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N.º 20 • 1 er y 2º trimestre Año 2010 Caballeros de Yuste Revista Cultural de la Asociación y Fundación “Caballeros de Yuste” Parador de Jarandilla de La Vera, Antiguo Castillo donde vivió Carlos V

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N.º 20 • 1er y 2º trimestre Año 2010

Caballeros de YusteRevista Cultural de la Asociación y Fundación

“Caballeros de Yuste”

Parador de Jarandilla de La Vera,Antiguo Castillo donde vivió Carlos V

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Sumario3.- Convocatoria Asamblea General Ordinaria y Extraordinaria.

5.- Promotores de Cultura.

7.- Festividad del Corpus Cristi.

9.- Encuesta sobre la simpatía hacia los Reyes Católicos, Carlos V y Felipe II.

15.- La Morada de Yahvé.

22.- Evocación de un bonito viaje.

25.- Embajadores por Europa.

30. - Venturas, aventuras y desventuras de Carlos V por el Mediterráneo.

35.- Francisco López de Gómara.

41.- Orgullo, honra y reputación en tiempos de Carlos V.

46.- Diagnóstico de la enfermedad del Emperador Carlos V a los 450 años de su muerte.

51.- El Emperador Carlos V y Luis Vives, La servidumbre de la historia.

57.- El Emperador que amaba los relojes.

61.- El viaje sin retorno del Emperador Carlos V.

63.- Biografía del Canal de Panamá.

70.- El Emperador Carlos V y los grandes Místicos del Siglo de Oro.

Caballeros de Yuste • n.º 20.1.er y 2.º trimestre • Año 2010.Depósito Legal: CC-30-2001.

Edita: Asociación y Fundación Caballeros de Yuste.Dirige: Junta Directiva y Patronato.Diseño y producción: Gráficas Romero - Jaraíz

La dirección de la revista pone en conocimiento de todos los Caballeros de Yuste de la Real Asociación que deseen escribir algún artículo o información en ella, deberán dirigirlo a la secretaría:

Avda. de la Constitución 3310430 - CUACOS DE YUSTE (Cáceres)email: [email protected]

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ORDEN PARA LA ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA Y EXTRAORDINARIADEL DÍA 02 DE OCTUBRE DE 2010.

Respetado Caballero y amigo:Con la debida antelación, a fin de que tome sus previsiones, le comunico que la próxima Investidura de nuevos

Caballeros y Damas, que solicitaron ingresar en nuestra Real Asociación Caballeros del Monasterio de Yuste, será (D.m.), el día 02, sábado del próximo mes de octubre a las 19:00 horas en el Monasterio de Yuste.

En este acto se investirán Caballeros, y Damas Honorarias de Yuste.El viernes día 01 a las 19:00 horas en nuestra Sede, pronunciará una conferencia el Dr. D. Arturo Romero Salvador,

Caballero de Yuste, Catedrático de Ingeniería Química de la Universidad Complutense, con el tema “La Sostenibilidad en Tiempos del Emperador”. A continuación se celebrará un concierto lírico en la Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Asunción de Cuacos de Yuste a cargo de D. Alonso Torres.

ORDEN DEL DÍA PARA LA ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL DÍA 02 DE OCTUBRE A LAS 10:30 HORAS EN PRIMERA CONVOCATORIA Y A LAS 11:00 HORAS EN SEGUNDA EN LA SEDE

DE LA REAL ASOCIACIÓN.

1. Lectura y aprobación si procede, del Acta de la Asamblea General Ordinaria anterior.2. Saludo del Presidente.3. Exposición de Proyectos.4. Asuntos de Secretaría: Relación de nuevos Caballeros y Damas que serán investidos este mismo día.

Se incluyen en esta Investidura a los Caballeros y Damas que no pudieron investirse anteriormente; Relación de bajas habidas en el presente año.

5. Asuntos de Tesorería.6. Celebración el día 16 de diciembre a las 21:00 horas Misa Funeral por los Caballeros y Damas fallecidos

en el año 2010: Iglesia-Catedral de las Fuerzas Armadas, C/ Sacramento Nº 11 (Madrid), junto a la Capitanía General y frente al Restaurante Casa Ciriaco de la C/ Mayor.

7. Cena de Navidad día 16 de diciembre a las 21:45 horas: Restaurante del Teatro Real, C/ Felipe V s/n (Plaza de Oriente, Madrid).

8. Asuntos diversos y sugerencias de los Señores Caballeros.

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Le significo que la tarjeta de delegación que adjuntamos, es el modelo a utilizar por cada Caballero asistente para representar un máximo de dos delegaciones, que serán acompañadas de una fotocopia del D.N.I. de cada Caballero. No tendrá validez ninguna representación que no haya sido enviada con la antelación suficiente, siete días antes de la celebración de la Asamblea, a la oficina administrativa de esta Real Asociación Caballeros del Monasterio de Yuste.

Los solemnes actos de Investidura comenzarán a las 19:00 horas del día 02 de octubre con la celebración de la Eucaristía, que será armonizada por la Coral Amigos de la Música de Navalmoral de la Mata; seguidamente se procederá a la Investidura de las Damas y Caballeros de Yuste que solicitaron su ingreso en la Real Asociación Caballeros del Monasterio de Yuste.

Adjunto le enviamos, relación de hoteles de esta zona, para que puedan hacer directamente las reservas de alojamiento.

Los Caballeros y Damas que deseen reservar mesa para la Cena de Gala, que, se celebrará en el Parador Carlos V de Jarandilla de la Vera, deberán dirigirse exclusivamente a la oficina administrativa de esta Real Asociación, cuya dirección y teléfono están arriba indicados.

Es necesario, que al hacer las reservas, envíen por carta o fax al número 927172311, copia de la transferencia como que se ha hecho el ingreso. El importe de la cena es de 65 euros y se deberá abonar en el número de cuenta 0049-6627-17-2510000961 a nombre de la Real Asociación del Banco Santander de Cuacos de Yuste. Es importante poner como concepto Cena Parador Jarandilla.

Solamente se podrán reservar las mesas a las personas que hayan cumplimentado lo anteriormente expuesto. La fecha final para poder hacer y abonar las reservas será el martes día 28 de septiembre o hasta completar el aforo del salón. A partir de ese día no se admitirá ninguna reserva para la cena.

NOTA: se recuerda a todos los Caballeros que propongan el ingreso de nuevos Caballeros, la obligación de acompañarles en la Investidura. Así mismo, les recordamos que los Caballeros asistentes a los actos de Investidura deberán llevar traje oscuro y corbata como corresponde a estos actos solemnes.Se sugiere a todas las Damas pertenecientes a la Asociación que al acto de Investidura asistan con mantilla y peineta. Esta sugerencia se hace extensiva a todas las señoras que asistan a este acto.

En Cuacos de Yuste a 08 de julio de 2010.

ORDEN PARA LA ASAMBLEA GENERAL EXTRAORDINARIA DEL DÍA 02 DE OCTUBRE DE 2010.

ORDEN DEL DÍA PARA LA ASAMBLEA GENERAL EXTRAORDINARIA DEL DÍA 02 DE OCTUBRE A LAS 12:00 HORAS EN PRIMERA CONVOCATORIA Y A LAS 12:30 HORAS EN SEGUNDA EN LA

SEDE DE LA REAL ASOCIACIÓN.

1. Propuesta de renovación de Estatutos para su aprobación, si procede.

En Cuacos de Yuste a 08 de julio de 2010.

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Promotores de Cultura

MonseñorClemente Martín Muñoz.

Presidente de la Real AsociaciónCaballeros de Yuste.

El hombre cuando estudia, escucha, trabaja,

investiga, se hace poco a poco más hombre y

ejerce su dominio cada vez mayor sobre la tie-

rra y el cosmos, hace más humana la comuni-

dad de la que forma parte, suscita los valores

en los que se basa la dignidad de la persona,

de la familia, de toda la humanidad.

Pero es propio de la persona humana el no

llegar a un nivel verdadero y plenamente hu-

mano si no es mediante la cultura.

El Concilio Vaticano II coloca pues el tema

de la cultura en el centro mismo de la vocación

del hombre en la perspectiva de una plenitud

de vida auténticamente humana. En efecto,

la cultura es un modo específico del ser y del

existir del hombre.

El tema de la cultura es hoy muy debatido

y, a fuerza de querer superar un concepto eli-

tista, se da a la cultura unos significados muy

variados.

La cultura es, pues, un derecho y un deber

de todo hombre y se encarna directamente en

su existencia y en los distintos ambientes en

los que se desenvuelve el patrimonio típico de

cada grupo. Aquí tiene su fundamento la plu-

ralidad de las culturas, en su dimensión per-

manente y trascendente, sólo se vive dentro

de la historicidad de las diversas formas en

que son asimilados poco a poco por las distin-

tas culturas.

De aquí sigue la necesidad del respeto, del

encuentro, de la integración de las distintas

culturas. En un mundo que experimenta la di-

versidad y frecuentemente la contraposición

entre las culturas y está marcado por el fenó-

meno de los cambios y de las transformacio-

nes culturales, el diálogo se revela una nece-

sidad intrínseca al mismo fenómeno cultural y

como una tarea de gran actualidad.

En consecuencia, tanto la tendencia a nive-

lar las culturas, como la hegemonía de una cul-

tura sobre otra empobrecen toda creatividad,

convierten a la persona en instrumento de un

poder oculto o manifiesto que tienda a mani-

pularlo.

Finalmente es necesario distinguir entre

cultura e ideología. Confundir ideología y cul-

tura, así como el uso ideológico de la cultura,

es una fuente de peligrosos equívocos, por la

pretensión típica de la ideología de presentar

como absoluta y definitiva una visión del mun-

do provisional y parcial.

La cultura, sin embargo, tiene una precisa

función crítica que desarrollar, desmitificar los

falsos absolutos de las ideologías y despejar

así el horizonte de la trascendencia, donde es

posible descubrir el designio de una visión co-

mún del hombre, cuyo misterio sólo se revela

plenamente en el misterio de Cristo. La cultu-

ra queda así inspirada cristianamente, aunque

con posibilidad de distintas expresiones.

La luz de Cristo manifiesta a los creyentes

que en la variedad de las culturas resplandece

la sabiduría multiforme de Dios; por eso hay

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que respetar y promover su diversidad. Pero

se debe tener también presente el peligro de

que esto nos pueda llevar a divisiones. Hay

pues que recuperar constantemente la uni-

versalidad de una visión común del hombre,

criatura hecha a imagen y semejanza de Dios

y redimida por la caridad salvadora de Cristo.

Al proclamar el Evangelio la Iglesia se siente

comprometida a testimoniar siempre el respe-

to de las distintas culturas y, a la vez, a orien-

tarlas hacia la unidad en Cristo.

El cristiano debe prestar especial atención

al amplio campo del conocimiento y de la acti-

vidad científica.

La Iglesia ha reiterado una vez más que la

ciencia es autónoma y conciliable con la fe: Los

cristianos lejos de pensar que las conquistas

logradas por el hombre se oponen al poder de

Dios y que la criatura racional pretende rivali-

zar con el Creador, están, por el contrario, per-

suadidos de que las victorias del hombre son

signos de la grandeza de Dios y consecuencia

de su inefable designio. ”La investigación me-

tódica en todos los campos del saber, sí está

realizada de una forma auténticamente cien-

tífica y conforme a las normas morales, nun-

ca será en realidad contraria a la fe, porque

las realidades profanas y las de la fe tienen

su origen en un mismo Dios. Más aún, quien

con perseverancia y humildad se esfuerza por

penetrar en los secretos de la realidad, está

llevado, aún sin saberlo, como por la mano de

Dios” (GS, 36).

El párrafo conciliar continúa deplorando

“ciertas actitudes que, por no comprender

bien el sentido de la legítima autonomía de la

ciencia, se han dado algunas veces entre los

propios cristianos actitudes que, seguidas de

agrias polémicas, indujeron a muchos esta-

blecer una oposición entre la ciencia y la fe.

Pero una cosa es la autonomía indiscutible de

la ciencia y otra es la experiencia de armoni-

zar los resultados de los hallazgos científicos

con las necesidades más urgentes del hom-

bre. También la ciencia es un servicio, no un

fin. Es un medio, no una meta. No se ponen

en cuestión las observaciones objetivas y los

descubrimientos, ni las metodologías propias

que toda ciencia elabora para explicar y com-

prender mejor los fenómenos que se estudian.

Se ponen en cuestión las visiones generales

del mundo, las ideologías y las filosofías, para

quienes la ciencia es la única fuente fiable de

verdad.

La ciencia solo puede ofrecer al hombre

salvaciones parciales, proponerle metas próxi-

mas; no está absolutamente en condiciones de

ofrecer la salvación definitiva. Tanto la inves-

tigación científica como la técnica serán siem-

pre ambivalentes: pudiendo ser usadas para

el bien y para el mal. A la verdadera sabiduría

le corresponde dirigir la vida de los hombres.

Y este es un punto irrenunciable para el cristia-

no en virtud de su papel profético.

Hoy constituye un problema dominar el

enorme potencial desplegado por el desarro-

llo científico y técnico. ¿Crecimiento o destruc-

ción? Aquí entran en juego las normas mora-

les. La pregunta fundamental es la siguiente:

¿Quién decidirá las formas y las finalidades del

empleo de todas las nuevas posibilidades de

progreso técnico? Un interrogante que se diri-

ge tanto al creyente como al ateo y que une a

todos en una responsabilidad.

Vale para todos la llamada a la dignidad

humana, enraizada para el cristiano en el va-

lor absoluto que es Dios y en el espíritu de

las bienaventuranzas evangélicas. Mas para

obtener la respuesta que salva no basta con

estudiar la naturaleza y la historia superficial-

mente: hay que descifrarlas continuamente

como signos que nos remiten más allá a aquel

misterio inagotable que se revela paso a paso,

cuando nos interroga verdaderamente por

el sentido profundo de las palabras y de los

acontecimientos.

PROMOTORES DE CULTURA

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PROMOTORES DE CULTURA

Tomás Ramírez de Sandoval y RamírezCaballero de Yuste.

No será fuera de contexto en esta Solemni-dad presentar y pretender dar una definición de Dios, algo que a simple vista no es fácil si no se tiene una Fé de inmensidades ilimitadas.

Definición de Dios : Él es (Dios) como dice S. Juan trae broslado en su vestidura y en su muslo: ”Rey de Los Reyes y Señor de los Seño-res”.

Él es el que tiene colgado de tres dedos la redondez de La Tierra, el que dispone las cau-sas, nueve los cielos, muda los tiempos, alte-ra los elementos, reparte las aguas, produce los vientos, engendra las cosas, influye en los planetas, y como Rey y Señor Universal da de comer a todas las criaturas.

ÉI es Secretísimo y Presentísimo; Estable e Incomprensible, Singular en todo lugar ; Invi-sible y que todo lo ve; Inmutable y que todo lo muda; El que obra sin movimiento; El que es grande sin cantidad, inmenso y bueno sin calidad; Su bondad es infinita, no tiene límites.

El hijo de Dios Padre, la Inmensidad de Todo, Jesús de Nazaret baja a la Tierra en la maternidad de María.

JESÚS DE NAZARET Y SU PRESENCIA EUCA-RÍSTICA

O Dios vale poco ó el oro vale mucho, cuan-do por treinta dineros fué cotizado Dios en los mercados del mundo, ¡Qué tremenda cegue-dad!

¿Por qué habrá despreciado al oro el Crea-dor del oro?... No despreció al prudente admi-

nistrador de sus riquezas, sino al que tiene el corazón enterrado en ellas.

¿Por qué el mundo despreció a Jesús de Na-zaret?... San Jerónimo, después de haber con-templado la ciudad de Nazaret, la describe di-ciendo que le parecía ”una rosa con la corola vuelta hacia e1 cielo".

Allí vivió su vida Jesús, el Hijo de María y José durante treinta años en la más humilde sencillez de vida humana.

En los yacimientos acuíferos de Cesarea de Filipo en "Tierra Santa” un día que no sabemos su fecha, hace dos mil años, cuando Roma te-nía en sus manos las riendas del mundo lle-gó Jesús de Nazaret hombre de probada fama en su tiempo, con un grupo de amigos y en aquel vergel les hizo la siguiente pregunta: ¿Quíen dice la gente que soy Yo....? Y Voso-tros, ¿Quién decis que soy Yo?. . .

La historia aún no ha terminado de respon-derla. Era simplemente una persona que ha-blaba con un grupo de aldeanos, pues nadie hacia sospechar que se trataba de alguien im-portante....Él y sus acompanantes eran gente sin cultura, sin títulos ni influencia alguna, no hablaban otra lengua que el arameo.

No tenían una gran simpatía entre el pue-blo. Jesús era humilde, los cultos le desprecia-ban. Había dedicado a Dios su Vida entera. Era el Hijo de José el carpintero. De hecho todos le abandonaron cuando surgió la tormenta de la persecución.....

No obstante veinte siglos después, la his-toria sigue girando en torno a la memoria de aquel hombre.

¿Quién es este Hombre por Quien tantos han muerto? A quien tantos han amado hasta la locura y en cuyo nombre se han hecho tam-bién tantas violencias y opresiones..........?

Desde hace dos mil años su nombre ha estado en boca de millones de agonizantes,

Festividad del Corpus CristiHomilía predicada en la Investidura de Caballeros del ReaI

Monasterio de Yuste el día 5 de Junio de 2.010.

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¡Como una esperanza! ¡Cuántos han muerto por proclamarse seguidores suyo! ¿Quién es este hombre que parece llamar a la entrega to-tal o al odio frontal?

Me permito pensar que hoy día no hemos dado una respuesta a esta pregunta porque nuestra fe adolece de reductores de materia-lismo profundo.

Hoy, día del Corpus Cristi, debemos tener coraje y ser decididos a dar una respuesta se-gura porque en Él salvaremos nuestra vida e ignorándole la perderemos pues el Evangelio repite una y otra vez : “YO soy el Camino, la Verdad y la Vida”; pues nuestra vida sin Fe nos aboca al barranco de la desesperación.

Cicerón se reía del Dios de Israel diciendo que debía ser un Dios muy pequeño pues les dio una tierra tan pequeña como nación.

¿Cómo era físicamente Jesús de Nazaret?. El mundo daría cualquier cosa por tener un retrato, una estatua suya. Tal vez la tendrían si hubiera nacido en Grecia o en Roma, pero no debemos de olvidar que para 1os hebreos toda imagen humana era idolatría.

Un asombro equilibrio reposaba en su cuer-po y alma. Un escritor tan crítico como Har-nack describió el equilibrio en la vida de Jesús a través de los Evangelios. Impresiona la segu-ridad que Jesús tiene de Sí mismo, aún en su Pasión Jesús es el hombre abierto y equidis-tante de la historia, y nos atrevemos a afirmar rotundamente que Jesús es el Amor. Un amor total y sin excepción alguna como nadie en el mundo a introducirse radicalmente en la mise-ria del pecado que tomó sobre sus hombros.

Y ahora llega la respuesta decisiva a la pre-qunta: "Este honbre extraordinario es Aquel del que dijo el Centurión al verle morir: "Ver-daderamente este hombre era hijo de Dios”. Vivir sin dar respuesta a esta pregunta es no haber comenzado a vivir porque más que una pregunta es una opción donde gira en noso-tros una visión de Dios.

Hoy es triste decirlo, más de 4.000 millones de personas no conocen a Jesús de Nazaret.

SOLEMNIDAD DEL CORPUS CRISTI

Nunca podremos olvidar el ingente Conci-lio de Trento cuando trata del misterio de la Presencia de Jesús en la Eucaristía y por ello presentamos tres palabras fulminantes contra los enemigo de la presencia de Cristo en las

Especies Sacramentales, el Pan y el Vino donde anatematiza a todo aquel que niegue la pre-sencia de Jesús en la Hostia Consagrada y en el Vino Consagrado para ello usa tres palabras que son irrevocables :

VERE, REALITER, Y SUSTANCIALITER.

Todo un misterio de la presencia de Jesu-cristo, donde la Fe debe ser profunda una sin-gular virtud que el cristiano tiene el ineludible deber de Vivir con toda su intensidad vital .

Es muy importante que los cristianos per-feccionemos las virtudes teologales pues una vez asumidas en la humildad de nuestra condi-ción divina por la Fe se rinde la inteligencia del hombre a Dios. La Eucaristia que comprende el misterio de nuestra salud nos acerca más a Dios.

Por la Esperanza la Eucaristía prefigura la posesión de la vida eterna que esperamos.

"El que come este pan vivírá para siempre"“Jn 6, 58”B ).

Y sin duda la Eucaristia (El Corpus Cristi) es el gran signo del amor de Dios para con noso-tros, de ello las expresiones de San Juan, (6, 56) son un imperativo categórico:

"El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en Mi y Yo en él”

La vida cristiana es lucha, entra en ella las pasiones que debemos orientarlas. Sin la 1uz de la Eucaristía, e1 hombre camina pero no camina; y el término “no”, es la felicidad que todo hombre busca.

No podemos plegar alas de fuego. No es posible amar y no volar. Cuando Dios en Jesu-cristo nos da su Comida, amor que no vuela es porque exige de cada uno de nosotros su holocausto y terminamos en la idea que a to-dos nos llama al amor de Jesucristo en la Eu-caristia.

"Lo esencial para llegar al cielo es morir en el camino" porque terminamos de aceptar que el yugo de Dios es suave y su permanencia entre nosotros es amor sobre nuestra frente. Tenemos sed de Dios que no se apaga con las aguas de este mundo.

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Francisco Ansón.Caballero de Yuste.

Entre los gobernantes más conocidos de la Historia española están Los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, y también nuestro Emperador Carlos V y Felipe ll. En este sentido, parece interesante conocer hacia cuál de estos gobernantes tienen una mayor simpatía los madrileños. Para ello, se ha llevado a cabo un muestreo aleatorio simple sin reposición de la Guía Telefónica de Madrid capital. Se ha muestreado aleatoriamente la página, dentro de la página el número del abonado y una vez llamado por teléfono el abonado y haber contestado éste cuál es el número de personas mayores de 18 años que componen su familia, viviendo en la casa, y citadas cada una de esas personas, se ha cruzado el número de familiares por el orden en que se han citado en una tabla de números aleatorios para determinar el miembro de la familia que debe ser encuestado. De esta forma se ha conseguido la aleatoriedad hasta las unidades últimas. En consecuencia, la muestra es representativa de todos los abonados que figuran en la Guía Telefónica de Madrid capital (aunque en el comentario de la encuesta se les llamará los madrileños, es claro que sólo representan a las personas de 18 y más años que figuran como abonados en la Guía Telefónica de Madrid capital).

La encuesta se ha realizado únicamente por teléfono y el tamaño de la muestra es de 147

encuestados de 18 y más años, lo que supone, con un nivel de confianza del 95 por ciento, que para el peor de los casos, p=q=50%, el margen de error es de +/-8,2. El trabajo de campo, incluido el “pre-test” o encuesta piloto, se ha efectuado entre el 11 de Noviembre de 2009 y el 1 de Febrero de 2010, ambos días inclusive.

La pregunta y los resultados han sido los siguientes:

¿POR CUÁL DE ESTOS PERSONAJES SIEN-TE MÁS SIMPATÍA?:

¿LOS REYES CATÓLICOS, FERNANDO E ISABEL, EL EMPERADOR CARLOS V, FELIPE ll?

LOS REYES CATÓLICOS.......... 29%

FERNANDO.................................. 1%

ISABEL........................................... 10%

CARLOS V.................................... 28%

FELIPE ll........................................ 20%

POR NINGUNO........................... 10%

NS/NC........................................... 2%

TOTAL........................................... 100%

Se han unido en la pregunta a Fernando e Isabel, porque, como de hecho ha ocurrido, ha habido encuestados que han mostrado su sim-patía hacia Los Reyes Católicos sin distinguir entre Fernando e Isabel.

Cabe pensar que la simpatía hacia Los re-yes Católicos –el 29%, por encima de Carlos V y Felipe ll- se deba fundamentalmente a con-seguir la unión de España y al descubrimiento de América.

Encuesta sobre la simpatía hacia los Reyes Católicos,

Carlos V y Felipe II

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Con relación a si se les puede llamar los pri-

meros reyes de España, Santiago Cantera Mon-

tenegro, ha publicado un extenso texto en el

número 65 de la Revista Arbil que constituye

una acertada síntesis en la que no se puede

decir más y mejor en menos palabras. A con-

tinuación hago un extracto de algunos de sus

párrafos.

Santiago Cantera Montero comienza

su estudio, destacando en negritas:

“Tradicionalmente se ha visto en la toma de

Granada por los Reyes Católicos en 1492, así

como en la posterior incorporación del Reino

de Navarra en 1512 a la nueva monarquía

fundada por ellos, la culminación de la

reunión de los distintos territorios hispanos

bajo estos gobernantes y, por lo tanto, el logro

de la unidad nacional española. Sin embargo,

esta valoración, que era prácticamente

aceptada sin plantear problemas ni dudas

tanto por los historiadores como por el resto

de la sociedad, ha venido siendo puesta en

entredicho desde hace unos veinticinco años

a partir de ciertas posturas”

Reyes Católicos

En efecto, por parte de personas competentes, entre las que figuran historiadores, se ha dicho que no se puede hablar de Reyes de España ni siquiera de España hasta el siglo XVlll, concretamente hasta Carlos lll. Más aún, de hecho, Los Reyes Católicos nunca usaron el título de Reyes de España, sino: «Rey e Reyna de Castilla, de Leon, de Aragon, de Siçilia, de Toledo...», aunque autores de aquel tiempo, incluso extranjeros los llamaran, Reyes de España.

Maravall en su obra, ya clásica, el Concepto de España en la Edad Media, encuentra en numerosos textos del medioevo las expresiones de «Regnum Hispaniae», «Reges Hispanici», «Reges Hispaniae», etc., que no se refieren a una simple entidad geográfica.

“Por otra parte, se debe recordar cómo al final del Poema de Mio Cid, el matrimonio definitivo de las hijas de Rodrigo Díaz de Vivar emparenta a éste con los linajes regios hispanos, de tal modo que el autor afirma: «Oy los reyes d’España sos parientes son; / a todos alcança onrra por el que en buena ora naçio» (6). Menéndez Pidal ya vio un «valor nacional» en esta expresión y en todo el Poema, y no deja de tener interés el hecho de que viene a mostrarse así al Cid como un vínculo entre las casas reales hispanas, con lo cual incluso podemos considerar que, de ser un héroe castellano, pasa a convertirse en un héroe español.

”En la obra editada por la Real Academia de la Historia, a la que ya nos hemos referido, uno de sus autores resalta cómo, «ciñéndonos a la época medieval, no parece que pueda haber muchas dudas sobre la presencia de España como realidad histórica, de la que sus propios habitantes, integrados en la Europa medieval, tomaron conciencia creciente a partir de los siglos XI al XIII, a través de ideas que, como suele suceder, fueron expresadas por los grupos dominantes pero que alcanzarían amplia aceptación social». En otro párrafo, se afirma que «el concepto de España es, ante todo, un concepto histórico y cultural, más allá de lo geográfico y más allá de lo político, que son dos de sus elementos componentes, relativamente fijo el primero, cambiante en el tiempo el segundo.»

A continuación, el autor reproduce numerosas citas de tiempos anteriores a Los Reyes Católicos, todas ellas rigurosamente documentadas, que establecen que ya desde el siglo Xlll y casi con seguridad desde el siglo Xl, se debe hablar de España en el sentido que lo hacemos hoy y, por tanto, a Los Reyes Católicos se les puede llamar con fundamento Reyes de España. (Hasta aquí el resumen de unos pocos párrafos del extenso trabajo de Santiago Cantera Montero, cuyo texto completo se encuentra en:

http://www.arbil.org/(65)sant.htm).

ENCUESTA SOBRE LA SIMPATÍA HACIA LOS REYES CATÓLICOS, CARLOS V Y FELIPE II

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Por su parte, Julio Montero y José Luis Roig, en su libro, muy recomendable, España, una historia explicada, analizan las causas de esta dificultad y concluyen: “La unidad territorial de los reinos hispánicos se consiguió en varias fa-ses y de diversos modos, entre ellos siguiendo una rigurosa y planificada política matrimonial. El primer paso lo constituyó la unión dinástica de las Coronas de Castilla y Aragón, con el matrimonio de sus respectivos reyes: Isabel y Fernando. Esta unidad no es más que el víncu-lo personal entre los monarcas y sus reinos: dos reinos con reyes comunes. Sin embargo, cada uno de los espacios geográficos de cada reino mantuvo sus propias leyes, institucio-nes, moneda, fronteras y aduanas entre ellos. La segunda etapa del proceso de unificación es la conquista del reino nazarí de Granada. Se inicia en 1483 y finaliza en 1492 con la toma pactada de la ciudad. La guerra contra Grana-da canalizó el espíritu de cruzada, unificó a la levantisca nobleza castellana en un proyecto común y afianzó el poder de la corona.

Emperador Carlos V.

“Por último se consigue la anexión de Navarra a Castilla. Durante los últimos siglos medie-vales este reino había basculado hacia Fran-cia, pero la habilidad política del rey Fernando consigue su unión a Castilla en 1512. La incor-poración sólo supuso que el rey de Castilla lo

era también de Navarra, que mantuvo íntegra-mente –como Aragón- sus instituciones polí-ticas propias, derecho, fronteras, aduanas. Se intentará también crear un vínculo dinástico –mediante matrimonios de príncipes de ambos reinos- con Portugal. Pero no llega a consoli-darse hasta muchos años después. Todo este juego de alianzas matrimoniales y políticas constituye el origen y creación de lo que hoy se conoce como estado moderno: un grupo social que ocupa un territorio y está política-mente organizado. Dicho con más precisión: un conjunto humano que habita un territorio concreto y posee un aparato institucional que garantiza la unidad. El Estado moderno como realidad política comienza a constituirse en España durante el reinado (1476 - 1516) de Los Reyes Católicos.” (Julio Montero y José Luis Roig, ESPAÑA, UNA HISTORIA EXPLICADA, “Desde Atapuerca hasta el 11 –M”, Cie Inver-siones Editoriales Dossat 2000, pp.51 y 52).

Por tanto, la unión de España como nación puede ser, razonablemente, una de las causas de la simpatía mostrada por los encuestados hacia Los Reyes Católicos.

El otro motivo de la simpatía es fácil que obedezca al descubrimiento de América. Al margen de la anécdota del lugar de nacimien-to de Colón, la empresa del descubrimiento corresponde a Castilla y más concretamente a Isabel que fue la que la financió y promovió. Quizá, por ello, existen encuestados que in-dividualizan su simpatía en la reina Isabel en detrimento de Fernando -10 por ciento para Isabel y sólo el 1% para Fernando-. En todo caso, este descubrimiento marcó el Principio de la Edad Moderna, de manera mucho más positiva que la del comienzo de la Edad Media que coincide con el hundimiento del imperio romano. Y hablando de imperio, en América no se hallaron las especias buscadas pero se encontró, entre otras cosas, el principio del Imperio español.

Se han citado esto dos hechos ocurridos du-rante el reinado de Los Reyes Católicos, porque se ha considerado que el establecimiento de la Inquisición, la expulsión de los judíos y musul-manes que se negaron a convertirse, incluso, las campañas victoriosas de el “Gran Capitán”, etc., parece que no provocan tanta simpatía.

ENCUESTA SOBRE LA SIMPATÍA HACIA LOS REYES CATÓLICOS, CARLOS V Y FELIPE II

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ENCUESTA SOBRE LA SIMPATÍA HACIA LOS REYES CATÓLICOS, CARLOS V Y FELIPE II

Del emperador Carlos V, se recuerda, sobre

todo, su continuo guerrear: primero, con las

Comunidades y Germanías, después, sus seis

guerras con Francia, luego, con los musulma-

nes, sean turcos o berberiscos, también, con

los protestantes y finalmente en América.

Quizá uno de los hechos que despierta sim-

patía hacia la figura de Carlos V, se refiere a

que hizo su imperio español y no alemán. En

efecto, historiadores como Comellas o Bran-

dy afirman que Carlos V hubiese conseguido

la unidad de la Gran Alemania si se hubiese

puesto a la cabeza del movimiento religioso

protestante.

Igualmente sus luchas contra el rey francés,

Francisco l, que llegó a aliarse con el Gran

Turco y con Barbarroja, poniendo en peli-

gro Europa y al que llegó a hacer prisionero.

He aquí, como Ballesteros y Alborg, cuentan

como Francisco l eligió el momento más opor-

tuno: “…para dirigir personalmente un brillan-

te ejército a Italia. Conquista Milán y sitia Pavía

donde se defendía el jefe español don Antonio

de Leyva, en cuyo auxilio acude el marqués de

Pescara, don Carlos de Lannoy y el Condesta-

ble de Borbón. Teniendo a su favor todas las

circunstancias, Francisco I sigue torpes conse-

jos, y lo más lúcido de su ejército y la flor de

la caballería francesa es diezmada por obra la

artillería y de la arcabucería de los españoles,

cayendo el propio rey prisionero de Juan de

Urbieta, Pita y Dávila. En 1525, es llevado a

Madrid el rey preso, y al año siguiente, firma

el Tratado de este nombre por el que cede Bor-

goña y renuncia a Milán, Nápoles y Génova, así

como a la soberanía sobre Flandes y el Artois,

dejando en prenda de cumplimento a sus dos

hijos. Pese a esto no cumplió sus compromi-

sos y se produce una segunda guerra.” (Ma-

nuel Ballesteros y Juan Luis Alborg, Historia

Universal, Editorial Gredos, página 170).

Quizá también produzca una especial sim-

patía la fidelidad ejemplar que guardó a su

esposa, Isabel de Portugal, mientras vivió, e

incluso, un detalle más propio de la menta-

lidad medieval que del Renacimiento, el reto

personal de Carlos V a Francisco l para decidir

en combate, valga la redundancia, personal, lo

que de otra forma llevaría a la guerra.

Además, el Emperador consigue vencer a

los protestantes en la decisiva batalla de Mühl-

berg, pero la traición de Mauricio de Sajonia

que se pone de acuerdo con Enrique ll de Fran-

cia, unido a otras causas, obliga a firmar el

convenio de Nassau, ratificado después en

Augsburgo, que reconoce legalmente el pro-

testantismo y el principio, cuius regio eius reli-

gio, esto es, la confesión religiosa del rey debe

ser seguida obligatoriamente por todos sus

súbditos.

