Rapoport Cap 6

download Rapoport Cap 6

of 56

Transcript of Rapoport Cap 6

  • puso una poltica de tipo de cambio fijo, re- dujo aranceles y avanz en la liberalizacin de los flujos de capitales, en lo que seria el anticipo de las polticas neoliberales poste- riores. Una burbuja especulativa provoc un importante aumento de la deuda externa en pocos meses. Cada habitante debia en 1970 US$119.

    1971 LEVINGSTON/ MNUSSE 2.527 5.092 1972 LANUSSE 3.046 4.986

    Aun as, el crecimiento de la deuda no re- siilt de gran magnitud a lo largo de este pe- riodo, a pesar de la necesidad de recursos externos por parte del pas. La demanda in- satisfecha de divisas se expresaba peridi- camente en crisis de balance de pagos. El contexto financiero internacional mostraba una esca- liquidez, por lo que parece ha- ber sido la oferta la que determin la din- mica de la deuda en este periodo. La deuda per cpita era de US$202.

    1973 CMPORN PERN 3.31 6 4.890 1974 MART~NEZ DE P E R ~ N 3.878 5.000 1975 MART~NEZ DE PERN 4.9141 7.800

    Crece en este periodo un 62%. Afines de 1975 cada habitante de IaArgen- tina debia al exterior US$320.

    FUENTES: Galasso, Norberto (2003); Rapoport. Mario (2006).

    CUADRO 3 EXPORTACIONES INDLJSTRIALES (en miiiones de dlares)

    ~~~~~

    &O PRODUCTOS PIELES, CUEROS, METALES COMUNES MAOUINAS, INSTRUMENTOS oul~icos, TEXTILES Y Y MANUFACTURAS Y PLASTICOS MANUFACTURAS MAT. DE TRANSPORTE Y CAUCHO

    1966 43 223 12 21 1967 46 197 16 28 1968 55 191 32 35 1969 69 208 33 51 1970 65 232 39 67 1971 66 156 47 82 1972 84 225 56 117 1973 105 366 138 253 1974 154 273 179 369 1 975 123 245 61 397

    --

    FUENTE: BAC (1982).

  • CAP~TULO 6 La poltica econmica rentstico-financiera de la dictadura militar (197G-1983)

    I. La crisis mundial de los afios setenta y el endeudamiento externo de Amrica latina

    A finales de los anos sesenta y principios de los setenta de la pasada centuria, la estrategia econmica seguida por los pases centrales en la segunda posguerra empez a denotar su agota- miento; la llamada edad de oro del capitalismo llegaba a su fin. A partir de entonces, la economa internacional inici una brus- ca cada de su trayectoria ascendente, adentrndose en una seve- ra crisis.

    Ante el empeoramiento de las cuentas externas de los Estados Unidos, el presidente Nixon suspendi, en agosto de 1971, la con- vertibilidad del dlar, anunciando que su pas dejara de vender oro a orras economas. Mediante esta decisin unilateral, Estados Unidos no slo abandonaba la obligacin que se haba autoim- puesto en Bretton Woods, sin tambin abandonaba uno de los so- portes fundamentales del sistema monetario internacional de la posguerra: el patrn cambio oro, que fue reemplazado por el pa- trn dlar. Despus de ms de medio siglo, se confirmaba lo que John Maynard Keynes haba advertido en 1923 cuando llam al oro una reliquia brbara.

    Complicando el panorama, al calor de la Guerra del Yom Kip- pur, en octubre de 1973, los representantes de la Organizacin de Pases Exportadores de Petrleo (OPEP), Arabia Saudita, Abu Da- bi, Irn, Irak, Katar y Kuwait acordaron incrementar el precio del crudo en un 7096, disminuir su produccin en un 25% y embar- gar el suministro del hidrocarburo a las economas occidentales. Posteriormente, el 23 de diciembre, decidieron un nuevo aumen- to del precio del crudo de un 13%. Con ello, en apenas dos meses, el valor del preciado elemento se haba cuadruplicado. No debe

  • perderse de vista, sin embargo, que la actuacin de la OPEP slo result posible porque esta poltica fue precedida y10 acompaada de nacionalizaciones o acuerdos que permitieron a los pases miem- bro controlar sus reservas del hidrocarburo.

    El abrupto incremento en el precio del-petrleo si bien alivi la frgil situacin de la balanza de pagos y de la moneda esta- dounidense, a causa de que la mayor parte de los excedentes de la renta petrolera se coloc en dlares, ampli an ms la liqui- dez del sistema monetario internacional y lanz a los bancos co- merciales receptores a una desesperada bsqueda para reciclar lu- crativamente los nuevos depsitos, cuyo monto implicaba el pago de enormes intereses.

    En poco tiempo, el flujo de capitales se dirigi al continente latinoamericano, pero sin ningn control ni regulacin por par- te de las autoridades mionetarias. En 1974, ms de la mitad del financiamiento fue realizado a travs de los mercados financieros privados, en particular del sistema bancario.

    Esta situacin llev, en agosto de 1982, a la declaracin de mo- ratoria de Mxico, uno de los principales deudores, desatando una generalizada crisis de la deuda en los pases latinoamericanos.

    2. Los cambios econmicos y sus causas

    A partir del !golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, que de- rrib al gobierno de Isabel Pern, comenz a implementarse un conjunto de medidas ec:onmicas que tuvieron un gran impacto, produciendo transformaciones sustanciales en el funcionamien- to de ia economa argentina. Analizando los distintos indicado- res, como haremos en esta seccin, pueden advertirse la magni- tud de los cambios, en los que es posible encontrar el origen de la mayor parte de los agudos problemas que debi afrontar el pas en las dcadas posteriores. Sin embargo, probablemente, su mayor reperc~sin haya sido la de modificar el peso y el balance de poder entre sectores e intereses econmicos, locales y externos, dando paso a un tipo de economa que se diferenciara claramente de la prevaleciente en la etapa sustitutiva de importaciones. Se iniciaba as un nuevo rriodelo econmico basado en la acumula-

  • cin rentstica y financiera, la apertura irrestricta, el endeuda- miento externo y el disciplinamiento social.

    Este proceso de cambio se encontraba estrechamente vincula- do a razones de orden interno, aunque tambin a la evolucin de la coyuntura econmica internacional y a la particular articula- cin entre ambos factores.

    Por una parte, la crtica situacin econmica mundial de prin- cipios de los aos 70, con la crisis del dlar primero y la del pe- trleo despus, cre una amplia disponibilidad de capitales (eu- rodlares y petrodlares) dispuestos a reciclarse para obtener mayores rentabilidades en los pases del Tercer Mundo. Lo que permiti a dictaduras latinoamericanas, como las de Pinochet y Videla, tener el financiamiento necesario para poder imponer sus polticas econmicas, precursoras del neoliberalismo en el mun- do, antes aun de la llegada de Margaret Thatcher y Ronald Rea- gan. En esto tuvieron tambin un peso decisivo los organismos financieros internacionales, como el FWiI y el Banco Mundial, que queran facilitar la insercin de los pases en desarrollo en los nuevos circuitos financieros.

    Por otra, los factores internos no fueron menos importantes. La Argentina vivi desde fines de los sesenta y principios de los setenta agudos conflictos sociales y polticos que se tradujeron en significativas movilizaciones populares (tales como el ~Cordoba- zo) as como en la existencia de grupos radicalizados -armados o nc-- en la escena poltica nacional.

    Es por eso que, desde marzo de 1976, se produjo un verdade- ro punto de inflexin en la historia del pas, fundado en la con- viccin, por parte de los principales responsables de la dictadura militar y de los sectores qiie los apoyaron, de que las proscripcio- nes polticas ya no servan para eliminar las alianzas populistas y sus presuntos peligros sobre el orden social establecido. Haba que ir ms a fondo y dado que esas alianzas se asentaban sobre el apa- rato productivo industrial, era imprescindible modificar radical- mente la estructura econmica. Esto llev a la adopcin de una serie de polticas que fueron destruyendo las condiciones para un desarrollo econmico sustentable; a la reformulacin del papel del Estado, a quien se oblig a asumir la carga de un creciente e insostenible endeudamiento externo; y a una drstica redistribu-

  • cin regresiva de los ingresos. Para ello fue funcional el ((terroris- mo de Estado)), que sirvi, sobre todo, para anular o impedir el accionar de instituciones y organizaciones polticas, sociales y sin- dicales. Factores a los cuales se agreg, desde el punto de vista de su incidencia futura sobre el desarrollo del pas, la prdida de va- rias posibles generaciones de lderes o cuadros polticos o socia- les como consecuencia de ese ((terrorismo)), del exilio poltico o econmico de muchos argentinos, y de la influencia profunda- mente negativa que tuvo la dictadura en el sistema educativo y cultural y en la transmisin de valores de pertenencia con la so- ciedad en que se viva.

    Una vez superada la conflictividad social por medio de la re- presin y el terrorismo de Estado, la implementacin de un mer- cado libre que arbitrara en los diferentes reclamos sociales se con- verta en un objetivo en s mismo para acabar con el orden vigente y pasar a nuevas formas de regulacin y de control de conflicto social. En adelante, el mercado disciplinara a la fuerza de traba- jo al tiempo que las luchas corporativas se trasladaran tambin a ese mismo mbito.

    3. El Plan Martnez de Hoz: agroexportacin y reforma financiera

    Diez das despus del golpe de Estado, el designado ministro de Economa, Jos Alfredo Martnez de Hoz lanz un programa que tendra consecuenci;as duraderas para el funcionamiento fu- turo de la economa argentina. Entre sus objetivos explcitos se encontraban elevar la eficiencia del sistema productivo, restable- cer la hegemona del me:rcado en la asignacin de recursos, res- tringir la participacin del Estado, frenar la inflacin y equilibrar la balanza de pagos. Para elevar la eficiencia, se planteaba la ne- cesidad de aprovechar 12; ((ventajas comparativas)), para lo cual la economa argentina deba especializarse en los productos de ma- yor aceptacin en el mercado externo, aun sacrificando industrias propias existentes. El instrumento central consista en equiparar los precios internos con los externos, con lo cual los sectores ine- ficientes seran desplazados del mercado interno por las importa-

  • ciones, mientras que los eficientes prosperaran y se tornaran ms competitivos.

    Sin embargo, la Argentina tena hasta mediados de los seten- ta un aparato industrial con problemas pero de dimensiones res- petables, ciertos niveles de proteccin, controles de cambio, tasas reguladas de inters, un sistema financiero bastante controlado y, a pesar de diversas crisis en la balanza de pagos y procesos infla- cionario~, tasas de crecimiento relativamente aceptables. En esa poca, lejos de estar el pas cerradamente orientado a la sustitu- cin de importaciones, inclua componentes de algn dinamis- mo en el sector exportador tanto agropecuario como industrial y mal poda hablarse de agotamiento del proceso de industrializa- cin.

