PRÓLOGO...PRÓLOGO Todos esperábamos mucho del 2020…nuevos proyectos, muchos planes, nuevas...
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PRÓLOGO
Todos esperábamos mucho del 2020…nuevos proyectos, muchos planes, nuevas
aventuras… pero lo que no esperábamos era vivir una pandemia en la que tuviéramos que
estar confinados en nuestras casas, saliendo a la calle solo para lo imprescindible. Al final, todo
lo que esperábamos de este año se ha visto truncado por el COVID-19.
Este virus nos ha hecho reflexionar sobre cuales son realmente nuestras prioridades.
La mayoría ha resuelto que una de las cosas más importantes es poder compartir nuestro
tiempo con la familia y los amigos. Por ello, en estos días que estamos separados, pero más
unidos que nunca queremos que este libro nos acerque aún más.
Y ya solo queda dar las gracias a todos los que habéis participado en esta iniciativa.
ÚLTIMA PRIMAVERA QUE TE QUIERO.
Ahora que llegan las flores,
ahora que no estás aquí,
ahora que los colores,
ya no crecen en mí.
Muchos días fueron contigo y sin ti
pero hoy ya todos se fueron.
Ya no quiero que me busques,
ya no quiero que me encuentres,
porque por mucho que lo hagas,
en mis brazos ya no duermes.
Quedan días grises,
quedan días de colores,
quedan sueños tristes,
pero al final disfrutaré de las flores.
Y sí, última Primavera que te quiero,
pero no te preocupes,
queda un verano entero.
Autor: Anabel Poyatos Gutiérrez (@anabelyatique)
DE UN PUEBLO MUY BONITO
De un pueblo muy bonito de la provincia de “Graná”,
con nuestro castillo, nuestra iglesia, la casa grande y la fuente de los nueve caños.
También tenemos restaurantes que se pueden visitar.
Somos un pueblo humilde pero de mucha humanidad.
Yo soy Lola de Perico con 79 años de edad,
me llamo Cabrerizo Franco,
si alguien me quiere buscar me encontrará
y lo atenderé con mucha humanidad.
Autor: Lola de Perico.
MI CARA
En mi cara redondita
tengo ojos y nariz,
y también una boquita
para hablar y para reír.
Con mis ojos veo todo,
con la nariz hago achís,
con mi boca como como
palomitas de maíz.
Autor: Gloria Fuertes.
Enviado por: Hugo Gámez Mesa y Alberto Gámez Mesa.
POEMA DE LA PRIMAVERA
Despierta el mes de abril cuando despiertan las flores,
cuando se tiñen los campos de verde color y aroma,
¡Que tienes tú mes de abril! que todo el mundo te añora,
unos con poesía canticos y estrofas presumes de ser,
le traes la primavera y el encanto al planeta Tierra,
tu belleza es amor de verde color y aroma
y acompañado de mayo,
porque los dos sois hermanos,
que preciosos sois los dos rodeados de tantas flores,
nosotros confinados sin poderlas disfrutar,
yo quisiera ofreceros todo el amor del mundo,
y vosotros nos devolvierais la salud a nuestro mundo.
Un abrazo.
Autor: Teresa Cantón Cantón.
POEMA A MIS PAISANOS
Con lo más bello del mundo gústeseme compararos,
pero no encuentro momento para ello,
todo es tan falso que pediría la muerte,
antes de yo olvidaros, calahorreños queridos,
el día que me olvide que día tan nublado,
pues mi mundo estará acabado.
Yo quiero deciros algo y que muy dentro lo llevo.
"OS QUIERO".
Anoche cuando dormía,
soñé que el mundo estaba sufriendo,
y me puse yo a pensar,
que llorando está mí pueblo,
por qué las fiestas no sé pueden celebrar,
pero el año que viene todos nos podremos juntar
y sacar a nuestro Santo por las calles pasear.
Yo soy de estatura baja y no lo puedo llevar,
pero te llevaré las mejores flores que la primavera me dé,
para poner en sus andas y muchas vivas gritar,
yo quisiera San Gregorio que no te vayas a enfadar,
porque el año que viene lo vamos a celebrar.
Todos los (Calahorreños) y todo el que quiera más,
yo quiero a mis paisanos y a nuestro Santo patrón.
Autor: Teresa Cantón Cantón.
YO SOY DE LA CALAHORRA
Yo nací en un pueblo blanco,
a los pies de Sierra Nevada,
qué bonito que es mi pueblo,
La Calahorra se llama.
Rosario Cabrerizo Franco y tengo 85 años.
Autor: Rosario Cabrerizo Franco.
A MI PUEBLO
Pueblo de La Calahorra,
de un pasado nazarí
que peleara por ella,
el abuelo de Boabdil.
Plaza de gran importancia,
es la antigua Arcilacis
es donde yo vine al mundo,
aquí es donde nací.
Esta es mi tierra señores,
lo primero que yo vi
el pueblo de mis amores,
donde quisiera vivir.
Hasta el día que me muera
para poder compartir
tanta belleza que encierra,
siendo añorada por mí.
No es pasado ni presente,
ni venido o por venir
esto es algo diferente
lo que siento hoy por ti.
Es nostalgia a lo vivido
que no puedo repetir
te he llorado tierra mía,
por vivir lejos de ti.
Es porque llevo a mi pueblo
dentro de mi corazón
es porque llevo su embrujo,
o por alguna razón.
Es que me llena de orgullo
y profunda admiración
el ser de La Calahorra,
defendiendo tu blasón.
Autor: Ramón Jiménez Medina.
LA CALAHORRA
La Calahorra es un pueblo diferente,
es mágico, le gusta a la gente.
