R. Acosta, La preparación al matrimonio. El noviazgo

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Noviazgo y preparación al matrimonio Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 1 PONTIFICIO I NSTITUTO JUAN PABLO II PARA ESTUDIOS SOBRE EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA MASTER EN PASTORAL FAMILIAR MÁLAGA 4 Agosto de 2010 NOVIAZGO Y PREPARACIÓN AL MATRIMONIO Autor: Ramón Acosta Peso PROFESOR RAMÓN ACOSTA PESO

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Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia

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Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 1

PONTIFICIO INSTITUTO JUAN PABLO II

PARA ESTUDIOS SOBRE EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

MASTER EN PASTORAL FAMILIAR

MÁLAGA

4 Agosto de 2010

NOVIAZGO

Y PREPARACIÓN AL MATRIMONIO

Autor: Ramón Acosta Peso

PROFESOR

RAMÓN ACOSTA PESO

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Ramón Acosta Peso

2 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

EL NOVIAZGO Y LA PREPARACIÓN AL MATRIMONIO

Iniciamos este tema recordando la colaboración de San Pablo y los cónyuges Aquila e

Priscila (Cf. Hech 18). Estos dos esposos, abiertos a la hospitalidad, se dan en cuerpo y alma al

servicio del Evangelio, colaborando con Pablo en la fundación de la comunidad. Como ellos,

cada familia cristiana debería ser y sentirse reconocida como ‗corresponsable’ junto a los

pastores en la misión salvífica de la Iglesia. Esta colaboración ha de leerse en esta óptica,

recogiendo el estímulo de la Familiaris Consortio (n. 65): «la evangelización en el futuro

depende en gran parte de la Iglesia doméstica». Por este motivo en estas semanas de formación

os encontraréis con el testimonio de matrimonios y sacerdotes, con el pleno convencimiento de

conocer que todo matrimonio y familia podrá encontrar en Cristo la verdad que libera y da

descanso, capaz de vivificar su vida familiar, que les capacita frente a tantas dificultades y

oscuridades como se encuentran hoy día1.

Hasta ahora, hablar de noviazgo y preparación al matrimonio era reducirse a los cursillos

prematrimoniales (CPM) (DPF, 112-127), pero éstos son una pequeña parte dentro de todo un

itinerario (DPF, 72-127). El principal objetivo de la clase de hoy es trasladar la importancia de

hablar de tiempos y no de momentos puntuales dentro de una pastoral de las familias.

Acompañar a nuestros jóvenes en su preparación al matrimonio es estar con ellos en todo el

viaje que supone una educación al amor, sobre todo, en el seno de la familia.

Así pues, queremos partir desde una invitación a visualizar un itinerario en el que somos

protagonistas, un viaje en familia. Un camino que siempre vivimos en primera persona, que

puede ir acompañada de una segunda, y que siempre termina afectando a unas terceras. Un viaje

en el que el ‗yo‘ se va descubriendo; en el que conoce, comparte y se entrega a un ‗tú‘; y en el

que termina por construir un ‗nosotros‘. De este modo, en este camino iremos reflexionando

sobre el mismo sentido de nuestra vida. Entenderlo del modo adecuado nos capacitará para

acompañar a nuestros jóvenes en su maduración como personas. En este itinerario les

enseñaremos cómo cambiar conceptos: ‗lo mío‘ por ‗lo tuyo‘; ‗reserva‘ por ‗entrega‘; ‗dominio‘

por ‗comunión‘; ‗objeto‘ por ‗persona‘; ‗placer‘ por ‗plenitud‘; ‗por un tiempo‘ por un ‗para

siempre‘; etc. Este viaje no es otro que al que nos lleva la vocación al amor. Y hasta aquí todos

estamos invitados.

Nos encantaría poder transmitir lo que deja bien claro el Directorio de Pastoral Familiar de

la Iglesia en España, que si bien la vocación al amor es el hilo conductor de la nueva forma de

entender la pastoral familiar, lo es precisamente por serlo de nuestra propia vida. Por todo ello,

nuestra misión en este viaje, como padres-educadores-pastores, será acompañar en su camino

a nuestros hijos y jóvenes, ayudarles a que descubran su propia vocación personal, e ir

acompañándolos para que estén preparados a responder a esa llamada.

1 Cf. FSV, n.47

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I. EL NOVIAZGO Y LA VOCACIÓN AL AMOR 2

La verdad a la que aspiran los novios se les revela en la medida en que descubren que la

vocación al amor es la luz de su vida (cf. DPF, 22). ¿En qué consiste esta vocación? ¿Cómo se

les revela? ¿De qué modo guía sus vidas? ¿Qué importancia tiene para su madurez el descubrir

su auténtica vocación? ¿De qué vocación estamos hablando?

«Vocación» significa llamada3, una llamada originaria y amorosa a toda persona que se va

plasmando en su ‗caminar vital‘, de modo que libremente busca esa plenitud que tanto desea. Es

un auténtico «don», un regalo ‗misterioso‘ que llena y supera a la persona, al que de forma

agradecida ha de ser fiel en su respuesta. Penetremos algo más en su riqueza a partir de su

lectura en el Directorio de Pastoral Familiar en la Iglesia de España (DPF). Si esta llamada

fuera una ‗sinfonía‘ tendría alguna de las siguientes notas:

- Es originaria, en un sentido universal, no está reducida solo a unos pocos.

- Es un acontecimiento personal e irrepetible, del mismo modo que lo es su respuesta.

- Su esencia se halla en el amor, como nos recuerda santa Teresa de Lisieux: «Comprendí

que el amor encerraba todas las vocaciones, que el amor era todo». Este amor será una

luz que permite interpretar la propia vida en su día a día.

- Implica la totalidad de la persona y de su existencia. Afecta ‗a toda la vida‘, compromete

todo, une lo diverso de la persona, tensándolo como un arco en una misma dirección:

hacia la propia plenitud.

- Es continua, no se reduce a un momento concreto. Dios continúa llamándonos todos los

días, como señalaba el cardenal Newman: «Todos nos encontramos en permanente estado

de llamada», lo que implica que la vocación se encarna en el tiempo.

- Es una apelación a la libertad del hombre (DPF, 28), a la que puedo responder o no.

Quien me llama hace surgir mi libertad. Nace de una relación en la que la elección de la

persona a la que voy a entregar mi vida es la máxima expresión de la libertad (DPF, 34).

Esta bella «sinfonía de la Llamada», en la que participan y se armonizan lo recibido, la

persona, el amor, la totalidad, la libertad, la escucha, la respuesta, etc., se nos revela en nuestras

relaciones interpersonales. Será en el encuentro con otra persona, promesa de un amor más

grande y que nos remite a un amor originario: a la presencia, a su presencia guardada en mi

corazón. El encuentro nos ha de conducir a algo más: a una comunión, a un ‗vivir para‘, hacia la

cual se puedan proyectar todas nuestras acciones4.

Y si trascendemos en estas relaciones, se puede decir que Cristo ha querido, con su presencia en

nosotros, movernos a buscar su encuentro, un encuentro personal que nos permita entrar en

comunión con Él.

En conclusión, la vocación es la manifestación en el tiempo del plan que Dios tiene para

cada persona, haciéndole descubrir el sentido más profundo de su existencia, lo que le da

contenido y finalidad a su propia vida. Por ello, como padres, educadores o pastores hemos de

mostrar esta belleza a nuestros jóvenes, como la luz que orienta nuestro camino hacia la

plenitud. Profundicemos en esta vocación al amor y veamos los ‗movimientos‘ de dicha

sinfonía.

2 R. ACOSTA, La luz que guía toda la vida. La vocación al amor, hilo conductor de la pastoral familiar, Edice, Madrid 2007 3 J. BARRACA, Vocación y persona. Ensayo de una filosofía de la vocación. Unión Editorial, Madrid 2003 4 J.J. PÉREZ-SOBA, “Presencia, encuentro y comunión”. En: L. MELINA, J. NORIEGA, J.J. PÉREZ-SOBA, La plenitud del obrar cristiano, Palabra. Madrid

2001, 359; IDEM, Amor es nombre de persona. PUL MURSIA. Roma 2001, 88-90

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4 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

Los novios deben conocer que existe un plan de Dios, anterior a todo proyecto humano, para

cada uno de ellos, pues a cada uno les eligió y les quiso desde un principio5. Todos expresamos

y vivimos en el tiempo y en el espacio un pensamiento y un amor singularísimo de Dios, sin que

otros pronunciada lo puedan suplantar. Se ha dicho justamente que cada persona es una palabra

de Dios de una sola vez6. Más que un plan, quiere tener una historia de amor concreta con cada

uno de estos novios.

"Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza:

llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor” 7.

En este «por amor» pueden encontrar el origen, la originalidad y el fundamento; mientras

que la invitación «al amor» les indica la finalidad que han de dar a su vida y a sus acciones.

Mientras, será «en el amor» donde se les revele esta vocación y será ‗en el amor‘ donde

recorran este itinerario con otras personas. Por lo tanto, concluye este punto de la Familiaris

consortio: el amor es «la vocación fundamental e innata de todo ser humano», es una llamada

que pide una respuesta de cada uno.

1. LLAMADOS A LA EXISTENCIA «POR AMOR»

Los novios saben que en su origen hay un acto de amor, que es un acto de Dios y un acto

creador. Por ese acto son llamados a la existencia, reciben el don de la vida. Los padres son

colaboradores de aquel amor infinito, con su alianza de vida y amor, un amor ciertamente

limitado.

Esta vocación al amor, que remite a un amor primero como a su fuente, se les hace consciente

por medio de una revelación, esto es, de una manifestación de aquél que les ha amado antes.

Esto nos conduce a una primera afirmación fundamental: el amor entre el hombre y la mujer se

manifiesta siempre como una respuesta a un amor primero.

Ayudemos a los novios a que descubran e interpreten en su propia vida este amor primero, al que puedan responder, así ‘edificarán sobre roca’.

2. LLAMADOS «AL AMOR»

Los novios no están llamados a un amor cualquiera, sino a un amor verdadero. La verdad

del amor no está puesta al arbitrio humano, cualquier amor vivido no tiene por qué ser verdadero.

Resulta crucial presentar a los novios de hoy la conexión que existe entre estos dos términos,

siendo fundamental educarles para vivir en la verdad y en el amor (cf. 2 Jn 4ss). Nos recuerda

certeramente Pinckaers que sin la verdad, no hay felicidad ni amor que dure; mientras que

educarles en la verdad sin amor los resecaría8.

Por tanto, están llamados a un amor que respeta la persona en su verdad y así puede

‗construir‘; un amor que es capaz de crear el bien de las personas y de las comunidades y,

5 Esta elección es ante todo una concreción personal -«te he llamado por tu nombre, tú eres mío» (Is 43,1)-. Se me elige por quién soy, esto significa ante todo que soy objeto de un amor de elección, un amor que se refiere a mi persona y no a mis cualidades. Este es el último fundamento de la irreductibilidad de la persona. Es una elección eterna («elegida por Dios antes de la creación del mundo» Ef 1,4), libre (cf. Jn 15,16; Mc 3,13) y gratuita (cf. Rom 9,11; 1 Cor 1,26-29); esto es, es desde siempre y para siempre.

6 Cf. D. TETTAMANZI, El hombre imagen de Dios, Secretariado trinitario, Salamanca 1978, 53 7 FC, n. 11 8 Cf. S. PINCKAERS, Las fuentes de la moral cristiana: su método, su contenido, su historia, EUNSA, Barañáin2 2000, 62

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además, es capaz de darlo a los demás9. De este modo, amor y verdad serán los que juntos

expresen la verdad completa de la persona, esto es, cómo está llamado a la plenitud. Esta

vocación al amor tiene como fin el don sincero de sí por el que el hombre encuentra su propia

identidad10

. Se trata de la libre entrega a otra persona para formar con ella una auténtica

comunión de personas11

.

Esto resulta fundamental para entender la pastoral familiar. En el seno de cada familia, cada

uno buscará de modo específico su propia plenitud de vida, esa «vida en abundancia» que se les

ofrece, y a la que se nos exhorta como padres y educadores en su acompañamiento.

Acompañarles en esta etapa es enseñarles a fortalecer su amor, a formar su amor, pues así podrán «creer en el amor». Si, por el contrario, los novios no toman la decisión de vivir en la verdad de su amor harán imposible esta comunión, viviendo una relación de dominio.

Acompañarles en esta etapa es mostrarles con nuestro propio amor lo que es una entrega, un vivir para el otro, la aceptación de lo que somos, donde no cabe el egoísmo, la reserva ni el dominio.

3. SE LES REVELA «EN EL AMOR»

En este plan de Dios que queremos transmitir a los novios, comprobamos que no estamos

hechos para la soledad, sino que somos portadores de una vocación a una comunión, la cual se

nos hará viva y comprensible en la propia experiencia del amor12

.

La «antropología adecuada» de la que partimos tiene como afirmación primera el que la

persona sólo se puede conocer, de modo adecuado a su dignidad, cuando es amada (DPF, 28).

Nadie puede vivir sin amor. Los novios sólo llegarán a comprender lo que son y a descubrir un

sentido para su vida cuando se les revele el amor, cuando se encuentren con él, cuando lo

experimenten y lo hagan propio, cuando participen en él vivamente13

.

De este modo, hombre y mujer no están hechos para sí mismos, sino que viven en la

búsqueda de algo más. Ser humano es amar a este ‗algo más‘ en el que empeñamos nuestra vida.

Queremos algo más que la vida, queremos amar y ser amados en la vida. El amor es esa

‗perfección añadida‘ que realza la mera existencia. No hemos recibido el don de la vida para

sobrevivir, sino para amar y ser amados, para crecer en ese amor, para ser transformados por ese

amor, para ser liberados y encontrar la felicidad14

.

Esta comunión a la que los novios son portadores se les da en promesa, por lo que han de

creer en ella, esperar poder alcanzarla y poner el amor necesario para el camino:

- Creer en su amor (fe). Será en esta experiencia del amor donde intuyan y se dejen

seducir por la belleza de dicha comunión. Por eso, si hay algo definitivo en este

momento, en el que confluyen dos vocaciones, es que ambos tengan una misma fe y una

esperanza.

- Esperar en su amor (esperanza). Han de comprender cómo se relacionan sus acciones

con la promesa intuida, con su destino. Será por medio de la esperanza, ese ‗hilo

invisible‘ que engancha el futuro prometido con el presente.

9 Cf. GrS, n. 14 10 GS, n. 24: «El hombre que es la única criatura en la tierra que Dios ha querido por sí misma, no puede encontrarse plenamente a sí mismo,

sino en el sincero don de sí». 11 GrS, n. 7; J. GIL LLORCA, La communio personarum en la "Gratissimam sane" de Juan Pablo II. Elementos para una antropología de la familia,

Siquem, Valencia 2000 12 Cf. FSV, n. 52 13 Cf. RH, n.10 14 Cf. P. J. WADELL, La primacía del amor, Palabra, Madrid 2002, 107-112

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6 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

- Aprender a amar (amor). Sólo se puede enseñar a amar amando. No deben correr el riesgo

de tener una teoría del amor y no poseer suficientemente su arte. Lo primero en lo que han

de formarse es poseer la sensibilidad adecuada para descubrir y guardar los distintos ‗gestos

de amor‘ que llegan hasta ellos.

Acompañarles en esta etapa es ayudarles a que entiendan la experiencia del amor vivida como algo que está llamado a ser mucho más de lo que es y de lo que sienten en ese momento.

Mostrémosles de forma gradual y personal por dónde va el camino que les puede llevar a buscar la verdad de su amor, que les conduzca a su plenitud como personas y que puedan responder a su propia vocación.

4. SU META: LA PLENITUD DE VIDA EN EL AMOR CONYUGAL

¿De qué modo pueden responder a esta llamada? Saliendo al encuentro del otro para donarse

a él. «El amor es „éxtasis‟, pero no en el sentido de arrebato momentáneo, sino como un camino

permanente, como un salir del yo cerrado en sí mismo hacia su liberación en la entrega de sí»,

nos recuerda Benedicto XVI15

. Sin ser amado y amar, la vida se malogra. Entregar la propia vida

es el riesgo de amar: fiarse de otro, ponerse en sus manos, expuesto a no ser correspondido. El

que ama, el que se confía a otro, se hace vulnerable. El que elude la aventura del don de sí, de

darse, pierde su vida; el que la entrega siempre gana, aunque pierda la vida al entregarla.

Continúa el Benedicto XVI: «Ahora el amor es ocuparse del otro y preocuparse por el otro. Ya

no se busca a sí mismo, sumirse en la embriaguez de la felicidad, sino que ansía más bien el

bien del amado: se convierte en renuncia, está dispuesto al sacrificio, más bien lo busca».

a. Llamados a la comunión

Esta promesa intuida que les puede permitir alcanzar una plenitud de vida se halla en la

comunión de personas. «La imagen de Dios está inscrita en el hombre también en cuanto ha

sido creado como ―varón y mujer‖ (cf. Gen 1,27). Con ello aparece cuál es el sentido que Dios

quiso dar a la existencia humana: la plenitud del hombre se encuentra en una comunión de

personas, cuyo primer vínculo viene significado por la complementariedad sexual. Así, en la

realidad de imagen de Dios está incluida también la corporeidad del hombre, como llamada

originaria a la comunión»16

.

Hombre y mujer existen para crear entre ellos una comunión de personas, llegando a ser una

sola carne. La peculiaridad mayor de este encuentro es que la diferencia no es vista como

oposición, sino como una ocasión de comunión. La misma diferenciación sexual posibilita una

comunión enteramente personal que proyecta a la persona a su construcción. La atracción sexual

les desvela paulatinamente su misterio, ya que ella es una llamada a la comunión, cuya

especificidad propia es que aquellos que la sienten deben construirla, hacerla real, actual, porque

se les da solamente en promesa17

.

Esta experiencia fundante reclama promover una auténtica «pedagogía de la comunión»,

como preparación para vivir la condición de una ‗auténtica conyugalidad‘.

15 DCE, n. 6 16 FSV, n. 49 17 Cf. J. NORIEGA, “Preparación próxima al matrimonio”, en C.E.E., Preparación al matrimonio cristiano, Edice, Madrid 2001, 249

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b. «Una promesa de plenitud»: reclamo de perfección y santidad

«La revelación del amor conyugal implica una promesa de plenitud en una comunión que los

cónyuges deberán construir mutuamente. Pero, porque esa plenitud se les da en promesa, no la

poseen todavía, y de ahí la necesidad de “creer en este amor”. Para ello deberán, en primer

lugar, dejarse fascinar por su belleza. El amor conyugal realiza una riqueza tal de valores

humanos e implica una interrelación tan delicada entre ellos que es verdaderamente

maravilloso. Dejar de contemplar esa hermosura pervierte la intención hacia los propios

intereses. El primer elemento de la belleza del amor conyugal es la plenitud de entrega que lo

conforma. Esa plenitud es la respuesta adecuada al descubrimiento del valor de la otra persona

con la que se construye este amor. Aprender a vivir esa plenitud día a día es la forma de

construir el amor conyugal y, en él, un hogar»18.

En el descubrimiento del amor está implícito el deseo de crecer en el amor: «Aprender a vivir

esa plenitud día a día». Todo proceso pedagógico que quiera acompañar a los novios debe

alentarles para que alcancen la madurez en el amor. Al hablar de madurez nos referimos tanto a

una madurez humana como a la madurez espiritual, que puede recibir el nombre de santidad.

El crecimiento en el amor, desde la fascinación por la belleza, supone un deseo continuo de

superación en todos los ámbitos de la persona, en la totalidad de su vida, que se expresa en sus

relaciones primordiales.

Responder al amor de Dios, a través de la mediación del amor esponsal es una «concreción

de la llamada universal a la santidad». En el amor no hay descanso, «éste es un proceso que

siempre está en camino: el amor no se da nunca por „concluido‟ y completado, se transforma en

el curso de la vida, madura y, precisamente por ello, permanece fiel a sí mismo»19

. Por ello,

podemos entender mejor la expresión del místico: « ¡Que ya sólo el amor es mi ejercicio! ».

Por todo lo expuesto, estamos en condiciones de dar una buena noticia a los novios que se

preparan para el sacramento del Matrimonio: el matrimonio es una vocación20

, eso sí, una

vocación a un amor peculiar: al amor conyugal. En el mismo seno de la familia es donde se les

ha de instruir para que conozcan la belleza de este amor21

. Éste ha de ser signo y realización de

toda la verdad contenida en la vocación al amor que ha guiado todo el proceso de

descubrimiento del plan de Dios (DPF, 40).

5. EL ITINERARIO EXISTENCIAL DE LOS NOVIOS 22

La pastoral familiar toma la iniciativa de la misma vida de las familias, acompaña a cada

persona en el descubrimiento de su propia vocación. Por ello podemos dividirla según los

tiempos propios de la familia en la medida en que se corresponden con los del desarrollo

personal, tal como aparece en la Familiaris consortio: Preparación al matrimonio (n.66),

Celebración (nn.67-68) y Postmatrimonial (n.69). No hemos de perder de vista la relación

interna de los tres tiempos. Se habla de «tiempos», y no sólo de ‗momentos de intervención‘

18 FSV, n. 62 19 DCE, n. 17b 20 Cf. 1 Cor 7, 7.17; CCE, 1603: «La vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y de la mujer según salieron de la

mano del Creador»; GrS, n. 18 « (Los Apóstoles) comprendieron que el matrimonio y la familia constituyen una verdadera vocación que proviene de Dios mismo, un apostolado: el apostolado de los laicos. Éstos ayudan a la transformación de la tierra y a la renovación del mundo, de la creación y de toda la humanidad». El matrimonio es una vocación divina, una co-vocación de dos personas.

21 CCE, n. 1632; Cf. GS, n. 49; FC, n. 71 22 R. ACOSTA, La luz que guía toda la vida, o.c., 165-178

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8 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

como una estrategia de actuación ajena a la vida familiar y proyectada desde fuera, sino sus

propios tiempos de crecimiento que deben ser fortalecidos y ayudados23

.

