Realidad Infinta

7/21/2019 Realidad Infinta

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Ellos sienten tu miedo



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AGRADECIMIENTOS

Agradezco a Ana Lucía por siempre haber creído en mí.Por seguir mis pasos. Por quererme y por ayudarme. Porestar ahí siempre que la necesito. A Natalia por siempreaconsejarme. A Saray por aceptarme como amigo. Porconfiar en mí siempre. Por quererme. A Eddy por siempretenerme en cuenta a la hora del bien y el mal. A Laurapor hacerme sacar una sonrisa cada día. A Catalina poraconsejarme, guiarme y apoyarme en las buenas cosas.

A Johana por enseñarme a endurecer mi corazón antetodo lo malo. A Gabriela por siempre creer en mí,apoyarme, quererme, aceptarme y sacarme sonrisas. AEsteban por apoyarme, por estar siempre ahí cuando lonecesito. Por darme sonrisas y por quererme comoamigo. A Deivis por enseñarme a ayudar. Por enseñarmea ser ayudado. Por sacarme sonrisas. A Katerin porhacerme sonreír en los momentos donde estoy másdevastado. Escribiendo estos agradecimientos, mislágrimas caen sobre mis mejillas. Son muy buenaspersonas. Nuestros caminos se separarán perorecuerden que siempre estarán aquí escritos. Los quiero.



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Ana, te dejo esta carta para que sepas que siempreestaré a tu lado; que por nada del mundo dejaré de estarcontigo. Te protegeré, te defenderé de tus malasamistades y nunca te dejaré sola. Con amor tu abuela.



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Capítulo I

Ana, una mujer alta, de cabello rubio como el oro y susojos cafés hermosos, era una muchacha muy prestigiosa.Vivía en Colombia, en una gran casa muy hermosa a lasafueras de la capital. Con tan solo 22 años de edad, tuvoque vivir y sostenerse sola ya que su abuela habíamuerto por causa de una enfermedad grave. Teníacáncer de mama y no pudo soportar más.

Ana estudiaba en una universidad de la capital, teníavarios amigos y varios compañeros. Su mejor amiga sellamaba Sara. Una mujer de estatura casi igual a la de

Ana; su cabello era castaño, y muy delgada. Las dos

amigas se conocían desde la niñez, pues las dosestudiaron en el mismo colegio y en el mismo curso. Anaestudiaba medicina y Sara estudiaba criminalística.

La noche en que Ana tuvo que volver sin su abuela a sucasa desde el hospital, estuvo llorando mucho y supo loque se perdió de ella mientras vivió. Ana conducía a una

rápida velocidad y con lágrimas en sus mejillas. La nocheera demasiado oscura. Solo veía por las luces de su autoen un denso camino entre las montañas los arboles eranlos únicos testigos del trayecto de Ana. La niebla se hacíacada vez más enceguecedora. Sorpresivamente Anaestuvo a punto de atropellar a una mujer que atravesabala calle. Ana se detuvo. Respiró hondo y salió lentamente

del auto. Su respiración se aceleraba cada vez más.Caminó hacia la mujer que trataba de levantarse con



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ayuda del carro. Ana le preguntó si necesitaba ayuda, y laayudó a levantar. La mujer con su rostro agachado, dio lavuelta y dejó ver su cara a Ana. Era una mujer muyhermosa; de tez morena, sus ojos claros y su cuerpoligeramente delgado. Ana se sorprendió al verla.

– ¿Necesita ayuda? – Preguntó Ana por segunda vez.

La mujer asintió con la cabeza sin pronunciar una solapalabra. Las dos mujeres subieron al carro y se dirigierona la casa de Ana. Por el trayecto, la mujer no pronunciabapalabra alguna, solamente miraba a sus alrededorescomo si la estuviesen persiguiendo.

Ana la miraba disimuladamente tratando de adivinar loque la extraña mujer temía.

-¿Qué le pasó? – Preguntó Ana.

La mujer no respondió y solo miraba por la ventana. Anahizo un seño de pesar hacia la mujer, y se limitaba amirar al frente.

Al llegar a la casa se sentaron. Ana le ofreció una tazade café y la mujer la recibió.

–Cuénteme ¿Cómo es su nombre? –Preguntó Ana.

– Me llamo Na… Na… Natalia. – Respondió la mujerconfundida.

– Natalia, que lindo nombre. ¿Qué le sucedió? ¿Por quéestaba tan mal en la calle?



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– Más adelante se lo contaré. –Dijo con cara de fastidio. –Primero cuénteme ¿Cómo es su nombre?

– Oh perdón, me llamo Ana. –Dijo la joven bajandosúbitamente la taza de café de sus labios. – ¿Tienesueño? Debe estar muy cansada, son las 11 y 54 de lanoche. Venga, sígame.

Ana condujo a Natalia hasta una habitación al fondo deun pasillo.

– Hasta mañana Natalia, descanse. – Dijo Ana abriendo lapuerta del cuarto de huéspedes.

Ana cerró la puerta de la habitación y se dirigió a sucuarto.

Natalia se sentó en la cama y sintió la comodidad quehacía mucho tiempo no sentía. Luego se levantónuevamente poniéndose de pie. Comenzó a caminarmirando la habitación y revisando todo. Miró un perfumeque estaba sobre una mesa de noche. Lo olió.

-Huele delicioso. – Susurró mientras tocaba el envase.

Natalia se aplicó perfume una o dos veces. Luego lo dejóen su lugar. Se miró en un espejo que colgaba en lapared con un terrible miedo inimaginable.

-Estoy muy mal. –Dijo muy triste tocándose el rostro.



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Natalia vio en el espejo detrás suyo una sombra negraque la miraba. La mujer se sorprendió mucho e hizo ungesto de desagrado.

-Ay no. ¿Aquí también estás? – Susurró.

Natalia se giró pero no había nadie. Se recostó en lacama muy asustada. Miró al techo tratando detranquilizarse, y cayó en un sueño profundo. En eseinstante las cobijas de la cama se bajaron lentamente yalgo se le acercaba a Natalia. Se escuchó la puerta de

Ana abriéndose y después de un momento se cerró.Natalia abrió sus ojos rápidamente muy asustada y sesentó.

-Debió ser Ana. – Dijo agitada.

Se acostó nuevamente y cerró sus ojos hasta dormirse.

Ana se fue rápidamente a su cuarto, se colocó su pijamay se sentó en la cama. Tomó una foto de su abuela ycomenzó a llorar.

-Abuela sé que donde estés me protegerás mucho. – Dijosollozando. – Te voy a extrañar demasiado pero así es lavida.

Le dio un beso a la foto y la volvió a guardar. Colocó lasmanos sobre su cara y comenzó a llorar fuertemente. Serecostó y vio por debajo de su puerta que la luz del salónseguía encendida. Ana se levantó para ir a apagarla. Lachica recordó que de suerte, su abuela le había dejadoun semestre pagado anticipadamente en la universidad



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pero cuando se acabara ese semestre no sabría quéhacer. Quizá trabajar.

La joven abrió la puerta y salió al pasillo, bajó lasescaleras y apagó las luces. Subió a su habitación, cerrónuevamente la puerta y se recostó suspirando. Miró altecho y no hacía más sino pensar en su abuela. Ana todala noche lloró hasta poder dormirse.

Al otro día, Ana se levantó, se dirigió rápidamente alcuarto en donde se encontraba Natalia. Al abrir la puertase encontró con la sorpresa de que Natalia ya no seencontraba en la habitación. Ana se sorprendió mucho ycomenzó a buscarla. –Natalia, ¿Dónde está? – Ana al noobtener respuesta, se vio obligada a buscar fuera de lahabitación pero en ninguna habitación se encontrabaNatalia. –Un momento. – Susurró. – En el sótano podríaestar. – En ese momento Ana corrió rápidamente hacia elsótano. Presionó la perilla para abrir la puerta ylentamente abrió la puerta. Justo antes de que pisara elprimer escalón, el teléfono sonó. Ana corrió a contestarlodejando la puerta abierta.

– ¿Aló? –Contestó Ana.

– Hola Ana hablas con Sara. Te llamo para ver si podíasvenir a mi casa.

– Pero ¿Para qué? – Preguntó Ana.

– No sé, solo que tengo dos pasaportes para ir dos días yuna noche a las islas Margarita en Venezuela, quiero que



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te olvides de la tragedia de tu abuela. Sé que es difícilpero no es imposible. ¡Anímate!

– Tienes razón gracias por la invitación ¿Pero ya?

-Tranquila. Ana, pero apúrate, el vuelo sale en dos horas.

– Si ya voy para allá. – Ana corrió a su cuarto. Tomó laprimera maleta que encontró y la alistó rápido. Estuvo a

punto de salir de su casa cuando escuchó algo en lacocina. Dejó su maleta en el suelo y fue rápidamente a lacocina.

-¿Natalia? –Preguntó Ana viendo a la chica.

Natalia estaba limpiando la cocina con un delantalpuesto.

-Buenos días señorita. –Dijo Natalia lavando los trastes.

-Natalia no debes estar haciendo eso, para eso estoy yo.

-¿Hice algo malo?

-No pero…

-Señorita me puede contratar de empleada de servicio siquiere.

-¿segura?

-Sí. – Asintió Natalia.

-Vale. Tengo un viaje ahora mismo ¿te podrías quedarcuidando de mi casa hasta que yo llegue?



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-¿Sola?

-Sí.

-Está bien, señorita Ana.

Ana le dejó las llaves de la casa a Natalia y se llevó unacopia de las mismas.

-Además aquí hay mucha seguridad. Cualquier cosallamas al vigilante. Él pasa cada momento en su bicicleta.

– Dijo Ana.

Ana se despidió de Natalia y estuvo a punto de cerrar lapuerta cuando de repente Natalia preguntó:

-¿Cómo se llama el vigilante?

-Se llama Santiago. – Respondió Ana.

-Santiago. – Dijo Natalia tratando de memorizar sunombre.

-Sí, pero todos le decimos Rubiano.

-¿Es Santiago Rubiano?-Sí. Bueno Natalia me cogió la tarde aquí hablandocontigo. Cuídate y cuida la casa.

-Sí. Sí señora. Que la pase bien.

-Gracias.



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Ana salió de su casa. Natalia comenzó a arreglar la casay a hacer las camas. Tendiendo la cama de Ana, Nataliavio la foto de su difunta abuela en la mesa de noche.Natalia la tomó y puso la mano en su boca muysorprendida.

-¡Es ella! – Dijo Sorprendida.

La chica tomó la foto y la dejó en su lugar. Mientras tanto,la puerta del sótano que Ana había dejado abierta secerró lentamente y Natalia no se dio cuenta.

– Hola Sara ¿Cómo estás? – Saludó Ana en cuanto llegó ala casa de su amiga.

Sara saludó a Ana con un fuerte abrazo y rápidamente sefueron al aeropuerto.

Llegaron al aeropuerto y salieron lo más pronto que sepudo al vuelo.

-Sara, mira que estaba llegando de donde mi abuela a lacasa en el carro y casi estrello a una muchacha. La llevéa la casa y la dejé dormir ahí. Al otro día me desperté ybueno, tú me llamaste y estuve a punto de salir cuandoencontré a la muchacha en la cocina arreglando todo.



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Entonces me dijo que la dejara de empleada de servicio yallá está. – Contó Ana.

-¿En serio? Ana ¿Cómo se te ocurre llevar una indigentea tu casa?

-No es una indigente. Si vieras lo bonita que es.

-Ah bueno y ¿Cómo se llama?

-Natalia.

-¿Natalia? Me suena ese nombre.

-Ay a ti te suena todo Sara.

-Bueno. Cuando yo te diga.

Las dos mujeres llegaron a la isla y justamente al hoteldonde se iban a hospedar. Era grande, bonito y conmuchas habitaciones. Ana llegó triste por su abuela.

– Ana, tranquila no te pongas triste, mira que tu abuelaestá descansando en el cielo y te está cuidando desdeallá. – Dijo Sara consolando a su amiga.

– Pues mira que tienes razón. Emm ¿vamos al mar?

-Si claro. Dale.



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Mientras tanto en la casa de Ana, Natalia terminó susdeberes. Abrió la puerta de salida para que salieran losmalos olores y se recostó en el sofá a ver televisión. Enese instante sonó algo en el sótano. Natalia se levantódel sillón, y se dirigió lentamente al sótano. Tomo y giró laperilla hasta abrir la puerta. Bajó y vio muchas cosasdañadas. Encendió la luz y vio la sombra negra de nuevoque pasaba rápidamente por las paredes.

-¡Ay no! –Gritó Natalia.

La muchacha subió corriendo las escaleras hasta llegar a

la puerta pero unas manos negras la tomaron de suscabellos y la jalaron hacia atrás. Los gritos de Nataliaalarmaron al joven Santiago que pasaba por allí cerca.Natalia tomó fuerzas y se agarró del marco de la puerta ytrataba de salir pero aun así no podía. Lo único que lepreocupaba a Natalia era que le cerraran la puerta delsótano y por tal motivo no soltaba el marco y con su pie

izquierdo sostenía la puerta para que no se cerrara.Santiago entró y trató de seguir los gritos.

-¿Quién grita? – Gritó Santiago.

-¡Ayuda! –Gritaba Natalia.

Santiago llegó hasta donde Natalia, haló a la chicatratando de soltarla de esos horribles brazos y la sacó deallí. Natalia cerró rápidamente la puerta.



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-¿Se encuentra bien? – Preguntó Santiago.

-Si señor muchas gracias.

-¿Quién te estaba haciendo daño?

-No lo sé. –Dijo Natalia con la cabeza agachada.

-Levanta la cabeza. –Dijo Santiago levantándole la cara aNatalia.

-¿Cómo te llamas?

-Natalia.

-Yo me llamo Santiago. Pero me puedes decir Rubiano.Para servirte.

-S-Sí señor. ¿Quiere café? –Dijo Natalia muy nerviosa.

-No te molestes. Muchas gracias.

-Yo mejor me voy a hacer mi trabajo. – Dijo Rubiano.

-Vale. Cuando quieras vienes y tomas algo.

-Bueno. Chao bonita.

-Chao. –Dijo Natalia sonriendo porque para él, ella erabonita.

-Natalia cerró la puerta y se sentó en el sillón sonriendopero a la vez asustada por lo del sótano.



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Ana y Sara se fueron rápidamente al mar y todo iba muybien. Se recostaron en la arena, y jugaron. Ana sezambulló en el mar y veía algunos peces en la orilla,sonreía y parecía que se le olvidaran las desgracias. Unaola venía y Ana se lanzó a ella. Bajo el agua, un cuerpotomó de la pierna a Ana. Ella salió muy asustada del mary se sentó junto a Sara.

– ¿Qué pasa? – Preguntó Sara recostada en una sillasonriendo.

–Nada. Tengo frio. –Mintió.

-¿Quieres que entremos al hotel?

– Sí. – Dijo Ana nerviosa.

