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GUÍA DE LECTURA Presentación Dentro del imaginario cultural colectivo, la figura del Cid Campeador se perfila como uno de los más brillantes emblemas de heroicidad. A caballo entre la historia y la leyenda, como todos los grandes héroes nacionales, cuenta con el privilegio de protagonizar el más importante poema épico de la lengua castellana, comparable en excelencia artística a la magna Chanson de Roland y clásico indiscutible de nuestras letras: el Cantar de Mío Cid, conservado en un manuscri- to anónimo de 1207. Pero el influjo de la materia cidiana se proyecta más allá del Cantar confor- mando un ciclo épico que incluye las Mocedades de Rodrigo, el Cantar de Sancho II y El cerco de Za- mora, y tal vez otros poemas más breves como el Destierro del Cid o la Jura de Santa Gadea. Decimos tal vez porque, en rigor, son el Cantar de Mío Cid y las Mocedades, ya del siglo xiv, los únicos can- tares de gesta sobre nuestro héroe que han llegado hasta nosotros; todos los demás son resultado de reconstrucciones posteriores a partir de las prosificaciones incluidas en las crónicas historio- gráficas o a partir de los ecos conservados en los romances. Y fue justamente el Romancero, viejo y nuevo, el cauce por el que la configuración legendaria del Cid siguió enriqueciéndose más allá de los siglos medievales y del radio de influencia del Cantar. La leyenda eclipsó, paulatinamente, los resquicios de la historia para convertir al Campeador en un auténtico mito. El hombre Rodrigo Díaz nació en Vivar, una pequeña aldea de Burgos, hacia 1043. Era hijo de Diego Laínez, noble caballero castellano, y nieto de Laín Calvo, uno de los Jueces de Castilla. Con apenas catorce años, como muchos jóvenes nobles de la época, pasó a la corte para servir al príncipe Sancho, heredero del trono castellano. Compartiendo juegos e instrucción, primero, y campañas guerreras, más tarde, el futuro Campeador (campi doctor), se ganó la confian- za y el respeto del rey, que le nombró alférez en 1065. Pero tras la muerte de éste en el asedio de Zamora y con la consiguiente subida al trono de su hermano Alfonso, Rodrigo fue acusado de deslealtad y desterrado del reino en 1081. Durante cinco años luchó del lado de los musulmanes de Zaragoza y venció a sus principales enemigos. Sus constantes victorias le granjearon el apelati- vo de sidi, «mi señor», con el que fue conocido a partir de entonces Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. En 1087 el rey Alfonso VI le concedió el perdón y le encomendó la defensa de Le- vante. La definitiva capitulación de Ibn Yahhaf tras un asedio que se prolongó durante varios años permitió al Cid hacerse con el dominio de Valencia en 1094. Para detener el impulso almo- rávide se alió con Pedro I de Aragón y con Ramón Berenguer III de Barcelona, y casó a sus dos hijas, Cristina y María, con el conde de Barcelona y con Ramiro de Navarra, respectivamente. Murió como señor de Valencia, en 1099, rodeado ya, probablemente, de los primeros olores de leyenda. Antes de la fijación por escrito de las hazañas del Cid, una fecunda tradición oral fue dando forma a la configuración mítica del héroe de la Reconquista; y la savia recreadora de la poesía logró que, poco a poco, aquel Rodrigo Díaz que había nacido en Vivar a mediados del siglo xi se difuminase bajo la cegadora estela de su modelación legendaria. OXFORD | 1

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GUÍA DE LECTURA

Presentación

Dentro del imaginario cultural colectivo, la figura del Cid Campeador se perfila como uno de los más brillantes emblemas de heroicidad. A caballo entre la historia y la leyenda, como todos los grandes héroes nacionales, cuenta con el privilegio de protagonizar el más importante poema épico de la lengua castellana, comparable en excelencia artística a la magna Chanson de Roland y clásico indiscutible de nuestras letras: el Cantar de Mío Cid, conservado en un manuscri-to anónimo de 1207. Pero el influjo de la materia cidiana se proyecta más allá del Cantar confor-mando un ciclo épico que incluye las Mocedades de Rodrigo, el Cantar de Sancho II y El cerco de Za-mora, y tal vez otros poemas más breves como el Destierro del Cid o la Jura de Santa Gadea. Decimos tal vez porque, en rigor, son el Cantar de Mío Cid y las Mocedades, ya del siglo xiv, los únicos can-tares de gesta sobre nuestro héroe que han llegado hasta nosotros; todos los demás son resultado de reconstrucciones posteriores a partir de las prosificaciones incluidas en las crónicas historio-gráficas o a partir de los ecos conservados en los romances. Y fue justamente el Romancero, viejo y nuevo, el cauce por el que la configuración legendaria del Cid siguió enriqueciéndose más allá de los siglos medievales y del radio de influencia del Cantar. La leyenda eclipsó, paulatinamente, los resquicios de la historia para convertir al Campeador en un auténtico mito.

El hombre Rodrigo Díaz nació en Vivar, una pequeña aldea de Burgos, hacia 1043. Era hijo de Diego Laínez, noble caballero castellano, y nieto de Laín Calvo, uno de los Jueces de Castilla. Con apenas catorce años, como muchos jóvenes nobles de la época, pasó a la corte para servir al príncipe Sancho, heredero del trono castellano. Compartiendo juegos e instrucción, primero, y campañas guerreras, más tarde, el futuro Campeador (campi doctor), se ganó la confian-za y el respeto del rey, que le nombró alférez en 1065. Pero tras la muerte de éste en el asedio de Zamora y con la consiguiente subida al trono de su hermano Alfonso, Rodrigo fue acusado de deslealtad y desterrado del reino en 1081. Durante cinco años luchó del lado de los musulmanes de Zaragoza y venció a sus principales enemigos. Sus constantes victorias le granjearon el apelati-vo de sidi, «mi señor», con el que fue conocido a partir de entonces Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. En 1087 el rey Alfonso VI le concedió el perdón y le encomendó la defensa de Le-vante. La definitiva capitulación de Ibn Yahhaf tras un asedio que se prolongó durante varios años permitió al Cid hacerse con el dominio de Valencia en 1094. Para detener el impulso almo-rávide se alió con Pedro I de Aragón y con Ramón Berenguer III de Barcelona, y casó a sus dos hijas, Cristina y María, con el conde de Barcelona y con Ramiro de Navarra, respectivamente. Murió como señor de Valencia, en 1099, rodeado ya, probablemente, de los primeros olores de leyenda. Antes de la fijación por escrito de las hazañas del Cid, una fecunda tradición oral fue dando forma a la configuración mítica del héroe de la Reconquista; y la savia recreadora de la poesía logró que, poco a poco, aquel Rodrigo Díaz que había nacido en Vivar a mediados del siglo xi se difuminase bajo la cegadora estela de su modelación legendaria.

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LEYENDAS DE MÍO CID

Actividades

1 Lee atentamente el siguiente fragmento y responde las siguientes preguntas:

«Han pasado muchos años. Todos los personajes de esta historia se han convertido en polvo, pero el re-cuerdo de Mío Cid, aquel valiente caballero de la frondosa barba blanca, permanece en cantares y roman-ces, y vuelve cada vez que los poderosos abusan de los débiles o alguien comete una injusticia» (p. 175).

a) ¿Crees que la leyenda del Cid puede tener, efectivamente, vigencia en el contexto actual? ¿En qué sentido?

b) ¿Conoces otras leyendas similares a la de Mío Cid? ¿Cuáles? ¿Cómo las has conocido?