No hace falta ir en el período estival,
en cualquier época del año se está genial.
Yo nací en Elche, o al menos eso pone en mi documento nacional de identidad,
pero cuando yo estoy en La Calahorra es cuando siento verdadera felicidad.
Este bendito pueblo es mi gran devoción,
el que de verdad me conoce, sabe que lo digo de corazón.
Cuando voy camino de mi pueblo y del horizonte nace el castillo,
ni siquiera cuando bebía vino era más feliz el Lazarillo.
La Calahorra, los toros y Andalucía lo llevo en la sangre,
cada vez que puedo voy hacia allí como un purasangre.
No hay nada que me pare cuando voy al pueblo de mis amores,
ya que en ese momento se disipan todos mis temores.
Si el trabajo no me lo impidiera,
tened por seguro que estaría allí cada vez que pudiera.
La gente se pregunta porque me gusta tanto mi pueblo,
ay… pobres ignorantes, eso es que aún no han ido a conocerlo.
Si la gente supiera lo que se siente en esta tierra,
estoy seguro de que más de uno dejaría la guerra.
Su belleza paisajística es alucinante,
ni Velázquez podría pintar algo semejante.
Autor: Francisco Javier Jareño Serrano
PRIMOS
Primos queridos, casi hermanos,
recorrimos la piscina a nado,
incansables, casi sin fuerza en las
manos, sin frío, sin calor.
Os quiero tanto que sois lo mejor,
seremos compañeros hasta el fin de los tiempos.
Autor: Miriam Ramírez Romero.
¡OTRA VEZ NO!
TÍC-TAC, TÍC-TAC, las 4 de la mañana e Iván no podía dormir. Todos los días igual, ¿ Por qué la
misma pesadilla? ¿Por qué yo? ¿Por qué mis papás no me entienden? ¡Tengo que ser fuerte y
hacerlo, como lo hacían los caballeros andantes!
El sueño volvió a invadir sus pensamientos pero, ya los primeros rayos de luz entraban por la
ventana de su habitación dejando entrever su lugar favorito, aquel lugar que e permitía ser él
mismo sin temor a nada. Miraba a sus muñecas con devoción pues solo ellas lo entendían y le
permitían olvidarse de los golpes.
- ¡Iván, hora de ir al colegio!
Comenzaba la pesadilla.
Autor: Rocío Olea Sánchez.
COSAS EXTRAÑAS
¡Empiezo a estar harta de este confinamiento! Y si recuerdo las aventuras que vivíamos mi
amiga Beatriz y yo....
Recuerdo cuando fuimos a los pinos antes de que pasara todo esto del coronavirus, allí
estuvimos merendando, paseando...pero de repente vimos una sombra que venía hacia
nosotras, fuimos a ver que era pero no vimos nada, luego volviendo del bosque me dieron
unos escalofríos por la nuca y se lo dije a mi amiga, ella dijo que también le pasaba lo mismo.
Entonces yo pensé... “tiene que ser un monstruo” pero ella dijo...”no creo Carmen, será del
frio”.
Nos acercamos y vimos a un vampiro, le pasaba algo y fuimos a ayudarle, el vampiro nos dijo
que se le movía un diente, nosotras se lo intentamos quitar pero no pudimos, fuimos a mi casa
y cogí un hilo para enganchárselo a la puerta y... ¡¡¡PUAF!!! ...se lo arrancamos y el vampiro
muy contento nos regaló unos rayos de calor por si algún monstruo nos atacaba, ya que hay un
portal abierto por donde están pasando toda clase de seres raros, nos dio un abrazo y se fue
muy contento a su ataúd en Transilvania.
Más tarde, Beatriz y yo fuimos a la plaza y allí nos encontramos un “demoperro”, era una
mezcla de “demogorgon” y un perro... ¡Nos quería comer! Pero menos mal que llevábamos los
rayos de calor que nos regaló el vampiro, porque al “demoperro” no le gustaba el
calor...entonces le disparamos, pero no le hacía tanto daño como pensábamos, teníamos
miedo... de repente apareció una niña y con sus manos le ganó al “demoperro” y este se fue
corriendo.
Nosotras le preguntamos, ¿tienes superpoderes? Ella dijo que sí, nos dijo que se llamaba
Eleven, pero sus amigos le llaman “Ze”.
Mientras íbamos a mi casa porque teníamos que curar a “Ze”, vimos a unos niños que iban
corriendo por donde se había ido el “demoperro”, los espiamos y Ze nos dijo que iban hacia el
portal por donde habían venido... nos preguntamos, ¿Cómo saben los niños que existen los
“demoperros”?
Les perseguimos hasta el portal y allí les hablamos y nos dijeron que se llaman Dustin, Mike,
Will y Lucas y le dijimos ¿cómo sabéis lo de los demoperros?
Dustin le dijo a sus amigos... ¿veis? se llaman “demoperros”, lo sabía y no me creíais, menos
mal que Carmen y sus amigas nos lo han confirmado”.
Will dijo, “debemos concentrarnos en cerrar el portal... es muy peligroso”.
Yo dije, “tienes razón, porque si no van a salir muchos “demoperros” y otros seres”.
Le dije a Ze que si lo podía cerrar ella con sus poderes y me dijo que sí.
Beatriz y yo vimos como Mike y Ze se miraban, seguro que se gustaron...
Ze cerró el portal y fuimos todos a mi casa a curarla, porque le salía sangre por la nariz. Al
siguiente día fuimos otra vez al portal y vimos que unos rusos lo estaban abriendo. Les
pusimos a todos una anestesia, y casi nos matan... pero como tenemos a Ze... estamos vivos.
