RAFAEL LAPESA MELGAR

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RAFAEL LAPESA MELGA R de la Real Academia Español a ORIGEN Y EVOLUCION DE LA LENGUA ESPAÑOL A Conferencia pronunciada en la Academia de Historia y Art e de San Quirce, con motivo de la celebración del milenari o de la len g ua castellana . 231

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de la Real Academia Español a

ORIGEN Y EVOLUCION DE LA LENGUA ESPAÑOLA

Conferencia pronunciada en la Academia de Historia y Artede San Quirce, con motivo de la celebración del milenari o

de la lengua castellana .

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Celebramos ahora el milenario de la Iengua castellana . Mile-nario aproximado, porque las lenguas romances no nacierondel latín mediante partos que pusieran término a las respectiva sgestaciones e iniciasen sus vidas autónomas ; fueron resultad ode lenta y gradual evolución. Por eso es imposible datar conexactitud el nacimiento de cada una . No poseernos testimoniosde los siglos vr al vrii respecto al habla vulgar de las comarca sque a partir del rx iban a agruparse en la Castilla primitiva .Los documentos del x, aunque escritos en latín, dejan escapa rpalabras o frases sueltas donde apuntan algunos caractere sfonéticos o gramaticales del romance regional ; pero estas ma-nifestaciones del «rusticus sermo» o «vulgale eloquium» sól ose dan por descuido o ignorancia de los escribas o por imposi-bilidad de latinizar realidades inmediatas . Cosa distinta ocurr een las Glosas Emilianenses y Silenses, los primeros textos ho yconservados que revelan deliberado propósito de usar el ro-mance con plena concíencía de que ya no era latín . No sabemoscon precisión cuándo, pero probablemente hacia 950, un monj ede San Millán de la Cogolla anota entre líneas o al margen la sequivalencias romances de vocablos y frases que le resultandifíciles de entender en unas homilías latinas ; en unas ocasio-nes traduce y amplía en romance una breve plegaria. Pocodespués otro monje glosa de igual manera un penitencial latinoque perteneció al monasterio de Silos y hoy se encuentra en e lMuseo Británico . Los dos transcriben ya con relativa destrez alos fonemas romances ; los dos acuden a primitivos diccionario sque no conservamos, pero cuya existencia está asegurada po rerrores comunes en algunas glosas . Indudablemente no son ia sprimeras tentativas de escribir conscientemente en lengua vul-gar. Por otra parte, ni las Glosas Emilianenses ni las Silense sestán en castellano propiamente dicho . El santuario de SanMillán de la Cogolla pertenecía al reino de Navarra desde queel rey de Pamplona Sancho García reconquistó la Rioja haci ael año 923 ; el monje glosador debía de ser navarro, pues sevale del dialecto navarro-aragonés, al que añade en dos glosa s

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equivalencias vascas . Más extraño es que las Glosas Silense ssean también navarro-aragonesas en cuanto a lenguaje, a pesa rde que Silos está situado en el corazón de Castilla ; la estrecha

,relación que ligó a los dos monasterios autoriza a suponer qu e.el penitencial de Silos . fuera escrito o glosado en el cenobi oriojano o por un monje procedente de él . Lo cierto es que unas

,y otras glosas escriben geitar, feito, nuúto, spillu, siega t(=. síeyat), naiseren, etc., en lugar de las formas castellanasechar, fecho o hecho, mucho, espejo, sea, nacieren . Para encon-trar abundante presencia escrita de rasgos netamente castella-nos tenemos que acudir a documentos del siglo xt, cuando lapersonalidad histórica de Castilla estaba ya plenamente afirma -da; pero la multiplicación de ejemplos que se registra entoncesexige un largo proceso de incubación, durante el cual las carac-terísticas del habla castellana apenas se habían reflejado enla escritura . Así pues, la fecha de 977 es arbitraria : no corres-ponde con seguridad a las Glosas Emilianenses ni Silenses, n iellas son propiamente castellanas . Ahora bien, no podemo snegar que en el fondo es una fecha verdadera, pues el castellanoexistía ya entonces, y antes de un si glo empezaría a propagars epor tierras riojanas. El dialecto navarro-aragonés en que estánescritas las Glosas es afín al castellano y fue absorbido por él .Sí, nuestra lengua es más que milenaria en 1977, v bien merec eque nos ocupemos de ella .

La condición fronteriza de Castilla configuró el carácte rhistórico y lingüístico de ésta . Desde el valle del Ebro y tierra ssorianas los musulmanes combatían duramente el extremooriental del reino astur-leonés ; para resistir sus acometidas s ealzaron en el siglo ix los castillos epónimos de la región . Laserie de batallas que entonces se dieron entre Pancorbo y Al-belda y las que en el siglo x se libraron en torno a San Esteba ny a Gormaz hablan de la dureza de la contienda . Las gesta scastellanas cantaban —sin duda exagerando— que hasta loscondes tenían sus caballos en las mismas cámaras donde dor-mían con sus esposas, a fin de acudir sin tardanza a los rebatos .

