Punto de vista julio 2017 - e-consulta.com · Las redes sociales como parte de la identidad actual...

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Punto de vista, Año I, número 11, julio de 2017

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Punto de vista, revista mensual de opinion y análisis, Año I, número 11, julio de 2017

Filosofía, educación e historia

SUMARIO

Editorial 3 Comprender el mundo en que vivimos

Reconocer la realidad como don Utilidad de la filosofía 4

Rodrigo Guerra López

Erich Fromm y la ausencia del yo 6 Germán Iván Martínez

Las redes sociales como parte de la identidad actual 7 Nyx Diahann Sánchez Fierro

La educación, la huella que trasciende 11 María de la Fe Torres Parada

Historia y literatura: la imagen del ser humano 13 Fidencio Aguilar Víquez

La educación en el Porfiriato 18 Luisa Martínez Baxin

Archivos eclesiásticos de Puebla 21 Alejandro Serrano Núñez

Las competencias como aporía de la educación 24 Juan Calvillo

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Editorial

Comprender el mundo en que vivimos

Sin duda uno de los grandes beneficios que puede recibir una persona por parte de la sociedad en que vive son los criterios con los cuales configura y establece su visión del mundo y de su propia existencia. Con tales criterios vive y convive y, también, encuentra y/o da sentido a su existencia personal y colectiva. Desde los espacios familiares, ahí en la cuna, en la casa, en la convivencia cotidiana, pasando por la escuela –y todo lo que ello implica-, hasta llegar a los ámbitos del trabajo y de la vida económicamente activa (pero también de la creatividad y de la aportación personal en ese rubro), al igual que a los ámbitos del espacio público y de la política en general, conduciéndola o padeciéndola, la persona va aprendiendo a vivir en el mundo, a ser parte de él y a incorporarse a él haciéndolo, incluso, parte de sí mismo. Decimos que la persona va aprendiendo a vivir en el mundo, aunque no necesariamente a comprenderlo, no necesariamente a ser consciente de su significado y del significado de su propia existencia personal y consciente en él. Paradójico sin duda es esto, porque la misma noción de mundo ya supone una pre-comprensión, una pre-selección de las cosas con que nos encontramos en la vida. No toda la realidad forma parte de «nuestro» mundo, al menos suponemos que hay realidades que ni nos imaginamos siquiera precisamente porque están fuera de nuestro mundo. El mundo al que pertenecemos es, en primera instancia, todo aquello que entra en nuestra órbita vital, en nuestra constelación existencial, aquellas cosas, situaciones y personas que tratamos de manera habitual (habitual incluso denota el habitus situacional), o extraordinaria pero relativa a nuestro espacio de vida. Pero el mundo siempre nos desafía, siempre hay algo novedoso que nos sale al encuentro y que no siempre tiene ese rostro amable de lo familiar y cotidiano. Se nos presente incluso como lo otro, lo desconocido, lo aquello que nos provoca y nos llama a descubrirlo, so pena de quedarnos en la soledad de la incomprensión y del abandono. De ahí la relevancia de disciplinas humanísticas como la filosofía, la educación y la historia para abrirnos el horizonte de una comprensión más clara, familiar y cercana. No son disciplinas fáciles, pero sí con el suficiente rigor y la suficiente certeza (si es que podemos establecer al menos criterios epistémicos seguros) para abrirnos camino a una reflexión personal que abone en la conciencia colectiva que necesitamos precisamente para comprender nuestro mundo y comprender nuestro tiempo, incluso, yendo más allá de su epidermis, como dice uno de nuestros colaboradores. Las aportaciones de nuestros colaboradores y nuestras colaboradoras, sin duda, forman un granito de arena que nos serán, sobre todo, útiles en la medida de nuestra habilitación en la existencia cotidiana. No está por demás señalar que el mejor fruto es también no sólo el más nutritivo sino el más sabroso. Y en este número hay de los dos. Invitamos a nuestros lectores a disfrutar de los artículos.

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Reconocer la realidad como don Utilidad de la filosofía

-Entrevista-

Rodrigo Guerra López 1. ¿Para qué necesita una sociedad a los filósofos? O en otras palabras, filosofía, ¿por qué y para qué? RG.- La sociedad hoy más que nunca necesita filósofos para reaprender a pensar el significado de la experiencia, es decir, para reaprender a utilizar la razón para ir más allá de la epidermis de la vida y del mundo. 2. A su modo de ver, ¿cuál es el principal, o los principales, problema de nuestro tiempo (en el mundo, en México o en la localidad donde vive)? ¿Cuál es el quid de ese problema? ¿Cuáles podrían ser los caminos de solución? RG.- Es muy difícil poder responder a esta pregunta. Los problemas del mundo son multicausales y son muchos. Sin embargo, estoy convencido que uno de los más importantes consiste en la dificultad cultural que poseemos para reconocer la realidad como un don y no sólo como un mero dato. Cuando la realidad que se nos ofrece como dato se censura en su “raíz”, en su

“principio” aparece como clausura, es decir, como sumergida en el horizonte trascendental del contexto histórico-temporal en el que se vive. Esta clausura no sólo cierra al pensamiento dentro de la inmanencia del propio contexto sino que cancela también el horizonte del corazón. Las dificultades que tenemos en la vida afectiva para poder encontrar la belleza del compromiso, del perdón y de la fidelidad en buena medida nacen aquí. 3. De los siguientes ámbitos de la convivencia humana -familia, escuela, trabajo, calle, política-, ¿cuál considera más relevante para la filosofía y por qué? RG.- La familia es el lugar en el que surge la cultura. Antes que en la escuela o en el trabajo, antes que en la política o en el mercado, la vida humana en cuanto humana, es decir, la cultura surge en medio de las solidaridades elementales. La familia por ello se encuentra en el “origen”. Cualquier arqueología de la vida social en sus múltiples manifestaciones ha de encontrar en la familia su raíz y en buena medida su método. 4 ¿Puede contarnos alguna anécdota de su experiencia docente, profesional o de investigación que considere relevante para mostrar la importancia de los estudios filosóficos o de la reflexión filosófica para la vida o la formación humanas? RG.-Cuando estudiaba el doctorado en filosofía asistí al “círculo” que se organizaba para ayudar a los doctorandos a entender mejor las lecciones de los célebres maestros (Robert Spaemann, Josef Seifert, Rocco Buttiglione, etc). Era un momento muy intenso en el que con la guía de un joven profesor (John White)

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nos trataban de educar como filósofos y no sólo como “scholars” o como meros “profesores repetidores” llenos de erudición. Recuerdo la primera sesión en que el profesor puso una manzana delante de mí y me preguntó “¿qué es esto?”. Mi respuesta fue inmediata pero brotaba más de un preconcepto que de una habilidad desarrollada para la exploración filosófica estricta del ente que tenía delante de mí. Con la ayuda del profesor, pude poco a poco ir descubriendo las relaciones entre cantidad y cualidad, la diferencia entre “objeto” y “estado de cosa” y finalmente llenarme de maravilla al detectar la existencia necesaria e ininventable de verdades apriori de contenido no-formal. Este viaje intelectual supuso tomar en serio la experiencia, no censurarla en modo alguno e interrogarla con una capacidad meta-empírica: con la razón. Nunca olvidaré la inmensa paciencia que esto supuso por parte del profesor y el enorme efecto que tuvo en mí. Gracias a ello luego pude hacer investigación real en un sinnúmero de temas como los relativos al estatuto ontológico del embrión humano, al estatuto de la información genética, al problema mente-cuerpo en diálogo con las neurociencias contemporáneas y así. Estos temas, más allá de la pedantería académica que pueden implicar, son asuntos que inciden en la vida de las personas y que esclarecen las razones por la que lo débil y lo frágil merecen ser acogidos antes que suprimidos. Muchas gracias, Dr. Guerra, por su tiempo para contestar estas preguntas y por compartirlas con nuestros lectores. [Rodrigo Guerra López Actualmente es miembro del Círculo Latinoamericano de Fenomenología y del Centro

Personalista Edith Stein; miembro del Comité de Dirección del la Revista de filosofía “Open Insight” y del Comité científico de la Revista de filosofía “Quién”; miembro de la Asociación Iberoamericana de Personalismo; Asociado numerario de la Fundación Rafael Preciado Hernández A.C. y miembro de la Karol Wojtyla Foundation; miembro del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia; Director del Observatorio social de la Conferencia del Episcopado Mexicano; miembro del Equipo de Reflexión Teológica del CELAM; miembro de la Academia Pontificia Pro Vita y miembro del Consejo Pontificio Justicia y Paz. Ha sido nombrado por el papa Francisco consultor experto para el Sínodo extraordinario sobre la familia. Es Profesor-investigador de la División de filosofía del Centro de Investigación Social Avanzada (CISAV) y Presidente de su Consejo superior. Ha escrito numerosos artículos científicos en revistas nacionales y del extranjero, y varios libros relevantes –más de treinta- entre ellos Volver a la persona. El método filosófico de Karol Wojtyla (Caparrós, 2002)]

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Erich Fromm y la ausencia del yo

Germán Iván Martínez En El miedo a la libertad Erich Fromm puso como tesis central la idea de que el hombre moderno no ha ganado la libertad en un sentido positivo; es decir, en el de la realización de una individualidad vinculada con la expresión de su potencialidad intelectual, emocional y sensitiva. Advertía que vivimos en un medio enajenado y enajenante en el que prevalece una falsa conciencia que nos lleva a vivir despreocupados por una vida que se vuelve cada vez más impersonal y mecanizada.

