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INTRODUCCIÓN ¿Dónde debe estar situada la psicología? ¿En compañía de qué otras disciplinas?. Recientemente, una serie de circunstancias, externas al im- pulso interior de desarrollo del campo psicológico en nuestro país, parece que, a juicio de muchos, han hecho aconsejable la definición del mismo como formando parte del amplio con- junto de saberes en torno a la salud. En otras palabras, se trataría de situar esta ciencia dentro del mencionado campo, a fin de colocar a sus profesionales en pie de igualdad con otros muchos pertenecientes a los diver- sos ámbitos sanitarios. Nacida la psicología en España dentro del marco de los es- tudios de humanidades y, más concretamente, de las Faculta- des de Filosofía, ha pasado a estar colocada dentro del campo de las ciencias sociales. La transformación que ahora se con- templa vendría a representar una variación profunda en cuan- to al contexto intelectual en que se vería situada, tanto en el orden académico como en el profesional. Precisamente la re- ciente reglamentación del ámbito sanitario, que ha desencade- nado el proceso de reflexión a que actualmente se halla sometida la profesión y sus círculos académicos, vendría a te- ner una aplicación mucho más directa de la que hoy por hoy tiene. ¿Hasta qué punto puede realizarse esta definición sin defor- mar la realidad misma del saber psicológico?. ¿En qué medi- da cumple éste con los requisitos y condiciones de aquel tipo de saberes? LA PSICOLOGÍA Y SU OBJETO La ciencia psicológica tiene en nuestro tiempo una gran complejidad. Se ha propuesto, en alguna ocasión, como prefe- rible la expresión “ciencias psicológicas”, en plural, a su ver- sión en singular. La razón es que, ocupándose fundamentalmente del estudio de los comportamientos huma- nos -dejado a un lado el ámbito de la conducta animal, hoy ampliamente en manos de la etología-, hay muy grandes dife- rencias entre los múltiples campos de la actividad humana, y una amplísima variedad de técnicas y métodos con los que se los aborda. Sin embargo, por debajo de tal variedad, hay un cierto con- cepto común al que volvemos siempre que nos hallamos ante la necesidad de adoptar una definición. La psicología, de mo- do consistente a lo largo de un siglo, viene siendo definida como la ciencia del comportamiento con que el hombre reali- za su vida y se ajusta a su medio, y –y este añadido se ha tor- nado central en los tiempos recientes- de los procesos mentales que hacen posible aquél. El hombre es una realidad dinámica, abierta a su entorno o circunstancia, y forzada a ir construyendo su existencia en vistas de esa misma circunstancia. Las grandes intuiciones fi- losóficas del siglo XX Ortega, Heidegger coinciden en adver- tir que la índole propia del hombre es de tipo estructural: el hombre es siempre yo-viviendo-en-un-mundo, yo-y-mundo, o In-der-Welt-sein, del Dasein existencial. Precisamente la actividad que liga a ambos términos consti- tuye la conducta, y tiene por eso ésta un lugar central en la re- alidad humana: pues por ella nos constituimos a nosotros mismos, en ella el mundo adquiere sus efectivos valores fun- cionales, y a su través vamos también construyendo el mundo intersubjetivo en torno. En el horizonte de la conducta es don- de hay que interpretar tanto al hombre como a su mundo. Pero la acción humana, y la reacción mundanal, no sólo son acciones físicas, reales, sino acciones con ‘sentido’ o ‘signifi- cación’. Sentido y significación no son propiedades materia- les, físicas, de los actos: son ‘valores’, interpretaciones que el sujeto descubre y estima en los elementos del acto, resultado de su posición relativa al ‘proyecto’ o modelo mental de nuestra existencia con que comparamos al mundo y a noso- tros mismos. No sólo nos movemos y nos comportamos con cosas, sino con las ideas y sentido que damos a nuestra exis- tencia. Ello es el resultado de la intervención de la mente en 93 INFOCOP Psicología Comportamiento y Salud El lugar de la Psicología en los campos de conocimiento Helio Carpintero Catedrático de Psicología Universidad Complutense de Madrid Correspondencia: Helio Carpintero E-mail: [email protected]

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INTRODUCCIÓN¿Dónde debe estar situada la psicología? ¿En compañía de

qué otras disciplinas?.Recientemente, una serie de circunstancias, externas al im-

pulso interior de desarrollo del campo psicológico en nuestropaís, parece que, a juicio de muchos, han hecho aconsejablela definición del mismo como formando parte del amplio con-junto de saberes en torno a la salud.

En otras palabras, se trataría de situar esta ciencia dentro delmencionado campo, a fin de colocar a sus profesionales enpie de igualdad con otros muchos pertenecientes a los diver-sos ámbitos sanitarios.

Nacida la psicología en España dentro del marco de los es-tudios de humanidades y, más concretamente, de las Faculta-des de Filosofía, ha pasado a estar colocada dentro del campode las ciencias sociales. La transformación que ahora se con-templa vendría a representar una variación profunda en cuan-to al contexto intelectual en que se vería situada, tanto en elorden académico como en el profesional. Precisamente la re-ciente reglamentación del ámbito sanitario, que ha desencade-nado el proceso de reflexión a que actualmente se hallasometida la profesión y sus círculos académicos, vendría a te-ner una aplicación mucho más directa de la que hoy por hoytiene.

¿Hasta qué punto puede realizarse esta definición sin defor-mar la realidad misma del saber psicológico?. ¿En qué medi-da cumple éste con los requisitos y condiciones de aquel tipode saberes?

