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Por Andrés HENESTROSA PRETEXTOS Es profanación el vergonzoso olvido de lo.\' muertos. Es iniquidad el olvido de los escritores a quienes debemos una hora de deleite y la simiente de una palabra oportuna. Burlane de las alegr'Ías, nada más porque un d'ía superamos sus móviles, es iniquidad. Va para tres meses que murió Euge'nio D'Ors, el de les glosas estrictas y enamoradas: Xenius, el catalán glosador, y casi ninguno de nosotros que lo leímos tanto le ha dedicado unas líneas de recuerdo. Es verdad que el pr'imer responsablc . de ese olvido era él por haberse quedado atrás de su historia cuando sobrevino la guerra espatiola. Entonces lo olvidamos, le afeamos su conducta, lo apostrofé "infeliz". Y nos pro'metimos no volver a sus libros y olvidar sus enseiianzas. Y lo hcmos wmplido. Pero olvidar, verdaderamente olv·idar sus libros, cuá'lI- do. De ellos dos quedan en casa: La bien plantada y Cuando ya esté tranquilo, si bien hace mucho que no los veo. Por una de esas casualidades que tanto abundan, hasta el grado que pueda decirse que lo 11w,ravilloso es lo cotidiano, esos fueron el p1'irnr.- ro y el último libro de Eugenio D'Ors u Octavio de Romeu, como también solía firmar, que leí. El uno en los inicios, el otro en las postrimerías de mi formación literaria. Porque en mis tiempos, los escritores espaiioles merecían una frecuenta- ción que ahora apenas si se insinúa en los jóvenes lectores; y eso a pesar de que nos eran familiares los autores en lengua extranjera. Ahora parecería salvajismo, señal montaraz, signo cave·rnícola, traer bajo el brazo a Galdós, a Pereda, a Va/era. Entonces no: qué bien sabíamos coordinar y armonizar, conci- liar y avenir a Góngora y Quevedo, con Rilke y Cocteau; a Guldós y a Stendhal; lo nuestro con lo del mundo entero. Y esto hasta en los más europeizantes, que ya comenzaba a ha- herias. D'Ors fué muy leído por los críticos de aqtteUos días; un eco de sus reflexiones sobre artes plásticas, sobre filosofía, sobre literatura, puede descubri1'se en más de un contemporá- neo de entonces. Más de un m.atiz de su estilo, también. ¿No está dedicada a Enrique Díez-Canedo uno de los libros de poe- 11WS más seiialados de aquella época'! V'Ors era en cierto modo americano. Su madre había naci- do en Cuba. Y tenía, según su prop'io decir, vuelta hacia Cuba la, fantas'Ía, como H eredia el de Los Trofeos, el parnasiano. Aljonso Reyes ·-¿se puede hablar de estas cosas sin mencio- narlo?- refiere en alguno de sus libros -¿ Reloj de sol, Los dos caminos?- que cuando lo conoció pudo percatarse desde luego que no tenía acento madrileño ni catalán, sino que ha- blaba como nosotros los americanos, tributo, me pregunto, a la tierra materna? Sin embargo, no son frecuentes en los libros de Eugenio D'Ors las alusiones a América, ni a SttS cosas, ni a sus Eso hay que buscarlo en Valera, en Unamuno, en Díez-Canedo, tan diestro éste en la caza de libros viejos, como lo era el, catalán. Era un escritor muy afectado. Su afán de ser conciso, lo llevó a una nueva manera de abundancia, de retórica. Como el diaNa de Borges lo dijo de Gracián, de D'Ors y de Azorít"; pudiera decirse que son unos charlatanes del aforismo JI de la concisión. Sus glosas, él fue quien las calificó de estrictas, estuvieron siempre sembradas de agudezas, de desenlaces re- pentinos, de divagaciones sorpresivas. Gustaba del ritornelo, de volver a la misma palabra, a la misma idea como si les buscara asonancias ji consonancias, que las tienen.. Glosarse para evitar repetirse, erá uno de sus recursos. Citarse por sus p:e.u- dónimos, era otro. "Quisiera, decía Octavio de Romeu, qU1Ste·- ra que cuando fuese llegada la hora, poder morir en .brazos dCun amigo tal que habiéndonos amado de toda la v'lda, 1'/0 nos llegásemos a hablar de tú, jamás." Texto que ahora re- cuerdo, sin responder de su autenticidad, puede darnos uua idea de sus procedimientos . .. Pero dijimos que es profana- ción vergonzosa el olvido de los muertos, iniquidad pagarles á los escritores con burlas. Y yo quer'Ía poner sobre su sepultura un cemplolxúchitl, por la gozosa entretención que me sus libros: La bien plantada, en la mm7ana; Cuando ya este tranquilo, por la tarde. 