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MINISTERIO DE DEFENSA
Pregón de la Semana Santa de Las Palmas de Gran Canaria en la Basílica Catedral de Santa Ana
Pregonero:
General jefe del Mando Aéreo de Canarias Javier Salto Martínez-Avial
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MINISTERIO DE DEFENSA
10 de abril de 2014
Las Palmas de Gran Canaria
Buenas noches,
Antes de comenzar el pregón hoy aquí, en esta Catedral de Santa Ana, quiero dedicar un emotivo
recuerdo a los 4 militares del 802 Escuadrón de Búsqueda y Rescate del Ejército del Aire que el
pasado 19 de marzo perdieron la vida en el accidente de su helicóptero mientras realizaban una
misión de entrenamiento para estar lo mejor preparados para su trabajo diario, que no es otro, que
salvar vidas en estas Islas Canarias.
Es mi intención que este pregón, además de anunciar la Semana Santa de Las Palmas de Gran
Canaria, sea un homenaje tanto a los cuatro aviadores mencionados,
como a todas las personas, sea cual fuere su profesión, que han fallecido dando su vida por los
demás.
“Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho”. Jesús le
contestó: “Voy yo a curarlo”. Pero el centurión le replicó: “Señor, no soy digno de que
entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque yo
también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: ‘ve’ y va; al
otro: ‘ven’ y viene; a mi criado: ‘haz esto’, y lo hace”. (Mt 8, 5-9).
Este texto del Evangelio según san Mateo que acabo de mencionar, nos relata al Centurión (oficial
del ejército romano) que apenado por la enfermedad de su criado, se acercó a Jesús al entrar en
Cafarnaúm para pedirle que le curara.
Jesús, admirado por la fe y la humildad de ese centurión, que NO se consideraba digno de recibir al
Maestro en su casa, aprovechó para hacer la solemne profecía del destino universal del Evangelio:
A él serán llamados los hombres de todas las naciones, razas, edades y condiciones; y le contestó:
“Os aseguro que en nadie de Israel he encontrado una fe tan grande” (Mt 8, 10).
En el Nuevo Testamento tenemos abundantes testimonios de fe como este que acabo de exponer,
empezando por los propios apóstoles, los discípulos, y muchos hombres y mujeres que, dejándolo
todo, entregaron su vida por el Evangelio, y entre ellos también hay militares.
El recuerdo de aquel militar, de ese centurión de Cafarnaúm, permanece vivo en la liturgia de la
Iglesia, que diariamente recuerda sus palabras durante la celebración de la Eucaristía, justo antes de
la comunión:
“Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para
sanarme”. (cf. Mt 8,8).
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Excelentísimo Señor Obispo de las Palmas, Excelentísimo Señor Alcalde, Excelentísima
Señora Delegada del Gobierno, Excelentísimas e Ilustrísimas Autoridades Eclesiásticas,
Civiles y Militares, Señor Presidente de la Unión de Hermandades, Cofradías y Patronazgos
de Gran Canaria, Señoras, Señores, Queridos Amigos Todos,
Quiero empezar agradeciendo a todos los que han participado en mi elección como Pregonero, y en
especial al Presidente de la Unión de Hermandades, Cofradías y Patronazgos por haberme
propuesto, así como a nuestro Obispo y al Alcalde de nuestra ciudad, de los cuales he querido
recibir su aprobación antes de aceptar el mencionado nombramiento; les agradezco su confianza, así
como las palabras de apoyo y reconocimiento que en todo momento me han dado.
Es para mí un gran privilegio el haber sido designado Pregonero de la Semana Santa de Las Palmas
de Gran Canaria, que por mi condición de cristiano sé muy bien lo que significa y la importancia de
la misma.
No soy canario de nacimiento, pero en esta ciudad he vivido más de veinte años, y entre ellos los
primeros 18 de matrimonio; mis dos hijas mayores vinieron al poco de nacer y la tercera nació en la
clínica Santa Catalina; toda mi vida operativa de aviador la he pasado en Gando, y ahora tengo el
honor de ser el Jefe del Mando Aéreo de Canarias. Con este “bagaje” a mi espalda, aunque NO haya
nacido aquí, los que me conocéis sabéis que me siento muy canario, por lo que esta designación, si
cabe, tiene más importancia todavía para mí.
Cuando se me insinuó la posibilidad de ser el pregonero, dudé en aceptarla pues… “no era lo mío”.
Pero tras recibir la carta con la propuesta, pensé, ¿será un mensaje del Señor que quiere que de
testimonio?, pero ¿yo? ¿Siendo Jefe del Mando Aéreo? Un amigo me dijo “que efectivamente, dar
el pregón NO era lo mío”, pero también me dijo que “dar el pregón NO era lo de nadie”, ¡¡¡salvo
quizás para el Señor Obispo!!!
Desde ese momento, le pedí al Señor que me iluminara, que me mandara un mensaje diciéndome
qué debía hacer, y aquí me tienen, orgulloso de ser el pregonero y orgulloso de dar testimonio de
que soy cristiano.
El que me hayan nombrado pregonero también tiene, además del hecho en sí ya mencionado, varias
connotaciones positivas para mí:
Una de ellas, el ser nombrado siendo una Autoridad Militar, siendo el General Jefe del Mando
Aéreo, pues es de agradecer que la Sociedad Canaria, con sus Autoridades al frente, consideren a
las Fuerzas Armadas parte de la sociedad, y que sea uno de ellos el que tenga el honor de anunciar
la fiesta religiosa más fervorosa e importante del año, el que anuncie la Pasión, Muerte y
Resurrección de nuestro Señor Jesucristo en la Basílica Catedral de Santa Ana en la “Semana
Mayor del Año”.
