PROBLEMTICA LOCAL Y PROTESTA CIUDADANA DURANTE LA
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PROBLEMÁTICA LOCAL Y PROTESTA CIUDADANA DURANTE LA
TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA A TRAVÉS DE LA PRENSA DIARIA:
ALMERÍA, 1975-1979
Mónica Fernández Amador Universidad de Almería
En el período de transición abierto tras el fallecimiento del general Franco, los
medios de comunicación ejercieron la doble función de transmisores de información y
generadores de opinión pública. De esta manera, durante el proceso de cambio los
profesionales del periodismo no sólo acercaron a los ciudadanos el conocimiento de la
realidad sino que, al mismo tiempo, contribuyeron al despertar de la democracia tras los
largos años de dictadura.
Para apoyar esta idea, la presente comunicación se centra en el caso concreto de
Almería y en el papel de concienciación social representado por la prensa respecto a los
problemas de infraestructuras, equipamientos, servicios públicos, marginación…
existentes en la ciudad al final del régimen franquista1. En efecto, en las publicaciones
locales fue frecuente la inserción de noticias en las que se denunciaba la situación de los
barrios y se instaba a las autoridades a la búsqueda de soluciones. Además, las páginas
de los diarios actuaron como plataformas desde donde los vecinos exponían
públicamente sus protestas y reivindicaciones, en un momento marcado por la aparición
de asociaciones en los distintos distritos urbanos y la inoperancia de la Corporación
municipal. En este sentido, es ilustrativa la siguiente reflexión del periodista Miguel
Ángel Blanco –uno de los personajes claves para entender la transición en la provincia
almeriense–, planteada a los lectores apenas tres meses antes de la aprobación de la
Constitución:
“cuando la situación lo requiera, el ciudadano irá a los medios informativos a
exponer su problema, con la esperanza de encontrar allí lo que en la mayoría de
los casos no ha encontrado en el Ayuntamiento: solución a sus problemas. El día
en que el ciudadano entre en el Ayuntamiento, con la seguridad (con la) que
1 Este trabajo se inserta dentro del proyecto de investigación HUM 2006-14138-C06-05/HIST, “Movimientos y conflictos sociales durante el segundo franquismo y la Transición a la democracia en la Andalucía Mediterránea (1959-1979)”, dirigido por el Dr. Rafael Quirosa-Cheyrouze y Muñoz y subvencionado por el Ministerio de Educación y Ciencia, Subdirección General de Proyectos de Investigación.
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ahora entra en la sede de cualquier periódico o emisora de Radio, podemos
empezar a pensar en el concepto democracia y en que los Ayuntamientos son
populares”2.
En la recta final del franquismo, la principal cabecera de la ciudad era La Voz de
Almería, perteneciente a la Prensa del Movimiento y que hasta 1962 se había
denominado Yugo en una clara identificación con la primera etapa de la dictadura.
Popularmente conocida como La Voz, siempre atendió a las directrices oficiales en
materia informativa y durante muchos años no contó con competencia alguna. Sin
embargo, a comienzos de los setenta comenzó a plantearse la posibilidad de que
Almería contara con un segundo gran periódico que luchase contra el poderío del diario
del régimen. Así, la Editorial Católica decidió poner en marcha la edición almeriense de
Ideal, que había sido creado en Granada en 1932. La nueva publicación se caracterizó
por su carácter pionero, intrépido y atrevido en diversos aspectos, con una especial
implicación en la movilización social y las reivindicaciones populares que produjo el
malestar de los sectores más reaccionarios, incluido el Gobierno Civil3.
Utilizando ambos periódicos como fuente documental, el presente trabajo ofrece
en primer término una panorámica de la situación de la capital almeriense a finales de la
década de los setenta del siglo XX con especial interés por las barriadas más
desfavorecidas, de extracción social baja y situada en la periferia urbana. Las difíciles
condiciones de vida de estas zonas propiciaron la agrupación de los vecinos en
asociaciones, a las que se dedica la segunda parte del estudio y que, como en el resto del
país, constituyeron un elemento clave del proceso de cambio por cuanto constataron la
capacidad de organización de los ciudadanos para plantear sus quejas y exigencias,
convirtiéndose en escuelas de democracia y base de la nueva clase política municipal4.
En este sentido, el recorrido se cierra en 1979, año en el que la entrada de las
organizaciones políticas en el Ayuntamiento supuso un cambio de gestión y las
demandas ciudadanas empezaron a ser canalizadas a través de sus representantes en el
2 Ideal, 10-9-1978. 3 Para un análisis general de la evolución y características de ambos diarios durante el tardofranquismo y la transición, así como de otras publicaciones de la época, véase HERNÁNDEZ BRU, V., Historia de la prensa en Almería (1823-2000). Periódicos y Periodistas. Tesis doctoral, 2004. 4 Según exponía Castells en pleno proceso de transición, “el movimiento ciudadano español constituye probablemente, junto con el movimiento obrero, una experiencia histórica singular”, cuya significación “reside menos en las protestas esporádicas de barrios populares en condiciones desesperadas que en su capacidad de organizar abiertamente y de forma estable a los vecinos”. CASTELLS, M., Ciudad, democracia y socialismo. Madrid, Siglo XXI, 1977, p. 181.
