Radiacion Uv y Piel
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RADIACION UV Y PIEL
La luz solar es una radiación electromagnética de diferentes longitudes de onda:
eléctricas, radiales, infrarrojas, luz visible, radiación ultravioleta, rayos roentgen, gama
y cósmicos. Parte de esta radiación (6%) es radiación ultravioleta (UV).
La radiación ultravioleta (R-UV) se divide en tres bandas conocidas como: UVA, UVB y
UVC cuyas longitudes de onda se miden en nanómetros (nm). La parte UV del
espectro solar es invisible para los seres humanos.
Los rayos UVA (315-400 nm) representan la mayor parte de radiación UV que
llega a la tierra. Producen un bronceado ligero y temporal que no protege la
piel. Pueden ocasionar daños más profundos en la piel y están relacionados
con el envejecimiento prematuro de la piel.
Los rayos UVB (280-315 nm) representan una proporción menor de radiación
ultravioleta que llega a la tierra. Los UVB pueden causar enrojecimiento,
quemaduras, ampollas e incluso quemaduras de sol de segundo grado. Las
longitudes de onda UVB son más efectivas para producir quemaduras de sol a
corto plazo así como envejecimiento prematuro de la piel a largo plazo, y las
ondas alrededor de los 300 nm son particularmente activas.
Los rayos UVC (200-280 nm) son casi todos absorbidos por la capa de ozono
en la atmósfera y por lo tanto, no llegan a la superficie terrestre. Estos rayos
penetran ligeramente en la piel, pero dañan la vista (OMS, 1994). La medida
máxima de fotoqueratitis ha sido alrededor de 270 nm.
Aproximadamente cinco a quince por ciento de la radiación UVB penetra en la dermis
papilar. La profundidad de penetración de los rayos UVB depende del grado de
pigmentación de la piel. Las ondas más largas penetran en la dermis de manera más
profunda.
La transmisión a la piel de diferentes longitudes de onda depende de:
espesor de la piel
grado de hidratación
concentración de luz visible que absorbe elementos tales como melanina,
proteínas (queratina, elastina, colágeno) y
número de ordenamientos espaciales de melanosomas y vasos sanguíneos.
En personas de piel clara, un promedio de 10% a 15% de ondas de 290-315 nm
penetran en la dermis mientras que en personas de piel oscura sólo 5% a 10%.
Características UVA UVB
Penetración Dermis Epidermis
Absorción por
moléculasMelanina
ADN, melanina,
aminoácidos
Daño directo ADN Menor Aumentado
Producción de
radicales libresAumentada Menor
Efecto epidérmico Apoptosis intermedia
Adelgaza estrato
corneo, apoptosis
intermedia,
liberación citocinas
queratinocitos
Células Langerhans MenorInactivación,
migración
RADIACION UV Y AUTOINMUNIDAD( LUPUS ERITEAMTOSO SISTEMICO)
En la piel, las radiaciones UV tienen una considerable actividad biológica, causando
daño a las estructuras moleculares de los ácidos nucleicos, lípidos, algunos
aminoácidos y componentes de la membrana celular.
Cuando la radiación no ionizante alcanza la piel, una porción es reflejada por la propia
piel, otra porción es absorbida y una porción es transmitida.
La absorción de la radiación la llevan a cabo los cromóforos. Los cromóforos en la piel
humana incluyen: queratinas, sangre, hemoglobinas, porfirias, carotenos, ácidos
nucleicos, melanina, lipoproteínas, péptidos y aminoácidos aromáticos tales como la
tirosina, triptófano e histidina. La melanina es el principal cromóforo, el cual absorbe
longitudes de onda que van desde 350 a 1200 nm. Tras absorber la energía radiante,
el cromóforo entra en un estado excitado de corta vida, seguido de un cambio químico
que produce un fotoproducto. Los fotoproductos inician una serie de respuestas
biológicas complejas tales como la génesis de flujos iónicos, iniciación de la
replicación del ADN e inducción o inactivación de reacciones enzimáticas. Estas
respuestas pueden provocar cambios celulares variables tales como proliferación,
mutagénesis y pérdida de los marcadores de superficie celular.
No obstante, el rango de los efectos varía de acuerdo a la intensidad y a la longitud de
onda administrada, de tal forma que altas dosis de radiación UVA producen eritema
que puede estar relacionado con la citotoxicidad de los queratinocitos. Los ácidos
nucleicos y las proteínas son los cromóforos más importantes para la radiación UVB.