En Erich Fromm y la naturaleza humana, Ramón Xirau escribe dos textos sobre este filósofo y psicoanalista nacido en Alemania y uno más en coautoría con él, que se publicó originalmente como estudio introductorio del texto The nature of man, aparecido en Nueva York en 1968 bajo el sello editorial Macmillan. En éste afirman que las ideas de “naturaleza humana” o “esencia del hombre” comenzaron a ser cuestionadas por la historia, la antropología y la biología pues suponían una naturaleza fija e inalterable del ser

humano. Estas ciencias, al tiempo que echaron por tierra tal supuesto, abrieron asimismo la posibilidad de una postura antagónica: la ausencia de una característica común a los hombres. Para salvar la dificultad, pensadores como Ortega y Gasset sostuvieron que “aunque el hombre no tiene esencia, sí tiene, en cambio, consistencia”. En este sentido, dice Xirau, la libertad pertenece a la esencia del hombre y es uno de sus atributos esenciales; otros son la razón, la capacidad de producción, la formación de organizaciones sociales y la capacidad de crear símbolos.

En este libro Xirau subraya un punto crucial en el pensamiento frommiano: “frecuentemente no queremos ser libres”; nuevos ídolos nos cosifican, enajenan y anulan nuestra libertad. Fromm la entiende “como forma de vida y de amor a la vida, más que como una teoría”. Xirau asegura que Fromm concibe al hombre como un ser contradictorio y conflictivo que no tiene una naturaleza fija sino una condición ambivalente: persigue una libertad que desea por ser hombre y rehúye por tener miedo. Afirma también que “la persona humana no fue nunca para Erich Fromm un ser abstracto y robotizado, sino un ser vivo, adolorido, pero también capaz de alegría y gozo, de amor intelectual”. En la obra de Fromm, dice Xirau, la libertad, el amor y la “experiencia x” (la experiencia místico religiosa) son centrales. Respecto a la primera, el autor enfatiza que no puede haber libertad de si no hay antes libertad para; esto es, que la elección entre alternativas reales y concretas es condición de todas las libertades (libertad de expresión, de asociación, de prensa, de

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conciencia, de cátedra, etc.). Por lo que toca al amor, baste decir que Fromm utilizó la palabra biofilia para referirse a un respeto y amor por la vida y lo vivo, frente a un impulso antitético de destrucción y muerte que también subyace en nosotros: la necrofilia. La “experiencia x” implica tomar la vida como problema existencial; también una jerarquía de valores y la experiencia de la trascendencia. Trascender significa “ir más allá de nuestro ensimismado ego, liberarnos de la prisión del egoísmo” y ser nosotros mismos con los demás. En este sentido, Xirau asegura que en Fromm fue esencial el descubrimiento de la existencia de un carácter social que invita a entender al hombre a partir de la dialéctica individuo-sociedad. Esto lo llevó a concebir la libertad como procesos de liberación histórica, autoconciencia y alternativismo. Hoy, frente a la dependencia, el temor, el individualismo y utilitarismo, las tiranías, la pérdida de identidad de nuestra personalidad y el “peligro de que el hombre pueda olvidar su calidad de hombre”, la libertad que tanto defendió Fromm no sólo es revelación de la dignidad humana sino posibilidad de realización auténtica de la persona. Quizá por ello Romano Biancoli, escribió en otro momento que el pensamiento frommiano es una invitación para volver a la filosofía de la práctica, es decir, a la ética. Volver a ella implicaría pensar la vida, justo ahora que el mundo nos orilla a vivir anestesiados, entumecidos moral y afectivamente. Así, frente a una vida donde se manifiesta la ausencia del yo como enajenación y automatización, la ética busca otra, deliberada y razonada que, en palabras de Fromm, privilegie el ser frente al tener. Nota bibliográfica:

Erich Fromm y la naturaleza humana. Ramón Xirau. Fondo de Cultura Económica, México, 2013. [Germán Iván Martínez es doctor en Enseñanza Superior por el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos –hoy Colegio de Morelos-, miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Ha publicado diversos artículos en revistas especializadas y de opinión. Actualmente es subdirector académico de la Escuela Normal de Tenancingo, estado de México]. Las redes sociales como parte de

la identidad actual

Nyx Diahann Sánchez Fierro

Se entiende como identidad social al reconocimiento que se da el ser humano de acuerdo a las situaciones contextuales en las que vive y a las condiciones que es capaz de adaptarse. Es necesario postular que de acuerdo a las sociedades de las que se rodean, los individuos buscan tener una imagen satisfactoria para sí mismo, sin embargo en muchas ocasiones el origen de la identidad se visualiza no como parte de elección consciente sino implícita (inconsciente) de los fenómenos sociales.

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Para comprender mejor el concepto es preciso abordar algunos temas relacionados, tales como: categorización y comparación social. El proceso de categorización hace referencia a la sistematización de roles que se asumen y al ambiente en donde se llevan a cabo. Permite dar una estructura lógica para entender y guiar las acciones que se realizan y así, entender el lugar que ocupa un individuo en la sociedad. Martínez (2004) refiere a Festinger (respecto a su teoría de los procesos de comparación social) hipotetizando que “en la medida en que los medios objetivos no sociales no están disponibles, la gente evalúa sus opiniones y habilidades por medio de la comparación respectiva con las opiniones y habilidades de otros”.

Un fenómeno que ocurre en la actualidad respecto a la identidad que asumen las personas, es que aquélla se materializa. En otros tiempos se concebía a la identidad social como el origen del (sujeto) humano, lo que formaba parte de su historia, el lugar de origen, gustos y preferencias, en otras palabras, el individuo era la consecuencia del aspecto social en el que se encontraba y no era elegido por él, abarcaba de manera sobresaliente cuestiones biológicas y estos hechos creaban la realidad psicológica del ser. Actualmente, las circunstancias han dado un giro y con ello las perspectivas sociales, ahora el ser humano es capaz de manipular el entorno social para atribuirse las condiciones necesarias y ser parte de uno o varios modelos sociales que se presentan, en lugar de que el individuo se adapte a la sociedad, es el momento en el cual adapta la sociedad a él y surgen nuevas categorizaciones y nuevos prototipos para compararse con otros.

Tomando en cuenta que estamos en la era digital y de lo que hace años hubiera parecido una “moda” esto se ha convertido en un estilo y modelo de vida y aunque ha tenido impactos económicos y sociales, la renovación que esta era tiene permite que haya adaptación a ella y el proceso de categorización se ha reflejado en un método para describir la identidad de las personas.

Previo a abordar lo que respecta a redes sociales, recapitularemos este fenómeno paso a paso; de manera inicial y alrededor de los años 70`s el acceso para que las personas tuvieran una computadora era complicado; debido al costo, a la utilidad de ésta y sobre todo a la falta de conocimiento para su uso; de esta manera y desde entonces, la idea que se tenía para tener una computadora era alejada de las posibilidades de la mayoría de las personas, se estereotipaba a quien las usaba como una persona adinerada, muy inteligente (generalmente investigadores o cualquier profesionista de esa índole), sabios y expertos para entender su funcionamiento, ante la situación ya descrita surge la idea de una movilidad social como parte del cambio que se requería para transformar y renovar a la sociedad en la que se vivía, ya que México empezaba un proceso de comparación con otros países y no debía ser obsoleto en el tema de la tecnología.

