Presencia apotólica febrero 2015

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P RESENCIA 7 7 0 1 0 0 0 2 4 1 0 3 7 RESENCIA APOSTÓLICA Revista bimestral núm. 70 MAR-ABR 2015 Donativo: $15.00•$2.50US Trabajando con sentido Reflexiones de Cuaresma y Pascua Educación para afrontar la muerte Ver los problemas como oportunidades PDF Compressor Pro

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Transcript of Presencia apotólica febrero 2015

PRESENCIA

7 701000 241037

RESENCIAAPOSTÓLICA

Revista bimestral núm. 70

MAR-ABR 2015

Donativo:

$15.00•$2.50US

Trabajando con sentido Reflexiones

de Cuaresma y Pascua

Educación para afrontar

la muerte

Ver losproblemas comooportunidades

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�� ����� que ofrece una

visión de la devoción a

san Judas Tadeo, fundamentada

en el conocimiento de

la identidad e importancia

del santo apóstol.

TEMPLODESANHIPÓLITOMISIONEROSCLARETIANOSDEMÉXICO

Semblanza del apóstol y su devoción en el

Templo de San Hipólito de la Ciudad de México

M i s i o n e r o s C l a r e t i a n o s d e M é x i c o

A la ventaventa

en el Templo

de SanHipólitoHipólito

que ofrece una

devoción a

adeo, fundamentada

conocimiento

realizando labores de

evangelización y

promoción social.

Ven a vivirla alegría de servir,

MISIONEROSCLARETIANOS

Presencia en México y en más de 60 países

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Presencia Apostólica 1

2 Editorial

3 Vida cotidiana

4 Aventuras de un misionero

6 Trabajando con sentido

8 Ver los problemas como oportunidades

1 0 Educación para afrontar la muerte

1 2 Dos reglas de oro

1 4 Gotitas bíblicas

1 5 Sobre la vida humana

1 6

1 9 De la Palabra a la acción

CONTENIDODirector

Antonio Rangel Torres, CMF

C onsejo E ditorial

Rogelio Carmona Núñez, CMFAlejandro Cerón Rossainz, CMFJosé Juan Tapia, CMFAlejandro Quezada Hermosillo, CMFEnrique Mascorro López, CMFLourdu Jerome Joseph, CMFÓscar Linares Rodríguez, CMFErnesto Bañuelos C.

E ditora

Marisol Núñez Cruz

Arte y Diseño

Raúl Méndez

Colaboradores

Enrique A. Eguiarte Bendímez, OARJesús García Vázquez, CMFJuan Carlos Martos, CMFEnrique Marroquín Zaleta, CMF

Distribución

Liga Nacional de San Judas Tadeo

PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San Judas Tadeo, es una publicación bimestral. Editor responsable: José Juan Tapia Tapia. Editada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo, A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102. Nú-mero ISSN 1665-8914 Distribuida por el Templo Claretiano de San Hipólito y San Casiano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F. Publicación Claretiana. Impresa en Carmo-na Impresores S.A. de C.V. Torreón, Coahuila. www.carmonaimpresores.com.mx • [email protected] • Tel. (871) 707 42 00 con 30 líneas, lada sin costo 01 800 228 22 76. El material contenido en Presencia Apostólica puede ser reproducido parcialmen-te, citando la fuente y sin ines comerciales.

¡Te invitamos a suscribirte!mail: [email protected]: (55) 55 18 79 50 Fax: (55) 55 21 38 89Número suelto: $15.00 M.N. / $2.50 US.Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US.(Incluye gastos de envío).

PRESENCIARESENCIAAPOSTÓLICA

Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma 2015

Unlibro

TEMPLODESANHIPÓLITOMISIONEROSCLARETIANOSDEMÉXICO

MISIONEROSCLARETIANOS

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Pasua

EDITORIAL

Todo ser humano es espiritual por naturale-za, toda persona puede buscar sentido en lo profundo de su propio espíritu. Nuestra espiritualidad cristiana consiste en vivir si-guiendo a Jesús de Nazaret, en luchar por

su ideal —el Reino de Dios—; consiste en apasionar-su ideal —el Reino de Dios—; consiste en apasionarsu ideal —el Reino de Dios—; consiste en apasionarnos por Cristo y dejarnos mover por su Espíritu.

Recorrer una vez más el camino de los tiempos de Cuaresma y Pascua nos permite profundizar en el porqué y para qué de la misión de Jesús; nos permite comprender mejor qué compromisos y actitudes im-plica seguir a Jesús y de qué manera esto transforma la realidad. “El seguimiento de Jesús, el discipulado cristiano, es, en la práctica, asumir hoy, aquí, perso-nalizadamente, las actitudes mayores de Jesús, los trazos fundamentales de su existencia, su manera pe-culiar de caminar”, dice Pedro Casaldáliga.

Lo mejor de todo es que el camino recorrido nos lleva a la luz de la Resurrección; a la esperanza tenaz —firme, resistente, inseparable de nosotros— de la Pascua. Gra-cias a esa esperanza, nuestro espíritu permanece fuerte, sin achicarse ni acobardarse frente a la adversidad.

¡Felices pascuas de resurrección!

La esperanza tenaz de la

2 Presencia Apostólica

Pasua tenaz de la

Pasua tenaz de la

Pasua tenaz de la

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Presencia Apostólica 3

Vida cotidiana

¿Pero cómo, clavado, enseñas tanto?

Deseo de saber, tan propio al hombre,con años de cuidado y diligenciame ha tenido por una y otra cienciabuscando fama y adquiriendo nombre.¿Mas quién habrá, Señor, que no se asombrede ver turbar la ciencia en tu presenciade tantos que por física excelenciaquieren que el mundo los estime y nombre?¡Qué necio en ciencias vanas me divierto!Que, si los ojos a tu cruz levanto,eres el arte más seguro y cierto.¿Pero cómo, clavado, enseñas tanto?Debe de ser que siempre estás abierto,¡oh Cristo, oh ciencia eterna, oh libro santo!

Lope de Vega

Una confianza compartida y proclamada.

La certeza de ser amado, y de poder por fin amar.Y, mientras tanto, en ciertas horas,en ciertos días, la duda.

Una especie de noche en la que se busca

una promesa, una herencia,una elección, una adhesiónuna búsqueda, en comunión,un testimonio día tras día,después de tantos otrosy antes de muchos otros.

Un Padre que da a su hijo por amor. Un Hijo que da su vida por amorUna simiente pequeñita que

se hace árbol.

Una lucha, un combate por la paz, por la justicia.

Una liberación.Una iluminación.Una contemplación serena de un

rostro amado.Una conversación familiar con un

amigo. En el fondo del corazón, una alegría

secreta.En lo más íntimo, una esperanza

loca.

LA FE: UNA VIDA, un amor, una fuente que mana sin cesar, por toda la eternidad.

Róger Schutz

LA FE: UNA VIDA

Pasua

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4 Presencia Apostólica

Este es un día tan hermo-so y sin envidias como todos los demás. Pero el sol se levanta altivo y riendo a carcajadas,

creyendo que es el único en el universo y no se da cuenta de que hay otros más grandes que él. Se escuchan las avecillas, entrete-jiendo sus gorjeos para formar au-ténticos acordes y trinos melodio-sos que ofrecen como una grata alabanza al Todopoderoso y que también nos dicen a los hombres y mujeres cuánto nos ama Dios. En tanto, los misioneros, cen-trados en la alabanza y oración, pedimos a Dios que nos conceda la gracia de servir con espíritu de entrega al pueblo indígena que se nos ha confiado.

Después de alimentarnos espiri-tualmente con la Palabra de Dios y con la Eucaristía, también alimen-tamos el cuerpo con unos ricos frijolitos, una sabrosísima salsa de molcajete y unas tortillitas hechas a mano, ¡wow! Esto ya no se usa hoy en día, ¡qué lástima! Bueno,

Aventuras de un misionero

luego nos reunimos para organizar y definir qué comunidades vamos a visitar cada quien.

Yo, en aquel tiempo al que aho-ra me remonto, me encontraba re-cién ordenado y me sentía con un brío como de caballo joven, por lo que pedí que me dejaran visitar las comunidades más alejadas de la parroquia, pero una cosa es sen-tir el brío y otra cosa es tenerlo de verdad… dadas las circunstancias. Raudo y veloz preparé lo necesario para el viaje, pues ya me esperaba quien me acompañaría en este re-corrido inter-montañal. El medio de transporte: nuestros pies y, en mi caso, unos poderosos tenis que yo estrenaba, con los que yo creía que la montaña me quedaría chiquita.

Oigan, qué malo es creerse uno más grande de lo que es y supe-rior a los demás, ya sea porque son más pobres o porque, según uno, saben menos. Y se siente bien feo ser abofeteado con guante blanco, con golpes que hasta le tumban a uno las alas del orgullo... Eso me pasó a mí. Les cuento:

Al empezar el viaje observé que mi compañero, un indígena, estaba flaco y descalzo con su sombrero de palmitas y su ropita todos ro-tos. Yo en cambio, me sentía fuerte como un ciprés y bien vestido: tenis nuevos, gorra nueva… Entonces me dice mi acompañante:

—Tata, dame tu mochila, yo la llevo.