Ana no le dijo nada a Sara para no echar el viaje aperder. Luego de unos segundos, un tiburón se aproximóa la orilla del mar y algunas personas sufrieron heridas

graves.Cuando entraron al hotel, se recostaron en cada camapara dialogar sobre asuntos de la universidad.

– Ana, ¿te puedo confesar algo? – Preguntó Sara.

–Sí claro. Dale, cuéntame.

-Me estoy enamorando de Esteban.



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-¿De Esteban?

– Sí.

Esteban era un joven de 23 años de edad. Era alto,apuesto, y muy elegante. También estudiaba en launiversidad de Ana. El chico cambiaba de noviasúbitamente.

Ana cambió de tema repentinamente y se giró.-Sara, no sé qué hacer. –Dijo Ana.

-¿Y eso por qué?

-Mi abuela me alcanzó a pagar un semestre de launiversidad y no sé cómo pagar lo demás. Me va a tocar

salirme de estudiar.-Ay Ana ¿Cómo se te ocurre? Voy a hablar con mi mamáa ver si te presta dinero para que acabes. Igual ya tehace falta no más dos semestres.

-Y ¿Cómo hago para pagarle?

-Ponte a trabajar. Yo te ayudo a conseguir trabajo.

-Y ¿Cómo le pago a Natalia?

-Va tocar que la eches Ana.

-Sí. Tienes razón.

Las dos muchachas se recostaron hasta caer en un dulcesueño.



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Natalia se iba a acostar a dormir pero le dio temor porquesabía que algo le iba a pasar si se dormía. Así que se leocurrió la idea de llamar a Rubiano para que pasara lanoche con ella.

Salió a buscarlo y lo encontró.-Hola Rubiano. –Saludó Natalia muy tímida.

-Hola Emm… Natalia. Casi se me olvida tu nombre.

-Oye te vengo a hacer una propuesta un poco rara.

-Sí. Dime.-¿Pasarías la noche conmigo? Es que me da miedo.

-¿En serio?

-Sí.

-Me da pena. – Dijo Rubiano.-Tranquilo. ¿Aceptas?

Santiago aceptó sonriendo.

Los dos muchachos se fueron a la casa de Ana a dormir.

-Sigue. –Dijo Natalia abriéndole camino al chico para queentrara.



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-Gracias. – Dijo el joven sonriendo.

Los dos chicos se acostaron en la cama de huéspedes.

A la madrugada, Natalia se despertó y escuchó de nuevoruidos en el sótano. Tomó a Rubiano con sus brazos y ledio un fuerte abrazo para dormirse. Rubiano tambiénabrazó a Natalia y le dio un beso en la frente. Natalia sesintió aún más atraída a él, y posó su cabeza sobre elpecho del muchacho y se quedaron dormidos.

Al otro día Ana y Sara se levantaron, se arreglaron ydesayunaron. Además salieron a dar un paseo.

En la calle se encontraban con cosas muy interesantescomo parques, paisajes y cultura. Ana se sentó en unasilla que había en la calle para descansar un poco.Después de todo caminaron mucho.

– Ana ¿te traigo algo de tomar? Estas muy cansada. –Preguntó Sara.

-Sí, por favor. – Asintió Ana.

Mientras Sara se iba por algo para Ana, Ana se puso apensar en que estará haciendo Natalia en este momento.Estará haciendo sus deberes o se habrá ido.



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– Listo. Toma Ana. – Anunció Sara dándole un jugo defrutas a Ana.

– Gracias. –Dijo Ana.

Mientras tanto en la casa de Ana, la puerta del sótanoalgunas veces se estremecía pero a Natalia ya no le dabaimportancia. Se despertó con Rubiano y desayunaron.

-Ya me voy. – Dijo cariñosamente Rubiano.

-¿Tan rápido?-Sí. Pero yo estaré pasando por aquí.

-Vale. Chao.

Natalia se disponía a darle un abrazo a Rubiano pero élle dio un gran beso en la boca a Natalia y se fue.

Natalia se sintió simplemente enamorada de él.



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Ana y Sara se fueron al hotel pues ya era hora de queregresaran a Colombia. Se dispusieron a hacer lasmaletas y poder regresar. Llegaron al aeropuerto. En elavión las dos muchachas iban muy relajadas.

-¿Te gustó el viaje? – Preguntó Sara.-Sí, Sara muchas gracias. – Dijo Ana abrazándola.

Las dos muchachas llegaron al aeropuerto de la capital.Tomaron un taxi y llegaron a la casa de Ana.

-Chao Sara, muchas gracias por el viaje, de verdad que

me gustó mucho y me sentí muy bien. – Asintió Ana. – Chao Anita fue un placer. Nos vemos en la universidadla semana que viene.

Las dos amigas se abrazaron fuertemente y Saracontinuó hasta su casa. Ana se acercaba a su casa yllegó.

Golpeó la puerta y le abrió Natalia.

-Hola Natalia ¿Cómo le fue? – Dijo Ana.

-Bien, señorita ¿Y a usted?

-Muy bien.



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Ana entró a su casa y Natalia trataba de ocultarle lo deRubiano.

-Y ¿Cómo fue el viaje? –Preguntó Natalia.

-Bien. Conocí, nadé y comí.

-¿Tiene hambre? – Preguntó Natalia.

-Sí, Natalia Gracias.

Natalia se alejó a la cocina para darle comida a Ana.

Ana pensó en despedir a Natalia pero prefirió despedirlacuando estuviese trabajando. Así que lo olvidó porcompleto.

Ana comió y las dos muchachas se fueron a acostar adormir.

Natalia se recostó pero luego de un momento se sentó enla cama a rezar el rosario. Tomó la camándula pero estase rompió. Natalia se recostó en la cama y se dispuso adormir. Quizá las noches eran su tormento.

Al otro día, Ana se levantó y limpió toda su casa junto conNatalia. En ese momento llamó Sara al teléfono de lacasa.

– Hola Anita ¿qué haces? –Preguntó Sara.

– Hola Sara. No. Estoy arreglando la casa con Natalia ¿y

tú?



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-Nada. Aquí acostada. Ana te llamo para ver si puedessalir hoy a un centro comercial con mi hermana.

– ¿Tu hermana? –Preguntó Ana.

– Sí, mi hermana. Alejandra la mayor por dos meses.

Alejandra era una joven de baja estatura. Su cabello eratan negro como el carbón, y sus ojos hermosos.

– Bueno, entonces en dos horas estoy en tu casa. –Dijo Ana.

Las dos amigas se despidieron en el teléfono. Ana le dejóel trabajo a Natalia. Se bañó, se vistió y salió de su casa.Natalia de nuevo dejó la puerta abierta para ver aRubiano. Cuando él pasaba, los dos se daban besos.

En el centro comercial Ana ya no estaba tan triste. Ya sele estaba pasando lo de la abuela.

– Ana, mira a mi hermana. – Dijo Sara.

Ana se saludó con Alejandra y las tres mujerescomenzaron a mirar ropa y artículos que les llamaba laatención.

-Y Alejandra ¿Qué estudia? –Preguntó Ana.

-Estudio Administración de empresas. – Dijo Alejandra.

-¿En nuestra universidad?

-Sí.



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Al final de la tarde Sara y Alejandra se despidieron de Ana y cada una se fue a su casa. Ana entró en suhabitación y comenzó a alistar su ropa, sus cuadernos ydemás para mañana ir a la universidad.

Natalia se acercó a Ana y la comenzó a mirar.

-Hola Natalia. – Dijo Ana con un cuaderno en sus manos.

-Señorita ¿Usted estudia?-Sí. Estudio medicina.

-Yo siempre quise estudiar pero no teníamos lossuficientes recursos.

-Natalia ¿Qué le pasó cuando la encontré en la

carretera? -Preguntó Ana.-Cuando sea el momento, yo con mucho gusto le cuento.

Natalia se dirigió a su habitación y marcó la entrada de supuerta con polvo de ladrillo. Según ella era para alejar lasmalas vibras o a las personas que estaban contra ella.

Las dos mujeres se dispusieron a dormir.

Al otro día Ana se levantó y vio a Natalia en la cocina.

-Buenos días señorita. –Dijo Natalia.

-Buenos días Natalia. ¿Cómo amaneció?



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-Bien.

Natalia le dio el desayuno a Ana y ella desayunórápidamente. Luego se entró a la ducha a bañarse.

Se estaba bañando y vio una sombra afuera en el baño.

-Natalia. Ahorita limpia el baño. Por ahora déjeme bañar.

Ana abrió la puerta de la ducha y no vio a nadie. Ella seasustó y siguió con su baño. Salió del baño con una toallaamarrada en su cabello y en su cuerpo y vio a Nataliaarreglando su cuarto.

-Natalia ¿Usted entró al baño mientras yo me bañaba?

-No señora ¿Por qué?

- Por nada.

Ana se comenzó a arreglar para irse a la universidad.

-Quizá ella también sienta lo que yo siento. – Se dijoNatalia.

En la universidad, Ana llegó y se encontró con su amigaLaura. Una joven de 19 años de edad. Era la más alta delas jóvenes del grupo. Sus cabellos eran castaños, y sucara de una forma hermosa. La chica estaba de pie alfrente de la universidad hablando con Sara. Ana seacercó.

-Hola Laura ¿Cómo vas? –Saludó Ana.



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-Hola Ana. Bien. Ay Ana me enteré de lo de tu abuela. Deverdad que es una pena. Lo lamento. – Dijo Lauratocándole el hombro a Ana.

Ana miró con desilusión a Sara porque supo que ella lecontó a Laura.

-Ana ¿Por qué me miras así? –Preguntó Sara.

-No. Por nada. – Dijo Ana aún más desilusionada.Sara se enojó por esa mirada que Ana le había hecho ypor su parte se marchó a su salón.

-Oye ¿Y Alejandra? – Preguntó Ana.

-Mírala. –Dijo Laura señalándola. – Creo que ese es su

novio.-¿Quién es él?

-¿No te acuerdas de Esteban?

-Tan boba yo. Si él estudia conmigo Medicina.

-¿En serio? – Dijo Laura sorprendida.-Sí. Oye ahorita a la salida hablamos. – Dijo Anadirigiéndose a la universidad.

-Vale.

Las dos muchachas se dirigieron a la universidad. Anaestaba caminando a su salón y Alejandra la abrazó pordetrás y la saludó. Ana pegó un brinco.



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-Hola Anita. – Dijo Alejandra.

-Hola Alejandra ¿Cómo vas?

-Bien. Yendo al salón. –Dijo Alejandra muy alegre.

-Oye ¿Esteban es tu novio?

-Sí. ¿No sabías?

-No. – Dijo Ana desconcertada.

-Bueno Anita chao. –Dijo Alejandra dirigiéndose hacia unpasillo en donde se encontraba su salón.

Ana siguió su camino y llegó al salón de ella. Se sentó yse acomodó. Miró a una de sus compañeras que estaba

hablando y sonriendo con su amiga.-¡Johana! –Gritó Ana.

Johana era una joven de 19 años de edad.Extremadamente delgada, malgeniada, pero hermosa. Sucabello era negro, y su mirada fugaz.

-¿Qué? – Dijo Johana girándose.-Ven.

-Ven tú. –Dijo Johana alzando sus hombros.

Ana dejó su cuaderno y su lápiz sobre el pupitre. Selevantó y se dirigió hacia Johana.

-¿Me regalas WI-FI? – Dijo Ana sacando su celular.



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-Sí. – Asintió Johana.

-Se llama Johana ¿No? –Preguntó Ana.

-¿Ves otra Johana por aquí? – Dijo Johana.

-No. Pero…

-La clave es “nemo”

-¿Nemo por qué? –Preguntó Ana con una risita.

-Cosas de la vida Anita.

Ana se devolvió a su pupitre y dijo en su mente un fuerte“Que muchacha tan rara”. Tomó su celular y comenzó anavegar por la internet. Catalina la maestra principal de la

carrera en tal universidad llegó. Se sentó y comenzó aarreglar sus papeles.

-Jóvenes. Hoy les digo que deben hacer parejas parahacer un trabajo sobre los temas que les voy a decir acontinuación. – Catalina dijo los cinco temas y en eseinstante, todos se organizaron en parejas. Ana miró aLaura y le hizo una señal de que se hicieran las dos, peroLaura le dijo que se había hecho con otra compañera queya se lo había pedido primero. La joven con la que Laurase hizo era una mujer de estatura media, muy bonita ycon una personalidad bastante buena. Incluso Laura eramucho más amiga de ella que de Ana.

-Ana, Paola me dijo primero que tú. – Dijo Laura.



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Ana asintió con la cabeza y miró a su derecha y yaestaban todos completos. Quiso que lo que estabapensando fuera erróneo. Así que giró lentamente sucabeza hacia su izquierda y vio a Esteban solo.

-¡Ay no! – Susurró la chica volteando la cabeza hacia elfrente y con su mano en la frente.

-Ana ¿Nos hacemos los dos? –Preguntó Estebangritando. Todos escucharon ese grito y miraron aEsteban.

Ana lo miró y asintió con su cabeza y con una sonrisasarcástica.

Catalina dio los temas a cada pareja y finalmente le dio el

último tema a Ana y Esteban.-Su tema es “La Reproducción”. – Dijo Catalinamirándolos.

Ana hizo una cara de desagrado pues no le gustabamucho ni el tema ni la pareja. La joven se reunió conEsteban y comenzaron a hacer su trabajo.

-Cata ¿Qué trabajo hay que hacer? – Gritó Esteban aCatalina. Y de nuevo todos los estudiantes miraron aEsteban

Ana sintió mucha vergüenza e hizo como si estuvieraescribiendo.



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-Primero que todo, Esteban. Yo soy su profesora ymerezco respeto. Me llamo Catalina no Cata. Y segundo,hay que hacer un ensayo escrito sobre su tema. Ademásde una exposición sobre este. –Dijo Catalina

Esteban giró hacia Ana y la miró fijamente.

-¿Por qué estas roja? – Preguntó Esteban.

-Te pones todo fastidioso a gritar. Y además diciéndole“Cata” a la profesora.

-Pero si yo soy así. –Dijo Esteban sonriendo.

-Que fastidio. Cómo se lo aguantará Alejandra. – Susurró Ana.

Esteban la miró y se rió. Los dos jóvenes continuaronhaciendo el trabajo. Esteban le dictaba a Ana y porsupuesto Ana escribía lo que se le dictaba.

-Terminamos. – Dijo Ana con un descanso dentro de sí.

Pasaron al frente y expusieron el tema.



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Natalia hacía sus labores en la casa de Ana, y porsupuesto escuchaba muchas veces la puerta del sótano;sin embargo, a ella ya no le daba importancia, y solopensaba en otras cosas. Como en su Santiago.

Mientras la chica limpiaba los sofás del salón, alguienllamó a la puerta principal.

-¡¿Quién?! – Gritó Natalia.

-Soy yo. Santiago. – Respondió Santiago.

Natalia peinó el cabello rápidamente con sus dedos, y se

limpió su vestimenta. Tenía su cabello recogido con unapinza y un delantal blanco. Se quitó la pinza y se colocóuna diadema. Además se quitó su delantal. Y fue a abrirla puerta.

