Purita Paz - Cuentos infantiles · luego los ojos sin decir una palabra. —Nos gustaría que la...

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Purita Paz ____________________________ M. Leonor Smith de Lottermoser

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  • Purita Paz

    ____________________________ M. Leonor Smith de Lottermoser

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  • ¡Talán,talán!Sonólahoradelrecreoyalpatiofueron, no sólo las alumnas del cuarto grado,sinotambiéntodaslasquehabíaenlaescuela.¡Qué alboroto! Lasmás juiciosas se paseabandeunladoparaotrotomaditasdelbrazo,ylasmás bulliciosas jugaban alMartín pescador, alasvisitas,alasfloresyalasesquinitas.

    Sin embargo, había una que otra chiquillatristona que se mantenía apartada y solitacontra la pared, entretenida tal vez en verjugaralasdemás.

    Entretantas,sedescubríaaPuritaPaz,juntoaunade laspuertasdel salóndel cuartogrado.No había transcurrido más de una semanadesde el primer día de clase; por eso lasmaestrasnoconocíanmuybienasusalumnas.

    Purita Paz era ya crecidita, había cumplidodoce años. Sus ojos pardos y serenos pocasveces parpadeaban, fijándose largamente enlascosasquelarodeaban;suscabellosnegros,lustrososyestirados,formabanunatrenzabienapretadaporencimadelanuca,haciendomásgrandes y más hermosos esos ojazos de niña

  • buena. A ese peinado brillante, acompañabauna carita reluciente como un espejo, unacarita que parecía recién jabonada, sin haberlogrado enjuagarse bien. Sus labiosentreabiertos y gorditos pedían agua, teníansedsinduda,seddeloqueamuchasniñaslesfalta,seddecariño.

    YesaeraPuritaPazconsudelantalblanco,susmedias negras de algodón y sus zapatos deferia.

    iEnquépensaríaPuritaPaz!Pensabaentoncesenquedespuésdelrecreotendríaqueescribiruna composición que la maestra habíaordenado para la hora de Castellano, lacomposiciónsobre“Lamadre”.

    Algunas de sus compañeras, protestadoras yperezosas, habían murmurado: —¡Quédifícil!—otras—¡Quéfácil!

    Purita Paz no había dicho nada; pero habíaquedadopensando.

    ¡Talán,talán!otravezlacampana.

  • Enunabrirycerrardeojoscadapequeñuelaseencontróensupuesto.

    Elpatioquedócomoeldeuncuartel, las filasse dispusieron como batallones; las maestrascomooficiales;ladirectoracomogeneraly,alavozde:—¡Marchen!—marcarontodaselpasoentrandoalossalonesrespectivos.

    —¡Atrabajar!—dijolaseñoritaRosa,frenteasus treinta alumnas del cuarto grado. Alinstante, todas se prepararon para escribir lacomposición.

    Unas mordían el portaplumas y otras losacudían sin atreverse a empezar. En cambio,Purita Paz lo hizo correr como la cosa másnatural, sin preocuparse de lo que pasaba enderredor.

    —Yaveoquenoescriben—agregó lamaestra—Leshedichoquenopiensoayudarlas.Quieroconocerlas y saber de lo que son capacescuando están solas. A escribir, pues nocontamosconmuchotiempo.

  • Las chiquillas sacudieron la cabeza como sidespertasen de un sueño y algunas seatrevieron a hacer un mohín de disgusto,concluyendo por dejar correr la pluma sinremedioalguno.

    Pasaron los minutos y poco a poco fueronformandopilalascomposicionesdejadassobreelescritoriodelaSeñoritaRosa.

    Aldíasiguiente,congransorpresa,sevioenlapizarramuraldelpatiodelaescuelaunadelascomposiciones sobre “Lamadre”, copiada, sinduda,por lamaestra,paraquetodaslasniñasde la escuela pudiesen leerla. ¿Por qué? Biensencillo: porque era la mejor composición, lacomposiciónmodelo.

    Las traviesas pequeñuelas se acercaban llenasde curiosidad para descubrir el nombre de laautora.

    Alpocoratonoseoyómásqueunnombreenboca de todas:— ¡Purita Paz, es la de PuritaPaz!

  • Todas las miradas la buscaban, todas queríanverla;mientras que Purita Paz, con sus ojazostristones,permanecíainmóviljuntoalapuertadel salón de clase, sin atreverse a cambiar delugar.

    Llególamaestraylaacaricióconsusdelicadasmanos,agregando:

    —Tucomposiciónesunamaravilla.Hasdeserunahijitamuybuena.

    Laniñamiróconasombroa lamaestraybajóluegolosojossindecirunapalabra.

    —Nosgustaríaquelaleyeseusted,señorita,—seadelantóadecirunadelasmáspicaronas.

