Proyecto Final

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Proyecto de tesis

Transcript of Proyecto Final

SEMINARIO ANUAL 2000

FORMATO SUGERIDO PARA LA ENTREGA DEL PROYECTO1) Nombre y apellido:

Dours, Solange Cecilia

2) Ttulo del proyecto completo:

Dinmica comunitaria en un rea fronteriza: el caso de Matar, Santiago del Estero en la dcada de 18303) Fechas estimadas de comienzo y terminacin del proyecto

01/2015 01/2016

4) Nombre del director/a previsto/a: De Jong, IngridYa ha comprometido su direccin?: S

5) Resumen del proyecto (no ms de 250 palabras)

El pueblo de Matar, ubicado en el territorio de la actual provincia de Santiago del Estero, naci en el s. XVII como pueblo de indios. Su nombre proviene del etnnimo mataraes, grupo indgena que actu como intermediario entre los sectores coloniales y grupos guaycures del interior del Chaco. Precisamente, desde su emplazamiento a orillas del ro salado, el pueblo se ubic como punta de lanza en la frontera santiague-a; hecho que desat interesantes dinmicas de mestizaje. Luego de la independencia, no obstante, sobrevinieron numerosos cambios. Con la eliminacin de los tributos en 1811, y de toda forma de servicio personal en 1813, las relaciones territoriales se modificaron sustancialmente, puesto que los indgenas perdieron sus prerrogativas y derechos comunales sobre las tierras. En un marco de transformaciones econmicas y productivas, las tierras que antes les pertenecieran comenzaron a ser subastadas y/o arrendadas. En este marco, la desaparicin de muchos de los apellidos indgenas en fuentes posteriores podra estar indicando procesos emigratorios. Todo esto, unido a procesos que ya se venan dando de incorporacin al pueblo de sectores hispano-criollos, habra resultado en una suerte de criollizacin. Por otro lado, a partir de la segunda dcada del siglo XIX, la dinmica poltica de Santiago del Estero funciona bajo la gida del caudillo Juan Felipe Ibarra, proveniente de este mismo asentamiento. En este contexto, nos preguntamos entonces qu cambios sufrieron por su parte los modos de interaccin con los grupos indgenas del interior chaqueo, y qu papel tuvo en esos contactos el Estado provincial.

6) Relevancia del proyectoEl estudio histrico de las zonas fronterizas ha realizado importantes contribuciones a la comprensin de los procesos de mestizaje, resistencia e identidad, con reconocida importancia para el conocimiento antropolgico. Adems, estos estudios nos permiten mirar desde otra perspectiva procesos con directa injerencia sobre nuestro presente, como ser el avance sobre los desiertos interiores a fines del s. XIX, y la consolicacin del Estado nacional. Se ha demostrado que dichos procesos no pueden entenderse cabalmente si no se tiene en cuenta la sucesin de hechos a lo largo de dcadas, e incluso siglos anteriores, y las variaciones que fueron sufriendo las interacciones de distitno tipo con los grupos indgenas del actual territorio argentino. Este trabajo pretende entroncarse en este recorrido terico y de investigacin, enfocando un lugar y perodo que, adems, se encuentran escasamente trabajados de modo conjunto.

7) Preguntas o problemas de investigacin En el contexto de Matar, Santiago del Estero, un pueblo ubicado sobre la frontera con el Gran Chaco, qu tipo de vnculos existan en la dcada de 1830 con los grupos indgenas que habitaban ese espacio? Qu lugar y qu peso tuvo la injerencia del Estado provincial en la configuracin de esos vnculos? Tuvieron stos ms relacin con dinmicas locales, es decir, con los movimientos intrnsecos al funcionamiento de la comunidad en tanto sistema de relaciones con el medio ambiente y reproductivas, espacio de sociabilidad y ncleo de lazos afectivos? Se dieron procesos de interaccin ms determinados por la proximidad territorial y por toda una historia de relacionamientos de distinto tipo? O estuvieron ms condicionados por la presencia de polticas estatales vinculadas con esas poblaciones indgenas? En este ltimo caso, qu caractersticas tuvieron esas polticas y como entraron en juego en estos procesos de interaccin?

8) Objetivos Indagar acerca de la dinmica local de los pueblos fronterizos del Salado a comienzos de la dcada de 1820.

Analizar los modos de interaccin con los grupos no reducidos del interior del Chaco.

Evaluar los modos de injerencia de un Estado provincial an poco consolidado tanto en la dinmica local como en los modos de interaccin antedichos.