Orgulloso de este nombramiento, recuerdo las palabras de Pablo VI respecto a la admiración y
aprecio que suscitan las Fuerzas Armadas:
“Nosotros, aunque NO seamos militares y estemos lejos de una profesión que funda su
principal característica en la fuerza armada, nos preguntamos la razón de Nuestro afecto y
de Nuestra estima, que hace propia la simpatía y la confianza que en vosotros deposita la
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Nación; y no tardamos en descubrir esta razón en las virtudes que de forma particular
distinguen a vuestra milicia, como el sentido del honor, y mucho más el sentido del deber, la
obediencia, la fidelidad, el coraje, la bondad y, sobre todo, el sacrificio”1.
Otra connotación positiva, es que gracias a este nombramiento, llevo dos meses en un curso de
“inmersión en la pasión del Señor y lo que eso significa”; una “inmersión en virtudes cristianas”
que ha fortalecido mi Fe, además de que estoy seguro que el haber sido pregonero, el día de
mañana, ¡será a una muy buena carta de recomendación ante Dios!
Quiero agradecer al Reverendo Don Policarpo Delgado Perdomo la presentación que ha hecho de
mi persona, y le agradezco que haya hecho hincapié en mi lado humano, ya que para dar el pregón
el currículo militar debería puntuar poco.
En esa parte cristiana de mi currículo, mi mujer y mis hijas han sido las que más han influido en mi
vida, sin embargo, no quiero dejar de recalcar que la vida militar también ha tenido su influencia,
pues de hecho, gracias a ella, he sido Rey Mago en la cabalgata de Reyes de Morón de la Frontera,
soy Hermano Mayor Honorario de varias cofradías, he sido Costalero, he tenido el honor de
imponer la Faja de General del Ejército del Aire a la Virgen, y ahora me ha dado el privilegio de ser
el Pregonero de la Semana Santa de las Palmas de Gran Canaria. Cuando ingresé en San Javier
estaba feliz porque iba a ser militar y aviador como mi padre; toda mi carrera he hecho lo que
siempre me ha gustado, pero nunca pensé que además, el ser militar me iba a ayudar a ser mejor
cristiano.
De lo que significa la Semana Santa aprendí mucho durante los tres años que fui Coronel de la Base
Aérea de Morón. Al principio participé en muchas procesiones por obligación y en mi última
Semana Santa allí, salí en casi todas por devoción.
Al principio no comprendía muy bien ese mundo. Recuerdo mi primera procesión del Viernes
Santo, el Santo Entierro, a la que me acompañaba mi mujer e hijas con mantilla, peineta y traje
negro riguroso. Cuando estábamos en la iglesia, ya a punto de salir, empezó a llover y se canceló la
salida. Mientras a nosotros ese contratiempo nos alegró bastante, veíamos bastante perplejos como
la gente estaba llorando. En ese momento no entendíamos nada. Con el tiempo lo comprendimos
perfectamente.
También aprendí que a una Hermandad puede pertenecer cualquiera…, lo único que se requiere es
que sea cristiano y … buena persona. Un amigo al respecto me decía, “que no se puede ser cofrade
sin ser cristiano, pues no se puede ser hermano de quien no compartes el mismo padre”.
Las Hermandades y Cofradías son corporaciones de católicos que se agrupan en torno a unas
sagradas imágenes que representan a Jesús en alguno de los pasajes de la Pasión y a la Virgen María
en una de sus múltiples advocaciones, manifestándolas principalmente en la salida procesional.
También aprendí que ser cofrade es un acto de fe que implica que el cofrade tenga una actitud, no
solo los días de la semana de pasión, sino los 365 días del año y que la labor de las cofradías, no se
debe quedar en salir de procesión con una organización perfecta y toda la candelaria encendida tras
muchas tardes-noches de preparación.
1 Pablo VI, Discurso a los Carabinieri Italianos (13 junio 1964).
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Es muy importante la labor social que las hermandades, a través de las Parroquias, deben hacer con
la población; las de aquí me imagino que harán como muchas que conozco de Sevilla, que además
de dar formación cristiana en sus cofradías, promueven la convivencia, la caridad y el amor,
ayudan a los pobres y participan en todo tipo de actos, en resumen, ponen su granito de arena para
intentar ser ejemplo en una sociedad que tantos valores ha perdido y que tanta ayuda humanitaria,
material y moral necesita. ¡Y esa debe ser la mayor riqueza de una hermandad!, saber ser vínculo
con la Iglesia y vehículo de la expresión de fe de los jóvenes que empiezan a despegar en la vida,
que desean conocer y dar culto al Dios del Amor.
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Volviendo a la Semana Santa, todavía no he mencionado cual es la línea que pretendo seguir en
este pregón.
Considerando que en los discursos, hay que saber de lo que se habla y estudiar muy bien la
audiencia a la que va dirigido, yo, desde el primer momento descarté hablar de la Semana Santa de
Las Palmas de Gran Canaria como tal, pues primero no la he vivido lo suficiente y no la conozco en
primera persona; y aunque podría estudiarla, por bien que lo hiciese sería presuntuoso por mi parte
hablar de ese tema ante tan cualificada y experta audiencia.
