PRIMERAS PROVOCACIONES - LabCDMX · 2018. 12. 5. · PRIMERAS PROVOCACIONES Hacia una ciudad...

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PRIMERAS PROVOCACIONES Hacia una ciudad lúdica peatón abierta propuesta global creativa Colección de libretas que busca catalizar reflexiones sobre nuevos paradigmas sociales y urbanos así como instigar la imaginación política y la creatividad social, ampliando el espectro de discusión y de posibilidades para las megalópolis.

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PRIMERASPROVOCACIONES

Hacia una ciudad lúdicapeatónabiertapropuestaglobalcreativa

Colección de libretas que busca catalizarreflexiones sobre nuevos paradigmas socialesy urbanos así como instigar la imaginación política y la creatividad social, ampliandoel espectro de discusión y de posibilidades para las megalópolis.

La trivialización de la función social del juego en la Ciudad de México es el principal obstáculo para su ejercicio como derecho. ¿Cómo revertir esta tendencia y reivindicar el juego como agente de transformación?

La trivialización de la función social del juego en la Ciudad de México es el principal obstáculo para su ejercicio como derecho. ¿Cómo revertir esta tendencia y reivindicar el juego como agente de transformación?

Ejercicios de resiliencia: la importancia sociocultural del juego en México

Yolanda Corona

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Camina el hombre en su historia, tras de sí mismo, enredándose en su esperanza, ensoñándose, inventándose a veces. —María Zambrano

Me pregunto cuándo, en el devenir de lo que somos, no solo nos enredamos en nuestra esperanza, sino que nos tropezamos y perdimos el camino. ¿Cómo y cuándo fue que elegimos darle más importancia al trabajo y a la productividad que al juego y al asombro?

Tal vez nos dejamos llevar por la falsa creencia de que el juego es cosa de la niñez y, en cierto modo, una pérdida de tiempo. Sin embargo, se sabe que no hay sociedad sin juego, e incluso se podría decir que la civilización comenzó cuando pudimos tener ante el mundo una actitud lúdica, llena de experimentación e invento.

Es difícil evitar la tentación de hacer un elogio al juego, ya que éste no solo es el fundamento de la libertad, sino una especie de “oasis de felicidad” como se titula el libro de Eugen Fink.1 Si, como se suele pensar, todos aspiramos a ser felices, tendríamos que seguir el ejemplo de las niñas y niños, y contagiarnos de su obsesión por jugar el mayor tiempo posible.

Podría parecer que el placer y la diversión del juego solo generan en nosotros un bienestar emocional, pero

1 Eugen Fink, Oasis de la felicidad, (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1966).

en realidad nos aportan muchas cosas más: aumentan nuestra capacidad de atención y alerta, lo que nos permite responder de manera ingeniosa y flexible; nos vuelven más optimistas; exorcizan el conformismo; nos hacen reír, estimulando y contagiando no solo a los que juegan sino también a los que observan, creando así un ambiente de ligereza en el que muchos pesares se desvanecen.

Se ha descubierto que el juego ayuda al desarrollo de habilidades como la autonomía y la resiliencia, es decir, permite desarrollar una actitud previsora y una respuesta mucho más clara y directa en situaciones de peligro; rompe con estereotipos y estimula y mantiene

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una plasticidad cerebral que permite enfrentar mejor cualquier circunstancia inesperada. Aunado a esto, el juego es una oportunidad para hacer ejercicio físico, lo que ayuda a niñas y niños a mejorar su resistencia y a tener más control de los movimientos de su cuerpo, a la vez que les permite manejar situaciones emocionales difíciles.

Poco se habla del juego como una actividad que permite la unión entre la conciencia personal, la de los otros y la del mundo. Jugar es sentir que somos nosotros mismos, pero, a la vez, que tenemos una cercanía –casi una intimidad con el otro–. Es una actividad interesante y misteriosa porque se da en el tiempo, pero en realidad nos permite acceder a la atemporalidad. Jugando, nos relacionamos con lo más profundo de nosotros y con lo que podríamos llamar la cualidad luminosa del mundo, ya que nuestra imaginación se enciende y empieza a ver y a generar una serie de posibilidades que antes estaban ocultas en la opacidad de la vida cotidiana.