La respuesta de los ácidos nucleicos al estímulo de la irradiación UVB y UVC, es la
formación de dos fotoproductos relevantes, los dímeros de pirimidina tipo cilobutano
(CPDs), y los fotoproductos de 6-4 pirimidina pirimidina (6-4 PPs) Ambas lesiones
forman exclusivamente dímeros de pirimidinas, constituyendo los “hot spots” o puntos
calientes de mutación inducidos por radiación UV Ambas lesiones son reparadas por
el sistema de reparación por escisión de nucleótidos (NER), aunque los productos 6-4
PPs se reparan unas 5 veces más rápido que los CPDs, sin embargo las lesiones
CPDs son mucho más abundantes en el genoma. Esta diferencia puede deberse a
que los fotoproductos 6-4 PPs producen una distorsión mayor en la doble hélice de
ADN y por ello son más evidentes para los sistemas de reparación, a diferencia de los
fotoproductos CPDs. El sistema de reparación NER implica la acción de unas 20 a 30
proteínas que actúan de forma secuencial durante el reconocimiento del daño.
Producen apertura local de la doble hélice en el punto de la lesión, e incisión de la
hebra dañada en uno de los lados de la lesión. Tras la escisión del oligonucleótido que
contiene el daño, la mella resultante se rellena mediante la actividad de la DNA
polimerasa correspondiente.
Estas lesiones únicas igualmente dan lugar a mutaciones únicas en el ADN. La
radiación ultravioleta induce predominantemente transiciones C_T y CC_TT en las
secuencias de dímeros de pirimidina, constituyendo la característica más destacada
de la mutagénesis inducida por la radiación UV.
El daño tisular post-irradiación es mediado por citocinas inflamatorias que son
producidas por los linfocitos, y en forma no profesional, por células de la piel como los
queratinocitos y fibroblastos. Las radiaciones ultravioletas tipo B (UVB) inducen la
producción de anticuerpos contra los componentes nucleares, dando un patrón de
respuesta Th2, donde la activación de receptores de membrana (Fas y Fas ligando), la
liberación de TNF-α (uno de los activadores de la apoptosis), y su unión con el
receptor p53 (poderoso inductor de la apoptosis), además de la activación de la vía de
las caspasas ante el daño al ADN, generan una respuesta de autoinmunidad que
tiende a permanecer en el tiempo (cronicidad), más aún si persiste el fotodaño.
Todos los mecanismos antes mencionados llevaría a la apoptosis de los queratinocitos
producida por la radiación UV (estos queratinocitos producto de la apoptosis son
denominados “sunburn cells”).
La apoptosis implica una programación genética de la célula que promueve una
cascada de cambios morfológicos y bioquímicos en el interior de la misma que
conducen a su muerte y eliminación. Su misión es eliminar las células dañadas,
infectadas o transformadas. Esta forma de muerte celular o apoptosis se realiza
mediante la activación de un programa intrínseco y se caracteriza por el
mantenimiento de las membranas celulares intactas permitiendo que sean reconocidas
de inmediato y fagocitadas antes que se inicien la necrosis secundaria y la lisis
Las células que sufren apoptosis exhiben una morfología característica que incluye
condensación citoplasmática y nuclear, la rotura específica de proteínas celulares, la
fragmentación de la célula en cuerpos apoptóticos, y la rotura endolítica del ADN en
fragmentos oligonucleosómicos. El proceso de fragmentación lo realiza una DNasa
activada por caspasa, denominada CAD.
En condiciones normales CAD existe como complejo inactivo formando complejo con
ICAD (inhibidor de CAD). Cuando el estímulo apoptótico activa las caspasas,
incluyendo a la caspasa-3, se rompe la unión ICAD/CAD, y una vez que CAD queda
libre puede entrar en el núcleo y actuar como Dnasa con una elevada actividad
específica.
Los cuerpos apoptóticos son fagocitados por macrófagos o incluso por células vecinas.
La formación de dímeros de pirimidina y la liberación de autoantígenos, se relacionan
con la iniciación de fenómenos de apoptosis.