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La igualdad en el esfuerzo y en el peligro aminoraba las dife-rencias sociales: todo el que podía guerrear a caballo gozaba e nCastilla de ciertas exenciones propias de la nobleza . Infanzonessin título, caballeros villanos y hombres libres en general, im-ponían una estratificación relativamente igualitaria, sin refina-mientos cortesanos, sin respeto a normas políticas o jurídica soficiales . Ese espíritu innovador hacía también que los caste-llanos afirmaran su personalidad lingüística acogiendo com osuyo lo que en otros dominios cristianos se rechazaba por de-masiado vulgar, o activando otros cambios hasta llegar a etapa smás avanzadas . En la Castilla de los siglos x y xI, que luchabapor su autonomía frente a las presiones de León y Navarra, secultivó espontáneamente lo que los catallanes llaman hoy e l«fet diferencial», el hecho lingüístico diferencial, que pront oempezó a dejar de serlo al propagarse a las regiones vecinas .Ya en 1044 se re gistran castellanismos en documentos riojanos ,y desde 1079 en los de Sahagún y Tierra de Campos . En 1085 ,con la toma de Toledo, comenzaba la castellanización de terri-torios donde antes se hablaban, conviviendo con el árabe d elos dominadores, dialéctos románicos mozárabes .

A la contienda por la autonomía política sucedió —lo apren-dimos de Menéndez Pidal— el gradual progreso de la hegemo-nia castellana, lograda en gran parte a fuerza de prestigio yatracción . Lo peculiar de Castilla en los siglos xI al XVI fueincorporar a sus vecinos dándoles cabida en sus propias em-presas . En 1126, todavía bajo el aragonés Alfonso el Batallador ,las gentes de Nájera se llaman «castellanos» en contraposició na los inmigrantes francos ; a principios del siglo xiii, probable -mente cuando aún no se habían unido las coronas de León yCastilla, el Fuero de Oviedo preceptúa que uno de los merino sde la ciudad sea franco y el otro castellano —no dice «asturia-no» ni «leonés»—. No hubo presiones políticas para la castella-nización del habla en las regiones incorporadas : hacia 1235 lo shabitantes del valle riojano de Ojacastro estaban autorizado spara emplear el vascuence hasta en sus judiciales ; no obstante ,dejó de hablarse allí .

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Al tiempo que se formaban las nuevas lenguas hubo de sur-gir su cultivo literario, de tradición oral en un principio, n ofijado por la escritura. Las literaturas de la Península Ibéric ano poseen textos escritos tan antiguos como son la cantilen ade Santa Eulalia o la Vie de Saint Léger para el francés . Perodesde el siglo x, si no antes, consta la existencia de poemas e nlengua vulgar, con preferencias de género según el carácter d elas distintas regiones . Entre los mozárabes corrían cancioncilla sde amor femeniles —entendámonos, puestas en boca de su-puestas enamoradas— . Hoy por hoy son la muestra más anti-gua de la lírica románica . Se nos han transmitido porquepoetas cultos árabes y hebreos las engastaban al final de su sartificiosas tzu tvassahas, poemas que contaban entre sus atrac-tivos la mezcla del árabe con elementos de otra procedencia . As ísabemos que es anterior a 1042 la copla en que una muchach ase queja de que el llanto haya lastimado sus ojos, antes claros :

¡Tant 'amare, tant 'amarehabib, tant'amare !

Enfermiron uelyos gadios ,ya duelen tan male .

Se han reunido hasta ahora más de 50 jarchas (términocon que la poesía árabe designaba semejantes remates de poe-mas), híbridas de árabe y romance . Son el testimonio más pri-mitivo de una lírica representada en los siglos xrr al xiv po rlas cantigas de amigo de los poetas áulicos gallego-portugueses ,y por villancicos castellanos recogidos de la tradición oral apartir del siglo xv. Cuando la poesía trovadoresca nacida en e lMediodía de Francia se difundió por la Península, la cultivaronpoetas catalanes que se valían de la lengua de occidente y poe-tas gallegos y portugueses que usaban la suya, todavía nodividida. Incluso los castellanos se valían del gallego en su scomposiciones líricas, ya fuesen de amor, ya de escarnio ymaldecir . Pero el género preferido por los castellanos, el qu e

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cultivaban en su propia lengua, fue la épica, las canciones d egesta en que celebraban sus luchas con leoneses, navarros ymusulmanes, sombrías sucesiones de venganzas nobiliarias ytragedias dinásticas de sus condes y reyes. Toda esta producciónépica se ha conservado sólo en prosificaciones posteriores, salv oel Cantar de Mío Cid, obra maestra de la poesía heroica deCastilla ; su acento viril prueba que, como decía el autor de u npoema latino contemporáneo, la lengua de los rebeldes caste-llanos sonaba como trompeta acompañada por el timbal ; peromuestra también que podía expresar los más hondos y delica-dos matices del sentimiento : «¿a quem' descubriestes las telas _del coracón?» dice el protagonista al dolerse de la afrent ainferida a sus hijas .

