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Boletín de Patrimonio Histórico. nº 5 • página 14 Arqueología Ortofotografía y mapa de localización del municipio de Telde. La importancia de la bahía y punta de Gando como puerto natural, fondeadero y zona de paso de embarcaciones queda de manifiesto en la do- cumentación histórica que hace referencia a este hecho. Ya desde los inicios de la presencia euro- pea en el archipiélago canario este lugar se erigió como uno de los principales fondeaderos o puer- tos de Gran Canaria. De este modo, parece ser que la expedición o expediciones tripuladas por marineros mallorquines y aragoneses en la segun- da mitad del siglo XIV recalan en Gran Canaria por el puerto de Gando. Las primeras entradas de normandos y castellanos durante el proceso de conquista de la isla y los inicios de la contienda bélica van a tener también como escenario este enclave. Comienza así la afluencia de embarcaciones por este punto de la costa oriental de la isla, utili- zado para el avituallamiento, reparación o refugio de embarcaciones, como zona de paso en las rutas atlánticas o como escenario de alguna con- frontación naval. Este hecho ha posibilitado la aparición de restos arqueológicos subacuáticos, ya sean elementos aislados o conjuntos de mate- riales que constituyen verdaderos yacimientos ar- queológicos sumergidos. Consideraciones previas La carencia de trabajos sistemáticos de ar- queología subacuática en nuestras aguas ha im- posibilitado realizar una valoración de conjunto del patrimonio histórico sumergido, no sólo a nivel cuantitativo, sino también sobre el estado de con- servación y su relevancia como documento histó- rico. Salvo algunas excepciones, el conocimiento sobre la presencia de restos subacuáticos en Gran Canaria se ha fundamentado en la aparición de hallazgos fortuitos. Así, no contamos con una in- formación sistematizada que permita el análisis histórico y el establecimiento de políticas de ges- tión y protección de ese patrimonio subacuático, siendo por ello necesario realizar un inventario que permita contabilizarlo y evaluarlo. Así podremos implementar políticas de gestión óptimas, a la vez que aproximarnos desde la arqueología a los con- textos históricos en los cuales se generaron los depósitos arqueológicos subacuáticos. Consideramos que para ejercer la tutela sobre el patrimonio arqueológico sumergido hemos de partir del conocimiento exhaustivo del mismo, como paso previo al establecimiento de las líneas de actuación atribuidas por ley a las distintas ad- ministraciones competentes, encaminadas a la in- vestigación, conservación, protección y difusión. Siendo esta una de las asignaturas pendientes en materia de patrimonio, puesto que a pesar de la naturaleza insular de nuestro territorio existe un profundo vacío en el conocimiento de dichos bie- nes. En nuestra opinión, y gracias a la experiencia adquirida durante el desarrollo de este proyecto, ese vacío se debe más a la falta de trabajos con- cretos en esta línea que a la carencia de restos arqueológicos en nuestros fondos. Por ello, consi- deramos necesaria la realización del inventario antes citado, aplicando y desarrollando métodos de rastreo que permitan optimizar los recursos y nuestro trabajo. En este sentido se plantea el trabajo de pros- pección arqueológica sistemática de la costa de Gando. La elección de esta zona se fundamenta en las siguientes premisas. Por un lado, contába- mos con una abundante información documental y oral que nos llevó a suponer que estábamos ante una zona potencialmente arqueológica, sien- do sin duda una de los ámbitos costeros que ma- yor interés reviste para la arqueología subacuática. Por otro lado, están las características físicas del lugar: excelentes condiciones como puerto natural, al abrigo de los vientos alisios, y la presen- cia de la baja de Gando, que supuso un punto negro en la navegación insular al ser la causante de numerosos naufragios, entre ellos el de los va- pores del Ville de Pará, Alfonso XII y Monte Isabela, analizados en este proyecto. Si bien los restos de estas naves eran conocidos y frecuentados por buzos, no habían sido objeto de estudios de do- cumentación, localización y valoración, a pesar de su indudable interés histórico y patrimonial. Los avances y mejoras producidos en los sis- temas de exploración marina, incorporados con resultados óptimos a las intervenciones arqueoló- gicas, han puesto a nuestro alcance métodos de prospección extensiva basados en sistemas de detección geofísicos. Ello permitió que en los tra- bajos arqueológicos desarrollados en la costa de Gando nos pudiéramos acercar al uso del sonar de barrido lateral y de la ecosonda multiház. Me- diante estos métodos se obtuvieron imágenes digitales de alta resolución de los fondos estudia- dos, lo cual hizo posible confirmar la existencia de unos restos arqueológicos de los que ya se tenían referencias, y comprobar la validez del sistema para localizar nuevos yacimientos subacuáticos. Prospección subacuática en la bahía de Gando. Telde José Guillén Medina, arqueólogo, y Vicente Benítez Cabrera, licenciado en Ciencias del Mar En este artículo se resumen los trabajos llevados a cabo durante el desarrollo del proyecto de “Prospección arqueológica subacuatica de la zona de Tufia, baja y bahía de Gando (Gran Canaria)”. El proyecto, financiado por la Consejería de Cul- tura y Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria, fue realizado en el mes de diciembre de 2005 por un equipo interdisciplinar 1 a bordo del barco oceanográfico R/V E EVA. Las prospecciones arqueológicas en la punta y bahía de Gando se plantean como el punto de partida para el análisis arqueológico sistemático de zonas marítimas costeras, con el fin de conocer la potencialidad del patrimonio sumergido de Gran Canaria, tanto a nivel cuantitativo como cualitativo. 1 Noelia Crespo Arribas (Geóloga), Luís Elot Lazcanotegui (Ldo. en Ciencias del Mar),Vicente Benítez Cabrera (Ldo. en Ciencias del Mar), Javier Parrondo Peidro (submarinista) y José Guillén Medina (arqueólogo y director de los trabajos), además de la tripulación del barco oceanográfico R/V E EVA. Imágenes de la bahía de Gando en el primer tercio del siglo XX. En la página derecha, arriba, panorámica del área de estudio y, abajo, vapor de la naviera Aznar, similar al Monte Isabela hundido en 1946 en Gando.

