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Julian
Nota adhesiva
PAIDEÍA, NÚMERO 106

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ción, esto no sería posible. Por eso hayque seguir una serie de reglas que sedetallan, especialmente, en el capítulonueve, aunque todo el estudio versesobre las mismas.

¿Por qué escribir hoy un texto sobrelas formas de dialogar y comunicarnos?Precisamente por esto: “Estamos en la so-ciedad de la comunicación, pero continú-an en ella los conflictos por falta de co-municación. La gente está bien informadasobre gente que no se comunica” (página10). Por eso el libro tiene un enfoque filo-sófico (teórico) y práctico. Y es que la fi-losofía ha sido siempre un reflejo de supropio tiempo y de sus situaciones pro-blemáticas, que trata de orientar. Bilbenyse encuentra ahora con una sociedad deconflictos y quiere intervenir en ellos. Nolo hace ex novo. En el capítulo primerorecuerda a Aristóteles, que hablaba de laciudad pluralista y no uniformista, poreso “ha de fomentar el diálogo” (página19) para alcanzar la “igualdad en la reci-procidad” (Política, 1261b). Buen lemapara nuestro siglo XXI.

La actualidad de este texto de Bil-beny está fuera de toda duda, como dia-riamente muestran las situaciones en lasque transcurre la vida individual y colec-tiva.

P.Actualidad del pensamiento crítico

Dussel, E. (2016). 14 tesis de ética. Ha-cia la esencia del pensamiento crítico.Madrid: Trotta, 214 páginas.

El filósofo argentino E. Dussel, na-cido en La Paz y exiliado a México en

Siempre el diálogo

Bilbeny, N. (2016). Reglas para el diá-logo en situaciones de conflicto. Barce-lona, Madrid: Universitat de Barcelona,Catarata: 190 páginas.

Bilbeny es catedrático de ética en laUniversidad de Barcelona. En plena ma-durez intelectual y humana parece preo-cupado por “el problema de la falta dediálogo” (página 7) en la sociedad actualy el incremento paralelo de los conflic-tos. ¿Podrían resolverse los conflictosmediante el diálogo? Si no se hace así,se corre el peligro de la eliminación delos contrarios. Resulta que “el logos es,por naturaleza y cultura, concertante,nunca contrincante” (página 14).

Dialogar es propio de los sereshumanos, porque tenemos la palabracomo distintivo de los no humanos parasuperar la cultura del conflicto en la queno podemos instalarnos. Por eso hemosde conocer las estrategias de solución delos conflictos y establecer la estructurade la negociación para que no acabe mallo que empezó bien. Sin descubrir laestructura del diálogo y de la conversa -

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1975, huyendo de la persecución pero-nista en su país, conoció desde su naci-miento la pobreza. Así se expresa sobreel asunto: “La Paz era un pueblo pobre.Fuera de unas pocas cuadras, con callesde tierra, las chozas de los campesinos,paupérrimos, me dieron desde siempre laexperiencia del sufrimiento, de la miseria,de la dificultad del pueblo” (en “Anthro-pos”, Barcelona, 1999, página 14). Luegovino su compromiso en la Universidadcontra el peronismo, que le condujo a lacárcel y al exilio. Quizás estas experien-cias le hicieron pensar siempre en elOtro y le llevaron a actuar con una pra-xis de liberación hacia las víctimas. Sutrayectoria intelectual, dura y en pers-pectiva de integración, es de primeramagnitud, con 90 obras públicas.

Aunque en la tapa se diga que estosapuntes para las clases de filosofía “sonel mejor compendio del pensamiento deDussel”, quizás el título más sistemáticoy completo sea Ética de la liberación enla Edad de la Globalización y de la Ex-clusión, en su última edición de 2011 yantes en 1998 por esta misma editorial.El título no deja lugar a dudas acerca delcompromiso de izquierda de este gran in-

telectual de la América Latina. Muchohan influido en él Marx y Gramsci, asícomo Adorno, Jaime Guerra, Rico euro yLevinas.

Puede decirse que la construcciónde su pensamiento ha pasado por tresetapas influencias. La primera, en la dé-cada de los 70, es la Teología de la libe-ración con el estudio del cristianis mo, laIglesia en Latinoamérica y la liberaciónde los pobres.

La segunda cubre la década de los80, con el internamiento en el marxismoy la explotación del trabajo. Frente al sercomo cogito cartesiano, el ser como tra-bajo. En el marxismo de una dimensiónhumanista y una buena base para laemancipación de la humanidad. En ElCapital hay una ética, que debe recupe-rarse.

A partir de los 90 llega a la ética dela liberación, proponiendo que los lati-noamericanos reconozcan su alienacióny opresión, punto de partida para poderponerse en camino de su liberación.

Se trata de un proyecto polémico,que no dejará a nadie indiferente. Y es“una ética de la liberación desde las víc-timas, desde los pobres, desde la exterio-ridad de su exclusión” (página 15 de laedición de 1998 en Trotta). Esto le llevaa tener que superar los aspectos históri-cos más relevantes de la tradición ética,como el helenocentrista, el occidentalis-mo, el eurocentrismo y el colonialismo,así como a enfrentarse críticamente conla modernidad. Ya no tiene sentido elpensamiento único, porque la pluralidades un hecho inevitable.

Estas 14 tesis son el material queempleaba el autor para sus clases de éti-

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ca, a modo de apuntes. Tratan de ser cla-ras y sencillas para que puedan entenderlos estudiantes su pensamiento crítico.En ellas define la ética como “teoría ge-neral de los campos prácticos” (página15), por lo que es teoría y no simple-mente ética descriptiva, y abarca todoslos campos en que se encuentra implica-da la acción humana. Así, igualmente,una fijación de la distinción entre moraly ética, y concreta su principio materialy formal, sus posibilidades, operabilidady validez.

Dedica la segunda parte a la éticacrítica como prima filosofía, con espe-cial atención al Otro y a la praxis de li-beración, concluyendo en que “no es unamoral del sistema vigente, sino unapuesta en crisis de lo vigente desde lanegatividad de las víctimas” (página194).

J.A.

La filosofía como herramienta deformación imprescindible

Fernández Liria, C., (2016). ¿Para queservimos los filósofos? Madrid: Catarata,174 páginas.

Este es un texto digno de considera-ción detallada por su contenido, por elmodo de formulación de sus tesis, por labrillantez de exposición en algunos capí-tulos y por la posición personal y mili-tante en favor de la filosofía, entre otrasrazones.

La primera edición es de noviembrede 2012, lo que explica la dedicatoria aQuintín Racionero, aunque, quizás, nopudiera ya leerla, puesto que se lo llevóel cáncer en octubre de ese mismo año.Entonces no pudimos hacer el comenta-rio, por lo que lo elaboramos ahora,aprovechando la publicación de su se-gunda edición.

El libro ofrece una respuesta sólidaa la situación en que nos encontramos,especialmente respecto a la filosofía. Enuna entrevista de hace un par de añosFernández Liria describía así el momen-to de la filosofía: “A la devastación in-troducida por el Ministro Wert en la en-señanza secundaria hay que sumar lasituación en la que el Plan Bolonia y lacrisis económica van a dejar las faculta-des de Filosofía”. Wert ha sido, sin duda,el peor ministro de Educación que he-mos tenido que sufrir en democracia y,sin embargo, disfruta ahora de un retirodorado como embajador en París. En es-tos momentos, y no sé si por mala con-ciencia, o porque parecen pintar bastos,el Instituto Nacional de Evaluación Edu-cativa (INEE), dependiente del Ministe-rio, acaba de sorprendernos, pidiendo ala SEPFi colaboración, en cuanto grupode expertos, para la elaboración de laprueba de Evaluación en el curso 2016-17. Lo que anteriormente se llevó a cabo

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en el más absoluto de los secretos pareceaflorar ahora a la luz para despiste gene-ral. Resulta todo demasiado sospechosocomo para fiarse de las buenas intencio-nes políticas.

Los seres humanos se asombranante lo que no saben y el estupor lesconduce a hacer preguntas. Por tanto, sepodría decir que en su constitución estáel preguntarse. A Diógenes, el cínico,que le ofrecían para compraventa en unmercado de esclavos, el comprador inte-resado le preguntó: ¿Y tú para que sir-ves? A lo que éste contestó, sin titubear:Para gobernar. El capítulo uno preguntapara qué sirve la filosofía y contesta que“debería ser imprescindible para com-prender lo que está ocurriendo” (página23). Si esto es verdad, el servicio no se-ría poco, sino, ciertamente valiosísimo.Y lo que está ocurriendo es nada menosque “la destrucción de la enseñanza pú-blica estatal” por medio del “salvajismoneoliberal” (página 24), que nos estafa,con el objetivo de adaptar tanto la Uni-versidad como la Enseñanza Secundariaa los mercados. Servir para algo se agotaen eso a lo que sirve, pero hay cosas másimportantes, como servir a la verdad, porejemplo. Sócrates y Platón creían en lafilosofía como forma de gobierno de losciudadanos, por eso condenaron a muer-te al primero y al otro, a refugiarse en laAcademia.

Fernández Liria empieza evocandola figura de Sócrates, que es “una para-doja” (página 31). Los atenienses no lesoportaban porque resultaba muy moles-to, al interrumpir toda conversación consus inquietantes preguntas, que producí-

an, al final, “tensión política” (página41), lo que era un gran problema. Se pre-gunta si también en el siglo XXI le con-denaríamos. Probablemente lo haríamos,porque no soportamos a quien cuestionenuestras convicciones.

Con Sócrates se pone en camino ha-cia Platón, que en su Academia exigió sa-ber geometría para poder entrar: “¿Quetiene de sorprendente la geometría?”(página 47). Que mediante ella el escla-vo de Menón fue capaz de conocer igualque los hombres libres. De este modo, elesclavo era igual al amo en su capacidadde razonar. La razón, pues, tiene derechoa establecer las leyes de una sociedad.Todos deben someterse a las leyes(demo-cracia), siendo así la razón la nor-ma suprema. La razón es consustancial ala filosofía y esto explica el modelo delRey Filósofo, tan cuestionado, criticadoy malentendido. Se trata, simplemente,de que gobierne la razón, las leyes, y deque nos sometamos solamente a ella, sinlos intermediarios que tanto abundan:creencias, ideologías, religiones, nacio-nalismos, supersticiones, tradiciones, in-tereses y demás poderes, ni siquiera al“poder salvaje más potente, el capitalis-mo” (página 57), para actuar de formaindependiente, como ilustrados que de-bemos ser, con objeto de construir “unaciudadanía universal” (página 58) desdela fraternidad revolucionaria francesa enun Estado moderno, que no asimile elcapitalismo, sino que mantenga los dere-chos consolidados de los trabajadores:“Acabar con el Estado hoy en día seríacomo dejar a la clase trabajadora en pe-lotas” (página 59).

