PSI-PC

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HISTORIA DEL SOCIALISMO MARXISTA EN LA ARGENTIN COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO SOCIALISTA INTERNACIONAL CUATRO PALABRAS El documento que se leerá a continuación es el informe que el Partido Socialista Internacional envía a los demás Partidos Socialistas y a la Internacional. Hemos juzgado útil el publicarlo porque ilustra, con precisión y claridad -según creemos- el origen de nuestro partido y la historia del titulado Partido Socialista, demostrando palmariamente que a virtud de sus ruidosos éxitos electorales, ha abandonado, una tras otra, todas las características de un verdadero Partido Socialista, poniéndose en abierta contradicción con lo que fue antes el mismo partido. Se corrobora, también, cómo la adaptación al ambiente ha traído al partido, importado por conspicuos dirigentes, las peores artimañas y “vivezas” de los políticos criollos. Y esta doble desviación sustancial de doctrina y de procedimientos ha hecho de imperiosa necesidad la creación de un organismo que encarnara entre nosotros el pensamiento y los métodos de lucha del marxismo. Nos hemos cuidado, muy especialmente, de impedir que hable la voz de la pasión. Hemos dejado que hablaran los hechos, por si solos, su elocuente lenguaje. Nos hemos limitado a documentarlos. Así conseguimos la mayor serenidad y objetivación en la exposición de los acontecimientos. Por lo que dice este folleto y por la abundante recopilación de antecedentes que recoge, es indudable que no puede faltarle al proletariado ni a ninguna persona que quiera formarse un concepto exacto del socialismo en la Argentina y desee saber quien lo defiende y representa en la realidad de la áspera lucha cotidiana. El Comité Ejecutivo PARTIDO SOCIALISTA INTERNACIONAL REPÚBLICA ARGENTINA MEMORIAL DIRIGIDO A TODOS LOS PARTIDOS SOCIALISTAS Ciudadano Secretario del Partido Socialista de ............................................................. ........ .. Estimado camarada: ¡Salud!

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HISTORIA DEL SOCIALISMO MARXISTA EN LA ARGENTINCOMIT EJECUTIVO DEL PARTIDO SOCIALISTA INTERNACIONALCUATRO PALABRAS

El documento que se leer a continuacin es el informe que el Partido Socialista Internacional enva a los dems Partidos Socialistas y a la Internacional. Hemos juzgado til el publicarlo porque ilustra, con precisin y claridad -segn creemos- el origen de nuestro partido y la historia del titulado Partido Socialista, demostrando palmariamente que a virtud de sus ruidosos xitos electorales, ha abandonado, una tras otra, todas las caractersticas de un verdadero Partido Socialista, ponindose en abierta contradiccin con lo que fue antes el mismo partido. Se corrobora, tambin, cmo la adaptacin al ambiente ha trado al partido, importado por conspicuos dirigentes, las peores artimaas y vivezas de los polticos criollos. Y esta doble desviacin sustancial de doctrina y de procedimientos ha hecho de imperiosa necesidad la creacin de un organismo que encarnara entre nosotros el pensamiento y los mtodos de lucha del marxismo.Nos hemos cuidado, muy especialmente, de impedir que hable la voz de la pasin. Hemos dejado que hablaran los hechos, por si solos, su elocuente lenguaje. Nos hemos limitado a documentarlos. As conseguimos la mayor serenidad y objetivacin en la exposicin de los acontecimientos.Por lo que dice este folleto y por la abundante recopilacin de antecedentes que recoge, es indudable que no puede faltarle al proletariado ni a ninguna persona que quiera formarse un concepto exacto del socialismo en la Argentina y desee saber quien lo defiende y representa en la realidad de la spera lucha cotidiana.

El Comit Ejecutivo

PARTIDO SOCIALISTA INTERNACIONALREPBLICA ARGENTINAMEMORIAL DIRIGIDO A TODOS LOS PARTIDOS SOCIALISTAS

Ciudadano Secretario del Partido Socialista de ..................................................................... ..

Estimado camarada: Salud!

Las divergencias que la guerra provocara o acentuara en las filas socialistas, repercutieron intensamente en la Repblica Argentina. Dieron lugar a un congreso donde las dos tendencias -la favorable y la contraria a la guerra- se manifestaron netamente. Por ltimo, produjeron la divisin del partido y determinaron la formacin del Partido Socialista Internacional.Nos permitiremos relatar cmo se incubaron y estallaron esas diferencias, no slo para demostrar que hemos sido, en todo momento, defensores decididos de los principios y las banderas de la Internacional, sino, tambin, porque encierran saludables enseanzas, dignas en nuestro entender de ser acotadas y meditadas.

AosVotos

1896134

1898105

1900135

1902165

1904(un diputado por 4 aos)1.257

19063.495

1908 (marzo)5.100

1908 (octubre)5.078

19107.010

1912 dos diputados (sistema de lista incompleta: uno con 35.000 votos, otro con 23.000)

1913 (mayora de dos diputados con 483.000 votos y un senador con 42.000)

1914 (may: 6 diputados)42.000

1916 (min: 3 diputados)42.000

1918 (min: 3 diputados)49.000

1918 (eleccin comunal): 10 concejales47.000

I.Cifras electorales. Por razones que ms adelante se vern con claridad, comenzamos este trabajo, reproduciendo la suma de votos obtenidos por el Partido Socialista, en las distintas elecciones a diputados y la primera comunal, a las que se ha presentado en la ciudad de Buenos Aires.Adems, obtuvo en la provincia de Buenos Aires, seis diputados, (yaperdidos): 2 en 1914 y 4 en 1915.Por qu citamos estas cifras. Para quien conozca la situacin y el ambiente poltico de la Repblica estas cifras son eminentemente sugestivas. Entraan un xito sorprendente. Pueden explicar la transformacin de un partido de principios en un partido electoral. Ntese el brusco ascenso de votos de 1910 a 1912 y de 1912 a 1913 y 1914. La conquista de la mayora en 1913 y 1914 no obedeci a que el electorado tuviera conciencia socialista; se vot por el Partido como una protesta contra el rgimen conservador imperante. Desde entonces fue preocupacin destacada del grupo dirigente del Partido Socialista el conservar la mayora a toda costa, aun a expensas de los ideales socialistas. Perdida en 1916, esperaba desquitarse en 1918, votando en el Congreso Nacional la ruptura de relaciones con Alemania; calculaba contar con los votos de los aliadfilos. Mas por encima de las simpatas guerreras primaron en el nimo del electorado las tendencias pacifistas: el Partido Socialista, considerado guerrerista, fue derrotado por el Partido Radical o gubernista (radical de nombre; predominan en l tendencias conservadoras y clericales; pero mantuvo al pas en la neutralidad).

Ahora bien: todas las fracciones polticas en que se subdivide la burguesa argentina son por igual conservadoras; carecen de programa; en el poder se limitan a defender los intereses de los terratenientes e industriales y repartir entre los correligionarios las numerosas prebendas de un inflado presupuesto. Este estado de cosas tiene harto al pueblo argentino. Hasta la fecha no existe un partido intermedio radical burgus, tendencia hacia la cual parece inclinarse un fuerte ncleo de opinin. El Partido Socialista pregon siempre que desempeaba una doble funcin: de partido radical, y de partido socialista, a un mismo tiempo.

Con la rpida descomposicin a que se encuentran abocadas las tendencias burguesas, el Partido Socialista aspira a llenar las funciones gubernativas reservadas a un Partido Radical (a la europea) que tiene grandes probabilidades de regir al pas. En la Cmara de Diputados sus votos, en algunas ocasiones, han sido decisivos. Hoy por hoy el Partido Socialista, para participar del gobierno de esta Repblica, necesita prescindir de los principios socialistas, presentarse como una fraccin moderada y desteida. Es la transformacin que est operando. Lo corroboran los hechos que pasamos a exponer.

Actuacin parlamentaria. La actuacin parlamentaria socialista es cada vez ms reformista. El principio de la lucha de clases, que solamente un diputado -el doctor Justo- sostuviera en los comienzos de su actuacin, ha sido completamente abandonado. Se gua por el concepto hbrido de la colaboracin de clases y del nacionalismo patriotero y burgus, disimulado bajo el disfraz de nacionalismo sano, inteligente y fecundo.

El grupo parlamentario socialista ha conspirado contra el socialismo presentando proyectos y asumiendo actitudes que son la negacin rotunda del socialismo. La siguiente enumeracin de casos concretos, cuya gravedad se comenta por s sola, es la mejor prueba:

1 El grupo parlamentario vot siempre los presupuestos de guerra y marina.Nunca combati ni el militarismo ni el ejrcito.En una interpelacin al ministro de la Guerra, el diputado de Tomaso pronunci las siguientes palabras (Diario de Sesiones, Tomo I, pg. 615, junio 5 de 1914):Estamos seguros de que si alguna vez peligrara la independencia del pas, para salvarla habra que contar, no tanto con el ejrcito profesional y con sus directores tcnicos, sino con las fuerzas de la inteligencia, de sentimiento, de sacrificio y de entusiasmos que saldran inagotables de las profundidades mismas de la nacin. No somos enemigos del ejrcito; queremos s rectificar procedimientos; queremos corregir abusos o errores graves de los directores del ejrcito, para que l no est separado del pas, para que el pas lo mire con ms confianza, para que no cueste tanto dinero como hoy cuesta, para que sea, a los fines de la defensa nacional, una salvaguardia ms segura y eficaz de lo que puede ser ahora, y para que, perdiendo caracteres extraos a nuestro ambiente y a nuestras necesidades, no sea una causa de alarma en el concierto de nuestras relaciones internacionales.

2 Pidieron en un proyecto (26 de septiembre de 1913) la construccin de nuevos cuarteles, pretextando razones de higiene (!).

3 En otro proyecto presentado casi simultneamente con el anterior, solicitaban la jornada de ocho horas y el salario mnimo para los obreros del Estado. Incluan una clusula por la cual la jornada de ocho horas no regira en el pas en caso de guerra. Defendindola de ataques de que fue objeto en el Congreso del Partido, celebrado en la ciudad de Rosario, su autor, el diputado Repetto dijo (La Vanguardia, N del 25 y 26 de mayo de 1914) que la idea del proyecto le pareci "buena, lgica y conveniente para un Partido Socialista como el nuestro, que tiene en sus filas a extranjeros que, como nosotros, defenderan el suelo en caso de ser atacado.

4 El grupo parlamentario colabor, por intermedio de uno de sus miembros, en una comisin parlamentaria especial encargada de proyectar un nuevo cdigo militar, cuyo despacho suscribi ntegramente. Este es menos brutal, es cierto, que el que vendra a sustituir, pero est plagado de todas esas disposiciones opresivas y humillantes peculiares a todo cdigo militar, por eso mismo, tan profundamente repugnante a los sentimientos socialistas y humanitarios.

