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PRESENTACIÓN

DAVID SUÁREZ GONZÁLEZ

José Luis Yánez Rodríguez nació en El Palmar (Teror) el 5 de junio de 1960. Estudió en la Escuela de Magisterio de Las Palmas donde obtuvo la Diplomatura en Profesorado de EGB. Posteriormente continuó sus estudios en la Universidad de La Laguna, donde obtuvo la Licenciatura en Geografía e Historia. En su última etapa como educador fue Director del CEIP Miraflor, limítrofe entre Teror y Las Palmas de Gran Canaria. En la actualidad es asesor de la Dirección General de Patrimonio Histórico y trabaja en el Museo Élder de la capital grancanaria.

Fue nombrado cronista en febrero de 2007, tras el fallecimiento de su antecesor en el cargo, Vicente Hernández Jiménez, a fines del 2006. Se da la circunstancia de que fue él mismo quien propuso el nombramiento del anterior cronista, cuando ocupaba la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Teror en 1994 tras la muerte de Néstor Álamo.

José Luis Yánez es también conocido por su trayectoria en la política municipal, de la que ese retiró en 2003. Se presentó por primera vez a las elecciones municipales en 1987 y permaneció como concejal del grupo de gobierno y posteriormente de la oposición hasta ese año. Ha sido secretario de la Asociación de Vecinos de su barrio natal y de la Asociación El Recinto del Casco terorense y lo es en la actualidad de la Asociación de Mujeres Rurales Nisamar de la Villa de Teror.

Desde hace años colabora en las retransmisiones televisivas de las Fiestas del Pino y en la prensa grancanaria con escritos sobre temas relacionados con la historia de Teror y otros municipios de Gran Canaria

El año 2006, publicó su primer libro titulado “El Palmar de Teror”, en el que el propio Vicente Hernández Jiménez participó en calidad de presentador del mismo.

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Afirma que la figura del cronista es para Teror algo irrenunciable; a él se debe el cuidado y la custodia de la memoria colectiva y el registro de los acontecimientos históricos que son contemporáneos a su persona, sin olvidar su papel como consejero en todos aquellos asuntos relacionados con el patrimonio cultural terorense.

La curiosidad profunda, el saber siempre más y más, incansablemente, del lugar donde he venido al mundo es la razón de lo que hace. Recientemente, afirmaba en un programa de la Televisión Canaria: “Yo no me iba a entender a mí mismo, ni el lugar donde estaba, ni el lugar que ocupaba en el mundo si no entendía mis raíces. Tengo pura pasión por Canarias, por Teror, por los Yánez, por los Suárez,… por las familias que han constituido el fundamento de lo que es Canarias hoy en día”

Tras el primer libro, han ido publicándose otros muchos como: “Teror de cuntino y de domingo”, “De campos y gentes de Teror”, “Néstor Álamo”, “Sebastian Jiménez Sánchez”, “Ignacio Quintana Marrero” “Teror. Historias y crónicas”, …

Además de como compositor y letrista, más de 180 canciones, el espectáculo “Teror en voz de mujer”, y los trabajos en CD “Canciones para una Noche del Pino” “Cantando junto al Niño” o”Suspiros por los 25 años del Jardín de Corvo”, etc.

Aunque en este aspecto de su labor destaca siempre su “Himno del Centario de la Virgen del Pino”, estrenado en la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán en Vegueta en el 2016 o el “Himno a Nuestra Señora de las Nieves”, estrenado en Lomo Magullo el pasado año.

Tiene en preparación el libro “Teror: usanzas, testimonio y eventualidad” y un “Cancionero-Poemario” recopilatorio, además de los espectáculos musicales “Con olor a pan de campo”, "En tierras de arado" y "Al rubor del agua del agua y el sauzal"

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PREGÓN DE SEMANA SANTA DE LA HERMANDAD SACRAMENTAL Y COFRADÍA DE MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES DE TRIANA,

NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS Y SAN TELMO

(29-MARZO- 2019)

PARROQUIA DE SAN BERNARDO

LAS PALMAS DE GRAN CANARIA

Huelen a sol tempranero las mañanas, huele a ropa recién estrenada,

como recién estrenada está la primavera que anuncia lo que ha de venir.

