Presse Caballo 4 Elementos

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EL CABALLO Y LOS 4 ELEMENTOS La vida es una incesante metamorfosis ... Por Vincent Folatre El caballo nos enseña y nos desaprende. Hace que busquemos en nuestro corazón los verdaderos sentimientos de la relación con el otro, nos desvela nuestra luz y nuestra oscuridad para que podamos comprender mejor la vida. No hay prejuicios morales, ni diagnóstico, ni juicio. Es el mismo paciente que aborda su estado de manera neutra, auténtica, somática y beneficiosa. Sus respuestas son sanas, nunca perversas o manipuladoras. Los caballos de Fuego Los caballos de Tierra El caballo de Agua El caballo de Aire De la violencia a la no violencia - una terapia del cuerpo, del alma, y de la mente.

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El caballo nos enseña y nos desaprende. Hace que busquemos en nuestro corazón los verdaderos sentimientos de la relación con el otro, nos desvela nuestra luz y nuestra oscuridad para que podamos comprender mejor la vida

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EL CABALLO

Y LOS 4 ELEMENTOS

La vida es una incesante metamorfosis ...

Por Vincent Folatre

El caballo nos enseña y nos desaprende.

Hace que busquemos en nuestro corazón los verdaderos sentimientos de la relación con el otro, nos desvela nuestra luz y nuestra oscuridad para que podamos comprender mejor la vida. No hay prejuicios morales, ni diagnóstico, ni juicio. Es el mismo paciente que aborda su estado de manera neutra, auténtica, somática y beneficiosa. Sus respuestas son sanas, nunca perversas o manipuladoras.

Los caballos de Fuego

Los caballos de Tierra

El caballo de Agua

El caballo de Aire

De la violencia a la no violencia- una terapia del cuerpo, del alma, y de la mente.

¿Cómo he pasado de ser guía acompañante ecuestre a equinoterapeuta?

El fulgor de la juventud, la intrepidez, los sueños de héroe, hicieron que me encontrara con mis caballos de fuego. Empapado de novelas de Julio Verne, Jack London, Oliver Curwood y Fenimor Cooper; es cuando de forma natural me veo, durante el año 1980, trabajando en una caballeriza de turismo ecuestre en la región francesa de Provence. Es ahí, en ese marco pintoresco y medieval, donde se van a concretizar mis sueños sobre aventuras a caballo. Me doy cuenta enseguida que soy alguien como cualquier otro. Mis sueños deben a partir de ahora convertirse en realidad. En aquel entonces decido especializarme, presentándome a los exámenes de acompañante y guía. Son mis caballos de tierra. Emprendo mi primer periplo a caballo, en solitario, con 19 años...

Un recorrido inicial de mil kilómetros, un viaje que me marcó y que guía aún hoy mi vida. Repetiré de forma profesional esta experiencia treinta años más tarde, de Fréjus a Santiago de Compostela...He practicado la equinoterapia de manera instintiva durante veinte años a través de mi labor como guía ecuestre. El haber visto y observado a centenares de caballos, utilizados, manipulados, explotados y por otro lado a millares de personas, jinetes reconocidos o simples principiantes, a los cuales he acompañado a caballo por montes y valles; me ha permitido ser consciente poco a poco de la importancia de un acompañamiento psicológico centrado en las necesidades de la “persona” y no en un objetivo de equitación, sino que orientándolo hacia una terapia verdadera incluyendo una comunicación auténtica con el caballo. Es la época del caballo del mar. Después de un trabajo de desarrollo personal relacionado, entre otras cosas, a la paternidad, al encuentro con otros terapeutas con experiencia en la relación de ayuda (tendencia C. G.. Jung y Carl R. Rogers); me enseñó que podía ya utilizar mis competencias en la atención a personas con problemas. He visto también mis límites en cuestión de formación psicológica. Es entonces, en un contexto de experiencias de campo, que me surgió la necesidad de estudiar. Busqué una formación que me permitiera comprender y mejorar mi forma de intervenir, suscitando una combinación entre el recorrido de vida y una aproximación teórica en humanidades en la Universidad Europea de Ciencias y Recursos Humanos de París.

