Proyecto Completo V.2 -...

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Capítulo 1 Introducción y Antecedentes.

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Capítulo 1 Introducción y Antecedentes.

Análisis comparativo del CTE y la norma UNE-23585 sobre el control Capítulo 1. de humos en caso de incendios en aparcamientos de sótanos. Introducción y antecedentes.

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Capítulo 1. INTRODUCCIÓN Y ANTECEDENTES.

1. Introducción.

La evolución de la utilización del fuego por parte del hombre ha seguido probablemente cuatro

etapas:

• El hombre conoció el fuego a través de los fenómenos naturales (volcanes, incendios

provocados por el rayo, etc..).

• El hombre obtiene fuego de estas fuentes naturales y lo utiliza para calentar(se),

iluminar y protegerse de los animales.

• El hombre aprende a producirlo por sí mismo

• El hombre ha sido capaz de controlarlo, utilizándolo para mejorar sus condiciones de

vida.

El fuego tiene un carácter beneficioso, pero puede ser tremendamente destructor. Desde

siempre el hombre ha trabajado para obtener sus beneficios y, al mismo tiempo, prevenir los

siniestros que ocasiona.

FUEGO BENEFICIOSO

INCENDIO FUEGO INCONTROLADO

Debido a la ausencia de regulaciones urbanísticas, organizaciones dedicadas a la Protección

Contra Incendios y equipos adecuados, las ciudades (sobre todo las grandes) estaban

predispuestas a los incendios que normalmente comenzaban de forma localizada y que luego

se extendían afectando a grandes zonas (en algunos casos a la ciudad completa) con los

consiguientes daños personales y materiales. De entre los diferentes grandes incendios

ocurridos a lo largo de la historia se pueden destacar los siguientes:

• En 1.752, Moscú sufrió un gran siniestro en el que quedaron destruidas 18.000 casas.

La ciudad fue nuevamente destruida por un incendio durante la guerra de 1.812.

• Constantinopla (actual Estambul) es posiblemente la ciudad que ha padecido mayor

número de desastres, acompañados de grandes incendios. Nueve de ellos en los

siglos XVIII y XIX y cuatro más en los comienzos del siglo XX.

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• Muchas grandes ciudades de la India, China y Japón fueron destruidas por grandes

incendios.

• Nerón incendió Roma en el año 64 a.C. y Roma volvió a arder en 1764.

• Venecia quedó destruida por el incendio de 1.106 y posteriormente por el de 1.577.

• Londres fue arrasada por incendios en el 798, 982, 1.212 y de nuevo en 1.666 por el

“Gran Incendio de Londres”, en el que ardieron 436 acres de terreno y más de 13.000

edificios del centro de la ciudad quedaron reducidos a cenizas.

Con el objeto de evitar en primer lugar los daños personales y, en segundo lugar, los

materiales se han ido adoptando a lo largo de la historia una serie de medidas orientadas a

minimizar su impacto, entre las que, a nivel cronológico, se pueden citar las siguientes:

• La protección Contra Incendios en el Imperio Romano.

! Primera tentativa para controlar las consecuencias del fuego (hacia el año 300

a.C.): En Roma se asignaron labores de vigilancia nocturna y extinción a

grupos de esclavos (denominados “Familia Pública”) que eran supervisados

por comités de ciudadanos.

! Durante el reinado de César Augusto, desde el año 27 a.C. al 14 d.C., Roma

desarrolla el primer servicio contra incendios de carácter municipal, formando

un servicio de vigilancia constituido por esclavos y ciudadanos. Además, se

promulgaron decretos que establecían las medidas a tomar por los ciudadanos

para la prevención y control de incendios.

! Durante la época del Imperio Romano, ya se utilizaron mangueras de cuero y

grandes almohadas para amortiguar la caída de personas al escapar de un

edificio en llamas.

• Durante la Edad Media no se tiene constancia de grandes esfuerzos dirigidos a la

prevención y el control de incendios.

• En 1189, el primer alcalde de Londres dictó una ordenanza que establecía que las

edificaciones nuevas tendrían paredes de piedra y tejados de pizarra o teja, en

sustitución de las cubiertas de paja.

• En 1566, una ordenanza en Manchester trataba la seguridad en el almacenamiento de

combustible destinado a hornos de panaderías.

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• La primera actuación estatal fue la del Parlamento Inglés de 1583, prohibiendo la

fundición de grasa en el interior de las viviendas a los fabricantes de velas. Más tarde,

en 1647, se trataron las chimeneas de madera y, después del incendio de Londres de

1666, se adoptó un código completo de regulaciones sobre edificios.

• Primeras brigadas y primer departamento para responder a los incendios (bomberos

remunerados) en Boston 1711.

• Constitución de sociedades Mutuas (Boston 1718). Estas sociedades quedaron

inactivas a principios del siglo XIX cuando los seguros contra incendios estuvieron al

alcance de la mayoría de los ciudadanos prósperos.

• Formación de Compañías Aseguradoras; el gran incendio de Londres estimuló la

creación de las primeras compañías de seguros contra incendios. Estas compañías

penalizaban en caso de existir chimeneas de madera y tejados de madera y paja. Para

mejorar la Protección Contra Incendios de las propiedades aseguradas, estas

compañías contrataban bomberos, y en 1667 se formaron las primeras y autenticas

brigadas contra incendio de Inglaterra. Las brigadas de las aseguradoras en 1667 son

el origen de los actuales servicios de bomberos.

• Primeros hidrantes sobre conducciones públicas, en muchos casos inseguras por estar

alimentadas por conducciones de 3 ó 4 pulgadas, la principal fuente de agua para las

bombas contra incendios eran grandes depósitos. A raíz del incendio de Boston de

1872, el jefe del Cuerpo de Bomberos de Boston impulsó la construcción de tuberías

de gran diámetro, instaladas finalmente después de los incendios de 1889 y 1893.

• Utilización de mangueras contra incendios. En Estados Unidos la importación desde

Inglaterra de tramos de mangueras de cuero, permitió acercarse al incendio

(anteriormente las boquillas se montaban directamente en las bombas). Estas

mangueras fueron sustituidas por las forradas de caucho (1871). Se regulan las

mangueras roscadas (después del incendio de Baltimore en 1904). Se adjudica a

NFPA ( National Fire Protection Association) la normalización de roscas.

• Los sistemas de rociadores automáticos, uno de los inventos más importantes para el

control de incendios, fueron concebidos y utilizados en la segunda mitad del siglo XIX.

Desde 1852 a 1885 fueron muy utilizados los sistemas de tuberías perforadas en las

industrias textiles de Nueva Inglaterra, y desde 1874 a 1878, Herry S. Parmelee de

New Haven, Connecticut, realizó continuas mejoras del diseño de su invento: la

primera cabeza rociadora automática.