5 Colabor, por intermedio del mismo representante, en la redaccin de un nuevo cdigo penal que suscribi y vot en la Cmara con la nica disidencia del captulo del duelo. Hablando de este Cdigo en la Cmara de Diputados, dicho representante, De Tomaso, dijo (Diario de Sesiones del 21 de agosto de 1917): Mi nica disidencia se refiere al captulo del duelo. En otros puntos, guiado por el deseo de coadyuvar a la obra comn en que estbamos empeados, he tratado de ser siempre, dentro de la comisin especial un elemento de unidad, de coordinacin, y creo haber contribuido a su tarea en forma eficaz. Vale decir que el grupo no tuvo empacho en coadyuvar con una cmara conservadora, planteando una disidencia de segundo orden, en la redaccin de un cdigo burgus por excelencia, que, como ninguno, apuntala la propiedad privada y hace sentir duramente sobre el proletariado el peso de los privilegios del capitalismo. Algunas clusulas de ese proyecto atentan directamente contra el movimiento obrero.

6 Present un proyecto de legislacin agraria que, como lo declaran sus firmantes, es una copia del presentado aos antes por el ex ministro conservador doctor Torino, terrateniente y capitalista. Ese proyecto no tiene en cuenta para nada el programa agrario socialista, de vital importancia en un pas agrcola; ni siquiera se preocupa de la suerte de los trabajadores del campo. Establece la cesin de tierra a los agricultores que posean varios miles de pesos, de los cuales el 20% debe entregarse al contado. Contempla, exclusivamente, la situacin de los pequeos capitalistas, bajo un punto de vista netamente conservador. Habla despectivamente de los trabajadores del campo sin recursos, a quienes llama descamisados. He aqu un prrafo sustancioso de los fundamentos del proyecto (Diario de Sesiones de la Cmara de Diputados del 18 de diciembre de 1916): El proyecto se refiere nica y exclusivamente a la habilitacin para la adquisicin de la tierra y no a prstamos para casa, animales, tiles, etc., etc., por dos razones. Primero, porque el agricultor que comprara tierras en las condiciones que l determina, no seria un descamisado, un hombre sin ms recursos que su voluntad de salir al campo. El pago de 20 por ciento al contado implicara, en la mayor parte de los casos, que los postulantes son arrendatarios o medieros que quieren libertarse econmicamente. Dispondran, por eso, de los medios necesarios para el trabajo.

Gracias a este mezquino proyecto de la diputacin socialista subsistiran robustecidas las condiciones de la colonizacin capitalista; el problema agrario revestira los mismos graves contornos que presenta hasta la fecha en este pas que dispone de enormes extensiones de tierras frtiles y despobladas, debido al criterio de clase de los gobiernos que mantienen improductivas las tierras del Estado y no combaten el mal de la acaparacin y del latifundio. En pocos lados, como en la Argentina, importa mantener en toda su integridad, el programa agrario socialista, facilitando el acceso a la tierra, con la cooperacin econmica de la colectividad, a todos los trabajadores que deseen cultivarla. Sobre 2.952.550 kilmetros cuadrados 1.321.081 pertenecen al Estado, a pesar del escandaloso latrocinio de la tierra pblica. El resto est acaparado por un puado de latifundistas. No es sta una situacin esplndida para bregar por la socializacin del suelo?

7 Vot la ruptura de relaciones con Alemania e incit al gobierno a asumir una actitud blica. Analizaremos este punto con algn detalle mas adelante.

8 Present un proyecto de divorcio en el cual se mantiene la clusula reaccionaria de la separacin de cuerpos. Quien opte por la separacin corporal no puede pedir jams el divorcio. Si este proyecto era extremadamente moderado -no siendo el divorcio en s una preocupacin socialista- es del ms tono conservador la modificacin que propusiera al mismo el Dr. Repetto estableciendo que el divorcio slo se dictara para los matrimonios unidos sin la intervencin de la Iglesia Catlica, iniciativa que obedeca al propsito de desarmar la oposicin al divorcio dirigida por la Iglesia y los legisladores catlicos, pero que en su oportunismo nico vena a dar personalidad ala Iglesia en lugar de tender a su completa desvinculacin con el Estado. La oposicin que la iniciativa del Dr. Repetto levantara en el Partido y hasta fuera de l hizo que la retirara no por conviccin sino por conveniencia.

II.Actitud de la direccin del Partido y de La Vanguardia. El Comit Ejecutivo del partido y el rgano La Vanguardia han observado una conducta concordante con la del grupo parlamentario. Facilita esta armona la circunstancia de que el estatuto no establece la incompatibilidad entre los cargos de legislador, miembro del comit y director del rgano. Esto permite al grupo parlamentario tener una representacin numerosa en el Comit Ejecutivo. La direccin de La Vanguardia siempre ha sido desempeada por legisladores, salvo un breve interinato. De manera que, prcticamente, el grupo parlamentario, que hasta 1918 se compona de diez miembros -nueve diputados y un senador- y actualmente de siete seis diputados (cuatro de ellos cuados y concuados entre s: Justo, Repetto, Dickmann y De Tomaso) y un senador- es el que orienta y dirige, moldea y concreta el pensamiento del partido. El diario del partido La Vanguardia no se preocupa habitualmente de otros intereses que los meramente electorales. Para nada recuerda ni se interesa de la finalidad del socialismo. Se divorcia, cada vez ms, de los intereses de la clase trabajadora. Los dirigentes socialistas provienen casi todos de la burguesa y gozan de excelente posicin econmica; algunos pertenecen a familias tradicionales. Ninguno de ellos se ha libertado de sus prejuicios de clase.El actual director de La Vanguardia diputado Dickmann ha calificado de viejas y arcaicas las teoras marxistas y ha escrito (La Vanguardia, 1 de mayo de 1915) que el sufragio universal igualando y dando posibilidad a todos los ciudadanos de formar y participar en el gobierno de su pas, la instruccin pblica obligatoria y universal suprimiendo el analfabetismo; la legislacin social progresiva protegiendo y dando seguridades de vida a los dbiles y desheredados, han suprimido los antagonismos irreductibles de clases, dando mayor unidad y homogeneidad a la vida nacional. Si tales antagonismos irreductibles existan antes de la guerra en la mente de algunos revolucionarios y polticos, sta ha demostrado que la democracia es la gran unificadora de la nacin, como la tirana y la oligarqua la dividen y debilitan .

La tendencia patriotera y nacionalista del grupo dirigente del partido se puso plenamente de manifiesto en la resolucin del Comit Ejecutivo del partido del 29 de junio de 1916, con motivo del centenario de la independencia del pas (9 de Julio) de embanderar nica y exclusivamente con banderas argentinas el local de La Vanguardia y Comit Ejecutivo del Partido. Dos aos antes el Congreso de Rosario (mayo de 1914) rechaz una mocin parecida del ex diputado Palacios y resolvi que mientras el Congreso Nacional no derogue la brbara ley social del Centenario de 1910, uno de cuyos artculos prohbe sacar la bandera roja, no se trate la cuestin. No obstante este antecedente, el Comit Ejecutivo del partido tom aquel acuerdo. Luego lo revoc provisoriamente, en vista de las protestas unnimes de los centros y afiliados al partido. Pero das despus lo renov ante el Congreso del Partido celebrado en Pergamino (5 de julio de 1916). ste resolvi no tomarla en cuenta, declarando que no haba lugar a deliberar. Por primera vez en un congreso socialista la bandera roja no se exhibi en la sala de sesiones.

En ese congreso el secretario del partido diputado Bravo hizo declaraciones enteramente nacionalistas que luego repiti en la Cmara de Diputados (sesin del 15 de septiembre de 1916).

Contestando a un diputado clerical que le preguntaba si era nacionalista o internacionalista y si prefera la bandera argentina a la roja, dijo: Seor diputado: si tengo el escudo argentino en la medalla que me acuerda inmunidades; si me siento en el recinto del Congreso al amparo de la bandera nacional; si el dinero con que se remuneran mis servicios lleva el escudo nacional; si las leyes que nosotros dictamos son para el territorio nacional; si juramos por la Constitucin Nacional qu quiere que sea, seor diputado?.

Para apreciar en toda su magnitud la rpida transformacin del grupo dirigente del Partido, desde que ocupa bancas legislativas, preciso es tener en cuenta que el mismo ciudadano Bravo, cuando no soaba ser diputado, escriba estas palabras, de las que se retracta ahora (La Vanguardia, 5 de junio de 1909): He nacido en este pas y no tengo otro titulo para llamarme argentino. Poco me aflige el pensar que hubiera podido nacer en otra parte. Y qu valor tiene para m, socialista, es decir, ciudadano de la Internacional, la bandera azul y blanca de este pas? Ninguno. Y me cuesta concebir que haya quien pretenda hacer para la clase obrera un blasn con la bandera roja y la azul y blanca. La bandera argentina no es otra cosa que el smbolo poltico del gobierno que soporta esta comarca de la tierra. Maana esta comarca puede pertenecer a la clase gobernante de Estados Unidos, y entonces la bandera del gobierno ser yanqui. Para los que aceptamos el gobierno porque no tenemos an fuerza para tumbarlo; para los que procuramos la abolicin del gobierno como poder de clase, nada significa ese smbolo de la clase constituido en gobierno.

Ms adelante agregaba: El proletariado tiene su bandera y los que militamos en las filas de los partidos revolucionarios del pueblo obrero y lo hacemos teniendo por nica y perenne mira de nuestros actos los intereses del pueblo obrero, no podemos sino tener una bandera, la bandera de la Internacional. Las ideas que dan rumbo a una lucha tienen su color. Las nuestras tienen su representacin simblica en la bandera roja. Dejemos la bandera argentina donde est mientras el smbolo no estorbe. La bandera argentina est envilecida por la misma clase que ella ampara. El proletariado no tiene por qu colocarla al lado de su estandarte rojo de combate.

El partido ha perdido poco a poco su carcter obrero y socialista. Los triunfos electorales han atrado a personas que ignoran totalmente la doctrina socialista; slo conocen la plataforma electoral y la actuacin parlamentaria del grupo socialista.

Gente exitista persigue propsitos polticos inmediatos. Doloroso es decirlo, pero las cosas son as: el Partido Socialista ha degenerado en una simple excrecencia electoral.

III.El Partido Socialista y el movimiento obrero. Las relaciones del Partido Socialista con el movimiento obrero a consecuencia de todo lo dicho, son muy poco cordiales. El Partido Socialista desatiende el movimiento gremial. Su influencia en los sindicatos es escasa por no decir nula. La Federacin Obrera Regional Argentina, agrupacin que rene a casi todos los obreros agremiados, est dirigida preponderantemente por sindicalistas. El rgano de la Federacin lo ataca continuamente. Los obreros, en general, desconfan del Partido Socialista. Lo consideran como una agrupacin de polticos, el mismo ttulo que los partidos conservadores. Ha decepcionado a muchos obreros inteligentes y activos, alejndolos de la actividad poltica.

Dificulta por todos los medios la formacin de obreros capaces, temeroso de que no les responda incondicionalmente. Sustenta la curiosa teora de que el movimiento gremial es un movimiento autnomo que tiene su fines y su tctica propias, y que por eso el partido, agrupacin que lucha por fines exclusivamente polticos, no debe tener relaciones ntimas y directas con l. Disolvi dictatorialmente un Comit de Propaganda Gremial, constituido por gremialistas del partido, comit que organiz, sin imponerle ninguna ideologa determinada a sindicatos que, como los obreros municipales y los carteros, cuentan con miles de afiliados y han sostenido, en defensa de sus condiciones de vida, dos grandes huelgas.