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Arqueología

Ortofotografía y mapa de localizacióndel municipio de Telde.

La importancia de la bahía y punta de Gandocomo puerto natural, fondeadero y zona de pasode embarcaciones queda de manifiesto en la do-cumentación histórica que hace referencia a estehecho. Ya desde los inicios de la presencia euro-pea en el archipiélago canario este lugar se erigiócomo uno de los principales fondeaderos o puer-tos de Gran Canaria. De este modo, parece serque la expedición o expediciones tripuladas pormarineros mallorquines y aragoneses en la segun-da mitad del siglo XIV recalan en Gran Canaria porel puerto de Gando. Las primeras entradas denormandos y castellanos durante el proceso deconquista de la isla y los inicios de la contiendabélica van a tener también como escenario esteenclave.

Comienza así la afluencia de embarcacionespor este punto de la costa oriental de la isla, utili-zado para el avituallamiento, reparación o refugiode embarcaciones, como zona de paso en lasrutas atlánticas o como escenario de alguna con-frontación naval. Este hecho ha posibilitado laaparición de restos arqueológicos subacuáticos,ya sean elementos aislados o conjuntos de mate-riales que constituyen verdaderos yacimientos ar-queológicos sumergidos.

Consideraciones previas

La carencia de trabajos sistemáticos de ar-queología subacuática en nuestras aguas ha im-posibilitado realizar una valoración de conjunto delpatrimonio histórico sumergido, no sólo a nivelcuantitativo, sino también sobre el estado de con-servación y su relevancia como documento histó-rico. Salvo algunas excepciones, el conocimientosobre la presencia de restos subacuáticos en GranCanaria se ha fundamentado en la aparición dehallazgos fortuitos. Así, no contamos con una in-formación sistematizada que permita el análisishistórico y el establecimiento de políticas de ges-tión y protección de ese patrimonio subacuático,

siendo por ello necesario realizar un inventario quepermita contabilizarlo y evaluarlo. Así podremosimplementar políticas de gestión óptimas, a la vezque aproximarnos desde la arqueología a los con-textos históricos en los cuales se generaron losdepósitos arqueológicos subacuáticos.

Consideramos que para ejercer la tutela sobreel patrimonio arqueológico sumergido hemos departir del conocimiento exhaustivo del mismo,como paso previo al establecimiento de las líneasde actuación atribuidas por ley a las distintas ad-ministraciones competentes, encaminadas a la in-vestigación, conservación, protección y difusión.Siendo esta una de las asignaturas pendientes enmateria de patrimonio, puesto que a pesar de lanaturaleza insular de nuestro territorio existe unprofundo vacío en el conocimiento de dichos bie-nes. En nuestra opinión, y gracias a la experienciaadquirida durante el desarrollo de este proyecto,ese vacío se debe más a la falta de trabajos con-cretos en esta línea que a la carencia de restosarqueológicos en nuestros fondos. Por ello, consi-deramos necesaria la realización del inventarioantes citado, aplicando y desarrollando métodosde rastreo que permitan optimizar los recursos ynuestro trabajo.

En este sentido se plantea el trabajo de pros-pección arqueológica sistemática de la costa deGando. La elección de esta zona se fundamentaen las siguientes premisas. Por un lado, contába-mos con una abundante información documentaly oral que nos llevó a suponer que estábamosante una zona potencialmente arqueológica, sien-do sin duda una de los ámbitos costeros que ma-yor interés reviste para la arqueología subacuática.

Por otro lado, están las características físicasdel lugar: excelentes condiciones como puertonatural, al abrigo de los vientos alisios, y la presen-cia de la baja de Gando, que supuso un puntonegro en la navegación insular al ser la causantede numerosos naufragios, entre ellos el de los va-pores del Ville de Pará, Alfonso XII y Monte Isabela,analizados en este proyecto. Si bien los restos deestas naves eran conocidos y frecuentados porbuzos, no habían sido objeto de estudios de do-cumentación, localización y valoración, a pesarde su indudable interés histórico y patrimonial.

Los avances y mejoras producidos en los sis-temas de exploración marina, incorporados conresultados óptimos a las intervenciones arqueoló-gicas, han puesto a nuestro alcance métodos deprospección extensiva basados en sistemas dedetección geofísicos. Ello permitió que en los tra-bajos arqueológicos desarrollados en la costa deGando nos pudiéramos acercar al uso del sonarde barrido lateral y de la ecosonda multiház. Me-diante estos métodos se obtuvieron imágenesdigitales de alta resolución de los fondos estudia-dos, lo cual hizo posible confirmar la existencia deunos restos arqueológicos de los que ya se teníanreferencias, y comprobar la validez del sistemapara localizar nuevos yacimientos subacuáticos.

Prospección subacuática en la bahía de Gando. TeldeJosé Guillén Medina, arqueólogo, y Vicente Benítez Cabrera, licenciado en Ciencias del Mar

En este artículo se resumen los trabajos llevados a cabo durante el desarrollo delproyecto de “Prospección arqueológica subacuatica de la zona de Tufia, baja ybahía de Gando (Gran Canaria)”. El proyecto, financiado por la Consejería de Cul-tura y Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria, fue realizado en el mes dediciembre de 2005 por un equipo interdisciplinar1 a bordo del barco oceanográficoR/V E EVA. Las prospecciones arqueológicas en la punta y bahía de Gando seplantean como el punto de partida para el análisis arqueológico sistemático dezonas marítimas costeras, con el fin de conocer la potencialidad del patrimoniosumergido de Gran Canaria, tanto a nivel cuantitativo como cualitativo.

1 Noelia Crespo Arribas (Geóloga), Luís Elot Lazcanotegui (Ldo. enCiencias del Mar),Vicente Benítez Cabrera (Ldo. en Ciencias delMar), Javier Parrondo Peidro (submarinista) y José Guillén Medina(arqueólogo y director de los trabajos), además de la tripulacióndel barco oceanográfico R/V E EVA.

