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pulgarcito cuento infantil

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Pulgarcito

Erase una vez un leador y una leadora que tenan siete hijos, todos varones.El mayor slo tena diez aos y el menor, alcanzaba los siete. Puede parecer extrao que el leador tuviera tantos hijos en tan poco espacio de tiempo; pero es que su esposa trabajaba a destajo y los traa a pares.Eran muy pobres y sus siete hijos constituan una carga muy pesada, pues ninguno de ellos poda an ganarse la vida.Sufran todava ms porque el ms pequeo era muy delicado y no pronunciaba una sola palabra, interpretando como imbecilidad lo que era un rasgo de la bondad de su espritu. Era muy pequeito, y cuando lleg al mundo no era ms grande que el pulgar,lo que hizo que lo llamaran Pulgarcito.Este pobre nio era el sufrelotodo de la casa, y siempre le echaban la culpa de todo. Sin embargo,era el ms listo y el ms perspicaz de todos sus hermanos y, si hablaba poco, en cambio escuchaba mucho.* * *Vino un ao de "vacas flacas", y la hambruna fue tan grande,que estas pobres gentes decidieron deshacerse de sus hijos. Una noche, mientras que los nios estaban acostados, el leador, sentado con su mujer junto al fuego, le dijo con el corazn transido de dolor:-Ests viendo que ya no podemos alimentar a nuestros hijos; no soportara verlos morir de hambre ante mis ojos,y estoy decidido a abandonarlos maana en el bosque, lo que ser muy fcil, pues mientras ellos se entretienen haciendo haces con las astillas, nosotros huiremos sin que nos vean.-Ah! -exclam la leadora- seras capaz de abandonar a tus hijos?Por ms que su marido le hiciera ver muy claramente su gran pobreza, ella no poda permitirlo; era pobre, pero era su madre. Sin embargo,despus de considerar el gran dolor que le supondra verlos morir de hambre, consinti y fue a acostarse llorando.Pulgarcito escuch todo lo que dijeron, pues, habiendo odo desde su cama que hablaban de asuntos importantes, se haba levantado con mucho cuidado y se desliz debajo del taburete de su padre para escucharlos sin ser visto. Despus,volvi a la cama y no durmi ms en toda la noche, pensando en lo que tena que hacer.Se levant de madrugada y fue hasta la orilla de un riachuelo donde se llen los bolsillos con guijarros blancos, y en seguida regres a casa. Partieron todos, y Pulgarcito no dijo a sus hermanos nada de todo lo que saba.Fueron a un bosque muy tupido donde, a diez pasos de distancia, no se vean unos a otros. El leador se puso a cortar lea y sus hijos a recoger ramitas para hacer haces. El padre y la madre, vindolos ocupados en su trabajo,se alejaron de ellos con sumo cuidado y, luego, echaron a correr por un sendero apartado.Cuando los nios se vieron solos,se pusieron a gritar y a llorar con todas sus fuerzas. Pulgarcito los dejaba gritar, sabiendo muy bien por dnde regresaran a la casa; pues, mientras andaban,haba dejado caer a lo largo del camino los guijarros blancos que llevaba en los bolsillos. Entonces les dijo:-No temis, hermanos; mi padre y mi madre nos dejaron aqu,pero yo os llevar de vuelta a casa, no tenis ms que seguirme.Lo siguieron y l los condujo hasta su casa por el mismo camino que haban hecho hacia el bosque. Al principio no se atrevieron a entrar, sino que se pusieron todos junto a la puerta para escuchar lo que hablaban su padre y su madre.* * *En el momento en que el leador y la leadora llegaron a su casa,el seor del pueblo les envi diez escudos que les deba desde haca tiempo y que ellos ya no esperaban. Esto les devolvi la vida ya que los infelices se moran de hambre. El leador mand en el acto a su mujer a la carnicera. Como haca mucho tiempo que no coman, compr tres veces ms carne de la que necesitaban para la cena de dos personas. Cuando estuvieron saciados, la leadora dijo:-Qu lstima! Dnde estarn ahora nuestros pobres hijos? Tendran una buena comida con lo que nos queda. Pero tambin, Guillermo,eres t quien has querido abandonarlos. Bien deca yo que nos arrepentiramos. Qu estarn haciendo ahora en ese bosque? Qu lstima, Dios mo!: Quizs los lobos ya se los han comido! Eres inhumano al haber abandonado as a tus hijos.El leador se impacient al fin, pues ella repiti ms de veinte veces que se arrepentiran y que ella bien lo haba dicho. l la amenaz con pegarle si no se callaba.No es que el leador no estuviese igual de afligido que su mujer, sino que ella le machacaba la cabeza,y senta lo mismo que muchos otros hombres, a quienes les gustan las mujeres que dicen bien las cosas, pero que consideran inoportunas a las que repiten una y otra vez la misma cantinela.La leadora estaba deshecha en lgrimas.