Apenas terminada la ltima huelga ferroviaria que dur varios meses, el leader del partido, Dr. Justo, pronunci una conferencia en la que emiti el concepto conservador de que gremios, como el ferroviario, que afectan paralizndola, la vida y el comercio de un pas, no deben, por s solos, declararse en huelga. Poco antes el diputado Bunge atentaba contra los intereses del gremio ferroviario intentando reducir el monto de la jubilacin que se proyecta, considerndola elevada; no insisti en su iniciativa gracias a la unnime protesta del gremio ferroviario. De manera que mientras el grupo parlamentario poco hace por disminuir la supervala del capital se alarma de las reivindicaciones de clase del proletariado.

Esta conducta del Partido Socialista importa, tambin, una rectificacin completa de sus mejores antecedentes, favorables, en las pocas en que fuera socialista de verdad, a la injerencia de los socialistas en el movimiento gremial y a obrar de acuerdo, en sus pasos fundamentales, con el movimiento sindical.

He aqu algunas resoluciones que corroboran nuestra afirmacin. El primer congreso del partido (28 y 29 de junio de 1895) acord la formacin de una Federacin, a cuyo efecto se resuelve invitar a las sociedades gremiales representadas para discutir el mejor medio de formar una verdadera fuerza y poder apoyar las huelgas.

El 6 Congreso (24 y 25 de junio de 1904) resolvi que en las sociedades gremiales debe hacerse propaganda socialista, siendo obligacin de los socialistas preferir la sociedad gremial adherida a la Unin General de Trabajadores (la Unin General de Trabajadores era una organizacin sindical socialista frente a la Federacin Obrera Regional Argentina que entonces sustentaba la ideologa del comunismo anrquico). El 8 Congreso (23, 24 y25 de mayo de 1908) tom la siguiente resolucin: El VIII Congreso del Partido Socialista afirmando una vez ms la necesidad de la lucha sindical y poltica para la emancipacin del proletariado. Considerando que ser tanto ms eficaz la tarea de las organizaciones cuanto mayor sea el acuerdo que exista entre ellas en la lucha para realizar sus fines, resuelve: Que el Comit Ejecutivo del Partido Socialista invite a la Unin General de Trabajadores y a las sociedades autnomas de resistencia a enviar a su seno delegados permanentes o transitorios con el objeto de coordinar la accin y propaganda en todos aquellos asuntos que puedan comprometer la accin del partido y de los sindicatos.

La actual despreocupacin del partido por las cuestiones del movimiento gremial obedece a su tibio reformismo que busca sus puntos de apoyo ms que en la clase obrera en todas las clases sociales, cuyos intereses antagnicos pretende armonizar. Una estadstica levantada dentro del Partido arroja la conclusin desoladora de que escasamente el cinco por ciento de los obreros estn agremiados en sus respectivos sindicatos. Tan rudimentaria es su conciencia de clase. Es del caso preguntarse: qu paso eficiente puede dar un Partido Socialista que no cuenta para nada con el apoyo o las simpatas del movimiento gremial?

IVLa minora del partido. Todas estas desviaciones del socialismo no eran toleradas en silencio. Hubo siempre una minora de hombres jvenes, que con su entusiasmo y su labor efectiva, era como el nervio de la agrupacin. Esa minora combati en toda ocasin, en los centros, en los congresos y en los peridicos a favor del mantenimiento ntegro de los postulados del socialismo. Ya en 1912, cuando el reformismo comenzaba a disearse, conjuntamente con el auge electoral del partido, la minora fund el Centro de Estudios Carlos Marx y edit durante dos aos el peridico Palabra Socialista. En su primer nmero (julio de 1912), se dice, esbozando los propsitos de la publicacin: En desacuerdo con el pensamiento reformista del terico socialista alemn Bernstein, de que, en la lucha por la emancipacin obrera, el movimiento es todo y nada, lo que se llama habitualmente la aspiracin final del socialismo', nosotros entendemos que este movimiento, para responder real y fecundamente a los trascendentales fines de la doctrina marxista, debe cultivar con firmeza las concepciones fundamentales del socialismo, o de otro modo el ideal de la completa transformacin social. Y ms adelante: En el movimiento obrero y socialista de esta repblica ya se ha dejado sentir la influencia de un extremo y no confesado 'revisionismo prctico ', y que, ante ella, es necesario sostener y propagar los conceptos ntegros, netos, lgicos de la grandiosa concepcin socialista de Carlos Marx, no como apriorismos y formulismos doctrinarios estrechos, sino como juicios consolidados en la honda observacin de la experiencia histrica, de imprescindible utilidad para la accin de la clase trabajadora. Estos son, brevemente expuestos, los propsitos que nos animan sinceramente y que hemos de defender desde estas columnas, a pesar de que, quiz, no seamos nosotros -modestos trabajadores- los ms capacitados para sostenerlos triunfalmente.

Persiguiendo propsitos de difusin de la doctrina socialista entre la juventud obrera y la lucha contra el militarismo surgieron las juventudes socialistas. Celebraron sus propios congresos y editaron su peridico Adelante!, cuyo primer nmero vio la luz en abril del ao 1916. La direccin del partido las mir siempre mal. Les fue hostil. En su derredor hizo el vaco. La difusin de las teoras socialistas y las campaas que organizaban anualmente contra el militarismo con motivo de la incorporacin de las nuevas clases al ejrcito, chocaba abiertamente con las marcadas inclinaciones hacia el militarismo de los leaders del partido. Ellos vieron en las juventudes un puntal de la minora. Trataron, en toda forma, de destruirlas. Por ltimo, les dieron el golpe de gracia incorporando al estatuto (agregado al artculo ll) una clusula que prohiba terminantemente pertenecer a un mismo tiempo a las juventudes y al partido: sostuvieron el sofisma de que las juventudes eran grupos o centros polticos no incorporados al partido, a pesar de que los estatutos de las juventudes no reconocan otra agrupacin poltica que el Partido Socialista y uno de sus fines consista en (artculo 1, inciso e) contribuir con sus fuerzas a la intensificacin de las agitaciones que realice el Partido Socialista. Ms absurda y brbara era aquella disposicin, si se tiene presente que el estatuto del partido no prohbe taxativamente el ingreso al partido de militares y sacerdotes; la propuesta de una prohibicin semejante fue rechazada por el congreso de Pergamino (julio de 1916), donde los diputados Bunge, de Tomaso y Dickmann sostuvieron que un socialista puede casarse por la iglesia sin incurrir en ninguna falta. Los dirigentes socialistas saban que las juventudes son escuelas socialistas. No representaba esto un peligro para ellos? Formando juventudes socialistas conscientes no se descubrira sin esfuerzo que ellos no lo son? Para sus fines no basta un dcil rebao electoral?

Ms tarde aparecieron casi simultneamente (agosto de 1917) otros dos peridicos de la minora: La Internacional y Revista Socialista. Ambos se proponan difundir el socialismo sobre las bases de la lucha de clases, el internacionalismo y la critica marxista a la sociedad burguesa.

La minora combata al militarismo. Sostena la necesidad de que el partido mantuviera relaciones estrechas con el movimiento gremial, a cuyo efecto trabaj entusiastamente en el mencionado Comit de Propaganda Gremial; denunciaba cual funestos males el reformismo y la electoralizacin del partido. Afirmaba que el partido deba formar conciencias socialistas, adoctrinando al pueblo en las finalidades ltimas del movimiento. Frente al criterio del grupo parlamentario sostena que la accin del partido en el Congreso Nacional deba tender a no marchar acorde con las otras fracciones y arrancarle proyectitos de complacencia, aprovechando las disensiones de los partidos burgueses, sino que deba ejercer una labor de crtica y contralor, severa, implacable.

Estos propsitos de la minora, inspirados en los principios ms genuinos de la doctrina socialista, contaban a su favor con las mejores tradiciones del partido, cuando ste no aspiraba a ser una fuerza gubernativa. As el 5 Congreso (8 y 9 de julio de 1903) determin que la propaganda diaria del partido debe dirigirse preferentemente en el sentido de formar conciencia en la masa trabajadora de que su principal aspiracin es la transformacin del rgimen capitalista en rgimen colectivista.

El 6 Congreso (24 y 25 de junio de 1904) cuando el partido acababa de obtener su primer diputado, resolvi que la actitud y la conducta del diputado socialista ha de ser eminentemente de crtica y de protesta contra las injusticias sociales, de toda forma, opinando que estar imposibilitado de realizar una obra constructiva y de reformas dada la constitucin conservadora de la actual Cmara legislativa. Las Cmaras hoy da no son ms liberales que las de 1904. El grupo parlamentario, olvidando este saludable precedente, ha agotado todos los recursos por obtener algunas deficientes leyes obreras, atemperando los ataques al rgimen capitalista.

El mismo congreso socialista declar que afirma una vez ms su carcter de partido de clase, su tendencia profundamente revolucionaria y su voluntad de llegar a la emancipacin absoluta del proletariado, empleando todas sus fuerzas en organizarse econmica y polticamente para la lucha sin excluir en ltimo caso todo otro medio de accin que las circunstancias le aconsejen.

Qu lejos est hoy da el Partido Socialista de ser la tendencia profundamente revolucionaria de que habla esta declaracin!

Hogao es un formidable obstculo a toda tendencia revolucionaria en el pas. La mejor fuerza con que cuenta la burguesa argentina para oponerse a todo movimiento revolucionario es el Partido Socialista.

VLa guerra. Donde el Partido Socialista revel ser totalmente antisocialista es en la cuestin de la guerra. No tiene a su favor ninguna disculpa. El pueblo argentino es pacifista. Est alejado del teatro de la guerra. Qu puede alegarse para no mantener firmes los puntos de vista socialistas, que la guerra ha ratificado, con su dolorosa y amarga experiencia?

El violento cambio experimentado por el partido es tanto menos explicable cuanto que en los primeros aos de la terrible contienda fue pacifista y antiguerrero.

Cuando estall la guerra el partido la combati, presentndola como producto de las maquinaciones de la burguesa rapaz e imperialista; el rgano La Vanguardia denunci en sus editoriales la tortuosa poltica internacional, y culp a los socialistas europeos de poco francos y de haber carecido de valenta para afrontar con todas sus consecuencias la cuestin de la guerra. En el congreso socialista de La Haya (1916) el delegado argentino Dr. Repetto, repiti estos mismos conceptos y manifest que obedeciendo a factores econmicos, sus remedios deben ser igualmente econmicos, a cuyo objeto present la frmula del librecambio integral. Pareca que con el sacudimiento de la guerra el grupo parlamentario socialista abandonaba sus contemporizaciones con el militarismo.

