Prólogo-Urbanos-Rincones

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Prólogo La locura de la vida urbana muchas veces se contrapone a búsquedas muy deseadas y necesarias, como puede ser encontrar espacios de paz para la contemplación, la introspección, para alimentar la fantasía y el sueño; instancias que corremos a buscar en lugares apartados, sigilosos y extensos. Esperamos que la vida y cada una de sus sensaciones se expanda así como los ecos recorren el silencio. Pero la realidad y sus formas de ser percibidas superan y explotan cualquier cerco, inclusive el mas duro concreto de la urbe. Se proyectan como un juego dialéctico interminable: el mundo se imprime en el más diminuto rincón de una transitada vereda, así como dicho paraje es sólo una partícula fugaz de lo que el universo puede llegar a ser. Misterio y totalidad, universo y finitud, fundidos en el reflejo de una gota de agua. En este juego infinito, los deseos, las heridas y las utopías de los cuerpos se fungen con cada vericueto y en cada detalle que componen el paso. Y es así que se dibuja lo que conocemos como real. Son pinceladas que no siguen trazos dados sino que hilvanan lugares infinitos entre sentidos, anhelos, gestos y fantasías. Allí reside el poder de una imagen. Ella no queda sólo como el retazo de un momento pasado, sino que se transforma en un portal para vislumbrar todos los posibles mundos grabados en ese pequeño extracto, que nos encuentra en el atajo y a su vez lo construimos en el topetazo. Una foto se torna, entonces, en un acto de empoderar la realidad al exponer su infinita capacidad re-creativa (sí: sentido lúdico y sentido existencial siempre van de la mano). Este hermoso trabajo, realizado por dos grandes amigos que fueron de gran inspiración para mis tímidos pasos dentro del mundo de la poesía, es una muestra de este maravilloso y exquisito ejercicio. Con una perspicacia aguda, pero sobre todo sensible y honesta frente a la complejidad de la existencia, Carolina y Luis nos ofrecen un recorrido por

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Prólogo

La locura de la vida urbana muchas veces se contrapone a búsquedas muy deseadas y necesarias, como puede ser encontrar espacios de paz para la contemplación, la introspección, para alimentar la fantasía y el sueño; instancias que corremos a buscar en lugares apartados, sigilosos y extensos. Esperamos que la vida y cada una de sus sensaciones se expanda así como los ecos recorren el silencio.

Pero la realidad y sus formas de ser percibidas superan y explotan cualquier cerco, inclusive el mas duro concreto de la urbe. Se proyectan como un juego dialéctico interminable: el mundo se imprime en el más diminuto rincón de una transitada vereda, así como dicho paraje es sólo una partícula fugaz de lo que el universo puede llegar a ser. Misterio y totalidad, universo y finitud, fundidos en el reflejo de una gota de agua.

En este juego infinito, los deseos, las heridas y las utopías de los cuerpos se fungen con cada vericueto y en cada detalle que componen el paso. Y es así que se dibuja lo que conocemos como real. Son pinceladas que no siguen trazos dados sino que hilvanan lugares infinitos entre sentidos, anhelos, gestos y fantasías.

Allí reside el poder de una imagen. Ella no queda sólo como el retazo de un momento pasado, sino que se transforma en un portal para vislumbrar todos los posibles mundos grabados en ese pequeño extracto, que nos encuentra en el atajo y a su vez lo construimos en el topetazo. Una foto se torna, entonces, en un acto de empoderar la realidad al exponer su infinita capacidad re-creativa (sí: sentido lúdico y sentido existencial siempre van de la mano).

Este hermoso trabajo, realizado por dos grandes amigos que fueron de gran inspiración para mis tímidos pasos dentro del mundo de la poesía, es una muestra de este maravilloso y exquisito ejercicio. Con una perspicacia aguda, pero sobre todo sensible y honesta frente a la complejidad de la existencia, Carolina y Luis nos ofrecen un recorrido por imágenes recónditas y paisajes cotidianos de la urbe porteña, desde una lectura que dista de ser sólo un proyecto artístico sino, sobre todo, una invitación e inspiración a reconocer el poder utópico de una percepción abierta a ver el más allá de los detalles del día a día, que en nuestro trajín diario muchas veces pasamos por alto.

Nicolás Panotto4 de octubre de 2015