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Consistorio5, iniciándose de esta forma el declive del asociacionismo vecinal6 . En
definitiva, se trata de comprobar cómo La Voz de Almería e Ideal, a modo de muestra
en el conjunto de diarios de ámbito local, actuaron simultáneamente como transmisores
y generadores de las opiniones y críticas de los lectores, a través de su doble función de
retratistas de la realidad e instrumentos de reivindicación popular.
1. Almería en los años setenta: retrato de la ciudad bajo la mirada de los
periodistas.
En los albores de la democracia, Almería era una ciudad poco modernizada, que
adolecía de graves deficiencias de todo tipo y sufría un fuerte retraso en relación a otras
capitales del país con un mayor nivel de desarrollo. La preocupación por los numerosos
problemas y necesidades existentes acaparó la atención de la prensa local, que a diario
insertó noticias, artículos de opinión y reportajes referidos a las condiciones de vida de
los almerienses y la situación de sus barrios. Así ocurría con las secciones “Buenos
días” de La Voz de Almería y “Puerta de Purchena” de Ideal, que en cada número
ofrecían una visión crítica de algún aspecto de interés público, desde el estado del
pavimento y el alumbrado hasta la instalación de semáforos o la poda de árboles.
Destacada por su trascendencia y la profundidad de los temas tratados fue, asimismo, la
sección denominada “El Barrio” y coordinada por Manuel Gómez Cardeña en el
periódico de la Editorial Católica, que fue concebida a finales de 1976 no con el
objetivo “de reflejar en estas páginas lo que nos gustaría decir, sino lo que hay que
decir, o sea la realidad”, en tanto que “éste es el deseo manifiesto del vecindario, para
plantearlo como denuncia de una situación que rebasa los límites de la paciencia
5 En el caso de Almería, el resultado de las elecciones municipales de 1979 posibilitó la formación de un gobierno de izquierdas integrado por PSOE (10 concejales), PCE (3) y PSA (3), mientras que UCD, que había obtenido la victoria en las urnas al conseguir 11 ediles, quedó relegada a la oposición. Sobre los comicios y la constitución de la Corporación democrática véase FERNÁNDEZ AMADOR, M., “La Transición y los municipios andaluces: el Ayuntamiento de Almería”. Comunicación presentada al XII Congreso sobre el Andalucismo Histórico celebrado en Carmona (Sevilla) en 2005 (en prensa) y “Las elecciones locales de 1979 en Almería: la democratización de los municipios”, en QUIROSA-CHEYROUZE Y MUÑOZ, R. (coord.), II Congreso Internacional Historia de la Transición en España. Los inicios del proceso democratizador. Universidad de Almería, 2005. 6 La responsabilidad del declive del movimiento vecinal se ha atribuido “a los partidos políticos, que ‘se encargaron de desmontarlo’, a pesar de que tanto habían contribuido a su consolidación mientras estuvieron en la ilegalidad. PCE y PSOE, aprobada la Constitución y la Ley Electoral, estimaron que sólo debía funcionar un mecanismo de presión política, es decir, los partidos a través de las elecciones, porque cualquier otro mecanismo se convertiría en un competidor”. NICOLÁS MARÍN, E., “’La transición se hizo en los pueblos’. La vida política en Murcia (1968-1977)”, en QUIROSA-CHEYROUZE Y MUÑOZ, R. (coord.), Historia de la Transición en España. Los inicios del proceso democratizador. Madrid, Biblioteca Nueva, 2007, p. 267.
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ciudadana, con el propósito de alcanzar en breve plazo las soluciones necesarias”7.
Además, las “Cartas al Director” que La Voz de Almería empezó a publicar a partir de
1975 ofrecieron a los lectores un espacio desde el que poder plantear públicamente sus
reflexiones, protestas y reivindicaciones.
Sin lugar a dudas, el tema que mayor preocupación despertó entre periodistas y
vecinos y al que ambas cabeceras dedicaron mayor espacio en sus páginas fue la falta de
agua y, en consecuencia, el escaso y deficitario abastecimiento domiciliario, sometido a
continuas restricciones para posibilitar la recuperación de los depósitos municipales.
Así, La Voz de Almería exponía que “no se trata de un barrio determinado (…) a donde
el agua llega a la una, dos o tres de la madrugada y se va sobre las ocho o nueve de la
mañana. En esas horas hay que hacerlo todo en la casa: lavado de ropa, fregado de
platos y suelos, ducha, etc…”8; mientras que para Ideal “urge adoptar medidas para
acabar con este gravoso problema, ya insoportable. Hay viviendas imposibles de habitar
por la falta de agua. No sólo dejan de cubrir las más elementales exigencias de
salubridad, sino que suponen las penalidades más grandes para sus moradores: acarrear
agua de un sitio a otro; noches de vela para esperar el agua y ducharse a altas horas de la
madrugada, etc., situaciones, en suma, que hay que desterrar”9.