Huele a palmito que se va entrelazado como en sutil encaje de bolillos; huele, a fin, a Cristiandad y a la cercanía de los días en los que veremos como la Muerte no es el final; como la Muerte es redención, salvación y completa absolución de nuestros pecados y nuestros penares.

Huele también a cultura y a fe; a devoción añeja de aquella de la que se enorgullecían los aquí llegados a principios de la decimosexta centuria.

Y los sentidos se transforman en conmociones, cuando llego aquí esgrimiendo mi orgullo satisfecho y agradecido por hacer lo que he venido a hacer: pregonar este año de Nuestro Señor de 2019, la Semana Santa de la Hermandad Sacramental y Cofradía de María Santísima de Los Dolores de Triana, Nuestra Señora de Las Angustias y San Telmo.

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Y esos olores de tanto fervor, se convierten en devociones, se convierten en corazón, se convierten en voz y proclama para decir a los cuatro vientos que comienzan los días serenos de la Santa Semana en la que los católicos celebramos el recuerdo emocionado y enternecido de la Pasión y Muerte de Cristo; pero sobre, y por encima de todo, de nuestra Redención a través de su Santo Sacrificio.

Y, al final la Pascua que volverá hoy como siempre a colmar de júbilo nuestras almas y de esperanza nuestros horizontes.

Satisfacción al poder continuar con mi palabra la senda que con la suya iniciara el presidente de la Audiencia Territorial de Canarias, don José Mateo Díaz, el 26 de marzo de 1988.

Y mayor orgullo el poder hacerlo en este lugar, ermita de costa, de ribera, de pescadores, marineros y brea; en la que retablos, imágenes, dorados, madera entrelazada en mágico artesonado mudejar, sirven ya, por sí mismos, para abrir el espíritu de los que me escuchen a todo lo que aquí pueda proclamarse.

Fue esta ermita de las primeras de la isla; y por ello y por estar aquí, al ribazo de la mar, sufrió no sólo los avatares de oleajes y tormentas, sino asimismo de arribadas piráticas y rapiñas de las que nuestras tierras fueron durante siglos, suelo permanente asediado.

Tras mucho de todo esto, y el incendio feroz y arrasador de fines del XVI; en 1694 la “Confraternidad de Mareantes de San Pedro González Telmo” afirmó ya poseer en sus arcas la cantidad de 80000 pesos, que junto a las aportaciones de sus “confrates” les hicieron tomar la decisión de edificar nuevo templo. Las siguientes décadas, siglos, no hicieron otra cosa que aumentar y mejorar lo hecho entonces hasta convertirlo en este joyel en el que hoy nos hallamos.

No estamos por lo dicho en cualquier lugar. Si queremos impregnarnos de tradición, cultura, fe y devoción -a fin de cuentas, de Semana Santa- estamos en uno de los mejores lugares que estas tierras canarias prestan para ello.

No voy a hacer ni extensión histórica ni alardes investigadores en la Semana Santa de esta ciudad; muchas personas que me han antecedido en este menestar lo han hecho mejor de lo que hoy de mi voz, de mi alma, pudiera brotar. Cientos de ejemplos hay de ello, por lo que destacaré sólo dos que unen descripción y emoción. Mi buen amigo, Juan José Laforet, cronista de ciudad e isla, dice de ella que hay mucho de peculiar, de singular en nuestra Semana Santa y “que aquí nunca hubo carrera oficial, ni palcos principales, ni sillas alquiladas en el recorrido, que aquí la carrera mayor la llevaba cada cual en su alma, mientras se apresuraba a caminar lo más cerca posible del trono