Existe consenso acerca de que la célula apoptótica representa una fuente de material
tolerogénico muy importante durante el proceso fisiológico de recambio celular y de
que las anormalidades durante la apoptosis, ya sea en la generación o aclaramiento
del material apoptótico, pueden ser fuente importante de antígenos de enfermedades
autoinmunes. El rol de la célula presentadora de antígenos o célula dendrítica y su
interacción con la célula apoptótica parecen ser muy relevantes para lo último
Se ha visto, además, que las células apoptóticas que no son fagocitadas a tiempo
pueden entrar en un estado de necrosis secundaria, desintegrándose y liberando su
contenido citoplasmático De esta forma pierden su estado antiinflamatorio y ganan
potencial inflamatorio. Dichas alteraciones llevan a la activación de células B y T
autorreactivas y, por lo tanto, a la producción de autoanticuerpos.
La macropinocitosis de las células apoptóticas por parte de los macrófagos gatilla la
producción de Factor de crecimiento transformante beta (TGF-β), que tiene un rol
supresor del proceso inflamatorio.
Cuando los monocitos o las células dendríticas maduras encuentran células
apoptóticas, son estimuladas vía CD36 a producir interleuquina 10 (IL-10), también de
carácter antiinflamatorio. Además de producir citoquinas antiinflamatorias, se suprime
la producción de citoquinas inflamatorias, por ejemplo, Factor de Necrosis Tumoral α
(TNF-α), IL-1, IL-12.
En cuanto a la membrana celular, en condiciones normales los fosfolípidos se
encuentran distribuidos en forma asimétrica entre ambas capas de la membrana; por
la cara externa hay esfingomielina y fosfatidilcolina; en cambio, la cara interna tiene
fosfatidilserina (FS) y fosfatidiletanolamina. La mantención de esta asimetría depende
del ATP. Cuando falta el ATP, éstos se intercambian de una cara a la otra de la
membrana, lo que se denomina flip-flop. El flip-flop también es inducido por la
apoptosis. La FS es reconocida por los macrófagos, llevando a su rápida remoción a
través de fagocitosis. Este proceso es reconocido por el receptor de FS, (R-FS) de
gran importancia en las fases tempranas de la apoptosis. A pesar de todo esto existe
bastante evidencia para afirmar que las células apoptóticas no son inmunológicamente
neutras, sino que, dependiendo del microambiente en el que el proceso se lleve a
cabo y del tipo de célula presentadora, éstas son tolerogénicas, o bien, inmunogénicas
Podemos decir que A nivel celular existen dos formas de morir: por necrosis o por
apoptosis. Por necrosis mueren las células accidentalmente cuando son lesionadas
por agresión mecánica o tóxica. Por apoptosis mueren las células cuando son
“inducidas a suicidarse”.
En la muerte por necrosis se detectan una serie de cambios característicos (52):
Las células y sus organelas se hinchan porque se altera la capacidad de la
membrana plasmática para controlar el paso de los iones y el agua;
Las células se rompen y su contenido se vierte al espacio intercelular;
Se origina inflamación de los tejidos adyacentes.
Las células que son inducidas a sufrir apoptosis presentan las siguientes
características:
Reducen su tamaño,
Sus mitocondrias se abren y dejan salir el citocromo c,
En la superficie celular surgen una especie de vejigas
Se degrada la cromatina (ADN y proteínas) de sus núcleos se rompen en
fragmentos rodeados de membrana, denominados cuerpos apoptóticos
La fosfatidil serina, fosfolípido que se encuentra en la cara interna de la
membrana, se expone en la superficie
La fosfatidil serina se une a receptores de las células fagocíticas (macrófagos y
células dendríticas) que fagocitan los cuerpos apoptóticos.
Las células fagocíticas segregan citoquinas que inhiben la inflamación.
Estas “sunburn cells” serian removidas en 48 horas. Sin embargo en pacientes con LE
esta remoción seria defectuosa y constituirían una importante fuente de
autoantígenos.
Fragmentos de nuevos autoantígenos generados en células apoptóticas por acción de
la luz UVB podrían iniciar y conducir la respuesta autoinmune en esta enfermedad. Se
sugiere que los autoanticuerpos anti Ro y anti La pueden formarse después de la
relocalización de esos autoantígenos nucleares que normalmente están fuera del
alcance del sistema inmune.
En un modelo de lupus neonatal, ratas gestantes fueron inyectadas con anticuerpos
humanos anti-Ro y anti-La. Posteriormente éstos fueron encontrados en hígado, cora-
zón, huesos y piel de los fetos en desarrollo. Lo anterior apoya la hipótesis que los
autoanticuerpos pueden reconocer sus antígenos en la superficie de células apoptóti-
cas in vivo. Microscópicamente se demostró también que estos anticuerpos estaban
unidos a núcleos fragmentados y cromatina en células y cuerpos apoptóticos. Es
importante mencionar que el depósito de estos anticuerpos no gatilló una respuesta
inflamatoria en los tejidos fetales, lo que sugiere que el depósito de anticuerpos es
sólo uno de los factores asociados con la iniciación y amplificación del daño.