Cubrí rápidamente mis carencias en cuanto a lecturas, sobre todo gracias al descubrimiento del libro “El Tao del Caballo” de Linda Kohanov. Libro que es un auténtico precursor del pensamiento actual en esta materia (relación sagrada que une al ser humano con el caballo). Es ahí cuando entro en la época del caballo de Aire. Las revelaciones a través del sueño en terapia con el caballo, me han reafirmado en este tipo de acercamiento y me han llevado a descifrar estos mensajes portadores de una resonancia profunda sobre el funcionamiento de la psique humana. Es el caballo de los sueños (la oniroterapia), de la mitología, de la meditación, de la espiritualidad. La equinoterapia o hipoterapia, normalmente enfocada hacia el público con diversidad funcional y sobre todo mediatizada en este sentido, es muy efectiva para la reeducación pasiva del músculo y la redistribución de las energías por todo el organismo. Pero desde mi punto de vista, esta terapia se ha convertido además en una invitación a una comunicación preciosa y única con nosotros mismos. Una iniciación y una transformación terapéutica accesible para todos. El ser humano se proyecta en el caballo y halla su autenticidad en él. Es una comprensión, una colaboración, asícomo una necesidad. Es en la impregnación de la propia familia humana que se torna en un ser considerado, como en la manada. Y poder adentrarse en el comportamiento del caballo para interactuar con él, es comprender que él también nos habla de amor, relajado o no. La psicoterapia con el caballo como mediador existe y se desarrolla con fuerza en nuestros días. Esta forma de comunicación en parte no verbal ayuda tras diferentes etapas de proyecciones y posteriormente, de tratamiento individual y particular con este animal mítico, a retornar hacia la comunicación y mirada del otro.

Vincent Folatre, equinoterapeuta

Al principio está el fuego, donde está el

reconocimiento de la “madre terrible” a través de la catarsis representada por el caballo.Mis primeros caballos estaban tan locos como sus propietarios, que los alquilaban. Estos caballos venían de Argentina, Polonia, España o de otros lugares, pero qué importa, tengo que montarlos y aguantar como sea sobre sus lomos, pase lo que pase con tal de suavizar los instintos más rudos de estos poderosos animales. Caigo y me levanto hasta la extenuación, para servir y controlar este ideal masculino castrado, a fin de darle su fuerza, la misma que la de un héroe, la de un salvador y en definitiva, la del sacrificio de este “apestoso” joven hombre que se encuentra en constante peligro y que olvida el dolor de las piedras en su cabeza al caer del caballo.Estamos en las Alpilles, cerca de la Camarga medieval, tengo 17 años y el descubrimiento de este animal fantástico va a modelar mi cuerpo y espíritu a base de sudor, lágrimas y sangre. Me quedaré 8 meses en este infierno cuando otros tan sólo aguantaron una semana.

Mis lecturas sobre aventuras adolescentes han contribuido de forma importante a este viaje fuera del tiempo. Llevado por estas historias insolentes y de venganza personal, combatiré con el caballo como lo pudieron hacer otros jóvenes en épocas anteriores. Recogeré los frutos de este esfuerzo, ya que los más difíciles serán también los más tercos ante las nuevas actividades de turismo ecuestre propuestas en los años 80.Los paseos “medievales” en el campo son una maravilla en cuanto a belleza se refiere, y llenarán todas mis esperanzas (Los caballos de fuego). Al menos eso es lo que creía en aquella época, puesto que en el mito del héroe y su camino iniciático se perfilan paisajes que cortan la respiración, castillos por doquier, festines, trovadores, mujeres, caballos blancos y negros. Pero los caballos empleados para este cometido, a menudo terminaban heridos, humillados o abandonados.Las mujeres de los jinetes gritarán su dolor ante este penoso espectáculo, lo que supondrá una nueva humillación para ellas. Los hombres de aquella época todavía venían de “madres terribles” con las que había que luchar para demostrar su virilidad.