-Ay! Dnde estarnn ahora mis hijos, mis pobres hijos?Lo dijo una vez tan fuerte, que los nios, que estaban en la puerta, la oyeron y se pusieron a gritar todos juntos:-Aqu estamos, aqu estamos!Ella corri de prisa a abrirles la puerta y les dijo abrazndolos:-Qu contenta estoy de volver a veros, mis queridos nios! Estaris muy cansados y tendris hambre; y t, Pedrito, cmo ests de embarrado! Ven que te limpie!Pedrito era el hijo mayor, a quien ms quera, porque era un poco pelirrojo, muy parecido a ella.Se sentaron a la mesa y comieron con un apetito que agrad mucho al padre y a la madre; contaron el miedo que haban pasado en el bosque,hablando casi siempre todos a la vez.Estas buenas gentes estaban felices de ver nuevamente a sus hijos junto a ellos, y esta alegra dur tanto como duraron los diez escudos. Cuando se acab el dinero,volvieron a caer en la misma preocupacin, y nuevamente decidieron abandonarlos; pero para no fracasar, los llevaran mucho ms lejos que la primera vez.No pudieron hablar de esto tan en secreto como para no ser escuchados por Pulgarcito, quien decidi arreglrselas igual que en la ocasin anterior; pero, aunque se levant de madrugada para ir a recoger los guijarros, no pudo conseguirlo pues encontr la puerta cerrada con doble vuelta de llave.No saba qu hacer; cuando la leadora les dio a cada uno un pedazo de pan para el desayuno,pens que podra usar su pan en vez de los guijarros, dejndolo caer las migajas a lo largo del camino por donde pasaran; lo guard, pues, en el bolsillo.El padre y la madre los llevaron al lugar ms oscuro y tupido del bosque y, en cuanto llegaron, huyeron por un sendero apartado y abandonaron a los nios.Pulgarcito no se preocup mucho, porque crea que podra encontrar fcilmente el camino, gracias al pan que haba ido dejando caer por todas partes por donde haba pasado; pero qued muy sorprendido cuando no pudo encontrar ni una sola migaja; haban venido los pjaros y se lo haban comido todo. Helos ah, entonces, muy asustados,pues cuanto ms caminaban ms se perdan y se internaban en el bosque.Vino la noche, y empez a soplar un fuerte viento que les produca un susto terrible. Por todos lados crean or los aullidos de lobos que se acercaban a ellos para comrselos.Casi no se atrevan a hablar ni a volver la cabeza hacia atrs. Empez a caer una fuerte lluvia que los cal hasta los huesos; resbalaban a cada paso y caan en el barro de donde se levantaban cubiertos de lodo, sin saber qu hacer con sus manos.Pulgarcito trep a lo alto de un rbol para ver si descubra algo; girando la cabeza de un lado a otro,divis una lucecita como de un candil, pero que estaba muy lejos, ms all del bosque. Baj del rbol y, cuando lleg al suelo, ya no vio nada; esto lo desesper. Sin embargo,despus de caminar un rato con sus hermanos hacia donde haba visto la luz, volvi a divisarla al salir del bosque.Llegaron, por fin, a la casa donde estaba la luz, no sin pasar mucho miedo,pues de cuando en cuando la perdan de vista, lo que ocurra cada vez que atravesaban un declive del terreno. Llamaron a la puerta y una mujer les abri. Les pregunt qu queran; Pulgarcito le dijo que eran unos pobres nios que se haban extraviado en el bosque y le pedan por caridad que les dejara pasar all la noche. La mujer, vindolos a todos tan guapos, se puso a llorar y les dijo:-Vaya por Dios! Hijos mos, adnde habis venido a parar! Sabis que esta es la casa de un ogro que se come a los nios?-Ay, seora! -le respondi Pulgarcito, que temblaba como un azogado, lo mismo que sus hermanos-. Qu podemos hacer? Los lobos del bosque nos comern con toda seguridad esta noche si usted no quiere cobijarnos en su casa. Y siendo as, preferimos que sea el seor quien nos coma; quizs tenga compasin de nosotros, si usted se lo pide.La mujer del ogro,que crey poder esconderlos de su marido hasta la maana siguiente, los dej entrar y los llev a calentarse junto a un buen fuego, pues estaba asndose un cordero entero para la cena del ogro. Cuando empezaban a entrar en calor, oyeron tres o cuatro fuertes golpes en la puerta: era el ogro que regresaba.En el acto la mujer los escondi debajo de la cama y fue a abrir la puerta. Lo primero que pregunt el ogro fue si la cena estaba lista y si haba sacado el vino, y en seguida se sent a la mesa. El cordero estaba an sangrando, pero por eso mismo lo encontr mejor.Olfateaba a derecha e izquierda, diciendo que ola a carne fresca.