Si el hilo conductor de toda pastoral familiar es la vocación al amor, sus tiempos han de

tener un paralelo existencial con los tres momentos fundamentales de la vocación personal como

son: el hecho de ser hijo, el de ser esposo y el de ser padre o formar una familia.

«Reconocerse como hijo, para convertirse en esposo y así llegar a ser padre y madre»

c. Reconocerse hijo/a: La «presencia» de un amor recibido

Nuestra identidad está en relación a una vida recibida y, con ella, a la relación a otra persona.

De este modo, la relación está insertada en lo más radical de nuestra identidad, la de ser hijos.

Eso sí, se trata de una identidad abierta, que debe configurarse con los distintos encuentros

sucesivos24

.

- «Ser hijo» es el primer momento de la vocación al amor. El acontecimiento de ser amado

es la primera revelación‘ de nuestra propia identidad personal. El ser humano es persona

porque es amado –como hijo- de manera irrepetible, por sus padres y por Dios.

- «Ser hijo» permite experimentar con fuerza la realidad de un amor fiel, imprescindible

para la madurez personal y la disposición que engendra de dominio de sí para una

entrega.

- «Ser hijo» es la primera respuesta que podemos dar de una forma existencial a la

inquietante pregunta: ¿Quién soy yo? Yo soy, ante todo hijo, porque existe un amor que

me precede y que me ha llamado a la vida.

- «Ser hijo», y aceptándolo, es el único modo que nos permite ser esposos y llegar a ser

padres o madres25

.

- «Ser hijo» conlleva al mismo tiempo aceptar ser hermano. Una nueva dimensión, la

fraternidad, que no sólo aparece dentro de la dinámica familiar, sino también en la

apertura de la familia doméstica a la gran familia de la entera humanidad.

d. Ser esposo/a: Un amor que se entrega en el «encuentro» de dos vidas

Pero hay algo más que me constituye que el ser hijo. El sentido de mi propia identidad me

proyecta a una plenitud que no sólo recibo, sino que también construyo. Y a esto hemos de

ayudar a los novios, ofreciéndoles las herramientas necesarias para que construyan y alcancen su

propia plenitud en la unidad de dos. En esta unidad de los dos, están llamados desde el principio

no sólo a existir „uno al lado del otro‟, o simplemente ‗juntos‟, sino que a crear una comunión

de personas llegando a ser una sola carne. Aquel amor recibido ahora quiere ser entregado

mediante el ‗regalarte todo tú al otro‘.

e. Llegar a ser padres / madres: La «comunión» en un amor fecundo y esperanzador

23 Recurriendo a un juego de palabras, tendríamos que diferenciar la nueva pastoral familiar de la ya tradicional de la “BBC”: Bodas, Bautizos y Comuniones.

24 FSV, n. 76: «La relación de paternidad y filiación es la primera relación indestructible que el hombre experimenta y que ha de saber integrar en su vida».

25 K. WOJTYLA, Pietra di luce, Librería Editrice Vaticana, Cittá del vaticano 1979, 100 : «Cuánto tiempo ha pasado antes de que consiguiese entender que Tú no quieres que sea padre, si al mismo tiempo no soy hijo». El desprestigio actual de estas realidades proviene de considerarlas meras funciones que ocurren sin más y no una tarea de la libertad en la que uno se entrega y conforma verdaderas relaciones personales de comunión, más fuertes que la simple vinculación de naturaleza.

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Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 9

Éste es un punto de difícil comprensión en la cultura actual. No se trata ahora de una regla

impuesta extrínsecamente, sino de la dinámica inscrita en el amor. La paternidad y la maternidad

no se configuran ni como un proyecto puramente humano que haya de ser deliberado con cautela

en orden a construirlo desde las propias fuerzas, ni como un pretencioso derecho absoluto como

si el hijo fuese el objeto de una reivindicación. Ya no se ve como algo meramente electivo del

hecho de ―ser esposo‖, sino que son dimensiones de una misma vocación.

Acompañarles en esta etapa es constatar que la vocación al amor marca su propia biografía. Por tanto, en el ser hijos para poder ser esposos y llegar a ser padres se esconde el itinerario fundamental de comunión de amor en la historia de cada uno de ellos.

6. LA PERSPECTIVA VOCACIONAL EN LA PREPARACIÓN AL MATRIMONIO

De este modo, la perspectiva vocacional conduce a entender la preparación al matrimonio

como un elemento muy especial de este proceso (DPF, 72). No podemos conformarnos con una

preparación a pocos meses vista de la boda. Los mismos cursillos de preparación al matrimonio

y a la vida familiar no deben quedar como islas donde atendemos a los novios antes de casarse,

sino que han de estar inmersos en un itinerario mucho más amplio. Por ello, la finalidad de la

preparación al matrimonio, como primer tiempo de la pastoral familiar, sería:

Acompañarles del «ser hijos» al «ser esposos».

Evidentemente esta etapa va mucho más allá de la atención a los novios en los momentos

inmediatos a la celebración del matrimonio, se halla integrada en todo un proceso. Este salto

cualitativo es el paso «de la aceptación agradecida de una vida recibida en el seno de una

familia, como expresión del amor de unos padres, a la capacitación progresiva al don de sí, que

será la máxima expresión de la libertad» (DPF, 73). Buscaremos, pues, que los novios maduren

y se capaciten para una entrega y una misión muy específica: formar una íntima alianza de vida

y amor de la que brotará una familia.

Esto conlleva un proceso amplio y exigente de educación a la vida conyugal, la cual ha de ser

considerada en el conjunto de sus valores. Esta preparación se prolonga más allá de la

celebración del matrimonio, continua en toda la vida familiar, por lo que hay que considerarla

como estado permanente26

. Nuestro papel en el acompañamiento de los novios no termina el día

que «abandonan a su padre y a su madre para formar una sola carne», sino que, con la prudente

distancia, les seguiremos acompañando en los difíciles momentos de ir construyendo una

familia. La finalidad propia de esta etapa es ayudar a cada persona a descubrir su vocación al

amor (conyugal o virginal)27

. Hemos de mostrarles el proyecto de Dios sobre el matrimonio y la

familia, para que estén en disposición de hacer que el existir diario de sus vidas se construya

como una respuesta afirmativa y comprometida a esa llamada personal de Dios. Con esta

perspectiva, el eje de la pastoral lo constituyen las mismas personas de los futuros esposos, que

han de descubrir conjuntamente su vocación al matrimonio y la familia, recorriendo el camino

integrador de la educación de su amor en esta etapa de su vida (DPF, 75).

7. ETAPAS DE LA PREPARACIÓN AL MATRIMONIO

26 Cf. PSM, n. 16 27 Cf. DPF, n. 261: Hemos de ayudar a nuestros hijos a descubrir su vocación esponsal; debemos respetar la vocación de cada uno de ellos,

así como proteger y animar la vocación a la vida sacerdotal y consagrada.

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10 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

Para alcanzar esta finalidad, el proceso se va llevando a cabo de forma gradual y en varias

etapas. Este tiempo, por su propia especificidad tiene una estructura interna que responde

también a una triple división de tiempos que van a tener una gran importancia pastoral: una

preparación remota, una próxima y otra inmediata28

. En este tema, sólo profundizaremos en

aquellas etapas que más directamente están implicadas en la etapa del noviazgo.

1. PREPARACIÓN REMOTA (DPF, 78-94). Esta etapa, que comienza desde la

misma infancia, estará presente en los procesos catequéticos y tendrá como objetivos:

Hacer descubrir al niño y al joven su vida como una vocación concreta en el

interior de la Iglesia.

Favorecer la comprensión humana y cristiana de la sexualidad, del matrimonio

y de la familia; la estima por todo auténtico valor cristiano, tanto en las

relaciones interpersonales como en las sociales.

Formar a los padres para que tomen conciencia de su derecho y deber en la

misión educadora de los hijos, dando así un protagonismo especial a la familia

en esta etapa de la preparación al matrimonio.

2. PREPARACIÓN PRÓXIMA (DPF, 95-111). Esta segunda etapa, que tiene lugar

en el tiempo del noviazgo, debe tener un carácter eminentemente misionero y

evangelizador y, dado que coincide con la época de la juventud, debe realizarse en

estrecha coordinación con la Pastoral Juvenil. Sus objetivos son:

Ayudar a una comprensión más plena de la fe y a testimoniarla en la vida.

Formar para una comprensión abierta del matrimonio y la familia, de forma que

no se conciba la intimidad familiar como un intimismo cerrado en sí mismo,

sino como la capacidad de interiorizar las riquezas humanas y cristianas de la

vida matrimonial con vistas a una donación cada vez mayor a los otros.

Ayudar a los novios a descubrir los valores y las exigencias vinculadas a la

relación interpersonal hombre-mujer en el plan de Dios sobre el matrimonio y

la familia, entre esos valores podemos destacar: la unidad e indisolubilidad del

matrimonio, el amor fiel, la ternura entrañable, la paternidad-maternidad

responsable, dimensión humana y cristiana de la sexualidad conyugal, la

educación de los hijos.

3. PREPARACIÓN INMEDIATA (DPF, 112-127). Tendrá lugar en los meses

inmediatamente anteriores a la celebración del sacramento del matrimonio y sus

objetivos son:

La síntesis de los contenidos doctrinales, morales y espirituales impartidos durante la etapa anterior.

Ofrecer una adecuada preparación litúrgica de la celebración sacramental.

Ofrecer una adecuada preparación espiritual de los novios (un retiro,

celebración penitencial, etc.).

28 FC, n. 66

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Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 11

II. EL DON Y LA TAREA DEL NOVIAZGO

A continuación abordaremos lo esencial del tiempo del noviazgo, lo que supone de don y de

tarea para sus protagonistas. No es un camino exento de dificultades que habrá que superar, así

como saber desenmascarar lo que se les presenta con apariencia de verdadero y bueno, pero que

no es más que un sucedáneo o una simple mentira.

1. EL TIEMPO DEL NOVIAZGO

Se entiende por noviazgo el período de tiempo en que un joven y una joven comienzan una

relación amorosa, que los lleva progresivamente a madurar entre ellos la voluntad de

pertenecerse de manera total, exclusiva y definitiva en el matrimonio29

.

En los últimos tiempos el noviazgo ha sufrido diversas agresiones directas e indirectas. Se ha

cuestionado su validez como preparación adecuada y fiable al matrimonio; e incluso la misma

palabra ha caído en desuso... parece que pertenece a un lenguaje arqueológico. Se prefiere hoy

hablar de ‗tengo un chico/una chica; un amigo/una amiga‟; ‗salgo con...‘ En todas estas

expresiones, aunque sea inconscientemente se quiere subrayar al menos dos cosas: ignorar

cualquier relación con la sociedad, con la comunidad, y la misma orientación hacia el futuro; y

se subraya, la dimensión de la subjetividad libremente escogida e intensamente vivida en el

presente: ‗yo tengo‘, ‗yo salgo‘. Parece querer vivirse en un presente cerrado y posesivo.

En cambio, la Iglesia, últimamente ha valorizado aún más toda la riqueza del noviazgo, al

considerar el matrimonio como una «vocación» y el noviazgo como un momento determinante

que condiciona este estado de vida30

. La misma reflexión teológica muestra el tiempo de

noviazgo, no simplemente como un tiempo que transcurre (chronos), como un intervalo entre la

confirmación y el matrimonio, sino como tiempo de gracia, tiempo favorable (kairos), en el

cual Dios está ya presente y disponible para bendecir, ayudar, acompañar a los futuros esposos.

Es el tiempo de gracia en el que la persona descubre su vocación específica del matrimonio y se

orienta hacia ella.

Hay que reconocer una especie de ‘status’ eclesial del noviazgo: los novios se sienten con

una nueva identidad personal proyectada hacia el matrimonio. Una nueva identidad que está

llamada a ser vivida no sólo a nivel privado sino también en y con la Iglesia, como un auténtico

tiempo de gracia en el que ambos novios tienen la oportunidad de profundizar su amor, de

conocerse mejor, de reconocer el don que cada uno de los dos representa para el otro, y de tomar

conciencia de su nuevo protagonismo en la Iglesia y en la sociedad31

.

El tiempo del noviazgo se convierte de este modo en un tiempo activo en el que se revisa

totalmente la propia vida y se la modifica para hacer que sea toda ella un instrumento vivo del

amor. Para ello es necesario superar el terreno inestable de la ‗espontaneidad‘ y adentrarse en el

terreno asumido del ‗compromiso‘ y de la apertura a la dimensión eclesial y social.

En este sentido, el noviazgo resulta ser un tiempo favorable para:

Renovar el propio encuentro con la persona de Jesús, con su mensaje y con su Iglesia.

Señala Benedicto XVI al principio de Deus caritas est que «no se comienza a ser

cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un

acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una

29 Cf. Noviazgo, en Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Pamplona 1993, 687 ss. 30 Cf. LG nn. 11. 35; 41; GS, nn. 48. 49. 52 31 Cf. M. MARTÍNEZ-PEQUE, “Hacia un "status" eclesial del noviazgo”, Revista Española de Teología 56 (1996), 435 ss.

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Ramón Acosta Peso

12 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

orientación decisiva»32. Ante tantas miradas y enfoques parciales sobre la realidad del

matrimonio, «Jesucristo revela al hombre la verdad íntegra sobre la persona, el

matrimonio y la familia»33. La Iglesia y la sociedad se juegan mucho en este período,

sin olvidar que aquellos que más se juegan son los mismos novios, ya que se trata de un

período que podría definirse como ‗el laboratorio de la futura felicidad y realización

personal‘.

Verificar la madurez de los valores humanos. El tiempo del noviazgo se revela como

un "itinerario", un camino que afecta a todos los aspectos de la persona y la obliga a

tomar conciencia de lo que todavía no es; y también la induce a transformarse según las

exigencias del amor y del proyecto de vida que Dios ha puesto en la experiencia del

amor. Pero no es un itinerario exento de obstáculos: entre ellos, destaca el significado de

la sexualidad y en particular el gesto físico del encuentro sexual.

Profundizar la vida de fe, en especial en lo referente al conocimiento de la

sacramentalidad de la Iglesia.

2. EL NOVIAZGO, UN DON

Durante el noviazgo dos personas --un ―yo‖ y un ―tú‖--, tratan de conocerse mejor, descubren

una promesa e intuyen un futuro en el que ambos se ven como protagonistas. Todo comienza

como un don, el regalo de la otra persona en mi vida, para convertirse también en una tarea: mi

vida para esa persona. Analicemos a continuación de qué modo esta relación amorosa es vivida

como una pasión y luego como una elección, para luego abordar los distintos dinamismos de la

persona que se ponen en juego.

a. DINÁMICA DEL ENAMORAMIENTO: EL AMOR COMO PASIÓN

A menudo se concibe el amor como una aspiración a ser comprendido, apreciado, acogido y,

por tanto, a ser amado. Sin embargo, la tendencia al amor también significa necesariamente la

difusión, el darse. Tan necesario para la persona es recibir el amor como comunicarlo. Para

poder comprender lo que significa construir una comunión de personas es preciso aclarar la

relación que existe entre el amor, como pasión, y el amar, como elección libre. O lo que es lo

mismo, entre el don que se recibe, y la respuesta libre que se da.

- « El amor como pasión ». En el amor entre un hombre y una mujer hay una dimensión que

no depende de la misma voluntad, ni de la elección libre.

- « Amar como elección ». Amar no es sólo sentir, también conlleva una decisión: es un acto

libre, ya no es algo que padecemos.

Al reflexionar sobre el primero nos ayudará a comprender cómo la persona, en su dimensión

corporal, es capaz de padecer un influjo singular del mundo exterior. Hay una circularidad que

se repite: comienza siempre en un bien exterior que nos seduce y nos conduce a este bien. Se

pueden distinguir distintos pasos afectivos:

EL AMOR: La unión afectiva

El amor implica, en primer lugar, una transformación original en dos pasos:

1) «Inmutación»: ‗Alguien me ha afectado, me ha seducido, me ha hecho reaccionar incluso

físicamente, porque me he alterado. Lo vivo como un flechazo, se convierte en centro de

32 DCE, n. 1 33 FSV, n. 45

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Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 13

atención. Algo ha cambiado dentro de mí‘. Quedarse instalado en este primer momento

afectivo da lugar al amor romántico.

2) «Conformación»: ‗Me voy conformando a la otra persona‘. Se supera la mera "impresión"

para pasar al conocimiento afectivo del otro. Contiene dos momentos que se mueven en una

circularidad:

a. Descubro la armonía existente entre ambos. Lo que ha cambiado en mi interior se va

haciendo semejante a lo que me ha seducido («coaptación»);

b. Acepto y consiento al ser amado, puedo decirle: "¡qué bueno que tú existas!". Me

alegro de lo que ha ocurrido. Se supera el ‗me gustas‘, pasa a despertar en mi lo

mejor que yo tengo («complacencia»). Considerarlo como el único momento

afectivo, termina en su falsificación: el amor cortés.

Lo más importante es comprender que algo acontece en nosotros, sin que intervenga

primeramente la voluntad. La característica mayor de esta transformación es que se da una unión

en el interior entre el amado (el bien que seduce) y el amante (la persona que padece su influjo).

Por ello se llama «unión afectiva», en cuanto es una unión en el afecto que nos permitirá

dirigirnos ‗intencionalmente‘ al amado.

EL DESEO: intención al bien

Tras la complacencia ante el amado, el deseo es la respuesta a la atracción que ejerce sobre

mí. El deseo está precedido por el amor. Para desear es necesario amar. Ahora se libera una

energía dirigida a alcanzar la plena posesión de lo que se le ha dado en prenda. Por su intensidad

psicológica, suele ser lo primero que aparece en la conciencia, y es una inclinación que activa

muchos mecanismos de mi persona. Busca llegar a la plenitud. Y no parará hasta que la

encuentre.

Su falsificación es el amor virtuoso, como el aristotélico, en el que el amor se convierte ante

todo una proyección de sí mismo que no alcanza al otro.

EL GOZO: La comunión como unión real

El amor, que me hace salir de mí mismo por el deseo, y se mueve hacia el amado, alcanza

una comunión (unión real) con él. Ya no basta sólo la presencia afectiva en mi interior, no basta

sólo el deseo; quiero la presencia misma del amado. Una vez que la encuentro, descanso y

alcanzo el gozo mayor: ‗estar con el amado‘, unirme a él.

b. EL AMOR COMO ELECCIÓN Y LOS DOS OBJETOS DEL AMOR

Hasta ahora hemos visto cómo el amor es fundamentalmente una pasión, algo que se padece

y que uno no elige. Pero el amor implica también nuestra libertad: esto es, puede ser vivido

como una elección en la que la persona se implica a sí misma. Para ello es preciso conocer el

bien que nos atrae y la comunión a la que nos llama. El amante asume un protagonismo

definitivo pues con su libertad es él quien quiere amar, vincularse, entregarse. El amor pasa

entonces a ser también un acto de la voluntad.

Indudablemente nuestro amor se dirige a la persona: queremos a la persona. Pero cuando

amamos nuestra intención implica un doble objeto que tiende a dos cosas. Aristóteles lo había

definido así: « Amar es querer a alguien un bien ». En el mismo acto de amor se tiende a la

persona con la que se desea entrar en comunión real, y al bien que queremos para ella y que

constituye la mediación real necesaria del amor en el obrar. Por tanto, el amor propiamente

dicho es el amor de comunión, el amor de amistad, que busca al amigo no por el propio

provecho o interés egoísta, sino por sí mismo, por su propia dignidad y virtud. Nuestro amor a

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Ramón Acosta Peso

14 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

las personas (por sí mismas) es esencialmente diferente de nuestro amor a las cosas. Las cosas

en realidad, en sentido propio, no las amamos, sino que las apreciamos en la medida que nos

sirven. A las personas a las que amamos tendemos a comunicar nuestros bienes, mientras que de

las cosas tendemos a adquirir lo que nos falta.

De este modo, podemos hablar de una verdad del amor, que supera la simple sinceridad de

los sentimientos, y que radica en la verdad del bien que deseamos para tal persona. Querer a la

persona por sí misma implica necesariamente querer aquellos bienes que le permiten subsistir en

sí misma. Sin la mediación de estos bienes el amor a la persona se convierte en un sentimiento

vacío.

c. LAS DIMENSIONES DE LA EXPERIENCIA AMOROSA

Para vivir plenamente el amor conyugal es fundamental que los novios reconozcan la

dinámica afectiva que lo motiva, pero también todas las dimensiones de la persona -- en este

caso dos personas-- que ponen en juego. En el análisis de las diversas dimensiones que implica

la atracción entre el hombre y la mujer nos preguntaremos cinco cuestiones: cuál es la reacción

propia de cada nivel; qué la motiva; qué finalismo implica; cuál es su acto propio; y qué

repercusión subjetiva comporta, así como reconocer cuál es el riesgo de absolutizar esta

dimensión34. Dejemos que los personajes ficticios de Pepe y Marta –o Marta y Pepe— nos

acompañen en esta descripción.

Dimensión corporal-sensual

REACCIÓN Con una «excitación corporal»

MOTIVACIÓN La apreciación de los «valores corporales-sexuales», de Marta en cuanto complementarios de los suyos.

FINALIZA «Al cuerpo y a los órganos» de Marta.

ACTO PROPIO La «unión sexual».

REPERCUSIÓN SUBJETIVA Una satisfacción sensual, el «placer carnal».

RIESGO DE ABSOLUTIZARLA Olvida a la persona. Acaba tratándola como un objeto a utilizar

Dimensión afectivo-psicológica

REACCIÓN «Emocionándose».

MOTIVACIÓN Los «valores humanos ligados al hecho de ser varón o mujer».

FINALIZA A la «mutua presencia interior» de Marta dentro de sí mismo.

ACTO PROPIO «La unión de sentimientos»

REPERCUSIÓN SUBJETIVA Pepe se «complace» en Marta.

RIESGO DE ABSOLUTIZARLA Puede olvidar la realidad de sus valores e idealizarla.