Imágenes de la bahía de Gando en el primer tercio del sigloXX. En la página derecha, arriba, panorámica del área deestudio y, abajo, vapor de la naviera Aznar, similar al MonteIsabela hundido en 1946 en Gando.

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Historia de la práctica de la arqueologíasubacuática en Gran Canaria

Antes de entrar a explicar el desarrollo de lostrabajos de prospección arqueológica realizadosen los fondos de la zona costera de Gando, nosparece interesante hacer un somero repaso de lagénesis y evolución de la arqueología subacuáticao marítima en nuestra isla.

La arqueología ha contado en Gran Canariacon una larga tradición que hunde sus raíces en elsiglo XIX, consolidándose progresivamente duran-te el siglo XX como actividad científico-profesio-nal. A lo largo de este tiempo se han desarrolladoprocedimientos teóricos y metodológicos que hansupuesto un avance notable en la disciplina, te-niendo su reflejo tanto en los procesos de recupe-ración de la información arqueológica como en lageneración de conocimiento histórico sobre lassociedades insulares pretéritas. Este proceso deconsolidación de la arqueología que podríamosllamar “terrestre” no ha tenido, curiosamente tra-tándose de un ámbito insular, su reflejo en la ar-queología subacuática, que está aún dando susprimeros pasos en nuestras islas.

Los inicios de la práctica arqueológicasubacuática en Canarias se relacionan con el augeque experimentó el buceo recreativo o deportivo apartir del diseño del regulador a demanda en 1942,desarrollado por Jacques Cousteau junto con elingeniero Emile Gagnan. Su popularización, algu-nos años más tarde, llevó a un creciente interéspor el conocimiento de los fondos marinos, co-menzando en poco tiempo a producirse hallazgosde materiales arqueológicos sumergidos en nues-tras costas, como ocurrió con los pecios de laplaya de El Burrero (Ingenio) y de El Agujero(Gáldar) en 1962 y 1970, respectivamente. A partirde estas fechas, y según distintas referencias ora-les, ha sido frecuente el hallazgo y extracción demateriales arqueológicos de diversa naturaleza enalgunos puntos de la costa insular; entre ellos enGando, zona objeto del presente artículo.

El descubrimiento de restos sumergidos en laplaya de El Burrero por parte del buceador TomásCruz Alemán en los años 60 del siglo XX supone larealización de la primera prospección arqueológi-

ca subacuática auspiciada por un organismo ofi-cial en Gran Canaria, llevada a cabo por elsubmarinista José A. García Álamo. Estos traba-jos pusieron de manifiesto la existencia de unaimportante cantidad de restos arqueológicos (ca-ñones, munición, fragmentos cerámicos y distin-tos materiales metálicos) pertenecientes a una ovarias naves hundidas, y comportó diversas cam-pañas para su recuperación.

En El Burrero, entre 1964 y 1968 se procedióa la extracción de varias piezas de artillería delyacimiento arqueológico. En total fueron sacadosdel agua dieciséis cañones y varios proyectiles.Lo mismo ocurrirá con el pecio de la costa deGáldar, aunque en este caso sin la correspondien-te autorización oficial de la Comandancia de Ma-rina de Las Palmas.

Catorce de los cañones se encuentran en elMuseo Sánchez Araña de Santa Lucía de Tirajana,muy deteriorados en la actualidad al no haberlossometido entonces a los procesos de conserva-ción y restauración adecuados. De las dos piezasde artillería restantes, una de ellas forma parte dela colección del Museo Naval de Madrid. El otrocañón, que fue el primero en ser sacado del aguaa manos de Tomás Cruz Alemán y Justo CebriánCazorrán en octubre de 1964, fue depositado enel Museo Naval de Madrid y, según algunos estu-dios, parece que en la actualidad forma parte delos fondos del Museo de la Armada ubicado en elPalacio del Marqués del Viso de Ciudad Real.

Tras el descubrimiento del pecio de El Aguje-ro, localizado por el buceador Domingo Chineaen el verano de 1970, se decidió la recuperación

de varias de sus piezas de artillería. En la actuali-dad, los ocho cañones extraídos se encuentrandispersos en distintos lugares del municipio y encondiciones de conservación inadecuadas, so-metidos por tanto a un proceso de deterioro con-tinuo que a todas luces acabará por destruirlos. Sibien no se han realizado trabajos arqueológicosconcretos en este interesante yacimiento arqueo-lógico marino, el estudio realizado por S. Olmos eI. Sáenz plantea que podría tratarse de los restosde una nave tipo fragata o corbeta encallada en lasegunda mitad del siglo XVII.

Después de las intervenciones realizadas enlos pecios de El Agujero y El Burrero, más relacio-nadas con procesos de recuperación de materia-les sumergidos que con actividades encaminadasal conocimiento y estudio de los yacimientos, laarqueología subacuática en Gran Canaria no vol-vió a suscitar interés hasta veinte años después.Así, podemos considerar que es a partir de la dé-cada de los noventa del siglo pasado cuando secomienza a desarrollar la práctica de la arqueolo-gía subacuática en Gran Canaria, muy relaciona-da desde entonces con la entrada en vigor de laley 11/1990, de 13 de julio, de Prevención de Im-pacto Ecológico, que exige la incorporación delpatrimonio arqueológico a los estudios previos a larealización de determinados proyectos. Hasta esosmomentos, con alguna excepción, las activida-des arqueológicas subacuáticas se limitaron ahallazgos de buceadores deportivos o profesiona-les y a la extracción de materiales de los fondosmarinos. Por tanto, no se puede hablar de unaarqueología subacuática propiamente dicha has-ta el último decenio del siglo XX.