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• Tres importantes organizaciones, creadas durante el siglo XIX, realizaron grandes

esfuerzos para la normalización de métodos y sistemas de prevención, y protección

contra incendios en los EEUU. Estas organizaciones son: “Factory Mutual System”

(fundada en 1835), “Underwriters Laboratories Inc.” (1894) y la “National FIRE

Protection Association” (NFPA) (1896).

• Hacia finales del siglo XIX, la lucha contra incendios mediante sistemas automáticos de

detección y rociadores llegó a ser algo característico de las plantas industriales,

pasándose de prevenir la propagación de los incendios en las ciudades al control de

los mismos en cada edificación.

• A principios del siglo XX, cuatro incendios importantes en edificios en los EEUU,

motivaron la creación del Comité para la Protección de Vidas del NFPA en 1913.

• El documento “Origin and Development of 101” ,en código “NFPA 101-1988”, “Life

Safety Code” establece:

“Durante los primeros años de su existencia, el Comité se dedicó a estudiar los

principales incendios que provocan pérdidas humanas y a analizar las causas de estas

pérdidas. Este trabajo condujo a la preparación de normas para la construcción de

escaleras de evacuación, salidas de emergencias, etc. para diversos tipos de

ocupación y para la creación y adecuación de salidas de evacuación en industrias,

colegios, etc. lo que constituye las bases del presente código.”

• La protección contra incendios desde los años 50 se ha caracterizado por un aumento

de la lucha contra incendios activa, junto a avances en materia de prevención.

• En el ámbito industrial, la Protección Contra Incendios, se ha basado cada vez más en

la instalación de sistemas de equipos de extinción, como extintores, rociadores

automáticos, sistemas de extinción por CO2, polvo químico, agentes halocarbonados y

sistemas de detección y alarma sofisticados.

• Este avance en la lucha activa contra incendios se ha extendido hasta los hogares

durante las décadas de los 70 y 80, con la llegada de los detectores de humo para

viviendas, que se encuentran en tres cuartas partes de las viviendas de EEUU.

Para conseguir buenos resultados a nivel global es necesario establecer continuamente un

equilibrio razonable entre la protección privada y la asistencia de los servicios públicos.

Asimismo los códigos de Protección Contra Incendios y los mecanismos articulados para lograr

su cumplimiento deben estar equilibrados, de forma que puedan implantarse sin excesiva

imposición y con un coste razonable.

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2. Normativa de obligado cumplimiento.

La normativa de obligado cumplimiento se puede clasificar, en primer lugar, de acuerdo con su

origen entendiendo éste como el organismo que redacta/publica la citada normativa:

• Administración:

! Europea.

! Central.

! Territorial: Autonómicas, Locales, Diputaciones.

! Órganos de Normalización del Estado

• Entidades de carácter público o privado.

Con respecto al cumplimiento de la normativa es conveniente aclarar los siguientes aspectos:

• Siempre es obligatorio el cumplimiento de las Normas promulgadas por la

Administración en el ámbito de su competencia.

• No son de obligado cumplimiento los textos emanados de los Órganos de

Normalización. Excepto cuando son específicamente recogidos en algún texto de la

Administración.

• No son de obligado cumplimiento los textos que tengan su origen en Agrupaciones o

Entidades de carácter Público o privado.

En la siguiente tabla se recoge, de forma resumida y para los diferentes organismos la

obligatoriedad o no del cumplimiento de la diferente normativa:

Origen de los textos Tipos de textos Ámbito de aplicación

Obligatoriedad de cumplimiento

(1)

Administración pública

Comunidad Europea Disposiciones administrativas

Comunidad Europea

SI (4)

Del Estado Central Disposiciones administrativas

Territorio del Estado SI

Territorial

Entes autonómicos

Disposiciones administrativas

Comunidad autonómica

SI

Diputaciones Ordenanzas Provincia SI Ayuntamientos Ordenanzas Municipio SI

Órgano normalizador del Estado Normas

nacionales Territorio

del Estado NO (2)

Agrupaciones o Entidades de carácter público o privado

Reglas, Códigos de práctica

El propio de la Entidad

NO (3) (1) Dentro de su ámbito de aplicación. (2) Sólo se hace vinculante su cumplimiento cuando son recogidas por algún texto de la Administración Pública. (3) No son de obligado cumplimiento su observancia puede ofrecer alicientes o ventajas. (4) Las directivas deben ser traspuestas y publicadas en el BOE. Los Reglamentos tienen fuerza legal, tras su publicación en el diario oficial de la Comunidad Europea (DOCE).

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Otro aspecto no menos importante con respecto a la normativa es que establece las

condiciones mínimas que se deben cumplir, pudiéndose, si el cliente o la instalación lo

requiere, aumentar las exigencias recogidas en la misma.

Dentro de la normativa de protección contra incendios es importante dividirla en dos grupos: la

que establece qué condiciones se exigen en materia de protección contra incendios y las que

establecen cómo deben ser estas condiciones (p.ej: El Código Técnico establece las

instalaciones con las que debe contar un determinado edificio y el Reglamento de Instalaciones

de Protección Contra Incendios es el que establece como se deben calcular/proyectar/

ejecutar/mantener dichas instalaciones).

En el caso de los textos legales de obligado cumplimiento que recogen, en parte o en la

totalidad de su articulado, las condiciones de protección contra incendios se pueden

diferenciar, entre los más importantes, los siguientes:

¿Qué?

• Código Técnico de la Edificación. El CTE se desarrolla en dos partes:

! La primera contiene las disposiciones y condiciones generales de aplicación

del CTE y las exigencias básicas que han de cumplir los edificios.

! La segunda está formada por una serie de Documentos Básicos (DB) para el

cumplimiento de las exigencias del CTE. Entre éstos, se encuentra el

Documento Básico “Seguridad en caso de incendio” (DB SI)

• Reglamento de Seguridad Contra Incendios en los Establecimientos Industriales (Real

Decreto 2267/2004, de 3 de diciembre).

• Reglamento Electrotécnico de Baja Tensión (R.D. 842/2002).

• Reglamento Seguridad de Subestaciones y Centros de Transformación (R.D.

3275/1982).

• Reglamento de Aparatos a Presión. (R.D. 124/1979) y Modificaciones.

• Reglamento Seguridad y Salud en los Centros de Trabajo (R.D. 486/97).

• Normativa específica de Protección Contra Incendios de carácter autonómico y/o local.

¿Cómo?

• Reglamento de Instalaciones de Protección Contra Incendios (Real Decreto 1942/1993

de 5 de Noviembre. Ministerio de Industria y Energía), en el que también se establece

la obligación de considerar y cumplir la totalidad de las Normas UNE relativas a

instalaciones contra incendios.

• La totalidad de las Normas UNE relativas a instalaciones contra incendios.