Dimensión personal

REACCIÓN La «admiración».

MOTIVACIÓN La «persona misma» de Marta.

34 Cf. J. NORIEGA, El destino del eros, Palabra, Madrid 2005, 42-47. 144-145

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Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 15

FINALIZA A la «promoción de la persona» de Marta.

ACTO PROPIO el «don de sí recíproco»

REPERCUSIÓN SUBJETIVA El «gozo».

RIESGO DE ABSOLUTIZARLA Perder la simpatía del afecto, el carácter lúdico de saber esperar en la entrega

Dimensión trascendental

REACCIÓN El «estupor»

MOTIVACIÓN el «misterio de Dios y de su amor presentes en Marta»

FINALIZA «en la comunión con Marta vivir la comunión con Dios»

ACTO PROPIO La «alabanza» y la «acción de gracias»,

REPERCUSIÓN SUBJETIVA el «gozo de los bienaventurados»

RIESGO DE ABSOLUTIZARLA Vivir la comunión con Dios sin tener en cuenta verdaderamente a Marta, procurando vivirla por separado o imponiendo su propia vivencia espiritual.

3. LA TAREA DEL NOVIAZGO

a. Hacer más grande el amor

Durante el periodo del noviazgo conviene favorecer y fortalecer el encuentro amoroso. Habrá

que ir cultivando y desarrollando la generosidad, el respeto, la simpatía, los valores, la

paciencia, la fidelidad. Será un tiempo donde se ofrezca una ayuda mutua en las virtudes. A fin

de cuentas, se trata de conocer mejor a la persona a la que amamos, conocer mejor los

dinamismos que surgen, así como las dimensiones que se ponen en juego. Todo ello nos

permitirá creer en el amor, no perder la esperanza de que se haga más grande día a día. Y

siempre han de ser conscientes de la importancia de aprender a amar.

b. - Trabajar el tipo de relación, la afectividad, la sexualidad, el perdón, la trascendencia…35

En una relación interpersonal de este tipo todo resulta más fácil en su faceta vivencial de lo

que puede suponer compartimentalizar demasiados conceptos. Hay que trabajar con la ilusión

del que está enamorado, pero con la paciencia y serenidad del que pone la meta alta y a largo

plazo.

- No es lo mismo fomentar un tipo de relación que busque el sentido en la entrega al

amado, que perpetuar una vida individualista, egoísta y cargada de hedonismo.

- No es lo mismo cultivar e integrar los afectos en un marco más amplio, que reducirlo

todo al mero sentimiento.

- No es lo mismo desarrollar una buena comunicación, que ir abandonando este campo

hasta quedar completamente aislados en la relación.

- No es lo mismo descubrir el significado originario de la sexualidad que vivirla de forma

reducida y despersonalizada, ajena totalmente al marco de un amor conyugal.

35 R. ACOSTA, Prevenir las crisis de pareja. Y un toque de cine. (Pendiente de publicación)

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Ramón Acosta Peso

16 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

- No es lo mismo ir delineando un auténtico proyecto de vida en común que lanzarse a la

aventura sin mayor compromiso mutuo.

- No es lo mismo ahondar en las dimensiones del perdón que fomentar una venganza y un

rencor de trágicas consecuencias.

- No es lo mismo cultivar la trascendencia del nosotros, levantar nuestra mirada al cielo y

dejar que el Señor llene nuestras relaciones, que creernos los dioses y únicos

protagonistas de un proyecto de connotaciones simplemente humanas.

c. La verificación del amor: Elogio de la virtud

El amor tiene su verdad, que hay que verificar. Solo la decisión de vivir en la verdad del

amor hará posible que los novios que acaban de descubrir su amor, y con ello el sentido de su

vida, puedan ir alcanzando paulatinamente su amor y la plenitud que se les ofrece. Si se niegan a

vivir en la verdad de su amor, acabarán haciendo imposible la comunión personal para pasar a

una relación de dominio36

.

La experiencia de la atracción sexual promete mucho, coge toda la persona, su memoria e

imaginación, llega hasta obsesionar. Pero luego, por sí misma -fuera de la comunión de

personas- da poco, acaba desilusionando, hastiando. Precisamente, las experiencias sexuales

prematuras pueden inocular en los jóvenes una incapacidad para el amor verdadero, ya que

parten de experiencias limitadoras del amor, al reducir a sexo la auténtica comunión de

personas. Es necesario pues, invitar a los novios a que continuamente tiendan a la verdad última

del amor y lo verifiquen37

. ¿Qué es lo que tienen que verificar los novios?

La reciprocidad de la intuición. Si la revelación que uno ha tenido ha acontecido también

en la otra persona; si ha iluminado el mismo destino para ambos. Si ambos ven la misma

verdad y están dispuestos a luchar por ella.

La unión afectiva. Si a raíz de este mismo ideal se va produciendo una concordia mutua

sobre los caminos esenciales a recorrer, sobre el modo de vivir las prácticas de conducta

de la vida.

La integración. Si se van integrando paulatinamente las diversas dimensiones del amor,

sea en uno mismo como en el otro.

La lógica del don. Si cada uno es capaz de entregarse de veras y de acoger al otro tal y

como es.

El modo como esta construcción y verificación se realiza en los novios tiene lugar en su vida

cotidiana: a través de las reacciones ante las diferentes circunstancias de la vida, de los

proyectos juntos, de las dificultades encontradas, de las discusiones, de las conversaciones,

incluso, de la ausencia de la persona amada... Es así como poco a poco se va configurando la

subjetividad de ambos en un modo que les va permitiendo cada vez más vivir el uno para el otro,

en tal manera que se hace imposible comprender la propia vida al margen de esta comunión

mutua.

Se nos revela así el tiempo de noviazgo como un tiempo de maduración en la verdad del

amor, de descubrimiento de su verdad honda y, por consiguiente, de construcción de ese modo

de ser común de ambos, de esa personalidad comunional en la verdad. No podemos obviar este

aspecto en el trabajo pastoral con los jóvenes, y quizás sea el que más nos demandan: que les

enseñemos a fortalecer su amor débil, incipiente, inexperto, pero inmensamente prometedor.

36 Cf. J. NORIEGA, “Preparación próxima al matrimonio”, o.c., 253 37 Cf. ID, El destino del eros, Palabra, Madrid 2005, 216

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Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 17

Se trata en el fondo de una auténtica educación para la virtud. Virtus en latín significa

energía, fuerza, poder, excelencia. Y ya los clásicos asignaban una virtud al amor, esto es, una

excelencia, una energía al amor: se trata de la virtud de la castidad.

La integración de las tendencias somáticas y afectivas se denomina virtud de la castidad. En

cuanto tal, no significa, en modo alguno, represión del instinto o del afecto por la continencia o

ausencia de relaciones sexuales y afectivas. Se trata más bien de ordenar, reconducir, integrar los

dinamismos instintivos y afectivos en el amor a la persona. La castidad es la virtud que permite

asegurar el dominio del propio cuerpo para que sea capaz de expresar con plenitud la donación

personal38

.

A ello se refiere Benedicto XVI, en Deus caritas est, cuando habla de la purificación del

amor39

. El amor entre un hombre y una mujer, cuando se haya integrado y unificado, se torna en

un amor capacitado, fortalecido, capaz de iluminar la vida cotidiana con una luz nueva que le

haga sensible para descubrir cómo construir la misma comunión. La carne se ha dejado penetrar

por el espíritu y ahora nos encontramos con una carne espiritualizada, transfigurada. Sin este

proceso de integración la buena intención de los novios puede desvanecerse en un voluntarismo

falto de espíritu y de destino, dándose una ruptura interior.

d. El noviazgo como “etapa pedagógica”: Integrar todos los dinamismos

Una de las tareas fundamentales del noviazgo es la integración paulatina de los diversos

dinamismos hasta llegar a posibilitar el don de sí mismos enteramente libre y gozoso por la

entrega y por la acogida mutua. Construirse a sí mismo para ayudar a la persona amada a su

propia construcción.

Pero, cuando la persona quiere unificar e integrar estos dinamismos diversos, percibe que no

posee un control sobre ellos definitivo: su impulsividad sexual escapa en ocasiones a su

voluntad; la riqueza afectiva que despierta el amor se vierte en sentimientos contrarios: unión,

odio, esperanza, desesperanza... que a veces no son directamente controlables por la inteligencia.

Aún más reacciona a veces contra él mismo.

No tenemos un ―dominio despótico‖ sobre nuestra vida afectiva en general, pero si podemos

ejercer un ―dominio político‖ sobre ella, a base de trabajo e inteligencia: la misma razón puede

‗seducir‘ a la afectividad con la belleza del bien de la comunión que le propone, mostrándole

como sus mismos dinamismos e intereses no quedan abortados si secunda tal ideal, sino

engrandecidos.

Se presenta como una tarea primordial del noviazgo la necesidad de «construir la persona»,

de construir un sujeto integrado, capaz de amar con todo su ser, sin divisiones ni tensiones

internas. Amar con pasión y con cabeza, con afecto y con humildad, con coraje y con sencillez,

no es fruto de un flechazo, ni de una experiencia, sino del trabajo y del tesón que se ha puesto en

ello.

Es por tanto una etapa pedagógica, en plena acepción del término, lo que se abre con el

noviazgo. Se trata de un auténtico aprendizaje interiorizado.

La experiencia del encuentro ha despertado en la persona lo mejor que hay en ella: la soledad

no es el destino del hombre, sino la comunión, que se les daba como promesa. Es la comunión

de personas, entrevista aún difusamente, lo que sedujo a ambas personas. Este ideal común de

comunión es lo que ha despertado en ellos lo ‗mejor que hay en sí mismos‘, comenzando un

itinerario de conquista de lo mejor que hay en sí, para entregarlo como don.

38 FSV, n. 55 39 DCE, nn. 5-6

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18 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

Esta promesa de comunión es lo que hace que puedan superar y trascender su propia historia

y sus carencias, sus deseos y proyectos, para ir trascendiéndose a sí mismos en orden a ser

capaces de entregarse y acogerse. Esta es la tarea primordial del noviazgo, al que podemos

definir como un auténtico entrenamiento para el verdadero amor. Pero en este camino surgen

muchas dificultades, e incluso se corre el riesgo de ‗probar‘ si el amor es verdadero.

4. LAS DIFICULTADES DEL NOVIAZGO Y LAS FALSAS VERIFICACIONES

a. El contexto en el que viven hoy los jóvenes enamorados

En un primer análisis hemos de reconocer el terreno: ¿En qué entorno se mueven hoy los

jóvenes? ¿Cómo nos llegan? Las combinaciones podrían ser múltiples, casi tantas como parejas,

pero hemos de contemplar con cierta perspectiva todo el conjunto. Los jóvenes hoy conviven en

un contexto sociocultural problemático para la cultura cristiana del amor. Pero, tal y como

recordó Juan Pablo II a la Asamblea del Consejo para la Familia (4-10-1991): «Cuanto mayores

sean las dificultades ambientales para conocer la verdad del sacramento cristiano y de la

misma institución matrimonial, tanto mayores han de ser los esfuerzos por preparar

debidamente a los esposos a sus responsabilidades».

Entre estas dificultades ambientales, la sociedad moderna, ya sea estructural o culturalmente:

empuja a la individualización,

exalta la reversibilidad de la elección,

tiende a diferenciar lo privado de lo público, y

ataca la dignidad de la persona y su vida.

En este sentido, hoy asistimos más bien a una crisis de la pareja que a una crisis de la

familia. Hoy se realiza una desestabilización de la institución del matrimonio casi por inercia; la

familia, desestabilizada, permanece ‗colgada‘ sólo al amor-sentimiento con la incertidumbre de

una sucesión sin fin de conyugalidad potencial. Ha cambiado la concepción del tiempo: lo que

cuenta es el presente, situándose la familia no dentro de un cuadro de una vida, sino de historias

sucesivas; lo que lleva a una ‗ligereza del ser‘ y explica la actual concepción y los modelos de

familia. En el fondo, el problema familiar se convierte a veces en un problema de identidad,

revelador de una crisis antropológica profunda.

b. La dificultad del noviazgo: Saber ser auténticamente libres

Los propios novios notan en sí mismos la debilidad para realizar una comunión personal en la

carne misma. No basta la mera atracción de la carne o la sola afinidad afectiva. Lo que se nos ha

dado como don hay que ganarlo como tarea.

En la sociedad líquida en la que vivimos hace que los jóvenes vean desdibujados muchos de

los valores necesarios para emprender su proyecto. Su amor es frágil, su personalidad moral es

una personalidad débil y, por ello, temen que después de casarse estén abrumados y

sobrepasados por las dificultades que se les presenten en su nueva vida de matrimonio. Hemos

de llegar a la raíz, educarles para la vida conyugal, ayudarles a afrontar el misterio que se

esconde detrás de estas dificultades.

Responder a la vocación al amor a la que han sido llamados encuentra grandes dificultades en

el ambiente de ‗pensamiento débil‘ en que viven nuestros jóvenes. ¿Qué ocurre para que muchos

se sientan incapaces de llevar a buen término la aventura que se le descubrió en la experiencia

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Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 19

del amor? ¿Por qué su libertad se encuentra enormemente débil en la construcción del

matrimonio y la familia?

Todo ello nos habla, en el fondo, de una crisis del joven, de un corazón enfermo que vive en

una cultura que le hace imposible la esperanza40

. Los jóvenes de hoy se encuentran demasiadas

veces solos ante los desafíos de la vida, sin una ayuda en el entorno se sienten frágiles. Son las

crisis contrapuestas a lo que comentamos anteriormente:

La crisis del amor: Tiene su origen en el individualismo en el que la persona es incapaz

de encontrarse y de darse al otro. Esto se puede constatar en la crisis de la fidelidad:

cada vez es más raro encontrar un amor capaz de durar en el tiempo.

La crisis de la esperanza: Su origen radica en la clausura ante el futuro como posibilidad

gratuita, hay una pretensión de dominio en la lógica de un proyecto totalmente

controlable por el sujeto. Hoy es fácil de observar en la crisis de la paternidad: la

dificultad o rechazo a asumir la responsabilidad de dar vida a los hijos, lo que ya no es

algo natural, sino que se vive como una decisión a tomar: evitar el hijo o producirlo.

La crisis de la fe: Es en el fondo lo que encontramos, no se puede soportar la idea de ser

hijo (crisis de la filiación), pues parece una violación de la autonomía de su libertad.

¿Cómo podemos ayudarles a afrontar estas crisis? Hemos de ayudarles a descubrir la

dinámica interior que conduce desde el afecto al amor, y desde él al matrimonio, a la familia, a

la paternidad y a la maternidad, integrando el amor a la persona en todas sus dimensiones. El

don personal supone la entrega de la persona en su totalidad, sin reservas, en toda su riqueza:

«Es propio de la madurez del amor que abarque todas las potencialidades del hombre e

incluya, por así decir, al hombre en su integridad»41. Estos dinamismos que se van despertando

en la propia vivencia de los novios, son experimentados como propios, pero en una tensión entre

sí. Son dinamismos que pueden contraponerse dentro de la misma persona o en relación a la

persona amada. No se posee sobre ellos un control claro. Lo que la persona experimenta es que

estos dinamismos no se hallan integrados por sí mismos, que pueden reaccionar de modo

separado, desintegrándola y haciendo imposible el don de sí mismo y, por ende, la misma

comunión.

c. El riesgo de idolatrar el amor

Las dificultades del amor pueden llegar a obstaculizar más o menos la excelencia del amor.

Pero cuando lo desfiguran en la acción, y la persona actúa llevada por un amor no verdadero,

surge una última y terrible dificultad: idolatrar el amor. No se trata aquí de idolatrar la persona

amada, pues se es consciente con cierta rapidez de que la otra persona, por muchas cualidades

que tenga, jamás podrá ser perfecta totalmente; ni tampoco se trata de idolatrar la experiencia

del amor, en cuando único ámbito verdaderamente personal en un mondo complejo y agresivo...

Se trata más bien de un extraño intento de justificar con el amor todo lo que la persona realiza,

especialmente las equivocaciones, los errores, los pecados. «Lo siento, lo hice porque te

amaba». Como si el amor tuviese el poder y la autoridad de un dios, como si el puro sentimiento

pudiese dar todo, hacer todo, justificar todo42

.

Con ello, el ‗sentimiento de amor‘ viene asumido como criterio de autenticidad, y, por ello,

de todo amor. Para poder valorar moralmente las acciones sería preciso atender si existe un

‗contexto de amor‘ adecuado o si se da una cierta ‗intención de amor‘.

40 L. MELINA, “La cultura de la familia. Profecía y signo”, en Anales Valentinos 57 (2003) 1-12 41 DCE, n. 17 42 Cf. C.S. LEWIS, Los cuatro amores, Rialp, Madrid2 1993, 123-128

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Ramón Acosta Peso

20 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

Es verdad que en el cristianismo el amor asume el valor de criterio último de acción. Pero

para ello ha realizado un proceso de purificación del amor, alcanzando una nueva visión de su

naturaleza y de la armonía que implica.

Ante este intento de idolatrar del amor, ¡qué contraria es la experiencia de los que

verdaderamente aman! Ya que cuando se descubren a sí mismos habiendo perdido el respeto de

la persona y usado de ella, no pretenden justificarse, sino que precisamente por el gran amor que

la tienen, se inculpan aún más su negligencia. El amor no justifica nada. Todo lo contrario, acusa

tremendamente.

d. El riesgo de confundir el amor con el sentimiento

«Ya no siento lo mismo por ti», «se acabó el amor», «deseo volver a sentirme vivo»…, son

expresiones frecuentes alegadas para dar término a una relación cuando el amor se reduce a

sentimiento. Cuando hablamos de «amor» --de relación interpersonal, de don de sí, de intimidad,

de reciprocidad, de irrevocabilidad, de fidelidad— muchos lo terminan entendiendo como

sentimiento, afecto, emoción. Para el hombre y la mujer postmodernos la expresión amor se ha

ido vaciando de sentido, reduciéndose tan sólo para expresar un sentimiento, mezcla de afecto y

deseo, que se enlaza más con un ideal al que todos aspiran alcanzar pero que nadie cree real. De

ahí que la dificultad mayor que se observa en muchos de los matrimonios actuales estriba en que

los cónyuges interpretan conscientemente su unión como un sentimiento y su amistad como un

afecto. No llegan a entender o no quieren entender su misterio, rechazan la conexión del amor

con la verdad misma que implica, con la responsabilidad que genera por la persona amada, de

modo que todo queda al arbitrio de la sinceridad e intensidad de los sentimientos. Todo es

valorado por el sentimiento.

Nadie duda que, en estos casos, la experiencia amorosa posea una dimensión sentimental. La

cuestión no es prescindir de esta dimensión, sino, más bien, dejarla hablar en toda su grandeza.

Pero el mero sentimiento no es capaz de unir e integrar las distintas dimensiones de la persona, y

de ahí que el amor vivido así se viva distorsionado en la pareja. Esta «pareja sentimental» queda

frágil y encuentra dificultades para superar los conflictos y el paso de los años de vida en

común, de tal manera que el vaivén de los sentimientos se interpreta a menudo como que ya no

se aman («Ya no siento lo mismo por ti»; «se acabó el amor»), y de esta inquietud surge la idea

de la ruptura («mejor será que lo dejemos y reiniciemos nuestra vida»). Ambos se extrañan del

callejón sin salida en el que se encuentran: «Pensaba que te quería», cuando en realidad no tenía

más proyecto que el de reflejarse en él: confunden los sentimientos con el amor. Esto es fruto de

la des-personalización del amor en manos del emotivismo («sentimos mucho el uno por el otro»,

«se nos murió el amor»): ya «no me preocupa tanto quién eres» como «qué reacciones

despiertas en mí». Eso constituye un auténtico fracaso, se mire por donde se mire.

El «sujeto emotivista» es ‗pasional‟ en su vida privada (juzga el mundo de su intimidad en

relación al conjunto de los afectos que aparecen a su conciencia: «sentirse bien») y „utilitario‟

en su vida pública. Es un sujeto débil, incapaz de tomar verdaderas decisiones al encontrarse

solo ante ellas, un sujeto en el que crece un vacío entre lo público y lo privado, sin capacidad de

unificar esos dos ámbitos de la vida. El resultado es una vida fragmentada, dividida en una serie

de compartimientos estancos a los que vincula las distintas emociones que va viviendo en cada

momento. El emotivismo actual ha encerrado la vida en la cárcel del instante y reduce su

contenido en la emoción que nos despierta una situación determinada en la que nos vemos

implicados. Esto le ocurre a la concepción ‗romántica‘ del amor, que lo concibe como un

acontecimiento espontáneo, fuera del control de la libertad, extraño a la responsabilidad ética de

un cuidado y de un trabajo asiduo, y refractario a toda institucionalización. Un amor tal puede

vivir sólo en el instante o en la repetición de instantes. El «afectado» vive con tal intensidad este

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Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 21

instante que sólo puede justificar su pasividad con frases como: «No he podido resistirlo, me ha

seducido», «no puedo hacer nada por evitarlo»; pero con otras elude lo que un verdadero amor

implica: «No me supone responsabilidad alguna, no tengo por qué cuidarlo», por tanto es anti-

matrimonio institución, basta con «que lo vivamos espontáneamente».

En estas «parejas sentimentales», por consiguiente, será exclusivamente la intensidad lo que

mida la verdad propia de su amor. Al poner el acento en el estado afectivo del momento y no en

la construcción de una vida, pierden su valor en cuanto promesa de una comunión. Pierden el

sentido del tiempo como un elemento positivo del amor y, por el contrario, tienden a eternizar el

momento, por lo que es imposible que vean sus propias vidas como la construcción de una

historia. Otra consecuencia destructiva de este tipo de amor es que tiende a un prototipo de

fusión con el amado, que termina por anular a la persona.

e. El engaño de las relaciones prematrimoniales43

Quizá sea uno de los aspectos más controvertidos para los novios hoy, ya que, por un lado el

tiempo del matrimonio se ha dilatado ampliamente, y por otro, es posible controlar las

consecuencias de fecundidad que ciertamente podrían alterar y cambiar los proyectos humanos.