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Para todo esto hay que poder mani-festar públicamente lo que pensamos,aunque no fuera lo útil (la Filosofía nose ocupa de lo útil, por eso no se agotaen la utilidad), pero sí “lo justo y lo ver-dadero” (página 63). Poner la educaciónal servicio de la sociedad, es decir, delmercado, puede ser útil para determina-dos intereses, pero habría que pensar sies, igualmente, justo y verdadero. Sólocuando sometamos toda nuestra vida a larazón, como única autoridad, podremosser libres. Otro de los temas de la Revo-lución francesa es, precisamente, la li-bertad que estuvimos a punto de lograrmediante el proyecto ilustrado, que, fi-nalmente, se truncó.

Igualmente ha sido muy mal enten-dida la alegoría de la caverna de Platón,que tantas veces evocamos con entusias-mo. De momento debemos desterrar denuestra interpretación la tesis de los dosmundos, porque sólo hay uno, este mun-do. Lo que sí hay son dos formas de ver-lo, comprenderlo y actuar en él. La filo-sofía ve este mundo en la perspectiva dela Verdad, la Justicia y la Belleza, ésta esla cuestión, en lugar de verlo desde losprejuicios, las tradiciones, las costum-bres y las culturas propias. Recupera asíFernández Liria los denominados tras-cendentales: Verdad es “la luz que ilumi-na al mundo para la razón teórica, Justi-cia es la luz que lo ilumina para la razónpráctica (página 75). También está lailuminación mediante la Belleza, o elsentimiento desinteresado y en sí.

El desinterés nos conduce a la Filo -sofía, que es un saber por saber, sabiduríapara nada, desinterés radical, que permite

centrarnos en otra clase de “intereses máselevados” (página 82), como los tras -cendentales. Esto lleva a la filosofía a lapregunta por el ser u onto-logía, porquelas cosas son entes en lugar de nada.

Resumiendo, “Verdad, Justicia yBelleza no son quimeras platónicas, sinotres tensiones políticas insobornablespara este mundo” (página 87). Y si al-guien preguntara por la Propiedad, loque no sería extraño en la sociedad capi-talista en que vivimos, también la filoso-fía tiene respuesta. Si una gran parte dela población carece de medios propiospara poder vivir, entonces no puede ha-ber ciudadanía o fraternidad, porque noseríamos independientes, sino subordi-nados a otro, al mercado, en suma: “lascondiciones para la independencia civilson condiciones materiales” (página 91)y, si faltan, entonces la igualdad no seríaposible, quedaría en un flatus vocis (porcierto, en esta segunda edición se podríahaber corregido la expresión que aparececomo flatus voci, desgraciadamente).

La filosofía sirve para avanzar entodo esto, formando un verdadero pro-greso de la libertad contra el dique delcapitalismo que la obstaculiza. Hay quecuidar la razón, que es muy frágil, anteenemigos tan poderosos como las estruc-turas económico-capitalistas actuales.Aquí avanza Fernández Liria una tesisfuerte, afirmando que la Ilustración esheredera de Sócrates, Platón y Aristóte-les y enfrenta al materialismo (de lo quese reclama seguidor) con el idealismo:“El idealismo siempre tiene ganada labatalla del sentido común” (página 125).Y termina aplicando esta fragilidad de la

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razón a la Universidad, como el ejemplomás evidente de lo que el neoliberalismosalvaje ha convertido en su propio feu-do, destruyendo la enseñanza pública yhasta la función pública. Hoy decidenbancos y mercados la adecuación de laeducación racional a las demandas so-ciales, con la consiguiente derrota de laIlustración. “Las conquistas de la razóncuestan siglos” (página 171), mientrasque en la actualidad se ha colonizadotodo sin demasiado esfuerzo. Esta es lainquietante situación que nos inunda yhay que preguntarse si en ella es todavíaposible llevar una vida digna y virtuosa.La situación puede resultar insostenibleya. ¿No habrá que volver a los antiguosideales de la Revolución francesa y laIlustración? Desde luego, no se puedeaplaudir el actual capitalismo sin alma.

Terminamos con el prólogo, que escomo el epílogo a la primera edición, se-gún el autor. En él responde inmediata-mente a la pregunta del titular: “los filó-sofos no sirven para nada, pero,precisamente por ello, deberían servirpara gobernar” (página 12). La materiade filosofía importa, precisamente, parael resto de las asignaturas, porque lo quefalta en la actualidad es teoría, es decir,considerar “el conocimiento en sí mis-mo” (página 15) y no con vistas a otracosa en la que se agota. Conviene saberque si se originaron las ciencias en laAntigua Grecia fue debido a que la filo-sofía desterró “el poder de los poetas yel mundo de la mitología y la religión”(página 16). ¿Acaso no nos persiguenhoy en nuestra vida ‘mitos’ y ‘religio-nes’? Sigue siendo necesario pensar y no

sólo producir. De este modo la filosofíacontinúa resultando imprescindible paragobernar nuestras vidas y nuestra socie-dad con el imperio de la ley y la razón.

Julián Arroyo Pomeda

Comprendiendo a Foucault

Foucault, M. (2015). La ética del pensa-miento. Para una crítica de lo que so-mos (Edición a cargo de Jorge ÁlvarezYagüe) Madrid: Biblioteca Nueva, 400páginas.

Considero a Michel Foucault uno delos filósofos más importantes del sigloXX. Por supuesto que esta afirmaciónpuede problematizarse, empezando porel carácter poco convencional de lafilosofía de Foucault y por la propianoción de “importante”. Seguro que elmismo Foucault lo haría: ¿para quién esimportante? ¿Por qué constituimos aalguien como importante y en función dequé? En todo caso es uno de los filósofosmás estimulantes que he leído y uno delos que más me han hecho pensar. Pensarquiere decir aquí, por supuesto, pensarde otra manera que como habitualmentelo hacemos.

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Dentro de la clasificación habitualde la obra de Foucault (aunque, comosabemos, él mismo cuestionaba la no-ción de obra y de autor) lo que se consi-dera su tercera etapa es, para mí, la másinteresante. Estamos hablando sobretodo de lo que produce desde mediadosde los setenta. Producción que no es bá-sicamente escrita, ya que básicamente loque publica son los tres volúmenes de suHistoria de la sexualidad. Está, por elcontrario, centrada en los cursos que rea-liza en el Collège de France, que empie-zan centrándose en las formas de poderno disciplinario y que se desplazarán ha-cia la temática del cuidado de sí. Quevan desde su marco histórico de análisishabitual, que es el de la Modernidad (so-bre todo sus inicios) hasta la época hele-nística romana y el cristianismo primiti-vo. Todo ello mientras su proyecto deanálisis de la sexualidad se traslada a lareflexión sobre las tecnologías del yo.

Pero si lo más importante fueronsus cursos, la dificultad que nos encon-tramos es que estos no se han ido escri-biendo, sino que se van publicando tar-díamente a partir de grabaciones. Hay,por tanto, un trabajo abierto de compren-sión de Foucault, que está en curso y quemateriales como los publicados en estelibro enriquecen notablemente. Hay quedecir que esta edición es exquisita y hayque celebrarlo. Lo es la introducción, lasnotas y la parte que le corresponde a Jor-ge Álvarez Yagüez en la traducción (laotra parte le corresponde a HoracioPons, un clásico en la traducción de Fou-cault). Los textos y las entrevistas, ma-yoritariamente no traducidas anterior-

mente al español, están muy bien selec-cionados.

Destacaría del conjunto algunostextos (la mayoría de los cuales sontranscripción de conferencias): “Sobre elcomienzo de la hermenéutica de sí”, “Laparresia”, “El sujeto y el poder” y “Lavida, la experiencia y la ciencia”. El pri-mero de los tres me parece imprescindi-ble, entre otras cosas porque el curso delque habla, “La hermenéutica del sujeto”me parece el curso de Foucault más ex-traordinario y sugerente de todos los queestuvo dictando de 1970 a 1984, que yaes decir. Se trata de la transcripción dedos conferencias que aportan muchosmateriales que nos permiten comprendermejor este curso, sobre todo la transfor-mación que se da en los ejercicios espiri-tuales (por utilizar el término de su que-rido Pierre Hadot) de la antigüedadtardía al cristianismo. El artículo “La pa-rresia” (transcripción de una conferenciaen Grenoble) es altamente interesante,ya que, como sabemos, es una prácticaque plantea inicialmente ligada al cuida-do de sí pero que pasará a ser el centrode los dos últimos cursos, en el que apa-recerá en su dimensión política y comomodo de vida filosófico respectivamente.El último escrito, “El sujeto y el poder”es más que fundamental, ya que Foucaulthace un esfuerzo sintético para explicarsus conclusiones sobre la cuestión delpoder en relación al hilo conductor delproblema de la subjetividad, que definecomo el central de sus trabajos.

También vale la pena citar, aunquesea menor, el que titula “La vida: la ex-periencia y la ciencia”, sobre todo porque

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es un elogio explícito a su maestro Geor-ges Canguilhem. Mi amigo FranciscoVázquez García, gran experto en Fou-cault y en Canguilhem, siempre me ha-bía dicho que éste había sido su influen-cia fundamental, aunque no lo dijeramuy explícitamente. Esta es la oportuni-dad de leer este reconocido e inteligentehomenaje.

Igualmente merecen citarse tres en-trevistas: la que le realizan en 1981 J.François y J. De Witt, la de varios filóso-fos norteamericanos importantes sobrepolítica y ética en 1983 y la A. Fontanasobre estética de la existencia en 1984.Hay que entender el papel fundamentalque tienen las entrevistas para seguir latrayectoria de Foucault. Son un comple-mento necesario para seguir el hilo con-ductor de unos trabajos que son comple-jos y que se van construyendo sobre lamarcha, de una manera muy creativa. Laprimera de las tres entrevistas es crucialporque está centrada en el tema de laconfesión, en el momento en que acabade dar el curso sobre “Subjetividad yverdad”, que marca un punto de rupturacon la problemática de la biopolítica enla modernidad y le orienta hacia la anti-güedad y la relación que se establece en-tonces entre el sujeto y la verdad. Hay,además, una exposición muy precisa porparte de Foucault de algo que ha dadomuchos malentendidos que es su posónrespecto al psicoanálisis, más específica-mente el lacaniano. Lo primero es des-marcarse totalmente de uno de sus librosjuveniles, que es Enfermedad mental ypersonalidad. Luego marcar los dospuntos que para él son claves: por unaparte su carácter terapéutico, un trabajo

sobre sí ligado al invento de la confe-sión. Aquí su eficacia es, dice, simbóli-ca, como el del chaman: funciona en lamedida en que el paciente se lo cree. Porotra parte hay un elemento de control,que es el de un poder pastoral que dirigela conducta a través de la dirección de lamente.