Felipe II

Otro de los polos de lucha del Emperador fue

contra los turcos. De hecho Solimán el Mag-

nífico, llegó a asediar Viena , pero el ejército

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13

ENCUESTA SOBRE LA SIMPATÍA HACIA LOS REYES CATÓLICOS, CARLOS V Y FELIPE II

español liberó la ciudad; y asimismo, venció a

Barbarroja en Túnez y además se apoderó de

la Goleta.

Igualmente, en América, durante el reinado

de Carlos V, Hernán Cortés conquista México;

Francisco Pizarro, Perú; Almagro y Valdivia,

Chile; Cabeza de Vaca y Domingo Martínez de

Irala, los territorios de la Plata; Núñez de Bal-

boa descubrió el Océano Pacífico; Magallanes

el estrecho que lleva su nombre y Elcano fue el

primer hombre que dio la vuelta al mundo; se

fundó la Real y Pontificia Universidad de San

Marcos, Lima, Perú, creada por Real Provisión

de 12 de mayo de 1551, así como, la Real y

Pontificia Universidad de Méjico, por Real Cé-

dula de 21 de septiembre de 1551. También,

en tiempos del Emperador se promulgaron las

“Leyes Nuevas”. Su contenido fundamental fue

el de asegurar el buen trato de los indios; que

no se les pudiera hacer esclavos por ningún

motivo; que se impidiera que los indios sirvie-

ran de cargadores a no ser que lo hicieran por

su voluntad y con la debida retribución; que

no fueran trasladados a otras regiones distin-

tas de las que vivían; que desaparecieran las

encomiendas; y que los indios fueran puestos

bajo la Corona de España.

Además se generalizó la existencia de mes-

tizos y mulatos. El mestizaje en una colonia,

que yo sepa, sólo lo han practicado con carác-

ter general España y Portugal (que pregunten

a los ingleses lo que hicieron con los indios

americanos).

Sin embargo, de los indudables aspectos

positivos que tuvo el descubrimiento y colo-

nización de América, apenas queda nada para

la opinión pública debido, en gran parte, a un

antiguo encomendero, Fray Bartolomé de las

Casas, causante principal de la leyenda negra

de América. Asímismo, es probable que pro-

duzca menor simpatía la nueva guerra de Car-

los V contra el Papa Clemente Vll, en la que

también intervino Francisco l, y que acabó con

el bárbaro saqueo de Roma por los 15.000

alemanes de Jorge Frundsberg, así como la

actuación de la Inquisición, entre otras cosas.

En fin, que, aunque haya aspectos negati-

vos, se comprende que, por un motivo o por

otro, exista una gran simpatía hacia la figura

del Emperador Carlos V, concretamente la del

28% de los encuestados, por encima de Los

Reyes Católicos y Felipe ll.

De Felipe ll se tiene la idea de un burócrata

encerrado en su despacho, integrista, inquisi-

dor y triste.

He encontrado una cita que contradice, en

parte, esta visión tan generalizada de Felipe

ll:

“Aunque a Felipe II se le ha llamado el rey

burócrata, lo cierto es que no lo fue, que al

contrario de lo que suele creerse, no fue un

rey sedentario y enclaustrado en El Escorial,

sino que viajó largamente por Inglaterra, Paí-

ses Bajos, Alemania, Italia, el Mediterráneo

y el Atlántico, Portugal y Aragón, incluso en

Castilla su movilidad era continua, hasta que

sus diez últimos años de vida, la enfermedad

le obligó a moderar sus viajes.

“Felipe II tuvo su época de juerguista y mu-

jeriego hasta el punto de alarmar a su padre

que le llamó la atención. Las damas que trata-

ba eran las de sus hermanas y acabó enamo-

rándose de verdad de Isabel Osorio, con la que

pasó días muy felices en la ciudad de Toro.

Fue un gran amor, evidentemente imposible.

Viudo a los 18 años, se paseó por Europa a

los 21 y cautivó a todas las Cortes: apuesto,

culto, distinguido, sensible…” (http://www.

cecilgoitia.com.ar/felipe_II.htm).

Felipe ll gobernó, durante cincuenta años,

el mayor imperio que ha existido en el mun-

do, quizá, veinte veces mayor que el Imperio

romano. Durante su mandato, el imperio es-

pañol alcanzó su punto culminante.

Tal vez se recuerde con simpatía la victoria

de San Quintín en cuya memoria se construyó

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ENCUESTA SOBRE LA SIMPATÍA HACIA LOS REYES CATÓLICOS, CARLOS V Y FELIPE II

el Monasterio de San Lorenzo del Escorial, pa-

lacio y templo al mismo tiempo.

Los dos hechos que, probablemente se juz-

guen como más negativos, son: los de su que-

rido secretario Antonio Pérez y el de la derrota

de la llamada Grande y Felicísima Armada Es-

pañola, denominada después por los ingleses,

en broma, “La Armada Invencible”.

Es cierto, que la leyenda negra se ha en-

sañado especialmente con Felipe ll, aunque,

como escribe Fernando Díaz –Plaja: “La compa-

ración resulta obligada. Dos reyes en el mismo

siglo, con los mismos problemas. Enemistad

con Francia. Enemistad con Inglaterra. Luchas

contra protestantes, luchas con musulmanes

en su forma turca o berberisca. Problemas con

aliados como el Papa. (Felipe ll no llegó a ata-

car Roma como su padre, pero anduvo cerca

de hacerlo el duque de Alba y tuvo grandes

dificultades con Pío V, entre otras ocasiones,

con motivo de la investidura de Portugal).

“La comparación resulta obligada, repeti-

mos. Y de ella nace un rey simpático: Carlos, y

otro antipático: Felipe ll. Parece difícil que se-

res animados de los mismos ideales y las mis-

mas obsesiones, de cuyo interior lógicamente

sabemos poco, resulten teñidos de colores tan

distintos. Pero así es. Al terminar el estudio

de la historia del XVl, uno queda en sombra;

el otro luminoso.” (Fernando Díaz-Plaja, Otra

Historia de España, Plaza&Janés Editores,

1972, pág. 163). Poco más hay que añadir.

Como se ha dicho antes, un hecho negati-

vo fue el de la derrota de la llamada Grande y

Felicísima Armada Española. La culpa funda-

mental de la derrota de la Armada Invencible

se debe a que, ante la muerte de expertísimo

marino don Álvaro de Bazán, inexplicablemen-

te, Felipe II nombró al descalificado marino

duque de Medina-Sidonia que fue junto con las

tormentas, el verdadero causante de la derrota

de la mal llamada Armada Invencible.

No obstante, los resultados - el 20% mues-

tran más simpatía por Felipe ll que por Los

Reyes Católicos y Carlos V-, indican que los

madrileños no se han dejado influir en exceso

por la imagen triste y enclaustrada de Felipe

ll, ni tampoco por la terrible leyenda negra

que se inició el mismo siglo XVl en los Paí-

ses Bajos, alentada por Guillermo de Orange,

que buscaba la rebelión de esos Países Bajos,

y que no dudó en calumniar a Felipe ll, acu-

sándole de adulterio, incesto, asesinato de su

esposa Isabel de Valois y de su hijo y un largo

etcétera, acusaciones confirmadas en parte,

como se ha adelantado, por Antonio Pérez.

Debe señalarse, sin embargo, que las res-

puestas de los madrileños, tal vez estén algo

sesgadas, porque al tener tan cerca la mara-

villa del Monasterio de El Escorial, inclinen su

simpatía hacia este Rey, por encima de lo que

harían otras Autonomías más alejadas.

Sorprende gratamente el escaso número –2

por ciento- de: “No sabe” o “No contesta”, por-

que supone un conocimiento suficiente para

mostrar su grado de simpatía e incluso de an-

tipatía hacia estos personajes.

Significativo es el porcentaje –10 por cien-

to- de los encuestados que no sienten sim-

patía por ninguno de estos cuatro monarcas.

Las causas pueden ser varias: existe una

ideología en España que rechaza España y

todo lo español hasta que esa ideología no se

imponga en nuestro país; otra causa, puede

residir en el hecho de que estos reyes fue-

ron los primeros españoles y el encuestado

o encuestada sea nacionalista; o que, estos

reyes fueron católicos y defensores de esa

religión, lo que para algunos constituye un

motivo de antipatía, unido a que comparten

la leyenda negra sobre España, la Inquisición

o América; o, en otro caso, los entrevistados

son republicanos y no sienten simpatía por

las monarquías; etc.

No obstante, en resumen, los resultados

muestran, con algunas variaciones, una deci-

dida simpatía –casi el 90%- hacia estos per-

sonajes de la historia de España.

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 José Maria CosculluelaCaballero de Yuste

< Esto suele suceder con todo aquello que soporta una historia tan dilatada y envuelta en un cierto halo de misterio, puesto que contiene la voluntad y dictado del propio Ser Supremo.>

¿QUIÉN no ha oído hablar del Arca de la Alianza?.

La materia que queremos tratar y desbro-zar, puede ser contemplada bajo tres proyec-ciones, una fantástica, otra histórica y la terce-ra, real. Comenzaremos por la tercera.

El asunto y los acontecimientos que se na-rran en primer lugar, nos retrotraen intangible-mente a los años treinta del pasado siglo a la Contienda Italo-Abisinia, durante el año 1936, protagonizada por unos soldados bersaglieri italianos bajo las directrices del Duce, contra unos guerreros abisinios, con lanzas como armas. Un numeroso ejercito colonial italiano que estuvo al borde sufrir un notorio descala-bro, a manos de una irregular tropa abisinia con su emperador Hailé Selassié (el poder de la Trinidad) al frente, el cual tuvo que expatriarse a la Gran Bretaña y dejar el problema en manos de la Sociedad de Naciones, que como era ha-bitual no resolvió nada.

Aquí se despierta nuestro interés sobre el tema y saber si este personaje, Emperador del País denominado Etioipía, al partir hacia el exi-lio se había llevado consigo el cofre conocido en la Biblia, como El Arca de la Alianza y la

había depositado en una Banca Suiza o bien en la Gran Bretaña, cosa que personalmente dudamos, por la fama histórica de objeto peli-grosísimo, para quien osara tocarla. Una corti-na de humo se extendió sobre ello y hasta hoy sigue ignorándose.

Este fue nuestro punto de engarce con tan atrayente y desconocido tema, a no ser por las narraciones en diversos capítulos de la Biblia.

Pasado un tiempo reemprendimos la bús-queda de todo aquello que pudiera tener rela-ción con tan misterioso objeto y fuimos reco-lectando todos aquellos datos e informes que pudieran tener una conexión con el mismo.

Iglesia excavada en la roca en Lalibella.

Pero, ¿existió realmente el Arca en los tiempos bíblicos?. Si, aparte de las citas y descripciones bíblicas existen menciones históricas y canti-dad de opiniones sobre las funciones y cuali-dades del mencionado arcón o cofre.

Son primordialmente dos modernos escrito-res con personalidad de seudo-investigadores, los que han aportado las fantasías más esper-pénticas sin haberla visto. Estas dos personas

La Morada de Yahvé

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son el suizo Von Daniken y el español J.J. Be-nitez, ambos sorprenden a cualquier lector de buena fe, sin poder negarles su ingenio y ma-yor fantasía.

El uno por el hecho de que el Arca, según el, servía de intercomunicador entre Yahvé y su pueblo, calificándola de transistor, un absurdo, puesto que Yahvé ya le había dado previamen-te de viva voz a Moisés, las instrucciones para construir la mencionada Arca. El otro opina que al ir recubierta, por dentro y por fuera con láminas de oro, actuaría como un condensa-dor, produciendo radiaciones luminosas y des-cargas eléctricas que electrocutarían a quienes la tocaran. Por esta razón el Sumo Sacerdote que la oficiaba iba revestido de una túnica con doce piedras de fuego engarzadas que debe-rían poseer cualidades electromagnéticas, ya que interfieren a instrumentos electrónicos, tres de las cuales parecen haberse recuperado en Inglaterra.(connotación Dr. Philips).

Mapa de EtiopíaLugares interesantes en rojo.

¿QUE es El Arca de la Alianza, conocida tam-bién por Arca de los testimonios? : Tradicio-nalmente se trataba , o se trata de un cofre en forma de baúl, con tapa encimera plana, con-feccionada en madera de acacia negra y reves-tida tanto por dentro como exteriormente, con laminado de oro puro. Sus medidas son 2,5 codos de largo por 1,5 codos de ancho y alto, es decir el equivalente de 1,31 m. por 0,78 m. aproximadamente.

Una moldura de oro (guirnalda) la rodea en su borde superior. Ambos lados lleva fijos cua-

tro aros de oro, dos a cada lado, por los que pasan ensartados permanentemente dos pérti-gas de madera de acacia, también recubiertas de oro para sostenerla y poder trasladarla.

Posee una tapa propiciatorio, confecciona-da en oro fino y sobre la misma en cada extre-mo, figuran dos querubines, uno frente al otro con las alas abiertas y sus puntas tendentes a tocarse, confeccionadas en oro batido. El espa-cio enmarcado por las alas de los querubines, es por donde según el texto bíblico, se comu-nicaba Yahve con su pueblo. (Exodo 25,10-22y 37, 1-15). <Podía ser considerada como un templo portátil y también como el trono de Yahvé>.

¿CÓMO fue hecha?. Una pregunta a la que conviene responder con prudencia. Previamen-te hemos de puntualizar que Moisés es con-siderado el mediador de la palabra divina, es la única persona capaz de hablar directamente con Dios.

Sorprende, pero fue el propio Yahvé, según la Biblia, quien dio a Moisés, verbalmente las instrucciones, una “Job Order” (orden de tra-bajo), para confeccionar un Arca que será su Trono o Morada (un trono a semejanza de Fa-raón). No se pone ni por un instante en duda que fuera el propio Yahvé quien las dio. Ins-trucciones que fueron seguidas fielmente por Bezaleel y otros “hombres hábiles”, a los que Yahvé había dotado de cualidades. Da una re-lación de detalles para realizar el trabajo del Arca, especificando que será confeccionada con madera de acacia negra, una madera bue-na para ser trabajada en muebles, que no ne-cesita recibir impregnación para su conserva-ción, o a lo sumo tratarla con algún aceite para tapar los poros. Es de un dorado oscuro, que no es atacada por hongos ni tampoco por las termitas. También aguanta la humedad, ya sea de agua salada o dulce, por ello somos contra-rio a la opinión de quienes afirman que con el tiempo pasado, actualmente la madera ya la habría destruido la carcoma.

Yahvé señala que el Arca deberá estar toda recubierta de oro, por dentro y por fuera, se mencionan tres clases de oro: Oro Normal para los aros y recubrimiento de las pértigas, Oro Puro para el propiciatorio y recubrimiento y Oro Batido para la confección de los queru-

LA MORADA DE YAHVÉ

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bines. Menciona el Oro Puro que es el que se suele calibrar como de 24 kilates = 100%, lue-go menciona un Oro Normal que suele tener alguna aleación de cobre y es de 18 kilates = a un 75% y el Oro Batido, el transformado en finísimas láminas 1/100 mm. para dorar obje-tos por recubrimiento. Se utiliza el oro por que es un metal símbolo de pureza y majestad.

Por todos estos datos y exigencias dictadas por Yahvé, el Arca debería servir para una fina-lidad importante, cual era la de servir como su trono simbólico y la de contener las leyes por las cuales se regiría el pueblo elegido. Por ello cuando Moisés recibió en el Sinai las Tablas de la Ley, estas fueron depositadas dentro del Arca conjuntamente con un recipiente conte-niendo el maná, como símbolo del alimento que nutrió al pueblo judío en el desierto y la vara de Aarón.

El Arca sirvió al pueblo hebreo de instru-mento para manifestar la presencia de Yahvé, de respaldo a su pueblo y de medio de mante-ner, en lo posible, a los judíos alejados de la idolatría a la que tan fácilmente propendían. Se recurrirá también a ella en tiempos de gue-rra o en momentos de apuro grave.

Se la atribuirá el carácter de talismán y du-rante años será la enseña guía que conducirá al pueblo hebreo por el camino del desierto, indicando cada día donde debían hacer el alto y el camino a seguir al día siguiente.

Cuando el Cofre llegó a ser construido, un mes después , la ley fue colocada en sus entra-ñas. El Arca fue inaugurada el primer mes del segundo año a partir del Éxodo d e los hebreos de Egipto.

Se debe tener presente que el Arca era lo bastante grande y por todo ello, el arca debió estar cuidadosamente confeccionada, con un buen ensamblado y encastrado de todas sus piezas, en evitación del desvencijamiento du-rante sus traslados a hombros de los sacerdo-tes levitas.

Se ha hablado y murmurado de las descar-gas de energía que emitía, por lo que se han buscado diversas razones y explicaciones. No sería incongruente que debido a los recubri-mientos de oro y la climatología ambiental

desértica, adquiriera cierta cantidad de elec-tricidad estática y los vigilantes del arca, in-teresados en ello, aumentaran verbalmente el fenómeno.

También se tenía observado que durante las noches, del Sancta Sanctorum en donde custo-diaban el Arca, emanaban unas tenues nubes que posteriormente fueron identificadas con el ofrecimiento del incienso o bien una neblina natural.

El Tabernáculo era un templo portátil y cuando los israelitas se desplazaban por el desierto los levitas lo desmontaban y volvían a erigirlo donde quiera que las tribus hacían campamento.

El Tabernáculo constaba de un atrio rec-tangular alrededor de la estructura central del santuario. Estaba rodeado por cortinas susten-tadas en postes y se ha calculado que medía 44 m de largo por 21 m. de ancho y 2,1m. de alto. Dos expertos artesanos figuran con los nombres de Besaleel y Oholiab que fabricaron los utensilios. En el contenido figura sobre todo el Arca de la Alianza, ya que ocupaba el lugar más sagrado del tabernáculo del templo y servía al pueblo hebreo de instrumento de manifestación de la presencia de Dios.

¿CUANDO? : Al límite de su éxodo muere Moisés, en el desierto de Moab, a la vista de la tierra prometida, Canaan :” Y Moisés el siervo de Dios, murió en la boca de Yahvé”, que lo en-terró en los valles de Moab “y nadie conoce su sepulcro hasta nuestros días”. Su monumento fué unas tablillas de arcilla con escritura cunei-forme, dentro del Arca de la Alianza.

Moisés, como su nombre indica se le tiene por egipcio y con una educación de alto nivel, por lo cual se le considera amplio conocedor de la cultura de Egipto, también conoce el Có-digo Hammurabi y ello hará que influya en el código de leyes que transporta el Arca de la Alianza. Con su fuerte personalidad de general y legislador, tuvo carácter suficiente como para moldear durante los años del Éxodo al pueblo elegido de Israel.

Seguidamente, a la muerte de Moisés, Dios pone a Josué al mando del pueblo elegido, el cual decide penetrar en Canaán, sucediendo

LA MORADA DE YAHVÉ

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que las aguas del río Jordán al entrar en contac-

to con el Arca, se detuvieron y abrieron paso

para que pudiera atravesar a pie firme todo el

pueblo judío. La travesía del Jordán encabeza-

da por los sacerdotes y el Arca hacia la tierra

prometida, tendrá un valor simbólico. En el

momento presente, esta acción supondría una

gesta muy peligrosa por que en este tramo, las

aguas del Jordán son portadoras de la más alta

y peligrosa contaminación químico-bacteriana,

a causa del vertido de aguas residuales proce-

dentes de tres naciones fronterizas, amén de

una marcada disminución de su volumen.

El Patriarca Ortodoxo Etíope Abuna Paulos.

¿CÓMO?: La toma de ciudades en la llanura

de Palestina dará comienzo por la ciudad de Je-

ricó. Esta ciudad estará asediada y circundada

durante seis días por un grupo de sacerdotes

portando el Arca de la Alianza y caminando en

derredor del perímetro de su muralla, acompa-

ñados por el son de las trompetas. Al séptimo

día, los Israelitas lanzan un grito estertóreo y

las murallas se derrumban; un cordón escarla-

ta señalaba el sitio por donde debía asaltar el

ejército. “Los israelitas entran y asesinan a sus

habitantes, ha sido una guerra de Yahvé”.

Las mencionadas murallas de Jericó, posible-

mente no tuvieran la consistencia que pudieran

tener en una actualidad y rodearan en forma de

un simple paredón de piedra el perímetro del

susodicho poblado y por tanto ser susceptibles

de una demolición relativamente alcanzable.

“Josué hijo de Naim, mandó en secreto dos

espías desde Setim a Jericó”. “Al final de la con-

quista de la población, Josué dejó la vida a Ra-

hab, la cortesana y a la casa de su padre, que

habitó en medio de Israel hasta hoy, por haber

ocultado a los enviados por Josué a explorar

Jericó”.

Habiéndose aposentado los Israelitas en la

tierra prometida, el Arca fue colocada en la ciu-

dad de Guilgal y se le construyó un pequeño

santuario (Jos 7,6). Más tarde fue trasladada

a Siquem (Jos 8,33), luego a Betel (Jc 20,27) y

finalmente a Silo, su primera estancia de larga

duración en donde estuvo cuidada por la fa-

milia del sacerdote Eli (Sm 3,3). Mucho tiempo

permaneció tranquila el Arca en Silo.

Pero la historia se reiniciará cuando Samuel,

el ultimo de los grandes jueces se convierte en

adulto; en una ocasión los israelitas debieron

enfrentarse a los poderosos filisteos en la ba-

talla de Afec. En dicha situación se acordaron

del Arca y fueron a buscarla a Silo; pero por

alguna ignota razón, sus poderes ese día no se

manifestaron y los israelitas perdieron la bata-

lla. El santuario de Silo terminó destruido y el

Arca en poder de los filisteos que se la llevaron

como trofeo de guerra a su capital, Ashod y la

colocaron en el templo de su dios Dagon.

Durante el cautiverio, el Arca volvería a re-

cuperar y mostrar su poder al día siguiente,

derribando al suelo al dios Dagon y al otro día

nuevamente, pero esta vez sin cabeza y sin

manos . El gozo de los triunfadores fue efíme-

ro, pues al tiempo una extraña plaga de tumo-

res malignos y almorranas ataca a los filisteos

y el Arca es apresuradamente trasladada a otra

ciudad donde también estalla la peste, lo mis-

mo que en la tercera ciudad a la que la lle-

van. Al final la pusieron sobre un carro tirado

por dos vacas, sin arriero y la enviaron campo

a través para que fueran a donde quisieran. La

carreta llegó sola a la ciudad de Bet Shemesh

devolviendo el Arca a los Israelitas, incluyendo

ofrendas en oro en desagravio.

El Arca se quedó en Bet Shemesh, provo-

cando la muerte de setenta hebreos que inten-

taron mirar en su interior, quien sabe si para

LA MORADA DE YAHVÉ

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comprobar lo que pudiera faltar del contenido.

Lo cierto es que el miedo al Arca hizo que esta se “exiliara” a Quirat Jearim, donde fue custo-diada durante veinte años por un tal Abinadab, hasta que el Rey David se propuso llevársela a Jerusalén. En el transcurso de este traslado, un hombre llamado Oza (o Uza) murió al que-rer sostener el Arca que sufrió una oscilación con peligro de caída. Dado este percance se decidió que ésta “reposara” en casa de Obede-dom de Gat. Una vez pasados estos sucesos, el rey David preparó en Jerusalén una tienda en donde estuvo el Arca depositada hasta que el Rey Salomón decidió construir y concluir el Templo.

El Arca porteada por levitas.

El Templo de salomón se erigió al norte de la Ciudad de David original y sus paredes re-cubiertas de maderas de cedro del Líbano. Du-rante la ceremonia de dedicación del templo, el Arca de la Alianza se introdujo en el Sancta Sanctorum, es decir, en el santuario central. Dejó de ser portátil y como demuestran las primeras palabras de la oración de Salomón, creyeron que a partir de ese momento Yahvé residió permanentemente en el lugar más sa-grado, Yahvé ha declarado que habitará en densa nube. Yo te he construido una casa para morada tuya. Corría en esos momentos el año 935 a.C..

Durante el reinado de Salomón, cuentan las

Crónicas que debido a la fama y nombradía de

su persona por su cultura, sabiduría y pronta

inteligencia, recibió con todo esplendor a la

reina Belkis de Saba (de la denominada Ara-

bia Feliz, probablemente del actual Yemen del

Sur). Esta importante personalidad acogida en

la Biblia y mencionada en el Corán, se despla-

zo en un gran viaje para su época, a Jerusalén

para conocer a tan reputado gobernante del

que le habían suministrado referencias extra

elogiosas por su gran personalidad y sabiduría

en el proceder. Como era de esperar, según el

relato de la Leyenda, de las estrechas relacio-

nes entre Salomón y la reina Belkis, ésta quedó

prendada del Rey y regresó a su país esperan-

do un hijo de Salomón que sería conocido con

el nombre de Menelik I, y que en el futuro des-

empeñaría un importante papel en la historia

del Arca.

Menelik fue enviado para recibir formación

con su padre a Israel, donde se educó has-

ta los diecinueve años convirtiéndose al credo

judío. Al retornar a su país y como regalo de

despedida, Salomón hizo construir una réplica

idéntica del Arca para que se la llevara a Etio-

pía. Una tradición cuenta que Menelik temien-

do por la seguridad del Arca original, cambió

la copia y se llevó la autentica. El investigador

Graham Hancock sostiene que el Arca de Me-

nelik I se encuentra en Santa Maria de Sión, en

Axum, custodiada por un sacerdote vigilante

casi ciego, tal como pudo comprobar el equipo

de la BBC que elaboró un reportaje. La copia

que quedó en el templo de Salomón pudiera

ser la que salvaguardó Jeremías cuando la in-

vasión de Jerusalén por Nabuconodosor. Tesis

parecida sostiene el escritor Grant Jeffrey que

estudió a los falashas etíopes que querían re-

construir el tercer templo.

Tiempo después, los relatos indican que

el Arca de Menelik permaneció cuidada unos

años en la isla Elefantina del Nilo, donde habi-

taba una colonia hebrea de levitas. Los hebreos

que la custodiaban huyeron posteriormente al

Sudán y desde allí a las tierras altas de Etiopía,

asentándose en el lago Tano, un mar interior a

LA MORADA DE YAHVÉ

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más de dos mil metros de altura. Unos textos antiguos relatan como el Arca de la Alianza ha-bía sido colocada en una especie de taberná-culo en la isla de Tana Chercos (Tana Kirkos), donde permaneció 800 años.

Etiopía, en el corazón de Africa fue uno de los primeros países en los que entró el anti-guo cristianismo (monofisista), incluso antes que en algunos de Europa, posiblemente lleva-do por monjes sirios. Ya en el Siglo IV el reino de Aksum era una potencia y en el año 350 el rey Ezana conquista Meroe, después de una importante campaña militar y se convertirá al cristianismo. Los relatos señalan que habien-do pasado los ocho siglos, el rey Ezana decidió trasladar el Arca a Axum, siendo finalmente depositada en la Iglesia de Nuestra Señora de Sión. Al parecer los cimientos de la catedral de Maryam Tsion fueron puestos durante el gobierno de Ezana. En el siglo XII el rey Lalibe-la vio en un sueño, la reproducción de las 11 iglesias de Jerusalén en territorio Etiope e hizo construir once iglesias excavadas en la roca viva (Patrimonio de la humanidad), querien-do reproducir una Jerusalén Negra, aunque ello también pudo deberse a la afluencia de refugiados Coptos procedentes de dominios musulmanes. Algunas de estas iglesias están excavadas en la roca con una altura de treinta y tres metros y tardaron unos veinticinco años en labrarlas algunos millares de obreros.

Aquí dejaremos constancia que en el año 1941, el ejército británico liberó Etiopía del co-lonialísmo y repuso en el trono al Emperador Haile Selassie (+1975).

Nos situamos nuevamente en el Templo de Salomón en donde el Arca permaneció, hasta que en el año 586 a. C. entra en Jerusalén Nabuconodosor II rey de Babilonia y arrasa la ciudad, el Templo, sus tesoros y hace prisione-ros a su rey Joaquín, a su madre y a la esposa y este parece ser el fin del Arca pues no se la vuelve a mencionar.

Un infatigable investigador británico Gra-ham Hancock narra una posible pista desde su misteriosa desaparición bíblica. En 1983 tuvo noticia de su conexión con la nación Etiope, siendo corresponsal en Etiopía y visitando la ciudad de Axum, conoció al que afirmaba ser el guardián del Arca de la Alianza y descen-

diente de los sacerdotes levitas.

¿DÓNDE?: No obstante para no perder es-peranzas, la Biblia (Macabeos 2, 1-8) se refie-re a como el Profeta Jeremías ante el peligro, ocultó el Arca y el altar de los holocaustos en una gruta situada en el monte Nebó (el actual Jaban an naba). Lo que no se anota es si des-pués retornó a Jerusalén. Algún otro la sitúa en Jordania.

El arqueólogo Ron Wyatt afirma en el 6 de Enero de 1982, que el Arca auténtica se encuentra bajo el monte Moriah en la deno-minada “pared de Calvario”, después de una búsqueda intensa. Otra expedición en 1911, la de Montague Parker, la localizó en la Roca Sagrada debajo de los muros del Templo, pero tuvo que huir al ser descubiertos por un celador.

El Patriarca Ortodoxo Etíope Abuna Paulos.

Por otra parte el arqueólogo Vendyll Jones co-municó en 1944 que por unas fotografías de Satélite se localizaba una minireplica del Tem-plo de Salomón en la localidad de Gilgal.

Importantes son los escritos de Graham Phi-lips describiendo la presencia en Jerusalén, en el año 1118, de nueve caballeros dirigidos por

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Hugo de Paynes y Godofredo de Saint Omer que con aprobación del Santo Padre y conce-sión de Rey Balduino II se constituyen en ca-balleros de Cristo y del Templo y se posesio-naron de los establos del Templo de Salomón, (interesante), en donde después de tiempo de excavaciones e indagaciones sobre el Arca, pa-rece que lograron objetos interesantes y fór-mulas matemáticas arquitectónicas, musica-les y conocimientos esotéricos. Se afirma que encontraron objetos sagrados y las piedras de fuego que a su retorno a Europa trasladarían a Inglaterra y Escocia. Todo ello con aprobación del Papa Honorio II, y la realidad de que al re-torno al Continente daría comienzo la ingente labor de construcción de las Catedrales Góti-cas cuyo símbolo fue Chartres. Mencionemos los símbolos del Arca en la Ermita Templaria de San Bartolo de Ucero.

El Arca de la Alianza en Jerusalen.

Otros “perseguidores” del Arca y sus poderes, fueron los jerarcas nazis dirigidos por Heinrich Himmler, que envió al historiador Otto Rahn en 1937 al Languedoc a buscar el tesoro de Salo-món, falleciendo poco tiempo después. Sería nuevamente en 1942 que ordenó una nueva misión al intrépido Otto Skorzeny con un equi-po de especialistas escaladores a Montsegur para reconocer las montañas cercanas y la for-taleza cátara. El 15 de Marzo de 1944 localiza-ron el difícil sendero que utilizaron los defen-sores cátaros y si hallaron algo lo trasladarían a Alemania a unas cuevas próximas a donde estuvo el palacio de Himmler.

Por encima de todo ello es de recalcar que ni las autoridades Jordanas, ni las Palestinas y menos las Israelíes tienen interés alguno de que aparezca el Arca en sus respectivos terri-torios, las razones son obvias.

Mas allá de la historia de Israel y de la in-quietante teología cristiana, secretos hermé-ticos rodean a este fabuloso objeto, ¿qué re-flexión podemos hacer en definitiva de él?.

Ha pasado un lapso de tiempo, en el que ha estado silenciada para el mundo occiden-tal su existencia, hasta que una tradición oral de la Iglesia Copta Ortodoxa Etiope, confirma que la autentica Arca de la Alianza está en su posesión desde hace siglos como el objeto re-ligioso representativo más importante de la fe cristiana.

Boceto del natural del Arca de la Alianza.Al Dr. J.O. Kinnaman, fundador del Museo Nacional de Etiopía, se le permitió entrar en el templo de Santa María de Sión en Axum para que contemplara el Arca que allí se custodia. No pudo tomar fotografías, pero si realizó unos bocetos que aquí se reproducen.

Sorpresivamente el 28 de Junio del 2009 y en Roma, el Patriarca Ortodoxo de Etiopía, Abuna Paulos, afirma haber visto el Arca de la Alianza en buen estado y custodiada por un sacerdote en la Iglesia de Santa Maria de Sión, en Axium, Etiopía y se lo ha confirmado personalmente al Santo Padre Benedicto XVI.

Dándolo por cierto, ¡aleluya!, tendríamos la dicha de poder contemplar un símbolo históri-co de nuestra religión. Finalmente y siguiendo con la lectura de la Biblia, nos encontramos un texto que desarma nuestras esperanzas, tal es el pasaje de la profecía de Jeremías : (Jer. 3, 16) <<¡Ah, el Arca de la Alianza de Yahvé!, No se acordarán ya de ella, se les irá de la memo-ria, ni la echarán de menos ni harán otra>>.

Este objeto de factura humana pero de di-seño Divino, ¿habrá cumplido ya la misión que tenía destinada en la Tierra?.

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Evocación de un bonito viaje

Rafael Gil EstebanCaballero de Yuste

Decía el escritor y político inglés Benjamín Disraeli (1804-1881), parafraseando a Essper, que “como todos los grandes viajeros, yo he visto más cosas de las que recuerdo y recuerdo más cosas de las que he visto.” Trataré, pues, de no caer en uno u otro extremo y recapitular a grandes rasgos el reciente viaje que un grupo de Caballeros y Damas de nuestra Real Asociación realizamos por Bélgica, Luxemburgo, Alsacia y Alemania.

Siempre es grato, como en esta ocasión, viajar en compañía de buenos amigos, conocer a quienes desde el momento de la presentación pasan también a serlo y lamentar la ausencia, por unos u otros motivos, de quienes no pudieron acompañarnos.

Obviando todo comentario sobre nuestro encuentro en Barajas, vuelo hasta Bruselas y llegada al hotel, poco podíamos imaginarnos la sorprendente acogida que pocas horas

después nos fue dispensada en la villa de BINCHE, a donde nos desplazamos en autobús, por parte de los Caballeros y Damas de la Orden de María de Hungría.

