Rimas de Bécquer

J. Abel Garrido Jiménez

LXII

Primero es un albor trémulo y vago, raya de inquieta luz que corta el mar; luego chispea y crece y se dilata en ardiente explosión de claridad.

La brilladora lumbre es la alegría, la temerosa sombra es el pesar.

¡Ay! En la oscura noche de mi alma, ¿cuándo amanecerá?

XVII

• Hoy la tierra y los cielos me sonríen, hoy llega al fondo de mi alma el sol,

hoy la he visto... La he visto y me ha mirado... ¡Hoy creo en Dios!

XXXVIII

• Los suspiros son aire y van al aire. Las lágrimas son agua y van al mar. Dime, mujer, cuando el amor se olvida, ¿sabes tú adónde va?

VI

• Como la brisa que la sangre orea sobre el oscuro campo de batalla, cargada de perfumes y armonías en el silencio de la noche vaga; símbolo del dolor y la ternura, del bardo inglés en el horrible drama, la dulce Ofelia, la razón perdida cogiendo flores y cantando pasa.

XXI

• —¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas en mi pupila tu pupila azul, ¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? Poesía... eres tú.