psiquiatria latinoamericana

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    Convocados una vez ms por e l l lamadofraterno de la APAL, los psiquiatras latinoamericanostanto los avecindados en el continente como losperegr inos de la dispora , los miembros de laa merica nera anda nte des crita por ese mexica no

    insigne, Alfonso Reyes nos entregamos en estosdas a las tareas de actualizacin, examen, crtica ydilogo que eventos como ste plantean y estimulan.El tema oficial del Congreso se erige en trasfondoneces ario, en mensaje concreto de una misin aunm s tra sc ende nte: la de de finir o trata r de d efiniruna vez ms, quines somos , qu somos en tanto quecultores de una disciplina llamada psiquiatra, en unrecodo geogrf ico l lamado Amrica Lat ina . Laspreguntas son a ejas , tal vez no tan antiguas como elQuo Vadis?del Nuevo Testa mento q ue persua di a

    S an P edro a regresa r a Ro ma y enfrentar el des enlac ed e s u p r o p i a h i s t o r i a , p e r o t a n v l i d a s , t a n

    decisivamente cruciales como la encrucijada existencialque aquel pasaje bblico descorre.

    No ha y poc a e n la historia d e la huma nida dque no haya sido considerada tormentosa, incierta,difcil y peligros a por q uienes vivieron en ella , po r loscronista s q ue registraron sus a vata res y por los scholarsque dc ad as o siglos m s ta rde s e dieron a la tarea

    de ana lizarla. Las ca rac terstica s, los personajes y elentorno han sido o s on diferentes en cad a eta pa, perolos ingredientes d e a ngustia, duda , amb ivalencia o

    aun la convicc in de una gravedad nunca antesexperimentada son, curiosamente, casi idnticos. Lofueron en la era d e las epopeya s homrica s, la deb a cledel Imperio Roma no, las Cruzada s llenas del fervorreligioso que condujo a jornadas sangrientas, lasdisputas feudales, las colonizaciones ultramarinas, lasguerras civiles o aqullas en busca de una liberacina veces purame nte retrica , las ideo log a s y o rtodo xiasdisfraza das de d emagog ia y revestidas de crueldad ,los co nflictos regionales sirviendo s lo a interes es

    de potencias y superpotencias , la g uerra fra o, loque es lo mismo, paz armada que culmin con laca da de un muro, s mbolo de ma neras esencialmentediferentes de ve r y vivir el mundo .

    Y cules son los nubarrones, las tormentasy las angustias de es ta poca que nos ha tocad o vivirsin haberla nosotros escogido?. Las respuestas sonob vias . Una guerra en el Medio Oriente, iniciada a base

    PSIQUIATRA LATINOAMERICANA:QUO VADIS?*

    RENATO D . ALARC N**

    Uruguay e s pa lab ra de p jaro, o idioma del agua ,

    es slaba de una cascada, es tormento de cristalera,

    Uruguay es la voz de las frutas e n la primavera fraga nte,es un beso fluvial de los b osq ues y la m sc ara azul del Atlntico.

    Uruguay es la ropa tendida en e l oro d e un da de viento,

    es e l pan en la mesa de Amrica , la pureza de l pan en la mesa .

    (Pablo Neruda, Artigas, Verso VII)

    *Co nferencia Mag istral en la S esin Inaug ural del XXIII Co ngreso

    Latinoamericano de Psiquiatra, Punta del Este, Uruguay, Noviembre

    18, 2004.

    ** P rofesor de P siquiatra, Mayo C linic Colleg e of Med icine; Directo r

    Mdico, Mayo P syc hiatry and P syc hology Treatment C enter; Editor,

    Revista Latinoamerica na de Ps iquiatra.

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    de me ntiras y c onducida a hora en nombre de libertady demo crac ia po r un gob ierno al que no le importa eljuicio de la comunidad internacional. Un terrorismodog mtico y sa nguinario q ue usa el nombre de Diospa ra d eca pitar a inocentes. Y por si algunos pudieran

    opinar que Irak o Afganistn son tierras lejanas ye s c e n a r i o s e x t i c o s c u y o d r a m a n o i n f l u y enecesariamente en la vida de nuestra regin y suspoblado res, ha blemos entonces d e flag elos propioscomo pobreza rampante, violencia domstica, poltica,represiva o terrorista en ca si todos nuestros pases ,inequidades sociales y culturales, desnutricin einfecciones, SIDA y servicios mdicos escasos einaccesibles. Hablemos de la globalizacin y susdescontentos. Hablemos de la pobre salud pblica,de la negligida salud mental en nuestro continente, decmo todas aq uellas realida des afectan la estab ilida democional de individuos, familias y grupos en nuestra

    Amrica . Ta l, nues tra c risis, ta l el de sa fo a q uinessomos y qu somos en el aqu y ahora de nuestraexistenc ia co mo disciplina profesional.

    La globalizacin y sus polmicasHay una realida d del mundo c ontemporneo, q ue nopode mos ignorar. S u nombre es simple, suena ca siinofensivo, ha sta travieso. Se llama globaliza cin.P roba blemente no se ha d ad o en mucho tiempo unapalabra q ue se preste, como sta , a tantas definicionese interpretaciones, a tantas imprecisiones y a tanvoluminosos deb ates . Tampo co se ha visto en muchotiempo una palabra q ue genere tanta s y ta n encontrad as

    pasiones, tanta retrica militante, tanta invocacin avec es envuelta en prd ica ca si religios a . Ta l vez s in elngulo sangriento de la centenaria frase Libertad,cuntos crmenes s e co meten en tu nombre!, bienp u e d e d e c i r s e h o y G l o b a l i z a c i n , c u n t a sambigedades se proclaman en tu nombre!. Comotoda creacin humana, el significado y el impacto dela g lob aliza cin depe nde del crista l con q ue se mire .y de q uien tenga el crista l en la mano. P ara muchoseconomistas y polticos (en particular, los del llamadomund o des a rrolla do ), globa liza cin entraa eldes pliegue d e inmensa s opo rtunida des de c recimientoeconmico y posibilidades de mejor ingreso individual,familiar o a nivel de naciones y regiones del mundo(1,2). P ara los espe cialista s en c omunica cin soc ial od e m a s a s , g l o b a l i z a c i n e q u i v a l e a a c c e s o ydiseminacin de informacin precisos, inmediatos yobjetivos. (3). La aldea global es la metfora favoritade esto s persona jes (4).