9) Estado de avance sobre el tema. Revisin de la literatura especializada. Incluir un listado bibliogrfico actualizado.

Hasta antes de la dcada de 1980, los estudios etnohistricos sobre los diversos mrgenes de los imperios coloniales en Amrica, (es decir, las zonas sobre las que no pudo consolidarse un dominio poltico efectivo) coincidieron en explicar los procesos all ocurridos en trmino de un contacto -exclusivamente blico- entre dos grupos internamente homogneos pero radicalemente diferentes entre s (Boccara, 2005). Numerosos autores coinciden en destacar la influencia que tuvo en este tipo de enfoques el modelo turneriano de frontera. Propuesto por Frederick Jackson Turner a fines del s. XIX, este modelo argumentaba en torno al papel que tuvo el espacio fronterizo en la formacin del carcter nacional y de los valores democrticos estadounidenses. Planteaba que la frontera, siendo un espacio hostil, concitaba para avanzar sobre ella, la perpetua superacin y empuje personales de los pioneers, volvindose la fuente de valores individualistas e igualitarios (Ratto, 2001; Ortelli y Lopes, 2006). Se postulaba, as, el carcter intrnseca y exclusivamente militar de las relaciones fronterizas y, por otro lado, el papel pasivo al que son relegados las poblaciones nativas, que aparecen ms bien como parte de ese paisaje inhspito.

Sin embargo, la renovacin terico-metodolgica sucedida en las ltimas tres dcadas, implic un conjunto de crticas a este modelo, que han abierto nuevas perspectivas. Por un lado, se ha enfatizado en la diversidad interna de los grupos y la variedad y la fluidez de las relaciones que entablaron (Ortelli y Ratto, 2006/07). De hecho, hoy en da la nocin de frontera remite a espacios dinmicos, que lejos de caracterizarse por la resistencia al cambio y la hostilidad, aparecen ms bien como ncleos de interaccin y gnesis de nuevos cdigos (Ortelli y Lopes, 2006). Guillaume Boccara (2005), en un trabajo en el que pondera los aportes tericos del antroplogo Nathan Wachtel, seala cuatro cambios fundamentales en la investigacin latinoamericanista: la consolidacin de la necesidad de hacer una crtica de los modos de clasificacin y conceptualizacin coloniales; la mejor comprensin de la institucin indgena de la guerra; la complejizacin en el estudio de las dinmicas interculturales en las zonas fronterizas; y la focalizacin en la emergencia de nuevos mundos, evitando caer en el culturalismo antropolgico.

El tercero de estos puntos se corresponde con los planteos de las autoras antes citadas. Se refiere a la complejizacin en el modo de entender las dinmicas socio-polticas, los procesos de dominacin y resistencia en las zonas de contacto. Por un lado, esto implica reconocer la multiplicidad de formas y procesos de mestizaje. Es decir que, lejos de la visin simplista de bloques cerrados, claramente delimitados, culturalmente distantes y mutuamente hostiles, es preciso reconocer que en las multiples formas que adopatorn los vinculos establecidos, se generaron espacios, lenguajes, comportamientos, modos de organizacin y sujetos cuyo Lo cual, como afirman Farberman y Ratto (2009), responda a la necesidad de crear cotidianamente modos de coexistencia, para lo cual, vale recalcar, tanto la sociedad india como la blanca debieron realizar adecuaciones. Por supuesto, esto tambin se asocia al surgimiento de mundos nuevos en el nuevo mundo.

Pero adems, por el otro lado, es reconocer que la guerra no fue el nico -ni, quizs, el ms efectivo- modo que revisti la sujecin o la violencia de la conquista y la colonizacin. Este reconocimiento es la nica forma de poder comprender la naturaleza de los procesos de contacto, dominacin y resistencia en toda su complejidad, y los caracteres particulares que adoptaron en los mrgenes del imperio. Se desarrollaron toda una variedad de instituciones, de tipo no, o no abiertamente blico, que sirvieron para organizar las sociedades indgenas, normalizar y gestionar las resistencias, y ejercer el poder y el control. Es as que pueden entenderse las misiones, los parlamentos, los contactos comerciales; pero tambin toda un orden discursivo, una construccin lxica, categorial, conceptual, etc. que serva a los fines de conocer a la vez que construir el ser social indgena con el fin de poder actuar sobre este ltimo de manera eficiente y positiva (op. Cit.: 40) , con lo cual aparece la solidaridad real que une todos estos puntos, pues esta cuestin nos remonta al primero de ellos, referente a los modos coloniales de clasificacin y conceptualizacin. Es decir, al hecho de que a partir de la conquista se puso en marcha un abigarrado aparato conceptual que permita, por un lado comprender y por el otro operar sobre las realidades de la amrica colonial.