Ataviados todos ellos con fastuosos trajes de época, fuimos cálidamente recibidos en la puerta de su Casa Consistorial, adornada profusamente con banderas y estandartes. Tras rendírsenos honores por una guardia de alabarderos en perfecta formación, penetramos en la maravillosa Sala del Consejo, donde fueron éstos relevados al son de la gaita por una guardia escocesa. Allí nos esperaban, honrados por la presencia del Archiduque Pierre-Charles de Austria-Lorena y la Sra. Condesa de Ursel, representantes de las Autoridades Municipales, Consejeros de la Orden, Damas de Binche; Sociedades de Binche 1549 y miembros de la Magistratura del Trabajo Burguesa de Binche.

Ante los allí reunidos nuestro Presidente, Monseñor Clemente Martín, el Gran Canciller de la Orden de María de Hungría, Hon. Maurice Davoine, y el Excmo. Sr. Burgomaestre de Binche intercambiaron alocuciones trufadas de referencias históricas, obsequios conmemorativos de la efeméride y, cómo no, las bandas y diplomas acreditativos de tan entrañable hermanamiento.

Concluida la ceremonia, se nos obsequió con un cocktail durante el cual tuvimos la oportunidad de conversar -sin problema alguno para quienes no sabían francés o flamenco, pues la práctica totalidad de nuestros anfitriones hablaba inglés-; intercambiar tarjetas, bromear abiertamente, dentro, siempre, de la más pulcra corrección, y estrechar los lazos de una vieja-nueva amistad. Si calurosa fue la bienvenida, más aún lo fue la despedida, siempre al son de la gaita; más que un diplomático “adiós”, un esperanzado “hasta la vista”.

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A la mañana siguiente nos trasladamos a GANTE, capital del Condado de Flandes y cuna del Emperador Carlos V. Tanto allí como en BRUJAS nuestro grupo fue protocolariamente recibido en los Salones Ceremoniales de unos Ayuntamientos cuya riqueza histórica y ornamental nos dejaron sin palabras. Sin el menor demérito hacia nuestra querida España, es de justicia reconocer los valores de todo tipo que aquellas tierras encierran.

Nuevamente desde Bruselas nos trasladamos a LIEJA y LUXEMBURGO, participando en otras dos recepciones oficiales. La segunda –LUXEMBURGO- resultó particularmente entrañable. Los Embajadores de España en aquel país, un matrimonio “de revista”, a juicio de muchas de las Damas de nuestro grupo, tuvieron la deferencia de agasajarnos en su propio domicilio, departiendo larga y cordialmente con todos los presentes. A primera hora de la tarde, entre nubes y claros, hicimos un recorrido turístico “comandado” -valga en este caso la expresión- por un vocinglero guía local cuyo español era tan singular como su atuendo y él mismo. Digna de mención fue la visita al Cementerio Militar Norteamericano, donde reposan los restos del famoso General Patton, y que hizo recordar al autor de estas líneas -éste en versión reducida- al Cementerio Militar Alemán enclavado a mitad de la cuesta entre el pueblo de Cuacos, sede de nuestra Real Asociación, y el Monasterio de Yuste.

Tras pasar la noche en un hotel rodeado de verdes campos de golf, nos dirigimos al siguiente día hacia ESTRASBURGO, sede del Parlamento Europeo, dedicándonos a recorrer el casco antiguo de la ciudad en un simpático trenecito encristalado -el tiempo así lo exigía-, visitar la Catedral de Nuestra Señora, erigida alrededor del año 1100 y adquiriendo -¡cómo no!- los inefables recuerdos locales.

El recorrido del siguiente día le sonaba a más de uno de los de nuestro grupo bastante prometedor: íbamos a discurrir nada menos que por “la ruta de los vinos”, aquella jornada ya con sol, visitando COLMAR -“la pequeña Venecia”-, RIQUEWIHR y RIBEAUVILLE. ¿Iba a quedarse alguien sin probar, hallándonos en plena Alsacia francesa, sus deliciosos caldos, cuando no comprar un par de botellas?

El sexto día, ya en Alemania, resultó tan gratificante como todos los anteriores. HEIDELBERG, donde radica la más antigua universidad germana, coronada por el Castillo Palatino, nos hizo suspirar una vez más, lamentando la falta material de tiempo para poder visitar con detenimiento sus valiosos museos. Tras almorzar en un típico restaurante, proseguimos

hacia FRANKFURT, patria chica del inmortal Goethe, donde pasamos la tarde callejeando por sus animadas calles y asombrándonos del tesón y laboriosidad del pueblo germano, capaz, como bien lo ha demostrado, de levantar una ciudad tan moderna como espectacular y dinámica sobre las ruinas que allí quedaron tras la Segunda Guerra Mundial.

La “Ruta Romántica” del siguiente día no dejó a nadie indiferente. Si WÜRZBURG nos encantó, mayor fue la impresión que nos produjo ROTHENBURG-OB-DER-TAUER,

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pueblecito medieval amurallado que no deja de recordar los cuentos de los Hermanos Grimm. Nadie, puedo asegurarlo, volvió a Frankfurt sin haber hecho acopio de un sinfín de los simpáticos artículos típicos que allí proliferan por todas partes.

El crucero por el Rhin del octavo día, todo hay que decirlo, decepcionó a más de uno, tanto a quienes hacían aquella prometedora excursión por vez primera como a los que una vez más la repetíamos. Allí, sobre la cubierta del barco, divisábamos a lo lejos, en lo alto de las no muy elevadas montañas, los vistosos y bien conservados castillos que tanto nos hubiera gustado -siquiera uno solo- visitar. Pero la decepción inicial quedó cumplidamente compensada, pocas horas después, al llegar a COLONIA. La simple contemplación de su imponente catedral gótica merece de por sí realizar tan largo viaje. ¿Quién de nosotros dejó de fotografiarse junto a uno de sus gigantescos florones de piedra, de 9,60 por 4,50 metros, que la rematan? ¿Y cómo no comprar, bien de regalo o para uso personal, algún frasco de “Agua de Colonia” en aquella tienda donde junto a la misma entrada hay una fuente de la que mana tan fragante líquido?

A la mañana siguiente emprendimos camino hacia AQUISGRÁN, la de las aguas termales, donde visitamos su Catedral, lugar de reposo de los restos del emperador Carlomagno y fuimos una vez más objeto de una amable recepción oficial en su Ayuntamiento.

Y como todo en esta vida, también nuestro viaje tocó a su fin. Tras pasar un día completo en la renana DÜSSELDORF, mezcla de imponentes edificaciones de vanguardia y un encantador casco antiguo -también reconstruido- regresamos a FRANKFURT para volver a la mañana siguiente hacia Madrid.

Sería injusto dar por cerradas estas líneas sin hacer mención expresa a la impagable ayuda de nuestro amigo y compañero el Caballero de Yuste Coronel FRANZ THiELE, quien con su formidable

dominio de nuestro idioma no sólo ejerció de traductor ante las autoridades germanas que tan cordialmente nos recibieron sino que asimismo nos deleitó con una interesantísima disertación merecedora de ser reproducida en la revista de nuestra Real Asociación.

La entrañable DOÑA ETELVINA, la encantadora y primaveral Dama de Yuste de tan sólo noventa y cinco años que formaba parte de nuestro grupo, no dejó de sorprendernos -y hacernos envidiar- su permanente buen humor y vitalidad, siendo la primera en seguir los pasos de los guías locales, preguntarles hasta el más mínimo detalle y obligándome a mí -cariñosa pero quizás irrespetuosamente- a preguntarle en cierta ocasión: “Doña Etelvina, dígame: ¿usted por las mañanas desayuna gasolina súper, keroseno o energía nuclear?

El avión aterrizó en MADRID. Tras las despedidas de rigor, el recuerdo de unos días en los que la amistad y la camaradería jugaron un papel que los cientos de fotografías tomadas nos servirán siempre a todos de perenne evocación.

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Antonio José Mérida Ramos Caballero de Yuste

Cuando en la cinta número nueve de la terminal cuatro de Barajas esperando las maletas, nos despedíamos cruzando tarjetas y correos electrónicos con un sinfín de emotivos y cariñosos abrazos y sinceros deseos de vernos pronto de nuevo nuestro entrañable presidente me encomendó “manu militari” que hiciese una breve crónica del viaje que finalizaba, sinceramente acepté encantado, aún sabiendo la responsabilidad que entrañaba tal encargo. Supe de inmediato que debía ponerme a ello a la mayor brevedad posible, porque obviamente no había tomado ninguna nota en todo el largo trayecto y debía solo servirme de mi menguada y precaria memoria de soldado ya viejo y estropeado.

Ardua pero ilusionante tarea tenía por delante para relatar un largo e intenso viaje por Centroeuropa en la que como titulo estas líneas fuimos todos, en alguna forma embajadores de nuestra querida Real Asociación ante muy distintas autoridades de los diversos países europeos que visitamos.

Creo poder decir sin equivocarme que pocos de los componentes de la expedición sabíamos a ciencia cierta cuando nos reunimos en la terminal T4 de Barajas la nublada mañana del día 26 de marzo, la importante misión que estábamos a punto de comenzar.

Por primera vez, se iba a visitar cuatro países con encuentros institucionales de cierta relevancia en casi todos ellos.

En primer lugar íbamos a hermanarnos con otra histórica asociación con valores e intereses afines a los nuestros, que tomaba el nombre de la muy querida hermana que

merced a una muy pronta viudez dedicó su vida a servir con lealtad y eficacia los intereses del Emperador en los Países Bajos. La Orden de María de Hungría con la que al día de hoy estamos unidos como lo estuvieron Carlos y María de Austria, es una Orden muy antigua y respetada en Bélgica que se remonta al año del señor de 1549, cuando en las fiestas de agosto en la entonces villa de Binche en el sur de Flandes se creó, jurando sobre unas plumas de avestruz símbolo de una lejana tradición.

Su compromiso ya entonces como lo es hoy, no es otro que defender la memoria de María de Austria, viuda de Luis II rey de Hungría y Bohemia, así como del patrimonio, tradiciones y privilegios de la ciudad de Binche.

Así pues, 25 damas y caballeros de la Real Asociación del Monasterio de Yuste con su Presidente al frente Monseñor D. Clemente Martín Muñoz, embarcamos en el vuelo IB 3202, con destino a Bruselas, con la alegría e ilusión que todo viaje siempre despierta, junto a la expectación añadida de visitar algunas de las ciudades que tanto representaron, previo a su reclusión voluntaria en Yuste, a la figura de nuestro Emperador Carlos V.

Así llegamos a Bruselas, donde se nos unieron dos amigos más, completándose así el número final de 27, los miembros de nuestra Real Asociación que iniciamos y concluimos nuestro viaje medio lúdico y medio diplomático por los extensos territorios patrimoniales de los Habsburgo en Centroeuropa.

El comienzo no pudo ser más intenso y emotivo así, tras descansar breves momentos en el primer hotel de una serie de confortables establecimientos en que nos alojamos durante los diez días siguientes, y con la formalidad en el vestir que nos era obligada, detentando y luciendo con orgullo nuestras insignias corporativas de la Real Asociación, nos dirigimos a la ciudad de Binche, situada a algo menos de 100 Km. al sur de la ciudad de Bruselas.

Embajadores por Europa

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La recepción que se nos ofreció en Binche, creo que no se nos olvidará en muchos años. Fue lo que en francés llamaríamos “joyeuse entreé” y en flamenco “Een blijde inkomst”, es decir una buena y cálida acogida.

La entrada al histórico edificio del Ayuntamiento lo hicimos franqueados por una guardia armada con espada y lanza todos ellos protegidos con armadura y casco y, al son de una gaita escocesa (al parecer la guardia personal de María de Hungría procedía de esas Tierras Altas), no podía por menos que transportarte conforme ibas subiendo las recias y enceradas escaleras que te llevaban a la gran sala noble de audiencias, al mismísimo siglo XVI.

Allí nos esperaba le Grand Chancelier de la Orden, el excelentísimo señor Maurice Davoine, junto al alcalde de la localidad y un nutrido séquito de hombres y mujeres todos ellos vestidos de época, que nos saludaban y daban la bienvenida como hermanos que vienen de otras tierras alejadas pero afines.

Bellas palabras de presentación, de amistad y fraternidad fueron cruzadas entre nuestro presidente y las personalidades y autoridades locales, con intercambio de regalos, creándose según iba pasando el tiempo una atmósfera pretrentina y renacentista repleta de cordialidad y simpatía.

Allí se encontraban representadas otras muchas entidades y asociaciones culturales así mismo luciendo galas del siglo XVI, como la Stichting Keizer Kasel Gent, la fundación del Emperador Carlos V de Gante, con su secretario general Jan Ramaekers al frente, quien me contó personalmente que esta organización había sido creada en 1970 fijándose sus objetivos en el fomento de estudios y manifestaciones históricas, culturales y literarias sobre la época de Carlos V y principalmente “voornamelijk in de Nederlanden en in het Gentse in het bijzonder”, es decir sobre su reinado en los Países Bajos y en concreto sobre la región de Gante.

Al final de la recepción oficial fuimos agasajados con un vino en el que no faltaron las tradicionales salchichas y los exquisitos dulces belgas.

No podíamos haber tenido mejor recibimiento en unas tierras en que todavía lo español sigue siendo recordado con respeto cariño y simpatía.

El día siguiente lo dedicamos a visitar dos importantes ciudades que recuerdan en cada esquina la figura del Emperador, simbolizando al mismo tiempo el pensamiento erasmista y europeo, con sus conflictos de reforma y contrarreforma pero siempre dentro de una cultura y tradición cristiana.

Bélgica nos muestra un ejemplo de cómo dos comunidades con idiomas y costumbres diferentes, francófonos valones al sur y, flamencos al norte conviven en armonía, no sin ciertas tensiones como no podía ser menos, pero sin odio ni sangre, sino con espíritu franco y abierto al diálogo, a la comprensión y al respeto mutuo.

Visitamos en Gante la iglesia de San Babón, patrón de la ciudad, con sus extraordinarios tesoros ocultos como los cuadros góticos de los hermanos Van Eyck, ciudadanos insignes de la ciudad o el imponente cuadro de Rubens, sin olvidar el más impresionante púlpito barroco que personalmente haya visto en ningún lugar.

La ciudad hanseática de Brujas, la llamada “Venecia del norte” es un pequeño museo vivo al aire libre. La fortuna hizo que esta ciudad sufriera poco en los bombardeos de la segunda guerra mundial mostrándonos hoy día una ciudad de trazado medieval, con calles totalmente empedradas y rebosante de vitalidad, turistas y buen humor.

Aquí tuvimos el privilegio de ser recibidos por la autoridad local en el histórico Salón de los Magistrados, donde nuevamente nuestro Presidente Monseñor D. Clemente Martín Muñoz esta vez traducido por uno de nuestros caballeros, el Coronel de E.M. D. Antonio Jordá, explicó la vocación europeísta de nuestra organización, recordando y resaltando la figura del Emperador como líder de la Universitas Christiana.

Le fueron entregados diversos regalos, destacándole nuestro deseo de prosperidad para la comunidad que dirigía y agradeciendo

EMBAJADORES POR EUROPA

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EMBAJADORES POR EUROPA

sus palabras de bienvenida y buenos deseos para nuestra Real Asociación.

Al día siguiente, no sin antes haber visitado la noche anterior en Bruselas la Grand Place y algunos haber degustado los famosos mussels, sentados en sus numerosas terrazas que tamizaban las estrechas calles medievales que confluyen en la mayor plaza gótica de Europa, nos pusimos en camino hacia Lieja, abandonando Bélgica y entrando en el Gran Ducado de Luxemburgo.

El tiempo que hasta entonces había sido primaveral tornó a cambiar, lloviendo intermitentemente, sin que este contratiempo nos impidiera visitar el cementerio americano en el que descansan los restos del general Patton junto a sus soldados que murieron frenando el último intento alemán del general Von Guderian de romper el frente en lo que más tarde se llamó la batalla de las Ardenas.

Luxemburgo es una pequeña y elegante ciudad alrededor de un antiguo castillo medieval. Probablemente sea la ciudad con el mayor número de bancos de Europa, tal vez incluso más que las conocidas ciudades bancarias de Zurich y Basilea en Suiza. Creo poder hablar por todos al decir que se trata de una encantadora y cómoda localidad, una auténtica ciudad para vivir.

El tercer país en el que entramos fue Francia en su región de la Alsacia, pero antes de partir hacia su capital, Estrasburgo, fuimos recibidos con la elegancia y buen hacer de la que siempre hace gala nuestra diplomacia, por el embajador español en Luxemburgo D. Miguel Benzo Perea que tuvo la amabilidad de recibirnos en su casa donde Monseñor le explicó la génesis e ideario europeísta de nuestra Real Asociación haciéndole entrega de nuestra metopa así como un detalle a su esposa que organizó con gran eficiencia un desayuno de media mañana para el elevado número de invitados que componíamos el grupo.

Y así llegamos por fin a Alsacia, lugar de enfrentamientos continuos y prolongados entre el mundo franco y el mundo germánico, con su capital Estrasburgo, ciudad europea por todos sus costados y sede de importantes instituciones internacionales y europeas

que así mismo visitamos, así como su extraordinaria e inconclusa catedral, con su pasado católico o protestante según que época y, sus maravillosas vidrieras enmarcadas en estilizadas ventanas góticas.

Alsacia nos deparaba una agradable sorpresa y esta no era otra que la degustación de sus generosos caldos blancos.

Nombres de uvas como riesling, pinot, muscat o gewurztraminer, las fuimos conociendo poco a poco siguiendo la llamada ruta del vino.

Pueblos como Ribeauville, Riquewihr o Colmar creo que los recordaremos todos los que allí estuvimos en la forma de casas extremadamente cuidadas gran parte de ellas construidas durante los siglos XVI y XVII, y que al coincidir con la festividad de la Pascua exhibían siguiendo ancestrales tradiciones conejos y huevos delicadamente decorados con un sin fin de colores diversos.

Al día siguiente cruzamos el río Rin, frontera natural entre Francia y Alemania, que merced del tratado Schengen se cruza sin barrera ni control alguno como si nos desplazásemos de una provincia a otra dentro del mismo país.

Heidelberg, sede de uno de los siete electores que elegían al Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, nos esperaba con su castillo y su famosa universidad.

Como envidio los ríos centroeuropeos, cualquiera de ellos lleva un caudal doble que nuestro querido río Ebro. En este caso es el Neckar, el que divide la ciudad, como pocos kilómetros más adelante será el Main el que cruce Frankfurt, tributarios ambos del Rin. Würzburg y Rothemburg ob der Tauber, ambas ciudades antiguas y con mucha historia en sus vetustas piedras, fueron algunas de las localidades que visitamos en Alemania siguiendo la llamada Ruta Romántica que finaliza en Nuremberg.

En Rothemburg nos contaron la divertida leyenda del Meistertrunk (trago magistral), donde su alcalde salvó la ciudad en 1631 al superar la prueba que el general Tilly le impuso, la de beber de un solo trago un cántaro de tres litros y cuarto de vino, hazaña

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que superó y que desde entonces festivamente se rememora en Pentecostés.

Es de admirar como con trabajo, tesón y amor a la tradición y a la historia fueron reconstruyendo los alemanes estas ciudades de la destrucción que padecieron en el conflicto bélico de 1939-1945.

Abandonamos Frankfurt, la ciudad de W. Goethe para dirigirnos por las magnificas y rápidas autopistas alemanas a Colonia, la “Oppidum Ubiorum” romana, construida por el ejercito romano como asentamiento de las legiones que defendían el Imperio en el limes del Rin, no sin antes disfrutar de un par de horas en barco fluvial navegando el río por el romántico valle del Lorelay, nombre mítico este de sirena, que como a Ulises en la Odisea tentaban a los barqueros que navegaban el río con sus bellas y seductoras canciones.

Aquí disfrutamos bebiendo unas buenas jarras de cerveza Früh, o en su caso vino Riesling, la uva más popular que se cultiva en las empinadas laderas del río, fotografiando los vetustos castillos que lo jalonan, muchos de ellos hoy convertidos en lujosos hoteles con encanto.

Otra ciudad que nos esperaba era Aachen o Aquisgrán, la gran capital de Carlomagno. Esta ciudad es otro de los lugares que nos recuerdan al Emperador en muchos de sus rincones aunque es la gran figura de Carlomagno la que preside la ciudad desde su tumba en la catedral.

Aquí tuvimos también el honor de ser recibidos por las autoridades locales, siendo presentados por nuestro caballero de Yuste el Coronel alemán D. Franz Thiele, quien sirvió de interprete en la recepción que nos dio su edil y que previamente la noche anterior nos documentó ampliamente sobre el antiguo origen de la ciudad de Aachen y la colosal figura de Carlomagno, al que podemos llamar sin el menor reparo el padre de Europa.

El Alcalde tras darnos la bienvenida y hacernos la foto de familia con él, nos ofreció refrescos y un aceptable vino de la zona en el histórico Salón Blanco del Rathau, y nos acompañó a ver las reliquias y armas de

la sala Carlomagno donde se entregan los

prestigiosos premios de ese nombre y que con

satisfacción y orgullo ostenta nuestro rey D.

Juan Carlos.

De regreso a Colonia pudimos ver con

mas tiempo su impresionante catedral con

las famosas reliquias de los reyes magos,

admirando con detenimiento sus magníficas

vidrieras muchas de ellas originales que de

milagro lograron sobrevivir a los intensos

bombardeos que sufrió la ciudad en la segunda

guerra mundial.

Como no podía ser menos visitamos

aquí como buenos turistas la otra “pequeña

catedral de Colonia” la Glockengasse, sede de

la fabricación de la mundialmente conocida

agua de colonia número 4711.

Y llegamos al final del viaje, Dusseddorf la

última ciudad alemana que visitamos, localidad

natal del gran poeta romántico Heine, célebre

ciudad por sus pasarelas de moda así como

por ser las oficinas de la industriosa zona

siderometalúrgica de la cuenca del Ruhr.

Aquí si que nos cambio el tiempo, la visita

la hicimos con un frío hereje y luterano, pero

que a esas alturas del viaje ya ni el frío ni la

lluvia podía estropeárnoslo.

El calor de la amistad y la buena acogida que

tuvimos en todos los lugares que visitamos

permaneció con nosotros hasta el final, en

que en el vuelo IB 3507, del día 5 de abril nos

despedimos de Alemania regresando con un

buen número de fotos en nuestras cámaras

y otras tantas impresiones en nuestras

retinas y en nuestros corazones, pensando

ya en el próximo viaje en que nuevamente

nos transformaremos en embajadores de

los valores europeos y cristianos que Yuste

representa. Que Dios quiera sea pronto.

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Rafael García HerranzCaballero de Yuste

Los ejes fundamentales de la política ex-terior de Carlos I de España fueron las gra-vosas guerras contra su rival Francisco I de Francia, el mantenimiento de sus posesio-nes italianas y, en su caso, la ampliación de las mismas, las luchas por cuestiones reli-giosas y el gobierno de los territorios fla-mencos y alemanes.

Lo concerniente a las Indias y a la de-fensa naval del Mediterráneo occidental no fueron objeto de especial atención por par-te del Emperador; de las Américas, lo que más le interesaba era recibir las remesas de oro y plata, las que le permitían cubrir los cuantiosos gastos de sus acciones bélicas y, respecto al Mediterráneo, abandonó la política de su predecesor en el trono espa-ñol, su abuelo Fernando el Católico, que fue ocupando diversas plazas y fortalezas en la costa norteafricana, con el fin de salva-guardar las rutas marítimas con el reino de Nápoles, frente a los ataques de los piratas berberiscos.

Ante esta situación, los corsarios fueron ocupando puntos de la costa del norte de África, cada vez más cercanos a los domi-nios españoles y, conocedores de la fragili-dad naval del reino español, no dudaron en atacar las posesiones que éste tenía a lo lar-go de la costa norteafricana y a diversas po-blaciones costeras del levante español, en las que cometieron todo tipo de desmanes y tropelías, ante el asombro de sus morado-res, que se vieron obligados a abandonar-

las para establecerse mas hacia el interior y construir torres de vigilancia, próximas a la lengua del agua, para alertar de la presencia de los incómodos piratas.

Curiosamente, en esta dinámica se acuñó la expresión “moros en la costa”, que grita-ban los encargados de la vigilancia de las torres y que, posteriormente, ha pasado a ser de uso corriente para alertar de la pre-sencia de alguien que no interesa que vea ciertas situaciones o escuche determinadas conversaciones.

Al subir al trono, Carlos I recibió diver-sas posesiones en la costa norteafricana, las que, con clara visión estratégica, fueron ocupadas por orden de Fernando el Católi-co, al objeto de que sirvieran de base a la flota española y, ante hipotéticos ataques a los territorios del reino de Nápoles y del Levante español, pudiera salir de ellas, bien para interceptarlos, para cortar la retirada, o para coger a los atacantes entre dos fue-gos.

Con esos objetivos fueron ocupados y fortificados el Peñón de Vélez de Gomera (23 de diciembre de 1508), Mazalquivir (13 de septiembre de 1505), Orán (11 de junio de 1509),Trípoli (25 de julio de 1510) y, a lo largo del año 1510, el peñón de Argel, Bugía, Tremecem, Mostaganen y Tenes, de-jando en todos ellos una guarnición.

Carlos se limitó a mantener la posesión de estas plazas que, por otro lado, sirvie-ron como presidio y destierro, y no tuvo en cuenta el peligro que conllevaba la expan-sión de los corsarios hacía el mediterráneo occidental, iniciada a partir de 1516, con ocupación de refugios en las costas del en-tonces reino de Tremecen y del territorio in-terior aledaño.

Venturas, aventuras y desventuras de Carlos V por el Mediterráneo.

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Frente a esta expansión corsaria, la res-puesta del Emperador Carlos V fue muy te-nue, limitándose a organizar una expedi-ción de castigo, al mando de Diego de Vera, la que fracasó rotundamente, al no lograr ninguno de sus objetivos, si bien, cerca de la población de Tremecen se consiguió dar muerte a Horuc Barbarroja, uno de los cau-dillos de los corsarios y que, al igual que su hermano Keyredin, era cristiano renegado de la ciudad de Mitilene.

 

Retrato de Barbarroja.

En 1518, Keyredin Barbarroja se alió con el sultán otomano Soleiman el Magnifico y se convirtió en su brazo armado en el Medite-rráneo. El peligro que esta coalición conlle-vaba para el Emperador era evidente, pues al acoso que los turcos efectuaban por las fronteras orientales del Imperio se iba a su-mar el que, previsiblemente, efectuarían los turcos-corsarios por el Mediterráneo.

El Emperador reaccionó, en 1519, con una nueva expedición naval tendente a cap-turar a Keyredin Barbabarroja, que se hallaba en Argel, plaza en la que había establecido el centro de operaciones de su flota y desde la que dirigía las correrías de sus corsarios. Esta expedición fracasó, así como otra, or-

ganizada el año 1529, con el mismo objeti-vo, y que se saldó con la derrota de una pe-queña flota española, la ocupación por los corsarios del Peñón de Argel y la detención de todos los expedicionarios españoles.

En ese interim, en 1522, había caído tam-bién en poder de Barbarroja el Peñón de Vé-lez de Gomera.

Los corsarios, envalentonados por los éxi-tos que iban consiguiendo sobre los españo-les, organizaron una fuerte flota de galeras y pusieron rumbo a las costas peninsulares del levante y de las islas Baleares, saquean-do ciudades y deteniendo a muchos de sus pobladores, llevándoselos prisioneros. Estos ataques, viendo la nula reacción de la flo-ta española, los repitieron varias veces, pu-diendo decirse que las costas españolas se convirtieron en “almacenes logísticos”, que les suministraban los bienes que no les pro-porcionaban los territorios en los que esta-ban establecidos.

Estas “razzias” fueron objeto de queja por parte de los habitantes de la zona costera le-vantina que, impotentes y abandonados por el poder real, se veían forzados a abandonar sus moradas y replegarse hacía el interior; además, tenían la sospecha que los moris-cos, muy numerosos en el levante español, podían actuar como confidentes de los cor-sarios, llevados por su afinidad religiosa.

Las quejas llegaron a la emperatriz Isabel, a la sazón regente del reino en las ausencias del Emperador, la que escribió a su marido instándole a adoptar medidas que pusieran coto a las violentas acciones de los corsa-rios y que, inexcusablemente, pasaban por destruir los refugios que dichos corsarios tenían en Argel.

En 1530, cuando una de las expediciones corsarias regresaba a sus bases argelinas, tras haber saqueado varias ciudades valen-cianas, les salió a su encuentro una flota española, la que fue totalmente aniquila-da en aguas próximas a Formentera y, en agosto de 1534, Barbarroja ocupó Túnez, deponiendo a su rey Muley Hassan, que era aliado de Carlos V.

VENTURAS, AVENTURAS Y DESVENTURAS DE CARLOS V POR EL MEDITERRÁNEO

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32

Desde este emplazamiento, los corsarios

estrecharon el campo de sus actos de pira-

tería contra los barcos que venían del me-

diterráneo oriental y tenían más cercanas

las costas napolitanas y sicilianas, a las que

también empezaron a hostigar.

En 1535, aprovechando una tregua acor-

dada con el monarca francés, Carlos V deci-

dió combatir a Barbarroja y, consciente de

su inferioridad naval, solicitó un crédito ex-

traordinario a las cortes castellanas y, con

él, mando construir el mayor número po-

sible de galeras en los astilleros catalanes,

a la vez que consiguió el apoyo de la flota

genovesa. El 30 de mayo de 1535 partió de

Barcelona una expedición de mas de 30.000

personas, entre las que se hallaba el empe-

rador y como jefe de la flota designó a Ál-

varo de Bazán; esta expedición puso rumbo

a Cerdeña, donde se les unió la flota geno-

vesa, mandada por el prestigioso almirante

Andrea Doria, y, ambas reunidas, marcha-

ron hacía Túnez; el 17 de junio conquista-

ron Cartago, el 14 de julio hicieron lo pro-

pio en La Goleta y el 21 de julio derrotaron

a Keyredin Barbarroja en la bahía tunecina,

incautándose de 84 galeras, con miles de

corsarios prisioneros, estando a punto de

detener a Keyredin que, habilmente, aban-

donó el teatro de operaciones y se dirigió a

su base de Árgel.

Lo lógico es que la flota hispano-genove-

sa hubiera perseguido al jefe corsario y, en

explotación del éxito, le hubiera infringido

una derrota total pero, sin embargo, ello no

tuvo lugar. Carlos V se dio por satisfecho

con su primera victoria naval y, a la postre,

única de su reinado, y desembarcó en Tú-

nez, donde repuso en el trono a Muley As-

san.

Esta victoria fue muy celebrada, tanto en

España como en el reino de Nápoles, pues

se confiaba en que Barbarroja tardaría bas-

tante tiempo en recuperarse de la derrota y,

con ello, sus poblaciones costeras se verían

libres del azote corsario, al menos momen-

táneamente.

Quienes así pensaban no conocían a Ke-

yredin, ya que se dedicó en cuerpo y alma

a reorganizar su flota, con el fin de vengar

la derrota que le habían infringido y ya, en

1536, emprendió renovados ataques a las

costas españolas, con saqueo del puerto

menorquino de Mahón y de las valencianas

poblaciones de Murla y Parcent. Ese mismo

año, el monarca francés llegó a una rastrera

alianza con los turcos, en contra de Carlos

V, y declaró una nueva guerra al Emperador,

la que duraría dos años.

Durante esta contienda, Carlos se centró

exclusivamente en ella, con abandono de la

lucha naval contra los turcos en el Mediterrá-

neo occidental y, por ende, con el abandono

de las poblaciones costero-levantinas, que

quedaron al albur de los ataques corsarios y

las subsiguientes quejas de sus moradores.

 

Toma de la goleta. Tapiz de los Reales Alcázares.

VENTURAS, AVENTURAS Y DESVENTURAS DE CARLOS V POR EL MEDITERRÁNEO

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33

En febrero de 1538 se decretó una nueva tre-

gua entre Carlos V y Francisco I y así el Empe-

rador pudo retomar nuevamente la lucha naval

contra los turcos; a su iniciativa se debió una

alianza con los Estados Pontificios y Venecia,

para dirigirse contra los corsarios que pulu-

laban a sus anchas por el mediterráneo occi-

dental. Las fuerzas de esta coalición fueron

derrotadas en septiembre de ese mismo año y,

en 1539, Venecia firmó la paz con los turcos,

separándose de la liga santa contra el turco

infiel.

El Emperador, ante lo que consideraba una traición de Venecia, decidió proseguir él solo la lucha contra los turco-corsarios y, a tal efecto, a lo largo de 1540 y buena parte del año 1541, incrementó y pertrechó su flota y, en octubre de 1541, organizó una poderosa expedición que, desde la isla de Baleares, se dirigió hacía Argel, base central de la flota corsaria. De ella formaba parte el Emperador y la flota se puso bajo el mando de Hernán Cortes, el afamado conquistador de Méjico.

 

Batalla entre Turcos y Cristianos. Óleo de Tintoretto.Museo del Prado.

El tiempo elegido no era el más adecuado, de-bido a las inclemencias metereológicas y, de ello, pronto se dio cuenta el propio Emperador, pues por la tempestad reinante se perdieron 150 galeras y, aunque consiguió desembarcar en Argel, tuvo que reembarcar inmediatamen-te, en evitación de un desastre mayor.

Tras el fracaso de Argel, Carlos V abando-nó totalmente el Mediterráneo que, en vez de Mare Nostrum, se convirtió en un mar mul-sumán, quedando las costas de España y de Nápoles a merced de los ataques corsarios y sus pobladores, resignados a su suerte, se vie-

ron obligados a incrementar las defensas cos-

teras y, a esperar, paciente y nerviosamente, la

llegada de los piratas berberiscos.

En 1546 falleció Keyredin Barbarroja, uno

de los azotes del Emperador, siendo sustituido

por Dragut, que siguió la misma política que

su predecesor. Así, en 1550, ocupó las forta-

lezas tunecinas de Sousa y Monestir, guarne-

cidas por españoles; en 1551 hizo lo propio

con Trípoli, donde la guarnición de los caba-

lleros de Orden de San Juan de Jerusalén, a la

que Carlos V había encomendado su custodia,

se rindió a la flota turco-corsaria de Sinan; en

1553 caería la plaza tunecina de Mahdihad y,

el 29 de septiembre de 1555, le tocaría el tur-

no a la argelina Bugía.