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Existen otros textos en los que se desarrollan condiciones de seguridad contra incendio que,

aunque no sean de obligado cumplimiento, sí pueden ser exigidos puntualmente:

• Norma Tecnológica de la Edificación. Instalaciones de Protección contra el Fuego

(NTE-IPF-74).

• Reglas técnicas CEPREVEN (Centro Nacional de Prevención de Daños y Pérdidas).

A nivel bibliográfico también son de interés ciertas publicaciones de instituciones

especializadas, como es el caso del “Manual de Seguridad Contra Incendios” de la Fundación

Mapfre Estudios.

Dentro de la normativa señalada anteriormente es de destacar la Norma UNE-157653 (Enero

2008), que establece los criterios generales para la elaboración de proyectos de protección

contra incendios en edificios y establecimientos industriales para:

• Materializar el objeto del proyecto.

• Obtener su aprobación o registro.

Los documentos con los que debe contar el proyecto de protección contra incendios son los

siguientes:

• Índice general.

• Memoria.

• Anexos.

• Planos.

• Pliego de condiciones técnicas.

• Estado de mediciones.

• Presupuesto.

• Estudio con entidad propia. (Estudio de seguridad, plan de autoprotección, uso y

mantenimiento, impacto ambiental....).

Dentro de la citada norma también de establece, de cara a posibles discrepancias, el orden de

prioridad de documentos:

1. Planos.

2. Pliego de condiciones técnicas.

3. Presupuesto.

4. Memoria.

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3. Conceptos generales.

3.1. El Fuego. Definición y elementos necesarios.

El fuego es una manifestación perceptible (en forma de luz y calor) de una reacción química de

oxidación fuertemente exotérmica que se conoce con el nombre de combustión.

Una reacción de oxidación quiere decir que existen unos reactivos que se conocen como el

comburente y el combustible que son el agente oxidante y la materia oxidable respectivamente.

El carácter exotérmico de la reacción indica que se realiza con desprendimiento de calor,

siendo este uno de los productos de la reacción.

Para que una reacción química se produzca es necesario que la energía de las substancias

reaccionantes (ER) se incremente de forma que la colisión entre moléculas pueda llegar a

romper los enlaces originales, dando lugar a otros nuevos que constituirán los productos de la

reacción con una energía inferior (EP).

La energía que es necesario aportar, para alcanzar el nivel que haga posible la reacción se

conoce con el nombre de energía de activación (EA) y representa la barrera que hay que salvar

para que se produzca la reacción.

En un diagrama de energía-transcurso de la reacción se puede representar lo señalado

anteriormente de la siguiente forma:

Reactivos

Energía de activación

Combustión

Productos de la Reacción:

•Gases de combustión •Calor • Llamas •Humos visibles •Aumento de presión

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Los factores que intervienen en el proceso de combustión son por tanto el combustible, el

comburente y la Energía de Activación (Calor) que se pueden representar gráficamente en el

llamado “triángulo del fuego”. Estos tres elementos deben estar simultáneamente para que

pueda haber fuego y si cualquiera de estos tres elementos es eliminado no es posible que se

produzca dicho fenómeno.

Existe una cuarta condición necesaria para que se realice el proceso de combustión y que

continúe que es la necesidad de que se produzcan la “Reacción en Cadena”; la relación entre

estos cuatro elementos se suele representar mediante un tetraedro que se conoce con el

nombre de “Tetraedro del Fuego”.

Si se suprime algunos de los cuatro elementos anteriores, el proceso de combustión cesa y el

fuego se extingue.

Si combustible, comburente (oxígeno) y calor se presentan simultáneamente en el tiempo y en

el espacio se inicia la combustión, lo que lleva consigo un desprendimiento de calor Q que, en

parte, es absorbido por el combustible Q1 y en parte es disipado por el medio Q2. Si el calor

absorbido es suficiente para mantener la temperatura de la reacción esta progresará

indefinidamente, propagándose por toda la masa del combustible produciéndose una reacción

en cadena.

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• Si Q – Q2 < 0, no se producirá una reacción en cadena.

• Si Q – Q2 > 0, la reacción progresará indefinidamente si el calor absorbido Q1 es

suficiente para mantener, al menos, la temperatura de reacción. Si esto no ocurre el

combustible se irá enfriando y el fuego se extinguirá.

Las reacciones de oxidación se clasifican atendiendo a su velocidad relativa de propagación de

la combustión o velocidad de llama (va), que se entiende como la velocidad de avance del

frente de reacción (longitud/tiempo), distinguiéndose los siguientes tipos de reacciones:

• Oxidación. La velocidad de propagación es tal que no se produce aumento local de

temperatura, el calor que se produce se disipa en el medio ambiente. va ≈ 0.

• Combustión. La velocidad de propagación es inferior a 1 m/s, (va < 1 m/s) el calor

producido en la reacción se emplea, en parte, en activar la mezcla comburente-

combustible (Energía de Activación) iniciándose la reacción en cadena.

• Deflagración. La velocidad es mayor de 1m/s e inferior a la velocidad de propagación

del sonido en el medio (1 m/s < va < c ≈ 340 m/s).

• Detonación. La velocidad de propagación es mayor que la velocidad del sonido en el

medio. Se forman ondas de presión que dan lugar a una onda de choque, llamada

frente de detonación (c < va ).

• Explosión. Cuando toda la masa entra instantáneamente en combustión, es decir,

como si la velocidad de propagación fuera infinita y se produce en el interior de un

recinto cerrado.

Los factores que influyen normalmente en la velocidad de propagación son:

a. La superficie de contacto entre el combustible y el comburente.

b. La concentración del combustible y del comburente.

c. Las condiciones de Temperatura.

3.2. Clasificación de los Fuegos.

Atendiendo al tipo de Combustible, los fuegos se clasifican en cinco categorías:

Clases de fuego Definición Combustible

A

Fuegos de Materiales sólidos comunes, generalmente de tipo orgánico, cuya combustión tiene lugar normalmente con formación de brasas.

Madera, carbón, cartón, etc.

B Fuegos de líquidos y sólidos de bajo punto de fusión.

Gasolinas, grasas, aceites, etc.

C Fuegos de Gases Butano, propano, gas natural, etc.

D Fuego de metales y compuestos químicos reactivos

aluminio(polvo), magnesio, sodio, etc.

E (*) Fuego de origen eléctrico y en presencia de cables o equipos eléctricos bajo tensión

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(*) Los fuegos de origen eléctrico, en gran parte de la documentación existente en materia de protección contra el fuego, no tienen, como tal, una designación independiente y se asimilan con fuegos de clase A al considerarse el elemento combustible como sólido.

3.3. Factores Determinantes del Riesgo.

Los factores que determinan el riesgo se deben analizar para cada uno de los elementos que

constituyen el triángulo del fuego:

1. Combustible.

Dependiendo del tipo de combustible (sólido, líquido, gas) variarán las condiciones en

las que se produce la reacción de combustión y en la energía de activación requerida

para que se produzca. El estado en el que se encuentran en condiciones normales es

ya, en sí mismo, un factor determinante del riesgo.

