Pulgarcito · 2020-05-12 · En el momento en que el leñador y la leñadora llegaron a su casa, el...

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Pulgarcito ____________________________ Charles Perrault

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Pulgarcito

____________________________ Charles Perrault

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Érase una vez un leñador y una leñadora queteníansietehijos,todosellosvarones.Elmayortenía diez años y el menor, sólo siete. Puedeser sorprendente que el leñador haya tenidotantoshijosentanpocotiempo;peroesqueasuesposa le cundía la tareapues loshacíadedosendos. Eranmuypobres y sus sietehijoseran una pesada carga ya que ninguno podíaaúnganarse lavida.Sufríanademásporqueelmenoreramuydelicadoynohablabapalabraalguna, interpretando como estupidez lo queeraunrasgodelabondaddesualma.Eramuypequeñitoycuandollegóalmundonoeramásgordo que el pulgar, por lo cual lo llamaronPulgarcito.

Este pobre niño era en la casa el que pagabalosplatos rotos y siempre leechaban la culpadetodo.Sinembargo,eraelmásfinoyelmásagudodesushermanosy,sihablabapoco,encambioescuchabamucho.

Sobrevino un año muy difícil, y fue tanta lahambruna, que esta pobre pareja resolviódeshacerse de sus hijos. Una noche, estandolosniñosacostados,elleñador,sentadoconsumujerjuntoalfuegoledijo:

—Tú ves que ya no podemos alimentar anuestros hijos; ya no me resigno a verlosmorirse de hambre ante mis ojos, y estoyresuelto a dejarlos perderse mañana en elbosque, lo que será bastante fácil puesmientras estén entretenidos haciendo atadosdeastillas,sólotendremosquehuirsinquenosvean.

—¡Ay!–exclamólaleñadora–,¿seríascapazdedejartumismoperderseatushijos?

Pormuchoquesumaridolehicieraversugranpobreza, ella no podía permitirlo; era pobre,peroera sumadre.Sinembargo,alpensarenel dolor que sería para ella verlosmorirse dehambre,consistióyfueaacostarsellorando.

Pulgarcito oyó todo lo que dijeron pues,habiendo escuchado desde su cama quehablabandeasuntosserios,sehabíalevantadomuydespacioysedeslizódebajodel taburetedesupadreparaoírlossinservisto.Volvióalacama y no durmió más, pensando en lo queteníaquehacer.

Se levantó demadrugada y fue hasta la orilladeunriachuelodondesellenólosbolsilloscon

guijarrosblancos,yenseguidaregresóacasa.Partierontodos,yPulgarcitonodijonadaasushermanosdeloquesabía.Fueronaunbosquemuy tupido donde, a diez pasos de distancia,noseveíanunosaotros.El leñadorsepusoacortar leña y sus niños a recoger astillas parahacer atados. El padre y la madre, viéndolospreocupadosdesutrabajo,sealejarondeellossinhacersenotaryluegoecharonacorrerporunpequeñosenderodesviado.

Cuandolosniñossevieronsolos,sepusieronabramaryalloraramares.Pulgarcitolosdejabagritar,sabiendomuybienpordóndevolveríanacasa;puesalcaminarhabíadejadocaera lolargo del camino los guijarros blancos quellevabaenlosbolsillos.Entonceslesdijo:

—No teman, hermanos;mi padre ymimadrenosdejaronaquí,peroyolosllevarédevueltaacasa,notienenmásqueseguirme.

Losiguieronyélloscondujoasumoradaporelmismo camino que habían hecho hacia elbosque.Alprincipionoseatrevieronaentrar,pero sepusieron todos junto a la puertaparaescucharloquehablabansupadreysumadre.