2 ¿Cuáles son los rasgos más característicos del cantar de gesta?

3 ¿Qué es una leyenda? ¿Por qué crees que la historia puede llegar a convertirse en leyenda?

4 ¿Localiza en Internet o en algún recurso bibliográfico propuesto por tu profesor un romance

sobre Rodrigo Díaz de Vivar y resume su contenido.

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GUÍA DE LECTURA

Estructura y motivos recurrentes

Las Leyendas de Mío Cid resultan de la reelaboración y reordenación de materiales surgidos en tiempos remotos. No debemos olvidar que las primeras noticias sobre la vida del Campeador, aglutinadas en ese Cantar de Mío Cid compuesto probablemente a finales del siglo xii, se centran en la edad adulta del héroe, en un periplo hacia la gloria dividido en tres núcleos fundamentales: el destierro, las bodas de las hijas y la afrenta de Corpes. La historia de la literatura cidiana co-mienza, por tanto, in medias res, y es en los siglos posteriores cuando se rellenan las lagunas bio-gráficas del héroe a través de nuevos cantares de gesta, como las Mocedades de Rodrigo, o, de ma-nera muy especial, a través del Romancero. Desde el principio, eso sí, la fidelidad histórica queda muy solapada bajo ese halo mítico que estimuló un proceso de recreación colectiva sostenida a lo largo del tiempo. La biografía legendaria del Cid se modela, por tanto, a partir de varias fuen-tes que –como podía esperarse de un género dirigido en primera instancia al ensalzamiento del héroe nacional– no se originaron siguiendo el orden cronológico.

1 Estructura

Leyenda Hitos narrativos Fuente principaL FecHa de La Fuente

La infancia de Rodrigo • Primeros años entre Vivar y Ubierna.• El ejemplo de su padre.• Vocación guerrera.

Cantar de las Mocedades de Rodrigo

Siglo xiv

En la corte de Castilla • Habilidades caballerescas.• Muerte del padre y promesa de venganza.• Traslado a la corte y servicio al príncipe Sancho.• Rodrigo, caballero.• Muerte de su madre.• Muerte del conde de Gormaz.• Boda con doña Jimena.• Ardor guerrero.

Cantar de las Mocedades de Rodrigo

Siglo xiv

El Campeador • Sancho II, rey de Castilla.• Rodrigo, alférez real.• Venga a su padre matando a Jimeno Garcés.• Rodrigo, el Campeador.• La traición de Bellido Dolfos y la muerte de Sancho.• Jura de Santa Gadea.• Conflicto entre el rey de Sevilla y el rey de Granada.• Rodrigo, el Cid.• Intrigas de García Ordoñez.• Destierro del Cid.

Romancero A partir del siglo xv

Polvo, sudor y hierro • El Cid reúne a los suyos para ir al destierro (Álvar Fáñez).• Los presagios, buenos y malos, de la corneja.• Soledad de los desterrados en Burgos.• Una niña de 9 años informa de las amenazas del rey.• Oración en Santa María.• El engaño a Raquel y Vidas.

Cantar de Mío Cid

Primer Cantar

1207

Camino de la frontera • El Cid en San Pedro de Cardeña.• Encuentro con Jimena y sus hijas.• La despedida y salida de Burgos.• Ataque a Castejón.• Toma de Alcocer.

Cantar de Mío Cid

Primer Cantar

1207

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LEYENDAS DE MÍO CID

Caballos para el rey • Regalo de treinta caballos para Alfonso VI.• El rey libera a Álvar Fáñez, pero aún no perdona al Cid.• Venta de Alcocer.• Reciben tributos de Zaragoza.• Álvar Fañez y el Cid se reúnen de nuevo.• Vence a Ramón, conde de Barcelona.• Adquisición de la espada Colada.

Cantar de Mío Cid

Primer Cantar

1207

La conquista de Valencia • Acercándose a Valencia.• Las profecías del adivino de Tamín.• Asedio a Valencia durante diez meses.• Capitulación de Tamín.• Adquisición de Babieca.• Nueva embajada ante Alfonso VI con un centenar

de caballos.• Don Jerónimo, obispo de Valencia.

Cantar de Mío Cid

Segundo Cantar

1207

Tambores de África • Agradecimiento de Alfonso.• Envidia de García Ordóñez.• Permiso a la familia del Cid para reunirse con él

en Valencia.• Ambición de los infantes de Carrión.• Viaje de doña Jimena y las hijas de Cid a Valencia.• Encuentro del Cid con su familia.• Batalla con los moros de Yusuf a las puertas de Valencia.• Bodas de los caballeros del Cid con las damas de compañía.

Cantar de Mío Cid

Segundo Cantar

1207

El perdón real • Nueva embajada del Cid al rey con doscientos caballos.• Los infantes de Carrión piden al rey casarse con las hijas

del Cid. • Perdón real.• Oferta del rey para casar a los infantes de Carrión

con las hijas del Cid.• Encuentro del Cid y el rey a orillas del Tajo.• Se acuerda la boda de las hijas del Cid.• El obispo don Jerónimo oficia las bodas de las hijas del Cid

con los infantes de Carrión.

Cantar de Mío Cid

Segundo Cantar

1207

El rey Búcar de Marruecos • La cobardía de los condes ante el león.• Batalla contra el rey Búcar.• Cobardía de los infantes en el campo de batalla.• Adquisición de la espada Tizona tras vencer al rey Búcar.

Cantar de Mío Cid

Tercer Cantar

1207

La venganza de los infantes • Banquete para celebrar la victoria sobre Búcar.• Indignación de los infantes de Carrión cuando nadie

alaba su valor.• Determinación de los infantes a deshonrar a las hijas

del Cid.• Las hijas del Cid y los infantes se encaminan,

supuestamente, a Carrión.• El Cid les hace entrega de sus espadas, Colada y Tizona.• Los infantes maltratan a sus esposas en el robledal

de Corpes.• El rey convoca las Cortes de Toledo para desagraviar al Cid.

Cantar de Mío Cid

Tercer Cantar

1207

En las Cortes de Toledo • Se celebran las Cortes de Toledo.• El Cid pide a los infantes que le devuelvan sus espadas.• El Cid pide a los infantes que le devuelvan las riquezas

que les había entregado y, como ya no pueden devolverlo, tienen que pagarle en especies.

• Cuando el Cid exige que se repare su deshonra, García Ordóñez justifica la acción de los infantes amparándose en la menor posición del Cid.

• Los hombres del Cid retan a los infantes y se acuerda la lucha.

Cantar de Mío Cid

Tercer Cantar

1207

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GUÍA DE LECTURA

Las justas de Carrión • Los infantes de Navarra y Aragón piden en matrimonio a las hijas del Cid.

• El rey pide al Cid que haga una demostración de su habilidad cabalgando a Babieca.

• El Cid vuelve a Valencia.• Se celebran las justas y los de Carrión son vencidos.• Celebración de las nuevas bodas de las hijas del Cid.