De acuerdo a la realidad social en la que nos encontrábamos y en torno al año 2000 un nuevo acontecimiento se suscita, este fue el uso de internet y a pesar de que ya tenía años de haberse dado a conocer, es en esta fecha (aproximadamente) cuando las personas acceden a la red; de este modo y como ocurre cada que hay una modificación, el reajuste

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de la perspectiva social se vuelve a estandarizar, pero en esta ocasión se suma a las características ya descritas anteriormente, la segmentación en la población, es decir, sobresalen algunas particularidades de los individuos, como el sexo, la edad, la posición social, la condición económica, entre otros factores; se vuelve un tema que predomina en los jóvenes de entre 15 y 20 años, el uso que se le da es de carácter académico mayormente; respecto a los adultos pone en duda su confiabilidad y debido a eso se refleja poco involucramiento; los niños no manifiestan tanto acercamiento (como en la actualidad) esto se debe a la limitación de los adultos por cualquier falla que se pudiera presentar, sin embargo se tiene presente que será el próximo modelo de vida para los niños de ese tiempo sin comprender el alcance que años más tarde se reflejaría.

El concepto de identidad social que hasta el momento sobresale en este texto, está relacionado con la necesidad de una imagen que distinga al individuo, pero que además sea algo positivo como parte de su crecimiento personal y en consecuencia proporciona un nuevo estereotipo de ideología y comportamiento relacionado con el logro y la conservación de lo adecuado.

Posteriormente, cerca del 2005 se empieza a hacer uso de redes sociales y es para 2010 cuando se potencializa su uso, nuevamente quienes se involucran en este medio son adolescentes y adultos jóvenes, y consecuente al ritmo de trabajo de los padres, se crean paginas o aplicaciones para niños, dándoles la oportunidad para manejar los dispositivos y así involúcralos en esta nueva era virtual; pocos son los adultos que

se involucran en el tema de las redes sociales debido a la desconfianza que sigue existiendo y entonces surge una duda: si estamos situados en un contexto en donde la tecnología es de gran importancia, ¿Qué ocurre con las personas que no hacen uso de estas bondades? ¿Son inadaptados sociales? O bien, ¿no tienen una identidad definida?

Actualmente, las redes sociales han tenido una alcance impactante en la vida de quien hace uso de ellas, pues es un medio que permite la expresión a través de distintos sentidos y en función a lo que se vive (lo real), de nuevo la categorización social surge y a los roles que se desempeñan se les califica a partir de un perfil, de fotos, de likes, de seguidores, de amigos, entre otros factores, determina cómo es una persona, la calidad de ella, su desempeño laboral, relaciones familiares, de pareja, estabilidad emocional, en fin, es un concepto que permite conocer la realidad social, pero es tan fácil su uso que también se ha abusado de este y existe la manipulación de estos medios, reflejando lo que conviene, estando en competencia, tratando de superar a los otros aunque sea a través de la apariencia, esto encasilla a los usuarios a una identidad falsa, irreal y dimensionada.

Y, por otra parte, favorece para identificarse con las personas que se tiene algo en común: gustos, sentimientos, problemas, aficiones, padecimientos, etcétera. Florece una comprensión de la dimensión social de la conducta, del comportamiento grupal, nacen nuevas perspectivas, modelos e ideales, y se manifiestan ciertos fenómenos grupales, tales como cohesión (con otras culturas), conformidad (de acuerdo a lo aceptado por el promedio), normas (acatadas o no), influencia grupal

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(respecto a lo que “debe” de ser), estereotipaje (limitación a lo que ya está establecido, y a la personalidad del individuo según lo que se ve), prejuicios (sin fundamento) y conflictos (basados en el anonimato y un contexto tangible convertido en un mundo virtual).

Dentro de los aspectos positivos cabe destacar la facilidad con la que las personas hablan de lo que sienten o de lo que viven, aunque no se puede dar credibilidad a todo lo que se ve a través de las redes sociales y un factor negativo que predomina sobre otros es que el individuo en función de buscar similitudes se despersonaliza y concentra su atención en una percepción estereotipada, es decir, demuestra un comportamiento basado en la imitación, se concentra la atención en la identidad social más que en la personal, surgen especulaciones y se asumen como realidades, se da credibilidad absoluta a los prototipos como atributo definitivo del contexto.

Las necesidades presentes requieren que haya una modificación apegada a lo sensato, que el hombre asuma a las redes sociales como un fenómeno social cambiante y no como algo totalitario, que de oportunidad a la construcción del ser humano y así se dé un uso adecuado y pertinente.

La memoria colectiva genera identidad y sentido de pertenencia, por esta situación es imprescindible que las personas concentren parte de su atención en lo que promueve la identidad personal como su historia, valores, educación, trascendencia, que se permita tener nuevas propuestas sobre la categorización y la comparación social se asuma como un proceso de crecimiento y no como modelo de competencia (sin saber si es bueno o no), que se

permita entender conductas y comportamientos dejando de lado lo medible, lo evidente.

Las redes sociales permiten la interacción entre las personas, pero no debe ser un factor que determine la identidad de un ser, un recurso valioso que facilita a las personas identificar su esencia es la autenticidad; y el uso de redes se ha convertido en copiar, pegar, compartir, y en una población mínima crear, cuando lo que se requiere es firmeza para conservar y defender sus intereses, no simplificar las ideas o sentimientos con gifs o emoticones. No es un fin de las redes limitar la capacidad de expresión, porque eso limitaría la condición del ser y la identidad no se centralizaría en lo propio.

Se requiere una modificación de pensamiento para que haya una transformación social y el impacto que surja refuerce la idea de identidad social como agente generador de cambio y no solo como un modelo a seguir. Bibliografía: Martínez, G. (2004). Categorización, identidad social y comparación social. “Cuestiones básicas en psicología social”. México: Universidad Autónoma de Tlaxcala. Mendoza, J. (2004). “El conocimiento de la memoria colectiva”. México: Universidad Autónoma de Tlaxcala. Scandroglio B. (2008). La teoría de la identidad social: una síntesis critica de sus fundamentos, evidencias y controversias. Psicothema 2008. Vol. 20, nº 1 pp. 80-89. España. www.inegi.org.mx>boletines>especiales [Nyx Diahann Sánchez Fierrro egresó de la Licenciatura en

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Psicología Social de la Universidad Autónoma de Tlaxcala en 2010, enfocándose a la investigación de la conducta homicida para la elaboración de su tesis profesional. De 2011 a la actualidad se ha ocupado en la labor docente, actualmente cumple esta función en Prepa UPAEP Plantel Huamantla y en el Centro de Estudio Superiores del Bosque, ambos ubicados en el estado de Tlaxcala, su perfil la ha llevado a impartir las asignaturas (en modalidad presencial) de Ética y Valores I y II, Ciencias de la Salud I y II, Psicología I y II, Orientación Educativa, Orientación Profesiográfica, Orientación Vocacional, Tutorías, Sexualidad, Sociología, Formación Cívica y Ética I y II, Asignatura Estatal, Antropología, Identidad y Sentido de Vida, Emprendimiento Social, Historia de las Ciencias sociales, Fundamentos neuropsicológicos de la educación, practicas docentes, técnicas motivacionales en la educación, Nueva tecnologías aplicadas a la educación, Desarrollo de habilidades docentes, Técnicas de elaboración de diagnósticos educativos; y, en modalidad semi presencial: desarrollo infantil y taller de diagnóstico psicopedagógico. Es responsable de la coordinación de emprendimiento social en prepa UPAEP, debido a esta trayectoria cursa la maestría en Pedagogía, y ha sido integrante en diplomados afines al área educativa, tales como: Formación docente en competencias, Competencias docentes en el nivel medio superior, competencias digitales, entre otros. Cuenta con 7 años de experiencia en el área terapéutica y ha brindado apoyo a distintos sectores de poblaciones rurales].

Educación, la huella que trasciende

María de la Fe Torres Parada ¿Será a caso la situación actual del país y del mundo el resultado de una educación carente o deficiente? Según la real academia de la lengua educar proviene del latín educaré que significa: Dirigir, encaminar, adoctrinar.

