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Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Santiago FERNÁNDEZ MOSQUERA. Quevedo, Balaam y su burra:... - Quevedo, Balaam y su burra: el poeta a la contra 1 Santiago Femández Mosquera UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTELA EL EPISODIO BÍBLICO QUE narra el milagro que Y avé obró en la montura del falso profeta y adivino Balaam (Num, 22, 22-36) 2 es interpretado, dentro de la tradición exegética clásica, como un suceso milagroso relacionado, en última instancia, con la inspiración verbal que Dios infunde al hombre. Sin embargo, y también desde el principio, no se le niega su valor burlesco porque, aun siendo milagro que la asnilla vea al ángel y que obedezca a Dios, lo paradójicamente milagroso estriba en que hable la burra y que llegue a conversar con su amo. Por otra parte, y desde una diferente perspectiva, el relato es ilustración paradigmática del 1 La expresión «escritor a la contra» fue utilizada sabiamente, hace algún tiempo, por el profesor Domingo Y nduráin, «Maestro del lenguaje», Historia 16, 55, 1980, pp. 61-88, p. 66. No la empleo aquí con el significado personal que le da el profesor Y nduráin, sino en un sentido más literario, porque si Quevedo va en contra de ciertas personas, también es cierto que sus textos van en contra de algún género, alguna tradición o alguna interpretación tópica. Quevedo, pues, a la contra de un uso tradicional del episodio de Balaam. 2 «El asna, al ver el ángel de Yavé parado en el camino con la espada desenvainada en la mano, se salió del camino y echó por el campo, y Balam se puso a fustigarla para retraerla al camino. Entonces el ángel se puso en una estrechura entre las viñas, entre pared de un lado y pared de otro; y al verle el asna, echóse contra una de las paredes, cogiendo entre ella y la pared la pierna de Balam. Este se puso de nuevo a fustigarla. El ángel de Y avé volvió a ponerse en una angostura, de donde ni a derecha ni a izquierda podía desviarse; y al verle el asna, se echó debajo de Balam, quien enfurecido la fustigó más. Abrió entonces Yavé la boca del asna que dijo a Balam: «¿Qué te he hecho yo: para que por tres veces me hayas fustigado?» Y Balam respondió: «¿Por qué te burlas de mí? Si tuviera a mano una espada, ahora mismo te mataría». Y el asna dijo a Balam: «¿No soy tu asna? me has montado desde que yo soy tuya hasta hoy. ¿Te he hecho yo nunca cosa semejante?» Y él respondió: «No». Entonces abrió Yavé los ojos a Balam, y éste vio al ángel de Yavé, que estaba en el camino con la espada desenvainada en la mano. Balam se postró, echándose sobre el rostro, y el ángel de Yavé le dijo: «¿Por qué por tres veces has fustigado a tu asna? Es que he salido yo para cerrarte el camino, porque es malo ante mi el que llevas. El asna me ha visto y ha querido apartarse luego de delante de mí las tres veces; si ella no me hubiese esquivado, te hubiera matado a ti, dejándola a ella viva»». (Num, 22, 23-33). Ya que solamente se busca ahora el valor informativo del pasaje, cito por la edición de E. Nácar, Madrid: BAC, 1965. 213 -1 t- Centro Virtual Cervantes

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Quevedo, Balaam y su burra: el poeta a la contra1

Santiago Femández Mosquera UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTELA

EL EPISODIO BÍBLICO QUE narra el milagro que Y avé obró en la montura del falso profeta y adivino Balaam (Num, 22, 22-36)2 es interpretado, dentro de la tradición exegética clásica, como un suceso milagroso relacionado, en última instancia, con la inspiración verbal que Dios infunde al hombre. Sin embargo, y también desde el principio, no se le niega su valor burlesco porque, aun siendo milagro que la asnilla vea al ángel y que obedezca a Dios, lo paradójicamente milagroso estriba en que hable la burra y que llegue a conversar con su amo. Por otra parte, y desde una diferente perspectiva, el relato es ilustración paradigmática del

1 La expresión «escritor a la contra» fue utilizada sabiamente, hace algún tiempo, por el profesor Domingo Y nduráin, «Maestro del lenguaje», Historia 16, 55, 1980, pp. 61-88, p. 66. No la empleo aquí con el significado personal que le da el profesor Y nduráin, sino en un sentido más literario, porque si Quevedo va en contra de ciertas personas, también es cierto que sus textos van en contra de algún género, alguna tradición o alguna interpretación tópica. Quevedo, pues, a la contra de un uso tradicional del episodio de Balaam.

