Qué cabe esperar del futuro

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Texto extraído del ensayo "Ave, Progressus: 50 razones que contradicen el progreso de la humanidad" (borrador en línea)

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    QQuu ccaabbee eessppeerraarr ddeell ffuuttuurroo

    Hugo Gonzlez Mora1

    Muerte y desmoronamiento son inevitables pero constituyen un precio pequeo que pagar por la posesin, aunque breve, de la vida como individuo. La segunda ley de la termodinmica indica que la nica manera de que el universo pueda funcionar es hacia abajo, encaminndose hacia una muerte por enfriamiento.

    James Lovelock, 1988.

    El futuro probablemente ser peor, aunque no durante todo el da ni en todas partes ni para todo el mundo ni para siempre, pues no hay mal ni bien que cien aos dure. Basndome en mi experiencia e historia personales, en la informacin externa estudiada hasta el momento, en mi comportamiento pasado y presente- y en el comportamiento de quienes me rodean, preveo que nuestra sociedad est abocada al fracaso y la mayora de las personas que formamos parte de ella a la adversidad creciente, aunque no indefinida. Una afirmacin tan apocalptica como esta suele ir precedida de un si condicional o un salvo que. Por ejemplo, lo que necesitamos son optimistas que estn totalmente convencidos de que la catstrofe es ciertamente inevitable salvo que nos acordemos de nosotros mismos2. En la conclusin de este libro, sin embargo, no aparecer ningn salvo que, sencillamente porque no creo que exista ninguna posibilidad de rectificacin a gran escala.

    La humanidad, o ms bien su fraccin tecnolgica y econmicamente privilegiada, ha alcanzado aquel grado superior de progreso y alienacin que le permite contemplar el espectculo de su propia aniquilacin como obra de arte. Ningn grito de desesperacin es capaz de despertarla de sus delirios de poder y consumo. Como un sonmbulo al borde del abismo.

    Eduardo Subirats, 2006.

    Una cosa es ser parcialmente racionales e irracionales3 en un entorno relativamente

    sencillo y autolimitante, lo mximo a lo que podemos aspirar como especie, y otra cosa muy distinta es ser desequilibradamente irracionales en un entorno complejo y dominante como el presente. Sin embargo no creo, porque las evidencias recogidas hasta ahora lo desmienten, que todas las sociedades estn determinadas por leyes 1 Texto extrado del Diccionario crtico del mundo occidental [borrador en lnea]. 2 Schumacher, 1973. 3 Ariely, 2008; Ubel, 2009.

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    sociales inmutables a cometer, como si de un eterno retorno cruel se tratase, uno por uno nuestros mismos errores. Tampoco profeso la misantropa, toda vez que no he perdido la fe en los seres humanos concretos ni en el poder ocasional y benigno de sus inteligencias. Lo que he perdido es la fe en el ser humano en general, es decir, en la humanidad en su conjunto, abstraccin que en el fondo no es sino un complejo fenmeno natural que siempre ha escapado a todo control local.

    No creo en nuestra inteligencia, que es hipcrita, falsa, histrica, maleducada, ociosa; (). Creo en los individuos, en unas pocas personas esparcidas por todos los rincones sean intelectuales o campesinos-; en ellos est la fuerza, aunque sean pocos.

    Antn Chjov, 1860-1904.4

    Una humanidad, hoy por hoy, drogada por su propia cultura del exceso, cuyo nivel

    de conformismo moral y cuyo sistema moderno de organizacin y (des)educacin la tienen firmemente contra las cuerdas. Una humanidad que, no creyendo ya en ella, desprecia la bondad juzgando intil al bueno y til al malo5. Humanidad cnica que, en su mediocridad aceptada y en su cobarda escondida, odia y aparta de s a quienes an gozan de imaginacin y esperanza. Lo cual no es de extraar, sobre todo si se tiene en cuenta que se ha criado en la cultura del exceso material y del exceso energtico, pero sobre todo en la cultura del exceso de soberbia: Ese exceso de confianza de la cultura euro-norteamericana escribe Jorge Riechmann-, que tiende a degenerar en tecnolatra y mercatolatra, puede convertirse en una trampa mortal. En efecto, cada vez resulta ms evidente, como deca Ivn Illich, el hecho visible de que en la etapa avanzada de la produccin en masa las sociedades producen su propia destruccin. Destruccin o autoaniquilacin, dicho sea de paso, a base de aumentar generalizadamente la codicia6 convertida y camuflada hoy en ideal:

    La historia puede contemplarse en trminos del dao finalmente causado por el impulso de obtener beneficio. A menudo surge una civilizacin que mantiene durante algn tiempo una considerable equidad, pero con el tiempo algunos consiguen riqueza y poder, y se desarrollan como clase con poder y privilegios crecientes que domina despus al resto. Su deseo de obtener beneficios impulsa la bsqueda de ms y ms tierras, opulencia, esclavos y fuentes exteriores de riqueza. Comienza una fase imperial. Se saquea la riqueza de otras regiones. Puesto que no existe concepto de lo que es bastante, en poco tiempo llegan a extralimitarse; se vuelve imposible mantener el imperio, y la civilizacin se autodestruye. En la actualidad, Occidente atraviesa esta fase de extralimitacin que apunta a su declive, mientras que nos rebasa China, impulsada por esa misma obsesin decidida de enriquecerse y hacerse ms poderosa. Esa triste historia no terminar hasta que los seres humanos aprendan a contentarse con lo que es suficiente.

    Ted Trainer, 2011.

    4 Revista literaria El invisible anillo. 5 Cuando un hombre busca de un modo tan apasionado la bondad quiere decir que es lo que menos halla en el ambiente que respira (Ferrater Mora, 1982). 6 Corta le parece la superficie de la tierra, y ass, penetra y mina sus entraas en busca del oro y de la plata para satisfazer en algo su codicia; ocupa y embaraa el aire con lo empinado de sus edificios, dando algn desahogo a su soberbia; surca los mares y sonda sus ms profundos senos, solizitando las perlas, los mbares y los corales para adorno de su bizarro desvanecimiento; obliga todos los elementos a que le tributen cuanto abarcan: el aire sus aves, el mar sus pezes, la tierra sus caas, el fuego la sazn (para entretener, que no satisfazer, su gula), y aun se quexa de que todo es poco. Oh monstruosa codicia de los hombres! (Gracin, 1651).

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    Asimismo, exceso de conformismo y exceso de docilidad en una sociedad atiborrada de mil y un espectculos tecnolgicos, el soma de nuestros das. Una sociedad, pongmonos en el peor escenario, hoy ms cerca que ayer del cuello de botella social que la estrangule definitivamente7. Y si no definitivamente, al menos s que la deje gravemente herida.

    Wilhem Reich, en Psicologa de masas del fascismo, llam la atencin sobre este hecho: lo extrao, lo misterioso, lo enigmtico, no es que los individuos se subleven cuando hay razones para ello (una situacin de explotacin material que se torna insufrible en la coyuntura de una crisis econmica, de la intensificacin de la opresin poltica y de la brutalidad represiva, del germinar de nuevas ideas contestatarias,...), sino que no se rebelen cuando tienen todos los motivos del mundo para hacerlo. sta era la pregunta inversa de Wilhem Reich: por qu las gentes se hunden en el conformismo, en el asentimiento, en la docilidad, cuando tantos indicadores econmicos, sociales, polticos, ideolgicos, etc., invitan a la movilizacin y a la lucha? Trasplantando su pregunta a nuestro tiempo, grvido de peligros y amenazas de todo tipo (ecolgicas, socio-econmicas, demogrficas, poltico-militares, etc.), con tantos hombres y mujeres viviendo en situaciones lmite no slo sin futuro, sino tambin sin presente y con un reconocimiento generalizado de la base de injusticia, arbitrariedad, servidumbre y coaccin sobre la que descansa nuestra sociedad, podramos plantearnos lo siguiente: cmo se nos ha convertido en hombres tan increblemente dciles?