    El proyecto de la dictadura iba en direccin contraria. Por un lado, tena, como mencionamos, objetivos que trascendan lo me- ramente econmico. Se propona inclinar el ~ ~ n d u l o poltico a favor de las elites agrarias y de grandes grupos econmicos y fi- nancieros locales e intermediarios de capitales externos, cerce- nando la industria nacional y el mercado interno, sede de la fuer- za del movimiento obrero y de los sectores empresarios vinculados a su desarrollo. Por otro, el ministro Martnez de Hoz busc re- adaptar la economa en los marcos de un tipo de divisin inter- nacional del trabajo que se present como un retorno a las fuen- tes: a la Argentina abierta al mundo de la poca agroexportadora que haba construido la generacin de 1880.

    Para llevar adelante de inmediato estos planes, la dictadura im- plement un congelamiento de salarios por tres mese,, sc rlimi- naron los controles de precios, y se practic una devaluacin del tipo de cambio. Las medidas de contencin del salario nominal (que implicaron un rpido deterioro de ms del 30% en los sala- rios reales) se complementaron con otras tendientes al discipli- namiento de la fuerza laboral, como la disolucin de la CGT, se suprimieron las actividades gremiales, el derecho de huelga, las reformas a la Ley de Contrato de Trabajo y las convenciones co- lectivas salariales. A mediados de 1976, cuando se consideraron corregidas las principales distorsiones (en esencia, la reduccin del salario real), comenz el avance sobre aspectos ms estructu- rales.

  • En agosto, se desregul la inversin extranjera, otorgando igual- dad de derechos al capital transnacional respecto del nacional in- cluyendo a las matrices de las empresas instaladas en la Argenti- na. A fines de 1976, se implementaron ms medidas vinculadas al sector externo: se unific el tipo de cambio, se eliminaron re- gulaciones y subsidios a las exportaciones y se redujeron los aran- celes de importacin, provocando una cada en la proteccin su- perior a 40 puntos en pi-omedio.

    Las dificultades que arrastraba el mercado de divisas desde 1975 fueron superadas rpidamente. Dados los excelentes vnculos del ministro con los organismos financieros internacionales, no le fue difcil lograr que el FMI aprobara diversos crditos, que fueron acompaados por prstamos de la banca privada. El ingreso de divisas provoc un cambio de expectativas entre los operadores financieros locales, que detuvieron su corrida contra el peso, dis- minuyendo la demanda especulativa de moneda extranjera. As, a pesar de la devaluacin, el precio de las divisas en el mercado negro se redujo notablemente, mientras se recobraba la moneti- zacin de la economa y el volumen de depsitos en pesos.

    En materia de cuentas pblicas, se incrementaron las tarifas y la presin tributaria. Simultneamente, se procedi a indexar los crditos a favor del Estado emergentes de impuestos, tasas, con- tribuciones y multas. Con el congelamiento salarial, el gasto en personal se redujo un 40%. El dficit fiscal pas de 12,3% del PIR, en 1975, al 7,6%, en 1976, y su financiamiento por medio de emisin monetaria se contrajo del 55 al 29%.

    Las medidas tendan a una transformacin de la estructura de los precios relativos, que descargaban el peso del plan de ajuste sobre los asalariados, mientras se trataba de compensar los im- pactos negativos sobre el sector empresario con otros positivos. La reduccin de los aranceles y de los reintegros a las exportacio- nes industriales, por ejemplo, se contrapesaba con la devaluacin, mientras la contraccin de la demanda interna como consecuen- cia de la depresin de los salarios se equilibraba con la mejor po- sicin exportadora. En ese sentido, se provocaba una transferen- cia intersectorial de ingresos que no apartaba demasiado al programa de otras experiencias liberales del pasado, aunque en este caso la devaluacin y la disminucin de las retenciones a las

  • exportaciones permitan al sector agropecuario un aprovecha- miento integral de las nuevas condiciones, lo que lo diferenciaba un tanto de la experiencia de Krieger Vasena.

    Aunque el objetivo de controlar la inflacin (todava en altos niveles) pareca logrado hacia mediados de 1976, esto se deba al congelamiento de salarios, que provoc una drstica reduccin del consumo con caractersticas recesivas, lo cual pona lmites a la poltica de contencin salarial; cuando se intent liberar esta variable se produjo un rebrote inflacionario y, si bien la tasa de inflacin no volvi a los niveles (hasta entonces) extraordinarios de principios de aio, no se alcanzaron las expectativas de la con- duccin econmica. Tal circunstancia oblig a tomar una medi- da ms drstica y a contrapelo del espritu del plan: el congela- miento de precios por 120 das.

    Pero el eje central de la poltica econmica de la dictadura pa- sara a ser, a principios de 1977, una reforma que ubicara al sec- tor financiero en una posicin hegemnica en trminos de absor- cin y asignacin de recursos. El nuevo Rgimen de Entidades Financieras iniciaba un rumbo cuyo norte apuntaba a la liberaliza- cin de los principales mercados internos y a una mayor vincula- cin con los mercados internacionales. Comenzaba as una segun- da etapa, en la cual el gobierno empezara a redefinir sus objetivos, apartndose progresivamente de las politicas que caracterizaron al liberalismo econmico argentino en la posguerra, mientras se plas- maba un curso de accin enmarcado en las recomendaciones de la escuela monetarista de Chicagon.

    La reforma financiera, que fue profundizndose por medio de medidas complementarias en los meses siguientes, consista, en lo fundamental, en la creacin de un sistema de reservas fraccionarias que reemplazaba al anterior sistema centralizado de depsitos; la li- beralizacin de las tasas nominales de inters activas y pasivas; una mayor responsabilidad de los bancos en sus relaciones con la clien- tela, estableciendo, adems, requisitos sobre la solvencia y la liqui- dez de dichas entidades; el establecimiento de un rgimen de ga- ranta plena de los depsitos en el marco de una mayor liberalidad de los requisitos para la expansin o instalacin de nuevas entida- des y sucursales sin importar la nacionalidad; y la recreacin de la funcin del Banco Central como prestamista en ltima instancia.

  • La reforma apuntaba a incrementar el rol del sector financiero privado y disminuir la participacin del Estado, bajo el supuesto de que aqul era,per se, un asignador ms eficiente de recursos. Ade- ms, se crea que, por su intermedio, se conformara un sistema fi- nanciero ms apto, solvente y competitivo, que redujera el costo de los servicios bancarios. En cambio, dio lugar a la creacin de nu- merosos bancos y entida~des financieras, con escaso o ningn res- paldo, as como a la proliferacin de mesas de dinero, vinculadas muchas de ellas a compaas productivas. En la mayora de las em- presas existentes los dep;irtamentos de finanzas cobraron una im- portancia desmesurada por sobre otros ligados a las actividades pro- pias y a la inversin productiva. La especulacin financiera, reflejada irnicamente en el emblemtico film Plata dulce, pasaba a jugar un lugar predominante en 1;i economa argentina.

    En el grfico siguiente se muestra en forma sinttica el esque- ma de la reforma financiera.

    Poltica monetaria: la reforma financiera (1 977)

    Apunt a la liberalizacin de los principales mercados internos y a una mayor vinculacin

    con los mercados internacionales

    Creacin de un sistema de reservasfraccionarias que reemplazaba al anterior sistema cen1:ralizado de depsitos con un encaje del 100% Liberalizacin de las tasas nominales de inters activas y pasivas El establecimiento de un rgimen de garanta plena de losdepsitos en el marcode una mayor liberalidad de los requisitos para la expansin o ins- talacin de nuevas entidades y sucursales sin importar la nacionalidad La recreacin de la funcin del Banco Central como prestamista en l- tima instancia.

    Entre 1978 y 1979 se autoriz la apertura de 1.197 sucursales financieras, mientras

    el PIB per cpita se encontraba virtualmente estancado

  • Por otra parte, estas medidas se inscriban en el marco de la poltica antiinflacionaria, al aumentar las tasas de inters pasivas. De esa forma, los ahorristas incrementaran sus colocaciones en activos financieros cuasi lquidos y no presionaran tanto sobre el mercado de bienes, afirmndose que ese aumento del ahorro po- dra canalizarse hacia inversiones productivas.

    La reforma financiera tuvo un papel determinante sobre el con- junto de la economa, ya que la liberalkzacin de los movimien- tos de fondos y de las tasas de inters modific drsticamente las condiciones de rentabilidad de los distintos sectores econmicos, afectando en forma negativa a las actividades productivas, incen- tivando la valorizacin especulativa y produciendo la hipertrofia del sector: casi 1.200 sucursales financieras nuevas. Uno de los aspectos de mayor incidencia fue la apertura plena al movimien- to de capitales con el exterior, en el marco de libertad de fijacin de las tasas de inters. En un contexto semejante, la tasa de inte- rs interna queda determinada por la tasa de inters internacio- nal ms la devaluacin esperada, que acta como sobretasa de ries- go. Cuando no hay expectativas sobre devaluaciones futuras, ambas tasas se igualan. Pero cuando los agentes esperan una de- valuacin, el crdito interno se encarece en un porcentaje similar al de dicha expectativa. Con el correr de los meses, y dado que la inflacin interna super las pautas de devaluacin establecidas por el gobierno, la expectativa de una devaluacin sorpresiva creci y, con ella, se elevaron las tasas de inters hasta niveles muy su- periores a los vigentes en los mercados internacionales.

    Otra cuestin de trascendencia fue la creacin de la Cuenta de Regulacin Monetaria (CRM). Al reemplazarse el sistema de na- cionalizacin de depsitos por uno de encajes fraccionarios, la ba- se monetaria qued en niveles demasiado altos, por lo que, para neutralizar los efectos expansivos, se fij un encaje del 45%, que luego descendi. Mantener inmovilizada una parte de los dep- sitos implicaba para los bancos un costo que incidira ampliando la brecha entre las tasas de inters activas y las pasivas, encare- ciendo los crditos y provocando un desplazamiento por parte de los tomadores hacia fuentes financieras externas. Para evitar esos

  • efectos, se cre la CRhI, por la cual el gobierno remuneraba los encajes obligatorios, asumiendo el costo mencionado. A su vez, cobraba un pequeio impuesto sobre la porcin prestable de los depsitos. El saldo negativo de la CRM se transform pronto en una fuente de creacin de dinero, operando implcitamente como una suerte de subsidio al sector financiero e impactando sobre las cuentas pblicas. Entre junio de 1977 y mayo de 1982, la emisin efectuada por intermedio de la CRM fue estimada en casi 62.000 millones de pesos, equivalente a algo ms del 5% del PIB.

    A partir de la reforma, el sector financiero ocupara un lugar central en la provisin de fondos de corto plazo, aunque el Esta- do continu siendo el principal generador de inversin de largo plazo. Simultneamente, incida sobre los niveles nominales de diversas variables, en especial sobre la tasa de inflacin, que des- de ese momento, y en contra de lo esperado por la conduccin econmica, comenz a ser alimentada por las tasas de inters cre- cientes. La inversin, por su parte, luego de un aumento en 1977, comenz a contraerse a partir del aio siguiente, sin guardar un vnculo con el incremento del aahorro)) financiero.