La segunda entrevista, sobre la de-finición de su trabajo como genealogíade la ética es también clarificador. Perome queda siempre la sensación de quehay una cierta ambigüedad, una ciertaconfusión entre los términos ético y mo-ral en Foucault. Aunque parece que laética hace referencia a un arte de vivir yla moral a un conjunto de normas (obli-gaciones, prohibiciones) la diferencia nosiempre queda clara. En todo caso la en-trevista no tiene desperdicio. La últimaentrevista, muy breve, de A. Fontana,complementa muy bien la anterior.

En el libro aparecen por tanto todaslas problemáticas de lo que se ha llama-do “el último Foucault”. Con matices,interrogantes y giros de un pensar quetiene una tremenda potencia, que no so-lamente interpela al interlocutor sino quese interpela a sí mismo.

Se trata en definitiva de un libro ab-solutamente fundamental para quienquiera seguir avanzando en la compren-sión de Foucault. Pero que puede ser lapuerta de entrada de todos aquellos que,sin ser especialistas, quieran profundizaren la obra abierta y dinámica de éstegran filósofo contemporáneo. Y el títuloes acertado, por cierto, porque sí hay enMichel Foucault una ética muy clara delpensamiento.

Luis Roca Jusmet

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Fraenkel, C. (2016). Enseñar Platón enPalestina. Trad.: A. Herrera Ferrer. Bar-celona: Ariel, 242 páginas.

Fraenkel, nació en 1971, en Berlín,y es profesor de filosofía en Montreal,Universidades de Oxford y Mc Gill. Noes nada académico y durante ocho añosse propuso la aventura de recorrerdistintos lugares universitarios, a partirdel año 2000, para discutir cuestionesque afectan a los interesados, empleandoherramientas filosóficas.

En El Cairo aplicó la “cultura deldebate”, que es el método que él defien-de, con musulmanes y egipcios. Es ateo,mientras que sus amigos egipcios teníancompromisos religiosos muy firmes. Sinembargo, pudieron hablar y el resultadofue que no se convirtió al islam, ni ellosse volvieron ateos. Avanzaron en lapráctica filosófica, sin hacer proselitis-mo, y aprendieron a “enfocar la diversi-dad y el desacuerdo” (página 18), nadamás, pero tampoco nada menos. Y todoesto lo que nos cuenta en este libro.

A Palestina fue con Platón en laUniversidad de Al-Quds. Allí analizaron

la Apología y se detuvieron especial-mente en el conocido texto que afirmaque la vida sin examen no vale la penavivirla. Examinó con sus alumnos “lasnaciones religiosas de una manera socrá-tica” (página 32), mientras ellos mante-nían la verdad del islam. Fraenkel intro-dujo el interrogante de si no habría queexaminar las diferentes interpretacionesdel islam, incluso aceptando que fueraverdad. Después entraron en el tema delconocimiento y desde aquí se plantearonsi un gobernante tiene que ser sabio parapoder aplicar la justicia. ¿Es justicia laviolencia? Muchos decían que sí, aunqueél cree que “el pluralismo requiere acep-tar las diferencias reales” (43).

En Indonesia el tema tratado fue elde “las relaciones entre ética, política yreligión” (página 49). Un tema candenteallí es el de la democracia. ¿Por quéaceptarla, si es un concepto de importa-ción occidental cerrado? (página 52).Como quiera que sea, el asunto debe serplanteado por la filosofía con sus propiasherramientas. Si les hace caer en la per-plejidad, esta “siempre puede ser unapuerta hacia la filosofía” (página 67).

Se encuentra con estudiosos de lacomunidad judía y trata de “averiguar sipodemos usar la filosofía para resolverlas preocupaciones de la vida real” (pá-gina 70). Para ello propone estudiar laApología y el Eutifrón de Platón y plan-tear lo que sea una buena vida. A los es-tudiantes hasídicos les propone comovías Maimónides y Espinoza, que elloshan leído. A la tradición la pone frente ala razón y la razón acaba en Dios comovía de la vida. Discuten el tema clásico

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de si las normas morales son válidasporque son queridas por Dios o tienenvalidez objetiva. Y les trae a cuento laGuía de perplejos de Maimónides paraintroducir que quizás no haya certezasabsolutas. Les atrae más Espinoza, por-que consideran que fue valiente y noquiso fingir que sus ideas coincidían conel judaísmo tradicional, por eso le exco-mulgaron. Por último, acaba interesán-dose por Nietzsche y discutiendo lo de“Dios ha muerto”.

El autor salta luego a Brasil y de-semboca en un Instituto de Itapuá, a lasafueras de Salvador, la capital del Estadode Bahía. Allí pregunta a los estudiantesqué significa justicia y democracia. Loschicos le preguntan, a su vez, si cree enDios, porque, según ellos, “todos los fi-lósofos son ateos” (página 99). Él, sor-prendido, les pregunta si las normas mo-rales se fundan en Dios y dependen deÉl, tratando de lanzarles la idea de que lafilosofía puede ser parte de la vida co-rriente.

Su quinta experiencia sucede enAkwesasme, “una de las mayores reser-vas mohawks de Norteamérica, dondeviven 12.000 mohawks. Con ellos hablade valores en conflicto, de soberanía ytradiciones, etc. Y de nuevo les proponeque la filosofía también puede ayudar enestos temas. Los mohawks le dicen queellos tienen organizada su vida y su co-munidad, por lo que no necesitan nadade un filósofo, algo que Fraenkel les res-ponde que con la filosofía ofrece “herra-mientas para pensar en esas cuestiones yayudar a que la discusión arranque” (pá-gina 121). A su vez, ellos podrían “ense-

ñar sabiduría mohawks al mundo” (pági-na 126). Igualmente, tienen un gobiernovigente, pero eso no es obstáculo parapreguntarse quién debería gobernar. Tam-bién hay que reflexionar sobre la propie-dad que para ellos es común, lo que noimpide que si alguien intenta estropear sujardín le peguen un tiro con su escopeta.

Así que éstas han sido las discusio-nes que ha tenido Fraenkel con palesti-nos, indonesios, judíos causídicos, brasi-leños y mohawks. En la segunda parteofrece sus conclusiones sobre lo que lafilosofía puede hacer en la vida cotidia-na, mediante la metodología del debate.

Lo primero es dejar claro que la fi-losofía es la búsqueda de la verdad y quehay que hacerlo conjuntamente. En nin-guna de las experiencias anteriores se haalcanzado dicha verdad, es cierto, perose han ofrecido razones válidas paraello. Enfatiza que es precisamente en elInstituto donde hay que transmitir estasherramientas básicas y cultivar la culturadel debate, en lugar de imponer la coer-ción y la imposición de verdades absolu-tas. Podemos ser falibilistas, pero no ab-solutistas. Esto no significa rechazar lastradiciones religiosas y culturales, perode la misma manera éstas deben estarabiertas a las interpretaciones y las revi-siones (página 175), dejando que las per-sonas se expresen con libertad. Kant en-señó que únicamente tiene valor moralintrínseco la “voluntad autónoma” (pági-na 160) y que uno es libre cuando puedehacer “uso público” de la razón. Inclusocuando algo sea cierto, tenemos que de-fenderlo en un debate. Si no lo hacemosasí, serán otras instancias las que nosirán moldeando y convenciendo.

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¿Por qué consideramos todavía quelos desacuerdos son “una amenaza parala paz social”? (página 186). Esto no esverdad, sino que “la diversidad es algointrínsecamente bueno” (página 188),escribe Fraenkel, aunque debemos man-tener nuestras certezas y convicciones.Ahora bien, el único eurocentrismo quecabe es el crítico. Esto no es relativismo,porque, entre otras cosas, “si no hay va-lores universales, no puede haber unaobligación universal de reconocimiento”(página 191). Siempre existirán diferen-cias y la filosofía puede debatirlas Desdela escuela.

Nos acercaremos a la verdad –función esencial de la filosofía– siexaminamos nuestras creencias y valoresde modo crítico. Debatir hace posibleprogresar. Para quien todo está yadefinitivamente concluido no puedehaber progreso. La filosofía ha deintegrarse en la sociedad para seguirhaciendo revisiones siempre, sin pararsey avanzando. El acercamiento a la verdadda un valor positivo a las diferencias.

Tampoco faltan notas, bibliografía eíndice temático. Cualquiera puede leereste libro, aunque no sea un experto.Cuestiona, provoca y plantea mucha per-plejidad en unos debates muy dinámicos.

Julián Arroyo Pomeda

Todo se va destruyendo sin remedio

García Ruiz, A (2016). Impedir que elmundo se deshaga. Por una emancipa-ción ilustrada. Madrid: Catarata, 117 pá-ginas.

Este es el tercer volumen de la co-lección “Pensamiento 21”, dirigida porManuel Cruz. Continúa con los mismosobjetivos de los volúmenes anteriores.Tiene un gran rigor intelectual, sin dejarde exponer en un lenguaje claro e inteli-gible los contenidos que analiza. Ahorase propone pensar la herencia ilustradade hace unos siglos, pero lo hace a la luzdel presente para transformar lo que hayen el momento actual. Esto es urgente ynecesario, si no queremos resignarnos aque nuestra actual existencia quede des-truida. Según A. Camus, cuya cita sirvede guía, hoy no se puede ya rehacer elmundo, pero, al menos, podemos impe-dir que se deshaga. De aquí viene el títu-lo completo que se da a esta entrega.

Claridad desde el principio. Necesi-tamos “pensar desde el presente” para“dar cuenta de lo que nos sucede” (pági-na 9). Lo que hay que pensar es el pasa-do nada lejano. La Revolución Francesanos dejó tres pilares: libertad, igualdad,fraternidad (página 12). La pregunta es“qué significado tendrían hoy aquellaspalabras” (página 13). A esto dedica laautora los tres primeros capítulos, termi-nando con una coda.