2 «El asna, al ver el ángel de Yavé parado en el camino con la espada desenvainada en la mano, se salió del camino y echó por el campo, y Balam se puso a fustigarla para retraerla al camino. Entonces el ángel se puso en una estrechura entre las viñas, entre pared de un lado y pared de otro; y al verle el asna, echóse contra una de las paredes, cogiendo entre ella y la pared la pierna de Balam. Este se puso de nuevo a fustigarla. El ángel de Y avé volvió a ponerse en una angostura, de donde ni a derecha ni a izquierda podía desviarse; y al verle el asna, se echó debajo de Balam, quien enfurecido la fustigó más. Abrió entonces Yavé la boca del asna que dijo a Balam: «¿Qué te he hecho yo: para que por tres veces me hayas fustigado?» Y Balam respondió: «¿Por qué te burlas de mí? Si tuviera a mano una espada, ahora mismo te mataría». Y el asna dijo a Balam: «¿No soy tu asna? Tú me has montado desde que yo soy tuya hasta hoy. ¿Te he hecho yo nunca cosa semejante?» Y él respondió: «No». Entonces abrió Yavé los ojos a Balam, y éste vio al ángel de Yavé, que estaba en el camino con la espada desenvainada en la mano. Balam se postró, echándose sobre el rostro, y el ángel de Yavé le dijo: «¿Por qué por tres veces has fustigado a tu asna? Es que he salido yo para cerrarte el camino, porque es malo ante mi el que llevas. El asna me ha visto y ha querido apartarse luego de delante de mí las tres veces; si ella no me hubiese esquivado, te hubiera matado a ti, dejándola a ella viva»». (Num, 22, 23-33). Ya que solamente se busca ahora el valor informativo del pasaje, cito por la edición de E. Nácar, Madrid: BAC, 1965.

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retrato de Balaam, adivino y ejemplo de falso profeta. La literatura española, en general, acude a cada una de estas lineas interpretativas

tópicamente, desde la general y más simbólica hasta la popular y más burlesca. En nuestra literatura medieval, el episodio es bastante conocido y referido, especialmente en contextos de paráfrasis o comentarios bíblicos. El relato aparece contado con mucho detalle, y con la alusión a los comentaristas habituales, en la General Estoria de Alfonso X, Números, XXIV, cap. xvi3

• No es dificil incrementar esta lista de apariciones en la literatura medieval con la repetición del relato en La gran conquista de Ultramar4, o alusiones más o menos directas como el soneto XXXVI del Marqués de Santillana5 o más tangencialmente en su Comedieta de Panza. Tal vez el gran peso de una obra como la General Estoria o el valor literario y didáctico del hecho haya provocado la relativa difusión del milagro. Fue, además, ejemplo conocido para predicadores, lo cual se demuestra en sermonarios relativamente tempranos como el de Martín Pérez, Libro de las confesiones, cap. ii6, o ilustración de libros devotos, ya avanzado el XVI, como el Diálogo espiritual de Jorge de Montemayor7, en el que, al igual que el soneto de Santillana, dirige su sentido hacia la interpretación teológica tradicional: la inspiración verbal divina. Ya no volverá a ser frecuente-de hecho, yo no he hallado ninguno más--este sentido recto y grave en textos posteriores.

A la altura de finales del siglo XVI y en pleno siglo XVII, el milagro era bien conocido por medio de cualquier fuente directa (Biblia) o indirecta (comentadores o cuentecillos ). Sin embargo, su empleo se deslizaba mayoritariamente hacia el sentido burlesco que supone que una bestia tenida por paradigma de la ignorancia hablase8. Ejemplos de esta utilización abundan en nuestra comedia nueva: Agustín Moreto en su Trampa adelante, Tirso en Ventura te dé Dios, hijo, y varias de Lope de Vega, como en La tragedia del rey Don Sebastián acompañada por otra burla metaliteraria9:

3 Alfonso X El Sabio, General Estaría, The Electronic Texts and Concordances of the Pros e Works of Alfonso X El Sabio, prepared by Lloyd Kasten, John Nitti, and Wilhelmina Jonxis-Henkemans, Madison: Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1997. Para una edición convencional, puede consultarse la clásica de Antonio G. Solalinde, ed., Alfonso El Sabio, General Estaría, Primera Parte, Madrid, 1930, Números, XXIX, cap. xvi, p. 667.

4 Gran conquista, Ray Harris Northall, Hispanic Seminary ofMedieval Studies (Madison), 1995.

5 Marqués de Santillana, Comedieta de Panza, Sonetos, serranillas y otras obras, ed. Regula Rohland de Langbehn, estudio preliminar de Vicente Beltrán, Barcelona: Crítica, 1997, soneto XXXVI y Comedieta de Panza, LX, vv. 473-480, p. 159. La alusión de la Comedieta es circunstancial, pero no así la del soneto XXXVI en el que se recoge, de forma clara, el sentido teológico tradicional señalado.

6 Martín Pérez, Libro de las confesiones, ed. de María Teresa Herrera y Nieves Sánchez, Salamanca: Universidad de Salamanca, 1999.