La grave situación, que se acentuaba año tras año en la época estival cuando el
consumo se incrementaba por incidencia del calor y el aumento de la población por la
presencia de veraneantes10, generaba en la ciudad un fuerte clima de tensión social. De
este modo, fueron frecuentes las manifestaciones espontáneas de mujeres, que se
concentraban en las puertas del Ayuntamiento para protestar por la carencia continuada
en sus domicilios bajo el grito de “¡Queremos agua!” y consignas como “¡El grifo
llorando y al final de mes pagando”. En este sentido, desde la prensa se señaló en
numerosas ocasiones que “posiblemente lo más preocupante para muchos almerienses 7 Ideal, 30-6-1977, p. 17. 8 La Voz de Almería, 4-2-1977, p. 9. 9 Ideal, 13-9-1977, p. 13. 10 En el verano de 1976 el Ayuntamiento decretó la incautación de todos los manantiales, incluidos los privados, para garantizar el suministro a la ciudad. Al año siguiente, sin embargo, la situación se agravó y la falta de agua –que en algunos hogares fue total– se extendió durante tres semanas consecutivas, con el consiguiente perjuicio para los vecinos. Así, ante la falta de soluciones satisfactorias, la necesidad cada día era más agobiante. En su número del 23 de julio, Ideal describía la situación de la siguiente manera: “’Cerrado por falta de agua’, podemos leer en los servicios de aseo de algunos cafés, restaurantes, entre otros lugares públicos, donde las puertas de acceso permanecen cerradas por los propietarios. Tenemos conocimiento además de la influencia de la escasez en las actividades industriales. Una panificadora planteó el problema, o mejor dicho la imposibilidad de fabricar pan ante la escasez de agua, como asimismo una fábrica destinada a actividades mineras y de productos químicos, donde la escasez también dificulta la labor. En el aspecto sanitario, prácticamente se encuentran afectados todos los centros de la capital, y en el sector hotelero, muchos hoteles. No saben cómo superar la situación”.
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es por qué en unas casas gozan de mejor suministro que en otras. En una palabra, en
unas viviendas prácticamente tienen y en otras apenas la ven”11, destacando que “resulta
un poco paradójico que a la hora de pagar los recibos del abastecimiento domiciliario
del agua paguemos todos por igual. Se habla de instalación de contadores ¿Qué
procedimiento habría que emplear para un cobro equitativo?”12.
Gran relevancia se otorgó asimismo al tema de la limpieza y saneamiento de las
calles. La ausencia de alcantarillado en distintos barrios de la ciudad generaba un grave
peligro para la salud de los ciudadanos como consecuencia de la falta de higiene. Así,
por ejemplo, a la altura de 1978 en la zona del Barranco de Crespi los vecinos arrojaban
“los detritus humanos en los descampados y barrancos que rodean sus viviendas, con el
permanente riesgo de infección y contaminación consiguiente”13, y en el Barrio de
Araceli “cuando llueve las aguas bajan por las laderas mezcladas con la tierra. Hay un
problema sanitario que debería atajarse cuanto antes. Las fachadas de muchas casas
están alicatadas pero, cuando queda la pared libre, sobre la cal resaltan unas manchas
negruzcas de humedad, consecuencia de los pozos negros, demasiados pequeños para
las viviendas, lo que obliga a limpiarlos con cierta regularidad, cada dos meses”14.
Junto a ello, la ausencia de un servicio regular de recogida de basuras en diversas
zonas de la ciudad y la acumulación de desperdicios e inmundicias en solares,
descampados y viviendas abandonadas favorecían la proliferación de plagas de insectos
y roedores, convirtiéndose de esta forma las vías públicas en permanentes focos de
contagio de enfermedades15. Esta circunstancia adquirió su mayor trascendencia social
en junio de 1978, a raíz de la aparición de la noticia de que en Los Almendros habían
surgido brotes de tracoma y lepra, hecho que provocó actitudes de rechazo hacia los
vecinos de la zona afectada, quienes denunciaron ante los medios de comunicación la
negativa de los taxistas a subir a la barriada, las trabas puestas por los comerciantes para
la adquisición de alimentos o diferentes problemas surgidos en sus puestos de trabajo.
En opinión de Ideal, “una vez más, una cuestión de marginación y subdesarrollo se
agrava más todavía” 16.
11 Ideal, 20-7-1977, p. 16. 12 La Voz de Almería, 4-2-1977, p. 9. 13 Ideal, 5-4-1978, p. 12. 14 La Voz de Almería, 1-10-1978, p. VIII. 15 En este sentido, una vecina de La Chanca denunció a través de la prensa que “yo he tenido a mi niña todo el verano con ronchas en el cuerpo por la suciedad, las basuras, las ratas, no tenemos cuartos de baño, ni nada de nada. Necesitamos que se hagan estas cosas. Siempre los pobres nos quedamos para lo último”. Ideal, 9-9-1978, p. 12. 16 Ideal, 30-6-1978, p. 13.
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El resto de infraestructuras básicas también presentaba serias deficiencias. Muchas
calles carecían de asfalto o, si lo tenían, se encontraba en mal estado. Lo mismo ocurría
con las farolas, cuya instalación era escasa y en muchos casos su funcionamiento
defectuoso o nulo. Desde la prensa, sin embargo, se denunció que esta situación afectara
solamente a las zonas alejadas del centro urbano, mientras que las vías principales
tenían cubiertas sus necesidades con un aceptable grado de satisfacción. Así, Ideal
señalaba que “son todas, absolutamente todas las aceras de la ciudad, las que por una
razón u otra se hallan en condiciones peligrosas para el tránsito. El peatón, salvo las
aceras del Paseo del Generalísimo, ha de andar con infinidad de precauciones para no
tropezar con las losas levantadas o hundirse en los baches y zanjas abiertas por la falta
de un pavimento firme”17. Por su parte, La Voz de Almería exponía que la ciudad “salvo
el Paseo del Generalísimo, unas cuantas calles céntricas y algún que otro barrio, está
mal iluminada. Hay poca, muy poca luz por la noche. Unas calles porque tienen
deficiente instalación y otras porque no la han tenido nunca. Nos referimos a zonas
urbanas nuevas, en las que se construye, han surgido grandes bloques de viviendas y sin
embargo no hay un solo punto de luz”18.