Cantar de Mío Cid

Tercer Cantar

1207

La última batalla de Mío Cid • Las tropas de Yusuf asedian Valencia.• El Cid es herido de muerte.• El Cid pide que no le extraigan la flecha y dicta testamento

de que, si muere, le ensillen para que el enemigo crea que sigue vivo.

• El Cid muere durante la noche, acompañado de doña Jimena.• Al día siguiente ensillan el cadáver y todos creen que está

vivo.• Años después de la muerte del Cid, doña Jimena no resiste

el asedio musulmán y vuelve a Castilla.

Romancero A partir del siglo xv

2 Motivos recurrentesLa configuración legendaria de la materia cidiana corre pareja a un proceso de literaturi-

zación que nos ofrece las claves interpretativas más allá de cualquier rigorismo histórico. La tra-yectoria del Cid se modela, en muchos sentidos, según el paradigma de los relatos folclóricos, a partir de un eficaz entramado de secuencias de degradación y mejoramiento, tal como las denominó Claude Bremond. Del destierro a la riqueza, de la deshonra a la gloria, la vida literaria del Cam-peador se sustenta sobre un fondo irónico que apela a nuestra propia sensibilidad. Lo que, en principio, se perfila como lo peor que podía sucederle a Rodrigo, el destierro, se convierte en el resorte de su ascenso social; lo que parece plantearse como un eslabón más en su camino a la gloria, la boda de sus hijas con los infantes de Carrión, termina trayéndole la más dolorosa de las deshonras. Y, así, el relato de la vida del Campeador está sazonado con una dosis de tensión dramática que trasciende las épocas y le confiere universalidad. En íntima relación con este cho-que de extremos sobre el que se asienta literariamente la leyenda del Cid hay que situar, además, la clave estructural que la organiza y que Alberto Montaner simbolizó con una «W»: la vida del héroe discurre sobre un doble proceso de pérdida y recuperación de la honra, que baja hasta el destierro, sube luego con el perdón del rey, desciende otra vez con la afrenta de los de Carrión para ascender de nuevo en la escala social gracias a un segundo, y mejor, matrimonio de doña Elvira y doña Sol. La trayectoria del Cid es, así, el emblema de la autosuperación ante la dificul-tad, del mejoramiento social ante la desgracia sobrevenida de manera injusta. El constante fondo religioso —y a veces profético— que tiñe su vida no empaña la ética del esfuerzo personal, que se impone como uno de los índices caracterizadores de la epopeya.

Las huellas de literaturización de la materia cidiana se perciben, además, en el juego de símbolos y motivos tópicos que subyace a todo el relato y que apela directamente al lector como constructor de sentido. De niño, Rodrigo se entretiene jugando con una espada de madera y sueña con poseer, algún día, una de verdad. La espada se convierte, así, en el emblema de su as-censo social y militar y, por eso, dos de sus victorias fundamentales culminan con la adquisición de sus dos espadas: Colada y Tizona. Cuando el Cid se las entrega a los infantes de Carrión antes de la afrenta de Corpes, está entregando, simbólicamente, su honra y prestigio, tal como luego se corrobora; y, de igual modo, la recuperación de las espadas en las Cortes de Toledo supone el inicio de su desagravio. El caballo, arquetipo de la fortaleza y el valor, es una prolongación del

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LEYENDAS DE MÍO CID

héroe: el Campeador intenta ganarse el favor del rey regalándole caballos en número creciente según van incrementándose sus victorias y riquezas. Ante la atenta mirada de Alfonso, Babieca y su jinete «se difuminaron y casi se confundieron»: es una suerte de fusión cuasi mística que pre-figura la batalla final, una batalla en la que es el caballo quien logra que el cuerpo, ya inerte, del Cid parezca cobrar vida ante sus enemigos. Precisamente, cuando los musulmanes atisban el avance del ejército enemigo en esa última batalla reparan en que «aquella barba blanca, que se agitaba como una bandera al viento, era inconfundible». La barba es, como en múltiples testimo-nios medievales y áureos, el símbolo de la honra masculina; una barba arrancada al conde García Ordóñez en señal de humillación, una barba que va haciéndose cada vez más frondosa y cana a medida que avanza la fama del Cid, una barba que él mismo se arranca cuando sus hijas son maltratadas por los infantes de Carrión, una barba que ata al pecho antes de las Cortes de Tole-do y una barba que ondea como una bandera en el cenit de la gloria heroica. Por obra de la poesía, la vida del Cid queda enmarcada en un juego de correspondencias simbólicas que contri-buyen a enriquecer el sentido de la leyenda.

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GUÍA DE LECTURA

Actividades

1 Lee el siguiente fragmento incluido en El Campeador:

«Señor, todos los aquí presentes, aunque no se atrevan a decirlo, abrigan la sospecha de que vos habéis tramado la muerte de vuestro hermano. A menos que probéis vuestra inocencia, nunca podréis contar con súbditos leales, y la duda destruirá vuestro reino. Mientras sea así, no puedo mostraros fidelidad ni aceptaros como soberano» (p. 30).

Es, como sabes, el fragmento inmediatamente anterior a la Jura de Santa Gadea. ¿Por qué desafía el Campeador al rey Alfonso? ¿Cuáles son las consecuencias de este acto?

2 ¿Qué es la honra? Señala algunos fragmentos de las Leyendas donde se muestre la preocupación por la honra. ¿Crees que el concepto tiene alguna vigencia actual? ¿En qué sentido?

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LEYENDAS DE MÍO CID

3 El Cid es el emblema del hombre hecho a sí mismo y de la autosuperación ante la dificultad. Pero, a veces, en las Leyendas aparece la creencia en fuerzas sobrehumanas. Pon algún ejemplo y explica cuáles son esas creencias.

4 Explica el engaño del Cid a Raquel y Vidas incluido en Polvo, sudor y hierro. ¿Crees que el Cid habría tenido otras opciones sin necesidad de recurrir al engaño? ¿Cuáles?

5 Describe con tus palabras en qué consiste el asedio a una ciudad o fortaleza y ejemplifícalo con un fragmento de las Leyendas.

6 Redacta en hoja aparte un breve relato donde describas cómo te imaginas el reencuentro del Cid con doña Jimena y sus hijas a las puertas de Valencia. Puedes incidir en las emociones de los personajes, en la fastuosidad de las celebraciones o combinar ambos aspectos.

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GUÍA DE LECTURA

Significación del espacio y del tiempo

Desde una perspectiva histórica, el marco espacio-temporal en que se desarrollan las leyen-das del Cid es la España de la Reconquista durante la segunda mitad del siglo xi; una época convulsa en que los reinos cristianos se sacudían en luchas intestinas al tiempo que tenían que defenderse de la presión musulmana.

Este sustrato histórico se mantiene intacto en los relatos legendarios sobre el Campeador, a pesar de que las coordenadas espacio-temporales tiendan, a veces, a difuminarse bajo una au-reola de trascendencia mítica. Más allá de la historia, la poesía recrea la grandeza sobrehumana de una edad heroica. Es cierto, no obstante, que los movimientos espaciales del Campeador y los suyos están perfectamente registrados, lo que contribuye a estructurar el desarrollo de la trama. En el relato, algunas referencias resultan básicas:

• Vivar, pequeña aldea burgalesa en la que nace Rodrigo Díaz y a la que vuelve justo antes de iniciar el destierro.