Debemos destacar que hasta ahora no sehabían desarrollado en Gran Canaria proyectossistemáticos de arqueología marítima destinadosa cuantificar y valorar el patrimonio cultural sumer-gido o a resolver problemáticas históricas concre-tas, aunque sí habían existido algunas tentativasde análisis arqueológicos subacuáticos en el ar-chipiélago canario centrados fundamentalmenteen cuatro de sus islas. A finales de los setenta yprincipios de los ochenta, con la financiación dela Subdirección General de Arqueología, depen-diente del Ministerio de Cultura, se realizaron pros-pecciones con sondeos en algunas zonas de La

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cerámica y objetos de metal como un ancla, aroso restos de cadenas.

Basándose en la documentación histórica, losautores del trabajo apuntan la posibilidad de quedichos restos pertenezcan a una de las navescorsarias inglesas que participaron en el asalto alnavío El Canario en la bahía de Gando en 1741 yque fue alcanzada por la artillería canaria. No obs-tante, en tanto no se realice un estudio más pro-fundo y un análisis de los materiales no deberíamosdescartar otras hipótesis, inclusive la de que seanlos restos de un barco que tocase en la baja deGando y, aprovechando la deriva de la corriente,llegara hasta la playa de El Burrero buscando se-guridad en la costa y facilitar con ello las laboresde recuperación de la nave o de su cargamento.

Los siguientes trabajos arqueológicos realiza-dos en Gran Canaria, salvo una intervención de

Dicho estudio fue realizado por G. Escribano yA. Mederos en dos fases, entre los años 1994 y1995. En la primera fase se planteó una prospec-ción arqueológica (28 de octubre de 1994) pararealizar una evaluación del yacimiento. Durante lamisma se documentaron restos del casco de lanave y diferentes elementos asociados a ella (frag-mentos cerámicos, balas de cañón, aros metáli-cos y varillas de mosquetón, entre otros). Lacontinuación de las obras motivó la interrupciónde los trabajos arqueológicos, que no se retomaronhasta un año después (octubre de 1995) con larealización de sondeos arqueológicos en la zonaque determinaron que las obras de ampliación ymejora de la playa de El Burrero habían sepultadola práctica totalidad del yacimiento. Este se ca-racterizaba por la existencia de restos dispersosen una superficie de unos 50 m2, entre los que sehallaban materiales de distinta naturaleza comocañones, balas de varios calibres, fragmentos de

Graciosa, Lanzarote, Tenerife y La Gomera. Pos-teriormente fueron realizadas otras prospeccionesarqueológicas en La Graciosa y Lanzarote dentrodel Plan Nacional de Cartas ArqueológicasSubacuáticas de 1985, encargado al Instituto parala Conservación y Restauración de Bienes Cultu-rales, junto con el Centro Nacional de Investiga-ciones Arqueológicas Submarinas y el apoyo dela Comunidad Autónoma.

Además, entre las actividades desarrolladaspor el Centro Nacional de Arqueología Submarinadentro de los planes de documentación del patri-monio cultural español, se llevaron a cabo trabajosde recopilación y catalogación de los yacimientossubacuáticos y litorales para establecer meca-nismos de protección. Surge así, el Inventario deyacimientos arqueológicos marítimos y litorales dela provincia de Las Palmas, básicamente realizadoa partir de la consulta de fondos bibliográficos ydocumentales de distintos archivos, bibliotecas ymuseos, así como de las referencias aportadaspor entrevistas a pescadores, buceadores e inves-tigadores de la isla. A dicho inventario, publicadopor A.M. Miñano en 1995, se incorporaron 11yacimientos, o áreas arqueológicas subacuáticas,localizados en varios puntos del norte, sur y estede la costa de Gran Canaria. De todos ellos secuenta con referencias de la existencia de restosarqueológicos sumergidos o de extracciones demateriales por parte de buceadores. Según esteinventario, de la costa de Gando fueron extraídasvarias piezas de artillería y otros objetos metálicoscomo anclas.

El “resurgir” de la arqueología subacuática enGran Canaria, después de dos décadas, volverá atener como protagonista el yacimiento subacuáticode la playa de El Burrero, debido a las denunciasque con el inicio de las obras de ampliación ymejora de la playa de El Burrero en 1994 fueronpresentadas ante la Inspección Insular de Patri-monio del Cabildo de Gran Canaria y la DirecciónGeneral de Patrimonio Histórico del Gobierno deCanarias. Tras su formulación se ordenó la parali-zación de las obras y se encargó un estudio ar-queológico en la zona.

En esta página, de arriba a abajo, batimetría del área deestudio, vista de la costa de Gando desde la baja, restosdel vapor Alfonso XII y carta náutica en la que se apreciala zona de Gando y la baja; abajo, a la izquierda, fotografíaaérea de la misma zona de costa.

En la página derecha, en el sentido de lectura, las tresprimeras imágenes son de los trabajos con el robota control remoto (ROV) y cámara de vídeo y con el sónarde barrido lateral; debajo, batimetría con ecosondamultiház del Monte Isabela , restos arqueológicos delVille de Pará e imagen ROV del Alfonso XII . Finalmente,fotografías de los trabajos de prospección y de los restosdel Ville de Pará; superpuestas, imágenes de sónar debarrido lateral, a la izquierda del vapor Alfonso XII y, a laderecha, del Monte Isabela .

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urgencia en la costa del Castillo del Romeral, hanconsistido en prospecciones subacuáticas vincu-ladas a estudios de impacto de determinados pro-yectos de infraestructuras costeras en distintospuntos de la geografía insular.

Los resultados de estas prospecciones no hanarrojado datos significativos sobre la existencia derestos arqueológicos subacuáticos. No obstante,las referencias a la localización de elementos me-tálicos y restos cerámicos incluidas en las memo-rias inéditas de algunos de esos trabajos indicanla potencialidad arqueológica de los lugares ana-lizados, fundamentalmente puertos. Por nuestraparte, nos inclinamos a pensar que en este tipo decontextos habría que replantear las estrategiasmetodológicas, puesto que cabe la posibilidad deque existan restos arqueológicos colmatados porprocesos deposicionales, relacionados tanto conlas dinámicas fluviales propias de los barrancos,

como por las modificaciones de los fondos debidoa los efectos de las corrientes. Por tanto, enten-demos que las prospecciones subacuáticas deáreas potencialmente arqueológicas como lospuertos, deberían estar acompañadas de sondeosarqueológicos que permitan determinar de mane-ra fehaciente la existencia de yacimientos subya-centes, siguiendo así los mismos procedimientosque se utilizan habitualmente en tierra para estoscasos.

