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Este número doble de la revista Cultural Albacete prosigue su línea editorial de publicar artí-culos referentes a la historia de nuestra ciudad y provincia, a la vez que nuevas miradas sobre temasde opinión que este recién inaugurado siglo nos plantea, además de ser una tribuna abierta donde dara conocer artistas plásticos y escritores actuales albacetenses, sin olvidar la inclusión de una entrevistade interés cultural y general, además de gozar con la colaboración de una firma de reconocido pres-tigio nacional e internacional, como ya se ha reflejado en otros números de la revista, donde la cola-boración de José Saramago, Ernesto Sábato, José Manuel Caballero Bonald, Félix Grande, entre otroshan contribuido a prestigiar la publicación.

Con esa filosofía en este número se suscita nuevamente la interesante polémica surgida sobre ‘losSabuco’ –padre e hija– y se publican rigurosos testimonios en el Dossier sobre la autoría de la genialobra Nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre, quedando estas páginas abiertas a futuras apor-taciones al tema.

Por otra parte, en esta ocasión, la historia de la Iglesia a finales de la Edad Media, en la tierra deAlcaraz, el Catastro de Ensenada, las andanzas del mariscal Moncey en Albacete –oportunísimo al ce-lebrarse este año el 200 aniversario de la Guerra de la Independencia– y un trabajo sobre arte (escul-tura) completan la mirada a nuestros temas locales y provinciales. Los pintores Juan Galiana y JoséFélix, así como los escritores Diego Sanz, Miguel Ángel Arenas, Lucía Plaza, Ricardo FernándezMoyano y Eloy M. Cebrián ocupan el apartado de creadores contemporáneos, que se unen al rescatede un clásico del siglo XVI, Manuel Ramírez de Carrión. También el escritor de orígen albacetenseJuan Carlos Arce es entrevistado con motivo de la publicación de su última novela. Los derechos hu-manos y la lucha tenaz de la mujer por la igualdad son los temas objeto de la sección Opinión.

Como se dijo anteriormente, el historiador británico Paul Preston, firma invitada en este númerodoble, potencia esta sección una vez más con una colaboración extraordinaria, referida a nuestra his-toria más reciente: Franco y Juan Carlos I.

Finalmente hay que destacar el importante trabajo que el historiador Aurelio Pretel ha realizadosobre dos localidades de la provincia de Albacete: El Salobre y Reolid, que ocupan el apartado dedi-cado a Nuestros Pueblos y que sin duda contribuirá a un mayor conocimiento de nuestro patrimonio,tanto social e histórico, como ecológico.

CULTURAL ALBACETE, Revista de opinión, pensamiento y creación. Septiembre 2008 / Número 12-13 / Primavera-Verano

Presidente Consorcio Cultural Albacete:Pedro Antonio Ruiz Santos

Director Gerente:Ricardo Beléndez Gil

Coordinación revista y realización:José Manuel Martínez Cano/Antonio Selva Iniesta

Colaboradores:José Manuel Almendros Toledo, Miguel Ángel Arenas, Carlos Ay-llón Gutiérrez, José Félix, Ricardo Fernández Moyano, Juan Ga-liana, Godofredo Giménez Esparcia, Elia Gutiérrez Mozo, DomingoHenares, M. Carmen Heredero, Pedro José Jaén Sánchez, Ana Mar-tínez, Lucía Plaza, Paul Preston, Aurelio Pretel Marín, FernandoRodríguez de la Torre, Diego Sanz López, Celia Zafra.

Suscripción y distribución:Cultural Albacete. Paseo de la Libertad, s/n. Telf. 967 19 36 30. www.albacete.com/cultural

Fotocomposición, fotomecánica e impresión:Grupo Gráficas Campollano

Dep. Legal: AB-148/96ISSN: 1697-8358

© De los artículos, sus autores.

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• La revista CULTURAL ALBACETE es una publicación cuatri-mestral editada por el Consorcio Cultural Albacete como una activi-dad más en su línea programática. La opinión, el pensamiento y lacreación, tanto de temas locales como generales, es el objetivo de larevista, donde especialistas y creadores ensayan y realizan su queha-cer, tanto intelectual como artístico. Cultural Albacete les agradece suestimada colaboración, que sin duda enriquecerá el panorama cultu-ral del ámbito al que se dirige.

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Con los documentos que poseemos al pre-sente, ya es hora de ir zanjando una cuestión su-ficientemente debatida, a lo largo de más de unsiglo, sobre la autoría de la Nueva filosofía anombre de Miguel Sabuco, atribuida también,por los partidarios que ella tiene todavía, a suhija Luisa de Oliva. En efecto, en su testamentofechado en Alcaraz a 20 de febrero de 1588, elBachiller Sabuco en una de las cláusulas afirmaque él es el autor del repetido libro Nueva filo-sofía (1587), haciendo constar, igualmente, quepone por autora a su hija Oliva, aunque tan sólopara darle “el nombre e la honrra”. Esta cir-cunstancia, la atribución pactada de autoría, es-tuvo oculta, sin embargo, hasta 1903, fecha en laque José Marco e Hidalgo, Registrador de laPropiedad en la ciudad de Alcaraz, encuentra yhace público el testamento del Bachiller Sa-buco. Esto es, Oliva Sabuco había figuradocomo “autora” de la Nueva filosofía, y sin dis-cusión apenas, durante trescientos dieciséisaños, por el hecho, principalmente, de aparecercomo tal en la portada del antedicho libro y por-que así lo había decidido el verdadero autor, supadre.

Desde esta consideración previa, no es ex-traño, pues, que en todas las ediciones anterio-res al descubrimiento testamentario que realizó

Marco e Hidalgo, completas o no, vaya el nombre de Olivacomo autora del libro Nueva filosofía, publicadas en 1587,1588, 1622 (en Portugal), 1728, 1734 (completas, ésta últimaen Portugal y en portugués), 1847, 1873 (incompletas) y 1888(completa, con prólogo de Octavio Cuartero). De manera querecurrir a la circunstancia de que las ediciones antedichasvayan a nombre de Oliva, para argumentar que ella es la au-tora, carece de sentido, y significa también el desconoci-miento del cambio de perspectiva a partir del año 1903,precisamente desde esta fecha, en la que se descubre el tes-tamento de Miguel Sabuco, y se plantea con propiedad la dis-cusión sobre la atribución de autoría de la Nueva filosofía.

Así, desde el principio, debe quedar claro, para el mejorentendimiento de este ensayo, que el problema que plantea-mos aquí es el de una mera atribución indebida de autoría.Pues, en efecto, no vamos a concluir después de nuestro aná-lisis que el Bachiller Sabuco fuera el autor de la Nueva filo-sofía (lo es desde su publicación, 1587), sino que, estandoeste extremo dado por seguro desde la lectura del testamentode Miguel Sabuco (1588), llegaremos a la afirmación de queha habido un problema precisamente de atribución indebida(a Oliva Sabuco) durante largo tiempo, y no de autoría es-tricta, jamás puesta en entredicho por ningún documento ensu contra. Es decir, hubo un deslizamiento nunca justificadodesde una mera atribución de autoría, a favor de Oliva Sa-buco por decisión del padre, hasta la concesión gratuita de laautoría a su nombre también de la Nueva filosofía.

Como era de suponer, a partir del hallazgo del testamentode Sabuco por parte de Marco e Hidalgo en 1903, esta obli-gada (por cuestión de fechas) unanimidad en la atribución aOliva Sabuco de la autoría de la Nueva filosofía se rompe ensucesivas ediciones (los márgenes de este ensayo no permi-ten descender a la misma controversia en artículos o confe-rencias). Así, tenemos la obra de Florentino M. Torner: DoñaOliva Sabuco de Nantes / siglo XVI, Aguilar, Madrid, 1935(?). No es una auténtica nueva edición de la Nueva filosofía,sino que se trata de una amplia antología muy útil. Por lo querespecta a nuestro propósito, y a pesar del título que da a suobra, Torner escribe en la página 8 de su Doña Oliva…: “Unceloso registrador de la propiedad, D. José Marco Hidalgo,movido quizá en lo subsconsciente por el honroso hábito pro-fesional de registrar cada cosa bajo el nombre de su legítimopropietario, destruyó la falsa atribución y consignó parasiempre la Nueva Filosofía a nombre del bachiller MiguelSabuco”… y, en la página 20, añade: “¡Lástima grande quela diligencia de un erudito nos haya destruido para siempreel bello mito de esta mujer filósofa y reformadora de la Cien-cia!”.

Oliva Sabuco: una farsa editorialDOSSIER

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Otra edición significativa de la Nueva filosofía la tenemosen la publicación de Atilano Martínez Tomé: Oliva Sabuco deNantes y Barrera / Nueva filosofía de la naturaleza del hom-bre y otros escritos. Editora Nacional, Madrid, 1981. Detodas formas, para nuestro interés en la falta de unanimidadque venimos afirmando en la atribución de autoría a OlivaSabuco de la Nueva filosofía, este autor mantiene una teoríaecléctica: “ … De este grupo (de intelectuales en Alcaraz enla época, el doctor Heredia, Simón Abril, la familia Sa-buco…) saldría el libro (la Nueva filosofía) con sus distintostratados, que, por razones afectivas, por miedo a la Inquisi-ción o por ser ella la que llevó a cabo la recopilación defi-nitiva, se atribuyó a doña Oliva Sabuco de Nantes (p. 44).

Reseñamos también la edición más reciente, en inglés(Waithe, M. E. Colomer Vintró, M. y Zorita, A: Oliva Sabucode Nantes Barrera / New Philosophy of human nature. Illi-nois, 2007). Los traductores aún no ven razones suficientespara cambiar la atribución tradicional de la autoría de laNueva filosofía a nombre de Oliva Sabuco.

A lo largo, pues, de más de una centuria, han corridoafluentes de río de tinta sobre esta controversia en verdad li-teraria, pues se trata en rigor de un problema de cesión de losderechos de autor sobre una obra, más que de una discusiónestricta de autoría. Por más que los partidarios de una Olivaescritora hayan desenfocado, últimamente, el núcleo del de-bate, acumulando en su defensa fingidos agravios a la muje-res, como si alguna vez los investigadores que apuestan porla autoría de Miguel Sabuco hubieran puesto en duda la ca-pacidad intelectual de medio mundo, es decir, del colectivoque forman las mujeres, representadas en la parte que le tocapor Oliva Sabuco. Pero ya no es tiempo de continuar una dis-cusión estéril, que nada produce porque se alimenta de lanada, sino la hora de acudir al veredicto implacable de losdocumentos, que son los materiales de la Historia.

Desde este apunte sobre la Nueva filosofía y su autor ver-dadero, pretendemos valorar, en esta ocasión, los repetidosargumentos que se exhiben para sustentar en vano la autoríade Oliva Sabuco, a partir de los escritos que se entiendencomo preliminares y que, como requisitos habituales, lleva-ban los libros impresos en tiempo de Felipe II, en nuestrocaso, aunque las pragmáticas sobre la imprenta venían prin-cipalmente desde los Reyes Católicos. Y eran, pues, declara-ciones que daban forma a la sola estructura externa de todapublicación y que nosotros vemos como un estricto proto-colo editorial.

Nos referimos, así, a varios extremos que se debían cum-plimentar, con más o menos rigor, y que aquí nos interesanpor su aparente consistencia legal, indicando cómo figura enellos una supuesta autora, sin ninguna escritura legal queavale y refrende dicha pretensión, puesta al descubierto, entreotros, por un documento que no se discute, el testamento delBachiller Sabuco que veremos más adelante.

Ponemos ahora los preliminares, o documentos aparentes(ninguno está autenticado) referidos a la Nueva filosofía: 1)nombre de autor: “Nueva filosofía de la naturaleza del hom-

bre… compuesta por doña Oliva Sabuco” (portada de la pri-mera edición, 1587); 2) la palabra “Sabuco”, sin más indica-ción (en la hoja segunda); 3) “lo que contiene esta NuevaFilosofía es lo siguiente… compuesta por doña Oliva Sabucode Nantes” (en el índice de la obra); 4) “Yo, Cristóbal deLeón, escribano de cámara del Rey… doy fe, habiéndosevisto… un libro intitulado Nueva filosofía, compuesto pordoña Oliva Sabuco” (en la tasa a pagar, 12-II-1587); 5) “Porcuanto por parte de vos, Oliva Sabuco de Nantes… nos fuehecha relación, diciendo que vos habíades compuesto unlibro intitulado Nueva filosofía” (en el privilegio donde, su-puestamente, el Rey le da permiso para imprimir); 6) “Olivade virtud y de belleza / con ingenio y saber hermoseada…Pero pues ya esta Oliva generosa / da luz y claridad y fin per-feto”… (en los dos sonetos laudatorios de Juan de Sotoma-yor, se dice Oliva en seis versos); 7) “Una humilde sierva yvasalla, hincadas las rodillas en ausencia, pues no puede enpresencia, osa hablar” (en la dedicatoria, tan pintoresca, queOliva de Nantes Sabuco Barrera haría al Rey); 8) “Vera Me-dicina y vera Filosofía… compuesta por doña Oliva SabucoBarrera” (en la primera página del diálogo de la Vera Medi-cina); 9) “Al ilustrísimo don Francisco Zapata… Doña OlivaSabuco, humilde sierva, salud, gracia y eterna felicidaddesea” (carta en el diálogo anterior, en la que “doña Olivapide favor y amparo”). Pero son textos gratuitos, no hay nin-gún documento que los avale, o es desconocido todavía porlos defensores de Oliva como escritora de tan altos vuelos.

Son requisitos formales, los inmediatamente anteriores,donde figura el nombre de Oliva y que suelen citarse comoprueba de que ella compuso el libro que escribió su padre.Pero todos estos pretendidos documentos, por la falta de sus-tento legal (presencia de escribanos o testigos) que los re-frende, son meramente escritos apócrifos, papeles muy biendistribuidos para una farsa editorial que se ha representadoinfinidad de veces. Son puro formulismo para sacar un librode la imprenta, y cuya autenticidad dejaba indiferentes a lasautoridades que daban las licencias o ejercían las censuras. Yhasta sería lógico pensar que son verdaderos, si no fuera por-que existen en su contra documentos donde se afirma que fueel Bachiller Sabuco el autor de la Nueva filosofía, y no Oliva.Además, él consiguió formación intelectual suficiente paraescribirla en la Universidad de Alcalá de Henares.

Más allá de una creencia orteguiana (esto es, que no sediscute, porque no se trata de una idea que nosotros tenga-mos, sino, más bien, de una idea que nos tiene) sobre la au-toría de Miguel Sabuco y Álvarez de su Nueva filosofía,queremos poner nuestros argumentos en orden de razona-miento lógico desde varios puntos de vista. Y, en primer lugar(como hizo Sócrates ante el tribunal que lo juzgaba), la de-fensa inicial consiste en señalar con el dedo índice a los ene-migos ausentes, pero que alientan por todas partes. Es decir,a todos cuantos urdieron la engañosa prueba de los llamadostextos preliminares que debían llevar en la época toda obraimpresa y que, en el caso de la Nueva filosofía, están redac-tados a favor de Oliva.

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Por supuesto que, en ninguna caso, hay firma de autoridadcorrespondiente, como la del supuesto escribano de cámaraCristóbal de León (que tasaría el libro), como tampoco apa-rece la firma del Rey (que le habría concedido a Oliva Sa-buco el privilegio de imprimir la Nueva filosofía), ni la firmadel secretario real que dice ser Juan Vázquez. Hasta hay quesuponer aquí la censura de la obra, pero está implícita, puescomo tal no aparece. Ni siquiera en los sonetos que Juan deSotomayor hizo “en alabanza del Autor y de la Obra”, se re-laciona expresamente a Oliva Sabuco con la Nueva filosofía.Y, por supuesto, la pieza principal para los que defienden unaOliva escritora, la carta dedicatoria de ésta al Rey, carece decualquier referencia documental que pueda autenticarla. Ydígase otro tanto de la carta que también supuestamente Olivadirige al Presidente de Castilla. Se trata, en definitiva, de unramillete de escritos organizados por no sabemos quién, fa-miliar o vendedor de libros, que estaría de acuerdo con el im-presor. Incluso éste mismo pudo hacerlo a sus expensas. Así,mientras no aparezcan documentos en contra, y por falta deidentidad precisa, en el mundo literario Oliva Sabuco no pasade ser una autora indocumentada.

Lo único cierto que hemos podido detectar es el hecho deque, en la Nueva filosofía, aparece una “autora” nada menosque ocho veces y que no se llama siempre de la misma ma-nera (Oliva Sabuco, 3 veces; Oliva Sabuco de Nantes, 2veces; Oliva de Nantes Sabuco Barrera, una vez; Oliva Sa-buco Barrera, una vez; y Sabuco, sin más, una vez. Con laantedicha repetición del nombre, y sin más, Oliva figura hastaseis veces en los versos de los dos sonetos laudatorios, cincoveces en el primero. Pero tanta insistencia de autoría, 14veces, y tanta indecisión al nombrarla, resulta al menos sos-pechosa, ya que demostrar demasiado, acumulando razonesinconsistentes, puede ser indicio, al fin, de no demostrarnada. Sin miedo a equivocarnos, podemos asegurar que elimpresor de la Nueva filosofía, no leyó uno de los escritosque los sabios antiguos dejaron en el templo de Delfos: nadademasiado. Pues pocos libros habrán consignado tantasveces, en demasía, el nombre de su autor. Y sin el más pe-queño documento acreditativo. Eso es lo grave. De maneraque las supuestas pruebas en las que aparece Oliva como au-tora carecen de valor probatorio, pues ellas mismas carecende justificación, pues no hay ningún documento a su favor, ysí en contra, como vemos más adelante.

La prueba, entonces, de autoría de la Nueva filosofía afavor de Oliva Sabuco, por el hecho de figurar en la dichaobra hasta ocho veces con nombres distintos, más seis en lossonetos, en principio no es un argumento fuerte. Ya que nadaimpide que un autor se esconda bajo el nombre de otra per-sona (de mutuo acuerdo), por más que nos gustaría saber lasrazones de tan extraño comportamiento del propio BachillerSabuco y, tal vez, de sus familiares. Tampoco puede cono-cerse ni, menos aún, castigarse esta conducta, a no ser que elautor suplantado acuda a los tribunales solicitando que lo re-pongan o, como hace Miguel Sabuco en su testamento, recu-rriendo a la maldición incluso de su hija, si ésta persiste en

que se tome por real la autoría que, por declaración paterna,sólo fue a título honorífico. Y sospechar siquiera que Su Ma-jestad el Rey Felipe II, tan prudente y tan serio como se diga,había de ofenderse por este juego de ocultación de autor,entre un padre y su hija, es tanto como decir que nuestrosreyes antepasados (o sus descendientes) alguna vez estuvie-ron preocupados por los aconteceres pequeños que tienenlugar entre los súbditos. Entonces como ahora, la distanciaentre los gobernantes augustos y sus administrados era con-siderable.

Hasta aquí hemos ganado que uno de los extremos que,por ley, debía figurar en toda obra impresa, era el nombre delautor y, refiriéndonos a la Nueva filosofía, consignado a favorde Oliva Sabuco sin ningún fundamento. Otros componentesde la estructura formal del libro en la época, llamados preli-minares, fueron las ilustraciones (en la Nueva filosofía, el es-cudo real), los privilegios (del rey, o licencias eclesiásticas)para imprimir y tasas, con el pie de imprenta (en Madrid, porP. Madrigal, MDLXXXVII), en portada. Otros elementos, li-terarios, consistían por lo común en dedicatorias (carta deOliva al Rey, con otra al Presidente de Castilla) y poesías (dellicenciado Juan de Sotomayor a Oliva). De cuyos extremos,como existentes todos en la Nueva filosofía, hemos dadocuenta. Y la falsedad palmaria de cada uno de estos preten-didos y mal llamados documentos (que no lo son, pues nin-guno lleva la firma de quien lo expide, como tampoco haytestigos) es el primer paso para desacreditar la atribución li-teraria e indebida de la autoría de la Nueva filosofía a nom-bre de Oliva, ya que esta circunstancia se basa principalmenteen el hecho evidente de figurar su nombre en el libro en cuan-tas ocasiones hemos dicho más arriba. Nombre que salta a lavista catorce veces, como hemos advertido, por lo que puederesultar hasta catorce veces falso.

Desde estos supuestos, ¿será indicio de veracidad el hechode que un autor sea considerado como tal, y sólo porque apa-rece su nombre al frente de un libro? La respuesta, claro está,puede ser afirmativa en la mayoría de los casos, a no ser(como ocurre con Oliva Sabuco) que tengamos argumentosconcretos, documentos independientes de la obra impresa(esto es, escritos firmados con testigos ante escribanos), ymás de uno, en su contra. De manera que nos encontrábamos,hasta 1903 (cuando se descubrió el testamento de Miguel Sa-buco, donde él se confiesa autor de la Nueva filosofía), conuna atribución de autoría indebida, sin sospechar siquiera unfraude de la historia de la literatura española, tal vez invo-luntario, pero escandaloso a todas luces. Por cuanto los de-fensores de Oliva Sabuco escritora sólo tienen por asidero,precisamente, la circunstancia de que un libro vaya a su nom-bre. Y de que a nombre suyo vayan también (como un for-mulario que se debía cumplimentar en la imprenta) las tasasa pagar por el tan repetido libro, el privilegio o licencia paraimprimirlo, las cartas dedicatorias a las autoridades corres-pondientes, y hasta los versos laudatorios del autor.

Veamos ahora la posibilidad realizada (en nuestra litera-tura clásica española) de obras que salieron de la imprenta, y

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después de las pragmáticas de los Reyes Católicos, sin nom-bre de autor conocido e, incluso, con autoría falsa, descu-bierta con el correr de los siglos. Advertimos, sin embargo,que se trataba de obras inocuas para el buen mantenimientode la fe, pues, de otra manera, las autoridades civiles y ecle-siásticas habrían dado con sus autores. Autoridades que po-dían ser tolerantes en materia de impresión de libros, pero nodel todo indiferentes. Así, la falta de autoría la vemos, en pri-mer lugar y a título de ejemplo, en La vida de Lazarillo deTormes, de 1554 (original anterior perdido, escrito hacia1530). Obra sin autor reconocido durante mucho tiempo. Enla edición de 1969 (Espasa-Calpe, p. 57), Julio Cejador man-tiene, basándose en la autoridad de Francisco RodríguezMarín y de Adolfo Bo-nilla y San Martín, queel autor, por fin, delLazarillo de Tormes nopudo ser otro que Se-bastián de Orozco.Pero, no obstante laopinión de las tres au-toridades últimas, tene-mos que la filólogaRosa Navarro Duránpublica su teoría muyverosímil de que elautor buscado del La-zarillo no puede serotro, según las pruebasaportadas, que Alfonsode Valdés (suplementocultural del diario ElMundo, 15-5-03, pp. 6-8; y diario La Verdad,20-8-03, pp. 44-45).No sabemos todavía si,andando el porvenir,encontraremos nuevosargumentos que den por falsas dichas teorías. De lo que síestamos ciertos es de una posibilidad ocurrida, la de sobre-vivir y circular un libro a sus expensas, sin autor conocido ycambiando incluso su nombre. Entre otras razones, porqueninguna ley se lo impidió.

Hay, sin embargo, otro misterio aclarado, o desvelándosecon el tiempo. Nos referimos al Don Quijote de la Mancha deAlonso Fernández de Avellaneda, autor tan falso como suobra, que quiere continuar la de Cervantes. En efecto, nos en-contramos con un caso paradigmático para detectar a las cla-ras la posibilidad de que un autor cualquiera mantenga sunombre en el anonimato, sin que ningún rey (a la sazón, Fe-lipe III) tenga que indignarse, y sin peligro de que se con-muevan las columnas que sustentan el universo. Además, estaobra tiene un paralelismo evidente con la Nueva filosofía, sinos fijamos, claro, en los llamados preliminares legales detodo escrito, lo que hemos denominado protocolo editorial,

que obligaban tanto a los autores como a los regidores de lasimprentas.

Así tenemos, en el Quijote de Avellaneda (1614, ediciónde Espasa-Calpe, Madrid, 1972), desde la primera hoja, queson suficientes los extremos que coinciden en su exposicióncon los de la Nueva filosofía. En portada se afirma que ellibro está “compuesto por el Licenciado Alonso Fernándezde Avellaneda”, con su lugar de nacimiento (Tordesillas), ladedicatoria y un dibujo, el obligado “con licencia” y el titu-lar de la imprenta, Felipe Roberto; seguidamente, encontra-mos el privilegio para que su autor imprima el libro, expedidopor el canónigo y doctor Francisco de Torme y de Liori, delConsejo de su Majestad (“… este libro, que se intitula Se-

gundo tomo de don Qui-jote de la Mancha,compuesto por el licen-ciado Alonso Fernándezde Avellaneda, damos yatorgamos licencia quese pueda imprimir…”);más adelante figura unadedicatoria del autor “alalcalde, regidores y hi-dalgos de la noble villadel Argamesilla…”; lesigue un prólogo muyparecido a las cartas su-puestas de Oliva; y, porfin y cómo no paracumplir con la costum-bre, hasta hay un sonetoatribuido a Pero Fernán-dez, que también debeser del supuesto Avella-neda.

A pesar de las leyesde la época, y con losrequisitos formales para

imprimir una obra bien cumplidos, resultó, sin embargo, queel nombre de Alonso Fernández de Avellaneda, como autor,era tan falso como el de Oliva Sabuco. Y son varios los nom-bres que se han dado para ponerlos como ciertos: Luis deAliaga, confesor de Felipe II, o fray Juan Blanco de la Paz(Marco e Hidalgo, Revista de Archivos, Bibliotecas y Mu-seos, julio, 1903). Como también pudo ser, según Menéndezy Pelayo, el poeta aragonés Alfonso Lamberto (en BenjamínMarcos: Miguel Sabuco (antes doña Oliva), Caro Raggio,Madrid, 1923, p. 92). Más recientemente, en la edición deEspasa-Calpe, 1972, de Martín de Riquer, se lanzó la idea deque, tras el seudónimo de Avellaneda, se ocultaban los her-manos Bartolomé y Lupercio Leonardo de Argensola, y Ge-rónimo de Passamonte, o Guillén de Castro. Lo mismo queAvellaneda ha sido identificado con Juan Ruiz de Alarcón,con Tirso de Molina… y hasta con el mismo Miguel de Cer-vantes Saavedra (p. LXXXIV y ss.).

No es propósito de estos apuntesdescubrir identidades de otros escritoresespañoles ocultos bajo nombresapócrifos, sino el probar, de pasada, queel simple hecho de figurar Oliva Sabucocomo autora de la Nueva filosofía noconcluye que esta pretendida autoría seacierta. Pues la sustentan únicamenteunos cuantos escritosinsuficientes, sin una mínimaprueba documental a su favor

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No es propósito de estos apuntes descubrir identidades deotros escritores españoles ocultos bajo nombres apócrifos,sino el probar, de pasada, que el simple hecho de figurarOliva Sabuco como autora de la Nueva filosofía no concluyeque esta pretendida autoría sea cierta. Pues la sustentan úni-camente unos cuantos escritos insuficientes, sin una mínimaprueba documental a su favor (la portada con su nombre, latasa, el privilegio del Rey, etc.), y que están de acuerdo arti-ficiosamente entre ellos para cumplir las formalidades que seexigían en su tiempo a la hora de imprimir un libro, los lla-mados preliminares y que no eran, como hemos visto antes,necesariamente verdaderos, sino, más bien, en algunos casosun simulacro editorial. Escritos, en fin, que no resisten laprueba en su contra de varios documentos, con la presenciay con las firmas de testigos, de familiares y de escribanos,dando fe de que el Bachiller Miguel Sabuco es, y no otro, elautor verdadero de la Nueva filosofía.

Antes de rebatir con documentos este mero formulismoeditorial, a nombre de Oliva Sabuco, recordamos que los par-tidarios de esta supuesta escritora apelan también, con exce-siva frecuencia y sin aportar una sola prueba, a los rigoresdel Tribunal de la Inquisición, como si esta institución en ver-dad terrible hubiera tenido algo que ver, al menos que se sepa,con la familia más próxima del Bachiller Sabuco. Y claro estáque la Inquisición, persiguiendo herejes, era despiadada ycruel con las conciencias y con los cuerpos de quienes fueransospechosos de desvío en el camino recto de la auténtica fecristiana. Mas aquí se trata de aportar pruebas (o callarse) deque dicho Tribunal tuviera algo que ver directamente, pri-mero, con la familia Sabuco, de lo que no hay ninguna evi-dencia escrita, pues tan sólo se repiten suposicionesinteresadas y gratuitas para fingir la autoría, tan fácil de des-mentir, de Oliva. En segundo lugar, y para no desorientar lacuestión, se impone analizar la mínima relación que, efecti-vamente, los censores inquisitoriales tuvieron con la Nueva

filosofía (no con su autor), de la que mandaron tachar (“en-mendar”) algunas líneas de diecisiete párrafos de poca im-portancia (en las dos primeras ediciones) por lo que la obrapudo seguir editándose, teniendo en cuenta esas leves co-rrecciones tanto los libreros como los lectores (ver Henares,D.: El Bachiller Sabuco ante la Inquisición, número 11 deCultural Albacete, 2007, pp. 44-49).

Hay también otro dato para negar la atribución de autoríade la Nueva filosofía a Oliva Sabuco. Pues resulta que, en el“coloquio de la compostura del mundo” de dicha obra (p.150), los equinoccios de primavera y de otoño ocurrieron el11 de marzo y el 11 de septiembre, respectivamente. Y sa-bido es que esta circunstancia ocurrió en el año 1580, por loque dicho coloquio no estaba escrito antes de ese año, ni des-pués de 1582, pues en éste el Papa Gregorio XIII y Felipe IIdeciden cambiar el calendario juliano, quitando diez días aoctubre, por lo que, a partir de entonces, los equinoccios tie-nen lugar del 20 al 21 de marzo y del 22 al 23 de septiembre.Oliva tendría entonces, en 1581, diecinueve años. Y, si el “co-loquio de la naturaleza del hombre”, el fundamental de laNueva filosofía, fue escrito en años anteriores, habrá que re-bajar la edad de Oliva dos o tres años, acaso hasta los dieci-séis. Demasiado joven para escribir un libro donde se conocea Salomón, a Galeno, a Hipócrates, a Platón, a Aristóteles, aSéneca, a Horacio, a Plutarco, a San Agustín, a Boecio, lahistoria de la literatura española, de la ascética y de la mística,de la Medicina y Psicología. Y todo, desde su espléndido ais-lamiento de Alcaraz en el siglo XVI. Un portento.

El descrédito definitivo de Oliva como escritora de laNueva filosofía está, por fin, en un manojo de escrituras anteescribanos y testigos, todas concordantes entre ellas y comouna sola pieza que se vuelven en contra de la supuesta au-tora. Tenemos cartas de obligación, de poder y, sobre todo, eltestamento del Bachiller Sabuco. Documentación ofrecidapor Marco e Hidalgo en 1903 a Serrano y Sanz, catedráticode Historia en la Universidad de Zaragoza y secretario de re-dacción de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos,quien, a su vez y entonces (corrigiendo sus Apuntes para unabiblioteca de escritoras españolas desde el año 1401 al 1883,donde figuraba Oliva Sabuco), fue el primero en asumir queel Bachiller Sabuco era el autor de la Nueva filosofía (F. Ro-dríguez de la Torre [sin duda, el bibliógrafo fundamentalsobre Miguel Sabuco], Al-Basit, Nº 22, p. 248, Albacete,1987). Así, acudimos ahora a los antedichos documentos úl-timos en sus párrafos pertinentes:

1) del testamento del Bachiller Sabuco: “… Iten aclaroque yo conpuse un libro yntitulado nueva filosofía e unanorma y otro libro que se imprimieron, en los quales todospuse e pongo por autora a la dicha Luisa de Oliva mi hija,solo para darle el nombre e la honrra, y reservo el fruto yprovecho que resultare de los dichos para mí, y mando a ladicha mi hija Luisa de Oliva no se entremeta en el dicho pri-vilegio, so pena de mi maldición, atento lo dicho, demás quetengo fecha ynformación de cómo yo soy el autor y no ella.La qual ynformación está en una escritura que paso ante Vi-llarreal escribano… Hecho en la ciudad de Alcaraz a veintedías del mes de febrero de mil quinientos ochenta y ocho

El descrédito definitivo deOliva como escritora de la Nuevafilosofía está, por fin, en unmanojo de escrituras anteescribanos y testigos, todasconcordantes entre ellas y comouna sola pieza que sevuelven en contra de lasupuesta autora

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años, a lo qual fueron testigos presentes Juan de Coca y elLicdo. Juan Velazquez, y el Licdo. Sebastián de Molina, todosclérigos, vecinos de esta dicha ciudad de Alcaraz, y el otor-gante a quien yo el presente escribano doy fe que conozco lofirmó de su mano… Ante mí, Alonso Romero escribano. De-rechos dos reales”. (Es el texto más apodíctico sobre la au-toría del Bachiller Sabuco de la Nueva filosofía. Y de unaclaridad meridiana, si nadie intenta manipularlo, pues los tex-tos históricos expresan cuanto quisieron decir sus autorescuando los escribieron. Y, para negarlos o interpretarlos, hayque dar pruebas documentales al efecto).

2) de una escritura de obligación, otorgada en Alcaraz el10 de septiembre de 1587: “… Sepan cuantos esta carta deobligación vieren cómo nos Alonso Sabuco e Ana de Espi-nosa su mujer… nos obligamos de dar e pagar a el bachillerSabuco, padre de mí el dicho Alonso Sabuco… ciento e veinteducados, los cuales son de razón que el dicho bachiller Sa-buco… me dio en razón del privilegio y merced que tiene desu magestad para poder imprimir el libro llamado Nueva fi-losofía… para que pueda yo hacer imprimir el dicho libro enel reino de Portugal… siendo testigos el dotor Sarmiento,Juan Dominguez e Luis Gomez e Francisco Tellez… e yo elpresente escribano doy fe conozco a los otorgantes… ante míFrancisco González de Villarreal escribano. Derechos, unreal… Recibí la escritura en prendas contenida en esta obli-gación y lo firmé, el bachiller Sabuco”. (Miguel Sabuco tieneel privilegio de imprimir la Nueva filosofía porque él es elautor).

3) de una carta de poder, en Alcaraz, a 11 de septiembrede 1587: “Sepan cuantos esta carta de poder vieren cómo yoel bachiller Miguel Sabuco… autor del libro intitulado Nuevafilosofía, padre que soy de doña Oliva mi hija, a quien pusepor autor solo por darle la honrra y no el provecho ni inte-rés… otorgo y conozco por esta presente carta que doy eotorgo todo mi poder… a vos Alonso Sabuco mi hijo… paraque por mí y en mi nombre podais ir al reino de Portugal yhacer imprimir el dicho libro llamado Nueva filosofía…siendo testigos presentes Miguel Gonzalez y Pedro Lopez yJuan de Coca, alpargatero… lo firmó el otorgante de su nom-bre al qual doy fe que conozco… ante mí Francisco Gonza-lez de Villarreal, escribano. Derechos un real”. (En estacarta, con fecha del día siguiente a la anterior, el BachillerSabuco confirma el contenido antedicho, en cuanto a su au-toría de la Nueva filosofía).

A mayor abundamiento, el autodidacta en investigaciónGonzález interviene en la búsqueda de autor para la Nueva fi-losofía, con la peor fortuna y con escritos que destilan pus entodas direcciones. Y, desde un comportamiento que resultadesconcertante (él es partidario a ultranza de Oliva escritora),aporta saberes coincidentes con los que ya teníamos desde1903, cuando Marco e Hidalgo publica los documentos quehemos señalado anteriormente con 1), 2) y 3):

a) “Sepan cuantos esta carta de obligación vieren comonos alonso sabuco e ana de espinosa su muger… que porquanto el bachiller Sabuco padre de mí el dicho alonso sa-buco autor del libro llamado nueva filosofía nos a dado elprevilegio que tiene de su magestad para lo ymprimir…”.

(Claramente, el hijo del Bachiller Sabuco afirma que su padrees el autor de la Nueva filosofía).

b) “Sepan cuantos esta carta de venta cesion y traspasa-cion vieren como nos acacio de buedo y yo doña oliva denantes su muger… por quanto en el libro llamado nueva fi-losofía que hordeno mi el bachiller Sabuco padre de mí ladicha oliva … me puso a mí por autora… por tanto confesa-mos e declaramos por esta presente carta que yo la dichadoña oliva no fui autora del dicho libro…”. (Seguir defen-diendo que Oliva Sabuco escribió la Nueva filosofía es per-der el tiempo).

Como se ve, son documentos [los señalados con 1), 2) y3), más los últimos a) y b)] concordantes y con las mismasgarantías que nuestras escrituras actuales ante notario. Textosque deben leerse en el sentido normal de las palabras, porquesu claridad es evidente, si no hay otro argumento más verazen contra, y no tomarlos como si fueran escritos literarios,cuya significación podría estar a expensas de interpretacionesdistintas, según fuesen de diferentes los lectores. Con estemétodo último se pueden conseguir aparentes estudios so-ciológicos en defensa de los derechos de las mujeres, en estecaso a escribir un libro. Pero, sin argumentos en contra de losinmediatamente anteriores, no debe afirmarse que Olivafuese escritora, a no ser que alguien dé por conclusión lo que,en este caso, tan sólo era un supuesto, que Oliva fuese la au-tora de la Nueva filosofía, afirmación puesta aquí tantas vecesen entredicho. Y a favor de la cual no hay ninguna pruebaque llevarnos a los ojos, a no ser la pretendida autoridad quese ha querido dar a unos papeles sin firma, textos apócrifos(nombre de Oliva en portada de la Nueva filosofía (porquesu padre la puso como autora), tasa, privilegio, cartas su-puestas al Conde de Barajas y al Rey (tan atrevida, si fueracierta, allí donde dice: “… de este coloquio del conocimientode sí mismo y naturaleza del hombre, resultó el diálogo de lavera medicina que allí se vino nacida, no acordándome yode medicina porque nunca la estudié…”), más dos sonetos ensu alabanza, donde tal vez el impresor, para cumplir las for-malidades de toda publicación y de acuerdo siempre con losinteresados, organizó estos conocidos preliminares que yahemos visto, para dar consistencia, sin más, a un enredo lite-rario. Al fin esclarecido.

La atribución de la Nueva filosofía a Oliva Sabuco con-sistió, tal vez, en un capricho de su propio padre Miguel Sa-buco y, en definitiva, en una auténtica farsa editorial que durótrescientos dieciséis años (hasta 1903) y que ya no puede re-presentarse por más tiempo. Pues lo prohíbe la cegadora luzde los documentos que hemos expuesto, firmados y con tes-tigos ante notario, frente a la pastosa oscuridad de unos tex-tos amañados, los llamados antes preliminares, como puroformulario exigido por la imprenta para justificar, en estecaso, la aparente autoría de Oliva Sabuco, autora apócrifaque, en la supuesta carta a don Francisco Zapata, termina conuna premonición: la verdad se impone siempre. En este caso,la de que Miguel Sabuco escribió y publicó la Nueva filoso-fía en 1587.

Domingo HenaresDoctor en Filosofía

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Desde que, hace diez años, vinieron a Albacete las inves-tigadoras Mary E. Waithe y María C. Vintró, y el profesorHenares, que las acompañó en su viaje a Alcaraz, me hablóde sus teorías sobre Oliva Sabuco como auténtica autora dela célebre Nueva Filosofía, he intentado seguir sus investi-gaciones, que veían la luz en el año siguiente al de mi librosobre el Alcaraz del siglo XVI. Si bien no me apasiona, niestá dentro del campo de mi investigación, su tesis me atraía,porque era una visión para mi novedosa, ya que no imagi-naba que existiera verdadera polémica al respecto desde queMarco Hidalgo publicó su trabajo; y he de reconocer que lasalegaciones de las americanas siempre me parecieron bas-tante razonables, aunque disten de ser demostraciones y aun-que a mi juicio pierdan parte de su valor por su tono bastante“militante”, quizá poco apropiado a la investigación. Aun así,he seguido con gusto sus artículos y su página Web –magní-fica, por cierto– y con un cierto asombro la polémica, menoscivilizada, que el profesor González ha creado en la suya(digo suya porque él es el “Forum” y la denominada “Socie-dad Oliva Sabuco”, nacida no se sabe si a mayor gloria deésta o de su creador), titulada –en inglés, no sé por qué– “In-tellectual War”, y llena de increíbles símiles militares, desdelas “ofensivas” y “ataques por el flanco”, hasta el lanza-miento, nada menos, que de un “artefacto nuclear”. Polémicaen que nunca pensé participar, aunque debo decir que logródivertirme –con sus extravagancias– en algún rato de ocio.

Luego supe también del rosarioauroresco resultado delcurioso congreso monográfico –y unidireccional– montadoen Alcaraz hace cosa de un año, del que hemos tenido refe-rencia en la crónica del Sr. Biedma López (Cultural Alba-cete, Nº 11, del año 2007); y he de reconocer que esperabacon cierta expectación que apareciera “El Enigma Sabuco”,largamente anunciado y alabado por su modesto autor comodefinitivo, y el segundo volumen con los más de 250 docu-mentos inéditos que habrían de aclarar para siempre el“enigma” (ahora dice en la prensa que ese segundo tomo sepublicó hace un año, pero ni él lo menciona en su bibliogra-fía, aunque sí nos remite a un ISBN “de la obra completa”, dela que solamente se conoce un volumen). He perdido dos díasen leer el que dudo que sea el Huevo de Colón de la histo-riografía albacetense, aunque sin duda es el más cacareado,y no me decepciona: son los mismos insultos, los mismos ar-gumentos descalificadores que ya le conocía, ahora acompa-ñados de una compilación enciclopédica, que me hasorprendido por su exhaustividad –aunque él mismo confiesaque es cosa de Internet– de todo lo que han dicho sobre eltema durante varios siglos diferentes autores, desde los másexpertos hasta los pelagatos que apenas lo rozaron, entre losque me incluyo, antes de que él lo haga. Pero lo que jamáspodía imaginar es que sus argumentos fueran exactamentelos de Waithe, Vintró y alguna autora más, sin otra aporta-ción personal que su estilo arrogante y faltón, y que de los

El Enigma Sabuco:El parto de los montes

Con varios ademanes horrorosos,los montes de parir dieron señales.

Después que con bramidos espantososinfundieron pavor a los mortales,

estos montes, que al mundo estremecieron,un ratoncillo fue lo que parieron.

Hay autores que en voces misteriosas,estilo fanfarrón y campanudo,

nos anuncian ideas portentosas;pero suele a menudo

ser el gran parto de su pensamiento,después de tanto ruido, solo viento.

F. M. Samaniego.

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250 documentos, que no he podido ver en su totalidad, por-que se han publicado “de incógnito” en el segundo tomo, quenadie ha conocido, aunque en parte se copian también en elprimero, publicado después (difícil de entender, pero posi-ble, con la particular lógica del autor), la inmensa mayoríano aportan nada al tema. Eso sí, hay tres o cuatro que son de-finitivos, lo que tiene su mérito, aumentado además por elesfuerzo de haber sido capaz de leer en corto plazo –aunquelas transcripciones disten de ser correctas– esa letra del sigloXVII, que no es nada sencilla, aunque tampoco puede lla-marse “jeroglífica”. El problema es que apuntan justamenteen sentido contrario al de la tesis que defiende el autor, coin-cidiendo con otros que aportó Marco Hidalgo hace ya másde un siglo. Y –en actitud insólita, que para mí sí es un ver-dadero enigma– en lugar de aceptarlos y cambiar de opinión,como haría cualquiera en su lugar, el profesor González de-dica todo el resto del libro a discutirlos, pretendiendo quemienten o no dicen lo que quieren decir.