El castellano, lengua de la épica, se extendió desde el si-glo xli, a narraciones juglarescas de tema cortés o religioso ,y a poemas sabios —el mester de clerecía— que se inspiraba nen la hagiografía (Berceo) o contaban historias referentes almundo antiguo (Apolonio de Tiro, AIejandro Magno, el cicl ode Troya) . Antes, todavía en el siglo xtx, el Auto de los ReyesMagos testifica que el más antiguo teatro del Centro peninsularpretendía valerse del castellano .

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La fragmentación del latín vulgar en las hablas románica sno se hizo con caracteres uniformes en dominios geográfico sextensos, sino con diversidad en cada valle, comarca o rincón .Sobre esta variedad anárquica se fue imponiendo poco a poc oel uso de los centros urbanos importantes de cada región, enespecial el de las capitales de cada reino . Burgos fue el primercentro unificador sobre las hablas locales de la Castilla origi-naria; pero la incorporación de Toledo a los dominios d eAlfonso VI estableció un nuevo foco de influencia lingüística .Toledo, prestigiosa como sede primada de la Iglesia peninsula ry capital del antiguo reino visigodo, conservaba en el moment o

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de su reconquista poderoso núcleo de población mozárabe ,que no abandonó súbitamente su propio dialecto románico .La castellanización del reino toledano, incompleta aún a prin-cipios del siglo xiit, no ocurrió sin concesiones : algunos de losrasgos más peculiares de la dicción burgalesa tardaron much oen propagarse a la norma de la lengua escrita que entonce scomenzaba a tener vigencia independiente del latín . Destaca-remos dos casos: por influjo vasco, castellanos viejos y riojano ssustituían la f inicial latina por la h aspirada o la omitían porcompleto; así lo aseguran desde los siglos zx y x grafías comoHortico, Ortico, oce, hayuela (latín fórtis, auce, fagéla) . En e lsiglo xz, según el historiador árabe Ben Hayyan, llamaban ihanto ínhant al heredero de la corona, aunque escribían infante oi f ante . Pero hasta los últimos decenios del siglo xv tanto el usonotarial como el literario prefirieron, incluso en Burgos, foz ,farina, fazer, fumo, comunes con el leonés, el aragonés y, mien-tras subsistió, con el mozárabe ; el cultismo infante prevaleci ósobre las formas vulgares, cosa explicable dado el ambient esocial de la palabra. De igual modo la reducción castillo, Ribi-lla, por castiello, Ribiella, documentada en Burgos y Oña desd emuy antiguo, no se generalizó en la lengua escrita sino a l olargo del siglo xiv. Los que al principio eran castellanismosdetonantes sólo se impusieron tras larga infiltración soterraña .Toledo fue durante si glos un muro de contención para las má satrevidas innovaciones lingüísticas de Castilla la Vieja .

Ahora bien, Toledo no se limitó a servir de cedazo a l alengua que recibía de sus reconquistadores : en Toledo se creónada menos que la prosa castellana . Desde los tiempos de larzobispo don Raimundo de Sauvetat, en la primera mitad de lsiglo xir, funcionó allí la célebre escuela de traductores qu epuso al Occidente europeo en contacto con la ciencia y la filoso-fía arábigas, y, a través de ellas, con las de Grecia e India . Lasversiones se hacían de ordinario mediante la colaboración d ejudíos, que traducían del árabe al castellano, y de cristianos ,que trasladaban del castellano al latín ; pero el castellano eralengua común a los españoles de las tres religiones, el instru-mento en que más fácilmente podían entenderse todos ; y, en

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consecuencia, conforme avanza el siglo XIII van apareciendotextos traducidos del árabe al castellano, . pero no del castellan oal latín. Esto coincide con el abandono del latín por los nota-rios de Castilla y León, y con eI romanceamiento creciente d elos fueros municipales . El gran impulsor de la prosa castellanafue el rey Alfonso X (1252-1284), que afanoso de divulgar e lsaber, patrocinó multitud de traducciones : libros de astrono-mía, un Lapidario donde la descripción de los minerales se un ea la de sus virtudes mágicas, obras totalmente astrológicas .Pero el Rey Sabio no acudía sólo al mundo árabe y orienta l.para nutrir su espíritu, sino también a la herencia romana ,cuyo derecho tanto influye en el admirable código de las SietePartidas, y cuyos escritores clásicos entran en las vastas com-pilaciones tituladas Crónica General de España y Grande eGeneral Estoria. El castellano tuvo así un empleo científico ydidáctico mucho más amplio que el alcanzado entonces po rotras lenguas modernas europeas . La inmensa producción al-fonsí contribuyó eficazmente a estabilizar el idioma: fijó e lsistema gráfico que había de durar hasta las reformas de l aAcademia en el siglo xvin ; enriqueció el léxico y la sintaxis ;y si en la fonética hubo colaboradores del rey apegados a lasapócopes, arcaicas y extranjerizantes a la vez, fuert, part, ade-lant, nnef noch, con, etc ., el gusto de don Alfonso favoreció un areacción que había de restaurar en tales casos la vocal final .Esa reacción triunfa bajo los monarcas que le suceden y que ,en parte, continúan su obra . En el siglo XIV la prosa castellanacuenta con dos escritores de vigoroso estilo personal : el didác-tico don Juan Manuel y el implacable cronista Pero López d eAyala .