7 Jorge de Montemayor, Diálogo espiritual, ed. de María Dolores Esteva de Llobet, Kassel: Edition Reichenberger, 1998, pp. 119-120.

8 Por decirlo en palabras de Quevedo, «0yendo hablar una bestia la más bruta y de respiración más negada de formar voz y palabras», Execración contra los judíos, ed. de Femando Cabo y Santiago Femández Mosquera, Barcelona: Crítica, 1993, p. 132.

9 Cito, aunque modernizando, por la base de datos TESO, Chadwyck-Healey, 1998, para

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QUEVEDO, BALAAM Y SU BURRA

Almanzor Que os faltó, burro alazán, que os faltó hablar solamente, y aun pienso que era pariente de la burra de Balán. No me serán las jornadas agora sin vos pequeñas, ¡ay dulces, ay borriqueñas prendas, por mi mal halladas!

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No faltan también alusiones en otros géneros en los que el tono favorecería la interpretación burlesca y popular: tanto Francisco Delicado en su Lozana andaluza10 como Antonio Enriquez Gómez en El siglo pitagórico y Vida de don Gregario Guadaña11 se aprovechan del motivo bíblico para ilustrar con un chiste la aparición de ciertos personajes y las habilidades de sus burras. Y así, mientras el sentido teológico se va diluyendo en la historia literaria, también lo hará paulatinamente el sentido burlesco junto con la casi desaparición de alusiones directas al episodio. Con el tiempo, el valor más severo del relato se diluye en favor de su aspecto más risible. Todavía, a la altura del siglo XIX, Femán Caballero lo emplea en un chiste popular en La familia de Alvareda12 y ya hacia 1971 el episodio sirve para ilustrar un cuento de Rosa Chacel, esta vez despojado de todo contenido burlesco o teológico13

• Parece que desde el valor teológico clásico, pasando por su aprovechamiento popular, el motivo de la burra de Balaam se ha ido olvidando en nuestra tradición literaria. No es el caso intentar dibujar ahora las razones de este olvido, pero no serán ajenas aquellas que se justifiquen en su desaparición de la memoria, lo que inevitable-mente se produce cuando no se actualizan ni son populares las lecturas bíblicas, especialmen-te las de la tradición veterotestamentaria.

En esta historia del motivo de la burra de Balaam--forzosamente incompleta, mas a mi juicio suficientemente ilustrativa-las interpretaciones y los consiguientes aprovechamientos del relato tienen que ver con la tradición teológica o con los valores burlescos que el episodio favorece. Quevedo, de hecho, se apunta a ellas en dos ocasiones bastante accidentales, pero

todos los textos teatrales aludidos. En concreto, este texto de Lope procede, según la bibliografia de la citada base de datos, de la Onzena parte, Barcelona: Sebastian Cormellas, 1618. La obra se titula, en algunos casos, El bautismo del príncipe de Marruecos.

1 O Francisco Delicado, Retrato de la loc;ana andaluza, ed. crítica de Bruno M. Damiani y Giovanni Alegra, Madrid: Ediciones José Porrúa Turanzas, 1975, Mamotreto LXV, Cómo vino el asno de mic;er Porfirio por corona, y se graduó de bachiller y dize entre sí, mirando al Robusto, su asnico, p 413.

11 Antonio Enríquez Gómez, El siglo pitagórico y Vida de don Gregario Guadaña, ed. Teresa de Santos, Madrid: Cátedra, 1991, pp. 166-167.

12 Femán Caballero, La familia de Alvareda: novela de costumbre populares, ed. de Julio Rodríguez-Luis, Madrid: Castalia, 1979, Parte I, cap. III, p. 88.

13 Rosa Chacel, Balaam y otros cuentos, Madrid: Montena, 1989.

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que le sirven para construir sendas agudezas sobre la vejez de una mula habladora, tradicionalmente cabalgadura de médicos, en Conversación de las mulas de unos médicos con la haca de un barbero (B 735)14

:

Otra mula, bisabuela, a quien hubo, según pienso, en la burra de Balán el Caballo de los griegos, pensativa y despensada, como mula del desierto, mortificada de panza, dijo, enojada y gruñendo (B 735:33-40)

y otra, muy sintomáticamente aparecida en un género doblemente popular, por teatral y por entremés, Entremés de los enfadosos:

DON GONZÁLEZ Viendo que el torear es sumo grado de la caballería arremedona, me fui el año pasado, con dos haciahidalgos entredones, a la fiesta del Hoyo, con rejones. También estoy de encierros gradüado por Cinos y Peinado. Soy de los que se salen a la plaza y torean todo el año a la jineta de un Balán castaño. Llámanles La verdad a mis rejones los que más los celebran, pues, por más que adelgazan, nunca quiebran.