• Castillo de Ubierna, cerca de Burgos, donde pasa el futuro Cid sus primeros años.• Burgos, capital del reino de Castilla, del que es desterrado el Cid por el rey Alfonso VI.

Territorios bajo poder musulmán

Reinos cristianos

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LEYENDAS DE MÍO CID

• Iglesia de Santa María, en Burgos, donde rezan el Cid y los suyos antes de encaminarse al destierro.

• San Pedro de Cardeña, monasterio donde doña Jimena y sus hijas esperan, custodiadas por el abad don Sancho, primero cuando Rodrigo va a Sevilla para cumplir una misión encomendada por el rey, y luego cuando tiene que partir al destierro.

• Castejón de Henares, primera victoria del Cid en tierra musulmana después del destie-rro.

• Castillo de Alcocer, primero tomado y luego vendido por el Cid a los musulmanes.• Zaragoza, ciudad musulmana que paga tributo al Cid.• Valencia, ciudad musulmana que termina cayendo ante el asedio del Cid.• Orillas del Tajo, zona fronteriza donde se celebra la reunión entre Alfonso VI y el Cid

que culmina con el perdón real.• Robledal de Corpes, lugar donde los infantes de Carrión maltratan a sus esposas y las

abandonan a merced de las fieras.• Toledo, donde se celebran las Cortes para desagraviar al Cid.

Más allá de estas concreciones geográficas, portadoras de una evidente verosimilitud, el desplaza-miento espacial se convierte, por sí mismo, en una estrategia organizativa de la materia cidiana: el héroe marcha al destierro venciendo enclaves musulmanes y avanzando hacia Levante, su emi-sario Álvar Fáñez regresa en varias ocasiones a Castilla para buscar el favor del rey, doña Jimena y las hijas viajan a Valencia para reunirse con el Cid, Rodrigo se desplaza a orillas del Tajo para encontrarse con Alfonso VI, quien le concede el perdón, doña Elvira y doña Sol viajan con sus esposos hacia el robledal de Corpes, el Cid viaja a Toledo y, enseguida, vuelve a Valencia… Un constante ir y venir distribuye la materia narrativa en episodios perfectamente definidos e iden-tificables, como vimos más arriba.

El paso del tiempo se hace evidente a través de estrategias diversas. Las fórmulas tempora-les explícitas se combinan con otros procedimientos de mayor carga poética: desde las referencias a la barba encanecida del Cid o las risas de las hijas al verle envejecido, hasta las expresiones de nostalgia del propio Campeador antes de irse al destierro o del abad don Sancho cuando tiene que despedir a doña Jimena. Una temporalidad muy presente en la trayectoria del Cid, pero suspendida a veces por el influjo eternizador de la aureola folclórica y legendaria. Presente y fu-turo se entremezclan en los augurios del Campeador ante esa corneja, diestra y siniestra, que les acompaña al iniciar el destierro o ante la mosca atrapada en la tela de araña que ve justo cuando sus hijas se encaminan a su afrenta con los infantes de Carrión; y lo mismo sucede en las crípticas profecías del adivino del rey Tamín de Valencia, antes de ser definitivamente vencido por el Cid. El onirismo también contribuye a amalgamar límites temporales, como cuando el propio Tamín confunde sueño y realidad al verse asediado por las tropas del Cid, o cuando el héroe, en su le-cho de muerte, se retrotrae a los momentos más felices de su infancia.

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GUÍA DE LECTURA

acontecimientos Históricos vida deL cid

1035 Fernando I, rey de Castilla.

1038 Fernando I el Magno es ungido Emperador de España en la catedral de Santa María (León).

c. 1040 Llegada de los almorávides.

1043 Nace Rodrigo Díaz en Vivar.

1050 Concilio de Coyanza, con múltiples novedades de jurisdicción civil y eclesiástica.

1057 El Cid se va a la corte de Burgos y entra al servicio del heredero Sancho.

1060 Conquista de San Esteban de Gormaz y Berlanga.

1062 Sitio de Talamanca y Alcalá.

1063 Las tropas capitaneadas por Sancho entran al servicio de al-Muqtadir de Zaragoza y matan al rey de Aragón, Ramiro I.

Consagración de la basílica de San Isidoro, en León.

1065 Sancho II, rey de Castilla. 1065 El Cid es nombrado alférez real.

1067 Guerra de los tres Sanchos. 1067 El Cid interviene en la guerra de los tres Sanchos de lado de Sancho II.

1070 Introducción en España de la Orden de Cluny.

1071 Reparto de Galicia entre Sancho II y Alfonso VI.

1072 Victoria sobre Alfonso VI. Cerco de Zamora. Muerte de Sancho a manos de Bellido Dolfos. Alfonso VI, rey de Castilla, León, Portugal y Galicia.

1074 El Cid se casa con doña Jimena.

1075 Comienza la construcción de la catedral de Santiago de Compostela.

1075 El Cid en Asturias.

1080 Concilio de Burgos, sustitución del rito mozárabe por el romano.

1081 Destierro del Cid.

1085 Toma de Toledo. Alfonso VI adopta el título de emperador de España.

1081-1085 El Cid entra al servicio de los musulmanes de Zaragoza y derrota al conde de Barcelona.

1086 Alfonso VI es derrotado en Sagrajas.

1087 Acercamiento del Cid y Alfonso VI.

1089 Segundo destierro del Cid.

1094 Capitulación de Valencia.

1099 Muerte del Cid.

1102 Toma de Valencia por los almorávides.

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LEYENDAS DE MÍO CID

Actividades

1 ¿Cuál fue, aproximadamente, la ruta del Cid? Señala sobre el mapa sus principales enclaves geo-gráficos.

O c é a n oA t l á n t i c o

M a r M e d i t e r r á n e o

Toledo

Córdoba

Ronda

Carmona

MorónSilvesNiebla

HuelvaSta. Maríade Algarve

Alcover

Castejón de Henares

San Esteban de Gormaz

Burgos

M a r C a n t á b r i c o

Badajoz

Mértola

Sevilla

MálagaArcos

Algeciras

GranadaAlmería

Murcia

Alpuente

Denia

Valencia

Zaragoza

Tortosa

Albarracín

2 Los castillos fueron símbolo de la Edad Media y de la Reconquista. ¿Cuáles se mencionan en las Leyendas? Busca información en Internet sobre estas edificaciones medievales y señala sus partes principales en un dibujo o una fotografía que encuentres.

3 Lee detenidamente la leyenda Camino de la frontera y anota algunas referencias temporales, explí-citas o no, que localices. Clasifícalas en anticipaciones, retrospecciones, marcas presentes del paso del tiempo y marcas temporales explícitas.