A la hora de decidir qué pregonar he tenido en cuenta, como no podía ser de otra forma, por un lado
la gran cercanía existente entre el espíritu castrense y el espíritu cristiano, y por otro mi condición
de militar, que creo ha sido importante en la decisión de elegirme, pues si fuese por mis virtudes
cristianas, aunque alguna tengo, en la puerta de cualquier iglesia hubiesen encontrado cientos de
personas que seguro son mejores cristianos de lo que yo soy.
La vida del militar y la vida del cristiano coinciden, entre otras cosas:
En valores y virtudes, que en las de ambos se ve la huella de Dios.
En la estructura que tiene tanto el catolicismo como la milicia, estructura que sólo puede ser
bien entendida como servicio a sus miembros y a la misión encomendada.
En que ambas instituciones se orientan al bien común de la sociedad: el militar entregándose
al servicio de la Patria y de los ciudadanos, y el cristiano buscando la fraternidad entre los
hermanos para ayudar a que alcancen la salvación eterna2.
Como dice Santo Tomás de Aquino, en el mundo militar se dan como unos “Preámbulos de la
Fe3”, que facilitan la propuesta religiosa por sus peculiares formas de vida y la cercanía a los
grandes peligros. Por lo que el militar no tiene que dejar su profesión para encontrar el camino de la
santidad, para tener una profunda experiencia de Dios, como fuente inagotable de paz, amor y
entrega. Es más, la fe configura la vida, la moral y la actuación del militar, y le lleva a descubrir la
presencia de Dios en las virtudes y valores castrenses, porque sabe que su servicio a la Patria
recibirá la buena recompensa del “Soldado de Cristo” (cf. 2 Tim 2, 3).
2 Cf. Juan Martín del Rio, Carta Pastoral, La Fe, Fuente de la Paz.
3 Cf. Tomás de Aquino, La Suma Teológica (1272, 1274).
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Por consiguiente, y considerando que “el auténtico pregonero es el que ofrece lo que anuncia”, mi
intención hoy es expresar mis sentimientos de una forma sencilla y conforme a mi forma de ser, y
pregonar “la vivencia de quien ha participado los últimos años en la Semana Santa de diferentes
lugares incluido el pasado y presente en Las Palmas de Gran Canaria, aprendiendo NO solo a
observar, ver y apreciar, sino a participar, personalmente pero en contexto comunitario, del
recorrido existencial humano que cada día de esta semana propone, y a la vez dar unas pinceladas
sobre las virtudes del cristiano, relacionándolas o asemejándolas con las virtudes castrenses, y
deteniéndome en aquellas que a mí me vienen a la memoria en la Semana Santa”.
El Papa Francisco nos dice constantemente, y reitera en muchos de sus escritos, “Que hay que
llevar la religión a la calle, que es clave que los católicos, tanto los clérigos como los laicos,
salgamos al encuentro de la gente, hacia quienes deseándolo no van a acercarse a estructuras y
formas caducas que no responden a expectativas ni a su sensibilidad”4.
Y eso es lo que ocurre en la Semana Santa de las Palmas de Gran Canaria, que después de las
celebraciones litúrgicas en las iglesias, donde hemos escuchado la Palabra de Dios y compartido el
pan de la Eucaristía, con su tradición centenaria y como lo hicieron nuestros mayores, las
procesiones en la calle son una manifestación pública que nos desinstala de nuestros “rediles” y nos
funde a todos (parroquias y parroquianos) en una misma celebración, de contenido y lugar, el
público, las calles de la ciudad, ... convirtiendo los días de la Semana Mayor de Las Palmas de Gran
Canaria en una manifestación pública de adhesión a los misterios de la Pasión, Muerte y
Resurrección de Jesucristo.
Lo primero que observo, aprecio e impresiona, aunque a veces pasa desapercibido de esta Semana
Santa, es que es una manifestación y propuesta religiosa abierta. Todo el mundo puede participar o
contemplar, observar, o simplemente verla pasar. Ves mucha gente alegre, que siente el Evangelio,
que está incluso profundizando el “misterio” que cada alegoría representa donde florecen
sentimientos y sensaciones; también ves otros que, en su momento, por diversas circunstancias, no
tuvieron ocasión de conocerlo, y a algunos que abandonaron la Iglesia hace años por avatares de la
vida, pero que participando en las procesiones y estando abiertos a escuchar los mensajes que van
transmitiendo, se dan cuenta que en nuestra sociedad, aquí y ahora, es posible ser cristiano, seguir
haciendo una vida normal y además disfrutar de la fe como una novedad continua.
Los que hemos tenido la suerte de estar destinados como pilotos en la Base Aérea de Gando hemos
podido leer la parte correspondiente del fascinante libro de la naturaleza que se ha presentado a
nuestros ojos mientras hemos sobrevolado estas maravillosas Islas Canarias, y que nos ha permitido
observar la grandeza de Nuestro Señor, la grandeza de su obra (los cielos, las estrellas, la luna), nos
ha permitido cultivar en nuestros corazones los sentimientos de lo grande, de lo noble y de lo bello,
y educar nuestra alma en la paz, la concordia y la fraternidad, ratificando lo que dice el salmista: "El
cielo proclama la gloria de Dios, y el firmamento pregona la obra de sus manos" (Sal 19,2)5.