    Por otra parte, la elimiinacin del control del Estado, la garanta de devolucin de los depsitos y las tasas de inters positivas eran medidas contradictorias entre s que iban camino a producir, co- mo veremos, situaciones crticas.

    Cuando la economa argentina ingres en una coyuntura des- favorable a partir de 19130, se puso de manifiesto que la supuesta mayor eficiencia del mbito privado en la asignacin de recur- sos no se verificaba tampoco en el sector financiero. La aversin al riesgo por parte de las empresarios y los altos niveles de las rasas de inters impedan la canalizacin de sus recursos hacia las actividades productivas, agudizando los estrangulamientos del lado de la oferta que influan sobre las altas tasas de infla- cin. Mientras tanto, el alto precio nominal del dinero modifi- caba la estructura de costos, convirtindose en un factor aut- nomo de aumento de los precios. Por eso, la reforma se mostraba impotente frente a la inflacin y no promova el aumento es- perado de la inversin, mientras el costo financiero pasaba a ser un componente importante en los costos de las actividades pro- ductivas.

  • La reforma produjo transformaciones estructurales sobre el fi- nanciamiento del sector industrial y el funcionamiento de la eco- noma argentina a partir de entonces. El modelo vigente hasta 1976 tena como eje el crecimiento econmico y la industrializa- cin era vista como el instrumento ms idneo para sostenerlo. Dado que se le atribua al mercado argentino de capitales una ba- ja confiabilidad como mecanismo eficiente de financiacin para el sector industrial y, por lo tanto, para garantizar ese crecimien- to, se consideraba necesario establecer estrictas regulaciones. Ade- ms, el sistema previo a la reforma se orientaba a subsidiar al sec- tor industrial por medio de tasas de inters reales negativas. A partir de 1977, ese comportamiento se revirti y en los anos pos- teriores las tasas de inters para el sector se tornaron positivas, provocando una transferencia de recursos desde la industria ha- cia las actividades financieras.

    En el nuevo esquema el objetivo era la eficiente asignacin tem- poral de los recursos, de acuerdo con las preferencias del consu- midor, lo que entraiaba la necesidad de una liberalizacin abso- luta para que esas preferencias pudiesen revelarse. En dicho marco, los problemas del crecimiento y de la inversin carecan de enti- dad propia.

    La conformacin del nuevo mercado financiero, teniendo en cuenta que se organiz sobre una base cortoplacista, incrementa- ba el riesgo y las dificultades de los empresarios para obtener fon- dos de largo plazo. Esto desviaba el grueso de los recursos a la ac- tividad especulativa e incrementaba la volatilidad, que se agravaba con las bruscas fluctuaciones de las tasas de inters. Por otra par- te, la magnitud y la variacin de las tasas de inters no fueron iguales para todas las empresas, ya que, por un lado, la inflacin afectaba la estructura de precios relativos -y con ello la tasa de inters real- y, por el otro, se increment la heterogeneidad del precio del dinero de acucrdo con la calificacin crediticia de las diferentes empresas.

    Desde distintos ngulos, la reforma financiera provoc un gran impacto negativo sobre las actividades productivas, mientras sus resultados en materia de control de la inflacin resultaron alta- mente cuestionables. Por eso, no pareci sorprendente que al fi- nalizar la tregua de precios propuesta por el gobierno a los em-

  • presarios, la inflacin volviera a acelerarse, lo que convenci a las autoridades econmicas de la necesidad de nuevos caminos para disciplinar al sector industrial, mientras se trataba de revertir el lento incremento que haban manifestado los salarios reales en los ltimos meses. Para eso, se procedi a aplicar medidas contracti- vas, entre las que se destac una poltica monetaria mucho ms restrictiva, que deriv en el alza sostenida de las tasas de inters.

    Las consecuencias de los nuevos ajustes no se hicieron esperar, desencadenando una recesin que interrumpi la recuperacin que se vena insinuando los meses anteriores y se manifest en las estadsticas agregadas eri 1978, cuando el PIB se contrajo casi un 4% con respecto al aio anterior.

    Sin embargo, el ritmo inflacionario se mantuvo inconmovible, haciendo fracasar nuevamente el objetivo de controlar la evolu- cin de los precios. Las autoridades suponan que el aumento de las tasas de inters pasivas contribuira a incrementar la deman- da de activos financieros, estimulando una mayor monetizacin de la economa. Se esperaba, adems, que la compra de activos fi- nancieros movilizara recursos para inversiones productivas que expandieran la oferta, y todos estos cambios (mayor monetiza- cin y oferta) desaceleraran la tasa de inflacin. Sin embargo, las altas tasas de inters pasivas se conjugaban tambin con tasas ac- tivas muy elevadas, lo cual disuada la inversin productiva y des- viaba recursos de la produccin al sistema financiero, contrayen- do la inversin e inhibic:ndo el incremento esperado en la oferta. Adems, el alto precio del dinero modificaba la estructura de cos- tos y conduca, en contra de lo esperado, a generar una inflacin mayor, al trasladarse los mayores costos financieros a los precios finales.

    Las polticas de ajuste tradicionales se revelaban cada vez ms impotentes para controlar el aumento de los precios. De all que se fuera gestando un viraje en la poltica econmica, iniciado con la desindexacin del tiplo de cambio, que produjo un progresivo retraso en la cotizacin de las divisas y una gran diferencia en las tasas de inters locales frente a las internacionales. A fines de 1978, el cambio de rumbo se materializara por completo, al imponer- se una poltica que tena por objetivo la convergencia de la infla- cin y las tasas de interi:~ locales con los valores internacionales,

  • combinando la apertura de la economa con la implementacin del enfoque monetario del balance de pagos, mientras se tomaba el tipo de cambio como ancla para los precios internos.

    Uno de los aspectos ms importantes del nuevo esquema era la fijacin pautada del tipo de cambio y de las devaluaciones fu- turas de acuerdo con un cronograma decreciente, conocido co- mo la tablita cambiarian. Esta medida se iniciaba con una deva- luacin del 5,23%, y prevea reajustes posteriores del precio del dlar en forma peridica y decreciente, hasta arribar a un tipo de cambio fijo a principios de 1981. De esta manera, se esperaba que la inflacin local descendiera paulatinamente hasta llegar a nive- les similares a los internacionales. Si esto no ocurra, se produci- ra un retraso cambiario y las importaciones se haran menos cos- tosas, forzando a los industriales a reducir sus precios, so pena de ser desplazados por la competencia de los productos importados.

    Para que la competencia externa fuese efectiva como freno pa- ra el incremento de los precios, se estim necesario reducir ade- ms los aranceles aduaneros, fijndose un cronograma descen- dente en enero de 1979, que se fue anticipando en el tiempo para lograr un efecto ms veloz en el combate contra la inflacin. Fi- nalmente, en junio de 1980, se eliminaron los aranceles de aque- llos bienes que no se producan en el pas y se estableci una es- tructura arancelaria para los que s se fabricaban localmente con un mximo del 55%, que se reducira en forma paulatina hasta llegar al 20% en 1984.

    Ambas medidas se complementaban con el enfoque mone- tario del balance de pagos)). Segn este enfoque, la inflacin pue- de ser atribuida exclusivamente a la oferta de dinero, cuando la economa se encuentra cerrada a las importaciones. En el caso de una economa abierta, en cambio, el exceso de gastos provo- cado por una oferta excedente de dinero puede derivarse hacia las importaciones, sin provocar inflacin. Se considera, enton- ces, al resultado de la balanza comercial como una situacin de- rivada de la relacin entre los ingresos y los gastos agregados de la poblacin de un pas. Cuando el ingreso supera a los gastos, hay un supervit comercial, y cuando se produce el caso inver- so, hay dficit. En ese marco, la cantidad de dinero se ajustar automticamente al nivel de la demanda: en una economa con

  • tipo de cambio fijo y perfecta flexibilidad de los precios en to- dos los mercados, un exceso de oferta de dinero estimular las importaciones. La gente deber comprar divisas para pagarlas, desprendindose de moneda local, lo que contraer la oferta mo- netaria y conducir otra vez al equilibrio. Transitoriamente, ade- ms, las diferencias que se produzcan entre las tasas de inters interna e internacional, provocar movimientos de capitales que regularn el proceso de ajuste.

    Las autoridades econmicas tenan en mente ese esquema al trazar sus lineamientos. La reforma financiera del afio anterior implicaba la liberalizacrn total de los movimientos de capitales con el exterior. Se supona que la movilidad de los capitales era prcticamente perfecta, es decir que las diferencias en los rendi- mientos de los activos financieros provocaran movimientos de capitales en uno u otro sentido que volveran a igualarlos de ma- nera casi automtica. En ese marco, se afirmaba que los desequi- librio~ del balance de pagos eran slo un reflejo de los produci- dos en el mercado monetario. Por lo tanto, las variaciones que los flujos de bienes y de capital provocaran sobre las reservas basta- ran para ajustar el mercado de dinero, con lo cual, la tasa de in- ters local debera tender a igualarse a la internacional ms la ta- sa de devaluacin. Dado que esta ltima deba decrecer en poco tiempo hasta llegar a cero, la tasa de inters interna scra tambin convergente con la internacional.

    De esta forma, se arribara prontamente a una economa esta- ble, en la cual se ~odrari manifestar las ventajas comparativas del pas, sobreviviendo aquellos sectores competitivos en el mercado mundial y optimizando la utili~acin de los recursos. Sin embar- go, las previsiones no se cumplieron, ya que los precios supera- ron holgadamente a las tasas de devaluacin. Este compo~amiento imprevisto se deba a que un conjunto de bienes y, en especial, de servicios no estaba sometido a la competencia externa, ya sea porque se trataba de alimentos frescos perecederos, servicios no contratables en el exterior, bienes provistos monoplicamente por el Estado o sectores protegidos por normativas especiales, como restricciones especficas sobre algunas importaciones o regmenes de promocin sectorial. Estos precios slo podan estabilizarse de manera aleatoria, ya que no se vean afectados por los precios ex-

  • ternos. Como esta coincidencia no se produjo, el nivel general de precios continu creciendo.

    El comportamiento del nivel general de precios, y especialmente de los precios relativos descriptos, produjo graves consecuencias sobre la estructura productiva por diferentes motivos. En primer lugar, se distorsionaba la rentabilidad de los diferentes sectores, lo que, a mediano y largo plazo, supona un desplazamiento de re- cursos hacia el sector de no transables que, bajo las condiciones se- fialadas, podra calificarse de artificial. En segundo lugar, el sector de transables se vea aprisionado entre la imposibilidad de incre- mentar sus precios por la presin ejercida por las importaciones y el incremento de sus costos debido a que parte de sus insumos se compona de bienes o servicios no transables. Por ltimo, dado que la tasa de inflacin era mayor a la de devaluacin, se produ- ca una revaluacin del peso, que abarataba an ms las importa- ciones en comparacin a la produccin local.