    Pedro Garca Olivo, 2005.

    Dicho esto, no defiendo la inaccin, pero tampoco la esperanza incondicional, sino la

    accin verdaderamente realista que desea renunciar a las falsas ilusiones. Quienes crean haber visto en mi pesimismo una llamada a no hacer nada o a abandonar toda ilusin, me habrn malinterpretado. Luchar hay que luchar8, aqu y ahora, digna y heroicamente, en defensa de lo que le es propio por naturaleza a cada uno y a cada una, por un mundo mejor y por nuestros seres queridos, haciendo hoy tantas cosas buenas como nos sea posible hacer, disfrutando a cada paso y formando tantos grupos de resistencia y resiliencia como sepamos formar si acaso con el espritu de los monasterios medievales o de las Fundaciones del escritor de ciencia ficcin Isaac Asimov, salvando las distancias-, aunque renunciando en la medida de lo posible a los cantos de sirena supervivencialistas e individualistas, ya que, como dice cierto refrn africano, si quieres llegar rpido camina solo, si quieres llegar lejos camina en grupo. Pero quien crea que ese soado mundo-mejor-para-toda-la-humanidad es posible o que lo conseguiremos antes de que la vida en las ciudades, y en menor medida en los pueblos, se vuelva cada vez ms difcil, no lograr convencerme solamente con optimismo y buenos deseos. En Internet es habitual encontrarse con la cita macrooptimista atribuida a Margaret Mead que dice as: Nunca dudes de que un pequeo grupo de personas comprometidas puede cambiar el mundo. En realidad, son las nicas que lo han logrado. Si por cambiar el mundo se refiere a cambiarlo a mejor y en su mayor parte, entonces esa verdad histrica es cuando menos cuestionable. Otro autor no menos

    7 Segn el bilogo Edward O. Wilson, cuando la poblacin mundial super los 6.000 millones de habitantes sobrepasamos 100 veces la biomasa de cualquier otra gran especie que haya existido en el planeta (Helmore, 2002). 8 Segn Ferrater Mora, hay en el mundo (), por lo menos, tres clases de hombres: unos son los que se resignan, lo que ponen a mal tiempo buena cara, y stos son dignos de respeto; otros son los que luchan e intervienen, lo que van contra viento y marea, y sos son merecedores de admiracin; otros, finalmente, son los que no se resignan, pero tampoco luchan, sino que se limitan a quejarse, y stos son acreedores de piedad y misericordia (Ferrater Mora, 1982).

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    conocido, Albert Einstein, en un momento dado de su vida escribi que, debido a la falta de dignidad personal que padece hoy la humanidad civilizada, no es extrao que haya tantos profetas que anuncien el inminente eclipse de nuestra civilizacin, pero no obstante su progresismo le hizo concluir que se acercaban tiempos mejores9 cinco aos antes de que tuviera lugar la Segunda Guerra Mundial. As pues, no se debe esperar nos prevena el filsofo Jorge Santayana- que lo que, segn el propio entender, es bueno y hermoso prevalezca y perdure en el mundo.

    Hay razones para dudar del xito definitivo de nuestro modo de actuar. Al final, un modelo ms parecido al de los indios, que lleve una existencia simple en el planeta, atenindose a las leyes y formas de organizacin naturales, quiz resulte ms apto y nos sobreviva pese a todo. Hasta ese da, sin embargo, seguiremos utilizando las teoras darwinianas para justificar la afirmacin de que nuestra victoria mecanicista sobre los primitivos no slo es designio de Dios sino tambin de la naturaleza. () Millones de indgenas de todo el mundo, ya vivan en los desiertos, en la selva, en las regiones boreales o en Estados Unidos, comparten la idea de que se oponen a un solo enemigo de mltiples brazos: una sociedad cuyas teoras fundamentales, cuyo pensamiento y cuyo sistema de organizacin poltica y econmica le permiten saquear tranquilamente el planeta y expulsar a los indgenas de sus territorios ancestrales. Y estn seguros de que este monstruo acabar devorndose a s mismo. Se renen y lo analizan. Intentan establecer estrategias al respecto. Su objetivo es mantenerse al margen del monstruo y sobrevivirlo.

    Jerry Mander, 1996.

    Me defino como un macropesimista y un microoptimista: pesimista en lo grande y

    optimista en lo pequeo. No creo en las revoluciones a gran escala, ni creo en la humanidad como entidad con autonoma propia. Creo en las pequeas revoluciones, las de cada uno y las de los amigos, compaeros y familiares de cada uno. Creo en los seres humanos con nombres y apellidos. Una ciudad, una nacin o una organizacin de naciones son fenmenos sociales que escapan a nuestro control razonado y democrtico. Histricamente, estos fenmenos han hecho que los seres humanos pierdan la posibilidad del autodominio, dejndolos a merced de lites econmicas, polticas, militares, religiosas e intelectuales.

    Tanto Horkheimer como Adorno eran pesimistas, y lo eran porque la historia corra hacia el mundo administrado, mundo en donde lo que ahora llamamos inteligencia e imaginacin desaparecern en gran parte. Pero este pesimismo consista () en intentar llevar a cabo aquello que se considera como verdadero y bueno, por lo que el autntico lema de la Teora Crtica podra ser este: ser pesimistas tericos y optimistas prcticos.

    Julio Quesada, 2003.

    En parte tienen razn los canadienses Heath y Potter cuando afirman que sin [ley y

    burocracia] es imposible organizar una convivencia social a gran escala10, pero no tienen en cuenta que cuanto mayor sea el nmero de personas que haya de quedar sujeto a un orden, tanto ms rgida ser la supraorganizacin necesaria para ello y tanto ms perniciosa resultar su accin deshumanizadora11. Y tambin acierta en parte Arthur Herman al decir que, para el pesimista cultural como yo, el mundo moderno y el hombre moderno () estn atrapados en un proceso de deterioro, agotamiento y 9 Einstein, 1954. 10 Heath, 2005. 11 Lorenz, 1983.

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    colapso inevitable, pero no en lo que a m respecta cuando afirma que el pesimista cultural va ms all e incluye, paradjicamente, un mensaje de esperanza. Personalmente, no estoy seguro de que algo mejor vaya a reemplazar a nuestra corrupta sociedad moderna cuando sta haya terminado de arruinarse y desaparezca. Seguramente s en algn lugar y por algn tiempo, pero no a nivel mundial ni tampoco por los siglos de los siglos. Por eso tampoco me siento identificado con esta ltima aseveracin, ms propia de alguien que cree en el progreso indefinido: Para el pesimista cultural, pues, las malas noticias son buenas noticias. Recibe la depresin econmica, el desempleo, las guerras y conflictos mundiales y los desastres ambientales con mal disimulada delectacin, pues estos acontecimientos prefiguran la destruccin definitiva de la sociedad moderna12. Si algo nos ensea la historia de los ltimos miles de aos es que los imperios crecen, se desmoronan y vuelven a crecer. Entremedias pueden surgir alternativas ms o menos deseables y adaptadas a las nuevas circunstancias, como ocurri con los monasterios medievales, pero tarde o temprano las ciudades se vuelven a llenar hasta ms all de sus lmites. Estaramos, pues, ante la naturaleza misma de la civilizacin, inmersos en un ciclo aparentemente infinito de crecimiento, expansin y desintegracin13. Segn Lewis Mumford:

    En el siglo V la sangre manaba de las venas abiertas de Roma y las manos que en otro tiempo haban gobernado un Imperio ya no podan mantener un control seguro en ningn lugar. () Pero la agona fue un proceso lento, y en medio de la decadencia urbana brotaba una vida nueva, como las semillas de la basura acumulada en un montculo de abono. La nueva visin religiosa que hizo posible esta vida confiri un valor positivo a todas las privaciones y derrotas que haban experimentado los pueblos romanizados: convirti la enfermedad fsica en salud espiritual, la presin del hambre en el acto voluntario del ayuno, la prdida de bienes terrenales en mayores perspectivas de redencin celestial. () Muchos motivos se han atribuido al triunfo del cristianismo, pero el ms evidente de ellos es que la previsin cristiana de un mal radical pecado, dolor, enfermedad, debilidad y muerte- estaba ms cerca de la realidad de esta civilizacin que se desintegraba que cualquier credo basado en las antiguas imgenes de vida, prosperidad y salud. () En vez de eludir las feas realidades de su tiempo, el cristiano las abrazaba. Al hacer voluntariamente lo que los paganos se empeaban en evitar, neutralizaba y en cierta medida superaba las fuerzas que lo amenazaban. Visitaba al enfermo, consolaba a la viuda y al hurfano, redima las ignominias del hambre, la enfermedad y la escualidez al convertirlas en ocasin de compaerismo y amor.