(vv. 150-162)15

Quevedo, en retórica antonomasia e irónica metonimia, identifica el burro con Balán, tal vez porque quien lo cabalga o es médico, como en el ejemplo anterior, o es un penitenciado por la Inquisición paseado encima de un burro, aunque no resulta clara la alusión a ninguno

14 Francisco de Quevedo, Obra poética, ed. de José Manuel Blecua, Madrid: Castalia, Tomo II, 1970.

15 Francisco de Quevedo, Obra poética, ed. de José Manuel Blecua, Madrid: Castalia, Tomo IV, 1981,pp. 123-132.

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de ambos. En cualquier caso, y para lo que aquí interesa, estamos ante el aprovechamiento tópico de la figura de la burra de Balaam, burra por antonomasia y que era tan conocida por los lectores/oyentes de Quevedo que le permite identificar Balán con burro para construir el concepto. Nada hay de nuevo, pues, en este uso quevediano.

Sin embargo, quiero destacar otras dos apariciones del motivo de Balaam y su burra que, sin apartarse de los valores exegéticos aludidos, contienen ciertos matices enriquecedores. El primero de ellos es el utilizado muy tangencial, pero significativamente, por Pinciano en su explicación del exordio: un torpe cortesano comienza sus palabras ante el rey acudiendo a una comparación entre la palabra de la burra y la suya, situación que no es capaz de resolver y que aprovecha otro vasallo para salir brillantemente del atolladero16

• Con la anécdota Pinciano ilustra la impropiedad de un exordio inadecuado; pero la apelación a la burra de Balaam como ejemplo de elocuencia o de milagro, en contextos graves, no siempre es feliz ya que la carga burlesca del episodio puede destrozar el valor metafórico del exemplum.

Este mismo temor demostrará Quevedo cuando acude al motivo bíblico y lo utiliza en un lugar importante de su memorial Execración contra los judíos: «Aquí no puede mi ignorancia hacer otra persona que la del jumento: procuro disculpar el haber hablado yo en cosa tan grave»17 y más adelante «Si yo hubiese acertado a interpretar los retiramientos deste capítulo, no habré perdido el tiempo ni la esperanza de autorizar en la brutalidad mía estas palabras encaminadas a sólo el servicio de V. M .... » 18 Parece que el poeta, en este memorial, es consciente de la dificultad de ser bien interpretado porque el asunto es dificil y peligroso, porque el tono es vehemente---cuando no abiertamente beligerante---con el ministro y con el propio monarca, pero también porque la carga burlesca del episodio y su equiparación con la burra habladora pudiera llevar a interpretaciones o a consideraciones irónicas bien alej atlas de la intención del escritor. La humildad-supuesta o retórica, como se quiera--del mismo Quevedo convirtiéndose en asna que ve el peligro y escucha directamente la palabra de Dios, posee una carga política y patética grande, pero también, teniendo en cuenta la tradición general del episodio, podría dar lugar a desacreditaciones facilonas y no poco efectivas. Qué podría decir el propio Quevedo de un enemigo suyo que voluntariamente se hiciese jumenta parlanchina, aunque fuese en un contexto metafórico y grave como en este caso.

López Pinciano en la teoría y Quevedo en la práctica entreven los problemas de la utilización de un motivo bíblico que casi había perdido el valor simbólico y teológico y del que se recordaba solamente su valor anecdótico y burlesco.

Caso diferente, pero justamente complementario, es la utilización de la anécdota por fray Hortensio Paravicino. En el sermón «Jesucristo desagraviad0», el gran predicador, amigo de Quevedo y comentador de los mismos hechos sacrílegos que el poeta en su memorial Execración contra los judíos19 -ambos del año 1633-vuelve a coincidir con Quevedo en

16 Alonso López Pinciano, Filosofia antigua poética, ed. Alfredo Carballo Picazo, Madrid: CSIC, 1953, p. III, 69-70.

17 Execración, p. 132. 18 Idem, p. 133. 19 Para la relación entre predicador y poeta y entre los sermones de Paravicino y el

memorial de Quevedo, puede verse mi «Quevedo y Paravicino ante unos carteles sacrílegos

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la alusión a Balaam. El trinitario-que, por cierto, no hace más que seguir una tradición sermonaria ya comentada-alude al carácter de adivino y hechicero del falso profeta: «Gran indicio de hechicería no extrañar prodigios. Así lo notó San Agustín en Balán, que acostumbrado a ver embelecos, no le asombró el oír hablar un bmto»2º. Pero lo más significativo son las enigmáticas palabras que pronuncia el fraile a continuación: «Materia ésta de que me dicen que hay gran trabajo en nuestro lugar en no vulgar gente, y aun en vulgar también»21

• Los oyentes de Paravicino (el propio Rey y el Conde-Duque casi siempre) sabrían o averiguarían a qué se refería el fraile trinitario. Pero esta actualización del recuerdo bíblico, con un valor ajeno a la burla o al teológico, aunque sea una referencia bien oscura, nos pone ya en una pista cercana a Quevedo, cuanto más si tenemos en cuenta que los valores diferenciales de Quevedo con respecto al episodio bíblico parecen tener su punto de partida hacia las mismas fechas que la redacción y pronunciación del «Jesucristo desagraviado». Una vez más, el poeta y su amigo el predicador coinciden en hechos y apreciaciones públicas que ilustran con motivos bíblicos o religiosos: el poeta se hace predicador y el predicador poeta.