Sin embargo, la incertidumbre y lo inesperado provocan preocupaciones y molestias en el ser humano, el sentir que no tiene control sobre lo que está sucediendo o sucederá en el futuro genera intranquilidad. Ésa es la razón por la cual —como algunos filósofos plantean— nos hemos olvidado de lo más profundo de nosotros mismos al constituirnos en una sociedad que satura la vida de actividades que veneran lo útil, la velocidad, la eficiencia y lo productivo como escapes ante el

misterio de la vida. Ésta también puede ser la causa de que releguemos el juego al ámbito de la infancia y que seamos no solo insensibles, sino hasta indiferentes ante las bondades de esta cualidad lúdica.

Contexto mundial del juego y la consulta en México

En 2010, cuando se realizó una consulta2 en ocho países del mundo, incluido México, para indagar y reconocer cuáles eran los obstáculos que impedían jugar a las niñas y los niños, la primera causa que sobresalió fue la falta de conciencia de los adultos acerca de la importancia del juego en el desarrollo integral, lo que derivaba en la negativa a permitir que sus hijos o alumnos dedicaran tiempo a esta actividad, privilegiando en su lugar el estudio y el trabajo. Padres y madres, maestros, médicos y profesionales en general mostraron que existe una gran falta de conocimiento acerca de lo esencial e indispensable que es el juego para los seres humanos.

La consulta reveló que la mayoría de las niñas y niños viven en ambientes que no son aptos para jugar, ya sea por los riesgos del entorno, como el exceso de tráfico, los incidentes viales y la contaminación; o por los riesgos humanos que se refieren a la delincuencia, los conflictos comunitarios y la violencia relacionada con el narcotráfico, el secuestro, o las pandillas. Esto último está directamente relacionado con una cultura del miedo que es particularmente

2 Realizada en 2010 con la Asociación Internacional del Juego en Bulgaria, India, Kenia, Japón, Líbano, México, Sudáfrica y Tailandia. Yolanda Corona Caraveo y Tuline Gülgonen, “El derecho de los niños al juego en México. Resultados de las consultas a niños y adultos”, Rayuela, Revista Iberoamericana sobre niñez y juventud en lucha por sus derechos 8, (mayo-noviembre 2013): 103-111.

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problemática en ciertos casos donde el miedo supera a los peligros reales e impide que niñas y niños aprendan a enfrentar lo incierto y lo desconocido.

Otro obstáculo importante es el abuso de la tecnología y los medios de comunicación, ya que los dispositivos electrónicos, los videojuegos y la televisión acaparan el tiempo de niñas y niños y sustituyen la diversidad de experiencias lúdicas relacionadas con el juego físico y el juego social que se requieren para un desarrollo sano. No es extraño entonces, que el grave problema de la obesidad infantil del país –y mundial– esté asociado al tiempo que la niñez pasa frente a las pantallas en lugar de jugar y correr en espacios libres.

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En términos de política educativa se encontró que existe una falta de reconocimiento al derecho al juego y a la importancia de las actividades lúdicas como catalizadoras de un mejor aprendizaje.3 Esto se traduce en la escasez de espacios y tiempos de juego en el ámbito escolar, aún en las escuelas con horarios de tiempo completo, donde es esencial que niñas y niños tengan un mayor tiempo de recreo. La saturación de actividades académicas, la presión generada por los programas educativos, las tareas y horas excesivas de estudio son —junto con la falta de espacio físico— otros impedimentos, propiciados por las instituciones escolares. Además, se observó que el recreo escolar se ve amenazado por el poco tiempo que se otorga para jugar y por el hecho de que se impide hacerlo libremente, exigiendo que no se corra ni se haga ruido. Aunado a esto, habría que considerar el exceso de actividades extracurriculares impuestas por los padres a los niños, especialmente en las zonas urbanas, lo cual reduce su tiempo disponible para jugar libremente.

También se observó que tanto gobiernos nacionales como locales no cuentan con políticas, estrategias y/o presupuestos asignados exclusivamente a fomentar el derecho al juego; y en los pocos casos donde existe presupuesto público para la recreación, por lo general se asigna al deporte y a instalaciones recreativas para personas adultas. Esta situación es una consecuencia de la falta de reconocimiento al juego y su importancia en el desarrollo del ser humano, una postura comúnmente adoptada por quienes formulan políticas

3 Para el caso de México, la Reforma Educativa aprobada en 2013 no menciona o contempla el derecho al juego en ninguno de sus apartados.

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públicas y toman decisiones acerca de las mismas.

Por otro lado, las consultas hechas a niñas y niños de 6 a 13 años en diversas regiones de nuestro país4 muestran que los principales obstáculos que encuentran para jugar son el exceso de tráfico en las calles, la cantidad de basura en las canchas –cuando hay la infraestructura–, y la inseguridad. También expresaron que la prohibición al juego es una forma de castigo y que les gustaría que hubiera más pasto, flores y árboles, así como juegos en los espacios públicos –por ejemplo, columpios y resbaladillas–. Esto implica una asociación psicológica temprana del aprendizaje con el encierro, la disciplina y el aburrimiento.

