Presente continuo. presentación.

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PARA LEER Y LEER «Al servicio de quien me quiera», así comienza Presente continuo. Y se nos explica que un libro de poesía es como una alcándara (palabra de uso no muy habitual, una alcándara es «la percha en la que las aves de cetrería esperan el momento de alzar el vuelo»). Genial definición porque un poema siempre espera en un libro al lector con el que alzar el vuelo. José Luis García Martín invita a ese lector a buscar entre sus poemas aquellos que quiera o que necesite y le da permiso para que haga uso libre de ellos: «no hace falta, dice, que recuer- des el nombre que figura en la portada». Y esto que parece humildad extremadamente generosa y que en efecto lo es, lleva también la marca de la mayor ambición; escribir un poema tan gran- de que alcance la medida del corazón humano universal. Detrás de cada poema está más o menos evidente el poeta, pero detrás de cada gran poema está además siempre, ineludible, clara y constante la poesía, esa voz específicamente humana, voz antorcha que pasa de poeta a poeta, de lector a lector elevando un solo canto, que al final es el de todos. Y eso es lo que creo que pretende y lo que constato que consigue Presente continuo. En él «hay versos de amor y desamor, ateologías varias (reflexiones sobre la vida; ese pre- sente que va del ser al no ser), notas viajeras (paseo, pensamiento y sueño por las grandes ciu- dades: Roma, Avilés, Nueva York, París, o por mundos ¿más pequeños?, la misma Aldeanueva del Camino, por ejemplo), apuntes sentenciosos, ropa casual y trajes de ceremonia». En la amplitud temática que ofrece está todo lo que nos interesa: «La gloriosa variedad del mundo» y su oscuro telón de fondo, ¿o acaso es claro? Después de leer este libro creemos haber descubierto que en el fondo, y también en la superficie, claridad y oscuridad pueden ser “esa nada azul que el alma llena». Aparecen los temas recurrentes de la poesía, del sentir humano, si buscamos casi al azar pa- labras encontramos: amor, vida, solo, nada, niebla, jardín, amigos, muerte, verdad, mentira, Dios, belleza, odio, olvido, feliz… Y la intertextualidad es constante, hay poemas de poetas que ahora ha vuelto a escribir García Martín (aquí están los grandes clásicos, Lope, Quevedo, por aquí encontramos a Ronsard y a muchos más viejos amigos), y la impresión de «dejá vu», de «dejá lu» en este caso, se activa de manera magistral al oír la música maravillosa que ha tenido durante siglos la poesía a través de la variedad de estrofas en las que el poeta se recrea con la delectación que da la sabiduría del oficio, oímos numerosos sonetos, haikus de Aldeanueva, ecos de tango… Y, como regalo final, y bien especial, y ciertamente sorprendente, en un Apéndice descu- brimos los «Poemas sin fecha de Marilyn Monroe», cuya historia seguramente os contará García Martín. ¿La recordáis? «Era joven, / era oscura / y sin embargo / por cualquier sitio que pasara/ lo dejaba lleno de luz.» No me cabe la menor duda de que vais a encontrar en «Presente continuo» el o los poemas que os harán poetas, desde esta alcándara os espera el vuelo. Tengo entre las manos un libro que cuesta cerrar, hay que hacer un esfuerzo para cerrarlo, para no seguir buscando de poema en poema, lo que tienta es leer y leer y volver a empezar una vez terminado. ÁNGELES CARBAJAL

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PARA LEER Y LEER

«Al servicio de quien me quiera», así comienza Presente continuo. Y se nos explica que un libro de poesía es como una alcándara (palabra de uso no muy habitual, una alcándara es «la percha en la que las aves de cetrería esperan el momento de alzar el vuelo»). Genial definición porque un poema siempre espera en un libro al lector con el que alzar el vuelo. José Luis García Martín invita a ese lector a buscar entre sus poemas aquellos que quiera o que necesite y le da permiso para que haga uso libre de ellos: «no hace falta, dice, que recuer-des el nombre que figura en la portada». Y esto que parece humildad extremadamente generosa y que en efecto lo es, lleva también la marca de la mayor ambición; escribir un poema tan gran-de que alcance la medida del corazón humano universal. Detrás de cada poema está más o menos evidente el poeta, pero detrás de cada gran poema está además siempre, ineludible, clara y constante la poesía, esa voz específicamente humana, voz antorcha que pasa de poeta a poeta, de lector a lector elevando un solo canto, que al final es el de todos. Y eso es lo que creo que pretende y lo que constato que consigue Presente continuo. En él «hay versos de amor y desamor, ateologías varias (reflexiones sobre la vida; ese pre-sente que va del ser al no ser), notas viajeras (paseo, pensamiento y sueño por las grandes ciu-dades: Roma, Avilés, Nueva York, París, o por mundos ¿más pequeños?, la misma Aldeanueva del Camino, por ejemplo), apuntes sentenciosos, ropa casual y trajes de ceremonia». En la amplitud temática que ofrece está todo lo que nos interesa: «La gloriosa variedad del mundo» y su oscuro telón de fondo, ¿o acaso es claro? Después de leer este libro creemos haber descubierto que en el fondo, y también en la superficie, claridad y oscuridad pueden ser “esa nada azul que el alma llena». Aparecen los temas recurrentes de la poesía, del sentir humano, si buscamos casi al azar pa-labras encontramos: amor, vida, solo, nada, niebla, jardín, amigos, muerte, verdad, mentira, Dios, belleza, odio, olvido, feliz… Y la intertextualidad es constante, hay poemas de poetas que ahora ha vuelto a escribir García Martín (aquí están los grandes clásicos, Lope, Quevedo, por aquí encontramos a Ronsard y a muchos más viejos amigos), y la impresión de «dejá vu», de «dejá lu» en este caso, se activa de manera magistral al oír la música maravillosa que ha tenido durante siglos la poesía a través de la variedad de estrofas en las que el poeta se recrea con la delectación que da la sabiduría del oficio, oímos numerosos sonetos, haikus de Aldeanueva, ecos de tango… Y, como regalo final, y bien especial, y ciertamente sorprendente, en un Apéndice descu-brimos los «Poemas sin fecha de Marilyn Monroe», cuya historia seguramente os contará García Martín. ¿La recordáis? «Era joven, / era oscura / y sin embargo / por cualquier sitio que pasara/ lo dejaba lleno de luz.» No me cabe la menor duda de que vais a encontrar en «Presente continuo» el o los poemas que os harán poetas, desde esta alcándara os espera el vuelo. Tengo entre las manos un libro que cuesta cerrar, hay que hacer un esfuerzo para cerrarlo, para no seguir buscando de poema en poema, lo que tienta es leer y leer y volver a empezar una vez terminado.

ÁNGELES CARBAJAL