Boccara explica que para que exista una frontera es necesario que se hayan reconocido previamente dos grupos fundamentalmente diferentes, es decir separados por diferencias culturales y polticas esenciales. As, los grupos indgenas que habitaban ms all de los mrgenes del imperio fueron sujetos a operaciones de salvajizacin, proceso sin el cual se vuelven ininteligibles los discursos civilizatorios que se asientan posteriormente en los espacios fronterizos. La frontera aparece siempre como un espacio transicional; es el segundo paso de un proceso que delimita primero grupos diferenciados, para implantar luego dispositivos de sujecin poltica, social, cultural y econmica de uno sobre otro. Esto se corresponde con lo planteado por Giudicelli () cuando hace notar la elocuente regularidad en las descripciones que distintos documentos coloniales realizan sobre diferentes zonas fronterizas.

El anlisis de esas descripciones, lo llev a reconocer dos momentos en el acercamiento discursivo a los habitantes de estos espacios, y de los espacios en s. En primer lugar, se los representa como salvajes, pobladores de extensiones inhspitas, que son refractarios a las bondades de la civilizacin y amenazantes para el emprendi-miento colonial, puesto que la centralidad lgica de ste define precisamente, segn una hbil inversin de los hechos, la marginalidad de aquellos, su naturaleza de horas brbaras siempre dispuestas a invadir y arrasar la polis colonial (p. ). Luego, a partir de esa dicotomizacin inicial, se elaboran y ejercen un conjunto de dispositivos de poder, clasificacin y control sobre las poblaciones as reducidas a un inveterado salvajismo.

Es decir, en este proceso de renovacin terica, el mismo concepto de frontera es puesto en cuestin, marcando, como ya mencionamos, la necesidad de hacer una profunda crtica de las fuentes y de los conceptos que vehiculizan, para no naturalizar y otorgar estas de realidad a determinadas contrucciones discursivas e histricas. La frontera no debe ser dada por sentado, sino que su misma aparicin debe ser explicada. Por todo ello, en principio, Boccara opta preferentemente, por la nocin de lmite, porque el lmite es cronolgicamente y por lgica, lo primero, en el sentido de que los elementos que habitaban a los dos lados del lmite son concebidos como heterognemos y en la medida en que todo el trabajo de sometimiento consiste, precisamente en transformar este lmite en frontera, es decir, para introducir mecanismos de inclusin a travs de un trabajo sobre la liminalidad dirigido a incorporar al Otro (Molinie, 1999) (Boccara, 2002: 53).

Asimismo, a partir del reconocimiento de que incluso en el caso de una frontera bien establecida, los efectos de estas interacciones se hicieron sentir muchos ms all de la zona de contacto propiamente dicha, y cualquier estudio que no incluyera esos espacios de tierra adentro sera indefectiblemente incompleto, elabora luego la definicin de lo que llama complejo fronterizo. Es decir, un espacio de soberanas imbricadas fromado por varias fronteras y sus hinterlands en el seno del cual distintos grupos -sociopoltica, econmica y culturalmente diversos- entran en relaciones relativamente estables en un contexto colonial de luchas entre poderes imperiales y a travs de las cuales se producen efectos de etnificacin, normalizacin y territorializacin y se desencadenan procesos imprevistos de etnognesis y mestizaje (Boccara, 2005: 47).

Por fin, y an en relacin cones te ltimo texto citado, nos interesa remarcar uno de los puntos que el autor destaca hacia el final, donde se ocupa de reivindicar el lugar que les cabe, tambin, a los anlisis microsociolgicos. Es decir que, ms all de la insitencia en los dispositivos de poder, y en una persperctiva macrosociolgica que atienda a las polticas que definen grupos o etnias; no se debe pasar por alto la importancia de estudios que enfoquen, a nivel micro, la formacin de nuevas redes sociales en una sociedad fluida, con fuertes vnculos entre indgenas, mestizos y criollos, que llevan a procesos de redefinicin de identidades. Ms adelante volveremos sobre este punto.

