Ramírez Batalla, Miguel Ángel. Las Dos Caras de Jano, La Imagen Del Bárbaro en El Imperio Romano.

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    * Facultad de Filosofa y Letras, Universidad Nacional Autnoma de Mxico (Circuito Interior s/n,Ciudad Universitaria, Coyoacn, Mxico D.F.). E-mail: [email protected].

    Artculo basado en la comunicacin leda el 25 de Mayo de 2009, en la VIII edicin del Encuentro deJvenes Investigadores de Historia Antigua de la Universidad Complutense de Madrid.

    Las dos caras de Jano: la imagendel brbaro en el Imperio romano

    The two faces of Janus: the image of the Barbarianin the Roman Empire

    MIGUELNGELRAMREZBATALLA*

    RESUMEN

    Este artculo estudia las formas en que losromanos vieron a los brbaros a travs desus textos para reforzar su propio sentidode identidad. Los romanos aprovecharon

    el legado griego para dibujar al brbarocomo el otro desde dos perspectivas: la

    bestia amenazante que representa lo

    opuesto a los ideales clsicos y el buensalvaje que sirve como punto de reflexin ycrtica de la propia cultura. Sin embargo,

    debido a las difciles relaciones que Romamantuvo con los grupos brbaros a partirdel siglo II d.C., la imagen negativa sobrelos brbaros se impuso en la mentalidad

    romana. Los brbaros fueron vistos convarios vicios y defectos en una

    representacin tradicional que dificult lasrelaciones entre romanos y brbaros. Ya

    sea cualquier retrato, ste obedeca ms aestereotipos y lugares comunes que

    ignoraban las modificaciones histricas de

    los brbaros y que remitan a patroneshabituales de pensamiento. Esto aliment

    un ambiente que sistemticamente excluaa los brbaros y los consideraba inferiores.

    ABSTRACT

    This article studies the ways that Romanssaw Barbarians through their texts toreinforce their own sense of identity.

    Romans made use of the Greek legacy todesign the Barbarian as the other from two

    perspectives: the menacing beast thatrepresents the opposite to classical ideals,

    and the good savage who serves like apoint of reflection and critics of their ownculture. However, because of the difficult

    relations between Rome and Barbariangroups since the second century A.D., the

    negative image prevailed in the Romanmentality. Barbarians were seen with

    several vices and defects in a traditionalrepresentation which made difficult the

    relations between Romans andBarbarians. Any description is based on

    stereotypes and common places thatignored the historical modifications of the

    Barbarians and resorted to habitual

    patrons of thought. It nourished anenvironment that systematically excluded

    the Barbarians and considered theminferior.

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    Los grupos humanos no slo se mantienen unidos por razones econmicas opolticas, sino tambin por cuestiones ideolgicas. Para mantenerse unida una co-munidad procura resaltar las similitudes que tienen sus miembros y minimizarsus diferencias, del mismo modo requiere distinguirse de los dems grupos hu-manos. Una colectividad necesita verse en el espejo de otra para resaltar los atri-butos que considera propios y los rasgos que imagina como ajenos. De tal mane-ra, un grupo se define mediante una serie de cualidades positivas que provocan unsentido de pertenencia en sus integrantes y que son el parmetro para ver aquien no es como uno. La forma en que se concibe al otro suele darse en trminosnegativos para que quien realiza ese cotejo sienta orgullo por pertenecer a su gru-po y vea diferente a quien no est dentro de l1. Como sucede en el interior de ungrupo que define sus rasgos, la mayora de las peculiaridades que definen al otroson creaciones que responden a prejuicios e imgenes ficticias, los cuales tomanfuerza y presencia en la medida en que se repiten.