Entre otras propiedades, las más importantes, desde el punto de vista de riesgo de

incendio son:

• Punto de Inflamación. Es la temperatura mínima a la cual un líquido desprende

suficiente cantidad de vapores para que, en mezcla con el aire, se produzca la

ignición mediante el aporte de una energía de activación externa. Esta

propiedad es de interés en los líquidos inflamables, aunque hay ciertos sólidos,

como el naftaleno, que se subliman lentamente y alcanzan su punto de

inflamación estando aun en estado sólido.

• Temperatura de Autoignición. Es la temperatura mínima a la cual la sustancia,

en aire, debe ser calentada para iniciar su propia combustión en ausencia de

foco de ignición externo (chispa o llama).

• Límites de Inflamabilidad. Son las concentraciones de la mezcla combustible-

comburente que permiten la reacción. Existe un límite inferior o concentración

mínima en volumen de combustible en mezcla con el comburente por debajo

de la cual la mezcla es demasiado pobre para que se produzca la inflamación.

Existe un límite superior, o concentración máxima, por encima de la cual la

mezcla es demasiado rica (pobre en comburente) para que arda.

• Potencia Calorífica. Cantidad de calor que, por unidad de masa, puede

producir una sustancia al sufrir un proceso de combustión completo.

• Calor Específico. El número de calorías necesarias para elevar 1 gramo de la

misma 1ºC.

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• Calor Latente. El calor que absorbe o desprende una sustancia en el paso de

un estado a otro.

2. Comburente.

Se considera comburente toda aquella mezcla de gases en la cual el oxígeno está en

proporción suficiente para que en su seno se produzca la combustión. Cada sustancia

necesita de un mínimo de % de oxígeno por debajo del cual no arde.

La combustión puede ocurrir igualmente en una atmósfera de cloro, dióxido de

carbono, nitrógeno y algunos otros gases sin oxígeno. Por ejemplo, el polvo de zirconio

puede incendiarse en CO2, pero estos son casos muy raros.

3. Fuentes de Calor (focos de ignición).

La energía de activación es proporcionada por los llamados focos de ignición. Como se

ha señalado anteriormente es la energía mínima necesaria para que se inicie la

reacción de combustión. Depende de la naturaleza del combustible, del estado de

subdivisión que presente y de las condiciones en que éste se encuentre y manipule.

Se considera que un foco puede provocar la ignición de un material combustible si su

energía en intensidad y cantidad es suficiente para aumentar la temperatura en una

zona de la masa de combustible por encima de la temperatura de autoignición.

Los distintos tipos de foco de ignición o fuentes de calor, se pueden distinguir y agrupar

en función de su naturaleza, para facilitar su identificación en un proceso de análisis de

riegos:

• Focos Químicos. Las reacciones químicas exotérmicas, las sustancias

reactivas que al combinarse producen calor y las sustancias que están

expuestas a oxidación espontánea constituyen focos de ignición importantes,

se pueden diferenciar los siguientes:

! El calor de combustión.

! El calentamiento espontáneo. Es el aumento de temperatura de un

material sin aporte de calor externo como consecuencia de una

reacción exotérmica (oxidación, fermentación) y de una falta de

ventilación que disipe el calor generado (por ejemplo oxidación lenta

de carbón amontonado, algodón, etc..)

! El calor de descomposición. Es el calor de descomposición de un

compuesto equivalente a su calor de formación (por ejemplo nitrato de

celulosa).

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! El calor de solución. Es el calor desprendido cuando una sustancia se

disuelve en un líquido. Normalmente no son peligrosos en si mismos

pero el calor que se libera puede ser suficiente para iniciar la

combustión de materiales próximos.

• Focos Eléctricos. Son los derivados de las instalaciones eléctricas y son

causas de muchos incendios.

• Focos Mecánicos. Debidos normalmente a elementos mecánicos en

movimiento .

• Focos de Origen Térmico. Son los que se presentan abierta y claramente como

el las llamas abiertas, útiles de ignición, etc..

3.4 Extinción. Métodos de extinción y agentes extintores.

Los métodos de Extinción se basan en la eliminación de uno o más de los elementos

necesarios para la combustión.

Atendiendo al tipo de elemento sobre el que se actúa, estos métodos son:

1. Dilución (Eliminación o Dispersión): Consiste en eliminar o actuar sobre el combustible.

Por ejemplo, en el caso de tanques de líquidos inflamables se pueden instalar de

forma que su contenido se pueda bombear a un tanque aislado en caso de fuego. En el

caso de gases o vapores combustibles la adición de exceso de aire tiene el efecto de

dilución de la concentración del combustible.

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2. Enfriamiento: Eliminación del calor. Es el procedimiento mas común, de uso

generalizado, consistente en absorber todo o parte del calor que se genera en el

incendio. En realidad basta con absorber sólo una pequeña parte del calor que se

produce. El agente extintor mas común es el agua aplicada en forma de chorro,

pulverizada o aplicada en espuma.

3. Sofocación: Eliminación del comburente o imposibilitación de que este llegue a ponerse

en contacto con el combustible. Puede ser aplicado cubriendo la superficie inflamada

con una manta húmeda, con arena o espuma, o mediante la dilución de los reactantes

fundamentalmente del oxígeno. Este “aislamiento” se debe prolongar para enfriar el

material combustible por debajo de su temperatura de ignición o de lo contrario se

iniciará nuevamente la inflamación con la entrada de aire; por ejemplo este sería el

problema de utilizar CO2 con fuegos de clase A.

4. Inhibición catalítica: Imposibilitación de las reacciones químicas en cadena por la

acción de elementos catalizadores / inhibidores. En el desarrollo de un proceso de

combustión, los enlaces moleculares se debilitan hasta romperse. Las moléculas

entonces se combinan con el oxígeno en una serie de sucesivas etapas intermedias,

denominadas reacciones en cadena. Las moléculas originales son fragmentadas en

estas sucesivas reacciones en cadena formándose productos intermedios inestables

que son radicales libres. Son estos radicales libres los que son neutralizados como

eslabones de la cadena, mediante agentes extintores del tipo polvo químico seco o

hidrocarburos halogenados.