Mucho nos quejamos hoy en día de la complicada situación que se vive prácticamente a nivel mundial: violencia, pobreza, deshumanización radical, falta de interés por el otro, en muchos casos falta de interés por el futuro y obsesión por una vida sin limites en el presente… todo resultado de la educación, pero ¿recibida cuándo? ¿Impartida por quién?

Todos los seres humanos como parte de la sociedad convivimos desde nuestro nacimiento con un entorno en el que con palabras y/o hechos se nos va mostrando a cada momento un camino a seguir, sin embargo en muchos casos ese mundo que educa lo hace de forma inconciente, sin darse cuenta de que todo aquello que hace o dice va imprimiendo una marca en alguien a su alrededor.

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Lamentablemente esa falta de conciencia hace que en muchos casos se actúe sin una previa reflexión de la pedagogía trasmitida dando así lugar a una serie de palabras y acciones que lejos de ayudar a quien las aprende va encaminando al aprendiz a repetir una serie de errores que tarde o temprano tendrán una repercusión para él y para su entorno.

Quienes nos dedicamos a la formación académica muchas veces decimos que nosotros no somos los educadores de los alumnos, que la educación la adquieren en su familia y que nuestra responsabilidad se limita a la sola enseñanza de conocimientos meramente “escolares”, sin embargo, no es así.

La educación integral de una persona puede considerarse como un conjunto multidimencional de conocimientos que en esencia al reunirse deben dar como resultado una persona plena.

Como claramente lo dijo S.S. Juan Pablo II en una alocución dirigida a la UNESCO en el año de 1980: "La primera y especial tarea de la cultura en general, y también de toda cultura es la educación. La educación consiste, en efecto en que el hombre llegue a ser cada vez más hombre, que pueda 'ser' más y no sólo que pueda 'tener' más, y que, en consecuencia, a través de todo lo que 'tiene', todo lo que 'posee', sepa 'ser' más plenamente hombre".

La educación es sin duda un desafió que vale la pena afrontar y no es exclusivo para padres o docentes, se trata de un reto para todo ser humano

consciente de su llamado a trascender.

Para poder afrontar el reto es indispensable trabajar por la concientización de la sociedad para que en un primer paso sea capaz no solo de preguntarse sino también de responderse a sí misma hacia a dónde dirige su existencia y cuáles son los pasos a dar para lograrlo.

¿Por qué muchos integrantes de las generaciones jóvenes y no tan jóvenes no tienen una idea clara de que quieren hacer con su vida? ¿A qué se debe que en ese ir y venir de indecisiones la gente termina actuando justo como en algún momento de su vida había a dicho no hacerlo o incluso como nunca imaginó?

¿Y de quién es la responsabilidad de esta situación? Podemos decir cómodamente que de ellos por inexpertos, por irresponsables, por muchas cosas, pero no es así, la realidad es que la responsabilidad es en gran medida mía y también de usted, amable lector, usted y yo en su momento recibimos educación, en algunos casos de manera directa y formal, en otros de forma meramente casual o incluso mediatizada y ahora usted y yo somos quienes la impartimos y quienes tarde o temprano podremos experimentar las consecuencias de aquello que estamos compartiendo.

Gobiernos corruptos, ciudades violentas, ecosistemas destruidos, todo es resultado de una educación como también lo son ciudadanos solidarios, héroes anónimos que trabajan por la erradicación de la pobreza y personas honestas que siempre buscan cómo hacer el bien sin importar lo difícil que esto sea.

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El puntual y el impuntual

ambos recibieron educación aunque no siempre la mejor, el gobernante que hunde a una nación en pobreza e ignorancia y aquel que da la propia vida por sus conciudadanos también fueron educados y al mismo tiempo con su ejemplo educan a quienes atestiguan su paso por este mundo.

Ya lo dijo Jean Piaget: “El objetivo principal de la educación es crear personas capaces de hacer cosas nuevas, y no simplemente repetir lo que otras generaciones hicieron”

Recordemos entonces que enseñar puede ser opcional pero educar es un deber ineludible de dejar con profundidad en la vida del otro una huella que trasciende. En conclusión, hoy en día urgen hombres y mujeres que sean capaces de entender que su paso por el mundo conlleva un compromiso consigo mismo y con los demás. [María de la Fe Torres es docente universitaria egresada de la licenciatura en Ciencias y técnicas de la comunicación por la UNIVA y maestra en Gestión del talento humano por la Universidad Panamericana; imparte diversas materias en el área de comunicación y cuenta con experiencia en periodismo y comunicación organizacional y gubernamental. Crítica, directa, aficionada a la fotografía, es fiel creyente de que se puede hacer de México un mejor país y del mundo un mejor lugar para vivir]

Historia y literatura. La imagen del ser humano

Fidencio Aguilar Víquez

Introducción Aunque tuve algunas dudas sobre qué escribir cuando se me planteó que los temas serían filosofía, educación e historia –ya que me inclinaba naturalmente por el tema de la educación y el de la filosofía de la historia, pues durante años he impartido esos cursos en la universidad-, al pensar una nueva dimensión del enfoque sobre el tema subyacente a todos ellos –el ser humano, el hombre en su dimensión antropológica-, caí en la cuenta de que, finalmente, el sujeto humano se conoce, o se reconoce, en la historia, por un lado, y en lo que aspira a ser, o se imagina que podría llegar a ser, por el otro lado, y eso es lo que le proporciona la literatura, en especial las novelas.

En efecto, si lo vemos en primera persona, soy de facto lo que he sido, con todos y cada uno de sus detalles, eso se llama historia. Y sin duda la historia nos muestra lo que hemos sido como humanidad, como género humano, como continente o subcontinente –si pensamos en América latina-, o como país, por hablar territorialmente; pero también si hablamos en cuanto a épocas: somos hijos de la modernidad y de sus crisis, somos también gestores

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de y a veces víctimas de la posmodernidad, sobre todo de esa parte relativista y reducida a las dimensiones del lenguaje como una formulación del discurso relativo al poder (ya sea en su detentación o en su periferia). Lo que quiero decir –e insistir- es que la historia nos muestra lo que en realidad hemos sido, por tanto, también, lo que de hecho somos.

Sin embargo, no sólo somos lo que hemos sido sino que –en términos de Ortega- también somos lo que queremos ser, lo que buscamos ser; o –en términos de Vargas Llosa- lo que aspiramos a ser, lo que imaginamos ser o imaginamos pretender ser. Todos los días cuando nos levantamos, sin duda, lo primero que se nos viene a la mente es una imagen del día, de lo que suponemos que ocurrirá a lo largo de la jornada. En suma, nuestro ser parece desplegarse en esa doble dimensión: lo que hemos sido (pasado) y lo que queremos o imaginamos ser (futuro). Y la historia y la literatura, en tal sentido, se nos vuelven dos disciplinas que nos ayudan a nuestro propio conocimiento y, sin duda, muestran la gran utilidad en estos tiempos tan inciertos y tan inseguros. La historia y sus dimensiones Desde luego, no se trata de un curso universitario de filosofía de la historia, sino de un artículo de opinión que dé a conocer a los lectores de otras disciplinas –o de otros intereses- algo de las delicias del tema. La historia tiene dos dimensiones bajo las cuales cae y de donde recibe su nombre incluso. Por un lado, es todo lo que la humanidad ha hecho, ha realizado o ha llevado a cabo. Esa es la historia como realidad. El pasado mismo –aunque también el

pasar en sí mismo-. Claro, siempre quedará para la discusión filosófica si es todo pasar (cualquier pasar) o sólo un pasar especial, un pasar con cierto impacto de amplias dimensiones o con la suficiente dimensión para suscitar nuevos acontecimientos e impulsarlos (a esos acontecimientos), y desde luego, la pregunta sobre cuáles serían esos elementos o esas características que hacen de un acontecimiento no un mero hecho del pasado sino uno con densidad y dimensión histórica. En resumen: esa historia como realidad es en donde encontramos cualquier cosa que andemos buscando; si queremos saber cómo educar a los hijos, o los fundamentos de la educación, no basta sino acudir al pasado para ver cómo lo hacían, no sólo los antiguos mexicanos (que lo hacían con el maíz y con la tortilla para ir disciplinando a los niños y para ir conduciéndolos en la dinámica del esfuerzo y de lo arduo) sino de las antiguas civilizaciones, la egipcia, la mesopotámica, la persa, la india y la china, por ejemplo; o yéndonos más para acá, desde los griegos hasta los modernos: desde Sócrates, los sofistas (que también tenían cosas buenas y útiles) y Platón, hasta Rousseau y María Montessori.