Aquí, en nuestra ciudad de mar, en Las Palmas de Gran Canaria, contemplo las procesiones
bajo una maravillosa brisa de ese mar que nos rodea, ¡qué mejor sitio para poder disfrutar y después
hablar con el Señor!
4 Sergio Rubin & Francesca Ambrogetti, El Papa Francisco Conversaciones con Jorge Bergoglio.
5 Cf. Juan Pablo II, A los Oficiales y Pilotos de la Aeronáutica Militar Italiana (2 de abril de 1983).
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Recuerdo también las palabras de Pío XII cuando hablando del mar decía:
“Métete en el mar y verás cómo el mar te lleva a Dios, no solamente en el momento del
peligro, cuando la oración sube tumultuosa y vacilante a los labios, invocando socorro
contra las iras del ventarrón furioso o el imponente salto de las olas embravecidas, sino
también, y mucho más en las horas serenas, cuando parece que se vive en medio de la
inmensidad de Dios al dejar perder la vista en los horizontes infinitos o cuando nos parece
contemplar su belleza al mirar embelesados un sol -disco de oro- que se hunde solemne en
las aguas, tiñendo de arreboles los cielos y arrancando reflejos de plata a las ondas
tranquilas. !Entonces sí que se siente cercano a Aquel que puso en el mar sus caminos (Cf.
Sal 76,20), a Aquel a quien también el viento y el mar obedecen!” (Cf. Mc 4, 41)6.
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En las Palmas, como en casi todas las ciudades donde se celebra la Semana Santa, la primera
procesión que sale el Domingo de Ramos es “La Burrita” y en la plaza de San Telmo me
encuentro bien posicionado esperando su salida de la Ermita de San Bernardo y San Telmo.
Esta procesión es distinta a todas, en ella no se ven capirotes, ni mantillas y peinetas, ni señoras con
luto riguroso. Los que rodean este simple pero bonito paso llevando a Jesús en la Burrita y que
conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, son niños, niños con sus mejores galas y
ramos de olivo.
Ramos de olivo que por cierto recuerdo que en mi infancia, mi padre nos llevaba a levantar y
bendecir en la misa del Domingo de Ramos, y que luego, al llegar a casa poníamos todos juntos en
el balcón o en un jarrón. Recuerdo que al paso de los meses siempre le decíamos a mi madre que los
tirara que estaban feos, y ella se negaba diciendo que estaban benditos y le recordaban la Semana
Santa.
Pero volviendo al Paso y a los niños, lo que me trae a la memoria esta instantánea es “la sencillez”,
esa sencillez que los evangelios nos muestran que ha sido una de las constantes de Jesús y que ahora
la veo representada en los niños. Los niños son alegría, ilusión, dan color, reflejan la vida, son
inocentes, espontáneos, y cantan y gritan sin complejos. Son nuestros hijos los que acompañan a
Jesús cabalgando entre palmas y olivos en un humilde burro. Se aprecia en los niños una educación
y formación cristiana, transmitida “primero en los brazos, luego de la mano y después con la
mirada”. Se aprecia en los niños una educación adquirida de unos padres y una familia cristiana.
En la familia pueden aprender el sentido de la responsabilidad y la justicia; el amor al prójimo, la
entrega a los demás y la fe cristiana. Estos niños me hacen pensar en la familia como la célula
fundamental y más importante de la vida del cristiano, en la familia como elemento fundamental de
la vida y como elemento fundamental para el desarrollo de la sociedad. ¡En pocos años estos niños
serán los que cojan nuestro testigo en esta sociedad que vivimos!
Los Hechos de los Apóstoles cuentan la conversión de otro soldado, del que sí conservamos su
nombre, Cornelio, centurión de la cohorte Itálica, que servía en Cesarea Marítima, posiblemente en
el palacio de Pilatos. Hombre “piadoso y temeroso de Dios, como toda su familia” (Hch 10, 2), que
recibió el impulso de pedir al apóstol Pedro que viniera desde Joppe para conocer la fe de Jesús.
Este centurión decidió además, que esa buena noticia no era solo para él, y cuando Pedro llegó,
6 Padre Pío XII, Discurso a la Tripulación del Buque Escuela “Nepturno” de la Armada Española (17 noviembre 1955)
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“había reunido a sus parientes y a los amigos íntimos” (Hch 10, 24). Todos recibieron aquel día el
Espíritu y fueron bautizados en el nombre de Jesucristo (cfr. Hch 10, 45.48). Allí se hizo visible el
amor de la Iglesia por los militares y sus familias.
Los que tenemos la suerte de llevar casados casi 34 años como es mi caso, sabemos que el amor, y
la familia, tienen que basarse en unos cimientos fuertes, en unas virtudes cristianas sólidas, unos
cimientos, como dice el Papa Francisco, “construidos sobre la roca de las virtudes”. Y lo mismo
les pasa a los militares cristianos, que como “custodios de la paz”, tienen que apoyarse en “la roca
firme” que es la Fe en Cristo para cumplir su misión, misión que como hemos visto hace unos días
en ocasiones exige grandes sacrificios tanto individuales como familiares.
El amor y la familia. Los militares, vivimos en cierta manera la máxima del Evangelio “nadie tiene
amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. (Jn 15,13).