En el caso de la Intervención subacuática deurgencia para documentar los hallazgos localiza-dos entre el Castillo del Romeral y la Punta deTarajalillo (San Bartolomé de Tirajana), realizadaen los años 2001 y 2002 por S. Olmos a raíz delhallazgo fortuito por parte de buceadores de ma-teriales arqueológicos sumergidos, se puso demanifiesto la potencialidad arqueológica de la zonacostera del sudeste de Gran Canaria.

El repertorio de materiales identificados enestos trabajos es diverso y se distribuye a lo largode una amplia zona costera. Se trata, fundamen-talmente, de restos cerámicos de importación rea-lizados a torno y de tipología variada, además deelementos metálicos (piezas de artillería y un an-cla) de un espectro cronológico que iría desde elsiglo XVI al siglo XVIII. La existencia de estos res-tos se atribuye a pérdidas de carga de las navesque recalaban en ese litoral grancanario, dondeexistió un gran complejo salinero y se instaló lacasa fuerte de Santa Cruz del Romeral, construi-da en el último cuarto del siglo XVII.

Objetivos

El proyecto de prospección subacuática de lacosta de Gando tuvo como principal objetivo elanálisis de la potencialidad arqueológica de esa

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pección geofísica para conocer los procesosque generaron dicho registro, una informaciónbásica para implementar las medidas nece-sarias para su protección y conservación.

5. Comprobación de la validez de los sistemasde detección geofísicos y de teledetecciónpara realizar análisis arqueológicos de losentornos subacuáticos insulares, ya utilizadosanteriormente en otros ámbitos geográficoscon diferentes problemáticas arqueológicas yresultados dispares.

Ámbito de intervención

El ámbito de la intervención, unas 500 ha aleste de la punta y bahía de Gando, fue seleccio-nado al considerar que podría ser la zona de trán-sito de las naves que recalaban en dicha bahía oen el puerto de Las Palmas, además de ser ellugar donde debieron registrarse la mayor parte delos hundimientos causados por las colisiones conla baja de Gando.

La punta de Gando situada en el término mu-nicipal de Telde, en la costa oriental de Gran Ca-naria, se conforma como una lengua de tierra quepenetra unos 1.460 m hacia el mar, ocupando

franja del este de Gran Canaria, con el fin de po-der realizar una valoración de los restos existentesy establecer las medidas necesarias para la pro-tección del ámbito delimitado como arqueológicoy de los bienes que formarán parte del mismo.

Si bien en principio se planteó el reconoci-miento y análisis de una gran superficie marina, lacomplejidad de los trabajos hizo que nos centrá-ramos en el entorno de la baja de Gando y al surde la misma. Aquí, según la documentación escri-ta y las informaciones orales recogidas, podríanconcentrarse la mayor parte de los restos arqueo-lógicos. Los objetivos básicos de esta interven-ción fueron los siguientes:

1. Análisis arqueológico de un polígono de unos2.900 m de largo (hacia el sur de la baja) y unancho aproximado de 1.800 m, con el fin deconfirmar la presencia de unos restos arqueo-lógicos subacuáticos de los que ya existíanreferencias y proceder a su identificación, lo-calización y valoración. En este sentido, si bienconocíamos la existencia de varios naufragiosen la zona, ni se encontraban georeferen-ciados ni hasta el momento se había realizadosu valoración arqueológica.

2. Prospecciones arqueológicas extensivas paradeterminar la existencia o no de nuevos restosarqueológicos sumergidos, su dispersión geo-gráfica y estado de conservación.

3. Obtención de la información necesaria para lalocalización de los restos y la delimitación delárea arqueológica. Por un lado, procediendoa elaborar un mapa batimétrico general quepermita reflejar el área prospectada y registrarlos elementos arqueológicos más destacadosy, por otro, realizar planos batimétricos de de-talle y mapas de reflectividad de los puntos demayor interés patrimonial.

4. Estudio, análisis y evaluación de los restosarqueológicos documentados durante la pros-

La fotografía superior muestra la imagen de un grupo debuzos en el siglo XIX, posiblemente los participantes en elrescate de la carga del vapor Alfonso XII. Sobre estas líneas,descubrimiento en 1964 de los restos arqueológicos en laplaya de El Burrero.

alrededor de 100 ha. Este accidente geográfico,que se orienta de noroeste a sureste, crea al suruna amplia bahía al abrigo de los vientos domi-nantes, dotada de unas condiciones inmejorablescomo fondeadero que lo convirtió en uno de lospuertos naturales más importantes de la isla. Alnoreste de esta península se encuentran, por unlado, el roque de Gando, pequeño promontoriorocoso situado a unos 280 m de la misma y, porotro, la baja de Gando, situada a casi 1 km de lapunta. Se trata, en este último caso, de una por-ción de tierra sumergida con dos picos situadosen bajamar a 2 y 6 m bajo el nivel del mar, consti-tuyendo el escollo marino más peligroso de GranCanaria.

La baja de Gando ha sido la causante de nu-merosos naufragios a lo largo de la historia de lanavegación insular, puesto que con mar en calmaresulta prácticamente inapreciable, a pesar deestar recogida en las cartas de navegación desdemediados del siglo XIX. Los accidentes registra-dos por choques contra la baja hicieron que lasautoridades, a partir de 1880, buscaran fórmulaspara solventar el problema: desde propuestas paradinamitar el escollo, hasta proyectos para subalizamiento directo. Finalmente, las dificultadespara acometer cualquier actuación sobre la bajao en sus inmediaciones llevaron a su señalizaciónindirecta instalando los faros de Melenara y puntade Arinaga.