    El mundo grecorromano no fue inmune a esta situacin: griegos y romanos ide-aron al brbaro como un ser distinto a ellos. La unidad de los griegos y, por ende,su identidad, se basaba en la lengua, las costumbres, la religin y un origen tnicocomn que oponan a los no griegos imaginarios y reales2. Aunque el significadoprimigenio del trmino brbaro es el de extranjero, el que no habla griego, el tr-

    mino rpidamente adquiri matices negativos. Los griegos crean en la supremacade su cultura y sus instituciones polticas, tenan la certeza de que pertenecan auna sociedad superior basada en laplis, el mejor escenario de la convivencia hu-mana, y en su capacidad para crear leyes y seguirlas en trminos morales y cvi-cos. Esto se plasmaba en la habilidad individual de controlar las pasiones y su-bordinar sus deseos a la ley escrita, lo cual era la garanta de una sociedadorganizada. En cambio, una particularidad esencial de los brbaros era su inca-pacidad de desarrollar un sistema social de coexistencia basado en leyes, lo quelos llevaba a un estado de servidumbre3. En esta perspectiva, los brbaros eran in-capaces de lograr una reforma interna del hombre en lo moral y una prolongacindel dominio humano sobre laphysis. Los griegos pensaban que la mayora de los

    brbaros eran seres nmadas que estaban en el estrato ms bajo del avance hu-mano: eran guerreros errantes, su principal ocupacin era la caza y los frutos sil-vestres para obtener el sustento, no usaban el arado y no trabajaban los campos,por lo que no podan llevar una vida sedentaria. Sus formas polticas, entonces,

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    1 La bibliografa abunda para estos temas, algunos autores destacables: Anderson (1997: 7-23);Hernando (2002: 17-20); Gall (2004: 225-26).

    2 Hdt. 8.144.3 Mazzolani (1970:18).

    PALABRAS CLAVE:

    Roma, brbaros, identidad, imagen,tradicin, exclusin, estereotipos.

    KEYWORDS:

    Rome, Barbarians, identity, image,tradition, exclusion, stereotypes.

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    eran primitivas y simples, y la justicia no se basaba en leyes escritas que regla-mentaran la convivencia en sociedad4. En caso de que tuvieran leyes, como lospersas, stas los sometan a la autoridad desptica del rey de reyes. Esto llev aAristteles a sealar que los brbaros estaban en una condicin similar a la servil,lo cual los destinaba a someterse a los griegos5.

    Roma asimil gran parte del legado griego para fortalecer su imagen y justificarsu dominio sobre otros pueblos. Cuando se consolid poltica e ideolgicamente, elImperio romano se present como el oasis en que la civilizacin clsica era de-fendida de los dems pueblos que eran la anttesis de los valores que el Imperioprotega6. Por ello, en el pensamiento romano hay dos posiciones dominanteshacia los brbaros: el rechazo hostil, que ve al brbaro como un enemigo amena-zante con los peores vicios; y la curiosidad etnolgica que toma al brbaro comomotivo de reflexin y crtica de la cultura propia. Ambas posturas responderan acontextos particulares.

    La primera postura considera al brbaro como un ser incapaz de elevarse desu condicin primitiva al carecer de la educacin clsica. Las particularidadescon las que se dibuja al brbaro son ideadas como naturales, esto es, obedecen auna esencia inmutable y opuesta a las cualidades romanas. Un ejemplo es lamanera en que Julio Csar describe a los brbaros de las Galias y Britania: les atri-buye propensin a los cambios y al disimulo, lo que explica sus constantes levan-tamientos, su perfidia los lleva a romper tratados que han celebrado con Roma, ysu ingratitud no toma en cuenta los beneficios recibidos por los romanos. La re-sistencia gala es calificada de injuria y locura; su rechazo al dominio romano es re-belin. Son mentirosos y traicioneros al no respetar los acuerdos y al utilizar ardi-des para atacar a los romanos. As, por ejemplo, en plena campaa gala, Julio

    Csar les seala estas actitudes a los embajadores helvecios y pregunta: podaentonces tambin deponer la memoria de las recientes injurias? Que oponin-dose l, intentaran por la fuerza su camino a travs de la provincia; que a los he-duos, que a los ambarros, que a los albroges hubieran vejado? El que tan inso-lentemente se gloriaran de su victoria y que admiraran que l por tanto tiemposoportara impunemente sus injurias, ataa lo mismo7.Al describir las costumbresgalas y germanas, recalca los hbitos extraos a los romanos para enfatizar elabismo que exista entre ambas sociedades. El cuadro de sus costumbres estorientado a fortalecer la fama blica de los galos. En los comentarios sobre la es-tructura social y econmica, Julio Csar resalta la inexistencia de la propiedad pri-vada, el carcter comunal de la tierra, y la poligamia8. Sin duda, el general romano

    toma los hbitos romanos como parmetros al analizar los galos. Julio Csar eraun escritor cuidadoso e inteligente. Al dejar claros los rasgos que distanciaban a losromanos de estos pueblos incultos, maneja conceptos que debieron ser los de sus