En estos documentos, doña Oliva, su esposo, su hermanoy su cuñada dicen ante notario, en una misma fecha, pero porseparado, lo mismo que decía en el mes anterior el archico-nocido testamento del bachiller Sabuco: que éste es el autorde la famosa Nueva Filosofía. Y el profesor González, trasun profundo estudio, infiere que tendrían poderosas razonespara mentir también, y supone que fuera por miedo al SantoOficio; presunción antiquísima y nunca demostrada, que élconvierte en el eje de su argumentación. No da una solaprueba que implique relación entre la tenebrosa institución yel bachiller Sabuco (yo tampoco la encuentro, aunque sí sé deotras familias de Alcaraz que fueron perseguidas); pero encambio aprovecha que el río Guadalmena pasa por Alcaraz,de camino hacia Úbeda y sus famosos cerros, y endosa doscapítulos –unas 50 páginas, sacadas sobre todo de las obrasde Kamen, Beinart, Pérez, Suárez Fernández, Blázquez y Ca-rrete Parrondo– sobre el curioso tema de los judeoconversos,desde el rey Sisebuto a nuestros días, y de la Inquisición, con

sus procedimientos y el terror que inspiraba a los intelectua-les, temas de los que algunos ya teníamos noticias, aunque esde agradecer la recopilación. Y como ha de explicar la faltade un proceso contra la que figura como autora del libro,piensa en la consabida mentalidad machista –que, en efecto,existía, aunque no fue un obstáculo para haberlo editado anombre de una fémina– que impedía acusar a una mujer porun delito propio de mentes masculinas. En fin, una “película”–por usar sus palabras– que no estaría mal como guión decine, aunque tiene el pequeño inconveniente de no estar con-firmada por ningún documento. No digo yo que sea total-mente imposible (lo diría, en el caso de haber en el guiónalgún anacronismo o algún extraterrestre, como suele ocurriren los de Holliwood); sólo digo que a mí sigue sin conven-cerme, pero defenderé el derecho legítimo del profesor Gon-zález a mantener su “tesis”, siempre que no la imponga como“verdad histórica”, pues ni es verdad, ni Historia, ni él histo-riador. Mejor hubiera sido que un experto filósofo como élhubiera dedicado algo más que tres páginas –28 a 30– a ha-blar del contenido del libro de Sabuco; pero yo no soy quiénpara decirle cómo ha de organizar las más de cuatrocientas deque consta su obra. También le hubiera hecho alguna obser-vación sobre sus transcripciones paleográficas –por ejemplo,sospecho que el nombre de “Sanchín” debe de ser “Juachín”o algo semejante– y le hubiera explicado que lo que él llama“ñ” es una abreviatura que suele transcribirse como una doble“n”, por lo que los errores que achaca a Marco Hidalgo pu-dieran no ser tales; pero como no tengo a mano el documento,y no creo que sea demasiado importante (al fin y al cabo,todos nos hemos confundido en muchas ocasiones), no harémás comentarios sobre esta cuestión. Que cada cual escribacómo y de lo que quiera, que el papel es sufrido y hay gentepara todo, como decía Guerra.

EL DISCURSO Y EL MÉTODO: EL “ENIGMAGONZÁLEZ” EN LA CACHARRERÍA

Lo que ya no disculpo, y rechazo de plano, es esa obce-cación del profesor González en defender sus tesis recu-rriendo al insulto, cuando no a la calumnia, en actitud máspropia de un profeta tocado por la mano de Dios –¿el Espí-ritu Santo, que dice le ilumina en su investigación?– que deun buscador de la verdad. Hipócrates diría que el problemaradica en su temperamento colérico o bilioso; Sabuco, que el“celebro” se le ha calentado con los humores cálidos quesuben del estómago; un psiquiatra, que tiene tendencias pa-ranoides... Yo prefiero creer que su extraña actitud deriva engran medida del método que emplea: apoyándose en Kuhn,o en su interpretación de las teorías de éste, pues no creo queel filósofo dijera lo que él dice, él mismo nos explica (p.405)que la elección de tesis o postura científica para nada dependede los criterios lógicos, sino de los valores que imperan en elgrupo en el que se milita –todo lo explica en términos de dia-léctica y guerra– y que si desde el “paradigma igualitario” eldocumento de la retractación de Oliva es la prueba cabal desu autoría, desde el “paradigma patriarcal” el mismo docu-

La Trinidad, iglesia donde fue bautizada doña Oliva

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mento sería lo contrario. Dicho de otra manera: lo que digael papel es lo de menos; lo que vale es la idea de partida, ycualquier otra hipótesis debe ser apartada, marginada y pros-crita como propia del otro paradigma, que él llama patriarcaly antidemocrático. La “defensa de Oliva” –no ya la de sulibro, ni la de su autoría– es cuestión que debiera congregar,según él, a todas las mujeres... Y a los hombres también, pordescontado, porque “igual que un soldado debe defender subandera, porque es símbolo de su patria y los valores que enella confluyen, los demócratas debemos defender a Oliva,símbolo de que las mujeres españolas pueden alcanzar lacumbre de la Ciencia y la Filosofía”. En fin, lo que se llamaun discurso científico. Y los que no tenemos “paradigma”ninguno, ni ganas de tenerlo, nos vemos abocados al famosodilema: conmigo o contra mí, y sin términos medios: conOliva y González, su profeta, o con los cavernícolas y anti-democráticos machistas y misóginos.

Ésa es la diferencia entre el señor González y un investi-gador: si mañana se encuentra una demostración de que ellibro fue escrito por Oliva, cualquiera que no tenga prejui-cios al respecto estará tan feliz como si se demuestra lo con-trario, incluso escribirá una retractación, como hizo MarcoHidalgo al descubrir –o creer descubrir– que no era la autoradel libro que firmaba, pocos años después de haberla enalte-cido. Y no me cabe duda de que investigadoras como M.Balltrondre, que defienden aún la autoría de Oliva, “transe-xual por intervención historiográfica”, pero admiten quepuedan estar equivocadas, aceptarán también una demostra-ción en sentido contrario. En cambio, don Ricardo ha llegadotan lejos que no podrá volver: después de lo que dice sobreotros autores, y de los argumentos que utiliza al efecto, severá condenado a no cambiar de idea y tendrá que aferrarse

a su propia teoría de la conspiración y seguir fustigando a losmachistas, terroristas y falsificadores que no acepten su ver-dad revelada. Una verdad que, ya antes de comenzar sus in-vestigaciones, y con sólo leer la obra de doña Oliva, dicehaber visto “clara, como el agua cristalina que brota de laCueva de Los Chorros, cuando nace el río Mundo en el co-razón de la Sierra de Alcaraz”. Bucólica impresión, serranay refrescante, que dice le llevó, no a pretender saber del autoro la autora, “que eso ya lo sabía”, sino a recolocar e “inten-tar resolver” ese “rompecabezas” que eran para él los docu-mentos que ofrece Marco Hidalgo, hasta que coincidiera consu acuática y límpida intuición.

Y así, nuestro novel –no confundir con Nobel– y relati-vamente joven “descubridor” de Oliva, que confiesa que hacecuatro años no sabía siquiera quién era esa señora, y que delBachiller tan sólo “le sonaba” que había sido médico, pese aestar trabajando en un centro docente que llevaba su nombre,irrumpe en la polémica con la delicadeza del famoso elefanteen la cacharrería, arrollando, insultando y ridiculizando acuantos no coinciden con sus afirmaciones, sin que sirva deexcusa –aquí no hay Limbo– haber escrito antes de que él re-velara lo que debe creerse. Y esta es la razón, la principalrazón, por la que, aunque me temo que no vale la pena, por-que a él, desde luego, no voy a convencerle ni enseñarle mo-dales, escribo estas cuartillas, no en mi propia defensa –quetambién, aunque menos– sino en la de personas como aquelprecursor de la investigación albacetense, don José MarcoHidalgo, al que lógicamente no pude conocer, porque escri-bió hace un siglo, y del que no me importa si era feminista(improbable, en su tiempo), machista, homosexual o medio-pensionista, ni si era liberal, conservador, republicano, car-listón o anarquista. Sí me importa saber que, como tantos

Inscripción del bautismo de Oliva Sabuco en 1562. Son padrinos, entre otros, la mujer del médico Velázquez y el doctor Heredia

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otros, con mayor o menor habilidad, se dejó muchas horasrevolviendo legajos, abriéndonos camino a quienes les se-guimos (como suele decirse, sólo somos enanos en hombrosde gigantes, aunque hay liliputienses que se creen muy altos),y que seguramente no pretendió con su obra hacer una “ba-zofia que apestaba a misoginia patriarcal”, como la calificacaritativamente el profesor González. También lo hago en de-fensa de una institución, el IEA, que ayudé a construir entiempos muy difíciles, luchando contra muchos y con muypocos medios, y que fue, es y será, una parte importante demi vida y mi obra, como de las de otros excelentes amigos.Institución que puede tener sus deficiencias, pero es recono-cida como una de las más activas de su género, y que almenos merece, ya que no la alabanza, respetuoso silencio porparte de quien nunca hasta el día de hoy ha publicado nada,y acaba de llegar –si es que ha tocado tierra– a este complejomundo de la investigación.

Para tranquilizar al profesor González sobre el dinero pú-blico que gastó el IEA en la publicación del monográfico (Al-Basit, 22) que tanto le molesta, le diré que no hubo

conspiración alguna, “bunker” ni “camarilla”, ni “bastión delfranquismo” (más bien, será al contrario, aunque tampocotiene un carácter político, y puede haber de todo), ni existeuna postura formal ante un asunto del que la mayoría de losmiembros no tiene ni noticia (el IEA patrocina las investiga-ciones e intenta asegurarse de que sean rigurosas, pero no esresponsable de las afirmaciones de los especialistas en cam-pos tan dispares como la Geología, el Derecho o la Historia).Por tanto, si es que existe ese “tándem Rodríguez-Henares”del que habla, cosa que dudo mucho, no influyó para nadaen aquella ocasión. Tan sólo se creyó que sería convenientecelebrar el cuarto centenario de la edición del libro y se en-cargó de ello a Fernando Rodríguez de la Torre, que acasono sería “el más listo de todos” –yo no tengo “listómetro” yno puedo saberlo– pero sí el que más tiempo pasa en la Bi-blioteca Nacional, el mayor erudito en la bibliografía alba-cetense, como ha demostrado en varios de sus libros, el quepropuso hacer un pequeño congreso, que no se celebró por di-versas razones, y el único dispuesto a asumir la tarea, por loque le quedamos bastante agradecidos. Lo ideal hubiera sidocontar con don Ricardo, pero en aquellas fechas faltaban to-davía unos dieciochos años, según su confesión, para que élse enterara de quién fue doña Oliva –un “pez gordo”, nosdice– y de la identidad del Bachiller Sabuco.

Tampoco fue tan mal con Fernando Rodríguez de la Torre,que logró coordinar a los doce estudiosos que a la sazón pu-dieron y quisieron decir alguna cosa respecto los Sabuco (in-cluida la primera traducción conocida de la parte latina de sulibro, por S. García Rubio), sin censurar posturas ni excluira nadie, e invitando a personas de diferentes centros y uni-versidades. Como coordinador, hizo la introducción, aportóun repertorio bibliográfico único por entonces, y un artículopropio con su visión del tema, sin que nadie le haya llevadola contraria civilizadamente hasta el año 2000, en que vieronla luz las conclusiones de Waithe y Vintró, ni le haya insul-tado hasta la fulgurante aparición del profesor González. Por-que no estar de acuerdo y discrepar es parte del debate,campo en que se mantienen las dos americanas; pero ironizarsobre su inteligencia y descalificarle como “un oficinista dela Seguridad Social, aficionado a escribir sobre los terre-motos”, cuando además es miembro de honor del Colegio deDoctores y Licenciados de Madrid, como doctor que es enGeografía e Historia, y una autoridad en otras disciplinas, ycuando se ha dejado la vista y la salud –literalmente ha-blando– en el estudio, entra ya en el terreno personal y seríainsultante, si no fuera tan cómico, al ser quien lo formula pro-fesor de instituto –filósofo, que ignora hasta hace pocotiempo la obra de Sabuco– y cuya actividad científica ante-rior se reduce a las charlas sobre igualdad de género y a serel “Responsable de igualdad de su Centro”, lo que tampococreo le cualifique mucho como historiador. A mí, que no co-mulgo con algunas ideas del amigo Fernando, se me revuelveel alma, por no decir las tripas, y sólo se me ocurre decir adon Ricardo que se ha equivocado al elegir su blanco, y quepara cubrir las propias desnudeces –o mostrarlas al sol, enPrimera edición de la Nueva Filosofía…

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este caso– no hay que despellejar ni desnudar al prójimo. Situviera razón, que no la tiene, y si fuera cien veces más bri-llante de lo nos demuestra, no tendría derecho al ninguneode quien en su momento aportó lo que pudo –bastante másque él– al tema que le ocupa. Lo del endiosamiento es yacuestión de estilo (de educación, más bien), pero a mi juicioes mucho más elegante, al par que más prudente, esperar quelas flores y alabanzas nos las dediquen otros. Si algún díadesciende de su altísimo ego –que acabará bajando, si no lobajan antes– descubrirá que ya existía la vida inteligente enel planeta Tierra antes de que él naciera; incluso había hom-bres hartos de trabajar en esas mismas bibliotecas y archivosque él ha descubierto a principios del año 2005, según su con-fesión, y capaces de hacer un cotejo en detalle de las cincoprimeras ediciones de la obra de Oliva, y una bibliografía queveinte años después sólo se ha mejorado gracias a Internet ya la incorporación de títulos recientes.

En cuanto a Marco Hidalgo, se puede criticar –y yomismo lo hago en varias ocasiones– su metodología, algunastranscripciones e incluso algún exceso al formular hipótesiso juicios de valor, siempre con el respeto debido a un pre-cursor y sin perder de vista que escribe hace cien años, conlas dificultades de formación y medios que entonces existían.Pero de ahí a decir, primero como hipótesis, y más tarde deforma plenamente asertiva, que fuera un resentido –por noganar los juegos florales de Albacete– y que sus apetencias defama le llevaran a inventar documentos, inspirándose enotros, que después robaría para no dejar pruebas, hay un pro-fundo abismo. Los que llevamos décadas pisando los archi-vos –y más, el de Alcaraz, que hará cuarenta años conocí en

un desván y en forma de montón de papeles revueltos cu-biertos de palomas– y hemos visto perderse documentos quehemos manejado e incluso inventariado, sabemos que haymil causas, desde el desaprensivo a los traslados y remode-laciones, que a veces ocasionan extravíos o desapariciones.Yo mismo he detectado la pérdida de libros que citan MarcoHidalgo o Jesús Carrascosa, cuyas informaciones se puedencomprobar –no siempre, y a menudo no en todos los extre-mos– en otros conservados, y he podido seguir el rastro desus pasos por los libros de acuerdos y bautismos, por lo quenunca tuve, ni tengo, inconveniente, en fiarme de ellos, den-tro de ciertos límites. De la misma manera que el profesorGonzález se permite dudar de la honradez del Sr. Marco Hi-dalgo, pudiera yo decir, a título de hipótesis, que esos docu-mentos que dice no encontrar –y que, por cierto, soncontrarios a su tesis– los ha robado él, deseoso de fama y re-conocimiento como investigador; pero no lo diré, por dosbuenas razones: porque –al contrario que él– no hago a nadieel agravio de imputarle un delito, y porque él –al contrarioque el Sr. Marco Hidalgo– todavía está vivo y pudiera po-nerme, con razón, una nada hipotética querella. No me pa-rece noble, ni ético, ni estético, acusar a un difunto, que no vaa defenderse; pero es que además –y tal es el enigma que a míse me plantea– no parece sensato publicar este libro, que dejaen mal lugar al autor y su tesis, y que tampoco puede bene-ficiarle mucho, porque ni Marco Hidalgo se hizo famoso yrico al publicar su estudio, ni creo que lo logre el profesorGonzález con su arrogante estilo y sumando más pruebas alas que daba aquél, aun en el hipotético e inverosímil caso deque tenga razón (él y las profesoras que defienden lo mismo

Alcaraz en el siglo XVII. Grabado de la época

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antes y con mejores modales y argumentos). Todo el mundose puede equivocar, pero hacerlo gritando para atraer la aten-ción, insultando y mostrando tanta falta de clase y de prepa-ración, es algo que mi mente no alcanza a comprender.

Por último respondo a la breve mención que el profesorGonzález hace de un libro mío, que apenas roza el tema quea él le quita el sueño, pero se hace acreedor de sus amablescitas. En principio pensé no contestar siquiera, porque losfuegos fatuos no necesitan leña, porque no me parece un de-bate de altura –y menos en los términos en que él lo plantea–y porque esta su “guerra” nunca ha sido la mía, ni estoy in-teresado en tomar parte en ninguna cruzada feminista ni an-tifeminista. Sin embargo, al final, he decidido hacerlo parapuntualizar, no para refutarle, porque creo que tiene un puntode razón en algunos aspectos, y porque, al fin y al cabo, casime trata “bien”: al menos, no me tacha, como a otros, de ma-chista, franquista, oportunista, resentido, falsario, misógino,plagiario, inquisidor, inventor de noticias, ladrón de docu-mentos... Se contenta tan sólo –lo que es de agradecer, vistossus argumentos– con dedicar un párrafo de diez o doce líneasllenas de un peculiar sentido del humor a ridiculizarme acosta de un error que ocupa sólo dos en nota a pie de página,error que reconozco, aunque no creo que tenga la menor tras-cendencia (puedo indicarle otros, para que se divierta); conllamarme ignorante –“el tuerto entre los ciegos”– e incapazde encontrar un documento nuevo sin que Waithe y Vintróme alumbren el camino (aunque olvida que llevo casi cua-renta años apañándome solo, y que en la obra de éstas, pu-blicada en 2000, hay datos que yo daba en el 99). Añade queno aporto gran cosa de interés al tema que le ocupa, en locual me parece que no está equivocado, aunque creo que endiez páginas aporto poco menos que él en cuatrocientas sobreel Bachiller y su entorno social (salvo su “Trinidad”, que re-conozco como hallazgo importante), y no doy más detallesporque no me parece que sean trascendentes datos como lasvacas, las casas o los paños que vendía su yerno, o las niñasque toma a su servicio. Datos que, sin embargo, protege donRicardo inventando un sistema propio de referencias –casiuna encriptación, como las que realizan los servicios secre-tos– para no divulgar las del Archivo Histórico Provincial de

Albacete y proteger así (Nota 588) el patrimonio de éste (sesupone que sea frente a los terroristas y los robapapeles quetanto le preocupan). Precaución novedosa que sabrán valorarcomo merece los investigadores de ambos hemisferios, y queprobablemente se adopte en el futuro como norma acadé-mica, aunque hoy diste de estar tan bien conceptuada.

Igualmente, me acusa de dar crédito al Sr. Marco Hidalgo,y asegurar, por ende, que el libro era del padre, y no de doñaOliva, en lo que reconozco no le falta razón (ahora que lopienso, tampoco he comprobado que Colón descubriera lasAméricas, y llevo muchos años difundiendo esa especie irres-ponsablemente), y de hablar de vecinos de Alcaraz que notienen directa relación con Sabuco y sus hijos, “como si fueragente que se hubiera colado en una boda” (lo dice quien de-dica dos docenas de páginas a hablar de los negocios y car-gos de su yerno –que en lo fundamental ya condensaba yoen tres o cuatro líneas de una sola nota– y el resto de su libroa tratar de personas y cuestiones que no tienen que ver con elfamoso “enigma”). Pero la principal y más justificada acu-sación es la de abusar de expresiones tan vagas que no con-cluyen nada, y de incapacidad para aclarar la identidad realdel bachiller Sabuco; algo que confesaba hasta en dos o trespárrafos, y sigo confesando en el día de hoy. Por lo tanto,también tiene razón, pero debe entender que es defectocomún de los historiadores no hacer afirmaciones donde noexisten datos o no se ve muy claro; no a todos nos asiste,como a él, el “Espíritu Santo”, y no todos tenemos su granclarividencia para saber que es blanco lo que tres documen-tos coinciden en que es negro. Por tanto, pido excusas al pro-fesor González: si yo hubiera sabido que un lustro después demi publicación él iba a interesarse por Oliva Sabuco, quesería capaz de examinar en sólo un par de años nada menosque “decenas de miles de documentos, escritos con letraunas veces endiablada y otras jeroglífica” –me asombra, por-que yo no creo haber leído ni la décima parte en los casi cua-renta que llevo investigando, y eso que daba clases de letra“jeroglífica” (vulgo, Paleografía), cuando él todavía jugaba alas canicas– y que proclamaría su total monopolio de autori-dad mundial en todas las materias anexas y conexas al mis-terioso “enigma”, ya me hubiera guardado de escribir unasola palabra. Disculpe mi osadía y avise cuando quiera re-servarse otro tema.

Pero basta, que mi obra no es tan importante... Y la suyatampoco, aunque él, con la modestia que le caracteriza, creahaber desentrañado “la más extraordinaria problemática deautor de toda la Historia de la Filosofía y de la Ciencia uni-versales”. Es posible que un día él o las profesoras Waithe,Vintró, Rivera, Romero u Otero, que defienden sus tesismejor y antes que él, encuentren documentos que desmientanno tanto el testamento del bachiller Sabuco –que por sí sólono es prueba definitiva– como las confesiones de Oliva y sumarido, su hermano y su cuñada, que atribuyen al padre laautoría del libro. Si así fuera, prometo proclamar encantadola autoría de la hija (la verdad, me apetece, aunque tampocoes cosa que me traiga sobre ascuas); pero por el momento

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sólo avalan la tesis de la Oliva escritora la edición a su nom-bre y algunos argumentos de crítica textual aportados por Dá-maris Otero y Mónica Balltondre, ninguno de los cualesparece irrebatible (de hecho, la última admite que sus obser-vaciones pueden no ser muy firmes, y llega a plantear la po-sibilidad de una doble autoría, y yo puedo añadir que en losdocumentos de la Baja Edad Media son bastante frecuentesreferencias a omnes e mugeres” y otras expresiones seme-jantes, que no forzosamente son indicio de un lenguaje mo-derno y no sexista), mientras que son ya tres los testimoniosnotariales en contra, si no consideramos los que da MarcoHidalgo, el “falsificador”. Aunque fuera tan sólo por la pe-queña gloria de haberlos encontrado –que vale mucho másque la de desmentirlos sin razones de peso– el profesor Gon-zález debería, a mi juicio, volver a plantearse todo el razo-namiento que utiliza contra los documentos que él mismo nosaporta, queriendo demostrarnos que no dicen, o no quierendecir, lo que afirman con toda claridad.

MI VISIÓN DEL “ENIGMA” (CON PERDÓN, Y SI SEME PERMITE)

Sobre los documentos se puede especular, debatir, colegir,conjeturar, llorar, patalear o dar coces al aire; pero lo que esdecir, dicen lo que está escrito: lo que los otorgantes dijeronal notario y firmaron con él. Se puede aventurar que se hanfalsificado, o que los tres Sabucos, con sus correspondientescónyuges y testigos, fueron en comandita a mentir al notariopor tal o cual motivo; pero eso hay que probarlo con otrosdocumentos. A mi modo de ver, es preferible leerlos sin hi-percriticismos estrambóticos, salvo que haya motivos paradesconfiar –que no hay, en este caso– y tratar de ordenarlos,usando la cabeza y la “navaja de Ockham”, en vez del “pa-radigma”, en el marco inmediato en que se produjeron, y bus-cando la lógica relación entre ellos, aunque es obvio quenunca llegarán a decirnos todo lo que queramos. Yo, que creoen la buena voluntad del Sr. Marco Hidalgo, y hastaen la de González, que lo pone bastante más difícil,estimo que, hoy por hoy, el “enigma Sabuco” –si en-tendemos por tal la autoría del libro– está, si no re-suelto, porque en Historia nunca se sabe “la verdad”,sí bastante más claro, paradójicamente gracias a donRicardo y a esos documentos que él aporta en seispáginas y discute a lo largo de otras cuatrocientas. Sisu propia soberbia y sus prejuicios –que él llama“paradigma”– no le hubieran cegado, se habría dadocuenta de que los testimonios notariales de Oliva yde su hermano Alonso, de 28 de abril de 1588, queél supone mendaces, encajan de manera bastante ra-zonable con los de Marco Hidalgo, que considerafalsos; y que si por azar unos fueran veraces y losotros auténticos –que es lo más normal– podrían re-solver en gran parte su “enigma”, aunque, lógica-mente, puedan quedar resquicios y cuestionesoscuras o sujetas a la interpretación. Lo raro, a mientender, después de cuatro siglos, es que haya tan-

tos datos y que encajen tan bien. No es frecuente en Historiapoder documentar una misma versión por triplicado –o porsextuplicado– y mediante notarios y testigos distintos.

Sin que esto suponga que me crea en posesión de la ver-dad, ni que sea más “listo” que quienes han hablado hastaahora del tema, yo, que nunca hasta hoy he entrado en la po-lémica, aunque la he seguido y tengo que admitir que me vainteresando, intentaré ordenar todas estas noticias, para quehablen solas, aunque sea tan sólo para que don Ricardo nome pueda acusar de no haber aportado mi granito de arena asu debate, de seguir ciegamente a Marco Hidalgo y de no sercapaz de alumbrar una idea sin que vengan las musas trans-atlánticas con su brillante antorcha a traer claridad a mi únicoojo:

Si el Sr. Marco Hidalgo no nos miente –y no lo creo así,pues no tiene motivos, ni se ha demostrado que lo haga– enagosto de 1586 el bachiller y su hijo estaban en la Corte ges-tionando la compra del papel y la edición del libro Nueva Fi-losofía... Los fondos necesarios para ello y para conseguir elprivilegio de su publicación en exclusiva, dado en El Esco-rial el 23 de julio, pudo proporcionarlos parcialmente el pro-pio bachiller, que hipotecó sus bienes en diciembre anterior,recibiendo la suma de 7.000 maravedís del cabildo de los be-neficiados; pero también su hijo, y quizá más su yerno, Aca-cio de Buedo, que firmará con éste algunos compromisos conla imprenta de Pedro Madrigal y el comerciante Florensen(recojo la lectura del profesor González, aunque me suenararo), y que aporta al efecto una carta de aval u obligaciónpor 200 ducados, junto a Alonso González del que sólo sa-bemos que vive en Solanilla y que quizá fue síndico veinteaños atrás, poco tiempo después de que lo fuera cierto MiguelSabuco, que supongo sería el Bachiller, aunque esto no se ex-presa.

No se dice si Oliva también está en Madrid, o si se ha que-dado en casa con Acacio, que sería lo normal en una esposa

Maqueta de una imprenta del s. XVI, por J. C. Molina

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del siglo XVI (y espero no me tachen de machista por cre-erlo); pero sí queda claro que Felipe II ha dado el privilegiode edición a su padre. El libro, sin embargo, saldría de la im-prenta, en el año siguiente, con el nombre de la hija y con latranscripción del privilegio que se dice concedió el mismorey a doña Oliva. Un hecho incontestable, que sirve de argu-mento a las dos profesoras de ultramar y a su divulgador al-baceteño, y que efectivamente puede tener su peso, aunqueno es por completo irrebatible: nada impide que hubiera unacuerdo del padre y los hermanos, que pudiera incluir la ce-sión de derechos de primera impresión a cambio del aval de200 ducados, u otras condiciones, sobre las que tan sólo sepuede especular, a falta de otros datos; o una carta de ventay cesión, como la que después haría doña Oliva al traspasaral padre sus posibles derechos reales y personales, distin-guiendo entre el nombre que figura en el libro y el derecho aeditarlo, que ella misma afirma fue dado al bachiller. Recor-demos que, antes de publicarse el libro, el marido de Olivaavala cualquier gasto que realice su suegro “para la em-prenta de un libro que por merced e previlegio de S. M. eldicho Bachiller Sabuco a de ymprimir...” (nótese que noaclara quién tiene el privilegio ni quién es el autor, aunquequeda muy claro quién está a pie de imprenta), y que en lo su-cesivo éste vende a su hijo en sendas ocasiones, primero pordos años, y después por el tiempo de vigencia del mismo, “elprevilegio que tiene de su magestad para lo ymprimir...”

No se puede negar que hay contradicción entre estos do-cumentos y lo que dice el libro, y que ésta genera cierta in-seguridad, al no darnos respuestas a todas las preguntas quepodemos hacer; pero dar automáticamente más credibilidada un impreso sin firma manuscrita que a los testimonios no-tariales parece temerario. El privilegio en sí, más que un cer-tificado de autoría del libro, es licencia del rey para editarloy ponerlo a la venta en exclusiva. Ni siquiera parece impres-cindible, como podremos ver cuando se haga la tercera edi-ción. En cuanto a la autoría, tampoco es de creer que sepusieran demasiados problemas: todos hemos sabido de al-gunos catedráticos cuyo estilo es visible en trabajos y tesis desus vástagos, y de “negros” que escriben las novelas de otros,sin que la editorial o las autoridades pongan grandes reparos,salvo que haya denuncia de por medio. No sería tan raro queel bachiller Sabuco tuviera el privilegio y pudiera cederlo aquien quisiera, controlando el proceso y la distribución; peroaun cuando lo fuera –porque no es lo normal que se falsee elnombre del autor– no hay por qué pensar que las posiblesirregularidades fueran únicamente cosa de los notarios y losprotagonistas de esta tragicomedia. Puestos a sospechar,como hace don Ricardo con mucha más frecuencia, me ofre-cen más confianza los fedatarios públicos, que hablan de per-sonas conocidas por ellos, que un burócrata oscuro de unacorte corrupta –desde el rey hasta el último mozo de escri-banía– donde cada merced tiene su precio, como ha señaladoM. Marcos Martín en su excelente artículo titulado “Españaen almoneda...” Y tampoco está impresa ni la firma del rey nila del escribano Cristóbal de León, por lo que la palabra que

avala dicho aserto es la del impresor Pedro de Madrigal, quevive del cliente que le paga el trabajo. En cuanto a lo difícilque puede ser burlar la real vigilancia y falsear un dato al im-primir un libro, quizá no fuera tanto: yo no conozco a nadiecondenado a galeras por semejante culpa; y si en la actuali-dad hemos visto editarse en Albacete un libro cuya ficha tieneel ISBN de la obra completa, que consta de dos tomos, de loscuales el último no lo conoce nadie, cabe conjeturar lo quepudo ocurrir en el Madrid en que nace Quevedo. Pero ni tansiquiera sería necesario que existiera algún fraude o corrup-tela grave para explicar el hecho de que un libro saliera anombre de la hija de su autor, mientras no hubiera alguna de-nuncia sobre el tema. Otra cosa sería la siguiente edición, sieste pequeño engaño llegara a descubrirse.

Y en efecto, parece que muy poco después de salir la pri-mera, y cuando acaso ya estuviera en imprenta la segunda,empiezan los problemas: en septiembre de 1587, el Bachillerenvía a Portugal, “por mi y en ni nombre, representando ami propia persona”, a su hijo mayor –que parece moverseen las imprentas con bastante soltura– a gestionar por sí, ysin intermediarios, otra nueva edición. Dice, sin esconderse,y en documento público, que Alonso ha de mostrar cuandosea necesario ante los impresores y jueces lusitanos, que él esel autor, aunque puso a su hija como tal “para darle la honray no el provecho”. Parece, por lo tanto, que se va a publicar

Un taller de impresión del siglo XVI

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una vez más como obra de Oliva, pero bajo el control de supadre y su hermano, sin que esto suponga ningún tipo declandestinidad. Pero, bien porque Oliva y su marido preten-dieran tener derecho permanente a la edición del libro –quizáporque pensaran que con el privilegio de Felipe II impreso enla primera quedarían a salvo de cualquier compromiso ante-rior, y hubieran encargado una nueva impresión– o porquehubiera alguna disputa con el padre, cuya causa ignoramos,se rompe la armonía dentro de la familia. El bachiller Sabuco,que al parecer había tomado precauciones haciendo infor-mación ante notario respecto a su autoría, y que parece estarindignado con ella, hace su testamento el 20 de febrero de1588 y amenaza a su hija nada menos que con su maldiciónsi osa disputarle los derechos que él se había reservado. Estásano y no corre peligro de morir, por lo que el testamento–en el que se revoca cualquier otro anterior– puede tener, másbien, un papel de advertencia. Y parece que surte efectos in-mediatos: el 28 de abril Oliva y su marido –sin que la Inqui-sición les obligara a hacerlo, por lo que está de más cualquiercomparación con Bruno o Galileo– reconocen que el padre esel único autor y tiene el privilegio de la publicación, y que sialgún derecho les queda sobre el libro, lo venden y traspasan

al viejo bachiller, renunciando a cualquier reclamación fu-tura. En ese mismo día comparecen su hermano y su cuñadaante el mismo notario y se obligan a dar al padre una pen-sión de 60 ducados anuales a cambio del derecho de ediciónde la obra (que luego no utilizan, por lo que puede ser unacompra ficticia). Y en otro documento con idéntica fecha,Alonso deja libre a su cuñado Acacio de las obligaciones queambos contrajeron con la imprenta de Pedro Madrigal.

Parece, por lo tanto, que el hermano de Oliva, propietariooficial de todos los derechos, rompe la “sociedad” que tuvocon Acacio, y que se hace cargo del activo y pasivo de lamisma, aunque no está tan claro si pretende sacar una nuevaedición en Portugal, o sólo liquidar el contrato con Pedro Ma-drigal. Solamente sabemos que la segunda está publicada enMadrid, en 1588, por el mismo impresor de la primera y conlos mismos tipos y letras capitales (hasta coincidirá el textocontenido en la gran mayoría de las páginas, si bien he com-probado que hay detalles que se cambian, por lo que no setrata de la misma tirada). En la portada dice que es “segundaimpresión”, que va “enmendada, y añadidas algunas cosascuriosas, y vna tabla”; y en efecto, hay retoques, sobre todode estilo, y uno que, conociendo la amenaza del bachiller Sa-

Licencias otorgadas a Fructuoso Lourenço para hacer la tercera edición de la obra de Oliva Sabuco

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buco, pudiera ser –o no– tomado como un guiño: como yadijo Henares (Cultural Albacete, Nº 11, Diciembre 2007, p.47), en la página 13, hablando de las causas de infelicidad,dice “el otro porque por su yerro y necedad le revocó el pa-riente el testamento”, que en la segunda es “el otro porquepor su necedad erró el negocio”. La desaparición de esta re-ferencia a la revocación de un testamento permite aventurarvarias explicaciones, pero será mejor dejarlo como está, por-que no aportaría a la cuestión sino más conjeturas. Solamentepodemos suponer, sin gran seguridad, pero con cierta lógica,que esta reimpresión estuviera ya en marcha antes de que Sa-buco hiciera el testamento, y que apenas impresa pudo ser“recogida” no por la Inquisición, sino a solicitud del propiobachiller, que, indignado con su hija, interrumpiera la ventade la obra, tirando de la manta y exhibiendo las pruebas de supropia autoría. Desde luego, la “norma” y “otro libro” queiban a publicarse, igualmente bajo el nombre de Oliva, ya noverán la luz; y la idea de hacer en Portugal una nueva edi-ción de la Nueva Filosofía quedará postergada durante mu-chos años. Si bien las relaciones entre los dos cuñadosparecen ser cordiales a finales del siglo XVI, lo cierto es quehasta 1622, cuando han fallecido el bachiller y la supuesta

autora, y a nadie importan ya la honrilla ni el antiguo pro-blema familiar, no saldrá la tercera, impresa en Braga, no enLisboa ni en Madrid, y no por doña Oliva, ni por su hermanoAlonso, ni por su esposo Acacio, sino por un extraño, el por-tugués Fructuoso Lourenço de Basto, impresor y editor, quecorre con los gastos y con los beneficios, y que ya en 1616-17 había conseguido la oportuna licencia de la Inquisición ydel Consejo, aunque no el privilegio del monarca reinante.

Precisamente es esta nueva impresión de Lourenço deBasto –el primer “olivófilo”, puesto que reivindica la autoríade ésta y habla de la “vontade com que resusçito sua memo-ria”– la que nos da una pista sobre lo que ocurrió, al defen-derla de supuestas “calumnias” que habían motivado el “malsuceso” de la anterior tirada. Dice, en primer lugar que lanueva edición ha de salir “cobarde” –se supone que sea te-merosa, ya que no clandestina, porque cuenta con todos lospermisos, excepto el privilegio– “pello mao sucesso da se-gunda impressão em que o mandarão recolher...” Y añadeun argumento que podría pasar por “feminista” –aunque yodudo mucho que agrade a las mujeres– al decir que ello fuepor ser su autor mujer, y por lo tanto débil (“fraca”, diceLourenço) y por naturaleza más proclive al temor, sobre todo

Nueva dedicatoria, en la tercera edición de la obra, del editor, Lourenço, al barón de Albito, cuyo favor se pide, a falta del del Rey

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en empresas semejantes, tan ajenas a su profesión y a las quetan pocas se atrevieron. Por eso mismo –añade– el libro y suautora, aun después de muerta, parece que le están pidiendono lo saque otra vez a la luz sin algún protector que lo animey defienda de las mismas calumnias de que el favor de un reyno puede defenderlo. Defensor que será no ya el rey, sino elbarón de Albito, un noble de segunda, aunque formara partedel Consejo Real, al que dedica el libro, pidiéndole su amparoy recordándole que como caballero está obligado a ello (lomismo que la autora solicitó en su día al monarca reinante).Es decir, que se trata de defender a Oliva, pero ya no se in-cluye la licencia de Felipe II –ni de su hijo o su nieto, quereinaba en 1622– y de alguna manera se deja suponer que, apesar de contar con el favor de un rey (que otorgó el “copy-right”), se recogió la obra, que ahora ya no saldrá con aquelprivilegio, que llevaba en las dos primeras impresiones. Nose dice por qué, pero parece claro que no fue el Santo Oficio,que seis años atrás ya ha dado el visto bueno a una nueva edi-ción de la obra expurgada. Y también está claro que Lourençode Basto –aunque probablemente nunca la conoció– piensa,o dice pensar, que doña Oliva ha sido calumniada, y que estacalumnia fue la causa inmediata de dicha recogida. A mimodo de ver, la decisión no partió, por lo tanto, de la Corteni de la Inquisición, sino de Alcaraz, donde estaba la únicapersona que sabemos la había amenazado con sacar a la luzla información oculta si ella se entrometiera a usar el privi-legio.

Hasta aquí lo que dicen los papeles, y alguna reflexión alhilo de los mismos, sin duda, discutible (yo no voy a llamar“ignorante” o “mastuerzo” a quien no la comparta); y ahora,las hipótesis, que lo son igualmente, incluso mucho más, peroa mi me convencen un poco más que otras, porque encajan

los datos que dan los documentos con algunos detalles de laobra publicada bajo el nombre de Oliva y con lo que sabemosocurre en Alcaraz en esos años críticos (consúltese mi libroAlcaraz en el siglo..., págs. 331-352). A mi juicio se trata deuna simple disputa familiar, vulgar y repetida desde que elmundo es mundo donde hay un negocio entre parientes concriterios e intereses distintos. Pudo ser motivada no por elmatrimonio del propio bachiller, como se ha sugerido, sinopor el de su hija con Acacio de Buedo, un trepador inquieto,que se mete en negocios de todos los colores, que ya tuvoproblemas por la dote de Oliva, y que pudo encontrarse conun suegro más duro de pelar de lo que se creía, tras haber in-vertido su dinero en la edición del libro a nombre de su es-posa. También hay que contar con la mentalidad intransigentedel viejo bachiller, que, si es el autor de la citada obra, y sihabla por boca de su pastor Antonio, como todo parece indi-car, es un hombre pagado de sí mismo, dogmático, soberbioy un poco visionario: nos dice que su libro faltaba en estemundo, en el que otros sobran, y hasta ridiculiza a los gale-nos, sin haber estudiado medicina, basándose tan sólo en supropia experiencia –que tendría más valor si la hubiera ejer-cido– y en una neoplatónica idea de “la verdad”, que a sumodo de ver “nació del cielo y tiene grandes fuerzas y osa-día”... No es extraño que acabe como un Nostradamus, com-parando su libro con oráculos o versos sibilinos: “Creed queos he recitado hojas de la Sibila. En tiempos de un rey sabioreinará la verdad, no la mentira”.

Pero no sólo hay arrogancia y soberbia en su actitud: elbachiller Sabuco también parece un hombre de genio y deprincipios, que ha tomado partido por la gente modesta y encontra de los ricos y de los poderosos. No se puede afirmarque sea el Miguel Sabuco que ejerció como síndico –una es-

El síndico Sabuco pide a los regidoresque nombren mayordomo delConcejo a Juan de Santo Domingo,que ya lo ha sido antes y es personallana y abonada (1564)

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pecie de defensor del pueblo– hasta 1564 (no hasta el 65,como dije en mi libro equivocadamente, lo que indico a Gon-zález, por si quiere reírse), y que el 8 de julio de 1566 se ne-gaba a aceptar un nombramiento como repartidor de monedaforera en representación de los pecheros, puesto que “no sealla ábil ni sufiçiente para el dicho efeto”; pero si, comopienso, es la misma persona (hay otros de ese nombre, perocreo que son más viejos o más jóvenes, salvo, acaso, MiguelSabuco Peñarrubia), parece un personaje un tanto radical,pero quizá por ello respetado por todos. Sus dos intervencio-nes principales en el Ayuntamiento son para exigir que secumpla la ley y que se cubran con personas decentes y abo-nadas las dos mayordomías conflictivas del Alhorí del trigoy de las rentas de propios concejiles, para evitar las típicas co-rruptelas en ellas. Y tanto da si es él como si es su hija –quese habría educado conforme a sus ideas– el autor o la autorade la Nueva Filosofía despotrica agriamente contra los mer-caderes, leguleyos, arribistas y especuladores, causantes de laruina de las clases humildes, y que además no pueden si-quiera ser felices, al estar tan atados al ansia de riqueza. Esdecir, contra gentes como Acacio de Buedo, que no deja es-capar una oportunidad de ganar un ducado, sea en la com-praventa de ganados vacunos o caprinos, el transporte y tratade maderas o los arrendamientos de negocios, tierras, rentasde tercias y alcabalas, o cargos concejiles como el de caba-llero de la sierra, uno de los oficios donde más corruptelas sedetectan, ya que “los cavalleros de sierra que esta çiudadprovee se conçiertan publicamente y benden los montes y nodan denunçiaçion ninguna”.

Acacio, el ganadero, el mercader, el especulador –éste sída el perfil de “moral protestante” o de judeoconverso, lo queno significa que lo sea– es un ejemplo típico del burgués la-borioso que triunfaba en Europa, pero no en una España gue-rrera y tridentina, que tenía por únicos desempeños honradosel servicio del rey o de la religión, y como distracción, el rezoy la lectura. Incluso en Alcaraz, que no es ni mucho menos elambiente adecuado, conseguirá labrarse poco a poco unabuena fortuna y controlar oficios desde donde se gana más di-

nero que honra, de la caballería de la sierra a la mayordomíadel Alhorí del trigo; pero nunca sería un miembro prominentede la buena sociedad de Alcaraz, como piensan algunas, quizáprecisamente por su dedicación a estas actividades, sus mo-destos orígenes y su posible falta de brillo cultural. Desdeluego, no es un bachiller, como la mayoría de los que tienencargo y como las personas que frecuenta su suegro, y en unasociedad donde todo el que puede, y muchos sin poder, pre-tende ser hidalgo, no nos consta que él lo intentara siquiera.Como otros nuevos ricos, llegará a regidor (no a la alcaldía,como se ha señalado, porque a la sazón no existía tal cargo enla ciudad, donde únicamente podremos encontrar al alcaldemayor de su corregidor, que estatutariamente no puede servecino, y a los de la Hermandad, institución arcaica y casiinoperante, cuyas dos alcaldías solían sortearse en la mismasesión que las caballerías de la sierra, y que, al igual queéstas, no da fama de honrado a quien las desempeña); peroser regidor en esas fechas sólo quiere decir que se tiene el di-nero suficiente para comprar el cargo. Quizá no fuera rico to-davía en los años ochenta, pero parece ya un hombreincompatible con la mentalidad estoica y católica, de des-precio a los bienes materiales, que desprenden las páginasdel libro que firma doña Oliva. A mi modo de ver, pudieraser el último varón sobre la tierra que hubieran elegido comoyerno o marido el autor o la autora de esta obra. Sin embargo,lo fue, por alguna razón que, al parecer, no hizo muy feliz albachiller Sabuco.

En el título XII de la Nueva Filosofía, y sin que venga acuento en el contexto general de los diálogos de Veronio yAntonio, aquél pregunta a éste si le aconsejaría la boda de suhija con un hombre sensato, pero pobre, o con un “pusilá-nimo” de “poca habilidad” para las cosas que de veras im-portan, aunque posee vacas, ganados y riquezas. Y lacontestación es que “más quiero hombre que tenga necesidadde dineros, que no dineros que tengan necesidad de hombre”,ya que “pareceme que es mejor casarla con hombre que nocon vacas y ovejas... pues no es menor el yerro que el vulgohaze cada dia en los casamientos, no mirando mas de la ha-

El síndico Sabuco pide al corregidor y alos regidores que nombren cuanto antesmayordomo del Alhorí y las Tercias (1564)

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zienda y riqueza, olvidando lo principal que es la perfecciónde naturaleza en la persona, como se ve cada dia...” Pero,además, concluye melancólicamente que de padres virtuosospueden nacer los hijos más viciosos y necios, por haber he-redado los defectos de la otra mitad de la pareja; y habla delerror que supone aceptar como yerno a cualquiera: “buscasy examinas un caballo para padre por tener buenos caba-llos, y no examinarás al hombre que ha de ser padre de tusnietos y descendientes, para tener buenos nietos y descen-dientes, hombres hábiles y no bestias”. Será una coinciden-cia, pero el Ayuntamiento en el que estuvo el síndico Sabucodeliberó a menudo sobre la selección de los “caballos padres”que mandaba comprar por todo el reino para montar las ye-guas que criaba el concejo; y el bachiller Sabuco parece habertenido diferencias con Buedo a causa de la dote excesiva desu hija, aunque después de un pleito hubo arreglo pacífico(lo que no significa que existiera cariño).