Llevamos a los rusos a un autobús que iba para Rusia y nosotros nos fuimos al cine y después a
tomar un helado.
El portal no se abrió más y fuimos felices y comimos perdices.
Autor: Carmen Romacho Villalba. 9 años.
UNA AVENTURA EN LA CUEVA “LA LOCA”
Me gustaría volver a repetir cuando pase el coronavirus, una aventura que tuve este invierno
con mis amigos…
Un día de invierno, mis amigos y yo decidimos explorar nuevos lugares en La Calahorra.
Decidimos subir por el cerro y de repente vimos una cueva.
- ¿Entramos?, pregunté yo.
- A mí me da un poco de miedo, Jose.
- Veníamos a explorar, así que venga ¡vamos!.
En la televisión habíamos visto como se hacían las antorchas para poder ver mejor, así que
cogimos un palo que encontramos y con mi bufanda y cerillas hicimos una.
Cuando entramos vimos una pintura que ponía, “cueva de la loca”. Empezamos a investigar…
seguro que allí vivía una loca.
De repente, encontramos una puerta que brillaba, era mágica. Dijimos “abracadabra” y se
abrió.
Cuando entrabas había un baúl muy grande, y cuando lo abrimos encontramos ropa, platos,
cucharas, tenedores, cuadros con fotos y flis de las moscas.
Había también una cama muy grande y se nos ocurrió la idea de saltar, pero había mucho
polvo y nos entro la tos, así que seguimos buscando a ver que encontrábamos.
Empezamos a escuchar unos ruidos muy extraños, que venían de la cueva por donde habíamos
entrado. Nos entró muchísimo miedo, y fuimos a escondernos debajo de la cama. Apareció de
repente una mujer con los pelos de loca y le echamos el flis de las moscas para poder salir
corriendo de la cueva.
Estábamos tan asustados que decidimos irnos a la panadería, nos pedimos unas tortas de
manteca, pero cuando fuimos a pagar nos dimos cuenta que el dinero que nos habían dado
nuestras abuelas se cayeron en la cueva. Entonces le propusimos al panadero darle nuestras
cerillas para poder encender el horno y hacer más tortas.
Y colorín colorado esta aventura se ha terminado.
Autor: José Francisco Cabrerizo Morillas. 10 años.
QUÉDATE
Este año todo ha sido y sigue siendo un poco diferente a lo de todos los años ya que ahora
nuestro país está sufriendo esta pandemia global, la inesperada crisis del CORONAVIRUS con
tanta fatalidad.
Todos los días a las 8 salimos a nuestros balcones a aplaudir a todos los que nos ayudan y a los
que nos quieren ayudar.
No nos hemos dado cuenta pero la primavera ya llegó con su gran olor.
Las mariposas cantan y vuelan.
Los pajaritos revolotean de flor en flor.
Mientras que nosotros nos quedamos en casa haciendo una gran labor.
Ya se me olvidaban los pobres vagabundos que caminan en su vida en soledad, esperando que
alguien le dé su mano para aliviar sus penas y consolar.
También esperan un poco de comida ya que no tienen dinero para comprar.
Pero todos sabemos que siempre hay gente buena y con humildad.
Por otro lado tenemos a todos nuestros mayores que están sufriendo más que nosotros esta
pandemia mundial.
Seguro que todos estamos pensando en este momento. ¡Madre mía este pequeño bichito
COVID-19 que se nos ha colado en este país!
Pero siempre debes tener en cuenta que todos los sueños pueden hacerse realidad si se tiene
coraje de perseguirlos y poderlos alcanzar.
Ya que todos los sueños se pueden lograr.
Mi medicina para todos los que lean esta parte del libro es.... QUE SE QUEDEN EN CASA.
#yomequedoencasa
#todosnosquedamosencasa
QUÉDATE
Autor: Sheila Aguilera Martínez
PARA VOLVER A VOLVER
Érase una vez, un pueblo muy pequeño con un castillo muy grande.
El calor anunciaba el verano y con él la llegada de las ansiadas vacaciones y lo más importante,
el pueblo.
Preparadas las maletas, perfectamente organizadas, con los conjuntillos para las fiestas y algo
rojo para los toros.
Autocar, un día entero, más de 24 horas y horas.
Cuantas veces preguntamos a mamá cuándo llegamos.
Más horas, paradas y paradas repartiendo gente por los pueblos colindantes, nervios y nervios
y entonces, se descubría el castillo y cual Quijote avistando los molinos sentíamos que la
ventura guiaba nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear.
La sangre se ponía en pie. El corazón se salía del pecho.
Allí estaban ellos, los abuelos con sus carros de runa en Antonio Fermín para recoger el
equipaje.
Se abrían las puertas, pisábamos suelo y entonces te transminaba el pueblo.
Viacrucis de besos compulsivos llenos de alegría de puerta en puerta, hasta entrar en casa con
la abuela deseosa y orgullosa de mostrarte su alacena rebosante de comida, en el lugar donde
la mantequilla era de tres colores.
La familia comía en la mesa por turnos, los sueños eran compartidos con los primos en la
habitación de los niños.
Despertares de diana de furgoneta del pan, de camión de melones, de sandías, de
melocotones.
Paseos en la yegua del abuelo a la vega a comer moras.
Ensuciarte con arte, jabón de sosa casero en la pila y resultado jaspeado.
Llegaba la hora del baño apresurado por el corte del agua minera y entonces te zambullían en
el jacuzzi barreñero.
Corrales con animales. Lugar donde se pleiteaba con esparto en lugar de tribunales.
La puerta de la casa siempre abierta.
Odiabas la siesta y desafiando al calor de la sobremesa, te salías a la calle para hacer amigos
con avispas y merendar un macarro para descubrir que el dni era tu mote.