-Ser -le dijo su mujer-ese ternero que acabo de preparar.-Huelo a carne fresca, otra vez te lo digo -repuso el ogro mirando de reojo a su mujer- aqu hay algo que no comprendo.Al decir estas palabras, se levant de la mesa y fue derecho a la cama.-Ah, maldita mujer! -dijo l-. Cmo queras engaarme! No s por qu no te como a ti tambin! Suerte para ti que eres una vieja bestia.Esta caza me viene como anillo al dedo para invitar a tres ogros amigos mios que vendrn a verme estos das.Sac a los nios de debajo de la cama, uno tras otro. Los pobres nios se arrodillaron pidindole perdn; pero estaban ante el ms cruel de los ogros quien, lejos de sentir piedad,los devoraba ya con los ojos y deca a su mujer que se convertiran en sabrosos bocados cuando hiciera una buena salsa con ellos. Fue a coger un enorme cuchillo y, mientras se acercaba a los infelices nios, lo afilaba en una piedra que llevaba en la mano izquierda.Ya haba cogido a uno de ellos cuando su mujer le dijo:-Qu queris hacer a esta hora? No tendris tiempo maana por la maana?-Cllate -repuso el ogro-; as estarn ms tiernos.-Pero si todava tenis mucha carne -prosigui la mujer-; hay un ternero,dos corderos y la mitad de un cerdo.-Tienes razn -dijo el ogro-; dales una buena cena para que no adelgacen, y llvalos a acostarse.La buena mujer se puso contentsima, y les trajo una buena comida, pero ellos no podan comer, de tanto miedo como tenan. En cuanto al ogro, sigui bebiendo,encantado de tener algo tan bueno para agasajar a sus amigos. Bebi una docena de tragos ms que de costumbre, lo que le produjo un poco de dolor de cabeza, y lo oblig a acostarse.* * *El ogro tena siete hijas, muy pequeas todava.Estas pequeas ogresas tenan todas un bonito color de cara, pues coman carne fresca, como su padre; pero tenan ojillos grises y redondos, la nariz ganchuda y una boca muy grande con puntiagudos dientes muy separados unos de otros.An no eran malvadas del todo, pero prometan bastante, pues ya mordan a los nios pequeos para chuparles la sangre.Las haban acostado temprano,y estaban las siete en una cama grande, con una corona de oro en la cabeza cada una.En el mismo cuarto haba otra cama del mismo tamao; all acost la mujer del ogro a los siete chicos, despus de lo cual ella se fue a la cama al lado de su marido.Pulgarcito,que haba observado que las hijas del ogro llevaban coronas de oro en la cabeza y, temiendo que el ogro se arrepintiera de no haberlos degollado esa misma noche, se levant en mitad de la noche y cogiendo los gorros de sus hermanos y el suyo, fue muy despacito a colocarlos en las cabezas de las siete hijas del ogro, despus de haberles quitado sus coronas de oro, que puso sobre las cabezas de sus hermanos y en la suya a fin de que el ogro los tomase por sus hijas,y a sus hijas por los nios que quera degollar.La cosa result tal como haba pensado; pues el ogro, habindose despertado a medianoche, se arrepinti de haber dejado para el da siguiente lo que pudo hacer la vspera. Salt , pues, bruscamente de la cama, y cogiendo su enorme cuchillo:-Vamos a ver -dijo- cmo se portan estos pequeajos; no lo pensemos dos veces.Subi a tientas a la habitacin de sus hijas y se acerc a la cama donde estaban los muchachos; todos dorman menos Pulgarcito,que tuvo mucho miedo cuando sinti la mano del ogro que le tocaba la cabeza, como haba hecho con sus hermanos. El ogro, que sinti las coronas de oro:-Vaya, hombre -dijo-, buena la iba a hacer! Veo que anoche beb ms de la cuenta.Se dirigi despus a la cama de sus hijas y, habiendo tocado los gorros de los chicos:-Ah! -exclam- aqu estn nuestros mozuelos! Pues, venga, manos a la obra!Y, diciendo esto,degoll sin vacilar a sus siete hijas. Luego, muy satisfecho de esta expedicin, volvi a acostarse junto a su mujer.Apenas Pulgarcito oy los ronquidos del ogro, despert a sus hermanos y les dijo que se vistieran rpido y lo siguieran. Bajaron muy despacio al jardn y saltaron por encima de la tapia. Corrieron durante toda la noche, siempre temblando y sin saber a dnde se dirigan.El ogro, al despertar, dijo a su mujer:-Anda arriba a preparar a esos pequeajos de ayer.Muy sorprendida qued la ogresa de la bondad de su marido, sin sospechar de qu manera entenda l que los preparara; y,creyendo que le ordenaba vestirlos, subi y cul no sera su asombro al ver a sus siete hijas degolladas y nadando en su propia sangre. Empez por desmayarse (que es lo primero que hacen casi todas las mujeres en circunstancias parecidas). El ogro, temiendo que su mujer tardara demasiado en hacer la tarea que le haba encomendado, subi para ayudarla.Su asombro no fue menor que el de su mujer cuando vio este horrible espectculo.