De este modo, paulatinamente fueron per-

diéndose las posesiones españolas en el norte

de África.

En el debe del Emperador hay que anotar

que nunca tuvo una auténtica política naval en

el Mediterráneo, con presencia de una pode-

rosa flota, como hicieron Venecia y Génova, y

tampoco tuvo en cuenta que el poderío naval

no se adquiere con la organización de apre-

suradas expediciones sino con la continua y

paciente construcción de embarcaciones, el

reclutamiento de tripulaciones vocacionales y

la constante formación de las mismas. En su

haber hay que decir que el mantenimiento de

una poderosa flota cuesta mucho dinero y de

él no andaba sobrado el Emperador, debido a

los numerosos frentes y conflictos, a los que

tenía que atender en los confines de su vasto

imperio.

Cuando le sustituyó su hijo Felipe II en los reinos de España y de Nápoles, solo le legó, en el norte de África, las plazas de Melilla, Mazalquivir, La Goleta y Túnez. No obstante, a diferencia de su padre, Felipe II si tuvo muy claro que debía desarrollar una sólida política naval en el Mediterráneo, la que, con el correr de los tiempos, daría los frutos apetecidos.

El 13 de marzo de 1560, la flota española ocupó las islas tunecinas de Kerkenes y Djer-ba, si bien por poco tiempo, ya que, en julio

VENTURAS, AVENTURAS Y DESVENTURAS DE CARLOS V POR EL MEDITERRÁNEO

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de ese mismo año, serían recuperadas por los corsarios de Dragut y Alí Pacha, que infringie-ron una severa derrota a los españoles; en sep-tiembre de 1564, la flota española conseguiría recuperar el Peñón de Vélez de la Gomera y, el 19 de enero de 1570, Túnez caería en poder del corsario Aluch Ali.

 

La toma de Túnez. Tapiz de los Reales Alcázares de Sevilla.

Consciente era Felipe II de lo difícil que resul-taba luchar contra una flota bien organizada, como era la turco-corsaria y, máxime, después de haber permanecido muchos años a la de-fensiva y, por ello, instó a la constitución de una liga Santa, formaba por España, Venecia, Génova y los Estados Pontificios, para comba-tir al turco, que tantos problemas ocasionaba a lo largo y ancho del Mediterráneo.

A tal efecto, se organizó una expedición naval conjunta, formada por 208 galeras, que se concentró en la ciudad siciliana de Mesina, bajo el mando de D. Juan de Austria, hijo na-tural de Carlos V. Desde allí, la flota conjunta puso rumbo a las costas griegas del golfo de Corintio, donde estaba refugiada la flota tur-ca, integrada por 260 galeras, al mando de Ali Baja; el encuentro entre ambas tuvo lugar en el golfo de Lepanto, el 7 de octubre de 1571 y,

tras 5 horas de combate, los turcos se retira-

ron del escenario de la batalla, con cuantiosas

perdidas, siendo perseguidos por la flota de

la Liga.

En 1573, una expedición española de

20.000 hombres, al mando de D. Juan de Aus-

tria, recuperaría Túnez y, posteriormente, el

10 de octubre de 1573, conquistaría la plaza

de Bizerta, donde su alcaide, el moro Horus,

prestó juramento de fidelidad y sumisión a D.

Juan de Austria, por lo que lo mantuvo en su

puesto, dejando también una guarnición, al

mando de Francisco Dávila.

El año 1574 resultó fatal para los intereses

navales de Felipe II, pues una flota turca, di-

rigida por Aluch Alí y Simón Baga, atacó las

plazas de Túnez y La Goleta, donde las guar-

niciones españolas, tras una ardua defensa,

tuvieron que capitular, sin que la flota de D.

Juan de Austria llegase a tiempo de prestarle

auxilio; más tarde, en septiembre de este año,

los turcos recuperaron Bizerta.

En 1580 se acordó una tregua con los tur-

cos y ello trajo una paz relativa en el Medite-

rráneo, aunque las incursiones corsarias aún

continuarían, si bien, con menor intensidad

que en etapas precedentes.

Esta paz se mantendría hasta el siglo XVIII,

ya que, en 1708, el bey de Mascara se apo-

deró de Mazalquivir y Orán. Esta acción sería

respondida el año 1752, por iniciativa del Mi-

nistro Patiño, quien dispuso que se organizara

una expedición tendente a recuperar ambas

plazas, lo que tuvo lugar sin gran esfuerzo. En

1791, el bey de Argel entabló negociaciones

para que le fueran cedidas ambas posesiones

y, en febrero de 1792, fueron definitivamente

abandonadas por los españoles.

De este modo, en poder español, en el Nor-

te de África, quedaron Melilla, el Peñón de Vé-

lez de la Gomera y Ceuta que, conquistada por

Portugal, fue cedida a España y esta es la situa-

ción que se mantiene en el momento actual.

VENTURAS, AVENTURAS Y DESVENTURAS DE CARLOS V POR EL MEDITERRÁNEO

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Carlos de la CasaCaballero de Yuste

Doctor en Historia Medieval. Profesor-Tutor UNED. Centro Asociado de Soria.

Nunca nación alguna extendió tantocomo la española sus costumbres,

su lenguaje y armas, ni caminó tan lejos por mar y tierras.

López de Gómara

Francisco López de Gómara, nació en Góma-ra1, el día 2 de Febrero2 de 1511?3. Se dice que procedía de una familia distinguida y que su primer maestro fue el bachiller soriano Pedro de Rúa4, humanista y helenista. Profesor de le-tras humanas, que pasó a la historia, especial-mente, por ser autor de tres cartas censorias sobre las obras historiadas del obispo Fr. Don Antonio de Guevara5.

Estudió en la Universidad de Alcalá de Hena-res, donde adquirió una amplia formación hu-manística, llegando a desempeñar la cátedra de Retórica y se ordenó sacerdote.

1 .- Diversos autores llevan el nacimiento y muerte de este cronista a la ciudad de Sevilla. Así lo defiende Nicolás Antonio, como indica MANRIQUE, G. (1956). López de Gómara, capellán de Hernán Cortes. Su vida, su obra y sus viajes. Publicaciones de la Real Sociedad Geográfica, 370, pág. 1. Error que fue subsanado con la tesis docto-ral de Emiliano JOS: La expedición de Ursúa al Dorado, la rebelión de López de Aguirre y el itinerario de los (marañones), según los documentos del archivo de Indias y varios manuscritos inéditos. 1927.

2 .- Nasce, Francisco López, en Gómara, domingo de mañana que fue día de la Purificación de Nuestra Señora que llamamos Candela-ria, cita de Jiménez de Espada, tomado de MORENO, M. (2003). El Palacio Provincial y sus Estatuas. Soria, pág. 116. MANRIQUE, G. (1956). Op. cit. pág. 4.

3 .- Unos autores como Pérez Rioja nos dan la fecha de 1512, PÉREZ-RIOJA, J. A. Apuntes para un diccionario biográfico. Sala-manca, pág. 192. Otros como Puelles lo adelantan a 1511.

4 .- Así lo manifiesta, él mismo, en los Anales.5 .- ZAMORA, F. (1946). El Bachiller Pedro de Rúa, Censor de

Guevara. Madrid.

José Antonio Martín de MarcoCaballero de Yuste

Licenciado en Geografía e Historia. Archi-vero Municipal de Soria.

Miguel Moreno discrepa del lugar de formación,

no descartando Osma6; por el contrario Vedia

defiende su presencia alcalaina7.

A los veinte años se trasladó a Italia, y se-

gún varios autores esto le permitió ponerse en

contacto con el historiador Saxo Grammaticus8

y con Olaus Magnus (Mánsson), sacerdote y di-

plomático sueco, arzobispo de Upsala9.

En 1540, regresó a España y, al año siguien-

te, tomó parte en la empresa de Argel como

capellán de Hernán Cortés y a decir de algu-

nos también de su familia. Cargo que ocupa-

ría hasta la muerte de este acaecida en 1547.

Posteriormente continuó al servicio de su hijo

Martín, segundo Marqués del Valle.

Posteriormente, residió en Valladolid, se-

gún relata el Inca Garcilaso de la Vega, en Am-

beres, 1548, en donde tuvo un claro percan-

ce10 , se dice que fue víctima del timo de los

perdigones, de la cecina o del azafrán, en unos

momentos en los que trataba de publicar su

obra en latín.

6 .- MORENO, M. (2003). Op.cit pág. 117.7 .- Enrique de Vedia y Dössens, dirigió dos volúmenes de Histo-

riadores primitivos de Indias de la Biblioteca de Autores Españoles (1873-1913), con ediciones de crónicas y textos, entre otros de Fran-cisco López de Gómara.

8 .- No hemos logrado encontrar datos de este historiador, excep-to un Saxo Grammaticus, historiador danés (1150-1220), por lo que pensamos que la influencia sería de su obra y no de su persona.

9 .- Autor de obras como Historia de gentibus septentrionalibus (1555) y Carta marina (1536).

10 .- JIMÉNEZ DE LA ESPADA, M. (1987). De un curioso percan-ce que tuvo en Anveres el presbítero López de Gómara. Madrid.

Francisco López de GómaraCapellán y Cronista de Hernán Cortés

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36

En una carta fechada el 8 de julio de

1558, en Amberes, escrita por el calabrés Mau-

ricio de la Cuada al historiador D. Jerónimo

Zurita, entre las noticias que le daba figura la

siguiente:

Fig. 1.- Estatua de Francisco López de Gómara, Obra del escultor Collaut-Valera. Palacio Provincial de Soria.

El reverendo Francisco de Gómara, en la Bolsa

de esta villa, me encontró el otro día en hábi-

to extraño, porque salía del mar e figura de

Jonás… Ofrecíle mis pequeñas fuerzas espiri-

tuales y temporales. Díceme que trae una his-

toria vista por V. m. Contóme que el Marqués

del Valle es mucho suyo. Que el buen hombre

traía no sé que cédula de unos cien escudos,

y el mercader que se la había de pagar, no

hallándose con dinero, se la pagó en azafrán,

haciéndole un buen partido. Tomóle y vendió-

le; luego cogió su dinero. Hallóse después ser

cecina deshiladita el dicho azafrán, y justo e

increyente, como ánima, arrebatan a nuestro

Gómara y dan con él en una prisión, adonde

diz que oró como un Demóstenes o demonio.

Hallase a la postre la verdad y no se cómo sé

concertó11.

11 .- MANRIQUE, G. (1956). Op. cit. pág.9.

Para terminar refugiándose en su villa

natal de Gómara, localidad en la que falleció;

se discute si fue en 1560 o1572.

En esta ocasión, la confusión viene dada

por la existencia de una Cédula Real extracta-

da por el relator del Consejo y primer biblió-

grafo de Indias, el licenciado León Pinedo,

que dice: Francisco López de Gómara, vecino

de Gómara, junto a Soria, murió en su tierra

y se mandaron traer al consejo los papeles

que dejó tocantes a historia, 16 de septiem-

bre de 157212.

Como puede comprobarse, aún son váli-

das las palabras de Pinilla, cuando en el año

1951 decía: La biografía del capellán de Her-

nán Cortés e historiador de Indias esta toda-

vía por hacer13.

Fig. 2. Portada de la Historia General de las Indias

y la Conquista de México

Su labor como cronista se inicia, en 1545,

con la Choronica de los muy nombrados

12 .- MANRIQUE, G. (1956). Op. cit. pág. 4.13 .- PINILLA, J. (1951). López de Gómara en el Archivo de Proto-

colos de Madrid. Celtiberia, 2. págs, 390.

FRANCISCO LÓPEZ DE GÓMARA, CAPELLÁN Y CRONISTA DE HERNÁN CORTÉS

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37

Omiche y Haradin Barbarrojas, sobre la con-

quista de Argel por los españoles. Dedicada al

Marqués de Astorga, don Pedro Álvarez Osso-

rio.

Esta obra narra los hechos de los famosos

corsarios berberiscos, fue citada por López de

Gómara bajo el epígrafe de Guerras de mar

de nuestro tiempo14. Provocando la confusión

de si era o no una obra diferente. El propio

autor habla de esta obrilla, afirmando que su

objetivo es historiar, pues pensaba que no era

lícito biografiar a alguien hasta después de su

muerte. De ahí, que su idea fuese los aconteci-

mientos de los famosos piratas.

Estamos ante un relato serio y ampliamente

documentado de los Barbarrojas, y lo es hasta

el punto que Sandoval incorporó a su obra, de

forma literal, el texto de nuestro personaje15.

La Crónica fue publicada en el Memorial

histórico español, VI, 327-539, que se en-

cuentra en la Biblioteca Nacional. Una copia

posterior se conserva entre los manuscritos de

la Real Academia de la Historia.

Se compone de dos libros, en el primero na-

rra la Historia de Omiche y en el segundo la de

Aradin Barbarroja.

Esta publicación es un ejemplo de respeto,

temor y, porque no, admiración, que desperta-

ron, en esos momentos, en la sociedad, ambos

personajes e incluso entre sus mayores adver-

sarios, los españoles.

Estamos, según algunos autores, ante el ar-

quetipo del historiador moderno16; clara crítica

hacia una cierta abulia tenida entre los espa-

ñoles17. En definitiva un historiador que coloca

al lector ante dos espejos, para que este pueda

establecer sus propias conclusiones.

La obra que le ha dado su pase a la pos-

terioridad es su Historia General de Indias.

14 .- FERNÁNDEZ-FLOREZ, D. (Ed) (1945). López de Gómara. Madrid. Vol. I, pág. 11.

15 .- FERNÁNDEZ-FLOREZ, D. (Ed) (1945). Op. cit. Vol. I, pág. 11.16 .- CASTILLO DURAN, F. del. (1992). Barbarroja contra Cortés

(La historia contada por un soriano irreductible: Francisco López de Gómara). Celtiberia, 83, pág. 193.

17 .- CASTILLO DURAN, F. del. (1992). Op. cit. pág. 195.

Hasta el punto de ser considerado como uno

de los primeros cronistas del descubrimiento y

conquista de América18, como afirmó Francis-

co Esteve Barba19.

Este estudio consta de dos partes, Historia

General de Indias, dedicada al Emperador, e

Historia de la conquista de México, ofrecida

a Martín Cortés, y comprendidas las dos bajo

el título de Hispania Victrix, lema orgulloso y

justo20.

Historia General de las Indias con todo

el descubrimiento y cosas notables que han

acaecido desde que se ganaron hasta el año

1551. Zaragoza 1552, escrita básicamente

con los datos que le facilitó Cortés, los relatos

de Pedro de Alvarado, la Historia de Toribio de

Montolinia, y de otros exploradores como An-

drés de Tapia, el P. Ruiz de Villegas y S. Cabo-

to, sin olvidar las informaciones procedentes

de los misioneros, puesto que él nunca viajó a

América. Ofrece una original y conseguida vi-

sión de conjunto, enriquecida por una peculiar

y agilísima amenidad que recopila, compone y

ajusta noticias, logrando un panorama esque-

mático21.

La segunda parte, más voluminosa, se cen-

tra en la conquista de México. Algunos auto-

res, consideran esta el auténtico objetivo del

autor, puesto que era del tema que más do-

cumentación poseía, gracias a su informador

principal, Hernán Cortés.

Escrita en un estilo conciso pero elegante,

en el que se nota la influencia de Pedro Mártir

de Anglería y de Gonzalo Fernández de Ovie-

do. Adolece de exagerar la figura de Cortés,

hasta el extremo de parecer una biografía del

conquistador de Nueva España. No obstante,

su obra es más objetiva, más sincera y más

ecuánime que la de sus adversarios.

Como gran humanista que fue y hombre

18 .- CRO, S. (1989). Los cronistas primitivos de Indias y la cues-tión de antiguos y modernos. Actas IX Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas. Vol. I, pág 415.

19 .- ESTEVE BARBA, F. (1964). Historiografía Indiana. Madrid, pág. 51.

20 .- FERNÁNDEZ-FLOREZ, D. (Ed). (1945). Op. cit. Vol. I.15.21 .- FERNÁNDEZ-FLOREZ, D. (Ed). (1945). Op. cit. Vol I, 13.

FRANCISCO LÓPEZ DE GÓMARA, CAPELLÁN Y CRONISTA DE HERNÁN CORTÉS

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de firme disciplina cultural, escribió esta

obra al estilo clásico. Haciendo descollar con

enérgicas pinceladas los personajes señeros

de la conquista22. Es prolijo en sus descrip-

ciones, emplea las palabras justas, precisas,

dominaba el idioma y conocía el valor de los

vocablos.

En aquella época, se llegó a pensar que el

título correcto hubiese sido Historia de las

hazañas de Hernán Cortés. Arrancó la oposi-

ción de Fray Bartolomé de las Casas, que le

denominó como criado de Cortés. Si bien tra-

tó objetivamente a los indios, señala la con-

quista de América por los españoles como un

hito esencial en la historia de la humanidad.

Fig. 3.-Portada de Antología de López de Gómara. -tomo segundo-

Aún siendo verdad que se olvidó de los co-

laboradores del conquistador, también lo es

que menciona algunos de sus defectos: era

recio porfiando, y así tuvo más pleitos que

convenía a su estado, gastaba liberalísima-

mente en la guerra, en mujeres, por amigos

y en antojos.

Tampoco coincidió con él Bernal Díaz del

22 .- MANRIQUE, G. (1956). Op. cit. 12.

Castillo, quien basa sus desacuerdos en la no

presencia de López de Gómara en tierras del

Nuevo Mundo.

Tras la publicación en Zaragoza, aparecie-

ron rápidamente nuevas ediciones, Medina

del Campo, Zaragoza y Amberes, dado su

gran éxito. Pero tildada de demasiado libre,

al año siguiente una Cédula, firmada por el

entonces príncipe Felipe, el 17 de noviembre

de 1553 en Valladolid, prohibía la reimpre-

sión, venta, lectura y ordenaba la recogida de

los ejemplares existentes e indicaba que se

depositasen en el Consejo de Indias.

Quien lo imprimiere o vendiere incurriría

en pena de doscientos mil maravedises, y de

diez mil quien lo poseyere o leyere23.

Otra Cédula, ya del rey Felipe II, ratifica la

orden anterior, e incluso, como ya se ha indi-

cado, en 1572 manda al corregidor de Soria

retirar todos los papeles de López de Góma-

ra.

¿Por qué esta decisión? Se ha escrito so-

bre el tema, pero nadie dice conocer el mo-

tivo exacto. ¿Fue el exceso de halagos a un

Cortés, en desgracia?, ¿fue influencia de Fray

Bartolomé de las Casas?.

La obra fue traducida al italiano, al fran-

cés y al inglés, incluso se editó en Méjico y

Perú24, recorriendo los territorios del viejo

continente. En España pese a la prohibición,

circularon copias manuscritas. Fernández-

Florez nos dice: una de ellas pudo llegar a

las manos de un viejo soldado de Cortés, que,

asentado de regidor en la muy noble ciudad

de Santiago de los Caballeros, en Guatemala,

cuidaba ya nietos y se disponía a hacer cé-

lebre su humilde y oscuro nombre de Bernal

Díaz de Castillo25.

En 1568, ve la luz una nueva edición, muy

diferente a la primera. Esta variación se debe,

según Pérez-Rioja, a la prohibición existente,

23 .- FERNÁNDEZ-FLOREZ, D. (Ed) (1945). Op. cit. Vol. I, pág. 21.24 .- PÉREZ-RIOJA, J. A. (1998) Op. cit. pág. 192.25 .- FERNÁNDEZ-FLOREZ, D. (Ed) (1945). Op. cit. Vol. I, pág. 23.

FRANCISCO LÓPEZ DE GÓMARA, CAPELLÁN Y CRONISTA DE HERNÁN CORTÉS

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con correcciones y modificaciones26. Sin em-

bargo, y según Gervasio Manrique, estas se

deben a que el historiador había madurado

sus opiniones con informaciones verídicas27.

No quisiéramos terminar el comentario a

Hispania Victrix, sin mencionar algunos as-

pectos de sumo interés para conocer algunos

elementos cotidianos, pero esenciales, de las

tierras descubiertas.

Mencionemos el intercambio cultural de

las colmenas. Las gentes del Yucatán cultiva-

ban miel y producían cera, pero los españo-

les les enseñaron a hacer velas. Se nos habla

de las abispas; del clavo y otras especias. Sin

olvidar los informes sobre el cacao o la pata-

ta28.

La obra no volvería a publicarse íntegra-

mente hasta 1727; en 1985 se ha reeditado

el tomo I en Barcelona.

Escribió Francisco López de Gómara su úl-

tima obra, los Anales del Emperador Carlos

V, que comprende cronológicamente desde

el nacimiento del monarca en Gantes, 1500,

hasta 1556.

Renuncia el Emperador en su hijo Don Fe-

lipe por su vida libremente todos sus Reinos

y Señoríos, que causó admiración al mundo

por la grandeza y novedad del negocio a los

dieciséis días del mes de enero y en Bruselas,

mas de sumo el Imperio, habiéndose determi-

nado dexar al Rey de Romanos, su hermano,

por algunos grandes respectos29.

El texto recoge acontecimientos memo-

rables, semblanzas de personajes celebres,

datos biográficos, necrológicas, intrigas po-

líticas, etc. Sin embargo, se ha afirmado que,

más que un libro, es un acopio de materiales

sin ordenar. A modo de noticias sueltas, tra-

tando de la misma forma anécdotas y aconte-

26 .- PÉREZ-RIOJA, J. A. Op. cit. pág. 192. 27 .- MANRIQUE, G. 1956). Op. cit. pág. 12.28 .- Como manifestó D. José María Puelles y Puelles en su Discur-

so: Algo sobre la vida científica española durante los siglos XVI y XVII. Pronunciada en la sede de la Real Academia Hispano Americana de Ciencias y Arte, el veinte de mayo de mil novecientos veintiocho.

29 .- FERNÁNDEZ-FLOREZ, D. (Ed) (1945). Op. cit. Vol. II, pág. 240.

cimientos importantes.

Pero, observamos que junto anotaciones

ligeras, hay pasajes dignos de su pluma. De

ahí que casi todos los estudiosos coincidan

en que no es un trabajo para ser publicado,

sino una serie de notas y esquemas preelimi-

nares destinados a una nueva crónica.

Esta documentación ha permanecido in-

édita en un manuscrito en la Biblioteca Na-

cional30. La edición publicada, bajo el amparo

de Clarendon Press en Oxford data de 1912,

en lengua inglesa, se debe al cálamo de Ro-

ger Bigelow Merriman31. Aunque Francisco de

Laiglesia afirma que este texto ya se había

publicado, de forma esencial, en la Historia

de Sandoval32.

El Prf. Merriman, historiador y biógrafo del

Emperador, cotejó el manuscrito de nuestra

Biblioteca Nacional con otro existente en el

Museo Británico, editando el mismo con un

sucinto estudio sobre López de Gómara33.

Este, destaca la claridad con que el cronis-

ta soriano, atribuye una importancia especial

a la importación americana del oro y la plata

y la relación de estos con la considerable ele-

vación de los precios de la época.

Por ello, no nos sorprende que Laiglesia

haga referencia al cambio de conceptos en

los estudios históricos y a partir de ello la

aminoración de la utilidad de estos estu-

dios34.

30 .- Papeles tocantes del emperador Carlos5º. Manuscrito 1751, Fol. 1-42.

31 .- LÓPEZ DE GÓMARA, F. (1912). Annals of the emperor Charles V. Oxford. Traslación del texto español al inglés, edición, in-troducción y notas de Roger Bigelow Merriman.

32 .- LAIGLESIA, F. de. (1913). Informes I. Annals of the emperor Charles V by Francisco López de Gómara. Spanish text and english translation edited, with an introduction and notes by Roger Bigelow Merriman, Assistant professor of History in Harvard University. Bo-letín de la Real Academia de la Historia, 62, pág.324.

33 .- FERNÁNDEZ-FLOREZ, D. (Ed). (1945). Pág. 29.34 .- LAIGLESIA, F. de. (1913). Op. Cit. Pág. 325.

FRANCISCO LÓPEZ DE GÓMARA, CAPELLÁN Y CRONISTA DE HERNÁN CORTÉS

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FRANCISCO LÓPEZ DE GÓMARA, CAPELLÁN Y CRONISTA DE HERNÁN CORTÉS

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Antonio José Mérida RamosCaballero de Yuste

¡¡¡Esos españoles, esos españoles!!! Se cuenta que comentaba el filósofo alemán Nietzsche, a su hermana Madame Forster. Esos hombres querían ser demasiado...

Si miramos hacia atrás y reflexionamos, los españoles siempre nos hemos considerado un pueblo diferente del resto de Europa, incluso cuando sus gobernantes de la Casa de Austria eran señores de gran parte del continente.

Nunca nos sentimos iguales, ni tan siquiera parecidos a ningún otro pueblo europeo. Este separatismo psíquico tuvo tanto que ver con la geografía como con el peculiar sentido español de un destino nacional, trágico y heroico.

Decía Don Miguel de Unamuno “que los españoles han sido siempre orgullosos y apasionados, soñadores que se negaban a deshonrar sus sueños incluso al precio de la muerte”.

Esa tendencia al dramatismo tan genuinamente española irritaba entonces, y aun ahora aunque de forma más sutil sigue irritando a los europeos de hoy. Primero en Europa y más tarde en América se percibió al español como un personaje arrogante, sanguinario y fanáticamente religioso, y esto no fue solo fruto de las practicas inquisitoriales, sino tan bien de la opinión que los mismos españoles tenían de si mismos.

Decía Don Francisco de Quevedo que el español del S. XVI, el español de los tiempos heroicos contaba por afrenta envejecer en brazos

de la suerte, y que no contaba cuanta edad vivía sino de que manera. Y vivir sin honra y buena reputación, vivir con el honor manchado no constituía una vida digna de vivirse si eras un hidalgo, e hidalgos en esa época pretendían ser casi todos.

Debemos hacer notar que el estatus de hidalguía era muy importante en esos años, pues no solo te señalaba como persona con antecedentes gue-rreros vencedores del Islam sino, y esto también era importante, te eximia de contribuir a la Ha-cienda Real. Solo los pecheros pagaban impues-tos, los eclesiásticos y la nobleza titulada no los pagaban, como tampoco todo aquel que pudiese acreditar hidalguía, el escalón más bajo de la nobleza.

Orgullo, honra y reputación en tiempos de Carlos V

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Dado lo poco interesado del español de to-das las épocas de contribuir con su dinero a la cosa pública, pues es sabido que entonces ni aun ahora tenemos asumido el concepto del bien común, el no pagar exacción alguna, de-bía de resultar muy gratificante. Al parecer no era excesivamente difícil de obtener tal esta-tus, pues cuando no había autentica limpieza de sangre, siempre se podía recurrir a obtener un impecable linaje cristiano por la vía del di-nero.

Recordemos a modo de curiosidad que a fina-les del siglo, en Burgos solo un 5 % de sus ha-bitantes estaban censados como contribuyen-tes a la Hacienda Real, lo que nos da una idea aun descontando a los religiosos, numerosos estos sin duda, del importante número de fa-milias hidalgas no contribuyentes. Señalemos en igual sentido, que existían ciudades como Olite en Navarra, en que se tenia reconocida la hidalguía por el solo hecho de ser su ciu-dadano.

España era en consecuencia en estos años un país de señores e hidalgos o al menos se tenían en su gran mayoría por tales, en la que solo no se contribuía, sino que era una socie-dad mayoritariamente subsidiada bien por la Iglesia o la Corona. Este señorío generalizado forjaba sin duda una manera de ser y un com-portamiento muy distinto al resto de la labo-riosa Europa.

La hidalguía como hemos visto reportaba beneficios para el que la detentaba, pero tam-bién imponía obligaciones de comportamiento social para sus miembros, y estas obligaciones les eran exigidas de manera implacable, como veremos más adelante.

En aquellos tiempos, en España, una fami-lia verdaderamente noble era la que pudiese acreditar limpieza de sangre, lo que era defi-nido en términos jurídicos como portador de sangre sin mancha alguna, mancha esta que se obtenía de la unión con musulmanes o ju-díos.

Esto como podemos comprender no era tan fácil de tener, ocultándose celosamente cual-quier duda o sospecha que amenazase o man-chase el buen nombre de la familia. Así, quien no la podía acreditar intentaba probar limpie-za de oficio bien militar o de servicios diver-sos a la corona, cuando no directamente se engrasaba los despachos de las Chancillerías con buenos y abundantes reales y ducados de oro o plata americana.

Esta auténtica o comprada hidalguía, ha-bía luego que mantenerla y defenderla en el duro día a día, lo que no siempre era fácil, ya por falta de recursos lo que dificultaba llevar a ojos del vecino una existencia holgada y dig-na, debiéndose tener en cuenta además que si no había patrimonio propio, cualquier trabajo no valía para poderse sostener. Así podemos adivinar lo complicado que debió ser el man-tener la honra, y más aún cuando la reputa-ción podía ponerse en duda por la actuación inapropiada de cualquier miembro de la fami-lia, sobre todo si de las mujeres se trataba.

La actuación indigna en el comportamien-to perjudicaba a todo el grupo familiar, y no era poco habitual que muchos españoles de la época tirasen de espada o vizcaína por cual-quier comentario procaz o inapropiado hacia si o hacia los suyos lavando de esta manera en sangre la supuesta o probada ofensa. La venganza o la reparación de la ofensa era algo que caída en todo varón de la familia o linaje.

Hoy nos extraña, incluso nos incomoda el ver veladas a mujeres de otras culturas, pero hace quinientos años en España las mujeres salían poco a la calle, y cuando lo hacían nor-malmente por motivos tasados, como acudir a los oficios religiosos, visitar parientes o al mercado, nunca lo hacían solas sino acompa-ñadas por familiares o sirvientes, debiendo llevar cubierta la cabeza bien con capa o ca-pucha, ya con velo y tapado de medio ojo.

ORGULLO, HONRA Y REPUTACIÓN EN TIEMPOS DE CARLOS V

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No se escatimaba esfuerzo en la protección de la parte mas vulnerable del honor familiar y este siempre era la honorabilidad y honestidad de sus mujeres.

La honra que en si puede significar muchas cosas, se interpretaba para el cristiano viejo o nuevo que para esto era indiferente como orgullo y reputación familiar términos estos indistinguibles entre sí, en el siglo XVI.

La honra, que se pretendía fuese unida a lim-pieza de sangre, aunque no siempre era así, imponía cierto comportamiento que debía ma-nifestarse desde el campo de batalla hasta en los modales mas simples y elementales de la vida cotidiana.

La religiosidad, la integridad en el compor-tamiento y un estricto código de conducta ca-balleresca debía presidir la vida del hidalgo; y en cuanto a la mujer la honra siempre iba soli-damente unida a la decencia moral y religiosa y sobre todo a la castidad.

Por ello, la honra era sobremanera frágil y así decía Lope de Vega “que era como un cris-tal claro y transparente que solo con el aliento puede empañarse”. Y tal podía ser la fragilidad

que su defensa era constante y permanente, evitándose en lo posible su exposición, toda vez que su defensa podía acarrear en ocasio-nes la propia muerte.

Llegados a este punto recordemos lo que sobre la honra nos cuenta en el libro de au-tor anónimo publicado en 1554 el escudero, tercer amo del lazarillo de Tormes, persona-je este fiel reflejo del hidalgo pobre pero or-gulloso que cuando con él se sincera le dice “Y díjome ser de Castilla la Vieja y que había dejado su tierra no más de por no quitar el bonete (destocarse, quitarse el sombrero para saludar), a un caballero su vecino”.

Y cuando Lázaro muestra su asombro por lo que cree tal nimiedad le dice “eres mochacho y no sientes las cosas de la honra ,en que el día de hoy está todo el caudal de los hombres de bien”, y termina diciendo “que un hidalgo no debe a otro que a Dios y al rey, nada”.

Si existe un personaje coetáneo con la vida del Emperador en el que podemos contemplar to-dos estos prejuicios del siglo, este es sin lugar a dudas Don Alonso Sánchez de Cepeda, padre de la monja carmelita Teresa de Ávila, nuestra querida Santa Teresa de Jesús.

D. Alonso fue sin lugar a dudas un típico personaje de su época, conocedor de la socie-

ORGULLO, HONRA Y REPUTACIÓN EN TIEMPOS DE CARLOS V

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dad en la que vivió, fue siempre militante celo-so de su reputación. Consciente del fantasma de su pasado origen converso por vía paterna, sufrió de muy joven en Toledo junto a su padre Juan Sánchez y a sus hermanos, la humillación de vestir el sanbenito o capote amarillo con cruz verde y llamas de fuego, debiendo pa-searse así vestido por la ciudad cada viernes. Dura prueba sin duda para un joven que no te-nia ni edad ni conocimiento para comprender el porque de tal castigo. Lo que si tuvo claro y en toda su vida posterior en Ávila dio prueba de ello fue, que su comportamiento debía ser acorde al Don de hidalgo que obtuvo, no sin cierta dificultad su padre, en esa nueva ciudad, privilegio este que su progenitor obtuvo me-diante dinero, matrimonio, contactos y servi-cios a la corona.

En Ávila D. Alonso procuro destacar por su religiosidad, integridad, dignidad, honestidad e hidalguía.

Lo primero que todo aspirante a adquirir buena reputación social debía hacer era con-

traer matrimonio con cordura, este debía ser sin duda con mujer de probada honestidad, siendo el dinero algo importante pero secun-dario, porque demostrar un vivo interés por el era una prueba de naturaleza infame.

Importancia también la constituía el vivir en casa cuya nobleza de trazado dignificase a su propietario. Y los dos requisitos cumplió a la perfección D. Alonso casando en primeras nup-cias con Doña Catalina del Peso con quien tuvo 2 hijos y posteriormente con una prima de esta, Doña Beatriz Dávila Ahumada y de las Cuevas con quien tuvo otros diez, uno de ellos Teresa, nuestra Santa.

Su linaje materno, Cepeda que podía remon-tarse a un famoso héroe de la toma de Gibral-tar le posibilito emparentar con estas familias de cristianos viejos de probada y antiguo solar presumiendo alguno de ellos de remontar su ascendencia a la propia reconquista de la ciu-dad.

Con estos enlaces D. Alonso nuestro orgullo-so caballero pudo forjar su vinculo con los Ahu-mada, una antigua y destacada familia abulen-se cuyo linaje se jactaba de la conquista de una torre en el siglo XI abriéndose camino entre el humo lo que le dio el nombre y el derecho a lu-cir el distintivo heráldico en su escudo familiar.