29 Yenderlas caro, brota del lugar una estaca que irrumpe entre sus piernas. sangre corre por las entrañas del hombre" . .. Sambú, Chitré, Penomé. Michan. Coeolí, Portoga n- dí". "Por Boca de los Dioses", quizá un relato algo desor- denado, en el que se siente el desahogo del autor. Arremete contra disfraces y posturas. Don Diego. bastón y halitosis, enca rnan la trad ición frente a Oli\'trio tan exaltado, aunque lllenos rabiosos que él. Se en- frascan en nna disputa en tor- nG a un lienzo del XVIU y un Tal1layo de 1958. Oliverio toma la boca de la figu ¡"a del cuadro, v la tira en una cu- beta. El "resto de la narración está teñida de muecas, de ho- rror, y de delirio de persecu- ción precortesiano. Leémos: "El que Inventó }¿¡ Pólvora". Aqui habla Fuen- tes de la ignorancia y ele la última moda como responsa- bles del snobismo de nuestra época, y este a su vez, del pro- greso, la industria, y las acti- vidades civilizadas. Cita pala- bras de un ingeniero norte- ame¡'icano que recog·e Huxley : "Quien construya un rascacie- los que dure más de cuarenta años, es traidor a la industria de la construcción". Todo se disuelve en el tiem- pu a velocidad vertiginosa, por que -el espacio de utilidad de las cosas se reduce a segun- dos. Bicicletas, cuchillos, tene- dores; los cepillos de dientes en la boca, se convierten en culebritas de plástico. La cae en jirones, y los colores de las cOl,batas se separan y la emprenden como mariposas. Los aviones explotan en el aire y los edificios se derrumban cuando se les ha cumplido el plazo justo. La algarabía in- dustrial alcanza un maremag- Jlllm de locura. en el que los obreros ganan cantidacIes fa- bulosas, pero es tal la pro- dl;cción y el consumo que ya apenas pueden dejar las fábri- cas. Las calles se inunclan con montañas dl' nlercancía inser- vible, quc se dl'rrite con el uso más mínimo. El dinero deja dl' ci rculén' por que los pro- ductores y consumidores, ha- cen de los dos actos uno. En fin, todo se consume en la aCl'pric'm total de la palabra ... hasta no queda r llluebles l'n universo que dos estre- llas, las olas y arl'nas". Fuen- tes toma unas ramas secas, las frota durante mucho tiem- po, y nace la primera chis- pa ... Así terminan f.os Días En- mascarados que nos. permiten desenmascarar a Carlos Fuen- tl'S en su primer libro. lleno de aciertos y atropellos. Lo vemos enterrado en un mundo en el que se lllueve y respira la asfixia él sus anchas .Es Lo que sigue pudiera ser una denuncia contra la perversión sexual y las ambiciones dolar. Cuando Muriel se corta la flor para ver si nacen otras en grandes cantidades y poder Despierta en Panamá for- mulando la "Letanía de la Or- quídea". Muriel sien.te come- zón y ve en el espejo que le una en la rabadilla. Chimbombó! j Chimbombó!" ción grandemente valiosa para entender nuestro pasado indí- gena en forma menos deficien- te, Un estudio consciente de la escultura azteca Coatlicue rea- lizada por un arqu.eólogo no cabe duda que sería un com- plemento al que ahora nos ofrece J ustino Fernández, más, sospecho que no cambia- ría la concepción fundamen- tal. Habría, naturalmente, dis- crepancias, pero ellas ayuda- rían en gran modo a afirmar 1.1 interpretación que el hom- bre de hoy día hace del mun- do indígená pre-hispánico para esa manera comprender más claramente nuestro ser histó- rico actual. Por supuesto qu-e no cabe aquí tratar ni siquiera los problemas centrales del libro y lo que de novedoso ten- ga. la actitud estética de Jus- tino Fernández, eso tiene que ser materia de otros ensayos. UNIVERSIDAD DE MEXICO 1 CARLOS FUENTES, Los dias en- mascarados. Los Presentes. Mé- xico, 1954. 104 pp. SEIS CUENTOS ENMAS- CARADOSl Séis narraciones saturadas de una imaginación ágil, sos- tenida, como el zumbido y el vuelo de una avispa. Fuentes tiene la inteligencia a flor de piel y transpira imaginación por cada poro. Sus infltiencias son las de Michaux, Swift, Paz. .. pero allí está él vivo todo el tiempo. igualmente. ocupado en quehaceres ocio- sos. raspando el musgo de un <'":hacmool o pensando que en México "hay que matar a los hnmbres para poder creer en pllos". Le quitan el sueño los ídolos C1ue todavía d?nzan bajo la tierra. . De pronto se le olvidan las ídolos, y se pone a Trigo!o- lolibiar tan contento y feliz que hasta se le pasa la mano. La Trigolibia es el valor supre- Por todas partes se levan- tan nusitanos, peruplos, tun- drisios y troper.etas,. gimiendo y proclamando los derechos quiméricos del hombre, hasta que se olvidan de la Trigoli- bia consiguiendo así su mejor defensa. y ahora 10 encontramos en una vieja mansión del Puente de Alvarado en calidad de ca- ldacción. Su prosa la ambien- ta; mira por una ventana el pequeño jardín y cierra los ojos. Una llovizna pertinaz lo envuelve todo. Se traslada a Flandes ¡ Memling!, y ·vuelve con los ojos cerrados al jar- dín, donde ve a una viejita octogenaria, flaca, vestida de negro y con la falda hasta el suelo que va "recogiendo ro- cío y tréboles". Sale de su en- sueño al ruido sordo de los tranvías y sinfonolas; al sol monótono de Puente de Alva- rada.