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El tema de la libertad se ha conver-tido en un asunto incluso popular. Es in-vocada la idea desde el mundo educativohasta el universo económico, social ypolítico. No podrá decirse que carece deéxito. Así que es una especie de tesoro.Otra cosa es lo que se entienda por liber-tad. García Ruiz acude aquí, primero, aHannah Arendt, que asistió al derrumbede la misma en los Estados Unidos conel caso denominado Watergate, ponien-do en tela de juicio la democracia.¿Cómo se llegó a tal situación de crisis?,o lo que es lo mismo: “¿cómo pensar elpresente en tanto que crisis?” (pági-na 16). Analiza todo esto en dos de susobras: Sobre la revolución y Crisis de laRepública. En la primera contrasta la re-volución norteamericana con la francesa.No se trató de luchar por la liberaciónindividual frente a poderes opresivos,sino de “la fundación de una libertad encomún y la necesidad de establecer insti-tucionalmente su sistema político fiel aesta realidad” (página 20), que fuera un“espacio de la libertad en común” (pági-na 26). Esto es lo que podía haber sido,pero no fue.

De tal manera defiende la idea de li-bertad Estados Unidos que llega hasta acometer desmanes en base a ella. El indi-vidualismo en aras de la libertad campaseguro, a veces, incluso en las institucio-nes públicas. Sin embargo, lo comunita-rio queda más ensombrecido y las discri-minaciones racistas y de violenciaarmada están a la orden del día, sin quenadie se atreva a establecer algún tipo decontrol.

En la Crisis... reconoce el desmoro-namiento de “aquel espléndido poder

emancipatorio” (página 18). La autori-dad no puede ser subordinación, sinorespeto. Sin embargo, cada vez estamosmás sometidos a los poderes, por lo quese da rechazo y desafección cada vezmayores, en lugar de trabajar por las ins-tituciones. Nos encontramos ante “la po-lítica de la mentira” (página 40), que seinstitucionaliza con más fuerza y legiti-midad que nunca antes. La participaciónpolítica escasea en los gobiernos europe-os y estadounidenses y la amplitud delos Estados impide ya la democracia di-recta y hasta la libertad política. Por esono es de extrañar el “melancólico texto”(página 15) de Arendt, de 1975, A casa adormir. Los espacios públicos escaseany crear un Consejo Estatal, por ejemplo,tiene muy pocas posibilidades, quizás serealice, como mucho y en todo caso, “trasla próxima revolución”, dice Arendt, se-gún cita García Ruiz (página 47).

Pasemos ahora a la igualdad. Si to-davía se habla de la libertad, el asunto dela igualdad ya ni se nombra. En la pro-funda situación de la crisis actual lo quese ha incrementado son las desigualda-des y pensamos que el estado de bienes-tar, propio de las formas de socialdemo-cracia, puede no volver más. Las clasesmedias se van destruyendo y ya no que-dan más que ricos (pocos, pero con unaumento in crescendo) y pobres (ahorala inmensa mayoría), que carecen inclu-so de lo más básico, como la necesidadde alimentación y cobijo familiar. Así lapolarización es un hecho.

La gravedad del tema de la igual-dad es la de ser “la condición de posibi-lidad de la política misma” (página 49),lo que es demasiado serio. Aquí la autora

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se inspira en Rancière. Por tanto, no esuna cuestión económica solamente, sinopolítica, la desigualdad política, que dis-crimina la capacidad de todos para inter-venir en los asuntos públicos en los quela igualdad “es una condición de parti-da” (página 56), lo mismo que para lademocracia. Ambos conceptos -libertade igualdad- se comunican, por lo que Ba-libar emplea el término de egaliberté.García Ruiz indica la fragilidad (página75) de los mismos. Quienes enfatizandemasiado la libertad lo suelen hacer acosta de orillar la igualdad, pero una li-bertad sin recursos al final se queda va-cía y es puramente formal.

Para que dicha fragilidad tengafuerza hace falta la fraternidad, pero eneste concepto es todavía más difícil esta-blecer su auténtico significado. De entra-da, se trata de un “principio político”(página 66) para cimentar la sociedad ci-vil de personas libres e iguales. No puedefuncionar sin un programa para ser puestoen práctica. Se parte de la idea de la vul-nerabilidad de los humanos, de aquí lanecesidad de crear condiciones sosteni-bles. Vulnerabilidad apunta a “que ningúnser humano se basta a sí mismo” (página84), por lo que el cuidado es algo impres-cindible. Hay que superar tanto el modelocontractualista como el paradigma delhomo economicus. Así lo exige “una con-dición diferente del ser humano” (página86). Tampoco es válido el modelo de unvoluntariado “como sustituto de la políti-ca de bienestar social” (página 105). Estebienestar es el que va desapareciendo y,mientras tanto, los poderes públicos res-piran aliviados porque los numerosos vo-luntariados cubren tal servicio.

Finalmente, hay que pensar condetenimiento la idea de fraternidad,porque, según Arendt, “la discriminación[...] puede matar personas sin derramaruna gota de sangre” (página 106), dicemuy expresivamente.

Antes de terminar, habría que pre-guntar en nombre de quién se articularonlos tres pilares revolucionarios. Es fácilresponder que en nombre del pueblo, sí,pero la cuestión pendiente está en fijarquién es el pueblo. Debe ser un “opera-dor político” (página 112), es decir, lafrontera con el poder. No es una identi-dad, sino quien denuncia toda exclusión.No se trata de ponernos bajo la autoridadlegítima de quienes nos gobiernan, por-que, de lo contrario, el populismo puedeacabar en totalitarismo, según su amena-za. Esta idea no puede ser más actual,nos bombardean con ella cotidianamen-te, aunque sea la máscara que oculta lamejor realidad.

Mientras tanto, en España creceagigantadamente el más profundo erial.Así definía Gregorio Morán, en 1998,los 40 años de franquismo y aprovecha-ba para situar aquí al maestro Ortega yGasset. Pues bien, con esta dichosa y yalarga crisis España se interna cada vezmás en la oscuridad y el asmático ahogode una situación económica y políticahundida en los recortes sin control, queacabará matando lo poco que va quedan-do culturalmente, en el más amplio sen-tido. Tanto los mejores como los peorestienen que irse de este país, porque aquílas posibilidades son prácticamente nu-las. Acabarán quedando jubilados conpensiones cada vez más cortas. Algunos

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pensarán que esto es pesimismo pleno.Personalmente, lo considero realismo lú-cido. Razón de más para leer este libro yhacer que despierte la emancipaciónilustrada, porque el mundo –especial-mente el nuestro– se está deshaciendo amarchas forzadas. Malditas sean lasuniones europeas y los neoliberalismos aultranza que siguen en pie de guerracontra el pueblo para sangrarlo y doble-garlo definitivamente. Esperemos que nolo consigan.

Que García Ruiz es profesora de Fi-losofía Contemporánea lo muestra conseguridad el entramado teórico que sus-tenta su libro. Los autores que cita y enlos que se apoya son todos ellos contem-poráneos, sin duda, aunque Camus hacumplido ya 100 años y está más vivo yactual cada día que pasa. Que nos sigailuminando la luz del Mediterráneo ynos salve del abismo para poder consti-tuir “la dignidad del vivir y del morir”(Camus, 1957, en la recepción del pre-mio Nobel de literatura).

Julián Arroyo Pomeda

Ciudadanía desde la ética

Gracia, D. (Coordinador) (2016). Ética yciudadanía 1. Construyendo la ética.Madrid: PPC, 310 páginas.Gracia, D. (Coordinador) (2016). Ética yciudadanía. 2. Deliberando sobre valo-res. Madrid: PPC, 208 páginas.

Lo primero que sorprende –y muyfavorablemente, por cierto– en este librode texto para Educación Secundaria es eltítulo de “ética y ciudadanía”. El carác-

ter de “ciudadanía” y la materia, encuanto tal, ha quedado eliminada por laLOMCE, después de haber sido someti-do a demasiadas polémicas de corte ide-ológico, desgraciadamente. Hace algomás de un año y ante la pregunta a undigno diputado conservador de la ante-rior legislatura, por parte de un profesorde Filosofía, de por qué habían suprimi-do “Ciudadanía”, éste se limitó a espe-tarle: eso es una cagada. Bueno, puesahora este libro recupera el nombre y lohace con acierto, en mi opinión. Quizásno haya sido nunca más urgente que hoy,cuando la ciudadanía está en declive, se-gún el título del libro de Victoria Camps.

Estos dos libros son, en realidad,uno solo en dos volúmenes. El volumenprimero desarrolla tres bloques y el se-

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gundo, otros dos, siendo cinco bloquesen total. Del contenido se encargan cua-tro profesores de la Complutense, de losque tres son especialistas en Bioética yuno en Filosofía Moral. El quinto es pro-fesor de Filosofía de Bachillerato y deÉtica en Secundaria.

La Presentación explica el enfoquedado por el equipo, que me parece muyvalioso, aunque algunas afirmacionestendrían que actualizarse, dada la fechade publicación reciente, el año 2016. Ve-ámoslo. La propuesta es que el alumnodescubra la experiencia moral y realice apartir de ella juicios morales y toma dedecisiones. Es correcto. Después indicanque “los actuales libros de ética elabora-dos para la Educación secundaria y elBachillerato” (página 7) ofrecen dos en-foques: uno es el doctrinal o impositivoy otro el neutral o informativo. Hay quesuponer que lo de “actuales” se refiere alos que estaban vigentes con la anteriorley, no en la de ahora, porque ya no exis-te como materia ni “Ética”, ni “Ciudada-nía”. Además, en aquellos textos -y lodigo por experiencia de haber redactadotambién algunos- nunca se hacía a paloseco, digámoslo así, para dar doctrina oinformar, simplemente. Salvo alguna ex-cepción, que confirma la regla, no era nisiquiera posible con estudiantes de tancorta edad -los 14 años-, llenos de ener-gías especialmente físicas (intelectualestambién, no hay que negarlo, siguiendoel criterio popular más obsoleto de ‘mo-ralistas’ de tertulia y medios de comuni-cación). Dicho esto, acepto la propuestadeliberativa o socrática de este libro: “Lafunción del profesor de ética [...] es deli-

berar con los alumnos” (página 8). Hayque enseñar a la gente joven a deliberar,de acuerdo.

En el volumen segundo la cita deCicerón daña a los ojos tal y como vieneescrita: “Oh tempora, Oh mores!” (pági-na 9). Desde luego lo de la hache. (Oh)corrige al propio autor latino, aunquepuede que haya sido por influencia de latraducción castellana, o por la expresiónadmirativa. Ciertamente, el latín no pa-rece el fuerte aquí. El volumen primeroya da como etimología disco, aprender(página 7), mejor sería poner discere, loque explica mejor discente, como el queaprende. La cosa no tiene mayor impor-tancia, por lo demás.