Estos dos hechos han cambiado social y culturalmente la comprensión de la relación

prematrimonial, situándola como una cuestión meramente privada, cuyo criterio pasa a ser la

conveniencia afectiva en la relación entre los novios.

Se piensa a menudo que las normas morales propuestas por la Iglesia ponen excesivas vallas

a la expresión temprana de la afectividad. Si ahondamos en esta cuestión, daremos un giro

notable a este modo de ver las cosas, y advertiremos que, al prohibir por ejemplo las relaciones

prematrimoniales, la Iglesia no intenta impedir el normal desarrollo de los jóvenes, sino, al

contrario, velar porque cultiven formas valiosas de interrelación y desplieguen así su

personalidad de modo integral.

En efecto, la relación sexual es vehículo expresivo de la intimidad personal. Esta no se logra

de forma precipitada; exige un periodo lento de maduración, como todo proceso creador. Un

objeto se puede producir en poco tiempo; el trigo, en cambio, no madura en una tarde, requiere

un periodo determinado de tiempo, circunstancias climáticas favorables y un cuidado incesante.

La intimidad personal es fruto del encuentro, y el fenómeno del encuentro plantea múltiples y

difíciles exigencias. Hay personas que comparten la vida y no se encuentran en sentido riguroso

ni una sola vez. Si quemamos etapas y establecemos relaciones sexuales -con lo que implican de

intimidad corpórea- antes de haber creado una verdadera intimidad personal, provocamos un

grave desequilibrio entre dos vertientes de la vida humana estrechamente relacionadas.

«Relación o relaciones prematrimoniales», si nos atenemos al sentido etimológico de las

palabras, significa sencillamente las relaciones propias de las personas que tienen intención de

casarse en un futuro más o menos próximo. Si el matrimonio es una institución natural, divina,

y, para los bautizados, un gran sacramento, forzoso es decir que las relaciones prematrimoniales

son buenas y necesarias para todos los que se sienten llamados al matrimonio.

De otra parte, sucede que las más grandes palabras están sufriendo una bárbara manipulación.

«Relaciones prematrimoniales», que habría de significar un tiempo de santificación con vistas a

la santidad del matrimonio, suena en cambio a negación de toda norma moral, en la relación

entre dos personas que acaso tengan el vago propósito de pasar algún día por algo que recuerda

algunos momentos de la vida matrimonial. No se trata aquí, por lo tanto, de la posibilidad de

tener relaciones sexuales entre adolescentes, cuyos efectos devastadores están bien

comprobados, ni de una aventura sexual con otra persona con la que no existen vínculos

43 Cf. J. NORIEGA, El destino del eros, o.c., 216-220

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Ramón Acosta Peso

22 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

afectivos, o existen mínimamente, sino de una relación que se dan en un contexto personal

afectivo más o menos directamente vinculado con un matrimonio futuro. La pregunta central

que surge es: ¿Basta haber alcanzado el segundo nivel del amor para que estas relaciones

sexuales sean expresiones verdaderas de amor? El enfoque moral de la cuestión se sitúa en la

relación que tales acciones tienen con la plenitud de una vida, en su unidad intencional, en forma

tal que puedan con ellas actualizar la vida buena.

LO QUE HACEN: Un acoplamiento sexual.

Es cierto que en tal acción desean una manifestación de amor, que puede ayudar a un

conocimiento mutuo más genuino, a un respeto más sincero, a una participación más estrecha de

sus vidas, a tener una actitud más positiva hacia la sexualidad. En su relación quieren expresar

más o menos esta voluntad de amor mutuo. Pero, ¿alcanzan a trasmitirlo?

En la conducta humana, ‗lo que‘ hacemos, depende en buena parte del ‗cómo‘ y ‗cuándo‘ lo

hacemos. Concretamente, si se usa la genitalidad en el contexto legítimo que le es propio, al

servicio del amor auténtico, ordenado a la vida, entonces no sólo es algo bueno, sino que puede

ser santo. En cambio -como escribe J. Leclerq- «los que buscan el goce físico antes del

matrimonio se dejan casi inevitablemente arrastrar hasta centrar en él sus sentimientos y llegan

así al matrimonio viendo ante todo en el otro un instrumento de placer que el matrimonio

permite siempre utilizar a voluntad. Cambiar de visión después del matrimonio resulta muy

difícil. La búsqueda del goce sexual antes del matrimonio inclina el espíritu a no ver en ello más

que una satisfacción personal y natural en sí. Con lo cual se le hace a uno mismo difícil

comprenderla en el conjunto de la vida». Es preciso, y relativamente fácil, cambiar antes, pero

mucho más difícil después.

LO QUE ELIGEN: Una entrega que no es en totalidad, es experimentarse

sexualmente, un probarse en el cuerpo.

Ciertamente desde el punto de vista exterior nos encontramos ante un mismo tipo de acto

que en el matrimonio, que pude ser vivido incluso con la misma intensidad afectiva. Pero, si

entramos en la perspectiva del sujeto que actúa, veremos que tienen una intencionalidad muy

diferente. Ello se debe a que no existe el marco de referencia por el que el lenguaje de la

sexualidad tiene sentido esponsal y que le viene dado por la determinación de la intención. Al

no existir el marco global de entrega realizada de la persona y de acogida del otro en la totalidad

de lo que la persona es, ya que falta un acto de donación mutua irrevocable que genera una

pertenencia recíproca, tal acto no puede dirigirse a expresar la donación de sí mismo, puesto que

no hay voluntad de donarse: esto es, voluntad en acto de entregarse. Por esta razón, la acción se

dirige inmediatamente a un experimentarse sexualmente, a un probarse en el cuerpo, a un

gozarse mutuamente. Cierto que también en el matrimonio se da un buscar experimentarse

sexualmente, pero se da en un marco de entrega actual, de subsistencia en una comunión

irrevocable, que es el alma y fin de esa experiencia, como veremos.

En las relaciones prematrimoniales, por el contrario, ese experimentarse sexualmente no

conlleva la intencionalidad de un subsistir común, de un entregar la libertad y asumir el destino

de la otra persona en totalidad. Por ello implica un tenerse sin recibirse, sin acogerse. Y no se

pueden acoger en verdad no porque no existan papeles, sino porque no se han entregado en la

totalidad de lo que ambos son, incluida la dimensión pública de la persona y la capacidad de

decidir en sentido contrario en el futuro. El verdadero amor no puede olvidar estos dos aspectos

de la persona, sino que está llamado a acogerlos: la persona también es relacionalidad y

temporalidad.

LO QUE PRETENDEN: Alcanzar una comunión de personas que es imposible de

este modo.

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Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 23

No solamente es que la relación prematrimonial no implique una totalidad de entrega, sino

que al tener como fin próximo de su acción y contenido de su elección el probarse sexualmente,

esta elección hace imposible la intencionalidad de acoger a la otra persona en su alteridad, ya

que la aceptación de la alteridad del otro implica la valoración de lo que para ella es su bien

como persona. Por ello, ‗querer una experiencia sexual con una persona con la que todavía no

estoy casado‖ es incompatible intencionalmente con el ―querer a la persona como tal‘, porque

para que la persona sea ella misma en la dimensión sexual precisa ser acogida en su unicidad e

irrepetibilidad, por sí misma, y recibir a su vez la entrega total de quien es ‗corpore et anima

unus‟: solo así se asegura no hacer de ella un medio para la propia experiencia. La misma razón

percibe que la intencionalidad dirigida a ‗experimentarse sexualmente‘ o ‗probarse sexualmente‘

no tiene nada que ver con la intencionalidad dirigida a ‗darse‘, ‗entregarse sexualmente en la

totalidad de lo que ambos son‘.

Las relaciones prematrimoniales implican la lógica del probar para entregarse, o, según los

casos, del probar sin darse, reservándose, o del gozarse sin poseerse. Pero ‗probar’ a la otra

persona no conduce nunca a entregarse a ella: porque la entrega personal verdadera se basa en la

fe en el amor, no en la experiencia de satisfacción subjetiva. El amor implica una

incondicionalidad que es destruida radicalmente en la relación prematrimonial, donde la

condición de su continuidad está en que le llene a uno, le satisfaga. Esta extraña lógica de las

relaciones prematrimoniales, la lógica de la prueba, ensombrece la lógica propia de la entrega de

la unión conyugal, que es la lógica del don: se introduce la necesidad continua de la prueba antes

de toda entrega, o la necesidad de cerciorarse que satisface, aunque sea con el consentimiento de

la otra persona: siempre es posible el egoísmo a dúo. Su dificultad mayor es que vician el amor,

ya en inicio mismo.

La persona es también su tiempo. Éste forma parte de lo que somos. Y es el tiempo el que

establece una diferencia esencial entre dos acciones muy similares aparentemente: el dar y el

prestar. Darse, implica dar la libertad, donarla, sin posibilidad de reclamarla para sí al margen

de la comunión: se da la libertad en todo el tiempo de la persona. Prestarse, implica dar algo

por un tiempo, algo que se puede reclamar, algo que se sabe que puede volver a uno, porque no

se pierde. Uno puede pensar que se está entregando, pero al no incluir el tiempo en su entrega,

lo que hace es prestarse. No basta el nivel segundo del amor, la resonancia y empatía afectiva,

para asegurar que tales acciones sean verdaderos actos de amor.

Ciertamente al matrimonio acuden los novios hoy en muchos casos con una experiencia

sexual ya vivida, justificada como normal e incluso como buena para el mutuo conocimiento. Lo

que es esencial es mostrarles que si hasta ahora han podido probarse, a partir de la entrega de

sus personas no puede aplicarse la misma lógica: de ahora en adelante deberá ser otra cosa, ya

que no se trata de experimentarse sexualmente y ver que satisface tal experiencia y por ello uno

continúa esa vida. En el matrimonio se trata de entregarse sexualmente según la lógica misma

del amor conyugal y su verdad más esencial, que es la lógica del don total de uno mismo.

Sólo un planteamiento secular del matrimonio y del noviazgo deja al hombre en manos de su

propia libertad débil para después justificar sus errores con la excusa del consabido: ‗lo siento,

lo hice porque te amaba‘. El amor jamás justifica nada. Al contrario: cuando uno ama de

verdad, se reprocha enormemente la torpeza y falta de fortaleza e inteligencia de su amor:

porque con ella arruinó lo que más quería. Intentar justificar tales relaciones por el ―contexto de

amor‖ en que pudieran darse implica no comprender que el amor tiene una verdad propia, que es

preciso reconocer.

La dificultad que ha dado origen a la forma actual de concebir las relaciones

prematrimoniales esconde dentro de sí un verdadero reto para los novios. Es preciso ver por qué

el tiempo del noviazgo se ha dilatado. O mejor, por qué lo están dilatando sus actores. Obvias

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Ramón Acosta Peso

24 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

necesidades económicas y profesionales se pueden aducir. La cuestión no es esta. Porque lo que

esconde este planteamiento muchas veces es la falta de madurez de un amor en el gobernar él

mismo las circunstancias que le rodean y su historia, conduciendo su vida con verdadero

protagonismo. Es por ello, que ante esta falta de esperanza, las personas difieren hasta tener más

o menos resuelto el futuro para afrontar la tarea de formar una familia. ¿Y no se compromete así

el amor desde su inicio?

Sin embargo, hoy en día el tema de las relaciones prematrimoniales adquiere fisonomías

nuevas, como son los matrimonios a prueba o la convivencia de hecho. Ante ellas aún con

más radicalidad aparece la dificultad que tienen tantas personas no solo de creer en el amor, sino

de amar verdaderamente: esto es, de entregar su libertad. El éxito o no de tal convivencia, de tal

prueba, se encontrará en que la prueba satisfaga, en que las circunstancias acompañen: pero

entonces la persona ha perdido el gobierno de su vida. Personas débiles conviven mientras

encuentran una mutua gratificación, sin asumir verdaderamente el destino de la otra persona. El

amor se ha convertido en un proyecto meramente privado. En tal convivencia se hace imposible

la comunión.

Cuando la Iglesia pide la castidad a los novios, absteniéndose de manifestaciones de amor

propias del matrimonio44

, lo que hace es llamar a la verdad de su amor y de sus esperanzas. Con

ello les está recordando el sentido de su noviazgo y la tarea que se les presenta: prepararse,

integrando sus deseos, para la mutua entrega de sí. La virginidad es uno de los más grandes

dones que pueden regalarse el día de sus bodas los esposos: porque indica el camino de

integración que ambos han realizado. Y la virginidad no es simplemente una cuestión

fisiológica, sino una disposición del corazón a amar en plenitud. Es bueno que descubran el

verdadero sentido espiritual que implica la virginidad, en cuanto capacidad de amar con

exclusividad, y en qué manera el perdón del Señor es capaz de renovar el corazón.

SU FIN ÚLTIMO: No podrán entrar en comunión con Dios. No les hará felices.

III. LA PREPARACIÓN PRÓXIMA AL MATRIMONIO

1. CONCEPTO Y FINALIDAD DE LA PREPARACIÓN PRÓXIMA45

Esta segunda etapa de la preparación al matrimonio y a la vida familiar, que tiene lugar en el

tiempo del noviazgo, debe vivirse a la luz de la fe como un discernimiento vocacional. Puesto

que coincide con la época de la juventud, debe realizarse en estrecha coordinación con la

Pastoral Juvenil, pues la dimensión del amor esponsal es fundamental en todo el proceso y

marca un fin fundamental de toda esta pastoral. Por ello, el marco común debe ser la belleza de

44 Cf. Persona humana, nn. 6-7; y CCE, n. 2350: “Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y del a esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad”.

45 PSM, nn. 32-49; DPF, nn. 95-111; R. ACOSTA, “La luz que guía toda la vida”, o.c.,188-192

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Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 25

la vocación matrimonial como una vocación al amor que requiere el don sincero de sí sin

condiciones y la integridad de los significados personales de la sexualidad.

Es una importante etapa de evangelización, cuyos objetivos principales son capacitarlos para

el matrimonio mediante una educación integral, humana y espiritual. De este modo, les

ayudaremos a no separar fe y vida, a que tengan una comprensión abierta del matrimonio y la

familia, así como a descubrir los valores y las exigencias vinculadas a la relación interpersonal

hombre-mujer en el plan de Dios sobre el matrimonio y la familia. Es importante que sepamos

transmitir toda la belleza que contiene esta llamada personal, formando a nuestros jóvenes para

que comprendan durante su preparación al matrimonio cual es el contenido de la vocación a la

que han sido llamados:

- El sentido del matrimonio como llamada a la santidad (LG, 41);

- la dignidad, misión y ejercicio del amor conyugal (GS, 49);

- el significado y alcance de la paternidad y maternidad responsable, con los

conocimientos médico-biológicos y morales que están en relación con ella (FC, 66; HV);

- el conocimiento de los elementos necesarios para una ordenada conducción de la

familia en lo que respecta a la educación de los hijos, sabia administración del hogar, etc. (FC, 66);

- la grandeza de la misión de la familia como ―santuario de la vida‖ (EV, 92-94).

2. EL ITINERARIO DE FE PARA NOVIOS (DPF 108-111)

Además de los elementos comunes como son las catequesis y el asociacionismo juvenil, en

los que deben estar presentes como contenidos la vocación al amor y el modo humano de

descubrirlo, el más propio es el de los itinerarios de fe que se dirigen específicamente para el

noviazgo.

Tal y como indica su nombre, son de fe, no pueden reducirse a ser unos cursos de

comunicación afectiva o de recursos psicológicos para el conocimiento propio y del otro, deben

ser una auténtica profundización de lo que significa la fe en sus vidas.

Se trata de programar a modo de ―catecumenado‖ un “itinerario de fe” hecho en y con la

Iglesia en el que, en un proceso personal y a la vez comunitario, gradual y progresivo, se

acompañará a los que se preparan para el matrimonio. Ha de ir más allá de la transmisión de

unas verdades, debe consistir en una verdadera formación integral de las personas en un

crecimiento humano, en el que "cooperan inseparablemente la catequesis, la liturgia, la

experiencia de una comunidad cristiana y el empeño fraterno en una comunión viva de

experiencias"46

.

Una programación adecuada de estos ―itinerarios de fe‖ exigirá dar una serie de pasos que, a

modo de etapas, ayuden a los novios en su incipiente relación de pareja a aprender a discernir y

asumir plenamente el proyecto de Dios en sus vidas, de modo que puedan vivir el noviazgo

como un auténtico tiempo de gracia.

Después de este período puede ser oportuna la celebración del rito de Bendición de los

novios47

. También pueden incorporarse en los Cursillos prematrimoniales. Con ello manifiestan

que están dispuestos a vivir su preparación al matrimonio como un camino de fe, al mismo

46 M. MARTÍNEZ-PEQUE, “Hacia un "status " eclesial del noviazgo”, o.c., 435-494 47 Cf. OcM, nn. 468-486

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Ramón Acosta Peso

26 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

tiempo sirve también para hacer ver que esa etapa de sus vidas tiene relevancia para la vida y

comunidad eclesial48

.

A partir de ese momento tiene lugar la preparación inmediata. Como fruto de esa

preparación, los novios han de ser conscientes de la altísima dignidad del camino que están

llamados a vivir: cooperar con Dios en la revelación y comunicación del amor y de la vida

(DPF, 111).

a. Un itinerario de fe, personal y comunitario

Los modos y formas de hacer la preparación al matrimonio pueden ser múltiples; pero la

forma que mejor responde a la realidad del matrimonio cristiano y a las necesidades y exigencias

de hoy día es la de la pedagogía de estos itinerarios de fe. Según las características propias de

todo camino educativo, se trata de un proceso personal y a la vez comunitario, gradual y

progresivo, teniendo en cuenta la situación en que se encuentra cada una de las parejas y dando

los pasos sucesivos hasta acercarse lo más posible a la meta y la finalidad que nos hemos

propuesto.

Porque se trata de un específico camino educativo, también esta fase de la preparación al

matrimonio requiere una iniciativa diferenciada en orden a acompañar verdaderamente a todas

las parejas de novios al modo más apropiado a su situación y sus necesidades. En orden al

respeto a las personas, la actitud dinámica de la evangelización exige que diversifiquemos las

ofertas, sabiendo que, como dice el apóstol, algunos son niños de leche y no están para alimentos sólidos (Cf. Heb 5, 12)49

.

También es cierto que ―al programar estos cursos no podemos limitamos a atender las

expectativas espontáneas que traen las parejas, puesto que observamos, en muchas de ellas,

lagunas importantes en el conocimiento y también en la vivencia de la fe”50

.

b. Una pastoral personalizada

Por ello, hemos de hacer una pastoral personalizada, que permita el discernimiento y de

respuesta a las diferentes situaciones de fe de los novios. Desde el punto de vista cristiano, este

conocimiento y voluntad gradual de pertenecerse es un "signo de gracia": el amor que nace y

crece entre los novios es ya un instrumento con que el Espíritu Santo va transformando su unión

en aquella unidad esponsal a imagen del amor de Cristo y de la Iglesia a la que dará plena

actuación el sacramento del matrimonio.

Esta condición de vida se caracteriza por una espiritualidad particular, la espiritualidad del

noviazgo, entendida como itinerario de fe hacia el sacramento y hacia la vida cristiana de la

pareja.

c. En el contexto de una comunidad cristiana

En fin, por la finalidad que la distingue, esta preparación no puede realizarse sino en el

contexto de una comunidad cristiana que profesa la fe, la celebra en el culto, la expresa en la

vida. Esto es una llamada a la responsabilidad de toda la comunidad cristiana: presbíteros,

laicos, esposos, y los propios novios.

48 Sobre el sentido de esta bendición, el tiempo y modo de realizarse cfr. OcM, n. 471, en donde recuerda que nunca deber realizarse dentro de la Misa para evitar toda confusión con la bendición nupcial. Una guía para esta celebración en el contexto de los CPM puede encontrarse en DIÓCESIS DE MÁLAGA Y CÓRDOBA, “La Preparación al Matrimonio y a la Vida Familiar: Libro de los novios”, 77-81

49 I. GARCÍA DE ANDRÉS. “Pedagogía, núcleos temáticos, y tiempos del cursillo prematrimonial”. En C.E.E., Preparación al matrimonio cristiano, o.c., 266

50 DIÓCESIS DE PAMPLONA Y TUDELA, “Curso de Preparación al Matrimonio”, Manual para Monitores. Pamplona 2000, 6

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Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 27

Concluyendo: se trata, pues, de ir más allá de las diversas modalidades de cursos o cursillos

de Preparación al Matrimonio, para proponer un itinerario que lleve a una experiencia de fe

transformadora de la vida. Un camino hecho en y con la Iglesia en el que prevalezcan la

experiencia, los contenidos y las formas de un nuevo tipo de acompañamiento a los novios que

les ayude a discernir y profundizar su vocación de pareja.

Por ello, es necesario proponer un itinerario de preparación al matrimonio en el que

"cooperan inseparablemente la catequesis, la liturgia, la experiencia de una comunidad cristiana

y el empeño fraterno en una comunión viva de experiencias51

. El principio que guía este

itinerario es eclesiológico. Como muy bien señala D. Tettamanzi, "el matrimonio es un

sacramento de la Iglesia: de ella brota y a ella conduce, a su edificación. Por consiguiente, su

preparación no interesa sólo a los novios sino a la Iglesia en todos sus miembros como pueblo

profético (desarrollando su misión original de anunciar la palabra), pueblo sacerdotal

(celebrando el culto santificante) y pueblo regio (educando a la libertad en la vida del Espíritu y

en la caridad)".

Este itinerario, para que se logre efectivamente el objetivo del crecimiento y maduración de

los novios, y su integración en la vida y la comunidad cristiana, ha de ser un itinerario que vaya

iluminado por la Palabra de Dios y que profundice en la vivencia de los sacramentos.

d. Un itinerario de fe iluminado por la Sagrada Escritura

La Sagrada Escritura nos da el sentido profundo de la existencia del hombre sobre la tierra.

