza generanun sinnmero de preguntas e inquietudes. La pretensin de unacomprensin exacta de los estados y objetos psquicos y cultu-rales de las personas es propia de situaciones en las que se haperdido el sentido de una convivencia que no precisa justifica-ciones o explicitaciones.

    Si como etngrafos exigimos una comprensin absoluta oexacta de las personas de otras culturas, es porque hemos here-dado una historia de mal trato y consecuente alienacin entrepueblos. As las cosas, la incomprensin del etngrafo equivale auna curiosidad impertinente. En unas relaciones polticas entreiguales no se producen esas actitudes. En la historia poltica in-ternacional se encuentra la explicacin de la incomprensin: nun-ca se llega a comprender a quien no se trata bien o se pretendecomprender para justificar un mal trato.

    El etngrafo consciente de la historia e interesado por lavida social de un pueblo halla suficiente conocimiento para com-prender, sin que la comprensin sea una secuela deavasallamiento y empobrecimiento de unos pueblos por otros.La singularidad incomprensible y la explicacin informulable sue-len ser efectos de un trato que se puede historiar.

    La Antropologa Social construida desde la perspectiva delrealismo etnogrfico cuenta con suficientes monografas y re-construcciones etnohistricas para calibrar lo que venimos di-ciendo.

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    11. La conclusin de Malinowski en Los Argonautas, fiel a lametodologa expuesta en la Introduccin, caracteriza el fen-meno Kula de una manera original, bastante alejada de las ideasetnolgicas previas sobre fenmenos anlogos. Lo que ms pa-rece llamar la atencin de Malinowski es la capacidad que el Kulaposee para extenderse territorialmente y la complejidad de rela-ciones sociales que conlleva. El denominador comn ms abs-tracto que halla Malinowski es el de una reciprocidad. Una reci-procidad hecha de acciones y relaciones precisas entre perso-nas. Dado el prejuicio de simplismo que se arroja sobre las civili-zaciones denominadas primitivas, Malinowski reflexiona sobrela evidencia de un complejidad social extraordinaria, la de todaslas interacciones y secuelas que suscita el Kula.

    Adems, Malinowski otorga al Kula una importante dimen-sin histrica: cree que su amplitud geogrfica y su complejidadsocial no pueden ser fruto de la precariedad o de la improvisa-cin, que la cultura asociada al Kula habla forzosamente de unatradicin desarrollada a travs de bastante tiempo. El anlisissincrnico de Malinowski no niega nunca -como razn de lafuerza y relevancia del Kula- el valor histrico de la institucin:su arraigo es precisamente sntoma de su crecimiento en el tiempoy en el espacio.

    Cuando se trata de definir el Kula ante las ciencias sociales-Schneider (1984) no hace justicia a esa evidencia- Malinowskino lo encasilla en las especialidades que se ejercen de oficio (Eco-noma, Sociologa, Psicologa, etc.). Su frase ms concluyente esla que define el Kula como un intercambio mitad comercial,mitad ceremonial, el cual se lleva a trmino por virtud de s mis-mo, para satisfacer un deseo profundo de posesin (1978,510).As, lo ve perceptible en parte como fenmeno econmico y enparte como fenmeno ceremonial. Reflexionemos. Se trata derealzar el valor de la accin por s misma, el hecho de que lainterpretacin nativa reside en la misma actuacin. Ello corresponderaen ltima instancia a una necesidad natural -el deseo de pose-sin- que se satisface de una forma opcional y compleja, desa-rrollando relaciones de convivencia. Y hay que decir que el mis-

    Se trata de realzar elvalor de la accin por smisma, el hecho de que lainterpretacin nativa resideen la misma actuacin.