    Ser macropesimista es creer que ni siquiera una sociedad mental y culturalmente bien

    preparada como la insinuada en este ensayo, necesariamente pequea, inteligente y sostenible, est a salvo de su propia destruccin. A menudo las sociedades pequeas tienden a hacerse demasiado grandes (destruccin desde dentro) y las grandes tienden a comerse a las pequeas (destruccin desde fuera). Sobre este ltimo caso, Christopher Alan Bayly escribe lo siguiente:

    La ltima serie de guerras de resistencia de los pueblos nativos tuvo lugar entre 1850 y 1880: los santals de Bengala, los siux, los maores, los ndebele y los mtis de Canad batallaron contra el invasor blanco, un invasor armado con un arma letal: el ferrocarril. Sin embargo, a principios del siglo XX, todava ardan las ascuas de la resistencia, hasta que la silvicultura cientfica y la polica racial administraron el golpe de gracia. () Los elementos de equilibrio entre los campesinos y el Estado que les representaba, por un lado, y los recolectores, cazadores y nmadas, por otro, haban cambiado a favor de los

    12 Herman, 1998. 13 Mumford, 1961 (2012).

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    primeros hacia 1914. Los ltimos se vieron relegados al cuidado de antroplogos y coleccionistas.

    En cambio, ser microoptimista u optimista en la prctica cotidiana no quiere decir creer que uno vive en el mejor de los mundos posibles (como dira Cndido), ni tampoco creer que la psicologa positiva puede arreglarlo todo14. Ser una persona microoptimista significa que todava albergas en tu interior la creencia de que uno puede alcanzar sus objetivos (de alguna manera). Porque si tienes confianza en poder lograr tus objetivos de toda la vida, entonces dedicars esfuerzo a alcanzarlos, y por este motivo, los pensamientos optimistas pueden ayudar a conseguir la realizacin personal15.

    Otra manera importante en que el pensamiento optimista aumenta la felicidad es que nos impulsa a afrontar las dificultades de forma activa y efectiva. Est demostrado que los optimistas por lo general mantienen niveles bastante elevados de bienestar y salud mental en pocas de estrs. () Adems, es ms probable que los optimistas hagan planes y emprendan acciones directas cuando se enfrentan a la adversidad. Saben afrontar situaciones difciles. () Es posible que algunos lectores sigan siendo escpticos. Esforzarse por pensar de forma positiva o mirar el lado bueno de las cosas a veces huele a ingenuidad o, peor an, a estupidez. Puede que seas una persona que valora ver las cosas como son por encima de todo, es decir, que tu motivacin fundamental es verte a ti mismo, a las personas que te rodean y al mundo de una manera realista. Segn este punto de vista, replantear los acontecimientos negativos de una manera positiva y optimista o anticipar un futuro venturoso en realidad sera un error o, como mnimo, poco realista. Antes que esta reaccin, prefiero la rplica de Lee Ross, mi asesor durante el posgrado: El optimismo no tiene nada que ver con proporcionar una receta para el autoengao. El mundo puede ser un lugar espantoso y cruel y, al mismo tiempo, puede ser maravilloso y desbordante. Ambas afirmaciones son verdades. No hay un punto medio, slo puedes elegir qu posibilidad pones en tu primer plano personal.

    Sonja Lyubomirsky, 2008.

    Afortunadamente para algunos hombres y mujeres, nios y nias, ni las sociedades

    pequeas se hacen siempre grandes ni las sociedades grandes destruyen siempre a las pequeas. Vanse como ejemplos actuales de lo primero el caso de los amerindios, y como ejemplo de lo segundo el caso de algunas otras tribus que, debido fundamentalmente a su lejana respecto a nosotros, todava no han sido destruidas por el monstruo de la megaindustria que fue liberado de nuestra particular caja de Pandora, y tal vez con algo de suerte nunca lo sean. Y digo suerte es decir, azar que favorece-, en lugar de decir voluntad o perseverancia, porque parece ser que all donde se enfrentan dos sociedades ms o menos estables econmicamente por un mismo territorio, la ms centralizada, jerrquica y burocrtica tiene mayores probabilidades de supervivencia a corto y medio plazo, debido entre otras causas a su mayor eficacia militar y desarrollo tecnolgico16.

    14 Mi colega Vernica Benet, profesora de psicologa de la personalidad en la Universidad de California, me contaba hace poco el giro de su disciplina hacia la psicologa positiva, es decir, que da prioridad a cmo hemos de vivir para evitar los problemas, antes que al tratamiento de los problemas mismos (Bilbeny, 2008). 15 Lyubomirsky, 2008. 16 Weber cita la victoria de los puritanos, bajo el mando de Cromwell, sobre los caballeros que lucharon ms heroicamente pero con menos disciplina- para ilustrar la superior eficacia de un ejrcito burocratizado (Blau, 1956).

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    La idea de que la evolucin social puede seguir cursos diferentes, en funcin de la historia y la ecologa propias, implica la posibilidad de que comunidades particulares, que han alcanzado una solucin viable a los problemas que plantean la poblacin y el medio, no necesitan evolucionar de ninguna manera si las condiciones no cambian significativamente. Ninguna tendencia intrnseca a perfeccionarse dirige la tecnologa hacia un incremento constante de los niveles de eficiencia energtica. Los cazadores-recolectores pueden permanecer como tales indefinidamente, y horticultores y pastores, pese a haber producido energa, pueden permanecer igualitarios y a pequea escala.

    Allen Johnson y Timothy Earle, 2003.

    Entrando ms en detalle, sostengo la controvertida hiptesis de que sobrepasado

    cierto nivel de complejidad, las sociedades el conjunto de instituciones y redes relacionales que la forman- comienzan a cobrar vida propia, con consecuencias inesperadas para sus creadores. Si antes se supona que ramos nosotros los que hasta cierto punto las controlbamos a ellas, ahora, una vez sobrepasado determinado aunque desconocido lmite, son ellas, ms que a la inversa, las que nos controlan a nosotros. Al igual que Thomas Szasz, creo que cualquier organizacin, cualquier institucin pblica o privada el Estado, la Iglesia, una profesin, un negocio- tiende a hacerse represiva cuando crece ms all de cierto volumen. Naturalmente, puede incluso empezar siendo represiva; la represin puede ser su razn de ser. Pero incluso cuando no ocurre esto al principio, la represin se convierte pronto en una de sus metas, uno de sus intereses. (...) Es la razn por la que los libertarios han insistido siempre en que cualquiera que valore al individuo y su libertad debe oponerse a la acumulacin de poder monoltico, prescindiendo de quin lo acumula y con qu propsito. De hecho, tambin creo que el poder acumulado por buenas razones para hacer el bien- es el ms peligroso de todos.