Se podrá argumentar que es literatura, y que en esos con-sejos de Antonio a Veronio no hay nada autobiográfico, peroya que hay quien habla de crítica textual y de un timbre devoz femenino en el texto –timbre que yo no escucho, aunquesí me parece percibir la experiencia vital de alguien entradoen años, y una cierta amargura o decepción con el comporta-miento de los hijos, que aflora en varios párrafos– creo que,como mínimo, se puede sostener que el diálogo refleja unapreocupación íntima del autor, cuando no sus vivencias per-sonales recientes. Y aunque el libro procura no darnos mu-chos datos –hasta camufla el nombre de algunos personajesque debieron ser próximos, como la Ludovica de la página13, y el vecino Revulgo de la 283– sí se le escapa alguno,que a mi modo de ver es muy revelador. En uno de los diá-logos de la Vera Medicina (pág. 282-83), ese protoarbitristaautodidacta que es el pastor Antonio, respondía al doctor, quele acusaba de opinar de estos temas como hacía Asclepiades,sin haber estudiado medicina, diciendo que, al contrario del

orador bitinio, que se metió a sanar “por su propia gananciae interese”, “en mi vida gané vna blanca a esse oficio, nipienso ganarla”. Él lo hace solamente por causas filantrópi-cas y en servicio del rey, pues “muchos años ha que concebívn desseo de mejorar el mundo viendo quan perdido esta yquantas faltas y yerros ay en el, por seruir a cuyo es el granFelipe, rey y señor nuestro a quien todos deuemos esta deudageneral y natural....”

Una excusa perfecta, que a mi modo de ver no es tanto lade Antonio como la de Miguel, un boticario que nunca hasido médico, pero ha conversado durante “muchos años” –seguramente más de los que tiene Oliva– con Velázquez yHeredia, y con muchos enfermos, a los que acaso ha tratadode curar, por lo que necesita guardarse las espaldas. Ejercercomo tal sin poseer el título era delito grave, y en el mismoAlcaraz, ya desde los comienzos del siglo XVI, encontramosdiversas ordenanzas, sentencias y pragmáticas, que imponenel destierro y la confiscación a quienes lo intentaran. Y losmás sospechosos de intrusismo, entonces como hoy, eran losboticarios, sobre los que, además, se aumenta la inspecciónpor esas mismas fechas para evitar que suplan la carencia demédicos o administren remedios sin receta, y sin el vistobueno de sendos regidores, a los pobres que deben recibirlosa costa del concejo. A mediados de 1580 se propone en ca-bildo contratar a otro médico, pues, tras morir Heredia, sóloqueda el doctor Velázquez en la plaza, pero un regidor“dixoque contradize el enviar por medico, atento que el que ay esbastante, y que el lugar esta sano”; y seis dias despues “Gra-viel de Moscoso dixo que el no es de pareçer que se traygamas medico... porque el dotor Zamora juez condeno al regi-miento desta ciudad en el salario que se le dio a otro me-dico...” En septiembre de 1581 “se acordo que se lesnotifique a los boticarios que uvieren de dar medizinas a lospobres del ospital por esta çiudad en virtud de la liçençia deSu Magestad, no las den si no fueren firmadas de vno de los

Miguel Sabuco dice que no puedeaceptar su nombramiento comorepartidor de la moneda forera,y que nombren a otro mas capaz.8 de julio de 1566

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señores Alonso de Busto y Pedro de Montiel, los quales veanel pobre que se debe curar de limosna ansi en el espital comofuera del... ...so pena que no se les pagara; y a los medicosy zirujanos se les avise que no reçeten para otros...”

Restricciones de gasto que no impiden en esos mismosaños quiebras escandalosas del Alhorí Mayor y del “Pan delos Pobres”, y negocios oscuros de algunos regidores, caba-lleros de sierra responsables de la tala de montes, mayordo-mos, que darán con sus huesos en la cárcel en alguna ocasión,pero no se corrigen. Los excesos tendrán consecuencias te-rribles cuando el hambre y las plagas de langosta se acumu-lan con las enfermedades, como ocurre en 1585: en mayo deeste año se habilita un espacio para nuevo hospital y se com-pran más camas “por quanto en el espital ay muchos pobresenfermos y en esta çiudad ay otros muchos que por no tenercamas ni recavdo conviniente no se van a curar y se muerenen sus casas”, y se acuerda aumentar la limosna en comidaque se daba a los pobres: “se acordo que se den de limosnaa los pobres bergonçantes desta çiudad cada vn dia quinien-tas libras de pan y dozientas libras otras para los que vienena comer al espital general y al otro espital antiguo y a lospobres de la carzel, porque los que comen en el espital ge-neral suelen ser quatroçientos pobres y mas de ordinario, yse den para carnero a los enfermos y macho a los sanos e

caveza, y para los pobres del espital de abajo se den dos re-ales para que se conpren lo nezesario, y se den diez realespara carne al espital general...” Pero en junio es preciso in-crementar también el presupuesto de los dos hospitales “ por-que con lo que asta agora se a dado no alcança pararemediar todos los pobres que ay... y que pan se les de lo quefuere menester, atento que vnos salen y otros entran y se mue-ren... y que esto se gaste por orden y zedulas del señor donAlonso de Guzman, al qual se le encarga que tenga cuidadode los pobres que ouiere forasteros enfermos que vayan sa-nando que se vayan enbiando fuera, y los que ouiere de malcontaxioso el dicho señor comisario los aga enbiar al espi-tal de Santiago de Toledo; y que todo el gasto vaya por çe-dulas del señor don Alonso como todo lo demas de lalimosna”. A finales de mes incluso se decide dar salario a unbarbero que atienda las urgencias, pues “los onbres enfermosson muchos y muy neçesitados”, pero el regidor Aguado con-tradice no ya sólo este sueldo, sino el que se pagaba a los dosmédicos entonces contratados, aunque en julio “los dichosseñores acordaron que atento que en esta çiudad ay muchosenfermos en cantidad de mas de seteçientas personas y muyagravados, y el dotor Coca y el dotor Velazquez medicosdesta çiudad estan ansi mismo enfermos y en la cama y demanera que no pueden servir ni exerçitar el dicho ofiçio, quevaya vn caballero regidor desta çiudad a buscar vn medicoqual convenga para que cure y bisite los enfermos por quinzedias, y se le de el salario conviniente”. Entre tanto, se ordenaque sean expulsados“todos los pobres mendigantes foraste-ros que estan en esta çiudad”, y que deje de darse limosna alos más sanos, que pueden conseguirla pidiendo por las ca-lles. Aunque tampoco hay demostración posible, supongoque Sabuco, el puritano, crítico de los ricos y los médicos,no se estaría quieto en tales circunstancias, y que probable-mente aprendería mucho de medicina práctica, o vería,cuando menos, numerosos enfermos, a los que no podría re-cetar medicinas, pero sí aconsejar, tomado precauciones paraque no pudieran acusarle de intruso.

Puerta del Alhorí de Alcaraz, del siglo XVI

El Alcaraz moderno. En la cima del cerro, el alcázar y el solar de la ciudadantigua, hoy despoblada

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En estas circunstancia cobra más interés el párrafo si-guiente al que hemos citado de Vera Medicina. Platicandodel hambre y de la decadencia demográfica de su localidad,dice Antonio al doctor: “...mira por las calles las casas queay caydas, que alla en mi barrio ay siete u ocho y otras in-habitadas: y por toda la ciudad para mientes y vereys que aymas de dozientas casas caydas que no se tornan a edificar,como bien os acordays vos que veynte años atrás no auia vnacasa cayda, y si se caia luego tornaua en pie [...] pues que losmercaderes tratantes y todos los que venden han subido losprecios de todas las cosas al doblo con su desuergonçadacodiçia, y esto causa la gran caristia, y esta caristia causa lapobreza, y desta pobreza nace essotra falta de la gente...”

Aquí no cabe duda de que habla de Alcaraz, pues repite lasquejas habituales en esos mismos años sobre la decadencia yabandono de los barrios más altos, donde no llega el agua,como el de la parroquia de San Pedro, donde vive Sabuco, yel empobrecimiento de la gente común. Quejas que en estecaso acusan claramente a los desvergonzados negociantes;pero además contienen dos pequeños detalles que hacen casiimposible que su autora sea Oliva: uno, la referencia a lo quesucedía veinte años atrás, cuando ella tenía sólo cinco (quizámenos, pues es de suponer que el libro se escribiera algunosaños antes de publicarlo); el otro, el varapalo contra los mer-caderes y tratantes, de los que el arquetipo en Alcaraz seráAcacio de Buedo. Sería inconcebible que una esposa del sigloXVI –y casi del XXI– hiciera semejante crítica al estamentoen que ella y su esposo se encuadraban. En cambio, un sue-gro airado...

Si me es permitido lanzar mi propia hipótesis, y el profe-sor González no me envía por ello a las mazmorras pobladasde “mastuerzos”, “machistas” y “fascistas”, pienso que losproblemas, nada extraños entre suegros y yernos, comenza-ran quizá por la exigencia de una dote excesiva, que sabe-mos fue objeto de un acuerdo después del matrimonio;pudieran aumentar por la falta de encaje entre dos concep-ciones tan distintas del mundo, y estallaran al fin con la en-

trada de Acacio en el negocio de la publicación, que el viejobachiller y el yerno emprendedor querrían manejar con cri-terios distintos. La discrepancia pudo provocar la ruptura deMiguel y su hija, sumisa a su marido como tantas mujeresdel siglo XVI (no se me tachará de machista si digo que entodos los papeles Oliva ocupa el plano nada protagonista quele impone la ley, imagen que por cierto, dista de la que ofrececomo autora del libro). Sin embargo, después del testamento,que revoca cualquier otro anterior y avisa de que existe in-formación abierta ante notario –la de Villarreal, que nuncaapareció, lo que no significa que no hubiera existido– el ma-trimonio corre a decir al notario que el padre es el autor, yrenuncia al honor y a todos los derechos. ¿Por qué? No lo sa-bemos, pero cabe pensar si en el aviso no habría una adver-tencia de que había argumentos mucho más contundentes queel de la maldición. Y si, a pesar de todo, el bachiller, indig-nado con ella, no sacó a relucir la información, denunciandoa su hija e impidiendo la difusión de la obra; incluso si nopudo prohibir la impresión con el nombre de Oliva, lo queprácticamente equivaldría a condenar la obra a no ser reedi-tada. Tendrían que pasar casi cuarenta años hasta que, falle-cidos los dos protagonistas, el portugués Fructuoso Lourenço,que entre tanto pudiera haber comprado los derechos al ma-rido o hermano de la supuesta autora –o tal vez a los dos–pudiera reeditarla, ahora en Portugal, vindicando su nombrefrente a unas calumnias que no se especifican, pidiendo pro-tección al barón de Albito, y sin el privilegio que constabaen las dos ediciones anteriores.

Claro está que nos quedan numerosas preguntas: ¿Por quése puso el libro a nombre de una hija todavía veinteañera?¿Quizá para dejar más patente, si cabe, que el autor no eramédico ni pretendía serlo, ni ejercer como tal? ¿O porque sumarido avaló la edición con 200 ducados? ¿Por qué y quiénrecogió la segunda edición? ¿El boticario Alonso, que hacomprado a su padre el privilegio, o más bien la justicia, a pe-tición del propio bachiller, enojado con su hija? ¿Y qué pintaen la historia Fructuoso Lourenço, un portugués de Braga quemuy difícilmente pudo haber conocido a Oliva ni a su padre,pero crea la polémica defendiendo a la autora? ¿Quién lecedió o vendió los derechos de autor y de editor, y quién lehabló de Oliva y de aquellas “calumnias” que habían moti-vado la anterior recogida? ¿Por qué tuvo que hacer una im-presión “cobarde” y acogerse al amparo de un miembro delConsejo? Y su clara defensa de la difunta Oliva, ¿no seríamás bien la de una inversión en los derechos de edición deuna obra que ahora se publica sin tener privilegio? Carezcode respuestas, pero creo con Ockham que a menudo la expli-cación más simple y menos rebuscada es la más adecuada, yque no es de recibo presumir la existencia de más causas ohechos que los que imprescindibles. Y a mi juicio cualquierotra razón parece más probable que la del Santo Oficio, queexiste, por supuesto, y resulta temible, pero aparece poco ysuele dejar huella cuando se fija en alguien; y cuya interven-ción ni está documentada ni resulta siquiera necesaria paraentender el caso.

Las torres y la plaza vistas desde el lugar donde estuvo la Plaza de Arriba ylos “barrios altos”

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Por otra parte, creo que Sabuco no sólo no parece un he-reje, sino que es un “beato”, que se pasa la vida apadrinandobautizos de neófitos, es cofrade de Cortes y de la Vera Cruz,aparece rodeado de clérigos al hacer testamento, encarga porsu alma y las de sus mayores 150 misas en su propia parro-quia y en los tres conventos de Alcaraz, y una invitación alos curas y frailes franciscanos, ordena comprar bulas hastadespués de muerto, y tiene una hipoteca del cabildo de losbeneficiados, que no hubiera invertido en ningún “sospe-choso”. Y aunque se demostrara –que no parece el caso– unorigen converso, o que la Inquisición le hubiera molestado,habría que probar la relación entre esto y el lío familiar, y ex-plicar por qué el libro se sigue publicando si verdaderamentetiene algo de herético.

En aquel Alcaraz del Siglo XVI, arruinado y hambriento,repleto de tensiones sociales y económicas de diferentestipos, incluso de “milagros” como el acontecido en octubrede 1586; en aquel Alcaraz donde los edificios se caen a pe-dazos mientras la corrupción desborda cualquier límite, ydonde se decía en este mismo año que en la última década“esta çiudad se a despoblado y cada dia se va despoblandoporque de dos mill y quinientos vezinos que avia en la dichaçiudad y sus arrabales no an quedado mas de mill y trezien-tos, y estos tan nezesitados que por vista de ojos se ha vistomorir de hanbre y se sabe que no ay posibilidad en los queeran mas ricos para socorrer nezesidades tan estremas...,”no faltan argumentos para escribir “películas”, pero la “dic-tadura de las fuentes” de que a veces se queja el maestro Val-

deón, debe poner fronteras a la imaginación, que ha de serusada con prudencia exquisita, para que no derive en simplefantasía, como dice Le Goff. A mi modo de ver, hay motivosbastantes para creer que el libro lo escribió el bachiller, y queprobablemente él mismo recogió la segunda edición, hechasin su permiso, y evitó mientras pudo que hubiera una ter-cera; pero eso no quita para que pueda haber otros puntos devista igualmente legítimos. En cualquier caso, nada justificaun debate con soberbias e insultos al gonzálico modo, y máscuando, a mi juicio, lo importante es la obra y el impacto que

tuvo o pudo haber tenido tanto en la medicina como el pen-samiento filosófico –y en el arbitrismo– del siglo XVII.

DE MACHISMOS, FRANQUISMOS Y OTRASZARANDAJAS

Yo no creo que la Historia se haga exclusivamente desdelos documentos, como en tiempos querían Langlois y Seig-nobos, pero sin documentos es difícil hacerla, y todavía máscontra los documentos. Las elucubraciones del profesor Gon-zález, sin ser forzosamente absurdas o imposibles en su tota-lidad, son indocumentadas y antidocumentales. Sólo sirvende adorno y justificación a su tesis central: que la autora esOliva, que miente el Bachiller y toda su familia –incluida lahija– y mienten Marco Hidalgo, que además falsifica y robadocumentos, y todos los autores que de entonces acá danvalor a los datos que aquel autor publica, porque son tan ma-chistas como él; y de postre, fascistas, puesto que en el fran-quismo se persiguió a la pobre doña Oliva Sabucopromoviendo libelos contra ella e incluso suprimiendo sunombre en los ficheros de nuestra Biblioteca Nacional. Ima-gino que yo también debo de serlo, porque no me convencecon tales argumentos, y aunque no sé si esto me llevará a in-cluirme en la nómina de los “neoinquisidores que tratarán deusar esos papeles contra ella”, mi idea es que si Oliva y sumarido dicen en un papel firmado ante notario que no ha sidola autora, confirmando lo que antes ya decía su padre, y coin-ciden en ello su hermana y su cuñado, hablando todos ellosdelante de testigos, hay que ser retorcido, y estar desocupado,para leer otra cosa, arguyendo que “a veces, las palabras ex-presan lo contrario de lo que se piensa”. Semejante lectura,aunque se haga para favorecer la causa femenina y se arropecon citas procedentes de las nuevas tendencias de la “Histo-ria de Género”, no es ni “Historia” ni “Género”; es del “gé-nero tonto”, que decía mi abuela. Y no creo que en estotengan mucho que ver el sexo ni el franquismo, al que cabeacusar de muchos crímenes, pero no de haber sido persegui-dor de Oliva; sobre todo, porque era tan poco conocida entreaquellos señores de la camisa azul como entre don Ricardo yesos colegas suyos a los que dice haber consultado al res-pecto, de los que sólo uno conocía su nombre todavía a fina-les del año 2004.

Por cierto, una noticia que ofrezco a don Ricardo para unasegunda edición de su libro: desde 1939 hasta después de lamuerte de Franco pervivió en Albacete una calle llamada deOliva Sabuco de Nantes, quizá porque el franquismo no sehubiera enterado de que fue una mujer, o porque la tuvierapor una de las suyas, ya que sí se cambiaron o pusieron denuevo los de otras setenta, incluidas las dos travesías de aqué-lla y una paralela. Y otra más, de propina: sé de muy buenatinta que en el 73, antes de que muriera don Luis CarreroBlanco, mientras la Biblioteca Nacional suprimía su nombreen los ficheros cumpliendo la consigna del machismo fran-quista, se creó en Albacete, que no en el extranjero, ni porparte de ningún exiliado, un premio dedicado a la investiga-ción con el curioso nombre de Oliva Sabuco, que no Miguel

El solar donde estuvo el Alcaraz antiguo, visto desde la plaza del S. XVI

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Sabuco. Y, mire usted por dónde, quien lo patrocinaba era nimás ni menos que la Delegación Provincial de Cultura delaún imperante Movimiento, entonces dirigida por la personamenos feminista del mundo. Si viviera, es posible, aunquepuede que no demasiado probable –¿qué tal mi ambigüe-dad?– que se uniera al vibrante llamamiento con el que donRicardo termina su volumen animando a la “ciudadanía” aacudir a su puesto en ese “ejército de la democracia” que,hasta el “triunfo de Oliva”, combate en una antigua y “en-carnizada” “guerra” contra el “terrorismo”, los “neoinquisi-dores”, las “hordas de misóginos” y la conspiraciónmachónico–franquista (de la última expresión soy responsa-ble yo, no el profesor González, aunque puedo cederle losderechos de autor).

No sé yo qué ni cuántas mujeres autorizan al profesorGonzález para hablar en su nombre o hacer de paladín de

damas desvalidas, pero como demócrata histórico y genético,yo no le doy mi venia para hacerlo en el mío. La democraciaes un asunto muy serio como para dejar que un iluminado,que ni por su talante ni por su ejecutoria demuestra autori-dad en tan honroso campo, se atreva a proclamarse adalid dela misma, y menos todavía a conceder patentes y decir quiénmerece o no merece el título. Y en cuanto al feminismo, sinentrar ni salir en su terreno, ni descubrir América, porque yahe oído a algunas luchadoras de bien ganada fama pronun-ciarse en la misma dirección, quisiera recordar que no todo elque apoya una causa tan justa –sobre todo, si empuja, enlugar de apoyar– lo hace por las razones que aparenta tener.A mí, que estoy también por la plena igualdad de las mujeres–a las cuales prefiero tener por compañeras, y no por prote-gidas o menores de edad– me parece, además, que algunos ar-gumentos y algunos defensores, lejos de prestigiarla,convierten en ridícula la causa más sensata. Y esto es todo loque hoy, y en los próximos años, Dios mediante, voy a opi-nar acerca del “Enigma Sabuco”, que me interesa poco (por-que nunca fue cosa que me inquietara mucho, y porque creoque ahora está bastante claro, paradójicamente gracias a donRicardo), o el “Enigma González”, que a mi juicio resultaharto más enigmático, pero no me parece más digno de aten-ción. Si hoy escribo es tan sólo para que nadie pueda creerque mi silencio equivale a otorgar, pero no estoy dispuesto adedicar al tema ni un minuto más. No me busque polémica,que no la va a encontrar, porque no tengo nada que ganar endarle propaganda, ni él nada que perder, excepto el tiempo,que al parecer le sobra.

Aurelio Pretel MarínInstituto de Estudios Albacetenses

“Don Juan Manuel”

Personaje de la época del Bachiller Sabuco. Retrato de Tiziano

PD. Escrito ya este artículo, leo en su página Web y en el modesto tríptico que publicita el libro, titulado “¡El Quijote de Verdad!”, lacuriosa visión del profesor González sobre su propia obra y su figura como investigador. Cabalgando una moto que es de suponer serásu Rocinante –aunque a mí me parece más bien un Clavileño– y ante una lontananza de molinos de viento muy “ad hoc”, el autor se pre-senta: “el Caballero de la Mancha, desfacedor de agravios y sinrazones, para restituir el honor de la dama ultrajada y la propiedad moralsobre su honra, va entablando sucesivos combates con personajes delirantes e hilarantes como el caballeros del Pilar, el señor Regis-trador, Rodríguez el Listo y su fiel escudero Henares. Ajustando cuentas con todos y cada uno de los bellacos que le salen al paso... Larealidad no es lo que aparenta ser: los doctores y catedráticos son mastuerzos, las instituciones culturales son molinos que trituran yexterminan la cultura de producción femenina, los rebaños de ilustres prohombres son ejércitos de siniestros misóginos. Pero todo estosólo es el principio”. No pongo una palabra de mi propia cosecha, y no sigo copiando por la vergüenza ajena que causa repetir los piro-pos insólitos con que inciensa su obra y su sagacidad para desentrañar“el mayor fraude cometido en la Historia de la Filosofía Univer-sal”.No sé si esos piropos y ese autorretrato dicen mucho del tema que le ocupa, pero dicen bastante del autor. Y como consecuencia, he derectificar lo que dije al principio: parece que este hombre tiene serios problemas, y no sólo de método. Y lo más preocupante es que, ade-más, parecen contagiosos, como muestra el aval que a su tesis y estilo prestan historiadores tan experimentados y solventes como Gar-cía Cerdán y Sánchez Sahorí, quienes, es de creer que tras profundo estudio del problema en cuestión, despachan en dos párrafos, que elprofesor González se apresura a citar modestamente en su propia alabanza, a quienes se atrevieron a escribir antes que él, tildándolos devacuos, chapuceros, alevosos, pacatos, impostores, infatuados, misóginos, carentes de nivel, e “investigadores”, con comillas irónicas,que serían ofensivas si vinieran de un Sánchez Albornoz, pero hacen menos daño cuando vienen de ellos. Con semejante apoyo, y conel nuevo método intuitivo-kuhniano-quijotesco-forofo que al parecer propugnan González y su escuela, nuestra historiografía alcanzarábien pronto cotas que ni siquiera me atrevo a imaginar.

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TEMAS DE ALBACETE Y PROVINCIA: HISTORIA DE LA IGLESIA

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El sistema feudal que caracterizó la vida eu-ropea hasta hace un par de siglos no puede con-cebirse sin el concurso, presencia yprotagonismo activos de la Iglesia, auténticaconstructora de ideología y hasta muy recien-temente principal agente configurador de con-ciencias (individuales y colectivas).

Para comprender la capacidad de penetra-ción de la institución eclesiástica en la socie-dad rural albacetense, sería conveniente acudira la época en que se lleva a efecto su estable-cimiento al hilo del proceso reconquistador yrepoblador durante la primera mitad del sigloXIII; pero lamentablemente apenas si dispone-mos de un puñado de noticias explícitas acercadel desarrollo de dicha implantación.

Hay que situarse en la coyuntura del pasodel siglo XV al XVI para tener una visión máso menos precisa de la estructura y funciona-miento e incluso composición de muchas pa-rroquias de la provincia de Albacete, y más enconcreto las pertenecientes al arciprestazgo deAlcaraz. Dicho momento nos ha legado unaserie de documentos –custodiados en el Ar-chivo Histórico Nacional (AHN) y en el de laCatedral de Toledo– que nos permiten recons-truir en parte la composición beneficial de lasparroquias, su funcionamiento, el cobro deldiezmo y las implicaciones sociales del clerocomarcal. Entre todas las fuentes conocidas, la

sección Universidades del AHN alberga un valioso informeque describe con cierto detalle la estructura beneficial, lasrentas y los nombres de cada clérigo que oficia en las parro-quias del arciprestazgo. De tal documentación procede buenaparte de los datos que aquí aporto referidos a las parroquiasdel sur de la actual provincia de Albacete.1

Para que mejor se comprenda la descripción de tal pano-rama, conviene que aclare algunos términos relativos al ám-bito eclesiástico de la época. En primer lugar, las iglesias quea continuación se describen pertenecen al arciprestazgo deAlcaraz, demarcación que abarca una gran parte del arce-dianazgo de Alcaraz. El obispado de Toledo se dividió en va-rias circunscripciones de gran tamaño denominadasarcedianazgos, y éstos a su vez se vertebraron a través deáreas de menor entidad llamadas arciprestazgos. El arcedia-nazgo de Alcaraz fue el único de toda la diócesis compuestopor un solo arciprestazgo, aunque ambas jurisdicciones nocoincidieron en su área geográfica, toda vez que el arcipres-tazgo no afectaba a las tierras occidentales del campo deMontiel, que estaban incluidas en el arcedianazgo de Alcarazpero no sometidas al arcipreste de esta ciudad, sino a la Ordende Santiago.

Por otra parte, en cada parroquia ejerce su oficio un cura,párroco o rector, investido con órdenes mayores y cura dealmas, y cuya retribución se denomina beneficio curado.Cuando las circunstancias demográficas y sobre todo las eco-nómicas lo permiten, este cura se ve auxiliado en sus funcio-nes por otros clérigos asignados a la parroquia, que percibena su vez una beneficio simple (o beneficio servidero), que casisiempre tiene la misma cuantía material que el curado, pesea la inferioridad de rango eclesiástico del beneficiado simplecon respecto al cura.

Estas rentas o beneficios se obtienen de una parte deldiezmo (en concreto de un tercio de lo diezmado), que apor-tan todos los parroquianos que carecen de exenciones tribu-tarias. Sin embargo, los obispos o cabildos catedraliciosmuchas veces quitan de ese montante de sueldos una partesólo para gratificar a otros clérigos de su confianza, que mu-chas veces son los propios miembros del cabildo y que noofician en la parroquia: sólo se llevan renta generada por losfieles. Esta porción de la renta eclesiástica descontada a losservidores se denomina préstamo. Así en las parroquias de

Sobre las Parroquias de la tierra deAlcaraz a finales de la Edad Media

1 Parte de esa documentación fue dada a conocer en la obra de Mª Luisa GUADALUPE BERAZA: Diezmos de la sede toledana y rentas de la mesa arzobispal (Siglo XV),Universidad de Salamanca, 1972, p. 14 y ss. La pieza del AHN se encuentra en Universidades, 1192, fols. 70v-76r.

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la tierra de Alcaraz el tercio deldiezmo se divide a partes igualesentre los clérigos servidores y losbeneficiarios de los préstamos.

En el arciprestazgo se detectaademás un considerable grado deabsentismo entre los eclesiásticos(en torno a un 70%), lo que signi-fica que los titulares se llevan su be-neficio y a cambio dejan en su lugara otros clérigos precariamente asa-lariados, lo que redunda en una des-incentivada atención pastoral.

Una vez revisadas algunas cues-tiones básicas, pasemos a compro-bar cómo fueron las diferentesparroquias del sur de la tierra alca-raceña a finales de la Edad Media, yen concreto en último lugar nosocuparemos de las iglesias del se-ñorío de las Cinco Villas de losManrique, compuesto por Villapa-lacios, Bienservida, Riópar, Cotillasy Villaverde.

REOLIDLa iglesia de Reolid tenía asignados un beneficio curado

y medio préstamo. El cura en 1501 es Fernando de Avilés,clérigo instalado en la curia de Roma, que creemos sea elmismo que poco más tarde ostenta el arciprestazgo de Alca-raz, y pariente de Fernando González de Avilés, un impor-tante sacerdote alcaraceño procesado por la Inquisición pocosaños atrás. Dada su ausencia, el cura de Reolid será sustituidopor Gonzalo Sánchez de Siles, joven clérigo que ese mismoaño atendía también la capellanía fundada por el citado Gon-zález de Avilés en San Ignacio de Alcaraz, y futuro benefi-ciado en esta misma iglesia. El curato estuvo dotado el citadoaño con 2.500 maravedíes y 40 fanegas de pan. Por su parte,el medio préstamo obtenido en la iglesia estaba asignado alcura oficiante de la capellanía de San Pedro de la Catedralde Toledo, que mantendrá anexada dicha renta durante todala Edad Moderna.

BOGARRADe Bogarra sólo sabemos que ya en el siglo XV tenía una

iglesia con un cura, que en 1501 era Juan Soriano, canónigode la catedral de Murcia, quien por su condición de capitularno residía en Alcaraz y asalariaba como teniente a un DiegoDíaz, procedente de la diócesis de Calahorra (quien acaso seael Pedro Díaz, destinado en El Bonillo o un pariente suyo,pues ambos son coetáneos y llegan del mismo lejano obis-pado).

2 PRETEL MARÍN, A.: “Ayna medieval: del hisn andalusí a la villa cristiana”, Privilegio de villazgo de Ayna, I.E.A., Albacete, 2003, p. 30.3 Quizá sea el clérigo de Santa María de Alcaraz, Bartolomé Sánchez de Orozco, o bien Bartolomé Sánchez Vallejo, teniente de beneficiado de Riópar.

AYNALa existencia de una parroquia en Ayna en el siglo XV

permite suponer que quizá desde el siglo anterior la aldea po-seía una población relativamente amplia de cristianos.2 Locierto es que en 1501 el beneficio curado que valió 10.000maravedíes lo disfrutaba Bartolomé Sánchez, que residía enel lugar.3

VIANOSDurante el siglo XV, Vianos es una pequeña iglesia pa-

rroquial rural capaz de mantener su propio cura. Sin embargo,a finales de la centuria, es posible que no pueda generar su-ficientes rentas para mantener el beneficio curado. Entoncesen Toledo se decide transferir la feligresía y los diezmos a lasparroquias de Alcaraz, dada la proximidad entre las dos po-blaciones, sin que la iglesia se clausure. De hecho el servicioen el templo se mantiene con el régimen de una capellaníaperpetua, de manera que la antigua parroquia se podrá man-tener abierta al público con un clérigo que percibiría unosmodestos ingresos en forma de primicias y algunas cantida-des que los fieles aportan en cierta ceremonia de besamanos,cuyo contenido desconocemos, pero que acaso se trataría deun desfile de pobladores que aportarían la voluntad como sus-tento del servidor. Esta situación suponía de hecho una je-rarquización feudalizante entre los clérigos de Alcaraz y losde la aldea de Vianos, como sucede con los comendadorescon respecto a los servidores de las iglesias santiaguistas. En

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1501 el que se ha hecho con el cargo de capellán es el bachi-ller García de Grajal (sin duda mediante autoadjudicación,aprovechando su posición de vicario local), pero en su lugardeja a un sustituto que cobra el pie de altar y un magro sala-rio, mientras que al bachiller apenas si le quedaban 50 fane-gas del cereal (en trigo, cebada y centeno) de las primicias,testimonio significativo de la precariedad productiva de lapoblación.

PATERNAPaterna, llamada “del Madera”, es un pequeño lugar que

ya existe con tal nominación al poco de producirse la con-quista cristiana, si bien después parece despoblarse a tenordel silencio de las fuentes, que lo recuperan para el siglo XV.En esta centuria su iglesia tuvo dos beneficios, uno curado yotro servidero. El primero lo ocupa en 1501 Justo (o Yuste)Martínez, vecino de Villarrobledo, pero que por ser canónigoextravagante en la catedral toledana, deja como teniente a unRodrigo Abad Vizcaíno. El beneficio simple o serviderohabía sido adjudicado al Hospital de Buitrago (fundado en1455 por Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana),pero a falta de clérigos en la zona o dadas las dificultades delos gestores del hospital para designar algún servidor en estastierras tan lejanas a Buitrago, decidieron que el propio Viz-caíno se hiciera cargo del beneficio. Si consideramos quecada una de las rentas beneficiales valieron ese año 4.000maravedíes y 40 fanegas de cereal, el teniente de cura se con-siguió embolsar unos montantes mucho más desahogados delo previsto en su sueldo.

LAS PARROQUIAS EN EL SEÑORÍOMANRIQUEÑO DE LAS CINCO VILLAS

Una familia que impulsa las construcciones religiosas ensu señorío configurado en la sierra de Alcaraz es la de losManrique. En 1436 el rey Juan II concede a Rodrigo Manri-que, comendador de Segura, las aldeas de Matilla, Cenillas yEl Pozo, por su participación dos años atrás en la conquistade Huéscar; y algunas décadas más tarde, en 1471, en mediode las luchas por el trono de Castilla, Pedro Manrique se hacecon la fortaleza de Riópar, incorporándola al reducido seño-río que se acabará completando con la anexión del lugar deCotillas.

Una vez firmadas las paces y confirmada su autoridad enla comarca, don Pedro lleva a cabo una política de repobla-ción, reorganización poblacional, transformaciones toponí-micas y mejoras eclesiásticas, encaminada a la consolidacióndel elemento humano y de las rentas generadas por éste.Mientras, los nombres de algunas aldeas se transforman si-multáneamente por otros de mayor sonoridad. La aldea deMatilla cambia su nombre por Bienservida, Cenillas por Vi-

llapalacios y El Pozo por Villaverde. Por lo demás, en su pe-queño señorío Pedro Manrique fomentará la actividad reli-giosa mediante la construcción –o reedificación– simultáneade sus iglesias más adecuadas y con mayor cabida de fielesy cuyos rasgos arquitectónicos corresponden al final del sigloXV.

VILLAPALACIOSLa iglesia de Villapalacios es una construcción cuya fac-

tura arquitectónica actual se remonta al siglo XV. Las distin-tas generaciones de condes de Paredes otorgarán a la iglesiaapoyo material, y en este sentido caben destacar las dona-ciones efectuadas en 1509 por la condesa doña Isabel Fa-jardo, esposa de Rodrigo Manrique.4

En fecha ignota, pero en la época en que Villapalacios aúnse llamaba Cenillas, hubo un cura en su iglesia que fundó unacapellanía en la iglesia de San Miguel de Alcaraz, de dondese desprende el escaso apego que muchos clérigos tenían porsu centro de destino.5 En 1501 ninguno de los titulares de losbeneficios reside en el pueblo, pese a lo cual cada uno deellos está gratificado con una generosa renta de 7.000 mara-vedíes y 60 fanegas de cereal. El curato lo posee un mosénPascual, que tiene cedido el cargo bajo salario a un JuanFranco; mientras el beneficio servidero está concedido aPedro Fernández de Villegas,6 en cuyo lugar oficia Gutierrede Ávila. El préstamo pertenece a un desconocido Juan dePastrana.

EL POZO (VILLAVERDE)El Pozo, rebautizado en la segunda mitad del siglo XV

como Villaverde (o Villaverde de Entrambasaguas) es otrade las poblaciones otorgadas por Juan II en 1436 a RodrigoManrique. La iglesia parroquial pudo atender a todas las po-blaciones dispersas que se enclavaban en torno a la depre-sión geográfica que daba nombre a la zona y a la aldeaprincipal. En la documentación diocesana, sólo muy a fina-les del siglo XV, el término Villaverde reemplaza a lo quehasta entonces se denomina El Pozo. Su iglesia estaba ser-vida por un cura, que en 1501 recibe una renta de 10.000 ma-ravedíes y 80 fanegas de pan. Ignoramos su nombre, aunquesabemos que desde que fuera nombrado tres o cuatro añosatrás nunca había residido en la población, por lo que en sulugar servía un presbítero vasco llamado Joanes.

COTILLASDurante su reinado, Pedro I otorgó una merced para po-

blar el lugar de Cotillas con cien vecinos. Demasiado ex-puesta a incursiones fronterizas granadinas y a la expansiónsantiaguista, sin duda hubo interés por parte de los oficialesde Alcaraz y los jerarcas de la Iglesia de Toledo para que en

4 CARRIÓN ÍÑIGUEZ, Vicente P.: Los conventos franciscanos en la provincia de Albacete. Siglos XV-XX. Historia y arte, Espigas, Murcia, 2006, p. 135.5 En 1496 uno de los oficiantes era un tal Pedro de La Plaza (Archivo Municipal de Alcaraz: leg. 42, Acta Capitular de 22-noviembre-1496).6 Se trata del insigne humanista burgalés Pedro Fernández de Villegas (1453-1536), arcediano de Burgos, abad de la colegiata de Cervatos (1490), escritor y traductor de La

Divina Comedia de Dante (1516). Fue enterrado en la Catedral de Burgos, en un sepulcro obra de Simón de Colonia.

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Cotillas se mantuviera a toda costa una iglesia atendida conun cura. Aunque tal vez la cifra de moradores no llegara a al-canzarse, este privilegio debió de asegurar una población su-ficiente para mantener los ingresos decimales del lugar. Elpárroco que ejercía en 1501 era Gonzalo Ruiz de Rueda, que,contra lo habitual en muchas pequeñas poblaciones de la sie-rra de Alcaraz, habitaba en la aldea en que servía. Ese añorecibe 5.000 maravedíes y 40 fanegas de cereal.

LA PUEBLA Y MATILLA (BIENSERVIDA)En 1436 Juan II concede a Rodrigo Manrique la aldea de

Matilla (junto con la de Cenillas y El Pozo). Dicho lugarconstituye el origen de la actual población de Bienservida,junto a la cual se promovió –quizá antes de la creación del se-ñorío de los Manrique– un intento colonización territorial enel cerro Vico en torno a un nuevo poblamiento, denominadoLa Puebla, que no llegó a prosperar. Dada su proximidad, LaPuebla y Matilla constituyeron una única parroquia, y la igle-sia, que suponemos edificada en Matilla, estaba atendida porun cura y tenía asignado medio préstamo.

En 1500, varias décadas después de que a Matilla se lehaya empezado a nombrar con el insólito topónimo de Bien-servida y cuando ésta ya tiene la categoría de villa (así apa-rece en 1490 en las Actas Capitulares del concejo deAlcaraz), todavía la administración diocesana se obstina en

llamar “La Puebla con Matilla” a la parroquia. Como hemoscomprobado ya en los casos de Villaverde y Villapalacios,las fuentes diocesanas siguen consignando la parroquia bajola antigua toponimia. Seguramente es un síntoma del desco-nocimiento y desinterés por parte del arzobispo y sus insti-tuciones auxiliares hacia estas tierras humildes tan alejadasde Toledo. Nos sorprende más aún el arcaísmo toponímicoen las fuentes toda vez que Villapalacios, que es nombrenuevo, sí que figura con tal nominación. Sin embargo en laconcienzuda revisión hecha en el arzobispado para 1501 yaaparece el nombre real de la población donde hace tiempoLa Puebla quizá ya hasta ha desaparecido. Ese año el curatolo posee Fernando Martínez de Los Arcos, canónigo de la ca-tedral de Jaén, quien por no residir nunca en la villa, es sus-tituido por un Juan Sánchez (que vive en una casa que espropiedad vinculada al curato y por la que no sabemos si ten-dría que abonar alguna cantidad al titular). La renta alcanzalos 12.000 maravedíes y 160 fanegas de pan. El medio prés-tamo –valorado en la mitad de la renta del curato– se entregaa Alonso Yáñez, que desde 1488 es canónigo de la Catedralde Toledo.

RIÓPAREs más que verosímil que en Riópar existiera iglesia desde

el mismo momento de la ocupación castellana. Como en el

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lugar quedó una guarnición cristiana y la población islámicafue exterminada o expulsada, la mezquita aljama sin duda fueadaptada a las necesidades religiosas de los ocupantes. Perolos documentos episcopales se muestran confusos: en unmotu proprio de Inocencio III de noviembre de 1213 no sehace ninguna mención a parroquia alguna en Riópar. ¿Aúnno se ha construido? ¿No se ha consolidado todavía una in-cipiente población cristiana? En definitiva, una vez despo-blada la plaza de moros, no debió de considerarse prioritariala atención espiritual de la exigua población del lugar, queacaso compondrían unos cuantos soldados. Hay que llegar alas bulas de febrero de 1217 en las que el papa Honorio IIIratifica multitud de concesiones a la iglesia toledana, paraencontrar alusión a iglesias en Riópar.

Sin embargo, Riópar cayó en una continuada crisispoblacional de la que no parece recuperarse hasta mediadosdel siglo XV. Las luchas civiles existentes en el reino deCastilla devuelven a la población cierto protagonismo, enespecial en los enfrentamientos entre las tropas del marquésde Villena y las de conde de Paredes. La concesión de la villade Riópar otorgada, en un derroche de generosidad, por partede los Reyes Católicos a Pedro Manrique llevó seguramentea este caballero a restaurar la iglesia del pueblo, que fue muydañada en los combates.

La iglesia de Riópar está diseñada, como otras del señoríode las Cinco Villas de los Condes de Paredes, con arcos-diafragma, rasgo que ha llevado a varios autores a situar enesta época el inicio de la construcción del templo, aunque nohay que descartar que la fábrica date de algunos años atrás.En todo caso, la semejanza tipológica de las iglesias delcitado señorío nos lleva a datarlas en fechas próximas alestablecimiento del poder de los Manrique en estos pueblos.7

A finales del siglo XV, la iglesia ya tenía la advocación delEspíritu Santo. Por entonces poseía una estructura beneficialde un cura y medio préstamo. El curato es uno de los mejordotados del arcedianazgo, como atestigua la sólida posicióneconómica de Sancho Sánchez de Angulo, quien ejerció depárroco al menos entre 1473 y 1496. Esta estructura semodifica en 1501, en que se añade un beneficio servidero.Cada uno de los beneficiados percibe ese año 13.000maravedíes, con lo cual podemos percatarnos del volumende ingresos del cura cuando oficiaba a solas. En 1501 el cu-rato lo ostenta un canónigo de Sigüenza llamado Monteale-gre, aunque lo ejerce Juan de Vandelvira, un simple clérigo deAlcaraz; mientras que el beneficio servidero fue entregado aotro clérigo de la misma diócesis, Alonso Fernández de Ten-dilla8, y lo desempeñaba Bartolomé Sánchez Vallejo. Por loque se observa, parece que el clero seguntino obtuvo en lavilla de Riópar algunas gratificaciones por parte de Cisneros.El medio préstamo se transforma en un quinto de préstamo ypertenece al arcediano de Alcaraz, quien atesora otros cuatropréstamos en su arcedianazgo.

UN CASO SINGULAR: SANCHO SÁNCHEZ DEANGULO, UN CURA BURGALÉS EN RIÓPAR

El caso del cura de Riópar, Sancho Sánchez de Angulo, re-sulta ilustrativo de la implicación de ciertos clérigos en las lu-chas civiles castellanas. Este eclesiástico procedía de unilustre linaje burgalés y recaló –no sabemos de qué manera–en la población serrana algo después de mediado el siglo XV,mientras un hermano suyo, Martín de Angulo, pasó a moraren La Solana.9

Don Sancho ejerció de cura párroco de Riópar desde 1473a lo más tardar, esto es, antes de iniciarse los conflictos su-cesorios por el trono de Castilla. Riópar era una poblaciónansiada por los Manrique a fin de ampliar su señorío en lacomarca y poder vigilar al poderoso concejo vecino de Alca-raz. Por su parte, Juan Pacheco se había hecho con el controlde esta ciudad a raíz de su enésima reconciliación con Enri-que IV en 1468, y además había instalado como alcaide enRiópar a Juan Alonso de Haro.