Existe, por otra lado, una nueva coincidencia bien curiosa en la utilización del episodio con un autor muy cercano a Quevedo: Francisco de Sales. Como es sabido, Quevedo publicó una traducción de su obra22 y en ella se recoge el motivo de Balaam en el capítulo XXIII de la Tercera Parte de su Introducción a la vida devota:

Balaam sobre su asna iba a buscar a Balac; mas, por cuanto no tenía recta intención, el ángel le esperó en el camino con una espada en la mano para matarle. La asna, que vía el ángel, se paró por tres diversas veces; Balaam la apaleaba con crueldad, procurando hacerla pasar adelante, hasta que a la tercera vez, dejándose tender de largo a largo debajo de Balaam, le habló milagrosamente, y dijo: «¿Qué te he hecho yo? ¿Por qué me has apaleado ya por tres veces?» Poco después los ojos de Balaam fueron abiertos, y vio el ángel, que le dijo: «¿Por qué has apaleado tu asna? Si ella no se hubiera apartado de delante de mi, yo te hubiera muerto y la hubiera reservado». Entonces Balaam dijo al ángel: «Señor, yo he pecado porque yo no sabía que tú te oponías contra mi en el camino.»¿ Ves, Filotea? Balaam es la causa del mal, y tras eso maltrata y apalea la pobre

(Madrid, 2 de julio de 1633)», en Lía Schwartz y Antonio Carreira, eds., Quevedo a nueva luz: escritura y política, Málaga: Universidad de Málaga, 1997, pp. 111-131.

20 Fray Hortensio Paravicino, «Jesucristo desagraviado (1633)», Sermones cortesanos, ed. Francis Cerdán, Madrid: Castalia-Comunidad de Madrid, 1994, p. 266.

21 Idem, p. 266. 22 He preferido cautamente no decir «tradujo» por lo oscuro del asunto. Sin embargo,

independientemente del papel de Quevedo en la traducción y publicación de esta obra de Francisco de Sales, nuestro poeta conocía bien la obra del obispo de Ginebra, bastante antes de 1633 y, según los estudios iniciales que está llevando a cabo Pilar Carrera, Quevedo dispuso de ejemplares de la obra de Sales para su estudio y, tal vez, para su traducción. Pero más allá de su actuación editorial, Quevedo leyó y se aprovechó de la obra de Sales ideológica y tal vez intertextualmente como pudiera demostrar, bien que remotamente, la coincidencia en este pasaje de Balaam.

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asna, que no tiene culpa. Esto nos acaece muchas veces en nuestros negocios.23

La aplicación de la anécdota por parte de Francisco de Sales difiere de la tradición señalada en nuestra literatura y en la teología clásica. Estamos ante una utilización metafórica, como auténtico exemplum, del hecho injusto de castigar los efectos y no atajar las causas, de atender a lo superficial y no enmendar lo esencial. Sales lo ilustra con la mujer atribulada por la enfermedad de su familia, con el hombre lujurioso ... la enseñanza del predicador subraya la importancia de la curación del alma y no tanto de la flagelación del cuerpo.

Dejarse engañar por lo que se ve, sin mirar más allá, sin mirar con los ojos del alma, es lo que denuncia Quevedo en la utilización del motivo de Balaam; pero nuestro poeta, lejos de quedarse en la esfera personal del comportamiento moral del hombre, como hace Francisco de Sales, le busca (y le encuentra) un significado y un valor político. Nada extraño es esto en quien escribió una Política de Dios y gobierno de Cristo, nada raro resulta en quien interpreta los textos sagrados en clave de política contemporánea y casi siempre pro domo sua. Estamos, pues, ante un ejemplo más, pero en un caso muy particular en el que se aparta de la tradición exegética clásica y de la tradición literaria española, para coincidir con un autor a quien editó y de quien bebió forzosamente ideas y estrategias literarias. No pretendo decir que la fuente directa de la utilización del motivo en Quevedo deba situarse en Francisco de Sales; señalo solamente la coincidencia de una variación sobre el motivo bíblico, coincidencia que hasta puede resultar temporal en algunos casos.