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Por Andrés HENESTROSA

PRETEXTOS

Es profanación el vergonzoso olvido de lo.\' muertos. Esiniquidad el olvido de los escritores a quienes debemos una horade deleite y la simiente de una palabra oportuna. Burlane delas alegr'Ías, nada más porque un d'ía superamos sus móviles, esiniquidad. Va para tres meses que murió Euge'nio D'Ors, el deles glosas estrictas y enamoradas: Xenius, el catalán glosador,y casi ninguno de nosotros que lo leímos tanto le ha dedicadounas líneas de recuerdo. Es verdad que el pr'imer responsablc .de ese olvido era él por haberse quedado atrás de su historiacuando sobrevino la guerra espatiola. Entonces lo olvidamos, leafeamos su conducta, lo apostrofé "infeliz". Y nos pro'metimosno volver a sus libros y olvidar sus enseiianzas. Y lo hcmoswmplido. Pero olvidar, verdaderamente olv·idar sus libros, cuá'lI­do. De ellos dos quedan en casa: La bien plantada y Cuando yaesté tranquilo, si bien hace mucho que no los veo. Por una deesas casualidades que tanto abundan, hasta el grado que puedadecirse que lo 11w,ravilloso es lo cotidiano, esos fueron el p1'irnr.­ro y el último libro de Eugenio D'Ors u Octavio de Romeu,como también solía firmar, que leí. El uno en los inicios, elotro en las postrimerías de mi formación literaria. Porque enmis tiempos, los escritores espaiioles merecían una frecuenta­ción que ahora apenas si se insinúa en los jóvenes lectores; yeso a pesar de que nos eran familiares los autores en lenguaextranjera. Ahora parecería salvajismo, señal montaraz, signocave·rnícola, traer bajo el brazo a Galdós, a Pereda, a Va/era.Entonces no: qué bien sabíamos coordinar y armonizar, conci­liar y avenir a Góngora y Quevedo, con Rilke y Cocteau; aGuldós y a Stendhal; lo nuestro con lo del mundo entero. Yesto hasta en los más europeizantes, que ya comenzaba a ha­herias. D'Ors fué muy leído por los críticos de aqtteUos días;un eco de sus reflexiones sobre artes plásticas, sobre filosofía,sobre literatura, puede descubri1'se en más de un contemporá­neo de entonces. Más de un m.atiz de su estilo, también. ¿Noestá dedicada a Enrique Díez-Canedo uno de los libros de poe­11WS más seiialados de aquella época'!

V'Ors era en cierto modo americano. Su madre había naci­do en Cuba. Y tenía, según su prop'io decir, vuelta hacia Cubala, fantas'Ía, como H eredia el de Los Trofeos, el parnasiano.Aljonso Reyes ·-¿se puede hablar de estas cosas sin mencio­narlo?- refiere en alguno de sus libros -¿ Reloj de sol, Losdos caminos?- que cuando lo conoció pudo percatarse desdeluego que no tenía acento madrileño ni catalán, sino que ha­blaba como nosotros los americanos, tributo, me pregunto, a latierra materna? Sin embargo, no son frecuentes en los librosde Eugenio D'Ors las alusiones a América, ni a SttS cosas, nia sus ~utores. Eso hay que buscarlo en Valera, en Unamuno, enDíez-Canedo, tan diestro éste en la caza de libros viejos, comolo era el, catalán.

Era un escritor muy afectado. Su afán de ser conciso, lollevó a una nueva manera de abundancia, de retórica. Comoel diaNa de Borges lo dijo de Gracián, de D'Ors y de Azorít";pudiera decirse que son unos charlatanes del aforismo JI dela concisión. Sus glosas, él fue quien las calificó de estrictas,estuvieron siempre sembradas de agudezas, de desenlaces re­pentinos, de divagaciones sorpresivas. Gustaba del ritornelo,de volver a la misma palabra, a la misma idea como si lesbuscara asonancias ji consonancias, que las tienen.. Glosarse paraevitar repetirse, erá uno de sus recursos. Citarse por sus p:e.u­dónimos, era otro. "Quisiera, decía Octavio de Romeu, qU1Ste·­ra que cuando fuese llegada la hora, poder morir en .brazosdCun amigo tal que habiéndonos amado de toda la v'lda, 1'/0

nos llegásemos a hablar de tú, jamás." Texto que ahora re­cuerdo, sin responder de su autenticidad, puede darnos uuaidea de sus procedimientos . .. Pero dijimos que es profana­ción vergonzosa el olvido de los muertos, iniquidad pagarlesá los escritores con burlas. Y yo quer'Ía poner sobre su sepulturaun cemplolxúchitl, por la gozosa entretención que me dier01'~.sus libros: La bien plantada, en la mm7ana; Cuando ya estetranquilo, por la tarde.

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Yenderlas caro, brota del lugaruna estaca que irrumpe entresus piernas. L~\ sangre corre"rajant~ por las entrañas delhombre" .