-Hola. – Saludó Natalia agitada.

-Hola. – Saludó Santiago y le dio un beso a la joven.

Luego de diez segundos de silencio, Natalia preguntó:

-¿Quieres Café?

-No. Solo vine a ver si querías ser mi novia. –DijoSantiago con su rostro totalmente rojo.



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-Pensé que ya éramos novios pero acepto. –Dijo Nataliasonriendo.

-No éramos novios, éramos amigos con derechos.

Santiago tomó a Natalia de sus mejillas y la besóapasionadamente.

-¿Vamos a comer algo? – Dijo Santiago después de un

rato.-No. Llega mi patrona y me llama la atención. Mejorvamos mañana y yo le pido permiso a ella.

-Vale.

Los jóvenes se despidieron con un beso largo. Natalia se

entró a su casa y Santiago siguió trabajando vigilando losapartamentos. Santiago era un muchacho alto, pelinegro,y muy cortés. Su destreza era enamorarse fácilmente.

Natalia se recostó sobre la puerta y sonrió mucho. Secolocó nuevamente la pinza y el delantal. Siguiólimpiando sonriendo. Ni la puerta del sótano que se

estremecía podía quitarle esa gran sonrisa.



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Ana al terminar la exposición se dirigió a su puesto juntoa Esteban y sintió un alivio muy grande al terminar eltrabajo. Todos tomaron sus cosas y salieron del salón.

Al salir, Ana se encontró con Sara que estaba sentada

revisando uno de sus libros.-Hola Ana ¿Cómo te fue? – Dijo Sara guardando su libroal ver a Ana.

-Hola Sarita. Bien. ¿Alejandra Dónde está?

-No ha salido. Yo no sé dónde estará. – Dijo Sara mirando

hacia la universidad.-¿Sabías que tiene novio? – Preguntó Ana.

-¿No sabías?

-No. Ando muy desactualizada. – Ana sonrió.

-Mira. Allá viene. – Dijo Sara señalando a Alejandrallegando.

-¿Dónde estabas? –Preguntó Ana abrazando a Alejandra.

Las dos hermanas miraron a Ana con una mirada deconfusión.



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-Ay, perdón. Ya no pregunto nada. – Dijo Ana casienojada.

-No mentiras Ana. Estaba con mi novio. –Dijo AlejandraSonriendo.

-¿Vamos? –Preguntó Sara colocándose la mochila.

-Sí. –Dijo Alejandra. – Estoy demasiado cansada.

Se despidieron y se alejaron.

Las tres jóvenes tomaron sus respectivos carros y sefueron. Ana iba en su carro buscando unos papeles de launiversidad que había dejado en el auto mientasconducía. Miró en el retrovisor por casualidad, y vio unasombra negra en el asiento de atrás. Ana se asustómucho, pegó un grito y miró hacia el frente a causa deque había perdido en control de su automóvil. Vio unamujer vestida de negro gritando frente a su auto que porsupuesto Ana estrelló. Ana gritó aún más fuerte y sechocó contra un viejo árbol casi llegando a un abismo. Nohabía nadie en aquella carretera, así que Ana se quedóen un desmayo profundo dentro de su auto casi enllamas.



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Sara y Alejandra llegaron a su casa. Dejaron el carro ensu parqueadero y entraron al apartamento.

-¿Tienes cosas que hacer? – Preguntó Alejandra.

-No. Todo lo hicimos en la clase.

-Entonces vamos a visitar a Gabriela.

-¿Tú no tienes nada que hacer? – Preguntó Sara. –Y¿Para qué vamos a visitar a Gabriela?

-No. Si tuviera cosas que hacer, créeme que no te

hubiera dicho que fuéramos donde Gabriela. Quiero irpara no sé, visitarla.

Gabriela era una hermosa joven morena, alta y esbelta.Su personalidad era impecable y perfecta.

-No te creo. Es a algo más. – Dijo Sara entrecerrando susojos. –Pero bueno. Vamos. Acá encerradas nos vamos aenfermar. –Sonrió.

-Dale. –Dijo Alejandra halando a Sara del brazo ycolocándose su bolso.

-¡Espera! – Dijo Sara asustada.

-¿Qué pasó?

-Toca preguntarle a mamá ¿no?



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-Ay Sara ya estamos muy grandes ¿No te parece?

-Pues sí pero es mejor evitar que curar.

Sara se dirigió hacia su madre que estaba recostada ensu cama viendo televisión.

-Mamá. – Dijo Sara colocándose su bolso.

-¿Qué? – Respondió su madre fríamente.

-Vamos a ir Aleja y yo a la casa de Gabriela.

-Bueno. – Dijo de nuevo fríamente.

Sara hizo una cara de tristeza y salió del cuarto.

-¿Qué te dijo? –Preguntó Alejandra.

-Qué bueno. Pero, oye ¿Por qué mi mamá se estáponiendo tan fría?

-¿Fría?

-Sí.

-Porque… Ay no sé. Vamos donde Gabriela. – Dijo Alejandra estresada.

Las dos hermanas subieron al auto, y fueron a casa de suamiga Gabriela. No vivía muy lejos, pero a Alejandra leencantaba presumir su auto. Al llegar, llamaron a lapuerta y Gabriela abrió.



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-¡Hola Aleja! – Dijo Gabriela muy contenta mientras laabrazaba.

-¡Hola Gabis! –Dijo Alejandra abrazándola más fuerte.

-¿Cómo vas? –Preguntó Gabriela.

-Bien. Oye ¿Está tu hermano?

-Yo sabía que para eso me hizo venir. –Dijo Sara con unasonrisa.

-¡Hola Sarita! Yo no te había visto. –Dijo Gabriela aúnmás sorprendida.

-¡Hola Gabriela! Yo sí decía que tan grosera conmigo. –Rieron.

-¿Quieren pasar? –Preguntó Gabriela abriendo más lapuerta.

Las dos mujeres pasaron a la casa de Gabriela. Una casagigante donde vivía Gabriela y su hermano Esteban.

-Oye, y ¿tu hermano? –Preguntó Alejandra.

-¿Esteban? – Preguntó Gabriela.

-¿Tienes más hermanos?

-No. – Dijo Gabriela riendo.

-¿Entonces? – Dijo Alejandra con sus brazos cruzados.

-Arriba está. – Dijo Gabriela señalando las escaleras.



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Alejandra subió rápidamente donde su novio.

-¿Y Ana? – Preguntó Gabriela a Sara. –No la he vistodesde hace mucho. Y como se la pasa contigo, se mehizo extraño que no estuviese contigo.

-Bien. Ella está muy bien. – Asintió Sara. – No vino porqueestá muy ocupada últimamente.

-¿Cómo siguió doña Carmenza?-¿La abuela de Ana?

-Sí.

-No sé. Creo que sigue en el hospital. – Mintió Sararecordando que Ana no quería que nadie más supiese.

-Ojala se recupere.

-Sí.

-¿Quieres café? –Preguntó Gabriela dirigiéndose a lacocina.

-Sí. Gracias.



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Natalia se sentó en el sillón a pensar en Rubiano.Encendió la televisión. Ya había acabado de limpiar y notuvo nada para ver. Colocó música y se animó mucho.Comenzó a cantar con mucha alegría y se dirigió al bañoa lavarlo. La música se entrecortaba hasta que se cortó ysonó la radio sin señal. Natalia fue a arreglar el equipo desonido y escuchó en la distorsión del radio la palabra“Ana” varias veces con voz de mujer. Natalia se asustó yapagó el equipo de sonido.

-¿Ana? –Se dijo Natalia. – A Ana le pasó algo. – Dijo Asustada.

Natalia corrió rápidamente al teléfono y marcó númerostelefónicos marcados recientemente. Primero llamó a lacasa de Sara. Contestó su madre.

-¿Hola? –Dijo Natalia.

-buenas tardes ¿A quién necesita?

-Busco a Sara.

-No se encuentra. ¿Quién la llama?

Natalia colgó y llamó al siguiente número en los llamadosrecientemente.

-Aló. –Dijo Natalia desesperada.



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-Aló. ¿Con quién hablo? –Dijo una voz masculina.

-Habla con Natalia la empleada de Ana. ¿Quién habla?

-Habla con Johan. Su amigo.

Johan era un hombre de baja estatura, delgado, apuestoy muy varonil.

-Mire. Quisiera saber dónde queda la universidad de Ana. – Dijo Ana demasiado angustiada.

-¿Pasa algo? –Dijo Johan asustado.

-Creo que a Ana le pasó algo.

-¿Cómo lo sabe?

-Tuve un presentimiento.

-Espéreme y ya voy a casa de Ana.

Natalia colgó y comenzó a llorar fuertemente por Ana.

-Yo lo sabía. – Se dijo Natalia. – Algo le iba a pasar a Ana.

Esas presencias no son normales.



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Ana seguía en su auto con mucha sangre en su cabeza ydesmayada. Nadie pasaba por la carretera. En suprofundo sueño vio a su abuela que la llamaba en unpunto desde la oscuridad y le extendía su brazo para quefuera con ella.

-¿Abuela? –Dijo Ana mirando a su abuela.

-Ana estás muy linda. Ven conmigo y estarás mucho másfeliz.

-¿A dónde?

-Solo ven. Ana tomó la mano de su abuela y se fue junto a ella.

Natalia esperaba estresada en la casa y el tiempo paraella era eterno.

-Johan ven rápido. –Se decía Natalia.

En ese instante llamaron a la puerta.

-¡Johan! – Dijo Natalia abriendo la puerta.

-¿Johan? – Dijo Rubiano con unas flores en las manos.

-Perdón. –Hola Santi.

-¿Quién es Johan?



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-Un amigo de Ana. A Ana le pasó algo.

-¿En serio? – Dijo Rubiano muy sorprendido.

-Sí. Estoy esperando a Johan para que me acompañe ala universidad.

-Yo te acompañaría pero tengo turno. Solo vine a traerteestas flores.

-Tan lindo. –Dijo Natalia dándole un beso.

-¡Hola! – Dijo Johan llegando a la casa muy agotado.

-Hola. ¿Vamos? – Dijo Natalia.

-Chao Natalia. Me cuentas lo que haya pasado con Ana.

– Se despidió Santiago mientras miraba mal a Johan.-Sí. –Respondió la chica.

Natalia y Johan subieron al auto del chico, y rápidamentese dirigieron a la universidad.



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Sara estaba bebiendo su taza de café mientras hablabacon Gabriela y soltó el chisme de la abuela de Ana.

-Pobre Ana. – Dijo Sara.

-¿Por qué? –Preguntó Gabriela.

-No. Por nada.

-Ya hablaste, ya cuenta lo que pasó.

-Se le murió la abuela a Ana.

-¡¿Qué?! – Exclamó Gabriela escupiendo el café.

-Sí.

-¿Doña Carmenza está muerta?

-Sí. Lastimosamente.

-Pobre Ana. ¿Cómo ha estado? –Preguntó Gabrielapreocupada mientras se limpiaba el pantalón por el caféque había escupido.

-Ha estado muy deprimida pero ahí va. No le digas queyo te dije.

-Tranquila.

En ese instante bajó Alejandra con Esteban a la cocina.



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-Hola Sara. – Saludó Esteban dándole un beso en lamejilla a la chica.

-Hola Esteban. – Saludó Sara fríamente. A la chica no legustaba Esteban como novio de su hermana. Él teníaalgo que no cuadraba.

-Alejandra y Esteban se despidieron con un beso yEsteban se devolvió a su cuarto.

-¿Vamos ya? – Preguntó Alejandra.

-Bueno. – Dijo Sara sonriendo y guiñando el ojo aGabriela.

Gabriela comenzó a reírse y se despidió de las dos.

-Cuando quieran vuelven. – Dijo Gabriela abriendo lapuerta principal.

-Bueno. Nos vemos mañana en la universidad. –DijoSara.

-Dale.

Gabriela cerró la puerta y Sara y su hermana se fueron asu casa.

En el trayecto, Sara vio el carro de Johan avanzando muyrápido.

-¿Ese es Johan? – Preguntó Alejandra.

-Sí. E iba con una mujer. – Dijo Sara.



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-¿Quién es ella? – Preguntó Alejandra.

-No sé. Pero es muy linda.

Sara y su hermana llegaron a su casa y se recostaron aver televisión. Alejandra se cambió y comenzó a hacersus tareas.

-¿No que no tenías tareas? – Preguntó Sara.

-Sí tenía. – Dijo Alejandra con una sonrisa pícara.

Natalia y Johan seguían en el carro a toda velocidadhacia la universidad. De pronto Natalia vio un carrochocado contra un árbol.

-¡Johan! Ese es el carro de Ana. –Gritó Natalia.

-No. Vamos a la universidad que yo sé que allá está Ana.

Yo sé que sí.Natalia se quedó mirando el carro chocado mientrasJohan manejaba aún más rápido y vio desde lo lejos ydesde donde apenas se veía el carro, dos figuras blancascaminando hacia el abismo.

-¡Johan! ¡Ana no está en la universidad! ¡Hazme caso! –Gritaba Natalia bastante alterada y casi llorando.



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-¡Natalia, ella sí está allá! – Asintió Johan.

Natalia quiso llorar pero no lo hizo. Creía que teníaesperanzas de que Ana estuviera bien.

Iban en el carro a toda velocidad y Natalia comenzó a verlas cosas distorsionadas. Se puso las manos en sucabeza y cerraba y abría los ojos para poder mejorarse,pero no era suficiente. Luego de esto, comenzó aescuchar voces en todos los lugares. Natalia sedesesperó y se golpeaba la cabeza.

-Natalia ¿Qué le pasa? –Preguntó Johan asustado.

-Nada. Es…Es…Es una migraña. – Mintió Natalia.

-¿Segura?

-Sí. ¿Ya llegamos?

-Sí.

Los dos jóvenes bajaron del carro y buscaron en todoslos lugares pero no hallaron rastro de Ana. La universidadestaba cerrada.

-No está. – Dijo Johan.

-¡Te dije! –Dijo Natalia con sus manos en su cabeza y susojos cerrados.

Se subieron rápidamente al carro y se devolvieron.



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Natalia seguía con esas voces y esas distorsiones hastaque cambió por completo.

-Natalia ¿Está bien? –Preguntó Johan.

Natalia estaba callada mirando al suelo.

-¿Natalia? – Insistía Johan.

Pero Natalia no respondía.

Llegaron al carro que estaba chocado y Johan se bajó desu auto. Luego, abrió la puerta de atrás.

-Natalia salga. – Dijo Johan.

Natalia no se movía.

Johan cerró la puerta de atrás y se asomó al carrodetenido. En ese instante vio a Ana con mucha sangre ensu cabeza.

-¡Es Ana! –Grito Johan mientras dejaba a Natalia dentrodel auto y él iba a por Ana.

-¡Ana! –Dijo Natalia con una voz muy masculina.Johan rompió el vidrio del carro de Ana, abrió la puerta ysacó a Ana. La llevó en sus brazos hasta su auto y larecostó en la silla de atrás con Natalia.