En el territorio de la actual Repblica Argentina, se fueron constituyendo dos espacios en los que la administracin colonial no consigui consolidar su dominio poltico, el llamado Gran Chaco y la regin de Pampa-Patagonia. Particularmente esta ltima, correspondiente a lo que durante la poca republicana se conoci como frontera sur, ha sido ampliamente estudiada por un gran nmero de investigadores. Estos estudios han permitido entender con mayor profundidad los tipos de relaciones sociales que caracterizaron el espacio de frontera a lo largo del extenso perodo que va desde la colonia hasta finales del s. XIX. Esto implic hacer una crtica y profundizar ms all de enfoques historiogrficos tradicionales que vehiculaban una visin de la sociedad indgena como esttica, esencializada, e internamente homognea (de Jong, 2009), priorizando la dimensin del conflicto intertnico, en parte debido a la reproduccin acrtica de relatos de la poca como los de Zeballos, Barros y Mansilla (Ratto, 2011).

A grandes rasgos, luego de la independencia y en lo que respecta a la cuestin fronteriza, destaca la dcada de 1820 como el momento en que, merced a un proceso de expansin ganadera y la necesidad de tierras, comienza a ensayarse un nuevo tipo de relaciones con los grupos indgenas, tomando elementos que se conocan desde el s. XVIII, a los que se agregaron nuevos. En este marco, destaca la importancia del perodo rosista (1829-1852), pues es durante el mismo que la poltica indgena del gobierno se profundiza y toma los contornos de un sistema regular de relaciones pacficas, que, 1832 incluso cuenta con una partida especial en el presupuesto gubernamental. (Ratto, 1994).Silvia Ratto (ibd), delinea tres perodos en dicho proceso, a partir de las variaciones que se fueron sucediendo: entre 1829 y 1832, durante el primer gobierno de Rosas, la autora habla de perodo de experimentacin, durante el cual se van esbozando algunas caractersticas del llamado negocio pacfico de indios, mientras, sin embargo, las urgencias estaban centradas en la guerra contra la Liga del interior.

A partir de distintos sucesos acaecidos entre 1830 y 1831, fueron percibidas las limitaciones del sistema tal como estaba planteado hasta el momento y comienzan a realizarse distintos cambios, que se consolidan a partir de 1833. Durante este perodo y hasta 1839 los ataques al gobierno rosista ponen en peligro la continuidad del rgimen; los indgenas comienzan a recibir raciones mensuales de parte del gobierno a cambio de servicios militares bien establecidos. El ltimo perodo ira desde 1839 hasta la cada de Rosas en la batalla de Caseros en 1852, y habra estado caracterizado por una extrema militarizacin de la sociedad, de lo cual los grupos indgenas no habran estado excentos. Este perodo, en particular el correspondiente a la segunda gobernacin de Rosas, resulta de especial inters para nosotros pues se corresponde temporalmente con aquel que hemos definido para nuestra investigacin.

Luego de la cada de Rosas y la revolucin del 11 de septiembre del '52, el panorama poltico argentino queda dividido entre el Estado de Buenos Aires y el gobierno de la Confederacin, hasta la batalla de Pavn en 1862, que defini el comienzo del perodo de unificacin nacional. Los trabajos abocados a analizar ambos perodos son numerosos y presentan una amplia variedad de enfoques. Nos interesa destacar aqu un cierto modo de abordar las formas de construccin del poder en los espacios fronterizos, adoptado en algunos de ellos. Dicho abordaje destaca por el nfasis en la necesidad de estudiar las lgicas propias que dinamizaron estos espacios, en lugar de entenderlos como lugares marginales o de presencia incompleta del estado (de Jong, 2012). Admitir que constituan realidades sui generis implica dilucidar la configuracin especfica de los vnculos y jerarquas locales, las prcticas polticas, los intereses particulares que haba en juego y las tensiones correspondientes, para poder comprender contextualmente los motivos y la lgica subyacente a las acciones y decisiones de los actores.

Esta perspectiva permite reconocer que los fenmenos polticos y las disputas que tenan lugar a nivel nacional y provincial, adquirieron manifestaciones locales enmarcadas o condicionadas por las caractersticas de cada escenario especfico. Es necesario entender cmo esos sucesos no directamente relacionados con las vicisitudes de la vida fronteriza influan en el funcionamiento de la misma, pero a su vez eran canalizados por l. Ello compete no slo a la hora de intentar comprender determinados sucesos o decisiones en el panorama intertnico, como ser la participacin de algunos grupos indgenas en los sucesos polticos nacionales (de Jong, op. Cit.), sino tambin el mismo proceso de penetracin y consolidacin de la estructura administrativa estatal en las localidades de la campaa. El proceso de establecimiento de un rgano estatal como la justicia, con una estructura autnoma y burocrtica, debi atravesar varios aos de funcionamiento anclado en las tradiciones consuetudinarias locales y los compromisos asociados al lugar que ocupaban los funcionarios en la sociedad (Yangilevich y Miguez, 2010; Sedeilln, 2006/07)

