¿Qué es un resumen? Según el American National Standards Institute, es una representación fiel y

abreviada de los contenidos de un documento. Pero un resumen no es un esquema, ni tampoco una sucesión de notas tomadas al azar, ni siquiera una síntesis que aporta solo las ideas básicas, casi sin desarrollarlas ni relacionarlas entre sí. Un resumen debe estar muy bien redactado, ya que está destinado casi siempre a que lo lea otra persona. Para que un resumen sea bueno debe tener concisión y coherencia, estar bien estructurado y ser el fruto de un análisis completo de los materiales resumidos. Si un resumen no cumple estas reglas y el lector se ve obligado a recurrir al texto base, pierde toda su utilidad. ¿Para qué sirve un resumen? Los resúmenes ayudan al lector si debe consultar el texto completo del material que se resumen, proporcionando una visión rápida y global de la información que este contiene. El lector solo debe recurrir al texto para tener más detalles sobre un asunto, jamás para aclarar un punto confuso. ¿Cómo se hace un resumen? Cuando se trata de resumir un texto, hay que identificar primero lo esencial (escoger lo que vamos a conservar y lo que vamos a sacrificar), para condensarlo después, darle un orden coherente y, finalmente corregir el estilo del escrito resultante. Un resumen no es un texto compuesto por fragmentos diversos del texto original, no es un mosaico de frases ajenas reproducidas de cualquier forma. Hay que tomarse la molestia de comprender lo que el autor trata de comunicar en 200 páginas y expresarlo de otra manera, en veinte líneas. Si no tenemos límite narrativo (de tiempo para contar o espacio para escribir), tras la información esencial, pueden desarrollarse diversos aspectos de lo acontecido, poniéndolos siempre en orden de mayor a menor interés, dejando los temas más intrascendentes para los últimos párrafos. Esta es la técnica periodística de la pirámide invertida. ¿Qué se debe evitar al escribir un resumen? Nunca se debe reproducir una frase del texto original, si no es absolutamente esencial. En ese caso, siempre se pondrá entre comillas. Está absolutamente prohibido el estilo telegráfico y el uso excesivo de paréntesis y puntos suspensivos. Todas las frases deben construirse correctamente. Jamás se deben volcar comentarios personales o críticas. La primera regla es mantenerse fiel a los postulados del autor, aunque, a nuestro juicio, estén equivocados. Tampoco deben ponerse ejemplos ajenos al texto original, aunque ayuden a una mejor comprensión del mensaje. No se debe cambiar el orden del tema, ni mucho menos incorporar expresiones como «el autor dice». En el resumen nunca se vuelcan ideas propias. Eso queda reservado para el comentario de textos. Método práctico Lee dos o tres veces atentamente el texto original, sin tomas notas ni subrayar. Trata mentalmente de explicar en una sola frase de qué va el texto leído. Subraya las palabras esenciales (nunca frases completas) que te ayudarán a expresar las ideas. Plantéate las siguientes preguntas: ¿de qué trata el texto?, ¿Por qué se escribió?, ¿qué nos quiere comunicar el autor?, ¿se corresponde el título a lo que yo he entendido? El arte de resumir se aprende con la práctica.

EL RESUMEN

EJERCICIO Haz un esquema y un resumen de los siguientes textos Y es indudable que la división más radical que cabe hacer de la humanidad es esta, en dos clases de criaturas: las que se exigen mucho y acumulan sobre sí dificultades y deberes, y las que no se exigen nada especial, sino que para ellas vivir es ser en cada instante lo que ya son, sin esfuerzo de perfección sobre sí mimas, boyas que van a la deriva. La división de la sociedad en masas y minorías no es, por tanto, una división en clases sociales, sino en clases de hombres, y no puede coincidir con la jerarquización en clases superiores o inferiores. Claro está que en las superiores, cuando llegan a serlo, y mientras lo fueron de verdad, hay más verosimilitud para hallar hombres que adopten el «gran vehículo», mientras las inferiores están normalmente constituidas por individuos sin calidad. Pero, en rigor, dentro de cada clase social hay masa y minoría auténtica. Como veremos, es característica del tiempo el predominio, aun en los grupos cuya tradición era selectiva, de la masa y el vulgo. Así, en la vida intelectual, que por su misma esencia requiere y supone la cualificación, se advierte el progresivo triunfo de los seudointelectuales incualificados, incalificables y descalificados por su propia contextura. Lo mismo en los grupos supervivientes de la «nobleza» masculina y femenina. En cambio, no es raro encontrar hoy entre los obreros, que antes podían valer como el ejemplo más puro de esto que llamamos «masa» almas egregias disciplinadas.

J. Ortega y Gasset, La rebelión de las masas

Texto 2

La novela española de los últimos cincuenta años contiene numerosas referencias al estado de la sociedad y a ciertos aspectos de la vida nacional que podrían llamarse injustos o, por lo menos, indebido desde el punto de vida de la equidad social. Esto no quiere decir, naturalmente, que todas las obras tengan por tema la situación de la sociedad, sino que con frecuencia exponen problemas que existen o han existido en España; unas veces se trata de breves menciones, otras se dedican varias páginas a uno o varios aspectos sociales y, finalmente, algunas narraciones se ocupan exclusivamente de esos aspectos. La obras que pertenecen al último grupo constituyen la novela social. Desde sus primeras manifestaciones, la novela social ha ido reflejando y correspondiendo a unas realidades sociales, políticas y económicas, que son la fuente de su temática. De ahí que su desarrollo se interrumpa bruscamente o tome un aceleramiento impetuoso. Sus sucesivas transformaciones no sólo se deben a un cambio de las circunstancias nacionales, sino también a variaciones generacionales, a diferentes modos de entender la misión del arte y del artista, a la mutación de los gustos artísticos, etc. La evolución alcanza su momento culminante con la actual novela española. Tantas referencias de carácter social se encuentran en las novelas españolas de los últimos cincuenta año que han originado confusiones hasta el punto que, a veces, la crítica señala como sociales novelas que no lo son. La misma palabra «social» es imprecisa y se presta a interpretaciones erróneas.

Pablo Gil Casado, La novela social española