Anticipaciones

Retrospecciones

Marcas presentes del paso del tiempo

Marcas temporales explícitas

Territorios bajo poder musulmán Reinos cristianos

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GUÍA DE LECTURA

Construcción y función de los personajes

Una suerte de maniqueísmo rayano en el paradigma de los relatos folclóricos aleja las le-yendas del Cid de las tendencias más consolidadas en la épica. Los valores heroicos encarnados por el Campeador y los suyos no hallan un contrapunto digno en sus enemigos como sucedía en las epopeyas clásicas o en la propia Chanson de Roland. Al contrario, los antagonistas –el conde García Ordóñez y los infantes de Carrión, sobre todo– son verdaderos antihéroes, sin paliativo alguno en su caracterización: cobardía, envidia, rencor, falsedad, deshonor, abuso de la fuerza… conforman el retrato sintético de los enemigos del Cid. Frente a ellos, los aliados del Campea-dor, Álvar Fáñez, Martín Antolínez, Muño Gustioz, Pedro Bermúdez, y los demás, encarnan el prototipo de héroe caballeresco: valor, fuerza, lealtad, sentido del honor, respeto al enemigo… sin que ello menoscabe una motivación prioritariamente material y vinculada al deseo de ascenso social. De hecho, la astucia del Cid en el engaño a Raquel y Vidas no desdora su grandeza heroi-ca, antes bien la enfatiza. Es por eso que el episodio no se deja en el aire, sino que se concluye devolviendo a los judíos lo que les corresponde una vez reunidas las suficientes riquezas.

Los personajes, aunque vienen, hasta cierto punto, enmarcados en casillas arquetípicas, se singularizan en función de sus acciones: Rodrigo Díaz de Vivar no sólo es la encarnación anto-nomásica del guerrero, sino del hombre que vela por su familia, tanto desde la obligada distan-cia, como una vez reunidos en Valencia. El rey Alfonso avanza desde un carácter voluble y mani-pulable hasta una mayor independencia en lo que respecta a su trato con el Cid. Doña Jimena y sus hijas reflejan el amor y la lealtad incondicionales al esposo y al padre; y simbolizan el inicio de la reestabilización cuando reciben permiso del rey para viajar a Valencia y reestructurar la unidad familiar. Don Sancho y Don Jerónimo encarnan la ineludible presencia de la religiosi-dad, y se vinculan, respectivamente, con las dos facetas de la trayectoria del Cid: sus primeros años en San Pedro de Cardeña y su ascenso vertiginoso como señor de Valencia; su vida familiar y su ardor guerrero.

Este elenco de personajes recu-bre la estructura social sobre la que se sustenta, en última instancia, el entra-mado narrativo de las leyendas del Cid. Los conflictos del feudalismo se ponen de manifiesto en el relato al incidir, precisamente, en las relaciones y fun-ción de los diferentes estamentos. La sociedad en la que vivió Rodrigo Díaz estaba férreamente jerarquizada y era prácticamente imposible ascender.

El Cid, miembro de la pequeña nobleza castellana, logra ascender en la escala social gra-cias a las victorias militares y al consiguiente enriquecimiento económico. De ahí las envidias de los nobles que, como el conde García Ordóñez, no dejan de verle como un impostor.

REY

ESTAMENTOS PRIVILEGIADOS

ESTAMENTOS NO

PRIVILEGIADOS

ALTO CLERO

BAJO CLERO

SIERVOS CAMPESINOS

ALTA NOBLEZA

PEQUEÑANOBLEZA

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Actividades

1 Lee el siguiente fragmento incluido en La infancia de Rodrigo:

«Pero, como no quería tener por hijo a un simple bruto, puso la condición de que se le buscara un pre-ceptor que le enseñase a leer y a escribir.

No tuvieron que indagar mucho. En el monasterio de San Pedro de Cardeña, al sureste de Burgos, había un monje benedictino, el padre Sancho, que estaba ansioso por transmitir sus conocimientos» (p. 11).

a) Describe, a grandes rasgos, quiénes eran los monjes benedictinos

b) ¿Qué aspecto de la organización sociocultural de la Edad Media se refleja en estas líneas?

2 Centrándote en las leyendas La infancia de Rodrigo y En la corte de Castilla, resume los conocimien-tos y habilidades que tenía que adquirir un futuro caballero como Rodrigo Díaz.

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3 Lee atentamente el siguiente fragmento incluido en La infancia de Rodrigo:

«Al escucharlo, Rodrigo sentía henchirse su corazón. Tenía sus propios héroes: miembros de su propia familia, como su abuelo materno, Rodrigo Álvarez, que había ganado territorios a los moros, y su propio padre, Diego Laínez, que no había perdido una sola batalla. Y también, cómo no, algunos personajes de la Biblia, como el pequeño David, que había usado la honda para derribar al gigante Goliat, y Sansón, que se había sacrificado y había hecho caer las columnas del templo sobre sí mismo, para que con él mu-riesen todos los filisteos» (p. 12).

¿Qué es un héroe para ti? ¿Crees que existen héroes hoy? ¿Quiénes serían?

4 El verso 20 del Cantar de Mío Cid, «¡Dios, qué buen vasallo si tuviese buen señor!», se ha señalado como uno de los momentos clave del poema y, de hecho, se recoge, adaptado, en las Leyendas. Localízalo y explica su sentido.

5 Se ha dicho que el Cid no es un héroe al uso en el sentido de que no sólo lucha por alcanzar la gloria sino por lograr el ascenso social y la estabilidad familiar. Señala algún fragmento del que se desprenda esta motivación.

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El lenguaje de la obra

Las Leyendas de Mío Cid constituyen, como sabemos, una adaptación modernizada de di-versas fuentes anteriores al siglo xv, fundamentalmente el Cantar de Mío Cid. El lenguaje original de estos testimonios coincide, en términos generales, con el denominado «español alfonsí», cu-yos rasgos fonológicos, fonéticos y ortográficos quedan muy lejos del castellano actual que encon-tramos en nuestras Leyendas. Como toda la literatura de impronta juglaresca, la materia cidiana se transmitió, originariamente, por vía oral y musical, unas condiciones específicas de divulga-ción que explican algunos rasgos característicos de su lenguaje. Aunque las Leyendas no mantie-nen la forma versificada original, sí captan ese formulismo emblemático de los géneros de trans-misión oral que terminó convirtiéndose en inseparable de cualquier recreación de la vida del Cid. Vemos, por ejemplo, cómo Rodrigo Díaz se nombra reiteradamente como «el que en buena hora ciñó espada»; o la ciudad de Valencia se apostilla de forma sistemática con el epíteto «la Clara». Son dos vestigios de esos mecanismos mnemotécnicos originales a los que recurría el ju-glar en su recitación.

El léxico predominante es el que tiene que ver con los campos semánticos de la guerra, la caballería y el sistema feudal, motivos que aglutinan la práctica totalidad de la materia cidiana. Pero, además, son frecuentes las expresiones afectivas que matizan el estado de ánimo de los dife-rentes personajes. Y esto se logra, a veces, con una gran intensidad poética. Es lo que sucede, por poner algunos ejemplos, con expresiones como «Miró intensamente a su mujer y a sus hijas, como si quisiera grabarlas en su memoria» (p. 60). Estas eclosiones de cierto lirismo, unidas a los diálo-gos, muy ágiles y eficaces en ciertos momentos, y al estilo indirecto libre, que permite ahondar en la personalidad del protagonista, enriquecen la pura narratividad discursiva.

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Actividades

1 Lee el siguiente diálogo incluido en El perdón real:

«–¿Eres tú, Mío Cid? –preguntó doña Jimena, parpadeando deslumbrada–. No vuelvas a dejarme sola, que ya no puedo dormir en tu ausencia.