-Tenga cuidado con Ana. – Dijo Johan a Natalia.

Natalia seguía callada mirando al suelo.



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Johan se sentó en su silla y se dirigió rápidamente alhospital más cercano. El joven estaba conduciendo muyrápido y a la vez preocupado por la vida de Ana. Miró porel retrovisor y Natalia estaba con su cara sobre la cara de

Ana y su cabello cubría lo que le estaba haciendo Nataliaa Ana.

-Natalia ¿Qué le hace a Ana? –Preguntó Johan.

Natalia rápidamente miró a Johan. Sus ojos estabantotalmente rojos con un punto negro muy mínimo que erasu pupila. Su piel estaba muy rajada y sus labios conllagas.

Johan se asustó demasiado y se detuvo en medio de lacarretera. Salió del carro y abrió la puerta de atrás. Miró a

Ana y estaba con su boca abierta y su piel se estabacomenzando a rasgar lentamente. Johan abrió los ojos de Ana y estaban rosados tornando a rojos.

-Natalia ¿Qué le hizo? – Gritó muy preocupado.

Natalia se lanzó sobre Johan y lo alejó del carrolanzándolo muy lejos al suelo. Cerró la puerta de atrás yrápidamente se sentó en el asiento del conductor.

Johan se levantó rápidamente, abrió la puerta dondeestaba Natalia y la trató de sacar pero no se dejaba y sequejaba con la voz aún más masculina.

Johan no tuvo otra alternativa que golpear la cabeza deNatalia contra la puerta del auto y esta se desmayó. El



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muchacho la sacó del asiento de adelante y la pasó paraatrás junto con Ana.

Ana comenzó a convulsionar.

-Tengo que llegar rápido al hospital. Natalia va adespertar y Ana va a empeorar. –Se dijo Johan.

El auto salió rápidamente directo al hospital.

Johan llegó al hospital y varios doctores lo atendieron.Sacaron a Ana y a Natalia del carro y las subieron a doscamillas aparte.

Ana al recostarse en la camilla comenzó a vomitar y supiel y sus ojos volvieron a ser normales, pero Ana seguíagrave. La internaron en una habitación de cirugía parapoder comenzar a recuperar a Ana. Mientras que aNatalia también la internaron en una habitación hasta quedespertara para mirar qué hacían con ella.

-Doctor, Natalia de un momento a otro se perdió. Susojos tornaron a rojo y no, no era ella. – Dijo Johan aldoctor.

-Tranquilo. En cuanto despierte miramos qué hacemoscon ella. – Asintió el doctor.

Johan se sentó en la sala de espera para estar cuando Ana despertara. Recordó cuando Ana comenzó aconvulsionar y quiso llorar demasiado y así lo hizo. Johan

lloró mucho y salió del hospital para llamar a Sara ycontarle la tragedia.



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-¿Aló? – Dijo Sara mientras veía televisión.

-Hola Sara hablas con Johan.

-Hola Johan ¿Cómo vas?

-Mal Sara. Muy mal.

-¿Qué pasó? – Dijo Sara preocupada.

-Ana tuvo un accidente en el carro.

-¿Qué? Johan dime ¿En cuál hospital estás?

-En un hospital entrando a Bogotá.

-Ya sé cuál. Espérame allá. – Dijo Sara casi llorando.

Sara colgó el teléfono y corrió a contarle a Alejandra.-Aleja me acaba de llamar Johan. – Dijo Sara llorando.

-¿Qué pasó? ¿Por qué lloras?

-Ana tuvo un accidente en carro.

Alejandra se puso su mano en la boca y se sorprendiómucho. Soltó lo que estaba haciendo, tomó su bolso ycorrió con Sara al carro para ir al hospital.

Se subieron al carro y salieron al hospital.

-¿Le dijiste a mi mamá? – Preguntó Alejandra.

-No.



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-Ay Sara. – Dijo Alejandra preocupada.

-Mira. Ese es el carro de Ana. – Dijo Sara señalando elcarro detenido mientras su auto avanzaba.

-¿Sí?

-Sí.

Luego de media hora, llegaron al hospital y seencontraron con Johan sentado llorando.

-Hola Johan. – Saludaron las hermanas.

-Hola muchachas.

-¿Qué te han dicho? – Preguntó Sara.

-De Ana nada. Y de Natalia que ya se despertó y estábien.

-¿Natalia? ¿Natalia iba con Ana? –Preguntó Sara.

-No. Ella iba conmigo por Ana pero no sé qué le dio. Sepuso fea, muy fea y con los ojos rojos. – Dijo Johan

mirando un punto fijo en el suelo. Estaba en estado deshock.

Alejandra y Sara se preocuparon aún más y se sentaron junto a él a esperar.



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Ana despertó miró el techo confundida y luego miró haciala puerta. Estaba muy débil y no se podía mover mucho.

-¿Dónde estoy? – Susurró Ana débilmente.

-Está en el hospital señorita. –Contestó una enfermeraque trataba de organizar el catéter de Ana.

-¿Qué me pasó?

-Tuvo un accidente automovilístico.

Ana recordó todo.

-Doctor. La joven ya despertó. – Informó una enfermerapor un dispositivo.

El doctor salió rápidamente a la sala de espera y lesinformó a los tres jóvenes qué Ana ya estaba despierta.

-¿Y Natalia? – Preguntó Sara levantándose drásticamente

de su silla.-Ella no. – Dijo el doctor.

Sara se emocionó mucho por Ana y dejó ver una gransonrisa; sin embargo también estaba conmovida porNatalia. Se sentó de nuevo.

-¿Podemos ver a Ana? –Preguntó Alejandra.



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-Solo una persona. – Dijo el doctor.

Johan y Alejandra miraron a Sara en señal de que ellaera la que debía ir.

-Anda, Sara. – Dijo su hermana. –Ve tú.

Sara se levantó y fue al cuarto de Ana junto con el doctor.

-Hola Ana. Saludó Sara suavemente al llegar mientrascerraba la puerta.

Hola Sara. –Saludó Ana sonriendo. Estaba muy débil.

-¿Qué te pasó, Ana? –Preguntó Sara en tono consoladoracariciando los cabellos de su amiga.

-Me estrellé en el carro. – Dijo Ana-¿Por qué?

-No lo sé. –Dijo Ana alzando sus hombros muy despacio.

Ana recordó las sombras que vio en el carro y todasaquellas cosas que sucedieron. Incluso recordó cuando

vio a su abuela llevándosela.-Vi a mi abuela. Me dio su mano y me llevó con ella. Noentiendo por qué estoy viva aún. – Dijo Ana.

-Quizá tu abuela quiere que tú estés bien ¿No crees?

-Sí. Menos mal Natalia está en mi casa. Ojalá venga. ¿Novino contigo?



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-Ana. –Titubeó Sara. –Natalia está en otro cuarto.Solamente vine con Alejandra. Johan te trajo.

-¿Qué le pasó a Natalia? – Dijo Ana preocupada tratandode sentarse inútilmente.

-Según Johan, ella iba con él a buscarte y los ojos deNatalia se pusieron rojos y que ella se puso demasiadofea. ¿Has visto las películas de posesiones? – PreguntóSara mientras Ana asentía. – Así se puso.- ¿En serio? ¿Y Johan no te dijo nada más?

-No.

Ana se quiso sentar de nuevo pero no lo lograba. Así quele preguntó a la enfermera qué le habían hecho en cuantollegó al hospital.

-Le inyectamos suero, le cerramos una abertura que teníaen su cabeza y le hicimos curación en todas sus heridas.

– Dijo la enfermera con una gran seriedad.

Ana comenzó a llorar demasiado. Incluso hizo llorar a

Sara.-Mi abuela no me quiere. – Dijo Ana llorando.

-Sí te quiere Ana. Solo que Dios quiso que esto pasarapor X o Y motivo. – Asintió Sara. – No culpes a tu abuelapor tus problemas.

Sara abrazó a su amiga tratando de consolarla.



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Johan y Alejandra estaban muy preocupados por Ana.Hablaban de la salud de Ana. En ese instante llegó eldoctor con nuevas noticias.

-Natalia despertó. –Dijo el doctor sin más.

-¿Sí? – Preguntó Johan poniéndose de pie.

-¿Podemos ir a verla? –Preguntó Alejandra.

-Solo uno. –Dijo el doctor nuevamente.

-Ve tú. –Dijo Alejandra mirando a Johan. – Después de

todo tú la conoces. Yo no.-Vale. Espérame aquí. – Johan se puso de pie y seencaminó al cuarto de Natalia.

Johan fue a ver a Natalia. Entró a la habitación de lachica y estaba despierta mirando el techo. Nada débil.

-Hola Natalia. – Dijo Johan.

-Buenos días ¿Usted quién es? –Preguntó Nataliaconfundida.



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-¿No se acuerda de mí? –Preguntó Johan. –Nosotrosencontramos a Ana desmayada en el carro. Vino Sara yla hermana. ¿Ana le ha contado de Sara?

-¿Quién es Sara? –Preguntó Natalia aún más confundida.

-¿Tampoco la conoce? Es la mejor amiga de Ana.

-¿Ana? ¿Quién es Ana?

-¿Cómo así? ¿Usted no se acuerda de Ana?

-No. ¡Déjeme sola! –Gritó la joven.

-Espéreme un momento y ya vengo. – Dijo Johan saliendode la habitación.

Johan buscó rápidamente al doctor que estabaatendiendo a Natalia, por casi todo el hospital, hasta quelo encontró.

-Doctor, Natalia no se acuerda de nada ni de nadie. –Dijo Alejandra preocupada.

-Pero si no tuvo golpes en la cabeza ¿Cómo puede serposible? – Dijo El doctor. – ¿Con quién estuvo Nataliaantes de llegar aquí?

-Conmigo.

-Necesitamos que usted le cuente todo lo que pasaron justo antes de haber llegado con la otra chica, para ver si

recuerda.



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Johan fue rápidamente al consultorio de Natalia.

Alejandra sintió vibrar su celular. Era Esteban. La chicacontestó.

-¿Aló? – Dijo Alejandra.

-Hola Amor ¿Cómo estás? –Dijo Esteban.

-Imagínate que Ana está en el hospital.

-¿Cómo así? ¿Por qué?

-Tuvo un accidente automovilístico.

-Espérame. Ya voy para allá con mi hermana.

-Vale.

Los muchachos colgaron y Alejandra comenzó a pensaren Ana. En ese instante llamó Esteban de nuevo.

-¿Aló? – Dijo Alejandra.

-Oye, no me dijiste dónde es.

-Ay Esteban. Es en un hospital a las afueras de Bogotá. –Dijo la chica blanqueando sus ojos.

-Vale. Espérame.



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Esteban bajó de su cuarto y le contó a Gabriela losucedido con Ana.

-¿En serio? -Peguntó Gabriela bastante preocupada.

-Sí. ¿Vamos? – Asintió Esteban.

-¡Claro! – Dijo Gabriela tomando su bolso.

Los dos hermanos salieron rápidamente en el carro hastadonde Ana.

Rubiano se dirigió a la casa de Ana para saludar a sunovia. Golpeó dos o tres veces. Nadie abría. Así queRubiano se devolvió. Dos segundos después la puerta seabrió.

Rubiano miró la puerta abriéndose lentamente. Sedevolvió a la casa de Ana y entró.

-¿Natalia? –Preguntó Rubiano.

Nadie contestaba. La puerta del sótano comenzó aestremecerse. Rubiano se acercó al sótano y abrió lapuerta. Bajó las escaleras y no veía nada. Recordó losucedido con Natalia y mejor se devolvió. Comenzó a



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subir las escaleras y ya estaba por llegar pero de prontovio una mano rasgada que rápidamente le cerró la puerta.Rubiano gritó fuertemente y se cayó por las escalerashasta desmayarse. La puerta de afuera se cerró solalentamente.

Johan entró a la habitación de Natalia y la saludó.

-Hola Natalia ¿Cómo está? Soy yo. Johan. ¿Aún no merecuerda?

-¿Otra vez usted? – Preguntó Natalia.

-Sí. Soy Johan.-¿Johan?

-Sí.

Natalia no lo reconoció. Comenzó a gritar pidiendo ayuda.Ella pensaba que el chico le iba a hacer daño y por tantoJohan tuvo que irse.

-Doctor, Natalia no me reconoce todavía. – ComunicóJohan al doctor.

El doctor hizo una cara de pena en cuanto Johan leinformo sobre la falta de memoria de Natalia.



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-¿Qué pasa con Natalia doctor? –Preguntó Johanasustado.

-Natalia tiene una enfermedad grave que se llamaesquizofrenia.

-¿Qué?

-Tenemos que internarla lo más rápido posible.

Natalia se miró sus manos y se sentó.

-Yo no tengo nada. Debo salir de aquí. – Susurró.

Natalia se levantó de la camilla y salió de la habitación.Caminaba escabulléndose de los doctores y losvigilantes. Fue al baño y se quitó la bata que teníapuesta. Quedó en ropas normales y salió normal delhospital. Por la puerta de salida vio de nuevo la sombranegra que ella siempre veía.

Natalia corrió hacía la carretera gritando.

-¡Déjame sola! –Gritaba Natalia alejándose del hospital.

Corriendo por la carretera, un carro verde y grandeestuvo a punto de atropellarla pero frenó a tiempo.



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Del carro salió una mujer muy preocupada, mientras queun hombre salía del otro lado del carro y corría hacia elhospital.

-¿Necesita ayuda? – Preguntó la mujer.

Natalia no hablaba ni una sola palabra.

-¿Necesita ayuda? – Preguntó La mujer por segunda vez.

Natalia no pronunciaba palabra alguna.

-Mire. Yo me llamo Gabriela y el que acaba de entrar alhospital se llama Esteban. Cuénteme ¿Cómo es sunombre? –Preguntó Gabriela.

-Me llamo A…A…Ana. –Mintió Natalia.

-¿Te llamas Ana? Mi amiga también se llama así.Espérame aquí ya vengo.

Gabriela iba a contarle a Esteban lo de la mujer queencontró en la carretera pero se encontró con todos losamigos de los dos hermanos.

-Hola Johan. – Saludó Gabriela.

-Hola Gabriela. –Dijo Johan.

-Hola Alejandra. –Saludó de nuevo Gabriela.

Alejandra respondió al saludo.



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-Esteban, encontré a una mujer en la carretera. –DijoGabriela. – Y necesito que parquees bien el carro. Lodejaste ahí y te viniste corriendo al hospital.

-Dile que se valla. –Dijo Esteban caminando con Gabrielahacia el carro.

-No. Pobrecita.

Al salir del hospital, la mujer ya no estaba.-¿Y la mujer? –Preguntó Esteban.

-Se fue. –Susurró Gabriela.

-Es solo una indigente. –Dijo Esteban. –Tranquila Gabis. – Los hermanos se acercaron sus bocas. Demasiado para

ser exactos.No sabían que unos ojos los observaban.