    P ero hay o tros q ue ven a la g loba liza cin comoslo un poco menos q ue el mayor y ms sofisticadocontrabando de ideas que ha vivido la humanidad alo largo de toda su historia. Mejores ingresos s, dicenellos , pero para los pa ses rico s e industrializa do s o,

    peor aun, para sus corporac iones , consorc ios yconglomerados. Ms trabajo s , pero con salariosinferiores y sin mayo res beneficios a mediano o largoplazo . Ms ac ceso a la comunica cin s, pero pa ra ladifusin d e es tilos de vida y s ubcultura s aliena ntespor lo homogenizadoras y mediocr izantes . Msinformacin s , pero informacin manipulada ydisfraz ad a, de stinada a exa cerbar un credo consumista ,los mayores ingresos d edica dos a la ad quisicin

    frvola de artculos an ms frvolos (5,6). Los beneficiosen educa cin y salud, importantes en todo esq uemade desarrollo econmico y social, son sin embargoresultados eminentemente co la terales de un proce so

    totalmente predecible, segn los partidarios de lagloba liza cin. Pa ra sus crticos , sin embargo, el mundobien puede se r una aldea , o aun una c iuda d pero comocua lq uier otra tiene tod a va ba rrios, tugurios y fa velas a l l a d o d e z o n a s r e s i d e n c i a l e s , a s p t i c a s ysuperelegantes.

    L a p e r s p e c t i v a c r t i c a e n t o r n o a l aglobalizacin se ampara en estadsticas dramticas.Mike Davi s , un comenta r i s t a soc i a l , e sc r ibe :

    En algun momen to del ao 2005, una mu jerdar a luz en Ajegun le, un barrio pobre d e Lagos, en

    Nigeria; un hombre joven dejar su villorrio en JavaOcc idental atraido po r las brillantes luces de Jakarta,o un empobrec ido trabajado r agrco la y su familia semudarn de un pequeo pob lado de la sierra peruanaa uno de los innumerables pueb los jvenes de Lima.El evento preciso no es importante y probablementeser enteramente ignorado . Sin embargo, ese eventose constitu ir en un dramtico hito demarcato rio en lahistoria humana: por p rimera vez, la pob lacin urbanade la tier ra sup erar en c ifras a la ru ral (7).

    En 1950 hab a en el mundo 86 ciudad es conms de un milln de habitantes; hoy hay 386, y en elao 2015 hab rn por lo meno s 550, y ca si 100 de llasen Amrica Latina (8). Slo la poblacin urbana en elmomento actual (3 billones) es mucho ms grandeque lo que fue la poblacin total en el mundo el ao1960. Las reas rurales, mientras tanto, a lca nzarnsu p ob la cin m xima a nivel mundia l (3.3 billones ) en2020 y slo entonces comenzarn a declinar. En

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    co nse cuenc ia , la pob la cin mundial del futuro (cuyopico de 9 billones se espera para 2050, con casi 800millones en Amrica Latina, 221 de los cuales vivirnen Brasil, 150 en Mxico y 53 en la Argentina) seag olpar fundamentalmente en las ciuda des . Lo que

    es peor, 95 % de esta pob la cin vivir en las rea surbanas de pases en desarrollo, cuya poblacin sedupl icar a cerca de 4 bi l lones en la s iguientege nerac in. En el ao 2001, 924 millones de persona svivan en barrios pobres o slums, y por lo menos lamitad de es a poblac in tena menos de 25 aos deeda d. El resultado m s dramtico de este proces oser l a mul t ip l i c ac in de mega-c iudades (conpoblaciones en exceso de 8 millones), por lo menos18 en nuestro c ontinente y, ms espec tac ularmenteaun, de hiper-ciudades con ms de 20 millones dehab itantes . En Amrica Latina, C iuda d d e Mxico , S aoPaulo y Buenos Aires sern hiperciudades (9,10).

    Es ste, en realidad, el lacerante clamor deCar los Fuen tes , desc r ib iendo su c iudad na ta l :

    .des pier te , abuelito , mrela d e noche,Mxico, ciudad voluntariamente cancerosa, hambrienta,de extensin an rq uica , pintaviolines d e tod a intenciny estilo, ciudad que confunde la democracia con laposesin, pero tambin el igual i tar ismo con lavulgaridad; mrela ahora, abuelo, como la vimos esanoche q ue nos fumos de mariac his y de putas, mrelaahora que usted ya se muri y yo pas la treintena,presionada por sus anc hsimos c inturones de miseria,legiones de desempleados, inmigrantes del campo, y

    millones de nios concebidos, abuelo, entre el aullidoy un suspiro, nuestra ciudad, abuelo, otorga escasav id a a lo s o a s is d e e x c lu s iv id a d . (1 1 ).

    Y en es te contexto , deberamos todavahab lar de pobreza y sus ingentes cos tos en enfermeda dfsica y mental , violencia, desesperanza?. O delco eficiente Gini de 0.66, el eq uivalente ma tem tico deuna situacin en la cual los dos tercios ms pobresde la poblacin mundial no tienen casi ingresos, y eltercio superior lo absorbe casi todo? (7). En AmricaLatina se da ya la existencia de un sector social deex-campesinos empob recidos y dec ulturizados viviendo

    en los cinturones d e miseria de las g randes c iuda des .Y ser la violencia, hoy mitigada por clientelismospolticos , es pect culos populista s, proclamas de unida dtnica o pa n y circo contemporneos , sustituida pore p i s o d i o s s a n g r i e n t o s , m a s a c r e s p e r i d i c a s orebeliones suicida s a la manera de las a margad asmas as urba nas de la Europa pre-industrial?. Es sta

    l a g loba l i zac in que nos espera o que es t yaocurriendo?.

    P ero, dejemos de lad o a los cientficos s oc ialesy a los es tadgra fos que nos abruman con c i f ras

    esc alofriantes . Recurramos a los hombres de letras ,los cua les no s pued en dec ir ta l vez la smismas cosas pero en lenguaje menos catastrfico,ms elegante. Una perspectiva intermedia, joven,trans generac iona l y q uien sa be m s o bjetiva en tornoa la globa liza cin, la ofrece un joven es critor de algunapromesa all en el Norte. Hace algunas s emana s, mihijo Daniel me envi el ensayo que presentara para sugraduac in en el Writers Workshopde la Universida dde Iowa a propsito del escenario en la creacinlite ra r ia . S us re f lex iones es t n bas ad as en suexperiencia de trab a jo de un ao en el distrito deLuriga ncho en Lima , c omo be ca rio Fullbright. Esc ribi

    Daniel:

    el mundo exterior, el mundo conec tad oflota en la s pa rtes pobres d el glob o, co mo s i fuera unrumor .En las ba rriad as de Lima, el tipo d e msicams popular entre los jvenes cuyos padres hanmigrado desde c iudades y pueblos ser ranos ointerand inos co mo Hua nca velica , es el Trance , nomsica andina, no siquiera Salsa, el ritmo consideradocomo el ms pa n-latinoamerica no. Tra nce nac i e nlos clubs tec hno d e Londres y tiene sus races en lacultura norteame rica na de los disc-joc keys y de l hip-hop. Este hecho es ciertamente remarcab le pero de

    ninguna manera s igni f ica que el mundo se es tconvirtiendo en un amorfo tablado cultural. En lasbarriadas de Lima, la gente joven puede muy bienestar escuchando las mismas canciones que suscoetneos en msterdam (meses despus quizs,pero aun la misma cancin) mas, sin embargo, ellosestn oyendo algo totalmente diferente. La cancinsuena fundamentalmente diferente en un ghet todensamente poblad o de Lima, en ca sa s d e ca rtn yca laminas c onstruda s en las inhspitas colinas deuna me ga lpo lis d el Tercer Mundo . En ese e sc ena rio,es impos ible que tenga e l mismo s ignifica do . Lenguaje,cultura y a mbiente han transformad o e sa ca ncin. Dos

    historias , dos novelas pueden tener la misma ca ncincomo su elemento central, pero si cualquiera de lostextos ignora las circunstancias en las cuales esacancin est siendo escuchada, entonces el argumentode la obra resbalar ca s i descarada mente hac ia e lterritorio d e la falseda d.

