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Hoja 1 de 24 En la primera parte o etapa de PREPARACIÓN nuestro empeño estaba puesto en adquirir la virtud por medio de la disciplina, del trabajo y de la práctica hasta convertirla en hábito. El éxito estaba en la medida en que lleguemos a ser conscientes de nuestras dificultades y obstáculos con el fin de controlarlos y guiarlos. Todo este trabajo nos será más fácil si lo vamos haciendo siguiendo los pasos de Jesús. Ahora comenzamos una segunda etapa, necesitamos purificarnos de influencias que entorpecen nuestro caminar hacia Jesús y llegar a ser lo que El Señor ha soñado para cada uno de nosotros. Hacemos una pequeña diferencia entre: preparación y purificación. En la preparación, se trataba de dominar los obstáculos o liberarnos de ellos. En la purificación, vivimos en medio de ellos y crecemos hacia una vida nueva; la purificación acepta los obstáculos, pero los despoja de su influencia negativa, los hace trabajar en bien de uno. Un ejemplo: “No reces para que la vida te sea más fácil; reza para ser cada vez más fuerte” “No reces para que tus tareas sean iguales a tu capacidad; reza para que tu capacidad iguale a tus tareas”. “No muevas la montaña, Señor; enséñame a subirla” Todo camino hacia la santidad, siguiendo la espiritualidad de los santos contiene alguna dinámica de purificación. En cualquier crecimiento hacia la plena madurez espiritual se nos pide pasar por la limpieza de todo lo que daña nuestras capacidades. Aquí tendremos que apoyarnos de forma incondicional en la fuerza del Espíritu Santo. A nosotros nos toca someternos a su acción y cooperar con ella. Podríamos resumirlo así: La obra de purificación es sencillamente la manera en que cedemos a la acción purificado- ra de Dios y cooperamos con ella. Para cada obstáculo que encontremos en la vida, existe una manera de vivir pasando por otra situación de forma que nos purifique de su influencia negativa y nos guíe más profundamente hasta la fuerza de la propia virtud de Jesús. De esta forma nos vamos liberando gradualmente de los obstáculos que no podemos evitar y de las fuerzas que nos desvían en nuestra vida. La virtud y el poder de Jesús en nosotros se van liberando en forma creciente, y la gracia de Dios se va haciendo más dinámica. La etapa de purificación alcanza hasta las mismas raíces de nuestras faltas y nos prepara para una cooperación más plena con la gracia de Dios; en la preparación no se ha hecho más que cortar las ramas, mientras que en la purifi- cación se buscan las pequeñas raíces para extirparlas y destruirlas”1 El Beato nos señala seis obstáculos que amenazan detenernos o desanimarnos en el camino que nos lleva a Jesús. Obstáculos que amenazan detenernos o desanimarnos Actitudes a lograr Tres son limitaciones que proceden de nuestro interior: Limitaciones y debilidades personales Confianza en Dios Inclinación del propio yo al mal Conciencia de las propias limitaciones Dudas, incertidumbres, inquietudes Recurrir a la dirección Tres son las limitaciones que nos llegan de fuera: Oposición y resistencia al bien que hacemos Paciencia Tibieza, infidelidad a los compromisos adquiridos Renovación frecuente de los compromisos Tentaciones Resistir al mal con actos opuestos TIEMPO DE PURIFICACION (superar la mediocridad) Actitudes a lograr Obstáculos Confianza en Dios Limitaciones y debilidades personales La sencillez Inclinación del propio yo al mal Recurrir a la dirección Dudas, incertidumbre, inquietudes Paciencia Oposición y resistencia al bien que hacemos Fidelidad, Renovación frecuente de compromisos Tibieza, infidelidad a los compromisos adquiridos Fortaleza. Resistencia al mal en actos opuestos Tentaciones Textos para meditar Deuteronomio: 1, 6-8 / Juan 15, 2 1 “Lectura del método de Virtudes hoy” Ignacio Otaño S. M. pág.105

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En la primera parte o etapa de PREPARACIÓN nuestro empeño estaba puesto en adquirir la virtud por medio de la disciplina, del trabajo y de la práctica hasta convertirla en hábito. El éxito estaba en la medida en que lleguemos a ser conscientes de nuestras dificultades y obstáculos con el fin de controlarlos y guiarlos. Todo este trabajo nos será más fácil si lo vamos haciendo siguiendo los pasos de Jesús.

Ahora comenzamos una segunda etapa, necesitamos purificarnos de influencias que entorpecen nuestro caminar hacia Jesús y llegar a ser lo que El Señor ha soñado para cada uno de nosotros.

Hacemos una pequeña diferencia entre: preparación y purificación.

En la preparación, se trataba de dominar los obstáculos o liberarnos de ellos. En la purificación, vivimos en medio de ellos y crecemos hacia una vida nueva; la purificación acepta los obstáculos, pero los despoja de su influencia negativa, los hace trabajar en bien de uno.

Un ejemplo: “No reces para que la vida te sea más fácil; reza para ser cada vez más fuerte” “No reces para que tus tareas sean iguales a tu capacidad; reza para que tu capacidad iguale a tus tareas”. “No muevas la montaña, Señor; enséñame a subirla”

Todo camino hacia la santidad, siguiendo la espiritualidad de los santos contiene alguna dinámica de purificación. En cualquier crecimiento hacia la plena madurez espiritual se nos pide pasar por la limpieza de todo lo que daña nuestras capacidades. Aquí tendremos que apoyarnos de forma incondicional en la fuerza del Espíritu Santo. A nosotros nos toca someternos a su acción y cooperar con ella.

Podríamos resumirlo así: La obra de purificación es sencillamente la manera en que cedemos a la acción purificado-ra de Dios y cooperamos con ella.

Para cada obstáculo que encontremos en la vida, existe una manera de vivir pasando por otra situación de forma que nos purifique de su influencia negativa y nos guíe más profundamente hasta la fuerza de la propia virtud de Jesús. De esta forma nos vamos liberando gradualmente de los obstáculos que no podemos evitar y de las fuerzas que nos desvían en nuestra vida. La virtud y el poder de Jesús en nosotros se van liberando en forma creciente, y la gracia de Dios se va haciendo más dinámica.

La etapa de purificación alcanza hasta las mismas raíces de nuestras faltas y nos prepara para una cooperación más plena con la gracia de Dios; en la preparación no se ha hecho más que cortar las ramas, mientras que en la purifi-cación se buscan las pequeñas raíces para extirparlas y destruirlas”1

El Beato nos señala seis obstáculos que amenazan detenernos o desanimarnos en el camino que nos lleva a Jesús.

Obstáculos que amenazan detenernos o desanimarnos Actitudes a lograr Tres son limitaciones que proceden de nuestro interior: Limitaciones y debilidades personales Confianza en Dios Inclinación del propio yo al mal Conciencia de las propias limitaciones Dudas, incertidumbres, inquietudes Recurrir a la dirección Tres son las limitaciones que nos llegan de fuera: Oposición y resistencia al bien que hacemos Paciencia Tibieza, infidelidad a los compromisos adquiridos Renovación frecuente de los compromisos Tentaciones Resistir al mal con actos opuestos

TIEMPO DE PURIFICACION (superar la mediocridad) Actitudes a lograr Obstáculos

Confianza en Dios Limitaciones y debilidades personales La sencillez Inclinación del propio yo al mal Recurrir a la dirección Dudas, incertidumbre, inquietudes Paciencia Oposición y resistencia al bien que hacemos Fidelidad, Renovación frecuente de compromisos Tibieza, infidelidad a los compromisos adquiridos Fortaleza. Resistencia al mal en actos opuestos Tentaciones Textos para meditar Deuteronomio: 1, 6-8 / Juan 15, 2

1 “Lectura del método de Virtudes hoy” Ignacio Otaño S. M. pág.105

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1er PASO - Tener confianza en Dios LIMITACIONES Y DEBILIDADES PERSONALES

Vivimos en un mundo donde el estrés y las tensiones por el trabajo, la familia, los estudios, son tan grandes que nuestros recursos humanos no son adecuados para enfrentarlos, nos sentimos débiles e impotentes en algunos casos. La pregunta es:

¿Qué podemos hacer?

Cambiar de rumbo para no sentir nuestras limitaciones

Confiarnos en algún poder mayor que el nuestro

Podemos elegir entre permanecer en la seguridad de nuestros propios medios o arriesgarnos a llegar más allá de ellos, apoyándonos en la fortaleza de otro.

Poner nuestra confianza en Dios.

Con frecuencia tratamos de vivir las virtudes de Jesús pero lo hacemos a nuestro modo o según mi yo personal.

El Beato nos dice que la virtud que se basa solamente en nuestra propia confianza es virtud débil, porque hace que nuestro ego se apropie de nuestra fortaleza y esta fuerza es muy limitada en comparación con la virtud que se apoya en Dios. Estamos siempre propensos a adjudicarnos lo bueno que hacemos y olvidarnos que todo viene de Dios. Ya Jesús nos lo había dicho: “Tengan cuidado de hacer obras buenas para que la gente pueda verlos” Mt. 6,11.

Aquí queremos descubrir no lo que nosotros hacemos, sino lo que Dios hace en nosotros. De esta forma los límites los podemos descubrir como un elemento dinamizador, a través de los cuales Dios está actuando.

Ej. Nuestra oración es débil cuando la hacemos sólo con nuestros recursos: “Cuando oren, no sean como los hipócri-tas que aman ponerse en pié y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles para que los demás puedan verlos” Mt.6,5 ESTABLECIENDO DIFERENCIAS

Hay que distinguir entre: “límites” y “debilidades”.

Cuando hablamos de “límites” nos referimos a aquellos aspectos de nuestra realidad que no podemos superar y que son parte de nuestra condición humana, que es “limitada”. Ej. La estatura, la inteligencia, el color.

Cuando hablamos de “debilidades” nos estamos refiriendo a nuestros “límites voluntarios”, y que tienen que ver con nuestras fallas y pecados.

No nos olvidemos que la raíz más profunda de nuestro ser es “genética” y que muchas de nuestras debilidades, desequilibrios, falta de armonía las experimentamos como “límites” y en algunos casos como algo imposible de su-perar.