Dirase que el doctor Repetto repudiaba su proyecto de construccin de cuarteles. La direccin del partido, en una palabra, retornaba a hacer suyos los genuinos conceptos socialistas acerca de los conflictos blicos. Es necesario tener presente que antes de la guerra el congreso del partido, en 1912, resolvi adherir a la mocin Vaillant-Keir Hordie, es decir, declarar la huelga general en caso de producirse un conflicto armado.

En enero de 1917 el partido adhiri a la iniciativa del presidente Wilson a favor de la paz, envindole el siguiente telegrama: Partido Socialista de la Argentina presenta sus respetos y apoya calurosamente iniciativa gobierno norteamericano en favor paz y lo incita a no desmayar ante pases en guerra y neutrales en propsito tan humanitario tendiente a terminar con los horrores que el mundo presencia.

El 2 de febrero de 1917 el grupo de diputados socialistas present a la Cmara el siguiente proyecto de declaracin:La Cmara de Diputados de la Nacin Argentina, ante el prolongado cuadro de destruccin y muerte determinado por la guerra, expresa su vivo anhelo por el restablecimiento de una paz digna y duradera, basada en las conveniencias econmicas recprocas, en la libertad de los mares, en el respeto de las nacionalidades y en una organizacin internacional eficaz para la solucin jurdica de los posibles conflictos futuros. El partido adhiri al principio de paz sin victoria, de Wilson.

El 10 de febrero de 1917, producida ya la ruptura de relaciones entre Estados Unidos y Alemania, el Partido Socialista organiz una manifestacin en favor de la paz, leyndose la orden del da que transcribimos a continuacin:El pueblo trabajador reunido en la Plaza del Congreso de Buenos Aires a invitacin del Partido Socialista, ante la prolongacin de la guerra, que extiende de ms en ms su campo de muerte y devastacin; ante la ciega inconsciencia de los gobiernos que subordinan a intereses dinsticos y codicias de clase la suerte de los pueblos; ante la intencin manifiesta de continuar en el terreno comercial la lucha destructiva entre las naciones an despus de la guerra, lo que preparara nuevos y todava ms horrendos conflictos armados; ante la impotencia del pueblo trabajador consciente de los pases en guerra, primero para evitarla o impedirla, y ahora para darle trmino, alimentada como est por pasiones y prejuicios malsanos que dominan a la mayora de la poblacin; afirma su voluntad de escapar a la maldicin cada vez ms terrible de la guerra, extendiendo e intensificando su lucha diaria por su propia elevacin, lucha en que se declara solidario del pueblo trabajador consciente de los otros pases; condena los prejuicios y sentimientos colectivos de raza, fatalmente antisociales en el mundo moderno, y especialmente en los pases de inmigracin; proclama la nacionalidad, no como una cuestin de dogma religioso, de tradicin ni de color de la piel, sino como la tendencia a la plena solidaridad social entre los habitantes todos de cada territorio constituido como entidad poltica autnoma; manifiesta su anhelo de que a la barbarie cruenta y destructiva de la guerra la sustituya la lucha libre y esclarecida en el campo de la procreacin, de la produccin y del comercio, y anhela que cese cuanto antes la absurda y espantosa guerra actual, con la paz basada en la extensin y el robustecimiento del sufragio popular y de la repblica en Europa, en la libertad de los mares, en el librecambio entre las naciones y en una fuerte organizacin internacional que resuelva jurdicamente en lo futuro los posibles conflictos.

Todos estos puntos de vista sobre la guerra se desplomaron sbitamente en un soplo cual castillo de naipes. Fue suficiente pretexto a ello el hundimiento de un barquichuelo argentino, el Monte Protegido, por un submarino alemn. Preludiaba ya el cambio de actitud un editorial de La Vanguardia, del da siguiente de recibirse la noticia del hundimiento; en l se deca: los intereses de la Nacin deben estar por encima de todas las pasiones, aun de las ms nobles y de todas las diferencias de partido o de opinin.

Siete das despus de la anterior orden del da, el grupo parlamentario socialista sorprendi al partido y a la opinin pblica con la siguiente declaracin hecha en un momento en que ni los mismos patrioteros aliadfilos llegaban a tal extremo:El grupo socialista parlamentario, en presencia de los actos de la guerra submarina, que afectan los intereses de la Nacin, cree que el gobierno debe adoptar todas las medidas necesarias de orden portuario y el empleo de la marina de guerra, para hacer efectivo tan ampliamente como sea posible el comercio argentino en buques de cualquier bandera, inclusive los buques alemanes y austracos refugiados en los puertos, que seran utilizados por el gobierno para servicio de su intercambio o fines de carcter militar.

Dentro de estos conceptos el grupo socialista parlamentario ajustara su conducta en el Congreso de la Nacin. Senador: Enrique del Valle Iberlucea; diputados: Mario Bravo, Augusto Bunge, Antonio de Tomaso, Enrique Dickmann, Angel M. Gimnez, Juan B. Justo, Nicols Repetto, Antonio Zaccagnini y Francisco Cneo.

Esta resolucin produjo en el partido y fuera de l el efecto de una bomba; en el rostro de todos los afiliados se dibujaba el estupor y la indignacin; tenan la sensacin de que el grupo parlamentario o los traicionaba conscientemente o haba enloquecido por completo. El partido herva. De obrar bajo la sugestin del primer impulso indudablemente hubiera expulsado en masa al grupo parlamentario.

Ante el giro que tomaba el asunto, el Comit Ejecutivo se vio obligado a convocar a un congreso extraordinario que se celebr en Buenos Aires los das 28 y 29 de abril. De los once miembros del Comit, cinco eran diputados.

La mayora del Comit resolvi presentar a la consideracin del Congreso la siguiente orden del da, en la cual, como se ver, se mantiene el mismo fondo guerrerista y patriotero de la declaracin del grupo parlamentario pero se disimula su crudeza con un rodeo de palabras insustanciales:El III Congreso Extraordinario nacional del Partido Socialista, ante el giro que ha tomado la situacin internacional con la ciega y destructora guerra submarina que se hace violando en forma odiosa las reglas establecidas por el derecho internacional para beligerantes y neutrales, y atentando contra la existencia material de los pases y considerando:1 Que el ataque a cualquier buque mercante sin mas limitacin que la que quiera ponerla la voluntad arbitraria del beligerante que lo lleva a cabo, importa hacer la guerra de hecho contra todos los neutrales;2 Que esa nueva forma de guerra implica la supresin total de la libertad de comercio y de la libertad de los mares, indispensables a la civilizacin; 3 Que el Partido Socialista ha sostenido en el Parlamento nacional la necesidad de que esas libertades sirvan como base de una paz firme y duradera;4 Que la Repblica Argentina es un pas que produce para el mundo, y recibe de l los instrumentos de trabajo, el combustible, el vestido, materiales para sus industrias y parte de su alimento, y que la destruccin de ese comercio internacional, como resultado de la guerra submarina, que se hace hundiendo todo buque mercante que surque los mares en la ruta aEuropa, significara la paralizacin de su vida econmica, con las obligadas consecuencias para la clase trabajadora; 5 Que una actitud de acatamiento servil o de impasibilidad ante esa manera de hollar las reglas internacionales conocidas y hacer sentir los males directos de la guerra, en la forma de destruccin de vidas y cosas a los pases neutrales, sera incompatible con la obligacin perentoria de defender los derechos elementales de los pueblos, resuelve: a) Manifestar que aceptar en principio cualquier medida de carcter diplomtico, portuario o de empleo de la armada que los poderes pblicos decreten o aprueben por sus rganos pertinentes, y que puedan servir para garantizar la efectividad de nuestro comercio exterior, en forma de convenciones, vigilancia o proteccin. b) En caso de que, por la continuacin de la guerra submarina, la necesidad de defender ms ampliamente nuestro comercio, o como consecuencia de las medidas de proteccin puestas en vigencia, los poderes pblicos adoptaran actitudes que tuvieran un significado mas grave dentro del derecho internacional, el congreso deposita su confianza en el grupo parlamentario para que las apoye, si las considera obligadas, ajustndose para resolver su conducta a las siguientes normas: que toda iniciativa capaz de modificar la situacin internacional sea tratada por el Congreso de Nacin; que el gobierno, en el desarrollo de su accin; haya respetado las reglas del derecho internacional y encuadrado los procederes en ellas, que no se impondrn al pueblo sacrificios estriles de ninguna naturaleza, como ser movilizaciones terrestres con pretextos alarmistas, que no tengan como fin la defensa de nuestro comercio exterior; nuestros derechos de neutrales injustamente atacados y nuestra situacin de nacin autnoma.

El proyecto de resolucin de la minora del Comit, firmado por los ciudadanos Ferlini, Peneln y Muzzio -que la mayora se neg en un comienzo, a hacer conocer al partido- y que el Congreso apoy deca:

Considerando: 1 Que la guerra europea - a pesar de las viejas concepciones- es una consecuencia de las relaciones econmicas actuales, fundadas en la propiedad privada y en la propiedad mercantil.2 Que la lucha de naciones contra naciones tiene su entraa en la necesidad capitalista de llevar a nuevos mercados la produccin confiscada al proletariado de cada pas.3 Que el derecho y la justicia proclamados como finalidad en la guerra son concepciones engaosas, ya que el verdadero derecho y la verdadera justicia se miden por conquistas positivas que no son para el proletariado las de la guerra y s las de su accin de clase en la paz.4 Que estas conclusiones nuestras, desprendidas de los hechos, son las que nos movieron siempre en contra de la guerra y las que debemos reafirmar hoy frente al conflicto europeo extendido a nuestro pas.5 Que la campaa de los submarinos debe alentarnos a seguir combatiendo la guerra y no a apoyarla a favor de un bando, desde que esa campaa es una consecuencia de la guerra llevada a sus ltimos extremos.6 Que es combatiendo la guerra como podremos sincerar luchas futuras en pro de la paz, que ser una conquista del derecho socialista y no del derecho burgus.7 Que no podemos ni debemos -como partido poltico del proletariado- ser ms celosos defensores de los sagrados principios que los crculos polticos directores encargados de hacerlos valer.8 Que los intereses del pas son los de la paz y el trabajo y no los de la guerra con su secuela de horror y de miseria, y que, por esto, es necesario alentar y defender medidas de prudencia en la accin del gobierno.Por todas estas consideraciones, el III Congreso Extraordinario del Partido Socialista, resuelve:Que el Partido y la direccin de La Vanguardia orienten su accin en sentido resueltamente contrario a toda intervencin del pas en la guerra."

VIEl III Congreso Extraordinario. El congreso se celebr los das 28 y 29 de abril. La penosa impresin que caus la declaracin del grupo parlamentario y de la mayora del Comit Ejecutivo es indescriptible. Basta significar que las voces de protesta y de encono fueron unnimes. Ningn centro las apoy.

La Vanguardia, en los veinte das que precedieron al congreso agot todos los recursos para producir una modificacin en el ambiente del partido. Fue intil. Su propaganda, cerradamente nacionalista, y aliadfila, excit ms aun los nimos: a los que no pensaban como ella los insultaba, apelando a una grosera y pedantesca adjetivacin.