    .Las tendencias contemporneas no son

    PSIQUIATRA LATINOAMERICANA:

    QUO VADIS?*

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    versin aventurera y religiosa, la otra en aquel tiempo-- dec ad ente, gas tad a y dividida , se resuelve en lalcida dialctica de Jos Carlos Maritegui, uno delos ms brillantes pensa dores peruanos, cua ndo d ice:

    Los pueblos de la Amrica espaola semueven en una misma direccin. La solidaridad desus destinos histricos no es una ilusin de la literaturaamerica nista . Estos pueblos, realmente, no slo sonhermanos en la retrica, sino tambin en la historia.P roced en de una ma t r iz n ica . .La generac inlibertadora sinti intensamente la unidad sudamericana.Opuso a Espaa un frente nico continental . Susca udillos obe dec ieron no a un idea l nac iona lista , s inoa un idea l america nista . Esta ac titud co rrespo nda auna necesidad his tr ica . Adems no poda habernac ionalismo dond e no hab a a un nac ionalida des . Larevolucin no e ra un movimiento d e las pob la ciones

    indgenas. Era un movimiento de las poblacionescriollas ..La identida d del hombre hispa noamerica noencuentra una expresin en la vida intelectua l. Lasmismas ideas, los mismos sentimientos circulan portoda la Amrica indoe spa ola. Toda fuerte personalida dintelectual influye e n la cultura c ontinental. S a rmiento,Mart, Montalvo no pertenecen exclusivamente a susrespectivas patrias; pertenecen a Hispanoamrica(15).

    Ta l integ rac in histrica se e xtend i a lo la rgode tres siglos , en esa e xpresin profunda d el almacolectiva que es la creacin artstica. El escritor

    venezolano, Mariano P icn S alas encuentra unida d en la visin del ba rroq uismo mexica no, la pinturamestiza cusq uea, el modernismo rioplatens e, lagravidez trg ica de Diego Rivera o el hechizo luminosode Re vern ..Amrica es e l co ntinente de l miste rio.Ms a l l de la formas pol t icas o cul tura les deimportac in, nuestra existenc ia en contraste c on lapulida y ms clara vida europea es un enigmapsicolgico que es a la vez nuestro drama, nuestraesp eranza y nuestra fa sc inac in (16).

    Y el mexicano Andrs Iduarte que, cuandoad olesc ente, as isti a un Congreso Latinoa merica no

    d e E s t u d i a n t e s , r e m e m o r a o s d e s p u s s u sreac ciones a nte el espec tculo ta l vez ab iga rrad o d eun encuentro de jvenes que nunca antes habanestado juntos. Pero l , al l , tambin encontr lasrevelaciones de una intensa cercana:

    !Qu raro, pero qu raro!.. . .Los peruanos

    parecen de Mxico Los venezolanos y a lgunoscentroamerica nos, de Tab as co .Y los a rgentinoshab lan igual que mis pa r ientes d e Tea pa .Y laimpresin fue ms honda cuando omos clases yconferencias de los centro y suramericanos que

    Vasconcelos (era Rector de la Universidad) habainvitado a Mxico y, ms todava, cuando lemos lan o b l e p o e s a d e G a b r i e l a M i s t r a l , q u eemocionadamente recorra Mxico y enseaba ennuestras esc uelas (17).

    Y aun Jorge Luis Borges, aquel iconoclastasa rc stico y g enial, cmodo en el ingls selecto de s uniez privileg iad a de trs de una verja en s u jardn deP alermo, mostr la gran ternura engendrada , cua ndoad ulto, por su percepcin de patria y por la evoca cinde su ciuda d:

    . t rad uc ida t ambin por e l nombre depatria me sirve como smbolo de noches solas ,de ca minata s e xtasiada s y eternas por la infinitud delos ba rrios. P orque Buenos Aires es hondo y nunca ,en la d esilusin o el penar, me a ba ndon a sus c allessin recibir inespe rado co nsuelo, ya de se ntir irrea lida d,ya d e guitarras des de el fondo d e un patio, ya d e rocede vida s (18).

    Mas, ante la descripcin romntica de unaidentida d en proces o d e hac erse, a soma ron tambin,desde muy temprano en este encuentro, las semillasde un conflicto anunciado. En el siglo XVII, Felipe

    Guamn Poma de Ayala, un mestizo peruano, testigoexcepc iona l de trozos cruelmente s ilenciado s de lahistoria colonial, dirigi una denuncia elocuente yrespe tuosa al Rey de Espa a, titulnd ola en vac ilanteca stellano El P rimer Nueva C rnica y B uen G obierno,par te de cuyo Prlogo a los lec tores cr is t ianosespaoles, muestra la frescura del que nada teme:

    C ristiano lector, ves a q u toda la ley c ristiana ,no he ha llad o q uien deb a cien pesos , ni mentiroso , nijuga do r, ni perezo so , ni puta, ni puto, ni q ueja rse entreellos .todo lo tenis y lo ense is a los po bres delos indios. Decs cua nto os des oll is entre vosotros y

    mucho ms a los indios pobres .Pa rceme a m,cristiano, q ue todos vosotros os conde nis a l infierno.Que S u Majestad es ta n gran sa nto que a todos cuantosprelad os y virreyes vienen enca rga dos con los po bresnaturales, los prelad os lo propio tod a la mar trae enfavo r de los pob res indios, en s a liendo en tierra , luegoes contra los indios pobres d e J esucr is to (19).

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    Felipe Herrera, el notab le e co nomista chileno,q ue llama ra a Latinoamrica la gran nac in des hecha discute los des afos de la modernida d, d el progreso

    y de la g loba liza cindes de la perspectiva de nuestro

    continente:

    Hay una profunda interrogante de cmo lassociedades contemporneas, cualesquiera sean susniveles de des a rrollo, pueda n ad apta rse frente a unimportante cambio tecnolgico. Amrica Latina has ido una de l a s reas de l mundo donde es t a scontroversias ha n tomad o ma yor fuerza como un obvioreflejo d e profunda s reflexiones colectivas . S erposible determinar y afirmar una identidad cultural enu n m u n d o g l o b a l i z a d o , b a s a d o e n m e d i o s d ecomunicac in comunes , cada vez ms amplios einfluyentes? (Nuestro) des afo estriba en a teso rar la

    i d e n t i d a d c u l t u r a l m s a l l d e u n e s t r e c h omaterialismo .Hoy ms q ue nunca es nuestro comntrasfondo cultural , el gran factor dinmico de laintegracin latinoamericana (20).