Pero, ¿cómo iba yo a darle mi mochila a ese hombrecillo tan en-clenque y además descalzo?

—Yo la llevo.Le contesté con un dejo de orgu-

llo y aire de superioridad.—Ta bien, tata.Contestó. Y se quedó callado

como diciendo: “Este padrecito no sabe lo que le espera.” Media hora de camino y yo le marcaba el paso y aún me decía a mi mismo: a ver hasta dónde me aguanta este po-bre. Entonces vuelvo a escuchar su dulce voz:

—Tata, déjame que te ayude. Pero mi orgullo no daba su brazo

a torcer... —No te preocupes, voy bien.

De evangelizador a evangelizadoJesús García Vázquez, CMF

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Presencia Apostólica 5

Y dije la verdad pero no comple-ta; iba bien, pero bien cansado.

—Mira, vamos a descansar tanti-to y le seguimos.

Le contesté. Y mientras descan-sábamos, mirando las erguidas montañas y el azul turquesa del cielo, parecía que Dios me decía: “No seas soberbio, el Todopode-roso soy yo, deja que te ayude.” Pero no hice caso y seguimos ade-lante, y como ya me comenzaban a doler los pies, tratando de que no se diera cuenta de que yo ya estaba cansado, le dije:

—Te veo fatigado, ve adelante y ve al paso que quieras para que no te canses tanto.

Yo iba empapado de sudor y a él apenas una gota se le notaba en la mejilla; yo con ampollas en los pies, que me habían hecho mis te-nis de doscientos pesos, y él, tan a gusto con los mejores tenis del mundo, los que Dios le había pro-porcionado naturalmente y que no le causaban ninguna molestia en los pies, sino que le permitían caminar a su antojo.

Por fin rompí el orgulloso silen-cio al verlo que se alejaba a más de veinte metros de mí.

— Tata, espérame. Le grité con una humildad que

jamás había sentido en mi vida y con mucha vergüenza. Y de nuevo volví a escuchar su melodiosa voz:

—Tata, dame tu mochila.Y yo, como un perrito rega-

ñado, con la cola entre las pa-tas, le di mi mochila que pesa-ba como diez kilos, pero que a mí ya me parecían toneladas, y hasta me daban ganas de decir-le que también a mí me lleva-ra en su espalda. Empezamos a caminar de nuevo; yo me sentía más ligero sin el peso de la mo-chila y sin el peso del orgullo y sin el peso del complejo de su-perioridad que me cargaba.

Aventuras de un misionero

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Sumérgete e n l a lectura d e Presencia Apostólica y profundiza e n tu fe.

El silencio del indígena era muy elocuente, en él yo claramente oía que me decía:

“Ya ves, vendrías más descan-sado si no hubieras sido soberbio y orgulloso. La autoridad que se te ha dado no es para que me-nosprecies a los demás, porque el que parece más débil, puede ser más fuerte que tú.

No trates de ser la conciencia del otro, no tienes derecho. Puede ser que tú tengas más de qué pe-dir perdón que él y que estés más necesitado de la misericordia de Dios. No te creas más sabio que él mientras vivas en su tierra. Jamás sabrás lo que él sabe. No pienses que tú vas a ser el salvador de él.

Cristo es el salvador y no tú. Tú vie-nes a traer una buena noticia que a su vez te van a compartir ellos y vas a terminar recibiendo más de lo que les das. No digas no a la ex-periencia y nunca rechaces las co-sas buenas que te dan. Destruye tus complejos de superioridad acep-tando tus limitaciones. No quieras volar cuando ni siquiera sabes ir a pie. Trata de ser lo más caritati-vo que puedas porque pronto vas necesitar caridad de quien menos piensas. Reconoce, sin envidia, las cualidades de los demás y ayúda-les a desarrollarlas, si puedes.”

¡Ah, bárbaro! ¡Cuántas cosas aprendí de este hombre! ¡Y yo que lo iba a evangelizar!

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inalidad el bienestar, la salud y

mencionar algunos oicios y profe

de vista la inalidad de su labor y

inalidad de servicio que conlleva

León Tolstoi airma algo parecido

[email protected]

6 Presencia Apostólica

¿Qué es trabajar? Si re-currimos al diccionario, encontraremos como pri-mera deinición: “Ocu-parse de una actividad

física o intelectual con esfuerzo y dedicación, y cuando se realiza para una empresa o institución será remunerada.”

La vida diaria y su devenir nos exigen muchas actividades que de-bemos realizar. Algunas podremos

Filosofía de vida

Trabajandocon sentido

Lourdes García Avendaño

delegarlas, otras las podremos ig-norar, pero muchas más tendremos que hacerlas, nos agraden o no.

¿Cuántas ocupaciones o activi-dades necesarias realizamos cada día? Tenemos trabajo en la casa, quizá también en la comunidad en donde vivimos o en la escue-la a la que asisten nuestros hijos. Además, seguramente tenemos un trabajo remunerado económi-camente, gracias al cual podemos

hacer frente a los gastos que con-lleva la vida cotidiana y sostener o ayudar al sostenimiento de nuestra familia y de nosotros mismos.

Trabajo y sentidoAunque la deinición de trabajo que encontramos en el diccionario no relaciona trabajo con sentido, que son las dos palabras que dan título a este artículo, esta relación hace una gran diferencia. No im-porta tanto cuántos trabajos tenga-mos ni dónde los realizamos ni si son o no necesariamente recom-pensados con dinero. Lo que tiene un gran valor y determina el sentido de nuestro trabajo es lo que respon-demos a las preguntas: ¿para qué lo realizamos? y ¿cómo lo realizamos? Podemos empezar cuestionándo-nos también: ¿Lo hago por obliga-ción? ¿Lo hago por cumplir? ¿Lo hago por necesidad? ¿Lo hago sólo porque quiero ganar dinero?, etc.

Cualquier trabajo que se realice, es valioso y digno por deinición, pero si lo revestimos de la mejor de las características –el sentido–, entonces se volverá un trabajo tras-cendente. En otras palabras, se con-vertirá en una actividad no sólo rea-lizada con esfuerzo y dedicación, como lo deine el diccionario, sino también en una labor realizada con amor y en favor o servicio de otros o para el bien común.

En la prácticaEntenderemos mejor el concepto de trabajo trascendente si recurri-mos a un ejemplo. Las labores del hogar, que no pocas veces nos re-sultan tediosas, cansadas y poco o nada reconocidas, pueden dar un giro radical si descubrimos la ina-lidad para la cual las realizamos. Podemos barrer, lavar la ropa, co-cinar, etc., mecánicamente, hasta con enojo, porque sólo estamos

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pensando en nosotros mismos. No nos hemos dado cuenta realmen-te de que ese trabajo tiene como inalidad el bienestar, la salud y hasta la convivencia de todos los miembros de la familia. Ese trabajo nos ayuda a construir la vida que queremos vivir y transforma nues-tra casa en un verdadero hogar. No nos damos cuenta de que la re-muneración no siempre es econó-mica, puede ser mejor, puede ser trascendente, puede dejar huella en el desarrollo personal de cada miembro de la familia.

Lo mismo sucede con la activi-dad de un médico, de una aboga-da, de una mesera, de un arqui-tecto, de un mecánico, etc., por mencionar algunos oicios y profe-siones. Estas personas pueden tra-bajar duro y, sin embargo, perder de vista la inalidad de su labor y dedicarse únicamente a generar dinero, aunque eso implique, al-gunas veces, atropellar la dignidad

Filosofía de vida

Presencia Apostólica 7

de otras personas o hasta faltar a la verdad. En contraste, tenemos muchos trabajadores y profesionis-tas que no han perdido de vista la inalidad de servicio que conlleva su labor, además de ser remunera-dos justamente por su trabajo. De ello obtendrán una verdadera sa-tisfacción y paz interior.

Que quede claro que no quiero decir con todo esto que la ganan-cia económica que recibimos por hacer nuestro trabajo, carezca de sentido ni mucho menos que sea algo de lo que debamos avergon-zarnos. Ganar dinero por el trabajo o servicio que se preste es un dere-cho y una necesidad humana, pero es muy distinto perseguir el dinero o el prestigio como meta o la única prioridad, y perder de vista el bien mayor que es poner los propios dones, talentos, conocimientos y cualidades al servicio del otro con amor y respeto. Eso es darle senti-do a nuestro trabajo. Al realizar mi

actividad, cualquiera que ésta sea, con amor, respeto y dignidad, en favor de otros o del bien mayor, es-toy realizando mi trabajo con sen-tido. Trabajar de esta manera, no sólo hará nuestra labor menos pe-sada, sino que la transformará en motivo de alegría, agradecimiento, orgullo y sobre todo ejemplo.

El amor da sentido al trabajoUna frase atribuida a Freud, que sin embargo no se encuentra textual-mente en sus obras es “amar y tra-bajar”. Se dice que fue su respuesta ante la pregunta: ¿qué necesita una persona para funcionar bien psico-lógicamente? También el escritor León Tolstoi airma algo parecido en una carta: “Uno puede vivir es-pléndidamente en este mundo si sabe cómo amar y cómo trabajar.

De manera que lo que necesita nuestro trabajo para adquirir sen-tido es que lo hagamos con amor. El trabajo nos vincula con la reali-dad y nos permite transformarla, y si esto lo hacemos con amor, au-tomáticamente nuestro trabajo se orientará hacia el bien de todos y se llenará de sentido.