El ámbito de intervención se caracteriza poruna relativa homogeneidad de sus fondos, debidofundamentalmente a la presencia de arenas, sibien la combinación de diferentes factores rela-cionados con los procesos de formación, erosióny sedimentación que han afectado a este espacioa lo largo de su historia geológica ha dado lugar afondos con características diferentes: en unos secombinan amplias plataformas lávicas con relie-ves marinos que en ocasiones afloran (roque deGando), o que casi emergen (baja de Gando),mientras que en otros existen extensas superfi-cies arenosas, que van desde la línea de costahasta profundidades de más de 70 m, a lo largode todo el ámbito de actuación.

Con respecto a las profundidades, la zona detrabajo es relativamente amplia, van desde los -6m, en las cercanías de la baja, hasta cotas quealcanzan los -70 m. La tecnología disponible parala realización del estudio permitía el análisis ar-queológico de ese amplio espectro de profundi-dades, si bien las prospecciones visuales de losarqueólogos no superaron nunca los -48 m.

La intervención arqueológica

Al igual que en tierra, el análisis arqueológicode campo y su principal instrumento metodológico,la prospección, constituye la herramienta más efi-caz de cara a la identificación de evidencias denaturaleza arqueológica dentro del área de estu-dio, en este caso un medio subacuático. No obs-tante, el hecho de acometer un trabajo en esteentorno conlleva una serie de condicionantes queralentizan y hacen más complejas las actividadesde prospección.

Por un lado, hay que tener en cuenta las ca-racterísticas propias de los entornos marinos, su-jetas a continuas variaciones impredecibles:corrientes, oleaje, visibilidad, profundidad o tipos

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de fondos. Por otro, la extensa superficie a pros-pectar, alrededor de 500 ha, y las profundidadesde más de 70 m, nos llevaron al empleo de estra-tegias basadas en el uso de instrumentos tecno-lógicos capaces de superar los condicionantes yofrecernos resultados óptimos. Así, los procedi-mientos tradicionales basados en prospeccionesdirectas, usados por arqueólogos subacuaticos,se reservaron para valoraciones de áreas acota-das, previamente examinadas con sistemas dedetección geofísicos y teledetección.

La intervención tuvo una doble vertiente: re-gistro, valoración y delimitación del área arqueoló-gica y de los bienes que forman parte de la mismay, dada su naturaleza histórica, identificación yconocimiento de los restos.

El estudio y análisis de la documentación his-tórica y de las referencias orales supone una fuentede información inestimable de cara a definir elámbito de actuación y garantizar resultados ópti-mos. Por ello, el manejo de la documentación dearchivos y hemerotecas (publicaciones, cartogra-fía histórica, fotografía aérea e histórica), utilizadadurante todo el proceso, fue uno de los pilaresfundamentales del presente trabajo. Los resulta-dos de estas pesquisas nos permitieron conocerdatos relevantes, no sólo de la potencialidad ar-queológica del ámbito de intervención, sino tam-bién de aspectos diversos relacionados con losrestos localizados en los trabajos.

Por otro lado, las referencias aportadas porbuceadores y pescadores conocedores de la zona,en especial los primeros, proporcionaron una va-liosa información sobre la presencia de bienes ar-queológicos subacuáticos: referencias a los restossumergidos, ubicación y profundidad de los mis-mos, tipos de materiales y grado de conservación.En un medio como el marino, donde no es posibleobservar las evidencias sin sumergirnos, el cono-cimiento previo del entorno y de las posibles evi-dencias es un factor clave de cara a rentabilizar eltiempo de trabajo, los recursos disponibles y obte-ner resultados satisfactorios.

Como ya se ha comentado, nuestro trabajose fundamentó en la utilización de sistemas geo-físicos y de teledetección. Estos métodos resultaneficaces para afrontar el análisis de amplias zonasmarinas, y son cada vez más comunes en lasinvestigaciones arqueológicas subacuáticas. Eltrabajo se complementó con un estudio intensivorealizado por arqueólogos subacuáticos, valién-donos para ello de los procedimientos de búsque-da y reconocimiento más adecuados para cadacaso concreto.

En primer lugar se delimitó el área de estudio,estableciendo un rectángulo de unas 500 ha, divi-dido, a su vez, en calles paralelas, referenciadasen el sistema de navegación de la embarcación yrecorridas con un equipo compuesto por sondamultiház y sónar de barrido lateral, usados por pri-mera vez en las prospecciones arqueológicassubacuáticas extensivas en Canarias. Esta cir-cunstancia dotó al proyecto de una vertiente ex-perimental destinada a analizar la respuesta deestos métodos a nuestras problemáticas y con-textos arqueológicos submarinos.

La ecosonda multiház permite obtener datosbatimétricos de alta resolución hasta profundida-des de 300 m, si bien la cota límite de este proyec-

variables obtenidas a partir de este trabajo fueronanalizadas por un equipo interdisciplinar.

Una vez definidas las áreas de interés arqueo-lógico, se pasó a la fase de valoración histórica ypatrimonial de los elementos detectados, con elfin de conocer sus características y estado deconservación. Para ello, partimos de las prospec-ciones directas de los arqueólogos y del uso delrobot a control remoto (ROV en sus siglas inglesas),que permite una visualización en tiempo real ygrabar imágenes de vídeo de alta resolución. Estedispositivo facilita imágenes cercanas durante elperíodo de tiempo que se estime necesario y aprofundidades, o en condiciones, en las que eltrabajo con medios humanos plantea muchosproblemas o es prácticamente imposible.