    Mxico fue, con su revolucin, en opinin deCa rlos Fuentes, el primer pas d e Amrica Latina q uedecidi desenmas ca rarse slo para encontrar q uedebajo tena otra mscara. Pero se atrevi a asumirtodas sus ident idades y a dec irse que no podadisfraz arse d e lo q ue no era, a un cuando lo que era leespa ntara y le do liera ..Lo q ue Mxico des cubrientonces fue que era un pas hispanoamericano,

    indo a mer ica no , indo europe o .po l icu l tura l , n ipuramente europeo, ni puramente indgena. Y,co nsc iente d e la enorme interpenetra cin de Mxicocon el resto del continente, el autor de Cambio dePiel sentencia:

    La asuncin de la propia identidad vino adec i rnos t ambin que ramos a lgo ms que lopropuesto por o tros modelos y que tenamos laoportunidad de hacer la crtica del progreso desdedentro y de reco noce r q ue ste ta mbin fraca sa . Y, apartir de ah, saber que es dable concebir un modelopero no hacindose demasiadas ilusiones, sin deliriosde grandeza, sin fe excesiva en el futuro y en laperfectibilidad humana, y sobre todo, con un pocom s de dimensin trg ica (21).

    Amrica Latina es pues, s e ha d icho mucha sveces , el continente de la es peranza , el esc enario deun mestizaje singular que, de acuerdo a LeopoldoCastedo:

    .os cila entre el internac iona lismo preva lenteen la ba nda de la periferia o rientada a l Oca no Atlnticoy la c omprendida entre la c olumna vertebral de losAndes y el P ac fico , de ma yor raiga mbre indgena y,

    por ende, de la herencia precolombina .La s doscorr ientes y sus consecuencias son igualmentepos itivas e ilustran e sta rea lida d cultural innumera blesmuestras ; en la or ientada a l Atlnt ico , desde laco njuncin de lo argentino con lo europeo en C ortza ry en Borges, y en la tradicin de la buena arquitectura,des de los pa lac etes d e fin de s iglo de C hristofersenhas ta las innovaciones d e C lorindo Testa o la s umade integraciones plstico-espaciales de la CiudadUniversita ria d e C ara ca s. En la otra vertiente, herederadel pas ad o indgena y renovada tambin con lenguajeta mb in internac iona l pos terior a dq uieren vige nciadesde el lirismo trgico de Csar Vallejo y el neo-

    perretismo d e la a rq uitec tura limea , ha sta el rea lismomgico d e Rulfo y Ga rc a Mrquez En notablesoca siones los paralelos y la s imultaneidad de la imag enconjunta de las culturas latinoamericanas ha unificadolas creac iones de los paises or ientados a ambosoca nos .No todo es europeo a l Este ni indgena alOeste. Lo positivo estriba en la c ap ac ida d pa ra ob tenerca lida des universa les a pa rtir de va lores loca les. Ta ntola conjuncin euroamericana como la ibero-indgena-africana han dado ciertamente los frutos que laside ntifica n y s ingulariza n en la histo ria de la cultura ,tanto en cuanto conjuncin de elementos originales,refundido s y reinterpreta do s, co mo en la formula cin

    de ta les elementos por sepa rado, d entro del fenmenou n i v e r s a l d e l l o c a l i s m o t r a s c e n d e n t e ( 1 4 ) .

    Andrs Bello, ese latinoamericano esencial,plante las necesidades acadmicas y cientficas deun pas Chile-- pero en verda d, d e tod o un c ontinenteen formacin, en trminos de oportunidad y deinvocacin:

    Estaremos co ndenados toda va a repetirservilmente las lecciones de la ciencia europea, sinatrevernos a discutirlas , a ilustrarlas con ap lica cioneslocales, a darles una estampa de nacionalidad?. Si aslo hicisemos, seramos infieles al espritu de esamisma ciencia europea , y le tributa ramo s un cultosupersticioso , que ella misma c ondena P oca s cienciashay q ue, para ensea rse d e un modo c onveniente, nonecesiten ad apta rse a nosotros, a nuestra naturalezafsica, a nuestras circunstancias sociales. Buscaremosla higiene y la patologa del hombre chileno en los

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    libros europeos y no es tudiaremos has ta q u puntoes mo difica da la orga niza cin del cuerpo humano porlos ac cidentes d el clima de C hile y d e las c ostumbreschilenas?. Un estudio tan necesario podr hacerseen otra pa rte, q ue no s ea Chile? (22).

    El reto es enorme. La comunida d d e mira s,que no otra c osa es la identida d, no se logra a pas ospusilnimes, co n pretendidos esfuerzos a nodinos osin los d olores d e una co nfrontac in a vec es nec esa ria.J os Mart lo d ijo a l es cribir en Nuestra Amrica :

    Los pueblos q ue no se conocen han de da rseprisa para conocerse .Los q ue se ensean los puos,como hermanos celosos q ue quieren los dos la mismatierra , o el de c as a c hica q ue le tiene envidia a l de c as amejor, han de encajar de modo que s ean una las dosmanos. En qu patria puede tener un hombre msorgullo que en nuestras repblicas dolorosas de

    Amrica , levantad as entre las mas as mudas de indios,al ruido de pelea del libro con el cirial, sobre los brazossa ngrientos de un centenar de a pstoles?. De fac torestan descompuestos, jams en menos tiempo histrico,s e h a n c r e a d o n a c i o n e s t a n a d e l a n t a d a s ycompa cta s .El mestizo autctono ha vencido a l criolloextico. No ha y ba ta lla entre la civiliza cin y la ba rbarie,sino entre la falsa erudicin y la naturaleza (23).

    J os Enriq ue Rod , el insigne urugua yo, a utorde Ariel y uno de los ms articulados voceros delm s genuino la tinoa merica nismo , tod o un profetala ico , c ontrovertido pero firme, inco mprendido p ero

    siempre respeta do , concibi la identida d del co ntinenteen funcin de un compromiso inab dica ble con el futuro:Falta ta l vez, en nuestro c arc ter colectivo, el contornoseg uro de la persona lida d. P ero en a usencia de es andole perfectamente diferenciada y autonmica,tenemos los america nos la tinos una herencia d eraza, una tradicin tnica que mantener, un vnculosa grado q ue nos une a inmortales p ginas de la historia,confiando a nuestro honor su continuacin en lo futuro.El cosmopolitismo, que hemos de acatar como unairresistible nece sidad de nuestra formac in no excluye,ni ese sentimiento d e fidelida d a lo pa sa do, ni la fuerzadirectriz y plasma nte con q ue deb e el genio d e la raza

    imponerse en la refundicin de los elementos queconstituirn el americano definitivo del futuro (24).