La otra frontera, la frontera chaquea, se encuentra sustancialmente menos estudiada, especiamente en la poca de inicio de la repblica, y ms an en la zona correspondiente a lo que hoy es Santiago del Estero. Una buena referencia inicial al respecto es el libro de Gulln Abao, La frontera del Chaco en la Gobernacin del Tucumn (1750-1810). Como destaca en el ttulo, el trabajo cuenta con una perspectiva amplia, tanto espacial como temporalmente. Un recorrido por los principales aconteci-mientos que fueron sucedindose desde las primeras incursiones espaolas y la posterior estabilizacin de la frontera, analizando los actores, las instituciones y los intereses en juego, permite tener un panorama general de las caractersticas de esta zona, con las transformaciones que fue sufriendo y las coyunturas que las provocaron. Panorama que el mismo autor resume, al explicar que la vida fronteriza fue

un proceso que, a lo largo del siglo XVIII, se inicia con la configuracin de una frontera blica, similar a la que podemos encontrar en otras zonas del continente americano, desarrollada desde la poca de la conquista y cuya base se encontraba en la encomienda y repartimiento de los indios capturados, para finalizar, en las postrimeras del perodo colonial, con la conformacin de una frontera agraria, basada en las haciendas o estancias, en las reducciones, y en la integracin del indgena sometido en el sistema productivo dela regin. (Gulln Abao, 1993: 345)

Otro trabajo destacado, y que resulta de alguna forma complementario al anterior, es la investigacin de Lucaioli que sigue las trayectorias de diferentes grupos abipones en el siglo XVIII y en el complejo entramado de relaciones que mantuvieron con los agentes coloniales, particularmente los jesuitas, y que llevaron a la conformacin de distintas reducciones. Es interesante porque traza un mapa de las circunstancias polticas intra e intertnicas, de las estrategias esgrimidas por los actores, de los intereses en juego y la modificacin de las jefaturas abiponas. Detenta, adems, una interesante amplitud de mirada, puesto que diferentes grupos abipones establecieron preferentemente relaciones con distintas ciudades coloniales, dependiendo de sus intereses y su movilidad territorial. Es de destacar el minucioso trabajo con las fuentes, que permite a la autora realizar un acercamiento a la perspectiva indgena, los usos del espacio, las formas de liderazgo, las relaciones entre distintos lderes, los motivos subyacentes a la decisin de establecerse en una reduccin, las formas de entender y subvertir la vida en las reducciones; hecho posibilitado en parte por la existencia de documentacin producida por las mismas reducciones. Sin embargo, la expulsin de los jesutas y las reformas borbnicas modificaron notablemente el panorama intertnico, y las instituciones presentes en el rea y perodo de nuestro inters fueron otras.

Otra autora que se ha ocupado ms especficamente de la frontera santiaguea, es Judith Farberman. Esta autora ha centrado buena parte de sus estudios en los llamados pueblos de indios, muchos de los cuales tuvieron sus races en asentamientos prehispnicos, mientras otros fueron creados a partir de las reducciones de indios dictadas por las Ordenanzas de Alfaro de 1612. Pero estos pueblos, que fueron inicialmente repartidos en encomienda, estuvieron sujetos a un conjunto de procesos histricos que fueron configurando una caracterstica muy particular de la poblacin rural santiaguea. Ya desde principios del siglo XVII, la crisis demogrfica, los traslados de poblacin que era obligada a acercar los productos de las encomiendas a los mercados y los rigores del servicio personal, desestructuraron el sistema productivo a partir de la decadencia de un buen nmero de estos pueblos (Farberman, 1992). Varios indgenas se trasladaron directamente a las tierras de sus seores, y muchos pueblos fueron anexados a otros, por lo que su nmero disminuy. En este contexto, se va configurando un patrn de migracin estacional masculina que define un perfil demogrfico particular: pueblos con una relacin de masculinidad relativamente baja y estructuras familiares en las que las mujeres desempean un rol preponderante.