Rubiano se despertó de su desmayo abriendo sus ojos ysin mover literalmente ni un solo cabello. Planeó su salidadel sótano sin que los “fantasmas” se dieran cuenta.Pensó en correr rápidamente hacia la puerta del sótano yasí salir de este. Se levantó rápidamente y corrió contodas sus fuerzas hacia la puerta. La abrió y salió comúny corriente. No se escuchaban cosas paranormales comoruidos extraños o cosas así. Santiago salió de la casa



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muy asustado y comenzó a caminar muy asustado en lacalle pensando en Natalia.

-¿Dónde estás Natalia? –Se preguntaba Rubiano.

Natalia se fue por la carretera corriendo luego de ver unafigura negra fuera del hospital. Corría bastante asustaday gritándole a alguien que solo ella veía.

-¡Déjame en paz! –Gritaba Natalia muy fuerte.

Natalia se metió en un bosque lejano de Bogotá. Y corríacada vez más rápido. Se chocó contra un árbol y cayó al

suelo perdiendo su conocimiento.

Ana se estaba recuperando satisfactoriamente y prontosaldría del hospital. Pronto se sentó y su cabeza le dolíademasiado. La joven miró hacia una ventana y vio lacarretera y al otro lado una gran montaña. Luego de que

Ana mirara aquella ventana, la carretera y la montañacomenzaron a arder en llamas y la carretera se veíacomo una calle de cenizas. Luego de dos segundos, lamontaña creció más y dejó de arder en llamas y lacarretera se puso mucho mejor. Más bonita. Ana miró sualrededor y no estaba el televisor ni las cortinas. La mujer



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se levantó de su camilla, se quitó las agujas y salió de lahabitación. Miró por cada rincón del hospital y todoestaba muy mejorado. Se acercó a la sala de espera y noestaban sus amigos. Ana muy confundida miró larecepción del hospital y estaba una enfermera.

-Disculpe… -Dijo Ana tocando el brazo de la enfermeraque estaba dando la espalda.

La enfermera se dio la vuelta y era Natalia.-¿Natalia? –Dijo Ana asombrada.

-Sí señora. ¿En qué le puedo colaborar? ¿Es paciente?Lo digo por la bata que lleva puesta.

Ana se miró sus ropas y tenía la bata médica.

-Sí señora. Pero ¿Ya saliste de la habitación? ¿Cómosigues? –Dijo Ana muy confundida.

-¿De qué me habla?

-Natalia ¿No te acuerdas de mí?

-Señorita usted está muy confundida. Vamos y serecuesta en la camilla. –Dijo Natalia llevando a Ana a lahabitación.

Ana se recostó y se sintió muy mal. No sabía si eran lossíntomas de la anestesia o si estaba loca.

Natalia salió de la habitación.



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Ana se miró las manos y se tapó los ojos.

-¿Qué me pasa? –Se dijo Ana.

Ana se levantó nuevamente, tomó la chapa de la puerta yestuvo a punto de abrirla. De repente vio a su lado uncalendario que decía que ése día era miércoles ocho deabril de 1964

-Pero si hoy es lunes. Además estamos en dos milcatorce. –Se dijo Ana muy confundida.

Se sentó en la camilla y comenzó a llorar con las manosen su cara.

Sara se levantó de la silla luego de ver que el doctor de Ana se acercaba.

-Doctor ¿Cómo va Ana? –Preguntó Sara.

-Lo siento. Dijo el doctor haciendo un gesto de negación.

-¿Qué pasó con Ana? –Preguntó Esteban preocupado.

-Hicimos todo lo que pudimos. – Dijo el doctor.

-¿Murió? – Dijo Gabriela casi llorando.

-Tuvo varias convulsiones justo después de que Sarasaliera de la habitación. –Dijo el doctor.



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-¡¿Pero murió?! –Gritó Alejandra.

-Sí. –Dijo el doctor.

Johan, Gabriela, Esteban, Sara y Alejandra comenzarona llorar y se abrazaron fuertemente.

-Ana debe estar en el cielo mirándonos llorar. – AsintióJohan.

El doctor se alejó.

Ana se destapó su cara y la montaña se hizo más baja y

la carretera se deterioró un poco. Miró el calendario y eramiércoles 8 de abril de 1998. Ana salió de la habitación yvio muchos doctores llevando una camilla rápidamentecon un paciente.

-¡Rápido! – Decían los doctores aumentando la velocidad.

Ana se acercó al paciente y era Natalia mirando hacia eltecho y con su nariz sangrando.

-¡Natalia! –Se dijo Ana con la mano en su boca.

Ingresaron rápidamente a Natalia a la habitación eingresaron todos los doctores y enfermeras.

-Lo siento señorita pero usted no puede entrar. –Dijo undoctor cerrándole la puerta a Ana en la cara.



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Ana se devolvió a su habitación y se recostó.

-Natalia ¿Por qué me has traído tantos problemas? –Sedijo Ana triste.

La montaña descendió lo suficiente como para que elhospital fuera del mismo tamaño. La carretera sedeterioró mucho más y Ana despertó de su últimaconvulsión. Se sintió muy mal; Sin embargo sabía que yaestaba en el año 2014. Tenía una manta blanca que lacubría completamente. Incluso cubría su cabeza. Ya lahabían declarado muerta. Bajó la manta y se sentó. Miróla ventana y vio que el vidrio se rasgaba tanto para quese pudiera ver un hoyo. Ana colocó su ojo en aquél hoyoy vio un bosque totalmente oscuro en donde al fondo seencontraba una sombra aún más negra que el bosque. Lasombra se acercaba cada vez más y más hacia Ana; pero

Ana se retiró del agujero y miró su habitación.

-Dios mío ¿Qué es eso? – Se dijo Ana con la mano en supecho.

-Sara, tranquilízate. – Dijo Johan abrazándola.

Sara lloraba demasiado y quiso sentarse.

-No puedo creer que Ana esté muerta. – Decía Sara

llorando aún más fuerte.



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-¡Esperen! –Dijo Gabriela.

-¿Qué pasa? – Preguntó Esteban.

-Ahora vienen las preguntas bobas de Gabriela. ¡Nomentiras! –Dijo Alejandra sonriendo y con lágrimas detristeza.

-Alejandra respeta que esto es una cosa seria. –Dijo Sara

llorando y furiosa.-¿Qué decías Gabriela? – Preguntó Johan.

-Si el doctor dice que Ana está convulsionando, entonces Ana aún no está muerta ¿No creen? –Dijo Gabriela.

-¡Sí! –Dijo Sara con esperanzas.

Ana colocó de nuevo el ojo en el hoyo y no estaba lasombra. La joven buscaba y buscaba la sombra con sumirada y una cara apareció de repente al frente y muycerca de Ana. La cara era totalmente rasgada y los ojoseran rojos completamente. Ana comenzó a gritarfuertemente. Del hoyo comenzó a salir una mano rasgadalentamente con el objetivo de tocar a Ana y posiblementellevársela. Ana se recostó en la camilla boca abajo ygritaba fuertemente. La mano alcanzó a Ana y otra manoapareció rápidamente del hoyo. Estaban jalando a Anahacia el hoyo. La mujer gritaba y pataleaba más fuerte.



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-¡Auxilio! – Gritaba Ana.

Pero ya era demasiado tarde. Ana ya estaba en elbosque oscuro.

-¿Doctor? – Preguntó Sara llamando a un doctor.

-si señora ¿Qué necesita? – Pregunto el doctor.

-¿Cómo sigue Ana?

-Sigue convulsionando. Creemos que ya está perdida.Debemos esperar.

Sara se devolvió a la sala de espera.

-¿Qué te dijo? –Preguntó Gabriela.

-Que no, que había que esperar. – Asintió Sara conmucha tristeza.

Natalia se levantó y comenzó a arrastrarse con el fin desalir del bosque.

-Tengo que salir de aquí. –Decía Natalia lamentándose.



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Natalia llegó a la carretera. Pensó en cruzar y llegó uncarro rojo hacía Natalia. El conductor del carro no vio aNatalia y frenó demasiado tarde.

El cuerpo de Natalia fue lanzado fuertemente hacia elbosque y allí permaneció.

-¡Atropellé a alguien! – Dijo el conductor.

El conductor bajó del carro y no vio ningún cuerpo en elsuelo. Subió a su carro de nuevo y comenzó a conducirhasta su casa. En cuanto llegó, tomó su teléfono celular yllamó.

-¿Aló? – Dijo el conductor.

-Aló. Hola Deivis ¿Qué hace? –Contestó su amigo Eddy.

-Eddy imagínese que atropellé a alguien y tengo esaculpa en mi mente. La aventé a un bosque. Ni modo de irpor ella.

-¿Y ahora?

-No sé. Venga a mi casa.

-Me da pereza. Venga usted.

-¡Por favor! Es algo serio. –Suplicó Deivis.

-Entonces voy mañana. –Dijo Eddy colgando.



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Deivis se sentó en el salón. No sabía qué hacer. Tomó elcontrol remoto y comenzó a ver televisión paratranquilizarse.

En cuanto Ana entró al bosque oscuro, vio demasiadas

sombras alrededor suyo. Las sombras comenzaron aunirse a Ana en un círculo donde la chica era el centro.

-¡Aléjense! –Gritó Ana.

Las sombras se colocaron sobre Ana.

La chica despertó de una fuerte convulsión. Miró todo, y

los doctores estaban mirándola fijamente.-¡Ayúdenme doctores! –Decía Ana.

-¿Qué le pasa? – Dijo un doctor preocupado.

-¡Ayúdeme doctor! Me persiguen.

-Parece que usted está sufriendo de Paranoia. – Asintióun doctor.

-Llevémosla a psicología. – Asintió una enfermera.

-Llame a Sofía. – Dijo otra enfermera.

-¿Sofía? ¿Quién es Sofía? –Preguntaba Ana confundida.



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-Y de paso les dice a los acompañantes de Ana que estáviva. – Asintió el doctor responsable de Ana. Su nombreera Alejandro.

-¿Usted es mi doctor? –Preguntó Ana.

-Sí señora. Soy Alejandro. – Era un hombre de bajaestatura, con sus ojos verdes como la hierba, y muyserio.

Sara vio que una enfermera se acercaba a ellos.

-Muchachos, viene una enfermera. –Dijo Sara.

Los amigos se levantaron de sus sillas para esperar larespuesta de la enfermera.

-Señores. Buenas noticias. –Dijo la enfermera.

-¿Qué pasó? – Preguntó Alejandra.

-Ana está muy bien. – Asintió la enfermera.Todos los muchachos comenzaron a saltar de la alegría.

La enfermera se dirigió a la habitación de Natalia y se diocuenta que ya no estaba. Corrió rápidamente a lahabitación de Ana a comunicarle lo sucedido al doctor

Alejando.



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-Doctor. ¿Usted le dio salida a Natalia? –Preguntó laenfermera.

-No ¿Por qué? -Dijo el doctor desconcertado.

-La paciente se fue.

-¿Cómo así?

El doctor Alejandro corrió rápidamente dónde el celador.

-¿Usted dejó salir a un paciente? –Preguntó furioso eldoctor Alejandro.

-No… no señor. -Dijo el celador.

El doctor se puso muy furioso pero no le dio tanta

importancia. Ahora solo estaba preocupado por la saludde Ana.

Ana se levantó al baño y ya se sentía mucho mejor.

-Ya nos vamos. – Dijeron Gabriela y Esteban.

-Vale chao. –Dijo Sara.

Los hermanos se despidieron y se fueron a su casa.

-Sara. Yo también me voy. –Dijo Johan.

-Vale chao. –Dijo Sara.



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-Me mantienes al tanto con lo de Ana.

-Sí, tranquilo.

-Alejandra. –Dijo Johan dirigiéndose a Alejandra. –Tengoque hablar contigo. Te llamo en cuanto esté en casa.

-Vale. – Dijo Alejandra sentada mirando el suelo.

Johan se fue a su casa después de dos días de estrés.

-Sara ¿Nos vamos? – Preguntó Alejandra.

-Vete tú. Yo me quedo aquí hasta que Ana se recupere.

-Pero mira que ya es de noche y han pasado dos días.Vamos a dormir.

-¿Quién te dijo que yo voy a dormir en mi casa?

-¿No? –Preguntó Alejandra.

-No. Si me tengo que quedar un mes aquí con Ana; mequedo un mes.

-Como quieras. Alejandra se fue a su casa en su carro.

El doctor Alejandro se acercó a Sara.

-¿Cómo está Ana doctor? – Preguntó Sara.

-Ana está bien de salud pero está sufriendo de Paranoiay psicosis. Mañana a primera hora viene la psicóloga y la



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va a atender. Si Ana no nos funciona bien;probablemente tendremos que internarla.

-¿En serio? – Preguntó Sara preocupada.

-Sí. Mañana confirmamos lo sucedido.

-Gracias. – Dijo Sara.

El doctor Alejandro se retiró hacia otra habitación y Sarase recostó en una silla de la sala de espera. Estaba sola.El silencio la hizo caer en un sueño profundo.

Deivis esperó en la sala de su casa viendo televisión aalguna persona.

El timbre sonó y Deivis se levantó rápido y abrió lapuerta.

-Hola Katerin. – Saludó Deivis a su cuñada.

-Hola Deivis. ¿Ya llegó mi hermana?-No. Ella llega a las doce.

-¿Por qué?

-Porque tiene una evaluación o algo así en la universidad.

-Bueno. Cuando llegue Johanna me avisas. –DijoKatherine.



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-Bueno. – Asintió Deivis.

Los dos muchachos se recostaron a dormir.

Johanna estaba en la universidad realizando unaevaluación bastante larga.

-Catalina, ¿La puedo presentar mañana? –PreguntóJohana.

-Entréguemela mañana si quiere pero yo no le calificonada. –Dijo Catalina.

-Pero si tengo sueño.Catalina se quedó callada ignorando a Johanna.

Johanna no tuvo otra alternativa que seguir con laevaluación.

Alejandra llegó a su casa y su madre la vio.

-¿Dónde está Sara? –Preguntó la madre de Alejandra.

-Se quedó con Ana. – Dijo Alejandra.

-¿Ana sigue mal?



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-Sí. Pensamos que se iba a morir pero no se murió.

-¿Cómo así? ¿Qué le pasó?

-Ella despertó normal y estaba muy bien. Cuando de unmomento a otro llegó el doctor y nos dice que no; que

Ana comenzó a convulsionar. Nosotros quedamos mal.Incluso llegó a decir el doctor que Ana no iba a parar deconvulsionar y que posiblemente fallecería. – Contó

Alejandra.La madre de Alejandra se conmocionó y puso la mano ensu pecho.

-Pero está bien. – Asintió Alejandra.

-Pobrecita. Debe estar cansada. – Dijo la madre de Alejandra.

-En fin. Hasta mañana mamá. –Se despidió Alejandra.

-Hasta mañana Aleja.

Las dos mujeres se recostaron a dormir.