.. Sambú, Chitré, Penomé.Michan. Coeolí, Portogan­

dí"."Por Boca de los Dioses",

e~ quizá un relato algo desor­denado, en el que se siente eldesahogo del autor. Arremetecontra disfraces y posturas.Don Diego. bastón y halitosis,enca rnan la trad ición frente aOli\'trio tan exaltado, aunquelllenos rabiosos que él. Se en­frascan en nna disputa en tor­nG a un lienzo del XVIU yun Tal1layo de 1958. Oliveriotoma la boca de la figu ¡"a delcuadro, v la tira en una cu­beta. El "resto de la narraciónestá teñida de muecas, de ho­rror, y de delirio de persecu­ción precortesiano.

Leémos: "El que Inventó}¿¡ Pólvora". Aqui habla Fuen­tes de la ignorancia y ele laúltima moda como responsa­bles del snobismo de nuestraépoca, y este a su vez, del pro­greso, la industria, y las acti­vidades civilizadas. Cita pala­bras de un ingeniero norte­ame¡'icano que recog·e Huxley :"Quien construya un rascacie­los que dure más de cuarentaaños, es traidor a la industriade la construcción".

Todo se disuelve en el tiem­pu a velocidad vertiginosa, porque -el espacio de utilidad delas cosas se reduce a segun­dos. Bicicletas, cuchillos, tene­dores; los cepillos de dientesen la boca, se convierten enculebritas de plástico. La rop~

cae en jirones, y los coloresde las cOl,batas se separan y laemprenden como mariposas.Los aviones explotan en el airey los edificios se derrumbancuando se les ha cumplido elplazo justo. La algarabía in­dustrial alcanza un maremag­Jlllm de locura. en el que losobreros ganan cantidacIes fa­bulosas, pero es tal la pro­dl;cción y el consumo que yaapenas pueden dejar las fábri­cas. Las calles se inunclan conmontañas dl' nlercancía inser­vible, quc se dl'rrite con el usomás mínimo. El dinero dejadl' ci rculén' por que los pro­ductores y consumidores, ha­cen de los dos actos uno. Enfin, todo se consume en laaCl'pric'm total de la palabra ...hasta no queda r "m~lS lllueblesl'n ,~l universo que dos estre­llas, las olas y arl'nas". Fuen­tes toma unas ramas secas,las frota durante mucho tiem­po, y nace la primera chis­pa ...

Así terminan f.os Días En­mascarados que nos. permitendesenmascarar a Carlos Fuen­tl'S en su primer libro. llenode aciertos y atropellos. Lovemos enterrado en un mundoen el que se lllueve y respirala asfixia él sus anchas .Es

Lo que sigue pudiera ser unadenuncia contra la perversiónsexual y las ambiciones d~l

dolar. Cuando Muriel se cortala flor para ver si nacen otrasen grandes cantidades y poder

Despierta en Panamá for­mulando la "Letanía de la Or­quídea". Muriel sien.te come­zón y ve en el espejo que lenac~ una en la rabadilla."¡ Chimbombó! j Chimbombó!"

ción grandemente valiosa paraentender nuestro pasado indí­gena en forma menos deficien­te, Un estudio consciente de laescultura azteca Coatlicue rea­lizada por un arqu.eólogo nocabe duda que sería un com­plemento al que ahora nosofrece Justino Fernández,más, sospecho que no cambia­ría la concepción fundamen­tal. Habría, naturalmente, dis­crepancias, pero ellas ayuda­rían en gran modo a afirmar1.1 interpretación que el hom­bre de hoy día hace del mun­do indígená pre-hispánico parad,~ esa manera comprender másclaramente nuestro ser histó­rico actual. Por supuesto qu-eno cabe aquí tratar ni siquieralos problemas centrales dellibro y lo que de novedoso ten­ga. la actitud estética de Jus­tino Fernández, eso tiene queser materia de otros ensayos.

UNIVERSIDAD DE MEXICO

1 CARLOS FUENTES, Los dias en­mascarados. Los Presentes. Mé­xico, 1954. 104 pp.

SEIS CUENTOS ENMAS­CARADOSl

Séis narraciones saturadasde una imaginación ágil, sos­tenida, como el zumbido y elvuelo de una avispa. Fuentestiene la inteligencia a flor depiel y transpira imaginaciónpor cada poro. Sus infltienciasson las de Michaux, Swift,Paz. .. pero allí está él vivotodo el tiempo. igualmente.ocupado en quehaceres ocio­sos. raspando el musgo de un<'":hacmool o pensando que enMéxico "hay que matar a loshnmbres para poder creer enpllos". Le quitan el sueño losídolos C1ue todavía d?nzan bajola tierra. .