    La enajenacin, tal como la encontramos en una sociedad moderna, es casi total: impregna las relaciones del hombre con su trabajo, con las cosas que consume, con el Estado, con sus semejantes y consigo mismo. El hombre ha creado un mundo de cosas hechas por l como no haba existido nunca antes, y ha construido un mecanismo social complicado para administrar el mecanismo tcnico que ha hecho. Pero toda esta creacin suya est por encima de l. No se siente a s mismo como creador y centro, sino como un servidor de un golem que sus manos han construido. (...) Es posedo por sus propias creaciones y ha perdido el dominio de s mismo.

    Erich Fromm.17

    De un leviatn benigno como el soado por Hobbes y sus partidarios, pasamos

    realmente a un leviatn maligno o al golem de la mitologa juda. Lo cual no significa que ya no ejerzamos ningn control o influencia sobre la sociedad o sobre los dems. Lo que significa es que el control que ejerce ella sobre nosotros es mucho mayor que el control que podamos ejercer nosotros sobre ella, por lo que, siempre a mi juicio, cualquier intento por transformarla radicalmente resultara en vano. Una vez aceptada esa difcil conclusin, al bosque que arde es mejor dejarlo arder y aprovechar ese tiempo para aumentar y mejorar los cortafuegos. Es tiempo de quedarse al margen, en el buen sentido.

    17 De su libro Psicoanlisis de la sociedad contempornea: hacia una sociedad sana (Pars, 1985).

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    Como muchos otros, sostengo que la creacin de economas familiares y comunitarias desde abajo, que ya estn proliferando a la sombra de la economa global, puede generar y sostener diferentes modos de bienestar que, a su vez, pueden compensar, al menos parcialmente, la contraccin inevitable de las economas centralizadas dependientes de los combustibles fsiles (y que actualmente estn fracasando claramente a la hora de garantizar el contrato social en pases como Grecia y Egipto). Cuando la economa oficial de la Unin Sovitica colaps a principios de los 90, fue la economa informal la que amortigu el impacto social. En ese sentido, las estrategias permaculturales se centran en la provisin de las necesidades bsicas a nivel familiar y comunitario para aumentar nuestra resiliencia, reducir nuestra huella ecolgica y ayudarnos a sobrellevar la contraccin de la economa sobrante. () La permacultura, los movimientos de transicin y la simplicidad voluntaria siempre han conllevado el empoderamiento de las personas y de la comunidad, la preocupacin moral por los dems y la recuperacin de la naturaleza. Estas motivaciones siguen siendo vlidas a da de hoy, pero si de verdad nos estamos dirigiendo a un futuro tecno-contaminante, entonces no solo es urgente llevar a cabo una accin ms radical para construir sistemas paralelos y desconectarnos de la corriente principal cada vez ms centralizada y destructiva, sino que tambin es una necesidad tica y lgica, tanto si con ello contribuimos al colapso financiero como si no. En Escenarios futuros describ la poltica del mundo tecno-contaminante como la de los estados fascistas, donde la desigualdad entre los que ms tienen y los que menos tienen aumenta, y donde la tensin entre los activistas que trabajan dentro del sistema ayudando a los excluidos y los activistas que luchan por la autonoma se vuelve cada vez ms extrema. () Los movimientos de masas para conseguir que los gobiernos realicen cambios han ido perdiendo eficacia durante dcadas, mientras que un movimiento igualmente de masas que abogue por el decrecimiento parece un caso perdido. Asimismo, los boicots a determinados gobiernos, compaas y productos simplemente derivan los problemas hacia nuevas formas de consumo.

    David Holmgren, 2013.

    Que muchas cosas ya no estn en nuestras manos, realmente es algo negativo, algo que deba preocuparnos? Hayek crea que no. En su opinin, fue precisamente la sumisin de los hombres a las fuerzas impersonales del mercado lo que en el pasado hizo posible el desarrollo de una civilizacin que de otra forma no se habra alcanzado.

    Sometindonos as, hemos contribuido da tras da construir algo que es ms grande de lo que cualquiera de nosotros puede comprender plenamente. () La negativa a someternos a fuerzas que ni entendemos ni podemos reconocer como decisiones conscientes de un ser inteligente es el producto de un incompleto y, por tanto, errneo racionalismo. Es incompleto porque no acierta a comprender que la coordinacin de los variados esfuerzos individuales en una sociedad compleja tiene que tener en cuenta hechos que ningn individuo puede dominar totalmente. Y no acierta a ver que, si no ha de ser destruida esta compleja sociedad, la nica alternativa al sometimiento a las fuerzas impersonales y aparentemente irracionales del mercado es la sumisin a un poder igualmente irrefrenable y, por consiguiente, arbitrario, de otros hombres. En su ansiedad por escapar a las enojosas restricciones que siente ahora, el hombre no advierte que las nuevas prohibiciones autoritarias que habran de imponerse deliberadamente en lugar de aqullas seran an ms penosas. () Esta rebelda () es con frecuencia una actitud elogiable. Pero hay mbitos en los que no puede satisfacerse plenamente esta apetencia de lo inteligible y donde, a la vez, la negativa a someterse a algo que no podemos comprender tiene que conducir a la ruina de nuestra civilizacin.

    Friedrich Hayek, 1944.

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    Hayek plantea en ese texto dos posibilidades y sugiere una tercera, donde cada una de ellas excluye a las dems: 1) someterse a los dictados de un orden social espontneo basado en el libre mercado no regulado estatalmente, 2) someterse a un poder igualmente irrefrenable () de otros hombres con consecuencias an ms penosas, como cuando el Estado regula el capital (capitalismo de Estado), o 3) no someterse a ninguno de los dos y destruir esta compleja sociedad. Evidentemente, Hayek no llega a contemplar seriamente esta ltima posibilidad, de ah que despus de haberse planteado un falso dilema18 con las dos primeras posibilidades, defienda con razn la primera, sobre todo teniendo en cuenta la experiencia reciente de los comunismos autoritarios. Y si no la contempla es porque no sabe o, si lo sabe, porque lo considera un mal menor- que en realidad vivimos bajo un contrato social democrtico-autoritario19 donde cada miembro de la sociedad puede exigir cualquier ventaja material, todo estmulo intelectual y emocional que pueda desear, en cantidades hasta hoy difcilmente obtenibles incluso para una restringida minora, es cierto, pero ello con una condicin: la de que no slo nadie puede pedir algo que el sistema no facilite, sino que, adems, hay que tomar todo lo que se ofrezca, debidamente procesado y fabricado, homogeneizado y nivelado, en las cantidades exactas que el sistema, y no la persona, exija. Al escribir Camino de servidumbre, Hayek dio por sentado que la servidumbre regresara si no se le pona freno al intervencionismo estatal, pero no vio, porque no quiso y porque no pudo, que la servidumbre, en este caso capitalista, ya estaba instalada de nacimiento en su propia teora de las fuerzas impersonales. Economofobia por mi parte, como dira l, o economicismo por la suya?

    Otros grupos, tanto de izquierda como de derecha, desean librarse del gobierno en teora, sea cuando el mercado es tan libre que ya no necesita supervisin o cuando la gente es tan igual que ya no necesita coaccin, pero las medidas que toman parecen robustecer cada vez ms al gobierno. Son los anarquistas, y slo ellos, los que desean librarse del gobierno en la prctica.

    Nicolas Walter, Acerca del anarquismo en Anarquismo hoy.