Matar es uno de estos pueblos, al que la autora ha dedicado una especial atencin. El nombre del mismo proviene del etnnimo mataraes, usado para designar a un grupo indgena que fue tempranamente sometido al dominio colonial y que, durante mucho tiempo, funcion como articulador y amortiguador entre los sectores coloniales y los grupos guaycures del interior del Chaco (Farberman, 2011) El pueblo nace a partir de su reduccin y asentamiento a orillas del ro Salado en el s. XVII. En el s. XVIII, Matar era uno de los pueblos de indios ms numerosos. Era cabeza de doctrina y dependan de l pueblos ms pequeos; tambin funcionaba como un punto estratgico de entrada al chaco. Precisamente, merced a sus servicios militares en defensa de la frontera, una parte importante de sus pobladores pudieron ser exonerados del pago del tributo. Adems, para fines de este siglo y comienzos del siguiente, el pueblo no albergaba solamente poblacin indgena/tributaria, sino que contaba con un nutrido conjunto de agregados.

Sin embargo, segn Farberman (2008), los ncleos de poblacin indgenas -no slo en Matar-, atravesaron durante el mismo perodo (fines del XVIII y comienzos del XIX), un proceso de consolidacin y fortalecimiento. La existencia de una poltica matrimonial preponderantemente intracomunitaria, unida a un privilegio de los matrimonios directos entre grupos de hermanas y hermanos en el caso de los matrimonios exogmicos, permiti la preservacin en las mismas manos de las tierras colectivas. A su vez, un conjunto de esos agregados, individuos o familias libres, de diversa condicin socio-tnica, accedieron a las tierras de la comunidad a travs de arrendamientos, lo cual contribuy con los ingresos comunitarios, aunque su presencia no careci de ambigedades y tensiones (Farberman, 2009). Esto, sumado a la ya mencionada exoneracin de tributos, pudieron haber contribuido a un aumento en la capacidad distributiva de unos cacicazgos en proceso de fortalecimiento. Al respecto, influy tambin, por un lado, la disminucin del nmero de caciques y de las parcialidades sobre las que lideraban, lo que implic una simplificacin de las estructuras polticas pero que eran impuestas sobre un mayor nmero de personas; y por otro el surgimiento de un nuevo tipo de liderazgo manifestado por el reemplazo de los caciques por los mandones. Por fin, el pasaje de estos pueblo de ser encomiendas privadas a estar en cabeza de corona, otorg una mayor autonoma en las decisiones individuales y colectivas.

Como quiera que sea, este proceso fue truncado por el proceso independentista. Los pueblos de indios, como corporaciones, fueron desapareciendo a la par que se abolan los tributos y se derogaban las mitas, encomiendas, yanaconazgos y todo tipo de servicio personal. Esto, ms all de sus ventajas en trminos de liberacin de las cargas fiscales, conllev a su vez una prdida de los derechos comunales sobre la tierra y una precarizacin en el acceso de los indgenas a la misma. Las polticas en este sentido se modificaron sustancialmente con respecto al perodo colonial, y en general los ex-tributarios no fueron tenidos en cuenta en los proyectos de arrendamiento y venta que fueron definiendo el acceso y reparto de las tierras (Farberman, 2008). Por lo dems, esta igualdad formal no impidi el mantenimiento de muchas marcas del orden colonial estamentario, que se expresaban en trminos de diferencias culturales o de civilizacin (Lopez, 2006)

Farberman (2008; 2011) seala que en Matar, los censos de 1813 en adelante destacan por una desaparicin de los tradicionales apellidos indgenas. A su vez, menciona y cita un comentario del prroco del pueblo por esos aos, que dara indicios de procesos migratorios como respuesta a la imposicin del arrendamiento de sus tierras. Esto marcara la culminacin de un proceso de criollizacin del pueblo, que haba ido incorporando poblacin no indgena a lo largo de un siglo. Ahora bien, ms all de esta indicacin, Faberman no aventura en el estudio del perodo siguiente. Por otro lado, tampoco en los trabajos que hemos reseado hay una fuerte presencia de las relaciones entre estos pueblos y los grupos indgenas no sometidos, aunque podemos encontrar algunas referencias.

En general, la militarizacin indgena, ha sido ampliamente estudiada y documentada, y est lejos de ser exclusiva de esta zona. La presencia de distintos grupos en fortines; su participacin en incursiones militares, punitivas, de exploracin otro tipo en territorios no sometidos; la suscripcin de alianzas y tratados en los que se comprometan a defender la frontera; fueron algunas de las formas que tom dicho proceso. Pero en el caso de los pueblos de indios santiagueos, y de Matar en especial, la autora habla de una verdadera especializacin. stos tuvieron un papel clave en la defensa de la frontera, y en la gestin de dos polticas fronterizas complementarias: la fundacin de reducciones y la defensa militar.