Los equipamientos colectivos constituían otra de las grandes asignaturas
pendientes. En materia educativa, el número de plazas escolares era insuficiente para
dar cabida a toda la población infantil y, en algunos barrios, sólo se impartían
determinados cursos. Tal era el caso de Los Almendros, en cuya escuela sólo podía
estudiarse hasta sexto de Educación General Básica y, por tanto, los alumnos se veían
obligados a terminar los dos años restantes en otro colegio, “lo que por lógicas trabas
económicas y de desplazamiento origina que casi nadie cuente con este documento tan
necesario para cualquier tipo de trabajo, y por supuesto quedan vetados para siempre de
realizar misiones productivas especializadas”19. Dramática era asimismo la situación de
El Puche, donde los profesores decidieron iniciar el curso 1976-77 en la calle como
señal de protesta contra las deterioradas aulas prefabricadas que habían sido instaladas
por el Ministerio de Educación y Ciencia20. Por otro lado, desde diversos colectivos se
exigió también la dotación de guarderías, fundamentalmente en las barriadas de clase
obrera, para facilitar el cuidado y la enseñanza de los hijos de mujeres trabajadoras.
17 Ideal, 16-11-1977, p. 13. 18 La Voz de Almería, 15-9-1978, p. 11. 19 Ideal, 25-7-1976, p. 17 20 Ideal, 14/15-7-1976, p. 17.
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En cuanto a la asistencia sanitaria, los escasos ambulatorios y puestos de socorro
para primeros auxilios se localizaban en el centro de la ciudad, “precisamente donde
menos se necesitan”21. Insuficiente era también el número de cabinas telefónicas en las
zonas del extrarradio, en las que una única unidad debía prestar servicio a todos los
vecinos22 . Además, los espacios verdes ofrecían un aspecto de total abandono, de
manera que “más que zonas de solaz recreo se asemejan a abandonados estercoleros”23.
Todo ello sumado a un largo etcétera de necesidades básicas para cualquier sociedad
moderna, que los ciudadanos comenzaron a reclamar y a las que el Ayuntamiento no
sabía dar respuesta. Desde la prensa local se respaldó a los primeros y se recordó a las
autoridades municipales que “lo que piden los vecinos en este barrio, en aquél, en
cualquiera, son derechos, no favores. Y el sillón de concejal no es propiedad privada,
sino que es para conseguir esos derechos para todos los ciudadanos”24.
En líneas generales, la atención y preocupación de los periodistas por los distintos
problemas y deficiencias de la capital almeriense no hicieron más que constatar la clara
dicotomía existente entre el centro urbano y las barriadas de la periferia, “que aparecen
marginadas, desniveladas en comparación a otras” debido a que “por su situación
extrema en la ciudad, por las características generales de sus inquilinos, en su mayoría
clase media baja, les hacen portadores de la dura y vergonzosa calificación, para el
tiempo que vivimos, de suburbios”25. Esta realidad subyacía en la mayor parte de los
artículos y fue expresada claramente en las páginas de Ideal:
“Normalmente en los barrios céntricos las necesidades suelen estar cubiertas
debido, por un lado, al nivel económico de los vecinos que los habitan, y por
otro, a la atención que el Ayuntamiento presta a estas zonas de la ciudad por
tratarse de la zona más transitada. Por este motivo, normalmente no se considera
en la práctica a esta zona como barrio en sí, sino que se la denomina
comúnmente ‘el Centro’. Sin embargo, en las zonas de la periferia, como
consecuencia del crecimiento de la población, originado, en lo que respecta a su
desproporcionalidad, por el trasvase de población del campo a la ciudad
derivado del desarrollo industrial y del abandono del agro, suelen revestir 21 Ideal, 6-4-1977, p. 15. 22 Con cierta ironía, La Voz de Almería señalaba que en la barriada de Araceli “hay una cabina de teléfonos a la que hay que acudir por la noche con linternas o cerillas, porque alguien olvidó dotarla de fluido eléctrico, pensando tal vez que al ponerse el sol nadie necesita de los adelantos de la técnica de la comunicación”. 1-10-1978, p. VIII. 23 La Voz de Almería, 14-1-1977, p. 12. 24 Ideal, 9-9-1978, p. 12. 25 Ideal, 20-7-1976, p. 15.
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características poco recomendables, producto muchas veces de la actividad
especulativa de las constructoras, amparadas por la tolerancia municipal, que
conllevan deficiencias notables”26.
2. Asociaciones de vecinos y prensa local como instrumentos de
reivindicación.
