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EEDDUUCCAACCIIÓÓNN SSOOCCIIAALL

PPrrooggrraammaa ddee FFoorrmmaacciióónn aa DDiissttaanncciiaa

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2 EDUCACIÓN SOCIAL

OBJETIVOS DEL CURSO

Ofrecer una fundamentación conceptual de la educación social analizando sus ámbitos de intervención, sus orígenes y su situación actual. Determinar el perfil profesional del educador social y sus competencias.

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CONTENIDOS DEL CURSO

1. EDUCACIÓN SOCIAL Conceptualización; Sectores de Intervención; Ámbitos específicos de Intervención; Nuevos ámbitos de Intervención. 2. ORÍGENES DE LA EDUCACIÓN SOCIAL La Educación Social actualmente. 3. EL EDUCADOR SOCIAL Definición de Educador Social; Figura profesional del Educador Social; Problemas para la profesionalización en Educación Social. 4. COMPETENCIAS PROFESIONALES DEL/DE LA EDUCADOR/A SOCIAL Competencias fundamentales del/de la Educador/a Social. Competencias centrales. 5. CÓDIGO DEONTOLÓGICO PARA LA PRÁCTICA PROFESIONAL DE LA EDUCACIÓN SOCIAL

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EDUCACIÓN SOCIAL

A la hora de conceptualizar el término Educación Social una de las primeras consideraciones que nos aparece es que no existe una única acepción del mismo, sino que se trata de un concepto polisémico y sobre el que existen diversas formas de entenderlo, si bien, es posible afirmar que a partir de las aportaciones de J.M. Quintana (1998) se considera como el objetivo principal de la Educación Social “facilitar el desarrollo de la socialización de

los sujetos para conseguir su plena integración y articulación social”. Según cuáles sean los sujetos preferentes de la acción diferenciamos dos perspectivas: una perspectiva restringida que focaliza la acción en las personas y los grupos que presentan algún tipo de dificultad social y una perspectiva amplia que dirige la acción hacia cualquier persona o grupo, independientemente de si éstos presentan o no necesidades socioeducativas específicas. Teniendo en cuenta ambas perspectivas Violeta Núñez (1990) define la Educación social como “la acción socioeducativa que tiene lugar en espacios no escolares con el objetivo de facilitar la circulación social tanto de aquellos sujetos y grupos que se encuentran en situación de dificultad social, como de aquellos otros que no se encuentran en dicha situación y que, por tanto, presentan procesos normalizados de socialización”. Otros autores consideran diferentes acepciones de Educación social en base a criterios de demarcación así, Jaume Trilla (2000) establece tres criterios que delimitan el campo de la Educación social: “Un criterio psicológico, que restringe los procesos de la Educación social al

desarrollo de la sociabilidad de los sujetos,

1.

1. Conceptualización; 2. Sectores de Intervención; 3. Ámbitos específicos de Intervención; 4. Nuevos ámbitos de Intervención.

1.1. CONCEPTUALIZACIÓN

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Un criterio sociológico, que restringe el campo de acción de la Educación social a los sujetos y grupos en situación de conflicto social.

Un criterio pedagógico, que la restringe a los espacios educativos no

escolares”. Existen muy variadas y distintas definiciones atendiendo a los diversos posicionamientos teóricos, pero en la actualidad, y teniendo en cuenta la práctica profesional del colectivo de educadores/as sociales podemos definir la Educación social como:

Así, la social hace referencia a todos aquellos procesos de educación formal, no formal e informal que tienen lugar en cualquier dinámica social o educativa y que afectan al proceso de socialización e integración social de los sujetos, independientemente de si éstos presentan o no necesidades socioeducativas específicas. Otras concepciones de la Educación social serían:

Educación en la sociedad. Educación Social entendida en función del espacio en que se desarrolla, la sociedad.

Educación de la sociedad. Educación Social entendida como la transmisión

de los valores educativos propios de una sociedad.

Educación por la sociedad. Educación Social como la influencia educativa que ejerce la sociedad en su conjunto sobre el ciudadano.

Educación para la sociedad. Educación Social como influencia de los

poderes públicos con fines políticos o para la vida social.

Los procesos y las dinámicas socioeducativas que posibilitan y facilitan el óptimo desarrollo de los procesos de socialización, tanto desde una perspectiva inespecífica (aquellos procesos y aquellas dinámicas socioeducativas indiferenciadas que afectan a cualquier persona en cualquier espacio social), como desde una perspectiva específica (aquellos procesos y aquellas dinámicas socioeducativas diferenciadas que principalmente tienen lugar dentro de la modalidad de la educación no formal y que básicamente, aunque no exclusivamente, afectan a personas que presentan necesidades particulares respecto a sus procesos de integración social).

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Los sectores de intervención de la Educación Social se conforman de acuerdo a las interrelación de las siguientes tres variables:

El grupo de edad, La existencia de colectivos que presentan necesidades singulares, y La posición institucional desde donde opera la acción socioeducativa.

Las combinaciones posibles entre las dos primeras variables nos indican el sector de intervención, y la tercera variable define el área institucional, añadiéndose a las combinaciones entre las dos anteriores. En relación al grupo de edad se suelen distinguir cuatro grandes colectivos, si bien los intervalos de edad señalados son sólo indicativos:

Infancia y adolescencia (0-18 años), Juventud (18-25 años), Personas adultas (25-65 años) Vejez (mayores de 65 años)

Cada grupo de edad presenta unas características y unas necesidades específicas asociadas a su particular fase evolutiva, siendo necesario adaptar la acción socioeducativa a dichas características y necesidades. Sin embargo es necesario destacar que el tramo de edad no es la única variable, ni en ocasiones la más importante que condiciona la intervención socioeducativa ya que, aunque los colectivos presentan cierta homogeneidad asociada a la edad, la existencia de otras características que no dependen de la edad sino de factores sociales, económicos, culturales, de género o de trayecto vital introducen una gran diversidad y pluralidad interna en cada colectivo. Esta heterogeneidad es la segunda forma de entender los sectores de intervención de la Educación Social: en función de las necesidades o de las problemáticas singulares que afectan a una persona o a un colectivo. Desde este punto de vista, es posible diferenciar sectores que presentan necesidades o problemáticas singulares, como pueden ser, entre otras, la pobreza o las situaciones de precariedad económica y/o laboral, la marginación o exclusión social, las drogodependencias, las minorías étnicas o culturales, las familias desestructuradas o con graves problemas relacionales, los malos tratos de cualquier tipo, etc.

1.2. SECTORES DE INTERVENCIÓN

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Entre estas dos variables: grupo de edad y necesidades singulares, existe una importante diferencia ya que mientras los grupos de edad son una variable excluyente, las necesidades o problemáticas singulares pueden presentar carácter complementario. Es decir, una misma persona pertenece a un único grupo de edad, pero puede presentar una, dos o diversas necesidades singulares así como no presentar ninguna de éstas.

Por ejemplo, la infancia como grupo de edad presenta unas características y unas necesidades propias, pero esto no significa que sea un grupo homogéneo, ya que existen niños y niñas que presentan necesidades o problemáticas particulares que singularizan su realidad socio personal. Existen niños y niñas sometidas a malos tratos y abusos, niños y niñas que no tienen garantizadas sus necesidades básicas de subsistencia, niños y niñas que presentan algún tipo de discapacidad, niñas y niñas que..... Todas estas posibles situaciones singulares no son excluyentes, sino complementarias: son situaciones que pueden añadirse las unas a las otras. Así, un/a mismo/a niño/a puede presentar una discapacidad, estar sometido/a a malos tratos, formar parte de una familia con problemas socioeconómicos... o, como la mayoría de niños y niñas no tener asociada ninguna de dichas características.

En relación a la variable áreas de organización institucional, por ejemplo el sistema educativo, los servicios sociales, la sanidad, la justicia, el tiempo libre,... ésta será determinante en la perspectiva desde la cual el/la profesional de la Educación Social abordará la acción, tanto desde los objetivos prioritarios a los recursos existentes o disponibles, como del marco normativo o reglamentario. Mientras que la edad y la existencia o no existencia de necesidades singulares perfila, aunque parcialmente, quién es el sujeto de la acción socioeducativa, el área institucional concretará la acción socioeducativa. Así, aunque desde la Educación Social sea necesario pensar y desarrollar acciones socioeducativas que contemplen el sujeto en su integridad, la posición institucional limitará el carácter global de la acción.