    Germn Arciniegas, de Colombia, escribientre muchos, dos l ibros de t tulos enormementesuge rentes: Este pueblo de Amrica y La raz n deser. De ellos extraigo elocuentes declaraciones de

    ide ntida d latinoame rica na y del se r la tinoa merica no:P or ms q ue aq u nos creamos espa oles o

    f ranceses , somos americanos ; e l cont inente nosimprime un a ire, un a ce nto, una luz, un co lor .Locolonial jam s puede tomarse c omo la expresin total

    de na ciones que pa ra hablar de su historia, ha n de se rlibres. La autenticidad suya no es ni india, ni blanca ninegra. No somo s indios, ni blancos ni negros. S omosde a c . Llevamos 500 aos d e a proximac in humana ,de co mpenetrac in. Y de a lejamiento. Ah es t nuestrarazn de s er latinoamerica nos ..Lo cierto es q ue lacreacin del nuevo mundo ha sido el hecho msnota ble cumplido en la historia universal y es un hechoq ue tiene por ca mpo d e de finicin el suelo ame rica no.Su edad, la de esta aventura, es exactamente 500a os. Y la ave ntura es nuestra (25).

    Para conclur este periplo definitorio de lo que

    cons idero prlogo es encial en la bsq ueda d e laidentida d de la psiquiatra la tinoa merica na, recurronuevamente a l Rod que en 1916 esc r ib ie ra : Si se me preguntara cul es, en la presente hora, laconsigna que nos viene de lo alto, si una voluntadjuvenil se me dirigiera pa ra q ue le indicas e la obra enq ue podra ser su ac cin ms fecunda, su esfuerzoms prometedor de gloria y de bien, contestara :Forma r el sentimiento hispa noa merica no; propende ra arraigar en la conciencia de nuestros pueblos la ideade nuestra Amrica como fuerza comn, como almaindivisible, co mo pa tria nica . Tod o el porvenir es tvir tualmente en esa obra . Y todo lo que en la

    interpretacin de nuestro pasado, al descifrar la historiay d ifundirla ; en las orienta ciones de l pres ente, polticainternacional, esp ritu de la ed uca cin y la c ultura ,tienda , de alguna ma nera, a c ontrariar esa ob ra, o aretarda r su definitivo c umplimiento, ser error y germende males; todo lo q ue tienda a favorecerla y a vivarla,se r infalible y eficiente verda d (26).

    Del mestizaje a la utopa, de la angustia terrenade J os Mara Argueda s a l rea lismo m gico de G arcaMrquez, del racionalismo casi irrefutable de CarlosFuentes (el que nos dice que nuestra universalidadnac er d e la tens in entre el hab er cultural y el deb er

    tecnolg ico ) a l surrea lismo efervescente de Ca rpentier,la identidad de Amrica Latina se dibuja con b rocha zosde trascendencia incambiable en esta s pa lab ras deOctavio P az:

    S o m o s u n e x t r e m o d e O c c i d e n t e . U n

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    latinoame rica na no q uiere ni deb e s er foras tera en lamtica aldea global del futuro; por el contrario, quierey debe tener credenciales de a cces o q ue le ga ranticenrespeto y a cepta cin. P articipa plenamente de unconjunto nuclea r de c onocimientos y prcticas , co mn

    a la disciplina en toda latitud, acoge contribucionesde fuera en nombre de un universalismo sano y de unmestizaje c onstructivo y d ebe co mpartir sus logros yexperiencias con ese conglomerado mundia l decolegas y agencias dedicadas a esferas y accionessimilares. El sa ber q uines s omos es un a ntdoto tantoco ntra la a liena cin como co ntra la imitac in, g ara ntade independencia y freno a la subordinacin; laconfianza en nuestros propios medios es, por otrapa rte, el mejor ag ente preventivo de toda xenofobia.

    Un rasgo caracterstico de la psiquiatracontempornea (y, en verdad , de toda la medicina) es

    la sub -espec ia liza cin. En psiquiatra hay ya, porcierto, reco nocimiento formal o informal de varia sreas de desarrollo y conocimiento especializados:nios y a dolesce ntes, ps iq uiatra geritrica , a dicciones,psiquiatra de enlace , forense , ne urops iq uia tra (34).Debe la sub-especializacin ser parte de la identidadde la ps iquia tr a de nuestro cont inente?. Debefomentarse? . Mi respuesta a la primera pregunta esno: ser subespecialista es una eleccin personal conimplica c iones en rela c in a la prc t ica q ue elprofesional ejerce, no una declaracin de identidadq ue es un proces o ob viamente m s profundo y msamplio. La l ibertad que induce aquella eleccin

    determinar e n su mo mento la oferta de ad iestramientosubespecializado en el continente.

    P ero hay ms . El sa ber quines s omos implicatambin saber en dnde estamos. Amrica Latina esel continente de las zozob ras contnuas, la tierra dehombres y mujeres orgullosos de su historia perotamb in en d euda con ella. S u liderazg o po ltico hamostrad o a lo largo de c enturias los fogonazos delgenio y las visiones de una g randez a q ue conoci ymerece, as como los flag elos de la c orrupcin y eloportunismo. Las ma sa s han mos trad o coraje raya noen herosmo pero tambin periodos de desmoralizacin

    y caos (35, 36). Pobreza e inestabilidad polt ica,a tencin de sa lud media t izada y def ic iente paraporciones significativas de la poblacin, desastresnaturales y problemas soc ia les ta les co mo violencia,des oc upac in, c rimen, nios ileg timos o a ltos ndicesd e a l c o h o l i s m o y o t r a s a d i c c i o n e s f o r m a n e lba ckground patog nico de la enfermeda d mental en

    el continente. Que la lucha contra estos factores debeser parte del trab ajo de la ps iq uiatra orga niza da enel continente y, por lo tanto, de esa identidad enproces o d e forjarse, es ca tegrica mente, innegab le.Ms an, se inscribe en el contexto de una salud

    pblica integral, esa q ue sin dejar de o cuparse d e lasenfermedades infecciosas preste tambin atencin alas llama da s enfermeda des ac umulativas , a q ullasque se acrecientan en cronicidad a lo largo del ciclovital; entre ellas , las enfermeda des mentales de bensin duda su creciente prevalencia a nivel global, afactores como estrs intenso, autoes tima erosionad a,anoma, conductas auto-destructivas de todo orden(37). En suma , la d imens in s oc ia l de la sa lud me ntal,tan cara a las aspirac iones y a los logros de lapsiquiatria latinoam erica na; el an lisis o bjetivo d e laexplosiva combinacin entre equidad y ecologa quehace de la salud mental (como parte de la salud

    p b l i c a ) u n i n s t r u m e n t o d e d e v e l a c i n d efundamentalismos ideolgicos en ciertos sectoresg loba lista s , y de revela cin de realida des enfermiza s.