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Capítulo II

Ana salió del baño y se recostó a dormir en la camilla. Segiró dando la espalda a la puerta de salida. Cuando Anaestaba a punto de dormirse, escuchó que abrían la puertalentamente. Ana abrió los ojos muy asustada esperandoa ver qué pasaba. La joven escuchó pasos que seacercaban a ella.-Ana. – Susurraba una voz de mujer.

Ana tomó la cobija. Se tapó su cara y apretó la mantafuertemente con sus manos.

-Ana. – Susurraba nuevamente la mujer.

Ana iba a comenzar a llorar. Pues tenía mucho miedo.

Luego de un minuto de silencio, una mano iba a tocar a Ana. En ese instante Ana se giró rápidamente para mirarquién era.

No era nadie.

Ana se giró de nuevo respirando muy rápido a causa delmiedo y cerró sus ojos. Los abrió de nuevo y frente a ellaestaba la misma cara que vio en el bosque.

Ana comenzó a gritar y la cara desapareció.



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La joven gritaba cada vez más y más. Se levantó de lacamilla y quiso salir de la habitación pero no pudo abrir lapuerta.

-¡Ayúdenme! – Gritaba Ana tratando de abrir la puerta.

Sara se despertó sobresaltada al oír los gritos de Ana.

-¡Ana! –Gritó Sara.

La mujer corrió rápidamente hacia la habitación de Ana.

-Señorita ¿A dónde cree que va? – Preguntó unaenfermera al otro lado de la puerta cerrada de un pasilloen donde se encontraban las habitaciones.

-¿Es que no escucha los gritos? – Dijo Sara furiosa.

-Sí señora. – Escuchamos los gritos perfectamente.

-¡Entonces haga algo o déjeme entrar!

-No señora. No la puedo dejar entrar ni hacer algo por lapaciente.

-Pero ¿no escucha que está gritando? ¡Le estánhaciendo algo o está sufriendo! -Gritó Sara.

-Lo siento señorita. Pero el doctor Alejandro me ordenóque no pusiera atención a los gritos de la paciente.

-¿Por qué?



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-La paciente está sufriendo en estos momentos deParanoia y Psicosis. Efectivamente esos son lossíntomas.

-¡Haga algo! –Gritó Sara furiosa.

-Ya le dije que no puedo. Que tenga buena nocheseñorita. –Dijo la enfermera retirándose.

-¡Oiga! ¡Espere! – Gritaba Sara sin hallar respuesta.Sara se devolvió a la sala de espera muy triste ycomenzó a llorar por su amiga Ana.

La enfermera se dirigió rápidamente al doctor Alejandro.

Alejandro se encontraba realizando varios papeles y

llenando formularios.-Doctor – Dijo la enfermera.

-¿Qué pasa? – Preguntó Alejandro.

-La paciente Ana comenzó a gritar como loca y a golpearla puerta.

-Como loca no. Es que Ana está loca.

-Pues sí; tiene razón. Pero ¿Qué hago?

-Sédela. – Dijo Alejandro despreocupado. – Igual Sofíaviene mañana.

-Sí señor.



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La enfermera se dirigió rápidamente a sedar a Ana.

Tomó sus llaves e insertó la llave en el cerrojo. Se detuvoun momento y se dio cuenta de que Ana ya no gritaba.

Continuó abriendo la puerta y entró.

Ana estaba recostada en la camilla. Luego de que sumiedo se hubiera ido.

La enfermera entró y lentamente insertó una aguja en elbrazo de Ana.

-¿Qué haces? –Susurró Ana.

-Sedándola. – Dijo la enfermera.

-¡No lo hagas! –Susurró nuevamente Ana. –Ella se puedeponer brava.

-¿Ella? ¿Quién es ella?

-No lo sé. Solo dice que no me asuste; Que solamenteme está protegiendo.

-Mañana le cuenta eso a la psicóloga. – Dijo la enfermerainyectando el sedante.

-No necesito ninguna psicóloga. Solo necesito alguienque me cuide y esté conmigo.

-Afuera está una señorita que se le nota que la quierebastante y creo que la cuida.



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-¿Sara? No es suficiente. –Dijo Ana casi dormida. –Solamente quiero a mi abuela.

Ana se quedó completamente dormida con una lágrimaen su mejilla.

La enfermera salió de la habitación.

-¿Ya está sedada? – Preguntó Alejandro que pasaba por

aquel pasillo.-Sí señor.

La enfermera y el doctor se retiraron.

La puerta de la casa de Deivis sonó y el joven abrió.

-Hola Johanna ¿Cómo te fue? – Saludó Deivis.

-Hola Cariño. Bien. Casi que no termino esa evaluación.

-Pero la terminaste ¿No?-Sí. Hasta mañana. – Dijo Johana dirigiéndose a suhabitación.

Los dos jóvenes se recostaron a dormir.



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Gabriela se encerró en su cuarto y llamó al teléfono.

-Aló. –Dijo Gabriela.

-Aló. –Contestó su novio.

-Hola Eddy. ¿Cómo estás?

-Bien; aquí Organizando unas tesis para mañana launiversidad. ¿Y tú?

-Preocupada por Anita.

-¿Qué pasó con Ana?

-Tuvo un accidente muy grave y está en el hospital.

-¿En serio?

-Sí. Sara se quedó con ella.

-Pobre Ana.

-Sí. Dile a tu hermana también. – Dijo Gabriela.

-Vale. Ya le digo.

-Bueno. Tengo que decirte algo. – Dijo Gabriela.

-Dime. – Dijo Eddy.



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-Tengo otro. – Dijo Gabriela despreocupada. – No piensodejarlo por estar contigo. Así que tú y yo ya no somosnada. Fue bueno mientras duró.

Gabriela colgó y Eddy quedó en un silencio total.

Sonrió.

-Libre al fin. – Dijo con una risita. Bajó a contarle lo que

había pasado con Ana a su hermana.-¡Laura! –Llamó Eddy a la puerta.

-Déjame dormir. –Dijo Laura.

Eddy alzó sus hombros y se devolvió a su cuarto.

Sara despertó a la mañana siguiente.

-¿Cómo habrá seguido Ana? – Se preguntó.

El hospital estaba lleno de gente nuevamente.La chica se levantó de la silla y se dirigió a la enfermera.

-¿Ahora sí puedo pasar? ¿O todavía no? –Preguntó Saraen tono furioso.

-No señora. -Dijo la enfermera.

-Pero ¿Por qué?



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-La paciente en este momento está con la psicóloga.

-¿Psicóloga? Qué mal servicio en este hospital. Ana vinopor un accidente y ya poniéndole psicóloga. -Dijo Sarafuriosa.

La psicóloga llegó a la habitación de Ana y se encontrócon el doctor Alejandro.

-Buenos días Sofía. – Saludó el doctor.

-Buenos días Alejandro. ¿Me abre la puerta de lapaciente; por favor? – Dijo Sofía bastante seria.

-Sí claro.

Alejandro le abrió la puerta de Ana a Sofía. Ana estabarecostada en la camilla mirando al techo fijamente.

-Déjeme sola con la joven. ¿Cómo es que se llama? -Preguntó Sofía entrando a la habitación.

-Se llama Ana. –Dijo el doctor Alejandro saliendo de lahabitación y cerrando la puerta.

Sofía se sentó junto a Ana y le acarició la mano izquierda.

-Hola Ana. –Saludó Sofía.

-Hola. – Dijo Ana sin retirar los ojos del techo.



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-¿Cómo te sientes?

-No lo sé.

-¿Por qué no lo sabes?

-Porque mi cuerpo se siente bien pero ella me hace sentirmal.

-¿Quién es ella? – Preguntó Sofía confundida.

-No sé.

-¿Dónde está?

-En el baño.

Sofía sintió un escalofrió aunque no creyera enfantasmas y miró hacia el baño.

-¿En el baño? –Preguntó Sofía asustada.

-Sí.

-¿Puedo ir a ver?

-Yo de ti no iría.

-¿Por qué?

-Es muy fea. – Dijo Ana.

-Me contaron que anoche estabas gritando muy fuerte.¿Puedes explicarme por qué gritabas tanto? ¿Qué tehacía gritar?



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-Estaba yo recostada en mi cama y escuché la puertaabriéndose. Me levanté y no había nada. Me volví arecostar y una mujer muy fea estaba acostada junto a mí.Yo me levanté y comencé a gritar. Movía el cerrojo de lapuerta para salir pero nadie me abría. Esa mujer se meacercó caminando como coja y con sus manos abiertas acada lado, se acercó y me gritó en la cara. Yo me asustéaún más y me desmayé. De ahí para allá no me acuerdo

de nada; solo cuando lloré y no sé por qué.-Si no te acuerdas de nada. Entonces ¿Cómo sabes queella está en el baño? – Preguntó Sofía.

-Antes de que tú llegaras, vi una mano en el baño ypreferí mirar al techo.

-¿Me podrías describir a la mujer que viste?-Tenía una estatura promedio, sus brazos y todo sucuerpo era muy flaco, su cara era totalmente rasgada ysu boca muy reseca.

-Muy bien. Muchas gracias Ana. Chao. Voy a ir donde Alejandro para que te dé salida ahora mismo. – AsintióSofía.

Sofía se levantó y pasó por el baño. Al pasar por este, viouna cara muy fea y como Ana la describía.

Se devolvió y miró el baño pero no había nada.

-¿Qué pasa? – Preguntó Ana. – ¿La vio?



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Sofía asintió con la cabeza y entró al baño. Miró todo y nohabía nada. Solamente le faltó mirar por la cortina. Lacorrió suavemente y estaba una niña de rodillastapándose su cara y llorando.

Sofía salió rápidamente del baño y cerró la puerta.

-¡Ana alista tus cosas y vámonos rápido! – Dijo Sofía muyconmocionada.

Ana se levantó rápidamente. Alistó sus cosas que noeran muchas y corrió hacia dónde estaba Sofía.

Ya estaban por llegar a la salida de la habitación y Anase desvaneció a causa del sedante.

-¡Ana! –Gritaba Sofía.

Una voz en el baño se reía fuertemente con vozmasculina.

Sofía cargó a Ana y la llevó hacia la salida. Sacó su manopara abrir la puerta pero su brazo se dobló y Ana cayó.

-Ayúdame. – Decía Ana sin alientos.

-Tranquila. –Susurró Sofía.

Ana cayó atascando la puerta para salir.

-¡Ayuda! –Gritaba Sofía.

La puerta del baño se abrió y de ella salió aquella mujer.

Sofía comenzó a gritar mucho más fuerte.



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El doctor Alejandro corrió rápidamente a la habitación de Ana.

-¿Qué pasa? – Dijo Alejandro desde fuera de lahabitación.

-¡Sácanos de aquí! –Gritó Sofía.

El doctor Alejandro abrió la puerta con todas sus fuerzas

y ayudó a Sofía a salir de la habitación.Sofía estaba sacando a Ana y la mujer que atormentabaa Ana en aquella habitación tomó a Ana del brazo y lahaló hacia la habitación.

-¡Alejandro ayúdame! –Gritaba Sofía.

El doctor y la psicóloga halaron a Ana. La mujer del bañosoltó a la joven y finalmente sacaron a Ana de lahabitación.

Alejandro cerró la puerta rápidamente y la aseguró conllave.

Dentro de la habitación se escuchaban gritos de hombre.

-¿Ana está bien? –Preguntó el doctor llegando a la salidadel pasillo.

-Sí. Está muy bien. Yo creo que ya le pueden dar salida.

-Sí. Tiene razón.

Sara se acercó al doctor Alejandro.



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-¿Qué eran esos gritos? –Preguntó Sara.

-Otra vez Ana. – Asintió el médico.

-¿Por qué gritaba?

-Al parecer un fantasma la estaba atormentando. – AsintióSofía.

Sara se enfureció con el doctor por no haberle puestoatención a Ana desde un principio pero estaba muy felizde ver a Ana; sin embargo la vio desmayada.

-Ya despertaremos a Ana, la alistaremos y se puede ir. –Dijo Alejandro.

Llevaron a Ana a otra habitación y la despertaron

poniéndole alcohol en sus fosas nasales.-¿ya salimos de esa habitación? –Preguntó Ana débil.

-Sí señora. Ahora se va a alistar y se va. – Asintió eldoctor.

Ana se puso muy feliz y dio una gran sonrisa.

-Gracias señora Sofía. –Dijo Ana abrazándola.

-Tranquila. – Asintió Sofía con una sonrisa.

Ana se alistó y salieron de la habitación. Ella llegó a lasala de espera y vio a su amiga Sara.

-¡Sara! –Dijo Ana abrazándola.



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-¡Hola Anita! – Exclamó Sara.

El doctor Alejandro y Sofía estaban junto a ellas.

-¿Cuánto toca pagar? –Preguntó Ana.

-Nada. Todo lo cubre el seguro. – Dijo el doctor.

Sofía se acercó a Ana y le dio sus datos personales por sialgo extraordinario ocurría.

Ana los recibió muy contenta y los guardó.

Todos se despidieron y Sara tomo un taxi para irse juntocon Ana a casa.

Ana miró la ventana de su habitación desde el taxi y vio a

la mujer riéndose malvadamente. Ana se asustó mucho y el taxi arrancó.

-¿Qué pasa Ana? –Preguntó Sara.

Ana le contó todo desde cómo había sido el accidenteautomovilístico hasta como había logrado salir de la

habitación.-¡Qué miedo! Pero ya sabes que si algo te pasa mellamas a mi celular o teléfono. –Dijo Sara.

-Sí. – Asintió Ana. –Oye ¿Y Natalia?

-No sé. Creo que escapó del hospital.

-¿Sí? – Dijo Ana con las manos tapándose su boca.



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-Sí. – Asintió Sara con la cabeza.

-Lastima.

Luego de dos horas aproximadamente, el taxi llegó acasa de Ana.

-Bueno Anita te dejo en tu casa. – Dijo Sara desde el taxi. – Te cuidas.

-Vale Sarita. Muchas gracias por todo. – Asintió Anasaliendo del taxi.

-¡Me llamas!

-Sí. Tranquila.

El taxi arrancó de nuevo con destino a la casa de Sara.-¡Señorita Ana! –Gritó Santiago.

Ana se giró y vio a Rubiano.

-Hola Rubiano. –Dijo Ana sonriendo.

-¿Dónde estuvo estos tres días?-Tuve un accidente automovilístico.

-¿En serio?

-Sí. Pero ya estoy mucho mejor.

-Me alegra mucho. – Dijo Rubiano con una sonrisa. –Y¿Natalia?



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-No sé. Solo me dijeron que se puso con los ojos rojos, yescapó del hospital.

-¿Y ya? –Preguntó Rubiano decepcionado.

-Sí. Ah no. – Dijo Ana recordando lo que Sara le habíadicho. – Y que también se puso fea.

Santiago hizo una cara de ironía y se entristeció.

-Bueno señorita Ana, muchas gracias de todas formas. –Dijo Santiago alejándose.

Ana sacó sus llaves y abrió la puerta de su casa. Cuandoentró, sintió una presión sobre su pecho y según ella, unamala energía.