De lo expuesto anteriormente se puede establecer una relación entre algunos de los Agentes

Extintores de uso más difundido y sus modos de actuación en la siguiente forma:

Agente Extintor Actuación

Agua A chorro pulverizada Sofocación Enfriamiento

Espuma Física (aire +agua +líquido espumógeno) Sofocación Enfriamiento

Espuma Química (en desuso) Polvos químicos secos: • BC (normal). Bicarbonato sódico, sulfato potásico y fosfato amónico. • ABC. Polifosfatos amónicos. (polivalentes)

Sofocación Inhibición

Anhídrido Carbónico (Mezcla de gas + nieve carbónica). Sofocación Enfriamiento

Agentes Halocarbonados • NAF S111 diclorotrifluoretano • FM 200 heptafluoropropano • CEA 410 perfluorobutano

Sofocación Inhibición

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De acuerdo con las propiedades y modos de actuación, pueden establecerse su idoneidad para

ser aplicados a distintas clases de fuegos:

Agente Extintor Clase de Fuego

A B C D E

Agua Pulverizada Ma Ac No No No A chorro A No No No No

Polvo BC No Ma A No A Polvo ABC A A A No Ac Espuma Física A A No No No CO2 Ac Ac No No Ma Agentes Halocarbonados Ac Ac No No Ma Polvos Especiales - - - Ma -

• Ma: Muy Adecuado • A: Adecuado • Ac: Aceptable

3.5. Humos y gases de Combustión.

Los principales productos de una combustión son:

1. Gases de Combustión

2. Llamas

3. Calor

4. Humos Visibles

Todos ellos se producen en mayor o menor proporción durante un incendio. No obstante, los

materiales que pueden estar involucrados en un incendio, y las reacciones químicas que en él

se producen, aportan una información que debe considerarse a la hora de abordar la

protección contra incendios.

Aunque la mayoría de nosotros piensa que la muerte de personas y los daños ocasionados por

un incendio se deben al contacto con las llamas o al calor, esto no es así si no que la primera

causa de muertes por incendio actualmente es la inhalación de gases calientes y tóxicos con

deficiencia de oxígeno.

Los humos están constituidos por partículas sólidas, líquidas y aerosoles en suspensión que se

desprenden en el proceso de combustión de un material, que son arrastradas por las corrientes

de convección que se generan por el calentamiento formando nubes y que, además, pueden

propagar el incendio a otros puntos.

La producción de humo en un incendio puede variar mucho según la cantidad y tipo de

combustible y de la ventilación o nivel de oxígeno existente.

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El humo es también un elemento propagador muy importante por su gran movilidad y su

elevada temperatura y, por otro lado, representa un grave peligro para las personas ya que:

• reduce la visibilidad,

• produce irritación en la garganta, ojos y mucosa,

• puede afectar al ritmo normal de respiración,

• es la principal causa de pánico y desorientación,

• disminuyendo su capacidad de respuesta o de reacción.

El efecto de los gases tóxicos y humos sobre las personas depende del:

• tiempo de exposición,

• de la concentración de los gases en el aire y también, en gran medida,

• de las condiciones físicas individuales.

La cantidad y tipos de gases de combustión presentes durante y después de un incendio varía,

fundamentalmente, con la composición química del material en combustión (cantidad y tipo del

combustible) y con la cantidad de oxígeno disponible (ventilación) y con la temperatura.

De los gases presentes normalmente en un incendio los más letales son:

• Monóxido de Carbono (CO).

No es el producto de combustión mas tóxico pero es de los que se genera en mayor

cantidad.

Si la producción se produce con gran aporte de oxígeno, el carbono de la mayoría de

los combustibles orgánicos se combinará para producir dióxido de carbono. En

cualquier caso, la mayor parte de los incendios se desarrollan bajo condiciones en las

que la cantidad de aire no es suficiente para completar la combustión, por lo que se

produce también CO.

La toxicidad del CO se debe, fundamentalmente, a su tendencia a combinarse con la

hemoglobina de la sangre. El contenido de CO en la sangre puede medirse fácilmente

expresándose como porcentaje de saturación de carboxihemoglobina (COHb). La

conversión parcial de la hemoglobina en oxihemoglobina (Ohb) produce una

disminución del abastecimiento de oxígeno a los tejidos humanos.

Los porcentajes de saturación de COHb en la sangre asociados con la incapacitación y

con la muerte varían mucho en la población en general y dependen de muchos

factores. Se sabe que un porcentaje de saturación de COHb superior a un 30% es

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potencialmente peligroso para la mayoría de las personas, y un porcentaje de

saturación en torno al 50% será letal para muchos individuos.

Una concentración del 0,4% en el aire puede producir la muerte en menos de una hora.

• Dióxido de Carbono (CO2)

El CO2 no es tóxico en la misma forma en que lo es el CO, si bien se producen grandes

cantidades de CO2 en los incendios.

La inhalación de este gas en concentraciones superiores a la media aumenta la

intensidad y la velocidad de respiración (el CO2 en concentraciones de un 2% en aire

puede aumentar el ritmo respiratorio en un 50% aproximadamente, y si la

concentración de este gas se aproxima al 10% puede provocar la muerte en varios

minutos).

Puesto que el CO2 aumenta el ritmo respiratorio, el peligro se incrementa cuando están

presentes otros agentes tóxico producidos en el incendio, ya que aumenta la cantidad

inhalada de los mismos.

• Sulfuro de Hidrógeno (H2S).

Se desprende cuando arden materias orgánicas que contienen azufre, En

concentraciones altas produce mareos y parálisis respiratoria.

• Acido Cianhídrico (HCN).

El ácido cianhídrico se produce por la combustión de materiales que contienen

nitrógeno. Entre estos se encuentran materiales naturales como la lana y la seda y

sintéticos como los polímeros de acrilonitrilo, nylon y poliuretanos.

El ácido cianhídrico es aproximadamente 20 veces mas tóxico que el CO. No se

combina prácticamente con la hemoglobina, pero impide la utilización del oxígeno por

parte de las células (hipoxia histotóxica).

Los datos relativos a los síntomas humanos para diversa concentraciones de ácido

cianhídrico son muy limitados, puede tolerarse sin dificultad una concentración de 50

ppm durante 30 o 60 min, concentraciones de 100 ppm durante el mismo período de

tiempo son prácticamente fatales. Concentraciones de 135 ppm durante 30 min y 181

ppm durante 10 min pueden ser mortales.

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• Acido Clorhídrico (HCl).

El ácido clorhídrico se forma en la combustión de materiales que contienen cloro; el

mas característico es el PVC.

Se trata de un potente agente irritante, tanto sensorial como pulmonar. Las

concentraciones del orden de 75 ppm son extremadamente irritantes para los ojos y

por la parte superior del tracto respiratorio y pueden producir trastornos en el

comportamiento.

• Acroleína (H3CO; propenal).

Es un potente irritante tanto sensorial como pulmonar, que está presente en muchos

incendios. Se forma en la fusión de todos los materiales celulósicos y también en la

pirólisis del polietileno. La acroleína es extremadamente irritante en concentraciones

muy bajas, irritando los ojos y produciendo incapacidades psicológicas.

• Insuficiencia de oxígeno.

Otro efecto peligroso del proceso de combustión es la disminución de los niveles de

oxígeno que produce.