De pronto se le olvidan lasídolos, y se pone a Trigo!o­lolibiar tan contento y feliz quehasta se le pasa la mano. LaTrigolibia es el valor supre­mo~ Por todas partes se levan­tan nusitanos, peruplos, tun­drisios y troper.etas,. gimiendoy proclamando los derechosquiméricos del hombre, hastaque se olvidan de la Trigoli­bia consiguiendo así su mejordefensa.

y ahora 10 encontramos enuna vieja mansión del Puentede Alvarado en calidad de ca­ldacción. Su prosa la ambien­ta; mira por una ventana elpequeño jardín y cierra losojos. Una llovizna pertinaz loenvuelve todo. Se traslada aFlandes ¡ Memling!, y ·vuelvecon los ojos cerrados al jar­dín, donde ve a una viejitaoctogenaria, flaca, vestida denegro y con la falda hasta elsuelo que va "recogiendo ro­cío y tréboles". Sale de su en­sueño al ruido sordo de lostranvías y sinfonolas; al solmonótono de Puente de Alva­rada.

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Cromberger, impresor, segúncontrato firmado entre ambosen Sevitla el 12 de junio de.'1539; documento que Milla­res Carla transcribe en laspp. 42-45. L.a. escala espiritualpara llegar al Cielo, de SanJuan Clímaco parece ser laprimera obra edita.da en Mé­xico, en traducción castellanade Fray Juan de Estrada (pp.28-29), reconociendo que hastala fecha no se conoce ningúnejemplar de tal publicación.

1iterario, y le' gusta el. juegoque-disfraza su angustIa pet­sonal. Le interesa la fisonomíareal ·a través de la mascarilla.Casi todas sus figuras son dedía de muertos, aunque no deazúcar, sino más bien de mus­go, de carne tumefacta ador­nada, y de lodo visceral.

Podrían señalarse dos ca­racteríticas que operan en sufavor y en su contra. Primero,una juventud desbordada y suextrema facilidad. Segundo,su inteligencia con la que ima­gina, y que se encuentra enprimer término a 10 largo desu ·relato.

Su enmascaramiento nos datoda la sensación de arte porfa ficción que encierra; sufluidez y su lenguaje, pero sinen~bargo, hay en ello todavíamás malicia que verdad. AFuentes, como buen equilibris­ta, le gusta jugar ~on el peli­gro, y si a veces da una queotra inaroma inesperada, nocae, por que la cuerda es suelemento.

Diremos que hay en él unescritor que posee un instru­mental barroco y la valentíanecesaria para no permitir quele tapen la boca fácilmente.Su talento para recrear for­mas que hará suyas, es inne­gable. Carlos Fuentes retratacon hicl y agudeza el carnavalen que se vive. Su estilo meparece bueno aunque un pocorecargado. Podría usar la esco­ba, y dar más estructura a losrelatos sin perder su magní­fica espontaneidad.

¿ Qué más pudieramos deciren nota tan breve? Que supluma posee mayor vigor queotras de cimentado prestigio.Lo lleva de la mano un demo­nio de cola corta con el quecomenta sus hazañas: diablu­ras pulcras, ácido satíricas, degracia festiva y retozante hu­mor negro calcinado a costasde la "buena vida" y de uto­pías.

Carlos Fuentes se ha libra­do deI. fastidio recreándoloen su prosa punzante, alerta;jugando con la pedacería queve en su derredor.

Los Días Enmascarados queeditan "Los Presentes", sonuna aportación valiosa al cuen­to mexicano.

A. B.

JOAQUÍN GARcÍA IcAZBALCETA,

Bibliografía mexicana del sigloXVI. Nueva edición, porAgustín Millares Carlo. Fondode Cultura Económica. Méxi­co, 1954. 586 pp.

Esta nueva edición de la fa­mosa obra de Icazba1ceta con­tiene importantes adiciones ynotas históricas bibliográficasy críticas, así como valiososapéndice e índice analítico,debidos al bibliógrafo y pa-

leógraío Agustín MillaresCarla.

La primera edición de 1886era ya casi inasequible. De allíla importancia de la publica­ción que comentamos. Ademásde los 116 impresos mexicanos,del siglo XVI que Icazbalcetaconoció y describió, MillaresCado la ha complementado conotros 63 impresos que .el autoren su época no había cono­cido. En el apéndice, figurane'n breve relación, otros 85iinpresos del siglo XVI, de losque ,no se' conoce ningún ejem­plar, pero cuya existenciaccnsta de modo mas o menosseguro; en fin también citaMillares Carla otros 48 im­presos del .mismo siglo XVI

"existentes, por 10 común, enforma fragmentaria, la fechao el impreso de los cuales nopueden precisarse, o sólo sonsusceptibles de ser indicadoscI<.~ modo conjetural". Es de­cir que la opra ha sido bási­camente ampliada con los re­sultados que la investigaciónbibliográfica ha obtenido des­de 1886 a la fecha.