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Consideramos ámbitos específicos de intervención de la Educación Social aquellos ámbitos que se encuentran socialmente, profesionalmente y/o académicamente reconocidos, consolidados y/o en pleno proceso de desarrollo y expansión. Teniendo en cuenta las diferentes acepciones conceptuales de la Educación Social existen diferentes formulaciones referidas a sus ámbitos específicos de intervención. Así, para Antoni Colom (1983), las áreas de incidencia de la Educación Social serían la educación especial, la pedagogía de la comunicación, la formación permanente, la orientación y asesoramiento, y la educación compensatoria. Y según Millán Arroyo (1985), los ámbitos de intervención serían las situaciones problemáticas de la primera infancia y de la edad preescolar, los problemas de la edad escolar y relacionados con la educación escolar, los problemas de promoción y trabajo formativo extraescolar de la juventud, las situaciones problemáticas de la falta de trabajo, las necesidades de educación de padres y la educación de adultos/as, las situaciones problemáticas de la tercera edad, los problemas relativos a la situación de los/las trabajadores/as extranjeros/as, los problemas sociales y comunitarios del tiempo libre, y, finalmente, la prevención y tratamiento social e institucional para la socialización, resocialización o reinserción social de sujetos inadaptados, marginados o conflictivos . Martí Xavier March (1986), apunta cuatro ámbitos: la educación informal, el ocio y el tiempo libre, los servicios sociales y la educación permanente de adultos/as. José Ma. Quintana (1986) distingue entre dos grandes áreas de intervención: a) La asociada a un concepto amplio de Educación Social, es decir, la

acción socioeducativa dirigida a favorecer el proceso de socialización de los sujetos, independientemente de cuál sea su situación socio personal y

b) La asociada a un concepto restringido de Educación Social, es decir, la

acción socioeducativa dirigida a favorecer el desarrollo de la socialización de aquellos sujetos que presentan necesidades singulares. Y desde esta segunda perspectiva se incluyen los siguientes ámbitos: la atención a la infancia, la adolescencia y la juventud con problemas, la atención a la familia, la atención a la tercera edad, la atención a los discapacitados físicos, psíquicos y sensoriales, la pedagogía hospitalaria, la prevención y el

1.3. ÁMBITOS ESPECÍFICOS DE INTERVENCIÓN

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tratamiento de las toxicomanías, la prevención de la delincuencia juvenil y la reeducación de los sujetos disocializados, la atención a los grupos marginados, la promoción de la condición social de la mujer, la educación de adultos/as y, finalmente, la animación sociocultural.

Analizando las diferentes aportaciones teóricas podemos concluir que: Existe un desorden conceptual ya que los criterios de clasificación son

utilizados indistintamente. Por ejemplo, una misma clasificación puede identificar como campos de acción de la Educación Social la atención a la infancia (grupo de edad), la atención a los discapacitados (necesidad singular), la pedagogía hospitalaria (área institucional) o la animación sociocultural (ámbito transversal que puede incluir cualquiera de las variables anteriores).

Frecuentemente las categorías utilizadas se refieren a colectivos que

presentan situaciones problemáticas, es decir, existe un claro sesgo hacia la Educación Social dirigida a personas o colectivos que presentan necesidades singulares.

Los ámbitos que fueron desarrollados en las Jornadas sobre la Formación de Educadores y Agentes socioculturales (VV. AA., 1988), y que han sido posteriormente aceptados y desarrollados por un número significativo de autores son los cuatro siguientes: La Animación Sociocultural y la Pedagogía del Ocio, La Educación Especializada, La Educación de Adultos/as, y La Animación Socioeconómica y Formación Ocupacional.

En relación a estos cuatros ámbitos, y de una forma resumida podemos decir que: La Animación Sociocultural, en tanto que pretende favorecer el desarrollo

comunitario y la creación o el fortalecimiento de las redes relacionales y asociativas, es el ámbito que presenta una relación más directa con la acepción amplia de Educación Social (acciones socioeducativas que persiguen favorecer el desarrollo del proceso de socialización de cualquier sujeto, independientemente de si éste presenta o no necesidades específicas o singulares).

La Educación Social especializada, que se dirige a personas o colectivos

que sí presentan necesidades singulares que están afectando negativamente el desarrollo de la socialización, es el ámbito que presenta una relación más intensa con la acepción restringida de Educación Social.

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La Educación de personas adultas, en cuanto ámbito de Educación Social

facilita el desarrollo de aprendizajes básicos para la correcta articulación del sujeto en el contexto de época en el que vive, para lo cual es imprescindible el dominio de aquellos elementos que presentan valor de cambio significativo en relación a la realidad sociocultural, siempre desde una perspectiva de desarrollo integral de la persona. Tradicionalmente se ha entendido que la educación de personas adultas contemplaba cuatro áreas: la formación básica compensatoria, la formación cívica, la formación para el desarrollo personal y social, y la formación relacionada con el mundo del trabajo.

La última área de la Educación de personas adultas constituye el cuarto

ámbito específico de la Educación Social: la formación laboral, que pretende favorecer los aprendizajes directamente relacionados con el mundo del trabajo desde una triple perspectiva: la formación laboral inicial que pretende facilitar el acceso a una primera ocupación, la formación laboral dirigida a personas desocupadas que quieren insertarse en el mercado de trabajo y la formación laboral dirigida a personas ocupadas que quieren mejorar su cualificación y sus condiciones laborales. Desde nuestro punto de vista entendemos que la Educación Social desde el ámbito laboral presenta un carácter poco específico, siendo un ámbito de intervención compartido con otras profesiones y disciplinas sociales.

Aunque se trata de ámbitos con características definitorias propias, si seguimos a Trilla podemos señalar como características compartidas las siguientes:

Todos los ámbitos se centran en procesos educativos con el objetivo de favorecer el desarrollo de la sociabilidad de los sujetos;

Las acciones educativas son contextualizadas a partir de las realidades concretas de los sujetos afectados;

Las acciones educativas llevadas y los mismos profesionales, presentan

una especial sensibilidad social, mostrándose mayoritariamente favorables al cambio social y al ejercicio real de la igualdad de oportunidades;

En relación a los recursos disponibles y utilizados existe una cierta

mentalidad de escasez y pobreza.

Escasa consideración y valoración que, históricamente, estos ámbitos han tenido dentro del campo de la pedagogía tradicional;

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Aquellos ámbitos que, si bien presentando un desarrollo práctico considerable no presentan un nivel de acuerdo significativo dentro de las comunidades académicas y profesionales, son los que consideramos como ámbitos emergentes en la Educación Social. Entre ellos podemos identificar: los deportes como instrumento de socialización, el desarrollo de la inteligencia emocional, los medios de comunicación audiovisual, la educación ambiental o la educación intercultural. La inclusión de la Educación Social dentro del marco escolar aparece también como uno de los ámbitos emergentes de intervención. Los nuevos ámbitos de intervención social aparecen asociados a una acepción amplia de la Educación Social donde ésta es entendida como socialización de los sujetos, independientemente de si éstos presentan o no presentan necesidades singulares ya que considerando una acepción restringida los nuevos ámbitos aparecen como variantes de las intervenciones formalizadas pero sin dar lugar a un nuevo espacio de intervención. Es necesario mantener una actitud abierta ante posibles nuevos campos de acción asociados a la Educación Social ya que el reconocimiento de la diversificación de las capacidades sociales actuales permite el desarrollo de ámbitos diversos abordables desde la Educación Social como por ejemplo, la educación ambiental, la educación viaria, la educación para la salud, la educación para el consumo o la educación para la solidaridad y la cooperación... Relacionado con los sectores emergentes de la Educación Social en el informe para la UNESCO de la Comisión Internacional sobre Educación para el Siglo XXI (1996) se hacía referencia a los cuatro principios básicos que deben regir la educación: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser. De estos cuatro pilares mencionados que deben regir la educación futura, al menos dos, se relacionan directamente con contenidos propios de la Educación Social: aprender a vivir juntos y aprender a ser y si, tal y como concluye el informe la educación formal tiende a privilegiar el acceso al conocimiento (el aprender a conocer) en detrimento de las otras formas de aprendizaje, las aportaciones de la Educación Social al sistema educativo y las prácticas socioeducativas asociadas a espacios no escolares presentan un alto potencial de crecimiento.