Pensemos en estas ideas cada día, al empezar nuestra jornada laboral, en los diversos lugares en donde la desempeñemos. Si des-cubres que ya estás realizando tu trabajo con sentido, ¡felicidades!, continúa por ese camino. Se te abri-rán nuevas puertas de oportunidad y estarás creciendo como persona y contribuyendo a engrandecer a tu comunidad y a tu país.

Si todavía no lo haces. ¡Decídete a empezar hoy! No te pierdas del mayor de los regalos que nos otor-ga el trabajo… ¡Trascender!

La autora es licenciada en Terapia Física y [email protected]

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perspectiva airmando por ejemplo:

diicultad, está la oportunidad.“

mos problemas. Por deinición, un problema es una

la diicultad, la segunda en la posibilidad.3. Explora las diicultades en busca de aquello que

4. Toma las acciones que identiiques como necesarias

icar lo que no está funcionando, toma las accio

[email protected]

8 Presencia Apostólica

Desarrollo h u man o

Ver los problemas como oportunidades

Cambiar nuestra manera de ver las cosasDependiendo de nuestra actitud, los problemas pueden ser oportunidades disfrazadas. Si viéramos los proble-mas como oportunidades, nuestra óptica cambiaría. Cuando cambias la manera en que ves las cosas, se abre tu percepción y echas mano de los talentos y habilida-des que posees para trabajar en resolver el asunto.

Cuando le quitas la etiqueta de “malo” a lo que su-cede, las cosas cambian. Nuestra mente siempre en-cuentra lo que busca. Así es que si estás buscando problemas, los encontrarás, y si estás buscando opor-arás, y si estás buscando oporarás, y si estás buscando oportunidades, también las encontrarás.

Es necesario revisar los lentes con los que miramos las cosas. La actitud que asumimos implica una deci-

sión personal. A in de cuentas, la misma energía que gastas en ver problemas la puedes invertir en ver oportunidades.

Considerarnos víctimas nos impide actuar

Cada día nos damos más cuenta de las des-ventajas que tiene asumir una postura de

víctima, ante un evento adverso. Quienes se asumen como víctimas pierden todo su poder, lo entregan a los demás, o a las circunstancias, y se paralizan; son como una desvalida hoja al viento que nada puede hacer.

En la práctica de mi profesión he tenido la experiencia de constatar que a veces las personas que sufren una desgracia inmensa como es la pérdida de un hijo, o de

Todos sabemos que hay personas que ven en la adversidad posibilidades de crecimiento o retos y que otras personas la ven como un castigo, como si la vida se ensañara con ellas.Hemos escuchado decir que los problemas

son oportunidades y, aunque esto sea cierto, es poco común experimentar las situaciones difíciles de la vida de esa manera. Por lo general, las personas no van por la vida dándole la bienvenida a los proble-mas y nadie desea tenerlos.

Los problemas son parte de la vidaDe hecho, muchas personas esperan llegar a cier-an llegar a cieran llegar a cierto momento en su vida personal o profesional en el que dejen de tener problemas o, por lo menos, tengan pocos. Así, piensan que si logran obtener tal o cual puesto, sueldo, negocio, peso, o pareja, entonces podrán realmente des-preocuparse por su situación y disfrutar. Pues eso no es posible, los problemas son parte de la vida, los tendremos mientras estemos vivos.

Tampoco vamos a pretender que nos da gusto que surjan diicultades y que las cosas se compli-quen. Se trata de que, cuando así suceda, optemos por nuestra mejor opción que es una actitud favorable. Se trata de aceptar las cosas como son y, como punto de partida, tener un correcto planteamiento del problema. Se sabe que el hecho de que el problema esté bien planteado ya es un avance hacia su mejor solución.

8 Presencia Apostólica

Gylda Valadez Lazcano

La manera en que vemos un problema es el verdadero problema.Stephen R. Covey

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Presencia Apostólica 9

Desarrollo humano

un trabajo, o de un patrimonio, después de un tiempo pueden ver la oportunidad que la vida les da para vivir las cosas con otro sentido y desde otra perspectiva. Des-pués de una pérdida la vida nos sigue dando regalos.

Cuando una puerta se cierra, otra se abre, pero a menudo nos quedamos tanto tiempo lamentándonos por la puerta que se cerró, que no vemos la otra puerta que se abrió para nosotros como una oportunidad.

Claro que esto requiere un entrenamiento, ya que quizá por mucho tiempo hemos reaccionado de ma-nera diferente, entonces es necesario cambiar nuestra perspectiva airmando por ejemplo:

“Yo veo todos mis problemas como oportunidades invaluables de aprendizaje. Veo esto como una opor-tunidad para echar mano de los recursos que quizá han estado dormidos.”

Cambiar nuestra forma de percibir la vida es una de las habilidades más importantes que podemos desa-rrollar. Claro está que suceden cosas difíciles en nues-tra vida, pero siempre contienen lecciones para evolu-cionar. Como decía Einstein: “En medio de cualquier diicultad, está la oportunidad.“

Estas son algunas formas de manejar los obstáculos de manera que puedas lograr tus objetivos:

1. Deja de pelearte con los obstáculos y acéptalos tal cual son Pelearte con los inconvenientes que te presenta la vida te deja molesto, cansado y derrotado, además de que es ridículo pues esta actitud no mejora las cosas, de hecho las empeora. Aceptar que en la vida hay y siempre habrá obstáculos es una señal de madurez mental, emocional y espiritual.

2. Deja de llamar problemas a las situaciones adversas que enfrentas y renómbralas como contratiempos

Tenemos una relación muy poco poderosa con es-tas situaciones, lo cual inicia desde que las llama-mos problemas. Por deinición, un problema es una situación difícil. Un contratiempo, en cambio, es una intención, posibilidad o compromiso que aún no hemos logrado. La primera palabra se centra en la diicultad, la segunda en la posibilidad.

3. Explora las diicultades en busca de aquello que requieres para lograr tu objetivo

Las situaciones adversas que enfrentamos son opor-tunidades o posibles accesos a lo que deseamos. En ellas reside la información que requerimos para superarlas. Si tus resultados no son los deseados, indaga en estos para ver qué no está funcionando, qué haría una diferencia si lo corrigieras.

4. Toma las acciones que identiiques como necesarias Después de explorar la situación adversa e identi-

icar lo que no está funcionando, toma las accio-nes necesarias. Pasamos demasiado tiempo inútil preocupándonos y quejándonos; este tiempo sería mucho mejor utilizado si nos pusiéramos en acción para cambiar la situación.

5. Sé compasivo contigo mismo y con otros Tener compasión por ti y por los demás ayuda a

lidiar con las situaciones complejas que nos pre-senta la vida y con las emociones asociadas con estas situaciones.

Nada que valga realmente la pena es logrado sin te-ner que enfrentar y superar obstáculos. De hecho, esto es lo que hace que admiremos a alguien o valoremos auténticamente lo logrado. Moliere dijo: "Entre mayor sea el obstáculo, mayor será la gloria."

Entonces, es una decisión personal la visión con la que miremos la adversidad, como una maestra para aprender o como una tragedia para sufrir.

La autora es psicoterapeuta corporal y terapeuta sistémica de pareja y familia. [email protected]

Mármol o cuero

El hijo de un competente hombre de negocios

mostraba gran preocupación. Su padre, que era

un hombre experto, acostumbrado a detectar

problemas, lo invitó a almorzar para charlar a so-

las. El padre indagó que las cosas no marchaban

bien para su hijo: su carrera, su trabajo, sus rela-

ciones, estaban llenas de trabas. El joven, quien

se sentía acorralado e impotente, dijo:

—No sé cómo superar los obstáculos, y no por de-

bilidad, puedo asegurarlo. No conozco muchos

más duros que yo, y sin embargo siento que re-

trocedo en vez de avanzar.

—Querido hijo, la dureza no lo es todo. El már-

mol es duro, pero si lo golpeas con un mazo se

rompe en mil pedazos. Lo que importa no es ser

duro, sino ser fuerte. El cuero es blando pero a la

vez fuerte, por más que lo martilles no se rompe-

rá. Prueba a enfrentar las dificultades y desafíos

con resistencia, pero también con flexibilidad, y

pronto verás los resultados.cuentosqueyocuento.blogspot.com/

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[email protected]

nuestra muerte, reiriéndonos a los

siendo lexible y adecuándose a la

do al otro a la relexión y a la com

aspecto no signiica que no vaya a

el dolor de una separación, signii

• Actividades anticipantes (situa

naturaleza): observar ciclos vi

• objetos signiicativos. En el caso

(animales extintos, ruinas ar

ropa o juguetes suyos). Estas ac

10 Presencia Apostólica

Tanatología

Uno de los derechos bá-sicos del ser humano es la educación. Recibimos educación desde el nivel básico y, los que tenemos

la oportunidad de hacerlo, recibi-mos educación superior que nos capacita para ejercer una profesión. En las últimas décadas ha aumen-tado la conciencia en relación con necesidades especíicas: educación sexual, educación vial, educación nutricional, etc. No obstante, la muerte continúa siendo un tema del cual no se puede hablar. Hay una actitud de rechazo, podríamos decir que casi fóbica, un miedo irracional ante lo único que tene-mos seguro en la vida.