Nos recuerda Benedicto XVI que ―la fe bíblica no construye un mundo paralelo o contrapuesto

al fenómeno humano originario del amor, sino que asume a todo el hombre, interviniendo en su

búsqueda de amor para purificarla, abriéndole al mismo tiempo nuevas dimensiones”52

. En este

sentido, la Palabra de Dios es una auténtica escuela de humanidad, y constituye el objetivo

central del itinerario que proponemos: la verificación y profundización de su amor, así como el

llevar a la pareja a una fe adulta. En ella encontramos el significado del amor humano en la

historia de la salvación, y los novios aprenden a leer su propia experiencia de amor a la luz de la

Palabra de Dios.

A la luz del Génesis los novios pueden contemplar, como en un espejo, cómo su amor forma

parte de un proyecto divino. Y que el sentimiento de asombro y de maravilla que

experimentaron cuando descubrieron su amor, forma parte de aquel primero que experimentó el

hombre (Adán) cuando descubrió a la Mujer (Eva) y que le hizo exclamar: "¡Esta si que es

carne de mi carne y hueso de mis huesos!" (Gen 2,23). El amor y el matrimonio es una realidad

natural querida y creada por Dios, que lleva a considerar al otro como un don. En estas páginas

del Génesis se encuentran, además de los fundamentos de una antropología cristiana, los

componentes principales de la idea de Dios sobre el matrimonio: la igual naturaleza y dignidad

de hombre y mujer, la monogamia, la indisolubilidad y la procreación.

Por otra parte, en estos capítulos se nos presenta el pecado como un drama de la pareja

humana, que rompe la armonía entre ellos y con Dios. La persona y el matrimonio tienen

necesidad de redención.

En el Cantar de los Cantares los novios pueden encontrar fácilmente el reflejo de su

experiencia de amor. No debería resultar extraño que este poema de amor humano que sella el

matrimonio, haya sido incluido en el canon de la Sagrada escritura como libro inspirado. El

Cantar enseña la bondad y la dignidad del amor entre hombre y mujer.

51 M. MARTÍNEZ-PEQUE, “Hacia un "status " eclesial del noviazgo”, o.c. 52 DCE, n. 8

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Ramón Acosta Peso

28 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

Para los Profetas el matrimonio se convierte en el símbolo revelador central de la misma

historia de salvación, que no es otra cosa que la historia de la alianza de amor entre Dios y los

hombres; el pacto por el cual Dios se ha unido a Israel y al que los profetas se refieren en

términos nupciales: Yahvé es el esposo, e Israel la esposa.

Conceptos fundamentales de la experiencia conyugal como el amor, el perdón, la fidelidad y

constancia en el amor, un amor exclusivo y total, la gratuidad, la relación íntima sexual de la

pareja, etc., son utilizados para describir la relación de Dios con su pueblo. Se establece, así, un

doble movimiento: la alianza conyugal ayuda a comprender la alianza de Dios con su pueblo y,

al mismo tiempo, el Dios de la Alianza que ama fielmente a su pueblo aunque el pueblo sea

infiel, invita a profundizar la realidad del amor conyugal.

Jesucristo no sólo vivió lo que podríamos denominar la experiencia de la institución

matrimonial, sino que con sus palabras restableció dicha institución según el proyecto

primigenio de Dios en la creación (Mc 10, 1-12; Mt 19,1-9; cf. Lc 16,18 y Mt 5,32). Ha llegado

el tiempo anunciado por los profetas: la nueva alianza en la que Dios concede el Espíritu que

transforma el corazón de piedra en un corazón de carne. Jesús se sirve del simbolismo

matrimonial para ilustrar el significado de su venida como el Mesías esperado. Recurre a

menudo a la comparación del Reino de Dios con un banquete nupcial (Mt 22,1-14. 25,1-13; Lc

14,8-11. 16,24; cf. Lc 12,35-40) y se apropia el título de esposos y novio (Jn 2,29-30; 3,28-29;

Mt 9,14-15; 25,1-13; Me 2,18-19), así como el título de esposa es aplicado también al nuevo

pueblo de Dios, la Iglesia (cf Jn 3,29; 2Cor 11,2; Ef 5,21-33). La simbología del banquete

mesiánico aparece con fuerza en los últimos capítulos del Apocalipsis, que termina con ese grito

de súplica de amor de la Esposa, la Iglesia, a Cristo Esposo: ¡Ven! (22,17).

La experiencia nupcial es un camino de revelación de Dios al hombre, un camino para

la experiencia de Dios. De eso son testigos, también, los grandes místicos.

e. Un itinerario de fe que sea una « segunda Iniciación Cristiana »

La memoria de los sacramentos recibidos53

(Bautismo, Eucaristía y Confirmación, en su

caso), predispone a la vivencia del sacramento del Matrimonio, ya que los presupone:

ordinariamente el sacramento del Matrimonio no hace milagros; traerá sus frutos sólo si

nosotros hemos tomado en serio nuestro Bautismo, nuestra Confirmación, la Eucaristía y la

Reconciliación. Sólo, cuando la vida cristiana, alimentada por los sacramentos, se ha convertido

realmente en vida en Cristo, se puede esperar del sacramento del matrimonio que dé la fuerza

para cumplir la misión propia del matrimonio cristiano y para superar, desde la fe, las

dificultades de la vida en pareja.

Se trata de plantear el Cursillo como una auténtica «re-iniciación cristiana». Así, pues, el

itinerario sacramental ha de empezar por ayudar a los novios a tomar conciencia de lo que

significa el Bautismo. Descubriendo o profundizando su ser de bautizados, los novios tomarán

conciencia de su misión y compromiso en la Iglesia y en la sociedad.

Los novios ya deberían estar confirmados cuando van a prepararse para el matrimonio. El

Código de Derecho Canónico habla de la necesidad del Sacramento de la Confirmación antes

del Matrimonio, pero añadiendo la cláusula de que si ello no conlleva ‗un grave incomodo‘54

.

Por ello, debemos ofrecer la recepción del Sacramento de la Confirmación como un bien

necesario para el mayor fruto del Sacramento del Matrimonio.

53 OcM, 1990, Prenotanda, n. 18: se mencionan la Confirmación, la Penitencia y la Eucaristía, en el apartado dedicado a la preparación al Matrimonio. Del Bautismo, en el n. 7

54 CIC, can. 1065, art. 1

Page 29: R. Acosta, La preparación al matrimonio. El noviazgo

Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 29

El Sacramento de la Eucaristía constituye la celebración central de la vida de la Iglesia, es

‗fuente y cumbre de la vida cristiana y de la edificación de la Iglesia‘. La Eucaristía, por la

acción del Espíritu Santo, es la celebración de la presencia real del misterio de salvación

realizado en Cristo encarnado, muerto y resucitado: servicio y donación, entrega y sacrificio. El

matrimonio encuentra en la Eucaristía su fuente -la fuente de su amor- y tiende constantemente a

la Eucaristía como a su cima.

La Eucaristía constituye una auténtica ‗escuela pedagógica‘ para los novios, en su camino

hacia el matrimonio. Una escuela de amor, que es donación y sacrificio. La participación en el

sacramento de la Eucaristía se convierte para los novios en una permanente "provocación" para

su amor de pareja.

f. El sacramento de la Reconciliación: fuente de renovación del amor

«A quien poco se le perdona, poco amor muestra» (Lc 7,47). En el Sacramento de la

Reconciliación o Penitencia, nos reconocemos pecadores ‗de pensamiento, palabra, obra y

omisión‘ y en él celebramos y acogemos el perdón de Dios. Este sacramento se nos ha dado

como ayuda en el camino de nuestra realización y crecimiento personal, y también en nuestro

crecimiento como pareja y comunidad: «Sed entrañables entre vosotros, perdonándoos

mutuamente como Dios os perdonó en Cristo» (Ef 4,32). Con la experiencia del amor

misericordioso y del perdón de Dios a través de la Iglesia, los novios aprenden a perdonarse. El

sacramento de la reconciliación, en el tiempo del noviazgo, les llevará a la continua renovación

de su amor.

Reconciliarse con Dios y con la Iglesia trae consigo, también, que se tome conciencia de los

propios límites. Esta conciencia constituye el punto de partida para abrirse a la comunicación y

diálogo recíproco, y para analizar las causas que provocan discordias en la relación de pareja.

IV. LA PREPARACIÓN INMEDIATA AL MATRIMONIO

El CPM no es propiamente el itinerario de fe, pero es lo más generalizado entre nosotros, y

suele abarcar lo que llamamos «preparación inmediata»55. Con él se pretende una adecuada

preparación para celebrar el sacramento, para acceder a la vida matrimonial y crear una nueva

familia. Este tiempo de preparación al matrimonio es una importante etapa de evangelización56

,

por lo que los CPM pueden y deben tener un sentido y valor evangelizador para la inmensa

mayoría de los participantes. Esta dimensión evangelizadora y eclesial puede conseguirse con el

testimonio personal, la unidad de criterios en los catequistas, la imagen de Iglesia que se

presenta, la presencia mayor de las dimensiones de fe, religiosidad y catequesis, el

descubrimiento del grupo cristiano y de la vida parroquial. No obstante, el tiempo se nos reduce

de forma alarmante para poder llevar esta nueva evangelización a los novios. De ahí, que sean

muchas las estructuras y personas que tengan que sumarse a una ‗conversión pastoral‘ necesaria.

Esta etapa va dirigida a aquellos novios comprometidos a contraer matrimonio en un futuro

inmediato. Se llevarían a cabo en los meses inmediatamente anteriores a la boda y abarcaría lo

siguientes elementos:

o Encuentros o catequesis de preparación al matrimonio o CPM. (DPF, 112-121)

55 PSM, nn. 50-59; DPF, nn. 112-127; R. ACOSTA, “La luz que guía toda la vida”, o.c., 193-197 56 PSM, n. 32

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Ramón Acosta Peso

30 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

o Catequesis liturgia de la celebración: la explicación de la liturgia del sacramento.

(DPF, 122-123)

o Entrevistas que los contrayentes tendrán con el sacerdote. (DPF, 124-127)

En muchas ocasiones, todo el planteamiento de desarrollo de este itinerario de preparación al

matrimonio, que ya debió empezar en la infancia, choca frontalmente con lo que nos

encontramos al acoger a nuestros jóvenes. La experiencia pastoral nos muestra que la gran

mayoría de jóvenes llegan con grandes lagunas en las etapas anteriores. No obstante, a pesar del

poco tiempo disponible, hemos de suplir con los medios adecuados esas carencias.

1. AYUDAR EFICAZMENTE A LOS NOVIOS

Las parejas de novios que acuden a un CPM suelen formar un grupo heterogéneo, en cuanto a

trabajo, estudios, maneras de pensar, planteamientos religiosos, actitudes de fe, etc. Sin

embargo, tienen en común que van a casarse y que han decidido hacerlo por la Iglesia, aunque

las motivaciones pueden ser diversas. Coinciden también en el hecho de ser jóvenes y participar,

por consiguiente, aunque también a niveles muy diferentes, de los valores y actitudes que

normalmente se dan en la juventud actual57

. En el Anexo 1 podemos ver una aproximación a la

realidad con la que nos llegan los novios. La cuestión es cómo podemos ayudar a los novios.

Una vez identificada nuestra vocación, lo más importante de la preparación al matrimonio es

la interiorización de valores, la integración de los diferentes dinamismos del amor, que

favorezcan el aprendizaje de patrones adecuados de relación interpersonal, que enseñen a tomar

las decisiones de forma compartida y a solucionar los inevitables conflictos, que den un

equilibrio entre intimidad y sociabilidad, etc. En otras palabras, que ayuden a construir a la

persona y a que sepan construirse juntas hacia su ‗gran proyecto‘. Mientras que la ‗verdad‘ no se

escriba en el corazón (cf. Jer 31,33; zf. Ez 36,26; cf. 2 Cor 3,3), será difícil que podamos

verificar nuestro camino. No se trata, pues, sólo de dar una información.

Nuestros CPM están diseñados, la mayoría de las veces, para transmitir un saber y no para

asumir un estilo de vida coherente con la vida matrimonial. Hay un error en considerar que basta

la sola información para cambiar patrones arraigados de comportamiento58

. El solo

conocimiento no sirve para cambiar el comportamiento inadecuado. Ahora bien, nuestros CPM,

aunque sea otra la intención de quienes los dirigen, en su metodología y sus contenidos están

basados en esta falsa hipótesis: «El problema de los novios es falta de conocimientos. Si les

damos una información abundante eso garantizará que sus matrimonios sean mejores».

Cualquier aporte profesional en este tipo de preparación nunca debe reducirse a un

procedimiento de transmisión de una información con destino a un saber, sino con destino a un

mejor vivir. Recordemos en este momento los versos de T. S. Eliot en los Coros de ―La

Piedra”: «¿Dónde está la sabiduría que se nos ha perdido en conocimiento? ¿Dónde está el

conocimiento que se nos ha perdido en información?». En efecto, la información que se

transmite debe atravesar por un proceso complejo para que logre ejercer algún influjo en la

conducta de las personas. Hoy existen metodologías adecuadas59

.

57 Cf. DIÓCESIS DE MÁLAGA, “La Preparación al Matrimonio. Los Agentes de Pastoral Familiar”. “Un impulso decidido a la Pastoral Familiar”, segunda línea de acción pastoral del PPD. Málaga 2002, 37. Se puede ver una aproximación a esta realidad en su Anexo 1: Análisis sociológico de la realidad en torno al noviazgo, 97-107).

58 Por ejemplo, son numerosas las parejas que reconocen la necesidad de establecer una buena comunicación para que su vida matrimonial sea más armónica y satisfactoria. Pero no por eso están dispuestas a desarrollar habilidades para mejorarla. Lo mismo puede decirse en lo que respecta al ejercicio de la paternidad responsable, la práctica de la planificación familiar natural, etc.

59 Cf. Centro de Pastoral Familiar para América Latina (CENPAFAL). “La preparación al matrimonio en Latinoamérica”. Familia y Sociedad, n.94, 26-32. Desarrolla una metodología que nos puede ayudar a comprender lo que exponemos. Se hablan de diversos pasos:

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Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 31

Por consiguiente, para hacer ese camino educativo -auténtico itinerario de fe-, los encuentros

con los novios no se pueden reducir a un ciclo de lecciones o de conferencias. Deben ser

tiempos de evangelización y de catequesis, de oración y celebración, de llamada al compromiso

y la caridad, sabiendo también interesar a los novios y estimularlos a hacer una significativa

experiencia de fe y de vida eclesial. Y como vida eclesial, la Iglesia debe ser un hogar para los

novios. Durante la etapa de la preparación próxima es donde tendría cabida el "Curso de

preparación al matrimonio y a la vida familiar". Que debería iniciarse cuando la pareja ha

tomado una decisión firme de compromiso e inician la preparación de la boda. Hablamos de al

menos un año antes de la celebración del sacramento. Esta preparación se completaría con una

‗preparación inmediata‘.

2. LOS OBJETIVOS

«Los objetivos fundamentales de estos cursos están en continuidad con los de la preparación

próxima: el conocimiento del matrimonio cristiano como un camino de santidad y la

adquisición de las disposiciones subjetivas para la recepción válida y fructuosa del sacramento»

(DPF, 117). Es muy importante hacer conscientes a los novios de lo que se pretende. Hemos de

presentarles esta nueva evangelización que les crea un camino de esperanza, sacarlos de las

rigideces normativistas y presentarles lo que la Iglesia quiere para ellos. Comentemos algunos

puntos60

:

El objetivo básico de todo CPM debe ser la nueva evangelización de los novios. La

mayoría de las veces se trata de anunciar el Evangelio a quienes viven en un ambiente

alejado de la fe y de abandono de la práctica cristiana, salvo excepciones. Ayudarles a

profundizar en la fe, de manera que descubran la luz que aporta Jesucristo sobre la vida

del hombre y del matrimonio.

Integrar los valores humanos y cristianos en un camino unitario y progresivo de

formación a la luz de la revelación. Para ello, es necesario preparar convenientemente

a los jóvenes para las responsabilidades de su futuro. Los novios experimentan la

necesidad de construirse a sí mismos primeramente y a la vez ayudar a la persona

amada a construirse a sí misma.

Favorecer un nuevo encuentro de los novios con la Iglesia y su inserción en la

experiencia de la fe, de la oración, de la verdad y del compromiso de la comunidad

Primer paso: CONOCIMIENTO. Recibimos cada día una cantidad impresionante de información en nuestro trato con nuestros semejantes, a través de la conversación, de los medios masivos de comunicación, de nuestra propia experiencia personal. Pero mucha parte de esa información se pierde porque no se procesa, tan sólo una parte de ella se guarda para hacer uso de ella más tarde. Es la que se transforma en conocimiento.

2º paso: INTERIORIZACIÓN. Parte de ese conocimiento que se archiva, aquél que tiene para uno un interés especial para nuestra vida personal, es percibido por nuestra conciencia con especial nitidez. Es ya un conocimiento adquirido, asimilado y que comienza a volverse como algo nuestro. No sólo lo interiorizamos sino que nos lo apropiamos.

3º paso: ACCIÓN EXPERIMENTAL O ENSAYO. Hasta ahora no hemos hecho uso de este conocimiento interiorizado. Lo único que hacemos es anticipar en la fantasía. La fantasía imagina una experiencia que todavía no llevamos a la realidad y nos formamos expectativas sobre sus resultados. Pero cuando nos atrevemos a actuar, a realizar esa experiencia, llega lo que podemos llamar ACCIÓN EXPERIMENTAL o ENSAYO de un comportamiento en busca de los buenos resultados que imaginamos.

Como consecuencia de este ensayo pueden darse diversos resultados: a) un mal resultado (por haber obrado en un mal momento, por no acertar en la forma, o no encontrar respuesta en el otro); b) un buen resultado: logramos lo que anticipábamos en la fantasía y este logro puede dejarnos diverso grado de satisfacción de acuerdo con las expectativas.

4º paso: CAMBIO DE CONDUCTA. Si se persiste suficientemente en la práctica de esta nueva conducta, ésta se va haciendo habitual y se inserta en el estilo de vida. En la pareja ambos deben recorrer juntos estos cuatro pasos del proceso para lograr que su relación se vaya enriqueciendo y mejorando su calidad. (D. MACE, Close Companions - The Marriage Enrichment Handbook Continuum - New York 1984, 61-66).

60 Cf. FC, n. 66

Page 32: R. Acosta, La preparación al matrimonio. El noviazgo

Ramón Acosta Peso

32 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

cristiana. Ayudarles a superar prejuicios o experiencias parciales negativas que paralizan

y pasar a la esperanza.

Ayudar a los novios a conocerse, a que descubran lo que quieren para sí.

Ofrecerles la oportunidad para una rica comunicación, significativa en todas las áreas

de su relación, fruto de encuentros profundos y de forma positiva.

Presentarles el matrimonio como una realidad positiva para vivirla, resaltando la

riqueza de la gracia del Sacramento.

Darles la oportunidad de experimentar en el grupo de novios un ambiente de fe, apertura

y entusiasmo, que les impulse a seguir formándose y viviendo su fe en grupo y lleguen

a una «inserción activa en grupos, asociaciones, movimientos e iniciativas que tienen

como finalidad el bien humano y cristiano de la familia»61.

En síntesis la finalidad de estos cursillos podría ser:

SABER: aspecto cognoscitivo y profundización en diversos aspectos de los

contenidos relativos al matrimonio y la familia;

SABER SER: conocimiento de sí y del propio modo de ser como persona madura,

auténtica y cristiana.

SABER SER PAREJA: desarrollo y mejoramiento de los encuentros personales y

comunicación con la pareja, para llegar mediante una vida de pareja cristiana a la

construcción de un matrimonio / familia.

SABER SER PAREJA Y FAMILIA EN CRISTO: va a tener a lo largo de

nuestra vida esta doble presencia: con nosotros y en nosotros. Es «amar a Cristo en

ti y que tú le ames en mí»62.

3. LOS TEMAS BÁSICOS63

Se recomienda que la duración mínima de estas catequesis no debiera ser inferior a diez

temas o sesiones (DPF, 119), aunque bien pueden modificarse con cierta flexibilidad atendiendo

a los recursos de los distintos ámbitos pastorales, sin que con ello se renuncie a una exposición

adecuada y completa de todo el recorrido.

Así, los temas deben orientarse al conocimiento de la verdad moral y a la formación de la

conciencia personal, para que los novios estén preparados a la elección libre y definitiva del

matrimonio y lleguen a ‗sentir con la Iglesia‘. Es necesario, por tanto, guardar su sentido

enteramente eclesial, evitando presentar opiniones personales en temas en los que se juega la

verdad del matrimonio y la familia. La integridad de esta verdad exige el incluir los aspectos

evangélicos, eclesiales, morales y humanos del matrimonio. Ha de presentarse el núcleo del

mensaje cristiano como algo que afecta al sentido de la vida del hombre y origine una esperanza

en la vida nueva otorgada por Cristo64

.

61 FC, n. 66 62 M.A. PARDO, “El matrimonio es una vocación. Claves de la espiritualidad matrimonial”, en C.E.E., Preparación al matrimonio cristiano, o.c.,

232 63 El número de temas dependerá del tiempo que se decida dar al curso. Los últimos materiales publicados en España nos ofrecen: 12

Granada (1998), 15 Pamplona (2000) y Toledo (2002), 12 Madrid (2003) y 10-12 Málaga-Córdoba (2007) temas respectivamente. 64 FSV, n. 171

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Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 33

Deberán, así mismo, ayudar a los novios a tomar conciencia de posibles carencias

psicológicas y/o afectivas; y ayudarles a descubrir en que aspectos pueden y deben crecer

humana y cristianamente. No debemos olvidar la formación para las tareas sociales y eclesiales,

para que los novios se reconozcan como sujetos con derechos y deberes respecto a la Sociedad y

a la Iglesia; y la espiritualidad esponsal y familiar que dimana del Sacramento65

.