    Psiquiatra Latinoamericana: Quo Vadis? H a c i a d n d e v a e n t o n c e s l a p s i q u i a t r ala t inoamericana?. No tengo duda a lguna que suidentidad sigue evolucionando. Evolucin implicacambios, ms an si la realidad en la cual la profesinacta tambin se hal la en cambio ms o menosconstante. La evolucin de la que hablo implica laadopcin de un instrumento radical : disciplina,cons istenc ia , tenac ida d. Nuestra tradicin romntica

    nos ha alejad o a veces de un enfoque realista y prc ticode nuestras posibilidades. Nuestra tradicin clnicanos ha llevad o a d epender, ms de lo que q uisiramo s,de la inves tiga cin ajena, en de trimento d e la formacinde nuestros propios cuadros de investigadores. Nuestratradicin social puede habernos hecho adoptar losaspectos pragmticos de la psicofarmacologa perono, en t rminos genera les, la riqueza de la neurobiolog ab sica. Tal vez deba mos s uperar la d icoto ma po eta -cientfico so bre la q ue a lguna vez reflexion Oc ta vioP az, pa ra decirnos a nosotros mismos q ue no es unarela cin de o puesto s y q ue tal co-existenc ia ejemplode a rmona y testimonio d e un neces ario b alance entre

    lo cientfico y lo humanstico-- es posible en esta partedel mundo .

    P recisame nte y por sob re tod o, la ps iq uiatralatinoamericana, duea de un inmenso y calificadobagage humano, podra t rabajar en pos de unaident idad que la er i ja en baluar te de un nuevo

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    humanismo, a q ul q ue deje de lado la retrica piad os a,clerica l y comp a siva d el siglo XIX o e l rec onoc imientopurame nte filos fico e interpersona l del siglo XX pa raab raza r, en ca mbio, las e sencias del conocimientoneurobiolgico contemporneo, procesarlas en un

    dilogo d e iguales co n los cientficos de lab oratorio yde c l n ic a y emerger con e l conoc imien to (yco nvencimiento) vigo ros o y pleno de q ue aq ullos q uese beneficiarn de nuestra a yuda son persona y so nmolcula, son c erebro y so n mente, son c romoso may son sntoma, son neurotransmisores en caos y son,por todo ello, seres que sufren (38).

    Este nuevo humanismo d el que ha blo difieretamb in, sin embargo, del q ue Brockman y otrospostulan dando a los cientficos el rol protagnico;estos pensadores intentan reivindicar el empiricismo,el trab ajo de investiga dores q ue med ia nte su tra ba jo

    y sus es critos ha n ocupad o el luga r q ue antes tena elintelec tual tradicional, al hac er visible el ms profundosignif ica do d e lo q ue somos y de lo que hac emos.Esta defensa del empiricismo es dura y agresiva:Brockman escribe:

    La histo ria ilumina nuest ros o rgenes y haceque no t ratemos de reinventar la rueda. Pero, la preguntaqu e surg e de inmediat o es: Histo ria de q u?.Queremos acaso que el centro de la cultu ra se baseen un sistema cerrado, un p roceso q ue se perpetaslo de texto en texto, de libro en libro sin un contactoemprico c on el mundo real?. Uno no p uede menos

    que sorp renderse (o maravillarse) de ver a c rticos dearte que no saben nada acerca de la percepcin visual;crt ico s l i terar ios q ue se l lam an a smism osconstruc cion istas sociales pero que no muestran elmenor int ers en lo humano universal documentadopor los antroplogos; oponentes de al imentosgenticam ente m odif ic ados que son totalm enteignorante de la gentica o de la b iologa evo lut iva (39).

    Esta va rieda d de nuevos humanistas c ensurala insularida d hermenutica de las humanidad estradicionales, y acenta el quehacer cientfico orientadocon un optimismo substancial, a un futuro en el que

    convergen avances decididamente multidisciplinarios.Se l laman a s mismo tambien abanderados de la tercera cul tura que inc luye es tudiosos de lashumanidades que p iensan a l a manera de loscientficos:

    Como sus colegas en el campo d e las

    ciencias, ellos creen en un mundo real y conc iben sutrabajo como el esfuerzo de comprenderlo y explicarlo.Someten a prueba sus ideas en trminos de coherencialgica, poder explanatorio, conform idad con hechoscientficos..No reducen las humanidades a p rincipios

    bio lgicos o fsicos p ero creen firm ement e que arte,literatura, hist oria, po ltic a --la p anop lia entera deintereses humanstico s necesitan tomar en cuen taa las ciencias (40).

    Los nuevos humanis tas aseguran que lapsicologa como ciencia est aun en su infancia. Minskysea la, por ejemplo, q ue muchas idea s en torno atemas como el proceso del pensar expuestas porAristte les en s u Retrica , es crita hac e 23 s iglos, a nse utilizan en la psicologa a ca dmica contempornea(41). Los fac tores q ue han retras ad o el avanc e d e es tadisciplina incluyen el modelo de un selfina movible y

    nico, la fa lta d e tc nica s a propiad as en el manejo dela informac in, la e nvidia d e la fsica q ue co mpelieraa muchos ps iclogos a b usca r un setrelativamentep e q u e o d e l e y e s q u e g o b i e r n a n s i s t e m a senormemente c omplejos y la s d ificulta des en de sc ifrarentidades tales como el mero conocimiento del sentidoco mn. No le falta a e ste mo vimiento co ntemporneoo post-moderno, una enorme arrogancia y tampocoest l ibre de escarceos racistas o eli t istas, ni detriunfalismos enceguecedores. De hecho, coqueteacon dogmatismos que slo pueden ser alimentadospor un neo-reduc cionismo . Todo ello, no ob sta nte, elvigor de la ciencia como timonel del progreso, es

    innega ble. Ca rlo Ro velli pone e l movimiento e n unaperspectiva ms sobria y balanceada:

    El pensam iento cien tfico se halla en la b asemisma de nuest ra c iv i l i zac in basada en e lconoc imiento . Podemos aadir a ello nuestra sed dejust ic ia, nuestra fe en la capac idad de soar, nuestraprofunda convicc in en torno a los vacos de la vida,nuestra fe en la humanidad como valor, nuestro anhelode adm irar la belleza, nuestro sentido del m isterio ytod o aqullo que las maravillas de la aventura humananos han dado. Nada d e esto es cuest ionadopo r la cien cia n i es un desafo a la c iencia. Po r elcontrario: La bsqueda cien tfica del conoc imien to esprofundamente emoc ional en sus motivaciones y ensus acciones. Si la resistimos, estamos resistiendo ala realidad. La realidad sin emb argo, com pleja einconoc ible en su p rofund idad, est ally responde asu vez luchand o co n vigor y vehemenc ia (42).