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El influjo castellano en tierras leonesas se hizo cada ve zmás fuerte : en lo político, la frontera se corrió hacia el Occi-dente, desde el Pisuerga al Cea; en lo lingüístico, el leonés notuvo literatura independiente . Es cierto que los notarios siguie-

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ron empleando su dialecto después de unirse los dos reino sen 1230, y que todavía hacia 1260 el Fuero Juzgo, el código delos visigodos, fue romanceado en leonés ; pero el ejemplo de lacancillería real y las obras dirigidas por Alfonso el Sabio im-pulsaron la paulatina castellanización de su lenguaje . Y a lolargo de los siglos xiv y xv se castellanizó también el hablacoloquial de las tierras llanas : el dialecto sólo sobrevivió enAsturias, zonas montañosas del Norte y Noroeste leonés y rin-cones de la franja más occidental .

La rica floración lírica del gallego medieval no tuvo para-lelo en la prosa, casi reducida a unas cuantas traducciones, d eobras castellanas en gran parte ; y la misma lírica decayó en e lsiglo xiv, al tiempo que empezaba a cultivarse en castellano. Eljoven rey Alfonso XI mezcla las dos lenguas en una linda can-tiga de amores, y el Arcipreste de Hita inserta en su Libro deBuen Amor, en vivo y puro castellano, canciones piadosas, co-plas de burlas y serranas paródicas, aparte de expresar en tod ala obra su vigorosa personalidad . También Ayala incluía en suRimado poemas líricos de intensa reli giosidad. Bajo Pedro e lCruel y los primeros Trastámaras los trovadores de la cort ecastellana usaron frecuentemente el gallego, fuese o no su len -gua nativa; pero algunos poemas de Macías, el mártir galleg odel amor cortés, están en castellano, sí bien con los inevitable sgalleguismos. Después, ya en tiempo de Juan II, Rodríguez dePadrón escribe toda su obra en castellano ; el gallego literario ,sin ninguna presión oficial, enmudeció espontáneamente duran -te más de cuatrocientos años .

En Navarra y Aragón la penetración de castellanismos foné-ticos creció durante la Baja Edad Media, a pesar de que e ldialecto regional tuvo extensa Iiteratura : aragonesas son lasprimeras traducciones que de Tucídides y Plutarco se hiciero na una lengua moderna, patrocinados por Juan Fernández d eHeredia, maestre de Rodas . Eran los días en que los ducado sde Atenas y Neupatría pertenecían a la corona de Aragón, cuan -do el rey Pedro IV el Ceremonioso encargaba en catalán a su salmogávares que protegiesen la acrópolis ateniense por ser ésta

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«la pus rícha joya que al mon sia, e tal que entre tots los Rey sde chrestíans envides la poríen fer semblant» ((da más ric ajoya que hay en el mundo, y tal que entre todos los reyes dela cristiandad apenas podrían hacer cosa semejante») . Desdela entronización de don Fernando de Antequera en Aragón yde su hijo don Juan en Navarra, ]a castellanización se inten-sificó: cancioneros reunidos en sus cortes prueban que los tro-vadores nacidos en ambos reinos usaban el castellano igual qu elos emigrados de Castilla . En tiempos de los Reyes Católicos ,unidas las dos coronas, los notarios ara goneses eliminaron vo-luntariamente los dialectismos regionales; otro tanto hubo deocurrir poco a poco en el uso general, que se castellanizó, salvoen los valles del Alto Aragón .

. Ya en el siglo xv se habían dado casos de poetas catalanesbilingües, como Pere Torroella o Torrellas, a pesar del esplén-dido florecimiento de la literatura vernácula en Cataluña v Va-lencia . El Cancionero General reunido por Herrando del Castill oe impreso en Valencia en 1511 contiene poesías castellanas d eunos veinte autores valencianos, bilingües o no . Uno de ellos ,mosén Narcís Vinyoles, había publicado un año antes un Suple-mento de todas las crónicas del mundo, traducido del Iatín a«esta limpia, elegante y graciosa lengua castellana, la cual pue-de muy bien, entre muchas bárbaras y salvajes de aquesta nues -tra España, latina sonante y elegantísima seer llamada» .