Los contenidos y métodos de estas catequesis deben responder a los objetivos expuestos

anteriormente. Con la secuencia de los distintos temas hemos de presentarles un camino

progresivo en el que vayan descubriendo -se vayan descubriendo- cómo son protagonistas de

una historia de amor, a la que han sido invitados. Han de descubrir desde sus propias

experiencias lo que les constituye, lo que son y a lo que aspiran. En un momento posterior se les

presenta toda esta riqueza bajo la luz de Jesús en sus vidas. De este modo, se comprenderá como

la fecundidad de este amor les llevará mucho más allá de lo que puedan ser sus propios

intereses: a un darse continuo dentro y fuera de la familia. Desde esta perspectiva, podemos

distinguir cuatro grandes núcleos temáticos que giran en torno a la realidad humana y cristiana

del amor conyugal (cf. DPF, 118), y que a su vez se subdividen cada uno en tres temas más

específicos y básicos. Pueden tratarse con más o menos amplitud o incluirse unos dentro de

otros, e incluso alterarse el orden, según las sesiones programadas. Pero conviene resaltar que

deben tenerse en cuenta los cuatro grandes temas que se proponen.

- Previo: la importancia capital de la ACOGIDA.

- PERSONA Y COMUNIDAD CONYUGAL:

- Soy Persona, Somos Personas. (Significado del ser persona y de la vida conyugal; El diálogo, camino de la comunidad conyugal).

- La vocación al amor. (La belleza y bondad del plan de Dios sobre el matrimonio. El arte de amar y sus etapas. El amor conyugal y sus notas).

- La sexualidad humana. (Verdad y significado. La sexualidad como lenguaje de la persona y del amor).

- MATRIMONIO CRISTIANO:

- Creo en Jesucristo. (La fe en Jesucristo, el Hijo de Dios, da sentido a la propia vida e ilumina nuestro matrimonio). - La Iglesia: “la gran familia de los hijos de Dios”. (Los Sacramentos de Iniciación Cristiana: Bautismo, Confirmación

y Eucaristía).

- El Sacramento del Matrimonio: “Casarse en el Señor”. (La belleza del plan de Dios sobre el matrimonio).

- FAMILIA CRISTIANA:

- Vamos a formar una familia. (La familia como “iglesia doméstica”).

- Ser padres. (Paternidad y maternidad responsables: el don de los hijos).

- La familia cristiana en medio del mundo. (La familia, hoy, “santuario de la vida y esperanza de la sociedad”).

- PREPARACIÓN DE LA CELEBRACIÓN LITÚRGICA DEL SACRAMENTO:

- La celebración del Sacramento del Matrimonio. (Conocer la liturgia del Sacramento, para gustar la riqueza de la celebración).

- La preparación “imprescindible” para celebrar el Sacramento. (La llamada a la conversión y la celebración sacramental de la Reconciliación).

- Encuentro final: ¡ahora estamos comenzando! (Revisión, celebración festiva y propuesta de seguimiento).

Los contenidos que se ofrecen en el CPM, partiendo de la realidad humana del amor que

están viviendo los novios, tienen como objetivo fundamental ayudarles a interpretar esa vivencia

humana a la luz del Evangelio y a conocer y vivir el sentido cristiano del matrimonio y de la

familia.

65 PSM, nn. 35-41

Page 34: R. Acosta, La preparación al matrimonio. El noviazgo

Ramón Acosta Peso

34 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

En el material confeccionado por la Diócesis de Málaga y Córdoba66

ofrecemos unos temas

amplios que sirven directamente para la formación de los agentes. Con dicho material se puede

construir el guión de la exposición, teniendo en cuenta a los participantes en el curso. Esto vale

también para los cuestionarios que ofrecen numerosas preguntas de donde se deben seleccionar

tres o cuatro para el trabajo en grupo. Ya el mismo título, ―La preparación al matrimonio y a

la vida familiar‖, es significativo sobre un necesario cambio de mentalidad a la hora de abordar

el acompañamiento a los novios. El material presenta un libro para los catequistas y otro que se

ofrece a los novios. Veamos cómo se estructuran:

Esquema de cada Núcleo Temático:

1. Visión de los contenidos: da una idea general del núcleo, sus ideas centrales y lo

específico de los tres temas que contiene.

2. Los objetivos: señala los objetivos que deben buscarse en el desarrollo de los tres

temas. Deben tenerlos en cuenta los agentes.

3. Enfoque del núcleo: ayuda al monitor o agente de pastoral a orientar su explicación con

claridad en orden a conseguir los objetivos marcados.

Esquema de cada Tema:

1. Introducción para el monitor: ofrece indicaciones y material sobre la presentación de

ese tema concreto.

2. Desarrollo del tema: presenta el contenido del tema debidamente ordenado para ser

expuesto. Los agentes tendrán que renunciar a algunos apartados porque la materia es

abundante. Deben seleccionar según las características del grupo.

3. Cuestionario: se ofrecen una serie de cuestiones que pueden servir para hacer un

cuestionario que no debe tener normalmente más de tres preguntas.

4. Síntesis. Ideas a resaltar en el diálogo: recuerda las ideas básicas del tema, a modo de

resumen. Estas cuestiones básicas deben ser el eje del diálogo entre los asistentes.

Otros apoyos:

1. Anexos: se ofrecen otros materiales que pueden ser útiles, ya que se abordan temas

debatidos y de gran actualidad.

2. Medios audiovisuales: se adjuntan en un CD medios audiovisuales de apoyo o bien

pueden descargarse de la web www.diocesismalaga.es

4. DINÁMICA DEL CURSO

Ver Anexo III.

5. LAS MODALIDADES Y LA METODOLOGÍA DE LOS CPM

Desde la Delegación de Pastoral Familiar se deben sugerir distintas modalidades de CPM,

para así cubrir las diferentes necesidades y demandas que atiendan a una pastoral personalizada,

66 DIÓCESIS DE MÁLAGA Y CÓRDOBA, “La Preparación al Matrimonio y a la Vida Familiar: Libro de los catequistas”, Caja Sur, Córdoba 2007; ID., “La Preparación al Matrimonio y a la Vida Familiar: Libro de los novios”, Caja Sur, Córdoba 2007

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Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 35

en las que se tienen en cuenta las diversas situaciones de fe con que llegan los novios67

. De este

modo, podríamos resumirlas en tres cursos tipo:

- Curso semanal: reuniones diarias (unas 2 horas) durante 9-10 días.

- Curso intensivo de 1-2 fin de semana: de viernes a domingo. Atiende sobre todo a

aquellos casos con problemas de asistencia en días laborables.

- Itinerario o Curso anual: con reuniones periódicas y trabajo de casa; con uno o dos

retiros, al menos uno de ellos interno.

Lo ideal sería que en cada Arciprestazgo se pudieran ofrecer las tres, aunque al menos las dos

primeras sí deberían implantarse. La tercera modalidad puede ser ofrecida por la misma

Diócesis. Pero este ideal no puede nunca alejarnos de la realidad que viven nuestros novios, sus

situaciones laborales, etc. Por ello hemos de darles facilidades y ser flexibles, sin que ello

signifique renunciar a lo que en verdad queremos transmitir, ni romper con un eje que los

estructure.

En un cursillo tipo, hay partes que nunca deben faltar, a saber:

La acogida. Hoy resulta crucial. Superando la imagen burocrática, la Iglesia debe mostrarse

cercana y acogedora, pues será en ella y con ella donde se realice esta preparación68

.Unos

temas básicos, ofrecidos desde la propia experiencia de los matrimonios y otras personas,

que hablan más como testigos que como maestros, que den testimonio de un estilo de vida

más que la transmisión de un saber.

Una metodología que capte el interés y que logre la participación activa, estructurada en

cuatro ejes principales69

:

- Verdad y Formación:

o Presentarles la verdad del plan de Dios, no como algo que les resulta exterior a

ellos, sino capaz de ser asumido en su vida cotidiana. Han de confrontar su

proyecto con la belleza y bondad del proyecto que Dios les tiene reservado y que

la Iglesia les presenta. Mostrar la verdad nos exige a los agentes de pastoral

familiar presentar con integridad y claridad la doctrina de la Iglesia que, de otro

modo, es difícil que la reciban en un futuro. No obstante, la Iglesia no sólo se

dirige a informar sobre cuestiones técnicas referentes a la naturaleza del

matrimonio y de la familia, sino que también, y principalmente, a formar su

amor, proponiéndoles no sólo la verdad, sino ofreciéndoles la posibilidad de

67 Cf. CONCILIO VATICANO II, Ad gentes, nn. 6. 13-15; cf. DPF, n. 113, se ha de tener en cuenta que las situaciones suelen ser complejas, y que las fronteras entre una y otra situación no están, muchas veces, suficientemente claras y delimitadas:

De un primer anuncio de la fe, en aquellos que son no creyentes. En realidad, suelen ser parejas en las que los dos, o bien uno de ellos, están algo alejados de la Iglesia. Requieren una asistencia y guía algo más particular, es necesario un mínimo de colaboración de su parte;

De un proceso catequético para aquellos que son creyentes débiles. Aquí se sitúa la gran mayoría de los novios que acogemos. Hay que provocar en ellos, a través del “cursillo prematrimonial” que sean capaces de un replanteamiento de su fe. Fundamento de un auténtico matrimonio cristiano;

De una preparación para el sacramento del matrimonio en aquellos que ya están viviendo la fe y pertenencia a la Iglesia. Se puede plantear el desarrollo de un auténtico itinerario de fe con ellos. Incluso, ofrecer un curso anual, con retiros, etc. Y ayudarles a concretar o perfilar su “compromiso cristiano”, si aún no lo tuvieren, invitándoles a una incorporación "activa" en la Iglesia, a través de la parroquia, movimientos familiares, etc.

68 Ibíd., 49-57 69 Destacan algunos momentos peculiares: la convocatoria; la acogida primera; la primera reunión; el desarrollo de los temas en las reuniones

sucesivas; la celebración final del curso; las celebraciones eucarística, penitencial, etc.; y la propuesta de un seguimiento después del cursillo. Cf. DPF, n. 120; Cf. J. NORIEGA, “Preparación próxima al matrimonio”, o.c., 249-255

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Ramón Acosta Peso

36 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

participar en el misterio que se encuentra en el origen del mismo matrimonio

cristiano.

o Ayudarles a que descubran la verdad de su propio amor, pues el amor tiene su

verdad como se comentó al principio. Sólo la decisión de vivir en la verdad del

amor hará posible que los novios puedan ir alcanzando paulatinamente la

plenitud que se les ofrece. Acompañarles en esta etapa es enseñarles a fortalecer

su amor, a formar su amor, pues así podrán “creer en el amor”, pieza básica que

les permitirá construir su “personalidad comunional” en la verdad.

- Oración y Celebración: Tampoco debe faltar la oración, y también se pueden introducir

celebraciones tanto penitenciales como eucarísticas atendiendo a la disposición de las

personas que participan en ellos.

- Comunional y Participación: Al finalizar las catequesis prematrimoniales se les ha de

invitar a una participación activa a la vida de la comunidad cristiana parroquial. Es

conveniente convocar algunas reuniones de seguimiento una vez casados, con ello se

siguen tratando los temas que más le puedan interesar y se van integrando en la

parroquia. Resulta más eficaz reunir las convocatorias por arciprestazgos, bien por reunir

a un grupo mínimo que pueda tener continuidad, bien para no dispersar demasiado el

trabajo de los catequistas.

- Servicio e Información: También es un buen momento de dar información de dónde

pueden aprender los métodos naturales de conocimiento de la fertilidad y los medios que

ofrece la diócesis para la asistencia a los problemas familiares (COF, consultorios

familiares, etc.).

6. EL EQUIPO Y SU FORMACIÓN

Quienes se encargan del desarrollo de estos cursillos forman un equipo de agentes de pastoral

constituido por matrimonios de distintas edades y algún sacerdote. Así, rememorando a san

Pablo y al matrimonio de Aquila y Priscila (Hech 18,2), se presenta una realidad más completa

de la Iglesia, en sus distintas vocaciones así como en la riqueza que parte desde la experiencia de

cada uno. Del mismo modo, pueden estar presentes algunos expertos en determinados temas,

siempre y cuando mantengan esa conexión con el resto de la preparación, no como una

información técnica aislada.

La Delegación de Pastoral Familiar debe tomarse muy en serio la adecuada preparación de

sus agentes de pastoral, pues precisan una preparación específica en el evangelio del matrimonio

y la familia, ya que no basta con la buena voluntad o el dominio de una ciencia.

7. EL SEGUIMIENTO DE LOS RECIÉN CASADOS

Si se ha hecho el itinerario señalado, la celebración del matrimonio no será un momento, un

paréntesis en la vida de los esposos. La boda será algo más que una ceremonia, será la

celebración de un sacramento que ha de vivirse a lo largo de toda la vida. Podríamos expresarle

con este lema70

:

LA BODA ES COSA DE UN DÍA, EL SACRAMENTO ES PARA TODA LA VIDA.

70 I. GARCÍA DE ANDRÉS, o.c., 289

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Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 37

EL MATRIMONIO ES UN SACRAMENTO PERMANENTE.

En este sentido, hemos de destacar como la Eucaristía constituye la experiencia privilegiada

de los esposos para fortificar su matrimonio como sacramento permanente.

¿Cuántos matrimonios jóvenes conocemos que se encuentran en esa ―tierra de nadie‖ de la

fe? ¿A cuántos podríamos ayudar con nuestro testimonio? Nosotros, como Iglesia, estamos

llamados a preparar a los novios a celebrar su boda, pero también debemos acompañar y ayudar

a estos esposos, de manera especial a los matrimonios jóvenes.

Los que llevamos unos años casados vemos en no pocas ocasiones cómo matrimonios

jóvenes se ‗hunden‘, se ‗paralizan‘, se ―desesperan‖ frente a eventuales dificultades, como las

creadas por la adaptación a la vida en común o por el nacimiento de hijos71

. Será en una actitud

de ‗servicio recíproco, en la comparticipación activa a la vida de familia‟, como nuestro

testimonio y apoyo les puede servir de ayuda y estímulo. En este contexto son siempre válidas

las palabras de: „No tengáis miedo‟.

Como mencionamos anteriormente, uno de los objetivos últimos del CPM debe ser la

incorporación de los novios a la vida de la comunidad cristiana parroquial. De ahí que no

debemos desaprovechar la oportunidad que nos ofrece el cursillo para proponerles la

continuidad de los mismos, bien tratando temas de interés matrimonial y familiar, bien

incorporándose a grupos de matrimonios que haya en la parroquia o creando uno nuevo, bien

integrándose en movimientos familiares, donde puedan compartir sus problemas y vivir la fe que

han redescubierto en el cursillo.

V. LA IGLESIA, EL « HOGAR AMIGO » DE LOS NOVIOS

Como Iglesia, todos estamos llamados a recorrer con los novios este itinerario de fe. Por ello,

hemos de saber mostrarles cómo la Iglesia debe ser un hogar para los novios72

, donde se les

propondrá la verdad y se les ofrecerá participar en ese gran misterio que se encuentra en el

origen del mismo matrimonio cristiano. Hemos de ayudarles a ‗creer en el amor‘. Para ello es

necesario:

- El testimonio de los matrimonios y sacerdotes que acompañan a los novios;

- El anuncio explícito del Evangelio de Jesucristo y del Magisterio de la Iglesia sobre el

matrimonio y la familia; la nueva evangelización.

Por su parte, los novios han de comprometerse con esta verdad y dar un paso adelante con:

- La conversión o adhesión del corazón a Dios y el seguimiento gozoso de Jesucristo;

- La incorporación afectiva y efectiva a la Iglesia.

a) La Iglesia quiere para sus hijos lo mejor

71 Los primeros pasos de la vida conyugal necesitan de un acompañamiento pastoral delicado y discreto:

Advertir sobre las trampas que pueden sufrir estos jóvenes esposos, procedentes de una cultura difusa, de la agresión de los grandes medios, y de las dificultades sociales.

Estos agentes deben ser capaces de inventar con creatividad formas nuevas de incorporación y de acompañamiento que miren a prevenir y colmar las soledades a las que con frecuencia se hallan expuestos los jóvenes esposos.

Este acompañamiento pastoral les abre para una posible “formación permanente”, la única perspectiva a través de la cual pueden conservar y hacer crecer su disponibilidad a vivir según la lógica del evangelio y en la dimensión ministerial que ello conlleva. (FC 69).

72 J. NORIEGA, “Preparación próxima al matrimonio”, o.c., 255.

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Ramón Acosta Peso

38 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

El ‗ideal de perfección‘, humana y espiritual, se presenta como un horizonte de llegada que

estimula el trabajo de lo novios en esta etapa de preparación. Por ello, cuando los novios

abordan su situación real y la ven débil, no nos reclaman, ante una situación de disgregación,

solucionar puntualmente algunas irregularidades. Es verdad que hoy las ciencias humanas -

psicología, psicoterapia, etc.- nos ofrecen muchos medios. Sin embargo, la cuestión de fondo

quedaría sin tocar. De lo que se trata, y es lo realmente fundamental, es de ayudar a que la

persona pueda construir su vida en la comunión conyugal; o bien ―reconstruirla‖ desde

experiencias negativas y fracasos. Nos reclama un acompañamiento de su proceso hacia la

madurez integral que fundamente un matrimonio con futuro.

Y aquí surge la labor de la Iglesia, como ‗amigo de los novios‘: no sólo les ayuda a formar su

amor, proponiéndoles la verdad, sino ofreciéndoles la posibilidad de participar en el misterio

que se encuentra en el origen del mismo matrimonio cristiano.

El filósofo griego insinuaba que ‗quien no poseía virtudes, lo que necesitaba era un amigo‘.

Es el amigo quien le ofrece su amistad como un don primero capaz de despertar el sentido de la

belleza. La Iglesia, como comunión de los amigos del Señor, nos ofrece esa comunión con

Cristo, en donde cada novio y cada novia puede encontrar el sentido último de ese tiempo del

noviazgo tan formidable: se trata de un tiempo de verdadera preparación, de entrenamiento, de

fortalecimiento en orden a poder llegar al don de sí mismo en el matrimonio. Abrazados por la

amistad que el Señor les ofrece, los novios descubren el verdadero misterio que encierra su vida:

la vocación a participar del amor esponsal más grande que jamás haya existido, el amor de

Cristo por su esposa la Iglesia que le movió a ofrecerse en sacrificio de sí mismo por ella.

Así, los novios podrán ‗creer en el amor‘ con serenidad. El amor no será una tarea que les

desborde, ni algo que dependa únicamente de sus propias fuerzas. Creer en el amor implicará

para todo novio cristiano creer en el misterio que les abraza y les capacita desde dentro

generando en ellos las virtudes. Podrán « encontrar en Cristo la verdad que libera y da

descanso, capaz de vivificar su vida familiar »73.

De este modo, se puede estar capacitado para entregarse con la serenidad de que tal entrega

no dependerá de la espontaneidad de un momento afectivo, sino de la riqueza del don recibido:

la comunión, a la que están llamados, no será la tarea encomendada a una libertad débil, sino el

don que le precede. La fortaleza de su amor está precedida por el don del amor74

.

Para creer en este amor los novios deberán, en primer lugar, dejarse fascinar por su belleza.

El amor conyugal realiza una riqueza tal de valores humanos e implica una interrelación tan

delicada entre ellos que es verdaderamente maravilloso. No contemplarlo así pervierte la

intención hacia los propios intereses. Hemos destacado como primordial la plenitud de entrega

que conforma a este amor conyugal. Esa plenitud es la respuesta adecuada al descubrimiento del

valor de la otra persona con la que se construye este amor. Aprender a vivir esa plenitud día a

día es la forma de construir el amor conyugal y, en él, un hogar75

.

b) El Evangelio del amor es un Evangelio exigente

En el amor, como reflejo del Amor de Dios, no hay lugar para mediocridades. El Maestro

reclama siempre para sus discípulos aspirar ‗a lo mejor, a la perfección‘. El Evangelio del amor

es un Evangelio exigente. Ya resonó como algo chocante en su tiempo las palabras de Jesús en

lo referente a la sexualidad y la familia. Por ello, debemos acompañar a los novios en su camino

73 FSV, n. 47 74 J. NORIEGA, “La fortaleza y la comunión”. Communio 22 (2000) 14-18 75 Cf. FSV, n. 62

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Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 39

de maduración personal, de progresiva adquisición de las diversas virtudes que fortalecen su

libertad débil y fluctuante.

«La preparación al matrimonio, el tiempo el noviazgo necesita de un “espacio de

comunicación, un hogar donde puedan ser acogidos con sus inquietudes e ilusiones, donde

puedan ser fortalecidos en sus esperanzas fundamentales, clarificados en la verdad de la

vocación a la que están llamados»76.

c) La Iglesia, Madre que engendra, alimenta y educa a sus hijos

Consciente de la llamada a la perfección a la que son invitados sus hijos, la Iglesia siempre

los acompaña, ofreciéndose a los novios como ‗hogar de acogida y taller de aprendizaje‘. La

instrucción «La Familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad» nos deja estas bellas

palabras:

«Ante tantas miradas y enfoques parciales sobre la realidad del matrimonio, Jesucristo

revela al hombre la verdad íntegra sobre la persona, el matrimonio y la familia; Él es quien nos

desvela el plan originario de Dios en su propia Persona y en sus obras y palabras. La Iglesia

tiene como tarea manifestar al hombre de cada cultura la verdad y viabilidad de este designio

de Dios. Y lo hace desde la experiencia del misterio de comunión “con Dios y de la unidad de

todo el género humano” (cf. LG 1). Por esta razón, todo hombre puede vivir en la Iglesia una

experiencia fundamental de familia. Ella misma es la Madre que engendra, alimenta y educa

a sus hijos. Esta es la verdad fundamental que está en la base de toda evangelización. Desde

esta experiencia es como los cristianos son capaces de ser fermento de comunión en los

distintos ámbitos de su vida. En primer lugar en las familias, para convertirlas en verdaderos

hogares cristianos, luz y sal de la sociedad (cf. Mt 5, 13-16) » 77.