    4 Amm Marc. 14.4.3-6.5 Arist.Pol.1252 b.6 Algonza Roldn y Muoz (1993: 48-53); Mazzolani (1970: 195).7 Caes.BG1.14. Traduccin de Rubn Bonifaz Nuo. VidPetrochilos (1994: 35-37).8 Caes.BG4.3; 5.14; 6.22.

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    lectores, habituados a ver a los brbaros como seres opuestos a ellos; esos pre-juicios le sirven para justificar su empresa.

    La segunda postura, que utiliza a los otros para cuestionar la propia cultura, seda entre los romanos cuando no estaban conformes con su sistema poltico y lascondiciones sociales; entonces se cuestionaban sobre los logros de su propiacultura y volteaban a ver a los brbaros para reflexionar sobre su propia condicin.Aun con sus beneficios, la civilizacin tambin tena un lado negativo y llevaba elgermen del declive. Julio Csar deca que los belgas eran los galos ms fuertesporque del modo de vida y la civilizacin de la provincia distan muchsimo y conmnima frecuencia acuden a ellos los mercaderes e importan lo que tiende a afe-minar los nimos, y estn prximos a los germanos que habitan ms all delReno, con quienes de continuo mueven guerra9. Por su parte, Tcito deca queuna tctica de Julio Agrcola en Britania fue mostrar los placeres romanos a los no-bles britanos. La lengua latina, la vestimenta romana, los baos y banquetes se-dujeron a los britanos y fortalecieron el dominio romano en la provincia10. Aspues, este panorama abra algunas cuestiones: la vida civilizada provocaba la re-lajacin de las costumbres? La civilizacin era sinnimo de decadencia? Los ro-manos pensaban que tal vez la paz era la causante de que la apata y la tranquili-dad sustituyeran al valor y al afn de libertad, que los productos obtenidos por elcomercio ocasionaran el gusto por el lujo y el desprecio de la vida sencilla y mo-derada, y que la bsqueda de placer y comodidad explicara la codicia y el aban-dono de hbitos sanos.

    Esta inquietud llev a ver al brbaro como el ente que se haba mantenido purode los excesos de la vida cultivada. Tcito es uno de los autores que concibi estaimagen y el precursor de lo que se ha llamado el buen salvaje. l enumeraba las

    cualidades fsicas y morales de los germanos: eran fuertes y acostumbrados a lasfatigas, no les importaba el oro ni la plata, preferan usar el trueque como medio decambio, los reyes no ejercan un poder absoluto y los jefes militares eran aprecia-dos por su valor, gozaban de gran libertad en las asambleas y participaban acti-vamente en la toma de decisiones. En la misma lnea, los libertos no tenan in-fluencia pblica ni privada. No haba grandes banquetes y espectculos, elmatrimonio era respetado, el adulterio poco frecuente, y la usura desconocida11. Alhacer esta descripcin, Tcito no slo busca narrar aspectos referentes a la orga-nizacin poltica, econmica y social de los germanos como un simple tratado decorte etnogrfico, sino que tiene otros objetivos. Tcito imagina un brbaro y susvirtudes anttesis del romano y sus vicios con una intencin moral: oponer la

    vida sana y las costumbres de los germanos a la degeneracin de la sociedad ro-mana de su tiempo que estaba alejada de los valores republicanos. Como a variosromanos, le inquietaba la situacin de Roma despus de haber conquistado variosterritorios e instaurado el rgimen personal de poder. La nobleza, con la que se

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    9 Caes.BG1.1. Traduccin de Rubn Bonifaz Nuo.10 Tac.Agr. 21.2.11 Tac.Germ. 5-14, 19-26.