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El recuerdo de nuestros orígenes mayormente andaluces está representado el Domingo de Ramos
por la tarde por la “Cofradía de Nuestra Señora de la Esperanza de Vegueta y nuestro Padre
de la Salud” que inicia su recorrido desde la Parroquia de Santo Domingo.
Lo primero que me llama la atención en esta procesión es que llevando los pasos veo muchos
costaleros, y si bien de Coronel en la Semana Santa de Morón no salí de costalero (comprenderán
que el ser costalero es un ejercicio de fe y entrega pero…en el anonimato), cuando dejé el Mando
de la Base, moví mis contactos y durante dos años estuve saliendo como costalero en el paso de la
Virgen de la Paz junto a otras 34 personas. ¡Qué bonita experiencia! 35 personas de todas las edades
y clases sociales, un grupo de gente en el que a nadie le importa quién es quién, simplemente ellos
ponen su esfuerzo y su fe para hacer vibrar y sentir a la gente que desde fuera observa la procesión
“y cómo se mece a la Virgen entre bambalinas”.
El primer año que salí de costalero, en la tarjeta que te daban con el nombre de cada uno y su
posición en cada trabajadera, yo figuraba como “coronel”, pues bien en un descanso después de ya
cinco horas cargando, mientras estaba sentado en el suelo debajo del paso, se me acerca un señor
gordito de la última trabajadera con camiseta de tirantes y me dice: “coronée está cansado?” A lo
que yo le respondo, “hombre, no me llames coronée, llámame Javier”, y él me contestó “nóo si aquí
todos tenemos un mote yo soy er Pirelli”.
Qué bonito mundo, que sano, que ilusión por ayudar con sus sudados costales, faja maltrecha y
zapatillas gastadas de tanto rachear en pos de la causa, todos ellos en el mayor anonimato año tras
año mostrando un ejemplo vivo de fe y amor.
Esta religiosidad popular es expresión del pueblo, alguno de los cuales no puede ni sabe leer los
evangelios, pero que sí saben acompañar y comprender a Jesús Nazareno, nuestro Padre de la Salud
en su caminar fatigado, y a la Virgen de la Esperanza de Vegueta en sus Dolores y Soledad, porque
ellos también han padecido durante siglos, y curiosamente, no solo acompañan sino que encuentran
alivio a sus padecimientos.
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Jesús desde la cruz dijo a su madre, “Mujer ahí tienes a tu hijo” (Jn, 19,26) y al discípulo “ahí
tienes a tu madre” (Jn, 19,27). La Virgen, madre de Jesús, está presente en la Pasión en múltiples
advocaciones, la Virgen es Esperanza, está en Soledad y es Dolorosa; es Su madre y es nuestra
madre, y como todas las madres, sufre por su hijo, a veces se siente sola, y siempre es esperanza.
Si hablar de la Virgen ya de por sí nos sugiere hablar de la Madre, hay muchas imágenes que
específicamente nos manda el mensaje del sufrimiento de las madres. La Procesión de los Dolores
de Triana en la que la Dolorosa a los pies de su hijo es llevada de forma sobria y austera en un paso
sencillo y a la que estoy esperando en la esquina de las calles Triana y Travieso, claramente me
hace pensar en el papel de la madre.
El cristiano muestra su fe, esa fe que ha recibido del amor de Dios, con su humildad, confianza,
entrega, confesión y testimonio. Aunque en los evangelios tenemos muchas muestras de hombres
con fe, uno muy cercano que podemos observar durante la Semana Santa es el modelo de Fe de la
Virgen María, invocada bajo las advocaciones de la Soledad, la Dolorosa, la Esperanza o el Pino, o
del Loreto, la Inmaculada Concepción, el Carmen o el Pilar.
Ella es el originario ejemplo de seguimiento de Cristo. En ella se refleja su entrega y la confianza
que genera, y baste como ejemplo la oración del Angelus que aparece en los evangelios: “He aquí
la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38)7.
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Un ejemplo claro del valor histórico-artístico del extraordinario patrimonio cultural que se muestra
en las procesiones de Semana Santa, y que me sirve para recordar mis raíces cristianas, me lo
enseña, en la tarde del miércoles santo, las imágenes de Nuestra Señora la Virgen de los Dolores de
Vegueta, el Cristo con la Cruz a Cuestas, la Verónica y la Magdalena, así como a San Juan Bautista,
imágenes que conforman la estación de penitencia del Santo Encuentro de Cristo.
La contemplación de las imágenes con el profundo sentido religioso que trasmiten, el
acompañamiento del pueblo, la música, el silencio, son una clara expresión de la fe de nuestro
pueblo canario, que provocan en los niños, jóvenes y adultos todo tipo de reflexiones.
Al fijarme en la imagen de Nuestra Señora de los Dolores Coronada, la veo con todo su
esplendor, pero además contemplo que lleva la Faja de General del Ejército del Aire, las alas de
piloto y la imagen de la Virgen de Loreto a sus pies, lo cual me recuerda la estrecha vinculación
que tiene con el Ejército del Aire.