    El progresivo retraso carnbiario estimulaba las expectativas acer- ca de una modificacin del cronograma de devaluaciones, intro- duciendo un factor de riesgo que creca con la persistente reva- luacin del peso. Ese riesgo elevaba la tasa de inters, impidiendo la convergencia con la tasa internacional, lo cual tena importan- tes efectos sobre la economa en su conjunto. En primer lugar, li- mitaba la inversin productiva a proyectos con una tasa de ga- nancia esperada extraordinariamente alta. En segundo trmino, desviaba importantes recursos del sector productivo a la especu- lacin financiera, debilitando el crecimiento econmico. En ter- cer lugar, impona una diferenciacin en la financiacin de pro- yectos de inversin segn el tipo de empresa: las grandes firmas podan conseguir recursos en el exterior a tasas de inters mucho ms bajas que las pequefias y medianas, que no tenan acceso al crdito internacional. Esto provocaba diferencias en la competi- tividad que no se deban a cuestiones de eficiencia microecon- mica, sino al clima macroeconmico artificialmente creado por la poltica econmica. Por ltimo, dado el contexto internacio- nal caracterizado por bajas tasas de inters y sobreoferta de capi- tales lquidos, estimulaba el ingreso de recursos desde el exterior.

    Estos flujos externos eran, en su mayora, capitales especulati- vos, por lo que, en lugar de fortalecer las estructuras productivas

  • internas, alimentaban la valorizacin financiera de carcter cor- toplacista. Por otra parte, contribuan a incrementar la inestabi- lidad del sistema y las debilidades del mercado cambiario, ya que, al retirarse, extraeran ms divisas de las que haban ingresado, de- bido a las ganancias que haban devengado en el nterin.

    De all que, con el transcurso del tiempo, se agravaba el dese- quilibrio potencial en el mercado de divisas, incrementando el riesgo de devaluacin y, por lo tanto, presionando an ms el al- za de las tasas de inters, se perpetuaba as un mecanismo per- verso de destruccin del aparato productivo y especulacin fi- nanciera, mientras se generaba una pesada deuda externa que iba a hipotecar el futuro del pas.

    El nuevo enfoque d'e la poltica econmica no hizo ms que fortalecer las tendencias que se prefiguraban en las primeras eta- pas del gobierno militar. Luego de un breve perodo de creci- miento, la recesin provocada por la apertura comercial y el re- traso cambiario se manifest con crudeza, dejando como saldo una economa estancada, ya que el PIB slo creci un 2,3% en- tre 1975 y 1983.

    Sin embargo, no todos los sectores se vieron afectados de la misma manera. Los vinculados principalmente al mercado inter- no, o sometidos a la competencia de la importacin, sufrieron un derrumbe muy pronunciado, como se refleja, por ejemplo, en las estadsticas del sector de la construccin, que se contrajo casi un 30% en el perodo 1975-1983. Su comportamiento, sin embar- go, reconoci una etapa de auge hasta 1980, debido a grandes y discutidas obras pblicas en infraestructura.

    La industria, por su parte, mostr un comportamiento fluc- tuante, que ocultaba una profunda transformacin estructural, aunque el resultado cu:mtitativo h e una contraccin del 12,4% en el perodo. Por el contrario, el sector agropecuario y la explo- tacin de recursos mineros, con algunos altibajos, lograron una expansin, por medio di: una mayor insercin exportadora. El pri- mero creci un 1996, mientras que el segundo lo hizo en un 29%.

    Pero el mejor barmetro de la evolucin de la economa y de la incidencia de la poltica econmica de Martnez de Hoz fue el sector financiero, que comenz un lento crecimiento en el trie- nio 1976-1978, para convertirse en el epicentro de una febril ac-

  • tividad especulativa entre 1979 y 1981, cuando el ministro se en- contraba en el pinculo de su poder; en 1980, su contribucin al PIB arrojaba un incremento de ms del 40% comparado con 1975. A partir de ese momento, se superpusieron el ocaso y el ale- jamiento de la funcin pblica de Martna de Hoz, la crisis eco- nmica estrepitosa y el derrumbe del circuito financiero. Aunque en 1983 su actividad todava era un 10% ms elevada que al asu- mir el gobierno militar, haba descendido ms de un 22% con respecto al momento de mayor auge.

    La poltica econmica tuvo tambin una importante inciden- cia en la evolucin del comercio exterior. Al comps de las trans- formaciones productivas y de la declinacin del mercado inter- no, las exportaciones se triplicaron entre 1975 y 1981. A lo largo del ltimo lustro de la dcada del 70, la Argentina se vio favore- cida por trminos del intercambio ms elevados que en el lustro anterior, a tal punto que los precios de las exportaciones en 1980 eran dos veces y media superiores a los de 1970. El quantzrm de las exportaciones tambin se duplic en el transcurso de la dca- da, de modo que el crecimiento de las ventas al exterior se deba tanto a mayores cantidades exportadas como a mejores precios.

    A partir de 1976 se transformara el perfil comercial de la Ar- gentina, lo cual explica por qu, en el marco de una crisis sin pa- rangn, en la que desaparecieron ramas enteras de la produccin, algunos sectores tuvieron tasas de crecimiento elevadas. Las ex- portaciones argentinas se haban diversificado progresivamente en la ltima etapa del proceso de sustitucin de importaciones, con un avance lento pero firme de la venta de productos indus- triales. Bajo las nuevas condiciones, esa diversificacin comenza- ra a desdibujarse y las ventas externas se concentraran cada vez ms en un reducido conjunto de productos agropecuarios y mi- neros y sus derivados. Empezaron, entonces, a crecer las colo- caciones de carnes, de aceites vegetales, de derivados del gas y del petrleo, de metales ferrosos y no ferrosos, y de pescado, ac- tividades que se consolidaran en la dcada siguiente. Un por- centaje importante de las exportaciones continu vinculado a las colocaciones de cereales, que se triplicaron y generaron apro- ximadamente el 30% de las ventas al exterior.

    La expansin de las exportaciones de granos tiene relacin, des-

  • de el lado de la demanda, con la firma de acuerdos con la Unin Sovitica, que transformaron a dicho pas temporariamente en el principal comprador de productos argentinos, superando cuan- titativarnente en algunos momentos a la Comunidad Econmi- ca Europea en su-conjunto. La Unin Sovitica lleg a ser el re- ceptor de cerca del 80% de las exportaciones argentinas de cereales y del 20% de las de carnes. El comercio bilateral mostraba un no- torio desbalance a favor de la Argentina, que trataba de compen- sarse con convenios pesqueros, la colaboracin en materia de ener- ga nuclear, la concreci6n de diversos proyectos de infraestructura y un incremento en las compras argentinas de maquinarias y ve- hculos de distinto tipo.

    Las exportaciones argentinas registraron un incremento gene- ralizado, que abarc todos los destinos. Sin embargo, con algu- nas regiones, el crecimiento fue ms intenso, especialmente con la Unin Sovitica y los Estados Unidos. Con otras regiones, en cambio, al alza le sucedi una baja, como en el casa de la Comu- nidad Econmica Europea (donde se observa un descenso desde 1980 en adelante) y de los pases latinoamericanos englobados en la Asociacin Latinoamericana de Integracin (ALADI), cuyas compras a la Argentina se situaron al final del perodo en un ni- vel ligeramente inferior al de 1976.

    El comportamiento de las importaciones fue distinto del de las exportaciones. Mientras estas ltimas tendan a concentrarse en un conjunto reducido de bienes, aqullas se diversificaron, cre- ciendo an ms que las ventas, especialmente a partir de 1979. Esta evolucin tena miicha relacin con el nuevo enfoque de la poltica econmica aplicada a partir de ese aro, que favoreca un boom importador. La reduccin de aranceles y el retraso cambia- rio alentaban el ingreso de productos importados, al situarlos en una posicin competitiva privilegiada frente a la produccin na- cional. Las nuevas concliciones implicaban para esta ltima una proteccin negativa, es decir que, a iguales condiciones microe- conmicas de produccin, los bienes importados podan ser co- locados en el mercado a un precio inferior.

    Vale decir que las desventajas de las empresas nacionales no dependan tanto de su supuesta ineficiencia relativa como de un contexto adverso emergente de una infraestructura deficiente,

  • condiciones crediticias ms duras y, sobre todo, de una poltica econmica deliberadamente destructiva, casi indita a escala mun- dial, que ni siquiera encontraba justificacin terica. En efecto, la teora ha discutido mucho la conveniencia o no de proteger la produccin autctona frente a la competencia externa, pero nun- ca se argument que fuese conveniente establecer una discrimi- nacin negativa adicional por medio de herramientas de poltica econmica.

    Los estmulos comerciales a la importacin se complementa- ban con un generoso acceso al crdito internacional, que permi- ta financiar las compras, a pesar de la contraccin de la produc- cin interna y de la consiguiente disminucin de los recursos disponibles.

    Si bien el boom importador Fue generalizado, su incidencia se destac en los bienes de consumo durables, como los electrodo- msticos, en bienes suntuarios y en la importacin de bienes de capital. Con respecto a estos ltimos, deben hacerse algunas con- sideraciones adicionales, ya que el incremento de las compras ex- ternas puede llevar a algunas confusiones con respecto a la evo- lucin de la inversin en las actividades productivas. Aunque aument la adquisicin de bienes de capital importados, la pro- duccin interna se redujo an ms, lo que indica que el ritmo de incorporacin de maquinarias disminuy con respecto al pasado.

    Un aspecto oculto en las estadsticas globales fueron las nutri- das importaciones de armamentos, en las que jug un papel sig- nificativo la Repblica Federal de Alemania (RFA). Luego de que en 1977 el gobierno norteamericano decretara un embargo en la provisin de armamentos a la Argentina por las severas violacio- nes a los derechos humanos, la RFA se transform en el primer proveedor de dichos productos al pas sudamericano. Recproca- mente, la Argentina se convirti en el primer comprador de armas de dicho origen en el mundo subdesarrollado.

    El Stockholm International Peace Research Institute, en su Anuario de 198 1, indicaba que el valor de las ventas de armas gran- des de la RFA a la Argentina entre 1977 y 1980 Fue de aproxima- damente 642 millones de dlares. Si tenemos en cuenta que du- rante dicho perodo las importaciones totales desde aquel pas resultaron levemente superiores a los 3.000 millones y que a la ci-

  • fra mencionada debe agregrsele el valor de las ventas de armas li- vianas, que habitualmente suelen alcanzar el 50% del comercio total de armamentos, la proporcin resulta asombrosa. Las esta- dsticas alemanas son an ms contundentes: las exportaciones de armamentos a la Argentina autorizadas por el gobierno federal entre 1980 y 1981 suman 2.500 millones de marcos, frente a ex-' portaciones totales a dicho pas por un valor de 4.646 millones. Si a esto se le aiade la existencia comprobada de exportaciones ilegales de armas, puede explicarse una parte del extraordinario impulso de las exportaciones alemanas a la Argentina, que en 1980 eran un 152% ms altas que en 1975, y que slo se redujeron no- toriamente durante la Guerra de Malvinas, como consecuencia del embargo comercial de la Comunidad Econmica Europea ha- cia la Argentina.