-De nuevo en mi casa. – Asintió Ana sentándose en elsillón de la sala.

Laura estaba en la universidad y se encontró conGabriela.

-Hola Gabis ¿Cómo vas? –Saludó Laura.

-Hola Laura. Bien. – Contestó Gabriela.

Las dos jóvenes se quedaron sin un tema en específicopara hablar pero de pronto Gabriela recordó lo sucedidocon Ana.



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-¿Eddy te contó lo de Ana? – Preguntó Gabriela.

-¿Qué pasó con Ana? Ya se me hacía raro que faltasecasi una semana junto con Sara y no dijeran nada.

-Tuvo un accidente. Creo que con la empleada.

-¿Ana iba con la empleada y con Sara?

-Sí. Creo que con la empleada; pero con Sara no.

-Pobrecita. ¿Cómo sigue?

-¿Sara, la empleada o Ana?

-Pues Ana.

-No lo sé. Pregúntale a Sara. Seguro que ella sabe.

-Pero ¿Sara ya está en su casa?

-¡No sé Laura!

Laura hizo un gesto de irritabilidad y Gabriela también.Por ende las dos chicas entraron a su respectiva clase.

Sara llegó a su casa y se llevó la sorpresa de un regañode su madre.

-¿En dónde has estado? – Preguntó su madre.



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-Hola mamá. Estoy muy bien. – Dijo Sara con sarcasmo.

-Sara ¡¿Dónde estabas?!

La madre de Sara ya sabía dónde estaba su hija ya que Alejandra le contó; pero aun así quería escuchar eltestimonio de Sara.

-Mamá creí que Alejandra ya te había contado.

-Pues no. No me ha contado nada. Yo estaba muypreocupada por ti.

-Mamá, estaba con Ana. Tuvo…

-¿Otra vez con esa muchachita? – Interrumpió la madre.

-Pero mamá… -Esa niña lo único que causa son problemas.

-No mamá. Ana estaba en el hospital.

-Me imagino qué habrá fumado esa jovencita para que lahubieran mandado al hospital.

-¡Ana tuvo un accidente! – Gritó Sara irritada.

-¿En serio?

-Sí.

-Ya me había contado Alejandra. – Asintió la madre de

Sara.



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-Pero pensé que…

-Ay bueno ya. Me voy a poner a coser. – Interrumpió lamadre de Sara dirigiéndose a su habitación.

Sara sonrió mientras entraba al baño a ducharse; puesestuvo tres días sin tocar el agua.

Ana se preparaba para ir el otro día a la universidad.Comenzó con alistar su maleta y sus materiales. Derepente escuchó una puerta rechinar. Ana soltó lo quetenía y se dirigió al lugar de donde provenía el sonido. Elsótano. La puerta se movía y Ana la detuvo. Se asomópara ver lo que había pero no vio nada. Tomo la puerta yla cerraba lentamente; pero antes de que la cerrara,tomaron la puerta y la abrieron completamenteempujando a Ana y lanzándola fuera del sótano.

Ana se asustó demasiado. Temblando tomó el celular yllamó a Sofía.

-Aló. ¿Sofía? –Dijo Ana.

-Sí señora. ¿Quién habla?

-Ana.

-Hola Ana ¿Cómo vas?

-Bien. Pero necesito su ayuda.



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-¿Qué pasó?

-Me están asustando de nuevo. Pero yo sé que eso es mimente.

-Ana lamento decirte que en estos momentos estoy muyocupada. Pero te voy a enviar a una asistente mía.

-Vale. Sí señora. Muchas gracias. – Asintió Ana.

-¡Ana! –Grito Sofía por el teléfono.

-¿Señora? –Preguntó Ana asustada.

-Dame tu dirección.

Ana le dio su dirección a Sofía y colgó. Se levantó del

suelo y corrió al salón.Luego de treinta minutos de desesperación, miedo yangustia; alguien golpeó la puerta.

-¿Quién es? –Gritó Ana.

-Soy la asistente de Sofía.

Ana le abrió la puerta y la dejó entrar.

-Hola. Mucho gusto mi nombre es Ana María.

-Mucho gusto. Me llamo Ana.

-Tocaya. –Dijo Ana María sonriendo.



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Ana no pudo sonreír por el miedo que tenía. Se tocabasus manos y miraba al sótano repetitivamente.

-¿Qué te pasó? – Preguntó Ana María.

-Me están asustando.

-¿Qué te hicieron?

-Me empujaron.

-Eso es la mente. Para controlarla debes tomar estaspastillas. – Asintió Ana María mostrando unas tabletas. –Opreferiblemente una inyección.

-¡Las pastillas! – Gritó Ana.

Ana tomó una pastilla y la ingirió.-Muy bien. Ahora recuéstate. –Dijo Ana María llevando a

Ana a su cuarto.

Ana se recostó y cayó rendida en un sueño profundo.

De repente la puerta de su cuarto se cerró fuertemente

dejando a Ana María encerrada. Ana María no entendía lo que pasaba y movía el cerrojopara poder salir pero todo era en vano.



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En la universidad ya todos sabían lo que le pasó a Ana ypor ende ya no era un secreto.

-Laura no te vuelvo a contar nada. –Dijo Gabriela furiosa.

-Pero…

Gabriela no escuchó más y se fue a su casa.

Ana María tomó su celular y de repente llamó a la doctoraSofía. Sus manos temblaban de miedo al no escuchar lavoz de la doctora. De repente la chica escuchó una voz alotro lado del teléfono.

-¿Sí, diga?

-Doctora, por favor ayúdeme. Estoy en el cuarto de la

paciente, no sé quién me encerró. Tengo mucho miedo.Ya podemos deducir que no es mente de la chica. Esto lepasa de verdad.

-Tranquila, no tiemble más.

-¿Qué? ¿Cómo sabe que estoy temblando?

-No necesitas preguntármelo. Puedes darte cuenta por timisma.



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Ana María bastante aterrorizada guarda su celular en elbolsillo de su pantalón. Rápidamente gira su cuerpo haciaatrás pero no ve nada extraño aparte de Ana dormidaprofundamente.

-¡Qué rara esa llamada! –Exclama Ana María bastantenerviosa. –En fin, voy a tratar de abrir la puerta de nuevo.

Al girarse, la muchacha, vio una terrible ancianamirándola a los ojos. Aquellos terribles ojos de la vieja,eran tan azules como el mar. Azules como el cielo en unatenue luz del día.

-Y usted… Co…Co… ¿Cómo logró entrar aquí? –Preguntó Ana María nerviosa.

Sus manos temblaban al ver a la anciana. La chica sabía

que la vieja era un espanto.-Es tu mente Ana María. Es tu mente Ana María. Es queno lo puedo creer. – Se dice Ana María a sí misma,poniéndose las manos en su cabeza. – Esto no existe. Nolo puedo creer.

La venerable anciana mira a la chica fijamente y sonríe.

-Pues es momento de que lo creas.

La anciana se lanza sobre Ana María con un fuerte gritode ambas.

La chica quedó recostada en un letargo junto a Ana. Las

puertas lentamente se abrieron de nuevo.



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Ana abrió los ojos después de su largo y re confortablesueño. Miró todo su cuarto sin hacer ningún movimiento.En ese instante se dio cuenta de que alguien estabaacariciando su mejilla izquierda. La chica se asustómucho y vio a Ana María sonriendo y acariciándola.

-¿Qué te pasa? – Pregunta Ana retrocediendo.

-¿De qué? ¿Acaso no puedo acariciar a mi hermosoterciopelo?

Ana muy conmocionada se trató de bajar lenta ycuidadosamente de la cama sin quitar los ojos de AnaMaría.

Ana salió del cuarto; en un intento de cerrar la puerta, Ana María se lanzó de la cama gritando el nombre de lachica. La joven alcanzó a encerrar a Ana María porfortuna.

Tomó el teléfono y llamó a la doctora Sofía.-¿Doctora? –Pregunta Ana nerviosa.

-Sí. Con ella. ¿Quién habla?

-Ana. – Dice caminando alrededor del salón. – Por favor,ayúdeme.

-¿Y ahora qué pasa? –Dice Sofía blanqueando los ojos.



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-Ana María está como loca. Por favor llévesela de aquí.

Con una mano Ana sostiene el teléfono, y la otra mano lapasa por su cabello desesperada.

-Pero cuénteme lo que le sucede a María. – Dice Sofía sinningún interés.

-¡Ay! – Grita Ana más desesperada. – ¡Llévensela y ya! –

Grita Ana más fuerte. De repente cuelga fuertemente.La joven aún más aterrorizada por el hecho, se sienta enuno de los muebles en isabelinas que la chica poseía.

-Piensa Ana. –Se dice la muchacha a sí misma congolpecitos en la cabeza.

El timbre del teléfono celular de Deivis suena en subolsillo. Rápidamente el joven toma su celular en susmanos.

-¿La doctora Sofía? –Se pregunta sin haber contestado.

Presiona el botón de «contestar».

-Sí buenas tardes. – Contesta el joven.

-Buenas tardes Deivis. Habla con la doctora Sofía delhospital de las afueras.

-Sí, dígame.



111

-Mire, lo que pasa es que la joven Ana María tuvo turnode enfermera doméstica en uno de los apartamentos delas afueras de la capital. Por razones extrañas, la mujerestá demasiado enferma en aquel lugar. No tenemospersonal autorizado que esté disponible para ir arecogerla. Tenemos entendido que usted es el hermanode la chica. ¿Podría ir usted a recogerla?

-Pues…

Sofía interrumpe en breve.

-Nosotros enviaremos una ambulancia. Pero solamentenecesitamos que usted esté allí con su hermana.

-Pues sí. Deme la dirección del apartamento y yo iré

enseguida.Sofía le da la dirección y en una fracción de segundoDeivis se prepara para salir.

Antes de salir, su cuñada lo llama desde su cuarto.

-¿A dónde vas, Deivis? –Pregunta Katerin.

-Mi hermana está muy mal.

El joven sale de la casa, sube al carro y se va dejando aKaterin literalmente con la palabra en la boca.

-Va a traer a esa estúpida a la casa. – Dice la chicafrunciendo el ceño. – Esto lo tiene que saber Johana.



112

Katerin toma su teléfono celular y marca el númerotelefónico de su hermana.

-Aló. –Contesta Johana desde la universidad.

-Hermana te tengo una noticia.

-¿Qué pasó?

-¿Cómo te parece que Ana María –La hermana de Deivis – va a quedarse en la casa?

-¿Quién te dijo?

-Deivis. –Dice Katerin blanqueando los ojos.

-¡Espera a que yo llegue a la casa y esos dos zánganos

me van a oír! –Exclama Johana.-¡Eso es! Así se habla hermanita. –Dice Katerin sin darsecuenta que su hermana ya le había colgado. -¿Hermana?

La joven mira su celular, lo guarda en su bolsillo y sonríe.

-Jaj, ahora sí. Deivis, vas a saber quiénes mandamos en

esta casa. –Se dice a sí misma Katerin.La joven camina dando saltitos hacia su cuarto.



113

Finaliza el horario de clases en la universidad. Estebansale tomado de la mano con su nueva novia Gabriela.

-¿Cómo habrá seguido Ana? –Pregunta Esteban con ungesto de duda.

-No lo sé. Ojalá haya mejorado. –Contesta Gabriela – Por

fin dejaste a esa Alejandra y te quedaste conmigo. Misueño era ese. Ser más que tu hermana.

-Mi sueño era el mismo. – Se besan –Podríamos ir hoy aver a Ana ¿No crees?

-¿Sí? ¿Y quién nos hace la tesis?

-Ay, saquemos un momento para visitar a Anita. –DiceEsteban con una sonrisa boba.

-Vale. Entonces vamos a dejar las mochilas en casa.

-Nos demoramos más.

-Ay, entonces vamos donde Ana de una vez.

-¿Vamos en tu carro? –Pregunta Esteban.

-Dale. Llama una grúa para que te lleve al tuyo a casa.

Esteban marca el número de la grúa. Los chicos subenrápidamente al carro de Gabriela y se dirigen al lugar delos desastres. La casa de Ana.



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Saliendo de la universidad se encuentran Laura yJohana. Quizá no sean muy buenas amigas pero logranentablar una conversación.

-¿Y eso? – Pregunta Laura tratando de alcanzar losrápidos pasos de Johana.

-¿Y eso qué? –Johana frunce el ceño.-¿Por qué tan seria?

-¿Qué le importa?

-Solamente quería saber. –Pregunta Laura alzando sushombros en modo de disculpa.

-Problemas, Laurita.

Johana acelera su paso dejando a Laura atrás. Sube a suauto y acelera.

Ana sigue rodeando el salón muy desesperada.

-¡Ana sácame de aquí! – Grita Ana María.

-¡¿Qué quieres de mí?!

-Tu amor, el que nunca me diste. Sácame de aquí. No teharé daño. ¿Cómo le voy a hacer daño a mi querida…?



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-¿Querida qué?

-Nieta.

-¿Abuela? ¡Abuela!

-Ábreme la puerta. Quiero darte un abrazo.

Ana se acerca lentamente a la puerta. Toma el cerrojo,respira y se dice a sí misma: “ Es tu abuela Ana”.

De repente golpean la puerta de salida.

Ana suelta el cerrojo y mira hacia la puerta.

-¡No abras! –Grita Ana María.

Ana retrocede ante la puerta que a su vez se estremece.

La puerta de salida vuelve a ser golpeada.

Ana lentamente se acerca a la puerta de afuera.

-¡No! –Grita Ana María.

Ana corre hacia la puerta. Rápidamente abre y es Deivis.

-Buenas…

-¿Viene por su hermana? – Interrumpe Ana desesperada.

-Sí señora. ¿Podría pasar por…?

-¡Pase! – Interrumpe Ana nuevamente

Deivis entra a la casa.



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-¿Dónde está? – Pregunta el joven.

-Siga los gritos.

Deivis agudiza sus oídos y encuentra el cuarto dondegrita su hermana.

Ana gira la perilla y abre la puerta.

Ana María está sentada sobre la cama.

-¿Ana María? –Pregunta Deivis.

El joven entra al cuarto y Ana se queda por fuera.

-Deivis, esa mujer me tenía aquí encerrada. –Dice AnaMaría señalando a Ana.

Deivis mira frunciendo el ceño a Ana.

-¡¿Qué le pasa?! –Exclama Ana ante semejante mentira.

Ana María se aferra a su hermano mirando aterrorizada a Ana.

-Me temo que tendré que llamar a la policía por intento desecuestro. –Dice Deivis.

-¡No! -Exclama Ana con un nudo en la garganta. – Elladecía que era mi abuela, me gritaba y golpeaba la puerta.¡Créame!

Deivis toma su teléfono celular y llama a la policía.



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-Sí señor…claro…Espéreme. – Dice Deivis al teléfono. -¿Dónde guardé el papelito con la dirección?

Deivis desenvuelve el papel donde ha anotado ladirección.

-Es…

Ana le quita rápidamente el celular a Deivis.