E D U C A C I Ó N PARA AFRONTAR

LA MUERTE

Ana Laura Rosas Bucio

"La educación es el arma más poderosa que podemos usar para cambiar el mundo."

Nelson Mandela

Tema tabú

Entonces el tema de la muerte y la muerte misma se han convertido en un tabú. Creo que se requieren madurez y conciencia para abordar el tema, ya que la muerte siempre está ligada al dolor y al sufrimiento en los seres humanos, y esto vuelve complejo el acercamiento al tema.

En mi práctica como tanatóloga me encuentro continuamente con adultos que tienen muchos conlic-tos para afrontar la muerte de un ser querido, así como para cual-quier proceso de separación. Los adultos no sabemos hacer esto y, por lo tanto, no estamos enseñando a nuestros niños y jóvenes nada al respecto. Les robamos a los niños su derecho a saber qué es la muer-

te y, por lo tanto, la posibilidad de tener recursos para enfrentarla, y sobra decir que en cualquier mo-mento tendrán que hacerlo.

Desde luego que los que ahora somos adultos reaccionamos como lo hacemos ante las pérdidas debi-do a que tampoco recibimos el tipo de educación que necesitábamos. No sé ustedes, pero yo, cuando era niña, fui excluida de los funerales; cuando fallecía un ser querido, no se me explicaba nada. Tampoco se me permitió expresar con libertad mi dolor ante la pérdida de masco-tas. Creo que muchos tenemos his-torias parecidas y aunque nuestros padres hayan actuado así con un afán de protegernos, lo que hicie-ron fue impedir que adquiriéramos las herramientas para poder enfren-tar mejor nuestras pérdidas.

Evitamos el tema en la familia

En las familias no se habla del tema

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Presencia Apostólica 11

Tanatología

La autora es psicóloga clínica, experta en intervención en crisis, tanatóloga, logotera-peuta y conferencista. Directora General del Centro de Capacitación Profesional Indus-trial y Personal S.C. [email protected]

de la muerte. ¿Acaso algún día nos hemos sentado a platicar de lo que deseamos en nuestros últi-mos momentos de vida, o acerca de qué queremos para después de nuestra muerte, reiriéndonos a los servicios funerarios? ¿Les hemos explicado a nuestros hijos qué es la muerte, ayudándoles a entender para que aprendan a afrontarla? En relación con otros temas sí lo hace-mos, pero hablar de la muerte nos asusta, nos paraliza y en algunos casos consideramos que no hay que tocar el tema hasta que sea necesario. Pero resulta que cuando es necesario –cuando muere un ser querido– no estamos en la condi-ción emocional para hacerlo.

¿Cómo hacerlo?La educación relacionada con la muerte debe hacerse desde la conciencia, desde el autocono-cimiento y la comprensión de la realidad, sin mitos ni prejuicios. No es prevenir, porque la muerte es un hecho que hagamos lo que hagamos no vamos a poder evitar que suceda. Se educa para afrontar la muerte retomando el funciona-miento de la naturaleza, observan-do, comprendiendo y asimilando que la muerte es parte de nosotros. Es un tema que se tiene que tratar con calidez, sensibilidad, claridad, congruencia, de manera natural, siendo lexible y adecuándose a la edad y a las circunstancias, llevan-do al otro a la relexión y a la com-prensión de la muerte. Todo esto nos dará conocimientos que nos permiten aprender a vivir sin des-perdiciar el tiempo, sin dejar cosas para después, porque educados con conciencia de la muerte sabe-mos que el tiempo es limitado, que la vida hay que aprovecharla y que, nos guste o no, queramos o no, al-gún día la muerte va a suceder.

Y aunque el proceso de educa-ción para la muerte puede darse

en cualquier momento de la vida, lo mejor es que sea desde la ni-ñez, donde todo se incorpora de manera natural. Eso nos ahorraría muchos malestares y sufrimientos a lo largo de la vida. Educar en este aspecto no signiica que no vaya a dolernos la pérdida de un ser que-rido o que seamos indiferentes ante el dolor de una separación, signii-ca que aún con dolor, entendemos que la vida y la naturaleza es así, y que sabemos que el dolor que ex-perimentemos en esos momentos pasará, como pasa todo en la vida.

¿Queremos que nuestros hijos padezcan, como nosotros, depre-siones, ansiedades y temores y que les cueste trabajo soltar, cerrar y desprenderse de las situaciones que se terminen en su vida? ¿Que estén tan apegados que no puedan continuar su vida sin una persona? ¿Que dependan tanto de alguien que cuando ya no esté esa perso-na ellos ya no quieran seguir vi-viendo? ¿Eso es lo que queremos? Como decíamos anteriormente, la mayoría de nosotros no recibimos una educación para afrontar la muerte, pero no es tarde para ha-cerlo ni para dar a nuestros hijos esa oportunidad también.

Las siguientes actividades nos pueden ayudar a enfrentar la muerte y las pérdidas de una ma-nera más saludable.

• Actividades anticipantes (situa-ciones que pueden ayudarnos a entender cómo funciona la naturaleza): observar ciclos vi-tales naturales, como los de las plantas o los animales, donde la naturaleza nos enseña que "nacen, crecen, se reproducen y mueren", donde podemos ver cómo después de eso, todo en la naturaleza vuelve a empezar.

• Aprender a desprendernos de objetos signiicativos. En el caso de pérdidas de objetos por olvi-

dos, deterioros, rupturas, enve-jecimientos, los jóvenes y niños pueden ir comprendiendo que a los objetos también les suce-de, que tienen una caducidad aunque los cuidemos mucho. Comprender que los objetos no serán siempre los mismos y que otros objetos pueden satisfacer necesidades en las diferentes etapas de la vida.

• Llevar registros a través de gra-baciones y fotos, contar histo-rias, visitar ruinas arqueológi-cas, repasar diferentes épocas musicales o de cine. Todo esto sirve para comprender que lo que una vez existió puede se-guir en el presente, que desa-parece si lo dejamos de ver y de conocer, pero que mientras siga presente en nuestros regis-tros, seguirá estando cerca de nosotros. Que sepan que nada es olvidado si se lleva un ade-cuado registro de ello.

• Jugar juegos que expresen la po-sibilidad de enfrentarnos a situa-ciones de salud y enfermedad; juegos que hablen de encontrar o guardar hallazgos del pasado, (animales extintos, ruinas ar-queológicas llenas de historia, o hacer cápsulas de tiempo de ropa o juguetes suyos). Estas ac-tividades ayudan a comprender que todo tiene un ciclo, pero que al mismo tiempo puede ser preservado. También ayuda jugar juegos que nos enseñen a enfrentar los miedos.

• Dar a los demás. Regalar a los demás objetos elaborados por uno mismo. Es una manera de hacernos presentes ante los otros y de expresar nuestros sentimientos.

necesidades especíicas: educación adultos que tienen muchos conlic

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Gribouille. Nuestro personaje, iel a

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12 Presencia Apostólica

Historia para meditar

No sabía cuántos años llevaba viviendo en esa cocina. Sólo sabía una cosa: ese espacio era todo suyo. Sus pa-

dres le habían dejado como heren-cia dos enseñanzas fundamentales. La primera era: lo que los seres hu-manos no ven, llegan a creer que no existe. Por lo tanto, procura que no te vean nunca. Y la segunda era: ante la impulsividad y el instinto, tienes que anteponer siempre la razón, la prudencia y el buen jui-cio. Conociendo a tu adversario, y sabiendo sus debilidades podrás evitar que te haga daño.

Él había procurado seguir es-tas consignas, y por eso la cocina seguía siendo suya. No obstante,

aunque los seres humanos nunca lo habían visto, los indicios de su presencia eran claros: algunos ali-mentos estaban arañados, y había también inequívocos signos de su presencia invisible. Por todo ello, los que se creían dueños de la casa, y por supuesto de la cocina, pidieron prestado un gato.

Se trataba de un gato viejo, algo gordo y aparentemente torpón lla-mado Fripouille. Este fue el momen-to de poner en práctica la segunda enseñanza de sus padres: conocer al adversario. De este modo, estu-vo durante muchos días espiando al gato. Se dio cuenta de que con sus amos, era muy mimoso pero que su apariencia engañaba, pues pudo ver cómo un ave imprudente se puso a

comer unas migas de pan a corta distancia suya, pensando que podría escapar si el gato intentaba acercar-carcarse. El gato se levantó del cojín en el que estaba echado y comenzó a ca-minar hacia el ave que, al ver que el gato se había levantado, se puso lista para volar. No obstante como el gato ingía cojear, el ave, esbozó una irónica sonrisa, y sin prudencia, siguió comiendo, diciéndose: “Un gato panzón y cojo nunca me podrá agarrar.” Y de pronto se vio sorpren-dida y atrapada por la pata del feli-no, cuya cojera había sido ingida. Viendo esto, nuestro protagonista supo que no hay que iarse de las apariencias. Un día el ratón había salido pocos pasos de un agujero frente al gato y este se había levanta-do lerdamente de su cojín, comen-zando a cojear de nuevo. Nuestro personaje conocía el truco, por lo que se escondió inmediatamente. No iba a caer igual que el ave.