Tras el infructuoso intento de Pedro Manrique, servidordel bando isabelino, de arrebatar Alcaraz del control de losPacheco en 1471, tomó por sorpresa las fortalezas de San Vi-cente de la Vegallera, Cotillas y Riópar, dejando en esta comonuevo alcaide a García de la Mora en sustitución del pache-quista Haro. Se abre así un periodo de unos tres años en losque se produce un acercamiento entre el cura y las fuerzasde los Manrique (si es que dicha connivencia no existía desdeantes). Poco después Martín de Guzmán es nombrado corre-

7 Sobre las iglesias de arco-diafragma del señorío de Paredes en la sierra de Alcaraz (Riópar, Cotillas, Villargordo, Villapalacios, Ossa), quizá todas ellas iniciadas en el sigloXV, Vid.: SANTAMARÍA CONDE, A., GARCÍA-SAÚCO BELÉNDEZ, L. G., y SÁNCHEZ FERRER, J.: Arquitectura de la provincia de Albacete, p. 85; SANZ GAMO,Rubí: “La iglesia del “Espíritu Santo” de Riópar”, Al-Basit, 2, Albacete, 1976, pp. 25-29.

8 El cura Tendilla era secretario de don Juan de León, protonotario en la diócesis de Sigüenza y después camarero del cardenal Cisneros.9 Un Fernán Sánchez de Angulo figura en el Becerro de las Behetrías (1352) como señor de la Torre de Oteo, en la tierra de Traslaloma, y es uno de los petristas que mueren

en la Batalla de Nájera (1367).

En el arciprestazgo sedetecta además un considerablegrado de absentismo entre loseclesiásticos (en torno aun 70%)

“ “

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gidor real en Alcaraz por instigación de Juan Pacheco, y seránombrado alcaide ya en 1473. Durante su mandato los alca-raceños intentaron sin éxito tomar las plazas ocupadas porManrique, hasta que a finales de 1474 Guzmán consiguetomar Riópar instalando como nuevo alcaide en lugar de Gar-cía de la Mora a Alonso de Montoya, un vecino de Belmontede la órbita de Pacheco.

Pedro Manrique no cejará en su empeño de recuperar lavilla. En la coyuntura de la muerte de Enrique IV y de losinicios de la guerra civil se producirá un nuevo enfrenta-miento en el lugar con su consiguiente ocupación. Entre todoun aluvión de datos confusos y declaraciones contradictorias,puede deducirse que el origen de la nueva conquista de Rió-par se halla en la sublevación de sus habitantes a consecuen-cia del asesinato de un vecino por hombres de la guarnicióndirigida por Montoya, y debido a que el alcaide se negará aentregar a los agresores. Las arbitrariedades de Alonso deMontoya en Riópar caldearon los ánimos de los moradoresque acabaron protagonizando una verdadera revuelta, azu-zada quizá por el propio cura de la parroquia, quien –afecto,como la mayoría de la población, a don Pedro Manrique– noperderá ocasión de inclinarse por el bando isabelino. La agi-tación provocó que Alonso de Montoya y sus colaboradoresse apresuraran a refugiarse en la torre del castillo. Tras unlargo asedio, la iglesia pa-rroquial, única construcciónsólida del núcleo, se emple-ará como eventual fuerte afin asediar el alcázar, sinduda con la estrecha cola-boración del citado párroco.Así éste no tuvo inconve-niente en que en los murosdel templo se abriera trone-ras desde las que se pudiesedisparar la artillería contrael alcázar, en donde los vi-llenistas acabaron rindién-dose.10

Concluido el asedio, losreyes concedieron Riópar aPedro Manrique en com-pensación por su esfuerzo,y el noble destinó unabuena suma monetaria paraproceder a reconstruir losdesperfectos causados porlos duros combates y por laartillería, a la que debió desumarse la restauración del

templo, gravemente dañado debido al uso militar que se leotorgó en la guerra sucesoria.

En consecuencia, con ocasión del final de la guerra enfavor del bando de doña Isabel, el cura de Riópar consolidarásu posición, lo que aprovecha para tomarse su particular re-vancha. Durante todo 1477 don Sancho denuncia que duranteel periodo en que Alonso de Montoya fue alcaide de Riópar,éste y sus secuaces lo asaltaron y le arrebataron 300.000 ma-ravedíes. Por ello solicita a los Reyes Católicos que secues-tren los bienes de Alonso de Montoya. Ante la insistencia delacusador, los Reyes dictan su resolución el día de Noche-buena accediendo a las súplicas del cura; por lo que ordenana Gonzalo de Ballesteros, alcalde de Alcaraz, y a las justiciasde Belmonte –villa en la que habita el acusado– que ejecutenla incautación. La ejecución de la sentencia quizá se demoróalgún tiempo, aunque en 1480 ya se había cumplido. Ese añolos habitantes de Belmonte amparando a su convecino de-clararán que Angulo había cobrado la indemnización de ma-nera indebida.

Frente a los numerosos casos de clérigos que no se sitúanen ningún partido, o de cuyas tendencias políticas no hay ras-tro cierto, en Sánchez de Angulo tenemos el ejemplo del curaperfectamente compenetrado con su señor, alineado en unbando político-militar de forma patente y probablemente ac-

10 Los pormenores de la implicación de Riópar en la guerra de sucesión castellana han sido abordados, entre otras, en las siguientes obras de Aurelio PRETEL MARÍN: “No-ticias sobre el castillo de Riópar en la Edad Media”, Al-Basit, 2, Albacete, 1976, pp. 7-24; Una ciudad castellana en los siglos XIV y XV (Alcaraz 13001475), I.E.A.,Albacete, 1978, pp. 144-150; “La guerra sucesoria de los Reyes Católicos (1475-1480) y sus repercusiones dentro del marquesado de Villena”, II Congreso de Historia deAlbacete, I.E.A., Albacete, 2000, p. 136.

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tiva. Esta lealtad será convenientemente recompensada alacabar la guerra, y el cura aprovechará su posición de ven-cedor protegido por el nuevo orden para vengarse de sus opo-nentes.11

Después el cura burgalés siguió viviendo, queremos creerque bien tranquilo, en el pueblo en donde oficiara, acapa-rando un notable patrimonio y acaso recompensado conalguna gran propiedad en Riópar o las inmediaciones queestuvieran bajo dominio de Manrique.12 En sintonía con elbando vencedor, Sánchez de Angulo siguió colaborando en ladepuración de personajes poco gratos al nuevo régimen. Deahí que llegue a cooperar incluso con la Santa Inquisición,como se desprende de ciertos maravedíes que el Santo Ofi-cio le abonara al cura y que al morir éste hacia 1496 pasaronde manera poco ortodoxa a manos de su hermano Martín.Asimismo, mientras vivió Sánchez de Angulo el sistema debeneficios no se alteró, tal vez debido a la protección que leproporcionaban los Manrique y acaso también los propiosmonarcas, agradecidos por su alineamiento isabelino durantela guerra de sucesión de Castilla.

Sancho Sánchez de Angulo fundó una capellanía en Rió-par para la que dejó legados 120.000 maravedíes, aunque des-pués Martín de Angulo parece ser que se apropió de buenaparte de lo legado y que el albacea de don Sancho –el también

clérigo Juan de Busto– hizo gastos indebidos con la haciendaque el cura dejó al morir. Estas y otras irregularidades lleva-ron al resto de la familia a entablar un pleito que acabó siendodirimido en la Chancillería de Granada. La capellanía recibíaen 1501 de dotación provisional 70 fanegas de trigo, a la es-pera de la resolución del pleito emprendido en torno a la he-rencia del párroco y a dicha capellanía, que entre tanto estabaservida por el teniente de beneficiado, Sánchez Vallejo.13

BALANCELos datos dispersos que hemos traído aquí pretenden com-

pletar la panorámica de las funciones de la Iglesia y de susservidores en los últimos años del medievo en una pequeñacomarca albacetense. De ellos podemos extraer algunas con-clusiones, como son la existencia de las bajas rentas que engeneral los eclesiásticos perciben en la zona, o la asignaciónde beneficios a clérigos foráneos, lo que a su vez propicia lasalida de montantes de capital hacia los lugares en que habi-tan los titulares de los oficios clericales. Asimismo, con la re-visión de la figura del cura Angulo podemos apreciar la fuerteimplicación de algunos clérigos en las banderías político-mi-litares del siglo XV y su fuerte protagonismo en el devenir delos pueblos en los que ejercen su función religiosa, al mismotiempo que verificamos la intensa actividad de algunos no-bles en el fomento y financiación de las empresas religiosasen los pueblos de sus respectivos señoríos. En el caso dePedro Manrique en las villas de la sierra de Alcaraz sus re-formas sirvieron al linaje señorial para hacer todo un pro-grama de exhibición propagandística, adhesiones de losvasallos y acaso del propio clero local, aspectos fundamen-tales para mantener sumisa y satisfecha a la población cam-pesina.

Carlos Ayllón GutiérrezInstituto de Estudios Albacetenses

“Don Juan Manuel”

11 Para los problemas procesales con Montoya, Vid. Archivo General de Simancas: Registro General del Sello, 1477, diciembre 24. Sevilla (fol. 573); y 1480, abril 20. Toledo(fol. 325).

12 Suponemos que entre sus propiedades se podría incluir una finca, al mediodía de Riópar y próxima a Cotillas, conocida hasta hoy como AUmbría de [email protected] Archivo de la Real Chancillería de Granada: Caja 2336, n12.

Frente a los numerososcasos de clérigos que no se sitúanen ningún partido, o de cuyastendencias políticas no hay rastrocierto, en Sánchez de Angulotenemos el ejemplo del curaperfectamente compenetradocon su señor, alineado en unbando político-militar deforma patente yprobablemente activa

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“Especies defrutos y medidasde Tierra”.Diversidad Provincial apartir del Catastro deEnsenada

A comienzos del siglo XVIII, la recién entronizada dinas-tía borbónica en España, se encontró con un panorama nadaalentador: por un lado, un extenso imperio que gobernar; porotro, una mala administración y en el centro de todo ello, unaCastilla tan mermada en sus recursos que se podía palpar lapobreza. En la raíz de la mayor parte de estos males se ha-llaban los impuestos que el pueblo tenía que afrontar, agra-vado todo ello por una serie de circunstancias como laexistencia de varias fiscalidades, -real, señorial, eclesiástica,municipal...- y la falta de equidad en el pago, al estar exen-tos los estamentos privilegiados de la mayoría de cargas; todoello hacía que los oprimidos siempre fueran los mismos, elestado llano, sobre los que directa o indirectamente recaíantodos los pagos.

La reforma de esta situación planeaba en el ambiente yeran muchas las ideas que circulaban para reformar la recau-dación de las rentas; sería tras la victoria borbónica en la gue-rra de Sucesión, cuando se presentaría la ocasión quepermitiría imponer una reforma fiscal a Cataluña, Valencia yAragón, llevada a cabo por José Patiño, a partir de los decre-tos de Nueva Planta, que introducía por primera vez dos tiposde imposición: uno real, que gravaba las propiedades, y otropersonal, que gravaba las actividades lucrativas de las perso-nas. Estas medidas traerían consigo un aumento de la contri-bución de estos lugares a los gastos de la Corona y sobretodo, implicaría la introducción de una racionalización y sim-plificación en las rentas reales.

Se hacía necesaria, por tanto, una profunda reforma de lafiscalidad en el reino castellano, aún a sabiendas de las difi-

cultades que ello entrañaba, pues, aunque se venían elevandovoces en ese sentido y se contaba con el precedente de Patiño,la mayor dificultad estribaba en la toma de decisión políticapara iniciar una empresa que se adivinaba costosa, de granenvergadura y de difícil implantación. Sería el protegido dePatiño, Cenón de Somodevillaa y Bengoechea, I Marqués dela Ensenada, quién tomaría la decisión de realizarlo e impul-saría personalmente el proyecto.

Sin profundizar mucho en su trayectoria, si comentare-mos como, pese a su origen humilde, realizó una fulgurantey meritoria carrera civil en la Marina Española, accediendoprontamente a la Corte, donde trabajó al servicio de los hijosde Isabel Farnesio, los infantes D. Carlos1 (futuro Carlos III),y D. Felipe, en el contexto de las guerras de Italia, debido alempeño de la reina por conseguirles un trono.

EL PROYECTO DE REFORMA FISCALTras la muerte, en 1737, del ministro de Hacienda, José

del Campillo, Ensenada, accederá a la Secretaría de Estado y

1 El infante D. Carlos, tras acceder al reino de las Dos Sicilias como Carlos VII, le otorga en 1736, a Cenón de Somodevilla, el título napolitano de Marqués de la Ensenadaque, con posterioridad y ya como Carlos III de España, convertiría en título de Castilla.

El Marqués de la Ensenada, de M. Salvador Carmona (1734-1820) Publicado en1797. Fondo Biblioteca Nacional

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del Despacho Universal de Hacienda, a las que pronto incor-poraría Guerra-Marina e Indias. Como responsable de ésta,muy pronto comienza a reunir, comprobar y verificar todotipo de información tendente a sistematizar el que sería sugran proyecto reformista: el saneamiento de la hacienda Pú-blica,2 una vez comprobado cómo la recaudación distabamucho de ser todo lo eficiente que debiera al estar arrendada,y, lo que era más gravoso para el pueblo, verificar la exis-tencia de una gran desigualdad en el reparto de los impues-tos, agrupados en las llamadas “rentas provinciales,” que atodos afectaban, al estar basadas en los productos básicos. Elsistema se podía llegar a complicar tanto que, en el caso deque las contribuciones asignadas a una villa, –los llamadosencabezamientos– pudieran verse disminuidos por algunacircunstancia, como podía ocurrir en caso de pérdida de po-blación, ésta optaba por pagar el encabezamiento anterior,más elevado, antes que iniciar un litigio que sería mucho máscostoso.

Ante esta situación, Ensenada dispuso, de una parte, quela Corona asumiera la administración directa del otro tipo deimpuestos que se agrupaban en las llamadas “rentas genera-les” y por otro lado, concibió el proyecto de catastrar el reinode Castilla, en la convicción de que este cometido era condi-ción indispensable para ultimar su reforma, todo ello reali-zado con cargo al erario público.

Tras numerosas vicisitudes y un largo debate políticosobre la conveniencia o no de modificar el sistema estable-cido para su realización, en 1747, se inicia la elaboración deun Catastro-piloto sobre Guadalajara, dirigido por BartoloméSánchez de Valencia,3 quien, con los resultados obtenidos enel mismo y los antecedentes que obraban en su poder sobreel Catastro efectuado por Patiño en Cataluña, elaboraría unproyecto para someterlo a la consideración del monarca,quien, a su vez, lo remitiría en 1748, para su evaluación, alos cinco intendentes del ejército junto con el regente de laAudiencia de Barcelona. Éstos emitieron tres informes, todos

favorables a la idea, pero discordantes entre sí en diversospuntos. El mismo informe también lo remitiría el monarca,para su dictamen, a los responsables de varios Consejos,quienes, a su vez y por separado, emitirían su voto en contra.

Así las cosas, a mediados de julio de 1749, Ensenada, con-sigue del monarca que se vuelva a encomendar a la conside-ración de los Intendentes del ejército y regente de laAudiencia de Barcelona, para que “… se pronuncien sobrela posible o imposible práctica del Proyecto…” pronuncia-miento éste que, como ya ocurriera en 1748, sería favorablea la implantación del mismo, no sin antes realizar una seriede recomendaciones. Fernando VI firmaría, por fin, el De-creto que ordenaba la realización del Catastro en Octubre de1749, para lo cual se crearía una Real Junta de Única Con-tribución, dependiente directamente de Fernando VI,4 po-niendo, así, en acción la maquinaria que recorrería lasCastillas, averiguando los bienes de todos los vasallos, sinexcepciones. En sus primeros párrafos, que reproducimostextualmente, viene recogida, en esencia, la reforma preten-dida y el porqué de la misma:

“… Bien informado de los perjudiciales que son al comúnde mis vasallos las Rentas comprendidas bajo el nombre deProvinciales, más por el modo y medios de su recaudación,que por lo substancial de estos tributos; y deseando ejercitaren todo lo posible, a favor de mis vasallos, el amor y cuidadoque me merece su conservación y felicidad: Hice examinareste importantísimo asumpto por Ministros y sugetos depractico conocimiento de mis Provincias y Pueblos, de queconstan, para que con estas positivas noticias, y las de otraspartes en que se haya remediado este daño, expusiesen la

Firma de Cenón de Somodevilla. Museo Naval ms 5 doc 128

2 Para una amplia y explícita visión del proceso de gestación del Catastro de Ensenada, ver: Vasallos y Pueblos Castellanos ante una averiguación más allá de lo fiscal. ElCatastro de Ensenada (1749-1756) de Concepción Camarero Bullón, Pág. 113-388, en DURAN BOO, I. y CAMARERO BULLÓN, C. 2002. El Catastro de Ensenada, magnaaveriguación fiscal para alivio de los vasallos y mejor conocimiento de los reinos.

3 Uno de los tres Directores Generales de Rentas y responsable en gran medida de que se ultimasen las averiguaciones del Catastro.4 Estaría compuesta por miembros de los Consejos junto con los Intendentes. Su secretario sería Bartolomé Sánchez de Valencia y la presidiría el Inquisidor General.

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forma de atender el vasallo, sin olvidarse de la necesidad deacudir a las precisas obligaciones de la Monarquía, parasobstenerla con el debido decoro: Y haviendoseme propuestobien digeridas controvertidas y aclaradas las reglas, que laprudencia humana ha dictado, con el fin de reducir a unasola contribución las de Millones, Alcavalas, Cientos, Servi-cio ordinario y sus agregados, contribuyendo cada vasallo aproporción de lo que tiene, con equidad y justicia…he re-suelto, que los intendentes, que separadamente nombrare,pongan en práctica la Instrucción que se insertará a conti-nuación de este Decreto…”

Dicha Instrucción, compuesta de 41 artículos, desarrolla,pormenorizadamente, la forma de proceder para obtener losdatos necesarios, y se inicia con una visita a la población co-rrespondiente, por parte del Intendente Provincial o personaen quien éste delegue, como recoge el Decreto, en los si-guientes términos:“… advirtiendo con anticipación a las Justicias de su ida aél, para que no se ausenten y estén promptos con las perso-nas ancianas y de conocimiento de la Población y su Tér-mino, para dar los informes que les pidiere… convocará alCura, por medio de un recado cortesano para autorizar elacto como persona imparcial… hará comparecer el Alcaldeo Alcaldes, en caso de haverle de el Estado Noble; uno o dosRegidores y el escrivano de Ayuntamiento y les prevendráelijan dos, tres, o más sujetos, según la extensión del Tér-mino y Pueblo, de los de mejor opinión e inteligentes, tantoen las calidades y cantidades de tierra que hay en el Tér-mino, sus frutos y cultura, como en el número de Personasdel pueblo, sus Artes, Comercio, Grangerias, Ocupaciones yUtilidades de cada uno: y estando todos juntos, con otros dossujetos de iguales circunstancias, que el intendente havrá

dispuesto (si lo hallase por conveniente) vengan de los lu-gares inmediatos, les recibirá a todos, a excepción del Cura,Juramento de decir verdad a lo que les fuere preguntado, altenor del Interrogatorio señalado… El Interrogatorio deberállevarse impreso y las respuestas que dieren, se pondrán enpapel separado, siguiendo el mismo orden de los números delas preguntas…”

El resultado a este Interrogatorio de 40 preguntas, al querespondieron las 22 provincias que a mediados del sigloXVIII conformaban la corona de Castilla, es lo que conoce-mos como “Respuestas Generales” realizadas entre 1750 y1756, al tener que repetirse todas las relativas a Murcia, –ex-cepto Caudete–

Se pretendía obtener información precisa sobre diversosaspectos de cada población: su extensión y límites, tipos ycalidades de las tierras, clases de árboles y frutos, número devecinos y sus bienes, riqueza, impuestos, rentas y un largoetcétera, que proporcionaría a la administración un profundoconocimiento del territorio, del que en esos momentos care-cía.

Uno de los aspectos contenidos en las Respuestas Gene-rales, que no descuidó Ensenada, es el referido a la peticiónde datos cartográficos, con los que ir profundizando en el co-nocimiento de la estructura territorial del reino y paliar, en lamedida de lo posible, la falta de cartografía sobre éste, comoqueda reflejado en un informe que dirige al rey:5

“… No hay cartas puntuales del Reyno y de sus provincias;no hay quien las sepa grabar, ni tenemos otras que las im-perfectas que vienen de Francia y Holanda…”

La precaria situación a este respecto y los intentos fallidosde traer un Cartógrafo de Francia, -a lo que se opuso el mo-narca francés- precipitó que Ensenada enviara a París, comobecario durante nueve años (1752-1760), a Tomás López,junto a Juan de la Cruz, a propuesta de los marinos Jorge Juany Antonio Ulloa, “… para estudiar geografía y levantar elmapa de España…”

A su regreso, pondría en práctica lo aprendido junto a sumaestro D´anville, utilizando la técnica de trabajo en gabi-nete, pues no consta que realizara jamás ningún levanta-miento de campo. Esta consistía en insertar las informacionesgráficas de distintas comarcas colindantes –a veces, realiza-das a diferente escala– en un plano general, lo que explicaríala inexactitud de sus mapas.

LOS DOCUMENTOS QUE COMPONEN ELCATASTRO Y SU CONTENIDO

Volviendo al procedimiento seguido en la realización delCatastro, mientras una parte del personal que formaba partede la Audiencia, obtenía las respuestas al interrogatorio, elresto se ocupaba de reunir los Memoriales o relaciones indi-viduales de los bienes de los vecinos, como se pedía en laInstrucción:

5 Fragmento de un Informe dirigido al Rey Fernando VI, (1748) cit. Por Rodríguez Villa, Pág. 162. tomado de: Ministerio de Cultura. Portal de Archivos Españoles. Catastrode Ensenada/División territorial y Catastro/Provincias Antiguas.

Mapa General de España y Portugal con la división provincial del momento(1782) por D. Tomás López. Biblioteca Nacional

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“… Al propio tiempo que se dará principio a la operación, sehará publicar y fixar un Vando o Edicto, mandando, que den-tro del Término que pareciere competente, a todos los veci-nos, Cabezas de Casa, estantes y habitantes, de cualquierestado, calidad y condición que sean, presenten una Rela-ción firmada (y si no supiesen, de un testigo) en la que seponga su Nombre y Apellido, si es Cavallero, Hidalgo, Mi-nistro, Abogado, Escribano, Procurador, Mercader de pormayor, o por menor, Artista o Jornalero, ú de cualquier otroArte ú Oficio que ejerza, número de Personas de que se com-pone su familia, de uno, y otro sexo, sean Hijos, Hermanos,Criados, Oficiales ó Aprendices, y sus edades: Que bienesraíces tienen en el Término… Practicadas estas diligencias,se formará un Libro donde se sentaran Partida por Partidatodas las Piezas de Tierra, Casas, Molinos, y demás edifi-cios…En otro Libro deberán sentarse todas las Cabezas deCasa, explicando su Nombre y Apellido, si es Casado oViudo; número de Hijos que hayan entrado en los 18 años,quantos de menor edad; quantas Hijas, quantos Hermanos,Oficiales, Aprendices o Criados… …Iguales libros se for-maran, con la propia distinción, de todo lo que perteneciesey corresponda al Estado Eclesiástico, Secular y Regular yComendadores de las Ordenes…Con los mencionados docu-mentos recogidos, se procederá a verificar el producto redu-cido a dinero y la clase a que corresponde de las tierras delTérmino…”

Los datos así recogidos en los Memoriales, sobre bienes,derechos, rentas y cargas, de cada vecino, se pasarían al librode lo Real, conocido también con otros nombres: Maestro,de lo Raíz, de Hacienda, de Bienes, separando a seglares deeclesiásticos. Del mismo modo, toda la información demo-gráfica obtenida quedaría reflejada en el libro de los Cabezasde Casa, llamado también: de lo Personal, o incluso, Vecin-

dario, al incluir, éste, una relación de cada vecino cabeza decasa, recogiendo su estado civil, edad, profesión, estamentoal que pertenece y demás extremos mencionados en la Ins-trucción, separando también aquí a seglares de eclesiásticos.Una vez realizada esta operación, continúa:“…Concluidos estos libros, se hará juntar el Ayuntamientoen paraje público, donde puedan concurrir los Vecinos quequisieren y volviendo a hacer notorio el Vando que se pu-blicó, se leerán del primero solamente en alta voz todas laspartidas, para que cada uno alegue lo que se le ofreciere, sitiene algún agravio, o si sabe que alguno tenga ocultadoparte de sus haciendas u otros haberes…Concluido de estaconformidad el todo de la Provincia, deberá el Intendenteformar los Estados, o Mapas…”

Estos Estados o Mapas, no son sino resúmenes cuantita-tivos de los datos del pueblo, como indica Camarero Bullón,6

recogidos en distintos libros encabezados por una letra; deellos, el Estado D agrupaba el número de medidas de tierraexistentes en el término, que dada la diversidad de éstas ypara unificar criterios, las medidas de superficie se piden envaras castellanas. El Estado E, por su parte, recoge el valor delos restantes bienes, como molinos harineros o de otro tipo,casas, corrales, hornos de diversas clases, tejeras, calderas deaguardiente, etc. El Estado F recogía el beneficio producidoen el ejercicio de la actividad profesional. El Estado G in-cluía a todos los varones de entre 18 y 60 años, pertenecien-tes al Estado General, y, por último, el Estado H que agrupabael número de cabezas de ganado de las distintas especies y las

6 CAMARERO BULLÓN, C. “La nota de valor de las clases de tierra y los estados locales del Catastro de Ensenada” CT Catastro nº 51, pp. 120-130. y CAMARERO BU-LLÓN, C. cit en n. 2, pp.146-149.

Motilleja. Original. Respuestas Generales. A.H.P.Albacete

Cuaderno del personalsecular y vecindario delBonillo A.H.P.

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colmenas. Todos los libros –excepto el Estado G,– se hicie-ron dobles, para legos y eclesiásticos. La Instrucción, con-cluye:“… A medida de que se concluyen los libros o Registros detodo lo que existiese en cada población y su Término, en laforma que queda expresado, dispondrá el Intendente, que sesaque una Copia integra de cada uno; y unos, y otros losguardará, hasta que se le prevenga el destino que se les de-berá dar, y lo que se deberá ejecutar…”

Las Respuestas Generales se depositaron, en un primermomento, en las Contadurías Principales de cada Capital deProvincia, junto con otros documentos del Catastro, teniendoen cuenta la división provincial de mediados del siglo XVIII,que, para la provincia de Albacete –creada con posteriori-dad,– supuso la pertenencia de sus actuales municipios a lasprovincias de Cuenca, La Mancha y Murcia. De estas Res-puestas Generales, se manda sacar por cada Contaduría, unacopia compulsada, conforme al original. Sin embargo, estascopias “…a la letra…” contienen diferencias palpables consus originales y cuando aparece una representación gráficadel término, como se ordena en la pregunta tercera de las res-puestas: “… qué territorio ocupa el término, cuánto de le-vante a poniente y del norte al sur, y cuanto decircunferencia, por horas, y leguas, qué linderos o confron-

taciones; y qué figura tiene, poniéndola al margen…” estaresulta sumamente simplificada. Un claro ejemplo de ello, eslo que ocurre con el municipio albaceteño de Motilleja, cuyotérmino viene representado en el margen de la tercera res-puesta, tanto en el original de las Respuestas Generales, queconserva el Archivo Histórico Provincial de Albacete, comoen la copia existente en el Archivo General de Simancas, quees donde, finalmente, acabaron todas las copias mandadas re-alizar.

Con los trabajos casi finalizados y cuando todo indicabaque, por fin, se llevaría a cabo la beneficiosa reforma, inex-plicablemente, ésta no se produjo, quizás debido a una suce-sión de acontecimientos muy próximos en el tiempo, comoapuntan algunos autores,7 que pudieron motivar su inviabili-dad en esos momentos; en cualquier caso, la considerable in-formación recogida quedó bien custodiada, –teniendo quelamentar algunas pérdidas y destrucciones posteriores– y suconsulta supone para cualquier interesado, la más amplia, va-riada y fiable visión del siglo XVIII en Castilla, debido a laminuciosidad y exactitud en la averiguación llevada a cabosobre vecindad, rentas, propiedades, agricultura, ganadería,artesanía, oficios y comercio de cada lugar.

En cuanto a las poblaciones que en la actualidad confor-man la provincia de Albacete, y que en el siglo XVIII for-maban parte de las provincias de Murcia, La Mancha yCuenca, el Archivo Histórico Provincial conserva el gruesode los libros de Respuestas Generales, pertenecientes a 59poblaciones más un descampado cercano a La Roda, com-plementados con otros volúmenes (Memoriales, Mapas, de

7 Para una visión completa y pormenorizada sobre estas causas, consultar: Camarero Bullón, C. “Informe del Consejo de Hacienda a Carlos III, sobre el Catastro de Ense-nada, 1779” CT Catastro, 2004. pp. 67-107.

Motilleja, según copia de Archivo General Simancas

Olmo deMontaña(Ulmus Glabra)Sierra del Segura.Foto: A. Matea

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lo Real, de Cabezas de Casa, etc.) relativos a algunas pobla-ciones concretas. Sin embargo, el hecho de la última divisiónterritorial y la posterior creación de la provincia de Albacete,con núcleos de población que originariamente formaron partede estas antiguas provincias, trajo consigo que una parte deestos fondos del Catastro de Ensenada permanezcan custo-diados en otros Archivos.8

PLANTACIÓN DE ÁRBOLES Y ESPECIES DEFRUTOS

Dentro de las respuestas expresadas por los pueblos a lascuarenta preguntas contenidas en el Interrogatorio, el estu-dio de algunas de ellas (referentes a montes, árboles, frutosy medidas de superficie) evidencian la gran diversidad pro-vincial que sobre estos aspectos concurría en tiempos de larealización del Catastro, en claro contraste con las transfor-maciones sufridas en el paisaje actual. Así, de lo que debió deser una gran masa de tierras montuosas, incultas, poco rotu-

radas, en las que predominaba el arbolado en sus distintas es-pecies autóctonas, que en multitud de ocasiones, las res-puestas encubren bajo el concepto de “montes”, 9 figurabanespecies tan diversas como carrascas, robles, fresnos, sabi-nas, enebros, alcornoques, madroños, acebos, avellanos, en-drinos, tejos, olmos, etc., cuya extensión se ha visto reducidaa las zonas más abruptas y elevadas.

Por lo general, éstas solían distinguir entre “monte alto”y “monte bajo,” especificando si estaba poblado de pino, ca-rrasca u otras especies; en otras, simplemente, detalla “mon-tes de pastos” o “tierras montuosas con matorrales”.

De la prohibición de roturar y desmontar estas tierras, sehace eco la respuesta del Bonillo:“… entre las zitadas tierras de pastos y dehesas propias deesta dicha villa hay una porcion de ellas que aunque son pro-pias de diversas personas de este pueblo, y otros, no produ-cen ni aprobechan para sembradura porque ademas decortisima sustancia de la mas ynferior calidad y que por ellojamas las an conocido cultivarse, se hallan mui enzepadas yapoderadas de Monte que sobre estar prohibido el rozarlasy desmontarlas nunca el sumo costo que en azer esto se tu-viera si se permitiese podia equibaler al corto producto quesembrandolas darian, lo que nunca se puede berificar por loque llevan expuesto, y solamente acaeciendo algun inzendiosucediera el sembrarse alguna parte de ellas porque lamayor porcion son tierras sobre montuosas mui quebra-das…”

Otra población albacetense, Montealegre del Castillo, res-pondería dentro de la misma pregunta: “…hay tierras de ma-torrales y Monte alto poblado de pinos…” descripción quenos cuesta creer, conociendo el paisaje actual, aunque, comonos dicen las Respuestas, no siempre fue así, pues sabemosque el “Cerro de los Santos,” famoso yacimiento ibérico si-tuado sobre un montículo cercano a la población, fue descu-bierto en 1830, a partir de la tala del bosque que lo cubría yla posterior acción erosiva de viento y agua.

Análisis faunísticos posteriores, realizados con parte delos materiales recogidos apuntan hacia un paisaje anteriormucho mas boscoso10.

De la respuesta a la sexta pregunta: “Si hay alguno plan-tío de árboles en las tierras que han declarado, como fru-tales, moreras, olivos, higueras, almendros, parras,algarrobos, etc.” Comprobamos cómo el olivar es el más ex-tendido entre las poblaciones de la provincia (62,7 %), ex-presando Tarazona de la Mancha, la cantidad exacta de losmismos, (26000 olivos). El Ballestero, sin embargo, mani-festaría “…no hay plantío alguno de árboles ni de otra es-pecie alguna…”, al igual que haría Fuentealbilla.

8 Estos fondos permanecieron en las antiguas Contadurías, posteriormente Delegaciones de Hacienda de las provincias originarias y de ahí pasaron a custodiarse en los A.H.P.correspondientes. El Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real, custodia distintos fondos albacetenses: Memoriales, Índices, Mapas, Interrogatorios, Libros de Personalde Legos y Eclesiásticos, de lo Real, de Casas y correspondencia variada relativa a municipios de Alcaraz, Ayna, Balazote, El Ballestero, Barrax, Bienservida, Elche de laSierra, Lezuza, Masegoso, Munera, Cilleruelo, Cotillas, Reolid, Riopar, Ossa de Montiel, Paterna de Madera, Peñas de S. Pedro, Bogarra, El Bonillo, Canaleja, Cepillo, Ro-bledo, Salobre, Solanilla, Vianos, Villapalacios, Villarrobledo, Villaverde de Guadalimar y Viveros.

9 García González, F. “Alcaraz según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada” Tabapress, 1994. nº 60. pág.49-50.10 Hornero del Castillo, E. “La cerámica gris en la Península Ibérica. El Cerro de los Santos, un Santuario Ibérico con cerámica gris” Albasit, nº 26. Albacete, 1990. pág.

171-205

Serbal de los Cazadores (Sorbus Aucuparia) Sierra del Segura. Foto: A. Matea

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Los árboles frutales, orientados al autoconsumo destacanpor su extraordinaria variedad, dándose ésta con mayor pre-dominio en las poblaciones de las sierras de Alcaraz y Se-gura, donde se detallan las especies; valga como ejemplo lasdistintas variedades del peral, recogidas en las poblacionesde Bienservida, Cotillas y Villapalacios (Pera de Santiago,de Buen Cristiano, de Bergamota, de San Miguel, de Vutardel Negro, de Riopar, de Agua, de Invierno), a los que hemosde añadir los frutos de Melocotonares, Higueras, Ciruelos,Granados, Membrillares, Cantuesos, Manzanos, Guindos,Duraznos,11 Selvares,12 Nogales, Maquillos (Manzano sil-vestre), Endrinos, Almendros, Pumares (variedad de man-zano), Toronjos (Pomelo), Cerezos, Albaricoqueros,

Limoneros, Naranjos, Parras…, algunas de estas especiessólo se desarrollarían en zonas orientales de la provincia, conclimas más propicios.

Otras poblaciones sin embargo, declaran la existencia de“frutales” sin llegar a especificar variedades; no ocurre lomismo cuando se trata del árbol de la Morera, al ser éste unode los árboles sobre los que se demanda información precisaen la pregunta. Su importancia viene dada por la utilizaciónde la hoja como alimento del gusano productor de seda, cuyacría contaba con una larga tradición que se remonta al sigloXVI, en determinadas comarcas de la provincia (Sierra delSegura, ribera del Júcar) y que en el siglo XVIII, ocuparía lamáxima extensión en los términos de las poblaciones de lo

11 Fruto de carne adherida fuertemente al hueso o de piel muy dura. No está bien delimitado el uso de este nombre. En unos sitios llaman así a los melocotones; en otros, a losalbaricoques; también se aplica a alguna variedad determinada de una u otra de estas frutas.

12 Árbol rosáceo que produce las selvas, semejantes a una pera pequeña de color amarillo y rojo, comestible, aunque no recién cogida que es áspera y ácida.

Mapa de El Bonillo (1752). Catastro de Ensenada. Archivo Histórico Provincial de Albacete

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que en el futuro sería la provincia de Albacete, gracias, entreotras causas, a la gran demanda de seda en ciudades comoMurcia y Valencia.

Las respuestas facilitadas sobre la undécima pregunta:“Que especies de frutos se cogen en el término”, tambiénson reveladoras de esta diversidad. En una economía de sub-sistencia, donde persisten los sistemas tradicionales de cul-tivo, con rotación de los mismos según las calidades de lastierras, éstas, se dedicaban, principalmente, al cultivo de ce-reales en todas sus variedades (trigo, cebada, centeno, avena,escaña), con cosechas casi siempre escasas, por lo que se re-curría –siempre que era posible– a diversificar las especies

cultivadas para poder completar el sustento, reservando, ha-bitualmente, las pocas tierras de regadío disponibles, para lasiembra de hortaliza de diversas clases, u otro tipo de labo-res, cuando se reunían las condiciones idóneas, como ocurríacon el cultivo de arroz en Hellín y Férez.

Otra de las especies cuya plantación se hallaba muy ex-tendida, era el cáñamo –hoy desaparecido–, que en el siglo

XVIII, era considerado como una de las materias primas tex-tiles básicas, siendo indispensable su utilización en la fabri-cación de todo tipo de aparejos para las embarcaciones,además de otros usos (velas, cordaje de diferente grosores,redes, costales, alforjas, bramantes…) ampliándose éstos,cuando se logró la obtención de un acabado en el hilo sus-ceptible de poder ser tejido.

Todo se aprovechaba tras la recolección de esta planta,desde la cañamiza sobrante utilizada como combustible,hasta las semillas, de las que se extraía un aceite secante uti-lizado para el alumbrado y en la fabricación de jabón, siendoapto al mismo tiempo, como alimento para el ganado. La ob-tención de esta fibra viene recogida en el 59,3 % de las Res-puestas Generales relativas a la provincia de Albacete.

Pero, sin duda, el cultivo más extendido fue el Azafrán,(cultivado en el 64, 4% de las poblaciones de las que se con-servan las Respuestas Generales) en franco retroceso hastael día de hoy en que su cultivo es prácticamente testimonial,aunque con actuaciones tendentes a su recuperación.

Hubo especies cuyo cultivo en la provincia es residual,pues, solamente se producía en una población; este es el casode Ontur, donde se obtenía Barrilla, planta que se daba es-pontánea en zonas salitrosas pero que también se cultivabapara la extracción una vez quemada, de sosa (carbonato só-dico) que se empleaba en la elaboración de jabones y en lasindustrias de vidrio y papel. Del mismo modo, en Tarazona,se cultivó Zumaque, arbusto empleado como curtiente de-bido a la gran cantidad de tanino que contiene.

MEDIDAS DE TIERRAEsta pluralidad a la que aludimos, adquiere su máxima di-

mensión en las respuestas dadas a la novena pregunta: “Deque medidas de tierra se usa en aquel pueblo. De cuantospasos o varas castellanas en cuadro se compone…” de todoello, nos ofrece un claro ejemplo los innumerables intentosrealizados para tratar de unificar las unidades de medida,cuyos orígenes algunos autores13 establecen en las ordenan-zas de Alfonso X el Sabio, en 1261.

Madeja de Cáñamo

Granado. Sierra del Segura. Foto A. Matea

Extensión del Moreral en la provincia de Albacete,según las Respuestas Generales del Catastro deEnsenada

13 TEN ROS, A.E. “La metrología castellana en el siglo XVIII” Historia de la Ciencia y la Técnica en la Corona de Castilla, Vol. IV. Pp. 403-416; BRINGAS GUTIÉRREZ,M.A. “El Catastro de Ensenada y la metrología castellana del siglo XVIII” CT Catastro nº 53.

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En este sentido, a mediados del siglo XVIII, la realidadde la situación metrológica oficial era la siguiente: Por unlado, se comprueba por parte del respetado marino JorgeJuan, la diversidad entre los diversos patrones existentes dela “vara castellana” conservados en distintas ciudades cas-tellanas (Burgos, Ávila, Madrid…) por otro, la confusión es-tablecida en estamentos como Ejército y Marina, donde eraobligado expresar las dimensiones de todas las construccio-nes que de ellos dependían (planos, cañones, barcos, alma-cenes…) en una medida de origen francés, la Toesa, que seaplicaba o retiraba al socaire de las influencias políticas delmomento. Por tanto, la diversidad en las prácticas metroló-

gicas era patente, siendo en las medidas de superficie en par-ticular, donde se apreciaban mayores variaciones de unpueblo a otro, a veces colindantes.

Existía conciencia de esta pluralidad como se observa enel propio texto de la pregunta, por lo que los pasos se orien-taron hacia la conversión de todas ellas a una sola medida enteoría oficial, la “vara castellana”, cuyo cumplimiento ade-más, era fundamental para la realización de un documentoesencial del Catastro, la llamada “nota de valor de las clasesde tierra” que serviría de plantilla, aplicándose ésta para ob-tener el valor anual medio del producto de las tierras; estevalor se pidió expresado en “reales de vellón”.

Los nombres de las medidas agrarias aparecidas en lasoperaciones catastrales sobre los pueblos albaceteños, -sinincluir la totalidad del territorio- no es muy amplio pero, esaaparente simplicidad encubre en multitud de ocasiones bajoun mismo nombre, valores de muy diversa cuantía; un fielejemplo de ello es el caso de la fanega,14 medida que apareceen mayor número de ocasiones como podemos observar enlas tablas que incluimos.

Fundamentalmente, había dos tipos de fanega: una era lade “puño sembrar” basada en la cantidad de grano empleado,por lo general trigo, y que podemos definir como la superfi-cie de tierra necesaria para sembrar una fanega de grano; todo

ello hacía que esta superficie variara en función de la calidadde la tierra. Este modelo de fanega aparece en seis respues-tas que no declaran su superficie; en el resto de ocasiones enque la medida expresada se refiere a la fanega, su valor vieneexpresado en “varas castellanas” siendo muy dispares entresí, oscilando sus dimensiones desde las 3481 varas, hasta las12500 varas cuadradas castellanas. Su denominación en lasRespuestas es muy variada, “fanega” “fanega Apeo Real”“fanega medida Real” “fanega o cuerda” y parecen basa-das en patrones longitudinales sin aparente relación con lascalidades de las tierras.

Otra medida muy extendida (esta en 26 ocasiones) es el“almud”15 que también viene recogida con diferentes expre-siones “Almud según Pote de Ávila”16 “Almud de ApeoReal” “Almud de Marco Real” “Almud de Apeo Trigal”“Almud en heredades de Sierra, dos un Jornal”, algunas deellas en clara referencia al patrón seguido, manifestando asi-mismo un amplio espectro en cuanto a las dimensiones quefluctúan desde las 1625 varas, hasta las 5725 varas cuadradascastellanas.

También se detalla otra medida, ésta en cinco ocasiones,con la peculiaridad de mantener en todas las poblaciones losmismos valores: 1600 varas castellanas. Nos referimos a la“Taulla” medida propia de vega y regadío, aunque aquí tam-bién incluye la plantación de viña (de cabida, 256 cepas). Noes coincidencia que las poblaciones que usaban de esta me-dida pertenecieran a la antigua provincia de Murcia. En al-guna ocasión, la taulla también se ha usado para medircultivos de secano, –aunque no es el caso de Albacete, quepara estos casos utiliza la fanega y el almud– cambiando en-tonces de valor porque una taulla de secano necesita más su-perficie para producir la misma cantidad, que una de regadío.

Dos nuevas referencias nos acercan a otra medida, se tratadel “Jornal o Cavallería” al que se refiere la población deAlmansa, con una superficie declarada de 9600 varas caste-llanas, ligeramente menor a la medida que menciona la po-blación de Caudete, –colindante con Almansa– que alcanzalas 10000 varas castellanas en cuadro, y que denomina “Jor-nal de a zien pasos por cada cara en quadro cada uno”

Son varias las poblaciones que como Valdeganga, decla-ran: “… que en este dicho lugar no se ha usado en tiempo al-guno de medida de tierra, por hacerse a ojo de peritoscuando se compra alguna pero que habiendo pasado a me-dida un almud de cada calidad, han encontrado que el deprimera se compone de mil ciento y diez y seis varas en qua-dro; el de segunda mil quinientas y sesenta, el de tercera, dosmil y seiscientas; el de quarta, tres mil y doscientas…” estoes así, como explicábamos anteriormente porque, a peor ca-lidad de tierra, es necesaria mayor superficie para producirla misma cantidad de grano.