Pero también comentábamos que era im-portante en el proceso de dignificación social poseer y vivir en una casa de noble factura y así vino a adquirir una sólida propiedad en la que pudo asentar su pretendido señorío, sien-do este inmueble la llamada casa de la moneda, una antigua ceca ubicada en un exclusivo ba-rrio intramuros de la ciudad.

En el Ávila de los Caballeros la residencia era clave para su identidad social y D. Alonso de Cepeda se aseguro que la casa denotase su va-lía y su religiosidad. Sobre el portal del arco el escudo familiar mostraba los blasones combi-nados de los Cepeda y Ahumada que simboli-zaban antigua nobleza y, su honor y riqueza es-taban protegidos por la fachada de piedra con pesadas puertas decoradas con clavos de hierro y ventanas solidamente enrejadas.

De esta manera al igual que otras grandes familias con dudosos antecedentes conversos

ORGULLO, HONRA Y REPUTACIÓN EN TIEMPOS DE CARLOS V

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como los Bracamonte y los mismos Mendoza, trató sino borrar, sí enmascarar su peligrosa ascendencia.

D. Alonso de Cepeda era sin lugar a duda una persona religiosa y piadosa pero entendía la fe como una obligación. En esto era un espa-ñol de su siglo y además vivía en el corazón de Castilla, por lo que debía ser un ferviente hijo de la Iglesia, católica apostólica y romana. Los españoles en esta época se planteaban pocas dudas en cuanto a creencias religiosas se re-fiere, y al que dudaba, al tibio o al que cometía el terrible crimen de apostasía, solo le podía esperar la tortura, el cadarso o la hoguera. Ejemplos de ésta intolerancia fueron los focos de reforma y disidencia de Valladolid y Sevilla, pretendieron no seguir los caminos trazados por la jerarquía eclesiástica, y así les fue.

Por otra parte, D. Alonso vivió momentos de gloria militar, si bien no tuvo que implicarse demasiado en el conflicto. Este hidalgo caste-llano, como otros muchos antes y después a lo largo del tumultuoso siglo tuvo que ceñir espada y cargar lanza combatiendo por su So-berano. En su caso fue a las órdenes del duque de Alba en la campaña de Navarra, jornada esta breve y triunfal. Si esa guerra fortaleció su re-putación de caballero años después reinando Carlos V tuvo una amarga experiencia, vién-dose obligado a pleitear para aclarar su cues-tionada hidalguía, esto ocurrió en el 1519, un año antes de la revuelta de los comuneros, el levantamiento que enfrento a la nobleza cas-tellana y luego a los demás ciudadanos tanto ricos como pobres contra Carlos V.

Para poder ser coronado emperador del sacro imperio romano el joven y flamante rey necesitaba de grandes sumas de dinero para su campaña de postulación personal ante los príncipes electores alemanes.

D. Alonso y sus tres hermanos se negaron a pagar los impuestos requeridos afirmando su carácter de hidalgos y por lo tanto su exención fiscal.

Al final ganaron los hermanos Cepeda el pleito, pero la humillación de tener que probar ante los tribunales su estatus que entendían fuera de toda discusión posible les supuso a D. Alonso un duro golpe.

Una vez mas vemos como no se podía ni

debía bajar la guardia. La protección del buen

nombre de la familia, era una cuestión primor-

dial para cualquier caballero castellano del

siglo XVI. Dinero, joyas, títulos, todo esto se

podía ocultar y proteger bajo siete llaves pero

la reputación, algo que valía en si mismo un

millón de veces mas para un hombre de en-

tonces era algo que estaba siempre expuesto,

y no había día ni noche, hora o minuto, en que

se pudiese descansar.

Finalicemos diciendo que la literatura del si-

glo XVI cuenta con importantes autores como

Gil Vicente, Feliciano de Silva o Melchor de

Santacruz, que recogen el dramatismo de la

existencia del hidalgo empobrecido que para

proteger su estatus llega a vulnerar los mis-

mos principios y valores que pretende defen-

der.

Así dice Maurice Molho en su introducción

al pensamiento picaresco, “honor y reputación

que a falta de riquezas no reposa mas que en

la opinión de los demás, sobre un -qué dirán-

que puede destruirle y, no siempre sobre las

cualidades de quien de ellas hace alarde”.

ORGULLO, HONRA Y REPUTACIÓN EN TIEMPOS DE CARLOS V

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Diagnóstico de la enfermedad del Emperador Carlos V

a los 450 años de su muerte Bernardo Pérez-Ramírez, M.Sc.

Ph.D.Bioquímico, Director Científico

SuperiorGenzyme Corporation, EEUU

Caballero de Yuste.

El Emperador Carlos V del Sacro Imperio Romano o Carlos I de España, fue uno de los gobernantes más poderosos de la tierra durante los cuarenta años que duro su reinado, (1516-1556) gobernando un imperio con territorios en Europa, África, Asia y América del sur y centro, comprendiendo el imperio Azteca y el Inca respectivamente. A pesar de su gran poder y tener que gobernar un imperio “donde no se ponía el sol”, el Emperador Carlos vivía con las limitaciones de una severa artritis. Las primeras referencias a su dolor artrítico las tenemos cuando el Emperador contaba con solo 28 años de edad (1). En una carta escrita en 1552 a su hermana Maria de Hungría, Carlos V describe su sufrimiento como “ataques de gota” (según nos describen Ordi et al (2)). En cartas escritas en 1553 a su hijo, el futuro Rey Felipe II, indicaba que éstas habían sido escritas por la mano de Eraso, pues la gota me impide escribir (3) Su sufrimiento ciertamente afectó su capacidad de tomar decisiones que repercutieron en el futuro de muchos países. Sus médicos diagnosticaron la enfermedad que sufría como gota severa (4) y le recomendaron una dieta estricta. Sin embargo el Emperador tenia un apetito voraz especialmente por las carnes y gustaba de beber cerveza y vino para lo cual se dice que encargó el diseño de un jarro para beber que contaba de cuatro asas (5).

Retrato de Carlos V por Anthony van Dyck: (1620, Óleo sobre tela). Galleria degly Uffizi. Florencia, Italia.

La enfermedad de la gota es una artritis conocida desde tiempos remotos. Hipócrates la llamaba “la enfermedad de los reyes” por su asociación con una dieta abundante, privilegio solo de la clase acomodada de la época. Hay muchos factores que pueden llevar al desarro-llo de la gota y la dieta es uno de los factores que mas contribuyen a la patología. El dolor asociado a la gota es causado por la inflama-ción cuando los cristales de acido úrico se de-positan en el tejido conectivo y/o en el liquido

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que hace de colchón entre las articulaciones (liquido sinovial). El ácido úrico es normalmen-te producido cuando el organismo degrada purinas, que se encuentran en muchos alimen-tos. La mayoría del ácido úrico es llevado por la sangre a los riñones donde se elimina del organismo en la orina. Sin embargo, si el orga-nismo produce un exceso de ácido úrico o si el riñón no lo elimina eficientemente, el ácido úrico se acumula en la sangre. Esta condición es denominada hiperuricemia y puede dar ori-gen a ataques de gota en algunos casos.

Los síntomas de la gota

Un ataque de gota comienza con dolor re-pentino y severo de las articulaciones de los pies acompañados de hinchazón, enrojeci-miento y calor. Otras articulaciones en las que se presentan los síntomas son los tobillos, talones, muñecas, dedos y codos. Es muy in-frecuente que afecte los hombros y caderas. El dolor persiste durante varios días, de 3 a 10, y después desaparece y el próximo ata-que puede no presentarse hasta varios meses o años después. Sin embargo, a medida que la enfermedad progresa, los ataques de gota llegan a ser más severos, con larga duración, afectando más de una articulación y presen-tándose con más frecuencia. La gota puede producir daños extensos en las articulaciones resultando en incapacidad física. Los ataques de gota se caracterizan por dolor agudo en la articulación afectada, seguido de hinchazón (artritis), enrojecimiento, rubor y sensibilidad al tacto. Los pacientes con ataques agudos de gota pueden desarrollar fiebre. Estos ataques dolorosos pueden aliviarse (en horas o días), con medicinas o sin ellas, La mayoría de los pacientes sufren ataques frecuentes de artritis durante años, como en el caso del Emperador Carlos V.

Diagnostico de la gota

Se sospecha de la enfermedad de la gota cuando el paciente tiene un historial de ata-ques de artritis, particularmente en la base del dedo del pie. Los tobillos y las rodillas son las segundas zonas mas afectadas. La gota por lo general ataca una articulación a la vez, a diferencia de otras artritis como el lupus y artritis reumatoide que frecuentemente afec-tan a múltiple articulaciones simultáneamente.

El test mas fiable para el diagnostico de la en-fermedad de la gota es la presencia de acido úrico o uratos en las articulaciones, obtenido por artrocentesis

El examen es relativamente simple y puede realizarse en la consulta médica bajo aneste-sia local. Usando técnicas estériles, el liquido es aspirado de las articulaciones inflamadas usando una jeringa. El liquido es posteriormen-te analizado para detectar cristales de acido úrico (urato) o carbonato calcico. Los cristales de acido úrico en forma de agujas son detec-tados por microscopia polarizada. Los pacien-tes con síntomas clásicos de la gota e historial clínico pueden ser tratados sin necesidad de hacer el examen de artrocentesis. Sin embar-go, establecer un diagnostico definitivo de gota es importante, pues hay otras patologías con síntomas parecidos a la gota que incluyen la formación de cristales en las articulaciones como la seudo-gota, la artritis-psoriatica, la artritis reumatoide y las infecciónes bacteria-nas de las articulaciones. La radiografia es otra herramienta que ayuda al diagnostico de la gota, pues permite detectar los cristales de acido úrico y el posible daño óseo de las ar-ticulaciones afectadas. Mas adelante en este articulo veremos el análisis de una falange de un dedo del Emperador hecha en el siglo XXI que confirma el diagnostico de gota hecho por sus propios médicos en el siglo XVI.

Tratamiento

Hay dos caminos esenciales en el tratamien-to de la gota. En primer lugar se debe detener la inflamación aguda de las articulaciones. Se-gundo, es importante el manejo a largo pla-zo de la enfermedad para prevenir futuros ataques de gota y disminuir la presencia de

DIAGNÓSTICO DE LA ENFERMEDAD DEL EMPERADOR CARLOS V A LOS 450 AÑOS DE SU MUERTE

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los depósitos de cristales de acido úrico. La prevención de futuros ataques es tan impor-tante como el tratamiento de la artritis agu-da. La prevención requiere mantenimiento de una hidratación adecuada, reducción de peso, cambios en la dieta, reducción del consumo de bebidas alcohólicas y prescripción de algunas medicinas para reducir el nivel de acido úrico en la sangre (hiperuricemia).

El mantenimiento de una hidratación ade-cuada ayuda en la prevención de los ataques de gota. La hidratación adecuada también ayuda a disminuir el riesgo de cálculos renales en pa-cientes que sufren de gota. El alcohol tiene un efecto diurético que contribuye a la deshidrata-ción y puede precipitar los ataques agudos de gota. El alcohol también puede alterar el meta-bolismo del acido úrico, causando hiperurice-mia. Por lo tanto el consumo de alcohol tiene dos efectos fundamentales que inducen a em-peorar los efectos de la gota; uno es la disminu-ción de la excreción del acido úrico por el riñón y la deshidratación con el resultado de la pre-cipitación de acido úrico en las articulaciones.

Los cambios en la dieta ayudan a la reduc-ción de los niveles de acido úrico en la sangre. Los alimentos ricos en purinas deben ser evita-dos ya que las purinas son convertidas en el or-ganismo en acido úrico. Ejemplos de alimentos ricos en purinas son hígado, cerebro, riñones. En general algunos investigadores señalan que el consumo de carne y mariscos aumentan los riegos de un ataque de gota como también la cerveza y licores.

En el tratamiento de la gota se debe señalar tres aspectos relevantes. En primer lugar los me-dicamentos que alivian el dolor como el parace-tamol u otros analgésicos. En segundo lugar los agentes antiinflamatorios como la colchicina y los esteroides, comúnmente usados para dis-minuir la inflamación de las articulaciones. En tercer lugar hay que controlar el nivel de acido úrico en la sangre. Un ejemplo de estas medi-cinas es el alopurinol que disminuye los niveles de acido úrico en sangre mediante el bloqueo de la conversión de purinas de los alimentos en acido úrico. Febuxostat es una medicina recien-temente aprobada en EEUU en el 2009 por el Food and Drug Administration (FDA) para dismi-nuir la hiperuricemia.

El Emperador Carlos y la gota (2)

En 1556 el emperador Carlos abdicó ce-

diendo su imperio español en la persona de

su hijo el rey Felipe II de España. De acuerdo a

su deseo, el Emperador después de su muerte

fue enterrado en el Monasterio de Yuste, pero

en 1574 su cuerpo fue trasferido al Real Mo-

nasterio de San Lorenzo del Escorial. Relatos

históricos de la transferencia del cuerpo del

Emperador al monasterio de San Lorenzo nos

indican que había sufrido una momificación

espontánea (2), siendo completamente reco-

nocible. Durante el traspaso de su cuerpo al

Monasterio del Escorial, la falange terminal de

un dedo del Emperador fue guardada fuera del

sarcófago, en una pequeña caja con el número

10044506 del Patrimonio Nacional Español y

preservada en la sacristía del Real Monasterio

de San Lorenzo del Escorial (2). Es así como

un grupo de investigadores del Hospital Clínic

de Barcelona y la Universidad de Barcelona de-

ciden investigar la patología y causa de muerte

del Emperador, 450 años después de su muer-

te, usando como muestra de análisis una parte

de la falange terminal del quinto dedo de una

de las manos del Emperador, sin poderse pre-

cisar a que mano correspondía dicho trozo de

falange (2). Previa autorización por parte del

Patrimonio Nacional Español, los restos de la

falange fueron transportados a Barcelona para

su análisis. Según relatan los investigadores

de Barcelona, el fragmento de dedo presenta-

ba un color marrón oscuro y una textura de

piel. La parte proximal de la uña se encontra-

ba todavía adherida al dedo, sin embargo la

parte terminal de la uña no estaba presente.

El estudio radiográfico (Figura 1) demostró

una erosión muy pronunciada de la epífisis

proximal de la falange, con bordes irregulares

y calcificación de los tejidos (panel B). El borde

proximal de la muestra presentaba un extenso

depósito de color amarillento con apariencia

de tiza. El estudio histológico reveló que el co-

lágeno de la dermis y el hueso estaban bien

preservados (2). No se detectó la presencia de

células con la excepción de glóbulos rojos. Se

identifico un material cristalino que erosiona-

ba completamente el hueso (ver Figura 1).

DIAGNÓSTICO DE LA ENFERMEDAD DEL EMPERADOR CARLOS V A LOS 450 AÑOS DE SU MUERTE

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Figura 1: El dedo momificado del Emperador Carlos V. En el Panel A se presenta parte de la falange del dedo meñique de una de las ma-nos de Carlos V con parte de la uña (de frente y perfil). El Panel B es la radiografía de la falange revelando la extensa erosión y calcifica-ción de tejidos (depósitos de color blanco). En el Panel C se presenta el borde proximal de la falange con extensos depósitos amarillentos con apariencia de tiza (depositos de cristales de urato mono sodico,

tofos, característicos de la gota).Reproduccion autorizada de New England Journal of Medicine

(2006) 355: 516-520 con permiso de la Massachusetts Medical Society.

Mediante observación bajo luz polarizada el material cristalino aparecía en estructuras de aguja consistente con uratos (Figura 2). Pos-terior análisis por microscopia electrónica de barrido revelo una estructura cristalina que ha-bía erosionado y destruido el hueso (Figura 2, Panel E,F).

Los especimenes en Paneles A,B,C y D fue-ron teñidos con hematoxilina y eosina. En el Panel A con bajo aumento se aprecia un de-posito de material basofilico (color violeta ro-

sado de naturaleza acidita, turbido) ocupan-do completamente el centro de la muestra y destruyendo el hueso. En el Panel B con mayor aumento, se aprecia el material basofilico y fibrilar característico del la gota. En Panel C y D bajo luz polarizada, se puede apreciar los cristales de urato birrefringentes en forma de agujas. Paneles E y F demuestran el análisis de microscopia electrónica en el cual se observa un deposito masivo de estructuras cristalinas que erosiona y destruye el hueso (F). La carac-terización del material cristalino por difracción de rayos-X confirma grandes cantidades de sodio (Na+) característico del urato monoso-dico (imagen en forma de aguja (Na) del panel insertado).

Figure 2: Análisis microscópico del dedo del Emperador Carlos V..

Reproducción autorizada de New England Journal of Medicine (2006) 355: 516-520 con permiso de la Massachusetts Medical Society.

Los resultados del grupo de investigación del Hospital Clínic y la Universidad de Barcelo-na (2) nos confirman con técnicas de la medi-cina moderna el diagnostico de la enfermedad de la gota que sufría el Emperador. El diag-nostico de la gota en tejidos de este tipo se realiza en forma indirecta, a través de la evi-dencia de erosión de los huesos producida por los depósitos de ácido úrico. Aparte de confir-mar el diagnostico de la gota del Emperador, el estudio realizado (2) permitió demostrar su avanzada artritis que había destruido casi por

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completo la unión de la ínter falange distal ex-tendiéndose hacia otros tejidos.

El destino de muchos países Europeos y el nuevo mundo estaba profundamente ligado a las vicisitudes de la vida del Emperador. Su enfermedad probablemente condicionó sus decisiones que afecto el futuro de muchos países del gran imperio que gobernaba (2). A medida que transcurría el tiempo los ata-ques de gota se incrementaban en frecuencia y severidad. Así, en 1552 un ataque de gota obligó al Emperador a posponer el intento de recapturar Metz. Con la llegada del invierno la ciudad francesa se organizó para resistir al ejército de Carlos V el cual fue derrotado. De acuerdo a algunos estudios (6) el sentido de culpabilidad por la enfermedad que sufría, que condujo a la derrota, obligo a Carlos V pensar en abdicar (6). En 1556 se retiró al Monasterio de Yuste dejando su imperio es-pañol (España, Holanda, Nápoles y las pose-siones españolas en el continente americano) en manos de su hijo Felipe II y los territorios austriacos y el Sacro Imperio Romano quedó a cargo de su hermano Fernando.

Armas del emperador Carlos V

El gran Emperador Carlos V falleció de Malaria (7) el 21 de Septiembre de 1558 en el Monas-

terio de Yuste. Veinte seis años mas tarde sus restos fueron trasladados al panteón real del Monasterio de San Lorenzo del Escorial. Des-pués de 450 años de la muerte del Empera-dor, las técnicas de la medicina moderna nos permiten en forma directa diagnosticar las dolencias del Emperador como producto de la severa gota que sufría. Así, los resultados ob-tenidos por el equipo del Hospital Clínic de In-vestigaciones Biomédicas, Universidad de Bar-celona (2) representan un avance importante en paleopatología.

Bibliografía

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2. Ordi, J., Alonso, P.L., De Zuleta, J., Este-ban, J., Velasco, M., Mas, E., Campo, E. and Fer-nández, P.L. (2006). The Severe Gout of Holy Roman Emperor Charles V. N. Engl. J. Med. 355 (5): 516-520.

3. Fernández-Álvarez, M., Memorias de Car-los V. En Cuerpo Documental de Carlos V, Vol 3, Madrid, editado por Fernández-Álvarez, M. Fundación Academia Europea de Yuste-España 2003: 635-641.

4. Boonen A., Van der Linden, SJ. Case Num-ber 33: about being a famous European and suffering from gout. Ann. Rheum Dis 2005; 64:528.

5. Guerrero-Cabanillas V. Un paciente indis-ciplinado. En la Salud de Carlos V, editado por Fernández-Álvarez, M. Fundación Academia Europea de Yuste, 2005: 203-10.

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7. De Zuleta, J. (2007). The cause of death of Emperor Charles V. Parassitologia 49 (1-2):107-109.

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Jaime Murillo RubieraCaballero de Yuste

Tanto el Emperador Carlos como Luis Vives, por caminos mentales diferentes, sintieron lo que era y representaba Europa en los comien-zos de aquel siglo XVI. Los tiempos iban a des-lizarse con sorprendentes acontecimientos en ese inmediato amanecer del siglo, que cada uno de ellos, en su personal episodio histórico, irán a vivir y representar.

Son tiempos de grandes inquietudes históricas y de no menores preocupaciones políticas y de pensamiento. Su inicial periodo entre 1503 a 1521, se cubren Julio II y León X, que como Pontífices, habrán de hacer frente a la eclosión de la Reforma y a las rebeldías, que con sus prédicas enciende el discurso religioso de Ulrico Zwingle en Zurich, un simple párroco, y de Martín Lutero que terminados sus estudios de doctorado preludiara una revolución religiosa, que quebrantara la unidad cristiana de Europa. Dos nombres que protagonizaran un decisivo periodo en la Historia de Europa.

En 1509 Oran es conquistado por una expedición española dirigida por el Cardenal Cisneros. Ello contribuirá a una hegemonía que tendrá importante repercusión política en los países ribereños del Mediterráneo y en los reinos de Italia y en la política de oposición a la permanente amenaza del poder otomano. Ese mismo año el Cardenal funda la Universidad de Alcalá de Henares, que constituye un hecho cultural de primera magnitud en la expansión de los sabéres de su tiempo. En Inglaterra muere el Rey Enrique VII, y hereda el trono su segundo hijo, con el titulo de Enrique VIII de la dinastía

de los Tudor. Este contraerá matrimonio con Catalina de Aragón, hija primogénita de los Reyes Católicos, después de haber quedado viuda de su hermano Arturo. Este antecedente será después un pretexto que utilizará el Rey Enrique, para crear un conflicto con Roma, que va tener consecuencias, al repudiar a Catalina como legitima esposa. Allí se inicia todo un periodo negro para la Corona de los Tudor, con gravísimas consecuencias para la cristiandad y para Europa. Aquel Rey, que tenia solo diecisiete años, será protagonista de muchas calamidades en la Historia de Inglaterra con repercusión en la Paz del Continente.

En el año 1511 se constituye la Santa Liga para poner freno a la pretensiones de Francia sobre los territorios de la República de Venecia. En 1512 Fernando el Católico conquista Navarra con tropas mandadas por Don Fadrique Álvarez de Toledo, II Duque de Alba (1460-1531) mientras en la culta Venecia, se imprime por primera vez toda la obra de Platón. Simultáneamente aquél año, Ponce de León llega a las costas de La Florida, en la lejanas tierras de América.

En 1513 muere en Roma el Papa Julio II, sucediéndole en el pontificado, León X de la estirpe de los Médicis. Se iniciara un mecenazgo intelectual, literario y artístico sobre los Estados Pontificios de gran relevancia dentro de la explosión renacentista del momento, pero a la vez con una conducta de doble ambigüedad, llena de mundanos reproches que deja, al propio tiempo, amargos recuerdos en ese periodo histórico. En la gran aventura americana, Vasco Núñez de Balboa llega y descubre en 1514, las orillas de la inmensidad del Océano Pacifico.

Durante ese periodo al que nos hemos referido, entre 1509 a 1521, nuestro compatriota, el valenciano Luis Vives (1492-1540) está entre París y Brujas, antes de que se produzca su incorporación a la Universidad de

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Lovaina, y se produzca el encuentro y el inicio de su amistad con Erasmo de Rotterdam. Allí se iniciaron años de estudio, de colaboración en medio de la gran inquietud que promovían las discusiones de la Reforma.

Aquella conducta que se asentaba sobre novedosos valores intelectuales, muchas veces de doble ambigüedad, dejará recuerdos amargos, de mutuos y mundanos reproches. La atención y posición que adopto el propio Erasmo, fue en principio de observador lejano, embriagado como estaba por el estudio de los autores clásicos, dedicándose a la traducción del griego al latín, del Nuevo Testamento. León X será protector de la obra de Miguel Ángel, del arte perfeccionista de Rafael y admirador de la obra de Leonardo da Vinci (1452-1519). Su impulsivo carácter y su afán de dejar testimonio de su grandeza, le hace ser iniciador del proyecto de la Gran Basílica de San Pedro en Roma. La recaudación de fondos para su construcción, por medio de la Bula de Indulgencias en 1515, dio origen al grave conflicto de su difusión por medio de las predicas del dominico Juan Tetzel en Maguncia. Ese fue inicio de las primeras y airadas reacciones del angustiado Martín Lutero (1483-1546) que solo confiaba en la fe y no en las obras para la salvación. Como respuesta decidió dar la batalla, y en la víspera de Todos los Santos de 1517, fijó en las puertas de la Iglesia de la Universidad de Wittenberg, la lista de sus 95 tesis, haciendo publica su postura de protesta. A ello siguieron los preparativos desde Roma para condenar las mismas, dándose a conocer la Bula el 15 de junio de 1520. La rebelión definitiva de Lutero no se hizo esperar y en diciembre la quemo públicamente en la Universidad ante profesores y estudiantes. Su condena se produjo de manera fulminante el 3 de Enero de 1521 desde Roma. Aquel fue el arranque del hecho más grave de los acontecidos para la Historia de la Cristiandad en Europa, origen de una escisión que desde entonces perdura como definitiva. Pero lo más grave es que, lo que inicialmente era un problema de doctrina eclesial, pronto se deslizo al campo de la intervención de los príncipes temporales. Ahí tenemos como prototipo de este hecho, la reacción del hábil y altanero Federico el Sabio, Elector de Sajonia. Decisión que insto a sucesivos episodios que van, desde las disputas de Leipzig, hasta la posterior intervención de Melanchton, y su

final definitivo con la condena de la doctrina de Lutero, tras la Dieta anual del Imperio convocada por Carlos I en Worms y que, tras comparecer en ella, fracaso en sus propósitos dándose por finalizada con el Edicto de Worms el 25 de mayo de 1521. Ese fue el punto final para la condena de todos los escritos luteranos, proscribiendo en todo el Imperio su publicación y divulgación. Todos estos hechos repercutieron en el movimiento humanista que se vivía en aquellas fechas en Europa, en su mejor momento de prestigio intelectual y cultural.

Juan Luis Vives

El 13 de marzo de 1516 muere Fernando el Católico en Madrigalejos cuando iba camino de Guadalupe. Este suceso lleva a Carlos de Gante a ser proclamado sucesor de las Coronas de Castilla y Aragón, que tras su coronación en Aquisgran el 16 de octubre de 1520. Fue un golpe de mano político y efectista aprovechando los poderes que entonces tenía Guillermo de Croy en la Corte Bruselas, pues aún vivía la madre de Carlos, Dª Juana La Loca. El año anterior (1519), había fallecido el Emperador Maximiliano, lo que pone al Príncipe Carlos camino definitivo del Imperio, asumiendo en él una misión rectora para Europa. Hasta entonces no se que había conocido desde los lejanos tiempos del

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Emperador Constantino un poder semejante. Pero aquella muerte de Maximiliano, abrió al propio tiempo, las aspiraciones al Imperio de otros monarcas y Príncipes, lo que originaria el inicio de una enemistad política permanente con Francisco I de Francia, junto a una postura reservada y pragmática de Enrique VIII de Inglaterra. Aparecen enfrentadas entre ellos claras pretensiones de dominio. El Príncipe Carlos, por otro lado, como ya hemos señalado, había sido proclamado Rey de España como legitimo sucesor en los reinos de la Península. El panorama planteaba una situación que, si era delicada, habría de tener gran trascendencia en su solución para la futura política de equilibrios en Europa.

El que fuera preceptor del Príncipe Carlos en la Corte de Flandes, Adriano de Utrech (1459-1523) que había sido regente en España y en 1522, fuera elegido Papa como Adriano VI, en la sucesión de León X, al tiempo que simultáneamente se hacia la convocatoria de la Dieta de Nuremberg (1522-1523) punto de arranque que da origen a la lucha contra la herejía en Europa.

Aquella sucesión en los reinos de Castilla y Aragón, en la persona del Príncipe Carlos vino a obligar su viaje a la Península. Transcurre el mismo desde noviembre de 1517 hasta que en 1520, inicia su regreso por el puerto de La Coruña hacia Flandes. En este viaje a los reinos peninsulares, le acompaño un complicado sequito de flamencos, entre los que destacaba como protagonista el Sr. de Cheìvres, Guillermo de Croy, que había sido apoyo del Príncipe Carlos cuando niño y después influyente personaje en la Corte de Bruselas. Llevo como acompañante el Sr. de Chìevres a su protegido sobrino Jacobo Guillermo de Croy, con solo veinte años, había conseguido ser elegido Obispo de Cambray y del que era preceptor en Gantes, Luis Vives. Pero no obstante, Vives no le acompaño. No por ello dejo de ser importante para Vives su figura por lo que representaba en la Corte. Dicha función del preceptor duro hasta su fallecimiento en Worms en 1521. Extremo al que más adelante haremos referencia.

El sequito de flamencos que acompañaba al Rey Carlos, no hablaba castellano lo que supuso una incomunicación para la misión que llevaban de difícil subsanación, con independencia del lamentable comportamiento

que tuvieron, que parecía más conquistadores de territorio enemigo que miembros selectos de una Corte Europea. Hecho que se manifestó desde su llegada a la Península, hasta su regreso a Flandes. Comportamiento que motivo generalizado rechazo, por la prepotencia con que actuaban, tanto en su representación como por el abuso de poder del que hacían ostentación. Numerosas fueron las protestas, mucho el desasosiego ante la población castellana, aragonesa y valenciana, ya fuera desde la nobleza hasta el pueblo llano. Era evidente que el comportamiento personal del Sr. de Cheìvres parecía que no tener limite y buscaba siempre el de humillar al pueblo de España, en todos sus estratos y con cualquier pretexto. Aquellas actuaciones sin escrúpulo, sin miramiento alguno ante las muchas necesidades que los territorios visitados precisaban, dieron lugar a constantes protestas a su paso por ellos. Por otro lado era cierto que, los miembros del sequito no dejaron oportunidad de manejar con habilidad las rivalidades que existían también entre los propios españoles y entre sus diversas regiones, sacando provecho para sus personales propósitos. Esto se puso de manifiesto en la previa gestión de las convocatorias de Cortes y en su posterior desarrollo en los distintos reinos. Complicado menester el de las mismas en sus fines y en su acontecer con desiguales resultados de propósitos. Esto llego hasta tal punto que, duraron más de lo que se pensaba en su difícil montaje y en sus convocatorias. La que se celebro en Barcelona, en 1519, convoco al propio tiempo al Capítulo de la Orden del Toisón de Oro, para honrar con su concesión a Don Fabrique Álvarez de Toledo, II Duque de Alba, en agradecimiento por la reciente toma de Navarra, con hábil y valiente intervención en la misma.

Los abusos que se produjeron fueron, tan notorios como la decisión del Sr. de Cheívres, al actuar en ejercicio de su cargo de Gran Canciller, proponiendo que su sobrino fuera elegido para ocupar la sede Primada de España, como Arzobispo de Toledo, causando con ello una generalizada protesta del clero, puesto que con anterioridad se proponía cubrir la vacante, por el hijo natural del Rey Don Fernando, Don Alonso de Aragón. Estas decisiones y comportamiento, era uno más de los muchos capítulos de abusos que dañaba

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la presencia y el prestigio del Rey Carlos que se produjeron en aquella visita. Fue evidente que, el comportamiento de los llamados “caballeros flamencos”, dejo mucho que desear en los Reinos. Sin duda que pensaban que actuaban como meros administradores de territorios conquistados, provocando tremenda frustración en la población, que no dejaba de expresar sentimientos de animadversión hacia ellos, mostrando así el nacimiento de un clima de rebeldía en muchos lugares. Ello no obstante, nunca fue ocasión para que, se produjera o se manifestaran actitudes contrarias a la Corona. Antes al contrario recibió esta espontáneas adhesiones de fidelidad a la misma, en la persona que asumia el Emperador Carlos.

Carlos V con Erasmo

Pese a todas estas dificultades, las reuniones de Cortes consiguieron negociar con el soberano determinadas condiciones que afectaban a ventajas o libertades. De ello dio noticias detalladas Pedro Mártir de Angleria (1459-1526), que había sido el gran historiador de los Reyes Católicos y testigo excepcional de este viaje, al que no obstante escandalizaba los gastos de los comisionados flamencos y el pillaje al que se entregaban, con cualquier motivo.

Tan largo viaje, sin duda obligo a realizar difíciles jornadas, con largas etapas por duros y ásperos caminos durante de cerca de tres años en que transcurriera el mismo. Pese a todo, las crónicas reconocen que tuvo como resultado y consecuencia, la confirmación del hecho de mantener la idea de unidad de los reinos, restaurándose con ello, al menos un compromiso de fidelidad a la Corona, como representante de su unidad política y territorial

sobre la que se asentaban. Antes de partir desde La Coruña, en 1520, fue confirmada la designación de Regente al Cardenal Adriano de Utrech, que ya lo era con anterioridad desde la muerte del Cardenal Cisneros en 1517, persona de la confianza del Rey Carlos y cargo que, hubo que compartir con el Almirante y Condestable de Castilla, iniciándose con ello una gobernabilidad que dejaba el peso de la misma, en las respectivas Cortes de los distintos reinos. En ese regreso hacia Flandes, hizo escala en Inglaterra para visitar a su tía Catalina de Aragón, la hermana menor de su madre, recién casada, por entonces con el Rey Enrique VIII. En el cortejo que acompaño a Carlos al regreso, junto a otros representantes de la más alta nobleza de España, iba Don Fadrique Álvarez de Toledo, II Duque de Alba.