Pero no sólo la educación, también las ideas –las religiosas, las filosóficas, las políticas, las científicas, las del mundo, del alma, de las facultades intelectuales, volitivas y físicas, en fin, toda la dimensión, filosófica, política, científica, etcétera. Igualmente la historia nos muestra cómo han sido los líderes religiosos y políticos. Maquiavelo por su parte confiaba mucho en la historia para resolver problemas y planteamientos políticos; ¿qué debería hacer un político si tuviera

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tal o cual problemas? Hay que buscar en la historia, diría, porque ya ha habido al menos un caso y ahí se verá cómo se han resuelto las cosas: veía sobre todo la utilidad práctica. Y desde luego, no estaba nada equivocado al respecto. Las mismas ciencias, en su aspecto estable y canónico –o reglamentario, por decirlo de algún modo-, tienen una serie de principios que se conocen mejor bajo la mirada de cómo nacieron y cómo se desarrollaron hasta que fueron establecidos en sus marcos téticos y detentando su carácter de axiomas, postulados o principios.

La otra dimensión de la historia es precisamente la que ya no alude a todo el pasado en su dimensión de realidad total, sino sólo el pasado que queda en la memoria, o mejor dicho, en esa disciplina especial que es la historia como conocimiento, la historia como ciencia, como medición de ese pasado y como, incluso, conciencia. Esa historia conocimiento –a diferencia de la historia realidad- nos da la pauta para identificar y ubicar a esa disciplina que sin más llamamos historia. La historia, desde esta perspectiva, no es el pasado como tal sino su conocimiento. El modo, el método y el resultado de ese conocimiento. Como la historia realidad, la historia conocimiento también es amplia, vasta y misteriosa: hay tantas historias como mentes haya que comprenden un pasado, que tienen acceso a él, pero con una especial peculiaridad: a diferencia de la historia como mero pasado, la historia conocimiento es capaz de volver a hacer presente ese pasado que ya no existe. Y ese es su peculiaridad: si lo pasado –precisamente porque ya ha dejado de existir- ha dejado de tener realidad, la historia conocimiento es capaz de rescatarlo de esa no-

existencia, y lo vuelve presente, no lo vuelve a hacer existente, desde luego (como la física hace existente un fenómeno de electricidad las veces que quiera), pero sí lo hace presente: no es que la revolución francesa, o la revolución mexicana, la historia las vuelva a generar y vuelvan a existir, no, pero sí las trae al presente de alguna manera (de forma virtual, diría Antonio Millán Puelles). Incluso de ahí proviene eso que denominamos conciencia histórica. Gracias a ésta, traemos presente el pasado. A nivel personal, cuando hacemos eso, entonces, si somos conscientes, adquirimos experiencia, o mejor dicho, en su dimensión epistemológica, eso se denominaría precisamente: experiencia. Experiencia existencial y no sólo perceptiva. A nivel social y generacional se trata de la conciencia histórica que es, en efecto, una suerte de experiencia como pueblo, como sociedad, como comunidad, como país. En cierto sentido la conciencia histórica es esa suerte de «espíritu» del que Hegel habló cuando se refería a una comunidad desde sus elementos precarios hasta la plena realización que para él se encontraba en el estado. Pero sin el cariz hegeliano, ese espíritu es lo que daría a un pueblo, o a una sociedad, e incluso a una generación, la experiencia como dinámica de interacción, no sólo «espíritu» sino también «cuerpo»: “El mundo ya es visible por tu cuerpo”, escribe Octavio Paz en Piedra de sol. Lo que quiero decir con todo esto, acerca de la conciencia histórica, es que un pueblo que la tiene se vuelve no sólo saludable, sino suficientemente maduro como para conocer su lugar en el concierto de los pueblos, capaz incluso de percibir los nuevos tiempos y, como quería Ortega –

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respecto a las generaciones-, estar a la «altura de los tiempos».

En Puebla, o en México, sobre todo en los últimos tiempos, pero también desde al año 2000 con la alternancia política y la transición a la democracia (en buena medida inacabada), no hemos sabido estar a la altura de los tiempos por esas regresiones al régimen autoritario, de cultura priísta cuando estaba ese régimen a todo vapor, que se reeditó y se expandió a otros partidos, incluyendo al azul –como ocurrió en el estado de Puebla. Todo ello con una clara ausencia de conciencia histórica; como toda regresión, si no muestra una inmadurez, sí una enfermedad, un estar excéntrico, un ser excéntrico (es decir: fuera de su propio centro). Y esa es la situación de México y de Puebla. En otras palabras: les hace falta estudiar más historia. La literatura y sus beneficios Pero también esa excentricidad podría ser menor si nuestras sociedades fueran más imaginativas. Es decir, si hubiera en Puebla y en México más imágenes que construir y no sólo la repetición de las mismas imágenes de siempre, como si todo fuera un mero proceso de asimilación hasta el fastidio, al grado tal que, precisamente por tal fastidio, literalmente, salir del centro y volverse excéntricos.

¿Por qué digo que nos falta imaginación? Porque no nos atrevemos a imaginar un futuro distinto, un futuro deseable, justamente el futuro que imaginamos, el futuro que queremos. Si queremos una democracia distinta –por sólo hablar de un ejemplo de política- no podemos ni debemos seguir los

mismos patrones de una democracia que siempre hemos actuado, donde se encuentran los mismos de siempre. Un ejemplo de ello, a mi modo de ver, es Manuel Bartlett. Junto con Salinas, era casi casi el demonio de la política cuando a partir de 1988 se dio ese gran fraude que se llamaba elecciones organizadas por la secretaría de gobernación y donde precisamente Bartlett era el titular. A él le debemos la caída del sistema y la operación de la filigrana de ese fraude. Ahora que Bartlett ha recibido la bendición del líder del Movimiento de Regeneración Nacional (cariñosamente llamado “Morena” por fans y simpatizantes) resulta que el aludir a tan nefastas fechas (1988) ahora es un acto de congruencia y de esclarecimiento histórico. ¡Qué descaro y qué falta de conciencia histórica! Ahora resulta que Bartlett es un demócrata (si nunca ha creído en ella ni la ha servido). Algunos más serenos, han señalado que no hay que ser dogmáticos ni juzgar a nadie por sus pequeños errores (todos somos pecadores, han dicho) y no hacen sino avalar esa suerte de poder divino que tiene el líder del mencionado partido para, con su sola voz, avalar a los más deleznables personajes del pasado para volverlos puros y confiables. De nueva cuenta se aprecia con toda claridad la falta de conciencia histórica. El otro ejemplo es, sin duda, Moreno Valle, formado, hecho y desarrollado en la cultura de la eficacia priísta y del viejo régimen: dinero y política, operación política y uso de las instituciones para fines políticos. Pero su discurso, en nada distinto a sus congéneres tricolores, pretende hablar de cambio, un cambio que ni por asomo conoce porque siempre ha vivido de lo mismo: de la política desde el viejo

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cuño. Kafka tenía razón: la maquinaria no tiene rostro.

La literatura, ha dicho bien Vargas Llosa, nos ayuda a imaginar, a soñar, a anhelar la justicia, la libertad, la verdad; precisamente porque no estamos de acuerdo con el mundo en que vivimos, con la situación que nos circunda. Vivimos momentos convulsos, momentos violentos, de estancamiento y de falta de horizonte; vivimos una especie de visión sin futuro. No tenemos futuro. Y precisamente aquí es donde esa capacidad de imaginar algo distinto brota desde el fondo de nuestro ser.

La idea de Vargas Llosa en varias de sus obras, quizá en La civilización del espectáculo y en La verdad de las mentiras, es de que en tiempos de crisis, y de grandes tragedias, la literatura nos sensibiliza para imaginar y querer un mejor mundo posible, nos abre el horizonte de la posibilidad: deseamos ese mundo posible. Ante tanta injusticia, ante tanta impunidad y cinismo, ante tanta sinvergüenzada, ante tanto caos y sin sentido, podemos elaborar una imagen distinta del mundo y de nosotros mismos en el futuro próximo, inmediato. Podemos imaginar un mundo menos corrupto, menos cínico, donde haya menos impunidad y donde, en efecto, los corruptos y los que se hayan enriquecido indebidamente, injustamente, mentirosamente, se vayan a la cárcel. Y donde el inocente sea reivindicado.