La concentración normal de oxígeno en el aire es del 21% aproximadamente, si ésta

disminuye al 17% se produce anoxia (disminución del control muscular). Si el oxígeno

desciende a concentraciones entre el 10% y el 14%, las personas pueden permanecer

conscientes pero con trastornos de conciencia y tenderán a cansarse. En

concentraciones de oxígeno entre el 6% y el 10% se producen desmayos, debiéndose

recuperar con aire fresco u oxígeno en pocos minutos para prevenir la muerte.

4. Detección automática de incendios.

4.1. Introducción.

Cuando se inicia un incendio se dispone fundamentalmente de tres tiempos:

• El tiempo de detección.

• El tiempo de alarma y movilización.

• El de intervención.

Evidentemente la peor de las situaciones posibles se tiene cuando se produce un incendio y

este no es detectado, por lo que se sigue desarrollando.

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Por tanto, la función principal que debe realizar un sistema de detección de incendios es la de

detectar éste en el tiempo mas corto posible de forma que no pase desapercibido y se emitan

las señales de alarma correspondientes. La detección automática consiste en recibir alguna

señal de un incendio, que se está iniciando, y transmitir un aviso para que se actúe en

consecuencia.

Para el desarrollo de los diferentes sistemas de detección automática, existentes en el

mercado, se han tenido en cuenta las cuatro etapas que se producen en el caso de un

incendio.

1. Estado latente. No hay emisión de humos. Existe desprendimiento de partículas

ionizadas. La duración de esta etapa puede durar horas o minutos.

2. Producción de humos. Humos visibles motivados por las partículas que se desprenden

de la combustión. Duración, horas o minutos.

3. Producción de llamas. Llamas con desprendimiento de rayos infrarrojos, ultravioletas y

luz. Se produce en minutos o segundos.

4. Producción de gran calor, humos y gases tóxicos. Su desarrollo se produce en

segundos.

Si el fuego se detecta en las dos primeras fases puede ser sofocado por medios portátiles.

En la siguiente figura se representan las etapas, en una curva típica llamada “curva de fuego”:

4.2. Componentes de un Sistema de Detección de Incendios.

Un sistema de Detección de Incendios debe de constar de una serie de elementos que

permitan, en cada caso, transmitir la señal de alarma, procesarla y por último generar las

señales de aviso y actuaciones correspondientes en base al tipo de señal y/o alarma recibida.

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En concreto, un sistema de detección automático de incendios se puede componer de los

siguientes elementos:

• Equipos que sean capaces de detectar un incendio de forma automática y sin

necesidad de intervención humana. Dichos equipos serían los detectores.

• Equipos que permitan que una persona pueda, en un momento determinado,

comunicar una alarma de incendio al sistema. Estos elementos serían los pulsadores

(pueden formar parte o no del sistema automático de detección; lo normal es que sea

así).

La red de pulsadores es un sistema manual de alarma de incendio que permite

transmitir una señal de alarma a una central de control y señalización

permanentemente vigilada, de tal forma que sea fácilmente identificable la zona en que

ha sido activado el pulsador.

Siempre va incorporada en el sistema la detección de incendios pero puede ser una

instalación independiente y autónoma. En algunos casos se establece la obligatoriedad

de la red de pulsadores y no la del sistema de detección automática.

Los pulsadores de alarma se situarán de modo que la distancia máxima a recorrer,

desde cualquier punto hasta alcanzar un pulsador, no supere los 25 m.

• Cuando el sistema, a partir de los elementos de campo, detecta un incendio en una

zona o bien que uno de los elementos está en avería, se debe generar una señal de

alarma y/o las correspondientes actuaciones que podrían ser:

! Activar los sistemas de alarma para que se inicie la evacuación de la zona

afectada o del edificio.

! Activar los sistemas de protección contra el fuego: sistemas de extinción,

cortinas corta fuego, extractores de humos, etc..

El sistema central que se encargaría de recibir las señales de los diferentes equipos de

campo, procesarlas y generar las correspondientes alarmas y/o actuaciones es la

Central de Detección de Incendios.

• Elementos Auxiliares. En los sistemas de detección de incendios pueden existir una

serie de elementos auxiliares que, en un momento determinado, permitan la puesta en

servicio de determinados sistemas de protección contra incendios: retenedores de

puertas, módulos de conexión de relés, etc.., necesarios para la conexión de los

sistemas de extracción de humos, activación de compuertas cortafuegos, desconexión

de la instalación de climatización, etc.

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En los siguientes apartados se van a analizar los diferentes elementos que intervienen en un

sistema de detección.

4.3. Detectores de Incendio.

El detector es, sin duda, el mayor avance en la Protección Contra Incendios de nuestro tiempo,

dado que resulta prácticamente imposible controlar completamente la causa primera de los

incendios en los que no tiene peso la labor de los Cuerpos de Bomberos Públicos.

Los detectores automáticos de incendios son los elementos principales de un sistema de

detección.

Son de distintos tipos y cada uno de ellos puede actuar, en función de sus características, en

una de las etapas, que se producen en el caso de un incendio, enumeradas anteriormente.

Los detectores, básicamente, constan de dos partes:

• La cabeza detectora. En dicho elemento se ubica el detector propiamente dicho, las

cámaras sensibles de estos detectores utilizan diferentes principios de operación para

detectar la presencia de partículas de combustión, visibles o invisibles, que se

desprenden en incendios en pleno desarrollo. Los diferentes tipo de detectores

existentes en el mercado se clasifican en:

Detectores Iónicos.

Detectores ópticos

Detectores Térmicos.

Detectores de llamas.

Detectores Termovelocimétricos.

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• El Zócalo. Es la base a la que se conecta la cabeza detectora. En este elemento se

ubican los componentes electrónicos que se encargan de convertir la señal

suministrada por la cabeza detectora en información “entendible” por la central de

detección. Las características de este elemento deben ser acordes con el sistema de

detección escogido.

De acuerdo con las características del tipo de zócalo al que se conectan los detectores

se pueden clasificar en tres grandes grupos:

! Convencionales. Cuando el zócalo abre/cierra un contacto en base a la señal

de detección suministrada por la cabeza detectora. Entre las ventajas de este

tipo de detectores se encuentra su bajo coste, y entre los inconvenientes se

encuentra que cuando se tienen varios detectores conectados a una misma

línea de detección (una zona), la central de detección de incendios solamente

indica la alarma de la zona pero desconoce cual es el detector que la ha

ocasionado.

! Direccionales. Con la incorporación de la electrónica y de los

microprocesadores a los sistemas de detección aparecieron en el mercado

detectores en los que la línea de detección es un bus de comunicaciones y el

detector se “identifica” a la central y le comunica si está en alarma o en avería.

Son mas costosos que los convencionales pero permiten una mejor

identificación de la alarma de incendios.