Par,ece interesante señalarque de las 312 referencias bi­bliográficas que en total in­cluye Millares Carla como'impresos en México entre1539 y 1600, hay un porcenta­je bastante elevado, teniendoen cuenta la época, de obrasque interesan al antropólogoen el amplio sentido de la pala­bra. Así tenemos, sobre todoen el aspecto lingüístico, librostanto de índole religiosa comogramáticas y vocabularios enidiomas nativos; hemos encon­trado: en mexicano o nahuatl(47), en tarasco o lengua deMichoacán (17), en otomí(4); huasteco (3), zapoteco(5), mixteco (6), chiapaneco(2), popoloca (1), maya (1),matlazinga (1), lengua chu­chona c1e' Tepexic de la Seda(1), zaque (2), chinanteco(1 ). tzendal (1), zotzil (1),etc. Igualmente merecen men­cional'se los tratados de Me­c¡¡cina y Cirugía de Bravo, Ló­pez de Hinojosa y Farfán, asícomo la interesante obra Pro­blemas y secretos. maravillo­sos de las Indias, de Cárdenas.

En la "Noticia acerca de lair.troducción de la imprentaen la Nueva España", MilIa­res Carla hace un examen crí­tico de las fuentes utilizadaspor Icazba1ceta y las posterio­res especificadas por Wagner,Valton, etc., llegando a la con­clusión de que no hay pruebasaoerca de la llegada de unaimprenta a México con el pri­mer Virrey D. Antonio deMendoza en 1535, y menos to­davía en 1532 como afirmaFray Gil González Dávila; yque 10 único seguro es queJuan Pablos, cajista, llegó aMéxico hacia septiembre de1539 con la imprenta de Juan

J. c.ALFONSO REYES, Trayectoria de

Goethe. Breviarios, 100. Fon­do de Cultur~ Económica. Mé­xico, 1954. 178 pp.

Literatura v vida marcha-ban para Goethe a un mismotrote. "No halla posible des­cribir una emoción sino bajoel choque del momento" ; y deaquí su condición proteica.Los personajes goethianos la­ten, están vivos" y AlfonsoReyes los rastrea por la exis­tencia del poeta: registra loslunares, reconoce los gestos,compara telas y descubre en las 'obras la verdadera contexturade los personajes. Así da conel Aleister, con Helena, con laserie de Mefistos que circulanpor el camino de Go~the. Mu­chos de sus maestros se con­funden, para gestar más ade­lante un sólo ser, en una cu­riosa urdimbre de rasgos de­moníacos. Y Goethe, verdade­ro camaleón, no sabe cuál desus dos manos es la mano deFausto y cuál la del suicida.Es uno de esos hombres quecaminan soldados a su obra;sus libros grillete de papel, fre­nan su paso.

Al hablar por ejemplo, dela facilidad de Goethe paraimprovisar poemas en distin..tos metros, "prestidigitadorque se saca cintas de ·la boca",Reyes hace notar que M eistertoma de su creador esta vir­tud y compone un drama ente­rú durante una jornada. En laimagen de un arpista vaga­bundo protegido de Goethe, sehalla también la fuente delarpista que, como un acordemusical, aparece en el Meister.La Margarita. del Fausto esun complicado tejido de perso­najes reales; en ella conver­gen, semejantes a ríos de car­ne, la muchacha obrera deFranefort de quien se enamo­ró Goethe en su juventud, yotras mujeres. Y así, en laIfigenia o en el Tasso, asaltaa Goethe el alma de Carlotade Stein, uno de sus más im­portantes y prolongados amo­res.

Este breviario marca C'I1

r·ealidad una triple trayectoria:la del hombre, la del poeta yla del sabio. "Ultimo huma­nista", le llama Alfonso Re-

yes; pues la_época 'de Goethehace ver todavía menos difí­€il 'la posibilidad de .codearsecon toda la cultura, aspiraciónqu<:- en las actuales condiciones)no parece realizable, Goethe se'preocupa profundamente porlas ciencias! natura,les, peroestudia a Kant 'con sintomá­tica desconfianza. La filosofíade Goethe "es demasiado ma­terial", dice Schiller. El autordel Fausto no explota esa fa­cultad totalizadora que permi­te al filósofo aprehender, enlos fragmentos de la realidadque se le' brindan, la totalidadde un ser no detallado, (co­mo dijera Simmel acercándosea la heideggeriana "vaga com­prensión del ser"). Goethe,por' lo contrario, no pareceinclinado a practicar lás disci­plinas estrictamente filosófi­cas; parece recrearse en la ta­rea de presentar al mundo ensus detalles, como si preten­diese hallar así las ocultas le­yes universales de la armonía.

Cada vez más semejante aFausto en su avidez 'vital,Goethe fulgura en Alemaniaoon su labor incansabLe depoeta y de sabio. Baña en súespíritu a los que lo rodean'y apunta con su inquietud a 'labrillante y fecunda generaciónromántica.

E.L.

PAUL WESTHEIM. El Grabadoen Madera. Traducción deMariana Frenk. Breviarios, 95.Fondo de Cultura Económica.México, 1954. 297 pp.

"La imprenta siempre hasido para mí un milagro, pa­recido al del grano de trigoque se vuelve espiga. Mila­gro de todos los días y poreso más grande aún: se siem­bra up. sólo dibujo y se cose­chan muchísimos", dijo Vin­cent Gogh; y este es en efectoel mejor epígrafe que pudoescoger Paul Westheim parainiciar su libro. Westheim ob­serva en todo momento que lafuerza del grabado oonsisteen su formidable poder de di~

fusión, 10 que 10 convierte enuna eficaz arma ideológica ysocial. El grabador hace untrabajo más visible que losmás ostentosos murales; porpequeños que sean sus dibu­jos, él traza en realidad enor­mes caracteres. El grabado' selevanta frente a todas las mi­radas, corre, es un arroyo detinta que tarda mucho en se­carse.