Juegos nocturnos en la calle, sentados en el tranco de la puerta contemplando el cielo
estrellado mientras los abuelos y vecinos sentaditos en sus sillas de enea recitaban historias
vividas.
Boquirre tiraba el “cobete” que anunciaba las fiestas y acicalada con tu conjuntillo de las
fiestas para ver salir el Santo acompasado de la banda de música en procesión y de recogida
dar las nueve vueltas en el columpio del dolorío.
Noches con orquesta. Días rojos de toros con tortas de chicharrones del horno y acomodarte
en tu silla del carro.
Todos los días eran domingo y fiestas de no guardar.
Jugar, mariposas, alegría de vivir.
Finía el mes, llegaba el madrugón, las maletas desorganizadas, ver a la bisabuela peinarse el
roete platero y yo, allí llena de pena, con el llanto de pasión para no volver a la casa de la
puerta cerrada.
Érase otra vez, las ansias, los nervios y las maletas de agosto.
Ya conocías perfectamente cada parada hasta llegar al pueblo.
Coche, rebosante como la alacena de la abuela, sin aire, pero sólo a 14 horas de camino,
deseando pasar Alcudia para que tu padre pisara a fondo el acelerador en el bache y empezar
a sentir las mariposas.
Se descubría el castillo quijotero, se levantaba la sangre y se desbocaba el corazón.
Pisabas suelo y te trasminaba el pueblo.
Viacrucis de besos compulsivos, abuelos, amigos de la calle y la puerta siempre abierta.
Castillo, tranco de la puerta, cielo estrellado.
Recoger al abuelo de la taberna de chorizo de camino al horno a comprar el pan, con ese olor a
vida.
“Cobetes”, el Santo acompasado de la banda de música en procesión y fiestas de no guardar.
Ese año tu calle ya llegaba hasta los caños.
La abuela menudeaba con los duros para que te compraras un helado o te convidaras con tus
amigos en las fiestas a una “mirinda” con tapilla. Noches con orquesta pero como un niño
ladrón, te colabas a hurtadillas en la discoteca del zapatero para ver cortinas de terciopelo rojo
y la bola de cristal.
Subías al castillo con tus amigos a contar historias de miedo con las chuches de la tienda de la
Piedad de la plaza y la bolsa de pipas.
Finía agosto, intercambiabas tesoros de tus amigos para recordar y direcciones para escribir
cartas de amor.
Madrugón, maletas desorganizadas, llanto de pasión y al partir, como Valderrama, volvías la
cara llorando porque lo que más querías, atrás te lo ibas dejando y en el camino sin prisas por
llegar a la casa de la puerta cerrada, ya escribías la primera carta, para decirle a tus amigos que
los abuelos ese año harían matanza y volverías en navidad.
Érase una y otra vez, maletas, coche, acelerador en Alcudia, mariposas, sangre levantada y
corazón salvaje, el castillo asomado, y al pisar el suelo te trasminaba el olor a pueblo, a
lumbre, a pimientos asados, a matanza, a morcillas. Los abuelos. La nieve, el frío. Los
villancicos, los aguinaldos, los mantecaos, las palomillas en el brasero. El abrazo de los amigos,
las fiestas en las casas. Año nuevo, camino de vuelta llorando mares y Valderrama al alejarse el
castillo.
Sin prisas por llegar a la casa de la puerta cerrada.
Más cartas de amor.
Érase una y otra vez, calor, verano, vacaciones, maletas y lo más importante, el pueblo.
Coche, bache de Alcudia, mariposas, sangre levantada y vuelco al corazón al asomarse el
castillo, pisabas suelo y te trasminaba el olor a pueblo. Los abuelos, los amigos de la calle, la
libertad.
Empiezas a crear tu propia familia de amigas, que te acompañarán de por vida, porque ellos
formarán parte de ella.
El primer cigarrillo del estanco de Julián a escondidas en los peñones.
“Cobetes”, el Santo acompasado de la banda de música en procesión y fiestas de no guardar.
Tacones, canciones, la discoteca con reservados. Y los amigos del pueblo, con sus motes, tu
primer amor, tu primer beso.
Recorrido de fiestas de los pueblos colindantes donde el autocar repartía a la gente en las
paradas interminables.
Dormirás en las casas de tus amigas con sus padres, amigos de tus padres, que también eran
familia.
Los toros, el litri de fresa o de limón, el final del verano llegó y tú partirás y el llanto de pasión
de Valderrama al alejarse el castillo y sin prisas por llegar a la casa de la puerta cerrada.
Telefonear a tus amigos del pueblo pero no desde la única cabina, ni desde el teléfono de la
casa de la Andrea, en la plaza.
Érase una y otra vez, el pueblo, maletas, coche con aire acondicionado, 8 horas de viaje,
pisando tú el acelerador en el bache de Alcudia, mariposas, sangre en pié y vuelco al corazón al
asomarse el castillo, pisas suelo y te trasminaba el olor a pueblo.
Todo el día y a todas horas con tus amigas del pueblo. El amor del verano, los besos que no has
dado. Las risas, la familia, la rosandrá, el castillo, el cielo estrellado, los “cobetes”, el Santo
acompasado de la banda de música en procesión y fiestas de no guardar, la plaza, los toros, al
encierro sin dormir, el muro, las canciones, la piscina de Alquife, las tapillas en Fermín.
El cementerio, los abuelos.
La puerta siempre abierta. Libertad. Felicidad.
Despedida, llanto de pasión, Valderrama, sin prisas por llegar a la casa de la puerta cerrada.