! Analógicos. Su funcionamiento es similar a los anteriores pero además

suministran al sistema los valores analógicos de la señal que se está leyendo

lo que permite, además de una mejor detección, la identificación de falsas

alarmas asociadas con el ensuciamiento u otra causa de mal función del

detector.

Otra forma de clasificar los detectores es en función de su tipo de respuesta a la central en la

detección de un incendio:

• Detector estático: Es un detector que indica una alarma cuando la magnitud del

fenómeno medido sobrepasa un determinado valor durante un tiempo suficiente.

• Detector diferencial: En este caso el detector indica la alarma cuando la diferencia

entre valores del fenómeno medido, rebasa un cierto valor durante un tiempo

suficiente.

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• Detector velocimétrico: Este tipo de detectores indican alarma cuando la velocidad de

variación de la magnitud medida con el tiempo rebasa un valor durante un cierto

tiempo.

A continuación se enumeran y explica el funcionamiento de los detectores de uso más

frecuente.

4.3.1. Detectores de humo por ionización.

Una cámara típica de ionización consiste en dos placas eléctricamente cargadas y una fuente

radioactiva, típicamente Americio 241, para ionizar al aire entre dichas placas la fuente

radioactiva emite partículas que chocan con las moléculas de aire y desplazan a sus

electrones. Conforme las moléculas pierden electrones, se convierten en iones de carga

positiva. Ya que las otras moléculas ganan electrones, se convierten en iones negativamente

cargados. Se crean números iguales de iones positivos y negativos. Los iones positivamente

cargados son atraídos hacia la placa eléctrica de carga negativa, mientras que los iones de

carga negativa son atraídos hacia la placa eléctrica de carga positiva. Esto crea una pequeña

corriente de ionización que puede ser medida por circuitos electrónicos conectados a las

placas.

Las partículas de combustión son mucho más grandes que las moléculas de aire ionizadas.

Conforme las partículas de la combustión entran en una cámara de ionización, las moléculas

de aire ionizadas chocan y se recombinan con ellas. Algunas partículas quedan positivamente

cargadas y algunas quedan negativamente cargadas. Ya que estas partículas relativamente

grandes continúan recombinándose con muchos otros iones, se reduce el número total de

partículas ionizadas en la cámara. Esta reducción en las partículas ionizadas da como

resultado una disminución en la corriente de la cámara que es detectada por los circuitos

electrónicos que vigilan a la misma. Cuando se reduce la corriente en una magnitud

predeterminada, se cruza el umbral prefijado y se establece una condición de alarma.

Los cambios en la humedad y presión atmosférica podrían afectar a la corriente de la cámara y

crear un efecto similar al de las partículas de combustión que entran en la cámara sensible.

Para compensar los posibles efectos de cambios de humedad y presión, se desarrolló la

cámara de doble ionización que se ha convertido en uso común en el mercado de detectores

de humo, denominados detectores de doble cámara.

Un detector de doble cámara utiliza dos cámaras de ionización: una es una cámara sensible

abierta al aire externo. La cámara sensible es afectada por el material en partículas, humedad y

presión atmosférica.

La otra es una cámara de referencia parcialmente cerrada al aire externo y afectada solamente

por la humedad y la presión atmosférica, debido a que sus aberturas diminutas bloquean

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efectivamente la entrada de partículas más grandes, tal como humo. El circuito electrónico

vigila ambas cámaras y compara sus salidas. Si cambia la humedad o la presión atmosférica,

las salidas de ambas cámaras son afectadas igualmente y se anulan entre sí. Cuando las

partículas de combustión entran en la cámara sensible, disminuye su corriente mientras que la

corriente de la cámara de referencia permanece virtualmente inalterada. El desequilibrio

resultante de la corriente es detectado por los circuitos electrónicos.

Hay cierto número de problemas que pueden afectar a los sensores de ionización de doble

cámara: el polvo, humedad excesiva (condensación), importantes corrientes de aire e insectos

diminutos son confundidos con partículas de combustión por los circuitos electrónicos que

vigilan a los sensores.

Cuanto más sensible sea la calibración del detector, más probable es que estos problemas

afecten el rendimiento del detector y den como resultado falsas alarmas.

4.3.2. Detectores ópticos de humo.

El humo producido por un incendio afecta la intensidad de un haz de luz que pasa a través del

aire. El humo puede bloquear u oscurecer al haz. Puede dar lugar también a que la luz se

difunda debido a la reflexión desde las partículas de humo. Los detectores fotoeléctricos de

humo están diseñados para detectar el incendio utilizando estos efectos del humo sobre la luz.

Por tanto, el fundamento de estos detectores se basa en la propiedad que posee el humo de

obscurecer o refractar un rayo luminoso, por lo que existen dos tipos de detectores ópticos:

• En el primero de ellos se produce un pequeño rayo luminoso que es recogido por un

elemento receptor. El humo obscurece el rayo luminoso que, cuando alcanza un valor

mínimo, acciona una alarma.

• El segundo de ellos se basa en la refracción, se fundamenta en un elemento emisor de

luz y una célula foto-conductora. En condiciones normales el rayo de luz no incide

sobre la célula. Cuando se interpone el humo, hay una refracción de luz que en éste

caso llega a la célula activándola y produciendo una señal.

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4.3.3. Detectores de llamas.

Este tipo de detectores se basan en su capacidad para reaccionar ante la emisión de energía

radiante visible o invisible. Los tipos más frecuentes son los siguientes:

• Infrarrojos.- Captan la energía por encima de los 7.700 - Angstroms.

• Ultravioletas.- Especiales para energía radiante por debajo de 4.000 Angstroms.

• Fotoeléctricos.- Mediante un elemento fotoeléctrico que produce una corriente cuando

es activado por energía radiante.

4.3.4. Detectores Térmicos.

Son de temperatura fija. Normalmente entre 60º C y 100º C y actúan cuando se alcanza una

temperatura predeterminada. Existen modelos mecánicos, neumáticos, hidráulicos y eléctricos.

Todos basan su funcionamiento en modificaciones producidas por el calor que al final se

transforma en una señal eléctrica.

Uno de los tipos usados es el de membrana bimetálica. La membrana bimetálica cambia su

curvatura con el calor y esto acciona unos contactos eléctricos. Cada aparato viene graduado

para una temperatura determinada.

4.3.5. Detectores termovelocimétricos.

Una variante de los detectores térmicos son los termovelocimétricos. El detector de

temperatura fija tiene el inconveniente de que, en algunos casos (por ejemplo debajo de una

cubierta metálica bajo la acción del sol) pueden alcanzarse por temperaturas iguales o

superiores a las mínimas para las que están previstos los detectores.

En estos casos son adecuados los detectores termovelocimétricos que actúan cuando la

temperatura aumenta con una determinada velocidad que supera a la prevista, existen diversos

tipos así como detectores combinados térmicos-termovelocimétricos.