En cuanto al contenido, los que nosiguen un esquema de desarrollo comúntomemos el primero: “La experienciamoral”. Comienza con un relato bien ase-quible de El Principito, siguen las cues-tiones de carácter ético suscitadas por él,se identifica y describe el problema mo-ral, su interpretación, explicación de tér-minos y las aplicaciones, la interpreta-ción y las aplicaciones varían, tanto enextensión como en recursos. Por ejem-plo, si tomamos el tema cinco, “Una éti-ca para la ciudadanía”, en la interpreta-ción se ofrece el concepto de ciudadanía,la conquista y construcción de la misma,la ciudadanía en la historia y la ética dela ciudadanía. Después, en aplicacionessale la canción “Frontera”, el videofórum“Matar a un ruiseñor” y el experimentode Milgran. Otras veces es un comentariode viñetas de prensa, un caso histórico,una obra literaria, un comentario de tex-to, un hecho real, etc.

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Para terminar, este libro está bienconcebido y mejor organizada, desarro-lla contenidos y proporciona muchosmateriales para que puedan ser aplicadosen el aula. Resulta valioso para los pro-fesores de filosofía en ejercicio que ten-gan que impartir clases de Valores éti-cos, aunque sea bajo la servidumbre deser concebidos como alternativa.

Julián Arroyo Pomeda

Sobre el progreso y otros mitosmodernos

John Gray, J. (2015). El alma de las ma-rionetas (traducción de Carme Camps)Madrid Sextopiso, 144 páginas.

John Gray (948) es uno de los filó-sofos anglosajones vivos más interesan-tes y originales. Sus trabajos filosóficospodrían encuadrarse en lo que Foucaultllamaba una ontología del presente. Lamirada sobre el presente de este filósofoinglés es una mirada crítica desde el es-cepticismo. No critica lo que hay paraproponernos algo mejor, porque justa-mente lo que cuestiona son estos idealesuniversales que nos prometen liberarnos

de lo somos para alcanzar un mundoperfecto. El mundo moderno, dice Gray,es una nueva forma de gnosticismo. Pen-samos que el conocimiento nos liberaráy en su nombre construimos utopías queacaban siendo pesadillas. En nombre deprofecías como el comunismo o el nazis-mo, o simplemente la defensa de los de-rechos humanos, la democracia mundialo la paz universal, se ponen en marchalos dispositivos del terror. Estamos liga-dos a la tierra y queremos subir al cielo,este es nuestro error. Nos consideramossabios que podemos llegar a la perfec-ción y somos inevitablemente criaturasimperfectas e ignorantes que nunca sal-dremos de esta condición.

¿Por qué no aceptar esta condición?¿Por qué querer ser algo diferente de loque somos?

El mito moderno del progreso comocamino inevitable a lo mejor a través dela ciencia parece incuestionable en todassus formas. Gray nos propone, modesta-mente, la solución estoica de buscar la li-bertad interior aceptando nuestras limita-ciones. Como hacían los antiguos, alreconocer el destino y la necesidad de so-meterse a él, al evitar la hybris o desme-sura. La civilización es fruto de un traba-jo paciente y duro y tan difícil como esconstruirlo, fácil es destruirlo. La barba-rie de la razón puede ser peor que la de lasinrazón. La fe en el progreso y en laciencia es una de los grandes y peligro-sos mitos del ser humano.

El camino que nos propone Graypara desarrollar este planteamiento es al-tamente singular. El hilo conductor sonlas marionetas. Las preguntas que nos

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pro vocan, como bien nos mostró Hein-rich Von Kleist, son paradójicas. La per-fección de sus movimientos frente a latorpeza de los humanos nos lleva a pre-guntarnos si nuestra conciencia y nuestraaparente libertad no son más fruto de laimperfección que de la perfección. ¿Noharía lo mismo que hace la marioneta sipudiera elegir? ¿No pensaría que los mo-vimientos que les provocamos son li-bres, si tuviera conciencia? Este comen-tario me lleva a la afirmación irónica deSpinoza, que afirmaba que una piedra, sifuera consciente, pensaría, al caer por lagravedad, que la caída es una decisiónpropia. La libertad es una de las profun-das ilusiones del ser humano.

El recorrido del libre es ingenioso ybrillante y pone de manifiesto tanto lainteligencia como la vastísima culturadel escritor. Del Golem a los aztecas, deMary Shelley al cybrog, del asesinato ysecuestro de Aldo Moro por las BrigadasRojas a la práctica de la oujía. De la im-prescindible novela Solaris de StanislawLema la extraordinaria película de An-dreiTarkovski sobre el mismo texto. DeInteresantes y sugerentes comentarios,como los que hace a partir de Leopardihasta los referidos GuyDebord y su so-ciedad del espectáculo. Un recorridomuy personal y sugerente.

De todas maneras deberíamos pre-guntarnos a qué conclusiones éticas, mo-rales y políticas llega John Gray. O cualesson las que se derivan de este escepticis-mo epistemológico y antropológico. Ensu caso le conduce a posiciones conser-vadoras y este es el problema. Preferiríapensar que el escepticismo respecto a las

utopías y las revoluciones pueden llevar-nos hacia posiciones reformistas y pro-gresistas. Este animal ignorante e imper-fecto lo es también relativamente ypuede ir construyendo un mundo míni-mamente habitable para todos. Porquede otra forma acabamos refugiándonosen un pesimismo romántico y neocon-servador que acabe apoyando a la dere-cha como el mal menor.

Luis Roca Jusmet

Hacia un realismo especulativo

Meillassoux, Q. (2015). Después de lafinitud. Ensayo sobre la necesidad de lacontingencia. Prefacio de Alain Badiou(Margarita Martínez). Buenos Aires:Caja Negra, 208 páginas.

Nos encontramos aquí con un librode lo que podríamos llamar de filosofíapura. Y filosofía pura quiere decir filoso-fía dura, no nos engañemos. Dura quieredecir difícil, porque las problemáticasque plantea y en las formas que lo haceQuentin Meillassoux implica estar bieniniciado en el lenguaje filosófico. No esun ensayo de lo que podríamos llamar fi-

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losofía mundana, accesible a cualquierciudadano ilustrado. Deberíamos situarlodentro de la filosofía académica, pero enel sentido más noble del término. No tratade cuestiones que solo interesen a espe-cialistas, ni mucho menos. Plantea unproblema que puede interesar a cualquierser pensante: ¿Hasta qué punto podemosconocer la realidad? A partir de aquíaparecen otras, como hasta qué punto laciencia muestra las cosas tal como son osolamente como las vemos nosotros.

Para tratar el tema Meillassoux sedirige a los clásicos de la filosofía mo-derna: Descartes, Leibniz, Hume y Kant.A Descartes para criticarle, porque repre-senta para él la metafísica dogmática, elintento de fundamentar un Absoluto, queno sería otro que un Ser perfecto al queacostumbramos a llamar Dios. A Leibnizpara cuestionar su axioma del principiode la razón suficiente, es decir la idea deque todo lo que existe ha de tener una ra-zón para hacerlo. A Hume para reivindi-car la actualidad del problema que llevasu nombre. El problema de Hume es elde la incapacidad de justificar el princi-pio de causalidad y, por lo tanto, las le-yes necesarias en la naturaleza. ¿Cómopodemos saber que lo que ocurre siem-pre seguirá ocurriendo? ¿Cómo podemossaber que hay una conexión necesariaentre los dos hechos que llamamos causay efecto? Hume era un escéptico que cri-ticaba el sueño dogmático de los racio-nalistas como Descartes o Leibniz. PeroKant dio la vuelta al asunto al plantear lasalida trascendental. Se trataba de consi-derar el principio de causalidad como laúnica manera que tenemos los humanos

de ordenar los hechos en forma de cono-cimiento. Esto estaba enmarcado en unplanteamiento radical. El sujeto del co-nocimiento y el objeto se constituyenmutuamente. Lo cual quiere decir que esel sujeto, con sus formas “a priori” (den-tro de las cuales el principio de causali-dad es una de ellas) el que constituye elmundo que conocemos. Esto no quieredecir, como planteaba el idealismo deBerkeley, que es nuestra mente la que seinventa un mundo. Quiere decir que hayun ser que se manifiesta a los humanoscomo fenómeno. Lo que conocemos esel fenómeno y la objetividad no es el co-nocimiento del ser sino el conocimientouniversal del fenómeno. Conocimientouniversal quiere decir que los humanospodemos establecerlo de una manera co-mún. Esto es la ciencia, lo que la comu-nidad intersubjetiva puede contrastar dela misma manera.

Meillassoux plantea a partir de aquíotra cuestión, que es la que él llama delos enunciados ancestrales. Estos sonlos enunciados científicos que dicen co-sas sobre realidades anteriores o poste-riores a la existencia del hombre. Si elhombre solo puede hablar de lo que se lemanifiesta ¿cómo puede afirmar lo queson las cosas al margen de su existencia?En realidad todo ello le lleva al filósofofrancés a plantear una contradicciónmuy clara: la ciencia que se constituyeen Europa en los siglos XVI-XVII, loque se ha llamado la ciencia galileanaparte de la revolución copernicana quedesplaza a la Tierra del centro del Uni-verso. Cuando algo más tarde, en el si-glo XVIII, Kant intenta fundamentar la

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filosofía que justificará la ciencia mate-mática, es decir, la galileana, dirá que élhará también una revolución copernica-na, que es la que situará al sujeto comocentro del universo. Pero esta revolu-ción, dice Meillassoux, no es copernica-na sino todo lo contrario, es ptolemaica.Porque coloca al hombre como sujeto,en el centro del Universo.

La teoría de Kant, ampliamenteaceptada, es la que Quentin Meillassouxllama la teoría correlacional del conoci-miento. Lo que afirma es que si no haysujeto no hay objeto de conocimiento,por lo que el conocimiento es relativo.No es relativista porque no depende decada individuo o de cada cultura, hay uncriterio de objetividad, pero es relativoal hombre. A partir de aquí o considera-mos que el único Absoluto es el sujeto,como hace Hegel, o que hay un Absolutoque no podemos pensar. Y si es así en-tonces se abre la puerta al fideísmo, esdecir a la mística, como acaban haciendoWittgenstein o Heidegger.