Intentaré marcar algunos ¨”límites” y “debilidades” que aparecen en nuestra vida, sin hacer distinción entre unos y otros, lo hago desde el campo de la experiencia.2

1. El cuerpo que tenemos con sus pequeñas y grandes “molestias”, enfermedades, necesidades, dificultades para dormir, hacer la digestión, dolor de cabeza, cansancio, torpeza propia de la edad, mayor o menor visión, audi-ción, mayor o menor resistencia para el trabajo manual o intelectual.

2. La inteligencia recibida con tal coeficiente intelectual, con tal capacidad para memorizar, facilidad para una cien-cia y no para otra, mayor o menor capacidad de abstracción, concentración.

3. La mayor o menor dificultad para expresar lo que pensamos y sentimos, para dialogar con los demás.

4. La simpatía natural, la capacidad para contar un chiste, estar de buen humor, ver el lado positivo de la vida, ser más o menos optimista.

5. Dificultad para perdonar, para establecer una relación cuando se rompió. El rencor. Las heridas que nos produ-ce el roce cotidiano con los demás que no sanan fácilmente, por una exagerada sensibilidad.

2 Cfr. Luís Casalá . “Hacia la madurez en Cristo”. Sigo el esquema que el desarrolla

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6. La vergüenza o el miedo a hablar, leer, expresarse en público, el estar pendiente del “qué dirán”, de la imagen que damos a los demás.

7. Las broncas que nos agarramos que generan como “nudos” dentro de nosotros. Ellas nos encierran y muchas veces nos cuesta salir aunque queramos y nos cuesta encontrar el buen ánimo.

8. Desequilibrios afectivos que nos hacen sentir celos, agresividad, apegos a personas o cosas, envidias.

9. La pereza que no podemos superar, al levantarnos, al encarar trabajos difíciles, sentarnos a estudiar.

10. Los miedos desmedidos a ciertas situaciones, compromisos, tareas, personas.

11. El cansancio que nos recuerda que no somos omnipotentes.

12. La “palabra que se nos escapa”: como ironía, agresión, grosería, evasión, mentiras más o menos piadosas.

13. La mayor o menor capacidad “artística” para: cantar, pintar, escribir una poesía, expresarse por medio de ma-nualidades.

14. La dificultad para superar ciertos hábitos contraídos: tabaco, alcohol, T.V. desordenes sexuales.

Esto y mucho más es lo que constituyen nuestras limitaciones y debilidades personales. ASUMIR NUESTRA REALIDAD

Aquí está el secreto del crecimiento en la vida espiritual.

Señalo algunas pautas.

1º- Es necesario aceptarse y amarse a sí mismo tal como somos.

Esto nos permite ser más LIBRES para mostrarnos tal como somos sin buscar posturas artificiales, que a la larga nos hacen sentir peor, más tensionados y culpabilizados.

2º- Crecer cada día más en confianza ante el Señor. Él es quien nos permite lograr lo que por nuestras solas fuer-zas parecería imposible alcanzar.

3º- Actitudes equivocadas o falsos caminos que tendremos que enfrentar.

Desanimarse y no perseverar en el esfuerzo.

Angustiarse, culpabilizarse o culpabilizar a los otros por nuestros fracasos o errores.

Creer que podemos hacer frente a cualquier situación con nuestras propias fuerzas.

Recurrir poco a la ayuda de Dios y seguir intentando superar solos los problemas por la fuerza de la voluntad.

“Transigir”, “llegar a un acuerdo” con nuestras debilidades, el conformismo.

La evasión, el autoengaño, la negación o la racionalización.

4º- Pistas para enfrentar estas situaciones.

Confiar más en Dios que en nuestras cualidades. El actúa más allá de nuestras limitaciones. Llega a donde noso-tros no llegamos. Poco a poco vamos experimentando el poder de Dios en nosotros y a través nuestro.

El Trabajo de purificación consiste sobre todo en ir abandonando la excesiva confianza en nuestras propias fuer-zas para que Dios pueda actuar en nosotros, sin que nosotros obstaculicemos su acción.

Siempre es bueno aprender a reírse de nuestras limitaciones y debilidades

Mirar la vida desde Dios y descubrir todo lo que de Él hemos recibido, dejar que desde el corazón surja una ala-banza por todas las cosas buenas que el Señor nos ha regalado.

Mirar la actitud del Cireneo frente a la cruz, quizás en algún momento la rechazamos, pero qué bueno que al final la abracemos, la besemos.

Todas estas limitaciones o debilidades forman parte de esa cruz. Que supone el seguimiento de Jesús.

Aceptar cordialmente nuestras limitaciones es distinto a conformismo.

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Avanzaremos en la vida si somos capaces de superar lo que parece imposible, lo conseguiremos, si no negamos nuestra realidad por más dolorosa que sea. TRABAJO PERSONAL

Puedes hacer una lista de las limitaciones y debilidades que descubres en tu vida y tratar de ofrecérselas al Señor por medio de una oración.

¿Me he detenido a tomar conciencia de mis limitaciones y debilidades?

¿Acepto estas debilidades como algo propio de mi humanidad, o las veo como una carga que prefiero esconder u olvidar?

¿Tengo la confianza suficiente para creer que el Señor puede sanarme y transformarme?

Medita el texto de Juan 9,3 “Nací así para que se manifiesten en mi las obras de Dios”

¿Me atrevo a aplicarme esto a mi mismo como Jesús lo afirmo del ciego de nacimiento?

¿Soy capaz de agradecer al Señor por lo que soy, lo que vivo, lo que tengo y como soy?

Piensa si necesitas: Reconciliarte contigo mismo.

Reconciliarte con Dios, perdonar a Dios.

Reconciliarte con el pasado

Reconciliarte con tus padres.

Te invito para que hagas un pequeño examen de conciencia para poder discernir el grado de responsabilidad que tengo ante mis debilidades o limitaciones, ante mi pecado o fallas personales. No dudes en acercarte al Sacramento de la Reconciliación, siempre será fuente de Paz, de Alegría y Fortaleza.

Necesito reconocer con humildad mis fallas personales

Necesito aceptar desde el corazón su perdón.

Descubrir que El me regala su gracia por medio del Sacramento de la Reconciliación.

Es muy bueno que antes de cada acción que vayas a realizar, puedas ponerte en la presencia de Dios y enco-mendársela a Él, puede ser al levantarte, al comenzar el trabajo, estudiar, antes de las comidas, al acostarte, ante una situación que tengo que resolver.

Pronto te darás cuenta de los beneficios que en ti se van produciendo al hacer presente al Señor en cada una de tus actividades.

Si vivo en la presencia del Señor, tendré siempre una mirada distinta ante mí mismo, ante los demás, ante los acon-tecimientos que día a día voy viviendo o me toca vivir.

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2do PASO - Sencillez INCLINACIONES DE NUESTRO EGOISMO

¿Qué es la sencillez?

La sencillez es una virtud que nos hace ser en cada momento lo que tenemos que ser, sin sentirnos superiores o inferiores.

Se manifiesta en la forma o modo de adaptarse a las distintas situaciones sin llegar a ser molesto para los demás. Esto implica ser conscientes de quien es uno, respetar al otro y valorar a la gente por lo que realmente es, a pesar de que en algunos casos no sea de nuestro agrado.

La sencillez encierra en sí mismo una belleza y una alegría que nos permite sonreír a un niño, contemplar el cielo, observar una flor, descubrir los secretos de una hormiga, de un ave construyendo su nido.

La sencillez nos libera del yo, para volvernos parte del momento, para estar más presentes en lo que hacemos y vivimos. Hoy el estilo de vida tan atareado no nos deja disfrutar de la vida, no nos deja estar aquí o ahí plenamente.

En la sencillez tenemos pocas responsabilidades, somos más libres y valoramos más nuestra libertad.

Desde la sencillez podemos ver y descubrir cosas que nunca habíamos notado antes. Nuestra vida se mueve en espacios más lentos, podemos estar presentes para todos. Podemos estar presentes para nosotros mismos.

En la medida que vamos avanzando en la vida espiritual, vamos entrando más en el camino de sencillez, somos más creativos, más alegres. Entramos en un mundo nuevo, oculto al de la vida ocupada y seria.

La sencillez atrae al instinto, la intuición y el discernimiento para crear pensamientos con esencia y, sentimiento de empatía. Sencillez es la conciencia que llama a las personas a replantearse sus valores.

La sencillez crece de las raíces sagradas, personificando una riqueza de virtudes y valores espirituales que se mani-fiestan en las actitudes, las palabras, las actividades y el estilo de vida. La sencillez es hermosa y, como la luna, irradia frescura, en contraste con el resplandor del sol. La sencillez es natural. Puede tener una apariencia corriente y carente de atractivo para aquellos cuya visión está acostumbrada a lo superficial. Sin embargo para aquellos que poseen el discernimiento sutil de un artista, una vislumbre de sencillez es suficiente para reconocer la obra maestra.

La sencillez combina la dulzura y la sabiduría. Es claridad en la mente e intelecto. Los que personifican la sencillez están libres de pensamientos extenuantes, complicados y extraños. En la sencillez hay altruismo, el que personifica esa virtud ha renunciado a la posesividad y está libre de los deseos materiales que distraen al intelecto haciéndolo divagar hacia territorios inútiles.

La persona sencilla está libre de ataduras materiales porque lo tiene todo, en especial la satisfacción interna y esto se refleja en el rostro, libre de perturbaciones, debilidades e ira y en la conducta, con una elegancia y una majestad extraordinaria. La sencillez nos hace ser inocentes como un niño y maestros y sabios como un anciano.

De la sencillez surge la generosidad y generosidad es compartir con espíritu altruista aquello que tenemos, en lo material, espiritual e intelectual. La generosidad es dar de uno mismo aquello que no tiene precio: paciencia, amistad y apoyo.

La sencillez es como la verdad. La belleza de la verdad es tan sencilla que funciona como la alquimia, La luz de la verdad no puede quedar escondida, alcanza a todos e irradia esa luz con la propia vida, transmitiéndolo con el ejem-plo de la sencillez. Los sencillos viven y dicen la verdad ofreciendo belleza a las vidas de los demás. La sencillez y la verdad pueden compararse al joyero que fiel a su profesión hace todas las cosas y cada una de sus joyas precio-sas y perfectas, pero él sigue siendo sencillo.