1.4. NUEVOS ÁMBITOS DE INTERVENCIÓN

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Por otra parte, debemos tener en cuenta que la sociedad occidental contemporánea se encuentra sometida a procesos de transformación que afectan de manera directa a las relaciones sociales, planteándose como un reto educativo la adaptación a estos cambios. Así, en la actual sociedad del conocimiento, los retos planteados por la globalización (ya que ésta no sólo es económica, sino que afecta también a la cultura y las relaciones sociales) y el papel que las tecnologías de la información y de la comunicación tienen en la configuración de las relaciones sociales suponen un nuevo espacio de actuación para la Educación Social. En relación con otros de los nuevos espacios o sectores emergentes con incidencia directa en la Educación Social aparece el concepto de Inteligencia Emocional (Daniel Goleman, 1996). La inteligencia emocional se concreta en la adquisición, desarrollo y mejora de una variedad de capacidades y habilidades sociales: empatía, expresión y comprensión de los sentimientos, control, independencia, capacidad de adaptación, capacidad de resolver los problemas de forma interpersonal... Posiblemente la inteligencia emocional sea una de las áreas que más crecimiento tengan en un futuro cercano, siendo posible asociar la alfabetización emocional (desarrollo integral y óptimo de nuestras capacidades y habilidades emocionales) con el correcto desarrollo del proceso de socialización y, por tanto, como uno de los ámbitos de intervención de la Educación Social que presentan mejores posibilidades de futura expansión.

Las relaciones existentes entre inteligencia social y Educación Social aparecen en el estudio de Robert D. Putnam (2003) donde desarrolla el concepto de capital social. Así, la idea básica del capital social es que la familia, los amigos y los compañeros de una persona constituyen un valor importante al que recurrir en una crisis, del que disfrutar por sí mismo y del que servirse para conseguir ventajas materiales, y

que esto, que es cierto para los individuos, lo es también para los grupos. De esta manera se entiende que las comunidades con recursos variados de redes sociales y asociaciones cívicas se encuentran en una posición más sólida para hacer frente a la pobreza y la vulnerabilidad, resolver disputas y sacar partido a oportunidades nuevas. Por tanto, desarrollar e incrementar el capital social de las personas y de los grupos debería ser uno de los objetivos fundamentales de una Educación Social que pretenda potenciar la inteligencia emocional como uno de sus ejes prioritarios de acción. Por tanto, es conveniente que la Educación Social, como práctica socioeducativa contemple el desarrollo de la inteligencia emocional como uno de los ejes preferentes de acción, tanto desde el punto de vista de los ámbitos específicos de intervención, como desde el punto de vista de posibles nuevos espacios emergentes de acción.

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Aunque resulta evidente una relación entre las nuevas tecnologías de comunicación e información y los procesos de socialización y articulación social, el futuro se puede vislumbrar desde una doble perspectiva:

Una perspectiva optimista, donde los sujetos están interrelacionados, y donde las nuevas tecnologías facilitan la participación y la relación social, convirtiéndose, de esta manera, en un potente elemento posibilitador que abre nuevas perspectivas y posibilidades a los seres humanos,

Una perspectiva negativa, una sociedad donde el acceso a estos nuevos

medios y tecnologías está restringido, convirtiéndose éstas en uno de los elementos más significativos en relación a la articulación o exclusión social de los sujetos, donde las desigualdades se han intensificado, siendo justamente estas nuevas tecnologías un elemento añadido de desigualdad, que no de democratización y donde las personas que sí tienen acceso desarrollan un uso abusivo y dependiente de dichas tecnologías, de tal manera que los seres humanos se convierten en más insolidarios, solitarios, aislados...

Sin duda, uno u otro escenario, con todas las matizaciones posibles, configuran unas necesidades sociales radicalmente diferentes y, por tanto, la evolución de la Educación Social, y de los ámbitos de intervención a ella asociados, dependerá, en parte, de cuál sea el escenario de partida.

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ORÍGENES DE LA EDUCACIÓN SOCIAL

Los orígenes de la Educación Social pueden ser estudiados desde diferentes perspectivas, entre ellas los estudios que encuentran los orígenes de la Educación Social en la acción educativa realizada por diferentes instituciones (por ejemplo, la Institución Libre de Enseñanza durante los años de la Segunda República a través del Patronato de Misiones Pedagógicas) o los estudios realizados sobre el origen y evolución de los planes formativos de los diferentes agentes sociales. Si tenemos en cuenta las prácticas sociales, el antecedente de la Educación Social son, sin duda, las acciones de protección a la

infancia más desfavorecida. Aunque se afirma que el origen histórico del educador social aparece asociado a las instituciones de “vigilancia” de los siglos XVII y XVIII, la Educación Social, tal y como la podemos entender hoy, aparece a raíz de la Segunda Guerra Mundial, siendo en Francia donde se fundan las primeras escuelas de educadores sociales en 1945. En España, en 1969 e impulsada por distintas instituciones cercanas a la educación de jóvenes inadaptados, se crea en Barcelona el Centro de Formación de Educadores Especializados que será la primera escuela de educadores sociales del país. Entre los fenómenos sociales que aparecen entre los orígenes de la actual Educación Social están: La necesidad de reconstrucción del tejido social tras la II Guerra Mundial

(miseria generalizada, aumento de la delincuencia juvenil e infantil, proliferación de huérfanos, aparición social de la deficiencias...). En España se convierte en un instrumento de lucha contra la dictadura, así como de organización de la democracia.

La necesidad de una educación popular, obrerista y compensatoria que

permitiera reducir las tasas de analfabetismo de principios del siglo XX.

2.

1. La educación Social Actualmente;

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La reducción de las horas de trabajo y el fracaso del modelo tradicional escolar que ponen en funcionamiento las prácticas de la educación en el tiempo libre que han dado origen a la Animación Sociocultural.

La emigración a las ciudades iniciada a partir de los años 60 provoca una

masificación en los barrios, creando a su vez barrios marginales con unas altas tasas de desintegración social sobre las que ejercer acciones correctivas de integración social.

La necesidad de una mano de obra cada vez más capacitada y adaptada a

los cambios en el sistema de trabajo hace necesaria una nueva educación de adultos que cumpla con esta función.

Estos fenómenos llevan aparejado una serie de prácticas educativas que, al margen del sistema educativo formal1

forman un propio sistema educativo englobado dentro de la educación no formal e informal y que conlleva prácticas definidas cono educación de adultos, educación popular, animación sociocultural, gestión cultural, educación especializada....

A partir de los años 80 empiezan a institucionalizarse estas prácticas y en esta época confluyen dos corrientes de intervención:

Las provenientes de una concepción más sociológica y tendentes al desarrollo comunitario y la asistencia individualizada. Se estructuran a través de las prácticas de la educación especializada en marginación social del menor y el trabajo social.

Aquellas que provenientes de la educación en el tiempo libre, el asociacionismo juvenil y cultural y los centros de vacaciones, se estructuran a través de las prácticas del asociacionismo, la animación sociocultural y la gestión cultural.

1 Educación formal: aprendizaje ofrecido normalmente por un centro de educación o formación, con carácter estructurado (según objetivos didácticos, duración o soporte) y que concluye con una certificación. El aprendizaje formal es intencional desde la perspectiva del alumno. Educación no formal: aprendizaje que no es ofrecido por un centro de educación o formación y normalmente no conduce a una certificación. No obstante, tiene carácter estructurado (en objetivos didácticos, duración o soporte). El aprendizaje no formal es intencional desde la perspectiva del alumno. Educación informal: aprendizaje que se obtiene en las actividades de la vida cotidiana relacionadas con el trabajo, la familia o el ocio. No está estructurado (en objetivos didácticos, duración ni soporte) y normalmente no conduce a una certificación. El aprendizaje informal puede ser intencional pero, en la mayoría de los casos, no lo es (es fortuito o aleatorio).