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    identifica, consideraba las guerras pnicas como el fin del esplendor romano;despus las antiguas virtudes romanas se degradaron, la riqueza y el lujo trajeronla ambicin y la avaricia con la consiguiente ruina de las costumbres que hicierongrande a Roma. Por ello en laVida de Julio Agrcolay en laGermania, presenta alos brbaros como pueblos que se apegaban a la libertad y guardaban intactas lascualidades que los hacan vigorosos en los planos fsico y moral. As, Tcito usa alos brbaros para hacer una crtica de la sociedad de su tiempo al oponer su ansiade libertad al servilismo de los senadores ante el prncipe12.

    Sea el salvaje o el hombre de costumbres puras, la imagen del brbaro servapara que los romanos tomaran distancia de l. Empero, cualquier visin del br-baro produca una imagen atemporal y fija que no permita alteraciones: el brba-ro era uno y el mismo desde que el mundo clsico tuvo contacto con l, pues losatributos vinculados a ellos pertenecan a una naturaleza inmutable a travs deltiempo. Los cambios ocupan un lugar marginal en estas descripciones e interesanpoco, lo relevante es que los rasgos se sealan una y otra vez, de modo que laimagen se consolida. De tal forma, las mutaciones ocupan un lugar secundario a lahora de definir una identidad. No obstante, la visin del brbaro ignoraba los cam-bios que se produjeron en sus sociedades. Los brbaros que asolaron el Imperiodesde el siglo II d.C., no eran los mismos que Julio Csar y Tcito vieron. La pro-pia Roma tuvo un papel activo en los cambios estructurales de las sociedades br-baras al inmiscuirse en sus asuntos internos, al colocar reyes que colaboraran conella, al instaurar nudos comerciales para propiciar la entrada de productos y uten-silios de la vida romana ms all de las fronteras, al permitir y alentar el ingreso debrbaros al ejrcito romano de acuerdo con varias modalidades que los ponan encontacto con armas y tcticas romanas, y al consentir el asentamiento de pueblos

    brbaros en territorio romano13

    .A pesar de estos cambios en las sociedades brbaras, y de que el brbaro es-

    taba muy lejos de tener los rasgos inamovibles y atemporales que pretendan losromanos, su imagen no se modific en trminos sustanciales. Desde la poca deMarco Aurelio, en que las luchas con los brbaros se hicieron ms frecuentes y du-ras, el perfil que tenan a los ojos romanos se fue haciendo cada vez ms severo ylos rasgos negativos que se les atribua cobraron mayor fuerza. La visin delbuen salvaje se fue borrando y desaparece prcticamente en el siglo II d.C. Losataques brbaros y las derrotas romanas ante ellos, que haban provocado la rui-na de ciudades, la prdida de bienes y cosechas, la captura de habitantes y la pr-dida de territorios, no eran fciles de olvidar y eran motivo frecuente de rencor y te-

    mor. Sucesos como la muerte de Decio enfrentando a los godos en 251 d.C., lacaptura de Valeriano por los persas en 259 d.C. y la derrota de Valente frente a losvisigodos en 378 d.C. en Adrianpolis, entre otros, fueron eventos muy dolorosospara los romanos. Estos hechos hacan recordar antiguas derrotas ante los galos

    12 Sobre la forma en que los romanos expresaban sus opiniones en boca de otros vidJames(2000: 277-79). Para la historiografa moral y crtica romana vidMusti (1998: 216-22).

    13 Thompson (1982: 7-14); Dixon y Southern (2000: 47-49); Heather (1999: 236-48); Burns (2003:248-84).

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    en 390 a.C., o Cannas en 216 a.C. ante Anbal. As, Amiano, para denotar la im-portancia de la derrota en Adrianpolis y sus efectos funestos, no halla mejor smilque Cannas14. En la mente de los pensadores romanos ya no haba sitio para elbrbaro de costumbres puras; al contrario, sus rasgos se afirmaron como malos,siendo ese retrato el que perdura.