Además de esta variación quevediana, de este comportamiento a la contra de la tradición española, se tiene que destacar lo funcional del motivo para Quevedo que le lleva a utilizarlo en múltiples ocasiones, de manera profusa incluso, en contextos similares mas no idénticos, pero siempre con un matiz y valor político indetectable en toda la historia del empleo del relato, incluido Francisco de Sales. Sin embargo, no todas las utilizaciones quevedianas tienen el mismo valor.

En efecto, mucho más interesantes resultan las otras apariciones de Balaam y su burra, aunque tampoco todas tienen el mismo peso. Comprobémoslo. Dos de ellas tienen un valor relativo porque el episodio y la jumenta son aportados por Quevedo como ejemplos de animales, cabalgaduras, protagonistas de algún acto. No detentan tampoco una gran importancia estructural en la obra y por ello se sitúan en el ámbito de los exempla. Con todo, y esto es más relevante como ya se ha señalado, ni el episodio ni sus protagonistas obedecen a las líneas tradicionales de utilización literaria.

En la Carta al serenísimo, muy alto y muy poderoso Luis XIII, Quevedo recuerda a la burra de Balaam cuando repasa el papel que diferentes jumentos desempeñan en su relación con Dios, con Cristo o en la tradición bíblica, al hilo del sacrilegio relatado: el general Xatillón (Chiitillon) da de comer las hostias consagradas a sus caballos. Dice así:

23 Francisco de Quevedo, Traducción de la Introducción a la vida devota de Francisco de Sales, Obras completas, ed. de Felicidad Buendía, Madrid: Aguilar, 19866, pp. 1840-1841.

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Previó Dios más obediencia en una jumenta que en el profeta Balaan y por eso ordenó que a la jumenta y no a Balaam se apareciese un ángel. No de otra manera, previniendo Dios mejor acogida en los caballos de los franceses que en ellos, se permitió llevar a sus bocas por sus manos. ¡Esto, señor, oís; esto veis y veis lamentar a toda la Iglesia militante y conmovido del escándalo estremercerse todo el orbe de la tierra!24

Qué alejado está este texto, este empleo de la historia, de los señalados hasta el momento, qué lejos quedan ahora ironías sobre las palabras de la burra. Son aquí los jumentos ennoblecidos y afortunados por el pecado cometido por Xatillón al haberles hecho comer el santísimo sacramento («los caballos comulgados, descomulgados los caballeros»). Y no se podrá negar que, si bien no directamente, todo el contexto de la carta tiene más de político que de religioso; la disculpa de la execración del sacrilegio apenas esconde el alcance político de la carta, exactamente igual al memorial antijudío ya citado.

En otro contexto en que se recuerdan distintos animales-y en particular a los jumentos-y la relación de Dios con ellos, Quevedo vuelve a recordar a la asnilla de Balaam en Providencia de Dios:

No solo salva Dios el género de los animales en sus especies, sino un animal solo: en la jumenta de Balaán verás esta misericordia providente. Números, cap. 22, v. 32: Et dixit ei Angelus Dei: Cur percusisti asinam tuam tertio hoc? Et ecce ego exii in dialtionem tuam, quia non est urbana via tua ante me. Et cum vidisset me asina, declinavit a me tertio hoc: et nisi declinasset, nunc sane te quidem inteifecissem, illam vero incolumen conservassem. Así se lee en los Setenta. No se contentó Dios con dar a la jumenta, para su defensa, habla con milagro tan raro; sino que añadió, para salvarla de la ira del Profeta, un ángel que le amenazase, y la defendiese con tan severas palabras para él y tan favorables para ella. Hasta la bestia que no quiere ir donde la manda su dueño, por ser contra la voluntad de Dios, tiene palabras dadas del cielo y ángel que la ampare.25

De nuevo nuestro poeta se aparta de las líneas exegéticas tradicionales, sean graves o burlescas, y señala, en las últimas palabras subrayadas, el comportamiento de quien obedece a Dios antes que a su dueño. Se apunta aquí la interpretación más política preferida por Quevedo y que tiene su expresión más clara en los dos siguientes.

Me refiero al final de la Execración contra los judíos y al soneto nº 160 en la edición de

24 Quevedo, Carta al serenísimo, muy alto y muy poderoso Luis XIII, Obras completas, ed. de Felicidad Buendía, p. 998. Todo este pasaje en concreto y, en general, toda la carta, recuerda muy directamente el memorial Execración contra los judíos, circunstancia que merecería ser notada en un trabajo particular. El tono empleado por el yo aleccionador, la estructura de memorial, la materia narrada (sacrilegios, comportamientos anticatólicos), el léxico, la estructura retórica, la implicaciones políticas, las propuestas del propio Quevedo, etc. son comunes al memorial antijudío.