14 Medida de capacidad de áridos, subdividida en dos almudes o doce celemines.15 Medida de capacidad para áridos, aún utilizada; corresponde a media fanega. También se empleaba para medir superficies, correspondiendo a ésta l extensión de campo en

que cabe media fanega de sembradura.16 Patrón impuesto por Juan II en 1436, como unidad de capacidad legal y obligatoria en toda Castilla. “Que face doce celemines”

Real de vellón (aleación de cobre y plata) que en la época valía 24 maravedíes

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Otras localidades mencionan la cuerda17 como medida, ensemejanza con la fanega, pues ambas son aludidas indistin-tamente en algunas respuestas, mostrándonos para éstas, dosvalores correspondientes en unos casos a “cien varas caste-llanas en quadro” que harían diez mil varas cuadradas cas-tellanas y en otros casos, “… la acostumbrada en el Campode Calatrava…” como nos relata Riopar “… en este territo-rio nunca se a usado de medida alguna por las tierras ni sea oido de semejante arte asta la práctica de estas diligen-cias, que se a pasado por la acostumbrada en el Campo deCalatrava en la provincia de la Mancha que consiste en 96varas castellanas en quadro y que en esta atención solo paracualesquier apeo se valen los declarantes de la experienciaa la extensión de la semilla…”

Por otra parte, Villarrobledo, será la única población dela provincia que proporcionará el valor de la Cuerda en es-tadales.18

Ante esta diversidad metrológica, se hacía necesaria suunificación lo que no podía acarrear sino ventajas; intentos eneste sentido los hubo y continuarían produciéndose durantelargo tiempo (Decreto de unificación de pesas y medidas de1801; implantación del sistema métrico decimal en 1849)hasta llegar a la generalización en el uso del sistema métricodecimal, comenzado ya el siglo XX.

Hasta aquí, este particular enfoque de algunos aspectosconcretos del territorio albacetense, en base a los datos que sedesprenden de las respuestas proporcionadas por pobladoresde estas tierras, en el marco de un proceso catastral, que sibien despertó suspicacias y generó falsedad y ocultación enalgunas de las declaraciones, la información derivada deestas, comprobada y verificada, –concienzudamente en al-gunos casos– representa la mejor radiografía del siglo XVIIIespañol y nos sumerge en una visión, un tanto idílica de esteterritorio en el que abundarían montes y dehesas, –tan esca-sos actualmente– y donde la diversidad, forzosamente, eraparte necesaria de aquel modo de vida en el que nuestros an-tepasados desarrollaron sus actividades.

Pedro José Jaén SánchezLcdo. en Geografía e Historia

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17 Medida de superficie agraria equivalente a una fanega, o algo más, de sembradura.18 Medida superficial o agraria que tiene 16 varas cuadradas. Como medida de longitud, su equivalencia era de 3 m. y 334 mm.

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ANEXO I

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ANEXO II

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ANEXO III

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ANEXO IV

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El levantamiento del pueblo de Madrid, a comienzos demayo de 1808, fue conocido inmediatamente en todas laspoblaciones de la geografía española, entre las que yacundían numerosos recelos y desconfianzas sobre el com-portamiento del “aliado francés”. En muchos puntos, elpueblo llano en su mayor parte, había comenzado ya tomarposturas contra el ejército napoleónico al grito de “al arma,al arma”, que se fueron generalizando tras la declaración deguerra al Emperador por los alcaldes de Móstoles, pero, sobretodo, al saberse las noticia de los acontecimientos de laentrevista que se estaba desarrollando en Bayona entre lafamilia real española y Napoleón.Ambos hechos actuaroncon un gran efecto multiplicador sobre el nervio patrióticodel pueblo. La situación llego a ser tan preocupante, que lacolaboracionista Junta de Gobierno que había dejadoFernando VII antes de marcharse a Francia, amenazó contomar represalias contra todos aquellos que secundasen lainsurrección. En este sentido fueron numerosos los impresoseditados llamando a la calma y a guardar respeto y dejar elpaso franco al ejército imperial. La desobediencia y elincumplimiento de aquellas órdenes podía castigarse hastacon la pena de muerte.

A pesar de que se pusieron en juego toda clase de mediosrepresivos,el levantamiento fue creciendo en toda España,hasta generalizarse ya a lo largo de la última semana del mesde mayo, días en los que se alzaron la mayoría de lasciudades que estaban libres de la ocupación francesa.

No parece que en Albacete se dieran movimientos deimportancia, hasta que no se recibió una orden impresa de laAudiencia de Granada, a cuya jurisdicción estaba sujeta la

villa, fechada el día 1 de junio, en la que se comunicaba queera preciso tomar posturas por la defensa de la legitimidadde la monarquía de Fernando VII. Así las cosas, a mediadosdel mes, la Junta de defensa y gobierno formada en Albacetele informaba a Murcia, su cabeza de partido que: “Losmoradores de este pueblo fueron los primeros que en Castillala Nueva manifestaron su celo por la Religión, por la Patria,y por nuestro amado soberano Fernando séptimo y…descubrieron varias noticias, con las que fustraron lasperbersas intenciones de nuestros enemigos los franceses…,afirmación que parece no poder manenerse.

Una vez decidido el gobierno municipal por la causa deFernando, y jurado lealtad a su persona, se levantó una Juntade defensa y gobierno, como en la mayoría de las poblacionesespañolas se venía haciendo. Para la defensa del término,dicha Junta pidió permiso a la Junta Suprema de Murcia paracrear un regimiento que llevaría el nombre de “ALBA-CETE”, que estaría bajo las órdenes de un capitan retiradollamado Don Pedro de la Mota. Seguramente esta decisiónhabría que embridarla con el movimiento de tropas francesasque a principios del mes de junio había salido de Madrid parasofocar la sublevación de Valencia, y podía presentarse enlas inmediaciones en cualquier momento. Tendremos que

El verano de1808.EL MARISCAL MONCEY enALBACETE

La Junta de Gobierno amenazó con tomar represalias contra los intentos delevantamiento

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retener este detalle para sincronizarlo con los aconte-cimientos que se estaban produciendo en el lado francés.

Según se fue generalizandolos levantamientos, Murat,desde la Corte, trató de abortarlos enviando, entre otros, ados cuerpos de ejército, uno hacia Andalucía, al mando deDupont, y otro a tomar Valencia, al mando del MariscalMoncey, desde donde pretendía sofocar las revueltas delLevante español.

Moncey salió de Madrid hacia su destino la primerasemana de junio. Para hacer su camino el militar francés teniados opciones, o bien marchar por el camino real queatravesaba Las Cabrillas y el río Cabriel, ruta que presentabagrandes didficultades al avance de las tropas; o bien hacerlopor el camino real que pasaba de la Corte a Valencia, pasandoAlbacete y Almansa, con toda seguridad el más adecuado.Contra todo pronóstico eligió el primero, seguramentetratando de evitar a los ejércitos de Valencia y Murcia queestaban apostados en las inmediaciones de Almansa, endefensa de sus provincias. Habiendo ocupado Motilla delPalancar, el 19 de junio, preguntó cual era la ruta que debíatomar para llegar a Albacete1, con la consiguiente alarmaentre los pueblos que se encontraban a su paso, especiamenteentre el vecindario de este último, que buena parte de él tomóla decisión de abandonar la villa para buscar refugio tras lasmurallas de Chinchilla, o en los caseríos apartados de lasafueras.

Como es sabido, al no poder someter a Valencia, graciasa la valiente y tenaz defensa que hicieron de ella sus vecinos,el militar francés tomó la decisión de abandonar su empeñoy regresar a Madrid, aunque esta vez si que lo haría por elcamino real que pasaba por Albacete.

Moncey hizo su entrada en nuestra villa, el día 6 de juliode 1808, donde se enteró que una fuerza armada, al mando degeneral Frere, venía a su encuentro, pues en Madrid nada sesabía de los resultados de su expedición a la ciudad del Turiay Murat pensó que era conveniente enviarle refuerzos. Trasocupar y saquear Albacete durante los tres días quepermaneció en ella, el francés intentó ponerse en comu-nicación con las tropas auxiliares de Frere. Lo hizo medianteel párroco de San Juan, Don José Escámez, seguramente unclérigo afrancesado, que, a su vez, se sirvió del paisano JoséJareño como emisario.

Será la carta de Moncey a su compañero de armas, quepor aquellos tenía a sus tropas acampadas en San Clemente,la que nos informará del resultado de su acción en tierras le-vantinas, pues el mensajero fue detenido y registrado minu-ciosamente por un campesino de Mahora, cuando intentabapasar hacia Iniesta por el barco de Los Frailes, en el Júcar. Elpaisano envió inmediatamente la carta al corregidor de Jor-quera3, que lo tradujo al español y lo puso a disposición delconde de Cervellón, general en jefe de las tropas valencia-nas, y de Don Pedro González Llamas, de las murcianas, queestaban acantonados entre Almansa, Bonete y Chinchilla.Decía sí:

“Quartel General de Alvazete, 6 de julio de 1808.

Señor General: He sabido a mí llegada a esta villa que uncuerpo de tropas francesas que ha pasado por San Clementemarchó a Iniesta de donde ha tomado la dirección a Re-quena. Esta división me parece destinada a obrar de con-cierto con la que está a mis órdenes. Yo devo daros algunasnoticias que os ilustren y os figen sobre las disposiciones queos pudiese parecer conveniente tomar.El día 21 forzé el paso del puente y puerto de Pajazo, y tométres cañones. El 24 dejando la villa de Requena a mi derechame dirigí con rapidez a las Cabrillas donde los insurgentesestavanfuertemente atrincherados. Fueron allí también batidos y meabandonaron dos cañones. El 27, hallándome a legua ymedia de Valencia tube que combatir la masa de los insur-gentes; les tomé cinco cañones y les obligué a encerrarsedentro de sus murallas. El 28 hize fuego de cañón contra laciudad, pero hallándome con pocas fuerzas, no teniendo sinomuy pocas municiones, ni habiendo adquirido de la división

1 Mateos y Sotos. Rafael. Monografías de Historia de Albacete. Diputación de Albacete. 1977.2 J.Fournier y J. Manenti. Autores de la recopilación de datos sobre el Mariscal. Le Marechal Moncey: 1754-1842. Paris 1.986. Asociación de Sauvergade a la memorie du

Marechal Moncey. Grabado perteneciente a los fondos del Museo de Louvre.3 Almendros Toledo J. M. Jorquera en la Guerra de la Independencia. Bandos, órdenes y proclamas: literatura de resistencia.. Instituto de Estudios Albacetenses “Don

Juan Manuel”. Albacete 2008.

El mariscal de campo Moncey, Bon Adrien Jannot, Duque de Conegliano2

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Chabrám, sino noticias que me han hecho creer que no hapasado de Tortosa, me decidí a retirarme por el camino realcon dirección a Almansa y Albazete, a fin de restablecer mismedios de comunicación con Castilla y Madrid. El 1º de julioa mi llegada a Alzira supe que había sido cortado el puente;el vado estaba defendido por quatro o cinco mil hombres, losdispersamos y les tomamos dos cañones de a doze que leshabían servido para defender el paso del Júcar en el desfi-ladero que cubría a Almansa, cuya posición habían tomado.Si es cierto que hay un cuerpo de tropas francesas en caminopara Requena os exorto, Señor General, que os retiréis alinstante a San Clemente poniéndoos en comunicación con-migo lo más pronto que sea posible. Tengo el honor de salu-daros con una consideración muy distinguida. El MariscalMoney.

En posdata se lee.- Me haseguran que las tropas citadasmarchan bajo las órdenes del General Frère. Si hay algunasnoticias de un cuerpo de tropas que se dice están en caminohacia Cuenca, le ruego que me de noticias y que se reúna élmismo conmigo con celeridad porque hay que tomar nuebasdisposiciones.

Pasaporte.- Dejar pasar libremente al español conductor delpresente a quien yo he encargado de una misión particulartanto a la ida como a la vuelta. Albacete 6 de julio de 1808.El Mariscal del Imperio, Comandante en Xefe del cuerpo deobservación de la Costa del Océano. Moncey.

Sobre el pliego principal.- A monsieur el General Coman-dante de la Tropa Francesa que está camino de Requena.

Sobre de la carta del cura de Albacete.- A Don Pedro OrtizPresbítero de la villa de Iniesta.

Carta inclusa bajo el sobre anterior. Albazete y julio 6 de1808. Mi estimado condiscípulo: espero me digas e contes-tación a ésta si ha salido de esa villa para la de Requena, ladivisión de San Clemente, como igualmente quál es su di-rección pues las noticias son tan superficiales que no pode-mos fixarnos en ellas. Pásalo bien con tu familia y manda atu afectísimo condiscípulo. Escamez. Señor Don PedroOrtiz”.

Bien, volviendo nuestros pasos unos días atrás, diremosque ante la amenaza de invasión que les venía encima, el pa-triciado local albacetense tuvo que interrumpir sus proyec-tos de formar y pertrechar aquel regimiento que, como serecordará, el corregimiento de Murcia, y cabeza de partido,les había autorizado a crear, para la defensa de la villa, en lasegunda mitad del mes de junio, y del que ya hemos habladoanteriormente. Después de salir Moncey de Albacete aquellosvecinos que habían abandonado la villa ante la amenaza quese les venía encima regresaron a sus hogares y la Junta de de-fensa local decidió retomar el proyecto de uniformar y armarun regimiento local, aunque, claro está, la situación del mo-mento no era la del principio, debido al pillaje al que habíansometido los imperiales a la villa. Así se justificaban las au-toridades locales ante Murcia, “…no poder siquiera costearel uniforme… pues en el día se hallan imposibilitados, me-diante la indigencia y miseria a que los a dejado reducidosel saqueo de los malvados franceses de la división de Mon-cey en su entrada y permanencia en esta villa”.

Sin embargo, estaban dispuestos “a costear las banderas,(del regimiento), que llevará en un lado la efigie de MaríaSantísima de los Llanos, y por el otro las armas Reales y unainscripción que dirá: Albacete y su distrito por el Señor ReyDon Fernando Séptimo, y en los ángulos “Vencer o morir”4

Detalle de la notificación de la Junta de defensa a la de Murcia, comunicándole el diseño elegido para la bandera del regimiento “Albacete”

4 Archivo Histórico Provincial. Municipios Albacete. Notificación de la Junta de defensa de Albacete a la Junta Suprema de Murcia. 11 de agosto de 1808. Legajo 364. Caja225.

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El profesor Luis Guillermo García- Saúco Beléndez, ensu apartado “Milicia y Guerras”, destinado al catálogo AL-BACETE EN SU HISTORIA5, incluye una reproducción dela mencionada bandera, y de dicho trabajo la recogemos.

La acción de Moncey trajo también consecuencias en lasrelaciones entre Albacete y Jorquera, ya que la Junta de laprimera, por medio de su corregidor y la de Don Pedro de laMota, ante la posibilidad de que el ejército de Frere, acanto-nado en las inmediaciones de San Clemente pudiera tomar elmismo camino, es decir, atravesando el Júcar, para encon-trase con el mariscal Moncey, pidieron a su vecina que des-truyera los numerosos puentes existentes en su jurisdicción,cosa que en principio se negaron a hacer ya que podría su-poner un obstáculo para el ejército español, si bien, final-mente, ante la grave situación por la que pasaba la comarca,y por razones de buena vecindad, los jorqueranos aceptaron.

Pasado el peligro, las autoridades municipales albaceten-ses se negaron a participar en los gastos del levantamientode los mencionados puentes, lo que trajo consigo un broncoenfrentamiento entre ambas villas.

Los puentes no se levantarían hasta después de la derrotadel ejército del duque del Infantado en Uclés, puesto que tu-vieron que reconstruirse para que el ejército disperso, y es-pecialmente la caballería, pudieran pasar en su huída haciaMurcia. Como consecuencia de aquel desastroso encuentropara las tropas españolas, tuvo que improvisarse un hospitalmilitar en Jorquera, que por resultar insuficiente, se tuvieronque levantar otros dos en Chinchilla y Albacete, para alojara los enfermos y heridos. Pero, estos hechos, aunque su puntode partida tengan su origen en los acontecimientos ocurridosen el verano de 1808, exceden en el tiempo a nuestro propó-sito.

José Manuel Almendros ToledoInstituto de Estudios Albacetenses

“Don Juan Manuel”

Impreso de la Junta de Murcia pidiendo vendajes y pertrechos para losheridos y enfermos alojados en Albacete y Chinchilla

5 V.V.A.A. Albacete en su Historia. Museo de Albacete. 1991.

Bandera del Regimiento “Albacete”

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El Monumento aSATURNINOLÓPEZ,en el Parque deAbelardo Sánchezde Albacete, obra deIgnacio PinazoLa estatuaria en una ciudad nos da la dimensión de su his-toria y pone en relieve a las personas y a los hechos singula-res, lamentablemente en Albacete es escasa la presencia detestimonios escultóricos; de ahí la importancia de conservarlo poco que tenemos.

El monumento-homenaje urbano más importante desde elpunto de vista artístico de Albacete, es el dedicado a Satur-nino López; realizado por el escultor Ignacio Pinazo Martí-nez (1.883 – 1.970) y que se mantiene en el mismo lugar enel que se levantó: el parque de Abelardo Sánchez.

Saturnino López Villanueva nace en Albacete el día 11 defebrero de 1.832 y fallece el 21 de junio de 1.912. Este ilus-tre albacetense dedicó su vida a mejorar la de sus paisanos.Fue concejal en más de una ocasión, donó terrenos para cons-truir escuelas pero sobre todo cedió el agua desde sus tierrasen los Ojos de San Jorge a la ciudad de Albacete, mejorandola salubridad. De la importancia de este hecho escribe Joa-quín Quijada Valdivieso en su libro Albacete el en siglo XXy en su capítulo primero lo siguiente: “Con Letras de Orohabrá de escribirse en la historia de Albacete la fecha del 15de abril de 1.905. Al apretar S. M. el rey Don Alfonso XIII elbotón eléctrico colocado en el balcón central de la casa Ayun-tamiento y surtir el agua en la fuente de la Plaza del Alto-zano, se realizó el hecho mas grande y de mayor importanciapara la vida local de cuantos han tenido lugar durante mu-chos siglos”.

Para perpetuar la generosidad y la ejemplaridad de Satur-nino López, se acordó desde el Ayuntamiento y por inicia-tiva del concejal Joaquín Hortelano, la constitución de unacomisión para realizar el monumento por suscripción popu-lar, que recordará en el tiempo a tan importante filántropo.

El proyecto y su boceto fue encargado en 1.919 al escul-tor valenciano Ignacio Pinazo, entonces en Albacete, con uncosto de 12.000 pesetas. El tiempo transcurrió y no fue posi-ble hacerlo realidad hasta el 1.931; luego de modificar elautor el proyecto para ajustar el precio.

Para estimular la colaboración de los ciudadanos y recau-dar fondos se insertan estos recuadros en un artículo del se-manario Eco del Pueblo el 20 de diciembre de 1.930

Albacetenses:Recordar, que a la generosidad de

nuestro ilustre paisano Don SaturninoLópez, se debió el venero de lasalubridad de nuestra población.

Contribuid con vuestro entusiasmo ala obra de perpetuación de la memoriadel gran filántropo.

Correligionarios:La figura del insigne republicano

Don Saturnino López, es modelo a

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imitar por todos nosotros.Exteriorizar vuestra admiración haciaaquel gran ciudadano prestando apoyoa la empresa que nos proponemos realizar.

Del resultado de esta y otras gestiones se obtiene el di-nero suficiente para acometer esta empresa, no sin algunasdificultades según consta en el Archivo del Ayuntamiento deAlbacete, en cartas y documentos. Estas cartas tienen interéspor estar manuscritas. Unas son del propio Ignacio Pinazo,solicita al alcalde Virgilio Martínez Gutiérrez dinero parapagar a la fundición y a distintos artesanos que intervienen enla obra; otra del Gobernador Arturo Cortés al Alcalde indi-cándole que atienda al Sr. Pinazo en su petición. Existe tam-bién en el mismo expediente una relación de personas yentidades que han contribuido a la suscripción pro monu-mento. Encabeza la lista José María Blanc Rodríguez, Anto-nio Gotor Cuartero, Nicolás Belmonte y otras personas muysignificadas en la ciudad, entidades como: el Casino Primi-tivo, Colegio de Abogados, Círculo Republicano, el Ayunta-miento, Escuela Normal de Maestras... El 31 de Julio de1.931 se entrega la suma de 4.462,75 pesetas al escultor Ig-nacio Pinazo. Una vez más, los ciudadanos, con su generosi-dad hicieron posible saldar la deuda que la ciudad tenía conSaturnino López.

El lugar elegido para situar el monumento –después dedesestimar otros- fue en un lateral del paseo central del Par-que de Canalejas, hoy de Abelardo Sánchez.

El monumento está formado por un busto de SaturninoLópez sobre pedestal alto de base rectangular y levementedespuntado para producir efecto de esbeltez, otro bajo y de-lante que soporta una figura desnuda de una niña sosteniendoun recipiente que vierte agua sobre una concha y en su ladoizquierdo unos libros. Esta alegoría está titulada por su autor“La Enseñanza”. Las dos figuras son de bronce, los pedesta-les y basas de mármol. El conjunto del monumento es armo-nioso y de gran calidad plástica, como toda la obra de IgnacioPinazo, unos de los escultores mas importantes de su tiempo.

La inauguración se produjo al finalizar la feria del año de1.931, el 15 de septiembre siendo alcalde de la ciudad Virgi-lio Martínez Gutiérrez.

El escultor Ignacio Pinazo Martínez, nace en Valencia el30 de abril de 1.883, es hijo del prestigioso pintor valencianoIgnacio Pinazo Camarlench y hermano del también pintorJosé unos años mayor que él.

A la edad de 9 años empezó su formación artística – apartede la recibida por su padre – en la Escuela de San Carlos deValencia. Sus dotes para la lírica lo alejan unos años de laplástica; después de esta experiencia regresa a sus estudios ala Escuela de San Carlos.

Con su obra del “Grabador Esteve” y con la edad de 20años gana una beca para estudiar en Roma, concedida por laDiputación Provincial de Valencia. De su estancia durante 3años en Italia adquiere una profunda formación que estarápresente a lo largo de toda su obra época que aprovecha tam-bién para tomar clases de música y canto, su otra gran afi-ción.

En 1.907 se traslada a Paris, toma residencia y estudio enMontmatre, lugar donde residían muchos artistas, siendo cen-tro de la vanguardia.

Viaja a Buenos Aires, La Habana, Méjico y Nueva York.,regresa en 1.912.

Ignacio Pinazo llega a Albacete en 1.917, en plena juven-tud, para ejercer la docencia, después de aprobar las oposi-ciones como profesor de dibujo de Escuelas Normales. Seintegra en la sociedad local con gran facilidad participandoactivamente en la vida artística y cultural. Albacete tienesuerte de contar con esta persona durante 18 años, que poseeuna gran formación artística, cultural y humana.

En repetidas ocasiones actúa como conferenciante congran éxito, ilustra revistas, expone en el Círculo de BellasArtes, pero sobre todo deja una obra escultórica muy intere-sante, aunque no toda se ha conservado.

Además del monumento a Saturnino López, tiene espe-cial interés su colaboración con el arquitecto Julio CarrileroPrat, al integrar la escultura tanto en la fachada como en el in-terior, rematando y presidiendo la fachada –de rotunda traza–en el edificio del Colegio Notarial, está colocada una estatuacon los ojos vendados y apoyados los brazos en una espadaque simboliza la Fe. Se conserva en el interior una deliciosafigura en bronce que sirvió de boceto para la de la fachada.

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También obras de Ignacio Pinazo son los 5 relieves quecubren en su totalidad la parte alta de los paramentos latera-les del salón de actos, con temas alusivos a la función nota-rial.

Dos bustos hizo de Antonio Gotor Cuartero, una está co-locado en la fachada de la casa donde vivió en la Plaza del Al-tozano, otro se conserva en el Museo de Albacete.

Otro relieve en mármol se encuentra en el cementerio cu-briendo unos nichos, con el tema un ángel.

Una imagen de la Virgen de los Llanos –con destino a laIglesia de la Purísima– está desaparecida. El Cristo de la Mi-sericordia – polémico en su día – fue destruido.

De su estudio, situado en la Plaza del Altozano, debieronsalir mucha mas obra con distintos destinos.

Ignacio Pinazo durante el tiempo que permaneció en Al-bacete, realizando su labor pedagógica, lo compartió con suquehacer artístico. Expuso obras en Venecia, París, Londres,Toronto, Burdeos, Argentina, Norte América…

Ostentó cargos y distinciones. La Dirección General deBellas Artes lo nombra colaborador del Comité Francés conrelación a las obras que proceden del Museo de Luxemburgo.Fue secretario en la exposición de Arte Español en París y sele concede la Legión de Honor. Se le nombró Socio de Honordel Círculo de Bellas Artes de Madrid. Fue profesor de la Es-cuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid.Nombrado en 1.927 académico correspondiente de la Realde San Fernando. Se le concedió la Encomienda de AlfonsoX El Sabio.

Después de su estancia en Albacete se traslada a Madridy ejerce como profesor numerario de la Escuela de Artes yOficios. Obtiene la Primera Medalla en la Exposición Na-cional, ya en el año 1.948.

Por último también será nombrado Académico de Númerode San Carlos de Valencia.

Su vida fue intensa y su obra extensa, variada y de cali-dad.

Murió en su tierra valenciana el 10 de octubre de 1.970 alos 87 años de edad.

Hace un tiempo, la figura de la niña, alegoría del agua yde la enseñanza, que es parte importante del monumento aSaturnino López, desapareció de su lugar, no obstante el 26de marzo de 2.008, en uno de los últimos actos de ManuelPérez Castell - antes de dejar la alcaldía de la ciudad – se re-puso en su pedestal, quedando completo el monumento.

Este acto municipal enlaza con aquel deseo popular designificar y perpetuar a un hombre y su obra.

Godofredo Giménez EsparciaInstituto de Estudios Albacetenses

“Don Juan Manuel”

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TEMAS DE ALBACETE Y PROVINCIA: OPINIÓN

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NUES

TROS

PUE

BLOS EL SALOBRE y REOLID

dos pueblos “sin historia”

atrevido a abordar esta empresa. Son demasiado es-casas y demasiado oscuras las fuentes disponibles -y demasiado poco el tiempo que he podido emplearen buscar las que existen, cosa que en el futuro es-pero remediar- como para hilvanar un relato cohe-rente del pasado de unas poblaciones que nuncadestacaron por su gran importancia militar o econó-mica, y que por consiguiente no atrajeron la ambi-ción de los grandes, que suelen escribir oprotagonizar las historias al uso. Pero por eso mismoquizá valga la pena, sin esperar a más, pues tiempohabrá después para rectificar lo que sea preciso, or-denar los escasos y escurridizos datos que he podidoencontrar, aunque puedan quedar deslavazados, yadelantar lo poco que puedo decir hoy sobre aquellospaisanos que, sin tener “Historia” -ellos son los au-ténticos “cocineros de César” del poema de Brecht-la hicieron día a día, con su anónimo esfuerzo. Hom-bres, por eso mismo, más representativos de la au-téntica Historia, la de masas, la de la mayoría, quelos excepcionales individuos concretos, y por tantomás dignos de atención, aunque no dejen tantos ras-tros documentales. Todos los pueblos tienen, aunqueno lo conozcan, un pasado, y todos sus vecinos elderecho -si no la obligación- de intentar conocerlo,aunque sea en sus rasgos generales, pues no es ciertoque sean más felices los pueblos sin Historia (son losmenos conscientes, como mucho, de sus propiosproblemas, y los que más se arriesgan a caer en losmismos errores).

Creo que fue mi abuela, que apenas tuvo estudios,pero sí una inquietud por la lectura y una curiosidadintelectual que es el fundamento de la auténtica cul-tura popular, la primera persona que me habló de lasupuesta Historia de El Salobre y su término: de la“Ciudad Bermeja” que decía se encontraba en Reo-lid; del paso de los moros, que dejaron tesoros es-condidos en el mismo Reolid y en El Hocino…Leyendas, semejantes a otras muchas que existen endiferentes pueblos, pero que aquí causaron una au-téntica fiebre, hará cosa de un siglo, cuando un ve-cino vino de su mili en Melilla diciendo haber oídoa dos moros hablando de uno que ocultaron antepa-sados suyos en la “Plaza de Armas” del llamado Pi-zarro del Aljibe. Numerosos vecinos comenzaronentonces a cavar en aquellas alturas, con el éxito queera de esperar, lo que les llevaría a ser protagonistasdurante muchos años de burlas y coplillas. Historiasde tesoros y de antiguos poblados, que hasta hoy nose han podido confirmar, aunque pueden tener unfondo de verdad, pues la zona se presta al estableci-miento de grupos no muy grandes ya en época neo-lítica, tiempo desde el que hay hallazgosde herramientas y restos materiales,sobre todo en las cuevas de esos mismosparajes, donde hará cuarenta años se en-contraron importantes ajuares y mate-riales líticos por parte del maestro y ungrupo de escolares que protagonizaronuna “misión rescate”. Sin embargo,habrá pocos pueblos en la provincia queconozcan tan poco su pasado.

Aunque a veces me han solicitadouna pequeña Historia de estas localida-des, donde tengo mis raíces y mis másentrañables recuerdos de la infancia, ya pesar de que he escrito trabajos relati-vos a otras de la actual provincia de Al-bacete y sus alrededores, nunca me he

Pizorro del Aljibe y Estrecho del Hocino, camino de Reolid

El Salobre, en un valle hundido entre montañas

Por AURELIO PRETEL MARÍN

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Por eso, y porque creo pagar así una deuda con mis ante-pasados, quisiera, cuando tenga el tiempo necesario, seguirinvestigando en los libros de actas del propio municipio, queaún no he podido ver, y los fondos de archivos civiles y ecle-siásticos de Alcaraz y Albacete, y hablando con los viejosque conservan memoria del pasado -una tarea urgente, dejarconstancia escrita o grabación de sus declaraciones- tratandode ampliar y afirmar estos datos, que son provisionales ypoco sistemáticos, y a veces poco más que simples intuicio-nes, por lo que pueden ser y serán discutibles. Pero, entretanto, animo a todos los vecinos de El Salobre y Reolid, jó-venes y mayores, a emprender la tarea, repartiendo el trabajo,e ir adelantando la recuperación de su “memoria histórica”.Verán que no es difícil y que les puede dar muchas satisfac-ciones, pues en estos niveles la investigación no tiene por quéser cosa especialistas. Al contrario, se puede convertir en unaactividad placentera y de auténtica cultura popular, muchomás divertida que correr delante de una vaca o hartarse decomer y beber en las fiestas. Quién sabe si entre todos po-drían ampliar y mejorar ese precioso libro, “Imágenes de unpueblo”, publicado en 1994, que tiene muchos méritos, peroante todo tiene el que a mí mas me gusta, que es obra colec-tiva, sin un autor concreto, y por tanto coral en cuanto a suautoría y sus protagonistas.

LOS OSCUROS ORÍGENES: LA SIERRA Y SUSCAMINOS DESDE LA ANTIGÜEDAD A LA BAJAEDAD MEDIA

Desde luego, en el término actual de El Salobre se han en-contrado restos desde la Edad de Piedra -las “centellas” o“rayos”, que según la creencia popular son los restos de chis-pas eléctricas que caen, aunque en realidad son hachas delNeolítico- desde el mismo Reolid y la Nevaza al Pizorro, laBreña y el Hocino, y me dicen que algún yacimiento delBronce -encima del Pizorro, en el sitio llamado “Plaza deArmas”- y algún enterramiento romano o visigodo, cosa que,de momento, no puedo confirmar, aunque no me parece in-verosímil. Hasta es de sospechar, por algunos indicios, queexistiera una vía muy antigua que aproximadamente por laactual carretera de Jaén y por el valle del río Guadalmenauniera Turruchel con Balazote a través de Reolid, y puedeque de ésta se apartara en Reolid o en sus alrededores un ca-mino menor que iría por El Salobre y Zapateros a Riópar y

Elche de La Sierra, poblaciones antiguas del llamado “Ca-mino de los Cartagineses”. Por desgracia, esta vía, no fue laprincipal de acceso a Andalucía, quizá por las crecidas delrío Guadalmena, que solía destruir los puentes y caminos, yquedó marginada por la de El Ballestero a Terrinches y laPuebla del Príncipe; pero aun así, parece que siguió utilizán-dose intermitentemente. Menos claro parece que se usaratambién la de El Salobre a Riópar, que fue un camino estre-cho hasta tiempos recientes; pero tampoco puede descartarsedel todo.

En principio parece inconcebible que un enclave minerocomo el que al parecer existió en El Salobre o en sus proxi-midades, y unas aguas termales como las de Reolid, no hu-bieran atraído pobladores, incluso instalaciones balnearias,en época romana, cuando las hay en Tus, en los Baños delCristo y algunos otros puntos de las sierras vecinas. Pero nohay evidencias escritas al respecto, y el único topónimo queinequívocamente viene por lo menos de tiempos medievales-cuando una familia notable de Alcaraz toma de él su ape-llido- es el de Reolid, nombre que no aparece en los prime-ros documentos cristianos, pero pudiera ser de épocaandalusí. Otra cosa es saber si procede del árabe, y en tal casosi viene de Ra (Campo) o de Raha (Molino), y del nombre dealguien que se llamó Walid, como ha sugerido Franco Sán-chez, o tal vez del vocablo, no demasiado claro, que puededar origen al actual Peñolite (¿Peña-Olit?) de Jaén, Gorgojí(¿Bury Ulit o Torre de Ulit?), Arguellite (Arguellit), o Gor-gollitas (¿tal vez el Furgulit o Fargalit de los autores árabes?)y diversos topónimos formados con “Olite” u “Olid” en elresto de España.

Otro posible nombre de procedencia árabe es el del Ace-buche, paraje situado no lejos de Reolid y de la junta de losríos Salobre y Angorrilla, que puede referirse a un olivo sil-vestre, pero probablemente tenga que ver más bien con la ex-presión az-zeuch, que E. Terés documenta en alusión a puntossituados entre dos arroyos o corrientes, y que podemos ver enotros muchos puntos de esas características. También el de

NUESTROS PUEBLOS: EL SALOBRE Y REOLID

Hacha neolítica hallada en El Salobre

Reolid (a la derecha) visto desde el Pizorro del Aljibe

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Angorrilla pudiera ser objeto de especulaciones sobre su pro-cedencia del árabe Ayn (Fuente) y de un Oria o Aurea latino,cuando no del euskérico/ibérico Gorría, que significa rojo. Yaún podrían hacerse conjeturas en torno a los orígenes de al-gunos otros nombres, pero sería sólo especular sin pruebas,lo que, por el momento, no parece prudente (las que hacepoco hice sobre el denominado Ojuelo de Bayona -que no esel de El Salobre- no fueron acertadas). Solamente apuntarque la falta de indicios toponímicos claros anteriores a la BajaEdad Media no ha de significar automáticamente que no hu-biera poblados en el término actual antes de la conquista;también puede deberse a la etapa de varias centurias de aban-dono que padeció la zona después de su caída en manos cas-tellanas.

Como todo el entorno, las tierras de El Salobre pasaron apoder del reino de Castilla en 1213, fecha en que AlfonsoVIII, tras tomar Alcaraz, funda en ella un concejo y le en-trega un enorme territorio, en gran parte vacío, que por el surllegaba a incluir el de Albanchez, que lindaba con Torres ySegura, todavía musulmanas durante algunos años, aunqueno tardarían en ser reconquistadas por la orden de Santiago,que acabó anexionándose también las de aquel municipio ydejando los límites aproximadamente en los actuales de Al-bacete y Jaén, siguiendo más o menos el río Turruchel hastael Guadalmena. Alcaraz, sin embargo, no pudo controlar nirepoblar durante varias décadas buena parte del término queel rey le concedió, y menos en las zonas limítrofes con laorden, donde no solamente no hubo nuevas pueblas, sino quelanguidecen y hasta desaparecen las pocas que existían. Al-gunas volverán a resurgir en el siglo siguiente con sus anti-guos nombres (La Cenilla, el actual Villapalacios, que pudotener otro todavía anterior) o con otros cristianos (Matilla,que sería el actual Bienservida), mientras los santiaguistas seafanan en repoblar Bayonas (cerca de aquella villa) y el Al-baladejuelo (actual Villarrodrigo), pero quizá son más las quedesaparecen definitivamente, como las que existieron cercade Cerro Vico. Los únicos topónimos que parecen habersemantenido en todo el valle del río Guadalmena son los de Tu-rruchel, donde hubo un castillo, quizá ya abandonado (elnombre nos remite a una Torrecilla o “Turricella” anterior alIslam) y el de Gorgojí, una alquería dotada de una torre, quese conserva aún, y que estuvo en poder de la orden de San-tiago. Y puede que Reolid, que es una de las pocas que nocambian de nombre, y que probablemente fue una gran pro-piedad entregada al linaje del que hemos hablado.

Por desgracia, la historia de Reolid y El Salobre, nombresque casi siempre aparecen unidos, y puede que no sólo por suproximidad, ha dejado muy poco rastro documental, en partepor estar en caminos difíciles, y en parte por hallarse en tie-rra fronteriza entre las de Alcaraz y la orden de Santiago, enun primer momento; pero más todavía, en la Baja EdadMedia, por situarse cerca del nuevo señorío que el conde deParedes, don Rodrigo Manrique -el padre del poeta- conse-guirá en el sur del término de aquélla, al recibir de Juan II deCastilla, hacia 1436, las villas de Matilla, Cenilla y El Pozo

(que más tarde serán llamadas Bienservida, Villapalacios, Vi-llaverde), a las que se añadieron con posterioridad Riópar yCotillas. Aunque la donación se refiere en principio sola-mente a las villas “de las tejas adentro”, la ampliación de lasdehesas, que terminan convirtiéndose en términos, y el auto-ritarismo arrogante del conde y de sus descendientes, que po-seen además un poder militar sin parangón en toda lacomarca, serán ya en adelante, durante el siglo XV y partedel siguiente, una fuente constante de conflictos con las au-toridades de Alcaraz y con sus aldeanos. Entre ellos, sin duda,los que pudiera haber en Reolid y El Salobre, que están en elcamino de Alcaraz hacia Riópar y hacia Villapalacios, si bienno poseemos noticias al respecto hasta fechas tardías.

LAS PRIMERAS NOTICIASAunque es de suponer que ya existiera antes, las primeras

noticias que tenemos de Reolid y El Salobre se contienen enunas ordenanzas de pesca de Alcaraz que en pleno siglo XV-aunque probablemente puedan ser anteriores, pues en ellasse habla al propio tiempo de los ríos de Bayona y Cenillas,que son nombres antiguos de los de Bienservida y de Villa-palacios- prohíben coger truchas: “…El río de Reolir de lapuente arriba sea vedado… El río del Salobre de la puentearriba sea vedado…” Por lo tanto, parece que ya existen lospuentes, y si bien no se dice todavía que existieran los pue-blos, es de creer que así fuera. Otra noticia habla del “Puertodel Salobre” (sin duda el que hoy en día conserva el mismo

NUESTROS PUEBLOS: EL SALOBRE Y REOLID

El río de El Salobre, desde el puente,en el centro del pueblo

El puente de El Salobre, que sesupone es del siglo XIX, pero puedetener precedentes antiguos

El camino del Puertodel Salobre, que pasaentre el Pizorro (a laderecha) y el Puntal dela Mina (a la izquierda)

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nombre, en el carril que va de ésta a Villapalacios, pasandoentre el Pizorro del Aljibe y el Puntal de la Mina), hastadonde llegaba la cañada ocupada desde Villapalacios por va-sallos del Conde de Paredes, a los que una sentencia judicialde 1483 obliga a devolver a la jurisdicción de Alcaraz. Y ajuzgar por los datos eclesiásticos que ofrece Ayllón Gutié-rrez, parece que a finales de este mismo siglo por lo menosReolid tiene una iglesia servida por un cura y que ademássostiene media prestamería, aunque es muy dudoso que sigamanteniéndose, como podremos ver. Iglesia que tal vez es-tuviera ya entonces donde hoy, aunque el arco ojival y el ar-tesonado de apariencia mudéjar que conserva no seansuficientes para decir si ésta pudiera ser o no el primitivo tem-plo. De El Salobre no se habla todavía, quizá porque tuvieramuy poca población, dado su alejamiento del camino real, oporque hubiera sólo una pequeña ermita atendida de formaocasional (en el siglo siguiente, veremos que depende de lade San Ignacio de Alcaraz, de donde han de venir los orna-mentos, el óleo para ungir y hasta los hierros de fabricarobleas).

A finales de siglo, en 1494, cierto Juan Batanero, que viveen Villanueva, hace una petición en el Ayuntamiento de Al-caraz, pidiendo una licencia para hacer un molino y un batán“en el río del Salobre, cabo Cardos” (o sea, cerca de Cardos,que es una de las fincas mejor documentadas de toda la pro-vincia, desde el siglo XIV, aunque es de suponer que el mo-lino citado sea el actual de Iramala, u otro que existiera en elmismo lugar o en otro no lejano). Todavía no se habla delpueblo de Salobre, sino sólo del río, donde, por cierto, pes-can truchas ciertas personas, que serán denunciadas el 20 defebrero de 1504 por haberlas llevado a vender a Villapala-cios. Pero en ese mismo año de 1504 vemos ya una denunciade las autoridades de Alcaraz a Pedro de Reolid, vecino de ElBonillo, al que se acusa de llevar al Salobre, sin pagar los de-rechos de almotacenía, nada menos que ochenta cargas devino; lo que quiere decir que el pueblo ya existía y que, pro-bablemente por estar retirado, pero cerca, del camino real,sirviera de refugio y almacén a los contrabandistas, pues pormucha afición que sus vecinos le tuvieran al mosto fermen-tando, no se puede pensar que las ochenta cargas fueran parael consumo de la localidad. Y sabemos también que el 16 demarzo de 1509 la reina doña Juana encarga al licenciado DeLeón abrir información y dar sentencia sobre ciertos agra-vios que gentes de Alcaraz habían padecido por parte de va-

sallos del Conde de Paredes; entre ellos el ataque a unos ca-zadores por vecinos de Riópar, y la entrada de cinco o seishombres de Bienservida, que llegaron armados a El Salobre,“lugar de Alcaraz”, y se llevaron preso a uno de sus vecinos,que hubo de obligarse a pagar cierta suma para recuperar sulibertad.

De los años siguientes hay noticias sobre reparaciones delpuente y el camino del Vado de Reolid (1518), y en 1520 enel Ayuntamiento de Alcaraz, se ordena “hazer dos puentesen los ríos del Salobre e de Reolid, que son camino de la An-daluzia”, lo que indica que sigue existiendo esta vía de co-municación, aunque sin duda alguna era más importante porentonces la que de El Ballestero y Viveros seguía por Terrin-ches y la Puebla del Príncipe. Pero tanto Reolid como El Sa-lobre eran, al parecer, poblaciones pequeñas todavía: En 1530la primera tenía 11 vecinos y la segunda apenas llegaba a 17(es decir, poco más del centenar de almas entre los dos luga-res), cuando Vianos rondaba los 200 vecinos (800 personas,aproximadamente) y las villas cercanas del Conde de Paredes(Bienservida y Villapalacios) los 250 (sobre 1.000 habitantescada uno). Y a tenor de los datos de Isabel García Díaz, la in-mensa mayoría de aquellos habitantes de Salobre y Reolidpor esos mismos años serían ganaderos; por lo menos, pas-tores, porque probablemente no fueran propietarios de mu-chas de las reses que tenían a cargo.

Sabemos, además, que seguían produciéndose violenciasde las gentes del conde de Paredes contra sus habitantes. In-cluso hay noticia de un proceso seguido en El Salobre, a fi-nales de 1535, contra el conde don Rodrigo Manrique (II) yalgunos de sus hombres, incluido su hijo y un criado negro,que habían atacado, desarmado y vejado, llegando a amena-zarles incluso con la horca, a sendos alguaciles de Alcaraz

NUESTROS PUEBLOS: EL SALOBRE Y REOLID

Un puente sobre el ríodel Salobre, construidoquizá sobre el antiguoPuente del Vado deReolid, junto a lacarretera de Albacetea Jaén

Un puente sobre elrío Angorrilla, que

es el de Reolid

Molino de Iramala,con su balsa de

piedra

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que volvían de embargar sesenta cabras a un vasallo suyo.Las malas relaciones del noble y el concejo eran una cons-tante -en ese mismo año y en el anterior caballeros de sierra,guardianes de los montes, de Alcaraz habían requisado susespadas y varas de justicia a las autoridades de Riópar queiban en procesión al castillo de El Santo, junto a La Vega-llera- pero nunca hasta ahora habían terminado los pleitos encondena del conde de Paredes. En cambio, en el de 1535, reu-nidos en la aldea de El Salobre acusados, testigos y abogadoscon el pesquisidor Rodríguez de la Seca, en octubre y no-viembre, y tras analizar las distintas versiones, la sentencia-o sentencias, porque el representante de Alcaraz se habíaquerellado contra cada individuo, para que escarmentarancon la condena en costas- cerrarían el año condenando al or-gulloso noble a una multa de 10.000 maravedís, destierro porel tiempo que quisiera imponerle Carlos V y estricta prohi-bición de acercarse a tres leguas de Alcaraz, además de lascostas. Los demás implicados serían condenados en costasigualmente, destierros que oscilaban de dos meses a un año,pérdida de las armas que usaron el día de autos, y multas ade-cuadas a las distintas culpas.