    En su esquema com.ercia1, la Argentina reeditaba temporaria- mente una relacin triangular como la observada en los aos 20 y 30 con los Estados Uinidos y Gran Bretaia, y en los 50 y 60 con los Estados Unidos y la CEE. Ahora, los vrtices del tringulo in- volucraban a la Unin Sovitica y los Estados Unidos. Es que es- te ltimo pas permaneca como el principal proveedor, y su co- mercio con la Argentina continuaba mostrando un fuerte desbalance. En el nuevo tringulo comercial, la compensacin de los saldos negativos con los Estados Unidos, 22% en 198 1, se lo- graba con las colocaciones en la Unin Sovitica, que ese mismo ao daban cuenta del SiO,8% de las exportaciones.

    Nuevamente se trataba de un sistema triangular espontneo y no negociado, lo que conduca a fuertes tensiones econmicas, comer- ciales y polticas. Por un lado, la Unin Sovitica presionaba para disminuir sus permanerites dficit comerciales -sus exportaciones no alcanzaban el 1% en caos aos- por medio de inversiones o ven- tas de productos; por ot+o lado, el peso de la deuda externa, en es- pecial con la banca norteamericana, creaba elementos de presin opuestos a los que funcionaban del lado sovitico, pues los acree- dores podan imponer condiciones que afectasen el comercio con la Unin Sovitica o lo regulasen en funcin de sus propias necesida- des. Pero existan tambin motivos adicionales de disputa.

    En primer lugar, las exportaciones argentinas a la Unin So- vitica competan con las norteamericanas. Con el debilitamien-

  • to de su competitividad en el terreno industrial, el papel de las colocaciones agrcolas norteamericanas gan importancia y la Unin Sovitica poda ser un mercado significativo, de manera que el avance de las exportaciones argentinas abra un frente de controversia. En segundo lugar, los Estados Unidos y la Unin Sovitica se encontraban en un perodo de confrontacin politica y econmica, uno de cuyos momentos ms lgidos estuvo consti- tuido por el bloqueo comercial decretado por el presidente norte- americano Carter, al que la Argentina no adhiri. En este caso, la relacin triangular conduca a notorias tensiones polticas.

    Por ltimo, en lo referente al conjunto del comercio exterior, puede constatarse que los estmulos para exportar, las restriccio- nes al consumo y la tendencia recesiva imperante en la economa argentina durante los primeros aiios del rgimen militar haban permitido superar el gran dficit comercial de 1975 y transfor- marlo prontamente en supervit. Sin embargo, esta tendencia su- fri una inflexin en el segundo semestre de 1979, reflejando el cambio de estrategia de la poltica econmica. A pesar de las ma- yores exportaciones, el comercio exterior se convirti, entonces, en una fuente de drenaje de divisas, que slo pudo sostenerse mientras se mantena la corriente de crditos externos, aunque la situacin se revierte luego cuando la recesin hizo descender las importaciones.

    4. La deuda externa

    La poltica econmica aplicada por Martnez de Hoz impo- na un modelo rentstico-financiero y creaba una serie de con- diciones que aspiraban a situar a la Argentina en un lugar pri- vilegiado como receptor de recursos. La reforma financiera de 1977 liberalizaba por completo los movimientos de capitales de todo tipo con el exterior, a lo que se le sumaba la profunda aper- tura comercial. Se asuma que los desequilibrios fiscales y co- merciales podan financiarse principalmente con recursos ex- ternos. Por ltimo, la tasa de inters se situaba en niveles superiores a los internacionales, estimulando el ingreso de fon- dos y un avance de movimientos especulativos. Por eso, los prs-

  • tamos hacia la Argentina ocuparon un lugar importante en la cartera de la banca internacional, slo superado en Amrica la- tina por Brasil y Mxico.

    Se pueden identificar dos etapas en el proceso del endeuda- miento argentino. La primera transcurri entre 1976 y 1979, y tuvo como principal protagonista al sector pblico. Dadas las di- ficultades para el acceso al crdito interno, la necesidad de finan- ciamiento se orient hacia la banca internacional. Buena parte de los prstamos se dirigiil a la formacin de una importante reser- va de divisas, que creci en casi 10.000 millones de dlares du- rante el trienio, y que tena por objeto fortalecer las condiciones para la posterior irnplementacin de una poltica de estabiliza- cin basada en la utilizacin del tipo de cambio como ancla del sistema de precios. La manipulacin de las reservas condujo a un negocio formidable para la interrnediacin financiera. Para el Es- tado, en cambio, esa estrategia represent, por los intereses a pa- gar, un costo estimado de 500 millones de dlares.

    La segunda etapa, entre 1980 y 1981, se relacion con el nue- vo enfoque del programia econmico y los desequilibrios que pro- voc en diversos renglones del balance de pagos. La apertura co- mercial y el retraso cambiario incrementaron la demanda de importaciones, los viajes tursticos al exterior (cuya nota pinto- resca estaba dada por los safaris que realizaba en Africa el minis- tro de Economa) y la remisin de utilidades y regalas por el ca- pital y la tecnologa forneos, provocando un dficit comercial y de la cuenta corriente. Se inici tambin un crecimiento acelera- do del endeudamiento del empresariado, que poda responder en algunos casos a las necesidades de la actividad productiva, pero que generalmente fue contrapartida de la especulacin o de fuga de capitales. Adems, se produjo un incremento de erogaciones no identificadas en el balance de pagos, que inclua algunos mo- vimientos ya citados, como las fugas de capital y las compras de material blico por parte del Estado, que mantena conflictos con pases vecinos como Chile y se preparaba silenciosamente para el desembarco en las Islas Malvinas.

    Si bien en la primera etapa el endeudamiento se reflejaba en el crecimiento de las reservas, la segunda etapa rompi con es- te comportamien~o. Las salidas de divisas representaron, en-

  • tonces, ms del 60% del incremento del nuevo endeudamien- to contrado.

    De esa forma, el esquema se tornaba cada vez ms riesgoso. Por un lado, el ingreso de capitales dependa del sostenimiento de las particulares condiciones del mercado financiero mundial. En segundo lugar, el retraso cambiario continuaba acentundo- se, y con l se incrementaba el riesgo de una devaluacin no pau- tada. Ahora bien, una parte del endeudamiento consista en flu- jos especulativos que trataban de beneficiarse con el diferencial entre las tasas de inters en dlares y en pesos altamente positivo, mientras la tasa de devaluacin no superara el ritmo de la infla- cin. La expectativa de devaluacin poda provocar una corrida hacia las divisas, desatando una crisis sin precedentes, ya que la simultnea fuga de capitales haba sacado del pas una buena por- cin de las divisas ingresadas como endeudamiento y la capitali- zacin de intereses deba incrementar necesariamente la deman- da futura de divisas. Las maniobras especulativas aumentaban, entonces, el riesgo y forzaban el alza de las tasas de inters para retener las colocaciones en el mercado financiero. Pero esto agra- vaba la situacin, al hacer crecer, por un lado, la masa de intere- ses capitalizados y estimular, por el otro, la tasa de inflacin y la revaluacin del peso. El sistema era cada vez ms explosivo.

    Diversos analistas trataron de responder por qu, a pesar de que objetivamente el circuito de endeudamiento-especulacin conduca indefectiblemente a una crisis, se sostuvo en un pero- do tan prolongado. La respuesta invariable apunta a que diversos sectores con gran peso poltico y econmico se vieron beneficia- dos con dicha poltica. Entre ellos, la literatura distingue como principales beneficiarios a:

    altos funcionarios del gobierno que implementaron las po- lticas mencionadas (algunos de ellos habran transferido fondos a sus cuentas en el extranjero); un grupo significativo de empresarios y financistas que efec- tuaron la mayor cantidad de maniobras especulativas (el grueso de las operaciones las efectu un reducido nmero de empresas y bancos), incluyendo la fuga de capitales; las Fuerzas Armadas y los intermediarios que utilizaron el

  • endeudamiento externo para la compra de armas (el Banco Mundial estim en 10.000 millones de dlares el incremento del endeudamiento por ese motivo entre 1976 y 1982); grandes grupos econmicos nacionales y extranjeros que aprovecharon regmenes promocionales o contratos del Es- tado, hicieron grandes negociados, se vieron favorecidos con desgravaciones impositivas y tomaron emprstitos del exte- rior beneficindose luego con la estatizacin de la deuda. sectores primarios exportadores, agrarios y de commodities industriales, en diferentes etapas de la poltica econmica.

    Muchos de los afectados por su alto gado de exposicin al en- deudamiento tenan, incluso, deudas ficticias, ya que haban can- celado una proporcin de hasta el 50% de sus compromisos con el exterior sin declararlo ante los organismos oficiales. Este pun- to era especialmente relevante, ya que una parte importante de las deudas estaba garantizada por el Estado argentino y porque el sector empresario se benefici en aios posteriores con otras me- didas en su favor.

    La hegemona del sector financiero alent las prcticas espe- culativas. Entre ellas cabe mencionar dos ejemplos. El primero se basaba en el aprovechamiento del diferencial de tasas de inters, interna y externa: el mecanismo utilizado era simple: se introdu- can dlares prestados por bancos extranjeros, se los pasaba a pe- sos, y se realizaban sustanciosas ganancias porque la tasa de inte- rs nominal interna era mucho mayor que el costo del crdito fijado por la tasa de inters externa y el ritmo de devaluacin. Se reconvertan despus esos pesos a dlares, se los sacaba del pas y se los depositaba en un banco extranjero. Por ltimo, se obtena un nuevo crdito en dtjlares de ese banco con la garanta del de- psito; repitindose la operacin en forma reiterada. Otro meca- nismo importante fue el del seguro de cambio, establecido por el Banco Central en junio de 1981, cubriendo el repago de crdi- tos externos privados de hasta dieciocho meses. Este seguro sig- nific un subsidio que fue ampliamente utilizado por el sector privado, incluso mediante la prctica del autoprstamo.

    Un aspecto importante del proceso de endeudamiento fue el que se relaciona con el manejo de las empresas estatales. El caso

  • ms notorio result el de YPF, a quien se la carg de deudas a punto tal que se transform en la nica petrolera del mundo con prdidas. El mecanismo era tomar prstamos en el exterior para incrementar las divisas quedando endeudada la empresa pblica, que liquidaba los fondos en el Banco Central y reciba pesos sin la garanta del seguro de cambio a diferencia de lo que iba a ocu- rrir ms tarde con las empresas privadas. En la misma situacin se encontraban SEGBA (electricidad), ENTel (telefnica), Aero- lneas Argentinas, Agua y Energa y Gas del Estado.