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Aunque en un principio se intentaron crear estudios reglados únicos que agruparán ambas prácticas en el desarrollo posterior se llego a un triple campo de formación para el/la educador/a social: a) La creación de los estudios universitarios de trabajo social, que desde

una concepción más asistencial e individualizada asumen las demandas, técnicas de intervención y funciones de la planificación social, el desarrollo comunitario e incluso de la animación sociocultural.

b) La puesta en funcionamiento de unas escuelas, no regladas por el

sistema educativo formal, de formación de educadores/as especializados/as, que desde una perspectiva inicial de integración social del/de la niño/a marginado/a asumen también, el discurso del desarrollo comunitario, la planificación y el voluntariado social.

c) Por último unas escuelas, no regladas tampoco por el sistema educativo,

que inician una formación para monitores/as y animadores/as de tiempo libre juvenil pero que inmediatamente van asumiendo roles, técnicas y funciones de la animación sociocultural, la educación de adultos y la gestión cultural.

Posteriormente la formación del/de la educador/a social quedó institucionalmente establecida y reglada aunque no se pueda decir lo mismo en referencia a la institucionalización de la figura del/de la educador/a social y su estatus profesional. A lo largo de la historia, la intervención social ha pasado de unos modelos marcadamente asistenciales a modelos más amplios y, aunque actualmente los campos de intervención de la Educación Social2

pertenecen básicamente a las áreas socioculturales y socioeducativas de la intervención social, las necesidades que se detectan actualmente en la vida comunitaria exigen diversas actuaciones tanto de índole social como educativa.

2 Las áreas en las que tradicionalmente se divide la intervención social son: - El área Socio-asistencial; aquellas intervenciones sociales que se ocupan de cubrir necesidades básicas o urgentes que requieren respuestas inmediatas. - El área Socio-económica; acciones que favorecen la inserción ocupacional de personas y colectivos, el autoempleo y el cooperativismo. - El área Socio-cultural; animación, dinamización, gestión y difusión de actividades y procesos culturales, cultura popular...a partir de la participación social. - El área Socio-educativa; procesos educativos para desarrollo, prevención o modificación de actitudes y valores en el ámbito de la educación no formal

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Cualquier reflexión sobre la Educación Social en estos momentos hay que situarla en el contexto de crisis del estado de bienestar y de dualización social de la población. En la dualización social, por un lado, se sitúan las personas integradas y, por otro, las marginadas y, este proceso de dualización es, en gran parte, consecuencia de una de las maneras más relevantes de integración social como es el acceso al empleo. En un período de dificultades para acceder al mercado laboral, una parte muy significativa de la población queda marginada (jóvenes improductivos, ancianos/as, discapacitados/as,...). A esta sociedad dual también se le denomina sociedad de los dos tercios, ya que existe una elite privilegiada por su situación laboral, con contratos estables y bien remunerados; un sector menos privilegiado, con contratos eventuales pero que pueden disponer de cierto poder adquisitivo; y un sector que se encuentra al margen de la dinámica laboral, con todas las consecuencias que esto supone (imposibilidad de acceder a una autonomía, al disfrute de bienes,...). La problemática originada por la dualización social, cada vez más acusada, hace necesario la búsqueda de alternativas a la simple “[...] neutralizar, segregar, excluir o eliminar de la circulación a los sujetos (personas, grupos o sectores) y a las prácticas (mendicidad, prostitución de calle o adolescentes y jóvenes en la calle, entre otras) que contradicen la apariencia de normalidad y de buen funcionamiento del orden social y de sus instituciones” (Manzanos, 1996).

Otro de los rasgos definitorios de la sociedad actual es el cambio permanente y global, ubicándose la Educación Social en una sociedad en la que prima la transitoriedad (las relaciones con las personas, los lugares, las organizaciones, las ideas... cada vez son más breves) y, en la cual, se requiere una formación polivalente y permanente que permita responder a las situaciones cambiantes provocadas,

entre otras, por el paso de la sociedad industrial a la sociedad de la información. De manera paralela, otra característica actual que explica la relevancia cada vez más mayor de los procesos de Educación Social es la crisis de los sistemas escolares tradicionales, donde la escuela ha perdido su prestigio y monopolio, tanto en su dimensión temporal como espacial. Así, la aparición del concepto de

2.1. LA EDUCACIÓN SOCIAL ACTUALMENTE

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educación a lo largo de la vida ha hecho que la educación se extienda más allá del tiempo propio de la vida escolar (la infancia y la adolescencia), además, en lo espacial, su ámbito excede claramente los límites físicos del aula. Desde esta óptica la educación adquiere nuevas características: actividad permanente, sistema abierto, actividad social,... que es donde las prácticas actuales de Educación Social cobran sentido. Factores teóricos y profesionales como la progresiva institucionalización académica y teórica de la Pedagogía Social (libros, revistas, investigaciones, jornadas, reuniones científicas, etc.) y la existencia de Asociaciones Profesionales de Educadores/as Sociales que desarrollan un importante trabajo de generalización de experiencias y prácticas concretas están favoreciendo, tanto la configuración de un discurso teórico sobre la Educación Social, como de la delimitación de su práctica profesional, cercana en ocasiones a otros/as profesionales de la intervención social. Los ámbitos actuales de la Educación Social se agrupan en seis categorías principales y, en todos ellos, se definen necesidades, demandas, contenidos, procesos, estrategias, enfoques, modelos, actividades, etc., de desigual naturaleza y repercusión. De una manera sintética estas categorías son: La Educación Permanente. Aquellos programas e iniciativas socio-educativas que se desarrollan a lo largo de todo el ciclo vital, aunque se ponga especial énfasis en la Educación-Formación de Adultos. En este ámbito se incluyen diferentes prácticas educativas: de alfabetización, de formación básica y cultural, de enseñanza a distancia, de extensión universitaria, de participación comunitaria,... encaminadas a conseguir que todas las personas, en cualquier edad, tomen conciencia de la realidad socio-cultural en la que viven, participando en ella de manera activa. En muchos casos, al tratarse de prácticas transversales a otros ámbitos y actuaciones (Animación Sociocultural, Desarrollo Comunitario, Formación Profesional y Laboral, etc.), no puede sustraerse de los enfoques, contextos y realizaciones de aquellos, con los que converge y a los que trata de aportar nuevos significados para el desarrollo humano, el bienestar social y la calidad de vida de los sujetos.

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La Formación Laboral y Ocupacional. Aquellas opciones formativas que procuran la inserción de personas y/o colectivos que tienen dificultades para incorporarse o mantenerse en el mercado laboral: desempleados/as de larga duración, población sometida a procesos de reconversión profesional o laboral, mujeres y jóvenes, residentes en zonas desfavorecidas y/o deprimidas... Los programas suelen centrarse en la obtención de destrezas, competencias y habilidades vinculadas a unos determinados desempeños laborales o a una ocupación definida. La Educación en y para el Tiempo Libre. Reconociendo las potencialidades educativas que se derivan del tiempo libre: para construir nuevos aprendizajes, estimular la creación y la diversión, incrementar la participación social y el desarrollo de la personalidad,... el ocio es considerado como un recurso clave para el desarrollo personal, social y económico. La Educación del Ocio y el Tiempo Libre comprende formas de de expresión o actividad muy amplias al implicar actitudes, valores, conocimientos, destrezas y recursos. La Animación Sociocultural y el Desarrollo Comunitario. La ASC (Animación Sociocultural), es decir, el proceso educativo cuyas estrategias metodológicas promueven la iniciativa, auto-organización, reflexión crítica, participación y acción autónoma de los individuos en los grupos y comunidades de los que forman parte para resolver sus propios problemas, es una práctica de Educación Social que converge con el Desarrollo Comunitario Local. El Desarrollo Comunitario Local trata de los procesos de desarrollo endógeno con los que se pretenden incrementar de forma integrada y sustentable los recursos locales, afirmando en cada persona su protagonismo como sujeto y agente de los procesos de cambio social, en su entorno inmediato, pero con la perspectiva de una sociedad, cada vez más, interdependiente y mundializada.