LA PSICOLOGÍA Y SU OBJETOLa ciencia psicológica tiene en nuestro tiempo una gran

complejidad. Se ha propuesto, en alguna ocasión, como prefe-rible la expresión “ciencias psicológicas”, en plural, a su ver-sión en singular. La razón es que, ocupándosefundamentalmente del estudio de los comportamientos huma-nos -dejado a un lado el ámbito de la conducta animal, hoyampliamente en manos de la etología-, hay muy grandes dife-rencias entre los múltiples campos de la actividad humana, yuna amplísima variedad de técnicas y métodos con los que selos aborda.

Sin embargo, por debajo de tal variedad, hay un cierto con-cepto común al que volvemos siempre que nos hallamos antela necesidad de adoptar una definición. La psicología, de mo-do consistente a lo largo de un siglo, viene siendo definidacomo la ciencia del comportamiento con que el hombre reali-za su vida y se ajusta a su medio, y –y este añadido se ha tor-nado central en los tiempos recientes- de los procesosmentales que hacen posible aquél.

El hombre es una realidad dinámica, abierta a su entorno ocircunstancia, y forzada a ir construyendo su existencia envistas de esa misma circunstancia. Las grandes intuiciones fi-losóficas del siglo XX Ortega, Heidegger coinciden en adver-tir que la índole propia del hombre es de tipo estructural: elhombre es siempre yo-viviendo-en-un-mundo, yo-y-mundo, oIn-der-Welt-sein, del Daseinexistencial.

Precisamente la actividad que liga a ambos términos consti-tuye la conducta, y tiene por eso ésta un lugar central en la re-alidad humana: pues por ella nos constituimos a nosotrosmismos, en ella el mundo adquiere sus efectivos valores fun-cionales, y a su través vamos también construyendo el mundointersubjetivo en torno. En el horizonte de la conducta es don-de hay que interpretar tanto al hombre como a su mundo.

Pero la acción humana, y la reacción mundanal, no sólo sonacciones físicas, reales, sino acciones con ‘sentido’ o ‘signifi-cación’. Sentido y significación no son propiedades materia-les, físicas, de los actos: son ‘valores’, interpretaciones que elsujeto descubre y estima en los elementos del acto, resultadode su posición relativa al ‘proyecto’ o modelo mental denuestra existencia con que comparamos al mundo y a noso-tros mismos. No sólo nos movemos y nos comportamos concosas, sino con las ideas y sentido que damos a nuestra exis-tencia. Ello es el resultado de la intervención de la mente en

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Psicología� Comportamiento y Salud� El lugar de la Psicología en los campos deconocimiento

Helio Carpintero� Catedrático de Psicología�Universidad Complutense deMadrid

Correspondencia:Helio CarpinteroE-mail: [email protected]

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la actividad conductual. Gracias aaquélla, nos adaptamos al mundo, y loadaptamos también a nuestros proyec-tos y necesidades. Con nuestra con-ducta, humanizamos el mundo, y noshumanizamos nosotros mismos.

Esa conducta es falible, perturbable, insegura, contingente.Nuestra capacidad de llevarla a cabo es igualmente problemáti-ca. Nuestra adaptación al entorno es variable. Las característi-cas de nuestra organización subjetiva, nuestras capacidadesmentales, tienen un papel fundamental en el logro de ese ajus-te. (También tiene su peso la disponibilidad mayor o menor derecursos operativos, materiales, técnicos; y la disponibilidad delos medios y resortes sociales que favorecen o dificultan la ac-ción.). De todo ello depende la calidad de nuestra vida.

Precisamente en esa interacción con el mundo, y en directarelación con ese ajuste del sujeto a su entorno, aparece un es-tado variable, mayor o menor, de logro y positividad, que ensu límite apunta a una cierta plenitud personal, un estado quepuede alcanzarse con mayor o menor dificultad, siempre de-pendiente de la conjunción de un doble tipo de variables, sub-jetivas y objetivas, responsables de la vivencia globalresultante con que el hombre vive su existencia. A ese estadode plenitud nos referimos en ocasiones con el término de ‘fe-licidad’, de ‘autorrealización’, y también en muchas ocasio-nes con el de ‘salud’.

No está fuera de lugar recordar que una de las definicionesde más honda raigambre en la historia de la psicología es laque formuló a mediados del siglo XIX el gran filósofo y cien-tífico Herbert Spencer, iniciando una larguísima tradiciónfuncionalista. Decía Spencer:

“Lo que distingue a la psicología de las ciencias en que seapoya, es que cada una de sus proposiciones tiene a la vezcuenta de los fenómenos internos ligados entre sí, y los fenó-menos externos ligados entre sí, a los cuales se refieren losprimeros.” Y por eso, añadía,“lo que en aquella ciencia im-porta “no es ya la conexión entre los fenómenos internos, noes ya la conexión entre los fenómenos externos, sino la cone-xión entre esas dos conexiones“ (Spencer,1870, I,132).

Es esa conexión entre mundo interno y mundo exterior, y sugrado de logro o de perturbación, lo que viene a constituir laestructura básica del modo de estar el hombre en su mundo,por tanto la raíz efectiva de su bienestar o malestar. Son modosdel ‘encontrarse’ (sich befinden) el hombre en el mundo (Laín,1964, 264).

No se piense que esas son intuiciones ya superadas u obso-letas. Véase, si no, el documento elaborado por un comité de

especialistas, que pueda servir de basea los proyectos de formación del psicó-logo en Europa, (Proyecto EuroPsyT),documento que maneja la siguienteidea de psicología:

“La Psicología es una ciencia centralya que toca todos y cada uno de los aspectos de la realidad hu-mana. Los psicólogos profesionales trabajan en una gran va-riedad de ámbitos, incluyendo el clínico, el educacional, elorganizacional, el jurídico, con el fin de dar respuesta a lascuestiones de la vida colectiva y aumentar el bienestar de laspersonas, como individuos, en grupos y en sistemas sociales”(Proyecto, 2003, 65).