76 Ibíd., n. 266 77 FSV, n. 45

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40 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

ANEXO I

I. ANÁLISIS SOCIOLÓGICO DE LA REALIDAD EN TORNO AL NOVIAZGO

El presente anexo va destinado a los organizadores y ponentes del curso. Lo que en él se ofrece son cosas muy conocidas por todos, pero hacerlas presentes, más todavía reflexionar sobre ellas, puede ayudar a situarse en el grupo, a ser realistas en el planteamiento de las charlas o encuentros y a interpretar posturas que pueden surgir en los diálogos.

a. Los participantes en el Curso

Las parejas que acuden a un "Curso de Preparación al Matrimonio" suelen formar un grupo heterogéneo, en cuanto a trabajo, estudios, maneras de pensar, planteamientos religiosos, actitudes de fe, etc.

Tienen en común que van a casarse y el que han decidido hacerlo por la Iglesia, aunque también las motivaciones para esta decisión pueden ser diferentes. Coinciden también en el hecho de ser jóvenes y participar, por consiguiente, aunque también a niveles muy diferentes, de los valores y actitudes que normalmente se dan en la juventud actual.

Una buena base de preparación para los organizadores y animadores de estos cursos podría consistir en hacer un análisis sereno de estos valores y actitudes. No disponemos aquí de espacio para ello, pero vamos a presentar, aunque sólo sea con unas pinceladas, algunas de estas características que más pueden influir en el planteamiento cristiano del matrimonio:

b. A nivel general

* Igualdad entre el hombre y la mujer. Aceptación por ambas partes hacia esta realidad que puede influir fuertemente en los planteamientos del matrimonio y en la organización concreta de su vida. Muchas mujeres han de seguir trabajando fuera del hogar.

* Libertad e independencia personal. En cuanto a maneras de pensar, opciones ideológicas, políticas, etc. Autonomía en planteamientos de vida. Búsqueda de realización personal. Es la base del respeto mutuo y de la tolerancia. Puede tener el peligro del indiferentismo, del "todo da igual". También de la cerrazón en la propia postura. La búsqueda de una realización personal puede dificultar la vida del matrimonio si no se íntegra en la realización de la pareja.

* Ética o moral también personal. Los propios valores o la propia persona como principio fundamental de valoraciones éticas o morales.

- Difícil aceptación de códigos externos o normas impuestas, de criterios de valoración más generales y, sobre todo, absolutos.

- Este planteamiento potencia la toma de conciencia personal, el considerar los compromisos y decisiones como algo propio, conlleva también el riesgo del subjetivismo y del relativismo.

* Tolerancia en materia sexual. Consideración, en un sector muy amplio, de la sexualidad como algo que no debe separarse del amor, pero al mismo tiempo amplia libertad en este campo también en bastantes de los asistentes al curso.

- La inmoralidad, para no pocos, está exclusivamente en el uso de la misma por violencia, por imposición, o simplemente en aprovecharse. En este sentido una buena parte ve como normales las relaciones prematrimoniales.

- Consideran inmoral, o no ética, la infidelidad en el matrimonio.

* Vivir el hoy

- Esta actitud no es exclusiva de los jóvenes, pero puede vivirse en ellos con más fuerza. Se piensa poco en el futuro. Algunos dan la impresión de vivir una vida sin proyecto.

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Noviazgo y preparación al matrimonio

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- Aunque es lógico que no debe organizarse la vida pensando exclusivamente en el futuro, el planteamiento maduro de una pareja que va a casarse, requiere un proyecto de matrimonio y familia, un proyecto de futuro que transcienda el presente.

- Al vivir el hoy va unida también una actitud muy frecuente de hedonismo.

* La falta de trabajo

- Aunque esto no sea una actitud personal sino algo externo, en muchos jóvenes la falta de trabajo o la falta de un trabajo estable provoca incertidumbre y hasta angustia.

- Contribuye al retraso en la emancipación de la familia y al retraso del matrimonio. Muchos no se casan hasta que encuentran un trabajo con cierta garantía de estabilidad. Quizás por este motivo la media de edad de los contrayentes en Navarra se aproxima a los 30 años.

c. Con relación al matrimonio y a la familia

* Valoración del matrimonio

- La mayoría consideran el matrimonio algo, o mucho más, que un simple contrato entre dos personas. Lo ven como un compromiso profundo y definitivo de fidelidad, y como tal dan el paso, aunque no pocas parejas lo hagan con superficialidad o ligereza.

- No pocos ven en él la realización de su vocación cristiana.

- Ven en el amor el ingrediente básico y fundamental del matrimonio. Desde este planteamiento consideran la separación y el divorcio como un mal menor. Es lógico que en este momento piensen que a ellos no les va a afectar.

- Aceptan tal vez la doctrina tradicional en este punto, pero la mayoría no ve dificultad alguna en que un divorciado pueda rehacer su vida afectiva con otra persona.

* Los hijos como realización personal

- Casi todos ven en los hijos la realización de su propia persona.

- En muchos casos se plantean, el aplazar su venida y casi siempre el que su número sea reducido. Creen que en los primeros momentos lo importante es la pareja y que ésta necesita su tiempo para consolidarse como tal, disfrutar de su vivencia, y prepararse para acogerlos debidamente cuando se decidan a traerlos.

- Son un proyecto de pareja y hasta un deseo gozoso, pero que por otra parte les da miedo, por las exigencias, los gastos, las limitaciones, la responsabilidad en general que su llegada les impone.

- La familia numerosa se identifica con la pertenencia a ciertos grupos de determinada orientación religiosa.

- Ven necesario, en consecuencia, el control de la natalidad y a un alto porcentaje le parece bueno, hasta moralmente, cualquier método con tal de que no tenga consecuencias negativas para la salud. Difícil aceptación de la doctrina tradicional de la Iglesia.

- Mayoritariamente no aceptan el aborto aunque su rechazo no es claro y total en todos los casos.

d. Con relación a la fe y a la religiosidad

Si en los puntos señalados hasta ahora se dan diferencias muy significativas de unas personas a otras, en el campo de la fe y de la religiosidad estas diferencias no son menores. Como punto de partida hay que considerar que prácticamente todos los que asisten al Curso han decidido casarse por la Iglesia en unos tiempos en los que se ha normalizado ya el matrimonio civil. Aunque los motivos de esta decisión, como luego veremos, no sean netamente religiosos en algunos casos, puede pensarse que la capacidad de sintonía, la cercanía con lo religioso, será mayor en estos que entre los que no han tomado esta decisión.

Por otro lado, tampoco todos los que se casan por la Iglesia acuden al Curso Prematrimonial. Su presencia puede demostrar un cierto grado mayor de cercanía.

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* Diferentes niveles de fe

- Puede ser que alguna o alguno de los asistentes al Curso no sea creyente y haya acudido llevado por su pareja, pero debe considerarse que la mayoría son creyentes, aunque con niveles diferentes de fe.

- En muchos casos esta fe será un mero rescoldo, cubierto de cenizas, pero que ahí está y que sin duda puede avivarse, como también puede apagarse del todo.

- Todos hicieron un día la Primera Comunión y casi todos también se confirmaron, con su correspondiente catequesis. No podemos pensar que toda aquella siembra se ha perdido. Puede haber semillas que duermen en el fondo de su corazón dispuestas a germinar si el estímulo logra avivarlas. ¿Por qué no van a poder hacerlo en algunos casos estos encuentros?

- Creemos también que el Espíritu Santo, que se hizo presente en sus vidas, sigue presente en la Iglesia dispuesto siempre a "fecundar la tierra".

* Imagen de Dios

- En algunos y algunas, probablemente más cultivados catequéticamente, esta imagen será correcta, aunque se planteen dudas y se sientan reticentes ante determinados "artículos de fe". Para otros, tal vez la mayoría, la imagen de Dios es muy poco concreta. Es un Dios difuso o difuminado. En cuanto a determinados artículos o dogmas de fe, estos creyentes prefieren no pensar en ellos. No los consideran necesarios para ser creyentes. Otros, no los aceptan o abiertamente los rechazan.

- Todos, prácticamente, creen en Jesucristo, al menos como un superhombre. La mayor parte ven en su persona una presencia especial de Dios, aunque no todos reconozcan en Él al Hijo de Dios y no comprendan su resurrección.

* Concepto de Iglesia

- No faltan los jóvenes, ellos y ellas, que se consideran miembros vivos de la Iglesia, del Pueblo de Dios en la tierra, integrados incluso y comprometidos en movimientos cristianos.

- Otros identifican a la Iglesia con el Vaticano, la Jerarquía o las Instituciones Eclesiales, con el consiguiente rechazo hacia éstas como hacia cualquier otra estructura. Rechazo, o al menos desconfianza y desvalorización. "Creo en Dios pero no en la Iglesia", suelen decir no pocos, muchas veces desde prejuicios.

* Conciencia de pecado

- Débil conciencia de pecado, al menos de pecado como ofensa a Dios. Sí, conciencia de falta de consecuencia con su persona o con sus principios. Sensibilidad ante la injusticia. Sensación, en general, de culpabilidad difusa.

- Muy pocos aceptan los Mandamientos de la Iglesia. El único mandamiento válido para muchos de ellos es "el del amor", aunque muchas veces desde planteamientos idealistas.

* Práctica religiosa

- No es necesario hacer en este punto muchas consideraciones porque es una realidad que está muy a la vista. Es minoritario el grupo de los que pueden considerarse practicantes habituales, que acuden ordinariamente a la Eucaristía dominical, aunque tengan sus fallos esporádicos.

- Es mucho mayor el número de los que sólo acuden esporádicamente, en determinadas circunstancias u ocasiones del año, con muchos más fallos que asistencia. Se habla ya de "práctica de acontecimientos".

- Un tercer grupo, prácticamente no asiste nunca. "Para ser buena persona no es necesario ir a Misa". "Yo me relaciono personalmente con Dios", suelen decir. No sienten la necesidad de celebrar su fe en comunidad. La Eucaristía dice poco o muy poco a la mayor parte de los jóvenes. El ritmo semanal no les va, o tal vez no van ellos con el ritmo semanal. Se empieza a abandonar la práctica y una vez abandonada resulta muy difícil recuperarla.

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e. El por qué de la boda por la Iglesia

- Quizás habría que ver primero por qué se casan y después por qué deciden hacerlo por la Iglesia aunque las razones para una y otra decisión pueden estar muy entremezcladas.

- Es claro que hay casos en los que estas decisiones se toman por motivos externos, de presión familiar y social, peso de la tradición, etc. Puede incluso elegirse la ceremonia religiosa porque es más vistosa que la civil y hasta porque una determinada iglesia ofrece un bonito marco para las fotos. Todo puede caber, pero la decisión por solo estas razones se da en pocos casos. En otros, estas razones pueden servir de refuerzo para otras más profundas.

- "Probablemente el casarse es uno de los momentos en donde aparece con más fuerza la ambigüedad de las tradiciones heredadas de un ambiente sociológicamente cristiano y la complejidad del lugar y la misión de la Iglesia en nuestro mundo"' (CPM de Barcelona).

* ¿Por qué se casan?

- Se casan, sencillamente, porque se quieren y desean vivir juntos formando una familia.

- A esta razón, aparentemente simplista pero realmente nuclear, se juntan otras que la acompañan y le dan cuerpo y forma:

Llevan un tiempo de noviazgo y tienen ya que casarse.

Necesitan independizarse, formar su propia familia

No está bien visto, el "juntarse", sin más.

En algunos casos se trata de legalizar una situación que ya se está viviendo de hecho y que, incluso, puede garantizarles ciertos derechos.

El compromiso matrimonial tiene una dimensión social. Se expresa públicamente y se celebra con una fiesta. Este deseo de celebración puede también contar.

* ¿Por qué por la Iglesia?

Las razones de esta decisión serán más o menos puras religiosamente en función del distinto nivel de fe que, como hemos visto, viven los novios.

- Un porcentaje, no tan minoritario, lo hacen con el pleno convencimiento de celebrar un acto religioso y hasta eclesial. Muchos de estos, con un conocimiento válido del Sacramento.

- Aunque no sean practicantes habituales y sepan poco del valor del Sacramento, intuyen, creen, tal vez a su estilo, en la presencia de Dios en esta celebración y la buscan. Esto puede darse en bastantes casos.

- El matrimonio es un riesgo. Es uno de los momentos en los que, aunque la fe de los contrayentes sea débil, sienten la necesidad de mirar al cielo. Muchas veces se acude a los santuarios tradicionales o emblemáticos a los que siempre se ha acudido.

Por otro lado, la celebración en un templo espléndidamente adornado, la fiesta, la música, la gente, los ritos confieren al acto un cierto sentido mítico y hasta mágico, no ajeno a la transcendencia,

- En algunos ambientes existe la impresión de que casarse por la Iglesia es estar mejor casados y que ofrece más garantía de éxito.

En cuanto a la celebración, los hay que les gusta participar activamente y preparar cuidadosamente la ceremonia: Elección de fórmulas de consentimiento, lecturas, ofrendas, cantos... Otros, los más, prefieren intervenir lo menos posible y dejarse hacer.

Generalmente les gusta que la celebración sea vivencial.

f. Actitud hacia el Curso

- No todos los que se casan por la Iglesia asisten al Curso de Preparación, aunque sí la mayoría. La no asistencia puede darse, en mayor número, en aquellas parejas en las que las razones para casarse por la iglesia tienen menor peso personal.

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44 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

- Debe tenerse también en cuenta que cuando deciden casarse los dos miembros de la pareja suelen estar trabajando. Esto dificulta la asistencia. De hecho algunos días acude solamente él o ella, unas veces porque realmente no pueden, otras porque tampoco hacen mucho por poder.

- Aunque dependiendo del ambiente cultural y religioso del que proceden, el nivel de formación puede ser muy diferente, Los organizadores de estos cursos constatan que este nivel es bajo en muchos casos, no solamente en cuanto a formación religiosa sino también en cuanto a formación humana en aquellos aspectos relacionados con la vida de pareja y de familia.

En general se detecta también una fuerte apatía hacia todo lo que suena a preparación religiosa y crecimiento en la fe.

El interés y la actitud hacia el curso suelen ser también diferentes:

- La mayoría lo aceptan con normalidad. Han decidido casarse de esta forma y en consecuencia aceptan los requisitos exigidos. Uno de ellos es este curso que aunque no se exija como "conditio sine qua non", se les presenta como muy interesante.

- En un extremo, y cubriendo una amplia zona, están los que asisten motivados e interesados.

- En el otro, y en una zona menos amplia, los que lo aceptan sin más y acuden con reticencias sobre “lo que puede decirles la Iglesia”, sobre todo en ciertos temas.

- Casi todos lo han consultado o lo han comentado con otros novios que asistieron antes. La impresión que les transmiten suele ser buena y este dato influye positivamente en su decisión.

- La actitud en general suele ser receptiva. Van a escuchar. Una disponibilidad participativa y activa se da más fácilmente si el Curso se organiza en un ambiente conocido v.gr. propia parroquia, y con parejas conocidas. También si el grupo no es numeroso.

- La acogida que reciban el primer día y el planteamiento inicial del Curso pueden contribuir a mejorar sensiblemente la postura con la que llegan a él.

Por la acogida que encuentran, por la forma de tratar los temas, suelen quedar al final contentos del conjunto del Curso. En más de una ocasión, se plantean volver a reunirse posteriormente para proseguir la formación78. La propuesta suele ser bien acogida, pero luego resulta difícil ponerla en práctica.

78 Nosotros organizamos unas reuniones mensuales de seguimiento para que tengan el foro adecuado para progresar en todas las facetas del matrimonio y la familia.

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ANEXO II

II. SOBRE LA “ACOGIDA” y la “BENDICIÓN DE LOS NOVIOS”79

a. El tiempo de la Acogida

En nuestra sociedad, la pérdida de puntos de referencia es tal en los católicos que, un número creciente de ellos, necesitan «re-posicionarse» en un momento determinado, y la preparación al matrimonio les da la ocasión para ello. La acogida que la Iglesia les da en tal circunstancia, es fundamental, tanto para la Iglesia misma, como para los novios.

Muchos de los jóvenes que piden el matrimonio se acercan a la Iglesia después de años; quizá, desde su primera comunión. Traen una carga de prejuicios y desconocimientos. Si encuentran frialdad y burocracia, reforzarán una imagen negativa de la Iglesia.

Es necesaria una acogida muy humana, con detalles de respeto y cercanía, queriendo ayudar y servir. Esto debe hacerlo el párroco y los matrimonios que intervengan en la pastoral prematrimonial. Deben transmitir, porque lo vivan, el calor de la ayuda y la comprensión. Los futuros matrimonios lo necesitan. Muchos preparan su unión con las fatigas y las dificultades que les pone la situación social, laboral y económica. Traen ideas contrarias al matrimonio y la familia, maneras de ver alejadas de la visión cristiana, carencias en su formación.

La acogida no es sólo una actitud, sino también un tiempo más o menos largo en el que hemos de crear el ambiente necesario para que los novios puedan expresarse, superando su inseguridad y sus temores. No debemos precipitarnos haciendo enseguida juicios sobre las motivaciones de los novios para pedir el matrimonio por la Iglesia.

Debe quedar claro que la acogida es un servicio de la Parroquia a los novios, independientemente de dónde vayan a participar en el curso.

1.1. La acogida: más que un tiempo, una actitud permanente

Una buena acogida y acompañamiento pueden conseguir uno de los objetivos más importantes del Cursillo: el acercamiento de la Iglesia a los novios y de los novios a la Iglesia. La “acogida” para nosotros, sin embargo, no es simplemente una táctica psicológica para atraer y convencer a los novios, sino una expresión del testimonio cristiano que quiere mostrar el amor del Padre misericordioso que acoge al hijo como viene.

La actitud de la comunidad cristiana, y de quien la representa, no pretende ser la de quien posee la respuesta a todos los interrogantes, sino la de quien presta atención al otro, siente como propios sus problemas y se sitúa en un camino de búsqueda común, acompañando a los novios en ese camino. Con la humildad de quien lleva “un gran tesoro en vasijas de barro” y, al mismo tiempo, con la admiración y agradecimiento del creyente que está en situación de ofrecer aquello que es su tesoro: el amor y la salvación de Dios que ha conocido y recibido en Jesucristo.

Acompañar en el camino de la fe es respetar a la persona y sus ritmos de descubrimiento, ofrecer el testimonio de la fe que hemos recibido como un don, expresar y comunicar el mensaje de la salvación, orar por la persona y atenderla en su proceso.

Condiciones de una buena acogida y acompañamiento

- Los miembros de la comunidad cristiana que reciben la petición del sacramento, sacerdotes o matrimonios, debemos ser conscientes de que, en el trato que dispensemos a los que vienen, encuentran éstos la primera imagen de la Iglesia. El saludo y la acogida deben transparentar lo que la Iglesia es: signo e instrumento del amor de Dios.

- Aun en el caso de que la petición o las preguntas de quienes se acercan se planteen en el terreno de lo puramente externo (organización, horarios, materialidad de los ritos, requisitos necesarios, etc,), la persona que

79 DIÓCESIS DE MÁLAGA Y CÓRDOBA, “La Preparación al Matrimonio y a la Vida Familiar: Libro de los catequistas”, o.c., 49-57.

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46 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

acoge, sin despreciar estas cuestiones, debe ir orientando la conversación hacia el terreno personal. No se trata, por supuesto, de investigar detalles de la vida privada, sino de favorecer la expresión de lo que verdaderamente van buscando al solicitar el sacramento.

- Se trata de hablar del acontecimiento o la circunstancia que están viviendo en ese momento y que les ha traído a la Iglesia: la decisión de contraer matrimonio. Quienes en nombre de la comunidad acogemos a los que vienen, hemos de ayudar a que aflore y se exprese el significado profundo de este acontecimiento que marcará sus vidas. Este diálogo favorecerá la toma de conciencia de lo que se está viviendo, despertando el deseo de enriquecerse con la reflexión en común y la escucha de la palabra de Dios.

- Los que acogen, no examinan, sino que dialogan, aportando en el diálogo su propia experiencia: cómo viven ellos mismos, circunstancias parecidas, y cómo encuentran en el Evangelio la luz que les permite entenderlos y vivirlos de un modo nuevo, más profundo y más humano.

- El que acoge y acompaña, lo hace en nombre de la Iglesia. Por eso, transmite su propia experiencia cristiana y, sobre todo, la experiencia de la Iglesia a la que representa. El testimonio cristiano, ofrecido a lo largo de las entrevistas o reuniones, no deja de ser, para los agentes de pastoral, una interpelación para su propia vida.

- En el diálogo personal, o en las reuniones de grupo, los novios podrán descubrir esa plenitud de vida y amor a la que son llamados y, a la vez, su propia debilidad. Así estarán preparados para escuchar la llamada y abrirse al don de Dios.

- Así, las entrevistas y el Cursillo serán una experiencia de Iglesia, en la que los novios descubrirán el significado que la vida y el matrimonio tiene para los cristianos y se sentirán invitados a vivir su propio matrimonio en esas claves cristianas, como un camino de crecimiento constante, en el seno y con la ayuda de la comunidad cristiana.

En conclusión, esta etapa de acogida tiene como objetivo ayudar a las personas a abrirse a la Palabra de Dios, a acoger el Evangelio como una buena noticia para ellos hoy y en su circunstancia concreta de novios.

1.2. Partes de la acogida

Además de una actitud constante, la acogida constituye la fase inicial del proceso pastoral de preparación al matrimonio.

Esta fase de acogida significa personalizar toda la pastoral prematrimonial: lo que interesa son las personas de los novios, con independencia de su asistencia o no a un curso.

En esta fase tienen lugar los primeros contactos entre los novios y los agentes de pastoral; a través de ellos es preciso orientar a aquellos respecto a los objetivos de este proceso de preparación, ya que no suelen coincidir con las expe

ctativas que ellos traen.