-No, señor policía…Claro…Toda la culpa la tieneella…No me va a creer a mí sino a su hermanaobviamente…vale…vale…buenas noches. -Habla Anapor el celular.

Ana cuelga el teléfono y Deivis lo recupera.

-De esta no se salva señorita. –Dice Deivis. Ana María aún sigue abrazada a su hermano.

Deivis toma su celular de nuevo para llamar a la policía.De repente su celular timbra.

-Aló. –Contesta el joven.

-Deivis ¿Dónde estás? –Dice Johana al otro lado.

-Es una larga historia. Ven y me ayudas a llevar a AnaMaría. Esta es la dirección…

Luego de dar la dirección, Deivis cuelga el teléfono.

-¿Cómo es su nombre? – Pregunta Deivis.



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-¿Para qué quiere saberlo? – Dice Ana enfadada.

-Por…

-Es Ana. Su nombre es Ana. – Interrumpe Ana María.

-¿Sabes Ana? –Pregunta Deivis pensativo. – Tienessuerte. Me arrepiento de haber llamado a la policía.Después de todo no había pasado más de 24 horas del

“secuestro”. Ana intenta decir algo pero en ese instante llega Gabrielay Esteban.

-¡Ana! –Grita Gabriela corriendo a los brazos de suamiga.

-Hola Gabi. –Dice Ana.-Buenas tardes. – Saluda Gabriela a Deivis.

-Hola Ana. –Saluda Esteban.

-Hola Esteban.

-¿Cómo va todo? – Pregunta Gabriela bastante contenta.-Gabriela. Por favor siéntate en el sofá del salón. –Dice

Ana con una mano en la frente. – En un momento losatiendo.

Deivis sigue aferrado a su hermana.

Johana llega al apartamento con cara de estrés.



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-¡Deivis! ¿Cómo así que Ana María se va a quedar ennuestra casa? –Grita Johana.

Todos la miran perpleja.

-¿Johana? –Dicen juntos Ana, Gabriela y Esteban. -¿Quéhaces aquí?

-¿Se conocen? – Pregunta Deivis.

-Sí. De la universidad. – Asiente Ana.

-Deivis ¿Me puedes contestar? –Pregunta Johanaignorando todo a su alrededor.

-¡Sí! –Grita Deivis.

-Entonces yo me voy de tu casa con mi hermana. – DiceJohana con el ceño fruncido.

-Prefiero a mi hermana.

Johana se enfurece y lanza una patada hacia la puerta dela habitación de Ana.

-¡Oiga! –Grita Ana mirando su puerta. –Respete que estano es su casa.

-¡Usted cállese! – Grita Johana.

-¡Ay a mí no me calle!

Johana se lanzó sobre Ana y juntas se halaban el cabelloen el suelo.



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Gabriela se levanta rápidamente y trata de separarlas.

-Deivis, deja que esas dos estúpidas se maten solas. –Dice Ana María al oído de Deivis. – Más bien vámonos.

Deivis mira su entorno y sale de la casa junto a suhermana.

Esteban toma a Johana y Gabriela toma a Ana.

-¡Sálgase de mi casa! –Grita Ana.

Johana se suelta de las manos de Esteban y se va de lacasa con un rápido paso.

-Tranquila Anita. –Susurra Gabriela dando un abrazo a Ana.

Esteban cierra la puerta de salida y juntos se sientan enlos sofás del salón.

Deivis se va en su carro con Ana María y Johana se vaen su auto hasta su casa.



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Capitulo lll

Deivis, Johana y Ana María llegan a su casa. Frunciendoel ceño, Johana se dirige a su dormitorio. Toma unamaleta y guarda en ella todo lo que puede. – Ropa,cosméticos, productos de aseo personal, etc – .

-¿A dónde vas? – Pregunta Deivis sorprendido.-¡A lejos!

-¿Me vas a dejar? – Solloza Deivis.

Johana suspira fuertemente. Mira a Deivis y dispone deuna ligera sonrisa fingida.

-Mira Deivis… -Exhala exageradamente-. Tú más quenadie sabes que yo con Ana María no soy capaz deconvivir. Así que elige. O es ella, o soy yo.

-Vale. Ana María es mi hermana y por obvias razones laprefiero más a ella que a ti. Lamento no podercomplacerte pero es mi hermana. Espero que el otro“novio” que te consigas, te prefiera más que a su propiafamilia. Así que espero que sigas muy bien y que tusestudios fluyan. – Dice Deivis con una sonrisa fingida.

-¿Y lo dices así de simple? –Pregunta Johana frunciendoel ceño-. ¡Eres un hijo de…!

-Ay, a mi respéteme. – Interrumpe Deivis con un grito.



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-Tranquilo. –Cierra la maleta Johana. – Ya me voy.

-¿Sí? ¿Y Katerin?

-Ya le conté todo y ya se fue. – Johana se pone su maletay se marcha.

La casa queda solamente con Deivis y… Su hermana.

-¡¿Por qué me pasan tantas cosas malas?! – Llora Ana enlos brazos de Gabriela mientras Esteban acaricia sucabello.

-Tranquila Ana. – Dice Gabriela abrazando a su amigacada vez más fuerte. – ¿Quieres ir a nuestra casa a pasaresta noche?

Esteban mira a su novia confundido.

-Sí…Sí…Sí…Eh…Ana. – Tartamudea Esteban-. Seríabuena idea.

-No sé.

-Ay dale Ana. Mañana nos podremos ir los tres a launiversidad. –Dice Gabriela sonriendo.

-Vale. Entonces esperen voy por mis cosas.

Ana corre por sus cosas. En una fracción de segundo yaestá lista.



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Al momento de irse, la chica le dice al vigilante que lerecomienda el apartamento.

-Ese es mi trabajo, señorita Ana. – Dice Santiago.

Sara está esa noche concentrada en su ordenadorportátil sobre su cama.

De repente entra a Facebook y recibe un mensaje.

-Hola sara :3 – Escribe Johan.

-Hola Johan ¿Cómo estás?

-Bien ¿Y tú?

-Bien. Con mucho frío.

-¿Dejarías que yo te calentara? ;)

-¿Qué te pasa? – Dice Sara sorprendida.

-Tranquila, solo era un chiste.

-SÍ. Y de chiste en chiste vas tomando confianza.

-Okey. ¿Me disculpas?

-Vale. Pero ya sabes ¿No?



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-Sí. Tranquila. Y ¿Qué haces? – Johan trata de encontrarun nuevo tema-.

-Nada ¿Y tú?

-No, nada.

-Dile a Alejandra que la necesito. No me ha llamado.Esperaré su llamada el tiempo que sea necesario.

Esteban le terminó porque él estaba con otra. Yo séquién es esa otra.

-Vale. Yo le aviso en cuanto esté mejor. Está muy mal porel rompimiento.

-Vale. Gracias, Sara.

-Tranquilo.La conversación termina en ese instante y Sara conrabia, le grita al ordenador.

-¡Johan, tú no me gustas! Solo me gusta Esteban y nadiemás.

La chica cierra el ordenador y se recuesta.

- Ay Esteban… -Susurra-. Si tan solo fueras mío y no deesa perra que no sé quién es.

Cae en un sueño profundo.



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6h menos cuarto de la mañana. Ana abre los ojos y miralas cortinas.

-Deben ser las 3h de la madrugada. –susurra.

La joven esta recostada sobre un sofá. Esteban le dijo lanoche anterior que se recostara allí a dormir. Mira el relojy son las 6h menos diez minutos de la mañana.

-¡Dios! – Susurra con volumen alto. –Tengo que alistarmepara ir a estudiar. Pero ¿Por qué Gabriela y Esteban nose levantan ya?

Se pone de pie, camina hacia el baño y se da una ducha.Mientras la joven se bañaba, la cisterna se bajó sola.

Ana se asusta y abre la puerta de la ducha para ver quiénestá ahí.

No hay nadie, así que piensa que pudo ser la tubería.

De repente la puerta del baño se abre. – Ana no se dacuenta. –Caminan hacia la puerta de la ducha. Toman elmanojo, y rápidamente abren la puerta.

Ana grita fuertemente tapándose sus partes íntimas.

-¡Esteban!



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-Ana, desde hace mucho tiempo te he deseado. Dameese placer, por favor. –Dice el joven quitándose la ropa ycerrando la puerta del baño.

-¡Esteban, no por favor!

-Sí, yo sé que quieres. – Toma a Ana de los brazosinmovilizándola. – Me quieres aquí ¿Verdad?

Esteban abusa sexualmente de Ana en la ducha. Al terminar, el joven sale del baño, se alista y prepara sumochila.

Ana se acurruca en una esquina de la ducha llorandomientras el agua cae sobre ella.

-¿Qué estaba pasando en el baño? – Pregunta Gabrielaapenas abriendo los ojos-. ¿Estabas solo?

-No. Solamente que me tropecé y me pegué.

-¿Quién está en el baño?

-Ana. Me la encontré justo cuando salí del baño.

-Ah. Entonces se demora.

-Supongo.

Ana sale del baño. Rápidamente se viste, toma sus cosasy trata de irse. De repente se da cuenta que la puertaestá con llave.

-Oh –Dice sollozando-. Me lleva el…



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La joven camina hacia el cuarto de Gabriela y Esteban.

-Gabriela ¿Me prestas las llaves? – Pregunta con lacabeza agachada y limpiándose las lágrimas con suantebrazo.

-Ana ¿Qué pasó? –Pregunta preocupada.

-Nada. Solamente dame las llaves por favor.

-No, tú tienes algo. Dímelo y te las doy.

Esteban gira su cabeza y mira a Ana con gestoreprobatorio.

-Dime Ana. – Insiste Gabriela.

-Esteban… -Confiesa Ana. –Esteban… -¡Ana, yo tengo las llaves! – Interrumpe Esteban.

-No, pero… Pero…

El joven hala a Ana de un brazo hasta la puerta. Toma lasllaves y quita el cerrojo.

Gabriela sale rápidamente del cuarto.

-¡Esteban déjala hablar! – Grita la chica.

El muchacho abre la puerta y saca a Ana de la casa. Antes de que hubiese cerrado, Ana grita.

-¡Esteban me violó!



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Gabriela se queda atónita ante semejante confesión. Unalágrima recae sobre su mejilla y rápidamente se encierraen su cuarto.

Esteban mira a su novia y luego mira a Ana furioso.

-¿Ves lo que causas maldita perra?

Da un fuerte puñetazo a la chica. Ana ante el golpe,

tropieza hacia atrás. Su cabeza cae contra una barandillay la chica queda desmayada en el suelo.

El joven cierra la puerta de golpe y corre hasta donde sunovia.

-Amor, abre la puerta.

-Déjame sola. –Grita Gabriela.-Todo lo que te dijo ella es mentira. Ella entró al bañomientras yo me bañaba y se me insinuó. Yo no me resistíy… Y sí, hicimos el amor. No fue mi culpa. Te lo juro.

Gabriela abre la puerta lentamente y mira a Esteban conrecelo.

-Yo te creo mi amor –Gabriela abraza a su novio conbastante fuerza- . Esa… Mujer que ni crea que puedeconfiar en nosotros.

Esteban da una ligera sonrisa hipócrita.



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Ana sigue tumbada en el suelo mientras la sangre fluyepor su cabeza.

Las puertas de las casas vecinas comienzan aestremecerse como si alguien las golpeara. Todas a lavez.

Los vecinos salen a mirar quién golpea tan fuerte lapuerta. No ven a nadie pero sí ven a Ana tumbada en elsuelo.-¡Llamen una ambulancia! –Gritan varios vecinosmientras uno hace sonar el timbre de la casa de Gabriela.

La joven se asoma por la ventana, ve a Ana en el suelo yhace un signo de «No la conozco» y cierra la cortina.

Esteban la mira sonriendo y se abrazan.Luego de varios minutos de espera, llega la ambulancia.Suben a Ana y rápidamente sale al hospital.

Sara llega a la universidad. No ve a Ana y se le hace muyraro. De pronto se acerca a Laura.

-Laura ¿Tú has sabido algo de Ana?

-No. ¿Por qué iba saber algo de ella?

-Porque también eres su amiga.



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-¿Yo amiga de ella? –Hace un gesto de asco. Mi amigase llama Johana, querida.

Laura se aleja y entra a la universidad.

Ana se despertó de su largo letargo.

-¡No! Este hospital no –Exclamaba silenciosamente Anarecordando lo sucedido la última vez. Pensaré por dóndeme voy.

Salió por una ventana. Un árbol se encontraba al otrolado. Bajó cuidadosamente por el árbol y huyó.

Caminaba sin rumbo buscando un carro que la pudieraayudar. El sol comenzaba a salir.

-¡Ana! –Gritaban desde el bosque.

Ana miró en todo lugar y no había nadie.

Una mano salió de allí y halo a Ana al bosque.-Hola Ana – Saludó Natalia con una sonrisa desgarradora.

-¿Natalia?

-Me recuerdas ¿No?

-Es imposible olvidarte.



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Natalia lanzó al suelo a Ana.

-Me vas a ayudar ¿Verdad?

-A ¿qué?

-A esto.

Natalia da un golpe a Ana en la cabeza y la dejainconsciente. La toma en sus brazos y la lanza en unhoyo de lodo. La mujer comenzó a hundirse.

-¡Ana! – Gritaba su abuela en su subconsciente mientrasse hundía-.

-¿Abuela? –Pregunta Ana.

-Te protegí todo lo que pude. En el mar con lo del tiburón,en tu casa con Natalia, en el baño con la cisterna. En fin.Te quise prevenir de las cosas malas y aun así no mehiciste caso. Recuerda que siempre te voy a amar Ana.Estés donde estés.

Su abuela se esfumó y todo alrededor de Ana secomenzó a oscurecer.

-¡Ya te di lo que pedías! ¡Ahora dame lo que mepertenece! –Grita Natalia al diablo.

De repente un bebe comienza a llorar en la penumbra deoscuro bosque. Natalia lo encuentra, lo alza y se lo llevasonriendo.

Ana comienza a entrar en el infierno.



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-¡Abuela ayúdame! –Gritaba la chica.

No sirvió de nada. Su abuela ya no estaba.

Semanas después, Sara coloca papeles con la foto de Ana figurando como desaparecida.

Johana y Katerin desaparecieron del lugar.

Ana María siguió siendo enfermera con Sofía. Lo pasadoen la casa de Ana fue gracias a que la abuela de la chica,quería comunicarse. Pero Ana no hizo caso.

Deivis siguió viviendo con su hermana.Esteban y Gabriela desaparecieron inexplicablemente.

La vida nos puede dar ligeros cambios. Cambios querodean una realidad sin fin. Una realidad que cuenta loinexplicable. ¿Surgirá un escrito que nos explique lo quehasta el momento es inexplicable?

Vive tu realidad. Quizá dure para siempre.

-Te lo dije Ana. Siempre estaré a tu lado. Es lo que unaabuela haría por su nieto, una madre por su hijo y…Unamor incondicional por un querer. –Dijo su abuela desdeun lugar lejano.



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Realidad Infinta

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