Por eso la psicología se mueve en el ámbito de los saberesrelativos al bienestar o malestar humanos, es decir, los relati-vos a la ‘salud’.

LA DEFINICIÓN DE SALUD El concepto de salud, como todo concepto referido al hom-

bre, entraña una dimensión social e histórica. Baste recordar,simplemente, que la voz latina “salus”, con que se significa la“salud” en sentido moderno, significa también la “salvación”en sentido religioso escatológico.

Operamos en nuestro tiempo con un concepto de salud muyflexible, que ha alcanzado a reunir un amplísimo campo se-mántico en torno suyo. Para comenzar, debemos distinguirentre un concepto amplio, lato sensu, y otro restrictivo, delfenómeno de la salud.

a) la versión ampliada En nuestros días se ha convertido ya en clásica la definición

que ofreció, hace algun tiempo, la OMS. Ésta definió la saluddel modo siguiente: “La salud es un estado de perfecto bie-nestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfer-medad” (vid. Laín,1984, 179). Se trata del “well-being” delindividuo, en su más amplio sentido, aquél que se refiere a suvida biográfica, a la posibilidad o imposibilidad de cumplirsus proyectos, realizar deseos y expectativas, desarrollar unaactividad con utilidad y valor sociales.

Precisamente ese concepto de salud abre directamente laspuertas a la efectiva intervención de diferentes saberes y téc-nicas, y entre ellos, de la psicología.

La OMS ofrece un concepto de salud que va mucho másallá de la ausencia de enfermedad o trastorno; implica un bie-nestar personal envolvente de la totalidad del sujeto en su ins-talación individual y social. Semejante ampliación deltérmino ha sido agudamente criticada por Laín (1984).

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La Psicología se mueve en elámbito de los saberes relativos

al bienestar o malestarhumanos, es decir, a la salud

Dejando a un lado los distintos modelos que el pensamientooccidental ha ido construyendo sobre la idea de salud, conven-drá anotar los criterios varios con que ese gran teórico de la me-dicina ha ordenado las múltiples perspectivas en torno a ella.

Ordenados de acuerdo con su análisis, ha distinguido unoscriterios objetivos, otros subjetivos, y unos socioculturales,que permiten especificar las múltiples dimensiones en quehay que considerar ese fenómeno global de “tener salud”, ode “estar sano”.

Enumera, primero, una serie de criterios objetivos:

� Criterio Morfológico: la integridad anatómica, hallarse‘ileso’ o sin lesión.

� Criterio Etiológico: no tener taras ni agentes innatos oadquiridos que provoquen enfermedad (lo que caracteri-za como estar ‘limpio’)

� Criterio Funcional: El sujeto reacciona a toda prueba connormalidad; es ‘normorreactivo’.

� Criterio Utilitario : Se da cuando el sujeto realiza un de-terminado rol social, esto es, cumple con las exigenciasde convivencia, trabaja y descansa, asume las vigenciassociales más generales, y se hace examinar por el espe-cialista cuando cree advertir alguna anomalía morbosa.

Añade a ellos un criterio subjetivo: El sentimiento de ‘estarsano’. Éste resulta, en opinión de Laín, de varias fuentes es-peciales: la conciencia de validez, un bienestar psicoorgánico,la creencia en poder seguir viviendo, cierta libertad respectoal cuerpo, la normalidad (‘omalía’ la llama) que se compartecon los demás semejantes, y la doble posibilidad de tener so-ledad y tener compañía.

Todo ello va acompañado de un último criterio sociocultu-ral, que hace que los valores pertenecientes a las variablesanteriores hayan de ser modulados con el modo como social-mente se perciben la salud y la enfermedad.

De esta suerte, Laín llega a construir una compleja defini-ción que, sin embargo, contiene precisiones que faltaban en laamplísima idea de la OMS: Dice así:

“La salud es…un hábito psicoorgánico al servicio de la vi-da y la libertad de la persona, y consiste tanto en la posesiónde esa normalidad y esa omalía como en la capacidad físicapara realizar con la mínima molestia, con el daño mínimo y,si fuese posible, con bienestar o gozo verdaderos, los proyec-tos vitales de la persona en cuestión.” (Laín, 1984, 199).

Salud, pues, es un modo de habérselas con uno mismo y con

el mundo, en relación con la corporeidad y la mente que posi-bilitan el ‘estar en el mundo’, y cuyo valor instrumental alservicio de los proyectos vitales aparece aquí enérgicamenteafirmado. Por eso, precisamente, es desde éstos desde dondeha de valorarse aquélla.

La salud, entonces, es antes que nada una cualidad de laexistencia, o de la vida biográfica. No es tema especial de na-die, sino cuestión que exige ser contemplada desde múltiplespuntos de vista, y uno esencial es justamente el de la calidadde la vida y el de los modos de comportamiento, precisamen-te los problemas que preocupan al psicólogo.

b) La salud. Significación restrictivaEl Diccionario Webster define salud (Health) del siguiente

modo: “el estado de ajuste [fitness] del cuerpo o de la mente”.Así las cosas, cabe hallarse ‘in good health’ o bien ‘in badhealth’. Ese estado está, pues, inmediatamente referido a lapérdida de su bondad de ajuste, esto es, al estado de ‘mala sa-lud’, y su conexión con la enfermedad.