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Dos reglas de oroEnrique A. Eguiarte Bendímez, OAR

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Presencia Apostólica 13

Y siendo iel a su máxima, pudo darse cuenta de que la debilidad de Fripouille era el vino. Cuan-do quedaban algunas gotas en la copa del amo, se subía al frega-dero y metía con fruición su ás-pera lengua para lamer las gotas escarlatas que habían quedado en ella. O si caía vino al suelo, corría velozmente a lamerlo.

De este modo, un día en que los amos se habían ido y habían dejado al gato al cuidado de la casa, nues-tro personaje salió de su escondite a la hora que sabía que el gato dor-mía su siesta y quitó el tapón a la botella de vino tinto, la tiró sobre la mesa y echó a correr. Con el ruido, el gato se despertó. A su sobresalto lo siguió una visión que lo llenó de una enorme y desordenada alegría: el vino caía a chorros de la mesa, y se precipitaba como una cascada rojiza hacia el suelo. Sin pensarlo dos veces, el gato se lanzó sobre el vino y estuvo lamiéndolo largamen-te. Cuando comenzó a sentir los efectos embriagadores del licor, re-gresó a su cojín, dando tumbos y se quedó profundamente dormido. Fue entonces que nuestro personaje sa-lió y, además de abastecerse de co-mida, procuró tirar muchas cosas y desordenar todo, de tal manera que el único culpable pareciera el gato. Y así fue. Cuando los amos volvie-ron, encontraron todo el desorden, la botella de vino vacía y al gato borracho, durmiendo groseramente sobre su cojín. El amo en su enfado, lo echó por la ventana de la casa y nunca volvieron a saber de él.

Nuestro personaje volvió a ser el dueño absoluto de la cocina, hasta que de nuevo los signos de su pre-sencia volvieron a ser notorios. Fue entonces que los amos decidieron ahora comprar otro gato. En esta ocasión era un gato joven que tenía un cascabel de plata y se llamaba

ces contra las copas que se rompie-ron estrepitosamente. De nuevo los amos pudieron ver todo el estropicio. El gato, con todo y su cascabel de plata, fue devuelto a la tienda, y de nuevo nuestro personaje volvió a ser el dueño de la cocina.

Finalmente, los amos compraron un soisticado aparato para cazar ra-tones. De nuevo nuestro personaje puso en práctica su regla número dos, y estuvo observando por largo rato el extraño aparato. Algunas no-ches, se había acercado cuidadosa-mente a analizarlo, y pudo ver que estaba hecho en un lugar lejano del oriente. No obstante no quiso olvi-dar la importancia de la prudencia. En los primeros días algunos anima-lillos incautos habían caído víctimas de este nuevo y feroz aparato. No obstante, con el paso del tiempo, pudo observar que contra este ene-migo no tendría que hacer nada, pues simplemente había dejado de funcionar por su poca calidad.

Ahora lo importante era hacerles creer a los amos que el aparato se-guía funcionando, para evitar que le trajeran más adversarios. Nues-tro personaje procuró esconder las huellas obvias de su presencia y de vez en cuando arrojaba algún pequeño trapo con cola al apara-to, para que los amos se quedaran satisfechos y orgullosos del aparato que habían comprado.

Y se decía a sí mismo: al gato viejo lo derroté por sus vicios, al joven por su orgullosa osadía, a la máquina por su poca calidad. No cabe duda que es importante siempre guardar las dos reglas de oro: Lo que los se-res humanos no ven, llegan a creer que no existe. Ante la impulsividad y el instinto, tienes que anteponer siempre la razón, la prudencia y el buen juicio. Conociendo a tu ad-versario, y sabiendo sus debilidades podrás evitar que te haga daño.

Historia para meditar

Gribouille. Nuestro personaje, iel a su segunda regla, se dedicó a espiar-lo para conocerlo. De este modo, pudo ver que el gato se pasaba mu-chas horas de la noche leyendo y llenando su cabeza de ideas y con-ceptos, pero tal parece que nunca había visto un ratón en su vida, más que en los libros.

Así, una noche en que el gato jo-ven leía acurrucado cerca del radia-dor de la cocina, porque hacía frío, nuestro personaje hizo caer desde lo alto de la alacena un pequeño tra-po, al que le había puesto un trozo de tela que parecía cola. Gribouille levantó los ojos del libro, y se que-dó sorprendido. ¡Por in un ratón! Lo primero que le sucedió fue que, por la emoción, casi se paralizó. Lo segundo fue regresar a consultar su manual, y después inalmente se decidió a acercarse, y darle un gol-pe con las garras al trapo que salió volando. Creyendo que ya había acabado con “el ratón”, se llenó de valor, y entonces le saltó encima y se puso a romper el trapo haciendo tal escándalo que el ama tuvo que venir, y al darse cuenta del desorden y de la cantidad de trozos de trapo que había por el suelo, no pudo sino regañar al gato:

—Gribouille, esto no es un ratón, esto es un trapo, ¡solo un trapo! ¡Tú debes atrapar ratones, no romper los trapos de la cocina!

Y se marchó enfadada.Nuestro personaje supo entonces

que este rival sería fácil de derrotar y poco tiempo después se dejó ver y se hizo perseguir por el gato sobre una de las alacenas donde se guar-daban unas costosas copas de cristal de Bavaria. El gato, excitado por el deseo de capturar un ratón y quedar bien con los amos, corría sin darse cuenta de nada. De pronto el ratón se escondió y él no pudo frenar su violenta carrera, y fue a dar de bru-

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14 Presencia Apostólica

Gotitas bíblicas

Es muy posible que san Marcos, san Mateo y san Lucas hayan utilizado el mismo ma-terial para la redacción de sus evangelios. Es decir, toda la tradición oral de las co-munidades cristianas y los relatos sueltos

que se habían escrito en cuanto se empezó a propagar el Evangelio, especialmente en el Imperio Romano. Y, como dijimos al hablar de san Marcos, la estructura de su Evangelio es la misma en los otros dos (Mateo y Lucas), la cual da una visión de conjunto, sintética, y se les llama “evangelios sinópticos”.

¿Quién fue Mateo? Probablemente sea el apóstol Mateo (Mt 9,9), también llamado Leví, hijo de Alfeo. Este Evangelio probablemente fue escrito en arameo y luego traducido al griego hacia los años 85 a 90,

San Mateo EvangelistaErnesto Bañuelos C.

poco después de la destrucción de Jerusalén, que ocurrió en el año 70, y se dirige especialmente a los creyentes de origen judío.

En su Evangelio Mateo pone de relieve que nuestro Señor Jesucristo es el Mesías esperado por el pueblo de Israel, que en él se cumplen las promesas del An-tiguo Testamento, que él es el Hijo de Dios y que la Iglesia es el nuevo Israel que Jesús reúne para llevar la Buena Nueva al mundo entero. Mateo ofrece cin-co grandes discursos de Jesús.

Mateo es representado por un hombre, quizá por-que en el principio narra la genealogía humana de Jesús. También se le representa con un ángel, tal vez porque habla de que un ángel anuncia a José el na-cimiento virginal de Jesús.

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Presencia Apostólica 15

Reflexión

Caminando el otro día por la zona antigua de mi bimilenaria ciudad de León, al noroeste de España, me surgió

espontáneamente una sonrisa, al le-vantar la vista y encontrarme en una pared esta sentencia: "El que comprende la vida no necesita creencias." Sin duda lo habría escri-to algún joven la noche anterior…

Me parece tarea inútil intentar comprender lo que es la vida humana. Se trata de una realidad tan sublime, que supe-ra nuestra capacidad de comprensión. Estoy de acuerdo con lo que es-cribió el ilósofo Jorge Santiyana: "La vida no se ha hecho para compren-derla, sino para vivirla."

Todos estaremos de acuerdo en que la vida es tan misteriosa y, a la vez, tan atrayente como el mismo Dios, quien la origina. Por eso no es de extrañar que muchos personajes del mundo de la cultura nos hayan legado su testimonio sobre ella. Des-de los grandes de la literatura con sus diversos géneros, hasta los iló-sofos que han intentado profundizar cada vez más en las realidades visi-bles e invisibles. Desde los teólogos de las grandes religiones históricas que, además de usar la razón para su apasionante oicio de la relexión, llevan también encendido el foco de la fe que les ayuda a ver las realida-

Sobre la vida humana

"El único sentido de esta vida consiste en ayudar a establecer el Reino de Dios."León Tolstoi

P. Epi Diez

des con una perspectiva más amplia y profunda, hasta los artistas en las diferentes disciplinas, quienes, a través de la belleza que imprimen a sus creaciones, nos transmiten su percepción sobre la vida.

¿Y qué decir de las ciencias? Todas las que tocan más directamente el tema de la vida, desde la química, la biología o la medicina, hasta las ciencias sociales, buscan adentrarse en los secretos de ésta, intentando hacer al hombre más feliz cada día.

El sentido de la vida

Recuerdo la impresión que me causó la primera vez que leí, hace ya algunas décadas, el libro más famoso de Viktor E. Frankl, El hom-bre en busca de sentido. La obra intenta adentrarse en el alma hu-mana y, a través de la psicología, responder a la pregunta sobre el signiicado de la vida. "Vivir —nos dirá— signiica asumir la respon-sabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna a cada individuo."