    En ese punto se encuentra tambin la profunda diferencia que separa el endeudamiento argentino de otras experiencias como la de Brasil. Mientras en este pas el recurso de endeudarse con el exterior respondi a la estrategia de completar su proceso de in- dustrializacin, avanzando hacia un estadio mucho ms comple- jo y con mayor demanda de inversiones de capital y de fuentes de financiamiento, en la Argentina fue utilizado para solventar la es- peculacin, la fuga de capitales, la compra de armamento y la de- manda de consumo, con un altsimo costo en materia producti- va, ya que la poltica para la atraccin de capitales impona una desproteccin absoluta a las actividades productivas internas y un costo por la va del incremento de las tasas de inters imposible de solventar. De all que mientras muchos pases, como Brasil, entendan el endeudamiento fundamentalmente como una for- ma de resolver sus problemas productivos (sin importar la evalua- cin que pueda hacerse expost de esa estrategia y de sus formas de implementacin), la Argentina se endeud para destruir su apara- to productivo, hipotecando su economa y arrasando la base pro- ductiva que poda contribuir a levantar posteriormente esa hipo- teca. En 1983 cada argentino deba al exterior 1.500 dlares.

    5. Las cuentas publicas

    Un aspecto llamativo y controvertido a lo largo de todo el pe- rodo fue el comportamiento de las cuentas pblicas. Uno de los objetivos explcitos de Martna de Hoz era la disminucin del peso del Estado en la actividad econmica, que deba abandonar actividades en las que el mercado poda desempearse de mane-

  • ra ms eficiente. Pero adems, tomando en cuenta la prioridad enunciada en materia inflacionaria, poda suponerse que se ope- rara radicalmente sobre las cuentas pblicas, ya que si bien no puede afirmarse que la inflacin argentina obedece a una causa nica -son varias siempre-, s puede decirse, en cambio, que su motor principal lo constituye el dficit fiscal. Del discurso ini- cial poda entenderse que la eliminacin del dficit se lograra re- duciendo los gastos por medio de una reforma administrativa y se incrementaran los ingresos recomponiendo las tarifas pbli- cas e incrementando la presin tributaria.

    Sin embargo, la lectura de los indicadores del sector pblico permite comprobar que muchas de las pautas trazadas inicial- mente estuvieron lejos de cumplirse. En especial, el peso cuanti- tativo de los gastos gubernamentales se increment en casi trece puntos del PIB entre 1975 y 198 1. Slo en 1982, cuando el mi- nistro Roberto Alemanni aplic un programa de austeridad en los gastos del Estado, se produjo una efectiva reduccin de stos, pe- ro su efecto fue limitadlo y temporario, ya que al ao siguiente, luego de un recambio de autoridades, volvieron a incrementarse.

    El crecimiento de las erogaciones del Estado y su incidencia en relacin con el PIB reflejaba diversas aristas. Ante todo, debe se- lalarse que hasta 1982 su comportamiento fue inverso al de la evolucin econmica. Mientras que en los afios de recesin la re- lacin del gasto con respecto al PIB fue creciente, cuando el pro- ducto volvi a recuperairse dicha relacin se redujo. Dado que la actividad econmica general se encontr deprimida durante la mayor parte del perodo, el sector pblico expandi su impor- tancia en relacin con el producto, lo cual pona de manifiesto que, en gran medida, el gasto no jugaba un rol expansivo, sino que reciba los efectos de un cuadro depresivo.

    A pesar de estas oscilaciones, la tendencia del gasto pblico re- sult creciente tanto en trminos relativos al producto como en trminos absolutos. Sin embargo, se produjo una importante mo- dificacin en su composicin, ya que el peso de partidas como el gasto en salud o en educacin se redujo sustancialmente, mien- tras crecan partidas como las destinadas a la compra de arma- mentos. Especialmente significativo fue el recorte en personal, cuya participacin en la estructura del gasto se contrajo en once

  • puntos en 1976; aunque luego se recuper en parte, el nuevo ajus- te implementado en 1982 volvi a hacerlo descender de modo ostensible. Tal evolucin se relacionaba ms con una cada de los salarios de los empleados pblicos que con una racionalizacin.

    Otra partida afectada fue la inversin pblica, aunque aqu se puso de manifiesto un cambio en la poltica econmica a partir de 1378. Inicialmente, se siguieron las pautas habituales de los planes de ajuste de la posguerra, que contemplaban un aumento inicial de la inversin pblica para tratar de inducir el crecimiento de la inversin privada. Sin embargo, el giro tomado por el go- bierno a partir de 1978 rompi con ese lineamiento, y se proce- di a un drstico recorte en dicho rubro.

    Las cifras, no obstante, no dan una dimensin real del impac- to negativo de las pautas de la inversin pblica sobre el conjun- to de la economa. En primer lugar, es posible que las cifras se en- cuentren sobrestimadas por sobreprecios, ya que el poder absoluto y la falta de controles agudizaron la posibilidad de cometer actos de corrupcin. Pero adems, la calidad del gasto en inversin se resinti notablemente con la ejecucin de obras faranicas de poca o nula incidencia sobre el desarrollo econmico del pas, co- mo la infraestructura para el campeonato mundial de fitbol o la construccin de autopistas y de la terminal de mnibus de Bue- nos Aires. Incluso stas, que podan ser necesarias, se realizaron sin estudios del impacto ambiental, sin un compromiso de relo- calizacin de los pobladores afectados y fuera del marco de una planificacin urbana integral.

    En ese contexto debe inscribirse tambin la nacionalizacin de algunas empresas, como la Compaa talo-~r~entina de Electri- cidad (de la cual Martnez de Hoz haba sido director), o de la 1- nea area Austral. Se trataba de firmas con un alto grado de obso- lescencia, cuyos accionistas no estaban en condiciones o no tenan inters de iniciar la costosa reestructuracin que demandaban. En ambos casos, la accin del gobierno no pareca responder a los li- neamientos trazados, ya que se arrojaron por la borda los princi- pios, cuando en el caso haba algn inters especfico.

    Mientras eso ocurra en la parte reproductiva y social del gas- to pblico, nuevas erogaciones ganaron espacio en su estructura, concordando con las caractersticas generales del programa gu-

  • bernamental y con el cariz que tomaba la economa argentina, destacndose las partidas vinculadas a los aspectos financieros. Es- pecialmente los costos derivados del fuerte proceso de endeuda- miento incidieron de manera creciente sobre los egresos fiscales y tuvieron una gran importancia en los aos finales de la dicta- dura, siendo equivalentes a una gran parte del dficit fiscal.

    Otro gasto de impoirtancia fue la remuneracin de los enca- jes impuestos al sistema bancario, por medio del mecanismo ya explicado que dio origen a la Cuenta de Regulacin Monetaria. Por ese motivo, el Banco Central comenz a padecer una salida creciente de recursos que, en rigor, no constituan un gasto del Tesoro y, por lo tanto, no generaban un dficit fiscal propia- mente dicho. Sin embargo, en tanto el BCRA es un organismo es- tatal, esa salida de fondos tambin pesaba sobre las cuentas pbli- cas, por lo que fue denominado dficit cuasi fiscal. La magnitud de ese dficit creci progresivamente, generando una bola de nie- ve. La remuneracin de encajes incrementaba la masa monetaria. Debido al sistema de encajes, una parte de esa expansin quedaba inmovilizada y sujeta, a su vez, a remuneracin, lo que generaba un crecimiento exponericial de este tem de la oferta de dinero.

    Un factor que gravit en la generacin del dficit cuasi fiscal fue la salida de divisas por los pagos de la deuda externa, que pro- vocaban la expansin de la cantidad de moneda por las compras de divisas del gobierno en el mercado abierto. La esterilizacin de esa masa monetaria induca a canjearla por ttulos pblicos, mien- tras se incrementaban el monto de dinero inmovilizado por los encajes y la tasa de inters. El problema del dficit cuasi fiscal se proyect y agrav notablemente en la dcada del 80 para encon- trar solucin definitiva recin a principios de los aos noventa.

    El notable crecirnierito del gasto pblico condujo a la necesi- dad de reforzar en una proporcin todava mayor los ingresos, to- da vez que el gobierno entenda que una de las principales causas de la inflacin era el drificit fiscal. Por eso, se reform la estruc- tura tributaria, de tal forma que la relacin entre los impuestos y el PIB se duplic entre 1975 y 1978, para continuar creciendo li- gera pero persistentemente en los aos posteriores. Al mismo tiem- po, se introdujeron importantes modificaciones en los principios tributarios y en la estructura impositiva.

  • Se avanz hacia una estructura tributaria mucho ms regresi- va, en la que cobraron peso los impuestos indirectos, es decir, aquellos que se trasladan a los precios y son pagados, en definiti- va, por el consumidor final. As, el impuesto al valor agregado se extendi a actividades exentas hasta ese momento, increment su participacin y la recaudacin por ese concepto se elev desde un 1,7% del PIB al 3,2% en 1979. De igual forma se comportaron el impuesto a las actividades lucrativas, que pas del 0 , l al 1,9% en el mismo lapso, y los impuestos internos, que treparon del 0,6 al 1,4%.

    Como dato anecdtico, pero que pone de n~anifiesto la arbi- trariedad de las autoridades durante aquel perodo, puede con- signarse la eliminacin del impuesto a la herencia, que beneficia- ba directamente al ministro de Economa. Proveniente de una tradicional familia acaudalada, pocos das antes del golpe haba fallecido su padre y, en consecuencia, se convirti en heredero de una importante fortuna por cuyo traspaso deba tributar. La eli- minacin del impuesto, que l mismo impuls, lo eximi de tal compromiso.

    A pesar del incremento en la recaudacin, la necesidad de cu- brir gastos crecientes oblig al gobierno a mejorar tambin sus in- gresos no tributarios, que, en promedio, crecieron en casi tres puntos del PIB comparando el perodo 1976-1 98 1 frente al trie- riio 1973- 197 5, y se situaron en el orden del 13,4% del PIB. Di- cha mejora se relacion con un ajuste de las tarifas pblicas, es- pecialmente en algunas actividades de incidencia para los sectores de medianos y bajos ingresos, tal como el transporte pblico.

    Por medio de las polticas de ingresos analizadas se logr cap- tar una mayor cantidad de recursos, que se conjug con una im- portante masa de crditos internos y externos, permitiendo re- ducir inicialmente el dficit fiscal, que en 1977 equivala a un tercio del registrado en 1975. Sin embargo, los fundamentos de esa reduccin eran dbiles y desde 1980 se produjo una inflexin en su comportamiento. Ya en 198 1, el dficit fiscal haba supe- rado la magnitud de 1975 y se mantuvo en un nivel similar has- ta el final de la dictadura, lo que puede considerarse un rotundo fracaso, tomando en cuenta la importancia que las autoridades econmicas le asignaban al equilibrio presupuestario.