La sencillez es la conciencia que dirige una llamada a la gente para que replantee sus valores. La sencillez nos cuestiona si entramos en el mundo del consumismo para comprar productos innecesarios. Las incitaciones psicoló-gicas crean necesidades artificiales. Los deseos estimulados por cosas innecesarias llevan a un conflicto de valores en el que se mezcla la avaricia, el miedo, la presión, y un falso sentido de identidad. Cuando se satisfacen las nece-sidades básicas que permiten un estilo de vida confortable, los extremos y los excesos conducen al derroche y al desperdicio.

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La sencillez reduce la diferencia entre “lo que tengo” y “lo que me falta” demostrando la lógica de la verdadera eco-nomía: ganar, ahorrar, invertir y compartir los sacrificios así como la prosperidad, de manera que pueda haber una mejor calidad de vida para todas las personas, independientemente de donde hayan nacido.

Textos bíblicos:

1Cor.1,26-28 1Cor.1,29 Mc.9,41 Lc. 21,1-4 Hech.20,28

1Jn.1,9-11 Hech.22,16 Hech.2,38 Hech.2,47 Hech.20,7

Santiago.5,16

Un claro ejemplo de sencillez

La Navidad es la fiesta de la sencillez, de la simplicidad, de la transparencia, de la rectitud, de la ingenuidad, de la espontaneidad, del asombro, por eso decimos que es la fiesta de los chicos, de los pequeños, de ese ser incontami-nado que sabe descubrir lo esencial de la vida y busca quien lo reciba con cariño y donde pueda descansar al abrigo de una gran confianza. El niño de Belén suscita ternura, fragilidad, cercanía y trascendencia.

El creador se hace criatura, la omnipotencia se somete a la fragilidad, la riqueza sufre la pobreza, lo grande se hace pequeño, la santidad se introduce en el mundo, la Vida Divina asume la condición humana.

EL EGOCENTRISMO (Inclinación del propio yo al mal)

Somos conscientes que llevamos dentro de nosotros mismo una raíz de “ ego-centrismo”. Esta raíz es tan profunda que nunca podremos superarla del todo. Es una de las marcas más típicas del hombre viejo en nosotros.

El egocentrismo consiste en utilizar a los demás en beneficio propio, en absolutizar nuestras necedades relativizando las de los demás, en constituirnos en el centro de todo, en adjudicarnos los méritos, o por contrapartida, sentirnos víctimas de todo, a sobrevalorar nuestras virtudes, a auto-engrandecernos. Sea por exceso o por defecto seguimos pendientes de nosotros mismos. Seguimos siendo el punto de referencia de todo.

Esta tenencia nada tiene que ver con la correcta e indispensable autoestima, con el necesario “amor a sí mismo”, con la satisfacción de nuestras legítimas necesidades, con el justo reconocimiento del bien que hay en cada uno de nosotros. Nada tienen que ver con el complejo de inferioridad. Por el contrario, el egocentrismo es la deformación de todo ello. Quizás porque exageramos nuestras virtudes o porque exageramos nuestros defectos o carencias, segui-mos pendientes de nosotros mismos.

Aquí nos proponemos como objetivo de esta nueva etapa: vivir con sencillez. PROPUESTA.

Estamos en la etapa de purificación, en ella vemos cuales son nuestros límites u obstáculos interiores, uno de los obstáculos más difíciles de superar es nuestro egoísmo para enfrentar este obstáculo; necesitamos redescubrir el amor. En el amor se resuelve todo el esfuerzo del camino a la santidad. Nuestro objetivo sería: amar cada día más. El amor es entrega, generosidad, compresión, fidelidad, el amor es paciente, servicial, el amor no es envidioso… Cfr. 1Cor 13,1-13.

Hay muchos impedimentos en nosotros que no nos permiten amar, como la ingratitud, los celos, las envidias, la in-capacidad para sintonizar con la alegría o poder descubrir el dolor de los demás, porque estamos demasiado ence-rrados sobre nosotros mismos, el no poder perdonar, el ser exageradamente susceptibles a lo que nos dicen, en especial a las críticas o a ciertas bromas, el ser el centro de las conversaciones, lamentarse constantemente de que nadie me comprende o escucha, el sentirme víctima, vivir juzgando a los demás.

Hay momentos en mi vida que vivo estas situaciones como verdaderos límites, y límites dolorosos, por ejemplo cuando tengo que enfrentarme al perdón, me doy cuenta que me cuesta mucho perdonar.

El amor es un don que tengo que acoger en mi vida como regalo de Dios y si es un don tengo que alegrarme, cele-brarlo, salir al encuentro del otro desinteresadamente, buscar su bien. Aquí no se trata de negar nuestras necesida-des más profundas de recibir amor, intentamos sí, purificar nuestras motivaciones.

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ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL AMOR.

El Plan de Dios es entrar en comunión con el hombre, así ha sido todo la historia de la salvación. Dios ha querido hacer al hombre a su imagen y semejanza, ha querido hacer familia con él, nos ha hecho partícipe de su naturaleza. Pero algo ha desfigurado el rostro del hombre. Gn. 13. El pecado. Parecería que es imposible la armonía, la comu-nión.

La Sagrada Escritura presenta el pecado como una trágica realidad que hunde sus raíces en la misma sustancia del hombre. Cfr. Sal 50; Rom.7,14

Mc.1,14-15. Comienza su evangelio con una llamada a la conversión. Convertirse significaría avanzar hacia Dios, sería pasar del hombre viejo. Rom.6,6; Ef.4,22; Col 3,9 hasta llegar al Amor, porque Dios es Amor. 1Jn.4,16. El Hombre Nuevo.

Convertirse significaría, cambiar el corazón. Mc.1,15: Mt.4,17 El Sermón de la Montaña es el camino seguro hacia ese encuentro con el Señor, donde somos liberados de nuestras esclavitudes y egoísmos. La meta final será el amor. En la primera parte de las Bienaventuranzas se nos habla de la pobreza de espíritu, de la humildad del co-razón, de la paciencia, de la mansedumbre, del perdón. En la segunda parte las energías egoístas se transforman en amor, en servicio, en fraternidad.

Hacer el bien a los que nos hacen el mal (Mt.5,38-12)

Perdonar a los que nos ofenden (Mt.6,12)

Hacer las paces antes de presentar la ofrenda. ( Mt.5,23-25)

Corregir al hermano (Mt.18,15)

Hacer el bien sin buscar recompensa. (Lc.6,35)

Presentar la otra mejilla. (Lc.6,29)

Amar no solo a los que nos aman. (Lc.6,32).

La conversión sería pasar del egoísmo al amor. ALGUNAS ACTITUDES A SEGUIR.

Señalo algunas pautas simples y sencillas que nos ayuden en este camino del amor.

Dar participación a los demás en las tareas que realizo, aunque esto suponga ir más lento, o que las cosas no salgan como yo quiero.

No tener miedo a ser criticado.

No vivir pendiente de los elogios o buscando aplausos

Tratar de vivir la libertad interior, erradicando la timidez y estando menos preocupado de mi mismo o de mi imagen frente a los demás.

Descubrir la alegría que nace desde dentro, cuando mi conciencia está en paz por el deber cumplido, o por la satisfacción de haber servido y sentirme útil y no hacer las cosas solo por lo que me pagan.

Ser siempre agradecido y disfrutar lo que soy y lo que tengo, independientemente de lo que tengan los demás.

Tener la capacidad de renunciar con alegría, a buscar siempre lo mejor para mí.

No competir con los demás, sin la necesidad de ser el mejor o el primero.

Podríamos concluir con las palabras de Pablo. Cfr. (1Cor.13,1-13) ALGUNOS EJERCICIOS PRÁCTICOS.

1- Puedo hacer una lista de aquello que yo considero en mí como una virtud, en sus aspectos positivos.

2- ¿Cómo he llegado a adquirir esas virtudes ?. ¿Quién me ha ayudado?

3- ¿Qué me impulsa a hacer el bien a los demás?

4- ¿Vivo pendiente de la aceptación, alabanza o reconocimiento de los demás?

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5- Realizo actos que no me puedan recompensar o que nadie se dé cuenta de ello. Ej. Limpieza de alguna zona de la casa, donaciones anónimas.

6- ¿Cómo encajo en mi vida la ingratitud de los demás?.

7- Rezar al Señor dando gracias por los dones que los otros han recibido.

8- Al acostarme recordar a quien he tenido más presente durante el día, en que se me van mis pensamientos cuan-do viajo, cuando estoy solo, cuando no tengo nada que hacer. Pienso solo en mis problemas?, En los demás?, En Dios?

Textos que pueden ayudarnos a enriquecer las motivaciones y la oración:

1Cor.4,7 Lc.6,34-35 Mt.6,1-6 Lc.10,21

 

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3er PASO – Dirección Espiritual DUDAS, INCERTIDUMBRES, INQUIETUDES.

La duda suele ser compañera de nuestro viaje cotidiano sobre todo en el camino siguiendo a Jesús.

Las dudas con frecuencia pueden abrumarnos, pueden hacer de cada decisión una agonía, pueden causarnos sen-timientos de inseguridad

Surgen preguntas que nos inquietan: ¿Será cierto? ¿Dónde está Dios? ¿Vale la pena seguir este camino? ¿Por qué no puedo ver con más claridad o sentir lo que estoy haciendo? ¿Por qué no avanzo en la oración? ¿Por qué Dios no me sana? ¿Por qué Dios permite esto?

Todos los creyentes experimentaron esta tentación y en algunos momentos se vieron envueltos en las dudas, en la “noche oscura”. La duda es un límite de la Fe. Es un obstáculo interior en cierto modo infranqueable porque la fe, por naturaleza, se mueve en la oscuridad. Su campo no es lo “evidente”, lo natural, lo visible.