Por la misma época, el escritor húngaro S. Máras escribía: "Para mí, el único sentido de la vida consis-

te en servir a los demás." Y nues-tra amada y recordada Teresa de Calcuta repetía con frecuencia por todo el mundo el famoso y profun-do slogan existencial: “El que no vive para servir, no sirve para vivir." Para terminar esta breve relexión, me gustaría que nos preguntáramos con seriedad: ¿Qué sentido tiene la vida para un cristiano?

Hace unos dos mil años ocurrió algo extremadamente sorprenden-te en la historia de la humanidad: Dios, quien desde el principio de la historia había querido darse a conocer al hombre de muchas ma-

neras, pero sobre todo a través de un pueblo, de-positario de sus mensajes proféticos, tuvo un gesto tan sublime que escapa a toda lógica humana y después de veinte siglos nos sigue dejando ano-nadados, si lo relexiona-mos con profundidad.

Y es que en la penum-bra en la que vivía la hu-manidad irrumpió un sol radiante, que iluminó la mente de cada hombre y caldeó su corazón para que todos aprendiéramos

a vivir como imágenes de Dios en la historia. Caímos en la cuenta de la misericordia ininita que inunda el corazón de Dios y captamos que su voluntad es que, con su ayuda, trabajemos sin descanso para ha-cer de toda la humanidad una co-munidad de hermanos, regidos por una sola ley: El amor.

Desde entonces Jesús de Nazaret, será nuestro modelo de actuación y su Espíritu, la fuerza motriz que nos empuja a continuar tan subli-me tarea. Para llevar con honor y no banalizar el honroso caliicativo de cristiano es necesario enamorarse de los ideales de Cristo y seguir de cerca sus pasos.

de su Evangelio es la misma en los otros dos (Mateo y Lucas), la cual da una visión de conjunto, sintética, y

Mateo (Mt 9,9), también llamado Leví, hijo de Alfeo.

ocurrió en el año 70, y se dirige especialmente a los

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tienen “parte” con Él ( 13,8) y

alegran con él» ( 12,26).

cerrada? (cf. 16,19-31).Para recibir y hacer fructiicar ple

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16 Presencia Apostólica

Cuaresma

El pasado 27 de enero se dio a conocer el mensaje del papa Francisco para la Cuaresma de este año. A continuación repro-

ducimos el texto completo.

Mensaje del Santo Padre

Francisco Para la Cuaresma 2015

Fortalezcan sus corazones (St 5,8)

Queridos hermanos y hermanas:La Cuaresma es un tiempo de re-novación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyen-te. Pero sobre todo es un «tiem-po de gracia» (2 Co 6,2). Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: «Nosotros amemos a Dios porque él nos amó primero» (1 Jn 4,19). Él no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos. Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede. Pero ocurre que cuando estamos bien y nos sen-timos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen… Entonces nuestro corazón cae en

la indiferencia: yo estoy relativa-mente bien y a gusto, y me olvi-do de quienes no están bien. Esta actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que po-demos hablar de una globaliza-ción de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar como cristianos.

Cuando el pueblo de Dios se convierte a su amor, encuentra las respuestas a las preguntas que la historia le plantea continuamente. Uno de los desafíos más urgentes sobre los que quiero detenerme en este Mensaje es el de la globaliza-ción de la indiferencia.

La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación real también para los cristianos. Por eso, necesitamos oír en cada Cuaresma el grito de los profetas que levantan su voz y nos despiertan.

Dios no es indiferente al mun-do, sino que lo ama hasta el

punto de dar a su Hijo por la salvación de cada hombre. En la encarnación, en la vida terrena, en la muerte y resurrección del Hijo de Dios, se abre deinitiva-mente la puerta entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra. Y la Iglesia es como la mano que tiene abierta esta puerta median-te la proclamación de la Palabra, la celebración de los sacramen-tos, el testimonio de la fe que actúa por la caridad (cf. Ga 5,6). Sin embargo, el mundo tiende a cerrarse en sí mismo y a cerrar la puerta a través de la cual Dios entra en el mundo y el mundo en Él. Así, la mano, que es la Iglesia, nunca debe sorprenderse si es re-chazada, aplastada o herida.

El pueblo de Dios, por tanto, tiene necesidad de renovación, para no ser indiferente y para no cerrarse en sí mismo. Querría pro-ponerles tres pasajes para meditar acerca de esta renovación.

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Presencia Apostólica 17

Cuaresma

1. «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26) – La Iglesia La caridad de Dios que rompe esa cerrazón mortal en sí mismos de la indiferencia, nos la ofrece la Igle-sia con sus enseñanzas y, sobre todo, con su testimonio. Sin em-bargo, sólo se puede testimoniar lo que antes se ha experimentado. El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los hombres. Nos lo recuerda la liturgia del Jue-ves Santo con el rito del lavatorio de los pies. Pedro no quería que Jesús le lavase los pies, pero des-pués entendió que Jesús no que-ría ser sólo un ejemplo de cómo debemos lavarnos los pies unos a otros. Este servicio sólo lo puede hacer quien antes se ha dejado la-var los pies por Cristo. Sólo éstos tienen “parte” con Él (Jn 13,8) y así pueden servir al hombre.

La Cuaresma es un tiempo pro-picio para dejarnos servir por Cristo y así llegar a ser como Él. Esto sucede cuando escuchamos la Palabra de Dios y cuando re-cibimos los sacramentos, en par-

ticular la Eucaristía. En ella nos convertimos en lo que recibimos: el cuerpo de Cristo. En él no hay lugar para la indiferencia, que tan a menudo parece tener tanto po-der en nuestros corazones. Quien es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en Él no se es indiferente hacia los demás. «Si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro es honrado, todos se alegran con él» (1 Co 12,26).

La Iglesia es communio sanc-torum porque en ella participan los santos, pero a su vez porque es comunión de cosas santas: el amor de Dios que se nos reveló en Cristo y todos sus dones. En-tre éstos está también la respues-ta de cuantos se dejan tocar por ese amor. En esta comunión de los santos y en esta participación en las cosas santas, nadie posee sólo para sí mismo, sino que lo que tiene es para todos. Y pues-to que estamos unidos en Dios, podemos hacer algo también por quienes están lejos, por aque-llos a quienes nunca podríamos llegar sólo con nuestras fuerzas, porque con ellos y por ellos re-zamos a Dios para que todos nos abramos a su obra de salvación.

2. «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9) – Las parroquias y las comunidadesLo que hemos dicho para la Iglesia universal es necesario traducirlo en la vida de las parroquias y comuni-dades. En estas realidades eclesia-les ¿se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y compar-te lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos? ¿O nos refu-giamos en un amor universal que se compromete con los que están lejos en el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su propia puerta cerrada? (cf. Lc 16,19-31).

Para recibir y hacer fructiicar ple-namente lo que Dios nos da es pre-ciso superar los conines de la Igle-sia visible en dos direcciones.

En primer lugar, uniéndonos a la Iglesia del cielo en la oración. Cuan-do la Iglesia terrenal ora, se instaura una comunión de servicio y de bien mutuos que llega ante Dios. Junto con los santos, que encontraron su plenitud en Dios, formamos parte de la comunión en la cual el amor vence la indiferencia. La Iglesia del cielo no es triunfante porque ha dado la espalda a los sufrimientos del mundo y goza en solitario. Los santos ya contemplan y gozan, gra-cias a que, con la muerte y la resu-rrección de Jesús, vencieron deini-tivamente la indiferencia, la dureza de corazón y el odio. Hasta que esta victoria del amor no inunde todo el mundo, los santos caminan con nosotros, todavía peregrinos. Santa Teresa de Lisieux, doctora de la Igle-sia, escribía convencida de que la alegría en el cielo por la victoria del amor cruciicado no es plena mien-tras haya un solo hombre en la tierra que sufra y gima: «Cuento mucho con no permanecer inactiva en el cielo, mi deseo es seguir trabajan-

El pasado 27 de enero se dio

po de gracia» ( 6,2). Dios no

( 4,19). Él no es indiferente a

los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus

Hijo de Dios, se abre deinitiva

actúa por la caridad (cf. 5,6).

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la transiguración, ellos descubrieron en Jesús al

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18 Presencia Apostólica

Cuaresma

do para la Iglesia y para las almas» (Carta 254,14 julio 1897).

También nosotros participamos de los méritos y de la alegría de los santos, así como ellos participan de nuestra lucha y nuestro deseo de paz y reconciliación. Su alegría por la victoria de Cristo resucitado es para nosotros motivo de fuerza para superar tantas formas de indiferen-cia y de dureza de corazón.

Por otra parte, toda comunidad cristiana está llamada a cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados. La Igle-sia por naturaleza es misionera, no debe quedarse replegada en sí misma, sino que es enviada a to-dos los hombres.

Esta misión es el testimonio pa-ciente de Aquel que quiere llevar toda la realidad y cada hombre al Padre. La misión es lo que el amor no puede callar. La Iglesia sigue a Jesucristo por el camino que la lleva a cada hombre, hasta los conines de la tierra (cf. Hch 1,8). Así podemos ver en nuestro pró-

jimo al hermano y a la hermana por quienes Cristo murió y resuci-tó. Lo que hemos recibido, lo he-mos recibido también para ellos. E, igualmente, lo que estos her-manos poseen es un don para la Iglesia y para toda la humanidad.