    Sea como fuere, recomiendo que se lea el texto siguiente, algo extenso, en el que se

    sita a la Industria como uno de los motores principales de esta sociedad-leviatn que, como he adelantado antes, debera ser dejada de lado:

    En la base de las acciones sociales de nuestra poca, el mundo industrial es la clave a partir de la cual se pueden estudiar las diferentes dinmicas que se manifiestan en las sociedades humanas, e incluso en las animales y vegetales cuyos nichos ecolgicos han sido afectados por la intervencin del hombre () Nadie ni nada parece ya escapar a la influencia del poder material e ideolgico de las organizaciones industriales. Estas son, desde hace tiempo, un pulpo que abarca con sus tentculos a la totalidad de los ambientes humanos y vitales. () El hombre de nuestro tiempo est sumergido, adems, dentro de la gran magia del poder industrial. ste acta sobre aqul como un sistema, sutil a veces, brutal otras; pero en todo caso lo hace como una ideologa que ha capturado su mente y que la modela continuamente desde las oficinas de creacin de programas de accin que son las organizaciones industriales. En este momento, las organizaciones industriales son el verdadero poder del mundo, un poder que parece ocultarse discretamente tras las bambalinas de la aparente gran poltica que representan los polticos, muchos de stos sin

    18 Falacia lgica que tendemos a cometer cuando, enfrentados a un problema que debemos resolver, contamos solamente con dos puntos de vista como nicas opciones posibles. 19 Mumford, 1963.

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    consciencia de que son hbilmente manipulados por los grandes recursos de la organizacin industrial. () Son los grupos dirigentes industriales quienes modelan las ideologas de las grandes masas de las poblaciones contemporneas. () La estructura de personalidad de nuestras sociedades urbano-industriales es, cada vez ms, una funcin del sistema industrial.

    Claudio Esteva Fabregat, 1973.

    As las cosas, es difcil no mostrarse pesimista respecto al futuro de esta sociedad

    basada, pese a la creciente terciarizacin de la economa, en un sector industrial cada vez ms pesado. Reza el dicho que la esperanza es lo ltimo que se pierde. Incluso el gegrafo y anarquista Piotr Kropotkin deca con optimismo que es la esperanza, y no la desesperanza, lo que hace que las revoluciones triunfen20, pero la esperanza en qu, concretamente? A qu o a quin debemos concederle nuestra espera? La injusticia y la infelicidad que produce de modo creciente y acumulativo nuestra cultura se nutren precisamente de nuestras esperanzas mal dirigidas. Esperamos de quienes no deberamos esperar nada (nuestros representantes polticos) y no esperamos de quienes deberamos esperarlo todo (nosotros mismos). Esperamos que la macroorganizacin de nuestras sociedades est a la altura de las circunstancias, en lugar de que lo est la organizacin de y entre- nosotros mismos. E. F. Schumacher sola decir que lo pequeo es hermoso, porque es en lo pequeo donde los seres humanos nos unimos y nos autorrealizamos a pesar de todo.

    La historia () nos informa de que, al civilizarse, las naciones pierden insensiblemente su valor, su virtud e incluso su amor a la libertad; que todas las sociedades, inmediatamente despus de su institucin, marchan hacia la esclavitud a un ritmo ms o menos rpido, segn las diferentes circunstancias en que se encuentran. Por eso las naciones meridionales, que fueron las primeras que se constituyeron en sociedad, han tenido que ser, en consecuencia, las primeras en quedar sujetas a un poder desptico, porque es a lo que tiende cualquier especie de gobierno y es una forma que cada Estado preserva hasta su completa destruccin.

    Claude-Adrien Helvtius, 1758.21

    Es muy posible que se me objete, con todo el derecho, que un pronstico tan

    pesimista como el de esta conclusin, por muy cierto que resultara ser, es desmoralizante y contraproducente, incluso que corre el riesgo de convertirse en una profeca autocumplida. Opino, muy al contrario, que lo desmoralizante y contraproducente es tener expectativas tan altas que no se puedan cumplir, o necesidades superfluas tan grandes que no se puedan satisfacer. Solamente conociendo el mal de verdad se puede hacer verdaderamente el bien. Para m ya es evidente, como dice Jorge Riechmann, que cuando una sociedad empieza a considerar el atiborrarse de langostinos en Navidad como un derecho adquirido irrenunciable, el camino al fascismo est expedito. Esto lo s desde hace veinte aos. En Poesa practicable lo formul as: quien no sabe desprenderse de una ventaja ganada por su ascendiente ha abrazado ya la profesin de verdugo22.

    Insisto, si mi razonamiento es correcto, los datos que recojo en este libro apuntan a que la mayora de los seres humanos que poblamos el planeta, convertidos finalmente

    20 Breitbart, 1989. 21 Harris, 1968. 22 Riechmann, 2010.

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    en una plaga23 de dimensiones globales, podra haber sobrepasado desde hace tiempo su capacidad de autoajuste como sociedad, y por lo tanto se estara encaminando lenta e inevitablemente hacia un grado cada vez mayor de complejidad y decadencia. O dicho al revs, creo que Arthur Herman se equivoca en lo fundamental cuando escribe que el futuro de la sociedad no es producto de una inevitable ley del progreso o la decrepitud, sino aquello que los miembros de la sociedad desean hacer. A nivel individual, el llamado libre albedro juega un papel importante en los miembros de una sociedad, pero a un nivel mayor, la sociedad parece regirse por sus propias leyes.

    Las exigencias que la vida civilizada impone a los hombres exceden de lo que l puede dar de s por su constitucin gentica. El desfase entre la naturaleza humana y la civilizacin humana se acenta a medida que esta ltima adquiere mayor altura, y probablemente basta esta discrepancia para explicar por qu las grandes civilizaciones suelen derrumbarse al llegar a un determinado nivel de desarrollo.

    Konrad Lorenz, 1978.

    Muchos creen, entre ellos el etlogo Konrad Lorenz, que afirmar de manera

    pesimista que el futuro va en direccin a lo peor abre la veda a que el hombre se crea libre de toda responsabilidad respecto a los acontecimientos mundiales24. En la misma direccin, Noel Annan afirma que creer en el determinismo entraara una aterradora prdida de los conceptos con que discutimos sobre moral25. Yo, sin embargo, no deduzco lo mismo. Mi determinismo no es incompatible con el cambio o el deber. Cuando una persona responsable, que puede que crea en el libre albedro, se detiene a reflexionar y a continuacin decide libremente deshacerse de un mal hbito o dejar su antiguo empleo por uno ms justo y beneficioso, ese cambio en su vida no sale de la nada, sino que se produce como consecuencia de innumerables causas, tanto del interior de su mente como del exterior. Hasta el hecho mismo de creer que existe la responsabilidad viene precedido de toda una serie de causalidades y casualidades. Pero si yo me excusara de mis malas acciones defendiendo que estoy determinado a seguir actuando de la misma manera, cmo podra argumentar convincentemente una cosa as, es decir, cmo podra saber si realmente estoy determinado a actuar de esa manera y no de otra? No podra. Y si estuviera determinado a mejorar, o incluso a empeorar? La respuesta es que, aunque intuyamos que en el plano terico como espectadores que miran hacia atrs- todo tiene un porqu, en la prctica como actores que miran hacia delante- tal vez sea legtimo decir que somos libres, porque cuando estamos a punto de actuar no somos capaces ni de conocer todas las razones que hay detrs ni de predecir lo que vamos a hacer26 a continuacin, y pienso que es justamente esa incapacidad prctica la que nos proporciona la agradable sensacin de libertad.

    Como seal Chateaubriand, les forts prcdent les peuples, et les dserts les suivent (los bosques preceden a las civilizaciones y los desiertos las suceden). Desde que habita la tierra -entre medio milln y un milln de aos, quiz- el hombre ha llegado a ser cada vez ms una profunda fuerza geolgica. Ha cambiado la faz del planeta en que vive, a veces para mejorarlo, pero la mayora de las veces para empeorarlo. () Muy a menudo el hombre ha vivido en su planeta a semejanza del parsito que vive del anfitrin al que infesta. Y mientras que muchos parsitos son lo bastante sensatos como para no destruir a

    23 Dicho esto no en sentido peyorativo, sino en sentido estrictamente biolgico. 24 Lorenz, 1983. 25 Berlin, 1997. 26 Gray, 2002.