Lo que me parece muy interesantees que Quentin Meillassoux abre un ca-mino renovador en el panorama filosófi-co contemporáneo a una forma de meta-física crítica. Ya hace tiempo que lo abrióporque el libro lo escribió en el 2006 yya ha dado lugar a muchos debates. Peroen España, que a veces va de sobrado,no nos hemos enterado. Ni siquiera se hatraducido el libro. Nos llega en traduc-ción española desde Argentina, con ladificultad que supone algunos términosque no suenan exactamente igual. De to-das maneras es una buena oportunidadpara conocer a este importante discípulo

de Alain Badiou (que aporta un prefaciointeresante). La propuesta es sugerente.Intentar conocer al ser desde la finitud,desde la contingencia. Reflexionar desdeuna nueva perspectiva sobre el azar y so-bre la necesidad. Acercarnos al absolutode la finitud y de la contingencia, lo cuales para el autor una paradoja pero no unacontradicción. Otra cosa es si el caminolo deben marcar las nuevas teorías mate-máticas, como parece sugerir. Pero seabre un horizonte fotográficamente inte-resante, que no es poco. Quentin Mei-llassoux lo llama realismo especulativo.

Luis Roca Jusmet

Mlodinov, L. (2016). Las lagartijas nose hacen preguntas. Traducción castella-na de Joan Lluís Riera. Barcelona: Críti-ca, 415 páginas.

Esta es la divertida y algo chuscatraducción que hace la editorial Críticade la obra del físico Mlodinov, cuyo títu-lo original es The upright thinkers. ¿Aqué se debe una especie de perífrasis tanextraña? El primer capítulo habla de labúsqueda del conocimiento. Comenzó

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con la postura erecta que liberó las ma-nos de los homínidos y amplió la visiónpara poder explorar.

Luego fue la mente la que se desa-rrolló y nos encumbra del resto de losanimales para poder pensar. La conclu-sión es que somos pensadores erguidos,lo que explica el título original. Empeza-ron las preguntas, cuya experiencia máspalpable son los por qué de los niños, a loque las ciencias respondieron con la cons -trucción de leyes. Es necesario enfatizar“la unidad del conocimiento humano”(página 15): la ciencia es fundamental,pero igualmente lo es “que los patronesdel pensamiento humano han jugado unrol decisivo en la formación de nuestrasteorías científicas” (página 2).

El segundo capítulo explica la cu-riosidad que sentimos ante el entornoque queremos comprender y con ello su-cedió la cultura y la civilización, me-diante el “desarrollo de herramientas,mentales esta vez” (página 54). La curio-sidad hizo al autor observar, a propósitode su hijo Nikolái, aficionado a cazar la-gartijas, el comportamiento de éstas, quesalen corriendo instintivamente cuandoalguien se agacha para capturarlas, sinpreguntarse qué pintaba una caja grandeque ponían a modo de trampa para queentraran. Y es que las lagartijas no se ha-cen preguntas, claro. Ya tenemos, pues,el título de la producción española. Muyagudo.

Más adelante llegó el cultivo de larazón. Los protagonistas fueron los pen-sadores griegos, que dieron un “nuevoenfoque racional hacia la naturaleza”(página 85). Al “milagro griego” se re-fiere Mlodinov, siguiendo la fórmula

acostumbrada, que más de uno ha cues-tionado. Así surgió el principio de laciencia, “la magna aventura de explora-ción que nos aguardaba. Esta es la pri-mera parte. La segunda se dedica a lasciencias precisamente.

Sólo el principio, porque Roma fueel “declive en el interés por la filosofía,la matemática y la ciencia (página 109).La cosa empezó con la cristiandad y elRenacimiento propició un nuevo desplie -gue. Al universo mecánico dedica elcapítulo siete, al mundo de las células y ala evolución, el nueve.

En la tercera parte plantea los lími-tes de la experiencia humana. Átomos,leyes cuánticas y ADN son sus principa-les contenidos de estudio, con Dalton,Plank, Maxwell, Boltzmann y Einsteincomo protagonistas, entre otros. Este úl-timo reconoce su fracaso, al no poderresponder lo que son los cuantos de luz.Siguen Bohr, Rutherford y Thomson. Ala revolución cuántica dedica la totalidaddel capítulo doce.

¿De qué depende resolver las pre-guntas que se han hecho los científicos?Fundamentalmente, de planteárselas demanera adecuada, viendo “el problemadesde un ángulo un poco distinto” (pági-na 352). Los procedimientos a seguir tie-nen que ser los apropiados.

Finalmente, se pregunta Mlodinov“en qué punto se encuentra nuestro co-nocimiento del universo” (página 354).Para esto no tenemos respuestas definiti-vas. Tampoco hay que ser soberbios ypensar que pronto alcanzaremos la “teo-ría del todo” (Hawking), porque no esposible todavía. Hay muchas preguntaspendientes. Los físicos recurren a que

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existe mucha materia oscura, que segui-mos sin descubrir. El deseo de conocertanto éste como otros interrogantes es loque nos hace científicos

Este es un trabajo muy interesante,que se ve con agrado y que concibe laciencia de modo global, es decir, comoactividad del pensamiento humano, rea-lizada por los antecesores erguidos.

P.

Priest, G. (2016). Uno. Una investigaciónsobre la Realidad y sus partes. Traduc-ción de David Paradela López. Barcelo-na: Alpha Decay, 416 páginas.

Priest es en la actualidad profesoremérito de la Universidad de Nueva York,se ha dedicado a lógica no-clásica, espe-cialmente al dialeteísmo, las paradojas yla metafilosofía. También ha investigadola metafísica, la filosofía oriental y occi-dental y es un gran viajero que hace ex-posiciones y da conferencias en muchoslugares. Estudió filosofía en Cambridge yse doctoró en matemáticas por la LondonSchool of Economics. Todo esto hace quesea un filósofo singular.

El propio Priest califica su posiciónlógica como dialeteísmo y la expresa en

su sistema LP (lógica de las paradojas),porque en el mundo real hay proposicio-nes que son, a la vez, verdaderas y fal-sas, lo que es una contradicción genuina.

Este libro recoge una buena mues-tra de esta dialéctica de Priest, que trataen tres partes. El prólogo presenta unasíntesis de lo que se va a exponer encada una de ellas. Empieza aclarandoque con ser uno se refiere a un sentidometafísico y que con frecuencia esteasunto se representó como el problemade lo uno y lo múltiple, o el todo y suspartes. Analizará luego la posición deParménides (todo es uno) y Platón, laparaconsistencia, el dialeteísmo, el mo-noteísmo y la filosofía budista.

La parte primera “trata del proble-ma de cómo, si un objeto tiene partes,éstas cooperan para producir una unidad,una cosa” (página 39). A lo que da razónde la unidad lo denomina gluón (página49) y se pregunta “cómo actúa el gluón:¿cómo une las partes (incluido él mismo)para formar un todo?” (página 57). Paraexplicar todo esto utiliza aparato técnico.Discute si se puede llamar formas a losgluones y estudia aquí las formas aristo-télicas y los universales. Continúa con elser de Heidegger y su aporía.

La parte segunda está dedicada ín-tegramente a Platón, que se enfrenta almonismo Parménides: “sólo hay unacosa real: un todo sin partes, ‘lo que es’”(página 159). La cuestión es que “mu-chas cosas tienen partes” (página 165),por lo que es necesario estudiar la rela-ción de las partes con el todo. Ahorabien, “Platón está sugiriendo que el unotiene propiedades contradictorias y queahí reside la clave para dar respuesta a

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los argumentos de Parménides” (página187). Tampoco se olvida de hacer cuen-tas con Zenón. Cita Priest largos textosdel Parménides, también de República ydel Sofista y Teéteto, dado que “Platónno es tan explícito” como Aristóteles y“para conocer su postura hay que espigaren distintos textos” (página 151).

La tercera parte investiga la filoso-fía budista y especialmente algunos desus temas: identidad, yo, quididad, va-cuidad, lo transtemporal y las diferentesredes. Señala “la coherencia de la vacui-dad”, dado que el budismo afirma “lafalta de fundamento ontológico de lascosas” (página 217). Priest termina con“la paz mental” (página 353), coronandoasí la dedicatoria del libro: “A la paz detodos los seres sintientes” (página 13),que implica entender que las personas“dependen unas de otras”, por lo que esnecesario “apercibimos de nuestro inter-ser” (página 392), lo que, quizás, puedaexplicar -ahora sí- la conocida sentenciade Parménides: “que todas las cosas sonuna” (página 393).

Una amplia bibliografía y el índiceanalítico cierran esta investigación dePriest.

P.Una nueva revolución

Torralba, F. (2016). La revolución ética.Madrid: PPC, 223 páginas.

Con un titular muy periodístico,que continúa el Prólogo, hablando de in-dignación, desánimo, crisis, desconfian-za, protesta, clamor, malestar social, etc.,el autor propone una revolución, que

consiste en “reivindicar la ética” (página10), porque “sólo la ética nos puede sal-var” (página 15). “¡Basta!”, clama entreadmiraciones, activemos el pensar, sacu-damos las conciencias y adelante con larevolución ética.

Que nadie se altere con semejantespalabras. Este es un texto amable y pon-derado para leer en una tarde tranquila.Lo que más me interesa decir es que To-rralba presenta una fotografía de nuestraactual sociedad con sosiego, pero sinmedias tintas.

Está bien la indignación, cuandoconduce al “compromiso por el cambiosocial” (página 27). Indignación por lainjusticia que vemos, según Aristóteles,por los derechos incumplidos, por digni-dad, de lo contrario podría quedarse encasi nada. Vivimos en una época de“transición hacia un nuevo modelo so-cial, económico y político” (página 31)para el que hay que fijar la agenda a se-guir, cuidando los claroscuros que puedetener el compromiso, entre los que citael puritanismo y la desconfianza.

La transición en busca de un futuronuevo no se puede producir sin ética,porque es preciso un cambio de valores,superando las apariencias, la envidia y la

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soberbia para que pueda alcanzarse unprogreso integral. En tal progreso habríaque recuperar lo que nunca tendríamosque haber perdido, como la voz de losviejos, la tradición y el respeto a las ins-tituciones. La ética nos compromete abuscar la bondad.

Para esto disponemos actualmentede los mejores recursos. “La red es lagran oportunidad” (página 73), escribe elautor, para la cultura, la educación y lascomunicaciones. Podríamos crear unnuevo humanismo en el mundo de laglobalización, donde crece la desigual-dad social sin parar. Para ello se necesitauna ciudadanía activa y no pasiva, comoabunda en tantos momentos, por desgra-cia, que tome conciencia de la situacióny actúe en consecuencia.

Todo esto podría alcanzarse conuna alianza entre ética y política a fin desuperar el objetivo que parece único demantenerse en el poder por encima detodo, dedicándose únicamente al cultivode la imagen, a doblegarse ante el parti-do y a buscar exclusivamente el electo-ralismo. Con esto lo único que se consi-gue es el desprestigio ante la ciudadanía,que ve a los políticos como seres desho-nestos y nada decentes.