Enelmomentoenqueelleñadorylaleñadorallegaronasucasa,elseñordelaaldealesenviódiez escudos que les estaba debiendo desdehacía tiempo y cuyo reembolso ellos ya noesperaban.Esto lesdevolvió lavidayaquelosinfelices se morían de hambre. El leñadormandó en el acto a su mujer a la carnicería.Como hacía tiempo que no comían, comprótres vecesmás carne de la que se necesitabapara la cena de dos personas. Cuandoestuvieronsaciados,laleñadoradijo:

—¡Ay! ¿qué será de nuestros pobres hijos?Buenacomidatendríancon loquenosqueda.Pero también, Guillermo, fuiste tú el quequisiste perderlos. Bien decía yo que nosarrepentiríamos.¿Quéestaránhaciendoenesebosque?¡Ay!:¡Diosmío,quizásloslobosyaseloshancomido!Ereshartoinhumanodehaberperdidoasíatushijos.

Elleñadorseimpacientóalfin,puesellarepitiómásdeveintevecesquesearrepentiríanyqueella bien lo había dicho. Él la amenazó conpegarlesinosecallaba.Noeraqueel leñadorno estuviesehastamás afligidoque sumujer,sinoqueella lemachacaba la cabeza,y sentía

lomismoquemuchos comoél que gustandelas mujeres que dicen bien, pero queconsideraninoportunasalasquesiemprebienlo decían. La leñadora estaba deshecha enlágrimas.

—¡Ay! ¿dónde están ahora mis hijos, mispobres hijos? –Una vez lo dijo tan fuerte quelosniños,agolpadosalapuerta,laoyeronysepusieronagritartodosjuntos:

—¡Aquíestamos,aquíestamos!

Ellacorriódeprisaaabrirleslapuertaylesdijoabrazándolos:

—¡Qué contentaestoyde volver a verlos,misqueridos niños! Están bien cansados y tienenhambre; y tú, Pierrot, mira cómo estás deembarrado,venparalimpiarte.

Este Pierrot era su hijo mayor al que amabamás que a todos los demás, porque era unpocopelirrojo,yellaeraunpococolorina.

Se sentaron a la mesa y comieron con unapetito que deleitó al padre y la madre;contaban el susto que habían tenido en elbosqueyhablabantodoscasialmismotiempo.Estas buenas gentes estaban felices de ver

nuevamente a sus hijos junto a ellos, y estaalegría duró tanto como duraron los diezescudos. Cuando se gastó todo el dinero,recayeron en su preocupación anterior ynuevamente decidieron perderlos; pero paranofracasar, los llevaríanmuchomás lejosquelaprimeravez.

No pudieron hablar de esto tan en secretocomo para no ser oídos por Pulgarcito, quiendecidió arreglárselas igual que en la ocasiónanterior; pero aunque se levantó demadrugada para ir a recoger los guijarros, nopudohacerlopuesencontró lapuerta cerradacondoblellave.Nosabíaquehacer;cuandolaleñadora,lesdioacadaunounpedazodepancomo desayuno; pensó entonces que podríausar supanenvezde losguijarros,dejándolocaer a migajas a lo largo del camino querecorrerían;loguardo,pues,enelbolsillo.

El padre y la madre los llevaron al lugar másoscuro y tupidodel bosque y tomaronporunsenderoapartadoydejaronalosniños.

Pulgarcito no se afligió mucho porque creíaquepodríaencontrarfácilmenteelcaminopormedio de su pan que había diseminado por

todaspartesdondehabíapasado;peroquedómuysorprendidocuandonopudoencontrarniunasolamiga;habíanvenidolospájarosyselohabíancomidotodo.

Helos ahí, entonces, de lomás afligidos, puesmientrasmáscaminabanmásseextraviabanyse hundían en el bosque. Vino la noche, yempezó a soplar un fuerte viento que lesproducía un susto terrible. Por todos ladoscreían oír los aullidos de lobos que seacercaban a ellos para comérselos. Casi no seatrevían a hablar ni a darse vuelta. Empezó acaer una lluvia tupida que los caló hasta loshuesos; resbalaban a cada paso y caían en elbarro de donde se levantaban cubiertos delodo,sinsaberquéhacerconsusmanos.

Pulgarcitotrepóalacimadeunárbolparaversidescubríaalgo;girandolacabezadeunladoa otro, divisó una lucecita comodeun candil,peroqueestabalejosmásalládelbosque.Bajódel árbol; y cuando llegó al suelo, ya no vionada más; esto lo desesperó. Sin embargo,despuésdecaminarunratoconsushermanoshaciadondehabíavistolaluz,volvióadivisarlaalsalirdelbosque.