–Aquí estoy, Jimena. Conmigo traigo a nuestros yernos, los infantes de Carrión. Al rumor de las voces acudieron las hijas, que estaban muy pálidas. –Hijas, agradecédmelo. Aunque todavía no habéis visto a vuestros novios, estáis muy bien casadas»

(p. 117).

Explica, con tus palabras, qué aspectos de la caracterización del Cid se resaltan en este diálogo.

2 Lee el siguiente fragmento incluido en Caballos para el rey:

«–Álvar Fáñez –le dijo el Cid a su primo–, voy a mandarte a Castilla para que lleves a la corte la buena nueva de esta batalla que hemos ganado a los moros. Y quiero que al rey don Alfonso le entregues treinta caballos, cada uno con su gualdrapa y su espada en la silla» (p. 73).

¿Conocías el término «gualdrapa»? Anota otros cinco vocablos que te hayan llamado la atención a lo largo de las leyendas y averigua su significado.

3 Lee con detenimiento el siguiente poema de Manuel Machado, titulado Castilla:

El ciego sol se estrella en las duras aristas de las armas, llaga de luz los petos y espaldares y flamea en las puntas de las lanzas. El ciego sol, la sed y la fatiga. Por la terrible estepa castellana,

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al destierro, con doce de los suyos -polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga. Cerrado está el mesón a piedra y lodo. Nadie responde... Al pomo de la espada y al cuento de las picas el postigo va a ceder ¡Quema el sol, el aire abrasa! A los terribles golpes de eco ronco, una voz pura, de plata y de cristal, responde... Hay una niña muy débil y muy blanca en el umbral. Es toda ojos azules, y en los ojos, lágrimas. Oro pálido nimba su carita curiosa y asustada. «Buen Cid, pasad. El rey nos dará muerte, arruinará la casa y sembrará de sal el pobre campo que mi padre trabaja... Idos. El cielo os colme de venturas... ¡En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada!» Calla la niña y llora sin gemido... Un sollozo infantil cruza la escuadra de feroces guerreros, y una voz inflexible grita: «¡En marcha!» El ciego sol, la sed y la fatiga.Por la terrible estepa castellana, al destierro, con doce de los suyos –polvo, sudor y hierro– el Cid cabalga.

a) ¿A qué episodio de las Leyendas se corresponde el poema?

b) ¿Qué diferencias encuentras entre el lenguaje utilizado por Machado y el lenguaje empleado

en Polvo, sudor y hierro?

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Valoración crítica y conclusión

El Cid Campeador es el héroe nacional por antonomasia. Su fama como paladín de la Reconquista trascendió su época y la de sus más inmediatos descendientes para convertir su re-cuerdo en algo atemporal. A esta configuración mítica contribuyó de forma decisiva la tradición celebrativa oral, iniciada ya probablemente en los últimos años de la vida del Cid, y la subsiguien-te fijación por escrito de las hazañas del Campeador: primero en la historiografía latina de la Historia Roderici y luego, ya en castellano, en la literatura del Cantar de Mío Cid y en el Romancero. La leyenda fue eclipsando la historia desde los primeros momentos hasta que, por fin, terminó difuminándola casi por completo.

El concepto de heroicidad modelado desde la literatura cidiana tiene poco que ver con el que aparece en las epopeyas de la Antigüedad: los poemas homéricos, la Ilíada y la Odisea, inau-guradores de la épica, y la Eneida virgiliana. Aquiles, Agamenón, Héctor, Ulises, Eneas… lucha-ron por y para alcanzar la gloria desde un Olimpo de semidioses. El Cid Campeador, aunque bajo esa aureola legendaria que nimba el rigor histórico, es, ante todo, un hombre; un hombre de su tiempo que, gracias a su esfuerzo y afán de superación, logra recuperar una honra arrebatada injustamente. La intensa presencia de la religiosidad no menoscaba la profunda humanidad de un héroe que llora, que siente nostalgia, que echa de menos a los suyos, que yerra y que, una y otra vez, sale reforzado.

La universalidad y humanidad de los valores puestos en juego en la leyenda del Cid son los que han garantizado un lugar en el imaginario colectivo desde sus orígenes hasta hoy. Las diversas manifestaciones artísticas y literarias han encontrado en el héroe de Vivar no sólo un personaje fascinante sino un verdadero arquetipo. De ahí que las artes plásticas, el teatro y el cine le hayan dado vida a lo largo de los siglos para mostrarnos, ya en el xxi, cómo un hombre que vivió hace casi mil años puede enseñarnos algo todavía.

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Actividades

1 ¿Observa estas representaciones anónimas de Rodrigo Díaz:

a) Descríbelas y señala en qué aspectos que has visto en las Leyendas se fija cada autor.

b) ¿Cuál de las dos representaciones te gusta más? ¿Por qué?

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2 En 1871 el pintor Dióscoro Puebla recreó en un lienzo uno de los episodios cruciales de la vida del Cid:

¿A qué episodio se corresponde? Resúmelo con tus palabras.

3 Conviértete por unos momentos en director de cine e imagina cuáles serían los aspectos que re-saltarías en una adaptación cinematográfica de la leyenda del Cid. Organízalo en una redacción de, aproximadamente, una página. Puedes hacer alusión a algunas escenas cinematográficas que conozcas y que te sugieran relaciones con la materia cidiana.

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Notas bibliográficas

• Catalán, Diego, El Cid en la historia y sus inventores, Madrid, Fundación Ramón Menéndez Pidal, 2002.

• Galván, Luis, El Poema del Cid en España, 1779-1936: recepción, mediación, historia de la Filología, Pamplona, Eunsa, 2001.

• Lacarra, M.ª Eugenia, El Poema de Mío Cid: realidad histórica e ideología, Madrid, Porrúa Turanzas, 1980.

• Montaner Frutos, Alberto (ed.), Cantar de Mío Cid, Barcelona, Crítica, 1993.

Otros recursos de Internet

http://www.cervantesvirtual.com/bib_obra/Cid/

http://www.laits.utexas.edu/cid/

http://elciddevivar.blogspot.com/

http://www.aragoninvestiga.org/El-Cid-Campeador-Personaje-historico-y-heroe-literario/

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Respuestas a las actividades

Presentación1 Respuestas libres.

2 Un cantar de gesta es un poema celebrativo que narra las hazañas de un héroe. Aunque existen varias teorías respecto a sus orígenes, la opción más aceptada hoy es que, en un principio, se di-vulgaron por vía oral a través de la recitación de los juglares y que posteriormente terminaron fijándose por escrito. La oralidad del cantar de gesta puede rastrearse precisamente en sus carac-terísticas lingüísticas (principalmente, fórmulas mnemotécnicas). El cantar de gesta es el género literario que sirve de soporte al género épico en la Edad Media.

3 Son múltiples las definiciones de leyenda que se han propuesto. Fundamentalmente, podemos decir que una leyenda es una narración, oral o escrita, basada en acontecimientos pretendida-mente históricos pero a los que sazona con una carga considerable de elementos maravillosos y tradicionales para propiciar la admiración o la sorpresa.