Aunque algunas de ellas habían iniciado su actividad con anterioridad de manera
no oficial, la aparición de las asociaciones de vecinos en la escena pública almeriense
tuvo lugar en 1976, en el “preciso momento en el que los habitantes de los barrios van
sintiendo esa necesidad de unirse para hacer frente a su problemática y su fuerza y
efectividad está en función de la gradual participación de todos los que viven en el
barrio”27. No obstante, en muchos casos la regulación jurídica no se produjo hasta los
últimos meses del año siguiente, una vez celebradas las elecciones legislativas del 15 de
junio y constituidas las Cortes Generales surgidas de las urnas, como consecuencia de
una serie de trabas burocráticas 28 . En este sentido, en mayo de 1977 los grupos
constituidos hasta entonces, que se habían inscrito en el registro del desarticulado
Movimiento, recibieron una comunicación según la cual dejarían de existir en caso de
que sus estatutos no se adaptaran a la Ley de Asociaciones de 196429. Además, para
conseguir su reconocimiento oficial se les puso como condición que adoptaran un
nombre que no hiciera referencia a un espacio geográfico concreto, con objeto de
permitir la coexistencia de varias entidades en un mismo barrio, hecho que fue criticado
por la prensa local en tanto que serviría “para aglutinar a los vecinos en líneas políticas
determinadas, integrándose en las diferencias que las separan y dividiéndolos en la
acción conjunta de cara a la resolución de los problemas que se les platean”30.
Desde el primer momento, el diario Ideal mostró un claro posicionamiento a favor
de las organizaciones vecinales y manifestó en reiteradas ocasiones su satisfacción por
el resurgir de la movilización ciudadana ante el regreso de la democracia:
26 Ideal, 17-12-1976, p. 17. 27 Ideal, 17-12-1976, p. 17. 28 Desde las páginas de Ideal se apuntó como motivo del retraso de la legalización de los distintos grupos existentes en la ciudad “la falta de interés de las autoridades en el funcionamiento de este tipo de asociaciones que, una vez en funcionamiento, intentan legalizar la labor municipal y exigir el cumplimiento de una serie de normas y obligaciones para con sus barrios, que ahora nadie reclama, al menos colectivamente”. 9-3-1977, p. 18. 29 Ideal, 24-5-1977, p. 21. 30 Ideal, 3-8-1977, p. 11.
114
“El vecindario, que se ha considerado hasta ahora postergado en sus derechos, se
reúne en asociaciones para gestionar y presionar cerca de las autoridades la
resolución de cuantos asuntos afectan a la barriada. Los barrios así han de pesar
en el ánimo de quienes disponen de los medios indispensables para satisfacer las
más apremiantes necesidades. Han visto que la unión hace la fuerza y acuden a
ella como instrumento, el más poderoso, para allanar dificultades y convencer a
la Administración”31.
“… empiezan su actuación las asociaciones de vecinos. De desear es que se les
preste la atención a que tienen derecho y a que mediante su intervención se
adelante mucho en la conquista de los medios que una ciudad como Almería, en
pleno desarrollo, persigue”32.
También en el antiguo diario del Movimiento se subrayó la importancia que para
la capital almeriense podía significar la aparición de diversas agrupaciones de
ciudadanos, que “no se amilanan tan fácilmente ante tantos inconvenientes como
encuentran, estas gentes sencillas y buenas de la barriada, pero muy tenaces, que
lucharán contra viento y marea, aunque navegar así todos sabemos que es muy
difícil”33.
El barrio de Los Ángeles y La Concepción fue el pionero en organizar una
asociación de vecinos y en empezar a desarrollar plataformas reivindicativas, que
alcanzaron en poco tiempo un notorio nivel de desarrollo. Así, desde principios de 1976
los miembros de la junta directiva expusieron ante los medios de comunicación los
problemas que sufrían, que “son un fiel reflejo de las necesidades básicas de Almería”34.
En este sentido, para protestar por la falta de infraestructuras y equipamientos básicos y
exigir el compromiso de las autoridades para su rápida solución, se convocó una
manifestación pacífica para el sábado 23 de octubre de ese mismo año, que no fue
autorizada por el gobernador civil alegando que la solicitud se había presentado fuera
del plazo legal y que no había razón para dar la autorización puesto que las peticiones
estaban en proceso de trámite. Para la prensa, sin embargo, “hubiera sido mejor
autorizar la manifestación por muchas razones: se impulsaría la unidad de los barrios 31 Ideal, 20-9-77, p. 15. 32 Ideal, 12-5-1977, p. 17. 33 La Voz de Almería, 11-2-1978, p. 10. 34 Ideal, 22-7-1976, p. 13.
115
almerienses; se tomaría conciencia general de los problemas; el compromiso del alcalde
tendría más razones y responsabilidad para cumplirlo, y de esta forma Almería
adquiriría conciencia del momento en que vive”35 . Pese a la prohibición del acto,
numerosas personas acudieron a la llamada y se concentraron en el lugar indicado,
procediendo el Cuerpo General de Policía a su disolución36.
Durante los meses siguientes, las gestiones de la Asociación de Los Ángeles
fueron dirigidas hacia la obtención de un ambulatorio de la Seguridad Social, petición
que le fue denegada37, y de una guardería, cuya construcción fue conseguida en 1978 y
constituyó uno de los logros más importantes de la barriada, que lo celebró con una gran
fiesta infantil38. Paralelamente, se realizaron diversas actividades culturales, como la
edición de la revista Passa?, en la que además de la exposición de los problemas
cotidianos se reflexionaba sobre la incidencia del movimiento ciudadano39. No obstante,
la participación activa de los vecinos de la zona en las asambleas y toma de decisiones
fue limitada, con una media cifrada en torno al centenar40.