La Vanguardia, desde algunos meses atrs, vena sosteniendo la propaganda aliadfila. Ya el 4 de febrero, en un editorial, titulado Los neutrales y la guerra, deca: "La entrega de los pasaportes al embajador alemn en Washington, ha sido un acto que hace honor al gobierno de los Estados Unidos. Aprob la intervencin de los Estados Unidos en la guerra, ponindose as en abierta pugna con los socialistas norteamericanos que la repudiaron interpretando fielmente los ideales socialistas y hasta con 50 diputados pacifistas burgueses que votaron igualmente contra la intervencin de los Estados Unidos en la guerra.

En un editorial del 13 del mismo mes se lee: El gobierno reconoce, por un lado, la justicia de la causa de Norte Amrica contra Alemania, condenando a sta implcitamente y, por otro lado, no se resuelve a declarar la neutralidad de la Repblica en la guerra entre esos dos pases y contina manteniendo las relaciones diplomticas con el emperador alemn. Situacin semejante no se podr prolongar por mucho tiempo, de seguro, por su misma anormalidad, y habr de resolverse en el sentido de la ruptura de relaciones con Alemania si su gobierno quiere o sabe apreciar el significado real de este estado de cosas, o bien por la fuerza de arrastre de los acontecimientos.

Das despus el director de La Vanguardia, Del Valle Iberlucea (profesor de derecho internacional en la Universidad de La Plata), quien antes de ser electo senador se caracteriz como ultrarrevolucionario, escribi dos largos artculos, tratando de persuadir al partido de que la declaracin del grupo parlamentario no slo no significaba la guerra sino que no poda dar lugar a la ruptura de relaciones diplomticas entre ellos -los imperios centrales- y laRepblica. Pretendi dar al partido una leccin de derecho internacional. Afirm que el acto de requisar los buques extraos -justiciado por el derecho de angaria- no poda interpretarse como un acto de hostilidad blica.

Para darse cuenta de lo aventurado y sofstico de esta argumentacin tpicamente burguesa, preciso es tener en cuenta que los internacionalistas del Congreso de La Haya han manifestado categricamente que el derecho de angaria" -resucitado despus de muchos siglos por un socialista!- es incompatible con la paz. No es sta la nica contradiccin que se encontraba en el pensamiento del director de La Vanguardia, pues mientras en ese artculo deca que la medida indicada por los legisladores socialistas est de acuerdo con los principios y las reglas fundamentales del derecho internacional, en un editorial del 19 de abril afirmaba por el contrario que el criterio del grupo parlamentario es un criterio nuevo de derecho martimo y de poltica internacional!"

No era la guerra y el diputado Bravo en otro artculo titulado El partido en alta mar, deca que ellos aconsejaban proteger el intercambio argentino, entendiendo por intercambio argentino no nicamente el que se realiza en buques de matrcula argentina, sino el que se efecta con hombres y cosa de o para la Argentina, en buques de cualquier bandera. Cmo se ha de efectuar esta proteccin? Con la escuadra. Pues si hay submarinos que se dedican a piratear contra el comercio de la Nacin, la Nacin puede destinar sus buques de guerra a defender el comercio de la Nacin contra los piratas". Y terminaba con una tirada patriotera en la que un soplo de inmaterialidad hace ondear bajo el sol el pabelln que afirma y cubre nuestra autonoma de pueblo libre. Del pabelln rojo no se acuerda para nada. Acaso sea mejor. Nuestra ensea no puede cubrir esas empresas rabiosamente capitalistas.

Sin embargo, los legisladores socialistas parecan tener como una vaga vislumbre de que lesionaban en algo ciertos principios que la mayora del partido respetaba. Por eso en el recordado editorial del 19 de abril escriba el director de La Vanguardia: Ante la realidad de los hechos, que afectan a la vida de la Nacin, y, por consiguiente, al bienestar de la clase obrera, no es posible encerrarse en la torre de marfil de una teora, o subir a la regin de las nubes, para aislarse de los acontecimientos y fijar nuestra posicin de acuerdo con un principio tan simple como absoluto.

Y en el editorial del da anterior al congreso titulado Frente a la realidad, agregaba: Frente a la realidad todas las declaraciones son intiles e infecundas. Necesitamos, por los hechos que puedan sobrevenir, estar preparados para defender inteligentemente la efectividad permanente y regular de nuestro comercio exterior; base de la prosperidad del pueblo (no se confunda pueblo con capitalismo?).

Hemos de cerrar nuestros ojos a la evidencia? Nublaremos con las obscuras e indefinidas frmulas dogmticas nuestra inteligencia y nuestra facultad de comprensin? Ha de aparecer el problema para nosotros ms obscuro de lo que aparece para un simple comerciante?

(Esos hombres no se daban cuenta de que su misin consiste en defender los intereses de los trabajadores y no los de los comerciantes que, como veremos, no estaban tan heridos). Quiso hacer creer, tomando al partido por bolsa de inconscientes, que si no se adoptaba su resolucin llegaramos al cosa miserable de las tribus indgenas de Amrica o frica (!) que tambin vivan sin comerciar, alimentndose slo con los productos de su suelo.

Ms adelante se tropieza con esta afirmacin simplista, digna de cualquier capitalista aliadfilo, pero no de socialistas: Para muchos resulta ms respetable el derecho a atacar que el derecho a defenderse. En ellos se aloja y se calienta el brbaro principio del militarismo alemn, que ha llevado a la guerra a todas las grandes naciones europeas. Como se ve, segn estos socialistas sui generis nicamente el militarismo alemn y no el agresivo, anrquico y ensoberbecido capitalismo mundial es el responsable de la terrible contienda. Hombres de visiones tan mezquinas y absolutas nos culpaban de estrechos y dogmticos por ceirnos espontneamente al claro y amplio pensamiento socialista.

El mismo da y en sitio de preferencia aparece un artculo firmado por el actual concejal Ricardo Senz Hayes, en el que se sostiene que la guerra europea no obedece a factores econmicos, sino que es una guerra contra la guerra (!) y que la resolucin de los dirigentes del partido es un documento claro e inteligente y con el cual nuestro partido se acredita como partido de gobierno. Tal, precisamente, es el mvil de esos dirigentes: ser partido de gobierno, a costa del socialismo, rmora pesada a ese objeto.

Antes del congreso la derrota ruidosa de la mocin del grupo dirigente del partido se descontaba como un hecho evidente. De todos los centros llovan declaraciones de censura al grupo parlamentario y a la mayora del Comit Ejecutivo; no pocos llegaban a pedir la renuncia colectiva de ambos.

En vano La Vanguardia atacaba agriamente a la minora. En vano todos los empleados a sueldo del partido iban a los centros con el mandato expreso de defender al grupo parlamentario y al Comit Ejecutivo. En vano, para mitigar el rigor del fracaso, el secretario del Comit Ejecutivo, diputado de Tomaso, se sublev contra los estatutos y envi sin consentimiento del Comit Ejecutivo una nota a los centros en la cual les adverta que los delegados tendran que contar con los dos tercios de votos en las asambleas que los elegiran. Esta disposicin era arbitraria: en ningn congreso se exigi tal requisito, condenado por el estatuto. El Congreso lo rechaz sin discusin y de Tomaso ni intent defenderlo. Su fin era evidente y, en parte, llen su objeto; evitar que de las agrupaciones donde el Comit Ejecutivo contaba con un tercio, vinieran delegados favorables a la minora, ya mandando a delegados equidistantes de ambos. Si el pensamiento del grupo dirigente era un tejido de sosmas, sus procedimientos lo formaba un conjunto de arbitrariedades y de maniobras antiestatutarias.

Vino el congreso. El leader del partido Dr. Justo, candidato a la presidencia del congreso, a pesar de las maniobras del secretario de Tomaso, que anul dos votaciones, fue derrotado por el candidato de la minora, ciudadano Carlos Pascali. La totalidad de la mesa perteneca a la minora, razn por la cual los parlamentarios no ahorraron medios para desprestigiarla, sin conseguirlo, por cierto. Fracas otro esfuerzo mximo tendiente a salvar el rechazo al despacho de la mayora del Comite y a la declaracin del grupo parlamentario, mocionndose que se designara una comisin que estudie el asunto ya estudiado en los centros- y produjera su despacho. Esta mocion la hizo y la reiter el ciudadano Adolfo Dickmann, hermano del diputado nacional Enrique Dickmann y pariente cercano de los diputados Justo, Repetto y De Tomaso. El congreso entendi la finalidad de esa mocin, y resolvi circunscribir la discusin a las declaraciones de la mayora y de la minora del Comit durante veinte das debatidos en el partido.

Hablaron a favor del despacho guerrerista de la mayora, el diputado De Tomaso, en nombre del Comit Ejecutivo, el diputado Justo, en representacin del grupo parlamentario y el diputado Dickmann. Salvo uno ningn delegado entre los que hablaron lo defendi. Ese delegado afirmaba que la guerra existe por culpa de un soberano enloquecido. (!) De la misma opinin fue el diputado Dickmann: la guerra la hizo Guillermo el loco. (!) (Por resolucin del congreso se tom la versin taquigrfica del Congreso y se public en dos suplementos extraordinarios en La Vanguardia de los das 26 y 27 de mayo de 1917, donde se puede seguir toda la discusin.)

La mayora se empe en justificar sus tsis con los siguientes argumentos: la Argentina es, por su produccin y sus consumos el pas ms intemacional de la tierra. Prcticamente, a los efectos del comercio, es una isla. Necesitamos a toda costa, comerciar con el mundo. Se propone, a ese objeto, que los buques de guerra argentinos custodien a los buques mercantes de todas las nacionalidades que entren o salgan del pas. De lo contrario se paralizarn todas las fbricas y los ferrocarriles, el cultivo del suelo ser intil y sobrevendrn la desocupacin y el hambre general. Se pretende, adems, sentar un nuevo principio de derecho internacional que un gobierno por el simple hecho de poseer cien submarinos, no pueda aniquilar el comercio del mundo, como pretende Alemania. Alemania viol los principios del derecho internacional, sancionando el derecho de los neutrales, es una conquista de la civilizacin que los socialistas debemos defender. En defensa del derecho internacional burgus el diputado De Tomaso habl cuatro horas.

Particularmente interesante el discurso del principal leader del partido Dr. Justo. Pocas piezas ms sinuosas y contradictorias. Historiando cmo formul el grupo parlamentario su declaracin dijo: Propuse que se comenzara por declarar que no queramos la guerra ni tampoco la ruptura de relaciones con ningn pas. La ruptura de relaciones en realidad, no tiene sentido: lo primero que hacen dos pases que rompen sus relaciones es encargar cada uno de ellos la representacin de sus intereses en el pas enemigo al ministro de otro pas: la ruptura no tendra ms consecuencia que la de recargar de trabajo al ministro espaol, que ya representa en Alemania los intereses de medio mundo, y probablemente tambin al ministro suizo, que representara los de Alemania en la Argentina. Las otras relaciones estn rotas; no conducira a nada semejante declaracin; y de la guerra no sera tampoco ms eficaz. Pero, por otra parte declar que la escuadra argentina nunca haba bombardeado sino a Buenos Aires y que contamos con toda una escuadrilla de torpederas de mar hechas en 1912 en Alemania, que deben ser famosas para perseguir y destruir los submarinos alemanes y me gustara verlas en ese empeo, aunque algunas de ellas se hundieran gloriosamente.