Los caballos de Fuego

Vale la pena el esfuerzo por la recompensa. No me refiero al peligro de una caída terrible, si no al sufrimiento por el que hay que pasar. Es el precio que debe pagar un héroe para sobrevivir y encontrar su camino iniciático: más tarde, mucho más tarde, el de los caballos del despertar, maravillosos vectores transferenciales del descubrimiento del Yo.Los caballos de fuego fueron retratados a menudo por pintores como Géricault, Delacroix o Ucello, por escritores que mostraron a menudo ese aspecto loco y delirante del caballo desbocado, incontrolable, como en los mitos de los carros de fuego, de Helios, de Apolo, o rodando en los campos de batallas justo antes del ataque con la espada en ristre, o el final sangriento de Waterloo y otros campos de muerte donde el jinete miserable, herido y tembloroso de frío, irá a refugiarse y morir en las entrañas de un caballo abierto, durmiéndose para siempre por fin caliente como en el vientre de su madre.

Soy un hombre de temperamento nervioso y de instintos

largo tiempo oprimidos, bloqueados en una violencia retenida, que tienen que liberarse llegado el día. Por tanto, el caballo de tierra viene después del de fuego. Este bautizo no es el del agua, todavía estamos lejos. Hizo falta un paréntesis edificante de la violencia que podemos padecer o engendrar; siendo las relaciones humanas de hecho de la misma índole. Ese caballo de tierra, es el bebé que va a crecer, poniéndose de pie, aprender a andar, experimentar con herramientas, llegar a destacar. En el aprendizaje y el reconocimiento de esto se basa el autorreconocimiento.Es esencial en el “pacto socio-afectivo” desde los primeros deseos.

Sin embargo ese pacto, por muy susceptible de ser mejorado que sea, entra en consonancia con nuestra vida interior. Entonces hay que considerar también el pacto con el Diablo. Nuestras creencias, nuestras costumbres, los gestos banales o actitudes pueden ser destructivas o doctrinarias sin llegar a ser reconocidas como tales. Mis caballos de tierra son aquellos de la equitación dicha como “clásica” donde una mujer se esconde detrás de un jinete rígido e imperfecto, con su caballo, en un gesto o una actitud, que sugiere la admiración de los alumnos hacia su maestro. Con el desarrollo de la equitación llamada “de ocio”, las mujeres (80% de asistencia a centros ecuestres) son las grandes privilegiadas de esta ola de amor. Son muy buenas en tareas de cuidado y de tacto ecuestre, pero también en el aprendizaje de un uso violento de los caballos. Puede que sea un ajuste de cuentas con su masculinidad, la que las desafía sin cesar al contacto con este animal, para así hacer resaltar su feminidad. Sí, también el caballo es femenino y absorbe todas las asperezas humanas; claro está, si sabemos escucharle.El caballo de tierra es un caballo que me ha enseñado a permanecer en pie, a ser más tónico, a anticipar situaciones críticas, a dominar los gestos, pero sobre todo me ha enseñado a descubrir mi corazón a través del alma.De latín “manipulare”, que quiere decir dirigir varios caballos al mismo tiempo; esta etimología a derivado (en una curiosa metáfora) en palabras como: manejar, management o manager, muy conocidas por designar un líder en una empresa, alguien que dirige a otras personas.