Después de la marcha del Rey Carlos, España sufrió la tremenda sacudida de la rebelión de los Comuneros y de las germanías (1520-1521), que nunca constituyo quiebra que afectara a los poderes del reino, ni tuviera sentido de base revolucionaria que fuera a poner en cuestión, ni la Monarquía, ni su pertenencia a la comunidad política que ella representaba. Fue la explosión evidente de una protesta que expreso el disgusto rebelde que había dejado el incumplimiento de promesas del soberano, respecto la intervención de las Cortes en la gobernabilidad de los distintos territorios de España. En este aspecto no represento la “guerra” de las Comunidades, nada que afectara a la unidad del Reino. Ramón Menéndez Pidal considera, y así lo tiene expresado en aguda observación al analizar históricamente este hecho, que sin duda constituyo un lamentable y sangriento suceso en esta historia, tal como lo recoge en sus estudios sobre el sentido y contenido que represento aquella rebelión. La “guerra de las comunidades, produjo no obstante el efecto de la hispanización del Emperador, ya que bajo la ferviente asociación de España a los vastos planes imperiales”, tal suceso fue de indudable trascendencia y permitió consolidar la cohesión del reino, sin que se perdiera el espíritu de grandeza histórica que para España representaba. Era una realidad, que superaba los límites geográficos de sus territorios. Sin duda que aquella rebelión sangrienta y trágica fue una protesta natural contra una realidad que ignoro la existencia e importancia de la

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Regencia, que residía en las Cortes del Reino. Juan Maldonado (1485-1554) que fue discípulo de Nebrija y un gran humanista rescata en su obra “De Motu Hispanie” (El Levantamiento de España) publicada en 1525 con gran detalle, los sucesos históricos de las comunidades, reflejando el claroscuro de aquel mundo intelectual del Humanismo de la época ante tal acontecimiento.

Poco después de retornar a Flandes el Emperador Carlos, en plena celebración de la Dieta de Worms, que el mismo había convocado y a la que ya hemos hecho referencia con anterioridad, fallecía repentinamente el 10 de mayo de 1521 su Canciller el Sr. de Cheìvres, Guillermo de Croy, que era en aquellas fechas la persona más cercana e influyente a las decisiones de aquel. Este acontecimiento afectaría de manera indirectamente a Luis Vives, al darse por terminada con tal motivo su función de preceptor que venía desempeñando sobre la persona de su sobrino. Ello constituyo para Vives un radical cambio en su vida y poderse liberar de una obligación e integrarse definitivamente en sus funciones como profesor universitario en Lovaina de manera definitiva, al tiempo que Erasmo de Rótterdam se incorporaba a ella.

Ese mismo año de 1521, se puso fin al triste episodio de la rebelión de los Comuneros, con su derrota en Villalar, coincidente con la ofensiva inicial de Solimán, que se apodera de Belgrado, mientras que al otro lado, en las lejanas tierras de América, Hernán Cortes conquista México.

La desaparición del Sr. de Chìevres tuvo también una importante repercusión cerca del propio Emperador Carlos, pues a partir de ese suceso no tuvo nuevo Canciller que asumiera tanto poder, alejando de la corte a los servidores flamencos que hasta entonces le rodeaba, y posiblemente, escarmentado de aquella experiencia, los aparto definitivamente de su lado. A partir de esa fecha la figura de Canciller queda sin finalidad política. Será obra de un hombre de toda la confianza del Emperador, el que prestara esos servicios para organizar el protocolo, el sequito y la administración de la Corte, nos referimos al piamontés Mercurio Gattinara (1465-1530), jurisconsulto y hábil político, gran amigo, por cierto de Pedro Mártir de Angleria. Este eficaz servidor, de larga

experiencia humana en la Corte de Flandes al servicio de Margarita de Habsburgo, como administrador de la duquesa viuda y a través de la cual llegar a prestar servicios de confianza al propio Emperador Maximiliano. Tenía sobradas dotes de hábil negociador diplomático. Había conoció a Nicolás Maquiavelo de primera mano y en forma directa, por tanto, de los problemas políticos de las ciudades italianas, al margen de ser hombre que estaba muy en contacto con una región, que le era muy conocida, por que era la de su nacimiento. Había viajado por España, en el sequito del Rey Fernando el Católico, sabía de los entresijos que se rumiaban en Castilla, y no le eran desconocidos los problemas de la regencia de los Países Bajos, bajo la Regente Margarita. De esa forma pudo entrar en el ámbito de la Corte de Malinas y allí conoció y entro en contacto con el propio Erasmo de Rótterdam, entonces recién designado Consejero para la educación política del joven Príncipe Carlos.

Una de las primeras decisiones que adopto Gattinara fue preparar un memorial, que diseñado ya en 1517, lo puso en practica respecto a las medidas que se debían adoptar para ordenar el caos que sufría la organización del gobierno de la Corte. Complicada pero exigente necesidad para un administrador responsable como él. Su memorial afectaba tanto a lo relativo a designación de hombres de confianza y absoluta fidelidad, como el de alejarse de toda influencia flamenca. No se puede omitir que, en aquella Corte, había toda una sociedad de segundones de la alta nobleza y de hidalgos que fortalecían su presencia de manera creciente, ya fuera por razones militares o administrativas, que la casa de Austria generaba como era lógico en una monarquía cada vez más preponderante. Allí se planteaban conflictos políticos, propios del natural crecimiento territorial del Imperio y ello obligaba a tenerlo todo puesto al día. Todo integraba una bien tramada e intrincada burocracia en la que, muchos aspiraban a obtener posibilidades de servicios importantes y beneficiosas mercedes. El servicio a la Corona permitía el acceso a encumbramientos, distinciones y carreras brillantes. Situación que no era privilegio de la Corte del Emperador, sino propio en la época en las Cortes Europeas.

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Armas del emperador Carlos V

Dentro de este clima Gattinara logro organizar la maquinaria administrativa de aquellos dispares territorios que integraban el Imperio. A partir de ese momento se consolido la posibilidad de que él, pudiera asumir funciones y facultades de Gran Canciller, con las prerrogativas y poder que le aseguraba estar directamente al servicio del Emperador. Es necesario decir con toda objetividad, que él fue para el Emperador Carlos un servidor fiel, inteligente y trabajador, que evito los errores de la anterior administración radicada en Flandes, demasiado absorbente por los propios intereses que la habían constituido y así lo hizo con diligencia y lealtad, hasta al final de sus días. Gattinara falleció en junio de 1530. Entre las importantes funciones que desempeño, hasta el último momento, fue la de acompañar al Emperador hasta las mismas puertas de Bolonia, el 24 de febrero de ese mismo año, para ser coronado Emperador por el Papa Clemente VII. Nombramiento en el que asumió gestiones preparatorias delicadas y que cumplió con inteligente audacia, y por supuesto, con el merecido agradecimiento del Emperador. Fue un acontecimiento brillante, lleno de solemne majestad e histórico, que represento la culminación de un momento fundamental en la vida del Emperador Carlos, al tiempo que simultáneamente su servidor moría al pie de una leal fidelidad y nacía un nuevo Señor para un nuevo Imperio.

Este decisivo suceso marco una nueva distribución de poderes, facultades y competencias en la cúpula del Emperador, que se repartieron entre varias áreas de naturaleza geográfica. Para el Norte de Europa, se designo, la persona de Nicolás Perrenot de Granvela (1486-1550) procedente de Flandes, de la Corte de Margarita de Austria, gran figura en el mundo de la diplomacia que asumió su control. Para las áreas del Mediterráneo le fueron encomendadas a Nicolás Periterreanea y los que afectaban a la Hacienda en España, las dejadas en manos del hidalgo andaluz Don Francisco de los Cobos (1477-1547). La administración del interior de España las asumia el Cardenal y Arzobispo de Toledo, Juan Pardo de Tavera,(1472-1545) al que ya en 1539 seria designado Regente, siendo Presidente del Consejo de Castilla y posteriormente Arzobispo de Sevilla; Don Fernando Valdés, llegaría a ser Inquisidor General y Presidente del Consejo Real y como tal, cabeza de la Administración en la Corona de Castilla (1483-1568). A él le correspondió, la enorme responsabilidad de tramitar los complicados procesos de Valladolid y Sevilla contra erasmistas y luteranos. De máxima confianza fue, el nombramiento de ministro del Emperador Don Juan de Zúñiga y Avellaneda (1490-1546), para asumir la responsabilidad de la educación de su hijo, el Príncipe Felipe.

Es esta una Historia y una época de grandes acontecimientos, de exuberante cultura, que represento apertura a un proceso de renovado crecimiento y a la vez, de transición obligada, llena de condicionados políticos, de compromisos ineludibles, tanto en el orden de la responsabilidad del poder en si, como de la extensión que tenía sobre aquél inmenso Imperio, que había que gobernar con juicio moral, que había que defender de propios y de extraños, en defensa de los principios que lo inspiraban, sobre los que se asentaba una larga, densa tradición, de rica Historia. Ello obligaba a guarda y defender creencias y lealtades. Era todo lo que constituye el contenido de una gran Historia.

Todo lo impone la servidumbre de la Historia.

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Antonio José Mérida Ramos Caballero de Yuste

En su monografía “Carlos V. Breve anecdotario del Emperador.” (Mérida 2000), Don Manuel Domínguez Merino nos dice: “conocida es universalmente la afición del gran Emperador por los relojes. En su retiro de Yuste durante los últimos días de su vida, logró reunir una gran colección de relojes de todo tipo y forma. Se entretenía en darles cuerda, arreglándolos, tratando de ponerlos de acuerdo para que marcharan al segundo y así pasaba muchos días, horas y más horas. Los había de todas clases, procedencias, formas, tamaños: grandes, pequeños, vastos, artísticos, de pesas, de espiral, de cuco... En sus numerosos viajes los relojeros alemanes pudieron proveerlo en abundancia.

Pero le disgustaba no poder tenerlos perfectamente sincronizados y acordes. A pesar de exquisito cuidado y del de su experto relojero Juanelo Turriano, ya uno, ya otro o

varios de ellos sonaban antes o después de lo deseado.

Un día en que su incapacidad o impotencia le desazonaba más de lo ordinario, se quejó a su confesor diciendo:

No se que voy a hacer para que marchen al segundo. Nunca me hubiese figurado que fuera tan difícil llevar los relojes con exacta precisión.

A lo que el confesor contestó vivamente:

Sí por ningún medio consigue Vuestra Majestad poner de acuerdo unos pocos relojes, ¿cómo se queja de que tantos millones de hombres como componen su Imperio no vayan nunca de completo acuerdo?

El Emperador que amaba los relojes

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Es verdad. Y, sin embargo, en eso yo no había reparado nunca.”

En realidad Carlos V como buen hijo del Renacimiento, fue un hombre con muchas inquietudes e intereses. Los relojes constituían una de ellas, y no solo estos, en realidad su afición iba más lejos aún, atrayéndole poderosamente cualquier artilugio o aparato mecánico tuviese o no una función práctica. Pero también fueron fruto de su interés muchas otras cosas y objetos. Así es conocida también su afición a los mapas y portulanos.

La cartografía, cosmografía y otras ciencias y técnicas como la arquitectura, ya civil o militar, fueron conocimientos de los que sin llegar a ser especialista holgó con sus explicaciones y misterios.

Las armas también se sabe que fueron objeto de su curiosidad, pero fueron los relojes mecánicos, aunque también los de sol, agua o arena, los que más le atrajeron, coleccionándolos con avidez, gozando y sufriendo con la particular y diferente personalidad de cada instrumento, de los que como antes decíamos no conseguía hacer que marchasen al unísono, como bien conseguía hacer con sus tropas.

Carlos V intentó siempre rodearse de los mejores especialistas en cada una de sus aficiones, y en el asunto de los relojes, consiguió probablemente al mejor ingeniero, diseñador e inventor de mecanismos y autómatas de la época.

Nos referimos a Giovanni Torriani, nuestro Juanelo Turriano, italiano de Cremona, nacido en 1501, que vivió una larga y fecunda vida en España, muriendo en Toledo a la avanzada edad de 84 años.

Si bien sirvió sobre todo al Emperador, también lo hizo con su hijo Felipe, que llegó a nombrarlo Matemático Mayor. Su fama internacional hizo que fuese reclamado por el Papa Gregorio XIII, para la reforma que este llevó a cabo en el calendario juliano que hasta entonces regía la organización y cuenta de los días y meses del año.

Turriano fue como Leonardo y otros como él un creador y artista, que lo mismo diseñó campanas para el Monasterio del Escorial, como armas de tiro continuo o máquinas voladoras. En Toledo diseñó a petición del Marqués del Vasto un extraordinario ingenio para abastecer de agua del Tajo a la ciudad.

Juanelo Turriano estuvo con el Emperador en Yuste hasta el final. Cuando vino a España en 1529, vino en calidad de astrónomo, destacando más tarde como ingeniero mecánico y al estar la relojería tan unida a ambas ciencias, pasó y así ha sido universalmente conocido como el “Relojero del Emperador”.

EL EMPERADOR QUE AMABA LOS RELOJES

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¿Pero que se sabía de los relojes? ¿que se sabía de la medición del tiempo en el siglo XVI?

Hace varios miles de años, cuando el hombre se sedentarizó, y empezó a construir ciudades, viviendo de la ganadería y la agricultura fue cuando empezó a sentir la necesidad de medir el tiempo.

En sus primeras observaciones el hombre antiguo notó que la sombra variaba de acuerdo con la posición del sol. Este sagaz descubrimiento dio pie al diseño del primer instrumento para medir el tiempo, naciendo con ello el “gnomon” que consistía en un bastón incrustado perpendicularmente en el suelo, señalándose en tierra surcos que indicaban los distintos momentos del día. La sombra del bastón era la que señalaba las distintas fases y horarios. El bastón fue sustituido por los obeliscos, siendo los sacerdotes los que tenían entre sus diversas funciones la capacidad de interpretar el movimiento de la sombra que el obelisco ofrecía frente al sol.

Esto debió de ocurrir entre los 4.000 y 3.500 años a.c. en Egipto. En China y por algunos pueblos precolombinos como los Olmecas y Mayas, también se utilizo el sol como primer medidor del tiempo.

Los relojes de sol, en un principio, eran solo de altitud, es decir únicamente se tenía en cuenta la longitud de la sombra proyectada por el indicador y en consecuencia daban tan solo una estimación de la altura del sol. Pronto

se observó que si se consideraba tambien la dirección de la sombra, se podia conocer la fecha además de la hora, operación esta más complicada por la necesidad de orientar adecuadamente el reloj de sol.

Con el cuadrante solar, el ecuatorial y posteriormente el universal acompañándose este por la brújula cuando se inventó esta, se obtuvo un instrumento más preciso y útil sobre todo para la navegación.

Fue el árabe Abul-Hassan el que homogeneizó en el siglo XIII el recorrido de la hora, ya que no eran estas iguales en invierno que en verano, y en un lugar u otro.

La noche y los días nublados hacían que este instrumento no fuese útil en todo momento, lo que hizo necesario medir el tiempo, como transcurso propio y no meramente visual. En definitiva se requería un instrumento de funcionamiento autónomo.

Los romanos utilizaron tambien los relojes de cera con velas de duración calculada. En la Edad Media se utilizó este sistema para medir el tiempo de los oficios religiosos.

El agua como el sol, fue un elemento utilizado desde muy temprana edad.

EL EMPERADOR QUE AMABA LOS RELOJES

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Los babilonios, egipcios, chinos e hindúes utilizaron el reloj de agua, elemento este contenido en un recipiente graduado, del que se escapaba a través de un orificio por mera gravedad haciendo descender su nivel. Este coincidía con una escala marcada en el recipiente que señalaba las horas. A este instrumento se le conoció con el nombre de Clepsidra y fue antecedente del más conocido y práctico reloj de arena que data de unos 500 años a.c.

Los ingenios mecánicos no se empezaron a ver hasta los siglos XIII y XIV, aunque existen documentos de la existencia en el siglo XI del Su-Sung en China (la máquina celeste), el primer reloj mecánico creado al parecer a partir de una clepsidra que activaba un conjunto de engranajes que a su vez movían diversos mecanismos.

Se atribuye al monje Gerberto, mas tarde Papa con el nombre de Silvestre II como creador del primer reloj de pesas y ruedas si bien es cierto que no se encuentra totalmente documentado el hecho, mientras sí lo está el construido por el abad de San Albano en Inglaterra Richard Wasigford hacía 1326.

En España el primer reloj mecánico de torre fue el conocido como “seny de les hores”, en la catedral de Barcelona en 1393.

Con el término horologium u orologio se conoce al reloj de rodamiento.

Lo que diferencia al reloj mecánico de todos los demás instrumentos para medir el tiempo es el escape. Su gran innovación es el control del movimiento del balancín y la regulación del ritmo de avance.

Con esta innovación nace la precisión, necesidad esta sentida cada vez con mayor ansia.

Todos los relojes mecánicos constan de tres elementos esenciales y dos de menor importancia, fuerza motriz, generada por la gravedad de un peso o la elasticidad de un muelle, rodamiento consistente en un mecanismo de engranajes y escape que sirve para controlar la velocidad de rotación mediante un regulador.

Los otros dos elementos serian el cuadrante es decir la esfera que señala las fracciones de tiempo a medir, así como la sonería si se desea incorporar música, campanas o cualquier otro mecanismo complementario y el armazón o jaula donde se encierra la maquinaria.

Al parecer la colección que en Yuste cuidaba con mimo Juanelo Torriano bajo la atenta vigilancia del Emperador, estaba compuesta por ingenios de diversa procedencia, los menos eran de sol portátiles, de agua, cera y arena y sobre todo los tenía mecánicos, bien de péndulo, muelle, de escape de paleta y balancín o escape de rueda catalina y foliot, los tenía de mesa, de pared, de cuco con sonería o sin ella.

Fuerte impresión debió de causar a los humildes monjes jerónimos tan endiablada colección de ingenios mecánicos instrumentos estos que no solo interesaron a Carlos V, siendo posteriormente muchos los reyes españoles que disfrutaron vivamente con la posesión de estos extraordinarios y sofisticados artilugios de medir el tiempo. Es conocida la afición de algunos borbones a estos aparatos, quedando muestra de ello en las colecciones diseminadas por los diferentes Palacios Reales, en especial el de Aranjuez.

EL EMPERADOR QUE AMABA LOS RELOJES

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Rafael García Herranz. Caballero de Yuste.

El 21de septiembre de este año se cumple

el 450 aniversario de la muerte del Emperador

y ello me da pie a rememorar sus últimos

momentos, aunque, de hecho, el Emperador

empezó a morir diez años antes, cuando le

faltó su fiel esposa, asesora y confidente, la

Emperatriz Isabel.

No en vano, ya San Agustín decía que

“la vida no es sino una muerte lenta”, y

para el Emperador, esa lentitud se trocó en

aceleración, al verse solo y comprobar que

muchas de las acciones que había acometido

a lo largo de su vida fueron inútiles, por

cuanto no habían conseguido los objetivos

perseguidos como, por ejemplo, la lucha

contra el protestantismo.

En la etapa final de su vida, el Emperador

cayó sumido en la melancolía y ello, unido a

una serie de fracasos, le llevó a abandonar

paulatinamente sus asuntos, para retirarse a

descansar en España y ponerse en orden con

Dios.

El “adiós oficial” del Emperador comenzó

el 25 de octubre de 1555, en el palacio de la

Grande Place de Bruselas, con la abdicación

de la soberanía de los Países Bajos en manos

de su hijo Felipe, al que se le había hecho

regresar de Inglaterra. Allí, en presencia de

varios dignatarios europeos y acompañado

por su hermana María, reina viuda de

Hungría, y de su sobrino Filiberto de Saboya,

el Emperador, habló con emoción y fatiga,

apoyando su mano derecha en un bastón y

la izquierda sobre el hombro de Guillermo

de Orange Nassau, se dirigió a los asistentes

para decirles “.... 9 veces he ido a Alemania,

6 veces he estado en España, 7 en Italia, 10

he venido aquí a Flandes, 4 en tiempos de

paz y de guerra he entrado en Francia, 2

en Inglaterra, otras 2 marché en contra de

Africa, lo que en total hacen 40.........”, “.......

he navegado 8 veces en el mar Mediterráneo

y 3 en el océano de España y, ahora, lo

atravesaré por cuarta vez, para retirarme

a morir allí.......”, “he decidido entregar a

mi hijo Felipe la posesión de estos Estados

y a mi hermano, el rey de los romanos, el

Imperio”.

Estas palabras las pronunció como si le

faltase el aliento y muy emocionado, hasta

el extremo que las lágrimas hicieron acto

de presencia en sus ojos, sobre todo al

despedirse de sus súbditos flamencos.

Este adiós se completaría el 16 de enero

de 1556, cuando abdicó en su hijo la corona

de España y los dominios españoles en

Europa y América y, el 12 de septiembre de

1556, renunció al trono imperial, a favor de

su hermano Fernando.

Al día siguiente, 13 de septiembre, junto

con sus hermanas María, reina de Hungría,

y Leonor, reina de Francia, se embarcó

en Flesinga con destino hacía España,

acompañándole una flota integrada por 60

navíos y, tras permanecer unos meses en

El Viaje sin retorno del Emperador Carlos V

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VIOLETAS CELTAS PORTADA Y SELECCIÓN DE POEMAS

Valladolid, se despidió de la corte y, con un

menguado sequito, el 3 de febrero de 1557

se dirigió hacía el Monasterio de Yuste.

No se conocen las razones por las que el

Emperador eligió este monasterio, para pasar

en él el resto de sus días. En esta decisión no

debemos descartar la añoranza y el recuerdo

de su fiel esposa, con estancia en territorio

propio, pero próximo a las tierras en las que

Isabel vio sus primeras luces.

Cualquiera que sean esas razones, lo

cierto es que, en sus últimos tiempos, el

Emperador se hallaba casi imposibilitado

para todo movimiento, aquejado de

gota, con una mente perturbada por los

acontecimientos que había vivido, con

ataques depresivos que le llevaban a llorar

en silencio y a rechazar cualquier alimento,

con frecuentes insomnios, dedicando su

tiempo a oír tres misas diarias y a armar,

desarmar y dar cuerda a los diversos relojes

de su colección.

En septiembre de 1558 enfermó de fiebres

tercianas, es decir, fiebres palúdicas que se

repiten cada tres días y, el día 21 de dicho

mes y año, cuando se hallaba rezando en

su cama, con un rosario de plata entre sus

manos, pronunció unas últimas palabras

entrecortadas “Ah ......Jesús”, expirando

seguidamente.

Con el fallecimiento del Emperador

desaparecía una persona que, superadas las

reticencias iniciales, amó profundamente

a España, una gran figura que, en el plano

político, antepuso los intereses de Estado

a cualquier otra consideración, un gran

monarca que, abandonando los fastos

cortesanos, supo retirarse a tiempo y , como

buen cristiano, se preparó para entregar su

vida al Altísimo.

Abdicación de Carlos V, de la soberanía de los Países Bajos en su hijo Felipe. Óleo de Louis Gallait.

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Biografía del Canal de Panamá

Benjamín Hernández Blázquez. Caballero de Yuste.

Según el ICEX, históricamente, Panamá ha sido destino importante, cuando no preferente de entidades económicas españolas. España es el tercer país en inversión: después de Suiza y Estados Unidos muy superior a otros estados hispanoamericanos o asiáticos. Sin embargo, el flujo financiero y comercial entre ambos países se ha estabilizado desde principios de siglo; la balanza del comercio exterior fija en una exportación de mercancías por valor de 135,6 millones de euros y una importación de 72 millones, siempre a favor de España. Estas cifras, sin desglosar, podían aumentarse significativamente cuando se allane el camino fiscal de la doble imposición como vía necesaria a la ampliación del Canal de Panamá, considerada como la mayor obra civil del planeta en este siglo.

Jorge L. Quijano ingeniero jefe del Proyecto de Ampliación defiende su carácter estratégico y comercial: “sin la ampliación la ruta corría el riesgo de perder relevancia y por consiguiente Panamá vería reducidas las aportaciones que recibe del Canal”. Otros técnicos destacan, que para 2011, el 37% de la capacidad de la flota mundial de barcos portacontenedores será de navíos, que ahora no pueden transitar por los cauces actuales debido a su tamaño. Actualmente los denominados panamax con 291 metros de eslora son los mayores que pueden circular.

La prensa española, 9 de julio de 2009, dió la noticia sobre la concesión al consorcio liderado por SACYR en el que también participan la italiana Impregilo, la belga Jan de Nuil y la panameña Constructora Urbana. Atrás quedaron empresas de los Estados Unidos, japonesas y españolas como ACS y FCC: SACYR “obtuvo la máxima puntuación técnica y presentó el mejor proyecto”. Concretamente desarrollar el proyecto que puede generar 5000 puestos de trabajo directos y 15.000 más de forma indirecta. Además le reportará unos ingresos por encima de 1500 millones de euros, y todo cuando la inversión de infraestructuras se encuentra casi congelada en muchos países de la UE y, el mercado inmobiliario español sigue en fase de letargo. La financiación del proyecto corre a cargo de su promotor, la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), Organismo que lleva explotando su infraestructura desde hace más de 90 años; tiene una segura fuente de ingresos, carente de riesgo, que son los buques que surcan el canal.

Desde que se inician las obras (to) y hasta

mucho después de su finalización (tn) se

pondrá en marcha un inmenso entramado financiero y bursátil en correlación con esta internacional ingeniería. Las empresas y consorcios se posicionan para buscar un lugar en este imprevisible escenario financiero. Nuevos productos y acciones diversas ensayarán su alcance y desarrollo técnico desarrollando estrategias siempre diversificadas. Ya ocurrió al día siguiente de la concesión a SACYR que las acciones de esta cía subieron como la espuma.

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BIOGRAFIA DEL CANAL DE PANAMÁ

Las historias financieras y de la cons-trucción han caminado secularmente describiendo caminos paralelos como así lo fueron el Canal de Panamá y el de Suez en tácita pugna comercial. Asimismo, ambos. Con singularidades propias, tuvieron un iniciador común en la persona del francés Lesseps. El de Panamá está compuesto por un sistema de esclusas y el de Suez es una canal a nivel por el que pueden transitar barcos pospanamax y portacontenedores sin restricción alguna.

Los historiadores de una y otra parte del Atlántico, convergen en el papel decisivo de la geografía en la historia de América: “lo fue en el amanecer del siglo XVI, cuando se trazaba el mapa del Nuevo Mundo, y lo fue en el XIX, entonces América se partió por Panamá, cuando los litigios fronterizos afloraron amenazadoramente”. Así lo refiere el investigador Morales Padrón. Panamá, con sus nueve provincias y 77.082 km2 de superficie, casi igual que Castilla la Mancha, se ubica en este corte, en el centro de dos Américas y cuyos límites son los polos.

En la capital se dice que desde el propio día en que el descubridor español Vasco Núñez de Balboa, vió el Océano Pacífico, la imagen del canal fue tomando la forma de un sueño que obsesionó a los hombres, navegantes o no, durante cuatro centurias.

Después del descubridor, buscando el paso directo, se mueven los navegantes, los geógrafos, los ingenieros y los financieros de todo el planeta cada uno a su aire. La historiografía americana defiende el cambio histórico y el Caribe releva al Mediterráneo en el génesis de las políticas europeas; por eso en el proceloso desarrollo del canal se miró a su homónimo, el de Suez, para que: según Arciniegas “una vez más ambos océanos retratan mutuamente sus imágenes en los distantes espejos de sus aguas”. Y bajo el nombre del francés Lessepts los dos vocablos se atan en el mismo nudo de una historia que deambula entre el orto glorioso y los abismos del ocaso de su próximo devenir.

Con todo la historia de Panamá desde Europa, tuvo su eco en las Cortes europeas del siglo XVI y XVII cuando sus ciudadanos se

vincularon a la aventura central del Caribe; descubrimientos y conquistas se hicieron con reyes al fondo. Colón refiere a los católicos y Balboa se posesiona del Pacífico con el estandarte del emperador Carlos V. En el Caribe es donde empiezan las guerras que se finalizan en tratados signados en Europa. La historia del Caribe es un campo de batalla, donde se ponen a prueba y se juegan, las coronas de los reyes y emperadores de la lejana Europa. Paradójicamente, ningún monarca conoció el Nuevo Mundo en estos siglos.

Sin embargo, cuentan que Felipe II desechó el proyecto de construir un paso interoceánico que sus ingenieros le habían mostrado, pues pensaba que “el hombre no debía separar lo que Dios había unido”. Su padre el emperador Carlos V, en cambio fue “precursor de las comunicaciones interoceánicas” , rango que en 1958 le fue otorgado a iniciativa del antropólogo panameño Benito Reyes al solicitar que una estatua suya presidiera la entrada del canal.

Argumenta el investigador, entre otras cosas, que la década que media entre el descubrimiento y la primera vuelta al mundo, fue el hecho más decisivo en el conocimiento del carácter interoceánico del istmo.

Las historias y utopías que se gestaban en Europa tuvieron, asimismo, eco en los saintsimonianos franceses, que concebían la apertura de los dos canales, Suez y Panamá, como parte de su programa para recuperar el mundo. Cuando se supo, lejos de las Indias, que lo que había no era un estrecho sino un istmo, emergieron los proyectos, otros, para abrir el paso que la geografía había olvidado. Una historia de dos siglos; hasta el último día, los españoles estuvieron pechando con el problema. Fue esta casualidad lo que motivó el viajo de los cartógrafos Antonio Ulloa y Jorge Juan, que nos les pareció una empresa imposible de realizar.

No lejos de Panamá se había construido un canal de varias leguas para unir el gran puerto de Cartagena de Indias con el río Magdalena. Fue el denominado Dique, excavado en ciénagas insalubres por miles de esclavos.

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BIOGRAFIA DEL CANAL DE PANAMÁ

Hubo hasta gente, que por cuenta propia, trató de lograr la comunicación del Pacífico con el virreinato, como el cura Antonio Cerezo que hizo un canal para unir el río San Juan con otro cauce mas al oeste y, por ahí cruzaban las canoas de un mar a otro.

Durante décadas, el problema inicial se fundamentó en saber por donde se abriría el canal y de ello opinaron desde Europa el ingles Pittt, la Corte de París, las Cortes españolas en 1814 y hasta el escritor Goethe, toda Europa se saturó de proyectos y en algunos imperaba la fantasía mas que la ingeniería o la racionalidad. En fin emergieron escuelas y corrientes de opinión que propugnaban las más enrevesadas esclusas y, hasta túneles. Proyectos dispares, pero en ambos lados del océano existía como denominador común, la idea de su construcción; pero había que eliminar como premisa la fantasía o el romanticismo que impulsó Luis Napoleón cuando publicó un panfleto en el que subrayaba “igual que Constantinopla fue el centro del mundo antiguo, así ahora……” y siempre ponía como colofón al canal. Empero, con la revolución de 1848 y su vuelta a Francia para coronarse emperador, se olvidó el proyecto, ocupando México su lugar.

LAS MINAS DE CALIFORNIA

Mientras tanto este versátil escenario, acaeció un hecho que invirtió los términos de la vida en América, fue el descubrimiento de las minas de oro de California; hasta ese día el canal carecía de sentido americano. Se pensaba en el para cruzar al otro mar, siempre con la idea de que el orbe no tenía sino dos centros neurálgicos: Europa y Asia. Secularmente, Europa nunca tuvo otra preocupación que no fuera la de comprar cosas de Oriente: es decir, lo que deseaban poseer los ricos en sus casas, o lo que movía la ambición de los burgueses. Por eso desde Colón no se pensaba en el canal, sino para ligar los dos términos de la inveterada ecuación; es decir Europa y Asia. Las cortes europeas consideraban a América como estación de tránsito: aún tres siglos y medio

no le habían hecho aprehender que se trataba de un mundo nuevo.

El descubrimiento determinó el cambio de criterio, iniciándose inmediatamente una vertiginosa carrera de los americanos del este hacía el oeste. La frontera de América del Norte, que se había movido en tres siglos a paso de tortuga, que en las calendas de 1800 no pasaba del Missisipi y dejaba la mitad del continente al norte como una pradera reservada a los bisontes, ahora se nueve como el viento “Los carromatos saltan sobre la ondulada llanura, entre nubes de tierra, al vuelo de los caballos que azotan enloquecidos los buscadores de oro”. Pero, las llanuras nunca se acaban de cruzar resultan infinitas, los buscadores que van por tierra ven en su mente febril que otros más afortunados llegan primero ¿Cómo acelerar las marchas? Dicen que por el mar, tomando en Nueva York u otras ciudades buques de vapor que les llevan a Panamá o Nicaragua dando un salto sobre el istmo y tomando en el Pacífico otro barco.

Así se conforman las primeras líneas de vapores, son apretados racimos humanos que se distraen jugando y bebiendo; siempre al borde de la tormenta humana, que se disipa como por encanto en cuanto el barco entra en San Francisco. Los capitanes lo saben: no han acabado de tender las escaleras para anclar, el buque se vacía, y solo se alcanza divisar el polvo que dejan en la carrera las veloces siluetas que se desplazan tras el oro. Estas y otras estampas aparecen en los diarios de la época, a los que filmes posteriores erigieron en protagonistas.

Mientras tanto Panamá se satura de comerciantes, y hombres de negocios sin escrúpulos, que encuentran una región que es tal vez más agreste que la que Drake el pirata conoció y asaltó. En tiempos de la colonia por ahí iba el sendero que seguían hasta los comerciantes de la Pampa, porque el puerto de Buenos Aires en tres siglos, solo una vez lo abrieron, al comercio libre, los españoles. Después la independencia y aquello dejó de ser el paso del continente. Las repúblicas nacientes se aislaron y a la par creció la hierba entre las piedras de estos caminos de

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BIOGRAFIA DEL CANAL DE PANAMÁ

herradura. La comunicación con el gobierno de Bogotá era cada vez más lánguida y difícil.

Unos americanos deciden construir el ferrocarril para unir ambos mares: pronto ferrocarril y compañía de vapores serían idéntica empresa, por ello importaban obreros de todas partes, hasta de China. “Muchos mueren de fiebre, otros de melancolía”, pero al cabo, la obra se finaliza y por aquí pasa todo el oro que California envía a Nueva York y otros puertos atlánticos. Esta obra se convierte en un gran negocio, con dividendos record, a la vez que da pábulo a nuevas ingenierías financieras pero también alejaba la idea de abrir el canal.

La prensa de la época (1856) destacó el denominado “Incidente de la Sandia” de gran repercusión posterior. Fue entre un tal Jack Oliver y un negro que vendía frutas tropicales. Fué azuzado por las distintas opiniones de los rotativos y se saldó “ con 15 pasajeros del tren y dos panameños muertos” El consulado americano aconseja a su gobierno una inmediata ocupación de la zona del istmo a menos que Colombia asegure la protección de los norteamericanos, por lo que se presentan dos buques de guerra con la impedimenta bélica más moderna. En Washington está el presidente Pierce, el más joven que ha tenido la Unión, pero que desarrolla una política de expansión y quiere apretar sus tenazas sobre Colombia. Pide para ello que Colón y Panamá sean ciudades libres y que ceda las islas de la bahía para bases navales, amén de una alta indemnización por los incidentes referidos. Es la manera como las grandes potencias suelen hacer sus cobros en esta parte del mundo. Otro hecho, con unas consecuencias similares aconteció en Nicaragua, el denominado Incidente de la Botella, entre norteamericanos y nicaragüenses. Este gobierno al no poder hacer frente a la indemnización pedida por la Unión, es bombardeado y el puerto de san Juan del Norte queda inutilizado. Eran cosas del siglo XIX tiempo del presidente Pierce que regía la economía de los Estados Unidos en plena expansión y una población que se dobló entre 1880 y 1910.