-Ay! qu hice? -exclam-. Me la pagarn estos desgraciados, y ahora mismo!-Ech un jarro de agua en las narices de su mujer, hacindola volver en s:-Dame pronto mis botas de siete leguas -le dijo- para ir a atraparlos.Emprendi la marcha y,despus de haber recorrido largos trayectos en todas direcciones, tom finalmente el camino por donde iban los pobres nios, que ya estaban slo a cien pasos de la casa de sus padres. Vieron al ogro,que iba de montaa en montaa, y que cruzaba ros con la misma facilidad con que hubiera cruzado el ms pequeo riachuelo. Pulgarcito, que descubri una roca hueca cerca del lugar donde estaban, hizo que sus hermanos se escondieran all y se escondi l tambin,sin perder de vista lo que haca el ogro.El ogro, que estaba agotado de tanto caminar intilmente (pues las botas de siete leguas fatigan demasiado), quiso descansar y, por casualidad,fue a sentarse sobre la roca donde se haban escondido los nios. Como ya no poda ms de cansancio, se durmi despus de descansar un rato, y se puso a roncar de forma tan espantosa que los pobres nios se asustaron igual que cuando sostena el enorme cuchillo para cortarles el pescuezo.Pulgarcito sinti menos miedo,y les dijo a sus hermanos que huyeran a toda prisa a casa, mientras el ogro dorma profundamente, y que no se preocuparan por l. Le obedecieron y llegaron en seguida a su casa.Pulgarcito, acercndose al ogro,le sac suavemente las botas y se las puso al instante. Las botas eran bastante anchas y grandes; pero como eran mgicas, tenan el don de agrandarse y empequeecerse segn la pierna del que las calzaba, de manera que se ajustaban a sus pies y a sus piernas como si las hubieran hecho para l. Parti recto a casa del ogro, donde encontr a su mujer.que lloraba junto a sus hijas degolladas.-Su marido -le dijo Pulgarcito- est en grave peligro; ha sido capturado por una banda de ladrones que han jurado matarlo si no les da todo el oro y la plata que tenga.En el momento en que lo tenan con el pual al cuello, me vio y me pidi que viniera a avisarle del estado en que se encuentra, y a decirle que me d todo lo que tenga de valor en la casa sin ocultar nada, porque de otro modo lo matarn sin misericordia. Como el asunto apremia,quiso que me pusiera sus botas de siete leguas, como puede ver, para ir ms deprisa, y tambin para que usted no creyera que estaba mintiendo.La buena mujer, muy asustada, le dio en el acto todo lo que tena; pues este ogro no dejaba de ser un buen marido,aun cuando se comiera a los nios pequeos. Pulgarcito, cargado con todas las riquezas del ogro, volvi a la casa de su padre donde fue recibido con la mayor alegra.* * *Hay muchas personas que no estn de acuerdo con esta ltima circunstancia, y sostienen que Pulgarcito jams cometi ese robo; que, a decir verdad,no tuvo ningn escrpulo en quitarle las botas de siete leguas al ogro porque ste las usaba solamente para perseguir a los nios.Estas personas aseguran saberlo de buena tinta, y hasta dicen que por haber estado comiendo y bebiendo en casa del leador. Aseguran que cuando Pulgarcito se calz las botas del ogro, se fue a la corte,donde saba que estaban preocupados por un ejrcito que se hallaba a doscientas leguas de all, y por el resultado de una batalla que se haba librado. Cuentan que fue a ver al rey y le dijo que si lo deseaba, l le traera noticias del ejrcito antes de acabar el da.El rey le prometi una gran cantidad de dinero si lo consegua.Pulgarcito trajo las noticias esa misma tarde y, habindose dado a conocer por aquel primer encargo, gan todo lo que quiso; pues el rey le pagaba generosamente por transmitir sus rdenes al ejrcito; adems,numerosas damas le daban lo que l pidiera por traerles noticias de sus amantes, lo que le proporcionaba sus mayores ganancias. Haba algunas mujeres que le encargaban cartas para sus maridos, pero le pagaban tan mal y representaba tan poca cosa, que ni se dignaba tener en cuenta lo que ganaba por ese lado.Despus de ejercer durante algn tiempo el oficio de correo, y de haber amasado una gran fortuna, volvi a casa de su padre, donde la alegra de volver a verlo es imposible de describir. Acomod a su familia.Compr cargos de nueva creacin para su padre y para sus hermanos y as fue colocndolos a todos, al mismo tiempo que se creaba un excelente posicin en la Corte.