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La Educación Especializada. Problemas de exclusión, inadaptación y marginación social, se identifican generalmente con la acción o praxis socioeducativa orientada a favorecer la inserción social de personas que, por varias causas (físicas, psíquicas, sociales, etc.), se encuentran en situación de riesgo y/o dificultad consigo mismas y/o con su contexto vital. Se trata de actuaciones socioeducativas para personas de todas las edades sometidas a un estado de inadaptación, marginación y exclusión, de minusvalía física o psíquica, de personalidad, por situaciones generadoras de maltrato social a causa de la pobreza, la inmigración, el paro, las drogodependencias, etc. Las actuaciones educativas, que pueden ser de carácter preventivo, mediador, terapéutico, rehabilitador, etc., se desenvuelven en diversos escenarios sociales e institucionales: en la familia, la escuela, los grupos de iguales, etc.; en espacios abiertos como la calle, el barrio, el pueblo, etc.; en centros específicos o servicios especializados de atención a menores, drogodependientes, transeúntes, indigentes, etc. La Educación Cívico-Social. Promoción y formación en valores esenciales para la convivencia, el respeto a las personas y al medio ambiente, para las libertades y la participación social, etc., capacitando a todas y cada una de las personas para ejercer los derechos que son inherentes a la condición ciudadana. Estas prácticas de educación para la ciudadanía se sustentan en objetivos, propuestas e iniciativas que impulsan diversas educaciones: Ambiental, Intercultural, del Consumidor, para la Paz y la Comprensión Internacional, la Democracia, el Desarrollo, la Salud, para la igualdad de género, etc. Aunque todas ellas se han ido incorporado a los sistemas educativos formales a través de las áreas transversales, afectando a la globalidad del currículum, son áreas en los que la Educación Social promueve tareas, cometidos y funciones muy apegadas a la vida cotidiana. Las actuaciones que se realizan desde este ámbito comportan el estudio y análisis diagnóstico de realidades socioeducativas, la planificación y el diseño de programas, la organización, gestión y coordinación de iniciativas, el asesoramiento y la orientación de procesos de acción-intervención social, el seguimiento y la evaluación de programas, la formación de agentes sociales; etc.

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21 EDUCACIÓN SOCIAL

En todos los ámbitos descritos existe un notable consenso, tanto en el aspecto teórico como en la praxis sobre la necesidad de adoptar enfoques interdisciplinares y multiprofesionales, propiciando el trabajo en equipo, el entendimiento y la cooperación con otras disciplinas científicas y con otros profesionales de la acción-intervención social. Teniendo en cuenta los ámbitos descritos y la situación actual, la Educación Social tiende actualmente a una intervención que:

Se concreta en tareas socio-educativas no sólo de forma preventiva y correctiva, sino también de carácter estimulativo, que sirvan como catalizador del desarrollo de las potencialidades sociales y personales: las prácticas de ocio y tiempo libre, de desarrollo comunitario...

Amplía el campo de acción educativa a toda la vida del individuo al igual

que a todos sus ámbitos, ampliando las actuaciones más allá de determinados colectivos con problemas sociales. Se basa en la defensa y desarrollo de los derechos humanos en sus distintas evoluciones.

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22 EDUCACIÓN SOCIAL

EL EDUCADOR SOCIAL

El Educador Social es un profesional de la educación y

un trabajador social, que actúa en los campos de:

a) Según el Real Decreto 1420/1991, que establece el título universitario oficial de Diplomado en Educación Social y las directrices generales propias de los planes de estudios conducentes a su obtención, BOE 10 octubre 1991, núm. 243/1991 (pág. 32891):

La educación no formal. La educación de personas adultas (incluidos la tercera edad). La inserción social de personas con dificultades. La acción sociocultural y socioeducativa.

b) Según el contexto histórico:

La educación social especializada, su función es favorecer la inserción

social de personas y colectivos de población en situación de marginación, desadaptación, conflicto social y exclusión social, así como prevenir tales situaciones en colectivos calificados de riesgo social.

3.

1. Definición de educador social; 2. Figura profesional del educador social 3. Problemas para la profesionalización en educación social

3.1. DEFINICIÓN DE EDUCADOR SOCIAL

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La animación sociocultural, se caracteriza por prestar atención a las necesidades socioculturales y de desarrollo comunitario de una determinada comunidad, población o territorio favoreciendo la prevención de problemáticas sociales.

La educación de personas adultas, atiende a las necesidades formativas de la población adulta vinculadas a su desarrollo personal y a su adaptación sociolaboral.

Una definición amplia del educador/a social es la propuesta por Jesús Vilar, 1995, donde el/la educador/a es considerado/a como:

“Una persona experta en generar situaciones de aprendizaje y de intercambio comunicativo en el marco de la relación cotidiana, orientadas hacia un cambio personal del/de la educando que se desarrollará mediante la crisis de su percepción de la realidad, en un proceso global de acompañamiento”.

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24 EDUCACIÓN SOCIAL

El profesional que ejerce la Educación Social es el educador o educadora social. Puede ser diplomado/a en Educación Social o habilitado/a por algún colegio profesional en función de los requisitos del mismo. Aunque existen antecedentes, como por ejemplo, los/las educadores/as especializados/as, animadores/as socioculturales.... la Educación Social como profesión es aún reciente lo que, unido a su amplia diversidad de ámbitos, hace que se encuentre poco definido su rol profesional,

especialmente en lo que se refiere a la delimitación respecto de las tareas que se suponen propias de otras profesiones que también intervienen en el campo social. Los/las trabajadores/as sociales (denominados/as anteriormente asistentes sociales) han sido los/las primeros/as profesionales que se dedicaron al trabajo social, pero la complejidad de las sociedades actuales y las dificultades que padecen importantes grupos de población han ido diversificando la actividad profesional del trabajo social, apareciendo otras figuras profesionales relacionadas directamente con el trabajo social, como son el caso de los/las educadores y educadoras sociales. Otros profesionales muy cercanos al ámbito de la Educación Social son los/las profesionales de la docencia sin embargo, el perfil profesional del/de la educador/a social es diferente al del/de la maestro/a. En relación al perfil profesional del/de la animador/a sociocultural, éste integra en su configuración elementos propios del/de la educador/a social y del/de la trabajador/a social, pero tampoco coincide con la figura profesional del/de la educador/a social. El perfil del/de la Educador/a Social es el de un/a profesional que intervine y es coprotagonista de la acción social conducente a modificar determinadas situaciones a través de estrategias educativas. El Educador Social se caracteriza por ser un/a profesional del ámbito socioeducativo que actúa en los campos de la educación especializada en la dinamización de personas, grupos y colectivos. Su perfil profesional queda definido, no sólo por las funciones que históricamente han sido de su competencia, sino también por aquellas que, en respuesta a las actuales demandas sociales, le han sido atribuidas. Aunque su gran ámbito de intervención sea la realidad sociocomunitaria, ello no supone renunciar al tratamiento individualizado. Lo específico de su perfil profesional es el carácter

3.2. FIGURA PROFESIONAL DEL EDUCADOR SOCIAL

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25 EDUCACIÓN SOCIAL

educativo de su intervención, teniendo siempre como referente el marco de la Pedagogía Social. Para explicitar el perfil profesional del/de la educador/a social, como profesional especializado/a en procesos de educación social de personas, grupos o comunidades, podemos decir que son funciones del/de la Educador/a Social (junto a los/las otros/as profesionales con quien trabaja) las siguientes:

Funciones de diagnóstico de necesidades socioeducativas.

Funciones de diseño, planificación, desarrollo y evaluación de proyectos de

intervención socioeducativos. Funciones de organización, gestión y administración de actividades y

recursos socioculturales de la comunidad. Funciones de orientación, asesoramiento e información educativa en el

análisis de los problemas socioculturales. Funciones de relación y mediación entre personas y colectivos para favorecer

su socialización e integración social desde el punto de vista de la prevención, apoyo o reinserción.