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    su anfitrin, porque despus de todo si destruyen a su anfitrin se destruyen ellos mismos, el hombre, en cambio, no es un parsito sensato.

    Aldous Huxley, 1959.

    No esconder lo feliz que me hara descubrir maana mismo cun fatalistas eran mis

    predicciones y cunto sobreestim el poder reaccionario de la estructura y de las lites que la dirigen, as como la bola de nieve provocada por ellas. Pero hasta que ese momento no tenga lugar, permitmonos hacer lo que casi nunca hacemos: prepararnos para lo peor, con autonoma y determinacin. Segn Lewis Mumford, el proceso cclico en medio del cual nos encontramos no es necesariamente fijo y fatal, es decir, esta vez no tiene por qu acabar mal. Pero puede probarse una afirmacin como esa? Es posible que no. Sin embargo, me pregunto cuntas civilizaciones habrn decidido alguna vez aminorar la velocidad e interrumpir el ciclo de expansin y desintegracin, estableciendo para ello nuevas premisas, ms prximas a las exigencias de la vida27. Probablemente ninguna. Y, aunque eso no quiere decir que sea imposible, dice mucho acerca de la probabilidad de que ocurra. Ojal, o al menos ese sera mi mayor deseo, que nuestra civilizacin no cometa los mismos errores que sus predecesoras, a pesar incluso de ser la ms compleja y destructiva de todas, pero por qu tendemos a suponer de antemano que le ir bien a la nuestra si todas las que le han precedido cayeron, adems de por factores climticos en algunos casos28, por su propio peso interno? Soy optimista respecto a muchas cosas, pero no respecto a esa. Si decenas de balsas han intentado navegar por los peligrosos rpidos de un mismo ro y decenas han fracasado, desde la mtica Atlntida hasta hoy, creo que lo ms sensato es suponer, aunque al final no ocurra, que la nuestra tambin fracasar. Demasiado grandes para (no) caer. Hay una infinidad de cosas que estn en nuestras manos, y esas debemos hacerlas, pero evitar el colapso de los Estados y dems megaestructuras no me parece que estn entre esas cosas. Reformar el sistema en lugar de salirse de l sera en el mejor de los casos como ponerse a reparar un coche que se dirige cuesta abajo y sin frenos hacia un acantilado. Una peligrosa prdida de tiempo.

    En su libro publicado en el ao 2000 cuyo ttulo es La gran depresin medieval: siglos XIV-XV. El precedente de una crisis sistmica, el historiador Guy Bois estableci, ocho aos antes del comienzo visible de la actual crisis sistmica29, el paralelismo entre la depresin de finales del medievo que dur ms de un siglo y la depresin de principios de este siglo que an no sabemos a ciencia cierta cunto durar, si varios aos ms, varias dcadas o varios siglos:

    Qu hay de comn entre dos situaciones tan alejadas en el tiempo? Entre una sociedad seorial predominantemente agraria y el capitalismo financiero de hoy? () La comparacin que se propone aqu se basa () en una nica consideracin: los dos sistemas han sufrido una trayectoria comn en la larga duracin. Uno y otro han conocido una fase plurisecular de viva expansin antes de agotarse y entrar en una fase depresiva. En los dos casos las dificultades de todo tipo (es decir los signos de fractura o de disgregacin) proceden, de entrada, del estancamiento o de la mera disminucin del

    27 Mumford, 1961 (2012). 28 La lista de culturas cuya desaparicin estuvo vinculada al cambio climtico ha ido en aumento. Entre ellas estn la civilizacin maya clsica, que se vino abajo en el mximo momento de su desarrollo, alrededor del 800 de nuestra era; la civilizacin Tiwanaku, que floreci cerca del lago Titicaca, en los Andes, durante ms de mil aos, y que se desintegr alrededor del 110; y el Antiguo Egipto, que se extingui aproximadamente al mismo tiempo que el imperio akkadiano (Kolbert, 2006). 29 Actual s, pero no enteramente nueva. La relacin, o mejor dicho, la conexin entre esta crisis y la crisis financiera de 1997 es bastante evidente (Beinstein, 1999).

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    crecimiento. () La falta de perspectiva y sobre todo la propensin de los economistas, incluyendo los ms crticos, a razonar solamente sobre la coyuntura corta, hasta ahora no han permitido precisar el diagnstico para el mundo contemporneo. La experiencia medieval debera poner en evidencia el efecto pernicioso y devastador de tal enfermedad social.

    Por esa y otras razones en las que cabra ahondar ms lcida y detalladamente, hoy

    ms que nunca urge recuperar el buen hbito de la prudencia. Una sociedad mentalmente abierta y guiada por el principio de precaucin tiene ms probabilidades de sobrevivir que una sociedad mentalmente cerrada y guiada por el principio del optimismo tecnolgico, la cual no tiene en cuenta que cuanto mayor es nuestro desarrollo tecnolgico mayor es tambin nuestra capacidad de autodestruccin. La humanidad corre hoy un riesgo mayor que en cualquier otro momento de su historia, puesto que los avances tcnicos [hacen] a la sociedad ms vulnerable a todo tipo de trastornos, escribe el cosmlogo Martin Rees. O en palabras del decrecentista Nicolas Ridoux primero y del filsofo Carlos Pars despus: La capacidad destructiva de la tecnologa progresa ms deprisa que la de los humanos para utilizarla con sabidura, porque, en verdad, es como si a un grupo de chimpancs (...) se le hubieran distribuido malintencionadamente armas de fuego. La humanidad contina prisionera de viejos hbitos, de valoraciones, de pasiones emocionales, tambin de esquemas de pensamiento que ya no corresponden a la realidad objetiva y son totalmente incapaces de controlarla. De lo que se concluye, cuando menos, que cada da que pasa tenemos ms razones para ser prudentes, o lo que es lo mismo, para adquirir una cierta madurez histrica.

    Como todas las criaturas, hasta el presente los humanos se han abierto paso por el mtodo emprico del error y nuevo ensayo. Pero, a diferencia de otras criaturas, tenemos ahora una presencia tan colosal que el error ha pasado a ser un lujo que ya no podemos permitirnos. El mundo se ha vuelto demasiado pequeo para perdonarnos grandes errores.

    Ronald Wright, 2006.

    Y es que, como sugiere la sabidura popular y respalda la teora de juegos, ms vale

    prevenir que curar. El pragmatismo de la teora de juegos, tan de moda hoy en economa, muestra que cuando los pronsticos son inciertos, la poltica construida sobre hiptesis pesimistas es la ms recomendable de acuerdo con la estrategia del Maxi-Min30. Es una verdad como un templo que la incertidumbre, acerca de lo que sea, nunca desaparecer. Pero si nos quedamos a esperar a que las dudas desaparezcan, si no tomamos partido ahora en la direccin que creamos ms razonable, entonces tal vez los que desaparezcamos antes de hora seamos nosotros. El geofsico Henry Pollack lo expresaba as: En tanto que la incertidumbre nunca desaparece, las decisiones sobre el futuro, grandes o pequeas, deben tomarse siempre en ausencia de la certeza. Esperar hasta que la inseguridad desaparezca es la garanta implcita para el statu quo, y a menudo una excusa para dejar las cosas como estn31.