    —Muy bien. Lo haré con el mayor gusto encuantosuenelacampanayhayasilencio.

    Llegó elmomento y la Señorita Rosa, con vozsonorayreposada,leyó:

    Composición:Lamadre

    Mamá, mamita, son palabras que se repitenen momentos de gran alegría como en

  • momentos en que el dolor arranca lágrimas.Madre,eslapalabraqueseoyeenbocadecasitodos los niños. Madre, dicen algunos y, sinembargo, no la tienen. Ella despierta a sushijitos con besos; ella les prepara un ricodesayuno; ella se fija si el delantal está bienplanchadoyloszapatoslustradoscuandollegala hora de ir a la escuela; ella se aflige y sedivierteconsushijos;ella les recomiendaqueprestenatenciónyqueseconduzcanbien;ellaloshacedormiry losmiramientrasdescansanparadescubrirsiestánsanosoenfermos.¡Québuenaeslamamá!Esciertoquealgunasvecescastiga;peroesuncastigoconpostre,porquedespués besa a sus hijos con más fuerza,haciéndolesolvidarsuslágrimas.Lasniñasquetienenmamásuelenportasemuymal,porquesaben que la mamá las defiende y lasdefenderá siempre. ¡Pobrecitos los que notienenmadre!

    PuritaPaz.

    Nobienhubo terminado lamaestra, todas lasniñasaplaudieronlargorato.

  • —¿Ysiempreseescribirálamejorcomposiciónen lapizarradelpatio?—preguntóunade lasalumnas.

    —Seguramente, si así lo dispone la SeñoraDirectora—contestólamaestra.

    —Ahora iremos al salón, pero antes quieropedirteque felicitesa tumamáy ledigasquepase mañana por la escuela— agregó laSeñoritaRosa,dirigiéndoseaPuritaPaz.

    Laniña fijó lavistaconmás tristezaqueotrasveces en el rostro de sumaestra y con la vozbientranquilalerespondió:

    —Nopuedo,porqueyonotengomamá.

    Todassuscompañerascallaron,yenmediodelmayor silencio, la Señorita Rosa fueacercándose con paso lento hacia Purita Paz,mientraslaniñanoapartabasusojosllenosdeverdaddelosdesubuenamaestra.

    —PuritaPaz¿esciertoloquedices?Laquehaescritoesahermosapáginasobre“Lamadre”...

  • tú...¿notienesmamá?—exclamólaSeñoritaRosaposandosusmanossuavessobreaquellacabecita de cabello estirado, como temiendohacerledaño.

    —Sí,señorita.Penséquemicomposiciónseríalapeor,puesyonoheconocidoamimadre.

    —¿Y cómo has escrito con tanta ternura?¿Cómotehasexpresadocontantaverdad?

    —Porquesiempremehefijadoenlamamádelasotrasniñasy,cuandosufro,digoparamí:¡Siestuviesemimamá! He visto lamadre de lasdemásy lahedeseado.Nohehechomásqueescribir lo que me parecía que hacían lasmadresporsushijos.

    —AsíesPuritaPaz—dijolamaestramirandoalsuelosinterminarlafrase.

    —¿Qué,Señorita?—preguntó laniña.—¿Hecometidounafalta?

    —No Purita Paz; he dicho: así es, porque losque tienen cosas de mucho precio, los querecibenmimosycaricias, losquetienenquientrabaje y se aflija por ellos, los que gozan de

  • comodidades y ¡tantas otras venturas!, esos,nodanvaloraloquetienen,novenloquelosrodea, no lo extrañan siquiera. Por eso lasniñas que poseen mamá, no han encontradomuchoquedecirde lamadre: la tienencerca,lamirancomoalgodeellasmismas,comoalgomuy natural. A ti, en cambio, te falta, lanecesitas, te la figuras, la ves y no laencuentras a tu lado. ¡Ah, Purita Paz! Soy tumaestra, pero no sé cómo explicar la lecciónque has dado a todas tus compañeras.Solamentetúhasdadoelverdaderovalora lamadre…porquetúnolatienes.

    Porprimeravez,PuritaPazbajólosojosydejócaer unas lágrimas que ni siquiera trató deenjugar ¡eran tan verdaderas! Lágrimas conmás brillo, más luces y más colores que laspiedraspreciosasalaluzdelsol.

    Purita Paz fue la alumna predilecta de lamaestra y la compañera más buscada y másqueridaentrelasniñasdelaescuela.

    La faltadeuncariñodemamá,no fuemotivoparaquenotuvieseeldelosdemás,yasípudo

  • conservarse siempre buena y siempretranquila, como su sencillo y bonito nombre :PuritaPaz.

    FIN

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