    Los escritores del Bajo Imperio recuperaron viejas representaciones del br-baro para remarcar sus caractersticas negativas. Entre stas estaba su nomadis-mo que los ubicaba en el lugar ms bajo de la escala humana al no tener leyes ydejarse llevar por sus impulsos, lo cual acentuaba su carcter guerrero y evitabaque tuvieran una vida sedentaria y agrcola. Hablando de los godos, Sinesio adu-ca como muestra de falta de cultura que no tuvieran grandes ciudades ni una or-ganizacin poltica que se acercara a la del mundo antiguo; son entes primitivoscon una educacin diferente y costumbres atrasadas que tienen ms en comncon las bestias que con los hombres15. La descripcin de Amiano sobre los hbitoshunos va en el mismo tenor: las relaciones sexuales no tienen restriccin, los j-venes son acostumbrados a las privaciones para ser buenos guerreros, visten ro-pas pauprrimas que los dejan semidesnudos, la caza de animales es la fuenteesencial de alimento y no edifican templos. Sobre su alimentacin dice: con as-pecto humano a pesar de su rudeza, llevan una vida tan agreste que no precisanfuego, ni alimentos sabrosos, sino races de hierbas salvajes. Se alimentan concarne de cualquier animal casi cruda, ya que slo la calientan ligeramente colo-cndola entre sus piernas y los lomos de sus caballos16.

    Otro rasgo negativo era el carcter blico, sanguinario y cruel; los brbaros, aligual que las bestias, gozaban con las devastaciones y matanzas. Estos vicios con-gnitos se acentan en la medida en que ms atacaban al Imperio. Su violencia y

    fiereza quedaban comprobadas con las incursiones que realizaban en territorio ro-mano al no mostrar respeto ni consideracin por nada ni por nadie. Jernimo ex-clamaba horrorizado desde Oriente: Godos, srmatas, cuados, alanos, hunos,vndalos y marcomanos devastan, asolan y saquean. Cuantas matronas, cuantasvrgenes de Dios, y personas libres y nobles fueron ludibrio de estas bestias! 17. Elorador Nazario pregunta: Para qu recordar a los brcteros? Para qu a loschamavos? Para qu a los queruscos, lanciones, alamanes y tubantes? Susnombres resuenan a una seal de guerra, y la ferocidad brbara muestra horror enlas mismas palabras18. Amiano acusa de enemigos crueles y persistentes a losgermanos; pueblo de crueldad reconocida a los alamanes; y bestias excitadaspor el olor a sangre a los godos. El comn denominador de estos adjetivos es que

    esos pueblos se deleitan en infringir dao y sufrimiento19

    . A medida que los con-

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    14 Amm. Marc. 31.13.19.15 Sinesio,De Regno25a.16 Amm. Marc. 14.4; 31.2. Traduccin de Mara Luisa Harto Trujillo.17 Hieron. Ep. 60.16. Traduccin del autor. Cf. Hdn. 3.14.8; Claud. B.Gild. 163-168; Rut. Namat.

    2.14.1.18 Pan.Lat. 10.18.1. Traduccin del autor. Una cita similar en Hdn. 3.14.8.19 Amm. Marc. 21.11.2, 26.5.7, 31.15.2. Traduccin de Mara Luisa Harto Trujillo. Sobre el uso del

    mundo animal para referirse a los brbaros en la obra de Amiano, vidBlockey (1975: 115).

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    flictos militares con los brbaros se agudizaban, los romanos recalcaban los este-reotipos con los que perciban a sus enemigos y sus juicios se volvan ms seve-ros. Las derrotas y las ocupaciones de tierras dentro del Imperio fueron un golpemuy duro para los escritores antiguos, quienes vean en estos sucesos un peligroinminente para la existencia del poder romano y el reflejo de su grave situacin. Lanecesidad de tomar distancia de los invasores hizo que esos mismos autores re-crudecieran su imagen negativa y enfatizaran sus rasgos oscuros, como entes quepor naturaleza no eran totalmente humanos y que estaban a gran distancia de losvalores que el Imperio representaba. Se resalta tambin su naturaleza ambiciosa,como Herodiano dice: por el oro se dejan convencer los germanos, ya que soncodiciosos y continuamente estn negociando la paz por dinero20. A pesar de susrasgos guerreros, se considera que sus tcticas blicas son simples, pues buscanel robo y la rapia, y son inferiores en combate frontal. Son altivos y soberbios alcomenzar una batalla, pero cobardes cuando el resultado les es adverso. Adems,