Queridos hermanos y herma-nas, cuánto deseo que los lugares en los que se maniiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en me-dio del mar de la indiferencia.

3. «Fortalezcan sus corazones» (St 5,8) – La persona creyenteTambién como individuos tenemos la tentación de la indiferencia. Es-tamos saturados de noticias e imá-genes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra in-capacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia?

En primer lugar, podemos orar en la comunión de la Iglesia te-rrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oración de tantas per-sonas. La iniciativa 24 horas para el Señor, que deseo que se celebre en toda la Iglesia —también a ni-vel diocesano—, en los días 13 y 14 de marzo, es expresión de esta necesidad de la oración.

En segundo lugar, podemos ayu-dar con gestos de caridad, llegando tanto a las personas cercanas como a las lejanas, gracias a los nume-rosos organismos de caridad de la Iglesia. La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeño, de nuestra participa-ción en la misma humanidad.

Y, en tercer lugar, el sufrimiento del otro constituye un llamado a la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragi-

lidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos. Si pe-dimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los límites de nuestras posibilidades, coniare-mos en las ininitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios. Y podremos resistir a la tentación diabólica que nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos.

Para superar la indiferencia y nues-tras pretensiones de omnipotencia, quiero pedir a todos que este tiempo de Cuaresma se viva como un cami-no de formación del corazón, como dijo Benedicto XVI (Ct. enc. Deus caritas est, 31). Tener un corazón misericordioso no signiica tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, irme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y herma-nas. En deinitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro.

Por esto, queridos hermanos y hermanas, deseo orar con ustedes a Cristo en esta Cuaresma: “Fac cor nostrum secundum Cor tuum”: “Haz nuestro corazón semejante al tuyo” (Súplica de las Letanías al Sagrado Corazón de Jesús). De ese modo tendremos un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y gene-roso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia.

Con este deseo, aseguro mi oración para que todo creyente y toda comu-nidad eclesial recorra provechosa-mente el itinerario cuaresmal, y les pido que recen por mí. Que el Señor los bendiga y la Virgen los guarde.

Vaticano, 4 de octubre de 2014Fiesta de san Francisco de Asís

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Presencia Apostólica 19

La Palabra

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Marzo 12° domingo de Cuaresma Mc 9,2-10

(…) Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosa-mente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.

Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.” En realidad no sabía lo que decía, porque es-taban asustados.

Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: “Éste es mi hijo amado; escúchenlo. En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos.

Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí qué querría decir eso de “resucitar de entre los muertos”.

Pedro, Santiago y Juan estaban continuamente cer-ca de Jesús: hablaban con él, lo veían actuar y, sin embargo, había aspectos de él que no conocían. Al

invitarlos a la montaña para vivir la experiencia de la transiguración, ellos descubrieron en Jesús al Mesías, ese mismo de quien el Padre dijo desde el cielo que es su hijo amado y por lo tanto hay que escucharlo. La transiguración nos permite conocer más profundamente a Jesús.

En este tiempo de Cuaresma nosotros también so-mos invitados a vivir esta experiencia que nos habla de la felicidad que nos espera, motivándonos y dan-

do sentido a las prácticas que nos propone la Cuaresma, así como a los esfuerzos de la vida ordina-ria. También nuestra vida tiene un signiicado profundo que no podemos descubrir cuando sólo nos quedamos en las apariencias. ¿Me encuentro con Jesús a tra-vés de la oración?

Marzo 83er. domingo de Cuaresma Jn 2,13-25

Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jeru-salén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas

y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: “Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre.”

En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora.

( 254,14 julio 1897).

conines de la tierra (cf. 1,8).

en los que se maniiesta la Iglesia,

nuestras posibilidades, coniaremos en las ininitas posibilidades

dijo Benedicto XVI (Ct. enc. , 31). Tener un corazón

misericordioso no signiica tener

fuerte, irme, cerrado al tentador,

nas. En deinitiva, un corazón pobre,

” (Súplica de las Letanías al Sagrado Corazón de Jesús). De ese

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hora de que el Hijo del hombre sea gloriicado. Yo

gloria a tu nombre.”(…)*

comprender el sentido de procesos dolorosos —esfuerzos, sufrimientos o incluso la muerte—. Esto

beneicie también a otros.

(…) Al atardecer, llegó Jesús con los Doce. Estando

me va a entregar.” (…) Mientras cenaban, Jesús tomó

alianza que se derrama por todos. (…)

negarás tres.” (…)(…) Era media ma

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20 Presencia Apostólica

Después intervinieron los judíos para preguntarle: “¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para ac-tuar así? Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré.” Replicaron los judíos: “Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho.

Mientras estuvo en Jerusalén para las iestas de Pascua, muchos creyeron en él, al ver los prodigios que hacía. Pero Jesús no se iaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que nadie le descubriera lo que es el hombre, porque él sabía lo que hay en el hombre.

Denunciar los abusos en el tem-plo y exigir un culto verdadero es una acción profé-tica de Jesús, pero el alcance de su gesto se nos reve-la más adelante cuando nos habla del templo de su cuerpo. Él es el verdadero templo en el que se mani-iesta plenamente la presencia de Dios, como lo son también los que se reúnen en su nom-bre. Los espacios materiales quedan en segundo plano.

La alusión al “templo de su cuerpo”, que sería re-construido, nos señala nuevamente que a Jesús hay que entenderlo a la luz de su pasión, muerte y resurrección.

Tengamos también presente la última frase de esta lectura: “…no necesitaba que nadie le des-cubriera lo que es el hombre, porque él sabía lo que hay en el hombre.” Esta cita nos puede ayudar a relexionar sobre la profunda comprensión que tiene Jesús de nuestra naturaleza.

¿Cómo podemos transigurar —transformar— nuestras personas y realidades cotidianas para mos-trar nuestra fe en Jesús?

Marzo 15 4° domingo de Cuaresma Jn 3,14-21

(…) Jesús dijo a Nicodemo: “Así como Moisés le-vantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.

Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no pe-rezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está conde-nado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.

La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres preirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.”

El evangelio según san Juan nos ayuda a profundizar en el signiicado de Jesús. En esta lectura nos mues-tra un dialogo con Nicodemo, autoridad religiosa. De entrada se nos dice que la razón por la que Jesús vino a este mundo es el amor de Dios, quien desea que todos los hombres tengan vida eterna. Pero la vida eterna no es algo que sólo se ubica en el futuro, más allá de la muerte. La vida eterna comienza en el presente con una existencia plena y total. Dios nos ama y desea que tengamos ese tipo de existencia.

Jesús no ha venido a condenar, sino a salvar. Dios es un padre amoroso, no un juez. El hombre es res-ponsable de su propio destino, así como de su deci-sión de ir hacia la luz o de excluirse de ella.

¿Eres consciente de tu libertad de optar por la luz o por la oscuridad?

Marzo 22 5°. Domingo de Cuaresma Jn 12,20-33

Entre los que habían llegado a Jerusalén para adorar a Dios en la iesta de Pascua, había algunos griegos, los cuales se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Ga-lilea, y le pidieron: “Señor, quisiéramos ver a Jesús.”

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Presencia Apostólica 21

De la Pa labra a la acción

Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús y él les respondió: “Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea gloriicado. Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.

El que quiera servirme, que me siga, para que don-de yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre.

Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Pa-dre: ‘Padre, líbrame de esta hora’? No, pues pre-cisamente para esta hora he venido. Padre, dale gloria a tu nombre.”(…)*

En esta lectura, la presencia de personajes no ju-díos nos habla de la universalidad de la misión de Jesús. Recordemos como decía “tengo también otras ovejas…” El amor de Dios es universal y sin barreras de ningún tipo.

Este evangelio nos habla de la muerte de Jesús en la cruz. Mediante la metáfora del grano de tri-go nos hace comprender que tiene que pasar por la muerte para triunfar y dar fruto eterno. La se-milla es símbolo de esperanza que nos ayuda a comprender el sentido de procesos dolorosos —esfuerzos, sufrimientos o incluso la muerte—. Esto sólo lo puede comprender quien ha desarrollado la capacidad de amar, pero no sólo a sí mismo. A esto le podemos llamar trascendencia, a que nues-tro amor alcance a los demás y nuestra existencia beneicie también a otros.

¿Tienes la capacidad de amar a otros?

Marzo 29Domingo de Ramos Mc 14,1-15,47

(…) Al atardecer, llegó Jesús con los Doce. Estando a la mesa, cenando, les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes, uno que está comiendo conmigo, me va a entregar.” (…) Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen: esto es mi cuerpo.” Y tomando en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias, se la dio, todos be-bieron y les dijo: “Esta es mi sangre, sangre de la alianza que se derrama por todos. (…)

Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos y Jesús les dijo: “Todos uste-des se van a escandalizar por mi causa, como está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas; pero, cuando resucite, iré por delante de ustedes a Galilea.” Pedro replicó: “Aunque todos se escanda-licen, yo no.” Jesús le contestó: “Yo te aseguro que hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, tú me negarás tres.” (…)

(…) Era media ma-ñana cuando lo cru-ciicaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: “El rey de los judíos”. Cruciicaron con él a dos bandi-dos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Es-critura que dice: Fue contado entre los mal-hechores. (…)*

El domingo de Ramos nos presenta por una parte el triunfo de Jesús en la tierra, quien es recibido con ho-nores de rey al entrar a Jerusalén, y por otra parte se nos muestra el verdadero sentido de esta entrada que es camino hacia la Resurrección, pero pasando por el rechazo del mundo y por la muerte. Estos dos as-pectos ponen de maniiesto la contradicción humana, primero: “hosanna” y a los pocos días: “crucifícalo”.