Hizo la afirmacin inslita de que era el del grupo parlamentario un "punto de vista serio y firme, con el que nos ser imposible ponernos en pugna en ningn caso pero inmediatamente terminaba proponiendo esta mocin, que importaba su negacin ms terminante: El Partido Socialista no quiere la ruptura de relaciones con ningn pueblo. El Partido Socialista no quiere ninguna declaracin de guerra. El Partido Socialista no quiere ninguna iniciativa parlamentaria socialista referente a la guerra.El despacho de la minora fue informado por el miembro del Comit Ejecutivo Juan Ferlini y apoyado por el otro miembro del mismo comit Jos F. Peneln y los delegados Palcos (Alberto), Pascali (Justo) y otros.

Los oradores de la minora replicaron que en la guerra europea se debaten intereses econmicos y es mezquino -como se ha dicho- hacer del industrialismo para el beneficio, algo democrtico, y atrincherar detrs de razones de superioridad tica la inferioridad de medios o de instrumentos para la conquista de los mercados. Que lo que deban hacer los socialistas era trabajar por apresurar la paz y no por prolongar o encender ms la guerra. Que en la conflagracin europea los trabajadores se desangran por una causa que no es la suya sino la del imperialismo capitalista. La resolucin del grupo parlamentario viola los acuerdos de todos los congresos internacionales y nacionales. La guerra no haba disminuido el comercio de exportacin argentina, pues comparando un ao de paz, 1913, con otro de guerra, 1916, se notaba lo siguiente, de acuerdo a cifras oficiales: en 1913 se exportaron 175.000.000 de pesos oro en ganadera y 298.000.000 en agricultura. En 1916, 265.000.000 y 238.000.000. Queda un saldo favorable en conjunto, de 30 millones. Este saldo no obedeca nicamente al aumento de los precios -como pretenda el grupo parlamentario- sino aun aumento efectivo en las cifras de exportacin. En 1914 la exportacin de trigo fue de 980.525 toneladas mientras que en 1916 alcanz a 2.145.136 toneladas (ms del doble). Idntico hecho se verifica en la exportacin de la carne: la exportacin en tiempo de guerra fue, pues, mayor que en tiempo de paz. El pretendido problema que planteaba el grupo parlamentario, en tono tan alarmante, no exista. Por otra parte el 98 por ciento del tonelaje del comercio argentino se hace en buques extranjeros; si se quiere contribuir a la libertad de los mares custodiando los buques mercantes con buques de guerra era justo que ese 98 por ciento corriera a cargo de las naciones a que pertenecen y no a cargo de la Repblica. Adems la escuadra argentina podra escoltar, como mximo, segn datos facilitados por los tcnicos en la materia, 60 barcos con un total de 143.580 toneladas, cifras irrisorias que no resolveran en nada el problema, pues en 1915, ao de guerra, se negociaba con 673 barcos y un tonelaje mensual de 1.611.349. De manera que la medida del grupo parlamentario, aun bajo el punto de vista capitalista guerrero en que se colocaba para aconsejarla, era absolutamente ineficaz.

Para los socialistas el derecho internacional, conjunto de mistificaciones, no tiene ninguna significacin. Es una floracin capitalista. Se propone codificar las guerras, humanizarlas, no suprimirlas: los socialistas queremos suprimirlas. Ningn representante obrero ha intervenido en la elaboracin del derecho internacional. Adems si se quera defender el derecho internacional se debi intervenir cuando Alemania lo viol por primera vez, esto es, cuando invadi a Blgica. Por otra parte, si se sala en defensa de la libertad de los mares y de la libertad de comerciar haba que declarar la guerra no solamente a Alemania sino, tambin, a Inglaterra cuya marina de guerra impide el acceso de los buques mercantes neutrales a los imperios centrales. Los socialistas no debemos cejar en nuestros propsitos de combatir la guerra y preparar el rpido advenimiento de la paz, mantenindonos en todo momento, dentro del internacionalismo y de un concepto intransigente de la lucha de clases.

Los resultados del congreso. Cuando se cerr el debate pudo apreciarse con qu rara unanimidad el partido condenaba la tendencia guerrera del Comit Ejecutivo y del grupo parlamentario. Los dirigentes del partido hicieron entonces una maniobra que importaba una confesin pblica de derrota: retiraron su despacho y presentaron, no obstante sus declaraciones guerreristas, y con el fin de evitar el triunfo del despacho de la minora, la mocin con que el doctor Justo terminaba su discurso: esto es que el partido no quera ni ruptura de relaciones, ni guerra ni ninguna iniciativa parlamentaria socialista en materia de guerra. Este repentino cambio de frente en la direccin del partido, no caba duda alguna, era de mala fe. El Dr. Justo rechaz un agregado que privadamente se le propusiera a la mocin y que deca: no votar crditos de guerra. Este rechazo pona en descubierto el pensamiento ntimo del grupo parlamentario y dirigente.

Bien: se pas a votar y qued sancionado el despacho de la minora por 4.204 votos contra 3.564; stos deben interpretarse como votos otorgados a favor de la mocin ltima del Dr. Justo de parte de delegados que crean ingenuamente, en el retorno a la buena senda del Dr. Justo y dems parlamentarios.

Maniobras del grupo dirigente. Era la primera vez que el grupo dirigente sufra una leccin tan severa. Si bien una nocin elemental de moral poltica le aconsejaba en un caso as renunciar ya que sus puntos de vista sobre la guerra haban sido rechazados y no poda cumplir lealmente con resoluciones que repudiaba, el Comit Ejecutivo del Partido continu en su puesto, a pesar de contar en su seno, lo repetimos, cinco parlamentarios sobre once miembros y que una fuerte corriente de opinin del partido era contraria a que se pudiera desempear el puesto de legislador y miembro del Comit Ejecutivo. El Congreso de Pergamino (1916) aprob por 2.875 votos una resolucin de incompatibilidad pero su presidente, el senador del Valle Iberlucea, hizo rectificar la votacin, permitiendo votar a delegados que no intervinieron en la primera votacin. Mediante esta maniobra -pues en una rectificacin slo votan los que votaron antes- se aprob la no existencia de incompatibilidad por 2.917 contra 2.809 votos. En cuanto al director de La Vanguardia fueron tantas las voces que exigieron su renuncia que la misma noche del congreso envi su renuncia, no al congreso del partido como era su deber sino al Comit Ejecutivo. As el Comit Ejecutivo nombrara su reemplazante y la hoja del partido no saldra de manos de su eterno detentador: el circluti (sic) dirigente. Y en efecto: el Comit Ejecutivo design director de La Vanguardia en reemplazo del senador del Valle Iberlucea al seor Esteban Gimnez, firmante del despacho guerrerista de la mayora del Comit Ejecutivo. El grupo dirigente se burlaba del partido, representado por el congreso que desautoriz su actitud.

Como si esto fuera poco La Vanguardia del da siguiente al congreso daba a entender que el grupo dirigente del partido no respetara mayormente la resolucin votada. Declar que sta no deba tomarse ni como un dogma ni como un nuevo mandato.

Contemporneamente iniciaba contra el mismo congreso una campaa de descrdito, presentndolo como una confabulacin secreta contra el grupo parlamentario y el Comit Ejecutivo del partido, tendiente a derribarlos y sustituirlos por miembros de la minora, como si las personas que los forman fueran sagradas e intangibles y haciendo del congreso una cuestin de dominacin y de ambiciones personales y no un choque, un debate serio y elevado de doctrina y de accin socialistas. Cierto es que para el grupo dirigente valen ms, cien mil veces ms, las posiciones que usufructa dentro y fuera del partido que todos los principios y las doctrinas. Y por eso no se le importa a rengln seguido de pedir la guerra presentar una mocin -la del Dr. Justo- de que "no quieren la guerra al comprobar que el congreso no les responda.

VII.El asunto Luxburg. El grupo parlamentario no respeta la resolucin del congreso del partido y vota la ruptura de relaciones con Alemania en ambas Cmaras. La campaa aliadfila y belicosa de La Vanguardia continuaba como antes. Decididamente el grupo dirigente del partido no daba importancia a la resolucin del congreso. Esto se puso plenamente de manifiesto con su actitud en el sonado asunto Luxburg.

Sabido es que la cancillera norteamericana logr descifrar varios telegramas del ex ministro alemn en la Argentina, dirigido a su gobierno, donde, entre otras cosas, aconsejaba hundir sin dejar rastros a los buques argentinos -episodio al fin y al cabo propio de la infame diplomacia secreta, puesta en descubierto-. Con tal motivo, los partidos enemigos del gobierno -sospechoso de germanfilo- haciendo poltica, presentaron una mocin en el Senado y en la Cmara de Diputados declarando rotas las relaciones con Alemania. Era aqul, lo repetimos, un simple recurso de oposicin al gobierno, no un movimiento espontneo y sincero; parlamentarios caracterizadamente germanfilos votaron la ruptura, con miras al electorado, en su mayora aliadfilo o simpatizante aliado.

Con general sorpresa, el Partido Socialista tambin vot la ruptura. No slo eso: lleg a insinuar -cosa que no hicieron ni los ms furiosos patrioteros y conservadores- la guerra. As el senador del Valle Iberlucea, dijo: (Diario de Sesiones del Senado N 40, septiembre 20 de 1917) debo expresar la opinin de que hay medidas ms eficaces que una simple ruptura o suspensin de relaciones para garantir los derechos y los intereses de la Repblica. Tambin dijo: "Conocida es la manera de pensar del grupo parlamentario socialista sobre las medidas que debieron haberse adoptado de tiempo atrs con objeto de defender; no slo los principios de justicia y las normas del derecho internacional, sino tambin los intereses materiales de la nacin, afectados por la guerra submarina sin restricciones. Esa declaracin implicaba pedir la declaracin de guerra.

El doctor Justo, que llev a la Cmara de Diputados la palabra de todo el grupo, dijo que a los incidentes ruidosos provocados por el asunto Luxburg no les atribua mayor importancia. No podramos tomar (Diario de Sesiones de la Cmara de Diputados N 71, septiembre 22) ninguna actitud de consideracin por dicterios empleados en mensajes secretos de una cancillera cualquiera. Slo las consideraciones fundamentales relativas a nuestro comercio exterior y que estn tan vinculadas a la existencia misma de nuestro pas pueden hacernos mantener nuestro punto de vista ya enunciado, y es evidente que esa conclusin nos llevara a plantear a nuestro partido nuestra actitud en el Parlamento nacional, si eventualidades posibles nos obligaran a dar aqu votos que pudieran aparecer en contradiccin con las resoluciones de la mayora del partido. Ms adelante agregaba esta sensacional declaracin:No tiene mayor significacin declarar rotas esas relaciones y sin atribuir mucha importancia a nuestro voto, votaramos eso como una resolucin ms o menos indiferente, POR RAZONES DE MERA COMODIDAD O CORTESA con los ciudadanos que parecen anhelar esa declaracin como un gran hecho.