Llegaronalacasadondeestabaelcandilnosinpasarmuchossustos,puesdetantoentantolaperdían de vista, lo que ocurría cada vez queatravesaban un bajo. Golpearon a la puerta yuna buenamujer les abrió. Les preguntó quéquerían; Pulgarcito le dijo que eran unospobres niños que se habían extraviado en elbosque y pedían albergue por caridad. Lamujer,viéndolosa todos tan lindos, sepusoallorarylesdijo:

—¡Ay!mispobresniños,¿dóndehanvenidoacaer?¿Sabenustedesqueestaeslacasadeunogroquesecomealosniños?

—¡Ay, señora! –respondió Pulgarcito quetemblaba entero igual que sus hermanos–,¿quépodemoshacer?loslobosdelbosquenoscomerán con toda seguridad esta noche siustednoquiere cobijarnosen su casa. Siendoasí, preferimos que sea el señor quien noscoma; quizás se compadecerá de nosotros, siustedseloruega.

La mujer del ogro, que creyó poderesconderlos de su marido hasta la mañanasiguiente, los dejó entrar y los llevó acalentarse a la orilla de un buen fuego, pues

habíauncorderoenteroasándosealpaloparalacenadelogro.

Cuando empezaban a entrar en calor, oyerontresocuatrofuertesgolpesenlapuerta:eraelogro que regresaba. En el acto la mujer hizoquelosniñosseocultarandebajodelacamayfueaabrirlapuerta.Elogropreguntóprimerosi lacenaestaba lista,sihabíansacadovino,yen seguida se sentó a la mesa. El corderoestabaaúnsangrando,peroporesomismo loencontró mejor. Olfateaba a derecha eizquierda,diciendoqueolíaacarnefresca.

—Tienequeser–ledijosumujer–,eseterneroqueacabodeprepararloquesentís.

—Huelo carne fresca –otra vez te lo digo–,repuso el ogro mirando de reojo a su mujer,aquíhayalgoquenocomprendo.

Aldecirestaspalabras,selevantódelamesayfuederechoalacama.

—¡Ah –dijo él–, así me quieres engañar,malditamujer!¡Noséporquénotecomoatitambién! Suerte para ti que eres una bestiavieja. Esta caza me viene muy a tiempo para

festejar a tres ogros amigos que deben venirenestosdías.

Sacóalosniñosdedebajodelacama,unotrasotro. Los pobres se arrodillaron pidiéndolemisericordia;peroestabananteelmáscrueldelos ogros quien, lejos de sentir piedad, losdevorabayaconlosojosydecíaasumujerquese convertirían en sabrosos bocados cuandoellaleshicieraunabuenasalsa.Fueacogerunenorme cuchillo y mientras se acercaba a losinfelices niños, lo afilaba en una piedra quellevabaenlamanoizquierda.Yahabíacogidoaunodeelloscuandosumujerledijo:

—¿Qué queréis hacer a esta hora? ¿Notendréistiempomañanaporlamañana?

—Cállate –repuso el ogro–, así estarán mástiernos.

—Pero todavía tenéis tanta carne –replicó lamujer–; hay un ternero, dos corderos y lamitaddeunpuerco

—Tienesrazón–dijoelogro–;dalesunabuenacena para que no adelgacen, y llévalos aacostarse.

La buena mujer se puso contentísima, y lestrajounabuena comida, peroellosnopodíantragar,depurosusto.Encuantoalogro,siguióbebiendo,encantadode teneralgo tanbuenopara festejar a sus amigos. Bebió unos docetragosmásquedecostumbre,queselefueronun poco a la cabeza, obligándolo a ir aacostarse.

El ogro tenía siete hijas muy chicas todavía.Estas pequeñas ogresas tenían todas un lindocoloridopues sealimentabande carne fresca,como su padre; pero tenían ojitos grisesmuyredondos, nariz ganchuda y boca grande conunos afilados dientes muy separados uno deotro. Aún no eran malvadas del todo, peroprometían bastante, pues ya mordían a losniñosparachuparleslasangre.