Los caballos de Tierra

El ego, en este caso particular, no deja casi espacio al corazón. Como en el templo interior que puede representar al blasón, el centro del blasón se denomina corazón o abismo. Para llegar y probar la dulzura del balanceo del caballo, se tendrían que haber reconocido sus aspectos más poderosos a nivel emocional, como el hecho de sentarse a horcajadas para anticipar la caída, la pérdida del control. Qué jinete no ha conocido la angustia de no dirigir una montura libre de arneses (a propósito, este suceso es tan fugaz que ni siquiera hay tiempo para la angustia en ese momento. El instinto de supervivencia se antepone a la pregunta mental de la angustia). Debes de ser un verdadero sacerdote para comprender lo que ocurre. Las justificaciones, la vergüenza, la humillación engendrada, son edificantes, y pueden servir para poner “las agujas en hora”, viendo cómo todos esos demonios desaparecen para así poder abordar al caballo al fin de una manera suave y verdadera. El caballo matriarcal o del mar, es el ejemplo más revolucionario que podemos tener cuando conocemos la historia del hombre y su caballo a través de los milenios. Muy pocas civilizaciones han dejado a este caballo (el de la delicadeza y ternura) el espacio que se merece cuando llegaba el tiempo de sudar, trabajar, batallar y matar con este animal que siempre han llamado “la conquista más noble del hombre”.

¿Entonces porque no comenzar por el caballo

matriarcal, ese mismo que nos ha engendrado en su vientre, y en su seno? Cada uno tiene su propia lectura personal de sus primeros instantes con su mamá. Sin duda que el fuego y la tierra son indisociables del agua, y que, para descubrir o redescubrir esta dulzura amniótica, experimentamos el aprendizaje y el poder con atracción/repulsión para al fin regresar a ese ritmo respiratorio primario, que es el mecer de un jinete sobre los lomos de un caballo a paso lento. Ese caballo, es el de todos. No es el que se controla con las manos, ni con las piernas, como en equitación. El terapeuta acompaña ese movimiento de cuna, el cual va al ritmo de la respiración y del paso del caballo. Ese movimiento primario tan estimado por los somatópatas representa el signo del infinito, que encontramos igualmente en el Qi Gong. Este nos permite recuperar la posición natural del diafragma, una respiración profunda, calmada y sin esfuerzo al cabo de algunas sesiones.

Debemos tener en cuenta que paradójicamente tocamos de esta manera las capas más profundas de nuestra humanidad, que representan las angustias de la vida y la muerte: el nacimiento o el primer soplo de vida, tan incierto todavía en el vientre de la madre. Esta búsqueda de seguridad durará toda la vida. El caballo tiene esta cualidad de absorción de la angustia del devenir mortal del ser humano.Muchas historias, cuentos y leyendas ilustran este tema: los caballos de el Apocalipsis, los caballos negros de los sueños así como también los caballos negros del coche fúnebre, los centauros, los caballos de las leyendas, anunciadores de malas noticias, o de pasajes, y mensajeros del más allá.El caballo de mar también es el que recibe los cuidados por parte del personal femenino. Y más que unos cuidados, ese acto de atención es un vínculo con su sanador interior, cuando durante horas las jóvenes pasan el cepillo y el peine por la crin de sus ponéis o de su caballo. Eso provoca una relajación total, una esperanza en lo que más tarde será una sexualidad amada, sensual y fiel.

El caballo de Agua

Ese intercambio de energías en los cuidados desde la primera infancia es estético pero por supuesto también transparenta el amor primario por su prójimo a través de un padre, una madre, un niño, un amante de cuentos y leyenda, un rey o un príncipe. Es el lugar de todos posibles. Las crines se peinan con cuidado, quedando limpias y brillantes, como el cabello de los ángeles, como una preparación ritual preparada a ser honrada por los dioses. Alguna cosa sagrada subyace en este proceso, más edificante que el cabalgamiento de la montura.Esos cuidados dados principalmente por jóvenes mujeres en desarrollo son ya una caricia al mismo tiempo que una promesa...En estas uniones sagradas ya no hay fronteras con el caballo de aire: caballos de la mitología, de los ritos de pacificación, de las emociones, de sol naciente o del sol que se oculta e incluso de símbolos oníricos.

Tal y como lo explica Annick de Souzenelle: “El

hombre sobre el caballo tiene las piernas frágiles como la arcilla”. Debemos de saber que ya no es necesario justificarse o controlar sus emociones o la existencia de uno mismo sobre un caballo, pero si de caminar solo y de pie sobre la tierra. Es el caballo del imaginario, de los símbolos, de la meditación, de las emociones pacificadas, de los sueños, de la espiritualidad.