Si bien el trabajo de prospección se funda-mentó en la utilización de sistemas de deteccióngeofísicos, que permitían el análisis de ampliaszonas marinas, sus resultados estaban condicio-nados a las prospecciones visuales. En este sen-tido, además de la visualización y grabación deimágenes con ROV, las anomalías detectadas secomprobaban mediante la observación directapara la toma de datos y la realización de valora-

Representación de la toma de datos con ecosonda multiház; debajo, trabajos deprospección subacuática. Al final de la página, imagen digital del ámbito deestudio obtenida con ecosonda multiház, a la izquierda, y fotografía de restosarqueológicos subacuáticos, un cañón, localizado en la zona de Gáldar.

to rondó los 70 m. Con este primer paso, ademásde obtener datos para la generación de una car-tografía de los fondos, pudimos tener acceso auna serie de anomalías que nos permitió, en varioscasos, discriminar los restos arqueológicos de losmateriales que forman parte del fondo.

El análisis con el sónar de barrido lateral pro-porciona imágenes del fondo marino en base adatos de reflectividad, por transmisión y recepciónde impulsos acústicos transformados en señaleselectrónicas e imágenes, con los que podemosobtener información del fondo de una extraordi-naria calidad. Esta información puede concretar-se en datos sobre la morfología de los restos,dimensiones y posición exacta georeferenciada.

El proceso anteriormente descrito generó, porun lado, cartografía batimétrica con una detalladainformación de la composición y morfología de losfondos y, por otro, un catálogo de anomalías paraser examinadas y poder comprobar su correspon-dencia con elementos arqueológicos depositadosen el fondo. Las anomalías eran registradas en suposición exacta, con sus medidas y profundida-des. Con el fin de discriminar áreas potencialmen-te arqueológicas y establecer sus límites, las

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ciones arqueológicas in situ, utilizando para ellolos sistemas tradicionales de prospección, partien-do siempre de criterios flexibles que facilitaran suadaptación a las condiciones del medio (corrien-tes y estado del mar, visibilidad, profundidades ocaracterísticas del fondo), al número de buceadoresdisponibles y a las características de los entornosarqueológicos a intervenir.

En el caso concreto de este trabajo, los siste-mas de registro utilizados fueron, básicamente, laprospección en calles y en círculos concéntricosa partir de elementos arqueológicos detectados.No obstante, las fuertes corrientes de la zona y laprofundidad a la que se encuentran algunos delos pecios limitaron a los buceadores la perma-nencia en el fondo y la posibilidad de acceso a losmismos, lo que ocurrió, por ejemplo, con el vaporMonte Isabela que se encuentra a una profundi-dad de 70 m. Por otro lado, el mal tiempo que seregistró en la zona en diciembre de 2005 restringióla realización de inmersiones y, en algunos casos,la utilización del ROV. Por estos motivos, la com-probación de varias anomalías registradas por losmétodos de prospección geofísicos deberán rea-lizarse en un nuevo proyecto.

Resultados: registro arqueológicosubacuático

Puesto que el reconocimiento arqueológicodel área se fundamentaba en el empleo de siste-mas de detección geofísicos, entre los objetivosdel trabajo estaba el comprobar su respuesta enla localización y registro de bienes patrimonialessumergidos, obedeciendo a ello la decisión de po-nerlos en práctica en una zona donde, a priori, yase conocía la existencia de restos, aunque nuncahubieran sido objeto de análisis desde el punto devista arqueológico.

El registro geofísico, tanto de la ecosondacomo del sónar, proporcionó una lista de anoma-

• Prospección subacuática en la bahía de Gando. Telde

lías que, por su tipología, podrían corresponder arestos arqueológicos sumergidos. Por el limitadoalcance de este proyecto, sólo se comprobó unaselección del catálogo de anomalías registradas,incluyendo las que pudieran pertenecer al vaporfrancés Ville de Pará y al buque español AlfonsoXII, hundidos en 1884 y 1885, respectivamente. Elhecho de concentrarnos en estos pecios se debióa la trascendencia histórica de esos naufragios ya los problemas de protección y conservación queplanteaban, sujetos a visitas incontroladas y expo-lios sistemáticos por parte de algunos buceadoresdesaprensivos, lo que supone un daño irreparablea estos bienes patrimoniales.

El Ville de Pará. Los restos de este vapor fran-cés se encuentran localizados al SE de la baja, apoca distancia de la misma y a una profundidadque ronda entre 37 y 40 m. En la actualidad estáposado sobre un fondo de arena, sometido a va-riaciones estacionales del nivel que originan unamayor o menor cobertura sedimentaria, lo quemotiva, dependiendo de la época, que los restospuedan estar más o menos cubiertos al hacer defreno a las arenas desplazadas por la corriente. Elpecio está orientado con la proa hacia NW y des-cansa en el fondo con el lado de estribor enterra-do, por lo que sólo se aprecia el lado de babor y elinterior de las cubiertas de proa.

El estado de conservación del vapor es distin-to dependiendo de la zona. La popa y la proa seencuentran relativamente bien conservadas, aun-que parte de las cubiertas están desmanteladas.La parte central de la nave, la que mayor cobertu-ra sedimentaria presenta, es la que parece habersufrido mayores daños, pero la estructura, al igualque algunos elementos como anclas, calderas yhélice son totalmente visibles y permiten identifi-car las distintas partes del barco.

La proa sobresale algunos metros de la arenaen la que está parcialmente enterrada, quedandoal descubierto la práctica totalidad de los espa-

cios interiores del vapor en esta zona, que todavíaconserva distintos elementos de los que transpor-taba. Esta circunstancia hace resaltar el interésarqueológico del vapor francés, gracias a que noha sido muy frecuentado por buceadores, aunquesean cada vez más habituales las inmersionesrecreativas y, por tanto, el riesgo de expolio. Elestudio sistemático de los restos del Ville de Parápuede suponer una aportación muy interesante ala historia de la navegación insular de finales delsiglo XIX.

El barco fue construido en Inglaterra, juntocon el Ville de Cerara, para la compañía francesaChargeurs Réunis. Se trataba de un carguerotrasatlántico mixto de 89,50 m de eslora y 11,37 mde manga, con una capacidad de carga de 2.300Tn. La maquinaria estaba compuesta por dos cal-deras de vapor cilíndricas con una potencia de1.500 Cv. Este vapor estaba preparado para eltransporte de 320 pasajeros más la tripulación.