Mientras tanto, en Colombia hacen balance de la nueva situación y se dice que por cada

traviesa construída en el ferrocarril ha muerto un obrero, en este país de correcto castellano, se denomina “durmientes” a estas maderas. Pero, sobre todo, rezuma la evidencia que el oro californiano se transporta en ferrocarril y los ojos del mundo empiezan fijarse en el istmo como el camino crucial de las naciones que mencionó Bolivar, dicen que en Panamá está el futuro del continente.

FERNANDO DE LESSEPS

Y al otro lado del Atlántico (1869) se vive la euforia de la inauguración del Canal de Suez; Lesseps es el protagonista de una ceremonia inolvidable y afirma que lo que ha hecho aquí lo puede hacer en Panamá. Así en París se reúne una conferencia de sabios bajo los auspicios de la Sociedad Geográfica. Esta envía a Lucien Napoleón Wise hijo ilegitimo de una sobrina de Napoleón Bonaparte, a Bogotá para que obtenga la autorización provisional y estudiar a fondo la topografía; en dos meses de febril actividad obtiene la autorización definitiva y viajar a Nicaragua y Washington. En su informe señala cuatro posibles soluciones:

1. Canal profundo a nivel de los océanos.

2. “ con esclusas

3. “ con un túnel de 10 millas

4. “ con un túnel de 3,5 millas

Rutas terrestres en la América Hispana. Siglos XVI-XVII

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BIOGRAFIA DEL CANAL DE PANAMÁ

En París se reúne (1879) el Congreso Internacional de E’Etudes du canal Interoceánique (CIECE), conformado por banqueros y políticos, dicen que todos sabios. Encargan a Lesseps, que ha cumplido 74 años, la obra a nivel del mar partiendo del golfo de Limón, en el interior de la bahía. Víctor Hugo prepara su frase: “Lesseps asombra al mundo enseñándonos las cosas que pueden hacerse sin las guerras”. Fue una de las muchas lisonjas que le otorgaron en Europa.

Aquí se inicia esta difícil y compleja empresa con la devoción inmensa de su promotor y que acabó llevándose de calle buena parte del prestigio de Francia allende los mares. Lesseps se olvidó de la prensa, como no recibió sus dádivas acostumbradas se volvió contra el proyecto. Después pagó sobradamente su rectificación hasta su crash final. Viajes, banquetes, recepciones, comisiones ….. la empresa convergió en un canal de papel, la publicidad absorbió el dinero de forma vertiginosa. Los bancos, en esta utópica especulación financiera, cobran 50.000 $ anuales solo por prestar su nombre. En Nueva York existe un Comité representativo de ambiguos servicios que le paga millonariamente. Mientras tanto en la obra, después de la primera palada de tierra (1 enero 1880) la maquinaria no se mueve, tampoco los planos.

Los errores se acumulan, Lesseps comete otro. Consiste en tomar la decisión de hacer el canal a nivel de los mares, y durante siete años se trabaja con esta base, consumiéndose los millones sin esperanza, el riesgo ya se asumió. Se suceden los empréstitos, ampliaciones, splits, etc., todos rodeados de festejos, la prensa europea ahora se declara favorable, y no hay un periódico que no reciba dinero de la Cia, también el gobierno francés. El canal no avanza, no existe entidad que pueda resistir este flujo “se han gastado una montaña de oro”. Ya es tarde, pero se adopta otra idea técnica la de las esclusas y que Gustavo Eiffel, de la torre parisina, sea el encargado de hacerlas.

El definitivo y caótico balance, es que la Cia ha gastado 13 millones de francos en ganarse el afecto de más de 2.500 rotativos. Ahora,

solo se atisba una solución: que el Congreso otorgue una ley para autorizar la suspensión de pagos. En este contexto la ley no pasa y se desencadena la quiebra con el posterior juicio condenatoria contra Lesseps y sus socios. Un periódico va más lejos y publica que para aprobar una ley que autorizó nuevos empréstitos “veinte senadores vendieron sus votos”. Otro diario va más allá dando nombres. El pueblo ve como sus ahorros se han tirado al agua y se desata una tormenta de odio contra los banqueros: los inevitables judíos de origen alemán y se vive el triste caso Dreyfus.

Dicen que los políticos han cambiado sus roles y actuado como banqueros. El dinero salió por las manos de Charles Lesseps, el hijo, que al principio no veía clara la construcción del canal. Se declara culpable “ha obrado enceguecido por la obsesión de hacer el canal, no solo rompiendo las rocas en Panamá también removiendo lodos en París”. Dice que fue asaltado por la voracidad insaciable de los políticos. La historia del escándalo no encuentra límites y llega hasta el intocable Clemenceau que perdió su escaño de diputado. Es el colofón de la aventura del canal. La etapa siguiente en esta arriesgada carretera de relevos, cambia de escenario; aunque otro francés, el ingeniero Buneau Varilla tenga un papel estelar.

NUEVAS ESTRATEGIAS

Empero, en esta inexorable cuenta atrás, se consumían etapas y se sufrían consecuencias de sucesos que catalizaban el proceso a la par que otros lo retardaban. En los Estados Unidos se dieron cuenta de la urgencia del canal por la guerra de Cuba (1898) había que pasar barcos entre ambos océanos, como el acorazado de “Oregón” que estaba en San Francisco y para participar en la batalla de Santiago tuvo que hacer 13.000 millas de recorrido pasando por el estrecho de Magallanes. Según la prensa de Nueva York “batió el record del mundo”, pero al día siguiente fustigó la opinión publica diciendo que “mientras subsista esta situación estaremos a merced de los enemigos”.

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BIOGRAFIA DEL CANAL DE PANAMÁ

Philippe Buneau Varilla (PBV), ingeniero de caminos con alma de mosquetero y negociante, sagaz y ambicioso irrumpe en este escenario. Recorrió Europa y Asia antes de estar en España. De ello nos informa la Revista de Obras Públicas (25 de junio de 1896) fue con motivo de la inauguración del ferrocarril Plasencia– Astorga: “Aquí en el km. 278,5 y cota 730 se detuvo la expedición para visitar la notable draga accionada por motores eléctricos invención de Buneau-Varilla, distinguido ingeniero de Ponts et Chaussées y ahora Administrador de esta Cia”. Fue el último trabajo técnico que PBV realizó; después pasó a América desentendiéndose de las invenciones pero desarrollando una estrategia fundamental en las finanzas y concesiones del canal, siempre a favor de Washington. Lo argumenta porque al recibir Francia la quiebra de Lesseps la única solución que encontró para que no se perdiera todo, fue la creación de una nueva Cia y en esta especulación invirtió sus emolumentos, que no eran escasos.

PBV insiste en la equivocación del paso nicaragüense, aparte de más largo, dice haber una línea sembrada de volcanes; en una editorial describe un mapa saturado de bocas de fuego en el que solo Panamá es tierra firme. Estaban recientes las noticias sobre la explosión de la Montaña Pelada volcán que asoló Martinica, noticias espeluznantes que fueron exhibidas por su similitud con el Momotombo de Nicaragua.

Al fondo, como espectador interesado en estos debates aparece Colombia, porque Panamá es tierra colombiana y la república conoce que ahí radica la clave de su porvenir inmediato. Asimismo, desde el balcón remoto de Bogotá; en un altiplano, que a veces está por encima de las nubes, se barrunta un panorama confuso. El país intuye que la tragedia se precipita en forma de pesadilla, porque Colombia no puede moverse. Los ferrocarriles no se construyen por los desfiladeros de los Andes con la facilidad con que se tienden raíles sobre las praderas de los Estados Unidos, y aún hay que desplazarse en mulas. Más cerca está Panamá de Nueva York, por los derroteros marítimos, que de Bogotá por senderos de herradura.

Aprovechando el traspaso de la compañía PBV a los Estados Unidos, conviene un tratado con Colombia para asuntos del canal, que a la postre sería la célula generatriz de la separación de Panamá. El presidente masón, T. Rossverlet agota todas sus argucias con manifiestos, reuniones y conferencias, siempre con la óptica de: “nuestro destino es dominar el Caribe”, después mira a los pasillos de América Latina como rutas necesarias. En definitiva, su doctrina no se fija en negociar o discutir, sino en imponer; en la prensa norteamericana se subraya que su presidente ha optado por la ruta del canal por Panamá, no hay intenciones de negociar con Nicaragua.

Mientras tanto el francés PBV sigue su protagonismo desarrollando un intenso programa político sobre la conveniencia de separación de Panamá, para ello escribe en los periódicos principales, viaja, habla, etc., utilizando la devaluada empresa como subterfugio, siempre a favor de la Unión. El caldo de cultivo estaba preparado, solo faltaba su catalización. Dos navíos de guerra enviados desde Nueva York, de acuerdo con el plan, se sitúan automáticamente a la entrada del puerto par impedir el desembarco de las tropas colombianas. Estalla la revolución; ni un solo muerto. La Secretaría de Estado (1903) declara: “el pueblo panameño, por un movimiento aparentemente unánime, ha disuelto sus conexiones políticas con la república de Colombia y asumido su independencia”. Al día siguiente, tal como estaba previsto, los Estados Unidos reconocen a la nueva república, instando a Colombia “a que entrara en relaciones con este gobierno”

La independencia de Panamá, en los gobiernos europeos se vinculó con los sentimientos separatistas y al intervencionismo norteamericano en el Caribe; la convención del canal, en el mismo año, reflejó claramente la nueva situación pues la recién nacida Panamá no tuvo otro remedio que entregar a perpetuidad una parte de su territorio, para la construcción del canal, a los Estados Unidos. En España, el recién fundado diario ABC destaca la noticia entre las más perdurables del año. Aconteció también, l huelga general en Barcelona y el primer gobierno de Maura, líder del partido conservador.

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BIOGRAFIA DEL CANAL DE PANAMÁ

Pero, ironías de la historia, cuando se inician los tempestuosos tiempos del imperialismo (1906) Roosvelt recibe el Nóbel de la Paz y, un lustro después en la Universidad de California, con la toga académica cayendo sobre sus hombros, proclama que la obra del canal está para terminarse y pronto se unirán los mayores océanos del mundo. Entre risas y aplausos el presidente dijo: “afortunadamente la crisis se presentó en un momento en que yo podía actuar sin impedimentos; en consecuencia, cogí el istmo inicié el canal y dejé al congreso para que discutiera no sobre el canal, sino sobre mi”

El referido ABC, en España resaltaba (24 mayo 1904) “se reanudan los trabajos del Canal de Panamá”. Destacaba, asimismo, la reelección de Roosvelt y la nueva doctrina sobre América. Fue el año de la muerte de la reina Isabel II y la concesión del premio Nóbel de Literatura a Echegaray, “fueron 30.000 duros”.

El gran impulso que se dio al canal fue en los años que siguieron a 1910, se levantaron casas y depósitos para dar cobijo a los obreros, hasta cerca de 45.000 en 1912. De ellos, varios miles de españoles que se asentaron entre 1906 y 1908. Se los gobernaba con leyes provenientes de la Unión; idénticas a las de Luisiana que inmediatamente generaron un racismo inédito en estas tierras.

TERMINACION DE LAS OBRAS

Finalmente, el 15 de agosto de 1914, desde Washington, el nuevo presidente Wilson, oprimió un botón eléctrico y voló la última roca para que las aguas de los dos mares fueran comunes. Constantino un piloto griego al manco del SS Ancon y portando banderas de todo el mundo, atravesó oficialmente los 81,5 kms que separaban estas inmensas masas de agua. Miguel Zárraga de la revista Esfera, único periodista español presente, también los cruzó para dar cumplida información sobre los avatares de esta relevante construcción. Fue el año del atentado de Sarajevo desencadenante de la Guerra Mundial.

Atrás quedó el parque nacional Gamboa,

cerca del camino de Cruces legendaria ruta por

la que se transportaba a lomos de mula, el oro y

la plata hasta Portobelo. El canal de Panamá fue

una realización magnífica, una obra faraónica,

la octava maravilla, dicen algunos. Factor

determinante en el comercio mundial, según

dicen otros, y actualmente catalizador de la

inevitable globalización económica en la que

estamos inmersos. Francia pagó la experiencia,

Colombia recibió el golpe y los Estados Unidos

se responsabilizaron de la obra; fumigando

mosquitos y haciendo esclusas pasaron

los barcos. El referido escritor colombiano

Arciniegas escribe: “es como de maravilla, o

como de teatro infantil, ver de lejos, desde

las carreteras de la zona, como entran los

enormes transatlánticos, suben de nivel en las

esclusas, y van luego de un océano a otro”.

Otros autores resaltan etapas determinadas

en este devenir histórico, como la intervención

del gobierno de Washington (1903): “una gran

mancha negra en la política latinoamericana”.

De Nicaragua salió la expresión lírica en que

la América Hispana condenó a Roosvelt “por

aglutinar una política agresiva como la punta

de un garrote afilado que tomó mando y acción

con su frase: I tool Panamá”. Como reacción

Rubén Darío se levantó como un cóndor andino

para sacudir su protesta colosal con su Oda a

Roosvelt, secundado por otros como Neruda.

Para los hispanohablantes, el apostrofe del

nicaragüense mas universal, representa tanto

como los poemas de Whitman para los Estados

Unidos.

Como colofón, la historia del canal de

Panamá, desde un tiempo inicial, ambiguo de

fijar, hasta los primeros lustros del siglo XX es

un capítulo de la historia mundial. Asimismo,

se consolida como una muestra significativa

del devenir de muchas naciones de la vieja

Europa que caminaron en paralelo con otras

de la joven América. Todos contemplaron el

relevo de dos mares, Mediterráneo y Caribe,

por otros dos océanos y componer nuevos

conceptos sociales relevantes.

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El Emperador Carlos V y los Grandes Místicos

del Siglo de Oro José María Nin de Cardona.

De la Real Academia de Legislación y Jurisprudencia.

Caballero de Yuste.

Dedicatoria:

A Monseñor Luis Martínez Fernández, Teólogo insigne, Cantor de los Valles de Luna y Pastor ejemplar de almas.

Prolegómeno

Tenemos que comenzar nuestro ensayo respondiendo de forma inmediata a una obligada interrogante: ¿Qué queda en la memoria de los hombres del genial Emperador y de los sublimes representantes de la ascética y de la mística del llamado Siglo de Oro español? La respuesta nos la ofrecen, con la adecuada perspectiva literaria, dos eminentes escritores patrios: Agustín de Foxá y el profesor Adolfo Muñoz Alonso. Para el primero, inmenso poeta (1), queda el agua de la fuente y los limoneros jerónimos; que contempló el propio Emperador, toda la gloria y la alegría desbordante del Renacimiento y el ascetismo de Castilla. Para el segundo de los autores citados, inteligentísimo teólogo y pensador (2), queda en pié el perfume de las estrellas que la Madre Teresa de Jesús, Fray Juan de la Cruz y la delicada cohorte de los santos castellanos dejó por los caminos -ásperos, duros y polvorientos- de la extremada región española mencionada. Desde entonces, afirmamos nosotros, pervive el aroma de la mejor Historia de las Armas y de las Letras -así

con mayúsculas-; alta espiritualidad que se consigue con la Espada (El Emperador) y con la Oración (los Místicos). Las armas y las letras lograron, como tantos historiadores y políticos han manifestado, que los hombres del Siglo de Oro -y es especialmente España-, viviesen decorosamente sobre la tierra. A decir verdad, en este aspecto no albergamos la menor duda, algo tuvo que ver la mano de la Providencia.

La gracia universal de Santa Teresa.

Es muy difícil explicar de otro modo el advenimiento de la figura imperial de Carlos V y de los místicos castellanos si prescindimos de la intervención divina. Son maravillosas personalidades, ha escrito el prestigioso historiador y diplomático vaca de Osma (3), que surgen en la grandiosidad de un palacio y también en los estrechos límites del espacio de un pobre convento. Piénsese, además, que

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el imperio de Carlos V era un complejo extraño y a la vez grandioso de países y pueblos. Los místicos, aunque parecen a primera vista iguales, eran muy distintos. Se trata, en todo caso, de personajes secundarios que llegaron a alcanzar un gran “protagonismo”; de tal forma que, efectivamente, no han faltado intelectuales -como por ejemplo Allison Peerce- que considerasen a los místicos castellanos como lo más importante del Siglo de Oro español… Se puede afirmar que estuvieron al mismo nivel de “popularidad” que los jóvenes y muy admirados “héroes” del momento: Don Juan de Austria y Alejandro Farnesio. Todavía pervive, dentro de la humildad, pobreza y desolación la admiración en torno de los místicos. Siempre la “humildad”, en cualquier época, despierta la más rendida de todas las atracciones; en nuestro tiempo tenemos los casos del Mahama Ghandi, Teresa de Calcuta y Juan Pablo II.

El hermetismo espiritual místico.

Extraña condición en cualquier caso la del místico que, si algo tiene perfectamente claro, es que no desea nada del mundo y de los hombres. El místico tiene su peculiar forma de ser y su particularísima “hoja de ruta”: caminar de noche, por el camino del despojo, por la senda estrecha y alejándose de las cosas, sin establecer cadenas de deseos. El místico prefiere la tiniebla a la claridad; la noche al día; la angustia espiritual; “angustia” que es algo muy distinto de lo que predicaba el filósofo danés Kierkegaard o la angustia unamuniana de nuestro gran Don Miguel. Tenemos, para nosotros, que el hombre espiritual es siempre un personaje dramático puesto que, como afirmaba un sutil pensador (4), el hombre

“satisfecho”; el hombre “feliz” no siente ninguna clase de angustia. El místico, en el ámbito de “la noche oscura”, es un hombre que vive en la duda. Para Unamuno la verdadera fe está hecha de dudas, de vacilaciones, de incertidumbres (5). Por eso, el místico -superada la fase ascética (mero ejercicio espiritual)-, llega a la suprema perfección, esto es, al estar frente a frente ante “la divinidad del Esposo” y, por eso, mirando su “miserable intimidad”, no cree posible la realidad de su “celestial visión”. Por todo esto, sin exageración alguna, puede considerarse al místico como un aparente “perturbado mental”; cliente propicio para ser examinado en una clínica psiquiátrica; pero habida cuenta de la perfección espiritual que alcanza, adquiere el crédito necesario -(San Juan de la Cruz, Santa Teresa, San Pedro de Alcántara, San Juan de Ávila, etc…)-, para que, los que nos encontramos lamentable muy lejos de las áreas ascéticas o místicas, no vacilemos en admitir como ciertas las visiones de los gigantes y de los molinos de viento que los místicos y los auténticos idealistas nos proponen. El místico, hasta este punto llegamos -ya no somos capaces de explicar algo más-, es un hombre singular que alcanza a visionar la razón de la Eternidad. El místico es el hombre que sabe mirar, que vislumbra la gloria celestial, que dialoga, como antes insinuamos, con las estrellas; que sabe disculpar con sus lágrimas sus propias miserias y, en todo caso, con su oración produce la impresión, al hablar con Dios, de crear la más alta poesía. El místico lo que sabe de verdad, de aquí la admiración que suscitan, es “saber hablar con Dios” desde la penumbra de la “casa sosegada” que anhelaba el propio San Juan de la Cruz. ¿Es suficiente cuanto antecede para situar a los místicos en el frenopático…? El místico es un ser rebosante de contradicciones; prefiere la noche oscura a la clara; la música callada; la soledad sonora y las ínsulas extrañas a la tierra firme conocida. Pero todo tiene su explicación: nada de complejos psiquiátricos. Hay nos decía el recordado profesor Camón Aznar (6), razones metafísicas y estéticas para que el alma entre en esa noche oscura. Vacía quiere Dios al alma, sin groseras oquedades, sin problemáticos encadenamientos a las cosas mundanas; vacío el corazón de quereres terrenales. En esto consiste la plenitud espiritual del místico

EL EMPERADOR CARLOS V Y LOS GRANDES MÍSTICOS DEL SIGLO DE ORO.

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EL EMPERADOR CARLOS V Y LOS GRANDES MÍSTICOS DEL SIGLO DE ORO.

castellano; Dios es incompatible con la miseria humana; hay que llegar al mismo limpios de toda podredumbre.

¿QUÉ ES UN SIGLO DE ORO?

Alguien ha dicho que la contribución más importante, por parte de España, a la Historia Universal, subyace en el advenimiento de una ingente pléyade de hombres entregados al cuidado de los problemas el alma; muy por encima de acontecimientos como los protagonizados por el propio Emperador y los grandes hechos políticos, sociales y económicos que han llevado el estandarte de España; incluso, ciertamente, de los grandes poetas, literatos, artistas y pintores de nuestro Siglo de Oro. Las interrogantes se multiplican: ¿Cómo fue posible este fenómeno espiritual en una época tan significativa como los reinados de Carlos V y Felipe II? ¿Cómo es posible que mujeres y hombres que visten tosco sayal y que nada quieren de las cosas del mundo lleguen a eclipsar a nombres tan significativos y geniales como Cervantes, Lope de Vega, Quevedo y tantos otros? ¿Cómo simples hombrecillos de talante ascético hacen olvidar hechos de armas tan elocuentes como Mühlberg, Metz, Lepanto...?

LaCalle de la Vida y de la Muerte, en Ávila.

A todo esto, cosa que parece lógica, se impone el precisar el contenido de otra nueva interrogante: ¿A qué llamamos Siglo de Oro? El profesor B. Bennassar lo ha hecho en un precioso libro (7), en todos los sentidos de la palabra, al afirmar, entre otras muchas cosas, que la expresión “Siglo de Oro” es susceptible de una doble interpretación. O bien engloba

todo el largo periodo -un siglo y medio- que va desde Carlos V al Tratado de los Pirineos, y en el transcurso del cual el oro, y sobre todo la plata llegados de América, permiten a España sostener grandes empresas en el exterior y extender la sombra de su poderío sobre toda Europa, al mismo tiempo que, ya desde finales del reinado de Felipe II, se manifiestan en su vida interna unos síntomas inequívocos de desgaste económico. O bien -insiste el profesor citado- se aplica a la época ilustrada por el genio de Cervantes, de Lope de Vega, de Velázquez y de Zurbarán, y durante la cual España, políticamente debilitada, se impone a sus vecinos por la irradación de su cultura que, especialmente en el dominio literario -y en el área de la ascética y de la mística (añadimos nosotros), suscita más allá de sus fronteras y concretamente en Francia, una serie de imitaciones en que se inspirará nuestro Gran Siglo. Cierto es, por otra parte –según la sutil interpretación de nuestro máximo pensador (Ortega y Gasset) (8)-, que los protagonistas de tan bella jornada de plenitud, como casi siempre sucede con las grandes épocas de la Historia, no tuvieron clara constancia de eso: los contemporáneos no tuvieron obligatoriamente la impresión de vivir un “Siglo de Oro”. Es un fenómeno clásico: es casi imposible tener una conciencia exacta del tiempo en el que se vive y que no constituye todavía esa abstracción bautizada como siglo, edad o época de oro. Además, muchos de los contemporáneos tenían razones más que suficientes para quejarse de su tiempo y de las dificultades que encontraban para vivir y aun para sobrevivir. Tenemos el ejemplo de Cervantes, en cuya obra máxima El Quijote, no hace otra cosa que quejarse de la adversidad de los tiempos. Tampoco, claro está -no hay nada más que leer sus textos- ni San Juan de la Cruz ni Santa Teresa llegaron a tener una ligera intuición de su propia “santidad”. Por eso, volviendo al pensamiento de Ortega y Gasset, para juzgar una época hace falta tomar perspectiva; dicho de otra manera: el primer deber del paisajista es no formar parte del paisaje, en un paisaje en el que los árboles impiden ver el bosque. Por eso, volviendo a las consideraciones históricas expuestas por el autor anteriormente citado (el profesor Bennassar), parece oportuno el considerar

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como “Siglo de Oro” a ese período del Siglo del mandato de Carlos V y Felipe II en el que, efectivamente, por razones obvias, España mandó en la política, las armas y las letras de su tiempo. Época que comenzó, como es bien sabido, de forma adversa para la España del momento: con la crisis de las Comunidades de Castilla, a la que siguieron la rebelión de las Germanías en valencia y en Mallorca y unos primeros años de agitación y repudio del propio advenimiento del joven Carlos; muy lejos, en aquel entonces, de llegar a ser la inmortal figura del César Carlos V; personaje muy poco común en la Historia Universal y, especialmente, por ser leal consigo mismo, pese a las incomprensiones de la época; fiel, hasta la muerte, a su proyecto de lograr una cristiandad reconciliada bajo el patronazgo imperial.

Si nos detenemos en el análisis del telón de fondo que constituye la escenografía de los siglos anteriormente citados es prácticamente imposible el orillar una nueva interrogante: ¿Cómo es posible el milagro del advenimiento de los santos místicos?: El telón ambiental está claro: época de rebeliones, intrigas, guerra, cruentas batallas, pestes, plagas, hambrunas. La verdad es que, los santos castellanos, hacían bueno el blasón teresiano de “vivo sin vivir en mí”. Eran viajeros efímeros de la tierra que buscaban, por caminos poco trillados, la unión con Dios: la ascesis, el éxtasis, el aniquilamiento de la voluntad con la finalidad de abrir el alma a la gracia. Este es el reverso oculto del llamado Siglo de Oro; la existencia de hombres que despreciaban la riqueza terrena, que tenían perfectamente definido su anhelo espiritual y para los que, finalmente, la humildad y la fe se imponían a la razón y la ciencia, porque Dios pedía ante todo a sus criaturas la simplicidad, el amor, la oración mental y el sabor doloroso de la penitencia. Por eso han dejado tras de si la fragancia, la esencia y el perfume que todavía perdura a través de los siglos; como afirmábamos en líneas anteriores ellos sabían dialogar con las estrellas. El Siglo de Oro fue un momento adecuado para que la poesía se tornase en oración; con el quehacer casi “juglaresco” de los santos castellanos, cada uno a su modo, la gracia de Dios aletea entre los hombres.

Fue, en verdad, una auténtica jornada de plenitud. No se nos olvide el consignar que, bajo los reinados de Carlos V, Felipe II y Felipe III, “participaron” en el poder político singulares figuras (altísimos dignatarios del cardenalato, arzobispos y obispos...) de la Iglesia, pero “estos” no son, salvo excepciones muy cualificadas, los que “conmueven”, los que hacen “abrirse los cielos”, los que “inauguran” caminos nuevos ala esperanza del género humano: son los “hombrecillos” de Cristo los que logran “cambiar” la historia de la espiritualidad; pobres ascetas; carmelitas, agustinos, franciscanos, dominicos y jesuitas: ellos abren el nuevo camino metafórico de ascensión al Monte Carmelo. Nota común, eso sí, a todos los defensores del espíritu místico es el mostrar la “sabiduría sosegada” tan propicia a los ojos de Dios, es decir, actuar, por encima de la inteligencia, con la ayuda de la fe.

Ser del místico.

El místico nos ofrece como característica esencial ante el mundo y los hombres el estar nimbado por una especie de permanente melancolía denominada “aparezia” -así lo hace Fray Tomás de Kempis- (9), que nada tiene que ver, aparentemente, con cierta dejadez de índole “laboral”; se trata de una constante melancolía; de un saber “estar” distanciado del mundo aunque se permanezca en el mismo. Saberse en “posesión” de una especie de locura espiritual. Todavía, en nuestro tiempo, no se suele considerar como plenamente “normales” a los hombres que, como un monje, un fraile, un cenobita o un eremita buscan la absoluta soledad. El místico eleva aún más alto estas consideraciones. El místico es quien cumplimenta su exigencia espiritual al máximo, por muy encima de un simple cristiano; el místico es alguien que sabe desdoblar su personalidad; puede vivir entre los hombres, en la ciudad, en la plazuela “parlanchina” pero sabe reservar la intimidad de su alma; no se “contamina”; camina bajo la crueldad del sol estival o del frío invernal y sabe mantenerse a salvo; es alguien que marca las distancias; que sabe entrar en su aposento y cerrar las puertas al mundo: entra en su

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aposento y, cerrada la puerta, ora en secreto al Padre; no anda buscando la charla insustancial o anodina. Místico es el que sabe “romper” los afectos del mundo; ha de alejarse de amigos y conocidos para poder conservar su espíritu libre de todo solaz temporal: Saber, en todo momento, ser peregrino y forastero; saber “despojarse” de todo puesto que, como ha escrito el llorado Papa Woytila (10), cuando la desnudez o pureza es más plena y profunda, tanto más pleno y perfecto será el influjo del Espíritu Santo en esa participación de la “Sabiduría” divina.

Otra de las características del místico es la de mantener su espiritualidad en permanente vigilia sobre la fragilidad de la fe: algo que se pierde o deteriora muy fácilmente; luz y tiniebla están siempre tan íntimamente conexas en la fe, señala Woytila, como la alegría y la desolación. La fe, en el lenguaje de San Juan de la Cruz, está próxima a la “noche oscura”. De ahí que el místico tenga que vivir, por siempre, por encima de la “circunstancialidad” humana o, dicho de otra manera, la fe ha de superar todo lo sensible, propio del conocimiento humano, eliminándolo, no negándolo, no buscándolo, para estar atenta sólo a lo espiritual. Sólo, pues, en el espíritu está la verdadera libertad que, con cierto matiz utópico pregonaba San Juan de la Cruz (y que el profesor Víctor García de la Concha nos recuerda en uno de sus deliciosos trabajos (11): El místico, por paradójico que resulte -la paradoja está enraizada en la entraña de la mística-, tiene también que expresarse en palabras; es lo que Allison Peers nos decía en su famosa monografía sobre la mística castellana (12); el místico tiene su “lenguaje interior” que los demás, especialmente nosotros, no alcanzamos a traducir; por eso el místico nos parece un ser raro e incomprensibles la mayor parte de las veces sus expresiones meramente espirituales. El místico abdica de la libertad “social” para gozar libremente de su “libertad contemplativa”; por eso, insiste San de la Cruz, y nos lo recuerda el profesor De la Concha en su libro citado, “la vida del espíritu es la verdadera libertad”; el camino que conduce a “las ínsulas”, extrañas; a las que sólo accede el poeta místico. Por eso se ha dicho, y conviene repetirlo una vez más, que atisbó y gozó de la claridad del camino; San

Juan de la Cruz, Santa Teresa y tantos otros místicos castellanos sabían perfectamente donde iban, de aquí, insistimos, que no revelanse su “secreto” -la musicalidad de sus “canciones” sino a los que van con él por el camino espiritual... La vida del místico está homologada por el “hermetismo” y por el empeño quijotesco de “simplificar el mundo” o, lo que es lo mismo, no meterse a averiguar el por qué de las cosas de los hombres, del mundo, de la circunstancialidad existencial; de aquí la “sabiduría interior” de la que hacen gala. El místico sabe perfectamente vivir en su “pequeño mundo”; y no hay juegos de mano ni predilección especial: el místico aspira, como lo ha recordado el profesor Francisco Rico en una sugestiva monografía (13), a vivir en su mundo; mejor aún, a considerar a cada hombre como un pequeño mundo perfecto para gozar a gracia de Dios; dicho de forma más clara, como ya el propio San Agustín afirmaba, hay que aspirar a la perfección del hombre y de las cosas, sólo así será posible evitar la ingente diferencia que caracteriza al ser del hombre. Seamos microcosmos avencidados en Dios. Sólo así se podrá, por todos, gozar dela belleza del ave que cana y del suave murmullo de la Naturaleza: la unidad del concierto de todas las criaturas.

No debe el místico ser “curioso”, y, ciertamente ninguno de los hombres de oración de las tierras castellanas, lo han sido. Ya San Bernardo consideraba a la curiosidad como el primer escalón que conduce a la soberbia. Y, además, la soberbia “afemina” el alma. Aceptemos, en consecuencia, la escasa importancia que para el místico deben encerrar la vida y las cosas de los hombres. Es plenamente acertada la diatriba mística contra lo innecesario: contra la malsana curiosidad. Tal vez, por todo esto -como muy agudamente señaló D. Miguel de Unamuno (14)-, el místico crea su “propio” lenguaje; la mística es auténtica filología. Sabe el místico manejarse de forma espléndida con muy pocas palabras: dolor, gozo, laceramiento, alegría, tristeza, esperanza, impaciencia. Este lenguaje, nos dice San Juan de la Cruz, debe callarlo y gozarlo el que lo tiene. Pero, claro está, el místico no siempre está sólo las veinticuatro horas del día; debe comunicarse con los demás. Es entonces

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cuando, de verdad se lacera el espíritu del hombre de oración y surgen los tormentos de “saber explicarse” y “saber entender” a cuantos les rodean. Medítese, llegados a este punto, los problemas que la propia Santa Teresa de Jesús, según podemos leer en las páginas de la moradas, tenía para poder “entender” a sus hermanas. El místico, esto es obvio, no está de “servicio contemplativo” todo el día, el “arrebato místico” no surge a cada momento pero, eso sí, hay que estar permanentemente preparados para n dañar lo puramente espiritual; es muy difícil mantener, como subrayaba el propio San Juan de la Cruz, la llama de amor viva. Santa Teresa admitía que, en ocasiones, veía las cosas con los ojos del cuerpo, esto es, veía a los demás seres humanos con el peculiar rubor de saber, decía la Santa, de estar faltando a la simplicidad y la llaneza propia de la “gente retirada del mundo”. El místico sabe que es pájaro solitario: sólo de esta forma se puede elevar a lo más alto y cantar de forma suave; muy suave, como Dios quiere. Por tanto no tiene que extrañarnos que, el silencio y la contemplación, constituyan la rama que ha de sostener al alma que canta. San Juan de la

Las Rosas Místicas de Santa Teresa

Cruz, por eso mismo, define la contemplación como “ciencia del amor”. El silencio y la armoniosa contemplación predisponen al alma para su diálogo con Dios. Por eso, por esa vía, Dios se hace accesible al hombre entregado a la contemplación silenciosa -obviados todos los problemas y los gritos terrenales- Si quedan en el alma residuos de aficiones intelectuales, y aun si se mantienen partículas de deseo de comprender a Dios por la vía del pensamiento, Dios no descenderá. Es necesario que el alma quede, como tantas

veces dice (San Juan de la Cruz), “calva y rasa”, en total noche, en negación absoluta, para que en esa soledad quepa la visión divina. (15). El místico castellano, digamos finalmente, no siente nunca la saciedad de dejar de amar a Dios. “Nunca te quieras satisfacer con lo que entendieres de Dios, sino en que no entendieres dél, y nunca pares en amarle y deleitarte en eso que entendises o sintieses de El, sino ama y deléitate en lo que no puedes entender y sentir de El”. Insistía San Juan de la Cruz: la soledad, pues, es la cámara en la que debe vivir en místico, pero, en cualquier caso, y este es su auténtico drama, tiene que hacerla compatible con el gozo de la belleza de las cosas de la Creación; pero, en cada místico, hay especialmente un ser humano sujeto, en consecuencia, a los problemas que el cuerpo, los sentidos y la naturaleza demandan.