Destacado protagonismo tuvo también la Asociación del Barrio Alto, conocida
con el nombre de “El Centimillo” y que inició su andadura oficial en el otoño de 1976.
Su preocupación central, y que permitió a los vecinos alcanzar el nivel de
concienciación necesario para actuar colectivamente, fue la existencia en la zona de un
nutrido grupo de chabolas y viviendas ruinosas41 , donde las familias habitaban en
35 Ideal, 23-10-1976, p. 15. 36 Ideal, 24-10-1976, p. 15. 37 En nota publicada en los medios, la Asociación de Los Ángeles planteaba los siguientes interrogantes: “¿Es que no existen asegurados suficientes entre nuestro barrio y los colindantes para instalar un ambulatorio en esta zona o es que existen otros intereses? ¿Por qué concentrar todos los ambulatorios en la zona centro y no llevarlos a los barrios? La Voz de Almería, 11-3-1978, p. 12. 38 Según informó la prensa, durante la celebración de la fiesta hubo un intento por parte de dos militantes de Alianza Popular de apoderarse del acto, pero fue inmediatamente rechazado por los vecinos del barrio. Ideal, 16-4-1978, p. 15. 39 Ideal, 24-5-1977, p. 21. Así, en el número 2 de la revista se incluyó un cómic titulado “Los temores de D. Sistema”, en el que sus protagonistas mantenían la siguiente conversación:
- ¿Qué? ¿Cómo van las Asociaciones de Vecinos? - Se van aguantando, se van aguantando… Sólo se reúnen cuatro o cinco, y se cree que así van a
poder arreglar algo. - ¿Y no hay peligro de que…? - ¡Que va! Está todo atado y bien atado. Bastantes horas de trabajo les tenemos puestas para que
tengan ganas de hacer algo… Y si aún les queda tiempo libre, les damos la Televisión, las “motos”, el fútbol, el sexo, el cine, las campañas electorales, etc.
- ¿Y si a pesar de todo se reúnen y solucionan sus problemas? - Haremos lo de siempre: diremos que están politizadas.
40 Ibid. Las razones para la falta de implicación aducidas por los vecinos fueron variadas: “Yo no voy, va mi marido. Eso es cosa de hombres, más que de mujeres”, “Yo no voy, estuve una vez y había allí unas pancartas, unos líos por aquí y por allí, y ya no fui más”… 41 Los problemas relacionados con la infravivienda y el chabolismo constituyeron el origen de numerosas asociaciones vecinales en todo el país. Así ocurrió, por ejemplo, a finales de 1973 en el poblado
116
condiciones de hacinamiento y falta evidente de medidas higiénico-sanitarias, sin agua
ni servicios y con apenas ventilación42. Así, un estudio realizado por una comisión de
urbanismo creada para abordar el problema arrojó las siguientes conclusiones:
“El 25% de las casas están habitadas. Su estado es ‘bueno’, éstas son de piedra y
barro con muchos años de vida, el 90% tiene de 20 a 50 m2 y habitan cuatro o
más personas.
El 30% de las casas habitadas están en estado casi ruinoso o ruinoso total,
algunas de las habitaciones están apuntaladas con maderas y cuando llueve es
una ducha común.
El 25% de las casas están sin habitar y se encuentran totalmente en ruinas o
destruidas, sirviendo de vertedero de basura de los vecinos ya que, según
noticias, al no existir contenedores para depositarla y no pasar el servicio de
recogida…
El 20% restante de las casas ya son ruinas totales y sirven para lo mismo que las
viviendas en ruinas ya que no están tapiadas”43.
La protesta surgió a principios de 1977, a raíz del anuncio de que iban a destinarse
veinte millones de pesetas para la construcción en el Barrio Alto de un nuevo mercado
de abastos que, en opinión del vecindario, era innecesario puesto que el existente
cumplía su función de manera óptima. A partir de entonces, la Asociación centró sus
esfuerzos en negociar con el alcalde una solución satisfactoria, consiguiendo la promesa
de una subvención para viviendas sociales. Sin embargo, en abril del año siguiente, una
vez cumplidos los plazos establecidos y ante la demora municipal, convocó una
concentración reivindicativa en la que participaron unas trescientas personas con
consignas como “Queremos viviendas” y “Nos están comiendo las cucarachas y los
ratones” 44 . Además, presentó un escrito ante el Ministerio de Obras Públicas y
Urbanismo planteando que el asunto fuera declarado de interés público45. Por su parte,
el Ayuntamiento realizó un proyecto de plan de reforma interior de la barriada, que
madrileño de Orcasitas, debido al peligro de hundimiento detectado en varios hogares. IGLESIAS RODRÍGUEZ, G., “Aprendizaje para una vida en democracia: la asociación de vecinos de Guetaria”, en Cuadernos de Historia Contemporánea, 18, 1996, p. 134. 42 Las familias denunciaban que “tenemos el WC y la cocina juntos y tenemos que hacer la comida en la calle”, “en una casa duermen, en una litera, abajo el matrimonio y encima el hijo, que ya tiene dieciséis años”, “dormimos nueve personas en una misma habitación”… Ideal, 5-3-1977, p. 15. 43 La Voz de Almería, 27-1-1977, p. 15. 44 Ideal, 2-4-1978, p. 17. 45 Ideal, 21-7-1978, p. 12.