Estas dudas pueden acrecentarse cuando vivimos inmersos en un mundo secularizado, en un mundo que parece funcionar muy bien, prescindiendo de Dios. Un mundo que, a veces, se nos muestra como la única realidad consis-tente, verificable. Frente a él la fe aparece como una quimera o como un sueño, un bello sueño en el mejor de los casos, pero no como algo real.

Frente a este límite, que en ciertos momentos de la vida puede hacerse más manifiesto, la virtud que debe desarro-llarse es la misma FE. Una FE que sea capaz de “saltar por encima de las evidencias”. Una fe que nos permita afir-mar que lo invisible de Dios es más real que lo visible del mundo, y que los criterios del Evangelio son más ciertos que los criterios de funcionamiento del mundo. INCERTIDUMBRE E INSEGURIDAD.

La duda aparece con frecuencia bajo el signo de la incertidumbre que genera inseguridad. Aunque a veces sea la inseguridad la que se transforma en madre de la incertidumbre. Son límites con los cuales de una u otra manera nos vamos a encontrar.

Hablamos aquí de incertidumbres sobre decisiones que conllevan algún riesgo. La purificación no suprime las dudas e incertidumbres, pero alivia la ansiedad e inseguridad que ellas nos causan.

Si queremos llevar una vida plena y feliz tenemos que ir más allá de la indecisión, la ansiedad y la duda sobre uno mismo. ALGUNOS EJEMPLOS.

En el campo de la psicología y de la vida espiritual, se plantea el problema de la inseguridad, en estrecha relación con la falta de confianza en sí mismo, que se expresaría en frases como: “no estoy seguro de mí mismo”. “tengo siempre miedo a que no salga bien”, “no creo que sea capaz de ”. No se trata aquí de una inseguridad “patológica”.

La inseguridad tiene sus raíces en problemas por lo general profundos, relacionados con la identidad de la persona-lidad, sería terreno propio de la etapa de preparación que apunta al autoconocimiento y autodominio personal. ALGUNOS EJEMPLOS EN LA VIDA COTIDIANA.

1- Esto es bueno o es malo, está o no está permitido? 2- ¿Qué me está pidiendo Dios en este momento? Decisión, sacrificio.. 3- Es esta la mejor solución al problema? Es lo que Dios quiere? 4- Busco con sinceridad la construcción del Reino 5- Cuál es la motivación última por la que realizo esta tarea, trabajo… 6- ¿Qué camino me hará más feliz? 7- Tal inspiración me viene de Dios o parte de mi egoísmo? 8- Cómo elegir lo mejor, lo que Dios quiere, lo que es válido, gratificante 9- ¿Qué hacer cuando mis acciones han producido algún mal o prejuicio 10- Ante tal persona en tal situación, debo callar, estimular, denunciar..

Todos estos y muchos más son ejemplos de situaciones en que podemos quedar “paralizados” por la duda y la in-certidumbre.

Necesito avanzar, superar indecisiones, elegir lo mejor.

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Si queremos llevar una vida plena y feliz tenemos que ir más allá de la indecisión, la ansiedad y la duda sobre noso-tros mismos. ANTE EL MOMENTO DE TOMAR DECISIONES

Es una palabra clave en estas situaciones, toda decisión está precedida de discernimiento. Aquí abordaré el pro-blema de la decisión.

Muchas intenciones, ideales, propósitos, se frustran cuando llega el momento en que tenemos que arriesgar, tener coraje de decidir.

De todas formas al dudar sopesamos opciones, aunque en algunos momentos la duda puede ser neurótica si no la podemos vencer, y nos deja paralizados. ANTE LA ELECCIÓN

Siempre que tomo una decisión arriesgo, esto significa que no estamos absolutamente seguros del resultado. El peligro está en no tomar decisiones o dejar que otros opten por nosotros para no cargar con la responsabilidad de tal o cual elección. Es importante liberarnos de la necesidad de “estar seguros” de lo contrario haremos las cosas agi-tados y no en paz.

Siempre que elijo tomo una opción y tengo que dejar de lado algo. Siempre nos alegra el bien elegido pero a la vez nos entristece por el bien rechazado, con frecuencia preferimos no optar para no sufrir por esa ausencia.

Otras veces tenemos miedo al compromiso, alguna vez la opción que nos parece más correcta es la más difícil. En nosotros siempre existe una tendencia a buscar lo más fácil, lo más cómodo. Toda decisión transcendente exige sacrificio, fidelidad, coherencia. En algún caso ante este esfuerzo optamos por “borrarnos” no damos la cara o “transamos”, es más fácil que decir no. Nos “hacemos los distraídos” es menos riesgoso que enfrentar una situación. “Esperamos otra oportunidad” que a lo mejor nunca llega, evito tener que “jugarme” EJECICIOS PRÁCTICOS

Puedes hacer una lista de elecciones que has hecho como las más importantes.

1- ¿En qué decisiones tuve más dudas? 2- ¿Qué hiciste para resolverlas? 3- ¿Me cuesta tomar decisiones? 4- ¿Me siento libre al tomar una decisión?

DIRECCIÓN ESPIRITUAL (pedir consejo)

Recurrir al consejo de los demás nos procura siempre ideas u opiniones de otra persona, lo cual aumenta nuestras posibilidades de tomar una buena decisión. Normalmente no necesitamos tener el consejo de un experto, basta un amigo en quien confiamos, esto nos puede ser de gran ayuda. Dios puede servirse de las personas, amigos, para ayudarnos a caminar por la vida.

En la presente etapa de purificación lo que buscamos en todo momento es hacer la voluntad de Dios. Esta determi-nación exige esfuerzo, sacrificio, renuncia, búsqueda de la verdad, estar abiertos a lo que los otros nos puedan decir sobre nuestros proyectos.

Todo esto no supone una renuncia a nuestra libertad, es todo lo contrario, es la búsqueda del bien y de la verdad, todo sentido de prudencia pide consultar con los que tienen más sabiduría en la vida.

Podríamos hablar aquí de una ayuda en nuestro caminar hacia Dios. El acompañamiento espiritual.

Rom.8,14 “Los que son conducidos por el Espíritu, ésos son los hijos de Dios”

Ef.5,8-10 El Cristiano debe caminar como hijo de la luz. El Espíritu Divino entabla con el espíritu humano un diálogo misterioso, en un constante dinamismo de transformación interior y de renovación, para pasar de la edad infantil a la fe del hombre adulto en Cristo.

La “historia de la salvación” es una obra del Espíritu Santo. El “hombre nuevo”, espiritual, renovado en el Espíritu (2Cor.17) escribe su propia página en la historia de la salvación guiado por ese mismo Espíritu (GS 19).

El Espíritu dirige al “hombre nuevo” interiorizando en él, el misterio de Cristo:

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El Espíritu convierte la ley en gracia. Rom. 8,1-2; 6,14)

El Espíritu lleva a la plenitud la caridad: prueba de la inhabilitación de Dios en nosotros. (1Jn.3,24)

La condición indispensable de este don es el mandamiento del amor a Dios (Jn.4,23) y el amor al prójimo (1Jn.4,12-13.

Así, “la dirección del espíritu”, en el amor, realiza la filiación y la fraternidad, todo bajo la dirección del Espíritu Santo.

Es claro que el único guía del cristiano y el verdadero director espiritual es el Espíritu Santo.

Dice San Juan de la Cruz: “Adviertan los que guían las almas y consideren que el principal agente y guía y movedor de las almas en este negocio no son ellos, y que ellos sólo son instrumentos para enderezarlos en la perfección por la fe y ley de Dios, según el Espíritu que Dios va dando a cada una”.

Dejándonos conducir por el Espíritu, nuestras obras serán según el Espíritu (Gal.5,25).

El cristiano no se somete a las pruebas de la vida, sino que las discierne para descubrir en ellas la voluntad de Dios.

El acto de discernimiento es aprender a leer la acción del mismo Espíritu a través de múltiples claves:

La Palabra de Dios El momento sociocultural actual. La historia de la salvación. La propia historia. La psicología de cada uno. El momento de la propia vida.

Todo esto requiere un “tiempo”, el tiempo del Espíritu que se mueve en un clima de Paz interior como garantía de lo que viene de Dios.

Jesús es el único mediador, instituyó y mantiene continuamente en la tierra a su Iglesia, conducida por el Espíritu (LG.8). “El Espíritu sin la Iglesia sería una fuerza sin instrumento de acción. Una Iglesia sin espíritu sería un cuerpo sin alma. En la Iglesia los creyentes en Cristo por el Espíritu, se ayudan mutuamente, trabajando juntos por la salva-ción de todos los hombres. Esta ayuda tiene formas oficiales como el magisterio o los sacramentos, pero “a su lado crecen otras prestaciones que se ofrecen entre sí los hermanos en la fe.”

La colaboración humana en la obra de santificación se cimenta ya en la misma Biblia, y la vida de los santos está repleta de ejemplos. Esta colaboración, la llamamos “dirección espiritual” “director” o “padre espiritual”. También se dice “acompañamiento espiritual”. Todo acompañamiento espiritual es una ayuda fraterna

La vida espiritual hay que entenderla como un dinamismo; avance, progresión, camino. El acompañamiento es un camino progresivo hacia la perfección, hasta conseguir la madurez en Cristo.

Todo cristiano debe ser un acompañante en este camino hacia el hermano como una forma de crecer juntos en el Cuerpo Místico de Cristo. Esta ayuda se presta bajo múltiples formas, como la convivencia, la amistad en grupo.

Me detengo en la dirección Espiritual. LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

Tenemos que descubrir el papel que la Iglesia ha ofrecido en este campo, en el camino de la fe, en la consecución de la identidad cristiana y en las distintas formas de santidad según grupos o comunidades.

La “dirección espiritual” es la expresión más representativa de la colaboración humana en la vida espiritual, es un cometido noble, difícil y delicado. Es una de los más preciados carismas del Espíritu.

El hombre de hoy quiere, necesita y puede ser acompañado en el camino hacia la perfección. ALGUNAS ACLARACIONES

El acompañamiento espiritual sería la ayuda espiritual y permanente en la iglesia que una persona libremente elegi-da presta a otra, que se le confía enteramente para ser “acompañada”, a la luz del Espíritu, en el desarrollo de su vocación cristiana.