Un consumo responsable y mesura-do es una buena base para empezar, asícomo la sensibilidad para reconocer laexistencia del otro y no explotarle ni hu-millarle. Y es que Torralba no tiene nin-gún miedo a mantener que se trata deuna revolución del corazón (“la ética esun movimiento del corazón”, página216), o del espíritu, escribe citando alPremio Nobel de la paz, 1991, Aung SanSun Kyi, o de la misericordia.

La crisis que nos envuelve podríadar lugar a la emergencia de valorescomo la paz, la solidaridad, la sobriedady a nuevos proyectos, que son una opor-tunidad, en definitiva, para cuidar la tie-rra y trabajar por la unidad humana, aco-giendo también las culturas indígenas.La perspectiva es abrir el pensamientopara no olvidar a las generaciones futu-ras. Termina proponiendo un decálogopara un nuevo mundo.

En medio de un discurso literariocompletamente civil, Torralba deja caer,de vez en cuando, especialmente al final,ecos teológicos innegables. Son sus con-vicciones, siempre respetables, que po-drían debatirse, desde luego, porqueorientan por dónde debería ir la revolu-ción que prometía el título. Hay puntosen los que yo no soy tan optimista. ¿Porqué no va a haber futuro sin esta éticaque el autor propone? ¿Acaso por esotodo el mundo se apunta hoy a la ética,que antes se consideraba como una op-ción propia de conservadores? Yo no veoque “en la actualidad [...] la ética es an-helada por todos los colectivos, por to-das las organizaciones públicas o priva-das” (página 11). No está tan claro ni estan fácil la cuestión. Ni siquiera me pa-rece que tenga que haber una alianza en-tre ética y política. Desde Maquiavelo,que Torralba critica, la política es autó-noma y creo que está bien que sea así.Cada una tiene sus propios garroteros. Sila ética es aceptada por todos los colecti-vos, ¿cómo explicar entonces la corrup-ción estructural en la que nos encontra-mos enmarcados? ¿Por qué no se acabacon esta carcoma que nos rodea? Aquíparece que sólo es honrado quien no tie-

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ne la oportunidad de enriquecerse. Nues-tra cultura picaresca nos ha calado hastabien dentro. ¿Quién podrá parar el hiper-consumo en una sociedad que lo convier-te en creación de puestos de trabajo tanescasos? La ejemplaridad brilla por suausencia, precisamente. La asignación deponer la economía al servicio de la per-sona es, si acaso, una ingenuidad en elmundo globalizado, que requiere de otrosremedios mucho más contundentes.

En todo caso, y a pesar de mis du-das, creo que hay que leer este libro ydiscutir sus tesis como se merecen, por-que plantea, desde una perspectiva deter-minada, eso sí, la imagen del mundo enque vivimos y que todos sufrimos, porotra parte.

Julián Arroyo Pomeda

Un puente entre Ciencias yHumanidades

Wilson, E. O. (2016). El sentido de laexistencia humana. Traducción de X.Gaillard Pla. Barcelona: Gedisa, 155 pá-ginas.

Wilson es un reconocido y presti-gioso biólogo, que trabaja en Harvardcomo profesor de investigación emérito.Escritor de gran claridad y profundidad,analiza aquí el significado de la existen-cia humana.

Al profesorado de filosofía, queahora se encuentra en su madurez, el tí-tulo de la obra de Wilson le resultará fa-miliar, porque en la década de los 70 elúltimo tema de Filosofía de tercero debachillerato –el 21– se titulaba precisa-mente así: “El sentido de la existencia

humana”. El tema seguía todavía a fina-les de los 80. A partir del 2000 en el Blo-que Primero, “El ser humano”, se estu-diaban “Los orígenes biológicos del serhumano”.

Todo esto me ha llevado a leer congran interés este trabajo de Wilson y,ciertamente, no me ha defraudado. Por elcontrario, me parece digno de admira-ción que un científico intervenga en lacuestión del sentido, precisamente hoy,cuando mayor es la separación entreciencias y humanidades, con menospre-cio expreso de las últimas en nuestra leyde educación vigente, LOMCE, inclu-yendo a su promotor, el ínclito ministroWert, que se empleó a fondo para apun-tillar tanto las humanidades como la filo-sofía.

Este trabajo breve, pero importante,se organiza en cinco partes y quince ca-pítulos cortos. Empieza preguntándosepor qué existimos como especie en elplaneta. La respuesta nos la da la Biolo-gía: “La humanidad surgió... por sucuenta a partir de una serie acumuladade acontecimientos durante la evolu-ción” (página 14). No hay meta, ni otropoder que el nuestro. Después llegó laevolución cultural, que amplió lo bioló-

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gico de nuestra singularidad. No se pue-de hablar de metas, ni del misterio de lavida, porque no lo hay: “La existenciahumana quizá sea más sencilla de lo quepensábamos” (página 21). Al pertenecera un grupo, tenemos que hablar de la im-portancia del comportamiento social.

Para conocer todo esto, necesitamosde la ciencia y de las humanidades enuna unidad de conocimiento. La razón esque “comparten una misma base” (pági-na 31). La Ilustración lanzó la idea deque los humanos pueden conocer paradecidir después. Pero estos ideales fue-ron cuestionados en el siglo XIX y Wil-son propone recuperarlos hoy, acabandocon las dos culturas, precisamente ahoraque hay una explosión del pensamientocientífico. “Las humanidades, y sus artescreativas más respetables, poseen la ca-pacidad de expresar nuestra existencia deuna forma que por fin empieza a hacerrealidad los sueños de la Ilustración” (pá-gina 41). No hay que extrañarse de queun científico conceda tanta importancia alas humanidades, porque “son la historianatural de la cultura, y nuestro patrimo-nio más privado y preciado” (página 45).Éstas pueden seguir evolucionando y conellas descubriremos “aquello que noshace más humanos” (página 48).

Comparando nuestra especie conotros seres vivos, nos daremos cuenta delsentido de la misma. A veces nos admi-ran los comportamientos de otros anima-les, pero Wilson rebaja del entusiasmo ypone el ejemplo de las hormigas. Contes-ta categóricamente que en el plano moralno nos pueden enseñar nada. No es difí-cil recurrir a otros ejemplos similares. Ni

tan siquiera los extraterrestres –si es queexisten– son ningún modelo, porque lacuestión hay que centrarla “en la trans-misión de la cultura” (página 79). Ante elocaso de la biodiversidad y el incremen-to de la polución, lo que se nos planteaes una opción moral, así como un senti-miento de decencia, que no sentimos.“Somos la única especie que ha com-prendido la realidad del mundo viviente,que ha visto la belleza de la naturaleza yque le ha dado valor al individuo. Sólonosotros hemos valorado la cualidad dela misericordia entre los de nuestra clase.Ahora, ¿podríamos preocuparnos tam-bién por el mundo viviente que nos dio aluz?” (página 103).

Para avanzar en la línea de la expli-cación científica es necesario que nos li-beremos precisamente de nuestras fla-quezas intelectuales, entre las que Wilsonexplicita el instinto, la religión y el re-chazo en la práctica del libre albedrío porparte de los neurocientíficos.

Concretando, en aras de la claridad,acerca del instinto Wilson se expresó así:“El instinto de los humanos es básica-mente el mismo que el instinto de los ani-males. Sin embargo, la nuestra no es laconducta genéticamente inalterable e in-variable que exhiben la mayoría de espe-cies animales” (página 108). No preten-damos, pues, elaborar autojustificacionessobre esta base.

Acerca de la proclamación por elPapa Pío XII, en 1950, de la ascensión dela Virgen María al cielo, cita a Carlson,el cual contestó, con gran ironía, cuandole preguntaron por ello, “que no podíadescartarlo porque no estuvo presente,

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pero que una cosa tenía clara: seguroque la virgen se desmayó al superar losnueve kilómetros de altura” (página 119).Wilson zanja el tema con igual contun-dencia: “La mejor forma de vivir en estemundo real es liberándonos de los demo-nios y dioses tribales” (página 122).

El tema del libre albedrío es algomás delicado. Por una parte, los neuro-científicos estudian la base física de laconciencia, dejando el libre albedrío paralos filósofos, pero conciencia y libre al-bedrío alguna relación deben tener, loque lleva a pensar en cierta base materialcomún. Los recuerdos de los seres huma-nos exigen un yo (mente, alma, etc.). Poreso mantiene que el libre albedrío existe“por lo menos en un sentido operativonecesario para la cordura y, por lo tanto,para la perpetuación de la especie huma-na” (página 131).

La parte quinta plantea si hay unfuturo humano. En la era tecnológica enque vivimos evidentemente hay muchasmás opciones e igualmente más riesgosy responsabilidades. Para poder elegir seimpone el hecho de la libertad. La razónno es difícil de entender. Si no fuimoscreados por un ser sobrenatural, sino quesomos fruto del azar y la necesidad, en-tonces “estamos completamente solos”,es decir, “que somos completamente li-bres” (página 135), pero “no somos mal-vados por naturaleza” (página 137): po-dremos encauzar nuestros conflictosinternos y nuestras inestabilidades emo-cionales con el raciocinio y desde labase evolutiva o científica, aunque nobasta sólo ésta, porque “si nuestra espe-cie tiene un alma, ésta reside en las hu-manidades” (página 143).

Wilson concluye con la misma po-sición del principio. Ciencia y humani-dades son distintas e independientes, sí,“pero sus orígenes se complementan eluno al otro, y surgen de los mismos pro-cesos creativos del cerebro humano”(página 144).

Este es un libro para leer y disfrutarde la grandiosidad de la existencia hu-mana que Wilson explora. Nos ayudará asuperar muchos malentendidos y confir-mará el hermanamiento de ciencia y hu-manidades, entre los que el autor cons-truye un puente necesario.

Julián Arroyo Pomeda

Ejercitar la mente para pensar más ymejor

Zimmer, R. (2016). La filosofía comogimnasia mental. Traducción de BelénSantana y Manuel de la Cruz. Barcelona:Ariel, 334 páginas.

El autor empieza ofreciendo un ma-nual de instrucciones a quien desee ma-nejar este libro, porque en él van apare-ciendo gran cantidad de materiales quehan de manipularse en el taller.

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Hay como dos grandes partes pararecorrer. La primera es introductoria yhace posible el conocimiento de dichotaller. La segunda ofrece la caja de herra -mientas para trabajar las principalescuestiones desde la lógica hasta Dios, lavisión del mundo, las leyes universales,la mente y la conducta humana, la nece-sidad de la justicia, la felicidad o la justi-ficación de la moral.