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incrementó el descontento popular por considerar “que se ha elaborado sin contar con
los vecinos del barrio y por lo tanto sin tener en cuenta sus características sociales,
históricas, culturales y arquitectónicas”46. Ante esta situación, en septiembre de 1978
“El Centimillo” celebró una reunión con los partidos políticos, centrales sindicales y
otras asociaciones de la ciudad para estudiar la problemática del barrio y en la que se
acordó iniciar una campaña de recogida de firmas, concienciación de la opinión pública
y elaboración de todo tipo de alegaciones técnicas de oposición al plan47. En este
sentido, destacó la organización de una Semana Pro Barrio Alto que contó con el apoyo
de todas las fuerzas de izquierda48.
Muy reivindicativa fue también la actividad desarrollada por la Asociación de
Vecinos “La Traíña”, constituida a finales de 1977 en el barrio de Pescadería, una de las
zonas con los índices de abandono, subdesarrollo y marginación más elevados del
núcleo urbano49. En efecto, en los dos periódicos locales fueron frecuentes las noticias
referidas a reuniones de miembros de la directiva con las autoridades municipales para
plantearles sus numerosas y graves carencias e insistir en la urgencia de darles solución.
Transcurrido el tiempo estipulado, mujeres, mayores y niños salían a la calle con
pancartas para protestar y recordar el incumplimiento de los acuerdos, e, incluso, se
acercaban a las instalaciones de los medios de comunicación para exponer públicamente
la situación en que vivían. Así, en abril de 1978 la asociación denunció en Ideal que
“después de distintas visitas realizadas al alcalde y la posterior visita de éste al Barranco
Crespi, planteándose en ambas ocasiones los problemas que tiene esta zona del Barrio
de Pescadería, alcantarillado, luz, viviendas, saneamientos, etc., el alcalde nos prometió
46 Ideal, 3-8-1978, p. 11. 47 Asistieron a la convocatoria representantes de PSOE, PCE, PSA, MCA, OIC, PTA, AP, CNT, CCOO, COUR, SAT y el resto de asociaciones de vecinos. La directiva de “El Centimillo” mostró su “extrañeza ante la ausencia de Unión de Centro Democrático, partido que habiendo sido invitado a la reunión mostró no tener interés alguno ante la problemática ciudadana. El partido del Gobierno ha tenido la posibilidad de actuar en la resolución del problema de las viviendas mediante la aplicación del artículo 180 de la ley del Suelo, provocando al no hacerlo así la aparición a información pública del Plan e intentando así cargar toda la responsabilidad al Ayuntamiento”. Ideal, 10-9-1978, p. 13. 48 Entre los actos programados figuraba un día dedicado a la concienciación a nivel ciudadano, en el que se repartieron octavillas “al Pueblo de Almería” dentro de la campaña “en contra del Plan de Reforma Interior”. En varios puntos de la ciudad se dispusieron mesas con material ilustrativo, así como una enorme pancarta firmada por las fuerzas políticas (PSOE, PCE, PSA, MCA, OICA), sindicales (CCOO, UGT y USO), y la Asociación de Vecinos “El Centimillo”. La Voz de Almería, 3-10-1978, p. 11 49 El protagonismo sociopolítico de esta zona de la ciudad fue constante desde los años finales del franquismo. Véase al respecto DÍAZ HARO, F., “El barrio de Pescadería y el arraigo de la izquierda radical. Un curioso caso de supervivencia en la Transición almeriense (1974-1984)”, en QUIROSA-CHEYROUZE Y MUÑOZ, R. (coord.), II Congreso Internacional... op. cit., y VIDAL GÓMEZ, A., “Un ejemplo de conflictividad social en la Transición a la democracia: la huelga de pescadores en Almería, 1976-1977”, en La España del Presente: de la dictadura a la democracia. Madrid, UNED-CIHDE, 2005.
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que en el plazo de 15 a 20 días se empezaría a solucionar algunos de estos problemas.
Pero han pasado tres meses y todavía no se ha hecho nada; lo único que hemos visto han
sido promesas y más promesas, pero no la solución a nuestros problemas”50.
En orden de prioridades, y ante el reconocimiento por parte de la Corporación
municipal de su falta de recursos económicos para hacer frente a las demandas
ciudadanas en su conjunto, desde “La Traíña” se concedió especial importancia al
alcantarillado, con objeto de actuar con mejor eficacia y ocuparse después de otros
asuntos. La demanda de la red de saneamiento fue tan intensa que, por ejemplo, a los
pocos meses de la legalización de la asociación, los vecinos impidieron que varios
peones, que habían sido contratados por el Ayuntamiento para asfaltar algunas calles,
pudieran seguir adelante con su labor hasta que no se instalaran las tuberías que
exigían51. Junto a ello, también se insistió con frecuencia en la resolución del problema
de la infravivienda y de la ausencia de alumbrado52.