Las personas son tres: El Espíritu. El director-acompañante y el dirigido-acompañado.

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El dirigido, elige libremente y se confía enteramente

El director, debe ser capaz de prestar una ayuda “espiritual y permanente”.

Todo debe llevar a dar una respuesta a la gracia del Espíritu que lo guía hacia el pleno desarrollo de su vocación cristiana. TENER EN CUENTA

El proceso de crecimiento es ante todo “obra del individuo” guiado y siendo dócil al Espíritu.

Ayudar a la persona a descubrir sus propios recursos, carencias, necesidades, valores y motivaciones.

El crecimiento armónico supone “el desarrollo de todas las funciones psíquicas y espirituales” (no entra el volunta-rismo ni el intelectualismo, ni sólo el afecto)

Exigir todo aquello que la persona está en grado de dar.

Acoger y prestar atención a la persona que intenta exponer una situación suya de conciencia.

Facilitar la narración con intervenciones adecuadas y que estimulen la auto-exploración

Responsabilizar al individuo ayudándole a comprender y aceptar la parte que él ha tenido en el proceso y que ahora el mismo prevé como solución.

Estimularlo a asumir compromisos graduales para superar las dificultades.

Ayudar al dirigido a tomar conciencia de lo que le preocupa, valorar su significado moral y psicológico y prever la evolución moral y sus consecuencias.

No perder de vista que se trata de crecer hasta llegar a la plenitud en Cristo. JESÚS “EJEMPLO DE ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL”

El evangelio nos narra múltiples formas de acompañamiento espiritual, Jesús usa mucho el “coloquio”: Nicodemo, La samaritana, Zaqueo, El Joven Rico, Los Apóstoles. En todo momento respeta la libertad del coloquiante.

Jesús siempre trata de ayudar en el camino de la perfección de sus interlocutores. (Lc.19,9)

Hay otros diálogos de Jesús en el evangelio: con los fariseos, saduceos. Herodes, Pilato, donde no se establece comunicación y no hay coloquio de ayuda. Es que la persona se acerca con prejuicios a Jesús, sin apertura al Espí-ritu. (Lc.20,25-26).

Jesús es un “pedagogo del diálogo” Ej. El diálogo de Emaús. Lc. 24, 13-35) EJERCICIO PRÁCTICO

Hacer la experiencia de pedir consejo para alguna de las decisiones que debo tomar.

1- ¿A quién recurro para pedir ayuda?

2- ¿Me cuesta dejar participar a otros de mis decisiones?

3- ¿Me siento libre después de haber recibido un consejo?

4- Orar pidiendo al Señor luz y fuerza frente a las decisiones que tengo que tomar

5- ¿Pongo en manos de Dios todos mis proyectos?

6- ¿Cómo siento que Dios me expresa su voluntad?

7- ¿Obro siempre buscando la voluntad de Dios?

8- Cuando aparecen las dudas, sobre todo de Fe, le digo a Jesús: ¡“Señor creo, pero aumenta mi fe”!

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4to PASO – La Paciencia OPOSICION Y RESISTENCIA AL BIEN QUE HACEMOS

Dificultades:

La vida no es fácil, todos los sabemos, tenemos que enfrentar cientos de dificultades, sobre todo porque hay perso-nas que se resisten al bien que queremos hacer. El estilo de las obras de Dios, encuentra siempre resistencia por parte de ciertas personas y con frecuencia es más violento cuanto más importantes y elevadas sean esas obras. Todo esto pide PACIENCIA.

“Si a mí me han perseguido, también les perseguirán a Uds.” (Jn.15,20 )

“La tribulación produce paciencia, la paciencia una virtud probada y la virtud probada la esperanza. La esperanza no defrauda porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones” (Rom.5,3-5)

Uno de los mayores riesgos del cristiano, es el desánimo frente a las dificultades en lo que se refiere a lo religioso. En esta etapa de purificación es bueno tratar este tema, ya que no deja de ser un sufrimiento especial. Se trataría de la oposición y resistencia cuando intentamos obrar y hacer el bien, cuando alguien se opone a nuestras mejores intenciones o nos pone dificultades. Cuando no vemos el valor de este tipo de sufrimiento nos llega una especial tentación de detener la plena madurez que nos corresponde como personas, o dejar de realizar una meta importan-te.

Se trataría de conseguir que el sufrimiento tenga sentido, para que no sea inútil.

Podemos entender el sufrimiento en su causa cuando uno es censurado por alguna razón justa. Cuando no encon-tramos la razón nos quedamos en: “Es la voluntad de Dios”.

Cuántas veces oímos a la gente decir, al morir algún joven en accidente, o por una causa violenta, ”Era la voluntad de Dios, era su momento, así que Dios se lo llevó”. Es una idea falsa, por eso estas emociones deben ser purifica-das. Se trata de dar sentido, purificando esas emociones como un misterio que puede desembocar en nueva vida. Cuanto más seguimos a Jesús pasando sus pruebas más duras, tanto más nos damos cuenta de que él no explica su sufrimiento en conceptos humanos, sino que lo vive de manera que le ayude a él y a nosotros a vivir una vida más plena y duradera. Jesús no vino a eliminar el sufrimiento sino a darle un sentido.

Otras veces culpabilizamos a Dios ante un terremoto, un incendio, un desastre climático. Dios no tienen nada que ver con la causa de tales desastres. Son leyes impresas en la misma naturaleza que se cumplen normalmente.

En el ser humano siempre está la tendencia de echar la culpa a alguien. El cristiano debe mirar siempre a Jesús. Jesús vino para salvar al hombre de las consecuencias de sus propios pecados. (Hebreos 10,7). Jesús quiere ayu-darnos a expulsar el pecado y sus consecuencias de muestras vidas. Jesús haría cualquier cosa para salvarnos del pecado y darnos nueva vida

En cierto sentido Jesús estuvo sin defensa frente al mal y, con todo, él lo destruyó. Él no impidió experimentar en sí mismo toda la furia del mal. Más bien lo asumió y vivió en medio de sus consecuencias hasta resucitar a una nueva vida.

En las contradicciones y en la oposición aprendemos a obtener de Jesús nuestra paciencia manteniéndonos firmes en sus disposiciones. Las dificultades se convierten en encuentros con El, y nos hace ver los efectos del pecado.

Tenemos que decir que con frecuencia la muerte, la injusticia, el pecado que se ensañan con el hombre, no parecen dejar lugar a la esperanza.

La dimensión de la “cruz” presente en toda realidad humana también está presente en el camino del seguimiento de Jesús. A nadie le gusta el sufrimiento, la cruz. A Dios tampoco. No la quiere para su propio Hijo Jesús ni para no-sotros. Dios lo que quiere es la vida. Lo que sí quiere que su Hijo y nosotros amemos hasta las últimas consecuen-cias, aunque esto suponga dar la vida en esta historia que la libertad del hombre ha marcado con el pecado y la muerte. ALGUNOS TESTIMONIOS

La vida del cristiano a lo largo de los 20 siglos de historia, no ha sido fácil, con frecuencia ha estado marcada por el dolor, la cruz, la persecución. La difamación. Todo esto suele ocurrir cuando decidimos obrar el bien, defender la

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justicia, anunciar la liberación integral que Jesús nos trae. Este fue el destino de los profetas de todos los tiempos, antes y después de Cristo, la lista de los mártires es inmensa.

Textos: Sabiduría 2,12-20; Jeremías 26,1-9; Mateo. 14,1-12; Mateo. 13,54-58 LOS ROSTROS DE LA PERSECUCIÓN

Las dificultades en el seguimiento de Jesús se expresan bajo muchas formas.

Experimentar la soledad, la segregación, ser dejado de lado.

Sufrir la incomprensión, la crítica, la murmuración.

Ser “etiquetado”, catalogado, pre-juzgado, vigilado.

Enfrentar calumnias, difamaciones.

Ser objeto de agresiones verbales o físicas.

Sufrir burlas, ser ridiculizado, tomado por loco, ingenuo, “idealista”.

Perder amistades, rupturas familiares. NUESTRA REALIDAD

Tenemos que aceptar nuestra realidad, no somos inmutables que no sentimos nada, no podemos enfrentar estas situaciones de manera estoica (sin sentir sufrimiento ni emoción). Jesús lloró ante el dolor, experimentó el rechazo de los suyos, sudó sangre cuando sintió que su “hora” había llegado, buscó el consuelo de los suyos. Tenemos que reconocer que estos conflictos nos afectan, no somos “superhombres”.

Puede ocurrir que ante estas dificultades.

Dejamos de lado nuestros compromisos, nos desanimemos.

Dejamos de lado a los otros, me creo más que los demás.

Colocarme en actitud pesimista ante la vida, “no va más esto”, me hago daño, me amargo.

Ponerme en actitud agresiva, cerrarme sobre mí mismo, culpabilizar a otros.

El miedo dice que paraliza, aquí puede ocurrir lo mismo.

Desestabilizarme emocionalmente, dejar de ser lo que soy, pierdo la alegría, la paz, el buen humor.

Dejar que surjan en mi sentimiento de venganza, de rencor.

Tomar la justicia por mi cuenta, olvidando la dimensión de la misericordia, del perdón.

Visualizarme como víctima de todo lo que ocurre.

Creerme incomprendido.

Culpabilizar a los demás.

Huir ante el peligro, aislarme, hacer mi mundo aparte.

Renunciar a mis valores.

Dejar de lado mi vocación.

Dejar de lado a las personas y querer aplicar la justicia por la justicia LA VIRTUD DE LA PACIENCIA

La Paciencia es la virtud que nos puede ayudar a sobrellevar las pruebas y contradicciones con fortaleza. La pa-ciencia es distinta a la debilidad, al simplemente aguantar, resignarse.. La paciencia está en la línea de la fortaleza. Solamente el fuerte puede ser paciente.

Un ejemplo

Mirar a Jesús y descubrir en El la paciencia, es especial su actitud hacia los pecadores.

En Jesús se encarna la paciencia del Padre.