La mente se me va rápidamente a recordar el honor que tuve el pasado mes de diciembre cuando me
solicitaron que impusiera mi Faja de General a la Virgen de los Dolores de Arahal (un pueblo de
Sevilla). Da igual donde esté situada esa imagen de la Virgen, en Arahal o en Las Palmas, saliendo
con la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores de Vegueta, con la hermandad de los Dolores de
Triana, o en la procesión de las Mantillas; la Virgen de los Dolores es siempre la Virgen de los
Dolores y las palabras que le dije a la Virgen en su momento en Arahal, las recuerdo ahora
como si se las estuviera diciendo hoy aquí mismo:
“Santísima Madre, Virgen de los Dolores, Reina del Cielo y de la Tierra,
7 Juan Martín del Rio, Carta Pastoral, La Fe, Fuente de la Paz.
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me cabe el honor de presentarme ante Ti para hacerte entrega de mi faja de oficial general,
como signo de gratitud por tu intercesión ante Dios,
y por todos los dones entregados a todos los Canarios que se acogen bajo Tu manto.
La faja es distintivo propio del general, el oficial que ocupa el más alto escalón en la
jerarquía militar, y representa la autoridad de quien la porta.
Somos conscientes de que no podemos concederte lo que por naturaleza te pertenece. Sin
embargo esta faja es el símbolo de Tu Mando sobre todos nosotros, los que estamos aquí y
los que ya no estamos, sobre todos los que servimos a la Patria de una forma u otra, sobre
todos los que ayudan a los demás, a los más pobres y a los necesitados, en resumen, Tu
Mando sobre todos los que ponemos a Tus pies nuestras voluntades y nuestros corazones.
Como bien sabes Querida Madre, el Ejército del Aire siempre ha estado presente en Tu
corazón, en nuestro caso en su advocación de la Virgen de Loreto, pero a partir de ahora, y
con el permiso de la Virgen de Loreto, también lo estará en el Tuyo, en el de la Virgen de
los Dolores;
y hoy humildemente te pido que protejas con TU MANTO a todos los que surcan los aires
del mundo con los colores de nuestra bandera de España, y a todos los Canarios.
Todos nosotros, con este gesto de veneración hacia Ti, que yo he tenido el privilegio de
hacer en su nombre, simplemente queremos mostrarte nuestra devoción y decirte en voz alta
que cada día Te querremos más y mejor.
¡Protégenos a todos siempre querida Madre!”.
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“Hay tres días en el año que relucen más que el sol, Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la
Ascensión”.
En el Jueves Santo quiero hacer un alto en las procesiones, para recordar que en la Semana Santa,
la tarde del Jueves Santo, antes de visitar “los monumentos”, se celebra la eucaristía de la cena del
señor, ceremonia a la que llevo yendo toda mi vida, primero de la mano de mis padres y ahora con
mi familia.
Allí me enseñaron que la Pascua de Jesús es posible desde su entrega total y absoluta hasta la
muerte y resurrección. Sin entrega no hay amor, ni pasión, ni muerte y resurrección. Un amor
verdadero, que no es de ráfagas fugaces, sino de constancia y de cotidianidad silenciosa.
Y dentro de esa celebración me gusta mucho participar todos los años en el lavatorio de pies; Qué
bonito mensaje de servicio a los demás y entrega que es el lavado de pies.
Este día me lleva a recordar a San Cipriano, cuando para hacer ver que los cristianos somos todos
hermanos, dijo “Nadie puede tener a Dios por Padre, si no tiene a la Iglesia como madre”8.
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8 San Cipriano, Sobre la Unidad de la Iglesia, 6.
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La madrugada del Viernes Santo me impresiona el recogimiento de la Cofradía del Santísimo
Cristo del Buen Fin haciendo el vía Crucis del Silencio, en el que se aprecia la oración hacia
adentro de la comunidad cristiana.
Este es el momento de decir a los que piensen que las procesiones son un espectáculo, y que la
gente viene simplemente a pasar un rato con los amigos, que vengan la madrugada del viernes para
contemplar el silencio impresionante sólo mancillado por el sonido de la campanilla que indica a los
Cofrades que se paren para escuchar la palabra del predicador en cada estación, y así darse cuenta
que estas manifestaciones las mueven la Cruz y la Virgen, y que son una manifestación de fe, en la
que hay devoción por todas las esquinas, unos dando gracias a Dios y otros pidiéndole al Señor.
Todos llegarán a ver con el corazón lo que no se ve con los ojos.
Las imágenes de este día me ayudan más que ningún otro a trasladar mi mirada con los ojos del
corazón a tantos hombres y mujeres que sufren a nuestro lado y que son las representaciones vivas
de Cristo torturado y crucificado.
Un centurión, probablemente el responsable de la ejecución, estaba junto a otros soldados en la
escena del calvario, cuando después de que Jesús expirara en la cruz, y mientras se veían envueltos
en tinieblas y sacudidos por un terremoto, dijo: “Verdaderamente éste era el hijo de Dios” (Mt
27,54). Siendo ésta la primera profesión de fe cristiana por parte de un gentil, un testimonio de la
divinidad de Jesucristo hecho por unos militares.
Por eso hoy en día, no debemos dudar para dar un testimonio de fe por el hecho de ser militares,
pues lo llevamos haciendo desde los primeros días.
Y por eso yo, cuando con los ojos cerrados contemplo el paso con Jesús en la Cruz la madrugada
del viernes santo en la puerta de la Ermita del Espíritu Santo, me salen del interior sinceras palabras
que le piden al Señor que no nos despoje de nuestra cruz, pero que nos dé amplias y anchas espaldas
y fuerzas para llevarla por todos los rincones de nuestra ciudad , y para que en el momento que
podamos desfallecer, nos dé las fuerzas justas y necesarias para levantarnos, así como el valor
duradero y suficiente para prestar ayuda a todos aquellos que no pueden con la cruz diaria de su
vida, dentro de nuestra obligación moral de ser humanamente el primer y último cirineo.