Y también en épocas de paz, de tranquilidad, de orden y estabilidad, la literatura nos ayuda para cuestionar los fundamentos mismos de esa tranquilidad y seguridad. Nos ayuda a imaginar

qué nos pasaría si fuese demolido y cayera ese orden establecido. A modo de conclusión Historia y literatura son dos modos de conocer lo humano, las situaciones humana, ya sea de manera real, objetiva y vivencialmente (como es el caso de la historia y de la conciencia histórica, como se ha dicho), o imaginando una mejor realidad, una mejor situación de horizonte abierto. El mundo se puede mejorar y si tenemos esta confianza, por supuesto, que podemos hacerlo. Es como confiar en los efectos de un poema: habla al corazón para que éste se conmueva. Y si confiamos en el corazón, por supuesto que con el lenguaje adecuado podrá moverse bajo los efectos y los impulsos de la palabra adecuada, que no es otra cosa que la literatura.

Espero que los amables lectores –y lectoras- hayan recorrido estos recovecos reflexivos sin esas brozas de las expresiones innecesarias. Lo que habría que desarrollar en otro momento y en otro espacio es que para conocer lo humano, ya sea a nivel personal o a nivel social, es pertinente plantear también esa imagen del camino. Porque la existencia es también camino. O bien, esa imagen del río que corre bajo su cauce buscando llegar al mar, finalmente. La historia y la literatura, también aquí, prestan un servicio importante al conocimiento de sí mismo. Y si somos conscientes de ello, caeremos en la cuenta de que vamos en medio del camino, que es necesario buscar, encontrar la meta y caminar hacia ella. Claro, puede ocurrir lo contrario: que no descubramos la meta, que nos convenzamos de que no hay meta y de que, además, sólo hay

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camino, y no uno, sino muchos. Pero yo no le encuentro sentido caminar sin una dirección, sin un significado, precisamente, sin sentido, caminar por caminar… La educación en el Porfiriato

Luisa Martínez Baxin Regresar al pasado es analizar las prácticas políticas, sociales, económicas y culturales que realizaron distintos actores para configurar el país. Me refiero a las ideas, documentos, reuniones, proyectos que se pusieron en tela de juicio para ordenar a la nación. En este sentido analizar la política educativa en el siglo XIX y principios del XX conlleva a detenernos a pensar quienes intervinieron en el proceso y principalmente cuál fue la finalidad. Sabemos que en esta etapa México pasaba por una de las peores crisis económicas debido a las constantes guerras extranjeras que dejó al país endeudado.

Con la restauración de la república se procuró ordenar las finanzas públicas y atender la educación, puesto que se consideró como herramienta necesaria para el progreso del país. Bien lo establece la ley de instrucción pública de 1867, una educación laica, gratuita y

obligatoria que se estableciera en cada rincón de la nación mexicana. El trabajo fue arduo para el gobierno de Juárez, la creación de escuelas, la organización de los libros de texto representó para el país un intento en medio de la quiebra económica. Sin embargo, sus intereses y objetivos se vieron interrumpidos a su muerte.

Juárez no pudo terminar su proyecto de uniformar la enseñanza en todo el país, en cambio es Porfirio Díaz quien se encarga de atender la educación, a través de leyes y reglamentos, así como la organización de los congresos de instrucción. Para Díaz el elemento de orden y progreso que necesitaba México para crecer en todos los aspectos estaba en la educación.

Es por ello que se retoma el ideal positivista para instruir a los ciudadanos mexicanos, prepararlos de forma intelectual, físico y estético. Trato de implantarse este método como obra esencial de la época ya que a lo largo del siglo XIX la educación en Europa fue vista como medio para la prosperidad, en la igualdad política, preparación de hombres instruidos en diversos oficios que pudieran participar en las sociedades industrializadas. Esto a raíz de la revolución francesa y de la revolución inglesa.(1)

No solo fueron los ideales positivistas sino también las nuevas prácticas y trabajos realizados por diversos pedagogos influyeron para que México adoptara los métodos para instruir a los ciudadanos. Las aportaciones de Pestalozzi y Federico Froebel fueron de relevancia para organizar la educación en México. Se habló de una pedagogía moderna que establecería las bases de una instrucción que cambiara mentalidades y actitudes.

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Para ello Porfirio Díaz estableció la necesidad de educar al país para que existiera esa estabilidad económica y social, puesto que el objetivo se centró en ordenar la conciencia del mexicano a través de ese ideal. El reconocimiento internacional otorgado al Porfiriato permitió que el país avanzará en el aspecto económico y pudiera construir el sistema educativo.

De tal manera que se llevaron a cabo cuatro congresos de instrucción, el primero fue en 1882 denominado Congreso Higiénico Pedagógico celebrado en la ciudad de México donde participaron médicos y maestros, aquí se discutieron las condiciones higiénicas que debían llevar las escuelas primarias, cómo debía ser el mobiliario, los libros de textos y útiles escolares para no afectar la salud de los educandos. Las escuelas debían tener una buena ubicación y espacios en condiciones salubres.(2)

La instrucción del alumno se enfocaría principalmente a la salud física más que a la intelectual y moral, es decir practicar ejercicios con la finalidad de desarrollar cada uno de los sentidos y cada una de las facultades. Durante esta etapa se dio prioridad atender las medidas higiénicas en las escuelas porque el contexto de la época lo requería además porque México no tenía una cultura de la limpieza.(3)

Del mismo modo en 1889 se llevó a cabo el primer Congreso de Instrucción Pública, aquí se reunieron representantes de los estados con el gobierno federal, con el objetivo de intercambiar ideas, opiniones y posturas para lograr la unidad nacional. Fue necesario que los estados uniformaran sus reglamentos escolares con la intención de llevar al país al progreso a través de la educación.(4)

Uno de los personajes principales en este congreso fue el papel de Enrique C. Rébsamen, se volvieron a retomar los puntos marcados por la ley de instrucción de 1888, una educación laica, obligatoria y gratuita, además de hacer mención de los materiales y métodos de enseñanza, la prioridad a la educación primaria, preparatoria y profesional.

Sin embargo, este congreso no fue suficiente para discutir sobre la uniformidad en la educación, fue necesario celebrar otro en 1889-1890. Aquí se pone atención en el laicismo, se postulaba respetar la libertad de conciencia y cultos. Asimismo, se hizo hincapié en la educación primaria que se recibiría de los seis a los doce años comprendiendo cuatro años escolares.(5)

El plan de estudios especificaba el tipo de materia a cursar, entre ellas se encuentra: Instrucción moral y cívica, lengua nacional, lecciones de cosas, aritmética, ciencias físicas y naturales, geografía, historia, dibujo, canto, gimnasia y labores manuales para niñas.(6) Del mismo modo se atendió la enseñanza preparatoria en la cual se adoptó el método científico excluyendo el elemento teológico o metafísico, y en la cuestión práctica estaban las escuelas de artes y oficios para adultos.(7)

Al terminar el segundo congreso de instrucción se acordó celebrar uno cada tres años, por lo que en 1910 se organizó el tercer congreso nacional de educación primaria. Quienes participaron presentaron datos e informes de las estadísticas de escuelas y alumnos, así como los planes de estudio (8).

Con ello mismo sabemos que durante el porfiriato se dio prioridad atender la educación como medio primordial para el

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progreso económico y material del país, sin embargo, los discursos se basaron siempre en procurar llevar la instrucción pública en cada espacio lejano, muy a pesar de la desigualdad que existía en el territorio mexicano.

Al ser México un país heterogéneo y desigual el proyecto de alfabetizar a la población y conseguir la unidad nacional representó un reto para el gobierno porfirista, puesto que en la práctica la realidad mostró otra cara de la moneda. La situación política, económica y social de la época impedía avanzar en el proceso educativo, además de enfrentarse y convencer a una sociedad que en su mayor parte era rural.