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Jesús reprende la impaciencia de sus discípulos (Lc.9,55)

La mayoría de sus parábolas nos revelan su paciencia, misericordia, comprensión. (Hijo Pródigo o Padre Misericor-dioso) Lc.15

Al que quiere seguirle le pide que sepa perdonar hasta “setenta veces siete” es decir siempre.

El Evangelio nos revela a Jesús con una gran capacidad para comprender las debilidades y defectos del ser huma-no, con capacidad para la tolerancia, la mansedumbre y sobre todo la caridad. (Mt.5,45; 1Cor.13,4; Ef.4,2).

En la Pasión y Muerte de Jesús se nos descubre a un Jesús que muere perdonando a sus verdugos.

Que se nos pide?

Desarrollar la virtud de la paciencia que nos capacita para aceptar y ser fieles a la Voluntad del Padre.

La paciencia perseverante ante el sufrimiento y la persecución, permitidas por Dios, nos capacitan para poner toda nuestra vida y nuestro destino en manos del Señor y hacer de Él nuestra fuerza.

La paciencia nos lleva a participar en la pasión de Jesús que debía sufrir para entrar en su gloria. (Lc.24,26)

La paciencia nos permite tomar parte en la pasión redentora de Jesús (Filipenses 3,10; Rom.8,17).

La paciencia es fruto del Espíritu (Gal.5,22)

Para llegar a vivir la virtud de la paciencia hay que pedirla al Señor como un Don que él nos regala.

Ejercicio Práctico.

¿Soy paciente frente a los demás cuando veo que su crecimiento espiritual es más lento de lo que desearía?

¿Confío en el poder de Dios actuando en el otro?

¿Creo que el Reino se va haciendo realidad a pesar de las dificultades, oposiciones y hasta fracasos?

Ante las dificultades: ¿Cómo reacciono?: Persevero, abandono, me deprimo.

Es bueno rezar por las personas que no nos aceptan o nos rechazan.

Una forma de enfrentar las dificultades es: entregárselas al Señor, pedir ayuda al Espíritu, poner de mi parte todo lo que pueda y luego dejarlo en manos de Dios.

Mirar a Jesús y contemplar todo lo que El hizo.

Recorrer La Pasión para ir descubriendo la paciencia de Jesús y pedirle a Él esa misma paciencia y perseverancia. TEXTOS PARA LA MEDITACIÓN

Mt.26,2-4 Mt.47-56 Mt.24,12-13 Mc.12,13 Mc.13, 9-13

Mc.4, 26-29 Lc.13,6-9 Lc.11,53 Lc.13,31 Lc.6,27-29

Jn.12,24-28 2Cor.1,8-9 Santiago 5,7-11 Isaías 53,8 Hebreos 12,2-4

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5to PASO – Fidelidad TIBIEZA E INFIDELIDAD

En este caminar en la etapa de purificación es importante prestar atención al tema de la FIDELIDAD ya que en el camino de la santidad con frecuencia abandonamos los compromisos, y siempre encontramos una causa:

Una dificultad concreta en la vida. (Muerte de un ser querido, no lo asumo)

Porque he hecho una opción difícil y no he podido sostener ese compromiso

Por una falla grave en mi vida personal.

Por tibieza, apatía, no encontrar sentido, comodidad.

Pero la más frecuente en la vida espiritual es el CANSANCIO.

Es sumamente peligroso para la vida espiritual el tema del cansancio, nos puede llevar a poner en duda hasta el sentido de la vida.

Este cansancio se traduce en desánimo, nos puede llevar a poner en duda la opción que hemos tomado, el seguir a Jesús, amar a Jesús incondicionalmente.

El cansancio también se puede traducir en duda.

¿No habremos apostado por algo que es imposible?

El cansancio nos puede llevar a pensar que no hemos elegido bien en la vida

¿Es esto lo más razonable? Nos preguntamos

El cansancio nos puede llevar a pensar que hemos perdido el sentido de la vida.

¿Será esto lo más razonable? Nos llegamos a preguntar.

El cansancio nos puede llevar a despojarnos de nuestras certezas.

¿Es real esto que vivo? No estaré equivocado.

El cansancio nos puede llevar a pensar que estoy viviendo en un mundo irreal.

¿No habremos apostado por un imposible? Qué sentido tienen seguir.

El cansancio nos puede llevar a dudar en este camino que hemos emprendido, cuando vemos que aparentemente siempre triunfa el mal

¿Qué sentido tienen seguir “remando”

Las dificultades son muchas y cuando se van dando juntas podemos llegar a pensar que es inútil perseverar en el esfuerzo.

El gran riesgo en este momento es el “abandonar” o en el peor de los casos caer en la mediocridad y en la tibieza.

Entramos ahora en un terreno clave en la vida espiritual, estamos ante el gran desafío, sería crecer en la fidelidad, desarrollar la esperanza.

Todo esto nos pide apostar por la vida, jugarnos en la Fe, poner nuestra esperanza en Aquel que sabemos que es Camino Verdad y Vida.

La fidelidad nos pide ponernos en las manos de Dios y confiar en El. EL CANSANCIO DE LA VIDA Y CRISIS DE SENTIDO.

La primera tentación ante una dificultad o cuando uno ha perdido el sentido de la vida, es la de abandonar lo que hago, no hacer más esfuerzos y unido a esto se viene el sueño de una vida más fácil, más cómoda. En este campo cuentan mucho las personas con las que nos relacionamos, ellas nos pueden llevar para un lado o para otro, según lo que ellas vivan.

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No nos olvidemos que hemos entrado en una corriente de aburguesamiento en lo que se refiere a la vida cristiana y religiosa.

Otro peligro que nos puede afectar, son los medios de comunicación, estos pueden modelar nuestra mente, para un signo o para otro.

Ante esta realidad es muy importante ser lúcido y definir honestamente la cultura dominante por la que queremos optar. La cultura que nos toca vivir tiene una serie de signos positivos pero también hay otros negativos.

Hay grandes avances técnicos, insistencia en la igualdad, sed de liberación personal y social, afán por construir la paz, anhelo de trascendencia, nueva conciencia sobre el valor de la ecología.

También en la misma cultura se constata mucha violencia, secularismo, opresión sobre los más pobres y los débiles, deshumanización tecnológica, individualismo exagerado, falta de compromiso, confusión moral.

Ante esta realidad se necesita un testimonio de fidelidad, de coherencia, de compromiso, de trabajo por la justicia, por el Evangelio.

Los maestros de la vida espiritual hablan de otro cansancio típico, que suele darse hacia el medio día de la vida, unos lo llaman: “el demonio meridiano”; suele venir acompañado de un gran aburrimiento y hastío en ese periodo de la vida. Hoy también se le llama: “crisis de la segunda edad”.

Se suele manifestar en una especia de desazón interior, que con frecuencia lleva a la pasividad, en otros momentos a la agresividad, y que busca siempre culpables en los otros. UNA FORMA DE AYUDA O TERAPIA

Los maestros de la vida espiritual aconsejan frente a estas situaciones:

La aceptación de uno mismo, con las propias limitaciones y debilidades.

Enfrentarse con la verdad de uno mismo

No engañarse con un activismo alienante o con diversiones evasivas

No descargar sobre los demás la propia insatisfacción o frustración

No permitir que la “injusticia” que nos hacen o creemos que nos hacen acabe con nosotros.

No caer en ser “victimario”

Aceptar las críticas y compulsarlas con nuestras actitudes y realidades interiores.

Practicar la dirección espiritual para no caer en la trampa del subjetivismo, esto no exime o suple las propias decisiones que yo tengo que tomar.

Dialogar con mi comunidad, con mi grupo de oración, con mi director espiritual, superando el peligro de en-cerrarme en la propia verdad, o en mi punto de vista.

Es bueno examinar el puesto real que ocupa en mi vida la oración. LA FIDELIDAD EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.

En la base de la idea de fidelidad, está lo noción de estabilidad y de verdad.

En muchos textos la virtud de fidelidad concierne al comportamiento de Israel respecto de la Alianza.

Ser fiel es guardar la Alianza.

Para los hombres y mujeres que han recibido una vocación especial, será cumplir la misión que Yahvé les ha con-fiado.

Abraham es el siervo fiel por excelencia.

La fidelidad asegura al justo su perseverancia.

En otros escritos más tardíos los justos son llamados “fieles”

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TEXTOS:

En el Antiguo Testamento

Dt. 24,8 1Re.11,11 Is.1,21 Os.12,1 Sal 78

Is.29,3

Israel debe ser fiel a la Alianza. La infidelidad se manifiesta sobre todo, por la idolatría o por una religión exclusiva-mente ritual.

Núm 12, 7 1Sam 2, 35 1Sam 3,20 Gén 15,6 Gén 22, 3;

Neh.9,8

Los jefes deben conducirse como servidores fieles. El mérito de Abraham consiste en que se mantuvo fiel, a pesar de las pruebas que le impuso Yahvé. Dios al revelar su nombre, revela su fidelidad que es de siempre y para siem-pre.

Ex.3,6 Ex.3,12 (C.I.C. nº. 207). Ex. 34, 5-6 ** (C.I.C. nº. 210).

(C.I.C. nº. 211). (C.I.C. nº. 346). (C.I.C. nº. 710). (C.I.C. nº. 1061). (C.I.C. nº. 1334).

(C.I.C. nº. 1640).

** Dios es misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad.

En el Nuevo Testamento

Aparece la fidelidad a Dios y a Jesús como uno de los grandes aspectos de la Fe

La Fe es una adhesión intelectual a una verdad revelada, pero dicha adhesión no sería leal ni estable si la fidelidad no la acompaña.

Al reemplazar la Nueva Alianza a la Antigua, los “fieles” no son ya los judíos, sino los cristianos, que deben practicar la fidelidad en sus relaciones con todos y en toda circunstancia

Mt.8,8 Mt.15,22, 25, 27, 28

El centurión y la cananéa, por su obstinación en la fe, consiguen un milagro

Mt.10,22 Mt. 24,12 Lc.18,8

La fidelidad en la Fe se hará más difícil en los tiempos escatológicos.

Lc.22,32 Mt.16,18-19

La indefectibilidad en la Fe es una gracia que Cristo ha obtenido con su oración para el jefe de su Iglesia.