Consolarte tu madre diciendo que cuando te ennovies todo pasará y no querrás ir al pueblo,
con coraje de saber que quien bien te quiera el pueblo le hará llorar.
Ver a tus amigos del pueblo pero no en el pueblo.
Érase una y otra vez, con el pasar de los años y más idas y venidas que un aguador, hay cosas
que permanecen impertérritas, agosto, vacaciones y lo más importante, el pueblo.
Maletas, coche 8 horas, acelerador en el bache de Alcudia, mariposas, sangre de pie, vuelco al
corazón al ver el castillo, pisas suelo y te trasminaba el olor a pueblo.
Ya no están los abuelos, pero sigue tu familia de amigas todos los días, creciente de maridos e
hijos a quienes al pisar el suelo también les trasmina el pueblo y a quienes les hace llorar
porque bien te quieren.
Ahora son ellos los que se sientan en el tranco y nos ven recitar nuestras historias vividas,
nuestras canciones, reír, adivinarnos, hablarnos en silencio.
Ahora son ellos quienes hacen amigos de la calle y a quienes preguntamos su mote, son ellos
quienes desean que su calle llegue hasta los caños para poder ir solos y nosotras quienes
menudeamos con los euros para que se conviden.
Son ellos quienes descubren la libertad, el primer amor, el primer beso, la discoteca.
Ya no hay “mirindas” pero sí cañas y tapillas. Ya no hay carros pero sí gradas, ya no está el litri
pero hay toros. Ya no están la Piedad, ni Fermín, ni Julián pero siguen los “cobetes”, el Santo
acompasado de la banda de música en procesión y fiestas de no guardar, las noches con
orquesta, el cielo estrellado, el castillo y así seguirá, porque los nuestros necesitarán compartir
con los suyos el pueblo, porque saben como Cernuda, que si mueren sin conocerlo no morirán,
porque no habrán vivido nunca.
Como decía Machado, cada pueblo tiene su encanto y La Calahorra tiene el suyo y el de todos
los demás.
Y así será una y otra vez, nuestro pueblo pequeño con un castillo muy grande.
Autores:
Elena, la Zapatera.
Mónica de la Paca de Ignacico el Panjil.
Eva, Mari Luz y Ana Belén, las Boquirres.
Fina hija del Cajas y la María.
Eva y Montse de la María de la Elisica.
Noelia y Maite, las Coscujas.
LA CALAHORRA EN 1.515
Prólogo
Allá por el año 1515 vivía nuestro personaje, un nazarí afincado en tiempos musulmanes en un
pueblo central de una comarca próspera en la cara norte de Sierra Nevada. Un nuevo y
flamante castillo de estilo renacentista y notas italianas acababa de construirse. Para muchos
la comarca pasaría a ser un sitio de oportunidades donde enriquecerse a costa de los que
habitaban este territorio, y por el contrario, un sitio en el +que escapar de la codicia y la
avaricia de aquellos a los que le prometieron el saqueo de la conquista del último vástago
musulmán, en los que quedaba por poner la última cruz sobre el nuevo imperio que estaba a
punto de construirse.
- - -
NOTA DEL AUTOR:
Los hechos aquí narrados están contextualizados históricamente pero no los acontecimientos
entorno a los personajes y los datos que aquí se describen, guardándose así, un tono real y
ficticio.
Capítulo 1 Malas mezclas...
Sobre nuestra vieja torre
han levantado los muros
de un inmenso castillo
de redondas torres y duras y
gruesas paredes.
Memorias de 1.515
Muy diferente era la vida entonces, tal cual la percibimos ahora. Nuestro personaje
habitaba por estas calles en el año 1.515, de procedencia musulmana y obligado a convertirse
al cristianismo, poco tiempo después.
Su nombre, su verdadero nombre, Ahmad, un hombre de avanzada edad, casi rozaba
los 50, que en aquel tiempo, no era poca cosa. No era nuevo aquí, sus antepasados ya
habitaban estas tierras desde hace centenares de años, con unas costumbres y cultura
fuertemente arraigadas, ahora vividas tras las sombras. La religión, la suya y la de los otros, lo
había destrozado todo.
- - -
La vida de Ahmad estaba llena de recuerdos, algunos buenos y otros no tanto, pero los
recuerdos de estos últimos años, no eran muy prósperos que digamos.
Ahmad se casó cuando tenía 21 años, con su primera mujer, Hadiya. Todavía recuerda
los tatuajes de henna en las manos de su esposa, la celebración duró dos días, las casas
estaban llenas de colores vivos y flores naturales de los jardines. La boda fue realizada como
de costumbre, Hadiya era absoluta protagonista en esos días, y ciertamente solo tenía ojos
para ella. Era muy común en este tiempo que la boda fuera un hecho de conveniencia y
negociación, pero en realidad, estaban hechos el uno para el otro.
Recuerda que durante la primera noche, en la que no se podían ver, Hadiya se vistió de
seda para la ocasión, según comentaban las chicas del pueblo, y la madre de Ahmad preparó
para regalarle una típica bandeja de plata con llaves, pan y leche. Pues esto representa, la
bienvenida a la nueva familia y el alimento en abundancia, que gracias a Alá y con un poco de
suerte, nunca faltaría. Mientras las chicas se entretenían en estos menesteres, Ahmad,
imaginaba como sería su futura vida, cuántos hijos tendría y en qué trabajaría en un futuro.
Pero de lo que si estaba cierto, es que nunca abandonaría estas tierras.
Para la dote que le haría entregar, durante la segunda noche, Ahmad trabajó duro para
conseguir los 34 maravedíes que le costó el regalo que quería hacer llegar a su futura esposa.