Pulgarcito

Erase una vez... un leador y una leadora muy pobres que tenan siete hijos, el ms pequeo de los cuales, discreto e inteligente, cuando naci no era ms grande que el dedo pulgar, por lo cual le llamaron Pulgarcito. Como los mseros padres no podan darles de comer, decidieron abandonarlos en medio del bosque para no verlos morirse de hambre. Pero Pulgarcito, que haba odo su propsito, llen sus bolsillos de piedrecitas blancas, y las fue arrojando por donde iban pasando. Cuando sus hermanos se vieron solos y perdidos en el bosque, se echaron a llorar, pero Pulgarcito los tranquiliz y los gui de regreso a casa siguiendo el trazo de las piedras. Cuando llegaron, sus padres los abrazaron llenos de contento, porque acababan de recibir algo de dinero que les permitira sobrevivir durante un tiempo. Pero no tardaron en volver a encontrarse en la misma situacin desesperada, sin ms horizonte que ver a sus hijos morirse de hambre, y de nuevo quisieron abandonarlos en el bosque. En esta ocasin, Pulgarcito no pudo recoger piedras, as que arroj miguitas de pan, pero los pjaros se las comieron y l y sus hermanos se quedaron verdaderamente perdidos y muertos de miedo. Llegaron a una casa donde la mujer de un terrible ogro que se coma a los nios se compadeci de ellos, les dio de comer y los escondi. Pero el ogro los descubri y decidi que seran el manjar de un banquete que iba a dar al da siguiente, sin atender al llanto ni a las splicas de los pobres nios. Finalmente la mujer, que era buena, consigui que su marido no los matara hasta la maana.En una gran cama dorman las siete hijas del ogro, cada una con una corona de oro en la cabeza. No eran todava tan malas como el padre, pero ya cometan maldades. En la misma habitacin haba otra gran cama, en la que acostaron a Pulgarcito y sus seis hermanos. Pulgarcito cogi las coronas de oro y las puso en la cabeza de sus hermanos y en la suya propia, mientras que sus gorritos fueron a la cabeza de las ogresas. Por la noche el ogro entr en la habitacin con un gran cuchillo para matar a los nios, pero toc los gorros, se confundi y fue a sus hijas a quienes degoll. Inmediatamente, los nios huyeron a toda velocidad. Cuando el ogro se dio cuenta del engao, le pidi a su mujer las botas de siete leguas para perseguir a los pequeos, a los que casi dio alcance cuando ya slo estaban a cien pasos de la casa de sus padres. Al verlo, se escondieron debajo de una roca, sobre la cual se ech a dormir el enorme ogro. Durante su pesado sueo, Pulgarcito mand a sus hermanos que corrieran hasta la casa y se escondieran. Mientras tanto, l se calz las botas mgicas y regres a la casa del ogro. Le dijo a su mujer que su marido corra un grave peligro en manos de unos bandidos y que le mandaba a l para recoger toda sus riquezas y poder as rescatarle. Con la fortuna del malvado ogro, Pulgarcito volvi a casa de sus padres, donde fue recibido con gran alegra, porque por siempre jams podran alimentar a sus hijos. Y fueron todos felices.Se cuenta tambin que Pulgarcito no se qued con la riquezas del ogro sino slo con las botas mgicas que ste utilizaba para perseguir a nios inocentes, y se puso al servicio del Rey, para servir de correo. Desempe este noble oficio durante un tiempo, hasta que volvi a su casa rico y con cargos y prebendas para su familia. Y fueron todos felices.Personajes:PulgarcitoLeadorMama de pulgarcitoHermanosTiempo:TardeMaanaLugar:Casa de pulgarcitoEl campo