4 La respuesta es libre, pero podemos informar a los alumnos, por ejemplo, de los siguientes recursos:

http://www.ehiztari.com/epica/medieval/romances_PMC.htmhttp://www.sorianos.org/portal/index.php?option=com_content&task=view&id=1190&Itemid=1&limit=1&limitstart=1El Romancero del Cid, en Google Books.

Estructura y motivos recurrentes1 El Cid abriga la sospecha de que Alfonso tuvo que ver en la conspiración que acabó con la vida

de Sancho a manos de Bellido Dolfos durante el cerco de Zamora. Es por eso que, a pesar de deberle lealtad como rey, no puede evitar sentir que su coronación es fruto de un fratricidio. Esta actitud del Campeador genera una desconfianza en el monarca y, sobre todo, en sus partidarios, lo que terminará propiciando la orden de destierro.

2 En la literatura medieval los términos «honra» y «honor» no siempre aparecen bien discernidos y pueden hacer referencia a tres conceptos profundamente interrelacionados: dimensión moral, prestigio social y patrimonio material. Los tres sentidos aparecen en la vida del Cid: los dos últi-mos se imponen tras el destierro; pero es la dimensión moral o privada la que prima tras el agra-vio a sus hijas.

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Fragmentos:

«En la carta, el rey le desposeía de sus honores y de su hacienda, que sería confiscada o destruida. Le condenaba al destierro, y le daba un plazo de nueve días para dejar el reino. Le anunciaba, además, que todo aquel que le sirviera y acompañase sería también desterrado y privado de sus pertenencias, y que Jimena y sus dos hijas debían quedar en Castilla, como rehenes» (p. 37).

«–¡Ánimo, Álvar Fáñez! –le gritó a su primo, señalando el pájaro negro–. Nos vamos sin nada, pero volveremos con honra y riquezas» (p. 43).

«–Entonces, ¿no temes el castigo del rey? –preguntó el Cid. –Temo al rey –le contestó Martín Antolínez–, pero más temo la deshonra» (p. 49).

«El Cid pensó que había llegado el momento decisivo y envió pregoneros a todas partes, prome-tiendo honra y un buen botín a cuantos le ayudaran a tomar Valencia. Cuando hubo reunido hombres suficientes, puso sitio a la ciudad y esperó» (p. 89).

«Las palabras del rey complacieron a muchos, pero disgustaron al celoso conde García Ordóñez, que se alejó con sus allegados.–Me maravilla –se lamentó– que la honra del Cid crezca tanto, pese a estar en el destierro. Raro será si estos regalos no acaban perjudicándonos» (p. 109).

«–Ante mí estáis presentes los dos hermanos, don Diego y don Fernando. Por deseo del rey Al-fonso, que me lo ha mandado, os entrego a estas damas, doña Elvira y doña Sol. Tomadlas como vuestras mujeres, para honra y bien de todos» (p. 118).

«–Mío Cid, levantaos si no queréis que me enoje. Hoy hemos de besarnos como hermanos, por-que compartimos el mismo dolor. ¡Dios quiera que las Cortes os den la honra que habéis venido a buscar!» (p. 146).

La respuesta en torno a si el concepto honra-honor tiene o no vigencia en la actualidad es libre.

3 La dimensión religiosa es fundamental en la vida del Cid y, en varias ocasiones, le vemos rezar o encomendarse a Dios. Es lo que sucede en la iglesia de Santa María antes de partir al destierro, o en el alcázar de Valencia, cuando, junto a Jimena, da gracias a Dios por haberle ofrecido aque-llas tierras. A pesar de esta fe religiosa, también hay lugar para otras creencias sobrenaturales de cierta impronta pagana, como la inquietud ante el mal augurio de ver a una corneja volar por la izquierda a la salida de Burgos, o a una mosca atrapada en la tela de araña cuando sus hijas se van con los infantes de Carrión.

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4 Ante la falta de medios materiales, el Cid idea un ardid para poder irse al destierro. Llena un arca de arena y hace creer a Raquel y Vidas que ahí están sus riquezas y que deben custodiarlas hasta que él vuelva. Entonces, y sólo si han evitado abrir el arca, les pagará lo que corresponda. Respecto a si tenían o no más alternativas, la respuesta es libre.

5 El asedio es una estrategia bélica de presión que consiste en cercar una ciudad o punto fortifica-do para evitar que nadie entre o salga. Aparecen algunos ejemplos en las Leyendas de Mío Cid, como el asedio al castillo de Alcocer o el asedio de los musulmanes a Valencia:

«Desde el castillo de Alcocer, Rodrigo podía ver cómo el bosque de altas lanzas crecía día tras día. Tan pronto llegaron e instalaron sus tiendas, los emires Galve y Fáriz ordenaron que la vigilancia se redoblara, para impedir la huida de los cristianos.Al cabo de tres semanas de asedio, la situación seguía empeorando.–Nos han quitado el agua y pronto no tendremos con qué hacer pan –les explicó el Cid a sus caballeros–. Tampoco podemos escapar, porque nos vigilan de día y de noche. Pienso que la única posibilidad que tenemos de seguir con vida es salir y luchar, pero será un combate muy difícil» (pp. 68-69).

6 Respuesta libre.

Significación del espacio y del tiempo1

O c é a n oA t l á n t i c o

M a r M e d i t e r r á n e o

Toledo

Córdoba

Ronda

Carmona

MorónSilvesNiebla

HuelvaSta. Maríade Algarve

Alcover

Castejón de Henares

San Esteban de Gormaz

Burgos

M a r C a n t á b r i c o

Badajoz

Mértola

Sevilla

MálagaArcos

Algeciras

GranadaAlmería

Murcia

Alpuente

Denia

Valencia

Zaragoza

Tortosa

AlbarracínTerritorios bajo poder musulmán Reinos cristianos

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2 En las Leyendas aparecen mencionados los castillos de Ubierna, Cabra, Alcocer, Cullera y San Esteban de Gormaz.Una posible figura con las partes principales del castillo es la siguiente:

3

Anticipaciones –Ruego a Dios –les dijo el Cid– que algún día, antes de morir, pueda pagaros lo que habéis hecho por mí, dejando la seguridad de vuestras casas para servirme (p. 59).Mañana temprano, en cuanto acabe la misa, nos pondremos a cabalgar. El plazo sigue corriendo, y aún tenemos mucho camino por delante (p. 59).Doña Jimena rezó para que Dios guardase a su marido de todo mal, y el Cid para que le ayudara a reunirse de nuevo con su familia (p. 59).–Si no vienes a ayudarnos –le advirtió–, un día se presentará aquí mismo, en tu palacio, y será demasiado tarde para echarle (p. 66).La inquietud ante lo que les esperaba al día siguiente les impidió dormir (p. 69).

Retrospecciones Parece que fue ayer cuando os enseñaba letras y leyes en el castillo de vuestro padre (p. 56).–De niño ya me lo decíais –rió el Cid–, y también que había que obedecer al rey en todo (p. 56).Tenía casi cuarenta años, pero se sentía como cuando, de niño, esperaba el regreso de su padre al frente de sus tropas (p. 58).

Marcas presentes del paso del tiempo

¡Qué delgado estás, y cómo te ha encanecido la barba desde la última vez que nos vimos! (pp. 57-58).Le consoló darse cuenta de que lo recordaban (p. 58).