25 Quevedo, Providencia de Dios, Obras completas, ed. Felicidad Buendía, pp. 1573-1574.

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Blecua <<Á maldecir el pueblo, en unjumento»26• Ya anuncié la coincidencia de ambos textos

en la edición citada del memorial y en un trabajo posterior al que ahora me remito y que es punto de partida del presente27

• Es tan clara la vinculación entre ambos lugares quevedianos que se convierten en un ejemplo paradigmático de intertextualidad y, al tiempo, de reescritura de un lugar bíblico. Transcribo el soneto:

SONETO 160 Pondera con el suceso de Balán cuánto antes es Dios obedecido de una mala bestia que de un mal ministro

A maldecir el pueblo, en un jumento, parte Balán profeta, acelerado; que a maldecir cualquiera va alentado: tal es el natural nuestro violento.

Dios, que mira del pueblo el detrimento, rey en guardar su pueblo desvelado, clemente, opone a su camino, armado de su milicia, espléndido portento.

Obedece el jumento, no el profeta; y cuando mereció premio y regalo, más obstinado a caminar le aprieta.

Teme la asnilla al ángel, sufre el palo: y halló el cielo obediencia más perfeta en mala bestia que en ministro malo.

Por su parte, el memorial se recrea en la anécdota como en ningún otro lugar de la obra quevediana. Lo hace siguiendo muy detenida y fielmente el lugar bíblico28

, en un ejemplo bien ilustrativo de reescritura del texto sagrado y, a partir de él, construye sus consideraciones más novedosas. Estas tienen que ver, como he anunciado, con la elección del asunto para metaforizar y autorizar su voz como vasallo que habla ante el rey y, en consecuencia, la atribución de un valor político del episodio de Balaam. El siguiente párrafo es significativo:

Poderosísimo Señor, en todas las virtudes reales no sólo grande, antes remontado a la comparación con otro monarca de cuantos son y fueron, este texto historial que a V.M.

26 Quevedo, Obra poética, ed. José Manuel Blecua, Tomo I, nº 160. Citaré por esta edición. 27 «Reescritura, intertextualidad y desviación temática en Quevedo», Edad de Oro, Quevedo

y su tiempo, XIII, 1994, pp. 47-63. 28 Execración, op. cit., pp. 130-131.

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he referido, en quien intervienen tan desiguales interlocutores como son un adivino, un ángel, un jumento, atesora en su consideración literal la advertencia política y divina. Considerad, Señor, que, siendo Balaam ministro inmediato de Dios, con quien despachaba a boca, fió antes su obediencia de la mala bestia que del ministro malo, pues, cuando para atajarle los pasos mandó a el ángel se hiciese visible, mandó se hiciese visible antes a la jumenta que al profeta. Y considere V.M. que abrió Dios antes la boca a la pollina que los ojos a su ministro, y que a veces-no se puede negar---conviene que un bruto hable para que un adivino vea, y que el que está encima de otro, cuando rehúsa el camino que le manda hacer, debe no afligirle, sino temer que ve espada desnuda del cielo que le amenaza y que, si no abre los ojos y muda de intento, la espada del ángel dejará vivo a el jumento, que la respeta, y dará muerte a Balaam, que la desprecia. Aquí no puede mi ignorancia hacer otra persona que la del jumento: procuro disculpar el haber hablado yo en cosa tan grave29

El propio Quevedo reclama, por primera vez y de manera explícita, el significado político que le quiere dar al episodio: «este texto historial [ ... ] atesora en su consideración literal la advertencia política y divina». Ya se ha visto que esto es extraño en toda la tradición exegética anterior. También es sabido que se trata de una técnica profusamente empleada por Quevedo a lo largo de toda su obra. El escritor utiliza la Biblia subrayando, por añadidura, su valor histórico («este texto historial») para que se convierta en ejemplo doblemente poderoso.

Se ha de destacar otra circunstancia en la utilización del motivo en Execración: la fuerza del episodio no estriba ahora en la metáfora arriesgada de convertirse el yo autorial en burra habladora; tampoco por ser bíblico e histórico (tal vez redundante en la mente de Quevedo y de sus contemporáneos), la fuerza del motivo de Balaam reside, ahora, en el lugar que ocupa en el memorial, la peroratio, el momento final en que el escritor intente mover los afectos del receptor (el rey, el lector). El decoro retórico requiere un buen final, fuerte y audaz como este para finalizar un memorial tan temerario como Execración contra los judíos. Ni Balaam ni su burra volverán a tener este protagonismo estructural en la prosa de Quevedo. Solamente el soneto transcrito arriba puede parangonársele.