Precisamente, en esa dirección ha ido la idea de salud, cuan-do se la ha puesto en conexión con la psicología, a la hora dedefinir la psicología de la salud.

Es ya habitual hacer referencia, en este punto, a la defini-ción de J. Matarazzo sobre esa especialidad psicológica: “Elconjunto de contribuciones científicas, educativas y profesio-nales que las diferentes disciplinas psicológicas hacen a lapromoción y mantenimiento de la salud, a la prevención ytratamiento de la enfermedad, a la identificación de los co-rrelatos etiológicos y diagnósticos de la salud, la enfermedady las disfunciones relacionadas, a la mejora del sistema sani-tario y a la formación de una política sanitaria” (Matarazzo,1980).

En general, uno estaría tentado de decir que la psicología dela salud ha optado por la definición restringida – actividadesen torno a la lucha contra la enfermedad- precisamente por-que va de suyo que en el sentido amplio, en el de la buena ca-lidad de vida y de ajuste a la existencia, es efectivamente sutema primario, al que más directamente enfoca como saberorganizado (Rodriguez Marín, 2002).

Lo interesante es que ambos conceptos constituyen momen-tos de una evolución. “El concepto de salud ha evolucionadodesde una definición tópica,‘ausencia de enfermedad o inva-lidez’ a un concepto, probablemente utópico, o ‘estado debienestar completo físico, mental y social” (Fernández Ba-llesteros y Carrobles, 1988).

Trátese del bienestar existencial, o del conjunto de condicio-nes sociales e individuales que favorecen aquél, lo protegen,

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lo procuran incrementar mediante laintervención individual y social, la sa-lud de que el hombre de nuestro tiem-po habla es en gran medida objetivo desus acciones y resultado de sus inter-venciones. Es, por decirlo brevemente,un objetivo prioritario a conseguir porel hombre. Y por tanto, es el resultado de la cooperación deuna amplísima gama de actividades técnicas y prácticas.

Entre ellas, de la psicología, que es, en nuestro tiempo, nosólo ciencia, sino tecnología y profesión.

PSICOLOGÍA: LA DIMENSIÓN APLICADA Cuando hablamos de psicología, hablamos de varias cosas

relacionadas entre sí. Desde luego, hablamos de una ciencia,de un conocimiento racional y objetivado, fundado en la ex-periencia y susceptible de ser sometido a comprobación em-pírica. Hablamos también de una serie de conocimientos y detécnicas aplicados a campos diferentes de la acción humana,tanto del comportamiento en general como del que se lleva acabo en contextos determinados, por lo general de índole his-tórica y social.

Desde los primeros momentos de su historia como ciencianatural sobre la mente y el comportamiento, la psicología fuecobrando rápidamente conciencia del valor de utilidad y apli-cabilidad de sus conocimientos más teóricos y básicos.

El estudio de los procesos mentales que el hombre pone enjuego en su labor de adaptación al mundo, que comenzaron porconstituir el objeto de la nueva ciencia psicológica, reveló ense-guida la existencia de muy grandes diferencias entre unos indi-viduos y otros, con la consiguiente variedad en la capacidad deadaptación a las diferentes situaciones. Esto trajo, de inmediato,dos tareas aparecidas como indispensables: el conocimiento delas capacidades de los individuos, y de su posible perfecciona-miento, junto con estudio de las situaciones y los contextos enque aquéllos se veían forzados a operar. En todos los niveles ycampos, el encaje del hombre en su situación vino a exigir undesarrollo de los conocimientos básicos en su dimensión deaplicación contextual. La adecuación buscada requería, de unaparte, encontrar situaciones donde más plena y positivamente sedesenvolvieran unos determinados tipos de individuos; al tiem-po que se convertía en tarea imprescindible y complementaria lade descubrir aquellos otros sujetos que mejor, más capaz y máspositivamente podrían hacer frente a situaciones preexistentesque demandaban ser resueltas.

“En la escuela, en la fábrica, en la múltiple actividad so-cial, resultaban relevantes las diversas habilidades, las pecu-

liares capacidades de los individuos.Su conocimiento pronto resultó im-prescindible…Saliendo del puro estu-dio de laboratorio, el psicólogo prontocobró conciencia de sus nuevas posibi-lidades así como de sus nuevos retos yobligaciones. Mientras las demás téc-

nicas ofrecían el control de la naturaleza por el hombre, latécnica del psicólogo se iba a ocupar del control del hombrepor el hombre mismo, lo que sería, por tanto, en cierto modo,un control de segundo orden.” (Carpintero, 2002, 28).”

La conciencia de la variabilidad y de la perfeccionabilidadhumanas abrió sin duda la puerta a la intervención modificado-ra. Unido al desarrollo de las técnicas de transformación delmundo natural en torno, surgió por fuerza un conjunto de técni-cas de transformación del hombre mismo, bien referidas a va-riables de índole individual, bien a otras de carácterestrictamente social o grupal. Pero el campo de acción quedóenseguida bien delimitado: el mundo de la formación y apren-dizajes que permiten el desarrollo personal (educación), el dela interacción, incorporación y pertenencia a organizacionessociales (psicología social de las organizaciones), la adaptacióna contextos de trabajo (psicología del trabajo, psicología indus-trial), y, más tarde, una creciente ampliación a los contextosmás variados en que se sitúa y desarrolla la acción humana:contextos políticos, actividades comerciales, propaganda, de-porte, conductas en el marco de la vida judicial, etc.

De esta suerte, lo que comenzó siendo un estudio de proce-sos básicos que regulaban el comportamiento y la actividadmental, pasó a ser un saber técnico capaz de precisar, diag-nosticar y modificar el ajuste vital del individuo –o del gru-po- a su contexto situacional.