1Tes.3,1-7 1Tes.1, 3-6 2Tes.1, 3-4 1Cor.4,1-2 Ap.2,10

La función del apóstol es afirmar a los cristianos en su Fe.

1Tim.6,11 2Tim 3,10 Tit,2,2

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Hay que permanecer fieles a la enseñanza recibida.

Otros textos:

Col 1,23 Col 2, 5-7 1Ped. 5, 8-9 Mt.25, 21,23 Jn.13,34-25

Jn. 14, 21-24 1Jn.4,18-21

San Pablo en Gal.5,22 .Enumera como obras del Espíritu Santo: Amor, alegría, paz, paciencia, benevolencia, bon-dad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí. Estas obras del Espíritu, conducen a la Liberación, construyen la frater-nidad, se nos dan para que nosotros las donemos como don oblativo, porque los dones del Espíritu se conceden con vistas a la construcción de la comunidad.

La Fidelidad como Don del Espíritu, significa lealtad, corrección, confianza en la relación interpersonal, porque Dios es siempre fiel.

Cuento: Un anciano por la playa, recogiendo estrellas marinas y arrojándolas de nuevo al mar. El joven que pasa y le pregunta ¿qué hace?.. Arrojo estas estrellas al mar porque encalladas en la arena se morirían. Pero son millones de estrellas marinas y la playa sigue varios kilómetros y hay millones de estrellas. ¿De qué sirve tu pequeño esfuer-zo? El viejo miró la estrella que tenía en su mano y luego la arrojó a la seguridad de las olas. “A esta si le sirve de algo”.

Reflexión: Qué te sugiere el cuento?. Se puede dejar de hacer un bien?

Trabajo práctico

Haz una lista de compromisos asumidos: a nivel familiar, laboral, de estudios, amigos, servicios.

¿Tengo muchos, pocos, demasiados? Soy fiel a ellos?

¿Cómo me siento frente a mis compromisos? Cansado, abrumado, entusiasmado -

Qué me cuesta más mantener? O que dejo de lado más fácilmente?

Recuerda los últimos compromisos que has hecho: En un retiro. En el proyecto de vida. En mi última reconciliación.

¿Los he tenido presentes? ¿Los he cumplido? Son realistas? Exigentes?

Siento con frecuencia la tentación de abandonar el trabajo emprendido?

¿De dónde me vienen? Por dificultades propias? De los demás? De una persona en especial?

¿Qué ocurre en mi cuando no cumplo los compromisos?

Evaluar el tema del cansancio

¿Mi cansancio es normal? ¿Se descansar?, cortar, decir no a ciertos compromisos o actividades? ¿Hay es-pacios verdes en mi vida?

¿Mi cansancio provienen tal vez de un ritmo de vida inhumano?

En la oración insisto en la renovación de mis compromisos, pidiendo ayuda y fidelidad?

Renovar de vez en cuando mis compromisos bautismales, matrimoniales o religiosos

Hacer todos los días un examen de conciencia para recordar los compromisos adquiridos y pedir fuerza para seguir cumpliéndolos

Consagrarme todos los días a María y pedirle a ella el don del SI.

Otros textos de la Palabra de Dios

Jn. 15, 1-7 Unidos a la Vid podemos dar fruto. Sin Jesús no podemos hacer nada.

Mt. 16, 21-23 Jesús mismo debió rechazar del propio Pedro la tentación de abandonar el Camino que el Padre le señaló.

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6to PASO – Fortaleza (Frente a las tentaciones) QUE ES LA TENTACION

Es cualquier impulso a hacer algo que de alguna manera perjudica a los demás o a uno mismo. La llamamos “tenta-ción” porque lo que se nos incita a hacer no nos parece malo, hasta parecería algo justificable o que está bien.

La tentación sería un tema para tener en cuenta en todo lo que hemos ido desarrollando sobre la “Purificación”, ya que está implícito en todos los temas. La tentación más común o más fácil sería siempre la de abandonar lo que estamos haciendo, abandonar el camino emprendido.

La tentación es una realidad humana que la vivimos todos los días y se nos presenta de mil formas. Jesús nos en-señó a rezar al Padre diciendo: “no nos dejes caer en la tentación”.

Ante la tentación tenemos que tener muy presente la capacidad para discernir lo que viene del Espíritu Santo y lo que vienen del espíritu del mal.

La Virtud para hacer frente a la tentación es LA FORTALEZA.

Clarificando el término.

En este tema quisiera tocar un tipo especial de tentación; la que nace directamente del mal. Podemos entender o son comprensibles ciertas tentaciones como:

De venganza cuando nos han ofendido

De impaciencia porque nos molestan cuando estamos muy cansados.

De una conducta sexual inmoral cuando estamos bajo una atracción intensa.

De comer en exceso después de pasar hambre en un momento

De reaccionar mal frente a una frustración.

Mañana comienzo a hacer tal cosa, a practicar tal virtud, a tomar tal decisión.

En realidad no es tan grave, es una forma de justificarme.

Con esto no le hago mal a nadie.

Quiero desaparecer, huir lo más lejos posible y no enfrento la realidad.

Es solo una vez. Me permito esto una sola vez.

Me siento muy cansado, no puedo seguir luchando contra esta realidad que me supera.

En realidad la lista sería muy larga, haciendo un recorrido por la propia vida.

Podemos explicar todo esto sin poner en el medio al espíritu del mal. Sabemos que son tentaciones pero vemos el camino para poder remediarlas.

“Las tentaciones llaman al lado más oscuro del hombre: a las potencialidades, presentes en cada uno de nosotros, de egocentrismo ilimitado, de soberbia y presunción, de ambición despiadada, deshonestidad y engaño; potencialidades de odio, hostilidad y abuso de los otros, sea persuasivamente, sea brutalmente. Son capacidades latentes, escondidas en una variedad de actitudes virtuosas a simple vista, de valores apa-rentemente auténticos, de comportamientos respetables. (…) La tentación se afronta con el esfuerzo de po-ner al desnudo la falsedad de ciertas ideas, de ciertos credos, afectos, deseos, imágenes y tareas; tratando de reconocer todas esas cosas por lo que son en realidad ante Dios…” 3

Hacer frente a la tentación.

El espíritu del mal siempre nos atacará por el lado más débil, de ahí que es bueno conocernos a nosotros mismos y ser conscientes de nuestras debilidades, por ahí seremos más fácilmente tentados.

Es necesario estar siempre atentos. “Si el dueño de casa sabe a qué hora llegará el ladrón…”

3 Cfr. “Tentaciones” artículo. John Navone “Nuevo Diccionario de Espiritualidad. Ed. Paulinas pág. 1583.

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Recurrir a la dirección espiritual, nuestro acompañante nos puede clarificar mucho en este terreno, ya que de por sí la tentación es siempre engañosa y en nosotros no hay plena libertad. La ayuda en el discernimiento es muy valiosa.

Desarrollar la virtud de la FORTALEZA No olvidar nunca vivir en la presencia de Jesús.

Recurrir siempre a la ayuda y protección de la Virgen ( San Bernardo)

Un tipo especial de tentación.

Existen otras tentaciones que parecen no provenir de ningún lado y que al parecer, no dejan escoger otra alternati-va, se nos presentan como un destino definitivo

Ejemplo: Religioso ejemplar. Hombre orante. Misionero. Pasa por una agonía espiritual. Admirado por ser un hom-bre de fe, gran educador. Respetado y querido por muchos que le han conocido. Al hablar con él, descubrí que esta-ba viviendo en una gran desolación, en medio de una tormenta espiritual:

“De pronto siento con fuerza que Dios no existe. No hay nada. Todo cuanto creí en mi vida es mentira. La Eucaristía es una superchería. La Biblia ya no me dice nada. Dios está ausente porque probablemente no existe, estoy atra-pado por estos sentimientos”.

Esto es típico del “test” o prueba que Satanás provoca: ataca la mera existencia de Dios, su misericordia, su presen-cia en nosotros. Una vez que la persona siente o ve las cosas de esta manera, parece que no hay salida.

Otra persona siempre positiva y optimista, vi cómo era atacada en su esperanza en el año jubilar de su profesión religiosa. Me hace esta confesión:

“Siento que mi vida ha sido un despilfarro, inútil. Sé con mi cabeza que esto no es verdad, pero experimento un sen-timiento tan fuerte que se ha convertido en una convicción. Mi vida religiosa no vale para nada. Todo lo que ofrecía Dios carece de valor. Y cuando recurro a la oración pienso que no hay Dios en quién esperar”. Otro “test” típico de Satanás4

Frente a este tipo de tentaciones la pregunta es, cómo hacerles frente:

Ante todo reconocerlas como tentaciones, de lo contrario, creemos que expresan las cosas como deben ser.

Cuando las reconocemos como lo que son, entonces es bueno practicar la virtud que el Beato Guillermo José Cha-minade describe así: “Con corazón sincero, suplica a Dios que te ayude y luego realiza actos opuestos al objeto de la tentación”.

“Con sincero corazón”... Debemos ser honestos y abiertos a Dios, siempre atentos a lo que el Señor quiera darnos. Este tipo de tentaciones el que las padece se vuelve terco y obstinado.

“Suplica a Dios que te ayude” extiende tus manos al Señor. Tendrás que hacer esto desde una fe oscura, porque la tentación es “no está allí” “no existe”. Pero si eres perseverante en tu Fe, poco a poco experimentarás a Dios

“Realiza actos opuestos al objeto de la tentación” Cuando estas abrumado por la idea de que Dios no existe, haz actos de Fe en la existencia de Dios. Cuando sientas la tentación de abandonar toda esperanza, haz actos de Espe-ranza en ese Dios tuyo misericordioso, que te ama inmensamente.

Jesús también fue tentado. Mt. 4,1-11Nos describe cómo Jesús fue tentado.

Jesús, siendo Dios, quiso asumir el riesgo de todo hombre, de ahí que sus tentaciones tienen que ver con las nues-tras.

González Faus habla de tres tipos de tentaciones en Jesús.