Esto podra hacernos pensar en interacciones de tipo exclusivamente blico. No obstante, varios textos mencionan que la recoleccin de productos del monte tenan un peso fundamental en la superviviencia de estos pueblos. Podran darse esas excursiones de recoleccin en un clima tan hostil? Nuestra duda se ve azuzada por una pequea mencin en Farberman (2011): La segunda razn [por la cual los pobladores de Matar habran escoltado una excursin a Concepcin del Bermejo] apunta a las relaciones -con seguridad no siempre hostiles- con los vecinos del interior del Chaco. De hecho, en la primera mitad del siglo XVIII los mataraes dominaban an dos lenguas que, segn diversas fuentes, tambin los abipones comprendan, el tonocot y el quechua, posibilitando as la comunicacin y el trato con los infieles. (p. 11, las cursivas son nuestro). Como quiera que sea, el nfasis no est puesto en esta problemtica, sino en todo caso en las consecuencias de aquella especializacin militar en las dinmicas internas de los pueblos y su relacin con distintos procesos de mestizaje. Por ello, nos parece importante realizar un estudio que enfoque de manera especfica los modos de interaccin con esos vecinos del interior, siendo de nuestro inters particularmente la dcada de 1830, cuando la provincia de Santiago del Estero an estaba a veinte aos de ser incorporada al estado nacional (Farbeman, 2000; Rossi, 2004).

Nos interesa observar cmo se tejan esas interacciones desde lo local, lo cotidiano, para lo cual Matar aparece como el lugar ms propicio, no slo por ciertas caractersticas ya mencionadas que la hacan preminente desde el siglo XVIII, sino porque es el lugar sobre el que ms referencias encontramos y sobre el que, especulamos, ms probabilidades hay de encontrar registros y fuentes, siendo que de ella provena el caudillo santiagueo Juan Felipe Ibarra, que domin el panorama poltico de la provincia precisamente en el perodo que nos interesa. Esto no deja de revestir importancia, estando las zonas fronterizas, como dice Faberman (2000), caracterizadas por fuentes escasas y discontinuas.

Nos preguntamos entonces, habiendo reseado brevemente las transformaciones que sufri en su composicin interna el pueblo de Matar a principios del siglo XIX, qu correlato tuvo dicho proceso en su estatus como pieza clave en la defensa de la frontera? Algunos elementos nos permiten esbozar un par de hiptesis. En primer lugar, cabe mencionar que la economa Santiaguea, que siempre haba funcionado orientada hacia el polo mercantil y minero de Potos, sufri las consecuencias de los cambios en la economa nacional y regional, y su redireccionamiento en torno al ocano atlntico. Los circuitos econmicos de antao, interrumpidos durante la guerra de la independencia, pervivirn de manera inestable hasta la dcada de 1850. Pero en este contexto de transformaciones, y de una economa que tradicional-mente haba funcionado bajo los parmetros del autoabastecimiento (Rossi, 2004: 3), nos preguntamos acerca de la organizacin de los modos de subsistencia de los pueblos santiagueos, y si se mantuvo en ella el peso de los recursos del monte. De ser as, nos parece difcil que se haya podido acceder a ellos sin establecer relaciones comerciales con los infieles.

En segundo lugar, nos parece relevante mencionar el aporte de investigaciones sobre la frontera pampeana que constataron cmo, segn afirman Farberman y Ratto (2009) citando el trabajo de Roulet (2008), las sociedades indgenas propiciaron y persiguieron un acercamiento a la sociedad hispanocriolla y una convivencia pacfica con la misma. La vida en la frontera desat procesos de interdependencia e influencias recprocas propiciadas por determinadas figuras que actuaron como intermediarias. Las mencionadas autoras resean un conjunto de trabajos al respecto, que nos acercan casos concretos de surgimiento de esos mundos nuevos en el nuevo mundo y suscitan el interrogante sobre la posible existencia de procesos similares en la frontera santiaguea, y las formas que pudieron haber tomado.