El ideal de convertir a México en un país moderno y democrático a través de la instrucción pública no fue suficiente. El discurso se basó en la creación de escuelas y poner en prácticas los novedosos métodos de enseñanza. Sin embargo, la pobreza, la miseria y el desconocimiento de los padres de familia acerca del proyecto emanado por el gobierno federal fueron obstáculos para avanzar en el ámbito educativo, ya que muchas familias no mandaban a sus hijos a las escuelas por la falta de recursos económicos, y porque el niño debía ayudar en los trabajos del campo.

A pesar del interés de la creación de las escuelas normales para la preparación de maestros, la educación femenina tuvo un gran desarrollo. En cambio, conforme avanzaba el régimen se presentaron dificultades para el magisterio que estaba en zonas de pobreza y no percibían un buen salario. Por el cual esto también fue una limitante para avanzar en la educación.

Es de mencionarse que el proyecto del Porfiriato alcanzó una

cobertura amplia debido a que es aquí donde surge el interés de poner en práctica los nuevos métodos pedagógicos, así como la creación de las escuelas y atención al profesorado. Las intenciones surgen en esta temporalidad, aunque no logran consolidarse establece la noción de educar a la población, son los posteriores gobiernos quienes retoman este proyecto de alfabetización, principalmente atender a las escuelas rurales, tan olvidadas por las primeras administraciones.

Notas bibliográficas: --1) Bazant, Mílada. La educación durante el Porfiriato, El colegio de México-Centro de estudios históricos, México, 1993, p. 19. --2) Ib., pp. 23-24. --3) Ib., p. 24. --4) Idem. --5) Ib., pp. 24-25. --6) Ib., pp. 25-26. --7) Ib., p. 27. --8) Ib., p. 29.

[Luisa Martíntez Baxin es historiadora y maestra de la Escuela Secundaria Técnica Industrial Número 97 ubicada en la Ciudad de Xalapa. Esto es lo que de ella misma dice: “Nací el 29 de septiembre de 1990 en San Andrés Tuxtla, Ver. A los 24 años de edad egresé de la facultad de historia de la Universidad Veracruzana y me titulé con el trabajo recepcional: Llevar la educación a ambientes adversos: La escuela cantonal ‘Landero y Cos’ de San Andrés Tuxtla, Veracruz. 1867-1910. Escogí principalmente ese tema y la temporalidad porque durante el Porfiriato a pesar de haber sido el objetivo la educación, en el caso de Veracruz no hay suficientes fuentes de las escuelas cantonales fundadas en esa etapa lo que motivó a interesarme en

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esta temática y hacer un aporte a la historia social de la educación. En el 2015 presenté el examen nacional para obtener una plaza en educación secundaria, tuve buenos resultados por lo que actualmente imparto la materia de historia universal e historia de México a grupos de segundo y tercer año de secundaria en la Ciudad de Xalapa”].

Archivos eclesiásticos de Puebla

Alejandro Serrano Núñez

Desde hace un par de años surgió en mí el interés por estudiar un grupo de oleos que se encuentran en una de las principales iglesias del centro de la ciudad de Puebla, tras una plática con el entonces prepósito de la congregación residente del templo me fue permitido el fotografiarlas para un examen más minucioso y para no molestar a los sacerdotes en sus aposentos con futuras visitas.

Avanzadas ya un poco más mis investigaciones y con diversas teorías planteadas sobre su procedencia y autoría de los lienzos procedí a pedir autorización al ahora nuevo rector de la congregación para consultar su archivo documental, esto para

indagar en sus textos sobre información y datos relevantes que me llevaran a abrir nuevas puertas de mi investigación. Planteado el tema al sacerdote, unos veinte o treinta años más joven que el anterior con el que se me había permitido el acceso, me dio la afirmativa de poder consultar, no sin antes avisarme cuándo pudiese ir y empezar con el trabajo –el acuerdo fue que él se comunicaría conmigo en los días siguientes –.

Mi entusiasmo era enorme y esperé la llamada de confirmación durante un par de días, que se convirtieron en un par de semanas, un tanto ansioso por la situación decidí escribirle un par de mensajes al sacerdote, este par de mensajes se convirtieron en una gran cantidad que fueron dejados en visto mas no contestados; mi ansiedad comenzó a tornarse en desesperación cuando las semanas se volvieron meses, decidí buscarle en la parroquia en donde se me dieron largas y negativas, el padre se me escondía.

No entendía yo el por qué de su repentina desaparición aunada a su total ignorancia de mis mensajes y visitas, ¿le habría molestado algo? ¿Dije o le sugerí algo le que ofendió? En realidad desde mi punto de vista había actuado con decoro y respeto hacia su persona e institución, es más había actuado con entusiasmo y ánimo para con una causa loable y noble, por mi parte seguí avanzado en mi investigación con consultas a otros archivos como el histórico municipal y otras bibliotecas de renombre de la ciudad, sin embargo tras varios meses mi línea de investigación estaba varada y con grandes huecos, había ya agotado las fuentes primarias a mi disposición y no tenía más que insistir para con el sacerdote escurridizo.

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Por fin y tras varios días de asecho logré un acercamiento con el joven sacerdote, literalmente lo sorprendí en el atrio de la iglesia un lunes –su día de descanso- haciendo labores de limpieza, le saludé y con un seño pequeño de molestia de su parte me escuchó, por fin me dio cita para el final de la semana y lograr algún tipo de acuerdo, el día llegó y yo con investigación en mano, con datos y nombres importantes bajo el brazo llegué a la cita, a la cual el padre no llegó, frustración de nuevo.

La frustración se convirtió en terquedad y por momentos en enojo, ¿por qué no quiere que consulte su archivo? ¿Qué secretos guardarán? Al final encausé mis esfuerzos en la burocracia eclesiástica y en las llamadas en nuestro país “palancas”, me avoqué a encontrar una veta por donde llegarle al padre y al final por la prima de una amiga como coloquialmente se dice tuvo llegada mi petición a un alto jerarca de la iglesia, un obispo para ser específicos, este que casualmente había surgido de la misma congregación a estudiar.

El obispo amablemente tras evaluar mi caso contestó escuetamente: “ya le comenté al prepósito y se contactará contigo”, simple y llanamente mi entusiasmo resurgió con estas pocas palabras. Como sabía por el contexto antes planteado el sacerdote no me buscaría, decidí escribirle de nuevo a espera de una respuesta, la respuesta llegó por fin casualmente de manera especialmente amable, espero que la intervención del alto jerarca no haya sido muy severa, o quizá fue simplemente una recomendación a la cual no pudo rehusarse, la cita sería al día siguiente.

Para denotar la seriedad de mí investigación decidí prepararle un pequeño texto integrando los principales puntos a tratar y los

principales objetivos de mi investigación, mi planteamiento ha sido el siguiente: Primero la importancia del archivo eclesiástico -del cual son depositarios- y sus contenidos, Vivas Moreno y Pérez Ortiz nos dicen que los archivos eclesiásticos son considerados como custodios del camino por el que la iglesia (principalmente la católica en el caso de nuestro país) a lo largo de los siglos y que deben de ser tenidos en cuenta como bienes culturales de singular magnitud, en ellos no solo se concentran los archivos parroquiales como los registros de bautizo que la mayoría de las personas piensa (cabe resaltar que son de invaluable importancia para aspectos como las investigaciones biográficas por citar un ejemplo) sino que se encuentran gran variedad de acervos que narran muchas de las tradiciones y costumbres centenarias de las diversas regiones, documentos que nos llevan a escuchar los cánticos centenarios de monjes en los fondos musicales o a la alegría y gozo de las fiestas de los santos con toda su pompa y magnificencia.

En los archivos podemos encontrar series documentales sobre las capellanías y obras pías, enterarnos de las herencias de acaudalados comerciantes cedidos al clero para su aprovechamiento y con esto quizá salvar su alma gracias a las misas y rezos recibidos a cambio, podremos encontrar también importantes documentos provenientes de Roma como bulas y breves, dando certeza jurídica eclesiástica de la instauración de alguna congregación o dando fe de que la reliquia de algún santo (quizá una parte de su cuerpo o quizá tan solo de su ropaje ) son verdaderamente provenientes del mismo, o quizá encontremos testamentos de

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aquellos miembros de la parroquia o de la congregación que han sucumbido y que en ellos delegan a sus compañeros sus bienes materiales que pueden ir desde enormes y magnificas obras de arte hasta la de la herencia de la cuchara con la que solía comer y que era su única pertenencia.