La pasión de Jesús no es un acontecimiento leja-no. Es algo que sucede cada día, porque él está en todos los que sufren y nosotros tenemos la posibili-dad de elegir nuestras actitudes ante el sufrimiento: injusticia, indiferencia o apoyo solidario.

¿Tomo partido ante la pasión de Jesús o perma-nezco como simple espectador?

Abril 2 Jueves Santo Jn 13,1-15

Antes de la iesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Pa-dre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

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22 Presencia Apostólica

De la Palabra a la acción

En el transcurso de la cena (…) se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos…

Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el man-to, volvió a la mesa y les dijo: “¿Compren-den lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y di-

cen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes de-ben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan.”*

Con una acción simbólica —lavarles los pies a sus discípulos— Jesús nos muestra de manera contun-dente cuál debe ser nuestra actitud como seguidores suyos: la acción en servicio de los demás. Después de este gesto, el mismo Jesús pregunta: “¿Compren-den lo que acabo de hacer con ustedes?” Y noso-tros, ¿comprendemos lo que esto signiica? ¿Somos capaces de tener siempre esa actitud de servicio?, o sólo muy de vez en cuando…

Abril 3Viernes Santo Jn 18,1-19,42

(…) Llevaron a Jesús de casa de Caifás al preto-rio. Era muy de mañana y ellos no entraron en el palacio para no incurrir en impureza y poder así comer la cena de Pascua.

(…) Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús le contestó: “¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?” Pilato le respondió: “¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?” Jesús le contestó: “Mi Reino no es de este mundo.”

(…) Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, se dirigió hacia el sitio llamado “la Calavera” (que en he-breo se dice Gólgota), donde lo cruciicaron, y con él a otros dos, uno de cada lado, y en medio Jesús. (…)*

El relato de la pasión según san Juan nos permite contemplar cómo Jesús fue capaz de aceptar y abra-zar aquella “hora” a la que estaba llamado: la hora de su pasión y muerte, y nos hace comprender que el momento de la cruciixión es el momento de la gloriicación de Jesús.

Jesús es libre ante la muerte, como buen pastor da voluntariamente la vida por sus ovejas (cfr. Jn10,14-18). Asimismo, a lo largo de su Pasión, Jesús elige en todo momento sus actitudes, poniendo en evidencia con su autenticidad a quienes le acusan y le juzgan.

El Viernes Santo nos invita a relexionar en las injusticias que atestiguamos todos los días y en las actitudes que asumimos ante ellas.

¿Eres indiferente a las injusticias que sufre Jesús en tus hermanos pobres?

Abril 4Vigilia Pascual Mc 16 1-7

Transcurrido el sábado, María Magdalena, María (la madre de Santiago) y Salomé, compraron perfumes para ir a embalsamar a Jesús. Muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, se diri-gieron al sepulcro. Por el camino se decían unas a otras: ¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?” Al llegar, vieron que la piedra ya estaba quitada, a pesar de ser muy grande.

Entraron en el sepulcro y vieron a un joven, ves-tido con una túnica blanca, sentado en el lado de-recho, y se llenaron de miedo. Pero él les dijo: “No se espanten. Buscan a Jesús de Nazaret, el que fue cruciicado. No está aquí; ha resucitado. Miren el si-tio donde lo habían puesto. Ahora vayan a decirles a sus discípulos y a Pedro: ‘Él irá delante de ustedes a Galilea. Allá lo verán, como él les dijo.’”

¡Es Pascua! La luz del día de la Resurrección nos deja ver con claridad el verdadero sentido de la Pasión de Jesús; nos deja ver la victoria que se escondía detrás de su muerte. Esa misma luz ilumina nuestra existen-cia cristiana, llenándola de esperanza. El triunfo de Jesús es el nuestro; la muerte ya no es una derrota.

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Presencia Apostólica 23

De la Palabra a la acción

Con su Resurrección, Jesús nos llama a la vida plena y nos invita a no tener miedo. Salgamos a en-contrarlo en quienes nos necesitan.¡Felices pascuas de resurrección!

Abril 5Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor Jn 20,1-9

El primer día des-pués del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepul-cro y vio removida la piedra que lo ce-rraba. Echó a correr, llegó a la casa don-de estaban Simón Pedro y el otro dis-cípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos donde lo habrán puesto.”

Salieron Pedro y el otro discípulo cami-no del sepulcro. Los dos iban corriendo

juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pe-dro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos el suelo, pero no entró.

En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía si-guiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lien-zos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado prime-ro al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Es signiicativo que el evangelio no nos diga el nom-bre de “el otro discípulo” que creyó ante la prime-ra experiencia del sepulcro vacío. Ese discípulo sin nombre puede ser cualquiera de nosotros que con el corazón creemos que Jesús ha resucitado y nos llenamos de amor y de alegría.

Es cierto que mirando a nuestro alrededor y es-cuchando las noticias vemos tanto sufrimiento y tantos signos de muerte que hacen vacilar nuestra esperanza; sin embargo, con su resurrección, Cristo nos hace comprender que el amor de Dios siempre tendrá la última palabra.

Abril 12 2º domingo de Pascua Jn 20,19-31

Al anochecer del día de la resurrección, estando ce-rradas las puertas de la casa donde se hallaban los dis-cípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes.” Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.

De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el padre me ha enviado, así también los envío yo.” Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdo-nen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.”

Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Geme-lo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor.” Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.”

Ocho días después, estaban reunidos los discípu-los a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes.” Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree.” Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto, dichosos los que creen sin haber visto.” (…)

Horas después de que Pedro y “el otro discípulo” habían encontrado vacío el sepulcro de Jesús, ve-mos a los discípulos reunidos, pero encerrados y con miedo. En esas circunstancias se presenta Jesús y trae consigo la alegría y la paz del Espíritu que todo lo transforma. El miedo desaparece.

Ya no tiene sentido seguir encerrados, hay que lle-var afuera el Espíritu recibido.

La segunda parte de la narración nos muestra que creer en Jesús no es fácil para todos, pero él respon-

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(…) Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, se dirigió hacia el sitio llamado “la Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo cruciicaron, y con él a otros dos, uno de cada lado, y en medio Jesús. (…)*

el momento de la cruciixión es el momento de la gloriicación de Jesús.

El Viernes Santo nos invita a relexionar en las

Transcurrido el sábado, María Magdalena, María (la madre de Santiago) y Salomé, compraron perfumes

cruciicado. No está aquí; ha resucitado. Miren el si

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24 Presencia Apostólica

* Cuando no se reproduce el texto de la lectura (por razones de espacio), se invita a leerlo

en la cita bíblica.

de a nuestra incredulidad, como la de Tomás, con la generosidad de su presencia.

¡Seamos testigos ieles de la presencia del Resuci-tado en el mundo, llevando por donde vayamos su amor y su perdón!

Abril 19 3er domingo de Pascua Lc 24, 35-48

Cuando los dos discí-pulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apósto-les, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.

Mientras hablaban de esas cosas, se pre-sentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con us-tedes.” Ellos, descon-certados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: “No teman; soy yo (…)” Y les mostró

las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: “¿Tienen aquí algo de comer?” Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.

Después les dijo: “Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.”

Entonces les abrió el entendimiento para que com-prendieran las Escrituras y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto.”

Los dos discípulos a quienes se apareció Jesús en Emaús cuentan a los apóstoles el encuentro que han tenido con él. En esa situación se presenta repentinamente Jesús

con su saludo de paz. La reacción inicial del grupo fue de sorpresa y miedo, pero del desconcierto pasaron a la alegría y, posteriormente, a la comprensión.

En esta ocasión el énfasis está en la relación de Jesús con las Escrituras, es decir con el Antiguo Testamento; en la importancia que tiene comprenderlas plenamente, para así entender más profundamente a Jesús Resucitado.«Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo.»San Jerónimo

Abril 26 4º domingo de Pascua Jn 10,11-18

(…) Jesús dijo a los fariseos: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me cono-ce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escu-charán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor.

El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita; yo la doy porque quiero. Ten-go poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Éste es el mandato que he recibido de mi Padre.”

La igura del pastor fue un símbolo muy importante en el contexto en el que vivió Jesús y como comparación nos ayuda mucho a comprender. Jesús es el modelo de buen pastor que mantiene con sus ovejas una relación de conocimiento y amor, como la que mantiene con el Padre. No es un pastor cualquiera, pues él no vive de las ovejas, sino que es capaz de dar la vida por ellas. Este texto nos hace comprender la importancia de es-tar cerca de los que Dios nos encomienda; de darles nuestro tiempo y compartir con ellos nuestro espacio.

La lectura nos habla también de que a Jesús no le importan sólo las ovejas de un cierto rebaño: “Ten-go además otras ovejas…”. Esto nos habla de la uni-versalidad de su misión.

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