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4 Los Estados en donde se realizó la consulta fueron: Coahuila, Hidalgo, Morelos, Yucatán, Ciudad de México, Guanajuato, Puebla, Veracruz, y Quintana Roo. Corona y Gülgonen, “El derecho de los niños al juego…”, 103-111.

De acuerdo con las opiniones de niñas y niños, además del contexto urbano, el contexto social y las cuestiones de género también limitan la participación en ciertos juegos. Por ejemplo, varios niños expresaron inhibir su gusto por “saltar la cuerda” —que suele ser considerado un juego de niñas—, por temor a la burla. En esa misma línea, las niñas dijeron que les gustaría jugar futbol, pero que generalmente no las dejan porque es un juego considerado “para niños”. En resumen: los estereotipos de lo masculino y lo femenino pueden convertirse en un obstáculo más para la experiencia lúdica del propio cuerpo y culminar en actitudes discriminatorias normalizadas desde temprana edad. En México, la falta de comprensión de la cultura del juego –y su respectiva importancia en el desarrollo integral– afecta no solo a niñas y niños sino a toda la sociedad. Por este motivo, cabría preguntarse ¿cómo garantizamos el derecho al juego en la ciudad y quiénes son responsables de que esto ocurra? Además, ¿cuál es el papel de las autoridades gubernamentales en la sensibilización y visibilización del juego como experiencia vital?, y en esa misma línea, ¿qué esfuerzos colaborativos ha impulsado la sociedad civil?

Un ejemplo interesante es el proyecto Street Training (Capacitación callejera) que, encabezado por Lottie Child5, se lleva a cabo en diversas ciudades del mundo –Londres, Helsinki, Venecia, Bruselas, São Paulo, Berlín, entre otras. Mediante esta iniciativa se realizan intervenciones urbanas en las que niñas, niños y jóvenes entrenan a los adultos

5 Sitio de Lottie Child, consultado el 30 de noviembre de 2017, https://lottiechild.wordpress.com/

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sobre cómo usar la calle de manera lúdica. En Venecia, por mencionar un caso, se lanzó una convocatoria para arquitectos, junto a otros adultos y niños, que tenía la intención de investigar la relación entre los entornos, la seguridad y el gozo. El resultado mostró que la niñez es la población con más ideas sobre el disfrute del espacio en un sentido amplio. Proyectos como éste no solo incluyen a actores usualmente excluidos de la gestión del espacio público, sino además cuestiona las jerarquías de producción de conocimiento que desconocen a las niñas y niños como especialistas de la dimensión lúdica de la vida.

El juego en la ciudad

Hay que recordar que el juego está allí para decirnos: “atrévete, ve más allá de tus límites, lo incierto es algo que puede disfrutarse, es allí donde podrás conocerte”, pues en realidad, la esencia de la vida es la incertidumbre, lo inesperado es nuestro desafío, y aquello nos incita a asomarnos al sinsentido, a subvertir el orden para poder inventar otros mundos posibles. En este sentido, la entrega incondicional al juego es esencial porque es lo que nos permite prepararnos para lo inédito y atravesar el umbral de la resistencia ante lo que escapa a nuestro control. Tal vez a eso se refiere Hans-Georg Gadamer al plantear que no somos nosotros los que jugamos, sino es el juego el que nos juega.6

Esto nos lleva a pensar en nuestras ciudades, a reflexionar acerca de la forma en que podemos transformar una ciudad

6 Hans Gadamer, “El juego como hilo conductor de la explicación ontológica”, Verdad y método, (España: Sígueme, 2001).

invivible en una ciudad que nos permita encontrarnos para divertirnos juntos, para convivir y celebrar esa cualidad que nos distingue como humanos, para jugar y crear. El juego siempre ha dependido de la convivencia, de poder estar en comunidad: es un aprendizaje social que se potencia cuando se da en el espacio público. Recordemos que las características físicas de los espacios públicos son las que posibilitan que las personas los ocupen y utilicen. Gracias a ellos podemos desarrollar un espíritu de vecindad, podemos sentir y ejercer el derecho a disfrutar colectivamente de nuestra ciudad.