  • Desde otro punto de vista, sin embargo, e\ fracaso puede juz- garse de manera an ms dura, ya que los desequilibrios no se ori- ginaban en una poltica de mejora de las condiciones sociales de la poblacin, o en una ampliacin de la infraestructura y en un incremento del capital humano que permitieran una futura ex- pansin de la produccin y un salto en el desarrollo econmico del pas, sino en el aliento y el subsidio a la especulacin finan- ciera que, a largo plazo, :implicaran una pesada hipoteca y un de- terioro de las condiciones de vida de la poblacin.

    6. Distribucin de ingresos y condiciones de vida

    Mediante el planteo de sinceran> los precios, la implementa- cin del plan de Martriez de Hoz condujo de inmediato a una redistribucin del ingreso desde los salarios hacia los beneficios empresarios y, fundamentalmente, financieros. El congelamien- to y control de salarios nominales contrajo los sueldos reales y re- dujo, por consecuencia, la participacin de los salarios en el in- greso nacional desde el 45% en 1974 al 26% en 1983. Aqu se encuentra, por lo tanto, una nueva ruptura frente al comporta- miento del pasado. Hasta mediados de la dcada del 70, los pla- nes de ajuste provocaban una brusca contraccin del salario real, pero en los tramos siguientes de la onda de precios el salario cre- ca nuevamente, y la tendencia predominante a lo largo de las su- cesivas ondas de precios indicaba un crecimiento del salario real. Ahora, la tendencia de fondo se haba invertido, mostrando una reduccin con escasas posibilidades de revertirse.

    En relacin con la distribucin personal del ingreso se obser- va una importante cada en los ingresos percibidos por los estra- tos ms bajos, paralelamente a un fuerte incremento en la parti- cipacin de los estratos de ingresos altos y la reduccin de los medios. En otras palabras, las personas de ingresos ms altos vie- ron crecer sus ganancias. a costa de una reduccin en los ingresos de los estratos medios y bajos. En 1974, el percentil de ingresos bajos tena el 11,4% del total, el de ingresos medios, el 60,6% y el de ingresos altos, el 28,1%. En 198 1, las proporciones eran res- pectivamente del 10,5%, el 54,5?h y el 35,1%.

  • Pero la puja distributiva no se limit a la reparticin del in- greso nacional entre trabajadores y empresarios, sino que se ex- tendi dentro de estos itimos, donde prevalecieron los incipientes grupos econmicos (en general, integrados a la creciente esfera fi- nanciera). Dentro del sector industrial se produjeron modifica- ciones cualitativas: los grupos econmicos y las empresas trans- nacionales integradas se beneficiaron a expensas de las pequeias y medianas empresas nacionales y grupos independientes y de las empresas transnacionales especializadas. Esta situacin se rela- cionaba, en parte, con el marco internacional previamente des- cripto y las posibilidades no siempre iguales de sacar provecho de dichas condiciones, pero tambin de las propias caractersticas de la poltica econmica local, que no distribua de manera unifor- me y homognea costos y beneficios.

    La contraccin de la demanda interna provocada por la pro- gresiva reduccin del salario afectaba especialmente a las empre- sas estructuradas en torno al mercado interno, situacin que se agravaba por la apertura comercial. Mientras tanto, aquellos que podan iniciar una estrategia exportadora o diversificar su pro- duccin y canalizar parte del excedente hacia el mercado finan- ciero lograron mejorar sustancialmente su posicin relativa.

    En lo referente a las condiciones de vida, resulta indudable que el modelo aperturista implantado a partir de 1976 tuvo un pro- fundo impacto sobre los trabajadores. No slo provoc la cada del salario real sino que redujo la participacin de los trabajado- res en el ingreso nacional a una magnitud indita en las ltimas cuatro dcadas de la historia del pas. En un solo ao (1976) el salario real baj un 37% respecto a los valores vigentes en 1974- 1975, situndose en niveles apenas superiores a los de 1945. Re- cin en 1981 comenz una leve recuperacin del salario real y de la participacin de los trabajadores en el ingreso aunque no sir- vi para alcanzar los niveles precedentes.

    La evolucin del coeficiente de Gini, que mide el grado de con- centracin del ingreso, ratifica esta afirmacin tanto para el Gran Buenos Aires como para las reas urbanas de la Argentina, pues aument en el Gran Buenos Aires de 0,412 en 1970 a 0,472 en 1980, mientras que en el total de reas urbanas subi de 0,366 en 1975 a 0,410 en 1980.

  • El deterioro del pode]: adquisitivo de los salarios afect el con- sumo de los trabajadores. La tendencia a la disminucin relativa de los gastos bsicos de consumo y al incremento de los consu- mos de bienes durables y de servicios de salud y educacin se in- terrumpi hacia 1975. A partir de entonces, los gastos bsicos se incrementaron relativamente de manera significativa pese al es- tancamiento de la demanda de ciertos bienes de consumo popu- lar (alimentos y bebidas). En trminos absolutos, el deterioro del salario real se tradujo en una cada de todos los gastos, incluso los bsicos. Por otra parte, el retroceso del consumo de bienes dura- bles por parte de los obreros parece haber sido notable. Para com- pensar el deterioro salarial las familias de trabajadores debieron recurrir cada vez en mayor medida al aporte de miembros no je- fes del hogar para cubrir el gasto familiar total (hacia 1980, el sa- lario del obrero industrial cubra aproximadamente el 30% del costo de la canasta de consumo).

    El acrecentamiento de los sectores de la poblacin en situacin de

  • no slo disminuy el gasto social del gobierno nacional (en edu- cacin, salud y vivienda) en relacin con el PIB sino tambin su participacin en el presupuesto nacional, agudizando una ten- dencia negativa iniciada en la dcada del 60.

    La cada relativa del gasto social -junto al aumento de la re- gresividad del sistema impositivo- tuvo un efecto negativo so- bre la redistribucin de ingresos. El gasto pblico social por ha- bitante se redujo aproximadamente en un 14% entre 1977 y 1982, afectando ms al gasto en educacin que a los destinados a salud y vivienda. El deterioro de los servicios pblicos sociales, en rela- cin con las necesidades emergentes, determin que fueran los sectores sociales de menores ingresos los ms perjudicados.

    7. La crisis de 1981

    A lo largo del captulo hemos mostrado cmo los sucesivos pa- quetes de medidas, adems de su devastador efecto sobre la estruc- tura prodiictiva, reflejaban una fragilidad asombrosa desde el pun- to de vista tcnico y amplificaban cada vez ms los profundos desequilibrios macroeconmicos. Su perdurabilidad se deba al her- te apoyo recibido por la conduccin desde el plano poli'tico- as- trense y de los principales grupos econmicos, as como a un con- texto internacional favorable. Esa suerte de consenso comenz a desmoronarse en 1980, cuando diversos acontecimientos trocaron el contexto favorable por otro crecientemente rspido.

    En primer lugar, la cuestin de la sucesin presidencial abra las primeras grietas en la conduccin militar y permita el surgi- miento de tmidos cuestionamientos hacia la poltica seguida has- ta entonces, en el marco de una creciente lucha interna por el po- der. Pero lo que ms afect al programa h e el sbito viraje del contexto internacional por los nuevos linearnientos econmicos impulsados por los Estados Unidos, que provocaron una fuerte alza en las tasas de inters, alterando radicalmente los mercados financieros mundiales; el crdito internacional se torn, enton- ces, caro y escaso. La importancia de los flujos financieros para la Argentina era capital, debido al incipiente dficit comercial y al saldo negativo de la cuenta corriente, sobre la que comenzaron a

  • pesar cada vez ms los pagos de intereses de la deuda contrada en los ltimos aios, mi~ltiplicados ahora por el alza de las tasas de inters internacionales.

    Mientras tanto, se tornaba cada vez ms dificultoso conseguir fondos frescos, lo que acentu an ms el incremento interno de las tasas de inters y el diferencial entre stas y las tasas vigentes en el exterior. Simultrieamente, las fuentes genuinas de divisas del pas comenzaron a mermar, ya que, luego de varios anos con- secutivos favorables, los trminos del intercambio volvieron a de- teriorarse de manera notoria.

    El nuevo contexto co~locaba al mercado de divisas argentino en una situacin delicada, aproximndolo progresivamente a la ce- sacin de pagos. La hipottica situacin de estrangulamiento fi- nanciero provoc una crisis de confianza)), que se agudiz con las dificultades de algunos grupos econmicos y la disminucin de la garanta oficial para los depsitos en diciembre de 1979.

    Slo faltaba un detonante para que la compleja situacin se transformara en una verdadera crisis, que se produjo en marzo de 1980, cuando el mayor banco local privado, el Banco de Inter- cambio Regional (BIR), cerr en forma repentina sus puertas se- guido inmediatamente por otros tres grandes bancos y algunos ms pequenos. Su liquidacin afect a ms de 350.000 pequeos y medianos ahorristas, cuyos depsitos ascendan al 12,7% del total del sistema bancario y al 21% considerando slo a la banca privada. Ese acontecimiento dio lugar a una fuerte fuga de dep- sitos, convertidos en dillares ante el riesgo de devaluacin. El go- bierno intent restablecer la tranquilidad reinstaurando la garan- ta plena de los depsitos, medida que desnudaba la debilidad del sistema financiero y no1 contribua demasiado a devolver la con- fianza. Las reservas de divisas descendieron en 1980 en casi 2.800 millones de dlares, a pesar de que el endeudamiento pblico cre- ci en casi 4.500 millo~ies.

    Ante esta situacin, se toni una medida favorable a los ban- cos y de consecuencias profundamente negativas para los deudo- res. El Banco Central implant el ndice de Ajuste Financiero a travs de la circular 1.050. Este ndice era un mecanismo de in- dexacin vinculado al otorgamiento de los crditos hipotecarios, que se generalizara luego al conjunto de la economa. Muchos

  • perdieron as sus propiedades al no poder afrontar las cuotas ac- tualizadas por la indexacin, afectando tambin a diversos tipos de deudores, especialmente cuando se agudiz el proceso infla- cionario.

    Entre otras cosas, el panorama abierto por la crisis bancaria volvi a acentuar una caracterstica endimica de la economa ar- gentina: la fuga de capitales. Si bien las estimaciones del monto de capitales fugados del pas es notoriamente divergente, todas las series dan cuenta de un agravamiento del fenmeno a partir de 1980, que arroja un resultado sorprendente: entre 1980 y 1982, el monto de la fuga oscil entre los 16.0i30 y los 22.000 millones de dlares, dependiendo de la estimacin. La cifra equipara o su- pera la variacin del stock de deuda externa a lo largo del trienio, que ascendi a 16.481 millones de dlares y supera el stock de deuda privada que, en 1982 ascenda a 14.836 millones. Por 1- timo, el punto medio entre la estimacin ms alta y la ms baja se aproxima a la variacin del stock de deuda pblica entre di- ciembre de 1979 y diciembre de 1982.