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con la imagen de su especial devoción… que cada día es una plegaria, una expresión de fe del pueblo que la vive y la siente, como la vivieron y sintieron sus padres y sus abuelos, y como están seguros que la vivirán sus hijos y sus nietos. Pero cada día es también una campana que tañe a tradición, a antiguas costumbres, a un carácter y un ambiente que hacen de nuestra Semana Santa un exponente de arraigada canariedad” Don Rafael Rodríguez y Rodriguez-Matos alzó su voz para clamar el gozo de esta celebración con sus sensibles palabras: “Portones, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas y se abran las puertas al dolor y a la esperanza. Tributemos al dolor, realidad del mundo, inherente a la condición humana nuestra identificación y solidaridad; solidaridad con el oprimido, necesitado, desvalido enfermo, hambriento, parado,...”

Pero ahora vaya mi voz presta a lo que he venido a hacer.

En 1981, tan sólo unos días más tarde de que nuestra comunidad diocesana celebrara el medio milenio de la aparición entre la leyenda y la realidad de la Imagen de Nuestra Señora del Pino en las alturas del por aún entonces inalcanzado Bosque de Doramas o de Aterure; la Cancillería del Cabildo Catedral dejaba constancia de un acuerdo tomado a fines de aquel mes, en los términos siguientes:

“Don Ramon Echarren Ystúriz, obispo de Canarias, por las presentes ERIJO la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores de la Parroquia de San Nicolás de Bari de esta ciudad, conforme a la solicitud presentada por don José Campos Dámaso de 18 de Agosto de 1980 y de acuerdo con el informe favorable del Rvdo. Sr. Cura Ecónomo de la misma y, con las correcciones que se adjuntan APRUEBO los Estatutos presentados. En Las Palmas de Gran Canaria, a quince de Septiembre de mil novecientos ochenta y uno, en la festividad de Ntra. Sra. de los Dolores. Ramón Echarren Ystúriz Obispo de Canarias. Por mandato de S. Excia. Rvdma. Román Navarro Rodríguez Canciller-Secretario”

Como todo lo grande surge de lo pequeño y sencillo, la Hermandad de María Santísima de los Dolores de Triana, nació en la parroquia de San Nicolás de Barí del Risco; y así nos lo recordaba hace unos años don Máximo Rivero Navarro, el 9 de abril de 1975 por iniciativa de un grupo de personas, presididas por la maestra doña María del Pilar Matas Contreras, Rvda. Madre María del Valle, Dominica de la Sagrada Familia; el practicante don José Campos Dámaso, primer presidente de lo que estaba naciendo, y don Manuel Romero Sánchez, párroco por entonces de San Nicolás. Don Manuel falleció en agosto de 1995; la Madre María del Valle fallecería en julio de 1998 y por último don José Campos nos dejó para descansar junto al Señor, el 28 de junio del pasado año.

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La imagen titular sería la instalada en la propia ermita a poco de su fundación a instancias del capitán Juan de Matos y que fue autorizada por el obispo Bernardo de Vicuña y Zuazo a fines del XVII, dedicada a San Nicolás de Bari en las laderas de la montaña de San Francisco, para último descanso de la Virgen del Pino antes de entrar en las calles y plazas de la capital, además de tal como aparece en la solicitud de Matos, por “la mucha utilidad y probecho a todos los vezinos que en él viven, que por ser pobríssimos y no tener vestuario dezente para vaxar a Nuestra Santa Iglesia Cathedral, Parrochia del Sagrario y conventos de dicha ciudad a oir missa. En dicha hermita y hospicio la podrán oir, sin que la desnudez les sea motivo para incurrir en algunas omisiones del precepto…”

Allí, la cofradía tenía poco movimiento para tantas ganas y afanes: sus cultos se reducían a una misa el viernes de Dolores, la procesión en la noche del viernes Santo y para finalizar, una misa el 15 de septiembre, festividad de la Virgen de los Dolores.