\,yestheim presenta aquí,con' numerosas ilustraciones,un erudito estudio sobre elgrabado en madera desde e¡'siglo XIV hasta nuestros días.El libro, publicado en alemándesde 1921, incluye ahora doscapítulos que reseñan las ac­tividades de ~os grabadore:s

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UNIVERSIDAD DE MEXICO 31

mexicanos y el estampado enel México precolombino.

A partir de la Revoluciónel grabado en México se dis­tingue del europeo y del nor­teamericano. Nuestra bola es­tremece al país en todos susrincones, marca- la vida de to­dos los habitantes y produce,como otras revoluciones se­mejantes, una transformaciónen el ideario de un gran núme­ro de artistas. La consigna esentonces: hacer arte popular."El cuadro de caballete, diálo­go íntimo entre artista y es­pectador es rechazado por laexaltación revolucionaria", porser "cosa privada, por bur­gués, anticuado y, en todossentidos reaccionario" ; aunquedesde luego no deja de produ­ci rse por completo.. Se propo­ne un cambio absoluto ··de laactitud pictórica: hay que mu~

dar de pinceles, de sitio parapintar, de público ; sólo que­dan las manos, esa especie depinzas, esos útiles pegados alhombre. Los artistas mexica­nos se deciden por el grabadoen madera y en linóleo consi­derando la ventaja de su fácilreproducción; y en esta formase trata de relacionarse con lasmasas temática y espirituai­mente. La diferencia entre elnuevo grabado de Gauguin ode Munch y el de México, re­side para vVestheim en queaquél, "parte _de una renova­ción del oficio", y éste, "de larenovación de los contenidos".

La Revolución, con ser tanimportante en este sentido, noes sin embargo para Westheimel único factor determinantede la originalidad en el nuevograbado en madera. La for­midable contribución de JoséGuadalupe Posada (cerca de20,000 grabados), se ha con­vertido en el México postre­volucionario en la base de todala producción de las artes grá­ficas. Posada conscientementeen la temática popular, es unelemento indiscutible del im­pulso revolucionario en el gra­-bada, como lo ~s también,~in duda, la costumbre inicia­da en el siglo XVI de educaral pueblo por medio de la es­támpa.

Es de esperarse que estaaguda y consistente obra per­mita en verdad, como el autor10 desea, una más profundacomprensión del grabado me­xicano y de las corrientes ex­tranjeras que dentro de él sefunden y asimilan.

E.L.

JOSÉ CÁRDENAS PEÑA. Retamadel olvido y otros poemas.Tezontle. Fondo de CulturaEconómica. México, 1954. 56pp.

Este poemario consta detres partes.

La primera, Retama del ol­vido} se divide en siete partes,

y las dos últimas son sonetos,forma extraña a la libertadcon que se inicia esta corrientelírica. Este poema elegiacocanta a la muerte como temauniversal. La inspiración esromántica. La imagen de unarosa se repite aquí, una y otravez, asociada a la idea de lamuerte. Aunque Cárdenas Pe­ña no logra plasmar plena­mente su sentimiento, éste esgenuino, de primera mano,no está constreñido por un tra­tamiento riguroso de tachadu­ras.

El poema a Fedra, de temaerótico, se divide en tres par­tes, éstas son por igual lumi­nosas, estructuradas con unavoluntad creadora poderosa,limpias de los prejuicios empo­brecedores de la moda.

Sane/os en la tierra de Dan­te_ Esta última consta de tressonetos descriptivos, que noson los mejores del libro, yaque la inspiración de CárdenasPeña se desenvuelve con másprovecho en la libertad.

e. V.

CARLOS EDUARDO ZABALETA. LaBatalla y Otros Cuentos. Edi­ciones Letras Peruanas. Lima,Perú, 1954.

El novelista peruano CarlosEduardo Zabaleta es aún muyjoven, tiene 26 años, pero suobra -es ya bastante extensa,cultiva la novela, el teatro y elcuento y ha hecho abundantestraducciones, entre ellas Músi­ca de Cámara de James Joycepublicada en Lima, en 1953.En 1951, mereció el PremioNacional Ricardo Palma.

Los cuentos que se acabande editar bajo el título generalde La Batalla, son los mejoresde cuantos se han escrito en elPerú en estos últimos años;en ellos podemos apreciar eldominio técnico del cuentistay al lado de la fluidez y clari­dad de su prosa, múltiples ha­l!azgos poéticos como, porejemplo, cuando describe el sa­crificio de un cóndor en unafiesta indígena: "aquella ara­ña gigantesca y fantasmal, dur­miendo en el centro de sus hi­los, en su nidal de sogas y co­rreas".