Un anillo, unos pendientes y un collar con la mano de Fátima realizados en plata y cuero de la
Alpujarra almeriense. Este regalo lo adquirió un día, en el camino del puerto de la Ragua, a un
arriero que pasaba con joyas preciosas y aceite, en dirección a Guadix. El regateo fue duro,
pero justo, como dijo al fin el arriero, pues era un hombre tradicional y que procesaba una
gran devoción al Corán, por lo que entendió que la boda se celebraría en el marco de las
costumbre musulmanas y le rebajó un par de maravedíes, por lo que Ahmad, estaría fielmente
agradecido y sabía que tenía una deuda de por vida con él.
Hadiya quedó encantada con sus regalos, y siempre que había una ocasión, se
engalanaba sus pendientes, su anillo y el collar de la mano de Fátima, que al final de sus días
fue devuelta a Ahmad para su futura mujer.
- - -
La finalización de la obra del castillo no había hecho nada más que terminar, pero todavía
Ahmad recuerda cómo era la torre musulmana que sus antepasados construyeron y que ahora
le sirve de muralla al nuevo y flamante castillo, propiedad del marqués del Zenete, Don
Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, un vasallo y amigo de los reyes de España, hijo de un
cardenal al que la iglesia le negó el celibato. Desde hacía más de tres años, los caminos del
castillo era un ir y venir: carretas subiendo víveres al castillo; carruajes llenos de personas;
bestias con arados hacia el campo y la vega; caballos militares andaban en todas direcciones,
haciendo gala del poderío militar que el marqués tenía.
Un día, en la ladera del castillo, cerca de donde se encuentra el bebedero del agua,
Ahmad contemplaba como nueve jinetes de los Reyes de España llegaron hasta la misma
puerta del castillo y a la voz de -Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando-, las puertas
se abrieron.
- Su majestad, Fernando I Rey de España, precisa de sus servicios en estas, sus tierras- replicó
el que parecía ser el jefe de la hueste española, en un tono dictatorial y estilo fuertemente
militar.
- Don Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, nombrado marqués por sus majestades los Reyes
Católicos-, sentenció un sirviente desde dentro del castillo presentándolo, y acto seguido salió
a recibir el Marqués a los militares.
- Esta, mi casa, es también la casa del Rey de España, y de sus sirvientes y así cuanto deseen,
será realizado en estas, sus tierras- anunció el Marqués e indicó que entraran dentro del
castillo. Un soldado se quedó en la misma puerta del castillo haciendo guardia con los caballos
y un pendón del escudo de armas de los reyes católicos, en el que se podía ver un águila negra
y en el interior torres y leones.
- Quizá tarden poco - pensó Ahmad. Y así fue. Al momento, los nueve jinetes, montados en sus
caballos bajaban la ladera del castillo y tomaron dirección Guadix. Pero Ahmad, no le daba
ninguna importancia, y era raro, que nueve militares españoles, hicieran visita con un mensaje
de los reyes. Él sólo se había fijado en una cosa, su pasión y su vida, los caballos. - Que mala
mezcla es el caballo hispano con el árabe pensó, mientras veía alejarse a la hueste militar
levantando un polvorín y borrando la silueta de estos hombres. Ahmad, bien entendido y
partidario del caballo árabe, creía que la mezcla de estos dos dejaba mucho que desear, de
gran nobleza pero poco nervio y de fácil manejo pero al que no se le podía exigir pues pronto
se cansaba.
- Pero si mala es la mezcla del caballo, más mala todavía es la mezcla entre musulmanes y
cristianos- se susurró en sus adentros.
Autor: José Manuel Cabrera Jiménez.
CAPERUCITA
Caperucita ha salido, sin que su madre lo sepa, en el bosque se ha perdido ¡que terror!, el lobo
dice ¡uuuh!, el gato dice ¡miaau!, mientras caperucita cantaba esta canción:
- Aire de los bosques, sálvame, y con mi mamita llévame.
El aire de los bosques, a la niña salvó, y con su mamita la llevó.
DIANA LA PERRA TRAVIESA
Diana la perra traviesa, se tiró al barro y que sorpresa, apareció una ranita verde verde muy
bonita. Que salto llevó Diana, a los saltos de la rana, pero cuanta fue su alegría cuando volvió
con su cría.
Enviado por: Rosario Cabrerizo Franco.
Si las golondrinas en marzo no las ves.
Mal año de espigas es.
No hay amores como el de madre,
que los demás son humo y aire.
No bebas agua que no veas,
ni firmes cartas que no leas.
Más vale ser desconfiado que amanecer engañado.
Enviado por: Teresa Cantón Cantón.
Tengo una catratrepa trepa,
con cinco catatrepillos,
como la catatrepa trepe
trepan los cinco catatrepillos.
Enviado por: “Niño Pura”
Pablito clavó un clavito.
¿Qué clavito clavó Pablito?
Tres tristes tigres tragaban trigo en un trigal,
en tres tristes tragos tragaban trigo tres tristes tigres.
Compadre cómprame un coco,
compadre no compro coco,
porque como poco coco como,
poco coco compro.
Enviado por: Cristina Rodríguez Sánchez.
Ya viene pronto el verano
y con él los segaores
que llegan de la Alpujarra
desde el pueblo de Laroles.
Déjala que vaya y venga
a los caños a por agua
que puede ser que algún día
dentro del pilar caiga
que era lo que ella quería.
En el cerro está el castillo
y en la ermita San Gregorio
y en La Calahorra niñas
que por ellas doy un ojo.
Ya viene marzo con flores
y con las rosas abril
y mayo con claveles
para coronarte a ti.
Enviado por: Alberto Cesar Sánchez.
El de la gorra de cuadros,
si no lo sangran se muere
porque le ha dicho la novia
tres veces que no lo quiere.