Pese a ello, no pararon en ese andar en unos años -fines de los setenta- en los que nuestra isla, experimentó un enorme retroceso en todas las expresiones religiosas públicas y participativas, singularmente en las de Semana Santa, por lo que se tomó en 1978 la decisión de agrupar todas las procesiones en un sólo día, el Viernes Santo. Así, el 6 de abril de 1979, Viernes de Dolores, a las ocho de la tarde tras una solemne función presidida por don Juan Artiles Sánchez, vicario general de la Diócesis, se procedió a la bendición de la corona que luciría la Virgen durante la Semana Santa de aquel año; acto que fue amadrinado por doña María Luisa Llarena y Cólogan, esposa de don Agustín Manrique de Lara y Bravo de Laguna, Patrono de Nuestra Señora del Pino.

Debido a esta escasez de cultos y actividades en aquellos años, se tomó la decisión de trasladar su sede; y un grupo de hermanos cofrades el mes de septiembre de 1985 dieron el paso. Con el común y preceptivo acuerdo de don Antonio Fernández Parrilla -párroco de San Nicolás de Bari- y de don Enrique Dorta Afonso -párroco de San Bernardo-, el 15 de noviembre de 1985 la Hermandad Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores quedó ya constituida y asentada en la parroquia de San Bernardo y en su templo titular, la ermita de San Telmo.

No era parroquia donde fuesen a incomodar tradiciones seculares ligadas a la Semana Santa; aunque sí es verdad que en ella, desde su implantación sobre 1905, la ciudadanía de Las Palmas y de otros muchos pueblos de la isla venía conmemorando como en ningún otro lugar el Domingo de Ramos con la célebre “Procesión de La Burrita”.

La Imagen de Jesús llegando a Jeresusalen y su trono, conocida popularmente como “La Burrita” es de autoría anónima y fue traida a fines del

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XIX desde Valencia. Esta procesión, ha variado de recorrido algunas veces desde entonces y, por ejemplo, entre los 50 y los 60 del pasado siglo salía desde la Catedral, atravesando toda la largura costera de los dos barrios fundacionales de la ciudad.

El protagonismo de este nuevo paso introducido, tal como he dicho, hace poco más de un siglo había rebajado hasta casi eliminar el de la Catedral, que el Domingo de Ramos lo tenía y muy destacado. En reseña de cronista, aparece así como en marzo de 1866 se afirmaba que “la función del Domingo de Ramos había estado brillante y muy concurrida; predicando en la tarde el beneficiado de la Catedral don Sebastian Rivero, y saliendo luego en procesión la imagen de Cristo Predicador”

Instalada ya en su nueva sede, la Hermandad comenzó a moverse y llevar a cabo una mayor cantidad de actividades: misa de hermandad los últimos sábados de cada mes; Hora Santa; creación de una bolsa de caridad para ayudar a los necesitados y a la parroquia propiamente dicha; nombramiento de cofrades mayores y camarera de la Virgen, etc.

Tras ello y en un andar imparable de hitos, la Hermandad Sacramental y Cofradía de María Santísima de Los Dolores de Triana, Nuestra Señora de Las Angustias y San Telmo no ha parado en transformarse, pese a lo reciente de su implantación, en una constante generadora de hechos que han jalonado la travesía histórico-religiosa de la Semana Santa en Las Palmas de Gran Canaria, tras su recuperación en las tres últimas décadas.

El 21 de marzo de 1986, primer Vía Crucis de Triana; el 29 de marzo del mismo año, un trono de plata para la Virgen de las Angustias, al carecer aún de la imagen titular que había quedado en San Nicolás; tan sólo un año más tarde, el 2 de enero de 1987 adquisición de la bellísima talla del siglo XIX y hechura granadina de la actual imagen de la Virgen de los Dolores, que fue bendecida el 28 de marzo del mismo año, siendo los padrinos de la misma don José Mateo Díaz, Presidente de la Audiencia Territorial de Canarias, y su esposa doña María del Carmen Faura Martín.