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4.4. Elección del tipo de detector.

A la hora de elegir el tipo de detector a instalar, conviene tener en cuenta una serie de factores

que condicionarán cual es el tipo de detector mas adecuado a utilizar en cada caso. Estos

factores son:

1. Desarrollo del Incendio.

Cuando la actividad ejercida en la zona a vigilar haga prever un incendio de desarrollo

lento en su fase inicial (gran desprendimiento de humo, débil desprendimiento de calor

y llamas escasas o nulas) son mas apropiados los detectores de humos. Ejemplos de

este tipo de fuegos serían:

• Fuego de cables en fase inicial.

• Fuego de madera y papel con escasez de oxígeno.

Cuando la actividad ejercida en la zona a vigilar haga prever un incendio de desarrollo

rápido desde su inicio (gran desprendimiento de calor, llamas intensas y producción

importante de humo) podrán ser utilizados detectores de humo térmicos, de llamas o

combinaciones de diferentes tipos de detectores. Ejemplos de este tipo de fuegos

serían:

• Fuego de madera y papel en presencia de gran cantidad de oxígeno.

Si se prevé un desarrollo muy rápido del incendio, la instalación de detección deberá ir

asociada a una instalación automática de extinción.

2. Altura del Local.

El tiempo de respuesta de los detectores es función de la altura del local, por este

motivo, es necesario aplicar ciertas restricciones a su utilización en locales de gran

altura. La relación entre la aptitud de los diversos tipos detectores y la altura del local

se indica en la siguiente tabla:

Altura del local (m) Det. Térmico Det. De Humos Det. de Llama < 1,5 Aceptable Bueno Aceptable

1,5 - 6 Aceptable Bueno Bueno 6 – 7,5 Aceptable Bueno Bueno 7,5 – 9 Aceptable Bueno Bueno 9 – 12 No Aceptable Aceptable Bueno 12 - 20 No Aceptable No Aceptable Aceptable

> 20 No Aceptable No Aceptable No Aceptable

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3. Temperatura Ambiente.

La utilización de los detectores de incendio en función de la temperatura ambiente se

realizará con las siguientes consideraciones:

• Los detectores de humo y de llamas pueden utilizarse para temperaturas

ambientes inferiores o iguales a 50 º C, siempre y cuando el certificado de

homologación no fije expresamente otra.

• La temperatura fija de activación de la parte termostática de los detectores

debe superar de 10 a 35 º C a la temperatura ambiente máxima esperada en

las cercanías del detector. Cuando la temperatura ambiente sea inferior a 0ª no

deberán utilizarse detectores únicamente del tipo térmico.

• Los detectores de humo y llamas así como los termovelocimétricos pueden

utilizarse hasta 20º C, cuando se tenga la certeza de que no se cubrirán con

hielo.

4. Movimiento del Aire.

Los detectores de humo pueden utilizarse hasta una velocidad del aire de 5 m/s, a no

ser que su certificado de homologación indique un valor mayor. No se impone ninguna

limitación a los detectores térmicos y de llamas.

5. Vibraciones.

No se impone ninguna limitación a este respecto si los detectores de incendio se

colocan sobre elementos de construcción.

Cuando los detectores de incendio van montados sobre máquinas, las vibraciones

deberán medirse en caso de duda y convendrá en cada caso aportar la prueba de

homologación del detector.

6. Humedad.

No se impone ninguna limitación con respecto a la humedad del aire para el empleo de

detectores de incendio cuando exista la certeza de que no se formarán

condensaciones.

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7. Humo, polvo y aerosoles similares.

El humo, el polvo o aerosoles similares como consecuencia de la actividad ejercida

pueden ser causa de alarmas intempestivas si se utilizan detectores de humo. Es

necesario en estos casos utilizar detectores térmicos.

8. Radiación Óptica.

No se impone ninguna restricción a este respecto en los detectores de humo y

térmicos.

Los detectores de llamas pueden producir alarmas intempestivas si reciben radiación

directa o indirectamente del sol o de fuentes luminosas si esta radiación está

modulada.

4.5. Número e Implantación de los Detectores.

La determinación del número y de la implantación de los detectores de incendio es función:

• Del tipo de detector empleado.

• De la superficie y de la altura del local a vigilar.

• De la forma del techo o de la cubierta.

• Del tipo de actividad ejercida.

• De las condiciones de circulación del aire en dicho local.

La colocación de los detectores ha de hacerse teniendo en cuenta una serie de factores como

son: altura del techo, forma de la cubierta, volumen del local, zonas de altas temperaturas,

zonas de humos, etc..

En las normas del Cepreven se indica la disposición más adecuada de los detectores en un

edificio.

4.6. Ámbito de Aplicación.

El ámbito de aplicación de los sistemas de detección de incendios, en edificios urbanos, es el

siguiente:

• Vivienda si la altura de evacuación del edificio es mayor que 50 m.

• Hospital en cualquier caso.

• Administrativo y comercial, si la superficie total construida es mayor que 2000 m2.

• Docente, si la superficie total construida es mayor que 5000 m2.

• Residencial, si la superficie total construida es mayor que 500 m2.

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• Aparcamiento, si dispone de ventilación forzada para la evacuación de los humos en

caso de incendio y, en todo caso, si la superficie total construida es mayor que 500 m2.

Recintos de densidad elevada, si la ocupación es mayor que 500 personas.

4.7. Sistema de alarma general.

El sistema de alarma general es el que permite poner en conocimiento de todos los ocupantes

de un edificio, o establecimiento industrial, el estado de emergencia o situación de alarma

general que en un momento determinado pueda presentarse, y transmitir la orden de

evacuación o desalojo que corresponde iniciar para salvaguardar la vida de las personas y su

integridad física.

La señal puede ser acústica y transmitida por el sistema de comunicación de alarma del

sistema de detección de incendios o bien puede un sistema de megafonía, con mensajes

grabados y previstos en el plan de emergencia.

Esta instalación hace posible la transmisión de una señal de alarma a los ocupantes del

edificio, activándose desde lugares de acceso restringido, para que únicamente puedan

ponerla en funcionamiento las personas que tengan esta responsabilidad.

El sistema de comunicación de alarma permitirá transmitir una señal diferenciada, generada

voluntariamente desde un puesto de control. La señal será, en todo caso, audible, debiendo

ser, además, visible cuando el nivel de ruido donde deba ser percibida supere lo 60 dB (A). El

nivel sonoro de la señal y el óptico, en su caso, permitirán que sea percibida en el ámbito de

cada sector de incendio donde esté instalada.

El ámbito de aplicación de los sistemas de alarma es:

• Administrativo y comercial, si la superficie total construida está comprendida entre

1.000 y 2.000 m2.

• Docente, si la superficie total construida está comprendida entre 1.000 y 5.000 m2.