El soneto vuelve a ser una expresión magnífica del ejercicio de la abreviatio a partir de un texto bíblico en la obra de Quevedo30

• El género estrófico lo obligaba, pero la conclusión política y la evocación del hecho está tan clara en 14 versos como en todos los párrafos que le dedica en el memorial. No hay, sin embargo, equiparación de la voz autorial, pero sí enseñanza política. La construcción del poema es bien clara y contundente, también en lo que respecta a su estilo: los paralelismos característicos en forma de parison «Obedece el jumento, no el profeta», «Teme la asnilla al ángel, sufre el palo» (vv. 9 y 11 ), la recurrencia

29 Jdem, p. 131-132. Los siguientes párrafos, que son los finales del memorial, también son muy ilustrativos.

30 Véase para esta técnica mi «Comentario al soneto »¿No ves a Behemoth, cuyas costillas« (B159) de Quevedo», en prensa. Por cierto, este soneto es justamente el anterior a este sobre Balaam y comparte características generales que se señalan en este artículo para el dedicado a Behemoth.

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del lexema <mal> (maldecir, malo), la situación recurrente de este léxico, con un verso final en intencionada e irregular epanadiplosis combinada con una annominatio «en mala bestia que en ministro malo» (v. 14). No obstante, lo que carga de significado novedoso y político el texto es el término ministro que hace equivaler a profeta, «ministro malo» y «profeta acelerado». El falso profeta, el adivino, el que cabalga la jumenta y no ve al ángel, el que desobedece el mandato divino es el ministro. Tanto Autoridades como ahora el DRAE ofrecen acepciones que encajan perfectamente con la labor de Balaam, encargado por el rey Balac de maldecir al pueblo judío, y luego amonestado por Dios. Pero es claro, también a la altura de 1633, por ejemplo, que la aparición del vocablo evocaba directamente al ministro por excelencia, al valido, el conde-duque de Olivares. El que quiera entender el texto, aún sin la intertextualidad directa del memorial (que pudo escribirse antes, después o contemporánea-mente al soneto), dirige la atención del lector a la situación política de la España de Felipe IV. El valor político y pragmático, aleccionador, no parece muy disimulado.

Quevedo dota de un valor político un episodio que, en principio y a lo largo de la historia de la literatura española, no tiene, y aprovecha dicho hallazgo personal en múltiples ocasiones, en claros ejercicios de intertextualidad tan queridos por el escritor. Es dificil llegar a conocer de dónde procede~si no es una opción estrictamente quevediana---dicha interpretación. Tal vez sea un buen ejemplo de sus obsesiones políticas; pero no es descartable que en dicho proceso de transformación semántica hayan tenido que ver dos predicadores: Francisco de Sales o Paravicino.

Porque, puestos a proponer una hipótesis más arriesgada (que como tal ejercicio hipotético tiene que ser entendida), la cronología de los usos quevedianos es significativa. Nos encontramos con los valores tradicionales del episodio de Balaam y su burra en un romance imposible ahora de fechar y en un entremés que, según Cotarelo, Asensio y Blecua31

, puede ser de 1624. Sin embargo, Quevedo rompe con dicha tradición con seguridad en 1633, fecha fehaciente del memorial Execración contra los judíos. El escritor empleará el episodio con valor político en obras siempre posteriores a dicho año y además siempre cercanas a 1633, coincidente, por cierto, con el sermón de Paravicino. Recordemos que su publicación de la Introducción a la vida devota de Francisco de Sales es de 1634; que la Carta al Serenísimo Rey Luis XIII es de 1635; hacia el mismo año se gestaba, como muy tarde, Providencia de Dios, aunque fuese terminada en prisión. No conocemos, por desgracia, la fecha de composición del soneto. Creo que se puede aventurar que Quevedo utiliza la concepción política del episodio bíblico, con más ahinco y profusión, a partir de los años treinta del siglo y que antes su uso simplemente obedecía a la línea burlesca tradicional de la cultura española.

Olvidemos, con todo, esta siempre temeraria propuesta de datación y quedémonos con la actitud indudablemente quevedesca de transformar una tradición exegética, de aprovechar con fines políticos un motivo bíblico y hacerlo además con la finalidad pragmática de

31 Armando Cotarelo Valledor, «El teatro de Quevedo», Conferencia, Centenario de don Francisco de Quevedo y Villegas, Madrid: S. Aguirre, 1945; Eugenio Asensio, Itinerario del entremés: desde Lope de Rueda a Quiñones de Benavente, Madrid: Gredos, 1965, pp. 237-239; y Blecua, Obra poética, IV, p. 123.

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intervenir en la política de su tiempo y, acaso, de zaherir a su enemigo Olivares32. Esto sucede

en gran parte de su obra; sirva este humilde ejemplo del relato de Balaam para demostrarlo una vez más.

32 Y, a la postre, habrá que darle la razón, de nuevo, al profesor Ynduráin, porque Quevedo yendo a la contra literaria, también va a la contra personal, como reflejo más de estrecha relación entre su vida y su literatura. Aunque esta actitud le lleve, en palabras ahora de Raimundo Lida, a otra situación bien quevediana, «la de Quevedo contra sí».

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