Son también fuente incalculable de documentos de valor financiero, en donde se llevaban cuenta de los diezmos y donaciones hacia la iglesia, y también del registro de las bodas que con las reformas decimonónicas emigrara hacia el registro civil junto con el registro de los nacimientos, en fin podría abundar más y más en la infinidad de documentos que se encuentran en los archivos de esta índole, sin embargo el meollo de este asunto es hacerle ver al sacerdote que aquel montón de papeles mal guardados en el rincón de una habitación húmeda no son más que la identidad de su congregación, son fuente de invaluable información que cimienta lo que hoy les da fuerza como institución, y también nos da gran cantidad de datos acerca de cómo vivíamos, de cómo disfrutábamos las fiestas, hasta de qué tipo de música escuchábamos y los platillos que comíamos hace un par de siglos.

Entendida ya la importancia del archivo quisiera motivar al sacerdote y a su comunidad de hermanos en la fe a que desempolven algunas ideas y circunstancias que quizá hagan que su actitud sea renuente a la consulta de su archivo, primero a que se abran a las nuevas generaciones de investigadores, a que brinden la oportunidad de conocer esos grandes acervos hacia aquellos interesados en la historia y a que se den cuenta que ese patrimonio pertenece a las personas que lo forjaron no solo a

algunos individuos que los resguardan.

Por otro lado que si el miedo es hacia la pérdida de estos documentos por robos o extravíos que desafortunadamente pueden ocurrir por pseudo historiadores o estudiosos que solo buscan trofeos o anécdotas que contar les recomendaría que de acercárseles personas interesadas en consultar sus archivos estas estén debidamente acreditadas, respaldada por instituciones serias y que presenten un proyecto bien estructurado y bien planteado, en donde el uso de tecnologías como la digitalización ayuden a la preservación de los documentos y con esto su manipulación sea mínima y el acceso de los mismos llegue a más personas.

Espero que con este planteamiento la congregación entera y el padre prepósito acepten por fin el darme el acceso a su archivo, espero que entiendan mi postura y que vean que la intención de este rebajó será en pro de la investigación de fuentes históricas no referenciadas con anterioridad y en pro de su comunidad eclesiástica en sí misma, que les dará nueva visiones de su historia y nuevas oportunidades de difusión.

La preservación y difusión de los contenidos de los archivos eclesiásticos de México y el mundo son de vital importancia para conocer un poco más de nuestra propia identidad, nos dan claves acerca de nuestras raíces y dan pauta para nuestro entendimiento como sociedad y como país. [Alejandro Serrano Núñez es licenciado en mercadotecnia por la Universidad Iberoamericana Golfo-Centro. Estudió restauración y conservación de arte y antigüedades, especialidad en obra de caballete y mobiliario con el maestro restaurador Dr. Ángel de

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Márquez, 2014 – 2016. Actualmente cursa la Maestría de Estudios Históricos por la UPAEP]. Las competencias como aporía de la educación. O de cómo el nuevo modelo educativo entroniza la meritocracia

Juan Calvillo El pasado 3 de julio se dio a conocer que el 99 por ciento de profesores, directivos y asesores técnico pedagógicos, de educación básica y media superior, de escuelas ubicadas en el estado, presentaron la evaluación del desempeño, lo que ubicó a Puebla como una de las entidades con mayor participación (e-consulta, 03-07-2017).

De forma bastante curiosa, el porcentaje de participación es el mismo que en 2015 se dio a conocer, por la Secretaría de educación pública en Puebla, de profesores que habían completado su registro para la evaluación obligatoria (Milenio, 13-11-2015) y de los que habían concluido el proceso de evaluación (noticiasaztecapuebla, 23-11-2015).

Si contrastamos este “comportamiento ejemplar”, orgullo de las autoridades educativas y políticas poblanas, con la lucha que en otras entidades llevan a cabo integrantes

del magisterio mexicano en contra de las contrarreformas educativas, de los abusos de la clase política mexicana, del manejo clientelar de los recursos destinados a la educación, que dieron origen, y no otra cosa, a los movimientos de protesta y lucha como los llevados a cabo por maestros de Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Morelia, Durango, Hidalgo, Yucatán y más recientemente Veracruz, como que el sentimiento de orgullo y de poblanidad se desvanece y desmiente el eslogan político, de que donde hay un poblano hay compromiso, pues si hasta su mismo impulsor lo cuestiona con su trayectoria (La jornada, 19-07-2016).

El compromiso se observó en la respuesta nacional, en contra de la mal llamada reforma educativa, por parte del sector docente nacional, público y privado, de todos los niveles educativos, que sólo puede ser equiparable al hartazgo ciudadano patentizado en contra del gasolinazo, lástima que sólo sean chispazos de un descontento ciudadano en contra de sus gobernantes y sus acciones.

El trasfondo real de la evaluación docente y el ataque a cualquier forma de disidencia magisterial es, como algunos medios han señalado, que la lucha pone en riesgo las contrarreformas estructurales impulsadas por Peña Nieto y toda la clase política nacional, de uno u otro color, tales como la energética, laboral, y la educativa. (Forbes México, 23-08-2013).

Es por ello que organismos empresariales han magnificado las pérdidas, las consecuencias del movimiento magisterial disidente y los riegos, así han denunciado las pérdidas por 150 millones de dólares por las protestas en Oaxaca y Chiapas, exigiendo al

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estado cumplir la ley (actualidad, 4-07-2016).

Toda esta situación pone en evidencia, y es lo que trato de argumentar desde un inicio, que el principal enemigo de la educación es el maestro, el funcionario educativo, las familias de alumnos y de profesores, así como de directivos, en suma, un conjunto de personas inmiscuidas en la educación, que viven de la educación, que se benefician de la educación, de personas que deberían de defender la educación, pública principalmente, pero que no lo hacen, sino que se han convertido en sus principales enemigos.

Parafraseando a Félix Samaniego, quienes viven de la educación y luchan contra ella son como las aves, que heridas por la flecha orientada con plumas se quejan diciendo: “oh, crueles humanos, con nuestras propias alas, que la naturaleza nos dio para defensa, forjan nuestra desdicha”, así podría quejarse la educación mexicana.

Esto comprueba la tesis de Adorno y Horkheimer: la aporía de la ilustración tiene que ver con la autodestrucción de la ilustración, la crítica se vuelve tan radical que mina su propia existencia, aunque aquí es lo opuesto, la ignorancia, que se ha vuelto fundamento de la ciencia la socava hasta su autodestrucción, pero todos se sienten sabios.

Nuestra actualidad es la que señala Lomnitz, el sometimiento abyecto del docente y del investigador al burócrata lo que afecta la capacidad de atraer mentes de primer calibre. La publicación de libros y artículos intrascendentes es lo de hoy, todo regido por la lógica de ganar “puntos” y “estímulos” que serán debidamente anotados y compensados. Al profesor se le trata rutinariamente como si fuese

un mentiroso, y se le obliga a probar la verdad de cada cosa que pone en su currículum. Y así el currículum mismo se convierte en fetiche de nuestra academia.

Lo anterior deja en evidencia la necesidad de un nuevo tipo de gestión educativa pues en el actual existen incoherencias, de carácter político y administrativo. Bibliografía: Adorno, Theodor y Horkheimer, Max. 1998. Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos Madrid. Trotta. Samaniego, Félix María. El pájaro herido de una flecha Lomnitz, Claudio. 2016. Curriculismo mágico. (http://www.jornada.unam.mx/2016/05/ 12/opinion/015a2pol) Milenio, 13 de noviembre de 2015. http://www.milenio.com/estados/Registrados-docentes-Puebla-evaluacion-obligatoria_0_627537398.html Forbes México, 23-08-2013. https://www.forbes.com.mx/protesta-de-maestros-pone-en-riesgo-reformas-estructurales/. actualidad, 4-07-2016, https://actualidad.rt.com/actualidad/212201-protestas-maestros-oaxaca-chiapas http://www.m.e-consulta.com/nota/2017-07-03/educacion/acude-99-de-maestros-evaluacion-en-puebla https://noticiasaztecapuebla.mx/index.php/puebla-capital/en-puebla-asiste-el-99-por-ciento-de-maestros-a-evaluacion-de-desempeno/. Puebla, Pue. Noviembre 23, 2015 / http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/07/19/docentes-dan-paso-libre-a-viajeros-en-casetas-de-michoacan.

Punto de vista, Año I, número 11, julio de 2017

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