Como lo pille lo mato,
al hombre de esta mañana
se ha llevado de mi ventana
unos calzoncillos blancos
y unas bragas de mi hermana.
Las mocitas de hoy en día
No saben fregar un plato,
Pero si saben ponerse
Las medias y los zapatos.
Antoñito me quiere,
y otro me lo va a decir
¡Caramba con los Antonios!,
que todos me quieren a mí.
Si es tu madre la que dice
que yo contigo lo igualo
a dinero no será,
pero a vergüenza te gano.
Sépanlo los profesores,
que bien merece un suspenso
quien contesta a los mayores.
Pobrecitos los labradores
que nunca tenían de ná,
unas veces por la sequía
y otras por la mojá.
He estado en Aldeire,
Ferreira y La Calahorra,
las mocitas más bonitas
son las de La Calahorra.
Ferreira corral de vacas,
Aldeire corral caído,
La Calahorra la gloria,
Y Guadix el señorío.
Todas las penas del mundo,
las pasamos las mujeres
esperando a los maridos
de la taberna y no vienen,
tres perrillas en garbanzos,
cuatro en jamon que son siete.
y tres perrillas que quedan
toma borracho y bebe.
Niñas queréis venir
vamos a la batalla
vamos a defender
nuestra querida España.
Cuando en batalla estemos
niñas tenéis que ir.
Y decir ¡Viva España!
Arre burra de esta puerta
que aquí no venden cebá
que la poca que tenía
se la ha llevado mi cuñá.
El querer que puse en tí,
lo hubiera puesto en un burro,
me hubiera subido en él,
y hubiera corrido el mundo.
Esta es la rueda del mundo,
la rueda del mundo es,
ha visto usted a mi marido
en la guerra alguna vez
no Señora no lo he visto
y tampoco sé quién es.
mi marido es un buen mozo
vestido de coronel
en la punta de la espada
lleva un pañuelo francés
que como yo de chiquitita
con mis manos lo bordé
otro que le estoy bordando
y otro que le bordaré.
Si te quise,
fue por el pelo.
y ahora que estas pelona.
Ya no te quiero.
La oración del tomate,
por trabajar no te mates,
comer con ganas
trabajar con garbana
lo que no se haga hoy
se hará mañana
y si esta semana es corta
siete días trae la otra.
Enviado por: Rosario Cabrerizo Franco.
Anita la petaquera,
ha puesto el vino barato,
a tres perrillas el litro
y lo otro para tabaco.
Si estudias para vivir,
para que te matas en estudiar.
Enviado por: Antonio Espigares García
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San Gregorio Nacianceno,
en La Calahorra está
y el 9 de mayo,
su fiestecilla le harán.
San Gregorio “pa” ti
y “pa” mi si te enojas
todo “pa” la coja.
Del hueso de la aceituna
voy a hacer un tintero,
para escribirle a mi novio
una carta con salero.
Quisiera que Dios me oyera
y que las piedras me hablaran
y que la muerte viniera
cuando yo la deseara.
Por allí viene la Dolorosa,
con el corazón partío,
de ver a su hijo
en el sepulcro metío.
Virgen de la Soledad
no tengas pena ninguna,
que a tu hijo lo verás,
entre las doce y la una.
Quítate del sol que quema,
y de la luna que abrasa,
y de las lenguas del mundo,
que dicen lo que no pasa.
En esta cocinita
no se puede entrar,
de tanto pucherete
y ninguno tiene ná.
Hay una ventana en el cielo,
que está iluminada con luz celestial,
que cuando viene el día se abre ,
y por la noche se vuelve a cerrar.
Esa ventanita dorada
cuantas veces me hace llorar.
En mi pueblo no hay reloj
ni dan las doce
pero cuando tengo hambre
mi cuerpo lo conoce.
Válgame Dios tío pepino
las vueltas que el mundo da,
siendo un maestro tan fino,
a lo que venido a quedar
a echarle grauzas al molino.
Tengo un tesoro muy grande,
ese tesoro es mi madre,
la que quiero con locura.
A mí me da mucha pena
que sus males no tengan cura.
Cuando voy al campo abajo
me acuerdo del Dios Divino,
y cuando vengo campo arriba
de las mujeres y el vino.
Si porque te quiero tanto,
quieres que te quiera más,
te quiero más que me quieres,
que te quiera más.
Si de esta escapo y no muero,
no quiero más bodas en el cielo.
En el campo es diferente
el cantar bien o cantar mal
pero llegando a donde hay gente
hay que cantar bien
o no cantar.
Enviado por: Victoria Morales Sánchez.
Cuando paso por tu puerta,
cojo pan y voy comiendo,
pa que no diga tu madre
que con verte me mantengo.
Anónimo.
Enviado por: Victoria
Tengo una falda de seda (BIS)
Toda llena de lunares (x3)
Cada vez que me la pongo (bis)
Me sales los novios a pares (x3)
Alú, alú, alero que vamos a cantar
Alú, alú, alero que vamos a bailar
No siento que me he caído (BIS)
Ni que se me ha visto el culo (x3)
Lo siento por mi faldita (BIS)
Que me costó cuatro duros (x3)
Alú, alú, alero que vamos a cantar
Alú, alú, alero que vamos a bailar
Enviado por: Alberto Cesar Sánchez.
EL DOMINGO DE PIÑATA
El domingo de piñata
De gitana me vestí
Fui a un salón de baile
Y estaba mi novio allí.
Me dijo gitanilla
Quieres hacer el favor
De decirme con salero
La gracia que tengo yo
Tienes un bonito tipo
De ser muy camelador
Me camelan dos muchachos
Y ahora te diré quienes son.