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    mo concepto de posesin -que en principio estara de acuerdocon la teora malinowskiniana de las necesidades naturales(Piddington 1957)- no es tomado por Malinowski como un uni-versal conforme a una idea occidental, sino como algo muchoms maleable: no es una posesin ordinaria, sino de un tipoespecial (1978, 510). Este tipo especial de posesin es caracte-rizado por Malinowski con un ritmo alternado de posesiones,transmisiones, intercambios y expectativas que no pueden en-tenderse como momentos de una actividad comercial segn laexperiencia capitalista.

    Malinowski destaca que la accin de intercambiar y las cua-lidades inherentes a la misma son objeto de ms atencin y sehacen vivir con ms detalles por parte de los trobriandeses queel objeto material de la posesin en s mismo. Por decirlo conuna terminologa crtica de nuestra civilizacin (la marxista) escomo si los trobriandeses hubieran descubierto y fomentado unvalor de uso en los potenciales de realizacin del valor de cam-bio y disfrutaran de l sin realizar el valor de cambio. Por estarazn una actividad como el Kula puede hablarnos de lo que larealizacin del valor de cambio consume (potenciales de uso enlas operaciones de cambio) sin valorar, en nuestra propia civili-zacin.

    En la interpretacin ms reciente de Weiner (1988) se re-saltan dos cosas a la vez en el Kula: la propiedad y la competi-cin econmica y poltica que nosotros percibimosunilateralmente, y luego tambin un valor histrico y existencialde lo posedo en el Kula: Los objetos del intercambio trobriandsson ms que econmicos en su valor y ms que sociolgicos ensu contenido. Los significados adheridos a esos objetos dirigennuestra atencin hacia los valores existenciales que son el arma-zn vivo y el alimento de toda actividad social (Weiner 1988, 165).

    Es cierto que Malinowski habl poco de estos aspectos,pero describi muy bien sus manifestaciones reales. No redujoel Kula a unas necesidades naturales, sino que al dotarle deambivalencia econmico-ceremonial y al personalizar las activi-dades ya abri de hecho las enormes posibilidades crticas y

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    tericas del fenmeno Kula para el conocimiento general de lahumanidad. Y aadamos: cuando Malinowski dice que el Kulase lleva a trmino por virtud de s mismo est decapitando elfactualismo causal, lo cual abre paso a una pura fenomenologaexistencial.

    De cara a la crtica de la historia del capitalismo hay quedecir que una historia escrita con objetos personalizados (Weiner1988) es la historia ms alternativa a la de la alienacin y el feti-chismo teorizados por Marx. Porque el individualismo y el co-munismo, la propiedad privada de los medios de producciny su negacin no proponen realidades personalizables y concre-tas (Cf. Terradas 1992), mientras que la personalizacintrobriandesa de los objetos (sin objetivar las personas) conllevatoda una realizacin personal y social sin negaciones mutuascomo condiciones de realizacin.

    Con esta perspectiva podemos afirmar que los trobriandesestienen escrita una historia alternativa a la historia econmicacolonial: mientras que en los intercambios coloniales Occidenteha despersonalizado y desculturizado a pueblos enteros por elvalor de mercado de unos productos, los trobriandeses han idoacentuando sus personalidades individuales y las de otros pue-blos, han desarrollado un contexto comn de valores de en-cuentro social, han establecido ritmos personales de contacto, yal hacer todo esto no han vivido ni como sometidos ni comoopresores. Y adems han sabido tratar con una especie de res-ponsabilidad patrimonial los objetos de conexin social en elKula. Malinowski reconoca que el aspecto quiz de mayor im-portancia (1978, 510) y muy revelador del carcter peculiar delKula era el de que sus prendas no se consideraban nunca nicomo moneda de cambio ni como medida material de valores.

    Malinowski insiste (1978, 511) en la especificidad culturaldel Kula. Este no puede describirse -nos dice- ni como trueque,ni como intercambio de regalos, ni como juego de intercambio(acepcin que para la actualidad se ha enfatizado ms): Dehecho es el Kula, tiene un nombre, una identidad propia.Malinowski parece presentarnos el Kula como un lenguaje con-

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    creto de accin social. Un lenguaje que no encaja con los quesuele identificar la cultura occidental.