Funciones de promoción y desarrollo de actividades socioculturales, de

formación ocupacional y de desarrollo comunitario. Funciones formativas o reeducativas dirigidas a personas y grupos para su

desarrollo e integración social. Para clasificar los ámbitos de intervención tenemos en cuenta los siguientes criterios: 1. Según ocupación laboral, donde diferenciamos:

En la Animación Sociocultural: Centros de ocio y tiempo libre, Centros y programas deportivos, Colonias y campamentos de verano, Albergues, Bibliotecas, Ludotecas, Museos, Centros cívicos, Programas e itinerarios educativos en la naturaleza, Programas e itinerarios educativos en las ciudades y pueblos, Servicios culturales en barriadas y asociaciones de vecinos, Programas de desarrollo cultural y comunitario promovidos por los servicios sociales y las asociaciones...

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En la Acción Socioeducativa con personas mayores: Escuelas de adultos, Educación básica de adultos, Centros y programas de formación ocupacional, Centros y programas de educación y promoción familiar, Empresas y centros de trabajo con programas formativos, culturales o de animación, Centros y programas socioeducativos dirigidos a las personas mayores, Programas de formación de formadores y voluntarios.

En la Educación Especializada:

Centros y programas de promoción, protección y reeducación de menores y jóvenes, Centros y programas de promoción, protección y formación de mujeres, Centros y programas de promoción, protección y formación de personas con necesidades especiales o discapacidades físicas, sensoriales o mentales, Centros y programas de promoción, protección y formación de inmigrantes, Centros y programas de formación para delincuentes, Centros y programas de prevención, apoyo y tratamiento de drogodependencias.

2. Según el tipo de intervención:

Primaria o de prevención a toda la población. Secundaria o de apoyo a la población en situación de riesgo. Terciaria o de tratamiento a la población con problemas de

socialización, de integración o de exclusión social. 3. Según el tipo de población:

Normalizada. En riesgo. Excluida, marginada o inadaptada.

4. Según el carácter del medio en el que se interviene:

Abierto. Semiabierto. Cerrado.

5. Según la titularidad de las instituciones:

Públicas. Privadas.

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27 EDUCACIÓN SOCIAL

La profesionalización en Educación Social presenta una serie de problemas que, y siguiendo a Ayerbe, 1995, podemos plantear como dilemas: Integración en la sociedad ⇔ Transformación de la sociedad

Limitarse a ayudar a adaptar a la persona a las coordenadas sociales puede colaborar en ocultar las desigualdades e injusticias sociales.

Dependencia de las instituciones públicas ⇔ Autonomía respecto de las

instituciones públicas Muy relacionado con la autonomía de las y los profesionales.

Democratización cultural ⇔ Democracia cultural

En 1979, el Consejo de Europa propuso el paso de la democratización cultural (difusión de la cultura reconocida mediante bibliotecas, museos, etc.) a la democracia cultural (consideración de las personas, los grupos y las colectividades como agentes de creación cultural, mediante la creatividad y la participación).

Conocimiento teórico ⇔ Conocimiento práctico

La tradición práctica de la educación social puede comportar ciertas reticencias ante la teoría. En todo caso, el conocimiento surgido de la práctica es muy importante, pero requiere ser divulgado y analizado para lo cual se necesita también disponer de referentes teóricos.

Atención a las urgencias y a la política de imagen ⇔ Atención a

necesidades reales Adecuación de la titulación con la tarea ⇔ No adecuación de la

titulación con la tarea Modelo de acción psicopedagógica ⇔ Modelo administrativo

El primer modelo ha sido el tradicional en la profesión, pero últimamente se está desarrollando un modelo con fuertes referencias al mundo de la administración y de la gestión: planificación, evaluación de resultados, etc.

3.3. PROBLEMAS PARA LA PROFESIONALIZACIÓN EN EDUCACIÓN SOCIAL

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Directivos ⇔ Trabajadores En la educación social se produce un hecho que no se da en otras profesiones: los educadores sociales no han formado parte de sus propios cuadros directivos. Esta circunstancia se ha atribuido a la falta de formación teórica, pero lo cierto es que actualmente existe una ruptura entre las dos funciones.

Trabajo en equipo ⇔ Culturas diferenciadas

En el seno de los equipos profesionales existen problemas que revelan culturas y prácticas diferenciadas entre sus componentes.

Especialización ⇔ Transversalidad

La figura del/de la educador/a es polivalente, tanto en lo que se refiere a la tipología de los servicios como a la tipología de usuarios/as. Pero esta polivalencia contrasta con la demanda de especialización en un ámbito determinado (debido a la complejidad de los ámbitos de intervención del/de la educador/a social).

Innovación ⇔ Resistencias a la innovación

Ante las innovaciones institucionales confluyen diversidad de perspectivas, de intereses, de planteamiento y de imágenes, con lo cual el conflicto está servido. Algo semejante, pero a distinto nivel, puede suceder con las innovaciones metodológicas.

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29 EDUCACIÓN SOCIAL

COMPETENCIAS PROFESIONALES DEL/DE LA EDUCADOR/A SOCIAL

El término competencia profesional lo entendemos como el potencial de acción del/de la educador o educadora social con respecto a una cierta tarea, situación o contexto del trabajo socioeducativo3

, que abarca el conocimiento y las aptitudes intelectuales, manuales y sociales, así como las actitudes y la motivación. Según el INEM “las competencias profesionales definen el ejercicio eficaz de las capacidades que permiten el desempeño de una ocupación, respecto a los niveles requeridos en el

empleo. Es algo más que el conocimiento técnico que hace referencia al saber y al saber hacer”.

Para definir las competencias profesionales para la acción socioeducativa nos basamos en el documento de la Oficina Europea de la Asociación Internacional de Educadores Sociales: "Plataforma Común para las Educadoras y los Educadores Sociales en Europa" (AIEJI, enero de 2005). En las competencias profesionales de las educadoras y los educadores diferenciamos dos dimensiones: 1. Competencias fundamentales, que indican diferentes niveles sobre cómo

deberían poder actuar, intervenir y reflexionar en diversos contextos de la práctica profesional las educadoras y los educadores sociales.

2. Competencias centrales, que son aquellas que proporcionan las

herramientas metodológicas para el trabajo. 3 El trabajo socioeducativo se entiende como un proceso de acciones sociales en relación con los individuos y con varios grupos de individuos. Los métodos son multidimensionales e incluyen: atención, educación, intervención, tratamiento, desarrollo de espacios sociales no excluyentes, etc. Su finalidad es la socialización y la ciudadanía plena para todo el mundo.

4.

1. Competencias fundamentales del/de la Educador/a Social; 2. Competencias Centrales

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30 EDUCACIÓN SOCIAL

Competencias para intervenir

El/la educador o educadora social debe proceder con la obligación de actuar, está obligado a dar una respuesta. Debe actuar directamente en la situación para dar respuesta de una forma adecuada, sin demasiado tiempo de reflexión. La acción puede basarse en la intuición o en la comunicación no verbal, pero también debe basarse en conocimientos teóricos y en la experiencia.

Competencias para evaluar El/la profesional de la Educación Social debe saber planificar, organizar y reflexionar con relación a sus acciones e intervenciones futuras; deben saber evaluar la relación entre la intención, la acción y el resultado.

Competencias para reflexionar El/la educador o educadora social, junto al equipo de intervención, debe poder reflexionar sobre los problemas de su ámbito profesional para favorecer el desarrollo de la profesión. Las reflexiones deberían difundirse entre los profesionales y también entre el sector público.