Es muy arbitrario afirmarcomo se ha hecho que CarlosEduardo sea heredero de loscuentistas peruanos que crono­lógicamente lo anteceden. Suobra, aparte de ser muy perso­nal está más cerca de la poesíaque del ejercicio retórico: máscerca de la vida que de la lite­ratura.

A.L.

MALRAUX, BRETON, SILONE,

KOESTLER, HooK, ARON. Ar­te, Ciencia y Libertad. Aso­ciación Mexicana por la liber­tad de la cultura. México,1954.

En este libro se reproduceun ensayo interesantísimo deAndré Breton, aparecido en elsemanario- Arts en noviembrede 1952, intitulado: ¿ Por quése nos oculta la pintura rusacontemporánea?

El autor protesta con pala­bras de Marx el control delarte por el Estado, establecidoen la U. R S. S.: "Admiraisla riqueza inagotable de lanaturaleza. No exigís que larosa tenga el perfume de lavioleta; pero lo más preciosoque existe, el espíritu, no debeestar facultado para ser sinode 'l-Jna 11wnera . .. Mi propie­dad es la forma, constituye miindividualidad. El estilo es elhombre. i Y hasta qué punto!La ley me permite escribir;pero a condición de hacerlo enun estilo distinto del mío.j Tengo derecho a mostrar lafigura de mi espíritu; pero an­tes debo encerrarlo en los do­bleces prescritos! ¿ Qué hom­bre de honor no enrojeceríaante semejante pretensión?Karl Marx. Oeuvres Philoso­phiques. Tomo I.

Con su habitual agudeza crí­tica Breton nos muestra loserrores y atentados causantesde la miseria por la que ac­tualmente atraviesa la pinturarusa, ilustrando su exposicióncon los argumentos, listas detemas, prohibiciones y proce­sos que sustentan el llamado"realismo socialista".

Los otros ensayos, publica­dos en el mismo volumen son:Rehabilitar al hombre y recor­darle su grandeza, por AndréMalraux; El derecho de cadaser humano y su alma, por Ig­nacio Silone; El falso dilema,por Arthur Koestler; Cienciay materialismo dialéctico, porSidney Rook, y La verdad declase y la verdad nacional enlas ciencias sociales, por Ray­mond Aron. De los trabajosenumerados e! de Sidney Rookes el más importante, estudiaen él las verdaderas relacionesque hay entre ciencia y mate­rialismo dialéctico, desechandoel presupuesto soviético de quela validez de! comunismo traeconsigo la del materíalismo;siendo así que en todo caso esel materialismo quien daría va­lidez al comunismo. Pecadooriginal éste, fuente de equi­vocaciones nocivas para e! li­bre desenvolvimiento de laciencia. Tal el caso de la nega­ción del psiconálisis y la teo­ría de la relatividad.

A.L.

Sexto Congreso del InstitutoInteramericano de Literatu­ra Iberoamericana. Agosto-sep­tiembre de 1953. Homenaje aHidalgo, Diaz Mirón y MartÍ.Imprenta Universitaria. Méxi­co, 1954. 282 pp.

El presente libro recoge lostrabajos del Sexto Congresode Catedráticos de LikraturaIberoamericana que se reunióen la ciudad de México el añode 1953. En este volumen en­contramos un variado conjun­to de temas y firmas, que enla brevedad de una reseña esimposible comentar una poruna.

El licenciado Luis Monguió,lamenta la ignorancia, aun elelos europeos cultos, que existesobre nuestra literatura, por 10que conside~a un eleber ele todoamericano con conciencia cul­tural: "profundizar y acenelrarcada vez más nuestro trabajopara que extrar.os y propios sepercaten mejor de los valoresde la literatura, faceta de lacultura y del mundo iberoame­ricano". Luego deslinda el de­ber: " ... seguir historiando laliteratura iberoamericana, den­tro de sus límites, pero alcan­zando hasta sus extremos lími­tes y dimensiones ..."

John E. Englekirk, en Walt .Whitman, "indomable e intra­ducible", severo enjuicia a lostraductores del poeta norte­americano. No se salvan Vas­seur, ni Zardoya y León Feli­pe, ni nuestro Usigli. Disgustaal crítico el que los traductoresno sean fieles al espíritu deWhitman.

Gabrie!e von Munk Benton,en La selva como símbolo enTierra de Promisión, estudiael influjo de la naturaleza ame­ricana en la poesía de EustasioRivera. Concluye: "El tema deRivera es americano; las in­fluencias que le estimularon,cosmopolitas. Sus sonetos noshacen presente el hecho de que,a pesar de que se aprovecha deun ambiente particular, el poe­ta hispanoamericano sondea unproblema internacional y uni­versal - el del hombre que sebusca a sí mismo a través desu soledad interior".

Antonio Castro Leal y Artu­ro Torres-Rioseco, tratan elmismo tema, Salvador DíazMirón. El primero se ocupa elesu vida y el segundo de la poe­sía del autor de Lascas.

Manuel de Ezcurdia, de laUniversidad de California, ensu Trayector'ia novelística deAgustín Y Míez, saca interesan­tes conclusiones de la obra enque se ocupa, y destaca la im­portancia de la técnica moder­na empleada por Yáñez en susnovelas.

e. v.