    Hay, pues, evolucin y se han producido

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    ca mbios. La ps iq uiatra latinoamerica na deb e s er elba luarte de un nuevo humanismo . Y permtas eme o tradigresin: Es necesario evitar las polaridades que lahistoria lamentablemente ha reproducido en contrade s u propia esencia d id ctica , como lo de nunciara

    Santayana. La revolucin cientfica representada porlos 200 ao s de d ominio y deifica cin de Newto n ysus des cubrimientos geniales, dio luga r en su tiempoa polmica s a cres c on otros g iga ntes como Desc artes,Leibniz, Goethe or Blake (43). No olvidemos quedes pus de l S iglo de las Luces, s e impuso la EpocaRom ntica q ue, rica en inspirac in y retrica , neg sin emba rgo las verda des de a puo proclamad as porla Fsica de fines del siglo XVII y los primeros 30 aosd e l s i g l o X V I I I . E n l a e s c e n a p s i q u i t r i c acontempo rnea, McHugh y S lavney lamenta n el ferozfaccionalismo en torno a la naturaleza del trastornomental, subsecuente a la dicotoma mente-cuerpo;

    proponen el uso integral de diversas perspectivasenfermeda des , d imensiones, conducta s e historiade vida -- para a clarar tal naturaleza , evitar polmica sintiles, ad ecuarse a ca mbiantes realida des clnica sy humanas y responder con convicc in a l a sesperanzas y expec ta t ivas de l pac ien te (44) .

    En es te deba te d i a lc t i co , me f a sc inapersonalmente la adopcin de una postura mas bienpopperiana (de Karl P oppe r) q ue kuhnia na (de Thoma sKuhn), si de es cog er perspec tivas se trata en el ca mpode la enseanza y la investigacin. Steve Fuller (45)nos recuerda q ue P opper y Kuhn ha n reinventad o una

    polmica que data de la batalla ideolgica que enp l e n a E d a d M e d i a l i b r a r o n l o s m a e s t r o s representados por el espritu crtico de William deOckam y los doctores alineados tras el espritudo gm tico d e Tom s de Aquino. P a ra aq ullos , lainvest igac in era un producto de la enseanza ,espe cfica mente una reflexin s ocrtica de estudiantesresistiendo una instruccin superestructurada einapelable, a lo magister dixit. El ob jeto de lainvestigacin para los maestros es entonces laliberacin del espritu (esto es, el pensamientoindepe ndiente) de las redes de la ma teria , entend idaco mo des a forado prejuicio. El inters huma nstico

    central es la disciplina del selfmediante la lecturaprofunda, el pensamiento crtico y la presentacina rticulada de ha llaz go s y reflexiones . Po r el co ntra rio,para los doctores, el ensear es el vehculo que

    consolida y distribuye los nuevos productos de lainvestigacin como instrumentos de control social ycomo expresin de des treza s o talentos personales.

    En luga r de remover los o bs tc ulos ha cia una vidadel espritu completa y totalmente libre, la educacinda foco y d irecc in a l espritu, a c os ta d e ubicarlo enun lugar determinado de la estructura institucional.Es sta una polmica q ue, a d espec ho de un dominio

    dog matizante de la postura do ctoral en el momentoactual, ciertamente no ha concludo.

    El psiquiatra latinoamericano puede y debemanejar los dos lenguajes. Afirmo esto en base a micomprobac in personal de q ue, lamenta blemente, enel pas donde trabajo, salvo excepciones, la explosinneurobiolgica ha erosionado el humanismo d e ba sede la profesin psiquitrica. Por lo mismo, el nuevohumanismo d el q ue hablo, el sa ber qu s e discute ypor qu se discute, requiere un enfoque decidido,apertura ca ba l hac ia lo nuevo, curiosidad sa ludab ley cons istenc ia en el esfuerzo. Quiero pensa r que toda s

    esta s s on virtudes genuinamente latinoame rica nas .

    Un vistazo a la psiquiatra norteamericana

    Thoma s Inse l, el a ctua l Direc tor d el InstitutoNac ional de S alud Mental en los Es tad os Unidos dio,hace poco, una conferencia sobre la investigacincientfica en nuestro campo (46). Hombre de claraorienta cin neurob iolgica, tiene sin emba rgo unainteresante visin histrica que tratar de resumirenseguida . Pas revis ta a la l lamada dcada delcerebro (1990-2000) y sus logros en areas comoplas ticidad cerebral, prueba s neuroimag enolg ica s

    del procesamiento modular de la informacin, laexiste ncia y funcionamiento de circuitos ce reb rales .Reconoc i s in embargo que , a pesa r de es t a sc o m p r o b a c i o n e s , m e n t e y c e r e b r o e s t ninextrica blemente vincula dos .

    La d ca da q ue Insel sita entre 1998 y 2008es, a pesa r del overlappingo s uperposicin d e a os,la que l llama d ca da de los des cubrimientos. S umximo logro, la configuracin completa del genomahumano (anunciada el 14 de abril de 2003) reconoce,s in embargo, la f a l ta de consenso en relac in asec uencias genticas que s on an elementales y, lo

    que es ms importante, reitera la conviccin de quelos genes no nos llevarn a determinar la c ausa deenfermedad es mentales .(da do que) .todas llasreq uieren d e esenc iales contribuciones a mbientales.Al la do de la relevanc ia clnica de la fa rmac og entica

    y de la po sicin de los genes al comienzo de la ca denaq ue se extiende a rede s ce lulares, sistema s procesa les

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    y conductas de c omplejida d variad a, la dc ad a delos des cubrimientos se c entra ta mbin en correlato sde estrs y base gentica para cubrir ese territorio aungr i s que l l amamos suscep t ib i l idad gen t i c a .

    Y fina lmente , d el 2005 a l 2015, Inse l nos ha blade la dca da del tras iego (translation) que incluye elanlisis m s o menos sosega do d e tests d iagnsticos,marcad ores biolgicos, nuevos y mejores frmacos ,al lado de la delineacin de claras estrategias deprevencin, tra tamiento persona liza do y tras pale s lidode la ciencia a l servicio, o m ejor, d el la bo ratorio a laca bec era del enfermo y d e s ta a la prc tica comunitariao universa liza da . El ob jetivo inicial y fina l de e sto sesfuerzos es el de corregir un sistema fragmentadoen el reco nocimiento de la g ente con enfermed ad esmentales y los esc enarios sociales en q ue stas seda n con mayor drama tismo, co sto s ocio-econmico

    y sufrimiento. La d emog rafa en los Estad os Unidosno es ms una pirmide sino un rectngulo y, en l,las desigualda des parecen acentuarse con realida deslac erantes ta les c omo incremento de sec tores po bresmal servidos por los sectores de salud y asistenciasoc i a l , d i sc r iminac in y r ac i smo , v io lenc i a ydogmatismo religioso. El trasiego pues, se imponecomo neces ida d ya q ue, como el mismo Insel lo dice:La presin soc ial nunca ha s ido ms intensa . Sucredo neurob iolgico le ha ce a firma r tambin q ue laciencia proveer nuevas estrateg ias para la prevencin,el manejo y la recuperacin de las enfermedadesmenta les (un presupues to kuhnia no, po r cierto) pero

    yo creo que hasta l sabe que ello no ser suficiente.

    ConclusionesCon t a les pa rmetros de re fe renc ia , es

    pertinente, es necesario precisar los hitos que lapsiquia tra latinoa merica na ha de ma rca r en su tra vesahacia el futuro. Con el teln de fondo de su nuevohumanismo, su sello fundamental debe ser el de laoriginalidad, solidez y consistencia de sus proyectosy de sus realizaciones. Hay numerosas opinionesacerca de las areas y los temas que pueden haceresta marcha , cla ramente provec hosa . Tratar s lo demencionar a lgunas , una lis ta b as ad a ta nto en mi

    percepcin de los principales a vanc es de la psiquiatracontempornea y su realista ngulo latinoamericano,como en las fundamentales priorida des dictad as porlas circunstancias q ue he examinad o has ta e l momento.