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La mañana del Viernes, situado en la calle Obispo Codina, observo al “Cristo de la Sala
Capitular y a la Virgen Dolorosa” en la procesión de las Mantillas, donde aprecio la “canariedad
de la mujer” todas ellas ataviadas con la preciosa mantilla blanca canaria acompañando al paso
mientras van rezando el Santo Rosario hasta regresar a la Catedral.
En nuestra familia todos siempre hemos hecho deporte siendo conscientes de la importancia del
mismo. En una ocasión, hace ya 9 años, mi hija mayor tomó una decisión en su vida que aunque me
parecía bien, el único “pero” que le encontraba era que podría limitarle el hacer ejercicio, lo cual me
preocupaba por su salud. De hecho cuando le dije que tenía que seguir haciéndolo me contestó que
iba a ser muy difícil.
Aprovechando que la conocía y sobre todo sabiendo lo bien que ella me conocía a mí, le hice una
propuesta que no podía fallar:
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le dije que si hacia 20 flexiones diarias, yo rezaría el Rosario diariamente (en aquella época yo era
buena persona e iba a misa los domingos, pero la verdad es que rezaba poco). Y efectivamente, tras
preguntarme varias veces si lo decía en serio, y yo contestarle que sí, ella aceptó.
Y es que ya lo expresaba Benedicto XVI en una de sus cartas: “No se comienza a ser cristiano
por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una
persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”9.
El poder de la oración hay que entenderlo, no es fácil, pero una vez que lo consigues, aunque
sigues siendo igual de cristiano que eras, haces los mismos planes, sigues con el mismo trabajo,
sigues siendo del atleti, ríes, cuentas chistes, juegas al golf, todo como antes, ahora además, el
Señor está más presente en tu vida, hablas con Él, le pides lo que necesitas y le das las gracias todos
los días. En resumen que con la oración, la vida es mucho más fácil, porque te ayuda a sobrellevar
la cruz de cada día, esa que no puedes llevar tú solo o que te pesa demasiado, te ayuda a endulzar
las penas, a perdonar e incluso a rezar por tus enemigos, y te ayuda a buscar puntos de encuentro y
“no practicar el ojo por ojo y diente por diente”.
Lo importante es rezar, tener fe y rezar, y da igual a quien lo hagas, a la Virgen o al Señor; En una
ocasión Pio IX recibió a unos hijos de María Santísima, como les gusta llamarse a los andaluces, y
uno de ellos le dijo al Papa: “Santidad, a nosotros a veces casi nos remuerde la conciencia porque
en nuestros cultos y devociones honramos y queremos a la Virgen más que a Dios”, a lo que el Papa
les contestó: “Estupendo, seguid así, porque da la casualidad que entre el Hijo y la Madre hay muy
buenas relaciones y honrar a la Madre es honrar al Hijo. ¿O es que la querríais tanto si no fuese
precisamente Madre del Hijo?”10
.
En las procesiones de Semana Santa la actitud de la gente es muy contagiosa, ¡hasta el rezar es
contagioso! Diría que incluso para aquellos que no saben rezar en la iglesia, lo hacen en la calle;
solo Dios sabe cuántos han aprendido a rezar en la calle y sólo María conoce cuántas miradas de fe,
cuántos propósitos de conversión sincera, cuántos deseos de amor y seguimiento arranca la
contemplación de los misterios de la pasión de Cristo.
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El viernes por la tarde veo multitud de gente por todo Vegueta esperando a la Magna Procesión
que saca sus imágenes desde las iglesias de Santo Domingo, San Agustín y San Francisco.
Me gusta pasar por la iglesia de San Agustín, antes de que salga la procesión, para volver a rezar
ante los pies de la preciosa imagen de Luján Pérez como he hecho estos últimos 14 de septiembre
cuando invitado por el Alcalde he asistido a la misa en honor del Cristo de la Vera Cruz, patrono de
la ciudad y de la policía local.
Más tarde, mezclado entre la gente en la calle del Reloj, contemplo detrás del Cristo a su madre
Dolorosa, “la Genovesa” con la nobleza de la esclavitud servita y consolada por San Juan,
avanzando impasible con una expresión dolorosa que recorre su rostro abatido, y con el color negro
de su manto que se hace bandera y estandarte de su maltrecho sentimiento de Virgen Madre.
9 Benedicto XVI, Deus caritas est, n.1.
10 Rufino Villalobos, La virgen esa Señora, Sevilla (1970).
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Anteriormente había visto pasar por la Alameda, los pasos que salieron de la Iglesia de San
Francisco, con las imágenes del Señor de la Humildad y Paciencia, la Cruz desnuda con San Juan y
la Magdalena, y La Virgen de la Soledad de la Portería Coronada.
Una Virgen de la Soledad que este año en el cielo estará menos sola, pues ya goza de la compañía
de varias mujeres que de aquí han partido y a las que conoce por su voz, sus gestos y por el amor
que le profesan, y que a buen seguro ahora son sus mejores amigas y compañeras.
Cuando contemplo esta procesión, no importa lo multitudinaria que sea, veo orden, silencio,
educación, valores, respeto, fe, y veo alegría a la vez que siento una sensación de paz y tranquilidad.