Insiste su autor en que este trabajono ha de leerse en la forma tradicional,sino a modo de entrenamiento para ejer-citar la mente. Hay que conocer los tex-tos e ir haciendo los distintos ejerciciosque se proponen. Cada uno de los capí-tulos incluye una excelente ilustraciónque ocupa dos páginas con el contenidoque se va a tratar sobreimpresionado y,además, se propone como autónomo, afin de que cada uno confeccione su pro-pio menú. Todo esto está hecho con mu-cho sentido del humor y posibilita quepueda trabajarse con agrado y sin can-sarse demasiado.

Como es natural, comienza por de-cir qué es la filosofía y cuál ha sido suhistoria. Resulta que “es algo universal”,“está en todo lo que nos rodea” y paraterminar con ella antes habría que “aca-bar con el ser humano” (página 19). Qui-zás por eso se abusa incluso de su nom-bre, porque, al fin y al cabo, nos topamoscon ella. En una palabra, “la filosofía for-ma parte de nuestra naturaleza” (página20) y actualmente seguimos pensando yasí continuarán haciendo para siemprelos entornos humanos, que necesitan li-berarse de prejuicios, despertar, razonar yrealizar la imprescindible tarea crítica.

Luego distingue la filosofía de la religióny de la ciencia, porque es un saber queestá siempre atento a los problemas quesurgen en la vida diaria para iluminarlos.

Llegados aquí, el autor se preguntaquién empezó todo esto y da una contes-tación escueta: “Los griegos, claro está,hace unos 2500 años” (página 31).

Tal contenido viene salpicado conmateriales que se van insertando en lasdiferentes páginas, entre otros ejercicioslos denominados “Rompecabezas filo -sófi cos” y otro llamado “Se busca filóso-fo”. Asimismo aparecen textos en formade “Píldoras filosóficas”, “A propósitode...” (para informar de autores), etc.

Ahora queda saber cuáles son lostemas y problemas filosóficos. Aquí pre-senta la lógica, como herramienta paracomprobar la validez de las argumenta-ciones, y después, la filosofía teórica(Metafísica/Ontología, Antropología yTeoría del conocimiento) y la práctica(Filosofía política, Ética o Filosofía mo-ral) para ocuparse de las cuestiones delcomportamiento. Termina con la filoso-fía clásica de la antigüedad, que acaba“cuando fundamentalistas religiosos dediversas facciones” se revelaron “contralos filósofos mundanos y contra del de-bate público y crítico sobre cuestionesfilosóficas” (página 82).

A partir de aquí hay que abrir la cajade herramientas de la filosofía con un ca-pítulo sobre lógica, lenguaje y argu -mentación, con los numerosos textos yejercicios habituales: “A propósito de...”,“Rompecabezas filosófico”, “Prueba delógica”, “Píldoras filosóficas”, “Pros ycontras”, “Se busca filósofo”, “Portal in-

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formativo”, “¡Dale al coco!”, etc. Todoello tiene el propósito de que el lector seejercite en el pensamiento.

El capítulo seis trata de Dios: “¿Quequeda de Dios en la filosofía, más alládel nombre?” (página 120). Quedan lasmúltiples informaciones proporcionadaspor los filósofos, las pruebas y argumen-tos ofrecidos, que son analizados y pen-sados de nuevo.

Se ocupa después del cosmos y lahistoria. La ciencia proporciona leyescausales y la filosofía añade algo más, através de muchas preguntas: hasta dóndellegan las explicaciones causales, si exis-te el azar, si somos libres de nuestros ac-tos, si el determinismo elimina la liber-tad, el asunto de la probabilidad, etc.(página 168).

Todavía resta hablar de la mente hu-mana, el yo o el alma, el sujeto. Todoesto ¿es realidad, ficción o misterio? Hayque ocuparse de ello no mediante textossagrados o revelaciones, sino “de unaforma objetiva, racional y crítica” (pági-na 193), como es propio de la filosofía.

En qué consiste la justicia (página222) y cuáles son los derechos de losciudadanos ante el Estado es un asuntoque preocupó a la filosofía desde losgriegos. La Ilustración, los derechos hu-manos y la democracia fue “el centro deldebate alrededor de la justicia” (página223). Más adelante se planteó si contri-buyen más a la justicia la libertad o laigualdad. Luego vino el tema del libera-lismo social, el bienestar y la seguridade, incluso, la relación entre moral y feli-cidad, que amplía los ámbitos de la Filo-sofía moral.

Es éste un libro de gran utilidad,está muy bien editado y permite visuali-zar cada punto mediante un suave color,que lo hace atractivo en su presentación.Es muy apropiado para trabajar en lasaulas de Secundaria.

Julián Arroyo Pomeda

Contra desigualdad, lucha de clases

Žižek, S. (2016). La nueva lucha de cla-ses. Los refugiados y el terror. Traduc-ción: Damià Alou. Barcelona: Anagra-ma, 137 páginas.

Este es un libro de circunstancias ysituaciones de completa actualidad. Enefecto, los ataques de noviembre de2015 en París y el acuerdo sobre refugia-dos entre la Unión Europea y Turquíapara desviarlos de Europa, igualmenteen noviembre de 2015, quedan a sólounos meses de distancia. Y ante talesacontecimientos es necesario preguntarqué tenemos que hacer. No vale comorespuesta el neoliberalismo anglosajón,ni tampoco el capitalismo autoritario. Yano, porque estamos a punto de perder laescasa democracia que había en Europa.Tampoco sirve el modelo franco germa-

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no: salvar en lo posible el Estado delbienestar de la vieja Europa. ¿Entonces?

La crisis requiere un nuevo comien-zo para decidir desde la raíz qué es Europa y qué significa ser europeo. Antetodo, hay que enfatizar “el núcleo eman-cipador de la idea de Europa” (página23), sin rechazar los valores culturalesoccidentales, confundiéndolos con el co-lonialismo eurocéntrico. El modo devida europeo no está amenazado por lainmigración extranjera, sino por el capi-talismo global. Tampoco tiene que ate-morizarnos hacer una crítica al islam,aunque resulte una injusta frivolidadacusar de fanáticos fundamentalistas alos pertenecientes a la comunidad mu-sulmana en su conjunto. Fundamentalis-mo hay, también, en el judaísmo y elcristianismo (de esto aporta Žižek ejem-plos más que evidentes y suficientemen-te conocidos).

La violencia es uno de los temasmás preocupantes en la actualidad: “nohay nada que aprender de ella” (página55), sentencia Žižek, sólo queda analizarla situación económica y social en quevivimos, que, en síntesis, podría resu-mirse en que “el actual desorden es laauténtica faz del Nuevo Orden Mundial”(página 51). El capitalismo global y lasintervenciones militares son la causaprofunda de todo lo que está sucediendo.Las economías locales están siendo aho-gadas y los recursos explotados ilegal-mente, pero nunca protestamos contralas empresas extranjeras y sus enormestecnologías, siempre justificamos estehecho con que dan trabajo. Con ello seva produciendo una nueva esclavitud.

A todo esto habría que oponer unanueva lucha de clases para cambiar larealidad, en lugar de creer los sueños pu-blicitados. Libertad para todos los ciuda-danos, proclama la Unión Europea, pero“el ejercicio de esta libertad presuponeni más ni menos que una revolución so-cioeconómica radical” (página 63).Mientras no se consiga esto, sólo lasmercancías circularán libremente, perono las personas.

Las amenazas y el terror no proce-den de los extranjeros, del prójimo quenos inquieta, no son cosas e intrusos losque vienen del exterior, a quienes exclui-mos. ¿Por qué somos incompatibles losseres humanos, que coincidimos todosen la dimensión universal de humani-dad? Ahora bien, cuidémonos de enten-der bien el concepto del prójimo, porquehay una idea muy popular y correcta po-líticamente de que todos somos iguales,y no es verdad, porque tenemos una po-sición social (de clase) y es ésta la quedetermina lo que realmente somos: “noexiste un nivel cero de humanidad” (pá-gina 93). Hacer lo que consideramosmejor no es suficiente, porque falta aña-dir que debemos hacer lo que sea nece-sario.

¿Y qué es lo necesario en la actualsituación? Algún control es necesariopara solucionar el gran problema de losrefugiados, y también algunas limitacio-nes. Nadie negará esto, pero el asunto escómo solucionar esta gran crisis. Sólocon controles y limitaciones no se va aconseguir. Hay culturas incompatiblesentre sí, estilos de vida muy distintos yformas diferentes de ver el mundo. Es

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necesario, pues, establecer unas normasmínimas obligatorias para todos y tolerarlos distintos modos de vida. Puede queesto no sea suficiente y necesitemos“proponer un proyecto universal positivoque compartan todos los participantes yluchar por él” (página 115), ampliandoasí la perspectiva del planteamiento delfuturo.

La humanidad, según Žižek, estáamenazada por el capitalismo global,pero, siendo realistas, “no hay ningunaalternativa claramente perceptible” (pá-gina 123). Éste es el drama: la UniónEuropea ha fracasado. Hay que pensarnuevamente la lucha de clases: “Lo quehay que recuperar, pues, es la lucha declases, y la única manera de hacerlo esinsistir en la solidaridad global con losexplotados y oprimidos” (página 126).¿Acaso no es esto una utopía? La res-puesta de Žižek es siempre muy directa:“Quizá la solidaridad global sea una uto-pía, pero, si no luchamos por ella, enton-ces estamos realmente perdidos, y mere-cemos estar perdidos” (página 127).

El texto de Žižek se puede leer deun tirón, a pesar de los profundos asun-tos que plantea. Es un discurso pleno deactualidad, que analiza con extraordinaria

finura los acontecimientos vividos másrecientes: París 2015, los fundamentalis-mos (no sólo del ISIS), los refugiados delSur de Italia, de Grecia y de Turquía, loscarnavales de Colonia, las Torres Geme-las, entre otros acontecimientos. Todosellos quedan bien documentados en lasúltimas páginas de Notas. Es ésta todauna reflexión seria de Žižek sobre el pre-sente, que se atreve, provocadoramente,a meter el dedo en los ojos de cualquierciudadano. Merecidamente se ha ganadoŽižek la fama de ser el filósofo más ilus-tre y valiente del presente siglo XXI.Nadie como él sabe contar los conflictoscada vez mayores que amenazan a Euro-pa. Con el filósofo esloveno, la lechuzade Minerva emprende el vuelo en la pri-mera luz del amanecer.

Kant, ante la alternativa de pensar uobedecer, decretó los dos elementos:“Obedece, pero piensa”. Reflexionemossobre la clase de sociedad que queremosy pongámonos manos a la obra. Globali-zación es radicalmente desigualdad yeste es el camino que se nos propone. Lapolítica emancipatoria, en cambio, nopuede esperar más.

Julián Arroyo Pomeda