4.1. COMPETENCIAS FUNDAMENDALES DEL/DE LA EDUCADOR/A SOCIAL

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31 EDUCACIÓN SOCIAL

Competencias relacionales y personales

En los últimos años, el aspecto personal ha ido ganando protagonismo en la vida profesional en general y así, las competencias personales como el compromiso, la motivación, las actitudes... están más valoradas actualmente en el desempeño profesional. Aún así, para el/la educador o educadora social que trabaja con personas, la cuestión del compromiso personal en el trabajo tiene otra dimensión: la relación personal con el/la niño/a, adolescente y/o adulto/a a la que se añade una visión humana de la educación, una trayectoria personal, la moral y la ética. El aspecto personal de la profesión consiste en trabajar con rigor las relaciones con el/la usuario/a ya que este es el instrumento que crea el vínculo con el/la niño/a, adolescente y/o adulto/a, y hace que el/la educador o educadora que, de entrada, no tiene nada que ver con el/la niño/a, adolescente y/o adulto/a, sea capaz de intervenir en la vida de otra persona. Sin embargo, esta relación no es simétrica. El/la educador o educadora social debe ser capaz de relacionarse personalmente y profesionalmente con cualquier usuario/a, mientras que éste/a no está obligado a relacionarse con el/la educador o educadora social. La relación socioeducativa entre educador/a y usuario/a debe ser gestionada de manera constructiva y para ello las educadoras y los educadores deben ser conscientes de su visión fundamental del ser humano y de sus propias normas y valores. Para comprometerse profesionalmente respetando la propia personalidad, las educadoras y los educadores no deben, en ningún caso, excluir, sino incluir, centrarse en las necesidades del/de la niño/a, el/la adolescente y el/la adulto/a, respetar una ética profesional y una moral, y ser capaz de separar las relaciones profesionales de las relaciones privadas. Ello requiere un alto nivel de empatía, de conciencia, de reflexión ética, de extroversión, de compromiso, así como de sentido de la responsabilidad.

Competencias sociales y comunicativas

El trabajo de la educación social depende directamente de la colaboración de las partes implicadas, es decir, el/la niño/a, el/la adolescente, el/la adulto/a, el equipo, los/las usuarios/as, los padres, los familiares, los demás grupos profesionales, las autoridades, etc. Igualmente el trabajo socioeducativo -a

4.2. COMPETENCIAS CENTRALES

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todos los niveles- se lleva a cabo en equipos multidisciplinarios o en grupo, lo que implica que las educadoras y los educadores han de ser capaces de colaborar y participar en un trabajo en equipo. Dentro de las competencias sociales y comunicativas es importante destacar la gestión constructiva de los conflictos. En relación a la colaboración interdisciplinaria, el/la educador/a debe ser capaz de trabajar en equipos interdisciplinarios y debe poder utilizar la terminología profesional en relaciones interdisciplinarias. Además, debe tener conocimiento de otros grupos profesionales, así como de su terminología. En el rol de counseller (aconsejador) el/la educador o educadora debe poder aconsejar a los/las usuarios/as y familiares lo que requiere competencias comunicativas y el conocimiento y el dominio de técnicas counselling (técnicas para aconsejar).

Así pues el/la educador o educadora debe: Ser capaz de trabajar en equipo y tener conocimientos de técnicas de formación de equipo y de dinámica de grupos. Ser capaz de trabajar en equipos multidisciplinarios y efectuar una amplia variedad de funciones.

Tener conocimientos sobre otras profesiones, sobre su terminología profesional y su ética. Ser capaz de colaborar con padres y familiares.

Ser capaz de utilizar métodos de colaboración interdisciplinaria.

Ser capaz de comunicarse a diferentes niveles y dominar diferentes instrumentos de comunicación.

Tener conocimientos sobre diversos métodos de gestión de conflictos y ser capaz de utilizarlos. Ser capaz de analizar los problemas y situaciones complejas en función de la experiencia y de sus conocimientos sobre diferentes problemas relacionados con la psicología y la sociología.

Ser capaz de guiar y aconsejar, incluyendo el conocimiento sobre el uso de varias técnicas de counselling.

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Competencias organizativas

La educación social plantea sus acciones hacia unos objetivos y, las competencias organizativas serán las que permitan al educador o a la educadora social planificar y realizar actividades y procesos para alcanzar dichos objetivos. Las competencias organizativas tienen que ver con la administración, la gestión y el desarrollo del puesto de trabajo socioeducativo y con su funcionamiento planeado y sistematizado. El/la educador o educadora social debe poder planificar y realizar actividades y procesos socioeducativos, así como documentarlos y evaluarlos desde un punto de vista, una finalidad y unos métodos socioeducativos. Para ello, en un marco general, el educador o la educadora social debe, solo o en grupo, ser capaz de:

Definir objetivos para planificar, estructurar y sistematizar el total de la práctica educativa de la institución y el trabajo socioeducativo, incluyendo el marco educativo físico y psicológico. Definir objetivos, planificar, iniciar, estructurar, implementar, coordinar y evaluar tareas de mayor o menor importancia de las actividades socioeducativas, de los procesos, de los programas y de los proyectos de desarrollo orientados a individuos y a grupos.

Asumir la responsabilidad de sus propias acciones y decisiones y ser capaz de justificarlas en función de la experiencia y la profesionalidad.

Aunque el/la usuario/a (niño-a/adolescente/adulto-a) y sus necesidades son la esencia del trabajo socioeducativo y, por tanto de las competencias de las educadoras y los educadores sociales, el trabajo socioeducativo también implica y, cada vez más, tareas administrativas y participación en reuniones. Así pues, las educadoras y los educadores sociales también deben conocer las tareas administrativas que comporta cualquier trabajo socioeducativo, como por ejemplo tecnología de la información, documentación, evaluación, gestión de reuniones con colegas, padres, familiares y otros grupos profesionales.

Competencias del sistema

El trabajo socioeducativo es una labor social; las necesidades sociales, los cambios y las diferencias en las agendas políticas junto con el sistema

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privado y el público de los que forma parte el trabajo socioeducativo, establecen el marco de trabajo de las educadoras y los educadores sociales, su contenido y su estatus. El puesto de trabajo socioeducativo no está aislado en su propia dinámica, la institución social forma parte de una institución mayor que establece el marco general de sus actividades.

El/la educador o educadora debe saber y poder establecer relaciones y actuar en el contexto en el que se desarrolla el trabajo y, por tanto: Conocer profundamente el sistema y ser capaz de planificar el trabajo en el marco de la legislación, normas y acuerdos que construyen el marco general del trabajo socioeducativo. Poseer conocimientos relativos a la administración pública y privada y, basándose en su experiencia, ser capaz de trabajar y conocer los sistemas de toma de decisiones y de jerarquía de las mismas.

Conocer y comprender los sistemas de organización y de administración y su gestión, y ser capaz de dar respuesta a presentes y futuras demandas de empresas públicas y privadas relativas a la documentación, a la evaluación y a la garantía de calidad.

Poseer conocimientos de sistemas pertinentes de evaluación y de documentación del trabajo socioeducativo.

Conocer perfectamente y poder participar, como profesionales autorizados, en la creación del diálogo y la negociación de decisiones con las autoridades locales que constituyen el marco del trabajo socioeducativo; por ejemplo en políticas sobre infancia, juventud, adultos, mercado laboral, familia, etc.

Tener capacidad para actuar con relación al hecho de que la educación social – en tanto que actividad esencialmente pública- también ofrece un gran interés y atención por parte de la opinión pública. Así el educador o educadora social debe tomar parte en el actual debate social sobre el trabajo socioeducativo y su impacto en la comunidad.

Competencias de aprendizaje y desarrollo

El objetivo, los retos y las labores del trabajo socioeducativo cambian de aspecto y extensión con el desarrollo de la sociedad y los cambios de prioridad de las diferentes políticas. También debemos considerar el aumento de la exigencia de evaluación, de documentación y de eficiencia. Todo esto requiere el actual desarrollo de soluciones y métodos de trabajo, así como un

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desarrollo continuo de competencias para que el educador o educadora social pueda tener las competencias necesarias para las tareas que, en la actualidad y en cualquier momento, le son requeridas.

El/la educador o educadora social debe estar preparado para el cambio y poseer instrumentos de desarrollo que le permitan: Desarrollar y mejorar sus competencias profesionales y la base teórica a través de la formación continua y complementaria.

Ser capaz de buscar y adquirir nuevos conocimientos y habilidades de forma continuada y saber transformarlas en la práctica.

Poseer conocimientos sobre la mejora sistemática, estratégica y adecuada de sus competencias, tomando parte en la mejora de las mismas.

Ser capaz de participar en procesos de aprendizajes informales y formales.

Recoger, documentar, generalizar y utilizar sistemáticamente la experiencia, individualmente o en equipo, en la ejecución y el desarrollo del trabajo socioeducativo (desarrollo basado en la experiencia).