El cognomen de los místicos.

Los diversos intelectuales que se han ocupado, con serenidad y profundidad, de examinar el fenómeno de la mística castellana parten de un dato común -y lo apreciamos en los estudios de Menéndez Pelayo, Sáinz Rodríguez, A. Pearson, De la Concha, F. Rico, Woytila, González Martín, Camón Aznar y M. Alonso-: señalar el matiz divino que preside la vida de cada uno de los hombres de oración de las tierras castellanas. Ya hemos visto que las tierras castellanas, efectivamente, entrañan un ambiente, un matiz y una condicionalidad psíquica especial. El místico, lo mismo que el poeta, “nace” no se hace; aunque, en algunos casos (casi todos), el místico tiene que “quemar etapas”. El primer paso radica en el ejercicio ascético: camino ineludible por el que se ha de transitar para llegar al misticismo; la segunda etapa, o lo que es lo mismo, el estado ideal del hombre de oración, lo constituye el paso a la mística propiamente considerada; estado ideal de la perfección religiosa; comunicación absoluta del ser humano con la divinidad. En el mero ascetismo se podría decir que campea el “desapasionamiento”; es una mera “preparación” espiritual; en la mística, por el contrario, se impone -valga la expresión- la “locura amorosa”. Los místicos -tal y como nos decía Erasmo de

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Roterdams en su libro “Enquiridio” (16)- son los caballeros del espíritu¸ vale para ellos los “anhelos” expresados por Erasmo: la miseria, la infelicidad, el abatimiento, la desilusión, la tristeza y la muerte. Pero el fenómeno místico, a pesar de las “apariencias”, no nace por generación espontánea, lo mismo que el advenimiento del Emperador Carlos V o su hijo Felipe II; no es protagonista de la Historia el que se lo propone, sino, por el contrario, aquél que le señala el dedo de la Providencia. El hombre ejemplar, en el sentido en el que se expresaba nuestro máximo pensador (Ortega y Gasset) (17), surge en el palacio, en las cancillerías, en el campo de batalla o tras de las terrosas paredes de un convento. Castilla fue pródiga en santos de un cariz especial; pero no menos cierto, y he aquí a donde queríamos venir a parar -por adversa, por desolada y triste que fuesen las tierras de Castilla (que lo eran)-, había unos “egregios precedentes” a los que, brevemente, nos vamos a referir: el maestro Johann Eckart (1260-1327), místico alemán que compuso un importante libro: “La Divina Confortación”; Fray Tomás de Kempis (1379-1471), autor inspiradísimo de “La Imitación de Cristo” y, naturalmente, la figura sutil del Cardenal Cisneros (1436-1517), gran reformador de las costumbres religiosas y regente de Castilla en una época dificilísima. Tomando como punto de partida la fecha del nacimiento y de la muerte del Emperador Carlos V (1500-1558), es harto evidente la magnitud de lo que podríamos considerar como el gran “Casting” de los santos o próximos a la santidad que, entre la ascética y la mística poblaron las tierras de España: Francisco de Vitoria (1486-1546), de limpia ejecutoria eclesiástica y jurídica; Ignacio de Loyola (1491-1556), famosísimo por sus fundaciones y “Ejercicios Espirituales”; San Juan de Dios (1495-1550), apóstol de los enfermos; San Pedro de Alcántara (1499-1562), patrono del clero y hombre de fino espíritu; San Juan de Ávila (1500-1568), infatigable confesor; San Francisco Javier (1506-1552), peregrino de los mares; Fray Luis de Granada (1504-1588), fino intelectual; San Francisco de Borja (1510-1572), caballero de Dios y de las Armas; Teresa de Jesús (1515-1582), reformadora y elegante dama si nos atenemos al retrato que de ella hizo Fray Juan de la Miseria; Fray Luis de León (1527-1591), seductor poeta; San Juan de la

Cruz (1542-1591), fundador y el más alto poeta de todos los tiempos.

En todos ellos es posible recoger un florilegio espiritual que va, desde la “noche oscura del alma” o “la transverberación” a la “vigilia permanente bajo las estrellas”. En todos ellos habita el “misterio” de su recia personalidad ocultando, cuanto les fue posible, la gracia de su intimidad; ya lo hemos dicho: el místico es peculiarmente humilde puesto que, efectivamente, como recordaba Fray Tomás de Kempis, ¡A cuántos les ha sido nefasto que fuese su virtud conocida y encomiada prematuramente! En cambio, ¡qué provechoso les fue a otros ocultar la gracia bajo la llave del silencio en esta vida quebradiza, que es toda ella tentación y combate! (18).

Deliciosa obra de Fray Juan de la Miseria.

Al llegar a este punto no estaría demás que el lector, por su cuenta y riesgo, llevase a efecto un pequeño análisis de la vida y obra de algunos de los santos castellanos que, a través de la detenida lectura del llamado “Año Cristiano” (19), contribuyeron al engrandecimiento de la mística; les sorprendería advertir, en primer lugar, “las afinidades electivas” que hermanan a nuestros santos patrios y, en segundo lugar, la sorprendente delicadeza con la que transitan por los caminos de la existencia; especialmente Santa Teresa de Jesús, San Juan

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de la Cruz y San Pedro de Alcántara. Todavía es posible advertir en los logrados lienzos pictóricos de Benjamín Palencia, de Ortega Muñoz y de Vela Zanetti el esplendor, la huella y el matiz de la interpretación ascética del paisaje castellano: el paisaje castellano ayuda a la oración, a conseguir la serenidad del alma y entender de forma profunda la gracia poética que adornó a la figura de San Juan de la Cruz. San Juan de la Cruz, consideraba mi maestro A. Muñoz Alonso (20), es el poeta del amor divino. Canta porque es más digno, más sagrado, más de Dios el lenguaje de la poesía que el de la prosa. San Juan de la Cruz no es poeta por vocación, es poeta por exigencias de amor. Por eso su poesía es más de los cielos que de la tierra. A San Juan y a Santa Teresa es menester leerles dentro del silencio; en el ámbito de la algarabía acercarse a sus obras es profanarlas. El paisaje descarnado “ayuda” a mantener la santidad. Los místicos no tienen “ideologías”, similares a los del resto de los hombres, sino un simple ideal: la Cruz. Y lo afirmaba con machacona insistencia -casi con irónica sonrisa- Fray Tomás de Kempis: Vuélvete hacia arriba, vuélvete hacia abajo, vuélvete hacia fuera, vuélvete hacia dentro, y en todo lugar hallarás la Cruz. La Cruz es lo único que está disponible para el hombre que busca a Dios; la Cruz te espera en todas partes. Pero, curiosamente, no es la Cruz lo más impresionante de la vida; hay una cosa más que temen todos los místicos auténticos con inusitado pavor: el no saber soportarse a sí mismo. Esta es la más pesada de las cargas, decía San Gregorio Magno. Para “soportarse” es menester saber morir cada día un poco; constante esencial de ámbito de la ascética y de la mística; saber alejarse, según el pensamiento de Santa Teresa de Jesús, de las impertinencias, de las necedades y bagatelas del mundo; y, por siempre, de la gloria vana. No querer volar muy alto, ni imitar los sueños de oro de Dédalo; ir al ras de suelo con la máxima dulzura posible; sabiendo escuchar el lenguaje callado de lo que nos rodea. No en vano, el Cardenal González Martín en el sutil prólogo con el que se inicia una cuidadísima versión de las Obras Completas de Santa Teresa (21), consideraba como lo mejor de la Santa de Ávila, su predisposición espiritual a disfrutar de la sencillez; de aquí, subrayaba el

insigne teólogo, su pasión por la naturalidad, la armonía celestial y lo logró de su lenguaje; derramando siempre su amoroso calor, su perfume femenino y un encanto incomparable. En esto estriba lo que podríamos considerar como “la normalidad” de Sana Teresa propia, al mismo tiempo de la apología especial que consagra al “ideal monástico” al hablarnos en Las Moradas, por ejemplo, del “dulce yugo”, de la “grata servidumbre”, de la “senda angosta” o de la “esclavitud sagrada”; y en Camino de perfección advierte que sendas hay que conducen directamente al infierno.

No hay duda, pues, de las aspiraciones de los santos de Castilla; sobriedad en los sueños, seguridad al andar por los caminos y dignidad para llegar a las metas propuestas. Castilla; efectivamente -como ha escrito Azorín (22),- produce un profundo desasosiego en el alma, una especie de vientecillo que desequilibra la mente y nos produce el temor a la soledad. En Castilla se siente de forma más penetrante la “muerte”; lo dice Don Miguel de Unamuno cuando canta a los Cristo lívidos de las sacristías de las iglesias de Castilla (23); aquí se hace veraz el principio místico de que, justamente, los días de esta vida son pocos y malos, un tejido de dolores y ansiedades.

Cabe, pues, recapitular lo dicho hasta aquí: el “leimotiv” que preside la vida de los místicos, su esencial razón de ser, cabe agruparla en tres aspectos: a) su lucha por no amoldarse a una fe o religiosidad “acomodaticia”, b) imponer el amor sobre las tinieblas y c) luchar contra la indolente “ociosidad”. Estos tres principios o tesis descansan, naturalmente, sobre un sólo cimiento: la fe ciega en Dios. Si falta la confianza en Dios, se preguntaba Santa Teresa, cómo se va a tener ánimo para hacer cosas grandes (24). El místico es, efectivamente -en el decir de San Juan de la Cruz (25)-, un pájaro solitario: las condiciones de pájaro solitario son cinco: a) va a lo más alto, b) no sufre compañía, c) pone el pico al aire, d) no tiene determinado color y e) canta suavemente. Podríamos, para complementar la imagen teológico-lírica expuesta por San Juan de la Cruz, agregar un apartado más práctica generalizada en la conducta de los místicos castellanos-, no confiar excesivamente en los hombres: “No esté tu paz en la boca de los hombres”.

EL EMPERADOR CARLOS V Y LOS GRANDES MÍSTICOS DEL SIGLO DE ORO.

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La mística en la política y las bellas artes del siglo de oro.

Los grandes hechos telúricos de la Historia Universal, salvo excepciones muy cualificadas, nunca se han producido de forma espontánea; se necesita, claro está, de un “caldo de cultivo”. El fenómeno místico se produce, ya hemos dicho algo de esto, por la existencia de unos hombres, de unas ideas y de unas circunstancias especiales; como ejemplo tenemos el apogeo de la cultura griega y romana, del advenimiento del Renacimiento y de tantas otras revoluciones padecidas por la especia humana. Surgió la mística por el hecho de que, otros hombres, crearon el “ambiente” propicio. Es una auténtica pena que no podamos detener con la deseada profundidad en la vida y en la obra de “algunos” de esos hombres. La mística tiene unos lejanísimos pero muy eficaces “precedentes”. Precursores son Santo Domingo de Guzmán (1175-1221), fundador de la Orden Dominica y egregio paladín de la Iglesia; San Francisco de Asis (1182-1226), sutil cantor de la Naturaleza y poeta de las cosas sencillas; Fray Tomás de Kempis, ascético alemán (1379-1471), del que se sabe únicamente lo sustancial; hombre enamorado de Cristo, monje armónico y espíritu sutil. Ellos, en primera instancia, hicieron posible las consideraciones místicas de nuestro tiempo. Y al lado de los nombres rutilantes unos hechos de armas claramente definitorios para la posibilidad espiritual de la mística castellana. Nombres de actos diplomáticos, nombres de batallas, reuniones de eclesiásticos del máximo nivel -Dieta de Worms, 1521; Batalla de Mühberg, 1547; dieta de Ausburgo, 1555; Reforma Luterana, primera mitad del siglo XVI, Contrarreforma, Concilio de Trento, 1545-1563, la gran esperanza, el proyecto de la unidad de los creyentes. Todo esto, necesariamente, estaba en el “ambiente” y de alguna manera tendría que condicionar el ánimo de los hombres y de los pueblos del Mundo conocido. Pero, además, está la evocación de los defensores de la fe en Europa: Erasmos de Rotterdan (1467-1536), presunto inspirador de la Reforma; Tomás Moro, (1478-1535), el gran idealista utópico; Juan Luis Vives (1492-1540), gran humanista; San Francisco de Sales (1567-1622), paladín

ideológico contra el calvinismo. Y hay, además, una cohorte de intelectuales cristianos que asientan sus raíces en las tierras de Castilla que, ciertamente, condicionaron la “política

cultura” de la época y que, de alguna manera,

merecen ser recordados como, por ejemplo,

Alfonso de Valdés (1490-1532); Juan de Valdés

(1490-1541), notables humanistas; Diego

Hurtado de Mendoza (1503-1575), el poeta, el

diplomático y el hombre de armas preferido

por el propio Carlos V; Bartolomé de Carranza

(1503-1576), figura en Trento; el jurista Diego

de Covarrubias y Leyva (1512-1577), teólogo,

obispo y hombre notable en leyes; Benito

Arias Montano (1527-1589), humanista fiel

traductor de la Biblia y figura muy destacada

en las sesiones del Concilio de Trento.

La espiritualidad del artista genial: Antonello de Messina.

No todo, en consecuencia, fue una delicia

no ya sólo para la evolución de los ejercicios

ascéticos y místicos, o meramente eclesiásticos.

Estaban también las circunstancias adversas

y, principalmente, los “enemigos declarados”

del sistema. A ellos, aunque sea de forma muy

breve, nos tenemos que referir puesto que, a

decir verdad, ninguno era “tonto” y, en cualquier

caso, se consideraban como otra especie de

“místicos terrenales”. Quede, pues, claro; eran

EL EMPERADOR CARLOS V Y LOS GRANDES MÍSTICOS DEL SIGLO DE ORO.

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bastante más inteligentes peligrosos que “los turcos” y estaban empecinados en el hecho de utilizar a la Iglesia para cumplimentar sus fines políticos; nos referimos, en primer lugar, a los “príncipes alemanes” y, en segundo lugar, a los hombres de la Iglesia sombría; anhelaban como finamente señala de algunos políticos el maestro Ortega y Gasset, “la reabsorción” de la circunstancia (26); de alguna manera condicionarían el ambiente místico de la época. No es posible una exposición detenida de los miembros más destacados, pero si una cita nominal de esas “figuras” que, de forma decisiva, tanto mal suscitó entre los contemplativos; que, al fin y al cabo, vivían en el mundo. Tenemos que comenzar por Martín Lutero (1483-1546), reformador alemán, fraile inteligente y autor material de las noventa y cinco tesis expuestas en el portalón de la Universidad de Witerbinje; Ulrico Zwinglio (1484-1531), enemigo declarado de la mística; Thomas Münzer (1491-1525), voz eclesiástica de los campesinos (agitador de los espíritus); Philipp Melanchton (1497-1560), verdadero lugarteniente del propio Lutero y presuntuoso reformador de las costumbres eclesiásticas; Juan Calvino (1509-1564), singular agente de los religiosos extraviados y de los espíritus reñidos con la armonía. La verdad es que, ciertamente, ni un solo místico del máximo nivel se perdió por el imperio de la voluntad de los citados. El Místico castellano sabía muy poco de dietas, concilios o pactos esenciales. Eran hombres que tan sólo cumplían los mandatos divinos, llegados por fuente de inspiración; una inspiración que había que pedir a Dios cotidianamente y no descuidarse en dar gracias por las mercedes divinas recibidas; lo dice Santa Teresa en su Camino de perfección (27); pocos problemas con el mundo: Quérome declarar más: estamos pensando quçe es el mundo y cómo se acaba todo, para menospreciarlo. Casi sin entendernos, nos hallamos metidos en cosas que amamos de él. Y deseándolas huir, por lo menos nos estorba un poco pensar cómo fue y cómo será y qué hice y qué haré. Y para pensar lo que hace al caso para librarnos, a las veces nos metemos de nuevo en el peligro. A la vista de cuanto

antecede, como muy decía San Ignacio de

Loyola, lo que es menester evangelizar no son

las culturas, sino a las personas. Está, pues,

bastante claro que no hay milagro alguno en

la perduración de la mística frente a la presión

ambiental. Los místicos tuvieron especial

cuidado en guardar con mucha diligencia las

puertas de sus sentidos (en especial los ojos y

los oídos y la lengua) de todo desorden, y de

mantenerse en la paz y verdadera humildad de

su ánima, y dar de ella muestra en el silencio,

cuando conviene guardarlo.

En nuestros santos místicos es muy fácil

encontrarnos con la exposición de los que

podríamos considerar como un programa

estético; no obstante, la palma se la llevan Santa

Teresa y San Juan de la Cruz; universalmente

conocidos y admirados; siendo fuente de

inspiración directa para la música y para la

pintura. Siguiendo las directrices marcadas

en nuestro ensayo diremos que la mística

-el fenómeno místico- lo encontramos en las

obras de P. L. Palestrina 1524-1604), y, sobre

todo, en su célebre Misa del Papa Marcelo -puro

misticismo-; en Orlando de Lasso (1530-1594),

en la exposición de sus obras sustancialmente

polifónica -sus misas-; y en Tomás de Victoria

(1548-1611), en concreto en su Oficio de

Difuntos y en las Misas que escribe siguiendo la

tonalidad definida por la Contrarreforma. Pero

el núcleo de autores de línea inspiradísima y

profunda lo tenemos en los compositores que,

de alguna manera, alimentan de partituras

el órgano del Monasterio de la Encarnación

de Ávila -allí donde aún palpita el corazón

de la Madre Teresa de Jesús-; es una delicia

encontrarnos con Fray Juan Bermudo de Osuna

(1555); con Tomás de Santa María (1510-1570);

con Luis Venegas de Henestrosa (1557); con

Fernández Palero (¿); Francisco de Soto (1500-

1564); Cristóbal de Morales (1500-1553); el

gran Hernando de Cabezón (1541-1602), y la

ingente documentación de obras musicales

anónimas, de carácter ineludiblemente místico,

de “villancicos”, “romances”, “fantasías” y

“tientos” que enriquecen la música patria y,

especialmente, al Convento de la Encarnación

(28). Nuestros místicos han sido, en el arte

EL EMPERADOR CARLOS V Y LOS GRANDES MÍSTICOS DEL SIGLO DE ORO.

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musical, la clave que ha permitido a autores

como Joaquín Rodrigo, Manuel de Falla,

Ottorino Respighi y el grande entre los

grandes, Olivier Messian -con el Cuarteto de

los últimos tiempos, la Ópera San Francisco de

Asís y sus célebres Vidrieras de una Catedral-,

hacer, en pleno Siglo XX, una obra cuyas raíces

subyacen en las tierras castellanas.

La influencia de las mística llega igualmente

a la pintura aunque, en este caso, de forma más

restringida que en las estructuras musicales;

se impone, por supuesto, el realizar una

pequeña matización, a saber: que un cuadro

de contenido exclusivamente “religioso” no

autoriza a considerarlo como pintura mística;

hay muchísimos cuadros religiosos que no son

pintura mística -no basta, para su clasificación

como tal ni la penumbra de las imágenes ni la

temática elegida tantas veces (la vida de los

santos eremitas: San Jerónimo, San Antonio

Abad, o las escenas de las “postrimerías”. Una

pintura es mística, para nosotros cuando nos

altera su visión el espíritu; en este sentido,

claro está, nos conmueve la aportación

pictórica de Antonello de Messina (1430-1479)

y, en concreto, su Cristo Yacente- en cuyo

lienzo retrata el dolor de un ángel de forma

conmovedora; naturalmente quede constancia

de ello, la aportación estética de Fray Juan

de la Miseria -coetáneo de Santa Teresa- que

verifica el retrato más impresionante y real

de la Santa de Ávila; El Greco (1541-1614); el

pintor místico por excelencia que, justamente,

sólo con El entierro del Conde de Orgaz y

las imágenes de los Apóstoles, se sitúa en

la cúspide de la pintura mística de todos los

tiempos. Sería imperdonable olvidarnos de

Diego Velázquez (1599-1660) quien, con su

célebre Cristo, conmueve la sagrada teología

de todos los tiempos y, de la mano de Don

Miguel de Unamuno (29), abre la espita del

más profundo de los apasionamientos líricos

de nuestra patria.

Cierto que Velázquez no nos hace ponernos

de rodillas como El Greco; ahí están El

Expolio, La Coronación de la virgen, El Cristo

atado a la columna y la Tentación de Santo

Tomás; la temática mística es pie forzado en Velázquez, si hacemos caso a Ortega y Gasset (30). No es este el caso de el Greco que, por temperamento, por disciplina, por natural inclinación de su ánimo, contemplativo y devoto, sentía una predisposición innata hacia la vida interior, hacia el recogimiento fecundo, penetrado de inquietud creadora y religiosa. Por eso, ha dicho el P. Félix García (31), aquel sentido místico, inconcreto, pero real, que respiraba el español del seiscientos, encontró su expresión más cálida y trascendente, más original y específica en la pintura del Greco, en la prosa de Santa Teresa, de Las Moradas, y en el Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz. Por todo esto, como de forma magistral ha escrito el profesor Camón Aznar, (32), el Entierro del Conde de Orgaz es una de las obras cumbres del arte de todos los tiempos. En ella se interfiere lo humano y lo divino; cada uno de los Caballeros retratados muestra en su rostro su interpretación singular de la muerte en el seno de Dios. Parece que estos rostros se hallan modelados por la muerte, contemplando la apoteosis celestial de su tránsito. Por todo esto, según don Miguel de Unamuno (citado por el profesor De la Concha (33), cae el Entierro del conde Orgaz en la psicología ardiente y conceptuosa, pero sobre todo austera, de la castiza mística española del Siglo XVI, en medio de la cual se fraguaba. El idealista, y, más que evangélico, apocalítico humanismo con que debió nutrirse El Greco en Italia, dejose penetrar rápidamente, al llegar a Castilla, no sólo por aquel otro humanismo nacional, típico misticismo español: el del maestro Juan de Ávila, el de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, ardoroso, sutil e intelectualista, de un lado, y de otro contemplativo y escogido; con la realista intimidad en sus asuntos, de un cuadro de género, y la constante sombría preocupación de las penas eternas. Y esto es lo que El Greco en su máxima obra nos recuerda, y especialmente lo ponen de relieve Azorín y el Dr. Marañón, al hablarnos de la gran hondura de la sensibilidad castellana del Siglo XVI, todavía vigente en las ciudades místicas como Ávila, Salamanca, Segovia, León, Soria, Burgos y Toledo especialmente: El Greco es un

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artista universal de primera línea que maneja

los colores a través, justamente, de las manos

de aquel ángel de vuelo tardo que anhelaba

Eugenio D`Ors (34).

ADDENDA.

Ya hemos dicho que el místico “nace”;

escucha una voz interior, una llamada, como

los marineros del poema homérico de Ulises

y apenas “repara” en la “problemática” que

implica la condición religiosa; el místico sabe

perfectamente, nos lo recordaba en un bello

libro el profesor Aranguren (35) que “estamos

puestos en las manos de Dios”; el místico sabe

que no hay posibilidad de error alguno en el

cumplimiento de su destino; sólo le mueve

el anhelo de su perfección moral, el amor

al prójimo y el amor a Dios. En el mundo,

evidentemente, se dan muchos sacrificios

“inauténticos”; lo único que no hace el místico

es, en frase del autor anteriormente citado,

“divertirse”; no tiene tiempo para ello; su

vida es recia, difícil, recta: sólo hay, para él,

una cosa importante: Dios. Hay a lo largo de

la evolución de la Historia casos sublimes de

“misticismo” de los que apenas si “sabemos”

algo como, por ejemplo, de la Madre María

Faustina, del Hermano Rafael de Arnaíz, de

la Madre Teresa Von Stein y de otros muchos

casos “arropados por el silencio”. En un mundo

aparentemente “alocado”, ha escrito Martínez

Camino, siguen vigentes los místicos al más

viejo y depurado de los estilos; hombres que

sabe sufrir por Cristo (36), que son la expresión

real del alma “enamorada” de Cristo. Próximos

a nuestra sensibilidad tenemos a Teresita de

Lisieux (1873-1897), Teresa de Calcuta (1910-

1997) y, por supuesto, al Papa Juan Pablo II

(1920-2005).

La sublime perfección espiritual y técnica de El Greco.

Para Teresita de Lisieux la vida, su breve

vida, fue una permanente lucha con esa otra

faceta de “la noche oscura”: las extrañas

antipatías, celos, ferocidades que llevamos

dentro -incluso- sin saberlo. Obedecer, sonreír,

callar son las cosas que aventajan al mejor

ramo de ortigas o dolorosos silicios; saber ser

humildes. Su fino biógrafo, el escritor M. V. Der

Meersch, decía de ella (37), practicó la caridad

como la mejor de las armas para soportar la

“impertinencia” del mundo. La Madre Teresa

de Calcuta profesó un misticismo especial:

¡Nada de alejarse del mundo...!. En el mundo

está la verdadera Cruz de Cristo; amar a Dios

y amar a sus hermanos; cosas plenamente

compatibles (38). La Madre Teresa supo

superar perfectamente el “misterio de la noche

oscura”. No era, para ella, algo nuevo: las

grandes mujeres y los grandes hombres de la

mística han superado ese “terror”: sentir que

no somos nada, que no podemos hacer nada,

es comprender una realidad. Quien profundice

en su obra y en su vida advertirá que, a través

de las tinieblas místicas, tenía una fe bíblica,

una fe ciega, una fe firme; su crisol fue la

contemplación del sufrimiento de los seres

humanos. Para el Papa Juan Pablo II la fe es lo

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sustantivo del ser místico: El alma avanza por

el camino de la unión siempre en compañía de

la fe. Y nuestro objetivo consiste precisamente

en averiguar el comportamiento de la fe

en relación a todas estas cosas. El místico,

dice, vive angustiado por las “aprensiones”

sobrenaturales; el místico ama, a pesar de

todo, a la luz, pero le inquieta el misterio de la

“interpretación” de las palabras; no obstante,

no hay otro camino para llegar a Dios: la fe

es el medio propio para la unión intelectual

con Dios. La fe es la encargada de conservar

el alma en humildad y pasivamente resignada.

La fe regula, lo veíamos anteriormente al

hacer referencia a los místicos castellanos,

la proporción adecuada que de “oscuridad” y

de “luz” debe existir en la vida del hombre.

Mucho cuidado, pues, al realizar esta mezcla

entre luz y oscuridad puesto que, un poco

más de una sustancia y de otra, hace nacer la

visión pesimista o negativa de la vida; como el

perfume, cuando se derrama demasiado y se

ofrece sin el ánfora, se pierde.

Los Eximios Apóstoles de El Greco.

Bibliografía:

(1) Foxá, Agustín de: CARLOS V, DEFENSOR DE OCCIDENTE: (Obras Completas?, Tomo I, Editorial Prensa Española, Madrid, 1963, Página 700 y siguientes.

(2) Muñoz Alonso, Adolfo: LA EXPRESIÓN FILOSÓFICA Y LITERARIA DE ESPAÑA. Juan Flors, Editor. Barcelona, 1956, 132 y siguientes.

(3) Vaca de Osma, José Antonio: DON

JUAN DE AUSTRIA. Grandes Biografías (Planeta

de Agostini), Barcelona, 2007, página 21 y

siguientes.

(4) Kierkegaard, Sören: EL CONCEPTO DE

LA ANGUSTIA. Alianza Editorial, Madrid, 2007,

página 161 y siguientes.

(5) Unamuno, Miguel de: VIDA DE DON

QUIJOTE Y SANCHO. Alianza Editorial, Madrid,

2004, página 178 y siguientes.

(6) Camón Aznar, José: ARTE Y

PENSAMIENTO EN SAN JUAN DE LA CRUZ:

Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid,

1972, 63 y siguientes.

(7) Bennassar, Bartolomé: LA ESPAÑA DEL

SIGLO DE ORO, Biblioteca Historia de España,

RBA, Madrid, 2006, página 151 y siguientes.

(8) Ortega y Gasset, José: MEDITACIONES

DEL QUIJOTE. Editorial Cátedra, Madrid, 1990,

página 71 y siguientes.

(9) Kempis, Fray Tomás de: IMITACIÓN DE

CRISTO. Ediciones Regina, Barcelona 1974,

219 y siguientes.

(10) Woytila, Karol: LA FE SEGÚN SAN JUAN

DE LA CRUZ. Biblioteca de Autores Cristianos,

Madrid, 1979, páginas 61 y siguientes.

(11) García de la Concha, Víctor: AL AIRE

DE SU VUELO. Galaxía Guternberg, Madrid,

(Círculo de Lectores), 2008, página 19 y

siguientes.

(12) Peerse, Allison: EL MISTICISMO

ESPAÑOL. Colección Austral, Núm. 671,

Madrid, 1963, páginas 30 y siguientes.

(13) Rico, Francisco: EL PEQUEÑO MUNDO

DEL HOMBRE. Círculo de Lectores, Barcelona,

2008, páginas 147 y siguientes.

(14) Unamuno, Miguel de: OBRA CITADA,

páginas 150 y siguientes.

(15) De la Cruz, San Juan: MENSAJE

PERSONAL. Libris, S.R.L., Mendoza, Buenos

Aires, 2008, página 15 y siguientes.

EL EMPERADOR CARLOS V Y LOS GRANDES MÍSTICOS DEL SIGLO DE ORO.

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(16) Rotterdan, Erasmo: ENQUIRIDIO

(MANUAL DE CABALLEROS CRISTIANO). Edición

fotocopiada del original, Año de MDXXVIII;

(Editorial Maxtos), Valladolid, 150 páginas.

(17) Ortega y Gasset, José: Obra citada,

página 165.

(18) Kempis, Fray Tomás de: Obra citada,

página 230.

Notas Bibliográficas.

(19) Varios Autores: AÑO CRISTIANO:

EDIBESA, MADRID, 12 Tomos, 1999.

(20) Muñoz Alonso, Adolfo: OBRA CITADA,

140 y siguientes.

(21) González Martín, Marcelo (Cardenal):

VEANTE MIS OJOS (SANTA TERESA PARA LOS

CRISTIANOS DE HOY). Madrid, 2008. EDIBESA,

páginas 128 y siguientes.

(22) Azorín: CASTILLA, Colección Austral,

Madrid, 2004, páginas 30 y siguientes.

(23) Unamuno, Miguel de: OBRA CITADA,

página 120 y siguientes.

(24) De la Cruz, San: OBRAS COMPLEAS,

biblioteca Autores Cristianos, Madrid, 2004,

páginas 240 y siguientes.

(25) De la Cruz, San Juan: OBRA CITADA,

páginas 260 y siguientes.

(26) Ortega y Gasset, José: OBRA CITADA,

página 125 y siguientes.

(27) Teresa de Jesús: CAMINO DE

PERFECCIÓN. EDIMAT LIBROS, Madrid, 2002,

página 44 y siguientes.

(28) Baciero, Antonio: MÚSICA ORGANISTICA

ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI (Órganos de Cámara

del Monasterio de la Encarnación de Ávila).,

Ministerio de Cultura, 2 LP. Editados por

Hispavox, interpretados por Antonio Baciero,

Madrid, 1982.

(29) Unamuno, Miguel de: EL CRISTO DE

VELÁZQUEZ (OBRAS COMPLETAS). Afrodisio

Aguado, Madrid, 1962.

(30) Ortega y Gasset, José: VELÁZQUEZ.

Editorial Aguilar, Madrid, 1987, página 47 y

siguientes.

(31) García, Félix: EL GRECO: HOMBRE DE

MUCHA FE. Número Extraordinario de la Revista

“Mundo Hispánico”, Madrid, 1962, página 67 y

siguientes.

(32) Camón Aznar, José: EL GRECO: SU OBRA

PICTÓRICA EN TOLEDO: Número Extraordinario

de la revista “Mundo Hispánico”. Madrid,

Agosto, 1962, Número 173, página 60 y

siguientes.

(33) De las Conchas, víctor: OBRA CITADA,

página 70 y siguientes.

(34) Para un conocimiento en profundidad

de la obra del Greco conviene consultar, es

imprescindible, las obras del Dr. Gregorio

Marañón -Elogio y nostalgia de Toledo y El

Greco- y de Eugneio D`ors -Tres horas en

el Museo de El Prado-; igualmente el ensayo

del maestro Azorín -Illescas, Toledo-, en el

número citado de “Mundo Hispánico”, y la obra

de Mauricio Barrés -El Greco-, a disposición

la autoridad máxima en este tema hay que

concedérsela al profesor Manuel B. Cossio;

autor de la cara más completa sobre el

cretense: El Greco. Colección Austral, Maddrid,

1944, Número 500, en la Biblioteca Nacional.

(35) López Aranguren, José Luis. ETICA.

Editorial Altaya, Madrid, 1994, página 221 y

siguientes.

(36) Martínez Camino, Juan Antonio: SAN

RAFAEL ARNAIZ BARÓN: UN LOCO POR CRISTO.

Alfa y Omega, Número 658, Madrid, 2009,

página 36.

(37) Van Der Meersch: SANTA TERESITA DE

LISIEUS. Plaza Janés, Barcelona, 1966, página

492 y siguientes.

(38) Madre Teresa de Calcuta: MADRE

TERESA: VEN, SE MI LUZ (Las cartas privadas

de la Santa de Calcuta), Círculo de Lectores,

2009, 395 páginas.

EL EMPERADOR CARLOS V Y LOS GRANDES MÍSTICOS DEL SIGLO DE ORO.

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