Como hace ver un especialista actual, interesado en proble-mas de psicología comunitaria, ese desarrollo de la psicologíadesde su orientación básica a sus aplicaciones ha tenido unamarcha bien definida:.

“El desarrollo de la psicología como disciplina científica ycomo profesión, ha ido poniendo de manifiesto las caracte-rísticas que permiten enmarcar la formación del psicólogopara intervenir en los Servicios Sociales. Entre esas caracte-rísticas se encuentran prioritariamente:

1) El paso de una psicología de enfoque descriptivo a unénfasis en la intervención; 2) la evolución del enfoque indivi-dualista al enfoque social y comunitario; 3) el proceso demodificación de un énfasis en la validez interna de la investi-gación a favor de un énfasis de la validez externa y ecológi-ca; 4) el cambio de una clara distinción entre psicología

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Cuando hablamos depsicología hablamos de unaciencia y de unas técnicas

aplicadas a campos diferentesde la acción humana

básica y psicología aplicada a una estrecha relación entreinvestigación e intervención profesional; y 5) la mayor con-ciencia de la psicología no sólo como disciplina científica si-no también como tecnología y como precisión [creemos quedebería leerse: ‘profesión’]” (Goñi, 1995, 128) “

Entendemos con claridad que en muchas de las acciones eintervenciones psicológicas que tienen como destinatario elindividuo, está en juego, de una u otra manera, su adaptaciónsituacional, y los aspectos anejos de modificabilidad de suscapacidades individuales o sociales, junto a la modificabili-dad del entorno físico y corporal. Por lo mismo, en todo esteconjunto de aplicaciones posibles estamos directamente refe-ridos a un último concepto que engloba aquéllas: el de salud.

Es evidente que a ello hemos llegado desde un plano inicial-mente definido por la adaptación individual. Pero nótese que eldesarrollo en el tiempo, que ha ido abriendo la psicología a losproblemas colectivos, ha ido consolidando los rasgos propiosde lo que cabría considerar como una intervención “bienhecho-ra” o “perfectiva”, que incrementa la bondad del ajuste al en-torno, que incrementa la calidad de la existencia del sujeto, ydisminuye las disfunciones y perturbaciones exógenas a que elindividuo se ve expuesto. Más aún, se va haciendo patente ennuestros días que esos mismos valores de ajuste o perturbaciónafectan igualmente a la manera colectiva como vive un grupodefinido su proyecto colectivo o tarea común, con mayor o me-nor tensión, desajuste o estrés, requiriendo intervenciones yadiseñadas a nivel grupal u organizacional.

Precisaré aquí que esa expresión de “intervención bienhe-chora”, que he utilizado, resulta en gran medida equivalente ala de “intervención sanitaria”; la prefiero aquí, no obstante,por obvias razones nacidas del uso semántico extremadamen-te restrictivo que nuestra lengua tiende hoy a conceder a la fa-milia terminológica de ‘sanidad’. La empleo porque, en todocaso, nos movemos en un amplio campo de actividades quese sitúan en una acción destinada a promover el mejoramien-to de la calidad de vida del individuo o del grupo, tanto en suámbito puramente individual, como en el de su vida social.

Una vez examinada la cuestión planteada desde el horizonte dela definición de nuestra disciplina, convendrá que se vea cómouna determinada concepción se ha ido plasmando en el ámbitode la formación de especialistas y profesionales, a través del cu-rriculum académico implantado en los centros de formación.

CURRICULUM DEL LICENCIADO EN PSICOLOGÍA.UNA MUESTRA

A fin de que podamos valorar debidamente la formación delpsicólogo, convendrá tener presentes las líneas genéricas re-

lativas a la naturaleza de la formación del profesional delcampo de los saberes relativos a la Salud.

Líneas maestras de un profesional sanitarioEste profesional se define, básicamente, en atención a dos

parámetros: una intervención socialmente reglada de ayuda alOtro, entendido como ‘cliente’, y una meta de reintegraciónde aquél en situación de bienestar –mental u orgánico- me-diante la modificación de variables físicas, psicológicas o psi-cosociales que definen la situación de partida en que elcliente se halla, gracias al empleo de técnicas y procedimien-tos científicamente solventes e idóneos.

La formación de la persona que se orienta al trabajo espe-cializado en el campo de las Ciencias de la Salud, ha de con-tener una serie de requisitos que hagan posible luego elcumplimiento de las tareas y actividades a que, en su caso,habrá de hacer frente.

Enumeradas sintéticamente, mencionaremos las siguientes:En general, se ha de tratar de una formación con una base

‘generalista’, y una complementaria pero esencial formación‘especialista’, orientada a un mismo tiempo a una doble fina-lidad, de ‘saber’ y ‘saber hacer’. Para ello se requiere:

1) Conocimiento de las estructuras naturales determinantesde la salud humana.Aproximación desde la perspectiva del modelo bio-psi-co-social de la actividad.Estructuras básicas que intervienen en la dinámica de la‘acción humana’ (Estructuras psico-orgánicas responsa-bles de la acción).

2) Conocimiento del modelo científico-natural del pensa-miento científico. Comprensión de la naturaleza hipotéti-ca de los modelos explicativos, así como de los requisitoscientíficos que fundamentan su posible validez.

3) Conocimiento de los determinantes personales y socialesdel proceso anormal. Formación en los procesos credenciales e interpretativosque inciden en todo acto humano, sea normal o pertur-bado.

4) Formación del técnico profesional en el empleo de ‘técni-cas individuales’ y ‘técnicas socio-grupales’ de interven-ción. Conocimientos básicos teórico-prácticos relativos ala Relación Cliente- Especialista (RCE), y los condicio-namientos sociales que intervienen en aquélla.