Las habían acostado temprano, y estaban lassiete en una gran cama, cada una con unacoronadeoroenlacabeza.Enelmismocuartohabía otra cama del mismo tamaño; ahí lamujer del ogro puso a dormir a los sietemuchachos,despuésdelocualsefueaacostaralladodesumarido.

Pulgarcito; que había observado que las hijasdelogrollevabancoronasdeoroenlacabezaytemiendo que el ogro se arrepintiera de nohaberlos degollado esa misma noche, selevantó en mitad de la noche y tomando losgorros de sus hermanos y el suyo, fuedespacito a colocarlos en las cabezas de lasniñas,despuésdehaberlesquitadosuscoronasde oro, las que puso sobre la cabeza de sushermanosyenlasuyaafindequeelogrolostomase por sus hijas, y a sus hijas por losmuchachosquequeríadegollar.

La cosa resultó tal comohabía pensado; pueselogro,habiéndosedespertadoamedianoche,se arrepintió de haber dejado para el díasiguiente lo que pudo hacer la víspera. Salió,pues, bruscamente de la cama, y cogiendo suenormecuchillo:

—Vamos a ver –dijo–, cómo están estoschiquillos;nolodejemosparaotravez.

Subió entonces al cuarto de sus hijas y seacercó a la cama donde estaban losmuchachos; todos dormían menos Pulgarcitoquetuvomuchomiedocuandosintió lamanodelogroqueletanteabalacabeza,comohabía

hechoconsushermanos.Elogro,quesintiólascoronasdeoro:

—Verdaderamente –dijo–, ¡buen trabajohabría hecho! Veo que anoche bebídemasiado.

Fue en seguida a la camade las niñas donde,tocandolosgorrosdelosmuchachos:

—¡Ah!, exclamó, ¡aquí están nuestrosmozuelos!,trabajemosconcoraje.

Diciendoestaspalabras,degolló sin trepidarasussietehijas.Muysatisfechodespuésdeestaexpedición,volvióaacostarsejuntoasumujer.

ApenasPulgarcitooyó los ronquidosdel ogro,despertó a sus hermanos y les dijo que sevistieran rápido y lo siguieran. Bajaron muydespacio al jardín y saltaron por encima delmuro. Corrieron durante toda la noche,tiritando siempre y sin saber a dónde sedirigían.

Elogro,aldespertar,dijoasumujer:

—Anda arriba a preparar a esos chiquillos deayer.

Muy sorprendida quedó la ogresa ante labondad de su marido sin sospechar de quémanera entendía él que los preparara; ycreyendo que le ordenaba vestirlos, subió ycuálnoseriasuasombroalverasussietehijasdegolladas y nadando en sangre. Empezó pordesmayarse (que es lo primero que discurrencasi todas las mujeres en circunstanciasparecidas). El ogro, temiendo que la mujertardarademasiado tiempoen realizar la tareaque le había encomendado, subió paraayudarla.Suasombrono fuemenorqueeldesumujercuandovioestehorribleespectáculo.

—¡Ay! ¿qué hice? –exclamó–. ¡Me la pagaránestosdesgraciados,yenelacto!

Echóuntazóndeaguaenlanarizdesumujeryhaciéndolavolverensí:

—Dame pronto mis botas de siete leguas, ledijo,parairaagarrarlos.

Se puso en campaña, y después de haberrecorrido lejos de uno a otro lado, tomófinalmente el camino por donde iban lospobresmuchachosqueyaestabana sólocienpasosdelacasadesuspadres.Vieronalogroir

de cerro en cerro, y atravesar ríos con tantafacilidad como si se tratara de arroyuelos.Pulgarcito,quedescubrióunarocahuecacercadedondeestaban,hizoentrarasushermanosy se metió él también, sin perder de vista loquehaciaelogro.