Los avances tericos que hemos reseado en lo que hace al estudio de las fronteras, no evitan que a veces en el uso de expresiones como sociedad indgena y sociedad criolla, pueda subsistir veladamente aquella visin de conjuntos homog-neos y contrastantes (Paz, 2007). O al menos podra estar manifestando la dificultad que tenemos desde el lenguaje para separarnos de esas concepciones, puesto que hablar de dos sociedades diferenciadas, a pesar de que se estudien los vnculos entre ellas, puede oscurecer el hecho de que en determinados contextos podan funcionar como una misma sociedad, encarnada en personas que confluan y entablaban relaciones de distinto tipo. Es por ello que Paz (op. Cit.) preconiza un abordaje de las redes sociales, que focalice la calidad e intensidad de los vnculos establecidos en cada caso. Esta postura no slo nos parece interesante, sino tambin coincidente con los planteos de otros dos autores.

En un texto ya citado (2000), Silvia Ratto destaca a su vez los aportes que pueden hacer a la comprensin de los espacios fronterizos, los estudios micro-regionales y de las comunidades. Recuperando un planteo de John Mack Faragher, explica que una comunidad, formada por un grupo de habitantes permanente que construyen las instituciones bsicas para su desarrollo, y un grupo de personas con mayor grado de movilidad; constituye la unidad mnima desarrollarse y reproducirse institucional y culturalmente. En este sentido, implica un sistema de relaciones con el medio ambiente y uno de relaciones reproductivas, es un espacio de sociabilidad y al mismo tiempo un ncleo de lazos afectivos que pueden sustentar un sentido local y regional de la identidad. Metodolgicamente, centrarse en ella conlleva comprender el funcionamiento de las relaciones en cada uno de esos mbitos.

Un enfoque de este tipo permitira abordar la frontera como espacio de encuentro, desde una mirada integral, sin sesgos; puesto que no habra lugar para una distincin tajante entre indgenas-no indgenas para individuos que participaran de una u otra forma en los procesos de produccin y reproduccin de ese colectivo humano. No obstante, centrarse en el mbito comunitario no debe hacer que olvidemos las redes de mayor escala, que insertan esa misma comunidad en un panorama ms amplio y que insertan en la misma, dispositivos de poder que pueden no generarse en ella. Esto nos lleva al segundo autor, tambin ya citado: Guillaume Boccara. El anlisis microsociolgico que, segn hemos dicho, este autor realza, nos parece tambin coincidente con la perspectiva que venimos desarrollando. Pero resulta an ms interesante en la medida en que Boccara consigue, justamente, poner en claro que lo micro y lo macro-sociolgico estn en perpetuo dilogo y que no pueden comprenderse uno sin el otro.

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11) Descripcin de las estrategias de para la obtencin de material emprico

Visitas a los siguientes archivos:

- Archivo General de la Nacin

- Archivo General de la Provincia de Santiago del Estero

12) Tabla sinttica donde se esquematiza el diseoPreguntas o problemas de investigacinObjetivosMaterial emprico que analizar

Qu caractersticas tena el pueblo de Matar en 1820? Con cuntos habitantes contaba, qu actividades econmicas se realizaban, qu instituciones polticas/militares existan en el pueblo, cmo se distribuan las tierras?Indagar acerca de la dinmica local de los pueblos fronterizos del Salado a comienzos de la dcada de 1820.

Censos de poblacin. Catastros territoriales. Actas municipales. Registros civiles/militares. Procesos judiciales.

Qu tipo de vnculos existan con los grupos indgenas que habitaban ese espacio? Existieron contactos frecuentes? Qu modos de interaccin imbistieron, qu cdigos de comunicacin los vehiculizaron? Se establecieron vnculos comerciales, matrimoniales, militares?

Analizar los modos de interaccin con los grupos no reducidos del interior del Chaco.

Censos de poblacin. Catastros territoriales. Actas municipales. Registros civiles/militares. Procesos judiciales.

Qu lugar y qu peso tuvo la injerencia del Estado provincial en la configuracin de esos vnculos? Existieron polticas estatales referidas a las poblaciones indgenas? Qu caractersticas tuvieron esas polticas y como entraron en juego en los procesos de interaccin?Evaluar los modos de injerencia de un Estado provincial an poco consolidado tanto en la dinmica local como en los modos de interaccin antedichos.

Partidas presupuestarias, decretos, registros militares.

13) Plan de trabajo (Esquema de las actividades a desarrollar desplegadas en un cronograma que abarque de 9 a 12 meses de trabajo).

2015-2016EneroFebreroMarzoAbrilMayoJunioJulioAgostoSept.OctubreNov.Dic.Enero

Lecturas complemen-tariasX

Revisin de archivosXXXXXX

RedaccinXXXXX

Revisin y correccinX