    son prfidos y traicioneros, Amiano describe as a los hunos: son desleales y vo-lubles en los acuerdos porque se dejan llevar por el ms mnimo soplo de una nue-va esperanza, achacando esto a su carcter impetuoso. Semejantes a animalesirracionales, no distinguen en absoluto entre lo honesto y lo deshonesto. Sus pa-labras son ambiguas y enrevesadas, y jams han respetado una creencia o una re-ligin. Por ello, como arden en deseos de conseguir oro, y son tan volubles e iras-cibles, en ocasiones llegan a romper en un mismo da varios acuerdos con algnaliado y, sin que nadie intervenga, se reconcilian con l21.

    Los romanos saban que haban sufrido derrotas a manos de los brbaros,pero preferan adjudicar estos reveses a la incapacidad de un general, a la malaejecucin de una maniobra o a los vicios que vean en el ejrcito de su tiempo. No

    contemplaban la posibilidad de que los brbaros hubieran desarrollado armas ytcticas militares, muchas de ellas ocasionadas por el contacto frecuente con elejrcito imperial, capaces de contender contra Roma.

    Con esta tipologa de brbaro, no es extrao que se enfatice cada vez ms elcarcter civilizado del Imperio y la necesidad de preservarlo de estos salvajes en-tes. Poco antes de que comenzaran los ataques brbaros, Elio Arstides identifi-caba claramente al mundo romano con el orbe civilizado como si esas dos esferasfueran indivisibles. Al lado de Roma los dems pueblos importan poco y, cuandoson mencionados, se ven insignificantes e insensatos por no participar del ordenromano22. De modo parecido, el filsofo Celso haca ver a los cristianos que su ne-gativa de cumplir con los deberes cvicos y formar parte del ejrcito era una cues-

    tin que se relacionaba estrechamente con la seguridad de Roma y del orbe civi-lizado. Celso seala los efectos del rechazo cristiano a comprometerse con elImperio y el riesgo que otros siguiesen su proceder, al decir que si el cristiano no

    20 Hdn. 5.15.6. Traduccin de Juan J. Torres Esbarranch. Cf. Tac.Ann. 2.13.21 Amm. Marc. 31.2.11. Traduccin de Mara Luisa Harto Trujillo. Esto era un lugar comn como se

    ve en Tac.Ann. 1.57-58.22 Aristid.Or. 23.3.

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    sirve a la causa de Roma con razn te castigar el emperador; pues si todosobraran como t, nada impedira que aqul se encontrar slo y abandonado y elgobierno de la tierra caera en manos de los brbaros ms sin ley y salvajes, y en-tonces ni de tu religin ni de la verdadera sabidura quedara noticia entre los hom-bres23. De igual forma en el siglo V d.C. Prudencio considera las victorias de Es-tilicn sobre los brbaros como los triunfos de la civilizacin frente a la barbarie;as, en boca de Roma, seala los propsitos de Alarico en su campaa del 402d.C.: intent hace poco un tirano geta destruir Italia y vino desde su Histrio patriodespus de haber jurado asolar estos alczares, deshacer con las llamas mis te-chos dorados, vestir con zamarras a mis prceres togados24. Una y otra vez seidentifica a Roma con el gnero humano, indicando que quien est fuera de su m-bito difcilmente puede ser humano. As, los integrantes del Imperio cerraban filasen torno a su seguridad y dejaban ver que la lucha entre ste y el brbaro impli-caba cuestiones fundamentales. No era una confrontacin entre iguales, sino una

    disputa entre los valores positivos que Roma representaba y los vicios que oca-sionara el caos brbaro.