Y ya movidos y motivados por la presencia de esta hermosa imagen que no se cansan de embellecer aún más, no han parado en proponer y promover: un himno solemne y majestuoso para Nuestra Señora; poemas recitados en el andar procesional para explicar el dolor de María por los sufrimientos de Jesús; posterior acompañamiento de los poemas con malagueñas…

Si un año estrenaba faldones para el trono confeccionados por los cofrades María Esperanza Talavera y Ramón Fernández Caro; en el 2006 dieciocho internos de la prisión de Salto del Negro participaban en su procesión y en la de la Esperanza de Santo Domingo. José Rocatagliata, Hermano mayor de la misma y pregonero que fue de esta Hernandad explicó acertadamente

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que era algo pionero y que surgió cuando “dimos una charla en la prisión, conseguimos los permisos de Interior y los voluntarios vinieron a todos los ensayos” buscando con ello fomentar la labor social de las cofradías y encontrar nuevos costaleros y cargadores.

Esta Hermandad se ha caracterizado asimismo por la sobriedad y el respeto al más puro estilo canario, tal como dice su Hermano Mayor, José Luis Rivero no llevan “las típicas túnicas de nazarenos. Por normativa, los hombres van vestidos de traje oscuro y las mujeres de negro y con mantilla. Los cofrades llevamos faroles típicos canarios, que se llevan por orden de antigüedad en la cofradía, y la cruz que representa los siete dolores” dando con todo ello un punto de decoro en el que yo, que ando metido en cruzadas casi perdidas por que se respeten las formas tradicionales de la prenda más representativa de la vestimenta tradicional de las mujeres grancanarias me congratulo muy profundamente.

Y no han parado. Tal como afirman, la cofradía pretende cada año incluir algo nuevo para “enganchar a la gente” y que, de este modo, todo parezca nuevo, atrayente, interesante, a la vez que salvaguardan los valores más profundos y sinceros del espíritu de esta celebración en Canarias.

Esperanza Talavera, tesorera de la hermandad, cual ama de casa ahorrativa y correctamente administradora, ha sido la responsable de que la imagen tuviera manto y vestido nuevos, y Ramón Fernández-Caro, el prioste, el responsable de que los luciera con correccción majestuosa; tal como luce asimismo las ánforas chapadas en plata donadas por el propio prioste y un por un grupo de cofrades, y que fueron realizadas en la orfebrería sevillana de Antonio Santos Rodríguez Campanario.

Y asi tanto y tanto que sería casi imposible enumerar en este acto de pregonar la Semana Santa todos los empeños de esta Hermandad y Cofradía en exaltarla y ensalzarla. Pero no quiero acabar sin mencionar un hecho que por lo sencillo es aún más estimable. Hace ocho años, la novedad fue que el trono sería cargado a partir de entonces también por mujeres. Venidas en un primer momento desde Moya y luego ya fortalecida su presencia desde la acción de los propios cofrades, este simple gesto de respeto a la igualdad ha hecho que Nuestra Señora de los Dolores de Triana tenga el único paso que en Las Palmas de Gran Canaria sale cargado a hombros por presos, cargadoras y cofrades. Mi felicitación más emocionada y respetuosa por ello.

Y ahora quiero hablarte a Ti, Madre.

Quiero pregonar tus grandezas y tus dolores.

Cuando en la tarde del Miércoles Santo, las puertas de la Ermita de San Telmo, que de pequeñas parecieran no poder paso a tal Alteza se abren ante

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Ti; el paso, los respiraderos, las flores, los faroles, los estandartes, los ojos expectantes, los corazones estremecidos, los que sienten la alegría de volver a verte y aquellos que lloran al ausente, que ya está junto a ti gozando de la gloria celestial; todos los sentimientos de cientos de personas que rodean este santo lugar centran sus corazones y sus rezos en Ti, en tu cara, en el Trono que te eleva, en los hombres y mujeres que hacen que Tú andes gracias a su esfuerzo y sus promesas de alzarte hasta el mismo cielo si pudieran.