Reflexionar de manera crítica y evaluar el propio trabajo y el trabajo en equipo.

Contribuir y participar en análisis y actividades de desarrollo en relación con el propio trabajo.

Competencias generadas por el ejercicio de la profesión

Estas competencias incluyen:

Competencias teóricas y metodológicas

Actualmente la educación social está desarrollando y construyendo su propio sistema independiente de conceptos, aunque no está completamente enmarcada en una teoría única. El sistema normativo y descriptivo de la educación social se basa tanto en la práctica profesional como en elementos provenientes de la pedagogía, la psicología, la sociología, la antropología, la filosofía, etc. La práctica de las educadoras y los educadores sociales implica, pues, habilidad socioeducativa y profesionalidad, así como conocimientos teóricos y prácticos, métodos e instrumentos.

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El/la educador o educadora social debe: Estar familiarizado/a con las teorías educativas básicas más

reconocidas y aceptadas. Tener capacidad para buscar y adquirir: teorías y métodos

educativos, psicológicos, sociológicos, antropológicos, etc. relevantes y adecuados, e incluirlos en su trabajo.

Tener la capacidad de adquirir y utilizar métodos adecuados y

reconocidos en el trabajo, por ejemplo el trabajo en grupo...

Ser capaz de razonar las acciones y actividades basándose en teorías y métodos reconocidos.

Tener capacidad para contribuir en la generación de conocimientos

basándose en descripciones reconocidas y reflexiones sobre la experiencia del trabajo socioeducativo.

Competencias conductuales Además de los conocimientos teóricos y prácticos, los métodos de auto- comprensión, las normas, la ética y la moral de la profesión son cruciales para la profesionalidad del trabajo socioeducativo. Por consiguiente, el/la educador o educadora social debe:

Dominar la terminología y los conceptos de la profesión y tomar parte

en la creación de esta terminología. Tener capacidad de interiorizar la ética y la moral de la profesión.

Tener capacidad de participar en debates, propuestas, borradores,

acuerdos, etc. sobre la educación social.

Tener conocimiento de terminología, conceptos y cimientos éticos de profesiones similares.

Competencias culturales

Las competencias culturales hacen referencia a los conocimientos sobre la comprensión y la inclusión de puntos de vista de diferentes culturas y valores culturales. Así, los/las educadores/as sociales deben ser capaces de utilizar sus competencias culturales para descubrir y comprender los diferentes valores sociales y culturales de los/las usuarios/as. Algunas de las dimensiones de estas competencias culturales son:

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Una relación fructífera con el/las usuario/a depende del hecho de que el/la educador o educadora social sepa y asuma que los valores culturales ayudan al/a la usuario/a a establecer el marco de aproximación a los demás, y también influyen en el/la usuario/a en la manera de relacionarse y de comportarse en la comunidad.

El/la educador o educadora social sabe cómo adquirir conocimientos sobre las diferentes culturas y sus valores y cómo comprenderlas.

El/la educador o educadora social debe ser capaz de establecer relaciones con la institución en que se desarrolla la práctica socioeducativa para poder transmitir estas competencias al/a la niño/a, adolescente y/o adulto/a, como parte del desarrollo socioeducativo y de las tareas de dominio de su propia vida.

Competencias creativas

El/la educador o educadora social debe dominar formas de expresión y aptitudes en el marco de la creatividad, el movimiento, la improvisación, la música... que puedan ser desarrolladoras, activadoras, iniciadoras y creadoras. Las competencias creativas son utilizadas como parte integral del trabajo socioeducativo con los individuos para su desarrollo emocional, social, lingüístico e intelectual. Además, las educadoras y los educadores sociales deben colaborar y participar con el usuario sobre cómo adquirir y desarrollar formas propias de expresión en su propio contexto sociocultural.

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38 EDUCACIÓN SOCIAL

CÓDIGO DEONTOLÓGICO PARA LA PRÁCTICA PROFESIONAL DE LA EDUCACIÓN SOCIAL

Se entiende por código deontológico de la educación social el conjunto de normas que orientan la acción y la conducta profesional, ayudando al/a la educador/a en el ejercicio de su profesión y mejorando la calidad del trabajo que se ofrece a la ciudadanía. En el código deontológico se hacen patente unos principios y normas éticos comunes a la profesión y orientadores de la práctica que pasan por la responsabilidad de los/las educadores/as sociales ante una población, en la mayor parte de las ocasiones, en situación de dificultad y de dependencia. En este contexto de relación asimétrica, ya que el/la educador/a social por su práctica profesional detenta mayor poder, es necesario garantizar unas orientaciones y limitaciones de poder que garanticen la necesaria confianza y responsabilización entre las partes. Así, la ética y la deontología profesional obligan a la aplicación de principios de respeto y compromiso hacia los sujetos de la educación, independientemente de su situación social, personal, ideología, actitud y/o comportamiento. Basándonos en el código deontológico impulsado por la Asociación Estatal de Educación Social (ASEDES), los principios básicos orientadores de la acción socioeducativa del/de la educador/a social son: 1. Principio de respeto a los Derechos Humanos

El/la educador/a social debe actuar en el marco de los derechos fundamentales y en virtud de los derechos enunciados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

2. Principio de respeto a los sujetos de la acción socioeducativa.

El/la educador/a social actuará en interés de las personas con las que trabaja y respetará su autonomía y libertad. Este principio se fundamenta en el respeto a la dignidad de la persona y en el principio de profesionalidad.

3. Principio de justicia social. La actuación del/de la educador/a social se basará en el derecho al acceso

que tiene cualquier persona que viva en nuestra comunidad, al uso y disfrute

5.

1. Competencias fundamentales del/de la Educador/a Social; 2. Competencias Centrales

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39 EDUCACIÓN SOCIAL

de los servicios sociales, educativos y culturales en un marco del Estado Social Democrático de Derecho y no en razones de beneficencia o caridad.

Esto implica, además, que desde el proceso de la acción socioeducativa se

actúe siempre con el objetivo del pleno e integral desarrollo y bienestar de las personas, los grupos y la comunidad, interviniendo no sólo en las situaciones críticas sino en la globalidad de la vida cotidiana, llamando la atención sobre aquellas condiciones sociales que dificultan la socialización y puedan llevar a la marginación o exclusión de las personas.

4. Principio de la acción socioeducativa.

El/la educador/a social es un/a profesional de la educación que tiene como función básica la creación de una relación educativa que facilite a la persona ser protagonista de su propia vida.

Este principio determina que la actividad del/de la educador/a social parte del

convencimiento y la responsabilidad de que su tarea profesional es acompañar a la persona y a la comunidad para que resuelvan sus necesidades o problemas.

5. Principio de la coherencia institucional.

El/la educador/a social debe conocer y respetar el proyecto educativo y el reglamento de régimen interno de su institución y obrar de acuerdo a sus principios.

6. Principio de la información responsable y de la confidencialidad.

El/la educador/a social tiene la obligación ineludible de guardar el secreto profesional con relación a todas aquellas informaciones obtenidas directas o indirectamente acerca de las personas a las que atiende. En aquellos casos en que, por necesidad profesional, se haya de trasladar información entre profesionales o instituciones, ha de hacerse siempre en beneficio de la persona, grupo o comunidad y basado en principios éticos y/o normas legales con el conocimiento de los/las interesados/as.

7. Principio de la solidaridad profesional.

El/la educador/a social mantendrá una postura activa, constructiva y solidaria en relación con el resto de profesionales que intervienen en la acción socioeducativa.

8. Principio de la participación comunitaria.

El/la educador/a social promoverá la participación de la comunidad en la labor educativa, intentando conseguir que sea la propia comunidad con la que interviene, la que busque y genere los recursos y capacidades para transformar y mejorar la calidad de vida de las personas.

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40 EDUCACIÓN SOCIAL

9. Principio de complementariedad de funciones y coordinación. El/la educador/a social al trabajar en equipos y/o en redes, lo hará de una

forma coordinada. 10. Principio de la Formación Permanente La formación permanente y continua ha de ser referencia de calidad

educativa, a través del análisis crítico de su experiencia.