El 11 de octubre de 1884, este trasatlánticofrancés encalló en la baja de Gando para hundir-se con toda la carga y dos personas en su interiorunos 45 minutos después del choque contra elescollo. El barco había partido nueve días antesdel puerto francés de El Havre con 67 personas abordo y tres sacos de correspondencia rumbo aPernambuco, previa escala en Lisboa. Los pes-cadores de Gando, con sus barquillas pudieronrescatar a 65 personas y trasladarlas a la punta deGando, donde a instancias del representante delDepartamento de Sanidad permanecieron asilados

Bajo estas líneas, fotografías de la bahía y de la torrede Gando a principios del siglo XX. Abajo, el vapor Ville dePará, hundido en 1884.

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Canaria, parte del análisis de un ámbito marino,potencialmente arqueológico, con el objetivo deconocer y valorar sus características y poder pro-poner y establecer los mecanismos encaminadosa su protección y conservación.

En este sentido, la ley de Patrimonio Históricode Canarias, en su artículo 62.2b, declara comoBien de Interés Cultural con categoría de bienesmuebles los pecios situados en las aguas de Ca-narias. No obstante, dada la existencia de variosyacimientos en la zona objeto de este artículo, sepodría plantear que, si bien los resultados aporta-dos por este estudio no son concluyentes en cuan-to a la determinación del volumen total de lasevidencias arqueológicas existentes, sí nos permi-ten contar con una información arqueológica ydocumental relevante de cara a considerar el es-pacio analizado en la punta, baja y bahía de Gandocomo un zona arqueológica subacuática.

En definitiva, el proyecto abre la puerta a unanálisis más profundo del ámbito de estudio, puestoque si bien ha contribuido al registro y análisis deuna parte del potencial arqueológico de la zona,se hace necesario un estudio arqueológico siste-mático que permita concretar un inventario insu-lar. Sólo así podremos acercarnos al conocimientode nuestro patrimonio arqueológico subacuáticoy hacer posible el establecimiento las medidas ne-cesarias para su eficaz protección.

toda la noche con sus rescatadores, hasta la ha-bilitación del lazareto del puerto de La Luz dondepasaron siete días de cuarentena, una medidapreventiva tomada por las autoridades canariasdebido al miedo de propagación de algunas epi-demias que afectaban entonces a Europa.

El vapor Alfonso XII. Se encuentra localizadoa unos 1.500 m al SE de la punta de Gando.Descansa sobre su quilla en un lecho arenoso auna profundidad máxima de 48 m con la popaorientada al sur y la proa al norte. El barco presen-ta un estado de conservación variado, siendo laproa y algunas zonas del centro de la nave laspartes más castigadas. La práctica totalidad delpecio sobresale de la arena, y tanto su estructuracomo la mayor parte de los elementos que la con-forman son perfectamente identificables. Cabedestacar la conservación de varias cubiertas enalgunos sectores del vapor, además de la popadonde se mantiene en pie el timón y la hélice.

El Alfonso XII era una nave a vapor con apare-jo de fragata de tres palos y bauprés, construidoen los astilleros escoceses de Dumbarton para laCompañía Trasatlántica. Tenía 110 m de eslora,11,58 de manga y 8,6 de puntal, y funcionabacon una maquinaria de caldera cilíndrica de 1.773Cv de potencia y carboneras con capacidad para657 Tn, capaz de navegar a 14 nudos. Cuando seconstruyó, 1875, era el barco más grande de lamarina mercante española y podía transportar al-rededor de 1.300 pasajeros más unos 120 tripu-lantes y desplazar 3.000 Tn de carga.

Este trasatlántico, que había partido de Cádizen dirección a Puerto Rico y Cuba, tras zarpar deLas Palmas encontró su final al dar sobre la bajade Gando el 13 de febrero de 1885, hundiéndoseinstantes después. En el momento de su naufra-gio viajaban 144 pasajeros y 124 tripulantes, ytransportaba parte de los enseres de los pasaje-ros, mercancías, correspondencia oficial y públi-ca, además de 10 millones de reales en monedasde oro para el pago del último empréstito a Cuba.Tanto el barco como su carga fueron a parar auna profundidad de casi 50 m, donde reposa en laactualidad.

Inmediatamente después del siniestro, la em-presa trató de reflotar el Alfonso XII, pero fue impo-sible, pese a contar con los mejores buzos inglesesy españoles del momento, debido a la profundi-dad a la que se encontraba el vapor; por ello, unavez recuperada la carga de valor se abandonó elbuque. Para realizar estas tareas y poder accederal interior de la nave hubo incluso que dinamitaralgunas partes de la misma.

Entre las mercancías recuperadas se encon-traban nueve de las diez cajas del oro que iba aCuba, alimentado así una leyenda de malas con-secuencias para la conservación de este bien dealto valor patrimonial, puesto que han sido nume-rosos los buceadores que han llegado hasta elpecio en busca, infructuosamente, del oro, y hanoptado por llevarse a cambio otros elementos comopiezas de vajilla, faroles, campanas, joyas, etc.,propiciando el expolio de parte de los materialesque todavía conserva un barco que, sin duda, esuna de las piezas claves de la arqueología maríti-ma de época contemporánea en Canarias.

A modo de conclusión

El proyecto de prospección subacuática de lacosta de Gando, que supone la primera interven-ción arqueológica sistemática de este tipo en Gran

A la izquierda, dibujo en blanco y negro del vapor Alfonso XII. Bajo estas líneas, las imágenes son de laprospección arqueológica realizada en ese mismo barco y un plano de Antonio Riviere (siglo XVIII)de la punta y bahía de Gando. Abajo, otra imagen del Alfonso XII, hundido en 1885 y, finalmente, algunosrestos arqueológicos de las calderas del Ville de Pará.