Es el caballo de los tibetanos “Lungta”, traducido como “caballo del viento”, reconocible por su llama sobre el lomo, con pequeñas banderas con escrituras sagradas que flotan a los cuatro vientos en el exterior de los templos. El viento lleva en su montura a ese mensajero de paz pacificador de emociones perturbadoras.Pegaso, el caballo alado que hizo brotar de una coz la fuente de Hipocrene; forma también parte de esos caballos de aire, puesto que su jinete, presuntuoso y valiente, quiso alcanzar el reino de los dioses sobre sus lomos. Fue entonces cuando Zeus le lanzó un rayo, desmontándolo y tirándolo del caballo. Pegaso continúo su camino celeste y alcanzó su lugar sagrado al lado de Zeus.Este caballo griego es bastante claro en lo que a cabalgar se refiere. Hay que comprender de nuevo su condición de mortal y respetarla, con el riesgo de correr un grave peligro o de hacerse mucho daño. Con esto puede llegar a dañarse nuestro orgullo, pero el camino a seguir se vuelve más preciso, respecto a nuestra visión del caballo, pero también a la visión sobre nosotros mismos.Introspección sí, ¡puede ser! En cualquier caso, este animal está en la estructura antropológica de nuestro imaginario con o sin jinete cabalgándolo. Ese centauro es como la naturaleza humana, una vez mortal, otras veces inmortal. Es Quirón, el centauro sanador o demonio, medio hombre, medio bestia. Entonces, cómo considerar esta nueva relación no forzada, cuando ha sido traicionado en varias ocasiones el deseo de controlar y dominar ese fuego entre nuestras piernas.

El caballo de Aire

Según mi percepción, únicamente utilizo esta práctica en terapias individualizadas si la interacción entre el caballo y la persona es suficiente para preparar al paciente para cabalgar. Recuerdo en cada momento, que el hecho de montar sobre el caballo sin ayuda, aunque sea sin arnés, está directamente ligado al elemento del fuego. Hay que recordar que solo citamos de forma muy rara en la lengua del día a día a los otros elementos (caballo onírico o caballo de viento).¿Cómo mis sueños sobre caballos, y los de los pacientes, me conducen a estudiar onirología? Porque una persona que antes no soñaba, de repente, y una vez que ha iniciado su desarrollo personal de despertar o de reparación, va a descubrir cómo su espacio onírico se activa notablemente con sueños y situaciones en los que aparecen caballos o jinetes, pero también unicornios o carruajes... Toda esta materia de la noche y de los sueños representa por sí misma un bagaje inconsciente importante que refleja lo esencial de la vida consciente del paciente. Fue entonces cuándo me decidí a iniciar mi estudio sobre esta ciencia que no es exacta.

Finalmente hay un caballo de aire que es el de los sueños, el del sol de levante y el de poniente para los Sioux, el blanco y el negro, a la vuelta de un dolmen, señalando un mensaje, un mal presagio o un feliz pasaje.A estos caballos, les agradezco hoy el haber podido descubrirlos en mi corazón y en mi abismo (tal y cómo lo entendían los alquimistas). Ese caballo mensajero del inconsciente nos acompaña noche y día. A veces, aparece en carne y hueso delante de nosotros como una prueba de nuestra existencia, violenta o no. A veces surge en sueños: unicornios, caballos furiosos, carruajes vertiginosos, encuentros entre el caballo solar y el lunar, blanco y negro en la claridad.

¿Cómo imaginar un caballo meditando o en total simbiosis con un paciente? Qué suerte verlo así y no de otro modo, coaccionado y enjaezado, y evolucionando como un espejo del alter-ego humano. Las emociones en este marco son auténticas y únicas. Albergan algunos minutos de eternidad en los que el paciente reencuentra la luz en la noche. El hecho de alcanzar este instante es para la mayoría una revelación de su condición humana, a menudo, sufrida. Una unión de la oscuridad y la luz, una especie de sueño estático en plena conciencia donde las fronteras y las barreras del dolor físico y psíquico se desvanecen.Mirarse en el caballo en este instante es mirar al vacío, es la nulidad en la totalidad, una unión sagrada que resume frecuentemente una vida terrestre: nuestra dulzura, un soplo caliente en nuestro cuello, la precisión milimétrica de sus pasos en los nuestros.Este reencuentro es único y no se repite forzosamente de forma idéntica. Esto permite comprender mejor la búsqueda humana de la felicidad perdida. Ese fin tras el cual corremos sin cesar, sedientos, exhaustos, obsesionados...