    La dignidad, la veneracin y el afecto connotan los aspec-tos que en el Kula menos se parecen a un juego o a una relacincomercial. La iniciativa y el clculo, junto con una movilizacinde recursos psicolgicos, sociales y materiales connotan el as-pecto menos parecido a un culto, una creencia o a un cumplido.Ese parecer y no acabar de ser, ese significado profundo y expl-cito en la descripcin pero oscuro en la clasificacin, obliga aMalinowski a decir que el Kula se halla entre lo comercial y loceremonial, que es mitad o semi- una y otra cosa. Y an Malinowskiafirma que el Kula debe relacionarse tambin con un derechoprimitivo internacional (1978, 513-515). Y que esta caractersti-ca revela una actitud mental compleja e interesante, un tipofundamental de actividad humana, algo distinto, pero con tan-ta historia y complejidad social como la economa de mercado olas relaciones polticas internacionales.

    En esta direccin se fija el fenmeno trobriands o Massimen pie de igualdad con otros anlogos en otras civilizaciones,dndose la primera lectura descriptiva y analtica no colonial (enel sentido ms amplio de la palabra) de lo que se tiene por im-portante en otra civilizacin. De este estilo de conocimientoMalinowski esperaba que naciera una nueva sabidura humanis-ta, la cual, dadas las circunstancias internacionales, precisabaradicalizar la accin de la tolerancia y la libertad entre personas ypueblos.

    Antes hemos dicho que no es realista la pretensin de com-prensin ante un trato no satisfactorio, que no es realista querercomprender como quien quiere comprender para pasar a otracosa o para controlar lo que no se sabe respetar. Eso sera abusoy falsedad entre personas.

    Pero, por otra parte el esfuerzo realista de comprensindebe pasar por la reconstruccin de lenguajes perdidos o des-cuidados. Pongamos un ejemplo de lo que eso representa en laprctica.

    El esfuerzo realista decomprensin debe pasarpor la reconstruccin delenguajes perdidos odescuidados.

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    Imaginemos que en un futuro desapareciera de nuestra ci-vilizacin la poesa como concepto y lenguaje reconocibles. Peroque an as, subsistiera la necesidad expresiva que reconocemosen la poesa. Imaginemos que unos historiadores hallaran untexto potico de nuestra poca en el que encontraran referen-cias a las estaciones del ao, la fugacidad de la vida, la alternan-cia de los fenmenos de la naturaleza, las costumbres de campe-sinos y pastores y cosas as. Al no conocer- se entonces la poe-sa, podra interpretarse el texto como mitad meteorologa obiologa y mitad religin o sociologa. Para quien subsistiera lanecesidad expresiva potica, es posible pensar que se aferrara alos propios textos en su percepcin ms descriptiva y tratarade evocar una integridad inmanente al texto.

    As, la realidad parecera revelarse al comienzo ms en unainmersin descriptiva que en un anlisis formal. Pero con losextremos meteorolgicos y sociolgicos, pongamos por caso, ycon el reconocimiento, aunque intuitivo de la necesidad expresi-va potica, podra reconstruirse la historia crtica de la prdida ysustitucin de la poesa por otros lenguajes. La historia de unaalienacin.

    Imaginemos ahora que este lenguaje -la poesa, para seguircon el ejemplo- no hubiera existido nunca en la historia de nuestracivilizacin. Pero que se hallara en la historia de otras civilizacio-nes. Al descubrirlo en estas otras y reconocer su importanciapara la nuestra, incluso la necesidad de que hubiera existido parala nuestra, adquirira un carcter de patrimonio universal de lahumanidad. Es as como el Kula se convierte en un objeto clsi-co para el saber. Algo que se admite en el mismo ttulo de laobra de Malinowski Los Argonautas ...

    Ignasi TerradasUniversidad de Barcelona

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