LOS PRIMEROS VECINOS. POBLAMIENTO EINDUSTRIALIZACIÓN EN LA ÉPOCA MODERNA

Sin duda este proceso animó por un tiempo la vida de ElSalobre, que debía de ser normalmente anodina. Pero su si-

tuación junto a Villapalacios y Riópar, donde los aldeanos deAlcaraz eran poco queridos, no les permitiría aumentar suscontactos, ni atraer población, probablemente. Ni siquiera pa-rece haber iglesia -aunque acaso pudiera haber alguna ermitaen la que celebrar bodas y funerales- y de la de Reolid, quehasta parece haberse despoblado, tal vez a consecuencia delpaso de las tropas, como suele ocurrir por esas fechas en pue-blos camineros, no tenemos noticias. A mediados del sigloXVI los fieles de El Salobre -entre los que se incluyen tam-bién los de Reolid- forman una unidad con los de Vianos; nisiquiera parroquia, puesto que todos juntos dependían de lade San Ignacio de Alcaraz (como ya señalamos, en plenosiglo XV existieron iglesias en Vianos y Reolid, pero en el si-guiente, ambas parecen ser simples capellanías de la de SanIgnacio). Entre los tres lugares, apenas pasarían del centenar,de los que sólo uno, Sebastián Pellejero, se dice expresa-mente que resida en Reolid, aunque acaso pudiera haber al-guno más. Poco tiempo después, seguramente al entrar enservicio la iglesia de Vianos, esta localidad desaparece de laslistas que hace San Ignacio anualmente, y figuran tan sólolos fieles de El Salobre, que en la lista de 1570 eran ya sólotrece -los primeros que hemos conocido- de apellidos tanpoco aristocráticos como los de Martínez, Rodríguez, Sán-chez, Fernández, Garrido, Moreno y Reguillo, y también dosmujeres, “la de Andúxar”, que sería la viuda de alguien asíllamado, y Catalina Díaz, que debía de ser cabeza de familia,sin que se diga nada de si alguno de ellos vive aún en Reo-lid.

A partir de este año, el archivo eclesiástico conserva al-gunas órdenes de inscripción entre los feligreses de El Salo-bre de vecinos que vienen a vivir al lugar, sobre todo deVianos, desde donde quizá trataban de escapar huyendo delos gastos que llevaba consigo la erección de la iglesia de supueblo. El hecho es que a los 13 que figuran aún en la listade 1571 se añaden ese año y en los tres que le siguen, conletra diferente, 26 nombres más, a menudo parientes de los yaestablecidos, aunque también figuren algunos Avilés, DelPortal, Burrucal, De las Yeguas, López y Cabrejano. Se hatriplicado el censo, y son ya los 40 que vemos en la lista,

NUESTROS PUEBLOS: EL SALOBRE Y REOLID

Vecinos de Vianos y Salobre a mediados del siglo XVI

Vecinos de Salobre, 1570Pedro MartínezPedro RodríguezAlonso ReguilloCristóbal SánchezCristóbal GarridoSancho FernándezSebastián MorenoGonzalo SánchezCatalina DíazPedro MorenoMoreno el MozoLa de AndújarDiego Reguillo

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mucho más ordenada, de 1575, que es la última del libro quenos brinda estos datos. En el censo de 1591 figuran 35 veci-nos en Salobre y otros 30 que viven en Reolid; total, 65, delos que hay dos hidalgos e incluso un sacerdote, que sin dudano es párroco, porque aún no parece que existiera una iglesia.Aunque pueda crecer, el Salobre se encuentra en la parte se-rrana del extenso término de Alcaraz, la más pobre del tér-mino (tanto, que ni una sola de sus pocas aldeas intentaemanciparse comprando su villazgo, como hacen Las Peñas,El Bonillo, Munera o Barrax). Por tanto es de pensar que esecrecimiento no fuera prolongado.

Por desgracia, no he podido proseguir esta investigaciónhasta la creación de la nueva parroquia de El Salobre y Reo-lid, que debió producirse poco tiempo después, pues sabe-mos que hay libro de bautismos de 1610 y registro de bodasa partir de 1596, aunque estos documentos, que figuran aún

en inventario hecho recientemente, se encuentran extravia-dos. De momento, podemos apuntar que los datos que ofreceel profesor García en su valioso estudio La Sierra de Alcarazen el siglo XVIII registran un descenso de consideración enel censo de 1631: El Salobre, que cuenta con 28 vecinos,capea el mal momento mejor que Reolid, que sólo tiene 15,y ha perdido, por tanto, la mitad de su censo de cuarenta añosantes. Sin duda es un reflejo de la crisis del siglo XVII, queaún habrá de empeorar conforme avance el siglo y España,derrotada en los campos de batalla de Europa, deje de ser po-tencia, sin dejar de tener los enemigos que como tal tenía.

Desde el punto de vista productivo, es de creer que la vidade El Salobre y Reolid se vincule a la huerta y a la ganade-ría, y puede que a las minas, que sabemos debieron existir,pues en el XVI había “ferrerías”, propiedad del Conde de Pa-redes, que necesariamente debieron instalarse cerca del mi-neral. Ignoramos, no obstante, si esta pequeña industria llegó

a sobrevivir a la crisis del siglo XVII, general en Castilla,pero muy acusada en las zonas serranas y aisladas como ésta.Puede que terminara en posesión del Conde de las Navas deAmores, que a mediados del siglo XVIII comprará al de Pa-redes, arruinado, Villapalacios, Riópar, Bienservida y el restode su antiguo señorío serrano. Probablemente, el lote inclu-yera también sus intereses en tierra de Alcaraz, y muy en es-pecial en El Salobre, e incluso es muy posible que ampliarael negocio al trabajo del cobre, aprovechando la energía delrío del Salobre, o del de Zapateros. El famoso Catastro deEnsenada (1753) señala que, además de “un molino harinerode agua contiguo al lugar” (es de creer que un antiguo pre-cedente del que existe en la “Cuesta del Molino”, aunquehubo otros dos aguas arriba) y de otros dos molinos, uno enel río Angorrilla -posesión de la duquesa de Alba- y otro másadelante en el curso del mismo, propiedad de vecinos de Via-nos y Alcaraz (se supone que fuera el actual de Iramala), exis-tía “un martinete para batir cobre en la vega del río delSalobre, con cuia agua anda”; artefacto que acaso pudiera si-tuarse en el paraje que aún en nuestros días se llama “El Mar-tinete”, cerca de “La Herrería”, en el camino de El Salobre aRiópar, donde puede encontrarse todavía gran cantidad de es-coria de mineral fundido, aunque ésta puede ser posterior oanterior.

Los 40 vecinos deSalobre, en 1575

Piedras, grúas y tolva del antiguo molino de la “Cuesta del Molino”

Dos pedazosde escoria enLa Herrería

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Hasta entonces, y acaso a consecuencia de la crisis pa-sada, agravada en la tierra del Conde de Paredes a partir dela Guerra de Sucesión de España, El Salobre parece haberperdido parte de su importancia. A mediados del siglo XVIII,y a tenor del Catastro de Ensenada, sólo hay cinco vecinospropietarios de tierra, un pastor mayoral, un molinero, tresjornaleros pobres y un martinetero, en tanto que en Reolidhay 9 propietarios, un mayoral de labor y otro de labranza,tres gañanes y un guarda de los cerdos y cuatro jornaleros. Elmismo documento evalúa los impuestos que pagaba El Salo-bre en 18.100 maravedís, mientras que, por ejemplo, El Ro-bledo pagaba más de 43.000, El Cepillo rentaba casi los30.000, El Cilleruelo 27.000, y Reolid sobrepasa los 29.000,lo que puede indicar su mayor población, aunque no es ele-mento de juicio suficiente. Paradójicamente, sin embargo, losgastos del Concejo de El Salobre (840 reales anuales) supe-ran los del resto de pequeñas aldeas, a excepción de Vianos,que es un pueblo importante y mucho más poblado. Y nocabe pensar que la razón esté en la mayor riqueza de lospocos vecinos de El Salobre, que hubieran de pagar una cuotamás alta; más bien, hay que buscarla en el mejor control delas actividades industriales (martinete y molinos), y en la ne-cesidad de guardar la dehesa que ocupaba gran parte de lastierras cercanas. En el mismo Catastro se dice hay “tres pie-zas de tierra de corta consideración” y “una dehesa querodea al lugar, que se arrienda anualmente por sus aprove-chamientos en ochocientos reales”. Por tanto, no parece quela riqueza agrícola sea considerable, sino que hay que pensarque el martinete y la ganadería fueran las principales de lalocalidad, aunque seguramente ninguna de las dos seria depropiedad de los trabajadores. Pero, aun así, parece que ElSalobre comienza a progresar bajo Carlos III: como podre-mos ver, tiene 26 casas hacia 1788.

Con sus antecedentes mineros e industriales, el hallazgode nuevas minas en la comarca (aunque probablemente exis-tieran ya antes), la cercana creación de las Reales Fábricasde San Juan de Alcaraz (las Fábricas de Riópar), la abundan-

cia de agua y de madera, la sanidad del clima y la facilidadpara el alojamiento, no es de extrañar que pronto se eligieraEl Salobre para la instalación de una manufactura de chapa dehojalata, latón, cobre y alambre. Una empresa modelo delmejor Despotismo Ilustrado, que nació, sin embargo, en malmomento, en 1788, el año en el que muere el rey Carlos III,y en vísperas del cambio que comenzó en París en el año si-guiente y afectó a toda Europa. Una idea magnífica, que tuvo,sin embargo, escasa pervivencia, como ha señalado el exce-lente estudio del profesor Helguera. Ni siquiera llegó a fruc-tificar, a pesar de contar con un buen presupuesto, con sendosedificios del maestro arquitecto Lucas de Villanueva para lamisma fábrica y el alojamiento de los trabajadores (en El Sa-lobre había sólo 26 casas, que se pensaba iban a ser insufi-cientes), y con tecnología de lo más avanzado en lalaminación. Las improvisaciones, la actuación negligente,cuando no interesada o corrupta, de don Félix de Gérica,nombrado director, la muerte de Reynaud y Delone, los ex-pertos franceses creadores del proyecto, y otras circunstan-cias, hicieron que la empresa terminara en fracaso en menosde diez años de ensayos y mentiras, sin haber comenzado aproducir en serio. Las fábrica, saqueada por los propios obre-ros como resarcimiento del salario incobrado, y por el ve-cindario, será desmantelada y trasladada a Asturias acomienzos del siglo XIX (1803). Sólo perdurarán los grandesedificios, divididos muy pronto entre varias familias de ve-cinos, en cuya situación seguirán hasta hoy, y aunque se man-tendrá la vieja ferrería y en el martinete se elabora tiradillo dehierro (medio siglo después, Madoz habla de ambos y de laexportación de este metal en bruto), no parece que esta acti-vidad proporcione trabajo a mucha gente, ni que alcance delejos la importancia que se había pensado alcanzara la fá-brica.

Pese a todo, se da un fuerte crecimiento: los 26 vecinosque El Salobre registra hacia 1784, más otros 26 que viven enReolid, serán 51 y 31 al comenzar la siguiente centuria, e in-cluso llegarán a los 71 y 28 cuando empieza la guerra contraNapoleón (1808) y hasta 82 y 83 cuando ésta termina (1815).Ni las fiebres y otras epidemias del siglo XVIII, de las quequedan rastros en alguna inscripción de enterramiento, ni lamortalidad infantil constatada de manera habitual y en añosmás concretos como 1768 y 1774, ni las posibles muertes enla guerra (en la de Independencia el cura de Reolid dice haberenterrado al menos dos soldados voluntarios locales, aunquepertenecientes al llamado Regimiento de Málaga), parecenlimitar la tendencia al aumento, general en la época graciasa la mejora de la alimentación y a los avances médicos, queempiezan a llegar a las clases humildes. Además, desde finesdel siglo XVIII crece la inmigración, de familias que vienende Vianos (como los Mañas, Maestro, Quílez y Cabezuelo),de Alcaraz (los Marín), o Albacete (Godoy), y todavía más dePaterna y Bogarra, incluso de El Bonillo, que parece el ori-gen de la familia Herrera. También vienen, y muchos, de lasvillas del conde de Paredes, como Villapalacios, de donde alparecer proceden los Calabria y un Gaspar de Bono que bau-El antiguo edificio de la fábrica, convertido en viviendas

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tiza a sus hijos, Juan de Mata, Ramón y Candelaria, desde1815 en adelante. Familias que serán, a partir de estos años,junto a los Aguilar, Burrucal y Rodenas, Torres, Cuenca yCastillo, los Salto de Reolid, que ya no tardarán en llegar alSalobre, y a las ya mencionadas con anterioridad (sobre todoGarrido, Martínez y Rodríguez), los nudos de una malla demúltiples enlaces, que seguirá creciendo en los años siguien-tes.

EL SIGLO XIXCon todo, el incremento no parece indicio suficiente para

hablar de mejora general. Sin inversión alguna por parte delgobierno, y sin tierra bastante para el mantenimiento, pueslos montes serían del Estado o del Ayuntamiento de Alcaraz,sólo queda el recurso de saltarse la ley y roturar los montes.Recurso que, en principio, sólo estará al alcance de los biensituados, como son los Asenjo de Alcaraz, grandes terrate-nientes y especuladores, uno de cuyos miembros solicita queno se le prohíba disfrutar de las siembras y labores que él ysus consortes han hecho en El Salobre. Es posible que otrosimitaran su ejemplo ya desde muy temprano, rozando las de-hesas o comprando terrenos y ampliándolos de manera ilegal,como es muy común en las primeras décadas del siglo XIX.Pero los documentos parroquiales nos hablan a menudo delentierro “de gracia” o “de limosna” de “pobres miserables”,lo que indica a las claras que no todos tenían unos medios devida suficientes. Y como aquí no hubo Revolución Francesa,ni venta de baldíos como la reclamada por ciertos ilustrados,el eterno problema de los brazos sin tierra y la tierra sin bra-zos tenía mal arreglo. Aunque con la anarquía traída por laguerra contra Napoleón, y con el descontrol de los años si-guientes, se pudo producir un momentáneo alivio con la ro-turación de tierras por los pobres, es de creer que las cosas nocambiarían mucho. Si acaso, extendería el minifundio, típicode la zona, que no siempre asegura una supervivencia en con-diciones dignas; pero incluso esto habrá que comprobarlo,pues no pasa de ser una simple intuición.

Por entonces parece que El Salobre, que posee ademásvarios “cortijos” o pequeñas aldeas dependientes, es mayorque Reolid, y sin embargo, por alguna razón que no se ex-plica, las actas de bautismo, boda y enterramiento de princi-pios del siglo XIX se refieren a este último lugar como el másimportante eclesiásticamente, y dicen que El Salobre es“anejo” a Reolid y a su parroquia de Santo Domingo de Guz-mán. Desde 1812 en adelante, las actas de El Salobre ya nohacen referencia a esta relación, y solamente hablan de supropia parroquia, la de Nuestra Señora de la Paz, que creemosexiste mucho antes, pero no se menciona durante aquellosaños. En cambio, el Diccionario Geográfico-Estadístico dedon Pascual Madoz, sí vuelve a señalar que hacia mediadosdel siglo XIX la parroquia de San Bartolomé es la iglesia ma-triz, mientras la de El Salobre se considera aneja. Parece, porlo tanto, que, al menos desde el punto de vista religioso hayuna primacía de San Bartolomé, quizá justificada por sumayor solera, por la facilidad de comunicaciones, o porque elcura tenga su vivienda en Reolid, pero que deja huella per-durable en el tiempo.

Por entonces se había producido, desde 1836 -aunque ladotación de término se atrase hasta 1840 y no sea ordenadade manera efectiva hasta el año siguiente, cuando Esparteroes ya el regente del reino- la emancipación de El Salobre yReolid respecto al municipio de Alcaraz, y el establecimiento

La iglesia deReolid, queparece anterior de rango mayorque el templo de El Salobre

Real Orden de 1840 aprobando los nuevos términos de El Salobre, Vianos ydemás municipios que se han segregado de Alcaraz

El Salobre, en el valle de su río, cuyo curso se sigue por la hilera de árboles

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en El Salobre de un nuevo Ayuntamiento. Un hecho trascen-dente, que bien pudo ayudar a incrementar el censo. Elmismo Diccionario de Madoz nos indica que entre ambas su-maban a mediados de siglo los 234 vecinos (1.025 almas),de los que en El Salobre viven la mayoría (se señala que tie-nen 150 casas, y que a su escuela asisten unos 40 alumnos,cuando a la de Reolid sólo se asignan 20). Ni tan siquiera elcólera, que según nos informa el cura párroco matará un cen-tenar de feligreses, que es casi el 10% del censo de El Salo-bre, en agosto de 1855, detendrá la citada tendencia alcrecimiento.

Los procesos desamortizadores -Mendizábal, Madoz- quepor aquellas fechas transformaron la vida de otros munici-pios, cambiarían muy poco, a corto plazo, al menos, la pro-piedad agrícola de El Salobre y Reolid, aunque síincrementaron las tierras susceptibles de nueva explotación.Si bien hubo vecinos de Alcaraz y El Salobre, como los Ro-zalén, Simarro y Marín, que adquirieron parcelas de menorextensión (los Rozalén también las comprarán en Vianos yen Villapalacios), los más beneficiados serán los forasterossolventes y capaces de forzar a la baja los precios de subasta.En el recién nacido término de El Salobre un solo propieta-rio, don Ramón de Llano y Yandiola, vecino de Madrid y bienrelacionado con los nuevos gobiernos liberales, se hará concuatro quintos de la tierra vendida, que se irá fragmentandopoco a poco en el siglo siguiente. Sus hijos y sus nietos se-rían los “caciques” hasta bien avanzado el siglo XX, aunquecompetirán con otros de nueva implantación, lo que proba-

blemente hizo menos sangrante en estos pueblos el dominiooligárquico de estos terratenientes.

Aquellos “señoritos”, que ocupan el lugar de los viejos“señores”, llegarán a tener su propia clientela, criados y fa-milias bajo su protección, que a menudo les piden mediacióno consejo en sus asuntos, o que sean padrinos de bautismode un niño, estableciendo así un cierto parentesco, siquieraespiritual (aunque aquí son más bien las hijas de la casa,

María Luisa y Gertrudis de Llano, las que hacia mediadosdel siglo XIX amadrinas a niños de los Mañas, Navarro, Mar-tínez o Moreno, entre otros apellidos). Con el tiempo, hastahabrá una cierta adscripción de esta y otras familias impor-tantes a a partidos políticos de la Restauración, y aunque lamayoría no intentarán siquiera ocupar la alcaldía, ejercida amenudo por gentes de confianza, tampoco es tan extraño en-contrar a un De Llano al frente de la misma (Luis de LlanoNavarro la ejerció durante cinco años, y su hermano Ramónpor un cuarto de siglo, desde 1890 hasta 1921, y su hijoRamón de Llano Ruiz lo será desde 1921hasta 1922). Pero enel cacicato que rige la provincia los De Llano y otros terrate-nientes de la misma comarca no tienen tanto peso, compara-dos con otros, como son los Acacio, los Ochando y Jiménezde Córdoba, y como consecuencia, la sierra de Alcaraz vaquedando atrasada, con un ferrocarril que no se terminó yuna carretera propia del Tercer Mundo hasta hace pocos años.Carretera, además, que pasa por Reolid, pero deja a El Salo-bre marginado de la ruta de Albacete a Jaén, aunque luego sehará una bastante estrecha, incluso peligrosa, a través del pa-raje del Hocino, y seguirá existiendo al menos un camino queconduce a Las Fábricas, sucesoras de Riópar.

Los datos compilados por Francisco García permiten afir-mar que, pese a todo, la población aumenta, pasando de los133 vecinos en el año 1830 a los casi 270 treinta años des-pués, pero al no repartirse en la misma medida la propiedadagraria, es de creer que este aumento se debiera a razones deorden vegetativo y no se tradujera en la mejora del conjuntosocial (problema interesante que, no obstante, deberá confir-marse mediante un estudio del catastro y actas municipales).También hay que pensar en una inmigración de familias quizáalgo más desahogadas económicamente, que invirtieran entierras y negocios, y acaso en la constante roturación de mon-tes emprendida de forma irregular, que quizá en buena partesea el origen de las muchas pequeñas propiedades que vere-mos después; pero son sólo hipótesis, que habrá que com-probar con un examen de las escasas fuentes que han llegado

La carretera vieja de El Salobre a Reolid y el río en el Hocino y el Pizorro delAljibe (a la derecha)

Reolid, en el camino de Alcaraz a Jaén, y en lugar que articula a toda lacomarca

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a nosotros. De los libros de bodas y bautismos solamente po-demos deducir la citada tendencia al crecimiento y la conti-nuidad de una inmigración a veces procedentes de lugareslejanos como el asturiano de Cangas de Tineo, si bien la ma-yoría son de pueblos cercanos, muy en particular de la mismaprovincia de Albacete, de Alcaraz y su sierra, donde hay unaincreíble movilidad social. Un ejemplo perfecto es el del ma-trimonio formado por un tal José María Pretel, que viene deAlcaraz (aunque su madre, Maximina Castedo, fue naturalde Vianos), y María Cebrián, que procede de Riópar (aunquesus padres eran de Peñas de San Pedro y de la villa serrana deBogarra). Establecidos ya en los años sesenta en El Salobre,bautizan a sus hijos desde fines de esa misma década y en lade los setenta. Estos convivirán con los de otras familias,como los Valdelvira, que proceden de Riópar y Bogarra, olos Cádiz de Vianos, los Castedo, Romero, Rozalén, Oncala,Ciria, Moreno y otras tantas familias, o con los Galletero yMontano, que tienen en Reolid su tronco principal, aunque al-gunos también viven en El Salobre, que tenía 828 habitantesde hecho, sin contar más de 100 en los cortijos -El Ojuelo, elHorcajo, La Laguna, Tobar Alto, Vega de Las Nogueras- y270 en Reolid, según datos que ofrece Roa Erostarbe. Algu-nos, oficiales del hierro o la madera, tendrán mejor pasar, eincluso lograrán ahorrar lo suficiente para adquirir sus tie-rras; pero otros tendrán que resignarse a vivir del jornal, auncuando muchos puedan tener un huerto en propiedad o censo.

Sin embargo, a finales del siglo XIX ya ha desaparecidola pequeña industria metalúrgica, de la que ni siquiera se con-serva recuerdo (Roa Erostarbe piensa, equivocadamente, queel antiguo edificio de la fábrica, en el que se alojó, era unviejo almacén de los productos hechos en las de Riópar), aun-que hay una pequeña fábrica de tejidos y funciona el molinoalimentado por el caz o río chico. Está claro, por tanto, queEl Salobre entra en el siglo XX con bases económicas muchomenos modernas que las que poseía en la anterior centuria, yademás con recursos más pobres y esquilmados por las rotu-

raciones excesivas y las necesidades de madera y carbón parala industria. El mismo Roa, hablando de la aldea de Reolid,pero con referencia al conjunto del término, dice que estáagotada la antes abundante caza y vegetación, “por las abun-dantes talas en sus montes”. Y aunque los propietarios delmolino y la fábrica de lana pudieran obtener unos medios devida suficientes, es difícil creer que la gran mayoría de veci-nos, sin despensa ni escuela, como decía Costa -o con unadespensa y una escuela tasadas, que las clases más pobres nollegaban siquiera a conocer- no participaría del moderadoavance que una España atrasada comienza a conocer. El re-cién estrenado sufragio universal no significaría para la ma-yoría sino un renovado servilismo, la entrega de su voto alcacique de turno, o a quien las fuerzas vivas (sobre todo loscuras y los terratenientes) indicaban que había que votar. Conel tiempo, algún pobre conseguirá vender su voto por comida,o a cambio de promesas de un trabajo más fijo, o incluso lacesión de un pedazo de tierra en la huelga del río; pero esotardó, y las elecciones no eran todos los años.

LOS COMIENZOS DEL XXOtro tanto, sin duda, se podría decir del siglo XX, cuando

esa mayoría, que vive del jornal y de algún eventual y no muyduradero empleo en obras públicas, como la carretera y el fe-rrocarril (el de Baeza-Utiel, que no se concluyó), no tendrámás remedio que emigrar o aceptar la sumisión total a los te-rratenientes y a las “fuerzas vivas”, que con mucha frecuen-cia abusaron de ellos. La instalación de un salto y una centraleléctrica en la antigua Herrería, vino a proporcionar energíaa las casas mejor acomodadas, pero es de pensar que no lle-gara a todas (el candil y el carburo fueron durante décadas elúnico alumbrado en las de los humildes), y además esta in-dustria dará poco trabajo, y venderá gran parte del fluido pro-ducido a una compañía que opera en la comarca. La riquezamayor será la plantación masiva de olivar en las laderas, quepermite sacar un cierto rendimiento, aunque es menos renta-ble y más penosa que en las zonas más llanas, y también de

El valle del Ojuelo visto desde las ruinas de la aldea de este nombre

Salto y central eléctrica en La Herrería

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frutales en las vegas, que darán fama al pueblo, aunque de-penderá de las oscilaciones de la demanda externa y de lasconveniencias de los intermediarios. Gracias a esto, y a al-gunas nuevas roturaciones y ampliaciones de riegos, que lle-gan a crear algún nuevo cortijo, como el de Los Marines,rodeado de tierras de cultivo, que permiten vivir a unas pocasfamilias, se ampliarán los recursos laborales del término.

Pero no hay que olvidar que muy pocas familias poseíanla tierra suficiente para la subsistencia con cierto desahogo.Hasta los propietarios que tenían, además, otras fuentes deingreso en oficios mecánicos del hierro o la madera o la mo-linería, tendrán que dedicar a sus hijos varones al trabajo delcampo, y rezar para que éstos no fueran destinados a hacer la“mili” en África, porque ellos -al contrario que los acomo-dados- no podrían pagar la redención que los eximiría. Portanto, fueron muchos, sobre todo los pobres, los que hicie-ron en África el “servicio”, y varios los que vieron de dema-siado cerca el desastre de Annual, donde algunos murieron,y las duras campañas subsiguientes. En éstas, sin embargo,comenzó su carrera el teniente Martínez (don Ramón), típicoafricanista, hijo de un militar de la Guerra de Cuba (don Fe-lipe), que se había retirado y era alcalde del pueblo duranteel Directorio Militar de Primo de Rivera. Este Ramón Mar-tínez, que parece el único militar de academia salido de ElSalobre, fue enviado a Melilla, bajo el mando de Mola, y lle-gará a teniente por méritos de guerra bajo la dictadura dePrimo de Rivera. Obviamente, no estuvo mucho tiempo en elpueblo, pero sin duda vino a visitar a su padre y hermanas,“las Tenientas”, que formarían parte de la elite local, aunqueno por razones económicas.

De aquella Dictadura tenemos una foto de un acto de ad-hesión a Primo de Rivera, que vale por un libro, por cuantoes un auténtico dechado de los grupos sociales que apoyarona éste. Dos docenas de mozas -alguna ya no tanto- y cuatro o

cinco niños de las buenas familias, entre las que destacan ladel cura don Valentín Moreno y las dos hijas de Felipe Mar-tínez, rodean a un teniente de la Guardia Civil -desconocido,porque en el pueblo nunca hubo casa cuartel- al cura JoséParra, Ramón de Llano Ruiz, y al teniente Martínez, de uni-forme, que es de suponer estaría de visita. El ejército, el cleroy la Guardia Civil, las “fuerzas vivas”, y -aunque la Dictadurase decía regeneracionista y contraria al antiguo caciquismo,y aunque el joven de Llano diera menos que otros el perfil deltípico cacique- uno de los mayores propietarios del término,que había sido alcalde poco antes del golpe. En esa mismafoto, de pie, en segundo término, hay dos o tres muchachosde chaqueta y corbata, también pertenecientes a familias deorden, y el maestro, José Rieta; pero ni tan siquiera hay pro-pietarios medios, y menos todavía proletarios o pobres. No esextraño que Primo no lograra apoyo a su proyecto de instituirun régimen semejante al fascista, que tenía prestigio y hastacierta apariencia de revolucionario. En España, las clases po-pulares, e incluso amplios sectores de las de medio pelo, sefueron apartando no ya del dictador, sino de Alfonso XIII,uniéndose a menudo a los republicanos, y en medida menora las ideas marxistas o anarquistas. Pero nada de esto tieneefectos directos en el poder local, más allá de los cambiosque sufre la alcaldía, perfectamente acordes con los que enese tiempo registraba el gobierno: si hasta 1923 habían sidoalcaldes Ramón de Llano Ruiz y Emiliano Martínez Valdel-vira, durante el Directorio Militar ejercerá este cargo don Fe-lipe Martínez, “el Teniente” y padre del “Teniente”, y en elCivil se siguen don Vicente Muñoz, conservador y propieta-rio ajeno a los partidos del período anterior, que sería, no obs-tante, rival de los De Llano, y Toribio Martínez, labradorhacendado y no significado, aunque luego será más bien re-publicano. Y con la “Dictablanda” de Berenguer y Aznar vol-verá Emiliano Martínez Vandelvira, un personaje oscuro, ricopor matrimonio y rechazado incluso por los suyos, que solíaufanarse de pagar los jornales un real más baratos que losdemás patronos, lo que ya le retrata como hombre y político.

El río de El Salobre, marcado por los chopos, entre la carretera que conducea Reolid y el camino del Puerto de El Salobre, que va a Villapalacios pasandopor la falda del Puntal de la Mina y el Pizorro

Acto de adhesión a Primo de Rivera

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Sin embargo, quizá porque ya en esas fechas el minifun-dio tiene un auge extraordinario (el 90% de las fincas pare-cen ser pequeñas y estar muy repartidas hacia el año 1930, loque no significa que todos tengan tierra, y menos suficientepara vivir de ella), no parece que hubiera en estos pueblosdemasiados episodios violentos, ni antes ni después de Primode Rivera, ni en el denominado “trienio bolchevique” ni alllegar la República, pues aparte de algún jornalero extremistaen el barrio más pobre -la llamada “Piñísula” o “Península”-y de alguna familia ultraconservadora desde el punto de vistacatólico y social, comunismo y fascismo tuvieron poco éxito.Salvo casos concretos, la “derecha”, encuadrada por losMuñoz/Vizcaya y otros propietarios de menor entidad, los“Tenientes”, las maestras, el cura don José y la familia en-tera del otro sacerdote, natural de El Salobre, don ValentínMoreno, no destacó por ser demasiado agresiva; la “iz-quierda” no pasó de ser republicana, como demuestra elhecho de ser Ramón de Llano -que en tiempos apoyó a Primode Rivera- su líder principal. Sus buenas relaciones con la iz-quierda burguesa y una cierta actitud paternalista de “padrede los pobres”, que venía de años anteriores, explican que tu-viera muchos simpatizantes, pese a los evidentes vestigioscaciquiles que había en su actitud (no ya sólo en la suya, sinoen la de otras personas hacendadas, que mantienen pequeñasclientelas, además de sus “mozos” y “mozas” o criadas, aveces “para todo”). Paradójicamente, los mayores apoyos alos republicanos -o a Ramón de Llano, porque aquí la políticase hace más bien en términos de lealtad personal- no necesa-riamente serán de los más pobres, que a menudo solían votara la derecha siguiendo las consignas del cura o del patrón,sino en la clase media más o menos liberal e ilustrada, que amenudo debía igualmente favores a los Llanos. Por regla ge-neral, cuando haya elecciones, el pueblo votará mayoritaria-mente por las candidaturas de derechas. Las de 1931eligieron a Cándido Lozano, herrero y propietario poco sig-nificado, que pronto dimitió y fue sustituido por BernardoGonzález, aún más conservador, que lo ejerció hasta eltriunfo del Frente Popular.

LOS MOMENTOS DIFÍCILES: LA GUERRA Y LAPOSTGUERRA

Cuentan quienes la vieron que bajo la República hubocierto sosiego, no exento de tensiones entre clases sociales,

pero sin extremismos o actos de violencia como los que sedieron en otros municipios, quizá porque no había demasia-dos obreros afiliados (un centenar y medio entre la FNTT decampesinos y UGT, oficios varios), mientras que las dere-chas -los antiguos monárquicos- y la izquierda de Unión Re-publicana -la de Ramón de Llano- eran en ambos casosformaciones burguesas, no revolucionarias. Hasta la incau-tación y ocupación de tierras con la Reforma Agraria parecehaberse hecho con acierto y mesura, aunque con rapidez: Ma-nuel Ortiz señala que hacia mayo de 1936 se habían expro-piado unas 90 hectáreas, menos del 2% del total existente enel término, y se habían asentado más de 100 campesinos, loque es una ratio bastante moderada que indica la intenciónde resolver problemas, más que de provocar un gran cambiosocial. Desde el punto de vista cultural, llegó al pueblo, ade-más, la primera pequeña biblioteca, y alguna que otra beca,que permitió empezar a estudiar bachiller a jóvenes humildes,que hasta entonces no podían soñarlo (y es justo destacar laayuda que al respecto les prestaba el maestro, don Hipólito,al que muchos guardaron desde entonces eterna gratitud).Luego vino la Guerra, con todos los problemas de la falta debrazos, la escasez y el temor; pero ni tan siquiera en estas cir-cunstancias, hubo serios problemas para la convivencia, pesea los resquemores que pudieron crear la incautación de algu-nas propiedades y alguna humillación que sufrieron las gen-tes sospechosas de afectas al golpe militar (sólo fue asesinadodon José, “un cura muy político”, por unos milicianos veni-dos de Alcaraz, y el Capitán Martínez, que no murió en elpueblo, sino ejecutado en Cartagena, en un barco prisión).Por regla general, la gente de derechas fue bastante prudente,y la de izquierdas tuvo bastante contención, quizá porque erararo encontrar dos familias que no fueran parientes más omenos cercanas, y porque aunque el gobierno del Frente Po-pular fuera más izquierdista, el local estaría, bajo CándidoQuílez, en la línea de Unión Republicana, o de Ramón deLlano, que estaba por entonces en la Junta Gestora de la Di-putación. Fue frecuente, según cuentan los viejos, que a lasactividades y los bailes de la Casa del Pueblo, y a las parti-culares, asistieran lo mismo los unos que los otros, aunque,lógicamente, las muertes en el frente y los mutuos agraviosfueran creando un clima de mayor crispación durante la con-tienda. Desde 1937 la alcaldía pasó a un Manuel Segura, delque conozco poco, salvo que al aparecer no gozaría de mu-chas simpatías por su radicalismo, y en octubre de 1938 a Be-nigno Maestro, que será el último alcalde democrático (por lomenos, legal, porque las condiciones ambientales impidenhablar de democracia). Parece que entre tanto aumentaron deforma llamativa, a veces por razones de simple oportunismo,las nuevas inscripciones al PSOE y los demás partidos de laizquierda, pero en todo ese tiempo, a juzgar por las listas dellibro de Ortiz Heras, ni siquiera parece que se dieran denun-cias ante los tribunales populares, lo que es todo un indicio,sabiendo lo que entonces pasaba en otros pueblos.

Al acabar la guerra hubo dos o tres muertos, fusilados porel bando franquista, y unas cuantas condenas a prisión o a

El maestro,don Hipólito

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pena capital, lo que no es demasiado, si vemos lo que ocurreen otras poblaciones por esas mismas fechas. Pero, aun así,las cosas no pudieron ser fáciles. Si bien la mayoría no entróen esta dinámica, y prefirió olvidar los agravios pasados, tam-poco faltaría algún aprovechado que ascendió en poco tiempode nivel económico y social, o individuos rabiosos que in-tentaron saciar en los vencidos sus ansias de revancha (dicenque incluso hubo quien fue a Villarrobledo, donde entonceshabía una orgía de sangre). Además, desde 1939 volverá aser alcalde un viejo conocido, Emiliano Martínez, que ejer-cerá el poder hasta el 42, con un breve paréntesis de apenasunos meses, en el 41, en que ocupó su asiento el joven fa-langista José Antonio Martínez, sobrino de su esposa. La“Victoria” vendría también acompañada por el cambio habi-tual del nombre de las calles y la exaltación del Capitán Mar-tínez, que se había pasado de teniente a la Guardia Civil y sehabía distinguido en el Bienio Negro reprimiendo disturbiosizquierdistas en La Roda, El Bonillo, Villarrobledo y Aspe,

donde sería herido en octubre de 1934. Ya como capitán, fueenviado a Albacete en enero de 1936, distinguiéndose pronto,al lado del famoso Comandante Molina, como “propagan-dista y arrojado defensor del Glorioso Alzamiento Nacional”en la sublevación del 18 de julio, cuando fue capturado y en-viado al barco “Sil”, donde fue ejecutado sin formación decausa (aunque la causa era totalmente evidente, por más que

al publicar su esquela mortuoria carguen toda la culpa a la“canalla roja”). Su padre y sus hermanas gozaron desde en-tonces de consideración particular, como otras familias dederechas, cuyos hijos, que no tardaron mucho en vestirse deazul -no parece que hubiera muchas “camisas viejas”, pero síque abundaron los nuevos afiliados a FET y de las JONS- odel verde uniforme de la Guardia Civil, reforzaron sus lazosde solidaridad y distinción. Incluso oportunistas de clase másmodesta se hicieron falangistas y se hicieron notar, adminis-trando dosis aceite de ricino, incluso aprovecharon para bus-car esposa en familias mejor acomodadas, de izquierdas oderechas. Los vencidos, en cambio, se hicieron invisibles,dándose por contentos aquellos que pudieron recuperar alhijo o al marido herido o maltratado, sin sufrir demasiada hu-millación o demasiada hambre. Pero hay que decir que, porlo menos entre la gente joven, y entre la clase media, lasganas de vivir características de todas las postguerras y la tra-dicional actitud solidaria de la localidad triunfarían muypronto. En numerosas fotos de comienzos de los años cua-renta pueden verse muchachos y muchachas de familias detodas las tendencias compartiendo las fiestas y otras activi-dades; aunque hay que matizar que no todos tenían el cuerpopara fiestas, y menos todavía la peseta que valía el “retrato”,por lo que éstos pudieran resultar engañosos.

La dureza habitual de la posguerra se vería agravada muypronto en El Salobre a causa de los “maquis”, que encontra-ron aquí, donde además tenían algunos familiares, un refugioperfecto en un lugar rodeado de montañas y caminos difíci-les, y sin Guardia Civil. En el 47, su confianza al bajar yhacer noche en el pueblo y en sus alrededores, donde muchosvecinos solían ayudarles, provocó la llegada de fuerzas deAlcaraz y otros pueblos vecinos y una dura refriega -8 demarzo- que acabó con la muerte de Antonio Hidalgo (“Atila”)y toda su partida, copada en Los Marines, cortijo situado muycerca de El Salobre. A las muertes habidas en la acción -y alos ejecutados “in situ” tras rendirse, algunos de los cualestodavía permanecen sin nombre en su fosa común del ce-menterio- se sumará muy pronto la de una persona que fueconsiderada delatora del grupo y las que seguirían después,en represalia. Las fuerzas de ¿orden público? al mando de unauténtico sádico sanguinario, el teniente Casado, torturaron,

Jóvenes salobreños de distintas familias ideológicas, en octubre de 1940 Ruinas de Los Marines, cortijo donde tuvo lugar el tiroteo en 1947

Esquela, en ABC,del Capitán Martínez

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mataron y enviaron a prisión durante años a muchos inocen-tes, incluidos ancianos y mujeres o niñas, y a otros que eranculpables, como mucho, de haber visto a los “maquis” o ha-berles ayudado con informes o víveres. Pocas familias huboque quedaran a salvo del clima de terror que propició aque-lla represión, una de las mayores que registra la historia delFranquismo en estas latitudes (hasta el antiguo alcalde y jefede Falange sería encarcelado, tras intentar huir, aunque lógi-camente, no sería asesinado, como otros, que no soportaríanlos “interrogatorios” en el mismo Salobre o en la más refi-nada cámara del horror montada en Alcaraz).

LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XXAunque probablemente no fuera sólo ésta la razón del fe-

nómeno, bastante general, no se puede excluir que aquellarepresión y sus secuelas influyeran de forma decisiva en elgran movimiento migratorio que, iniciado en la guerra y laposguerra con los que no volvieron o se fueron huyendo dela quema, diezmó la población, de los años cincuenta en ade-lante, y vino a resolver el antiguo problema de la falta de tie-rra llevándose los brazos que en otras circunstancias sehubieran empleado y creado riqueza en estos pueblos. Desdeluego, motivos para irse no faltaban entonces: la alcaldía,ocupada entre el 42 y el 47 por Luis García Muñoz, un fo-rastero, y más tarde otra vez por Bernardo González, que lofue en la República, vino a parar de nuevo, en los años cin-cuenta, a manos de Emiliano Martínez Valdelvira, cuya solapresencia era un buen acicate para salir corriendo. Las liber-tades públicas quedaron anuladas, y a excepción de los bai-les y las obras de teatro esporádicamente preparadas por los

aficionados, no hubo más reuniones que las actividades reli-giosas -misas y procesiones- en un ambiente incómodo en elque el Nacionalcatolicismo invadía la vida cotidiana: hasta“La Milagrosa”, sociedad cooperativa agrícola creada por laHermandad Sindical en el 52, la hermandad de regantes “Vir-gen de La Paz”, y la mutualidad escolar “San Isidro”, debe-rán acogerse a nombres santos (por otra parte, lógicos, en unpueblo que siempre fue bastante católico y ahora lo sería obli-gatoriamente). Pero sin duda alguna tuvo más influencia lapobreza y el hambre, que por aquellas fechas todavía seguíamatando a los humildes y hacía verdaderos estragos en losniños. A tenor de los datos que ofrece Sánchez Sánchez, Al-caraz y El Salobre -que alcanzaba su máximo al terminar laguerra- son los pueblos que más vecinos han perdido en todala comarca durante aquella década del 50 al 60. El Salobre,en concreto, comenzó a vaciarse por los barrios más altos ymás pobres, pero la emigración también afectará a los declase media e incluso a los pequeños propietarios de tierrasy negocios, que se fueron o enviaron a sus hijos en busca deun futuro mejor. Por esos mismos años se cerrará también el

último vestigio de industrialización que quedaba en el pue-blo: la fábrica de mantas, refajos y textiles de “Pepico” Al-miñana, experto tejedor procedente de Alcoy, que la habíamantenido desde los años treinta.

Todavía quedaban -aunque moliendo poco- dos o tres delos cinco molinos que existieron, y las tres almazaras (la deLa Milagrosa, la del Puente de La Dehesa y la de los Muñoz)que producen al año unos 200.000 kg. de aceite; pero las exi-gencias del mercado moderno ya hacían presagiar su pocaduración. Como compensación, llegan los adelantos: en el 58se instala en El Salobre el teléfono público. En los años se-senta llega el repetidor y la televisión, aunque sin duda no atodos lo hogares. Por lo menos, permite crear un video-club,que, con las dos maletas bimensuales de libros que envía alAyuntamiento el Centro Coordinador de Bibliotecas, man-tendrán el contacto de El Salobre con el mundo cultural ex-terior (además, obviamente, hay que contar con las obras deteatro aficionado que montan los vecinos esporádicamente).Ya en el año 70 se elabora el proyecto del nuevo Ayunta-miento, la traída el agua y el alcantarillado a todas las vi-

Grupo de salobreños en el “Hotel Rejillas” (la Prisión Provincial deAlbacete). Nochebuena de 1947

Cagarraches (peones de almazara), delante de las trojes en que depositaba suaceituna cada uno de los socios de la Cooperativa

Visita delobispo enlos añoscincuenta

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viendas. Hasta se empieza a hablar de llevar al Ojuelo el te-léfono y la corriente eléctrica, que ya no llegarán a tiempode evitar la ruina de la aldea. En el mismo Salobre, aunque lasdiferencias de clase de otros tiempos se han matizado mucho-en realidad, parece que nunca fueron grandes- y hay unaconvivencia mejor de lo habitual en esas mismas fechas (aun-que probablemente mi memoria no sea la mejor referencia,no recuerdo que hubiera un casino de ricos y un bar de los po-bres, como en otros lugares, ni que las diferencias sociales ypolíticas, que sin duda existían, influyeran de forma deci-siva), parece ya difícil la recuperación.