La acogida debe realizarse en dos momentos bien diferenciados: uno personal o de pareja, y otro de tipo colectivo, o de grupo. Proponemos un desarrollo ideal de la acogida:

A) La acogida personal o de pareja

- Los objetivos de este momento de la acogida personal, o de pareja, se pueden sintetizar en los siguientes:

1. Motivar para una preparación seria del matrimonio, profundizando en lo que significa casarse por la Iglesia.

2. Dar ocasión para una actualización de la fe y de la relación con la Iglesia, superando algunos viejos esquemas o una cierta actitud de indiferencia y lejanía. Aunque la pastoral prematrimonial no es un catecumenado, puede desempeñar este papel de actualización; sobre todo, cuando hay personas que lo necesitan.

3. Motivar a los novios para asistir al Cursillo prematrimonial, y ofrecerlo como un servicio a su interés de contraer matrimonio por la Iglesia.

4. Obtener una información sobre la situación de los novios. Esta información ayudará a los agentes, que luego intervengan en el cursillo, para adaptarse a las características particulares de los asistentes.

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En esta primera parte de la acogida deben celebrarse al menos dos entrevistas: una primera por iniciativa de los novios y otra segunda, invitados por los agentes de pastoral.

- La primera entrevista se realiza en la parroquia cuando los novios acuden para “arreglar los papeles” de la boda y fijar la fecha. Es muy conveniente que la tenga el sacerdote. En ella hay que explicar a los novios que la preparación al matrimonio es algo más que la burocracia de los papeles. Como suelen venir con prisa, aparte de que las horas de despacho parroquial no son el momento más adecuado para un diálogo reposado, se les cita para una segunda entrevista más tranquila.

- La segunda entrevista se realizará en un lugar bien acondicionado para un diálogo tranquilo, ya sea en la parroquia, ya sea en la casa misma de los agentes de pastoral, procurando siempre que sea un ambiente acogedor y que inspire confianza. Conviene que en este caso actúe un matrimonio dinámico y abierto. La entrevista debe desarrollarse como un diálogo espontáneo, sin que parezca que se les está sometiendo a una especie de examen.

Terminada esta parte de la acogida, los agentes deberán disponer de los siguientes datos: una breve información objetiva de los novios (nombre, edad, domicilio actual y futuro, tiempo de novios) y un juicio sobre su situación (madurez personal, actitud religiosa, nivel cultural). Por otra parte, los encargados de realizar la acogida personal de los novios que van a coincidir en el mismo curso, deben tener presente evitar la masificación.

B) La acogida del grupo y presentación del Cursillo

Para esta parte de la acogida, es conveniente que se reúnan el Equipo de matrimonios responsable, el sacerdote y los novios que vayan a participar en el curso. Esta reunión puede ser unos días antes del curso; p. e. la semana anterior al comienzo del Cursillo o, bien, aprovechando un día de fiesta cercano. Es importante cuidar el lugar donde se va a realizar la acogida y el resto del curso. En la medida de lo posible hay que esforzarse por ofrecer un lugar cómodo y digno.

- Los objetivos de esta sesión son los siguientes:

1. Crear un ambiente abierto y sincero entre los participantes.

2. Dar oportunidad a los matrimonios participantes de conocer la personalidad de los asistentes, sus inquietudes y sus vivencias.

3. Presentar el curso en su duración, temas etc.

- Se presenta un desarrollo ideal de la sesión:

1º. Acogida de participantes: la realizará el matrimonio responsable del curso, explicando que se trata de un servicio que presta la Iglesia, que es voluntario, aunque de interés para los que deseen casarse en cristiano. Hacer referencia a la acogida que se tuvo en la parroquia o en el domicilio del matrimonio encargado.

2º. Presentación de los asistentes: una vez realizada la acogida y presentado el matrimonio responsable, se presentarán todos los participantes, incluidos los matrimonios de apoyo y el sacerdote.

3º. Diálogo abierto sobre el noviazgo: con el fin de establecer un diálogo abierto, los agentes iniciarán una rueda de preguntas a los asistentes sobre su experiencia de noviazgo, y sus opiniones al respecto. Este punto, junto con el anterior, debe realizarse alternando las preguntas con el fin de hacer menos sistemático y monótono el desarrollo de la sesión80. Para el desarrollo del punto tercero -el diálogo- puede servir este ejemplo práctico:

a) Recibimiento: Saludarles según vayan llegando. Tener las fichas de inscripción vistas previamente, puede ayudar a memorizar rápidamente los nombres y características personales.

80 ¡Atención al modo de llevar este diálogo! No debe primar el interés por corregir o rectificar, sino el de conocer a los participantes en orden a enfocar el curso según las necesidades y posibilidades del grupo concreto y el de crear un clima de confianza y libertad. Tratad de respetar las opiniones.

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- Formado el grupo, agradecerles la asistencia, y acogerles como miembros de la Iglesia, de la familia.

b) Creación de ambiente para el diálogo: Presentación de los asistentes, indicando nombre, edad, parroquia, años de novios, etc.

- Realizar la presentación con alegría, haciendo algún comentario a cada presentación.

c) Su encuentro humano: Buscar la oportunidad de enlazar la presentación con la pregunta: ¿En que circunstancias se conocieron? Versión de cada uno.

- Que los novios expresen lo que para ellos ha sido el noviazgo.

- Qué piensan del noviazgo largo o corto.

d) La Iglesia: ¿Cuáles suelen ser las razones de los novios para casarse por la Iglesia? ¿Por qué otros optan por el matrimonio civil? ¿Y por el emparejamiento?

- ¿Cómo consideráis la educación religiosa recibida?

- ¿Qué pensáis que es ser cristiano?

- ¿Qué pensáis de la Iglesia? ¿Cuál es vuestra relación personal con la Iglesia?

- ¿Por qué creéis que muchos jóvenes abandonan la práctica religiosa?

4º. Presentación del curso: temario, metodología, duración, fechas y horario.

5º. Preparación del primer día de Cursillo: se explicará someramente el tema a tratar el primer día de Cursillo. Será el momento de entregar algún material; si se ve oportuno, se puede entregar el Libro de los novios.

b. El tiempo de la Bendición de los Prometidos

Ante la evidencia de que, en el camino del noviazgo, algunos pastores echaban de menos una celebración de la Iglesia para un momento tan importante en sus vidas.

El Ritual del Matrimonio del año 1990 subraya el carácter familiar de la celebración; recogiendo, así, una tradición de los primeros siglos, al mismo tiempo que recuerda la importancia de no confundir esta celebración con la del matrimonio81.

La “Bendición de los Prometidos” quiere expresar abiertamente que los novios están dispuestos a hacer un camino de maduración humana y de crecimiento en la fe, al mismo tiempo que la Iglesia manifiesta no sólo que los acoge, sino que se compromete a acompañarles en dicho camino. Con este significado, la Bendición de los novios podría incorporarse también, en los Cursillos, bien al principio, después de la acogida y presentación o, bien, al final del primer día de reunión con los novios. Se ofrece un guión en Libro de los novios82.

81 Ritual del Matrimonio (versión española, aprobada en 1994), nn. 468-471. 82 DIÓCESIS DE MÁLAGA Y CÓRDOBA, “La Preparación al Matrimonio y a la Vida Familiar: Libro de los novios”, o.c., 77-81.

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Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 49

ANEXO III

III. DINÁMICA Y METODOLOGÍA DEL CURSO83

a. La convocatoria

Es importante programar el cursillo en cada parroquia, y en su caso en el ámbito arciprestal. Que las fechas estén ya señaladas desde principio de curso. Cada parroquia deberá hacer el lanzamiento de convocatoria, tanto en los paneles de publicación de anuncios como en los avisos oportunos en las celebraciones masivas.

Cuando los novios van apareciendo en el despacho parroquial para pedir el cursillo, los sacerdotes o encargados de esta área pastoral, los reciben con cordialidad. Es bueno que el sacerdote que va a estar presente en el cursillo los pueda saludar al menos.

Este primer momento es muy interesante que lo haga alguna pareja de casados agentes de Pastoral Prematrimonial. Este primer contacto es muy importante, y debe hacerse en un ambiente adecuado de acogida, actitud de escucha e interés en su proyecto matrimonial. No se trata de un interrogatorio, sino de una primera empatía que provoque posteriores comunicaciones.

b. La acogida (ver anexo II) c. La primera reunión

El primer día de encuentro tiene mucha importancia. El equipo que va a animar y dirigir el curso debería estar completo todos los días del mismo. Si no, al menos debe estar completo este primer día y el último.

Se inicia con una oración: desde el principio hay que dejar claro que ponemos el trabajo en las manos de Dios. Somos seguidores de Jesucristo y nos dejamos guiar por el Espíritu que actúa en nosotros.

Después se debe dedicar un tiempo a la presentación de los novios y de los matrimonios y otras personas que van a presentar los diversos temas del curso. El equilibrio entre la cordialidad y la seriedad ha de ser la nota dominante.

Cuando se ha conseguido un ambiente sereno y distendido, se proponen los objetivos del curso y los temas. Luego, se comienza el desarrollo.

d. Ambiente y dinámica de las reuniones o encuentros

Los encuentros sucesivos pueden constar de tres partes:

1º) Exposición del tema: No debe ser muy larga (½ hora). Se debe de evitar las charlas magistrales y buscar una comunicación rigurosa pero sencilla, resaltando las ideas que después se van a proponer para el diálogo. Se debe de comunicar con vida, expresando los propios sentimientos y convicciones.

Lo hace el matrimonio que se ha preparado expresamente para esta intervención. Si hay que entregar algún esquema o material, debe preverse con tiempo y con fotocopias suficientes.

2º) Reunión en grupos pequeños. El grupo, al ser posible, debe de tener sobre 8 miembros. Se nombra un secretario/a. Se les proporciona puntos de reflexión y preguntas para el diálogo. Según las circunstancias, se les deja solos a los novios para que expongan con libertad sus opiniones y experiencias, o les acompaña uno de los matrimonios cuyo objetivo será ayudar a los novios a expresarse, de ninguna manera convertir el diálogo de grupo en una charla del matrimonio. Esta parte de la sesión puede durar sobre 3/4 de hora o lo que dé de sí.

Unas reglas sencillas para moderar este diálogo son: que nadie acapare la palabra; que se tengan en cuenta todas las opiniones; que se eviten los enfrentamientos tensos; que se provoque la participación de todos, sin miedos.

3º) Puesta en común. Es el espacio más largo y el más provechoso. En este momento están presentes todos: ponentes y novios. Hay que saber llevar el diálogo con distensión. En muchas ocasiones hay que usar la expresión: "según mi opinión", "no sé si me he explicado bien", "qué quieres decir con..."

83; DIÓCESIS DE MÁLAGA Y CÓRDOBA, “La Preparación al Matrimonio y a la Vida Familiar: Libro de los catequistas”, o.c., 42-49; I. GARCÍA DE

ANDRÉS, o.c., 263-289

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Realmente el tema se desarrolla en todos sus capítulos en el diálogo. La exposición inicial no hizo más que provocar. Las diversas intervenciones van tocando muchos puntos diversos. Para que así sea, el equipo tiene que haberse preparado muy bien, actuar compenetrados y ayudarse en los momentos difíciles.

Los ponentes cerraran la sesión con unas palabras que subrayen las mejores aportaciones de los novios, a modo de conclusiones.

Conviene señalar algunos aspectos a tener en cuenta y que ayudan al mejor desarrollo del curso:

Al final de cada reunión se entrega una encuesta sobre el tema que se va a tratar en la sesión siguiente. La pareja se la lleva a casa. Es para que intercambien sus puntos de vista antes de la siguiente reunión.

Los locales que se usan tienen su importancia. Los salones han de ser acogedores. Los asistentes bien dispuestos para el diálogo, en círculo, viéndose unos a otros.

e. La celebración final del curso

Conviene terminar con una celebración final del curso: Sería muy conveniente la celebración de la Eucaristía, e incluso con una celebración previa del perdón. Se debe concluir con una pequeña fiesta.

Al final del curso es conveniente hacer una encuesta sobre el mismo preguntando opiniones sobre los temas, la convivencia y la participación. También conviene pedirles la dirección futura del matrimonio y el día de la boda. Así, pueden hacerles llegar una felicitación en el día de la boda y primeros aniversarios, reiterando la invitación a su incorporación. También les pueden enviar circulares, invitaciones a reuniones o jornadas para matrimonios y noticia de los diversos movimientos familiares cristianos84.

84 Conviene hacer esta felicitación de aniversario en los primeros años. Hay quien habla que en el primer año se da lo que se denomina "paréntesis nupcial", en el que la pareja se repliega sobre sí mismo. Necesita un poco de tiempo para volver a abrirse a otras realidades sociales y atender estas invitaciones pastorales.

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SUGERENCIAS PARA LA DISTRIBUCIÓN DE LOS TEMAS Y DEL TIEMPO

Primera opción: SEMANAL por las tardes - noches

Es la oferta más extendida, con múltiples variantes. Se realiza en muchas parroquias con desigual planteamiento. Conviene unificar el número de días; estimamos que al menos deben ser seis: de lunes a sábado, concluyendo con la celebración de la Eucaristía parroquial. Se presenta un “Cursillo tipo”, con una distribución de los temas imprescindibles, a lo largo de una semana; con sesiones, al menos, de dos horas. El orden, puede alterarse.

1. Previamente a la semana del Cursillo:

Debe haberse hecho la acogida de la pareja, conocimiento del párroco o sacerdote encargado y del matrimonio responsable de la acogida. Más adelante se ofrecen sugerencias.

2. Semana del Cursillo:

1º día: Acogida del grupo

Tema: LA PERSONA HUMANA: EL DIÁLOGO, CAMINO DE LA COMUNIDAD CONYUGAL

* Celebración de la “Bendición de los novios”.

2º día: Tema: LA VOCACIÓN AL AMOR. EL LENGUAJE DE LA SEXUALIDAD

3º día: Tema: VAMOS A FORMAR UNA FAMILIA

4º día: Tema: CREO EN JESUCRISTO: LA FE EN JESUCRISTO, HIJO DE DIOS

* Celebración de la “Entrega de la Palabra (Biblia)”

5º día: Tema: LA IGLESIA: “LA GRAN FAMILIA DE LOS HIJOS DE DIOS”

* Celebración del Sacramento de la Reconciliación

6º día: Tema: CASARSE EN EL SEÑOR: EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

* Celebración de la Eucaristía, si procede

Concluir con la fiesta celebración, teniendo el cuenta lo indicado en el Tema 12º: Encuentro final: revisión, celebración, festiva y propuesta del seguimiento.

3. Posterior al Cursillo

Cada pareja, junto al sacerdote o diácono que va a presidir la ceremonia, o en su defecto con algún matrimonio del Equipo Responsable, prepararán la celebración litúrgica, escogiendo lecturas, etc. (Se puede seguir el guión del tema 10º)

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Segunda opción: INTENSIVO en fines de semana

La oferta de “Cursillos intensivos, en fin de semana”, va tomando cada día más fuerza, y responde también a las exigencias que imponen el ritmo de trabajo de muchas personas y la mentalidad del “fin de semana”. Convine desde el inicio, despejar la sensación de que pueden ser unos “Cursillos concentrados” para salir del paso.

Se procurará impartir los núcleos esenciales indicados anteriormente, aunque tengan que concentrase dos temas en una sesión, incidiendo en el tema principal y haciendo una referencia al otro. Para ello, es muy importante la distribución del tiempo.

Se ofrece una propuesta tipo para un fin de semana (viernes noche hasta domingo tarde). Algunas personas que los imparten, indican que sería oportuno que si se termina el domingo a mediodía, se amplíe al sábado siguiente completo: se reclama, menos concentración y más espacios de diálogo. He aquí la propuesta:

Viernes

20 h. Acogida del grupo. Presentación del grupo

Tema: EL DIÁLOGO, CAMINO DE LA COMUNIDAD CONYUGAL

* Celebración de la “Bendición de los novios

Tema 1º, punto 4º

Sábado

10 h. Tema: LA PERSONA HUMANA tema 1º Completando lo expuesto anteriormente

12 h Tema: LA VOCACIÓN AL AMOR Tema 2º

16 h. Tema: EL LENGUAJE DE LA SEXUALIDAD tema 3º

18 h. Tema: VAMOS A FORMAR UNA FAMILIA

* Celebración del Sacramento de la Reconciliación

temas 7º y 8º; hacer referencia al tema 9º y al 11º

Domingo

10 h. Tema: CREO EN JESUCRISTO: LA FE EN JESUCRISTO, HIJO DE DIOS tema 4º

12 h. Tema: CASARSE EN EL SEÑOR: EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

* Celebración de la “Entrega de la Palabra (Biblia)”

Tema 6º, tener en cuenta tema 5º

Almuerzo en común

15,30 h. * Café. , teniendo el cuenta lo indicado en el Tema 12º: Encuentro final: revisión, celebración festiva y propuesta del seguimiento

18 h. * Celebración de la Eucaristía dominical

(Si se decide terminar el domingo antes del almuerzo, y emplear el sábado siguiente, se puede dejar para este último sábado los tres temas del domingo y concluir con la Eucaristía. Así, se redistribuyen mejor los temas del viernes y sábado primero).

Tercera opción: Un itinerario de fe (ANUAL)

Se trata de hacer una oferta valiente a los jóvenes: la propuesta de un itinerario que lleve a una experiencia de fe transformadora de la vida, con motivo de la preparación de un acontecimiento esencial en sus vidas. Se ofrece un camino hecho en y con la Iglesia; en el que prevalezcan la experiencia, los contenidos y las formas de un nuevo tipo de acompañamiento a los novios que les ayude a discernir y profundizar en su vocación de pareja.

Está dirigido, especialmente, a todos aquellos jóvenes que, teniendo ya una buena formación cristiana (jóvenes cristianos interesados, incluso militantes de nuestras parroquias, movimientos), se plantean contraer matrimonio y quieren acentuar una preparación específica del Sacramento que los introduce en la vida matrimonial y en la vida familiar. Podría ofertarse esta opción en cada Vicaría o zona pastoral; abierta a todas las parejas que sean presentadas por el párroco, algún sacerdote o el responsable de algún Movimiento o Asociación.

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Noviazgo y preparación al matrimonio

Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia 53

S I G L A S Y A B R E V I AT U R A S

CCE Cathechismus Catholicae Ecclessiae

(15.VIII.1997)

CEE CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA

DCE BENEDICTO XVI, Carta encíclica Deus caritas est sobre el amor cristiano (25-XII-2005)

DPF CEE, Directorio de la Pastoral Familiar en

la Iglesia de España. 21-IX-2003.

EV JUAN PABLO II, Carta Encíclica Evangelium vitae sobre el valor inviolable de la vida humana (25.III.1995)

FC JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Familiaris consortio sobre la misión de la familia cristiana en el mundo contemporáneo (22.XI.1981)

FSV CEE, Instrucción Pastoral La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad (27.IV.2001)

FSVMT Instrucción Pastoral La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad. Materiales de trabajo, Edice, Madrid 2002.

GrS JUAN PABLO II, Carta a las Familias. 1994.

GS CVII, Constitución Pastoral Gaudium et spes sobre la Iglesia en el mundo actual (7.XII.1965)

HV PABLO VI, Carta Encíclica Humane vitae sobre la recta regulación de la natalidad (25.VII.1968)

LG CVII, Constitución Lumen gentium sobre la

Iglesia (21.XI.1964)

OcM CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA

DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Ordinis celebrandi Matrimonium (19.III.1990). Versión castellana aprobada por la Asamblea plenaria de la CEE (14-18.XI.1994)

PSM CONSEJO PONTIFICIO PARA LA FAMILIA, Preparación para el Sacramento del Matrimonio (13.V.1996)

RH JUAN PABLO II, Carta Encíclica Redemptor hominis (4.IV.1979).

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Ramón Acosta Peso

54 Máster en Pastoral Familiar Málaga, 2010

B I B L I O G R AF Í A

ACOSTA, R., ―La vocación al amor, hilo conductor de la pastoral familiar‖ en L. VIVES (ed),

Organizar la Pastoral Familiar, Edice, Madrid 2007, 35-64.

ACOSTA, R., La luz que guía toda la vida, Edice, Madrid 2007.

ARCHIDIÓCESIS DE PAMPLONA Y TUDELA. Delegación diocesana de Pastoral Familiar.

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ARCHIDIÓCESIS DE TOLEDO. Delegación diocesana de Pastoral Familiar. Curso de

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ARCHIDIÓCESIS DE MADRID, Pastoral Prematrimonial, Madrid 2002.

BURKE, C. ¿Qué es casarse? Una visión personalista del matrimonio. Cuadernos del Instituto

Martín de Azpilcueta. Navarra 2000.

C.E.E., Preparación al matrimonio cristiano, Edice, Madrid 2001.

DIÓCESIS DE MÁLAGA Y CÓRDOBA, La Preparación al Matrimonio y a la vida familiar.

Libro de los catequistas, CajaSur, Córdoba 2007.

DIÓCESIS DE MÁLAGA Y CÓRDOBA, La Preparación al Matrimonio y a la vida familiar.

Libro de los novios, CajaSur, Córdoba 2007.

NORIEGA, J., El destino del eros, Palabra, Madrid 2005.

PÉREZ-SOBA DÍEZ DEL CORRAL, J.J., El corazón de la familia, Publicaciones Facultad de

Teología de san Dámaso, Madrid 2005.

SARMIENTO, A. e ICETA, M. ¡Nos casamos! Curso de preparación al matrimonio, Eunsa,

Barañáin 2005.

VIVES, L., (ed.), Organizar la pastoral familiar, Edice, Madrid 2007.

VIVES, L., ACOSTA, R., ARANDA, E., La pastoral familiar en la parroquia, Edice, Madrid 2008.

P R O F E S O R

RAMÓN ACOSTA PESO. Licenciado en Medicina. Especialista Universitario en Pastoral Familiar

por el P.I.J.P.II (Madrid). Master en Ciencias del Matrimonio y la Familia por el P.I. Juan Pablo

II (Madrid).