Este elogio, comparado con juicios anteriores en medi osiglo, revela notable cambio de estimación y nos obliga a recor-dar las vicisitudes experimentadas durante la Edad Media po rla relación entre el latín y las lenguas románicas peninsulares .Estas nunca dejaron de enriquecerse con palabras, construccio-nes y rasgos estilísticos procedentes del latín escrito : los poetasdel mester de clerecía y la prosa alfonsí aprovecharon abun-dantemente la cantera latina . A fines del si glo xiv y primeramitad del xv, el desarrollo de la retórica y Ios albores del hu-manismo provocaron la admiración por el mundo antiguo, su sescritores y sus lenguas (sobre todo el latín, ya que el griegoapenas se conocía entonces fuera de Italia) . El romance parecí a

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«rudo y desierto» a Juan de Mena; para ennoblecerlo se intro-ducirían sin medida latinismos léxicos y sintácticos . Tal incor-poración fue, de momento, indigesta, y a veces nos hace sonreí rhoy, incluso cuando leemos una obra tan genial y sobrecogedor acomo La Celestina; pero gracias al cultismo del siglo xv e lcastellano dispuso de los instrumentos necesarios para satisfa-cer las exigencias expresivas del pensamiento y arte modernos .Conforme se fue haciendo más profundo el humanismo, dis-minuyeron los excesos latinizantes y creció el valor reconocid oa la lengua vulgar, aunque uno de los criterios para alabarlafuese, conforme vemos en las palabras de mosén Vinyoles, s umayor o menor cercanía al latín .

El Renacimiento coincidía con la formación de las nueva snacionalidades, que veían en la antigüedad ejemplos de gran-deza y sentían el afán de imitarlos y superarlos . La exaltaciónnacional que se produjo en España bajo el gobierno de lo sReyes Católicos impulsó la Gramática de Antonio de Nebrij asobre la lengua castellana, impresa en 1492, cuando ya se habíarendido Granada y mientras las naves de Colón hacían su pri-mer viaje . Era el primer estudio sistemático y completo de unalengua moderna. Nebrija lo realizó, convencido de que «siem-pre la lengua fue compañera del imperio», para que los pueblo sque la reina Isabel sojuzgase aprendieran el idioma de los ven-cedores. Le movía también el afán renacentista de la fama :estabilizando y unificando los usos lingüísticos se facilitaría elperpetuo conocimiento de lo que en adelante se escribiera e ncastellano, principalmente las narraciones de los grandes he-chos. Mirando los progresos y crecimiento del idioma, creí aNebrija hallarlo «tanto en la cumbre, que más se puede temerel descendimiento que esperar la subida» .

Con la Gramática de Nebrija el problema de la lengua sesitúa en primer plano entre las preocupaciones culturales delRenacimiento español . Como en Italia y Francia, la admiració npor la antigüedad favorecía el empleo del latín como lengu aculta; pero la creencia en la perfección de la naturaleza llevab aa dignificar la respectiva lengua vulgar, aprendida de los labio s

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maternos . Ahora bien, el castellano, pese al optimismo de Ne-brija, no poseía creaciones literarias cuyo estilo y lenguaj epudieran satisfacer a los hombres de las generaciones siguien-tes: Garcilaso y Juan de Valdés, que conocían bien la literaturaitaliana, no podían admitir como clásicos a Juan de Mena, lapoesía de cancioneros, el Amadís o la misma Celestina . Hacia1535, el Diálogo de la lengua de Juan de Valdés ofrece unavisión muy equilibrada de las excelencias, fallas e historias de lespañol. El uso de éste en materias elevadas, a costa del latín ,fue objeto de numerosas apologías, entre las que descuella nlas de Ambrosio de Morales, Pedro de Medina y Fray Luis deLeón: todos coinciden en elogiar las cualidades del idioma,pero lamentan que no hubiera sido suficientemente elaborado :había que enriquecerlo e «ilustrarlo» . Esta ilustración fue en -tendida en el siglo xvi de distinta manera que en el xvili .

En el siglo xvi se completa la unificación de la lengua lite-raria. Con el auge del castellano coincide el absoluto silenci ode la literatura gallega y el descenso vertical de la catalana, ta nrica en las centurias precedentes . Al florecimiento de la caste-llana contribuyeron catalanes como Boscán, valencianos com oGil Polo, Guillén de Castro o Moncada, aragoneses como losArgensola y Gracián, gallegos como Jerónimo Bermúdez oTrillo y Figueroa . En Portugal el desarrollo de la literatur avernácula no impidió que autores de la talla de Gil Vicente, S áde Miranda, Camóes, Rodríguez Lobo y Melo practicaran e lbilingüismo, y que otros, como Jorge de Montemavor, escribie-ran casi exclusivamente en castellano . La comunidad españolatenía su idioma . «La lengua castellana —decía Juan de Valdés—se habla no solamente por toda Castilla, pero en el reino d eAragón, en el de Murcia con toda el Andaluzía y en Galizia ,Asturias y Navarra ; y esto aun hasta entre gente vulgar, porqueentre la gente noble bien se halla en todo el resto de Spaña» .Valdés yerra en cuanto al uso de la «gente vulgar» de Galicia ,Asturias, montañas de León y Pirineo aragonés, que, como e nla vasconia eusquera, seguía apegado a las lenguas o dialecto sregionales. Con esta excepción su aserto responde fielmente ala realidad de entonces .