Porque, como sostiene Jordi Borja, es en los espacios públicos donde nos hacemos visibles como comunidad, donde encontramos a todos esos otros y donde podemos entender la diversidad social.7 Si los niños y sus familias pudieran sentirse seguros para jugar y circular por las calles y los parques, podrían familiarizarse con su comunidad más inmediata: trabajadores, vendedores, oficinistas o amas de casa. Las nuevas generaciones podrían sentirse parte de algo más amplio y comprender que la vida transcurre más allá de los ámbitos de la escuela y la familia; que también sucede en las calles, en los mercados y en las plazas donde pueden establecerse lazos con los demás.

Sin embargo, no todo en el juego es alegría. Niñas y niños experimentan frecuentemente el rechazo en la integración en grupos: hay dramas, tensiones continuas y retos emocionales importantes, que son los que les permiten aprender a controlar sus estados de ánimo. Por este motivo,

7 Jordi Borja, El espacio público, ciudad y ciudadanía, (España: Electa, 2000).

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deben contar con espacios en los que puedan convivir sin la continua vigilancia de los adultos y puedan interactuar con niños desconocidos, enfrentando directamente los continuos desafíos de la socialización.

Pero garantizar el acceso y la apropiación de este tipo de espacios no es tarea fácil. Como lo muestra desde 1989 la Observación General no. 17 del Artículo 24 sobre los derechos del niño, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, para los niños de zonas marginadas existen más factores que dificultan el juego libre. Entre ellos están los vecindarios peligrosos y desatendidos, las zonas insalubres, calles mal alumbradas, la falta de acceso a servicios e instalaciones deportivas, zonas verdes o

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campos de juego. La necesidad de trabajar es otro aspecto importante y, en el caso de las niñas, la obligación de hacerse responsables de las actividades domésticas y del cuidado de los hermanos. Esta situación les impone una doble carga de trabajo y también les niega la oportunidad (que sí tienen sus hermanos) de jugar en las calles. A modo de conclusión: lo anterior lleva a pensar el juego desde la justicia social. En este sentido, valdría la pena evaluar el impacto positivo que los intentos de mejoramiento de calidad de vida —reducción de la desigualdad, igualdad de género, cuidado del medio ambiente— tienen sobre el juego en las acepciones antes exploradas; y al mismo tiempo, analizar cómo el juego es capaz de estimular buenas prácticas de convivencia, democracia e intercambio en todos los estratos y edades de la población.

Tengo la convicción de que las ciudades pueden renovarse a partir de espacios públicos que permitan el encuentro de seres libres que deciden compartir un momento de sus vidas, definiendo si les gustan o no las reglas, actuando en esa pequeña realidad paralela que se instaura cuando se suspende el “aquí y ahora” para, indirectamente, transformar lo social. En otras palabras, espacios que promuevan comunidades lúdicas, interesadas en crear y disfrutar antes que confrontar, y, ¿por qué no?, a partir de estas ideas empezar a construir una ciudad lúdica.

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Yolanda Corona

Yolanda Corona (Chihuahua, 1952) es psicóloga de formación, con estudios de Maestría en Filosofía y Doctorado en Etnohistoria; es profesora investigadora del Departamento de Educación y Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Su interés central ha sido el tema de los Derechos de la infancia, especialmente el derecho a la participación y el derecho de niñas y niños al juego. Las líneas de investigación que actualmente está desarrollando se refieren a la participación de los niños en el espacio público; el papel del juego, la cultura y las artes en la vida de las niñas, niños y adolescentes y la relación de los niños con la naturaleza.

Ejercicios de resiliencia: la importancia sociocultural del juego en MéxicoYolanda Corona

Colección: Primeras Provocaciones Edición: Buró—Buró | Laboratorio para la Ciudad

Coordinación editorial: Andrea Ancira, Neil Mauricio Andrade

Primera edición 2018, Buró—Buró © Yolanda Corona© Laboratorio para la Ciudad© Buró Buró Oficina de proyectos culturales, S.C.

Buró—Buró | Laboratorio para la Ciudad

Este libro ha sido realizado, sin fines de lucro, por el Laboratoriopara la Ciudad, con el apoyo financiero de la AsociaciónMundial para las Grandes Metrópolis: Metropolis. Las opinionesexpresadas en él son responsabilidad exclusiva de los autoresy no reflejan en modo alguno la posición oficial de los socios ycolaboradores del proyecto, ni de Metropolis.

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ISBN:

Ejercicios de resiliencia: la importancia sociocultural del juego en México se imprimió y encuadernó en Buró—Buró.

Buró–Buró, Oficina de proyectos culturales, S.C.Jalapa 27, Colonia Roma Norte, Delegación CuauhtémocCiudad de México, México 06700buroburo.org