Se ha demostrado que tras la ingestión de células apoptóticas, los macrófagos las
fragmentan en pequeños pedazos, su metabolismo se altera, disminuyendo la
producción de TNF-α y aumentando la de TGF-β.
En los pacientes con lupus cutáneo, in vitro, se ha demostrado que la capacidad de los
macrófagos para fagocitar y aclarar las células apoptóticas, está disminuida. Existe
una alteración del sistema fagocítico mononuclear, y tanto la adhesión como la
fagocitosis de los cuerpos apoptóticos están alteradas en los macrófagos de estos
pacientes
Las primeras observaciones acerca del rol del aclaramiento deficiente de células
apoptóticas se realizaron en ratones con la mutación C1q-null. Éstos desarrollaban un
síndrome autoinmune lupus-símil, con aclaramiento defectuoso de las células
apoptóticas. In vivo, C1q se une a las células apoptóticas tardías, y el suero humano
depletado de C1q no permite que los cuerpos apoptóticos sean procesados por lo
macrófagos en forma eficiente. La interacción de C1q con los cuerpos apoptóticos
lleva a la unión de pentraxina 3 y activación del complemento.
Los ratones deficientes en IgM desarrollan un síndrome lupus-símil. Por otra parte, las
IgM se unen a los cuerpos apoptóticos tardíos, reclutando C1q, lo que activa al
complemento y estimula el depósito de C3b en la superficie de las células apoptóticas.
Lo anterior aparentemente contribuye al aclaramiento no inflamatorio de las células
apoptóticas.
También hay trabajos que sugieren que la unión del complemento a la superficie de
las células apoptóticas podría tener un rol en definir las consecuencias inmunológicas
de esas células al ser reconocidas por las CPA. En condiciones homeostáticas,
cuando una CPA encuentra a un cuerpo apoptótico cubierto por complemento, se pro-
duce una inhibición de los marcadores de maduración, salvo por la expresión de
CCR7, que le permite migrar al ganglio linfático.
Pero en presencia de células proinflamatorias, tejido necrótico, gran cantidad de
citoquinas, o incluso la ausencia de citoquinas antiinflamatorias, la ingestión de las
células apoptóticas puede iniciar una respuesta inmune.
Hay trabajos en pacientes con LES con y sin fotosensibilidad que encontraron que la
expresión de antígenos Ro52, Ro60 y La48 en biopsias de piel era 4-10 veces mayor
en los pacientes con fotosensibilidad que en los que no la tenían y que esto se
correlacionaba con los títulos de anticuerpos anti Ro y anti La.
Se realizo un estudio en Chile (a nivel de Santiago) donde la RUV varía durante el año
presentando niveles máximos en enero y mínimos en junio (Dirección de Meteorología
de Chile). El estudio se realizó en 15 pacientes con LES anti Ro+ a quienes se
midieron por ELISA los títulos de anti Ro en junio 2002, enero 2003 y junio 2003. Se
encontró que los niveles de anti Ro variaban con los cambios estacionales de la
RUVS, dado que se hallaron títulos significativamente más altos en enero que en junio.
En este estudio no se encontraron cambios clínicos signicativos, dado que las
manifestaciones como la fotosensibilidad, presencia de eritema o la actividad de la
enfermedad no se modi caron sustancialmente
RADIACIÓN UV
APOPTOSIS CELULAR
Grafico Nº 1.
FOTOPROTECTORES
Fotoprotectores tópicos:
Fotoprotector orgánico: Son los más conocidos ya que actúan absorbiendo la
radiación del sol y la transforman en otro tipo de radiación que no afecta a
nuestra piel. Suelen denominarse foto protectores químicos y son los más
comercializados en el mercado por su facilidad en implementarlo en
formulaciones cosméticas, aunque también son los que producen una mayor
reacción adversa causando erupciones cutáneas y eritemas. Los
fotoprotectores químicos también se subdividen en UVA, UVB y UVA+UVB.