Uno alto muy moreno
Y otro rubio como el sol
No te cases con el moreno,
Que será un desgraciado,
Cásate con el rubio,
Y serás afortunado.
Enviado por: Rosario Cabrerizo Franco.
ROMANCE DE LAS TRES CAUTIVAS
A la verde, verde,
a la verde oliva.
Donde cautivaron
a las tres cautivas.
Cómo se llamaban,
cómo les decían,
cómo se llamaban
esas tres cautivas.
La mayor Rosaura,
la menor Lucía,
y la más pequeña
Ana Rosalía.
En qué se ocupaban,
en que se ejercitan,
en que se ocupaban,
esas tres cautivas.
Rosaura amasaba,
Lucía cernía
y la más pequeña
agua les traía.
Llegando a por agua,
a la fuente fría,
se ha encontrado a un viejo,
que en ella bebía.
Qué hace usted, buen
Viejo,
en la fuente fría.
Aquí estoy esperando,
A las tres cautivas.
Usted es mi padre,
Y yo soy su hija
Y voy a avisarles
A mis hermanitas.
Ya sabes Rosaura,
ya sabes Lucía,
cómo he visto a mi padre
en la fuente fría.
Rosaura lloraba,
lucía reía
y la más pequeña
las consolaría.
Y diciendo esto,
los moros venían.
Y allí cautivaron
A las tres cautivas.
---
En el campo moro,
entre las olivas,
allí cautivaron
tres niñas perdidas.
El pícaro moro,
que las cautivó
a la reina mora
se las entregó.
Toma, reina mora,
esras tres cautivas,
para que te valgan,
para que te sirvan.
Cómo se llamaban,
Cómo les decían.
La mayor Constanza,
la menor Lucía
y la más chiquitita,
la llaman María.
Constanza amasaba,
Lucía cernía,
y la más chiquitita
agua les traía.
Un día en la fuente,
en la fuente fría,
con un pobre viejo,
se halló la más niña.
Dónde vas, buen viejo,
Camina, camina.
Así voy buscando
a mis tres hijitas.
Cómo se llamaban,
Cómo les decían.
La mayor Constanza,
la menor Lucía
y la más chiquitita,
la llaman María.
Usted es mi padre.
Tu eres mi hija.
Yo voy a contarlo
a mis hermanitas.
No sabes, Constanza,
no sabes Lucía,
que he encontrado a padre
en la fuente fría.
Constanza lloraba,
lloraba Lucía,
y la más pequeña
de gozo reía.
Enviado: Rosario Cabrerizo Franco.
HORROROSO CRIMEN COMETIDO EN GRANADA EN EL BARRIO DEL ZAIDÍN.
Les voy a contar, señores,
este caso, que ha ocurrido
en la capital de Granada,
que a todos ha conmovido.
Hermosa tierra, bonita,
tiene esta bella capital
con esmero la cultivan
porque así se ha de llamar.
Tierra de amor y grandeza,
sobre todo la capital;
los pintores la dibujan
por lo bonita que está.
Y en Granada tan bella
con su Alhambra y Albayzín
no me puedo explicar señores,
como pudo esto ocurrir.
En la calle de Guatemala,
en el barrio del Zaidín,
habitaba un matrimonio
que tenía para vivir.
Ellos tenían una hija
que era bella como un sol
y un malvado de aquel barrio
de ella se enamoró.
Rosa Remacho llamaban
a esta hermosa criatura
que se marchó de este mundo
por defender su hermosura.
Catorce años ella contaba
y como era tan joven
y aún no le precisaba
pues por ello no se cansaba.
La pretendía un muchacho
también de buena familia,
pero ella lo rechazaba
porque era muy jovencita.
El criminal buscó al padre
y con el se entrevistó
y la mano de su hija
el muy cruel se la pidió.
El padre quedó suspenso
y al criminal decía:
es una niña muy joven
para arrasarla a esa vida.
Este infame criminal
al pobre hombre miraba,
diciéndole que, algún día,
le pesarían sus palabras.
Al poco tiempo, señores,
este criminal llamaba
a la casa de los padres
para cumplir su palabra.
Este infame criminal
en la casa penetró
y sin pedir explicaciones
a la muchacha cogió.
La joven, al verse sujeta
por este vil criminal,
llena de miedo y horror,
asustada, empezó a gritar.
La madre al sentir los gritos
de la pobre de su hija,
como una loca llegaba
para ver lo que sucedía.
Pero este hombre malvado,
al encontrarse perdido,
sacó un cuchillo de monte
que llevaba escondido.
Este malvado criminal,
con el cuchillo en la mano,
a esta infeliz muchacha
varias puñaladas ha dado.
Sus dos hermanos menores
que con ella se encontraba,
al ver a este criminal,
por el corral se escapaban.
La pobre madre, inocente,
al ver el criminal,
con el cuchillo de monte
le asentó tres “puñalás”.
La joven había muerto,
entregando su alma a dios
y la madre, malherida,
a la calle se lanzó.
Y la gente que pasaba,
asombrada se paraba
y con la mayor urgencia
al hospital la trasladaba.
Pero antes de llegar con ella
la pobre mujer se moría,
pagando las consecuencias
de la infeliz de su hija.
Al criminal lo detiene
un guardia civil que había cercano
ingresándolo en la cárcel
por ser tan inhumano.
Toda la gente del barrio
y también de la capital
pedían a voz en gritos:
¡Que maten al criminal!
Y aquí termina, señores,
lo que ocurrió en el zaidín,
en un barrio de granada,
que es lo que se explica aquí.
Autor: “El Niño d la Dominga”
Enviado: Rosario Cabrerizo Franco.