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Al ser lengua culta de todos los españoles y lengua matern ade su mayoría, el castellano fue llamado «español» o «lenguaespañola» por los extranjeros, y dentro de España por andalu-ces y aragoneses, que preferían una denominación donde tam-bién ellos entraban. Los dos nombres contendieron desde en-tonces, y aun hubo quien los empleó juntos, como el maestr oGonzalo Correas en su Arte de la lengua española castellan a(1625) . En el siglo xvriz casticistas y puristas se inclinaron po r«castellano», entendiendo que la limpieza del idioma estab aligada a su cuna. Los hispanoamericanos lo prefieren, pues e lrecuerdo de su antigua dependencia colonial les hace evitar la sresonancias que conlleva «español» . Por otra parte, los hablan-tes de regiones peninsulares bilingües reaccionan contra la cali-dad de «español» dada por antonomasia al castellano, alegand oque también son lenguas españolas el catalán, el gallego o elvasco .

Pero no es ocasión de seguir las vicisitudes que han tenid oy tienen los nombres de nuestra lengua . Lo hizo magistralment eAmado Alonso hace muchos años . Ahora hemos de dedicar losminutos que nos quedan a completar el resumen de su historia .

La pronunciación de nuestra lengua experimentó una trans-formación radical entre los siglos xv y xvIl . Los cambios afec-taron principalmente al sistema de las consonantes, que en l adicción medieval oponía la b oclusiva de lobo, bien a la v frica-tiva de venir, cavallo o ave, y distinguía sordas y sonoras e ntres parejas de sibilantes : las dentales de cree y hazer, las al-veolares de espesso y beso, y las palatales de floxo y ojo, ar-ticuladas estas últimas aproximadamente como la ch y j fran-cesas. Además, la h procedente de f latina o aspiradas árabe sconservaba su aspiración . Este sistema consonántico es esen-cialmente el mismo que subsiste en el judeo-español actual, e lespañol que los judíos expulsados de los dominios castellano s

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y aragoneses en 1492 hablan todavía amorosamente en los paí-ses del Mediterráneo oriental y en el norte de Africa . En tiem-po de los Reyes Católicos y del emperador Carlos se mantení atambién en el lso de Toledo, que entonces se consideraba mo-delo del buen decir y encarnaba el gusto cortesano : los títulosde Juan de Valdés para que españoles e italianos le consultase nsobre materias de lenguaje consistían en ser «hombre criadoen el reyno de Toledo y en la corte de Epaña» . Pero la normatoledana no fue respetada en el Norte ni en el Sur, y se vin oabajo en la segunda mitad del siglo xvi .

En Castilla la Vieja, León y Aragón habían desaparecidoantes de 1500 las oposiciones entre b y v y entre sibilantes sor-das y sibilantes sonoras, pues estas últimas se habían ensorde-cido ; por otra parte, la 12 aspirada había dejado de serlo, con-virtiéndose en muda. Así Fray Juan de Córdoba, que salió d eEspaña para México hacia 1540, afirmaba que «los de Castill ala Vieja dizen hacer, y en Toledo hacer ; y dizen xugar, y enToledo jugar ; y dizen yerro, y en Toledo hierro ; y dizen alagar,y en Toledo halagar» . La pronunciación de las sibilantes den -tales c, z evolucionó hasta hacerse interdental, esto es, hastaconvertirse en la /0/ moderna ; y las sibilantes palatales retro-trajeron su articulación al fondo de la boca, transformándoseen la velar de nuestros actuales gente, jugar, ojo, flojo, tantán .La revolución norteña se introdujo en tierras toledanas al esta-blecerse su corte en Madrid, con fuerte contingente de digna-tarios e inmigrantes de la mitad septentrional de España . Desdefines del siglo xvi fue Madrid, y no Toledo, quien marcó l apauta cortesana, refrendada por la enorme producción literari aque salía de la capital . Las innovaciones del Norte, aceptadasy propagadas por Madrid, se extendieron a todo el mund ohispanohablante, salvo cuando colidieron con otra revoluciónfonológica, irradiada desde Sevilla .