    Sin embargo, frente a esta situacin el gobierno no practic una modificacin sustancial de su poltica econmica. Por el con- trario, las medidas adoptadas trataban de actuar sobre la coyun- tura, pero dejaban intactas las condiciones de fondo que haban originado la crisis. Para frenar la fuga de divisas, por ejemplo, se increment la tasa de inters, con un alto costo en materia pro- ductiva, ya que as se profundizaba la recesin. En 1980, se aban- don la poltica de devaluaciones dedinantes y se estableci un tipo de cambio fijo con una pauta de devaluacin del 1% men- sual, ostensiblemente por debajo de la tasa de inflacin y que, por lo tanto, profundizaba el retraso cambiario. Por ltimo, se elimi- n el plazo mnimo de un afio para tornar crditos en el exterior, anulando la nica medida de control de los movimientos de di- visas an vigente. Estas medidas trataban de restituir la confian- za de los operadores, pero incrementaban la volatilidad del siste- ma en un momento particularmente riesgoso.

    Mientras creca la incertidumbre, el equipo econmico que se preparaba para reemplazar a Martna de Hoz luego del cambio del Presidente no daba pistas sobre su futura poltica para encarar la delicada coyuntura. La incgnita comenz a revelarse cuando en

  • febrero de 1981 la pauta cambiaria se modific sbitamente con una devaluacin del 10341 y un esquema de devaluaciones poste- riores del 3% mensual hasta agosto, justificadas por un pedido de las prximas autoridades. El paso desnudaba la intencin del equi- po entrante, pero era simultneamente insuficiente para compen- sar el retraso cambiario y los graves desequilibrios. Por lo tanto, el mercado reaccion acentuando su fuga hacia el dlar, disminu- yendo drsticamente el nivel de depsitos y las reservas oficiales, mientras la tasa de inters llegaba a niveles exorbitantes. Dado el rgimen de garanta de dlepsitos, el gobierno tuvo que asistir a los bancos que sufran la corrida de depsitos, lo cual estimul la emi- sin de moneda por un monto de 1 1,8 billones de pesos, cifra equi- valente a la emisin por todos los dems conceptos en 1980. Con esa actitud, se avivaba an ms la inflacin, cuyo combate haba si- do el objetivo central declarado del !gobierno desde su asuncin.

    8. Despus de M d a de Hoz: la Guerra de Malvinas

    En ese complejo contexto, se produjo el traspaso del mando presidencial de Videla a Viola, quien nombr ministro de Eco- noma a Lorenzo Sigauc en marzo de 1981. En una fecha pre- destinada a condensar los hitos de la dictadura, el 2 de abril de ese ao se puso en prctica un intento de conjurar la crisis, ope- rando fundamentalmente sobre el sector financiero. Ese da, lue- go de que el ministro afirmase que el que apueste al dlar pier- de, se devalu la moneda en un 28%, eliminando la tablita cambiaria e implantando un sistema de tipo de cambio fijo a ser establecido da a da por el BCRA. Tambin se redujeron ligera- mente los aranceles (los cuales volvieron a ser elevados en forma leve en mayo) y se establecieron retenciones temporarias para las exportaciones agropecuairias. Ya en junio, volvi a devaluarse el peso en un 30%, establecindose una pauta futura de devalua- cin del 6% mensual, que en setiembre se troc por la apertura de un mercado de cambios financiero libre y otro comercial con una paridad establecida diariamente por el BCRA.

    Mientras tanto, trataba de atenderse la crisis del sector banca- rio por medio de mltiples mecanismos, tales como adelantos, re-

  • descuentos, apoyo financiero especial, o el establecimiento de un rgimen de prstamos destinados a la adqilisicin y fusin de en- tidades financieras de capital nacional.

    A lo largo del ao tambin se pusieron en marcha algunas me- didas para evitar la profundizacin de la recesin, entre las que se contaban el apoyo financiero para la reactivacin de economas re- gionales, lneas de crdito al sector productivo, regmenes de prs- tamos para mejorar el perfil temporal del endeudamiento de las em- presas y el apoyo crediticio para las exportaciones promocionadas.

    Las medidas se complementaban con una presin sobre el sec- tor monetario por medio de altas tasas de inters, que en el pri- mer semestre se elevaron por encima del 3009'0, para descender en el segundo a algo menos del 200%. nivel que, de todas for- mas, resultaba incompatible con cualquier intento de expandir la produccin, teniendo en cuenta que la inflacin de ese ao fue del 100%. Por consiguiente, las medidas provocaron una brusca contraccin del producto del 6,296.

    Especial mencin merece el papel del Estado en la ayuda a las grandes empresas privadas endeudadas en los &os previos, muchas de las cuales se vean agobiadas por los pasivos. En junio, se esta- bleci un sistema de seguros de cambio que cubra el repago de cr- ditos obtenidos en el exterior por el sector privado, siempre que se extendiera el plazo de su vencimiento por ms de un aio y medio. El sistema consista en el mantenimiento del tipo de cambio vi- gente en ese momento por parte del BCKA (dirigido entonces por Egidio Ianella), con una prima de garanta, fijada para el primer se- mestre en el 40% del tipo de cambio fijado por dicho barm y pos- teriormente, establecida sobre la base de la evolucin de los precios mayoristas deducida la inflacin internacional.

    Sin embargo, dado que ya se haban practicado dos devalua- ciones importantes en el curso del ano, las empresas presionaron con xito para que el Estado les otorgara un subsidio que com- pensara la variacin pasada del tipo de cambio, equivalente a vein- titrs centavos por cada dlar de deuda, que fue completado pos- teriormente con nuevos beneficios.

    De esta forma, la deuda privada comenz a licuarse, mientras continuaba creciendo la pblica. En rigor de verdad, el proceso liaba comenzado ya en los dos anos precedentes, cuando las em-

  • 1 x - c ~ ~ ~ del Estildo SK V ~ C I O I ~ obligadas a eiideudarse como ineca- iiisiiio para el iiigrcso ile diirjsas, que se !ugaran luego con las ope- i-acioiics dc rricl-cado abierti) y traiisfere~icias al exterior de los grti- pos privados. Sc ;isista as n u11 proceso de estatizacin de la deuda cxtiiiia privacla, siii coiitraprestaciii a!guiia por parte de este l- tiiriu sccrdr.

    La expcriciicia dc Viola-Sigaut teiidra, empero, corta dura- ciii. Idas cliscrepaiicias en el seiio de las Fuerzas Arrnadas Ileva- riaii al 1-cciiiplazo del prcsideiitc en dicieiiibre de 1981 por Leo.- poldo Gal~icri, que iionibrara coiiio ininistro de Economa a I

  • ciescubraii al iiiisino iieinpo la grli.vedad de la situacin y el pro- grcsivo dclilitaiiiie.rito de la dictadura. Aun as, la niovilizacin del 30 de inarzo de 1982 fue violeiitamente reprimida, dando lu- gar a serios iiicideiites.

    Sin eiribargo, a poco de lailzadas las medidas, se iniciaron las actividades blicas en el Atlriitico Sur. Iniiiediataineiltc, el Rei- no Unido adopt ~cpresalias: congel los fondos argentinos de- positados en bancos britiiicos y cmbarg las exportaciones pro- cedeiitcs del pas eneinigo. La Comunidad Econinica Europea, de la cual Gran Brctala era miembro, suspendi las compras a la Argentina por uii mes, medida que luego fue prorrogada por tiem- po iiidcterrninado. Eii la guerra econmica, la Argentina respon- cli6 con tibias iiiedidas, conio la suspensin de la venta de divisas para abonar comproinisos coi1 el Reiiio Unido, pero no avanz eii terreiios que afectaran los intereses britnicos locales de largo plazo, coiiio el empreiidiiilieiito de acciones contra las inversio- iics de einpresas de ese origen.

    lcii geiieral, el gobierno argentino procur mantener equili- bradas sus cuentas externas y su posicin en divisas, reforzando el coiitrol sobre los pagos al exterior y caiicelando los vencimien- tos de la deuda externa con ttulos pblicos. En iilateria coiner- cial se restringi la iniportacin

  • cia la apertura democrtica. Luego de un fugaz paso de Jos Ma- ra Dagnino Pastore por el Ministerio de Economa, fue nom- brado Jorge Whebe al frente de dicha cartera, quien, curiosamente, ya haba ocupado ese cargo en 1962 y 1972, durante gobiernos surgidos de golpes militares.

    Desde principios de aiio, la situacin argentina se haba torna- do crtica por los acontecimientos que ocurran en el mercado in- ternacional. Una nueva alza en los precios internacionales del pe- trleo haba desencadenado una recesin, que provoc una cada en los precios de las materias primas, de modo que los trminos del intercambio de la Argentina descendieron un 16% frente al aio anterior. Simultneamente, como resultado de la poltica eco- nmica norteamericana, las tasas de inters se elevaron y los flu- jos de capital comenzaron a reorientarse hacia los pases desarro- llados, por lo que el acceso al crdito para los subdesarrollados, tan laxo en el quinquenio previo, se torn muy dificultoso.

    El gobierno se enfrentaba, entonces, a un problema que tena dos facetas. Por un lado, deba hacer frente a los compromisos ex- ternos por vencer, en el marco de un grave dficit de divisas, y, por el otro, atender las demandas de las !grandes empresas priva- das endeudadas para evitar un crac econmico !generalizado.

    En relacin con la segunda cuestin, el Banco Central, dirigi- do por Domingo Cavallo y posteriormente por Julio Gonzlez del Solar, promovi una reforma financiera y reimplant y ensanch el sistema de seguros de cambio. Sin embargo, dadas las crecien- tes dificultades en la balanza de pagos, a fin de ano emprendi un proceso de estatizacin de la deuda externa privada, refinancian- do simultneamente los vencimientos por medio de nuevos ttu- los pblicos, mientras los deudores privados se beneficiaban con mtodos de pago al Estado que, dadas las altas tasas de inflacin y las dwaluaciones, fueron licuando progresivamente sus deudas. Los deudores privados recibieron, de esa forma, un subsidio indi- recto estimado en ms de 5.500 millones de dlares.

    Con respecto al pago de la deuda pblica, se iniciaron nego- ciaciones con el Fondo Monetario Internacional, que actu co- mo intermediario frente a la banca privada, para el refinancia- miento de los pasivos. El acuerdo logrado incluy la adopcin de medidas de ajuste que contuvieran la inflacin, incentivaran las

  • exportaciones para permitir una mejora en el balance de pagos, y limitaran el dficit fiscal por medio de un reajuste de las tarifas pblicas en busca de reducir el dficit fiscal. Aun bajo estas du- r