Marcas temporales explícitas

Pasaron dos, tres días (p. 58).Del plazo de nueve días, ya habían transcurrido seis (p. 59).La noche transcurrió en un suspiro, y de madrugada sonaron las campanas del monasterio (p. 59).Cabalgaron durante todo el día, sin hablar apenas (p. 60).Llegada la noche, montaron las tiendas al pie de un castillo en ruinas (p. 60).A la luz del sol que declinaba, el Cid pasó revista a su gente (p. 61).Al cabo de quince días, el Cid ideó una estratagema (p. 64).

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Construcción y función de los personajes1 a) Los monjes benedictinos pertenecían a la Orden de San Benito, fundada en el siglo v en el

monasterio de Montecassino. En el siglo viii se promulgó la denominada Regla de San Benito, que recogía las normas por las que debía regirse la vida de los monjes y que terminó imponién-dose en todo el monacato occidental. En el año 910 se creó en Francia la Orden de Cluny, im-pulsada por los benedictinos y llamada a cumplir un papel preponderante en la expansión cultu-ral durante la Edad Media a raíz de sus peregrinaciones a Santiago de Compostela.

b) En el fragmento seleccionado se ponen de manifiesto dos claves de la cultura medieval: la necesidad de instrucción de los jóvenes nobles y la evidencia de que era el estamento clerical el depositario de la cultura letrada y el encargado de su transmisión.

2 El joven Rodrigo es instruido en la cultura básica –leer y escribir–, y en el conocimiento de la estructura de la sociedad medieval, con el consiguiente deber de respetar al rey, que toma su poder directamente de Dios. Pero, ante todo, es entrenado en el arte de la lucha, tanto desde el punto de vista de la adquisición de habilidades físicas: uso de las armas (espada, escudo, lanza) y lucha a caballo, como de las cualidades psicológicas que deben estar presentes en la guerra –sere-nidad, prudencia, etc.

3 Respuesta libre.

4 «¡Qué buen vasallo seríais, don Rodrigo, si tuvieseis buen señor!», incluido en Polvo, sudor y hierro (p. 46). Mediante una expresión tan concisa se pone de manifiesto que la desgracia del Cid está propiciada por la injusticia e ineptitud del rey. El profundo sentido del deber garantizaría la lealtad de don Rodrigo a su rey, si no fuera porque éste se deja llevar por los malos consejeros y desprecia la valía de su vasallo.

5 «–¡Ánimo, Álvar Fáñez! –le gritó a su primo, señalando el pájaro negro–. Nos vamos sin nada, pero volveremos con honra y riquezas» (p. 43).

«Al juntar las ganancias del día descubrieron que entre los cautivos, las alhajas y el ganado, a cada caballero le correspondía el equivalente a unos cien marcos de plata, y cincuenta a cada peón. Pero donde estaban no podían vender nada, y tampoco querían llevar cautivos por el camino.Hablaron con los moros, que les ofrecieron tres mil marcos de plata por liberar a los suyos.–Aquí podríamos vivir bien –le dijo el Cid a Álvar Fáñez–, pero estamos demasiado cerca del rey don Alfonso, que podría sentirse amenazado y atacarnos con su ejército. Bien sabes que no quiero luchar contra él, que es mi señor natural. Además, este castillo resulta difícil de defender. Acepte-mos la oferta de los moros, quedémonos con sus alhajas y vayamos a otras tierras» (pp. 62-63).

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El lenguaje de la obra1 Es un diálogo en el que se pone de manifiesto la dimensión familiar –esposo y padre– del héroe:

su amor por los suyos y su preocupación por la honra de toda la familia.

2 Respuesta libre.

3 a) El poema de Machado se corresponde con el momento en que el Cid se va al destierro, ve que Burgos se ha quedado desierta y que nadie puede prestarle ayuda por temor a las amenazas del rey.

b) Frente a la mayor narratividad de la leyenda, el poema se sirve de recursos poéticos que con-fieren intensidad y dramatismo al momento. Machado logra alternar el relato del acontecimien-to concreto con valoraciones que apelan a la sensibilidad del lector: la tríada «polvo, sudor y hierro» sintetiza de forma muy emotiva el cuadro del destierro y, de hecho, se aprovecha para dar título a la Leyenda concreta. Pero, además, se seleccionan términos dotados de cierto poder con-notativo: ciego, duras, llaga, flamea, terrible, quema, abrasa… que intensifican esa estampa de sufrimiento que va dibujando el poeta. El contraste se logra con la descripción de la pequeña: frente a la ceguedad y a la dureza, la niña es un cuadro de palidez y blancura; frente al sol amari-llo y cegador, los ojos azules; frente a la sequedad de tierra y gargantas, las lágrimas. Machado explota mediante los recursos poéticos los resortes de emotividad insertos en el relato.

Valoración crítica y conclusión1 Para la primera imagen, el anónimo autor elige un episodio del Cantar (el del cerco de Valencia)

para pintar al Cid en plena acción reconquistadora, luchando contra los sarracenos. El héroe aparece ampliamente destacado, en el lugar central del dibujo, con los atributos característicos del caballero (caballo, espada, armadura) y en posición desafiante respecto del ejército contrario que aparece a sus pies y prácticamente descolorido, pero también respecto de la muralla que tiene delante y que se ofrece a su alcance. La segunda imagen es una pintura mural moderna de la catedral de Burgos. Aquí el Cid también aparece con sus rasgos característicos (la barba, la es-pada, el caballo, la armadura bajo la saya) pero en un estadio y posición completamente distintos. Parece casi el momento posterior a la batalla, cuando el héroe ya ha descendido del caballo y se nos deja ver como lo que es en realidad: un joven esbelto, de figura estilizada. Los colores claros del entorno contribuyen a dotar de cierto ambiente de reposo el conjunto. El paisaje que se elige como trasfondo acaba por completar el sentido del cuadro: es la ciudad, construida, fortificada y en paz, con la propia catedral en el centro. Entendemos que se trata de Burgos rindiendo tributo a uno de sus máximos defensores.

2 Se trata de la afrenta de Corpes. Los infantes de Carrión, furiosos contra el Cid por no haberse sentido suficientemente valorados en Valencia, viajan con sus esposas hacia Carrión pero, en el robledal de Corpes, las maltratan y las abandonan a merced de las inclemencias del tiempo y de los ataques de las fieras.

3 Respuesta libre.

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Material para el profesor para el trabajo en el aula de los libros de la colección“El Árbol de la Lectura”, elaborado según el proyecto editorial de OxfOrd EdUCACIÓN,

que ha sido debidamente supervisado y autorizado.

Publicado en España por Oxford University Press España, S. A.

© De esta edición: Oxford University Press España, S. A., 2010

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ISBN: 978-84-6735-648-9

texto

Natalia Fernández Rodríguez

edición–Atona, S.L.

maquetación

gama, sl.

ilustración

Lucas Agudelo

documentación gráfica

Belén Santiago FondónÁngel Somolinos Esteve

fotografías

AISA, Photaki y Archivo Oxford

Page 30: Presentación - oupe.es · mora, y tal vez otros poemas más breves como el Destierro del Cid o la Jura de Santa Gadea. Decimos tal vez porque, en rigor, son el Cantar de Mío Cid