    Tampoco la visin de algunos cristianos sobre los brbaros se diferenciaba mu-cho de la de un pagano. Es cierto que durante las persecuciones de Decio y Va-leriano en el siglo III d.C., Hiplito y Comodiano vean a los brbaros como los cau-santes de la cada de la Roma pagana e idlatra; eran ellos los ejecutores delcastigo divino al Imperio que persegua a los siervos de Dios25. De modo similar ha-ba cristianos que juzgaban que la conversin era una condicin esencial para ci-vilizar a los brbaros y resaltaban los efectos del cristianismo en ellos, pues los br-baros dejaban las armas para trabajar los campos y vivir en paz con los romanos26.Sin embargo, esto no se tradujo en acciones concretas para evangelizarlos: las

    conversiones fueron gracias a iniciativas personales de misioneros que usaban ha-bilidades y medios que ellos mismos se procuraban. Esto explica que los brbarosmayoritariamente se convirtieran a la modalidad arriana y que la Iglesia tardarabastante tiempo en mandar obispos a las comunidades cristianas que lo pedan27.Algo que influy fue la actitud poco favorable de algunos cristianos hacia la capa-cidad y entendimiento de los brbaros. As, Thompson cita la opinin de un roma-no arriano que, aunque admita que Dios llamaba a romanos y a brbaros, dudabaque el mensaje cristiano pudiera florecer entre poblaciones incultas, indisciplina-das y brbaras, que ni lo solicitan ni lo escuchan con juicio y que tienen el nombrede cristianos pero los modos paganos28. Otro aspecto que debe sealarse es que,a partir de Constantino, los cristianos empezaron a gozar de una mejor situacin;

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    23 Origen.C.Cels. 8.66. Traduccin de Daniel Ruiz Bueno. En la propaganda oficial, el brbaro de-sea acabar con el orden romano, por lo que los emperadores destacan su papel de restitutor orbis. Ade-ms, monedas e inscripciones proclaman la victoria Augusta,securitas perpetuay la Roma aeternaparaenfatizar su proteccin de la ley y la cultura frente a la amenaza brbara. Mazzolani (1970: 196).

    24 Prudent.C.Symm. 2.700-705. Traduccin de Luis Rivero Garca.25 Mazzarino (1961: 35-38).26 Orgen.C.Cels. 8.68; Lactant.De Mort.Pers. 3.5; Oros. 7.41.7.27 Thompson (1989: 80-83). No obstante, Orosio seala que, a peticin expresa de los godos, el

    emperador Valente envi misioneros arrianos para predicarles el Evangelio. Oros. 7.33.53.28 Thompson (1989: 85).

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    as estaban dispuestos a defender al Imperio que les aseguraba una condicin pri-vilegiada. En este contexto, el brbaro como el instrumento divino que castiga aRoma no tena sentido, y los cristianos adoptaron la representacin tradicional pa-gana respecto a los brbaros. Prudencio enuncia claramente la opinin que l ymuchos de sus coetneos tenan cuando afirma que distan lo romano y lo brbarocomo separacin hay entre un cuadrpedo y un bpedo o entre lo mudo y un serdotado de habla.29 Sinesio, quien como obispo haba realizado la defensa de Ci-rene frente a los brbaros, calificaba a los godos como una raza que desde anti-guo se ha mostrado a los ojos de los romanos como muy apta para la esclavitud yla ms merecedora de ella30.Por su parte, Orosio, aunque no era contrario a losgodos, no crea que fueran capaces de desarrollar un sistema legal y una organiza-cin poltica avanzada, lo que explicaba el papel que deban tener. Dice que Atalfodeseaba suplir al Imperio, pero cuando la experiencia prob que ni los godos, acausa de su desenfrenada barbarie podan en absoluto ser sometidos a leyes, ni

    convena abolir las leyes del Estado, sin las cuales un Estado no es Estado, prefiribuscar su gloria mediante la recuperacin total y el engrandecimiento del Imperio Ro-mano con la fuerza de los godos y ser reconocido por la posteridad como el autor dela restauracin de Roma, despus de no haber podido ser su sustituto 31.