    Si con este libro y otras formas mejores de anlisis y activismo se logra en las dcadas y en los siglos siguientes cambiar el rumbo dejando atrs los mltiples desastres que anuncian nuestras malas costumbres, ser el primero en reconocer el poderoso alcance de la razn humana y nunca ms dudar de los optimistas que a pesar de verlo todo tan oscuro siguieron creyendo en la posibilidad de un final feliz para la 30 Naredo, 1990. 31 Bekoff, 2007.

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    mayora de nosotros. Pero de momento, aunque honestamente me veo obligado a reconocer que no tengo ni nadie tiene- el conocimiento suficiente como para descartar por completo dicha posibilidad, sigo creyendo que es una posibilidad muy poco probable, y por tanto poco razonable.

    Creo que un libro, incluso uno tan poco propicio al best-seller como este, puede influir positivamente en el curso de los acontecimientos, pero nunca me he engaado al respecto: su fuerza total se me antoja mil veces menor que la de, por ejemplo, una guerra, un tratado econmico, un golpe de Estado, una crisis energtica, un cambio climtico, la aplicacin masiva de una nueva tcnica o un medio de comunicacin de masas. No obstante, sin duda es cierto y debe reconocerse, como creen los filsofos32, entre ellos Daniel Dennett, que el conocimiento puede tener el poder de alterar antiguos patrones de creencias y de conductas, el poder de subvertir la autoridad, el poder de cambiar las mentes. Incluso si un cambio profundo y renovador a gran escala no fuera posible, debera intentarse aunque solo se consiguiera una pequea parte, es decir, aunque el mensaje de este libro solamente lograra calar en unas pocas y en unos pocos. Porque, como dijo Martin Luther King, inclusive aunque supiera que el mundo se desintegrar maana, igual plantara mi manzano. Y porque, como dice Flix Rodrigo Mora, al fin y al cabo lo ms importante es la lucha, muy por delante de los logros.

    Como deca Guillermo dOrange, point nest besoin dsprer pour entreprendre, ni de russir pour persvrer, no es necesario esperar para emprender, ni lograr para perseverar.

    Giovanni Sartori, 1998.

    Tanto si mi pronstico y mi diagnstico son esencialmente falsos como si no,

    considero que ambos pueden ayudarnos en cualquiera de los dos casos. En el primer escenario, las voces de alarma como la ma, de hacer tanto hincapi en lo malo a nivel macro, pueden ayudar a redirigir el rumbo y resolver a tiempo los principales problemas. En el segundo escenario, un pronstico macropesimista aunque acertado puede resultar de mucha utilidad a la hora de prepararse y afrontar un futuro diferente al comnmente esperado, ya que cuanto antes lo esperemos, antes nos adaptaremos. Como escribe Jordi Pigem33:

    El naufragio de la Modernidad y la zozobra del mundo quiz no son nada comparado con lo que puede venir, quiz solo son la antesala de algo mucho ms terrible, quiz el planeta est empezando a entrar quiz ha entrado ya- en la vorgine del Maelstrm, el espantoso remolino que Poe describe en uno de sus relatos ms clebres. En ese caso, de nada servira intentar remar contra la corriente. Las opciones seran de otra ndole. Por ejemplo, prepararse. Como en lo que Poe vio (como en lo que Poe vivi) quiz tambin aqu solo logren salvarse los que sepan aunar coraje y serenidad.

    En el fondo sigo pensando que nada me gustara ms que caer del burro y volver a

    ver las cosas como antes. En aquellos das no tan lejanos, el presente me pareca relativamente mejor que el pasado, e incluso el futuro se avecinaba mejor que el presente, al menos en mi imaginacin. Si bien no idealizo el pasado ni quiero vivir

    32 Lase sobre conocimiento y libertad en Chomsky, 1972. 33 Pigem, 1994.

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    exactamente como lo hacen las actuales sociedades primitivas34, ahora lo veo ms bien al revs. En el mejor de los casos, el presente no ha superado al pasado, y en el peor, el presente empeora con el tiempo. La interpretacin que hago de los datos presentados en este libro no me permite escoger otras opciones, a no ser que cambiara la manera de interpretarlos, cosa que hara ahora mismo si creyese que la realidad es otra, pero hoy por hoy mi marco de referencia no es ese.

    Como hemos visto a lo largo del libro, en nmeros tanto relativos como absolutos, nunca como hasta ahora35 hemos estado tan gordos, hemos contaminado y muerto tanto por ello, hemos abusado tanto de las drogas, nos hemos deprimido y suicidado tanto, hemos esclavizado y merendado a tantos animales humanos y no humanos, hemos extinguido tantas especies y destruido tantos ecosistemas, hemos tenido tanta gente sin trabajo y sin posibilidad de autosustentarse, hemos trabajado tantas horas al da, hemos adorado tanto el dinero y aumentado tanto nuestras deudas de todo tipo, hemos sido tan desiguales y tan numerosos, hemos tenido tantos incendios, hemos disfrutado y entrado tan poco en contacto con la naturaleza, hemos cambiado tanto el clima, hemos tenido guerras tan mortferas, hemos migrado tanto, tan rpido y por tantas causas, hemos tenido tanta gente (de nuestra propia tribu, etimolgicamente) en la crcel, hemos causado e ignorado el hambre de tantas personas, hemos tenido tanta dificultad para acceder al agua potable36, hemos saqueado tanto a otros pueblos, hemos delegado tanto en los dems y las consecuencias de nuestro individualismo han sido tan desastrosas.

    Si para borrar todo lo anterior tuviramos que renunciar al actual pack nevera-ordenador-laboratorio-dinero-parlamento, lo haramos? Primum non nocere, lo primero es no hacer dao.

    Ciertamente, es bueno y deseable producir muchos clavos al da; pero solo con que pudisemos ver que los estamos puliendo con arena de alma humana, servira para que nos disemos cuenta de que al fin y al cabo no resulta tan provechoso.

    John Ruskin.37

    Solo el desconocimiento transformado en indiferencia puede hacer que justifiquemos

    un logro construido sobre una tragedia. Cabra preguntarse a costa de qu y de quines vivimos ahora ms aos, cul es el precio que pagamos por viajar tan rpido o a qu y a quines les debemos nuestro poder adquisitivo. En efecto, muchos querramos viajar a Marte, conocer nuevos mundos, deseosos de nuevas aventuras, pero como nos recuerda el astrofsico y promotor de ecoaldeas Robert Gilman, las estrellas pueden

    34 Son primitivas en el sentido de que representan el primer modelo humano de sociedad aparecido en la Tierra, tras el cual fueron apareciendo, a veces paralelamente, el modelo agrcola-ganadero y ms tarde el modelo industrial, pero no en el sentido despectivo y teleolgico de que representan un estadio moralmente inferior o menos evolucionado en la historia de la humanidad. 35 Cuando digo nunca como hasta ahora me refiero a la tendencia general. Evidentemente, si miramos las estadsticas a corto plazo, en muchos casos podramos pensar que estamos mejorando, pero si en nuestros clculos tenemos en cuenta un nmero mayor de aos (incluyendo siglos y milenios), veremos que no es as necesariamente. Por ejemplo, que este ao haya sido menos caluroso en nuestra ciudad que el ao anterior no significa que el calentamiento global se est revirtiendo. 36 1.100 millones de personas carecen hoy de agua potable (). Si esto ocurre con 6.600 millones de seres humanos, qu ocurrir dentro de unas dcadas, cuando la poblacin sobrepase los 9.000 millones? () Para hacerse una idea de lo alarmante de la situacin, en el informe de Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hdricos en el Mundo se calcula que en el mejor de los escenarios posibles, 2.000 millones de personas sufrirn escasez de agua en 48 pases a mediados de este siglo, y en el peor, sern 7.000 millones de personas en 60 pases (Jimnez Lpez, 2008). 37 Tolsti, 1990.