Por su nivel de desarrollo y movilización, las asociaciones de vecinos de Los
Ángeles, Barrio Alto y Pescadería fueron las que ocuparon mayor espacio en las páginas
de los periódicos. Junto a ellas, y con también presencia en la prensa, en la ciudad se
constituyeron otras como las de “Artés de Arcos-Ministerios”; “Amatisteros”, en el
barrio de Araceli; “La Molineta”, en la zona Plaza de Toros-Quemadero; “Alcazaba”, en
Plaza Pavía y la Joya; “La Loma”, en el barrio de San Luis; “San Cristóbal”, “Cruz de
Caravaca” y “Ciudad Jardín”. Asimismo, en las barriadas de La Cañada y El Alquián,
situadas fuera del núcleo urbano, se crearon las de “Antonio Torres” y “Virgen del
Carmen”, respectivamente. En función de sus posibilidades, todas ellas se mostraron
activas en la defensa de sus reivindicaciones hasta el punto de que a finales de 1978,
según expuso La Voz de Almería, “uno de los mayores problemas que aquejan al
Ayuntamiento son las barriadas”53.
50 Ideal, 5-4-1978, p. 12. 51 Ibid. 52 En este sentido, fueron constantes las protestas por la peligrosidad ante la falta de alumbrado. Así, una vecina comentó a un periodista: “Mire, usted, según nos han dicho, millones se han gastado en poner luz en la Alcazaba porque vienen los turistas, pero en el Barranco (de Crespi) ni una bombilla. Nuestros maridos, pescadores, tienen que salir a las tres o a las cuatro de la mañana sin una luz que alumbre, tropezándose con las ratas y siempre con el riesgo de caerse por el barranco, que no sería la primera vez”. Ideal, 9-9-1978, p. 12. 53 La Voz de Almería, 28-9-1978, p. 12.
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3. Consideraciones finales…
Si no existe duda de que la prensa constituye una herramienta de gran utilidad para
la investigación histórica, es evidente que su utilización se hace del todo indispensable
cuando los estudios están referidos a las etapas más cercanas al momento actual, en el
que la información generada y recibida traspasa los límites de la saturación.
En el caso de la transición a la democracia, además, la decisiva contribución de los
medios informativos en la formación –o en el mejor de los casos reactivación– de la
opinión pública, tras cuatro décadas de letargo obligado por la dictadura franquista,
obliga a su consulta para una mejor compresión y aproximación al período. En efecto,
mientras que los periódicos de tirada nacional ayudaron al posicionamiento ideológico
de los españoles en el proceso de cambio, los diarios de ámbito local propiciaron el
acercamiento crítico a su entorno más inmediato, a la problemática propia de la vida
cotidiana, de manera que la resignación y pasividad existentes hasta entonces se
tornaron en un creciente descontento.
El ejemplo de Almería, con dos cabeceras de diferente tendencia, permite
comprobar que la atención prestada por parte de periodistas con inquietudes sociales
hacia las carencias y necesidades de los distintos barrios fue paralela a la concienciación
de los ciudadanos y el inicio de sus protestas y demandas. Es decir, reflejo y
construcción reflexiva de la realidad constituían las dos partes de un mismo proceso. En
este sentido, no es casualidad que las asociaciones de vecinos, concebidas como
aglutinantes de las inquietudes populares y con fines eminentemente reivindicativos,
surgieran en las zonas más desfavorecidas de la ciudad, aquéllas donde la falta de agua,
luz, alcantarillado, limpieza, asfalto, sanidad, escuelas, zonas verdes e, incluso,
teléfonos era una constante. Se hacía patente, de esta manera, que la división centro-
periferia representaba el principal modo de discriminación.
La Voz de Almería e Ideal –este último con una implicación más directa– se
convirtieron en foros de debate donde confluían opiniones, quejas, exigencias y
denuncias, convirtiéndose en los verdaderos órganos de expresión y apoyo de las nuevas
asociaciones vecinales. En sus páginas, periodistas y ciudadanos se unían en una voz
común. Asimismo hay que destacar que las primeras críticas, tanto implícitas como
claramente explícitas, a la gestión municipal franquista partieron de ambos diarios.
El papel representado por la prensa como medio de información y plataforma de
denuncia se quiso ver, en muchas ocasiones, como la vía para la consecución de los
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fines propuestos. Al menos, ésa era la percepción de los profesionales de los medios de
comunicación durante sus visitas a las barriadas protagonistas de sus artículos:
“El recibimiento con que fuimos acogidos no pudo ser menos espectacular. Una
salva de aplausos incontenidos fue la expresión de los deseos de estas familias
trabajadoras de que se les arreglen sus problemas. Una vez más, el periodista es
confundido con quien debe poner los medios para solucionar la problemática
ciudadana, lo que hace cifrar esperanzas inusitadas en esta gente humilde que
sólo exige los derechos que como ciudadanos creen tener y que indudablemente
tienen (...) logramos explicar que sólo podíamos hacernos eco de la situación,
como notarios de la vida diaria (...) sin embargo, por más académica que sea la
definición, la realidad del ejercicio profesional puede llevar a la confusión, ante
la impotencia del periodista para poder hacer algo más que publicar unas líneas
que, luego, los próceres municipales leerán a la hora del desayuno con
movimientos de cabeza indulgentes frente a la insistencia informativa –en el
mejor de los casos– o con malestar elitista por la publicación de tales
informaciones negras que enturbian la aparente tranquilidad municipal”54.
54 Ideal, 5-4-1978, p. 12.
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