Quizás sea debido a que las manifestaciones de los cristianos, son pacíficas, en ellas la gente se
dedica a rezar, a contemplar, y no las utiliza para criticar a los que no opinan como ellos. El Papa
ha dicho que la libertad religiosa es un bien esencial y toda persona debe poder ejercer el derecho de
elegir la religión que quiera, y así actúan los cristianos ante los demás, teniendo presente lo que ya
dijo San Gregorio Magno: “En la Iglesia no puede haber buenos sin malos, ni malos sin buenos, y
no fue bueno aquel que no quiso sufrir a los malos”11
.
En medio de toda la gente siento un poco la actitud del peregrino que durante el camino, va
avanzando con la mente abierta, contempla, reflexiona consigo mismo… aprecia y valora las cosas
y detalles más comunes y cotidianos…
Tanta gente diferente, con actitudes y disposiciones tan diversas, observando lo mismo, cada uno
con su reflexión; están juntos tanto cristianos como los que no lo son, tanto religiosos como
gentiles, … niños en silencio mirando, otros llorando; adultos que en silencio observan, que
hablando comentan, otros que sin reparo y como aislados en su burbuja en medio de la multitud van
pronunciando sus plegarias y súplicas al Paso que pasa, ¿o es más bien a la Madre que lo representa
o al Cristo con el que se identifica…? ;
Algunos rostros con lágrimas y otros expresando su mejor sonrisa…, Jóvenes, ancianos, algunos
impedidos, todos, en un camino de peregrinación que no saben qué tipo de reflexiones les va a
suscitar esa experiencia.
El Papa Francisco nos dice: “Con corazones rotos en miles de fragmentos será difícil construir
una auténtica paz social… Tenemos que recordar siempre que somos peregrinos, y peregrinamos
juntos. Para eso, hay que confiar el corazón al compañero de camino sin recelos, sin
desconfianzas, y mirar ante todo lo que buscamos: la paz en el rostro del único Dios. Confiarse al
otro es algo artesanal, la paz es artesanal. Jesús nos dijo: ‘¡Felices los que trabajan por la paz!’
(Mt 5,9). En este empeño, también entre nosotros, se cumple la antigua profecía ‘De sus espadas
forjarán arados’ (Is 2,4)”12
.
La espiritualidad del militar cristiano, es la razón suprema que sustenta sus valores éticos y morales,
y que le lleva a servir a la sociedad hasta dar la propia vida en defensa de ellos13
.
Ahora que cada vez se extiende más la convicción que la crisis económica que marca el siglo 21 es
una consecuencia de la quiebra de valores humanos fundamentales, y que para arreglarla hay que
arreglar antes a las personas, las procesiones nos pueden ayudar a solucionar esas dudas que tiene
11
Santo Tomás de Aquino, Catena Aurea:Glosa continua super Evangelia, volll (Bologna, 2ª12). 12
Francisco I, Exhort. ap. Evangelii Gaudium. 13
Juan Martín del Rio, Carta Pastoral, La Fe, Fuente de la Paz.
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parte de la sociedad por falta de felicidad, por sufrimiento en un mundo que busca placeres
superficiales muchas veces de forma avara y consumista. Las procesiones nos muestran la huella de
Dios en el hombre, huellas que también se descubren en aquellas virtudes y valores humanos que
caracterizan a los miembros de las Fuerzas Armadas que viven íntegramente su misión al servicio
de la sociedad, como por ejemplo, la abnegación, la disciplina, el honor, el valor, la lealtad, la
obediencia, serenidad, y el espíritu de sacrificio entre otras muchas. Estas virtudes castrenses, son
también igualmente válidas entre aquellos cristianos coherentes que luchan por transformar su vida
y el mundo que los rodea, según el modelo de Cristo.
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Y ya llegamos al final de Semana Santa, llegamos al Domingo de Resurrección, y es tiempo de
pensar y recapitular lo que nos ha enseñado la Semana Santa.
En la vida el tiempo se nos pasa trabajando y estudiando, todo siempre va deprisa, en el trabajo y en
casa; los ordenadores lo aceleran todo, y de lo que no hay tiempo es de pensar.
Yo, desde esta privilegiada posición, le pido a esta semana Santa que consiga que todos, en nuestro
día a día, dediquemos un ratito a meditar y a contemplar, y que como resultado de ello seamos a
partir de ahora, además de fieles a nuestro trabajo, pregoneros de una actitud cristiana en la
calle, pregoneros de una actitud cristiana en la vida, pregoneros de una vida con valores
cristianos, de apoyo a la familia, a la educación, de convencer en lugar de vencer, de perdonar
y de dar gracias, en definitiva ser pregonero de todos esos valores que se anuncian en la
Semana Santa.
Y quiero terminar con una frase relativa a “Santa Mónica” que desde que la leí hace años me
encanta, la tengo en la memoria y la recuerdo muchas veces, imagen que además yo tengo la suerte
de poder ver de cerca a menudo. La frase hace referencia a muchos aspectos de los que se aprende
en la Semana Santa y que he mencionado en este pregón, a la Virgen, a la Madre, a la Oración, y a
las Virtudes cristianas.
Santa Mónica era la madre de San Agustín y está escrito que fue
“un modelo de madre, que alimentó su fe con la oración y la embelleció con sus virtudes”14
.
Muchas gracias a todos.
14
Cf. Monseñor Bougaud, Historia de Santa Mónica, 7 Edición (1877).