A partir de su reconquista en 1248, Sevilla fue la ciuda dmás populosa y rica del reino castellano . Los reyes gustabande prolongar su residencia temporal en ella . Muy pronto seconvirtió en el núcleo principal de la frontera, denominació n

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que entonces alternaba con la de «Andalucía» por la vecinda dcon el reino moro de Granada . Sierra Morena dificultaba lacomunicación con el resto del reino castellano ; y el carácterfronterizo de la región favoreció el desarrollo de forma de vid apeculiares . Sí allá en los siglos x al xri habían sido Burgos ,Lara, San Esteban de Gormaz o Medinaceli las tierras dond ebrotó la inspiración épica, Andalucía fue cuna de los romance sfronterizos, que contaban episodios de la lucha con los moro sgranadinos . La pujanza de la Andalucía cristiana se manifestóen el siglo xv con la incorporación de las islas Canarias, la con-quista y repoblación de Granada, y la deslumbrante aventur aque hizo de Sevilla emporio del comercio con las Indias reciéndescubiertas . A esta triple expansión acompañaron movimien-tos demográficos que hubieron de acelerar cambios fonoló gi-cos iniciados antes .

En Sevilla y en la costa atlántica de Andalucía venía produ-ciéndose desde tiempo atrás la confusión entre las sibilante sápico-alveolares de siervo, passar, rosa, y las dentales de ciervo,pacer, rezar, dezír. En 1419 se registra en Sanlúcar diesmo, ya finales del siglo abundan ejemplos como sirios por «cirios»y ficiece por fiziesse en Sevilla y Córdoba. El resultado fue laeliminación de las articulaciones ápicoalveolares, reemplazada spor las dentales. Tal fenómeno, que en el siglo xvi se designab acon el nombre de ceceo o zezeo y cuyas variedades reciben ho yIos de ceceo y seseo, fue llevado al Oeste y Sur del reino grana-dino, juntamente con otras innovaciones atestiguadas en e IMediodía desde época temprana ; así la aspiración de la s finalde sílaba y su acción modificadora sobre la consonante que lasigue (Sofoní fa por Sof onisba, antes de 1539) ; confusión der y 1 en posición implosiva (alcobispo, leartad) ; yeísmo (yorase ,caye, caiayo, yamando); equiparación de la velar resultante d elas antiguas palatales x, g, j, con la h aspirada, que en Extre-madura y gran parte de Andalucía se habían conservado (joyay hoya) articuladas igual [hoya], [muhe(r)], [hente], [habón] ,etcétera.

La revolución fonética andaluza cundió desde el prime r

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momento en el habla canaria y en el español de América, sobr etodo en el de las Antillas, costas del Caribe, algunas del Pacífic oy otras tierras llanas; el seseo y el yeísmo se hicieron generales,sin más excepción que islotes de ll mantenidos por influenci adel substrato pechua, araucano o guaraní . Hoy ya no cabe dudardel poderoso influjo andaluz en el español de América : anda-lucismos fonéticos se documentan abundantísimamente desdelos primeros tiempos de la colonización, desde el norte deMéxico hasta Chile . Algunos aparecen atestiguados durante lo ssiglos xvI y XVII en zonas donde no prosperaron después . Ellose debe a que Andalucía fue la región peninsular más influ-yente, pero no la única, en la configuración de la norma lin-güística hispanoamericana . Se han señalado muchos occiden-talismos —leoneses, gallegos o portugueses— en el léxico; sehan apuntado coincidencias fonéticas en el castellano de Vas-congadas y Rioja (la r y rr asibiladadas, tan extendidas e nAmérica) ; la influencia canaria, complemento de la andaluza ,fue constante, etc . Toda España se vertió en el Nuevo Mundo:si hasta el siglo xvill la colonización fue obra exclusiva de l acorona de Castilla, desde entonces intervinieron aragoneses ,catalanes, levantinos y baleares . Antes, en la segunda mitad delsiglo xvi, la Nueva España había emprendido la hispanizació ndel Mundo Novísimo : de México partieron las expedicionesque iniciaron la colonización de las islas Filipinas, donde nues-tra lengua, aunque minoritaria, subsiste aún .

Las variedades del español americano resultaron de la uni-ficación producida al convivir pobladores de distinto origen ,en diferente proporción según las comarcas, y en distintascondiciones de vida . Factor importante fueron las visitas d elas flotas procedentes de Sevilla o Cádiz a las costas de Améri-ca. También influyó grandemente la cercanía o alejamientorespecto de las cortes virreinales, audiencias y universidades ,así como el contingente de población indígena y su mayor omenor incorporación a la sociedad colonial .