Durante aquellos años, como diría el castizo, se acabó lapolítica por falta de políticos. Después de lo pasado, queda-ron pocas ganas de meterse en dibujos, y la vida local sesumió en la rutina y la falta de pulso, pasando del fascismotriunfante y militante de los primeros tiempos al franquismoaburrido y cotidiano, que tuvo la virtud de devolver la calmay restañar heridas. José Bono Pretel, en su largo período demandato, desde el 57 hasta el 74, que viene a coincidir a gran-des rasgos con el desarrollismo (aunque aquí, el desarrolloserá muy limitado), viene a representar ese franquismo ató-nico que sin duda cumplía la consigna de Franco a sus mi-nistros: “no me hagan política”, y dedica el esfuerzo a lascuestiones prácticas, como la petición de un consultorio mé-dico o el arreglo de calles, que tenían su falta. Franquismo,desde luego, pero de rostro humano y “despolitizado”, den-tro de lo que cabe, debido en gran medida al talante no sólodel alcalde, sino de todo el pueblo, donde predominaban lasideas de reconciliación (de hecho, habrá concejales de fami-lias bastante lejanas al franquismo), a los múltiples lazos fa-miliares de que ya hemos hablado, y a dos hechos, si cabe,aún más influyentes: el pánico que aún se dejaba notar en lagente de izquierda, y el hecho incontestable de la despobla-ción, que alcanzó en El Salobre, como en toda la sierra deAlcaraz, cotas muy importantes.

Un curioso trabajo dirigido hacia 1970 por el maestro deescuela, don Vicente, se alarma ante la pérdida de poblacióndel pueblo, que en menos de treinta años pierde casi 1.000almas, bajando de 2.200 habitantes a aproximadamente1.270. Nos explica también que han quedado vacías más de50 casas de las 250 que tenía El Salobre y 30 de las 130 que

existían en Reolid. En cuanto a los cortijos, quedan 11 veci-nos en la aldea del Ojuelo, pero están despobladas las demás.Igualmente compara los nacidos desde 1917 hasta los añostreinta, que son entre sesenta y setenta inscripciones cadaaño, con los de los cuarenta, en que las privaciones de pos-guerra hacen bajar el número a los 45, y con los 16 que se re-gistran en 1969. Hasta las defunciones han bajado en elpueblo, desde las 27 y 23 anuales de los años cuarenta y cin-cuenta a los 13 de 1969. Y es que el desarrollismo del Fran-quismo tardío comenzó a dar sus frutos con bastante retraso,cuando ya era muy tarde para las poblaciones serranas de Al-bacete. Numerosos vecinos de El Salobre y Reolid habíanemigrado a Asturias, Barcelona, Vizcaya o Alicante, en unprimer momento, y luego al extranjero, Suiza, Francia, Ale-mania… La sangría alivió la presión popular sobre la tierray aumentó los ingresos de los que se quedaban gracias a lasremesas (aunque muchos aún habrán de ir como vendimia-dores temporeros a Francia o a la Mancha, o a las obras deAsturias, o los hoteles de Palma de Mallorca); pero se em-pobreció irremisiblemente la vida de los pueblos, sobre todo,en la sierra, convertida en “desierto de los viejos”. Aspectoque parece acentuarse más aún con la llegada de antiguosemigrantes que venían a morir a su lugar, pero sin muchaprisa por descansar en paz, y el envío de los jóvenes al ejér-cito o a estudiar bachiller en Albacete, o a la Universidad(Murcia, Madrid, Valencia…) de donde muchos de ellos yano habrían de volver. El abandono al monte de parcelas detierra, con la vuelta de especies como los jabalíes, y hasta ca-bras monteses, que ahora son abundantes, sobre todo en lazona del Pizorro, es una un claro reflejo de la despoblacióny de los cambios que se acentúan ya en el tardofranquismo.

Afortunadamente, el panorama hoy ha cambiado bastante.Tras una transición típica y ejemplar, en los que la alcaldíapasó, como es normal, del franquismo final de las Asocia-ciones al PSOE, en las últimas décadas hemos visto aumen-tar y mejorar de forma exponencial las comunicaciones (y loque aumentarán con la nueva autovía de Albacete a Linares)e incluso los caminos y carriles rurales, que hacen muchomás fácil la explotación agrícola; convertirse los “baños” de

La central telefónica

Braceros salobreños vendimiando en La Mancha

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Reolid en buenos balnearios que atraen visitantes de toda laregión, surgir nuevas empresas de turismo rural, confección,construcción, energías renovables, carpintería, forja y ali-mentación… Los servicios de escuela y sanidad, sin ser in-superables, son mejores que nunca; los actos culturalesdependen todavía casi exclusivamente de las institucionesprovinciales -muy en particular, Cultural Albacete- pero hayque señalar la sensible mejora que suponen espectáculos pú-blicos de teatro o de danza, como los que hemos visto en lapasada feria, si bien sería buena mayor continuidad y auto-nomía de organización y ejecución por los propios vecinos.

También ha mejorado de forma exponencial la calidad devida. El dinero europeo y la inversión en obras o en serviciospúblicos, como el de vigilancia y extinción de incendios, per-miten a la vez complementar la renta y fijar al terreno la es-casa población. La propiedad agrícola ya no es la que marcadiferencias entre la población, primero porque está muy des-valorizada, y también porque muchas han cambiado demanos. Y hemos visto volver a muchos emigrantes e hijos deemigrantes, que se han asentado en sus viejos solares o hanconstruido casas donde antes no las hubo (casi se puede ha-blar de una resurrección del hábitat disperso, aunque mal or-denado y poco permanente). Incluso estamos viendo llegarhasta nosotros a inmigrantes de razas y lenguas diferentes,que están contribuyendo a invertir la tendencia a la despo-blación, aunque aún queda mucho por hacer al respecto; y noresulta raro encontrar un turista que busca en estos pueblos lacalidad de vida, los paisajes y el ocio que les niega la vida delas grandes ciudades. La convivencia es grata, y aunque cadafamilia sabe lo que pasó y quién es cada cual en la pequeñahistoria de la localidad, se prefiere mirar hacia el futuro, sinolvidar jamás -porque sería injusto para los que murieron eincluso peligroso para los que quedaron- pero sin insistir enlos viejos rencores, que ni siquiera fueron demasiado impor-tantes, por lo menos en tiempos democráticos. Hasta se hanproducido curiosísimos cruces de linajes antaño incompati-bles, que son el mejor síntoma de la superación de un pasadoespinoso. Y en cuanto a las opciones ideológicas, la presen-cia de un político de raza, figura destacada a escala nacional,como es José Bono, un “hijo predilecto” y ejerciente, ade-más, de salobreño, convierte las campañas en paseos triun-fales del PSOE, sin que esto signifique que todo el que lovota comparta su ideario.

Contemplando el futuro, aunque también existen indiciosinquietantes, como cierto abandono -por desgracia, común-de las preocupaciones culturales y las actividades colectivasque no sean las vaquillas y fiestas de la feria, o ciertas acti-tudes elitistas que parecen más propias de otros tiempos yotras localidades, las circunstancias son muy esperanzado-ras. La patente mejora del nivel y calidad de vida y el fin delaislamiento involuntario con la revolución de los transportesy comunicaciones permiten al vecino leer cualquier perió-dico u ofertar sus productos y servicios con la facilidad e in-mediatez de cualquier otro punto del planeta. Y esa mismadistancia y aislamiento que antes impidieron su moderniza-

ción hasta pueden ser hoy un factor favorable, con el augedel turismo ecológico e histórico-artístico, por no hablar dela pesca y de la caza que renacen, y la gastronomía, que se haconvertido en los últimos años en un nuevo atractivo. Ya nohay tantas razones para irse, y hay bastantes más para per-manecer, aunque, lógicamente, sea cuestión de gustos. Es lomás importante: que quien quiera marcharse pueda hacerlo,y quien quiera quedarse tenga de qué vivir, y que nadie sevea obligado a tomar decisiones contrarias a su gusto o a suvoluntad, ni apartado de ellas por su nivel social o su capa-cidad cultural o económica.

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TEMAS DE ALBA-

Todos estuvieron implicados: quienes ejecutaron las órdenes, la poli-cía, los dirigentes de los partidos, algunos ministros del gobierno Ne-grín, e incluso el propio Negrín. Todos estuvieron implicados en elsecuestro, tortura y asesinato del líder revolucionario Andreu Nin, y enel calculado hundimiento del Partido Obrero de Unificación Marxista,fundado el 29 de septiembre de 1935 en Barcelona. Setenta y tres añosdespués, el escritor albacetense Juan Carlos Arce novela, en una nueva

propuesta literaria, el asesinato de Andreu Nin. La noche desnuda (Ediciones B) fue presentada en la LibreríaPopular, dentro de una nueva cita organizada por el Aula de Cultura de La Verdad, el pasado 27 de junio.

ENTR

EVIS

TAJUAN CARLOS ARCE

«Nin murió por intentar decir que en laizquierda era posible decir libertad»

Por Ana Martínez

-¿Quiere decir que en la propia izquierdahabía muchas fisuras?

-El Partido Comunista era el intérprete de la vo-luntad de Stalin, quien no es un campeón de los De-rechos Humanos y, por tanto, había comunistas,hombres de izquierdas, que estaban en oposición alos dictados de Stalin. Eso significaba que en la pro-pia izquierda había una brecha entre quienes se con-sideraban una izquierda democrática y libre, yquienes pertenecían a la izquierda del Partido Co-munista, basada en la voluntad del monstruo de Sta-lin.

-¿Y por qué centra su última novela exacta-mente en el asesinato de Andreu Nin?

-Me interesó porque Nin era un revolucionario,probablemente el más preparado de los que ha ha-bido, no sólo en la época, sino también después. Ha-

-Novela de ficción o relato histórico.-La noche desnuda es una novela y no un libro

de historia; es un relato donde hay un ejercicio deimaginación, ficción y hechos reales.

-La novela está basada en el Partido Obrerode Unificación Marxista (POUM) y se centra en elasesinato de su fundador Andreu Nin. ¿Cómollega hasta este personaje para novelarlo?

-A mí me interesaba la figura de Andreu Nin por-que revela una contradicción muy interesante: a An-dreu Nin lo mataron los comunistas por la voluntadde Stalin y él era comunista, por lo tanto me pareceuna contradicción suprimir una figura como la deNin en plena guerra civil. Parece que los partidos deizquierdas se dedicaron a eliminarse unos a otros enlugar de luchar contra el enemigo común que era elfascismo. Los hechos también revelan que hubo unasegunda guerra civil en la retaguardia, es decir, en lazona republicana, una guerra sobrepuesta a la guerracivil donde disentir se pagaba con la muerte. Me pa-reció muy interesante, porque la muerte de Nin enrealidad produce una quiebra ideológica en la Repú-blica. A partir de ese momento, las personas empie-zan a desconfiar de las ideas, de las personas y de lalucha misma, porque empiezan a darse cuenta deque, delante estaban los fascistas, pero detrás tam-bién había asesinos capaces de suprimirte por pensarde otra manera.

La muerte de Ninen realidad produce una quiebra ideológica enla República“ “

Esta entrevista, realizada por la redactora del diario La Verdad de Albacete Ana Martínez, se publica en estas páginas por cortesía del citado medio.

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ENTREVISTA: JUAN CARLOS ARCE

blaba y escribía en seis idiomas, era traductor, llegó a ser con-seller de Justicia de la Generalitat…, todo eso sin un duro. Amí me parece que fue una figura fascinante que murió con45 años por intentar decir que también en la izquierda era po-sible decir libertad.

-En la portada del libro que presentó se lee textual-mente «La novela que descubre toda la verdad sobre lavoladura del POUM y el asesinato de su dirigente, An-dreu Nin». ¿La historia ha tratado de ignorar o tergiver-sar lo que ocurrió con este partido marxista?

-Claro, después de la muerte de Nin había que suprimir atodos los demás, empezando por el comité ejecutivo delPOUM. Se declaró ilegal el partido y para hacer eso se montóun proceso judicial con apariencia de justicia, pero que en re-alidad era una comedia, para imputar al POUM todos losmales del mundo, incluidos que eran espías de Franco, asueldo de Hitler, que eran fascistas y, por tanto, espías infil-trados. Al declararse ilegal el partido fueron juzgados por es-pionaje, lo que revela que el sistema en los asesinatos deStalin siempre era el mismo: primero hay un desprestigio so-cial lleno de calumnias, de imputaciones, de mentiras…, des-pués se va a la eliminación física y después se cubre todo conolvido para que ni siquiera parezca que han vivido. Esta es lahistoria, porque efectivamente el POUM no levantó cabezadesde entonces, sus pocos militantes que quedaban despuésde la guerra estuvieron en el exilio y no pudieron recompo-ner el partido. Fue por tanto una voladura calculada.

FELICITACIONES

-¿Con esta novela cree que se le hace justicia a AndreuNin?

-No, yo lo único que he escrito es una novela para que lagente se entretenga y tenga un fondo histórico, pero yo nopretendo hacer justicia con nada ni con nadie.

-¿Ha recibido alguna crítica desde Cataluña teniendoen cuenta que Nin era de esta comunidad autónoma yahora se lo disputan socialistas y nacionalistas?

-Este personaje importa mucho en Cataluña porque nacióallí, porque los hechos ocurrieron allí y es cierto que esmenos conocido fuera de Cataluña. No he recibido críticas,sino alguna que otra felicitación por la elección del tema, queparece ser que ha interesado.

-¿Es usted rata de archivos históricos y bibliotecas a lahora de documentar la novela?

-Bueno, deliberadamente nunca utilizo demasiada docu-mentación, sólo la necesaria para plantear la época, porque simiro mucha documentación entonces empiezo a tener unmontón de datos, y los datos tienen un peso y el peso acabacon la imaginación. Para mí es bueno tener zonas de sombrae, incluso, aprender cosas de la época y olvidarlas para tener

capacidad de escribir una novela, sino acabas haciendo unacrónica o un libro histórico.

-¿Le acompaña la inspiración?-Escribir es oficio, dedicación, voluntad y técnica.

-Ya, pero siempre hay un pequeño germen como iniciode la historia que se quiere desarrollar.

-Cuando escribo es porque me gusta escribir, porquequiero explicarme el mundo, porque me apetece, porque esuna de mis aficiones, pero que olviden los lectores la idea deque quiera hacer justicia o decir cosas importantes. Un díame dijeron «es que tú dices cosas importantes en los libros».Pues nada más lejos de esto, las cosas importantes las dice elPapa, los banqueros, los ministros…, pero yo no hago nadaimportante, sólo escribo literatura para ir andando.

-Y lo hace pensando en el lector o en sí mismo.-Yo siempre escribo pensando en el lector, lo que quiero

es que se lo pase bien, por eso hago novelas muy amenas.

-Usted es abogado de profesión, ¿le es fácil compatibi-lizar pleitos con escritura?

-Para mí ser escritor es un oficio más. Soy un trovador demuchos balcones, hay actividades que son complementariasy las compatibilizo muy bien, porque si yo tuviera que vivirde lo que escribo tendría que escribir lo que se vende, lo queestá de moda, ver por dónde gira la rosa de los vientos de losintereses de los lectores, de modo que teniendo una profe-sión que me da de comer, puedo ser independiente como ar-tista que es una cosa que me parece más interesante.

-Usted es de los que opina que a las editoriales sólo lesinteresa las modas literarias.

-El mundo de las editoriales me pilla de lejos porque sólotrato con ellas para vender la novela, pero es cierto que seedita mucho más de lo que se puede leer, hay una inflacióneditorial enorme, sacan libros que duran cuatro días, tiradaspequeñas… Antes cuando un escritor escribía un libro teníamucho cuidado de lo que opinara el público y lo que dijera lacrítica; ahora cuando un escrito publica un libro el que tieneque tener mucho cuidado es el lector.

Escribir es oficio,dedicación, voluntad ytécnica“

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En septiembre del año pasado, en diferentes ciudades delmundo, desde Washington a Manila, desde Santiago de Chilea Bruselas y también en España, miles de personas se con-centraron en solidaridad con los ciudadanos de Myanmarpara subrayar su derecho a manifestarse pacíficamente y paraexigir al gobierno de la antigua Birmania que pusiera fin a larepresión violenta.

Dos meses después, a principios de noviembre de 2007,siguieron produciéndose detenciones de activistas políticos,practicadas pese al compromiso formulado por el primer mi-nistro Thein Sein al representante especial de la ONU Ibra-him Gambari de que no habría más detenciones. Algunos delos detenidos fueron el presidente de la Alianza Panbirmanade Monjes y líder de las manifestaciones de septiembre, quefue acusado de traición, además de otros defensores de dere-chos humanos, monjes y miembros de minorías étnicas.

En un país que vive bajo la opresión desde hace décadas,prácticamente desde que consiguiera la independencia de In-glaterra, destacaron lamentablemente los sucesos de 1988,en los que las fuerzas de seguridad disolvieron multitudina-rias manifestaciones en favor de la democracia con violenciamortífera, que se cobró mas de 3000 vidas. Aunque el pasadoaño las protestas estallaron por el aumento desmesurado delprecio del combustible – que impidió a muchas personaspagar el autobús para ir al trabajo y comprar artículos esen-ciales como el arroz-, en realidad, el telón de fondo de lo queocurrió es el terrible historial de Myanmar en materia de de-rechos humanos.

Myanmar es una de las situaciones olvidadas de emer-gencia en materia de derechos humanos que hay en el mundo.Las violaciones son numerosas y sistemáticas, entre ellas:

• El uso de niños soldados y el trabajo forzoso.• Leyes que criminalizan la expresión pacífica de la di-

sidencia política. Más de 1.160 presos políticos se en-

cuentran recluidosen condiciones pe-nitenciarias cadavez peores.

• Con frecuencia sedetiene a la gentesin la correspon-diente orden judi-cial y se la recluyeen régimen de inco-municación. La tor-tura y otros tratoscrueles, inhumanosy degradantes sonhabituales.

• Los procedimientosjudiciales contra losdetenidos políticosdistan mucho decumplir las normasi n t e r n a c i o n a l e ssobre juicios justos:a los acusados se les suele negar el derecho a recibirasistencia letrada y los fiscales se basan en confesionesconseguidas bajo tortura.

Por todo ello, Amnistía Internacional sigue insistiendo:EXIGIMOS al Gobierno de Myanmar que ponga fin de

inmediato a la represión violenta y que permita a la pobla-ción el libre ejercicio de sus derechos a la libertad de expre-sión, de asociación y reunión sin temor a ser hostigada,intimidada o detenida arbitrariamente. Asimismo exigimosla inmediata e incondicional puesta en libertad de los presosde conciencia, entre ellos la Premio Nobel de la Paz San SuuKyi.

INSTAMOS, como ya hicimos el pasado mes de sep-tiembre, al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a adop-tar medidas de inmediato, entre ellas la posibilidad deimponer un embargo de armas a Myanmar.

Amnistía Internacional quiere reconocer una vez más elvalor de Aung San Suu Kyi y de todas esas personas que apesar de las amenazas y la represión siguen ejerciendo y rei-vindicando su derecho a manifestarse pacíficamente.

Solidaridad con Myanmar*

Monjes birmanos atan tiras detela en las puertas de DowningStreet, Londres (U Uttara, líderde los monjes en el Reino Unido,es el más cercano a la cámara).Esta acción formaba parte de laManifestación Global porMyanmar

Monjes birmanos enTrafalgar Square,Londres, durante laMarcha Mundialpor Myanmar

*Textos de la intervención de Celia Zafra, representante de Amnistía Internacional en Albacete, durante la mesa redonda celebrada en la sala Pepe Isbert del Teatro Circo el14 de enero de 2007 para difundir el premio “Abogados de Atocha”, concedido por la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha a Aung San Suu Kyi en su edición de 2007.

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AUNG SAN SUU KYI, UNA LUCHADORAINFATIGABLE

Nacida en Rangún, el 19 de junio de 1945, es hija de AungSan, el héroe nacional que firmó en 1947 el tratado de inde-pendencia con el Gobierno británico antes de ser asesinado.Tras diplomarse en Oxford, trabajar en la Secretaría de lasNaciones Unidas y ser profesora en la India, Aung San SuuKyi regresó a Birmania en 1988 y participó en el “segundocombate en pro de la independencia nacional”. Este combatese inspiró en el ejemplo pacífico de Gandhi y en su febudista, que le llevó a propugnar una “revolución del espírituque se manifiesta mediante el reconocimiento de la necesidaddel diálogo y la compasión por los más humildes”. Insistió enla necesidad de reconciliar a las etnias de su país, profunda-mente divididas.

Curiosamente, Suu utilizó una de las técnicas de presióntradicionales de Amnistía Internacional. Promovió una in-tensiva campaña para el envío masivo de cartas al gobiernoen el que se sugerían reformas políticas. Desafiando la leymarcial, viajó por todo el país y participó en multitudinariosmítines donde denunciaba los abusos del gobierno militar.Las relaciones con el poder se volvieron cada vez más tensasy, después de salir ilesa en abril de 1989 de un atentado, enjulio de ese mismo año fue puesta bajo arresto domiciliarioen su domicilio de Rangún.

Aun así, asumió la dirección de la Liga Nacional para laDemocracia, formación en torno a la cual se reunieron todoslos miembros de la oposición, que ganó las elecciones en1990 por mayoría aplastante. Como las autoridades militaresse negaron a tener en cuenta este resultado, su partido nopudo formar gobierno.

Reconocida como prisionera de conciencia por AmnistíaInternacional, su propósito de que el drama birmano no ca-yera en el olvido fue recompensado el 14 de octubre de 1991con el Premio Nobel de la Paz, gracias al cual dio a conocersu combate al mundo entero. Ella rechazó el exilio que se leproponía a cambio de su silencio. Su actitud constituyó unode los más extraordinarios ejemplos de coraje civil en las úl-timas décadas del siglo XX. El gobierno de Rangún denególa solicitud de las autoridades suecas para liberar a Aung SanSuu Kyi, con el argumento de que había alterado el orden le-gítimo de la nación. Los militares emprendieron una cam-paña de descrédito hacia la activista y, mediante un decretogubernamental, se la apartó de su cargo de secretaria generalde la Liga. En su representación acudió a recoger el PremioNobel su hijo Alexander.

Suu Kyi ha recibido también los premios Thorolf Raftode defensa de los derechos humanos, el Premio Sajarov delibertad de pensamiento y el Premio Simón Bolívar.

En 1995, las presiones ejercidas por los Estados Unidoscondujeron a su “liberación” (por poco tiempo) de su resi-dencia, tiempo que ella aprovechó para dirigirse cada fin desemana a una muchedumbre atenta a su mensaje de aliento.

Sometida de nuevo a arresto domiciliario en 1996, raravez ha podido recibir visitas, aunque consiguió enviar a lasNaciones Unidas algunos mensajes grabados que denuncianel empeoramiento de la situación de los derechos humanos ensu país, pidiendo a la comunidad internacional que concedaprioridad a los derechos políticos de la Liga Nacional cuyadirección sigue asumiendo.

La Junta de gobierno que mantiene el poder en su país noha ahorrado las invitaciones de exilio a su eminente y enojosasemirreclusa, jugando con el elemento de la separación fa-miliar, como una manera rápida de deshacerse de ella. Un ca-pítulo de esta táctica de acoso psicológico sucedió cuando suesposo, Michael Aris, murió de cáncer de próstata en marzode 1999, sin volver a ver a su mujer, esperando el visado queel gobierno birmano nunca le concedió.

Se encuentra en arresto domiciliario desde el 2003. Enseptiembre del 2007 fue trasladada a un nuevo recinto penaldebido a las manifestaciones que se realizan en todo el paísexigiendo democracia.

Celia ZafraAmnistía Internacional

AUNG San Suu Kyi, presa de conciencia y líder de la oposicióndel partido de la Liga Democrática en Myanmar

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Más información en la web de Amnistía Internacional España,www.es.amnesty.org <http://www.es.amnesty.org>

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La historia del movimiento obrero europeo ha venido mar-cada por las dificultades para la participación de las muje-res: el colectivo masculino ha entendido poco, e incluso hasido beligerante, con respecto a un tratamiento específico dela problemática de las mujeres y de su participación en elámbito público. Y así, los sindicatos han ido conformandouna imagen monolítica del trabajador: masculino, obrero in-dustrial…, con muchas dificultades y obstáculos para quelas mujeres tuvieran un papel relevante en ellos.

LOS ORÍGENESLas mujeres han tenido una altísima participación en

el mercado de trabajo desde los inicios de la revoluciónindustrial, pero han estado al margen de la clase obrera, sim-bolizada por el varón adulto. Esta clase obrera –sus organi-zaciones– han tenido generalmente un discurso excluyentehacia las mujeres trabajadoras, porque, o bien las veían comocompetidoras en el mercado laboral, o bien se considerabaque su trabajo fuera de casa aumentaba la mortalidad infan-til, o, simplemente, se erosionaba la jerarquía masculina en lafamilia1.

Si bien hubo círculos obreristas que planteaban que laemancipación de la mujer vendría con el trabajo, como lossocialistas utópicos Owen y Fourier, el socialismo ‘oficial’negaba una actuación específica como mujeres trabajadoras,defendía la idea de que el socialismo liberaría automática-mente a las mujeres y se rechazaba la lucha feminista porconsiderarla algo propio de las mujeres burguesas.2

Entre las posiciones defensoras de las mujeres, encontra-mos algunas auténticas pioneras de las luchas de las trabaja-doras por ser tenidas en cuenta por el movimiento obrero,como Flora Tristán, precursora del movimiento feminista, de-fensora declarada de los derechos y libertades de la claseobrera y de la mujer, que defiende que la clase obrera estáformada por hombres y mujeres; Clara Zetkin, que defiendeel asociacionismo de las mujeres y el derecho al voto, a laeducación..., los derechos políticos que se entendían propiosdel movimiento feminista burgués, y además, derechos so-ciales para las mujeres; Aleksandra Kollontay, que apuestapor una revolución de la vida cotidiana y de las costumbres,por forjar una nueva concepción del mundo y, muy especial-mente, una nueva relación entre los sexos, definiendo su de-nominada ‘mujer nueva’...

EN ESPAÑAEl Congreso Obrero de los internacionalistas españoles,

de Zaragoza (1872) se pronuncia por que “la mujer como elvarón es un ser libre e inteligente que hay que situar en con-diciones de libertad y el medio para ello es el trabajo y la ins-trucción.” Las declaraciones programáticas de anarquistas y

Una tenazlucha.(La de la mujeres,por ser tenidas encuenta en el trabajoy en el sindicalismo)

1 Cristina Borderías, conferencia en Círculo de Bellas Artes, Madrid, el 31 de octubre de 2007.2 Jacqueline Heinen.1978. De la 1ª a la 3ª Internacional: la cuestión de la mujer. Barcelona. Fontamara.

Manifestación 8 de Marzo de 1978. Madrid (colección Unidad Obrera, C.C.O.O. de Madrid.Archivo de Historia del Trabajo, Fundación 1º de Mayo)

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socialistas siempre fueron favorables a la igualdad de lossexos; ahora bien, según señala Ballarín, citando a Capel(1986)3, “el hecho de aparecer consignados una y otra vezestos objetivos, sin variar apenas su formulación pese al dis-currir de los años, nos habla no sólo del interés puesto en con-seguirlos, sino también de las dificultades encontradas en elcamino”. Por otra parte, en ambas corrientes se daba una plu-ralidad de posiciones con respecto a la función social de lasmujeres y, por tanto, encontraremos declaraciones y expe-riencias diversas en relación con el trabajo y la educación fe-menina4.

Ya desde entonces aparecen sindicatos femeninos: la So-ciedad Autónoma de Mujeres, fundada por Teresa Claramunt,una de las militantes fundamentales del movimiento liberta-rio español, que defendió a ultranza los derechos de las tra-bajadoras, o La Unión. Sociedad Feminista de Resistencia ySocorros Mutuos, sociedad femenina en la que, desde unprincipio, la cuestión social aparece estrechamente vinculadaa la cuestión de género. Y luchas de mujeres trabajadoras,como las de las cigarreras de Madrid y Sevilla. Y se produ-cen cambios en la legislación que afectaba a las mujeres (laregulación del trabajo a domicilio, la prohibición del trabajonocturno para las mujeres, el establecimiento del horario delactancia...)5

Pero el discurso de los Sindicatos continuó siendo exclu-yente, contra los trabajos que se consideraba impropios delas mujeres, recogido incluso en algunos convenios colecti-vos. En ocasiones, se reivindica la igualdad salarial, pero,para defender, a continuación, que si no es así, se contrate alos hombres, es decir que se trataba, realmente, como señalaCristina Borderías, de una estrategia de exclusión, junto conotras, como no aceptarlas como aprendizas, intentar sindi-carlas para controlar su contratación o la segregación laboral.

Junto con ello, hay acusaciones a las trabajadoras de ‘rom-per la clase’ con su defensa del derecho al trabajo remune-rado. Pero las mujeres están presentes en el mercado laboralde forma creciente, así que siguen organizándose y recla-mando derechos.

Con el franquismo, se promueve expresamente el aleja-miento de las mujeres del trabajo fuera de casa. El Fuero delTrabajo (1938) estipulará que “el Estado liberará a la mujercasada del taller y de la fábrica”. Y se prohibirá el trabajonocturno para las mujeres, una medida proteccionista clara-mente dirigida contra la independencia económica y la auto-nomía de las mujeres. La Sección Femenina será la encargadaespecial de transmitir los valores que el Régimen considerapropios de las mujeres: ser sumisas esposas y buenas madres.Y ésa será la educación que reciban desde niñas.

Se instaura la dote, para compensar la retirada del trabajode las mujeres, al casarse. Y, según la Ley de Contratos de

Trabajo, de 1944, la necesidad de permiso marital para que lamujer casada pudiera trabajar fuera de casa. Por supuesto,discriminación salarial expresa. Todo eso hasta 1961, nuevalegislación que estableció la equiparación de derechos entrehombres y mujeres en materia laboral y derogó parcialmentelas restricciones legales de antaño. De este modo, el artículosegundo del Reglamento de 1962 señalaba que el cambio deestado civil no rompe la relación laboral y en el artículo ter-cero se precisaba que la mujer disfrutará del mismo salarioque el hombre a trabajo de rendimiento igual, algo que aúnno hemos conseguido, en la práctica.

Aun así, va creciendo el número de mujeres que se incor-pora al mercado laboral (ver tabla). Y las mujeres participanen las importantes huelgas mineras en Asturias y otras zonasindustriales (Vizcaya, Sevilla...), como apoyo a los huelguis-tas. Son detenidas, maltratadas...

PORCENTAJES DE MUJERES Y VARONESACTIVOS

Mujeres Varones1960 18,2 81,81970 19,6 80,41976 28,3 71,7

En 1965 se crea el Movimiento Democrático de Mujeres,que realiza acciones de solidaridad con los presos políticos yreivindica derechos para las mujeres españolas. Especial ac-tividad sindical de las mujeres de textil, con importantes con-

3 Rosa M. Capel Martínez (Coo.). (1982). Mujer y sociedad en España (1700-1975). Madrid. MEC.4 Pilar BALLARÍN DOMINGO. 2001. La educación de las mujeres en la España contemporánea siglos XIX-XX. Madrid. Síntesis.5 Catálogo de la Exposición El voto femenino en España. 2006. Madrid. Instituto de la Mujer.

Nave industrial. Standard Eléctrica. Talleres de Villaverde, Madrid. 1977(colección Unidad Obrera, C.C.O.O. de Madrid. Archivo de Historia delTrabajo, Fundación 1º de Mayo)

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flictos entre 1970 y 1974, en fábricas de Madrid, como In-duyco, Santa Clara o Rock.

EL NACIMIENTO DEL ACTUAL MOVIMIENTOFEMINISTA Y SU PLASMACIÓN EN LASORGANIZACIONES SINDICALES

1975 es la fecha que tomamos como referencia del surgi-miento del feminismo en su versión actual, el nuevo femi-nismo, con la realización de las Primeras Jornadas por laLiberación de la Mujer, en Madrid, y poco después, las Pri-meras Jornadas Catalanas de la Dona, en Barcelona. Unido aesos primeros pasos del movimiento feminista en España,surge el trabajo feminista en el interior de los sindicatos:

- en la Asamblea de CCOO de Barcelona, en 1976, se de-cide crear la Secretaría de la Mujer, lo que luego se formali-zará en el I Congreso Confederal, de 1978.

- en 1977 tienen lugar las Jornadas de Mujer Trabajadorade UGT.

- otros sindicatos, después, han ido constituyendo secre-tarías o áreas de la mujer y realizando un trabajo específicode sensibilización y reivindicación de derechos femeninos.

Pero podemos decir que, en el ámbito sindical, es CCOOla organización que más dedicación y más elaboración haaportado a la causa de las trabajadoras. En ese I Congreso deCCOO, de 1978, se habla de la especificidad de la proble-

mática de las trabajadoras, de la constitución de secretarías dela mujer y su representación en los órganos del Sindicato, dela relación con el movimiento feminista. Y como reivindica-ciones: la eliminación de las categorías femeninas, contra ladiscriminación salarial, la compatibilidad del trabajo asala-riado y el trabajo doméstico, la igualdad ante la ley, anticon-ceptivos y aborto..., se denuncia la violencia de género... ytodo ello, desde la consideración de que ‘lo personal es polí-tico’. Y se van constituyendo Secretarías de la Mujer, no sindificultades y desencuentros6. A pesar de ello, o quizá porello, las Secretarías de la Mujer y el trabajo en defensa de laproblemática específica de las mujeres, dentro de CCOO –como en los demás sindicatos–, se han ido fortaleciendo.

En las organizaciones sindicales, hoy, se discute normal-mente de los problemas y reivindicaciones de las mujeres.Por ejemplo, en CC.OO, con la realización de una conferen-cia de mujeres (CC.OO., un espacio sindical para hombres ymujeres, febrero-junio de 1993), el conjunto del sindicato dis-cutió durante varios meses los problemas y reivindicacionesde las mujeres y significó un importante nivel de consolida-ción de las Secretarías de la Mujer.

Las reivindicaciones de las mujeres van incluyéndose enla acción sindical. Las mujeres se van incorporando a los ór-ganos de dirección. Después de pasar por varios congresos,en el 7º (abril, 2000), en CC.OO. se incorpora a los estatutos

6 Extracto de un escrito del Grupo de Mujeres de Intelsa, sobre la negociación del convenio (1978-1979):“... Un grupo de obreras... Planteamos la necesidad de introducir en los puntos de negociación la petición de una guardería... Una iniciativa que [contaba] con el apoyo de bas-

tantes trabajadoras...”“... Las primeras opiniones que manifiestan son que es una barbaridad introducir más puntos porque bastante difícil está ya la cosa como para apretarle las clavijas más a la

patronal. Otros dicen que hay que concentrar la fuerza de la lucha en la defensa de las reivindicaciones más urgentes y no dispersarla con cosas secundarias. Otros nos acu-san de quererle poner a la patronal en bandeja la justificación del laudo.”

“... Se nos termina acusando de estar dividiendo a los trabajadores y restando fuerzas para luchar.”“... A una compañera le dicen: “No sé para qué quieres tú una guardería, si ya tienes la menopausia”. Al tratar de explicarles que esta reivindicación también les afecta a ellos, porque son padres, uno contesta: “A nosotros no nos hacen falta, que para eso tenemos mujeres de-

centes que se quedan con ellos y no hacen como vosotras que venís a quitarnos el puesto de trabajo”. “... Al final la guardería termina siendo incorporada en la tabla, aunque en la negociación no se consigue.”

Mujeres de Albaceteen defensa de laRepública

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la obligación de la proporcionalidad de mujeres en los órga-nos de dirección, aunque su cumplimiento no es aún el dese-able. Las propias mujeres somos conscientes de que, enmuchas ocasiones, la norma sirve para muy poco si la propiaorganización, su funcionamiento cotidiano… no facilita laincorporación de las mujeres y, por tanto, no tenemos muje-res que quieran participar en los órganos de dirección.

No cabe duda de que hemos avanzado mucho. Las muje-res hemos ido ganando terreno, tanto en nuestra presencia yparticipación, como en la capacidad de incidir en las políti-cas sindicales, aunque la imagen de las organizaciones sin-dicales sigue siendo muy masculina y cualquier pequeñoavance sigue requiriendo de nosotras mucho tiempo y es-fuerzo.

En conclusión, el trabajo de las mujeres en los sindicatoses una necesidad, no exenta de dificultades, ciertamente,pero, podemos estar seguras de que si hemos llegado hastaaquí es porque muchas mujeres antes que nosotras han pele-ado arduamente para permitírnoslo. Unas pocas han pasadoa la historia con nombres y apellidos, pero muchas, la granmayoría, ha estado en ocasiones detrás de ellas, en ocasio-nes, también a la cabeza de luchas claves para la consecu-ción de los derechos que ahora tenemos. De la misma maneraque las que ahora estamos seguimos también reclamando laconsecución de una igualdad real, que todavía no hemos con-quistado, para las que vendrán detrás.

M. Carmen HerederoFederación de Enseñanza de CC.OO.,

Secretaría de la Mujer

Homenaje a las Trece Rosas, militantes de la JSU fusiladas en 1939 por elrégimen de Franco (foto cedida por la Federación de Pensionistas de C.C.O.O.de Madrid)

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Antonio Averlino, el Filarete, tratadista italiano del sigloXV, decía que el Arquitecto NO es el padre de la Arquitec-tura. El Arquitecto es la madre de la Arquitectura. Probable-mente quería expresar con esta bella metáfora que elArquitecto es el catalizador, el procesador, el alquimista quesintetiza toda una serie de estímulos, componentes, condi-ciones, peticiones, exigencias, datos, etc. que provienen delexterior y que es capaz de hacer suyos, de reelaborarlos en untodo que comprehende las partes, pero que es distinto deellas, al que llamamos Proyecto.

En definitiva, para el Filarete, el arquitecto es, básica-mente, un gestante. Por eso mismo es la madre y no el padrede la Arquitectura. Esta idea entraña una reflexión, en mi opi-nión, profunda, hermosa y de plena actualidad. Trata sobre laactitud del profesional que llamamos Arquitecto.

Un Arquitecto, si lo es, está siempre a la escucha. ComoMozart componía: escuchando. Escuchando ¿qué? ¿a quién?Pues, en primer lugar, a su cliente, a lo que le dice y a lo quecalla (quizá más importante si se tiene la sensibilidad afi-nada). Pero también y además, al solar, al emplazamiento, alsitio, a la calle, al barrio, a la ciudad. Un Arquitecto debe es-cuchar. Luego, el proceso de gestación es suyo: suya es lacriatura. Y la respuesta es, así, Arquitectura.

Una perspectiva de género sobre la Arquitectura y sobrela Ciudad es una perspectiva que se caracteriza, básicamente,por la escucha, por ponerse en el lugar del otro, como nosdice el Profesor José Maria Montaner de la ETSA de Barce-lona. Hay un refrán que, con la malicia y el realismo quesuele caracterizar estas sentencias populares, reza: “A río re-vuelto, ganancia de pescadores”. Pues bien, es verdad que esdifícil oír en medio del griterío que nos marea y confunde,pero hay que hacer el esfuerzo para que la ganancia de pes-cadores no sea tan abusiva y el río no esté tan revuelto.

Y es indudable que las mujeres estamos más y mejor pre-dispuestas a esa escucha que es, en el fondo, un ejercicio fun-damental de respeto, de aprendizaje constante y de sentidocomún. ¿Por qué estamos más y mejor preparadas para es-cuchar? Porque históricamente nuestra existencia se ha des-arrollado acompañando y cuidando a otros: a nuestros hijos,a nuestros padres, a nuestros maridos... Otro refrán implaca-ble y machista donde los haya sentencia (porque es una au-téntica condena a la invisibilidad eterna) que “detrás de cadagran hombre hay una gran mujer”. En rigor y en justicia,todos sabemos que, detrás de cada gran hombre, lo que hayes muchos hombres, defendiendo y apoyando el sistema.

Para las mujeres, la escucha es un ejercicio cotidiano. Paranosotras, ponernos en el lugar del otro es una actividad habi-tual. Y esta destreza es la que deseamos poner al servicio dela comunidad.

Porque la perspectiva de género sobre las ciudades no tra-baja sólo en la dirección femenina en exclusiva: trabaja a

favor de las personas, de todas. Una ciudad más igualitaria esuna ciudad mejor y lo es para todos: para los niños, para losancianos, para las mujeres y también para los hombres. Unaciudad más justa y más amable es una ciudad mejor para losseres humanos. Para todos.

Igualdad es calidad. Las dos pequeñas reflexiones urbanasque deseo compartir con ustedes arrancan, es cierto, de unaperspectiva de género sobre la arquitectura y sobre la ciudadpero su alcance y su proyección apuntan a un urbanismo queincluya entre sus componentes de calidad, la consecución dela igualdad.

El urbanismo “de ingeniero”, la máquina de habitar a es-cala metropolitana, está pensado para el ser humano adulto,sano y, si me apuran, perfecto. Para una especie de Doríforoen la plenitud de sus capacidades y facultades (la misma ple-nitud que hoy se exige, por ejemplo, para acometer, sin moriren el intento, la visita a un museo moderno).

Pero, incluso ese ser humano desarrollado, maduro, per-fecto y, por supuesto, varón (piensen, por favor, en la ima-gen del Modulor del Corbu), una vez fue niño y, si todo vabien, alguna vez será viejo (“veterano” dicen con eleganciainnata mis amigos latinoamericanos, y no imaginan cómo seagradece cuando una es mujer y va madurando).

Es en estas circunstancias de los umbrales de la existen-cia cuando el urbanismo “de ingeniero” (fíjense, inspirado li-teralmente en el ingenio para hallar la solución y complacerseen ella), de infraestructuras, de grandes equipamientos re-sueltos con audacia estructural y técnica, de intercambiado-res modales, etc., sirve pero es insuficiente. El ingenierosienta las bases que han de garantizar tanto la eficacia téc-nica como la equidad en el reparto de beneficios y cargas. Elproyecto del ingeniero es la condición necesaria, pero no lasuficiente.

Actualmente, en eso que llamamos la aldea global, setiende a una exacerbación de lo individual (propulsada porla economía capitalista que pretende hacernos creer únicosen el mundo) mientras, paradójicamente, se sirven solucionesgeneralistas del tipo “café para todos”. La ciudad necesita laasunción de la complejidad y de la diferencia. Hace falta, esprecisa, otra manera de pensar, manera que es más afín a lamirada femenina sobre la realidad que a la masculina porquesu escala es lo humano (me niego a aceptar que la escala detrabajo de la mujer sea el detalle) y no lo semidivino.

Una mujer y un hombre miran diferente (obvio) como ha-blan diferente: el lenguaje del varón es informativo, a veces,casi informático, digital, de “síes” y de “noes”. El lenguaje delas mujeres es inquisitivo: nosotras nunca decimos sólo loque decimos. Nosotras hablamos entre líneas como leemosentre líneas. Cuando hablamos, buscamos y obtenemos unainformación que va más allá del contenido estricto y objetivode la conversación. Es así. Y les cuento todo esto, para evi-

La MIRADA de la OTRA

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denciar que la mirada femenina es absolutamente necesaria ycomplementaria de la masculina para comprender la realidady para proyectarla hacia el futuro. Somos diferentes, claroque si y ¡viva la diferencia! (cito a Spencer Tracy en la pelí-cula “La costilla de Adán”) entendiendo siempre que el re-conocimiento de lo distinto trabaja a favor de garantizar lajusticia.

En la ciudad conviven no sólo géneros, entendidos comoformas de construcción cultural y social que viven y ocupanel espacio de manera distinta, conviven también diferentesgeneraciones. En la ciudad, amén de hombres y mujeres dedistintas etnias, viven niños y ancianos, enfermos y sanos.

El niño es, amén de un superviviente nato, un ser depen-diente. En gran medida, basa el éxito de su supervivencia enel grado de dependencia que establece con los demás y esosdemás no son sólo sus padres. Con el niño, nos guste o no,todos nos convertimos en “guardianes” de nuestros herma-nos que ahora son locos y bajitos, en palabras de Serrat. Supresencia es una responsabilidad que irradia hacia los demás.