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    esperar, pero el planeta no. Ni el planeta ni nosotros, que tambin somos planeta. Para qu queremos () colonizar Marte, se pregunta Ana Carrasco38, si ni siquiera sabemos vivir (y convivir) entre nosotros en la tierra? O como deca Lewis Mumford: Si estuviramos dispuestos a restablecer la habitabilidad de la tierra y a cultivar los espacios vacos del alma humana, no nos preocuparan tanto esos estriles proyectos escapistas de exploracin del espacio interplanetario39.

    Ante la humanidad del siglo XXI se abren dos caminos que llevan en direcciones harto diferentes. O bien dar la biosfera terrestre (y la naturaleza humana) por perdida e intentar emprender la aventura del espacio exterior; o bien hacer frente a la crisis ecolgica, reconstruir ecolgicamente nuestras sociedades y volcarnos sobre todo al menos durante unas cuantas generaciones en una aventura interior. Los ecologistas somos personas que no sentimos la imperiosa necesidad de construir hoteles tursticos en la Luna; gente que no queremos viajar a Marte. No porque no apreciemos los aspectos atractivos de la propuesta (confieso que fui un vido lector de ciencia-ficcin durante la adolescencia), sino por ser bien conscientes de todo lo que necesariamente perderamos en ese proceso de expansin csmica (suponiendo que finalmente pudiese llevarse a cabo sin desembocar antes en un colapso civilizatorio).

    Jorge Riechmann, 2003.

    Lo primero, pues, es admirar lo que ya tenemos. A una persona no acostumbrada a

    ver minerales, le parecern casi extraterrestres o casi sobrenaturales de lo extraos e increbles que son! Yo los vi hace poco, en un libro, y sent una sensacin similar. Y no es casualidad. Estamos profundamente unidos al mundo que nos rodea:

    Los hombres han gastado enormes cantidades de tiempo, energa y dinero para descubrir, extraer y tallar guijarros de colores. Por qu? El utilitario no puede ofrecer una explicacin de conducta tan fantstica. Pero, en cuanto tenemos en cuenta los hechos de la experiencia visionaria, todo resulta claro. En una visin, los hombres perciben una profusin de lo que Ezequiel llama piedras de fuego, de lo que Weir Mitchell describe como fruto transparente. Estas cosas tienen su propia luminosidad, exhiben un color de brillo preternatural (...). Los objetos materiales que ms se parecen a estas fuentes de iluminacin visionaria son las piedras preciosas. Adquirir una de estas piedras es adquirir algo cuyo valor est garantizado por su existencia en el Otro Mundo. Tal es la razn de la en otra forma inexplicable pasin del hombre por las gemas y de que el hombre les atribuya una virtud teraputica mgica. Estoy convencido de que la cadena causal comienza en el Otro Mundo psicolgico de la experiencia visionaria, desciende luego a la tierra y sube de nuevo al Otro Mundo teolgico del cielo. A este respecto, las palabras de Scrates en Fedn adquieren un nuevo significado. Existe, nos dice, un mundo ideal por encima y ms all del mundo de la materia. (...) Cabe que los objetos brillantes recuerden a nuestro inconsciente de qu se puede disfrutar en el mundo de los antpodas y que estas vagas indicaciones de la vida en el Otro Mundo resulten tan fascinantes que dediquemos menos atencin a este mundo y nos hagamos as capaces de experimentar conscientemente algo de lo que, inconscientemente, siempre est con nosotros.

    Aldous Huxley, 1956.

    Entonces, por dnde empezamos? En primer lugar, el enfoque defendido en este

    libro pretende ser un enfoque filosfico, holstico si se prefiere. Un enfoque lo ms 38 http://apuntesdelechuza.wordpress.com/2013/10/18/ana-carrasco-conde-nuestro-tiempo-es-el-resultado-de-la-sintesis-perversa-de-la-libertad/ 39 Mumford, 1961 (2012).

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    amplio posible para diagnosticar lo mejor posible los problemas que nos acucian. As, podemos apreciar una clara incompatibilidad entre el crecimiento econmico basado en la extraccin de materias primas y la sostenibilidad de los ecosistemas; entre el capitalismo, la ciudad y el Estado por un lado y la democracia y la sostenibilidad socioambiental por el otro.

    En segundo lugar, es preciso que establezcamos los medios tcnicos y estratgicos adecuados si no queremos fracasar antes de empezar. Que la situacin sea desesperada no quiere decir que no debamos hacerle frente. Al contrario, al mal tiempo, buena cara. Aqu, sin embargo, es donde los pensadores y hombres de poca accin como yo encontramos ms dificultades. Nuestra inexperiencia y nuestras pocas horas de calle y campo, debido en parte a nuestro temperamento y en parte a la gran cantidad de horas que dedicamos a leer y a investigar, hacen que andemos algo perdidos. Por eso, aunque Agustn Garca Calvo era un hombre de mundo y no se encontraba desde luego en la situacin que acabo de describir, en parte viene a reconocer, con las siguientes palabras, el hecho de que resulta ms fcil oponerse a lo falso y a lo pernicioso, que proponer con la mxima concrecin posible una va de accin buena y verdadera:

    La protesta lo que viene de abajo, de la gente del pueblo- no requiere ni senda ni ideas ni nada. Tenemos la suerte de que el enemigo da los caminos; l ofrece con bastante claridad las cosas que hay que atacar. Como para el Poder, por ejemplo, la falsificacin, la mentira es un arma esencial, sin la cual nada marchara, nada se podra sostener, ni la Banca ni el automvil ni el Estado ni nada, como se ve obligado a la mentira, con eso ya nos quita el peso de tener nosotros una verdad. sta no nos hace ninguna falta; basta con dejarse guiar por las mentiras, por las falsificaciones que Ellos ofrecen y decir no, intentar decir no, de la manera ms racional al mismo tiempo que ms apasionada. Basta con esto. De manera que esto es importante, sobre todo porque en estas luchas contra el Poder siempre tropieza uno con este coazo inacabable de que te pidan alternativas. Hay que saber decir a quien te pida alternativas que est haciendo una trampa, que no hay alternativas, que es el enemigo el que es nuestra nica gua.40

    Y sin embargo, ni nos basta ni nos bastar con eso. Sentimos que debemos buscar

    alternativas concretas, alternativas ms o menos medibles y practicables. Tal vez sea cierto que la carga de la prueba debe recaer ms sobre los hombros de quienes defienden la validez del Sistema que sobre quienes lo critican, pero tambin es cierto que cuando nosotros afirmamos que un mundo mejor es posible, siquiera parcial y temporalmente, debemos tratar de probarlo con ejemplos prcticos ms all de elaboradas especulaciones. En ese sentido, vanse por el momento algunos ejemplos y posibles modelos a seguir, que no a calcar, en los apartados dedicados a la ciudad y al Estado, con el objetivo de plantar las bases tericas y prcticas que les sern necesarias tanto a las personas de nuestra generacin como a las personas de las generaciones venideras. Se trata de empezar, quiz de descubrir nuevos u olvidados caminos, no de planificar al detalle el camino a seguir y el lugar a residir, ya que los pioneros, por definicin, no pueden tener mapas acabados de los lugares que van a visitar41. El primer medio para el cambio es, obviamente, la propia persona. Como escribe Flix Rodrigo Mora, dos son los principales factores limitantes hoy de lo que podramos llamar una revolucin integral: Uno es la ausencia de un proyecto y programa de transformacin integral que otorgue respuesta a los problemas de nuestro tiempo. El otro es la bajsima calidad de la persona. Sin superar este ltimo nada primordial puede

    40 Ward, 1996. 41 Magnani, 2006.

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    hacerse42. El segundo medio es el colectivo. Sin un grupo de amigos y amigas de verdad, todo lo dems (construir una casa con balas de paja, aprender permacultura, ser autosuficiente) no es factible.

    42 Rodrigo Mora, 2012.

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