Repiti el doctor Justo que haba dicho en el congreso del partido que los puntos de vista del grupo parlamentario eran inmodificables. Pero si efectivamente era sa una verdad, por qu la mayora del comit convoc al congreso y declar que se sostena a la resolucin del mismo? Esperaba convencer a los delegados? Admitido esto, por qu no mantuvo su declaracin y la sustituy por la mocin del Dr. Justo, cuya primera clusula deca textualmente: El Partido Socialista no quiere la ruptura de relaciones con ningn pueblo ? y por qu el Dr. Justo dijo en el congreso socialista que la ruptura de relaciones, en realidad no tiene sentido ? No pueden invocarse situaciones nuevas que hayan hecho cambiar de criterio al grupo parlamentario, porque la nica causa del debate -el asunto Luxburg- no tena importancia, segn el mismo doctor Justo.

No puede haber una contradiccin ms flagrante. Tampoco se concibe una declaracin ms cnica que esa de votar POR RAZONES DE MERA COMODIDAD O CORTESA la ruptura de relaciones con un pas Cortesa hacia quin? Hacia la burguesa. Hacia los explotadores. Hacia los que han masacrado a las masas obreras, y dictado, en este pas, dos brbaras leyes de represin contra el movimiento proletario. Y por ese acto de cortesa el grupo parlamentario asuma una actitud anrquica, se levantaba contra la sana doctrina socialista y se burlaba, como de una despreciable tira de papel de la resolucin expresa, clara, intergiversable, terminante, de un congreso del partido y de las disposiciones del estatuto que condenan con pena de expulsin a los que no acatan las resoluciones de los congresos del partido.

Y como pretexto de todo esto el grupo parlamentario sala con su teora de la defensa del comercio argentino, por la que mostraron mayor inters que el gobierno formado por terratenientes y comerciantes millonarios que se enriquecan con la guerra como nunca, mientras disminuan los consumos del pueblo trabajador, se rebajaba su salario y se deprima su nivel de vida. Para esto el grupo parlamentario no tena ni un recuerdo, ni una palabra, en todo el curso del debate.

El grupo parlamentario al votar la ruptura de relaciones cometa conscientemente una triple traicin, una triple felona: contra los principios del socialismo internacional; contra el mandato de un congreso del partido; contra los estatutos del mismo partido.

Una contradiccin ms. El grupo parlamentario siempre guard secreto acerca de las causas de este voto en favor de la ruptura de relaciones. El nico diputado que intent decir algo al respecto fue el doctor Repetto, ex delegado al Congreso de La Haya, quien escribi (La Vanguardia, 28 de septiembre de 1917): Los enormes perjuicios que ya llevan sufridos los pases neutrales con la guerra actual, hablan con elocuencia en favor de la necesidad y de la oportunidad de la doctrina formulada por el gran presidente (Wilson). La repercusin desastrosa que ha tenido el conflicto europeo sobre la mayor parte de las naciones, as como su insospechada duracin, deba necesariamente arrastrar a la lucha, una tras otra, a todas las naciones de la tierra.

Reflexionemos serenamente, para concluir en que todos los pueblos civilizados deben rodear a la gran democracia norteamericana cuando proclama un principio de poltica internacional tan importante para asegurar o defender la paz en el futuro.Como el respeto a la autonoma e independencia de todas las naciones, chicas o grandes, constituye una condicin esencial para la aplicacin del nuevo principio preconizado por el presidente Wilson, no haya temor de que el panamericanismo pueda transformarse con el tiempo en la sumisin incondicional de las dbiles repblicas latinoamericanas a la poderosa democracia del norte. (Nicols Repetto, Huelgas y guerras , La Vanguardia, 5 de diciembre de 1917).

Sin fobia ni apasionamientos de ninguna clase, dentro del ms sereno sentimiento de socialista y de hombre he dado mi voto a favor de la ruptura de relaciones con el imperio alemn. Al proceder as he consultado los fines morales que persiguen los aliados en esta guerra y he servido tambin los intereses de la democracia alemana, que necesita la derrota del imperialismo germnico para que podamos saludarla a la cabeza de las futuras repblicas socialistas de Europa. (Nicols Repetto, Cmo acabar esta guerra, La Vanguardia, 28 de septiembre de 1917).

He comprendido perfectamente la argumentacin del seor ministro de la Guerra, en cuanto se refiere al vitico () Yo aceptara el mantenimiento del vitico en cuanto l fuera necesario para el desempeo de ciertos servicios (Nicols Repetto, discusin del presupuesto de guerra, sesin 24 de enero de 1918. Diario de Sesiones N 101, pgina 3998)

Mientras que en un artculo del 1 de mayo de 1915 titulado El socialismo contra la guerra dijo lo siguiente, que luego repiti en el Congreso de La Haya.

A fin de cerciorarme de lo que hubiera de cierto en esta ultima afirmacin, he revisado con algn detenimiento los documentos originales de los congresos socialistas internacionales a fin de apreciar en detalle el desarrollo de la accin pacifista desplegada por el proletariado mundial. Las conclusiones generales a que he arribado son en cierto modo confirmatorias de la opinin que considera prevista a actitud de los socialistas en el presente conflicto y he llegado a ellas despus de comprobar en la accin de aquellos congresos una ausencia casi completa de puntos de vista realmente positivos, agravado por el empeo puesto por algunos camaradas eminentes en perpetuar equvocos y malentendidos.

Buscando cuidadosamente y leyendo hasta en las entrelneas de aquellos interesantes documentos, se descubre que a la falta de ideas claras llamadas a reemplazar los prejuicios sistemticos se ha unido la impotencia poltica en que se debaten an las fracciones ms numerosas de la Internacional y el influjo siempre pernicioso de los intereses electorales y de menor cuanta."..

Pero nadie super al sueco Branting en estas equvocas manifestaciones de nacionalismo socialista. Nosotros debemos, dijo Branting, estar reconocidos a los representantes de la idea antipatritica por habernos dado la ocasin de hacer esta declaracin unnime: nacionalismo o internacionalismo no son conceptos opuestos sino complementarios. Y como para dar una idea de los distingos sutiles que podra sugerirle su nacionalismo, sostuvo que el desarme no deba formar parte del programa de reformas de ningn partido sino ser considerado como una aspiracin de todos los pases.

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La preocupacin casi exclusiva del socialista internacional ha consistido en abominar de la guerra y del militarismo -su principal instrumento- y establecer la forma de impedir el empleo de medios violentos para la solucin de los conflictos surgidos entre las naciones. Pero la obra del socialismo internacional aparece exigua, pobre dira, en lo que se refiere al estudio y aplicacin de medios encaminados a establecer una base de verdadera cordialidad entre los pueblos, capaz de suprimir la causa misma de los conflictos.

El empeo puesto por los distintos congresos socialistas en proclamar la existencia de la autonoma de las naciones como un factor imprescindible y permanente del progreso histrico, ha contribuido no poco a confundir las ideas, a vigorizar rancios prejuicios patriticos, y, sobre todo, a justificar y reclamar una organizacin militar destinada a defender la existencia de aquellas indispensables entidades. De ah surgi el distingo entre guerras ofensivas y defensivas, distingo fcil de establecer segn Bebel, pero de cuya sutileza tenemos hoy la mejor prueba en las inculpaciones recprocas que se hacen las naciones beligerantes.

Los que hayan ledo los prrafos transcriptos en los discursos pronunciados en Stuggart (sic) y Basilea por los representantes ms autorizados de la democracia social alemana, habrn reconocido que para aquellos oradores una gran guerra constituira el medio infalible de llegar a la reforma poltica interna tan anhelada en Alemania. Cierto es que Bebel al reconocer esta circunstancia se apresuraba a manifestar que los socialistas alemanes no propiciaran las guerras como mtodo para llegar al cambio poltico. Pero puestos frente a la reforma poltica interna y a la guerra exterior, y en la imposibilidad absoluta de realizar la primera y de impedir la segunda no se habrn dicho los socialistas alemanes, como si fueran vulgares criollos No hay mal que por bien no venga ?........................................................................... ..................Frente a la guerra que devasta los ms viejos pases de Europa, el socialismo debe reafirmar sus tres verdades ms fecundas: el internacionalismo, la libertad de comercio y la confraternidad de las razas."

No puede haber una contradiccin mayor ni motivos ms despreciables para justificarla.

El porqu de este voto pro ruptura. El voto pro ruptura, producto de una componenda poltica, como tantas otras realizadas por el grupo parlamentario a espaldas del partido, con las fracciones burguesas de la Cmara, slo obedece a una razn que en esta republica no ha escapado a la comprensin de nadie: la conquista definitiva del electorado de la ciudad de Buenos Aires ante cuyos ojos el partido aparecera como aliadfilo frente al Partido Radical que, por neutralista, aparecera como germanfilo. Adems, se disipaba definitivamente de las cabezas de los capitalistas todo temor con respecto al Partido Socialista: ste se mostraba ardiente defensor de la burguesa, comerciante y terrateniente, cultivaba los prejuicios militarista, patriotero y guerrerista con ms fervor que los mismos capitalistas y militares argentinos. Por qu no darle el voto? Por que no considerarlo maduro para ocupar el gobierno?

En cuanto a la masa obrera que aqu mira con recelo todo lo que es poltica, aumentaba su desconfianza y hasta su aversin contra el Partido Socialista. Y todos los hombres sensatos vieron en la actitud del grupo parlamentario algo reprobable, insincero: una verdadera y vergonzosa claudicacin.

Actitud de la minora del partido. Renuncia del grupo parlamentario. Campaa difamatoria de La Vanguardia. La minora del partido, ante la flagrante violacin de la resolucin del congreso acord convocar a una reunin de afiliados para determinar una actitud uniforme a asumir en todo el partido. En esta reunin se acord pedir la reunin de un congreso extraordinario a fin de juzgar la conducta del grupo parlamentario. Antes de esta reunin, y das despus de conocerse la singular actitud del grupo parlamentario, dos centros de la ciudad de Buenos Aires la condenaron enrgica y pblicamente, solicitaron la reunin del congreso y expresaron la opinin de que, de acuerdo al estatuto, el grupo parlamentario mereca pena de expulsin. A raz de estas resoluciones el grupo parlamentario resolvi renunciar. Pero como tema a un congreso ante el cual le sera imposible dar decorosamente un justificativo legtimo de su situacin, pidi al Comit Ejecutivo que someta la aceptacin o rechazo de la renuncia al voto general de los afiliados. Con esto se presionaba a los adherentes al partido, contrarios a la violacin del grupo parlamentario pero no dispuestos a aceptar la renuncia que significaba para el partido la prdida de su capital poltico y de su base financiera (la mitad de la dieta de cada legislador, $ 750 m/n). Colocado el partido entre tener o no tener legisladores optara -y de esto nadie dudaba- por lo primero; pero de tener que elegir entre aprobar una resolucin de un congreso del partido, y su violacin descarada optara por el congreso, aunque luego renunciara el grupo parlamentario.