5) Adquisición de habilidades referidas a: procesos de inte-rrelación personal (entrevista, diagnóstico, tratamiento),manejo de instrumentos específicos de diagnóstico ytratamiento, elaboración de informes, interpretación de

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datos, conocimiento de los siste-mas sociales de intervención sani-taria.

6) Formación deontológica que regu-la toda relación RCE, al tiempoque implica la formación científi-co-técnica continuada.

Líneas básicas de la formación del psicólogoLa formación del psicólogo cumple todas esas condiciones,

lo que no significa que no deban en su momento ser reforza-das muchas de las estructuras formativas hoy en aplicación.(Peiró, 2003).

“En general, la enseñanza psicológica en España se basaen la concepción de la psicología como la ciencia empírica yexperimental de la conducta, con amplios fundamentos bioló-gicos y sociales y una creciente atención a los componentescognitivos, a la metodología matemática multivariada y alanálisis funcional del comportamiento, sin excluir los aspec-tos históricos, filosóficos y epistemológicos, ni las diversascorrientes de la psicología, la psicoterapia y la modificaciónde conducta.” (Yela, 1994). Así resumió en cierta ocasiónYela las líneas básicas de la formación reglada que se ha im-plantado en el campo de la psicología, y que responden ple-namente a las dimensiones arriba indicadas. En efecto:

1) En general, la formación en los actuales programas cu-rriculares se ajusta al modelo bio-psico-social de com-prensión del sujeto humano.

Si nos atenemos a los grandes núcleos temáticos, éstosestán representados por las materias troncales incluídasen todos los planes de estudios. Tomemos como ejem-plo el Plan de Estudios de la Universidad Complutensede Madrid, que cumple, como todos los de las otras uni-versidades, con las líneas generales implantadas en1987, sobre directrices generales comunes de planes deestudios (Blanco, 2001). En la formación que ahí se di-seña se contienen aspectos conceptuales relativos a lasestructuras somáticas y psicofísicas involucradas en elproceso comportamental. En efecto, cuenta con estasmaterias: “Fundamentos de Neurociencia” (1º, 11 cred.),Psicología Fisiológica (3º, 10 cred.). A ello se ha de su-mar el conjunto de disciplinas que están dedicadas al es-tudio de los procesos básicos de la actividad psicológica(Psicología del Aprendizaje, Psicología de la Atención,Psicología de la Percepción, Psicología de la Motiva-ción y Emoción, Psicología del Aprendizaje Humano yMemoria, Psicología del Lenguaje y Psicología del Pen-

samiento) que completan esa vi-sión acerca de los procesos impli-cados en la acción humana.

2) Introduce cuestiones relativas alconocimiento del modelo episte-mológico dominante en las cien-cias actuales.

Incluye cuestiones que se tratan en asignaturas como:Historia de la Psicología; Filosofía de la Psicología; Es-tadística aplicada a la Psicología, I y II; Métodos y Di-seños de Experimentación en Psicología, I y II;Psicometría; Lógica y Computación.

3) En cuanto a lo relativo a los aspectos personales y socia-les del proceso anormal, se ha de destacar la amplia con-sideración que ello recibe:

- por un lado, en la formación generalista de todo psi-cólogo, gracias a asignaturas como “Psicología de laPersonalidad”, “Psicología Diferencial”, “PsicologíaSocial”, y “Psicopatología”, y “Psicopatología de losProcesos y Psicología Anormal (I).

- por otro lado, mediante el conocimiento nacido del es-tudio de los procesos de desarrollo psicológico de lasdiferentes dimensiones psíquicas, y de aculturaciónsocioeducativa, (en materias como “Desarrollo cogni-tivo” y “Desarrollo Social y de la Personalidad”)

4) Tiene en cuenta también la formación técnica que necesitaemplear el psicólogo como profesional. En efecto, todoslos estudiantes reciben en la carrera una formación obli-gatoria en los conceptos y procedimientos básicos que seemplean tanto en “Evaluación Psicológica” (lo que supo-ne una primera capacitación en el empleo de técnicasdiagnósticas, tanto para individuos como para programasde intervención sociogrupal), como en “Técnicas de mo-dificación de conducta” - lo que les familiariza con proce-dimientos básicos de tipo terapéutico y de intervención,capaces de lograr variaciones sustanciales del estadomental, actitudes, hábitos e incluso formas adictivas de laconducta, y que representan en nuestros días una de lasformas básicas de la psicoterapia psicológica fundada enlos principios científicos del aprendizaje.

5) De modo ya más general, podemos ver que toda una par-te de la formación del psicólogo está dirigida a la adqui-sición y consolidación de habilidades que intervienen enlos procesos de interrelación personal, entre el psicólogoy su cliente, y que se tienden usualmente a concentrar entorno a los tres conceptos básicos siguientes: entrevista,diagnóstico y tratamiento.

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Una parte de la formación delpsicólogo está dirigida la

adaptación de habilidades queintervienen en los procesos de

interrelación personal

Especialmente en varias de lasmaterias mencionadas en el apar-tado anterior, se familiariza alpsicólogo en formación con unaserie de conocimientos básicosrelativos a la Relación Cliente-Especialista (RCE). En efecto, to-das las actividades evaluativas einterventivas tienen, como piezaesencial, la formación en los mo-dos y potencialidades de la interacción interpersonal en-tre el técnico y el cliente, a partir del establecimiento deun buena relación o rapport entre ambos.