    Incluso cuando los romanos debieron convivir con los brbaros, tratar conellos o hacerles frente, no los vean en trminos de igualdad. Por ejemplo, Orosiodeca que la funcin de Alarico era luchar fielmente a favor del emperador Ho-norio y gastar las fuerzas godas en defensa del Estado romano32. A pesar del in-flujo romano y las transformaciones brbaras, los romanos persistan en sus pa-trones habituales de pensamiento. Prejuicios, educacin y sentimiento desuperioridad jugaron un papel decisivo en esa actitud. Como indican Peter Brown

    y Peter Heather, la sociedad romana fue incapaz de asimilarlos totalmente, perotampoco pudo deshacerse de ellos. Por esto, los romanos siguieron usando los re-tratos tradicionales negativos de la literatura antigua para referirse a ellos33. Aunquelos reyes brbaros adoptaran ttulos y usos romanos, copiaran la administracin ro-mana y la nobleza brbara se vistiera y tuviera las mismas propiedades y lujos delospotentesromanos, los escritores romanos seguan diciendo que eran incultos ysalvajes; en otras palabras, lo romano segua siendo lo ptimo y lo brbaro inferior.Sidonio Apolinar resalta las virtudes visigodas porque se asemejan a las romanas;incluso su rey se interesaba por el derecho y la literatura latina. Para explicar la co-operacin de la nobleza romana con los visigodos, deca que stos eran cada vezmenos brbaros y estaban llegando a la fase superior de romano34. Salviano de

    29 Prudent.C.Symm. 2.815-820. Traduccin de Luis Rivero Garca.30 SinesioDe Regno. 23d. Los ataques brbaros en su tierra natal le harn decir: Que los malva-

    dos, los malditos brbaros perecieran de mala manera, es lo que yo haba pedido a Dios ( Or. 1.305d).Traducciones de Francisco Antonio Garca Romero.

    31 Oros. 7.43.6. Traduccin de Eustaquio Snchez y Salor. Sobre este pasaje vidChrysos (1997:12-13).

    32 Oros. 7.43.3. Traduccin de Eustaquio Snchez y Salor.33 Brown (1989: 146-47); Heather (1999: 236-38).34 Heather (1999: 243-48). Sobre cmo los reinos brbaros se apropiaron de elementos romanos,

    ver Pohl (1997: 33-34).

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    Marsella indicaba que haba quienes preferan estar con los brbaros porque es-taban hartos de los abusos en territorio romano y buscaban la humanidad romanaentre brbaros al no tolerar la inhumanidad brbara entre romanos35. Lo notable esque lo romano equivale a lo humano y lo brbaro a lo inhumano. El prestigio delnombre romano era tan patente que motiv al rey Teodorico a afirmar que un gododeseaba ser un romano y slo un romano pobre querra ser godo36. Esta reputa-cin fue recuperada por el obispo africano Vctor de Vita al usar la oposicin ro-mano-brbaro y aadir la de catlico-arriano en el marco del destierro de catlicospor parte de los arrianos en la frica vndala. Por su parte, el jefe britano Corotico,debido a la misin de Patricio en Irlanda, deca que los brbaros irlandeses no po-dan aspirar a ser considerados conciudadanos de los romanos37. Las virtudes ro-manas siguieron considerndose superiores y la imagen negativa del brbaro sepropag a travs del tiempo y se adjudic a otros. Esto ha ocasionado que la ima-gen del brbaro que construyeron griegos y romanos se reprodujera en otras

    pocas, con algunas variantes, nicamente cambiaron los sujetos de tal recreacin.La insistencia de ver al otro con rasgos nocivos contribuy a la negativa romanapara integrar a los brbaros en trminos positivos dentro de su sociedad tal y comolo haba hecho con otros pueblos durante su historia. La incapacidad de Roma decrear espacios de entendimiento con los brbaros aviv los conflictos entre ambosy propici, en parte, que la mitad occidental fuera ocupada por los invasores. Ac-tualmente las sociedades occidentales modernas deben convivir con muchosotros y existe la fuerte tentacin, por lo menos en algunos grupos dentro de aqu-llas, de representarlos en trminos negativos. Los desacuerdos y estereotipossuelen presentarse como algo normal en esas relaciones, as como situaciones dehostilidad y rechazo. Falta ver si Occidente desarrolla nuevos mecanismos detrato hacia estos grupos o se mantiene en la dicotoma excluyente que vivi

    Roma.

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    35 Alfldy (1987: 287).36 VidBrown (1997: 60).37 VidBrown (1997: 79).

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