Todo vuelve a oler a Semana Santa, a incienso y azucena; a cirio y helecho; a noche de luna y farol.

Y si negro es tu manto, y negras las mantillas de las mujeres, y los trajes con que los hombres se preparan para acompañarte en dolor, silencio, oración y penitencia; en la negra noche enfilas las calles de Triana, que ya son sendas donde los habitantes de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad Real de Las Palmas de Gran Canaria, te rinden pleitesía porque Reina eres del barrio de Triana. Pero sobre todo, te miran como lo que eres: nuestra Madre. Y a todos los que te miramos, como a todos los hijos de todas las madres, nos duele tu dolor y en tu dolor vemos el de la Humanidad entera.

Por eso, en este recorrido que te llevará hasta el templo de Los Franciscanos, quiero hoy ofrendar los siete puñales de tus siete sufrimientos. Clávalos en mí, Santísima Virgen de los Dolores, pero Tú no sufras más. Porque en tu cara veo la cara de mi madre terrenal, y te pido , te ruego con el alma encogida en un puño, que junto a Ti la tengas gozando de la gloria y la redención de sus pecados.

Y que ese primer puñal que en tu corazón se clavó cuando Simeón te anunció que el desconsuelo y la congoja te lo partirían, se tranforme por nuestras bondades en anuncio de eterna solidaridad y amor hacia todos nuestros hermanos en tu Hijo Jesucristo…

Que el segundo puñal por el que huiste a Egipto, se diluya en el aire de las flores que te rodean y nunca más nadie tenga que huir por temor a que le maten, a que violenten su vivir…

Que el tercer dolor que sufriste cuando en el Templo se perdió tu Santo Hijo se transforme en vuelo de blancas palomas y jamás ninguna madre vuelva a llorar la pérdida de un hijo…

Que el cuarto metal, lacerante, doloroso, de cuando encontraste a la prenda de tus afectos cargado bajo el peso de la cruz nunca más te dañe desde que veas que todos los cristianos, tus hijos, comenzamos a compartir juntos el peso de las cruces de este mundo…

Que el puñal forjado a fuego de temores que cortó tu corazón en dos al verle crucificado y muerto sea siempre, por siempre y para siempre la señal de

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nuestra Redención por la que besamos las manos de la Mujer que nos la trajo a este mundo…

Que ese cuchillo afilado de tenerlo en tus brazos y ya no poder otra cosa que llorarle nos dé eterno ejemplo de piedad hacia todos los hombres y mujeres del mundo…

Y por último, que en el séptimo de tus dolores, el más punzante y traspasador porque no hay dolor más grande para una Madre que el de enterrar a un Hijo nos tengas para toda la eternidad junto a Ti compartiendo la alegría de su resurrección.

Y aquí, en este lugar donde quiero concluir, dando mi reconocimiento y mi agradecimiento más profundo a la Hermandad Sacramental y Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores de Triana, Virgen de las Angustias y San Telmo, te regalo a Ti mi verso en ofrenda de amor y ternuras:

A MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES DE TRIANA

La Virgen de los Dolores

Llora su pena en Triana

Brillo de siete puñales

Refleja el dolor del alma

Vuelo de negras mantillas

De luto llena Las Palmas

La luz de un turbio farol

Sombrea la luna blanca.

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¡Ay, Madre, tus desesperos

A besos te enjugaría!

¡Que no quiero que tu duelo

En tu faz rompa armonía!

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Junto a Ti yo haré el camino

Por las calles de Triana

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Mi paso haré peregrino

Para guiar tus miradas…

Y cuando en la noche oscura

Estación de penitencia

Hagamos por nuestras almas…

…

¡Besando tu Trono, Madre,

Seré el paño de tus lágrimas!