Esta relación incluye y supone algunas tareas capitalesen toda acción psicológica interventiva. Ésta, no se olvide,surge siempre por demanda de un cliente o consultante.

La primera de esas tareas se da ya en el momento ini-cial. Se trata del establecimiento por el psicólogo de latarea a realizar (formación de hipótesis operativa): defi-nición del problema, categorización del mismo, determi-nación de las variables sobre las que habría de reposar laintervención, delimitación de objetivos a lograr y esta-blecimiento de los modos operativos que han de permi-tir alcanzar éstos.

Sigue luego un momento segundo, de elección y apli-cación de instrumentos, sean éstos de la complejidad ynaturaleza que sea, para la obtención de la informacióndeseada, y su interpretación en vistas de la hipótesisoperativa de partida, y su posible corrección, confirma-ción o desestimación. Ello hace posible la continua co-rrección o reforzamiento de las intervenciones diseñadasa fin de obtener las metas deseadas.

Finalmente, hay un momento de comunicación del jui-cio técnico sobre el caso, que ha de ser ofrecido al clien-te o quienes lo representen, y que entraña la formulaciónde un diagnóstico, el establecimiento de la intervención,y la valoración final de la acción interventiva, con la re-dacción de un informe y la terminación de la relación.

6) Además, nos hemos referido antes a la necesidad generalde una formación deontológica, que debe siempre regu-lar todo tipo de actividad interpersonal, y especialmentetodas aquéllas que afectan a dimensiones estrictamenteíntimas y personales del cliente. Ello incluye desde lautilización terapéutica y profesional de la confianza delcliente en el terapeuta, hasta la reserva absoluta que seha de exigir a todo tipo de información nacida del con-tacto entre el psicólogo y su cliente. Ésta debe ser pre-

servada por el técnico incluso enaquellos casos en que interesesespúreos, o presiones ajenas aque un cliente puede hallarse so-metido, pudieran hacer parecerfavorable la relativa publicidadde los hallazgos realizados por eltécnico. Ello, naturalmente, den-tro de todas las normas que sobresecreto profesional rigen en una

sociedad democrática, y regulan sus conductas en su co-nexión con las instituciones, y están además afectadaspor la normativa juridica vigente al respecto.

Los anteriores prenotandos ayudan a comprender que en ge-neral, toda acción propia de un psicólogo profesional cumplecon la estructura básica operativa de la acción científico-téc-nica orientada a la resolución de problemas existenciales, enlos que el técnico en cuestiones mentales y comportamentalesque es el psicólogo, interviene, tomando por objetivo la reso-lución y modificación de aquéllos, de modo que su cliente,individual o grupal, pueda recuperar su deseada situación debienestar.

REFLEXIÓN SOBRE LOS PERFILESPROFESIONALES DEL PSICÓLOGO

Se ha podido decir que el psicólogo técnico, que se formaen las actuales Facultades de acuerdo con los planes en vigor,busca el control sobre la conducta humana, “con el propósitoúltimo de su mejoramiento” (“for the sake of ultimate humanbetterment”), según la expresión utilizada por la AmericanPsychological Association, en sus Ethical Principles in theConduct of Research with Human Participants (APA, 1973).Nada distinto dice hoy la British Psychological Society al de-terminar el rol del psicólogo profesional: la persona capaz de“desarrollar y aplicar principios, conocimientos, modelos ymétodos psicológicos de manera ética y científica con el fin depromover el desarrollo, el bienestar y la eficacia de los indivi-duos, los grupos, las organizaciones y la sociedad” (Brit.Psy-chol.Soc., 1998)

Un estudio reciente de los ámbitos profesionales del psicó-logo, llevado a cabo por el Colegio Oficial de Psicólogos deEspaña (COP,1998), nos permite aproximarnos a la realidadinmediata de la acción profesional en una variedad de camposy especialidades, todas las cuales coinciden en una serie deelementos y requisitos compartidos.

Los campos que han sido tenidos en cuenta son los siguientes:

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Toda acción propia de unpsicólogo profesional cumple

con la estructura básicaoperativa de la acción

científico-técnica orientada a laresolución de problemas

existenciales

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la Psicología de la Actividad Física ydel Deporte, la Psicología Clínica y dela Salud, Psicología de las Drogodepen-dencias, Psicología de la Educación,Psicología de la Intervención Social,Psicología Jurídica, Psicología del Tra-bajo y de las Organizaciones, y Psicolo-gía del Tráfico y de la Seguridad. Elcatálogo podría sin duda prolongarse singrandes dificultades. La ecología y me-dio ambiente, la publicidad, el arte, laacción religiosa pastoral, etc., podríantal vez añadirse a la lista dada.

Importa notar, en general, que en to-dos esos casos hay ciertas comunida-des básicas que han de ser destacadas:

1) Se trata de áreas de actividades, cultivadas o relaciona-das con la vida de individuos o grupos, que tienen unaserie de rasgos, más o menos genéricos, definitorios, pe-ro que entrañan siempre comportamientos definidos depersonas, que ponen en juego unas ciertas capacidadesmentales y comportamentales, y conllevan un cierto ni-vel de especialización.

2) Se trata, además, de campos en los que la actividad hu-mana ha de hacer frente a problemas, en ocasiones reso-lubles, que implican situaciones terminativas de mayoro menor logro o satisfacción para el cliente.

3) En todos esos campos, están en juego elementos motiva-cionales – bien con carácter de motivación primaria, obajo forma de incentivos individuales o sociales-, desuerte que el resultado de la adaptación que el cliente lo-gre influirá directamente sobre el sentido de bienestar,logro, autorrealización o éxito, - o el de los valores con-trapuestos. En la intervención psicológica está en juegoel “bienestar mental, social y físico” del cliente, ese bie-nestar de que venimos hablando en todo este escrito. Setrata, en definitiva, de elevar su experiencia de ‘bienes-tar’ o ‘malestar’ ligada a modos de comportamiento per-fectible, modificable y susceptible de cambio medianteuna intervención técnica.