Los caballos del corazón

o del abismo según

la alquimia medieval

Sí, este caballo es un mediador excelente en el que encontramos más pureza y más belleza. Es la elección de salir de los senderos dictados, de las relaciones tóxicas y recurrentes, de los miedos y de la angustia de la muerte. Es una ocasión única para sentirse ligero, como suelen decir los pacientes.Ese caballo tiene el resplandor, la estatura, la potencia, el calor, la belleza, la precisión relacional y la sabiduría de un viejo sabio, a la vez que la fantasía de su comportamiento juguetón.

Nos muestra como estamos hinchados por un egocentrismo profundo. Nos dice también como es de fácil iluminar nuestro paisaje interior. Esta yegua ya no es la que era, aburrida e infernal, si no más bien un padre, una madre, un niño, una mujer que ama y es previsora. En presencia de un terapeuta, puede intuir una cura. Sabe naturalmente donde está la herida, donde se encuentra el abismo.

El equinoterapeuta sólo está ahí para aclarar ese lenguaje gestual de emociones.En la terapia con el caballo, en esas miradas cruzadas, el paciente está desnudo como en los primeros encuentros con el Equus, antes del Equus Caballus y Equus Ferus, antes de que el Homo Erectus lo hiciera sedentario.Esta descarga emocional que se revela antes, durante y después de la terapia prueba las facultades de comunicación de infra-lenguaje del caballo.La actividad onírica del paciente, adormecida desde hace años, se despierta cuando antes no soñaba nunca. Esos sueños tienen siempre una madre ogro o un padre horrible a descubrir. Este imaginario donde se aloja el caballo es un conocimiento ligero y calmo para todo tipo de problemas humanos, traumatismos, fobias o simplemente un florecimiento de la persona.La equinoterapia trata de encontrar hoy en día en Francia un sitio entre las actividades vanidosas y elitistas como la equitación y aquellas denominadas “comportomentales”, en referencia a los comportamentalistas equinos, susurradores y otros. Sin duda, se trata de una vieja resistencia jacobina que dice que la psique es “buena para el niño”. Pero no nos desesperemos: en la película Danse avec lui (“Baila con él”), nos ofrece una primera respuesta en la frase de la chica joven al anciano maestro escudero “¿Sabe usted porque no hay nadie aquí? Porque lo que sabe darle a los caballos, no sabe cómo dárselo a los hombres”. A lo que él admite: “Tienes razón, siempre creí que el amor de los caballos era superior al amor de los hombres, pero me he equivocado”.

El caballo y los 4 elementos es una idea original de Daniel Folatre, psicoanalista, retomando la evolución de la especie humana marcando

en el imaginario las resonancias alquimistas de los 4 elementos: el agua, la tierra, el fuego y el aire en perpetuo movimiento por medio del caballo.

“Ese concepto, desarrollado de una forma mucho más extensa en una memoria de investigación en la Universidad Europea de Ciencias y

Recursos Humanos de París; empecé a aplicarlo con éxito desde 2005. Actualmente y siempre en constante evolución, este proceso se ha

transformado para mí hacia un pensamiento más Taoísta”

Vincent Folatre

Y así termina este viaje de emociones sobre y al lado de nuestro amigo, de “él”.El terapeuta puede mirar su obra única, la transformación de esta materia en la tranquilidad de una mañana como cualquier otra, las emociones pacificadas por un día o para la eternidad.

Aproximación “Cheval Confiance”

Equinoterapia

http://chevalconfiance.free.fr

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