Por eso unos espacios públicos y unos sistemas de trans-porte (público) que cooperen activamente en el cumplimientocabal de esa suerte de “custodia” compartida son instrumen-tos eficaces para que todos, cuidadores y cuidados, depen-dientes y soportes, veamos satisfechas nuestras necesidadesy aspiraciones.

El diseño de un buen parque hace felices a nuestros hijos(hijos biológicos, hijos del corazón, hijos de nuestros her-manos..., hijos al fin y al cabo) y, además, a nosotros que lossabemos seguros y sanos en estos espacios. Y, en realidad, anosotros nos hacen felices no sólo en tanto en cuanto res-ponsables de estos seres dependientes sino también y ademásen memoria del niño que fuimos y que, si no estamos aúnmalogrados del todo, aún conservamos.

El otro extremo de este hilo conductor de la existenciavital de un ser humano es la vejez. Eufemismos no faltan paraenmascarar una realidad creciente que exige compromiso, so-lidaridad, justicia y, como casi siempre, altas dosis de profe-sionalidad. Ahí tenemos por ejemplo apelativos tan “finos”como la tercera edad, la edad dorada, nuestros mayores... enfin, un sinfín de cursilerías, si me lo permiten, que se danjusto en las sociedades (¡qué casualidad!) donde no se mirade frente, con serenidad y con responsabilidad, la vejez, osea, el último tramo de la vida, considerada casi política-mente incorrecta (¡y no hablemos ya de la muerte!).

Hablar de la muerte en Europa es, como mínimo, políti-camente incorrecto. Y, sin embargo, es la única certeza, aménde la existencia si pensamos y creemos a Descartes, que po-seemos. El viaje de la vida sólo posee la seguridad del des-tino. El itinerario es un misterio plagado de sorpresas además.Pues bien, es curioso que las palabras más aparentementeduras para designar o nombrar a los viejos se dan sin em-bargo en sociedades mucho más sensibles, en la realidad, conellos. Por ejemplo: los ancianos de la tribu. Se les llama porsu nombre, pero, a la vez, se les trata con reverencial respeto.

Una ordenación urbana que refleja fielmente esa condi-ción maldita de algunos sectores de la población es aquellaque los relega a guetos vendidos en la publicidad como islasde la felicidad, como remansos de paz, como auténticos pa-raísos en la tierra. Todos sabemos que lo que más estimula a

un ser humano es la presencia de otro y que ésa y no otra esla esencia de la vida en comunidad: crear una red de apoyosmutuos que nos sostenga a todos.

Para “colocar” en esa malla al “activo” denominado “an-ciano” hay que reconocerle previamente un valor, hay queestar convencido de que puede aportar y por tanto recibir enigualdad. No es, por consiguiente, una cuestión de caridadsino de EQUIDAD.

Una sociedad que sólo explota al viejo como fuente denotables ingresos (me da igual la versión de alto standing queprolifera, vergonzante y vergonzosa, en las costas mediterrá-neas españolas que la versión cruda y dura del geriátrico: casiprefiero ésta última que no enmascara su condición predo-minantemente sanitaria), que sólo sabe ver en él otra oportu-nidad de negocio, es una sociedad que lo condena a una letalsoledad.

E insito en su efecto letal: el anciano es, fundamental-mente, el espectador de la vida de los otros. Si no está rode-ado de esa escenografía vital, su vida pierde el rumbo: ayunade sentido propio y sin reflejo en la vida de los demás.

Es, además, proveedor de conocimiento empírico y no li-bresco. Posee el tesoro de la experiencia. Recuerdo con es-pecial cariño una vivencia de pocos años atrás en la cual llevéa mis alumnos, entonces adolescentes, a visitar algunos gran-des museos madrileños. Para ese tipo peculiar de visitantes,las instituciones correspondientes tenían previstos unos guíasmuy especiales: los abuelos. Una legión de voluntarios queexplicaban las cosas entregándose a fondo, sin mirar el reloj.La Comunidad de Madrid conseguía así que estas personasmayores se sintieran, porque lo son, útiles a la comunidad y,por otra parte, grababa en la memoria de los niños una expe-riencia rica y entrañable, educativa y formadora, inolvidable.

La manera de ordenar los usos y actividades puede y debeacudir en pro de una mixtificación enriquecedora, verdadera,compleja, cambiante, orgánica, ¡viva! Una mezcla en la quetodos tengamos cabida, sin exclusiones, una mezcla activaque nos haga poner en circulación nuestras valías y nutrirnosde las aportaciones de los otros.

He tenido la inmensa fortuna de trabajar profesionalmenteen encargos relacionados con los ancianos y les puedo ase-gurar que da igual el esfuerzo que haga el arquitecto redac-tor del proyecto del edificio: si previamente la ordenaciónurbana no ha sido sensible a esta realidad, uno está llamado,inexorablemente, a fracasar.

Y una última reflexión para acabar: lo que en la jerga degénero se llama “la vida cotidiana”, no se equivoquen uste-des, no es ni más ni menos que la vida, la de todos los días,la que tenemos, la que disfrutamos o padecemos. Es por hacermás plena y mejor esa vida, que mayoritariamente sucede enlas ciudades, por lo que hemos de trabajar. Hombres y muje-res. Mujeres y hombres. De todas las edades. De todas lasrazas. De todas las condiciones. Todos.

Elia Gutiérrez MozoDoctora Arquitecta

Instituto de Estudios Albacetenses“Don Juan Manuel”

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TEMAS DE ALBACETE Y PROVINCIA: OPINIÓN

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(…) Tras la muerte de Franco, los mecanismos sucesoriosse activaron y Juan Carlos se convirtió en rey en virtud de la le-gislación franquista -lo que neutralizó los del Movimiento quetemían que fuera a ser rey democrático. Por otra parte, las pro-longadas vacilaciones de Franco sobre la sucesión y el apoyode la camarilla de El Pardo de Alfonso de Borbón Dampierrehabían distanciado a Juan Carlos del régimen y le había ganadola simpatía de algunos elementos de la oposición democrática.Desde mediados de 1976, el nuevo rey desempeño un papel cru-cial en el complejo proceso de desmantelamiento del régimenfranquista y en la creación de una legalidad democrática. La in-tención de Franco había sido instaurar una monarquía totalmentefranquista para perpetuar su régimen. El papel de Juan Carlos notenía nada que ver con los planes de Franco.

La decisión del Rey de asignar a Adolfo Suárez como elhombre que había de hacerse cargo del siguiente y trascenden-tal paso del proceso pareció extremadamente extraña. La res-ponsabilidad de la elección perteneció exclusivamente a DonJuan Carlos. El destino de la monarquía dependía de su éxito ode su fracaso. Suárez comento tiempo después que el Rey “sejugó la corona” con su nombramiento. Había un ambiente de re-celos existente entre militares. Por lo tanto, era de una impor-tante capital el hecho de que el propio Don Juan Carlos sesintiera militar. Tuvo una combinación de camaradería, preocu-pación con conocimiento de causa por las inquietudes de los ofi-ciales y autoridad sobre ellos que caracterizaban sus frecuentescontactos con las fuerzas armadas. Tanto sus apariciones públi-cas en calidad de comandante supremo como sus reuniones enprivado con oficiales del Ejército constituían una parte funda-mental del proceso de refrenamiento de la hostilidad militarhacía el proceso democrático.

El proceso que había culminado en las elecciones democrá-ticas del 15 de junio dio a Juan Carlos una capa más de legiti-midad. En mayo, había progresado desde la cuestionable“legitimidad” de sus nombramiento como sucesor de Franco a

la legitimidad dinástica otorgada por la abdicación de su padre.Ahora, las elecciones remataron el proceso iniciado con el refe-réndum de diciembre de 1976 para garantizarle la legitimidadpopular. Juan Carlos había pasado de ser el sucesor de Franco yjurar la perpetuación de la dictadura, a ser Rey de una demo-cracia, cuyas competencias quedarían limitadas por la Consti-tución que iba a elaborarse de inmediato. Después de laselecciones, los problemas pendientes eran ya, estrictamente ha-blando, responsabilidad del Gobierno del Rey, y no del Rey,aunque había temas políticos urgentes que serían imposibles deresolver sin la ayuda del Rey. La democracia no seria viablemientras no se consiguiera atraer al redil democrático tanto delEjército como a la mayoría de los vascos. La violencia antide-mocrática tanto de la ultra derecha como de ETA iba a compli-car la tarea de construir un marco constitucional aceptable parala inmensa mayoría. Fueran cuales fueran las preferencias delRey acerca de mantenerse fuera de la Política, el Gobierno y, enrealidad, la democracia española necesitaban su constante vigi-lancia como comandante supremo de las Fuerzas Armadas.Entre 1977 y 1981, Don Juan Carlos tuvo que hacer frente a unasituación que, a tenor de lo que exigía de él, debe de haberle re-sultado profundamente mortificante después de todo lo quehabía hecho. Se había conseguido el establecimiento de un ré-gimen democrático, en muy buen medida como resultado de suspropios sacrificios. Sin embargo, la democracia peligraba y ne-cesitaba los incansables esfuerzos del Rey para impedir que que-dara aplastada entre el martillo del terrorismo vasco y el yunquede la subversión militar. Don Juan Carlos no podía limitarse aser observador mientras su Gobierno se las apañara en solitariocon estos problemas. En su calidad de comandante supremo, laneutralidad política de las Fuerzas Armadas era su problema másacuciante. Habían sido tantos años de tensión y sacrificios, perono podía descansar todavía sino que tenía que estar tan alertacomo siempre. A medida que el terrorismo se intensificaba, losambientes derechistas bullían de resentimiento y cólera (…)

Paul Preston (Liverpool, 1946) es catedrático Príncipe de Asturias deHistoria Contemporáne Española y director del Centro Cañada Blanchpara el estudio de la España contemporánea de la London School ofEconomics & Political Science. Entre sus libros destacan España encrisis: evolución y decadencia del régimen franquista, La destrucciónde la democracia en España y El triunfo de la democracia en España,Franco, La Guerra Civil española y Palomas de Guerra. En 1988ganó el I Premio Así fue. La Historia Rescatada con su obra Las tresEspañas del 36. Sus últimas obras aparecidas en España son Idealis-tas bajo las balas y Franco. El gran manipulador.

FIRMA INVITADA

PAUL PRESTON*

* Paul Preston asistió, el pasado 29 de mayo de 2008, invitado al ciclo “Personajes de la Historia de España” que organizó la Obra Social de Caja Castilla-La Mancha.Este texto es un fragmento de su conferencia (“Juan Carlos I”) y se publica en estas páginas por cortesía del autor y la citada entidad financiera.

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PUBLICACIONES

*Conocidos sucintamente los tipos de Literatura existentesdurante los años de la lucha contra las tropas napoleónicas, cen-trémonos en el libro de José Manuel Almendros Jorquera en laGuerra de la Independencia. Bandos, órdenes y proclamas: Li-teratura de resistencia. A partir de la consulta de documentos dediversos Archivos, nacionales, regionales y locales, sabiamentetrabajados, reconstruye lo sucedido en los pueblos del antiguoEstado de Jorquera en ese momento, un amplio territorio, habi-tado, por aquellos entonces, por unas 20.000 personas, deseosasde sacudirse el régimen feudal, encarnado por el Duque deFrías, quien, al tomar partido por los ideales que representabaJosé I, facilitó la escusa perfecta para que las localidades deaquella zona hicieran todo lo posible para desuncirse del yugoseñorial y pasar a ser de realengo.Una parte importante de la documentación vista está confor-mada, como ya se dijo, por los impresos oficiales, que el autormaneja con soltura y, en ocasiones, presenta fotografiados, paradibujar el fresco de lo acontecido en las tierras del Estado du-rante los años de lucha. No sólo analiza lo sucedido desde elpunto de vista administrativo en los pueblos, con los intentosde secesión de la tutela de Jorquera y el nacimiento de Juntas lo-cales en cada uno de ellos, sino que trata los problemas deriva-dos de su estratégica situación entre las zonas de Cuenca,Valencia y Murcia, como la solicitud de demolición de los puen-tes sobre el río Júcar, demandada por Albacete, para dificultarlos movimientos del enemigo hacia el este y viceversa; la pro-clamación de la Constitución de Cádiz o la creación de la Mili-cia Hondada.

JORQUERA EN LA GUERRA DELA INDEPENDENCIA.BANDOS, ÓRDENES Y PROCLAMAS:LITERATURA DE RESISTENCIA

José Manuel Almendros Toledo, nació en Albacete en 1942. Es Licenciado en Historia. Ha ejercido laboresde docente durante muchos años en los pueblos de la demarcación del antiguo Estado de Jorquera, comarca a la que haprestado su interés investigador, y de la que ha escrito y publicado numerosos trabajos.El libro nos acerca a los acontecimientos ocurridos en los pueblos de la zona nororiental albacetense durante la invasiónnapoleónica. Especialmente destaca el declinar de la sociedad estamental del Antiguo Régimen, mostrándonos como lospueblos del antiguo Estado de Jorquera se dispusieron a evadirse de la jurisdicción señorial, en manos de la casa de Vi-llena, pretensión largamente anhelada por ellos y que la confusión reinante y el vacío de poder existente durante la gue-rra va a permitir.

* (Extracto prólogo del libro). Juan González Castaño, Real Academia Alfonso X el Sabio.–Jorquera en la Guerra de la Independencia. Bandos, órdenes y proclamas: Literatura de resistencia. José Manuel Almendros Toledo. 192 págs. Instituto de Estudios Albace-tes “Don Juan Manuel” de la Excma. Diputación de Albacete

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PUBLICACIONES

Los fantasmas de Edimburgo*

Al profesor Luis Miguel Ortiz, protagonista deesta historia, no le van bien las cosas. O al menosno le suceden cosas normales desde el día en queun perro callejero eligió su aula para vaciar su es-tómago y, poco después, fue sorprendido en su des-pacho en medio de una situación comprometida. Apartir de ahí su vida, expuesta sin pudor, cobra laforma de un descenso a los infiernos, con parada enla fantasmal ciudad de Edimburgo, donde tendrálugar el encuentro con El Ladillas, agente de sudestrucción, y conocerá el lado más oscuro de laexistencia en el transcurso de un alucinante y alu-cinado verano. Zigzagueante, divertida, obscena,hilarante, meticulosamente incorrecta, Los fantas-mas de Edimburgo constituye un festín de situa-ciones desaforadas e imprevistas, una bofetada enel rostro de los bienpensantes y un ejercicio demaestría narrativa, que provoca por igual la carca-jada y la reflexión, el asombro y el escándalo, peronunca la indiferencia del lector. La novela más ca-nalla de un consumado narrador del caos. UnJeklly y Hyde para el siglo XXI.

Eloy M. Cebrián es licenciado en filología inglesa y catedrático de secundaria en un instituto de Albacete. Comonovelista, ha obtenido el premio Francisco Umbral de Novela (“El fotógrafo que hacía belenes”, Zócalo Editorial, 2005),y el Premio Jaén en su modalidad de novela juvenil (“Bajo la fría luz de octubre”, Alfaguara, 2003).Los fantasmas de Edimburgo fue finalista del premio Fernando Lara, de Editorial Planeta, en mayo de 2007 y finalistadel Premio Herralde de Novela, también en 2007, por la Editorial Anagrama. En su faceta de autor de narrativa breve,tiene en su haber varios premios de cuento (Marco Fabio Quintiliano, Alfonso Sancho Sáez).También ha sido finalista en dos ediciones consecutivas del prestigioso premio NH Mario Vargas Llosa de relato y delPremio El País-Aguilar de relatos de viajes. Desde el 2000 codirige la revista albaceteña de creación literaria “El pro-blema de Yorick”, de la que han aparecido siete números.

* Los fantasmas de Edimburgo. Eloy M. Cebrián. 480 págs. Edif. El Tercer Nombre

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PLÁSTICOS: JOSÉ FÉLIX. ALBACETE 1959

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PLÁSTICOS: JOSÉ FÉLIX. ALBACETE 1959

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CREACIÓN. POETAS DE ALBACETE. MIGUEL ÁNGEL ARENAS, 1978

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Por Qué en PazA Bienvenida Sánchez, Alicia Oria y Luzmarie Álvarez

Poema para niños que recuerdano aprenden lo que es la paz

mientras ven las noticias.

Porque no hay otro caminosi queremos seguir siendo.Porque las guerras sólo sirvenpara hacer más ricos a los ricos.Porque el odio enfermay no hay antídoto;porque la violencia no soluciona los problemas.Porque es mentira que unos sean más que otros,y si lo fueran, para eso tenemos cerebroy un millón de años de historia.Porque la paz es la paz.Porque vivimos en el mismo planeta,porque podemos pensar,porque podemos,porque la paz está cerca.Porque la paz está donde estéis en paz.

Houston, Estados Unidos de América, 2007

Esquema y Discurso sobre el origende la Desigualdad entre las Mujeres

A Juan Sánchez, David Ruiz y Jorge Castrillóncon permiso de Rousseau

Son las 3 a.m. en la ciudad de Guatemala,en un d-pub de pvc con puffs y petsentregan ruido y cerveza Gallo.A las chicas guapas que allí van,con la chela les dan pistachos.A las medio guapas,cacahuetes.A las feas,nada.

Ciudad de Guatemala, 2007

M de Malo Mundo

Poema con motivo del atentado contra los trenes en la es-tación de Atocha el 11 de marzo de 2004, escrito en cola-

boración con Irene Roquel,compañera de versos (también escritos)

Macabro montaje de mentiras,manoseo de mezquindades y de miedos,mecano mediocre con la memoria de los huesos.

Moda malversada del menosprecio por lo humano y por lavida.

Monopolio del mercado de la miseria,mecenas de la muerte,marketing misántropo para el desprecio de lo mutuo,melodrama,masacres en trenes de Madrid,máscaras que se masturban antes los espejos,mordaza impuesta por la moral,mierda a la que llaman alimentos,manifestaciones malversadas por masones,mutilación de la magia, la melodía del mar manipulada.Mercantilismo mediático, monotonía de las máquinas.Mafias malvas que amordazan las miradas( ) mandan matar las mentes que piensan.Milicias de metrallas mercenariasque muerden los músculos de la verdad y las palabras.matacanes como mandrágoras.Matanzas de mujeres y de pueblos.Mantas de mula para ciclonesque acaban en Meliás de puerto.Pero basta ya.Ya basta.Paremos con p de paz–¡por Pios!–basta de emes de maly poemas con sólo versos.

Villarrobledo, España 2005

Miguel Ángel Arenas

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CREACIÓN. POETAS DE ALBACETE. DIEGO SANZ LÓPEZ, 1961

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LA MEDIDA DEL MUNDO

Mirad, ahí va el Hombre, arrastrando

su dolor por el mundo; su corazón

será probado y abrazará la tierra, y

se quedará absolutamente Desnudo,

en las blancas nervaduras de su Alma.

METÓDICA DUDA

Si Dios no existiera,

¿qué hacemos aquí?

¿Qué sentido tendría

Nada?

Y si existe,

¿qué esperamos,

destruyéndonos los unos

a los otros,

mientras tanto?

ESTATUAS DE SAL

Vuelves, una y otra vez, a esa imagen

recobrada. Aquella vívida imagen de ti

mismo, naciendo y muriendo sin fin, como

las olas orillándose en una bahía lejana.

Vuelves, una y otra vez, a tu Tristeza.

SIN LÍNEAS DE SOMBRA

¿A qué tanto afán por perpetuar nuestra

memoria? ¿Acaso nuestra vida seguiría

habitando en ella? ¿No será la vanidad

su hilo conductor?

¿O es que la

inmortalidad, más que un deseo o una

desesperada y loca aspiración, es algo

innato a nuestra naturaleza?

Diego Sanz López

Poemas pertenecientes al libro de próxima aparición “Aufhebung”

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TEMAS DE ALBACETE Y PROVINCIA: OPINIÓNCREACIÓN. POETAS DE ALBACETE. LUCÍA PLAZA, 1977

Barrio Alto

“No conservo mi primer poemaPero no he olvidado sus consecuencias.”

(Jesús Maroto. Metáforas radicales.)

Quizás no debería asumir con naturalidad este hostilIntercambio de miedosNi construir un suburbio de lágrimas

ApiñadasEn torno al Barrio Alto del corazónQuizás no debería aceptar las noches de silencioQue se extienden entre tú y yo como dunas de eternidadesAdmitirlas como vaporosas zapatas de lúrexY cimentar sobre ellas mi soledadDe corredor de fondo

Con el cuello partido me enfrento a cada díaAl principio de las semanasQue ya sólo saben a segundas partesA la mitad de mí

Que quiere escaparY a la otra mitad

Que quiere quedarseMe rindo / me venzoMe ato los cabellos a la almohada con la punta de los dedosY comercio con las ruinas de mi estómago hasta regresarAl punto más occidental de mi memoria

El único umbral desde el que reconocerQue a veces el amor no es suficienteY que es otra

Mi verdadera historia

Botiquín

Vaciar el corazón limpiarlo a fondo no vaya a incubar

La misma enfermedad de siempre

Sellar con tiritas las goteras mirar en el botiquín por siqueda

Bastante paracetamol

O algunos abrazos de emergencia

Que utilizar como paracaídas

Puerta de Atrás

Volver a casaCon el corazón blindado y un mapaPara poder reconocer los caminosQue llevan a tu puerta

Barrer de debajo de la camaLas migas del pastelAhora que el azúcarSabe dulcemente amargoAhora que busco huellas de tiEn la voz de alguien que desconozcoAlguien que ya

No me conocePreguntándome

En qué momentoSalimos disparados hacia mundos diferentesCuándoEmpezamos a utilizar un telescopioPara mirarnos a los ojos

Sofá

Sentarnos aquíCon las manos atadas

Viendo viajar el tiempoMientras creamos tradiciones nuevas

Como celebrar una fiestaEl veintiuno de cada mes

Mirar por la ventana

Gritar

Caminar por la casa con una nube de tormentaSuspendida sobre la cabeza

SonreírVolver a subir en la montaña rusaHablar

SentirAmar

Y apostar muy fuerte por una combinaciónQue quizás

No seaLa ganadora

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ALucía Plaza

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TEMAS DE ALBACETE Y PROVINCIA: OPINIÓNCREACIÓN. NARRADORES DE ALBACETE. RICARDO FERNÁNDEZ MOYANO, 1954

NARRATIVA

Un fugaz haz de luz iluminaba la habitación, proyectando durassombras sobre paredes; la multitud de enseres que se hallaban es-parcidos por todas partes daban a aquel antro un aspecto lúgubre ycasi fantasmagórico. Después de largo tiempo aprovechó aquel ve-rano para visitar la abandonada casa solariega de sus abuelos. Erauna construcción sencilla de dos plantas con buhardilla. En su des-ván solía pasar ratos maravillosos en los veranos de su infancia ju-gando y revolviendo entre los trastos que allí se amontonaban enanárquico desorden. La única claridad le llegaba por un ventanucode madera hinchada y carcomida por los años, que crujía como sise quejara cada vez que se la abría. En el fondo de un viejo arcónde madera había, entre otros objetos, un catalejo de latón, una brú-jula de barco y un curioso astrolabio. Ponía una mesa boca abajo,ataba un trapo negro a una de sus patas y armado de una oxidadaespada recorría los mares y océanos en busca del botín de algúnantiguo corsario. Con el mapa de una isla desierta y una cruz enrojo que marcaba el lugar donde llevaría escondido desde antiguoel fantástico tesoro de algún malogrado capitán pirata, se hacía a lamar para vivir mil y una aventuras.

Dando rienda suelta a su imaginación y atiborrándose de fabu-losas historias infantiles que devoraba con avidez desmedida, pa-saba las tardes de verano jugando en aquel trastero que tan prontoera bodega de barco, océano embravecido o perdida isla llena de pe-ligros.

— ¡Vamos, marineros de agua dulce! ¡Soltad amarras, levad elancla! ¡Aunque tengamos que surcar los siete mares y afrontar milpeligros, el tesoro del capitán Cook será nuestra recompensa!

Pero no fue ese tesoro el que tuvo la suerte de encontrar. En unrincón del revuelto desván, medio oculto entre un montón de tras-tos, vio un pequeño baúl de mimbre que pensó le serviría comocofre del botín en sus imaginarias travesías por ignotos parajes. Alabrirlo descubrió el mejor tesoro que nunca hubiera imaginado. Elcesto estaba repleto hasta los bordes de una multitud de tebeos ehistorietas, que harían sus delicias en aquellas tardes veraniegas yllenarían su cabeza de maravillosas e inimaginables fechorías.Desde entonces en aquella estancia se mezclaron, entre otras, lashazañas de “El Capitán Trueno”, “El Jabato”, “El Guerrero del An-tifaz” y “Roberto Alcázar y Pedrín” entre otros. Todos sus perso-najes, en tropel algarabía, desfilaban por su mente infantil viviendocon ellos arriesgadas e inverosímiles aventuras.

Cuando abrió el ventanuco volvió a chirriar de nuevo, como en-tonces, en lo que a él le pareció un quejido lastimero por haberseatrevido a despertarlo del insondable sueño de los años. Alguno delos objetos que retenía en su memoria desde siempre habían des-aparecido, como el baúl de los tebeos o la mesa sobre la que nave-gara en sus aventuras. Tampoco pudo encontrar la brújula ni elastrolabio. Sólo el catalejo de latón, lo cogió entre sus manos concuidado como si hubiera hecho el mayor de los hallazgos y acari-ció su pulida superficie con nostalgia como queriendo extraer deél jirones de su infancia. Intentó desplegarlo, pero estaba atascadoy, al forzarlo, se abrió en dos partes dejando caer al suelo un papelapergaminado. Se trataba de una carta en cuyo interior había unaantigua fotografía de un joven ataviado con el típico uniforme arayas de los soldados de la guerra de Cuba. Después de mirar aten-tamente la fotografía, pasó a su lectura, cuyo contenido transcriboa continuación:

Barcelona 17 de agosto de l896

Mi querida Sara:

Cuando recibas esta carta ya estaré lejos, pues esta mismanoche embarco rumbo a La Habana. No me da miedo entrar encombate ni enfrentarme a mil peligros ni a terribles enferme-dades, lo único que temo es estar lejos de ti mucho tiempo –sóloDios sabe cuánto durará esta guerra– y no poder estrecharteentre mis brazos. Todo se me hará más llevadero pensando quea mi regreso podremos estar juntos y realizar todos nuestrossueños.

Te quiere. Tu amado

Mauricio.

La lectura de aquella carta le intrigó profundamente. ¿Quiénera aquella misteriosa Sara de la que nunca había oído hablar ensu familia, a quién iba dirigida esa romántica carta de despe-dida? ¿Quién era el tal Mauricio de quien tampoco tenía noti-cia alguna? y sobre todo ¿qué ocurrió con los dos enamorados?

Tanto le impresionó su descubrimiento que se quedó absortodurante unos minutos contemplando la carta y la foto sin poderdar crédito a sus ojos. De improviso, recordó una historia quehabía escuchado en su casa siendo niño: una tía lejana de sumadre se había arrojado al mar desde un acantilado al recibir lanoticia de que su novio había muerto en la guerra. Era muy pro-bable que esos fueran los personajes de la carta. Pero ¿cómo ycuándo había llegado al interior del catalejo? Sorprendido porel hallazgo no se fijó en un libro lleno de polvo que hasta ahorano conocía. Lo abrió con curiosidad y comenzó a leer lo queparecía un libro de viajes. E1 protagonista era un marinero que,al parecer, recorrió el mundo en busca de aventuras. Se sentó enuna hamaca junto a la ventana y se enfrascó en su lectura. Re-corrió los lugares más misteriosos que nunca hubiera imaginadojunto a él: la selva del Amazonas, ríos inmensos e inhóspitas ylejanas tierras. En una de sus visitas a tierra firme, se introdujoen la ciudad y fue recorriendo sus calles con afán como si fueraen busca de algo o de alguien. Llegó a una casa solariega cuyapuerta encontró abierta, llamó a sus dueños, pero no escuchórespuesta alguna. Recorrió el salón, subió al primer piso, al nover a nadie se dirigió a la buhardilla, abrió la puerta y descubrióa un muchacho sentado en una hamaca que leía con gran inte-rés un libro.

—¡Nunca debiste leer esa carta, canalla!

Al escuchar su voz se giró hacia él y con un gesto de horroren su rostro balbució:

—¡Mauricio!

Fueron sus últimas palabras antes de caer desvanecido. Aldía siguiente unos vecinos encontraron su cadáver, tenía unlibro en las manos, los ojos abiertos y una extraña mueca de pá-nico en su pálida cara.

El Catalejo

Ricardo Fernández Moyano

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TEMAS DE ALBACETE Y PROVINCIA: OPINIÓNCLÁSICOS ALBACETENSES. Manuel Ramírez de Carrión

La fama de Ramírez de Carrión llega a Italia y de allíviene a Madrid la princesa de Carignan, hacia 1636, para con-seguir con el apoyo y recomendación del rey Felipe IV quenuestro preceptor se desplazara a Italia para desmutizar yeducar a un hijo sordomudo de la princesa. Pocas noticiasnos han llegado de la actividad de Ramírez de Carrión en Ita-lia. Parece que volvió a España hacia el año 1645, perdién-dose desde entonces su pista, por lo que se ignora la fecha(¿acaso 1650?) y el lugar de su muerte. Lamentable final his-tórico de quien tiene el título de “primer preceptor de sordo-mudos del mundo” y para quien en vida se escribieronelogios inusitados.

II. LA SORDOMUDÍSTICA DE MANUEL RAMÍREZDE CARRIÓN

Es el siglo XVI el siglo de oro español (mundial) en lahistoria de la educación de los sordomudos. El precusor fueel monje fray Pedro Ponce de León.

Maravillas de naturaleza(Comentarios a cargo de Fernando Rodríguez de laTorre, extraídos de su prólogo de la edición “ClásicosAlbacetenses, 4)

I. EL PERSONAJEEn Hellín vio la luz Manuel Ramírez de Carrión en el año

1579. Frente a errores publicados sobre su fecha y lugar denacimiento la revista local “Macanaz” prestó un impagableservicio al publicar la partida de bautismo de su ilustre pai-sano:

“En diez dias del mes de enero de mil y quinientos y se-“tenta y nueve años, yo Francisco Rodriguez de enesa clérigo “cura, baptice a Manuel, hijo de Miguel Ramirez y Maria de la “Paz, y fueron sus padrinos Francisco de Valcarcel Ju.° Fer-“nandez y doña Maria de Velazco muger de Gomez de Valcar-“cel.— la capita en la caja. = Francisco R. de enesa.

Muy cortos son los esbozos biográficos que poseemos deRamírez de Carrión por lo que sería bienvenida una investi-gación sobre su vida, que no podemos acometer en esta breveintroducción. Hemos observado, señalemos, crasos erroresque deberían ser eliminados para el futuro.

Dicen el doctor Bernaldo de Quirós y la doctora Gueler,que Ramírez de Carrión vivió en Hellín en su juventud, y almismo tiempo que adquiría una vasta cultura comenzó sulabor de desmutización con un muchacho sordomudo. De su-poner es que hasta él llegaron noticias sobre la obra del pre-decesor fray Pedro Ponce de León.

El marqués de Priego, don Pedro Fernández de Córdobay Figueroa, era padre de un sordomudo y llamó a Ramírezde Carrión a Montilla (Córdoba), para que se encargara de laeducación del joven noble disminuído. La desmutización yeducación del alumno tuvo un completo éxito, y la fama deRamírez de Carrión debió de llegar a Madrid, por cuanto en1615, doña Juana de Córdoba, duquesa de Frías, la célebreviuda del Condestable de Castilla, llamó a Ramírez de Ca-rrión para que se ocupara de la educación de su segundo hijo,sordomudo a causa de una enfermedad surgida a los dos años.La duquesa recurrió a la influencia del rey para que el mar-qués de Priego consintiera en desprenderse durante algúntiempo del profesor de su hijo. Ramírez de Carrión pudo tras-ladarse a Madrid y comenzó la desmutización y enseñanzade don Luis de Velasco, que así se llamaba el hijo de la du-quesa de Frías.

La “excedencia” de Ramírez de Carrión duró cuatro años,volviendo de nuevo a Montilla, ya como secretario del mar-qués de Priego. A partir de ese momento consideramos quecomienza Ramírez de Carrión a organizar la biblioteca delmarqués y empieza a preparar la documentación para sulibro, que no saldría a la luz hasta 1629.

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TEMAS DE ALBACETE Y PROVINCIA: OPINIÓNCLÁSICOS ALBACETENSES. Manuel Ramírez de Carrión

En el año 1579 nacen Juan Pablo Bonet y Manuel Ramí-rez de Carrión. El primero publicó un celebrado tratado quetiene todo el mérito que le pertenece por ser el primero en elmundo que trató de esta didáctica especial. Pero una exége-sis moderna descubre aspectos inéditos que favorecen a Ra-mírez de Carrión en detrimento de Bonet. En palabras deBernaldo de Quirós y Fany S. de Gueler: “evidentemente aBonet le faltaba experiencia, pues… Ramírez de Carrión tuvoque volver en repetidas oportunidades a retomar la educaciónde Don Luis, cosa que por cierto no habría ocurrido de ha-berse mostrado Bonet suficientemente eficaz. Sin embargo,no podemos tener duda alguna sobre el hecho de que Bonettuvo acceso —a través de Don Luis— al sistema de ense-ñanza de Ramírez de Carrión y que supo sacar buen partidode ello”.

También, añadimos nosotros, Bonet, nada más publicadoel libro, desaparece de la escena pedagógica y continúa consu ocupación habitual, que no era otra que la de miembro delservicio secreto del rey. En cambio, Ramírez de Carrión tieneuna biografía acreditada de cuarenta años de preceptoría sor-domudística.

Muerto Bonet en Madrid en 1633, cinco años después sepublicó un extraordinario elogio —poco o nada conocidohoy— de Ramírez de Carrión escrito por José Pellicer deOssau y Tovar en el que se alude al largo período de ense-ñanza sordomudística de Ramírez de Carrión, los alumnosque tuvo, las ideas y venidas del profesor y de sus alumnosde Madrid a Montilla, así como que Bonet escribió su libro“por lo que vió que obraba Vm. y oyó de su boca”.

En su libro Maravillas de naturaleza, Ramírez de Carriónexpone en dos ocasiones, en el prólogo (“A la curiosidad dellector”) y en letra “S” (voz “sordo de nacimiento”), sus ideassobre el problema de la sordomudez y de la enseñanza de sor-domudos.

Mas desgraciadamente no es en este breve prólogo dondepodamos realizar un estudio sobre la obra pedagógico-sor-domudística de Manuel Ramírez de Carrión, de tanto interéspara educadores especiales… y para albacetenses.

III. LAS “MARAVILLAS DE NATURALEZALlamaremos literatura de maravillas a aquella prosa di-

dáctica que trata de sucesos o cosas extraordinarias que cau-san admiración; por su misma esencia corresponde o formaparte de la divulgación científica.

Con la imprenta aparecieron pronto obras de la antigüedadde este género y, a este respecto, son paradigmáticas la obrade Cayo Julio Solino, bien utilizada por Ramírez de Carrión,las Noches áticas de Aulio Gelio, las Saturnales de Macrobio,el Banquete de los sabios de Ateneo. En otro orden de cosas,no olvidemos las ediciones de la obra de Marco Polo-Rusti-chello de Pisa (precisamente, denominada Libro de las ma-ravillas del mundo).

En el siglo XVI hay muchas “novedades” de este género;tuvieron universal difusión las obras del francés Pedro Bo-vistau y la del sevillano Pedro Mexía, utilizadas, obviamentepor Manuel Ramírez de Carrión.

Estas obras tenían como un método común: se trata de pe-queñas enciclopedias, con numerosos y cortos capítulos delas más variadas cuestiones, agrupadas o no en series temá-ticas.

El método de Manuel Ramírez de Carrión es totalmenteinnovador. Después de haber leído muchos libros, españolesy extranjeros, en latín, griego, italiano y francés, sobre lasmás variadas ciencias –desde la historia a la anatomía– ob-tiene de ellos una cita, normalmente un corto texto expositivoy en el margen del mismo referencia el autor y la obra.

Por esto decimos que Ramírez de Carrión debía de traba-jar con fichas, ya que, obtenido el texto, coloca el substantivode la palabra-clave delante, al objeto de proceder a su alfa-betización. Por ejemplo: “Gengibre, aprovecha en los man-jares, contra los desmayos, y flaqueza de estómago”.

Este método no lo hemos visto en otros libros “de mara-villas”, ni siquiera en el llamado Diccionario de maravillasde la naturaleza, del francés Sigaud de la Fond (por otraparte, del siglo XVIII), ya que, aunque trabaja alfabética-mente, los textos son muy extensos y no puede ofrecer másque algunas docenas de asuntos, y no dos mil.

En Montilla (Córdoba) aparece en 1629 la edición prín-cipe:

MARAVILLAS / DE NATURALEZA, / EN QVE SECONTIENEN DOS MIL SE- / cretos de cosas naturales,dispuestos por abe-/cedario a modo de Aforismos faci-les, y bre-/ues de mucha curiosidad, y prouecho. Reco-/gidos de la leccion de diuersos y graues / Autores. / PorManuel Ramirez de Carrion Maestro, y Secretario del /MARQVES DE PRIEGO. / (adornito) Dirigido a su Ex-celencia (adornito) / Año de (Escudo) 1629. / CON PRI-VILEGIO REAL. / En Montilla en la Imprenta de suExcelencia / por Iuan Batista de Morales. //

Portada.- V. en b.- Svma de la tassa, Madrid a 28 deAgosto de 1629.—Erratas, Madrid y Iulio 24 de 1629. ElLicenciado Murcia de la llana.- Suma del privilegio.-Aprovacion del Consejo, 4 de mayo de 628, Doctor Iuande Salazar.– Censura del Doctor Hieronimo Fernandezde Leon, Montilla, 15 de Março de 1628.– Licencia delOrdinario de Cordova, 17 de Março de 1628.— Don Ga-briel Ioseph de Arriaga, Soneto.— Del Licenciado DonAntonio Suarez de Ocampo (dos décimas).— Al ExcmoSeñor Marques de Priego.- (Firma grabada del autor).—A la curiosidad del Lector.– Autores citados en este libro.-Texto.

(In fine): FIN. / Sub correctione Sanctae Matris Aec-clesiae / (estrellita) CON PRIVILEGIO (estrellita) / ENMONTILLA POR / Juan Baptista de Morales. / Año deM.DCCXXIX./

En 4°.– 8 hojas de preliminares sin numerar, y 144 fo-liadas, con numeración equivocada en las cuatro últimas.Sig. A-Nn-3.

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Es una impresión sin gran mérito, tosca, pero con adornosen los comienzos y finales de capítulos, así como con todaslas páginas recuadradas.

En el mismo año apareció la edición de Córdoba. Copia-mos del gran bibliógrafo Valdenebro su cédula de esta edi-ción cordobesa:

“MARAVILLAS / DE NATVRALEZA, / EN QVE SECONTIENEN DOS MIL / secretos de cosas naturales,dispuestos por abecedario à modo de Aforismos faciles,y breves, de / mucha curiosidad, y provecho, recogidos /de la leccion de diversos, y graves / Autores. / Por ManuelRamirez de Carrion, Maestro, y Secretario / del Marquesde Priego. / Dirigido à Su Excelencia. / Año (E. de armasdel Mecenas) 1629. / Con privilegio. / En Cordova en laImprenta de Francisco Garcia.

8 °mayor.- Ocho hs. al principio sin foliar, 122 hs. fo-liadas.—Sign. , A-Q, todas de ocho hojas, menos Q,que tiene dos.

Port.- V. en B.— Suma del Priv.— Suma de la tasa:Madrid, 28 Agosto 1629. Aprobacion del Consejo.–Aprob. del Dr. Jeronimo Fernandez de Leon: Montilla,15 Marzo 1628.– Licencia del Ordinario: Cordoba, 17Marzo 1628.—Soneto de D. Gabriel José de Arriaga.–Poesia del Ldo. Antonio Suarez de Ocampo.— Dedica-toria.— A la curiosidad del lector.—Autores citados eneste libro.– Texto.

Puede considerarse como segunda edición del libro,puesto que la original debió ser la hecha el mismo año enMontilla, en la imprenta que tenía allí el mismo Marquésde Priego, a quien está dedicado el libro. Esta circuns-tancia de ser de un mismo año y hechas en lugares tanpróximos las dos ediciones, me hizo sospechar si seríanuna sola con diferente portada; pero habiéndolas con-frontado, he visto que son absolutamente distintas. (Bib.Nacional)”

Es muy curioso que los buenos bibliógrafos del pasadosiglo no dieran con la pareja de ediciones conjuntamente;todos hablaron sobre la rareza y curiosidad de la obra.

Aludiremos de pasada a una supuesta edición de Madrid,anterior a las andaluzas y más pequeña de contenido. Es elerudito Nicolás Antonio quien la da a conocer de una formano segura. Desde entonces no conocemos la existencia deningún ejemplar, y todos los que mencionan la edición, pre-sunta, madrileña, se apoyan en la autoridad de Nicolás Anto-nio. Nosotros nos apoyamos en la autoridad del mejorbibliógrafo que ha tenido España, el tobarrense CristóbalPérez Pastor, quien en su magna Bibliografía Madrileña…desconoce esta hipotética edición; suponemos que bien le hu-biera gustado fichar una obra del hellinense Ramírez de Ca-rrión, si hubiera existido. Mientras se deshace el misterio,nos inclinamos por la inexistencia de esta edición de Madrid.

Y entremos, finalmente, en unas leves consideracionessobre el libro de nuestro hellinero. Después de una atenta lec-

tura de las dos mil “maravillas” se nos ocurren las simplesnotas siguientes:

a) Está omnipresente en la obra toda la filosofía aristoté-lica en su proyección cosmológica y antropológica, así como,por extensión, toda la cultura latina y renacentista.

b) Se encuentran, no obstante, atisbos de experimenta-ción. No es que hubiera llegado a los ojos de Ramírez de Ca-rrión el Novum Organum, de Francis Bacon, salido a la luz en1620, pero la idea de que el conocimiento es fruto de la ex-periencia se trasluce en numerosas ocasiones, cuando se traena colación las ideas tópicas, del vulgo, que se contrastan yrechazan con la fórmula “como yo lo he experimentado”,“como lo enseña la experiencia”, “hecha la experiencia se hahallado ser falso”, “pero por experiencia se ha visto lo con-trario”, y otras muchas similares.

c) El contenido es multidisciplinar. Sin afán de enumera-ción completa de todos los saberes que se tocan, las senten-cias, citas o aforismos corresponden a la anatomía, fisiología,cirugía, medicina; farmacopea, albeitería; teratología; física,meteorología (en la concepción aristotélica), astronomía, as-trología, cosmografía, arte del cómputo, zoología (ornitolo-gía, hipología, mirmecología, etc), etología, botánica (enespecial, los simples), agronomía, química y alquimia; mi-neralogía y lapidaria; naútica, balística y un largo etcéteraHay cierto bagaje inútil de supersticiones, incomprensibles,claro es, a los ojos actuales.

d) Llama la atención la pobrísima presencia de las mara-villas del Nuevo Mundo, pues una sóla mención de Fernán-dez de Oviedo (voz “moscas”) y otra de la Historia de lasMolucas (voz “clavo de la India”) es todo lo que aparece. Sibien es cierto que hasta la obra de José de Acosta no se inte-gró el Nuevo Mundo en el contexto general del pensamientoeuropeo hay que reconocer que dicha obra es de 1590, esdecir, 39 años anterior a la publicación de las Maravillas denaturaleza.

Desde 1625 profesaba historia natural en el Colegio Im-perial de Madrid el sabio y noble jesuíta Juan Eusebio Nie-remberg. En 1630, al año siguiente del libro de nuestroRamírez de Carrión, publicaba su Curiosa filosofía y tesorode maravillas de la naturaleza. Obsérvese la coincidenciacon el título de la obra del hellinense. El éxito del Padre Nie-remberg fue grande, lo suficiente para ahogar la posibilidadde reeditar la obra de Ramírez de Carrión.

Los títulos de “maravillas de naturaleza” o “secretos denaturaleza” se han seguido usando hasta nuestros días. Valgacomo ejemplo por todos los casos, los títulos de dos discur-sos de fray Benito Jerónimo Feijóo bajo estas mismas deno-minaciones.

Fernando Rodríguez de la Torre**(Textos del prólogo de Maravillas de naturaleza)

Instituto de Estudios Albacetenses“Don Juan Manuel”. Albacete 1987. 275 págs.

El texto se publica sin las notas a pie de página.

TEMAS DE ALBACETE Y PROVINCIA: OPINIÓNCLÁSICOS ALBACETENSES. Manuel Ramírez de Carrión

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