Los UV, evidentemente, absorben radiación ultravioleta tipo A y muy poco de
B. La oxibenzona es el principio activo más utlizado en estos productos.
Sustancias derivadas pertencen al grupo de las benzofenonas, pero
encontramos también otro tipo de sustancias como las antralinas, avobenzona
y el mexoryl SX que, además de absorber la radiación UVA corta como lo hace
la oxibenzona, son capaces absorber todo el espectro UVA y parte del UVB. En
cuanto a fotoprotectores UVB encontramos los PABA, el alcanfor, ácido
sulfónico, salicilatos y el octocrileno (el que menos reacciones adversas
produce). Estas sustancias que absorben el UVB nos protegen frente
EXPRESIÓN DE
AUTOANTÍGENOS
ALTERACIÓN DE CIRCUITOS DE
INMUNORREGULACIÓN
RTA DEL SISTEMA INMUNE
a quemaduras solares en más de un 80%. Cabe decir que, como UVA+UVB
puro, está el dibenzotriazol y el mexoryl XL capaces de absorber ambos rayos,
y además sin penetrar en la piel con lo cuál adquierenpropiedades
físicas provando la reflexión solar.
Fotoprotector orgánico: También conocidos como fotoprotectores físicos o
pantallas, encontramos una series de polvos minerales como el dióxido de
titanio, óxido de zinc, talco, mica, óxido de magnesio o el óxido de hierro. Éstos
forman literalmente una barrera física que refleja y dispersa toda la luz solar
que recibe nuestra piel. No sólo nos protege de UVA y UVB, sino que
también refleja la luz normal y los IR (infrarrojos). A pesar de que no irritan y no
provocan fotosensibilidad, son menos aceptados estéticamente, puesto que
dejan la piel blanca cuando aplicamos la crema, o bien, queda ese aspecto
de color violeta claro cuando las personas salen del agua. Por ello, a veces se
recurre a la adicción de algún pigmento que pueda mejorar el color de la crema
y disimularlo más.
Fotoprotector Natural: Son sustancias que contienen algunas plantas, y que
son capaces de absorber la radiación solar tales como la oliva, extractos de
aloe vera, caléndula, aceite de sésamo, germen de trigo o el aguacate.
Inmunofotoprotectores: Son los antioxidantes, y se encargan de eliminar los
radicales libres que se generan en nuestra piel a causa de muchos factores,
entre ellos, la radiación solar. Cuando se aplica este tipo de sustancias por vía
tópica (en cremas solares), los antioxidantes ayudan a una pigmentación más
acelerada de lo normal cuando ha habido exposición a UVA y reducen el
eritema o rojez producida por el UVB. ¿Cuáles son los más conocidos? El más
utilizado es el ácido ascórbico o vitamina C , que además estimula la síntesis
de colágeno con lo que la reparación de tejido dañado es aún más rápida.
También la vitamina E o alfa-tocoferol protege frente al UVB y suele
combinarse con la vitamina C para una mayor eficacia. Como otras sustancias,
tenemos los carotenoides ( la luteína es un claro ejemplo), flavonoides (se
utilizan de la silimarina y del trébol rojo), Omega-3 (los ácidos grasos como el
linoléico y linolénico proporcionan efecto antiimflamatorio y antioxidante
además de fotoprotector) y Polifenoles del té verde (reducen eritema y la
inflamación cuando hay quemadura solar).
Fotoprotectores sistémicos: Básicamente es el mismo grupo de
inmunofotoprotectores comentados anteriormente, pero esta vez se administran
por vía oral ( cápsulas, comprimidos, solución) en vez de utilizar la vía tópica. Uno de
los aspectos fundamentales que hay que destacar es que al ser sistémicos su
protección es global, o sea, actúan en toda nuestra piel. Entre éstos encontramos:
CONCLUSIÓN.
Si bien conocemos muchos mecanismos a un nivel molecular, hoy todavía estamos
lejos de conocer a ciencia cierta realmente cual o cuales de todos estos estarían
involucrados en la patogenia final de esta enfermedad. Probablemente todo lo que el
paradigma actual nos muestra; en un futuro ya no sea así, pero como médicos
ninguno desconoce esta verdad. De nosotros depende que quienes padecen esta
enfermedad sepan como evitar lo que es evitable. ¿Y de que forma podemos realizar
esto? Educando y acompañando a nuestros pacientes, entablando una relación
médico-paciente a lo largo del tiempo, lo que nos va a posicionar como una parte
fundamental dentro del trabajo interdisciplinario que esta patología requiere
BIBLIOGRAFIA:
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Herrera-Esparza R, Avalos-Díaz E, Moreno-Rodríguez J. Biología de los
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Edición. Zacatecas, Méx 1997; cap-2, cap-4, cap-5
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