Este, que estaba agotado de tanto caminarinútilmente(pueslasbotasdesieteleguassonharto cansadoras), quiso reposar y porcasualidad fuea sentarse sobre la rocadondesehabíanescondido losmuchachos.Comonopodía más de fatiga, se durmió después dereposar un rato, y se puso a roncar en formatanespantosaquelosniñosseasustaronigualque cuando sostenía el enorme cuchillo paracortarleselpescuezo.

Pulgarcitosintiómenosmiedo,y lesdijoasushermanos que huyeran de prisa a la casamientraselogrodormíaprofundamenteyqueno se preocuparan por él. Le obedecieron ypartieronraudosacasa.

Pulgarcito, acercándose al ogro le sacósuavemente las botas y se las pusorápidamente.Lasbotaseranbastanteanchasygrandes; pero como eran mágicas, tenían el

don de adaptarse al tamaño de quien lascalzara,demodoqueseajustaronasuspiesya sus piernas como si hubiesen sido hechas asu medida. Partió derecho a casa del ogrodondeencontróasumujerquellorabajuntoasushijasdegolladas.

—Sumarido–ledijoPulgarcito–,estáengravepeligro; ha sido capturado por una banda deladronesquehanjuradomatarlosiélnolesdatodosuoroysudinero.Enelmomentoenqueloteníanconelpuñalalcuello,medivisóymepidióquevinieraaadvertirledelestadoenqueseencuentra,yadecirlequemedétodoloquetenga disponible en la casa sin guardar nada,porque de otro modo lo matarán sinmisericordia. Como el asunto apremia, quisoquemepusierasusbotasdesiete leguasparacumplir con su encargo, también para queustednocreaqueestoymintiendo.

Labuenamujer,asustadísima,ledioenelactotodoloquetenía:puesesteogronodejabadeserbuenmarido,auncuandosecomieraa losniños.Pulgarcito,entonces,cargadocontodaslas riquezas del ogro, volvió a la casa de supadredondefuerecibidoconlamayoralegría.

Haymuchaspersonasquenoestándeacuerdoconestaúltimacircunstancia, y sostienenquePulgarcito jamás cometió ese robo; que, porcierto,notuvoningúnescrúpuloenquitarlelasbotas de siete leguas al ogro porque éste lasusaba solamente para perseguir a los niños.Estas personas aseguran saberlo de buenafuente, hasta dicen que por haber estadocomiendo y bebiendo en casa del leñador.Aseguran que cuando Pulgarcito se calzó lasbotas del ogro, partió a la corte, donde sabíaque estaban preocupados por un ejército quesehallabaadoscientasleguas,yporeléxitodeunabatallaquesehabía librado.Cuentanquefueaveralreyyledijoquesilodeseaba,élletraeríanoticiasdelejércitoesamismatarde.Elreyleprometióunagruesacantidaddedinerosicumplíaconestecometido.

Pulgarcitotrajolasnoticiasesamismatarde,yhabiéndose dado a conocer por este primerencargo,ganótodoloquequiso;pueselreylepagaba generosamente por transmitir susórdenes al ejército; además, una cantidad dedamas le daban lo que él pidiera por traerlesnoticias de sus amantes, lo que le

proporcionaba sus mayores ganancias. Habíaalgunasmujeresqueleencargabancartasparasus maridos, pero le pagaban tan mal yrepresentabatanpocacosa,quenisedignabatomarencuentaloqueganabaporeselado.

Después de hacer durante algún tiempo eloficiode correo, ydehaberamasadograndesbienes, regresó donde su padre, donde laalegría de volver a verlo es imposible dedescribir. Estableció a su familia con lasmayores comodidades. Compró cargos reciéncreadosparasupadreysushermanosyasífuecolocándolos a todos, formando a la vez conhabilidadsupropiacorte.

FIN

MORALEJA

Nadieselamentadeunalargadescendenciacuandotodosloshijostienenbuenapresencia,sonhermososybiendesarrollados;massialgunoresultaenclenqueosilenciosodeélseburlan,loengañanysevedespreciado.

Aveces,sinembargo,seráestemocosoelquealafamiliahadecolmardeagrados.

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