Ramón y los túbulos.docx
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Ramón y los túbulos
Ramón se levanta cada mañana con buen ánimo, le gusta arrancar el día con mucha
energía. Se desayuna con un tintitico o un negrito como le dicen en Colombia y
Venezuela, es un café que le trajeron de Veracruz. Mientras espera el aroma que
anuncia el comienzo del día se enciende un cigarro. Revisa su agenda. Tiene un
almuerzo con Paco, su compadre; se ríe porque en el mensaje de su calendario
electrónico se lee una nota de Paco: "Tengo un pacto con mi caballo, él no come carne
y yo no como hierbas. Hoy comemos asado, Cabrón. 1pm. Detrás de la Vasconcelos".
Ramón se mete al baño, se agacha a tomar una toalla pero siente un fuerte dolor en el
costado. Sus pies están hinchados. Nota que el color de su orina es muy oscuro. Da
otra chupada a su cigarro, ¡esas chingadas betabeles!, esto me pasa por estar
comiendo verduras. Mañana sí voy al gym, ya tengo gordos hasta los dedos de los pies,
se dice ejercitando su PNL.
Ramón maneja su auto, mientras espera que la luz verde le permita virar a la
izquierda, una punzada le ataca el costado nuevamente. Va con la señora que le
prepara los tacos de canasta que le gustan. Doña Emilia, le dice cariñosamente, luego
de entregarle los tacos, Ramoncito, ¿qué tiene? Está usted bien frío. Ramón le
responde como si nada pasara, es que ando con unas preocupaciones, ya sabe, el
estrés que lo ataca a uno pero hoy ya me echo una distraída y se me pasa todo.
Mejor le pongo unos talcoyos, insiste Doña Emilia. Ramón la interrumpe, no, a mi me
da mis taquitos de chicharrón y pibilita, pero póngale poquita salsa para comérmelos
ligth hoy. Doña Emilia escudriña en el rostro rojizo y pálido de Ramón como quien
rastrea entre la arena, lo observa mientras le habla, nota que su lengua se ve
pegostosa y le dice, ¿sabe qué?, vi un programa en el cable y era sobre unos chinos que
le veían la lengua a la gente y sabían si estaban enfermos.
Ramón comienza a comerse sus tacos con una mirada burlona, interrumpe a Doña
Emilia, ¡ay, Doña Emi, deje de estar creyendo en esos chinos, mire cómo tienen Tepito,
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los negocios, los depósitos, todo está lleno de chinos. Ahora hasta por la televisión
salen, un día vamos a amanecer hablando chino. Pásame una coquita, ligth por favor,
para que no me caiga mal.
Doña Emilia insiste, ¡sí funciona, Ramoncito! Mire mi lengua, está rosada, yo tomó
agua, no tomo esa coka, la vendo pero no soy pendeja, no me la tomo.
–¡Ah, caray, yo soy entonces pendejo!, se ríe y muerde animadamente su taco de
chicharrón rebosante de salsa verde.
–¡Mire...aaahhhhhhh, ¿vio mi lengua?, le dice Doña Emilia con la boca abierta y la
lengua afuera. Responde Ramón en tono burlón, está de foto, rosadita y brillosa. ¡Ah!
No sea socarrón Ramoncito. A ver su lengua. Ramón muy lucido saca su lengua. Doña
Emilia palidece. ¡Ay Ramoncito, canijo, traiga para acá esa chingada coca y ya dejé de
comer tanto taco, yo siempre le ofrecía tlacoyos y usted nada. Váyanse al médico ya.
Ramón entré aturdido y molesto le quita la coca a Doña Emilia. ¡Qué se trae con mi
lengua, ¿a ver a poco no está como la suya?
–¡Que como la mía, si se le sale hasta acá abajo como si fuera una culebra muerta!
Ramoncito tiene la lengua negra, hasta atrás y blanca adelante, así como muerta, está
bien larga. Váyase ya al médico. Ya si los chinos se equivocan yo no veo más ese
Discovery. Ramón deja el taco a la mitad, bueno, Emi ya me asustó. Me voy a donde mi
compadre Camilo a ver si el Discovery ese tiene razón.
Ramón está en el almuerzo con su compadre Paco. Está decaído, su compadre y demás
amigos comen copiosamente, están celebrando por los resultados del futbol. Ramón
tiene la comida entera. A ratos intenta entablar conversación pero piensa en la lengua
de Doña Emilia, en los tlacoyos que nunca quiso comer, en su mamá, en el agua, en los
túbulos, en todas esas palabras extrañas y nuevas que su compadre le mencionaba
mientras le decía que sus riñones están fallando hace mucho, en que tiene una
necrosis tubular aguda. Se aparta y llama a Doña Emilia, Emi, me guarda unos
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tlacoyitos. Tengo que contarle sobre mis túbulos.
Fin.
Nota: Si usted presenta alguno de los síntomas que tiene Ramoncito o los siguientes, en su conjunto o en pequeños grupos, por favor váyase corriendo al médico.
Grupo de síntomas asociado a insuficiencia renal aguda
Heces con sangre.
Mal aliento y sabor metálico.
Tendencia a la formación de hematomas.
Cambios en el estado mental o en el estado del ánimo.
Inapetencia.
Disminución de la sensibilidad especialmente en las manos o en los pies.
Fatiga.
Dolor de costado.
Temblor de la mano.
Hipertensión arterial.
Náuseas o vómitos que pueden durar días.
Hemorragia nasal hipo-persistente.
Sangrado prolongado.
Crisis epiléptica.
Movimientos letárgicos y lentos.
Hinchazón por retención de líquidos, en general en tobillos, pies y piernas.
Cambios en la micción. Poca o ninguna orina. Micción excesiva durante la noche.
Suspensión de la micción por completo.
Grupo de síntomas asociado a la insuficiencia renal crónica
Inapetencia.
Sensación de malestar general y fatiga.
Dolor de cabeza.
Picazón generalizada y resequedad de la piel.
Náuseas.
Pérdida de peso sin proponérselo.
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Después de mucho tiempo.
Piel anormalmente oscura o clara.
Dolor ósea.
Somnolencia y confusión.
Problemas para concentrarse o pensar.
Entumecimiento de las manos, los pies u otras áreas.
Fasciculaciones musculares o calambres como por descarga del nervio.
Mal aliento.
Susceptibilidad a hematomas o sangrado.
Sangre en las heces.
Sed excesiva.
Hipos frecuentes.
Libido baja e impotencia.
Amenorrea.
Insomnio.
Síndrome de las piernas inquietas o apnea obstructiva del sueño.
Edema en pies y manos.
Vómitos típicamente de la mañana.