    En el ca mpo clnico, no c ab e duda q ue el readel diagnstico psiquitrico tiene una trayectoria

    distinguida en nuestro continente. El trabajo en marchapara nuevas ediciones del DSM y de la C IE tienen enlas contribuciones del Glosario Latinoamericano, unexcelente punto de pa rtida pa ra futuras c ontribuciones(47, 48). Una seg unda area de inters es , sin duda , el

    uso de tratamientos combinados en el manejo ded iversa s co ndic iones c ln ic a s , y su impa c todef ini t ivamente inf luenciado por fac tores tantoneurobiolog ico s co mo c ulturales (28).

    El area de la psiquiatra social, de ilustretrayectoria en Amrica Latina, podria centrarse en losaos futuros, en tres temas de clara importancia. Elprimero es el de la es tigma tiza cin del enfermo me ntale n l o s d i v e r s o s s e g m e n t o s d e l a s o c i e d a dlatinoamericana, punto de probable controversia,alrede dor d el cual se ha n tejido proba blemente mitosq ue req uieren investiga cion s eria y e xtendida (49). A

    su lad o, la lab or de integrac in prctica y logstica deprograma s d e a tencin primaria y sa lud mental o, s ise quiere, salud mental y psiquiatra como elementode la a tencin prima ria integral, a la q ue se a spira e nlos modelos de prestacin de servicios en diversaspar tes de l mundo , es tema de ac tua l idad y deneces ida d imperios a (50). Y proveyendo nece sa rioapoyo log stico y heurstico, e l tema de la epidemiologacultural, hoy conceptualmente renovado por excelentesco ntribuc iones a nivel mundia l, y po r los xitos inicialesde Salud Mental 2000, el estudio epidemiolgicom u l t i n a c i o n a l q u e p a t r o c i n a l a O r g a n i z a c i nPa namerica na de la Sa lud, entre otras ag encias , debe

    mantener una vigoros a presenc ia en nues tro continente(51,52)..

    La neurobiologa no puede es tar aus ente enla agenda de contribuciones latinoamericanas. Conenfoque rea l i s t a y p ragmt i co , e l c ampo de l aepidemiologa gentica es prcticamente virgen ennuestro cont inente y bien puede aparearse coninvestigaciones de epidemiologa cultural, lo cualproporcionara entonce s una visin ha rto comp rensivade va rianc ia g entica no s lo en proba bles etiolog assino en a ctitudes y creencias soc io-mdicas relevantesen nuestras poblaciones (53). Finalmente, etno-

    psicofarmac ologa y farmaco gentica proveeran o troenlace esencial con el quehacer clnico cuotidiano (54).

    Ntese q ue el nfasis de es ta mod esta visindel futuro , se centra en la invest igac in. Creofirmemente q ue la investigac in de lo q ue es nuestroes una forma de liberarnos de dependencias que ni

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    siq uiera busca mos, mucho menos necesitamos . Elcomponente latinoamericano de Global Forum, tambinaus piciado por la OP S , es un ejemplo nota ble (55). Asu lad o, el backgroundhumanstico del que hab lab aantes dara a la psiquiatra latinoamericana del futuro,

    el sello d e permanencia y s ingularida d a l q ue deb eas pirar con todo derecho.

    Los ingredientes para la marcha futura denuestra psiquiatra se dan en el cultivo de vocacionespsiqui trica s genuinas y en la formulac in deprogramas educa cionales progresista s y vas tamenteab arca tivos. Nuestra psiquiatra pued e co nsolida r ensus programas de ense anza , la es encia humansticade una disciplina cardinalmente humana, el balanceconceptua l entre neurobiologa , psicodinamia, socieda dy cultura, la b a se d e un cuerpo de co nocimiento q ueneces ita a la ciencia para no s er cac ofona retrica ,

    la so lidez clnica q ue recla man millones de pa cientesen neces ida d de a yuda y la d ignida d ac ad mica quesupieron darle desde siempre maestros de inmensota lento (34).

    Los se rvicios ps iq uitricos y de sa lud menta ldeb en contar con recursos razonab les, resultad o --u n a v e z m s d e i n v e s t i g a c i o n e s s e r i a s d enecesidades y posibi l idades . La dec larac in depriorida des , en cons onanc ia con pronuncia mientosde orga nismos internacionales q ue colocan a seistrastornos mentales entre los diez de ms seriasproyecciones en dc ad as venideras, otorga r serieda d

    y credibilida d a estos programa s. La colaboracini n t e r n a c i o n a l , c o m o e x p r e s i n d e g e n u i n omultilateralismo, es la nica manera de dar sonoridada la voz d e nuestra p siquiatra . Ello, a su vez, generarael potencial ap oyo t cnico, financ iero y humano d emltiples fuentes, y asegurara la difusin del trabajode los psiquiatras latinoamericanas en escenarios msall de nuestras fronteras. Resulta obvio que la accinde orga niza ciones como la APAL ser de cisiva enestos esfuerzos. La delineacin del perfil del psiquiatralatinoamericano, del que Ismael Salazar hablar enes te Congreso , es o t ro e jemplo de in ic i a t ivaspromisoras y provechos a s (56).

    Alguna vez defin a la psiquiatra como ladisciplina de los perennes comienzos (57). La psiquiatralatinoamericana ha hecho de su historia la bsquedacontnua de una identida d q ue a vece s pa rece s erleesq uiva, la jornad a herica de pioneros y de maes trossabios, de discpulos que han conocido la angustia

    pero jam s la d uda. Esa identida d, hoy d eslizndo seen los mea ndros de la g loba liza cin, req uiere un vista zocreativo de s u pas ad o pa ra ma nejar el presente c onfirmeza y columbrar el futuro con esperanza. A lamanera del Cs ar Va llejo q ue se des cribe a s mismo

    y a s u patria -continente-- como pichn de c ndo rdesplumado por latino arcabuz, o como la graciain c a ic a q u e s e r o e /e n u re o s c o r ic a n c h a sba utiza do s/de fos fatos de e rror y de cicuta (58), lahistoria de la psiquiatra latinoamericana ha sufridoembates de mediocridad, confusin y desaliento.P ero, co n Mario B enedetti como trovad or de renovad oscomienzos (l t iene un poema que dice chaupesimismo/ya so s ma yor de ed ad /y por favor and atedespacito) (59), permtanme conclur diciendo:

    .De modo q ue este surno es slo un cardinal

    o una fronte ra fijao linde hist ricoo huella colonialtamb ien es /so mos no so troshombres mujeres rboles praderasnaranjas nios esperanzas puentestodos(de norte a sur y de este a oeste)el sur desafinadoel sur de puebloel sur a des cifrarseel sur futuro. (60).

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