1- La tentación de la religión: consiste en pretender que Dios convierta las piedras en panes para nuestro pro-vecho. La propuesta tentadora sería “puesto que eres el Hijo de Dios aprovecha esta circunstancia”

“La tentación está, pues, en el uso de Dios y de la relación privilegiada con Él como medio para alterar la condición humana en beneficio propio, y de esta manera eludir la tarea humana en el mundo”.

Dios nunca puede ser el recurso fácil para ahorrarse el esfuerzo por una humanidad más feliz. Lo que el hombre tiene que hacer es trabajar para transformar las piedras en pan:

4 Cfr. “Creciendo en las Virtudes de Jesús”. Quentin Hakenewerth S:M. Pág. 137

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Jesús no usa a Dios, ni a su relación especial con él, como un privilegio personal para aligerar o eludir la condición humana.

2- La tentación del prestigio: esta tentación es más sutil que la primera, aquí no se usa a Dios en provecho pro-pio sino que se trata de un mesianismo para salvar el honor de Dios y para que, ante el prestigio, el pueblo crea.

“Cualquiera sea la intimidad de Jesús con Dios y la conciencia de su misión con Él, Jesús no usa su especial rela-ción con Dios para privilegiar su misión. Su misión mesiánica la lleva a cabo con la Fe y el riesgo de todas las mi-siones entre los hombres. De esta forma su Fe enmarca y funda la nuestra”.

3- La tentación del poder: Sería la de sustituir el amor paciente, a menudo poco espectacular pero hondo, como toda relación, por el de la fuerza, de un eficacísmo inmediato a ultranza y arrollador. Para conseguir resulta-dos se pacta y se acomoda a lo que sea. La respuesta de Jesús es diferente:

“Jesús no puede realizar su mesianismo y su elección divina mediante poder recibido de los poderes de este mundo. Y menos aún a costa de pactar con ellos o postrarse ante ellos”.

Esto obliga a la no utilización indiscriminada de cualquier medio con tal de conseguir un fin, por bueno que éste sea:5

José A. Pagola, explica así las tentaciones de Jesús:

“La escena es una composición posterior de la comunidad, y su intención no es reproducir algo ocurrido en un lugar y un momento concreto de su vida, sino evocar el clima de prueba y dificultad en el que Jesús vivió su fidelidad al Padre. Las tentaciones no son de orden moral. Su verdadero trasfondo es más hondo: la crisis pone a prueba su actitud última ante Dios:

¿Cómo ha vivido su tarea?

Buscando su propio interés o escuchando fielmente su Palabra?

¿Cómo ha de actuar?

¿Dominando a los demás o poniéndose a su servicio?

¿Buscando su propio gloria?

¿o buscando la voluntad de Dios”

“Jesús vivió a lo largo de su vida situaciones de oscuridad, conflicto y lucha interior, pero se mantiene siempre fiel a su Padre querido.” 6

Ejercicios prácticos. Puedes recordar alguna tentación importante que hayas tenido en tu vida.

En este momento puede ser que estés pasando por una de ellas. Identifícala

¿Hay tentaciones que se repiten con más frecuencia?

¿En qué situaciones suelen aparecer?

¿Soy fuerte ante la tentación?

¿Doy testimonio de la alegría que supone haber vencido?

¿Recurro a la oración para vencer la tentación?

¿Tengo en cuenta la Palabra de Dios en esos momentos?

¿Puedo experimentar la presencia de Dios en los momentos de tentación?

5 Cfr. Tomado del P. Luís Casalá “Hacia la madurez en Cristo” 6 Cfr. José A. Pagola. “Jesús Aproximación histórica”. Pág.312.

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Textos:

Mt.26,28-41 Lc.4,1-13 1Cor.10,13 1Ped.5,8-9

Santiago 1,12-18. Comentario al texto: La tentación, el mal, la prueba, forman parte del designio de Dios, como fase pasajera y misteriosamente útil. Pero no son directa e inmediatamente queridas por Dios. Dios es Santo, inaccesible al mal, no puede querer el mal ni puede proponérselo al hombre. Santiago insiste; Dios es toda bondad, todo amor, toda luz. En El no hay tiniebla alguna. Solo puede “querer” el bien. LA FORTALEZA

¿Qué es la fortaleza?

Frente al tema que nos ocupa, la fortaleza sería la virtud que nos ayuda a vencer los obstáculos (tentaciones) con la ayuda de la gracia, la inteligencia y la voluntad, y ser capaces de derrotar los miedos que nos impiden dar a nuestra vida su verdadero sentido.

Como virtud cristiana la fortaleza sería una gracia que el Señor nos regala para hacer frente a las tentaciones, para superar las dificultades, para conseguir aquello que nos proponemos por difícil que sea. Es necesaria para que la voluntad sea firme. Cuando tenemos una voluntad fuerte es más fácil decir “no” a todo aquello que puede influir ne-gativamente en nuestra persona. La fortaleza nos ayuda a reflexionar para superar cualquier conflicto en la vida.

La fortaleza es la gran virtud: la virtud de los enamorados; la virtud de los convencidos; la virtud de aquellos que por un ideal que vale la pena son capaces de arrastrar los mayores riesgos; la virtud del caballero andante que por su dama se expone a aventuras sin cuento; la virtud del que sin desconocer lo que vale su vida – cada vida es irrepeti-ble – la entrega gustosamente, si fuera preciso, en aras de un bien más alto.7

Cómo alcanzar la Fortaleza.

No se trata de hacer cosas grandes o actos sobrehumanos. Consistiría en hacer cosas pequeñas que a base de servicios y esfuerzos constantes se convierten en algo grande por el amor con que lo hacemos.

Todos podemos superar dificultades o adversidades, lo que se debe hacer es sumar pequeños esfuerzos para que puedan llegar a ser grandes y exitosos en todos los proyectos de vida que uno tengan.

Cada persona puede ser capaz de superarse para trabajar y mejorar sin que sea egoísta. Podemos decir que el va-lor de la fortaleza es indispensable en el desarrollo humano, para resistir las influencias de aquellas personas que quieren dañar nuestra integridad o aquellas que nos presionan a realizar algo que no queremos hacer, contrapo-niéndose a los valores que nos enseñan en casa o en la escuela.

Con la fortaleza podemos elegir actividades que nos ayuden a nuestra superación personal; así, seremos coherentes en el pensar y en el hacer y tendremos la firme voluntad de elegir lo bueno y desechar lo malo.

Desarrollar la fortaleza. Lo podemos lograr:

Haciendo un esfuerzo para resistir a las tentaciones.

Emprender acciones de mejora personal en el ejercicio de la virtud.

Aceptar opiniones de personas que nos quieren y desean lo mejor para nosotros.

Ser siempre congruente con lo que decimos, pensamos y hacemos.

Hacer esfuerzos para superar las dificultades propias de la vida diaria.

Lo que se dice de la fortaleza.

“A todos nos sobran fuerzas para soportar los males ajenos” Francois de la Rochefoucauld, Duque de Rochefou-cauld.

“De que le vale ser más fuerte, si no sabes ser mejor” Federico Balart

7 Cfr. Galera, J.A. “Sinceridad y fortaleza. Edic. Paulinas, Madrid 1974

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“La fortaleza del hombre se prueba en la desgracia, y la fidelidad de un buen amigo se prueba en la tempestad”. Theodor Corner

“La fortaleza va creciendo en proporción a la carga” Thomas W. Higginson

“No el poder mucho, sino el sufrirlo, es la verdadera fortaleza” Antonio López de Vega.

“Ningún genio fue jamás empañado por el aliento de los críticos. Samuel Johnson.

“Nunca hay que vender el alma, ni jactarse en las victorias, ni anularse en las derrotas. Así se logra templar la forta-leza del alma. Julio E. Torres Peñuela

“¿Por qué tomas por la fuerza lo que podrías lograr por amor? Amerindo Powhatan

Fortaleza Cuando estés en la noche oscura del sufrimiento no culpes a Dios, no te culpes a ti mismo, ni culpes a los demás.

Ante la tentación recurre a la oración, insiste, se fuerte en esto y lograrás salir adelante más fortalecido.

En lugar de ahogarte con la culpa fortalece tu espíritu con la oración, la buena lectura y el apoyo de quienes te aman.

No te concentres únicamente en tus penas y valora todo lo bueno que aún puedes disfrutar.

Si no te dejas vencer por la desesperanza serás capaz de luchar, como lo hacen tantos que están en peores situa-ciones.

De vez en cuando te conviene mirar hacia abajo y darte cuenta de que otros sonríen sin pies cuando tú lloras por no tener zapatos.

Hay penas que nos parecen insufribles pero paso a paso vamos saliendo adelante si avivamos la fe y la esperanza.

Dios nunca te abandona y está allí contigo aunque a veces no lo sientas.

Sigue adelante y verás como puedes más de lo que crees.

Para la reflexión. Decálogo de la fortaleza.

Todo lo que vale exige esfuerzo, disciplina, dedicación. Decídete a emprender ese camino cada día en especial fren-te a la tentación.

La paciencia todo lo alcanza. Cambia la impaciencia por la perseverancia en el empeño. El tiempo es necesario para alcanzar cualquier objetivo.

Practicar la paciencia es una manera de fortalecer la voluntad: paciencia para escuchar a los inoportunos, para con-trolar los impulsos, para no contestar mal.

Establece un horario para tu vida y ajústate a él con flexibilidad, pero con exigencia. No lo cambies por cualquier excusa.

Lo que hay que hacer se hace: ¡ahora¡ sin aplazarlo. Si algo te supone esfuerzo, esa es una buena razón para hacerlo. Ahí radica la clave de la superación personal.

Habla claro, aunque pases un mal rato. Pero hazlo como te gustaría que lo hicieran contigo.

Atrévete, corre riesgo, sin dejar de ser prudente. No te asustes por el miedo a fracasar o por las dificultades que encontrarás. Se audaz.

Ejercita la voluntad cuidando los detalles pequeños: organiza el escritorio, recoge un papel tirado en el piso, sonríe a alguien que pasa a tu lado, contesta bien al teléfono, cumple con lo pactado.

Persevera en lo que comienzas, una dieta, un plan de ejercicios, la lectura de un libro.

El autodominio es importante, de lo contrario se es prisionero de uno mismo.