4) Todas las actividades humanas implican, de un modo uotro, la puesta en juego de capacidades biológicas, men-tales o sociales; sobre muchas de ellas cabe influir me-diante procedimientos técnicamente delimitados,definidos operacionalmente, y evaluados en cuanto a sumayor o menor eficacia, adecuación, y requisitos míni-mos para su aplicación. De ahí que la intervención psi-

cológica resulte en cierto modocoextensiva con la acción huma-na realizada en los más variadoscontextos.

Todo ello significa que, en el campode la acción profesional del psicólogo,junto a la especificidad de aplicacio-nes, a que nos acabamos de referir, seda un conjunto de rasgos estructuralesde esa intervención que hacen de ella,en cualquier caso, una acción técnicasometida a criterios de eficacia, costo,aplicabilidad al caso individual, desuerte que dicha acción puede ser re-conocida como resultado de una técni-

ca basada en una determinada concepción científica yrespaldada por los criterios deontológicos aprobados y defen-didos por el Colegio Oficial de Psicólogos (Santolaya y Ber-dullas, 2003).

Se ha hecho notar que “puesto que no hay una base sistemá-tica clara para diferenciar entre especialidades, es difícilidentificar requisitos únicos y comunes para todos los psicó-logos”. Pero, acto seguido, se añade que en todos esos casosciertamente “estamos forzados a usar términos genéricos ta-les como diagnóstico, evaluación, o desarrollo de un plan deintervención, que se apliquen a casi cualquier situación pro-fesional” (Roe, 2003, 2). Es decir, que aunque se reconoce lafuerte especificidad que domina en muchas de las especiali-dades mencionadas arriba, no deja de darse en toda interven-ción psicológica una serie de momentos estructuralescomunes (diagnóstico, evaluación y plan de intervención), in-dicativos de tareas que han de ser llevadas a cabo por todoslos psicólogos profesionales, y que coinciden todas en ser ac-ciones demandadas por clientes, referidas a su bien o males-tar, tecnificadas en mayor o menor grado y evaluablesobjetivamente con criterios compartidos socialmente, y a lasque el psicólogo da forma y estructura de acuerdo con princi-pios teóricos relativos tanto al conocimiento del caso indivi-dual como a los principios y leyes genéricas de los procesospsicológicos implicados en la intervención.

La acción profesional del psicólogo, pues, de modo genéri-co, se inscribe en el ámbito de la actividad estructurada y tec-nificada de apoyo o ayuda al Otro, realizada por un sujetoformado científica y técnicamente, y susceptible de ser funda-mentada y justificada en base a experiencias normativas pre-vias que están fundadas en una teoría científica aceptada porla comunidad científica.

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La acción profesional delpsicólogo, se inscribe en el

ámbito de la actividadestructurada y tecnificada de

ayuda al Otro, realizada por unsujeto formado científica y

técnicamente, y susceptible deser fundamentada en base aexperiencias normativas queestán fundadas en una teoríaaceptada por la comunidad

científica

CONCLUSIONES 1) La situación de la psicología en el campo de las áreas

disciplinares académicas ha variado, partiendo de unaprimera adscripción a las Humanidades, para pasar lue-go al área de Ciencias Sociales, y hoy -sólo en parte, laPsicología Clínica- incorporándose al de las Ciencias dela Salud.

2) Sin cuestionar el sentido que tiene su adscripción a Cien-cias Sociales, resulta evidente, a la hora de dar estructu-ra regulativa al mundo de las Profesiones Sanitarias, quela Psicología debe también hallarse en ese campo. Yello por las razones siguientes:

a) La psicología, en sus aspectos aplicados, promueveintervenciones en individuos o grupos, destinadas aincrementar el bienestar, la calidad de vida, y la so-lución de problemas vitales o situacionales queafectan o perturban a los clientes que solicitan laintervención.

b) Por su formación, el psicólogo posee una concep-ción científica respecto de los comportamientos in-dividuales y grupales, una metodología rigurosa ycientífico-técnica para abordar las cuestiones quese le plantean, y una preparación para diseñar pla-nes de intervención controlables y evaluables concriterios objetivos.

c) En toda intervención psicológica, sea clínica, edu-cativa, organizacional, etc., el psicólogo lleva a ca-bo tareas de evaluación del problema, diagnósticoy análisis de las dimensiones del mismo, y diseñode intervención, mediante una continua interrela-ción con el cliente –individual o grupal-, un análi-sis de los contextos culturales y sociales en que seproduce, y una aplicación de instrumentos estanda-rizados, en muchos casos de aplicación internacio-nal, cuya validez está respaldada por la comunidadcientífica.

d) En todas esas intervenciones, el psicólogo, al igualque los demás profesionales del campo de la salud,se halla movido por la finalidad de promover la sa-lud, concebida de acuerdo a los criterios de laOMS, como estado de bienestar personal de natura-leza bio-psico-social.

3) En tal sentido, al psicólogo le cabe reivindicar su correc-ta situación en el campo científico sanitario, de suerteque puedan serle de aplicación las medidas positivas deformación y de atención administrativa, ya que le son ensu momento demandadas actuaciones y requisitos deon-

tológicos que permitan llevar a cabo de modo cabal unarelación técnica, profesional y personal a favor del bie-nestar y calidad de vida deseados por su cliente.

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