El español que pasó a América en los primeros tiempos er aesencialmente el mismo que llevaron a Oriente los judíos se-

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fardíes . Pero mientras el judeo-español quedó inmovilizado po rel aislamiento y la presión de culturas extrañas, el español d eAmérica no perdió contacto con el de la metrópoli, y particip óen los principales cambios experimentados por éste : confundiób y v, eliminó las sibilantes sonoras y dio a x y g, j una mismaarticulación velar sorda . Ahora bien, no por eso deja de tene rarcaísmos notables, como las segundas personas verbales can-tás, tenés, sos, anda, poné, vení, eliminadas en la Penínsuladurante el siglo xvi ; las regiones americanas que las conserva nmantienen el tratamiento de vos, desaparecido también en Es-paña, aunque más tarde . El voseo prevalece en comarcas aleja -das de las antiguas cortes virreinales y de los principales cen-tros de cultura de la época colonial (América Central, llanos deColombia y Venezuela, Río de la Plata), mientras sucumbi ódonde el influjo social de México y Lima fue más intenso o másduradera la dependencia respecto a España, como en las An-tillas .

Cuestión fundamental en el español de América es la con-tribución de las lenguas indígenas : el español se ha sobrepues-to allí a multitud de lenguas primitivas, de las cuales subsist eun buen número; algunas, como el quechua, el nahua o e lmaya, nobles herederos de las grandes culturas precolombinas ;el qechua y el guaraní, con varios millones de habitantes, ex-clusivos o bilingües . Hay pues, como en el latín vulgar, proble-mas de substrato y de coexistencia lingüística . Se ha discutidomucho acerca del influjo de las lenguas indias en el españo lamericano; pero tal influjo es indudable en la fonología y e nalgunos restos morfológicos propios de re g iones bilingües, ymuy probable en la entonación, tan varia yVcantora en Améri-ca, frente a la severa y enérgica del Norte y Centro de España .La mayor contribución aborigen está constituida por el nutridoléxico referente a la asombrosa naturaleza del Nuevo Mund o—vientos, accidentes del terreno, árboles, plantas, animales— ,y también al vestido, usos, costumbres e instituciones de lo spueblos indígenas .

Ahora bien, el castellano de América no se limita a desarro -

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llar tendencias dialectales venidas de España, conservar arcaís-mos o dar cabida a voces indias . Su capacidad de creación s erevela en iniciativas renovadoras que alcanzan a la fonología ,la estructura gramatical, el vocabulario y la semántica, y qu ele otorgan bien destacada fisonomía . Con todo, las divergen-cias entre el habla de México y la de las Antillas, Perú o el Rí ode la Plata, y las de cada una de ellas con la española media ,no son mayores que las existentes entre el habla de Burgos ,Valladolid, Zaragoza o Madrid y las de Granada, Sevilla, La sPalmas. El cultivo Iiterario mantiene una capacidad casi totalde comunicación sin equívocos ní detonantes extrañezas . Launidad lingüística del mundo hispanohablante no tiene sobresí amenazas inmediatas .

Desde el primer momento de su hispanización, Américacontribuyó al florecimiento de la gran literatura que se culti-vaba en una misma lengua sin que el Atlántico impidiera l acomunidad de tendencias v movimientos, y sin que tal comuni-dad ocultase la personalidad de la producción americana . Cer-vantes incorporaba a su Galatea el platonismo de León Hebre omientras el Inca Garcilaso traducía los Diálogos de Amor . DonJuan Ruiz de Alarcón y Sor Juana Inés de la Cruz son el para -lelo indiano de Tírso de Molina y Calderón. La novela picaresc aresurgió puesta al día en Fernández de Lizardi . Las odas deQuintana cantan la libertad con igual elocuencia que las deOlmedo, y Larra protesta en El día de difuntos con la mismaamargura que Echeverría en El Matadero. ¿Acaso no es elPoema conjetural de Borges muestra suprema del «vivir desvi-viéndose» común a los hispanos de los dos mundos ?

América es, además, la grande, inmensa fragua de hispanó-fonos. No sólo por su enorme explosión demográfica y por l acreciente castellanización de la población india, sino por incor-porar tanto a españoles no castellanos como a extranjeros d ediverso origen : allí se castellanizan emigrantes gallegos, portu-gueses e italianos, gentes de la Europa Central, eslavos, nórdi-cos, sirios y libaneses ; y tanto en el nivel de las masas populare scomo en el de los estratos superiores . Nos lo dicen así los ape-

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llídos de eximios literatos, como Victoria Ocampo, Borges ,Molinari, Sábato, Uslar Pietri, Carpentier, hermanados, en usa ry ennoblecer la misma lengua, con Alfonso Reyes, Ricardo Ro-jas, Fuentes, García Márquez, Vargas Llosa, de evidente ascen-dencia hispana .

La comunidad hispanohablante, con sus doscientos treinta ytantos millones de almas, está regida hoy por una voluntadunitaria ; voluntad que en los españoles se manifiesta en un aactitud cada vez más abierta ante las peculiaridades hispano-americanas ; y en los hispanoamericanos, en una concienci acada vez mayor de que es imprescindible, vital, la cohesiónlingüística. La creciente intensidad de las comunicaciones entreunos y otros conducirá a formar una koiné, una forma de len -guaje en que se fundirán las variedades y que mantendrá l aunidad de nuestro idioma por muchos siglos más, quizá po rotro u otros milenios .

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