El grupo parlamentario daba un golpe teatral con su renuncia inesperada, matando dos pjaros de un tiro: haca derogar, de hecho, la resolucin del congreso con la no aceptacin prevista y calculada de su renuncia y continuaba en su puesto. Pero el partido pasaba a ser una dependencia del grupo parlamentario, degeneraba en una oligarqua. Adis socialismo! Podramos tolerar pasivamente este derrumbe estrepitoso del socialismo en el pas? No, en absoluto. Y entonces constituimos dentro del partido un Comit pro defensa de la resolucin del III Congreso Extraordinario del Partido. No podamos admitir que el partido estuviera a merced de los parlamentarios y que el partido modificara sus ideas en homenaje a un grupo encumbrado para defender los ideales del partido, no para esclavizarlo ni para entregarlo maniatado a la burguesa. Preferamos mil veces que se perdieran si necesario fuera, todas las bancas, pero que se mantuvieran inclumes los principios de la Internacional. La determinacin del grupo de no respetar la resolucin del congreso no poda ser ms manifiesta. En su renuncia deca: Elegidos y reelectos con un mandato que estaba en nuestra conciencia hemos continuado en las Cmaras al servicio del ltimo Congreso Extraordinario del Partido en la esperanza de que la marcha de los sucesos evitara la ocasin de un conflicto. No ha sucedido as. La cuestin internacional se ha exacerbado con la publicacin de documentos que exhiben cmo el gobierno imperial de Alemania puede simular respeto por la vida, los derechos, la bandera de los neutrales aniquilndolos sin dejar rastros. (Ya hemos visto que el leader del grupo, doctor Justo, dijo que no le daba ninguna importancia al asunto Luxburg.)

Se han corroborado, entonces () los principios fundamentales que sostuvimos en el ltimo congreso del partido, y si se considerase como un nuevo mandato la declaracin de la minora del Comit Ejecutivo votada en aquella asamblea, ese mandato no lo aceptamos, ni podramos hacer nuestros los fundamentos de aquella resolucin ni adaptar a ellos nuestra conducta. (Esto no lo dijo el grupo parlamentario, como era su deber, en el Congreso Extraordinario.)

No creemos -agrega- que la guerra mundial -como dice el considerando primero de la resolucin presentada por la mayora del Comit Ejecutivo y aprobada por el Congreso Extraordinario- sea consecuencia simple y fatal de la propiedad privada y la produccin mercantil. (La resolucin del congreso dice que la guerra actual es consecuencia de las relaciones econmicas actuales, fundadas en la propiedad privada y la produccin mercantil. Negar este postulado es negar el punto de vista socialista sobre la guerra.)

No creemos tampoco -siguen diciendo- que el comercio exterior como se desprende del considerando segundo de la misma resolucin- consista en llevar a mercados extraos la produccin confiscada al proletariado de cada pas. (El considerando de la minora dice: La lucha de naciones contra naciones tiene su entraa en la necesidad capitalista de llevar a nuevos mercados la produccin confiscada al proletariado de cada pas", lo que como se ve, no significa combatir el comercio exterior. Negar este hecho, significa legitimar las ganancias del capital y en consecuencia, negar, una vez ms, el socialismo.)

Prosiguen: Y hemos de ignorar o mirar indiferentes el conflicto de principios polticos y morales que caracterizan a la actual guerra? No contina en la lucha la Rusia revolucionaria? No ha entrado en la contienda la gran democracia norteamericana, para combatir en nombre de la libertad y la paz, al lado de Inglaterra, sin papa y sin aduanas, y de la Repblica Francesa?.

Los miembros del Comit Ejecutivo, redactores de la resolucin del congreso, objetada por el grupo parlamentario, compaeros Juan Ferlini y Jos F. Peneln publicaron un documento sereno y elevado que La Vanguardia se neg a insertar destruyendo, fcilmente los sofismas del grupo parlamentario, demostrando sus contradicciones, probando con cifras y hechos que los Estados Unidos intervinieron en la guerra movidos por intereses econmicos, que la Rusia revolucionaria no tena mayor inters en la prosecucin de la contienda (afirmacin ratificada ms tarde por la elocuencia de los acontecimientos). En su parte final insertaba estas consideraciones:

Hora es sta de hablar sin reticencias. No podemos pagarnos de simplezas ni discutir trminos. En las declaraciones del grupo parlamentario socialista hay una cuestin de fondo. La guerra europea aceler un proceso que vena modificando sustancialmente el mtodo y la finalidad socialista. En la nueva interpretacin que se da al problema de la guerra aparece una de las consecuencias del rebuscado nacionalismo sano e inteligente. Al fin la frmula se concreta en hechos.

Cuando se afirma que no hay por qu temer ni repudiar la guerra si ella ha de hacerse al lado de una Inglaterra, sin aduanas y sin papa, pero con explotadores y explotados, se achica el continente y se agua el contenido de la accin socialista. Con ese criterio se justifica la actitud favorable a la guerra de todas y cada una de las mayoras socialistas de los pases beligerantes de Europa.

No hay razn de repudio para unas y apoyo para otras. Cada una de esas mayoras socialistas midi la nacionalidad por las conquistas reales a su favor obtenidas dentro del pas y al defender a este crey defender esas conquistas.

Es evidente que si la accin socialista tiende a tutelar a los trabajadores y no a emanciparlos, camino de aquel fin, las funciones del Estado actual en manos socialistas bastan y sobran.

Y como esta funcin de tutela del Estado en favor de los trabajadores que se convertira as en finalidad socialista, deja en pie las relaciones econmicas actuales, la guerra sera un hecho que no dara a los socialistas derecho para combatirla.

Si nos propusiramos gobernar la sociedad sin transformarla, sera lgico aceptar todas las consecuencias que la sociedad actual genera.

Pero el socialismo no es eso. Y lo que no es el socialismo no puede ser el Partido Socialista, simple instrumento de aqul.

Esa pretendida tutela ser impuesta por los trabajadores a las clases poseedoras y dirigentes al convencerlas de que es prctico asociarse a la filosofa unitaria de que conviene perder algo si no se quiere perderlo todo. Funcin de partidos liberales o radicales burgueses contar con el apoyo socialista desde que los resultados de esa poltica favorecern el desarrollo fsico y la capacitacin de los trabajadores para proseguir la lucha.

Esa lucha, que marcha a la conquista del nico grande y positivo derecho de los trabajadores: el de la posesin ntegra del producto de su trabajo, es la accin socialista, la que concluir con las guerras.

Utopas?

Utopa es querer que los trabajadores alienten la esperanza ilusoria de terminar con el privilegio y la explotacin en buen acuerdo con los privilegiados y explotadores.

Y aqu radica la cuestin de fondo.

En tanto la Internacional obrera y socialista se mantuvo en sus puestos de lucha sin contemporizaciones y combatiendo la guerra en acuerdo internacional de los trabajadores, adquiri firme personalidad y fue un enemigo temible de todos los opresores; en cuanto la Internacional obrera y socialista transigi encerrando su accin en el crculo nacional, y pact con la unin sagrada de los partidos bajo la presin de la guerra pas a ser una de esas monadas polticas de que hablara no sin maliciosa intencin un diputado 'literario' en el parlamento argentino.

Renuncia de los miembros de la minora del C.E. Disolucin ilegal de Centros. Expulsin de los afiliados pacifistas e internacionalistas. Casi al mismo tiempo que el anterior documento los miembros de la minora del Comit Ejecutivo, Ferlini y Peneln, enviaron su renuncia al C.E., Grosso, suplente llamado a ocupar una de las vacantes del comit, tambin envi su dimisin. Nuestros compaeros fundaron su resolucin en que, de acuerdo a los estatutos, el Comit Ejecutivo tendra que cumplir con la obligacin de desautorizar el voto del grupo parlamentario a favor de la ruptura de relaciones por ser violatorio de la resolucin del congreso. Tendra igualmente que convocar al partido a un nuevo congreso para aplicar el correspondiente correctivo disciplinario al grupo parlamentario. Pero la constitucin del comit, formado por cinco diputados (Justo, Repetto, Bravo, De Tomaso y Bunge), -cuatro de ellos en ejercicio- y el director de La Vanguardia (Jimnez) impeda llevar cabo tal resolucin, por lo que estaban de ms en un comit que no cumpla con su deber y en el que figuraban cinco miembros que eran a un tiempo jueces y acusados, sin que esta dualidad despertara en ellos ningn escrpulo de conciencia.

La minora haca cuestin de principios. Pero los parlamentarios y el Comit Ejecutivo, a quienes no les importa nada los principios, hacan cuestin de predominio personal: sus posiciones, debido a la traicin cometida, peligraban como nunca. La nica manera de afirmarse en ellas era desembarazarse de la minora. Ellos, los violadores de la resolucin del congreso, los que arrasaron con los estatutos, dictaron una resolucin diciendo que la constitucin del Comit pro defensa de la resolucin del III Congreso Extraordinario era ilegal, disolvente y anarquizante y pidieron a los centros que tomaran contra los afiliados de aquel comit, medidas disciplinarias. Aconsejaron la expulsin. Tres centros inmediatamente no slo no acataron la resolucin del Comit Ejecutivo (resolucin n tomada gracias a los votos de cuatro diputados: Repetto, de Tomaso, Bunge y Bravo y el director de La Vanguardia, Jimenez, todos ellos violadores de la resolucin del congreso) sino que aplaudieron la constitucin del mencionado Comit pro defensa". A raz de la negativa el Comit, levantndose otra vez contra el estatuto que permite, como mximo, la suspensin de un centro cuando incurriera en alguna falla grave, dict un kase, expulsndolos. Por la misma causa el Comit Ejecutivo expuls a siete centros ms. De los dems centros fueron expulsados todos los defensores de la resolucin del ltimo congreso. Mientras as proceda el C.E. La Vanguardia nos acusaba de querer dividir al partido con lo cual impresionaban a los afiliados ingenuos; desde las columnas del rgano se nos atacaba con los peores improperios y hasta se incitaba al empleo de la violencia y del crimen contra nosotros, como lo hiciera, desde sitio de preferencia el ex tesorero y candidato a diputado Basilio Vidal. De la minora no publicaba ni una lnea le cerr literalmente la puerta (sic). Ni siquiera publicaba artculos de hombres que sin pertenecer al Comit pro defensa censuraban la actitud del grupo parlamentario como sucedi con uno del seor Antonio E. Mantecn, actual secretario del grupo de concejales socialistas y con otro del compaero Luis E. Recabarren, secretario y fundador del Partido Socialista de Chile, circunstancialmente en la Argentina donde desempe durante meses la secretara general del Partido Socialista Internacional y del sindicato de los grficos, al que pertenece.

Sin poder defendernos en el rgano del partido y hasta en muchos centros que resolvieron no discutir el asunto, vejados en todas partes por bregar por el mantenimiento de una resolucin del partido que debiera ser sagrada, qu otra cosa podamos hacer que constituirnos en Comit pro defensa? Para explicar esto y defendernos de las calumnias propaladas por La Vanguardia, dirigimos a las agrupaciones del partido