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7/17/2019 Prefacio

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Este no es un libro de psicología.

A la hora de diseñar su título he tenido grandes dudas sobre si incluir esa palabra o no en el mismo.Y también lo he conversado con personas muy cercanas, como mi colega la psicóloga Sara Olivé.

Incluir la palabra, por un lado, parece que pueda limitar un poco; parece que esté ofreciendo una

visión sobre la mentalidad humana únicamente desde esa disciplina. Por otro lado, ni el

construccionismo social ni las prácticas colaborativas y dialógicas pertenecen al ámbito exclusivo de la

psicología. Aunque sí, creo, al de las llamadas ciencias sociales en general. Y, por supuesto, tienen su

origen en esa especie de ciencia social y humana que estudia nuestra psique. Al César lo que es del

César… 

Pero este libro está escrito por un psicólogo. Y esto, obviamente, puede ser que le de un sesgo

psicologicista que no tendría si estuviera escrito, por ejemplo, por un biólogo. En ese caso tendría otros

sesgos.

Así que, en aras de que nadie se sienta engañado, ha pesado más el segundo argumento: incluir en

el título la palabra.Además también quiero dejar claro desde el primer momento que en este libro se reivindica una

manera puede ser que diferente de hacer psicología. Diferente, al menos, de la que se hace en los

despachos, en las universidades, en los dominicales de los grandes y famosos periódicos, en las revistas

de peluquería, en los hospitales y en las grandes y famosas editoriales, o en la televisión. No digamos en

las unidades de salud mental, en los servicios sociales (estoy generalizando; hay honrosas excepciones) y

en las industrias farmacéuticas (aquí mucho me temo que no hay honrosas excepciones).

En estas páginas, a pesar de que en más de una ocasión hago afirmaciones aparentemente

tajantes, no se da nada por sabido ni por cierto, como ya avanzo en la contraportada. Este no es un libro

de respuestas ni de recetas. No está escrito con esas intenciones. Más bien al contrario, lo que pretendo

con estas letras es compartir contigo –querida lectora; querido lector- dudas y reflexiones sobre eso que

podemos dar en llamar mentalidad humana.

He querido adoptar una mirada más o menos histórica, que llamo  psicohistoria; aunque esteconcepto no tiene todo que ver con el más tradicional que puedes encontrar en los manuales o en la

común Wikipedia.

Los diferentes capítulos y apartados no están escritos en un orden especialmente estructurado,

aunque creo que tienen un cierto sentido. Incluso hay algunos que ya estaban escritos hace tiempo, si

bien ahora han sido debidamente actualizados. Otros tienen la tinta aún caliente. De hecho a quienes

habéis estudiado conmigo o lleváis tiempo siguiendo mis publicaciones en el blog que coordino, junto a

Sara Olivé, sobre construccionismo social desde hace ahora nueve años, os va a sonar alguna cosa de las

que leáis. De hecho, algunos de los apartados se corresponden, aunque adaptados, a textos de

producción propia para el curso sobre Introducción a las bases del Construccionismo social  que llevamos

facilitando desde el año 2012 en Umans en red Escuela de Psicología, a través de nuestro campus

virtual; y presencialmente desde antes.

En el primer capítulo replanteo algunas de las grandes dudas que creo que los seres humanos

tenemos más o menos presentes en nuestras vidas, para pasar enseguida a hacer un breve e intenso

repaso psicohistórico desde la aparición del lenguaje hasta la época conocida como Ilustración;

prácticamente ya la Modernidad. En apenas setenta páginas es obviamente imposible entrar a fondo en

materia. Pero sí propongo algunas reflexiones basadas no siempre y no necesariamente en los grandes

acontecimientos de la Historia. Intento entrometerme entre estos y la evocación de cómo podía ser la

vida cotidiana de las personas que nos han precedido y que, por ello, son nosotros, al mismo tiempo que

nosotros somos ellos, intercambiando nuestras identidades más allá del tiempo y el espacio.

Mi propuesta, no sólo en este capítulo, sino en todo el libro, es que si hay algo que te llama la

atención, que te haga reflexionar sobre cómo es la mentalidad humana en otros tiempos  –etéreos y

evanescentes, como justifico- continúes tu propio camino, leyendo, estudiando, dialogando con otras y

otros,… reflexionando en fin.

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En el segundo capítulo me adentro de lleno ya en lo contemporáneo  –también etéreo y

evanescente-, en la llamada Postmodernidad, aunque al principio aún estamos en la Modernidad más o

menos romántica.

Parto de la idea de que en esos momentos algunos eventos y procesos cambian nuestras vidas de

una forma potente. No es la primera vez que esto ocurre, obvio. Y volverá a ocurrir. Pero en esa especie

de cómo somos en ese pasado más inmediato hay claves de cómo estamos siendo ahora. De Nietzsche y

Kandinsky a Frankenstein. De reflexiones sobre la Verdad, la ciencia y el conocimiento a la literaturacomo excusa, y a la antropología y la semiótica como métodos. Poco estructurados; eso sí. Intento con

ello dibujar ese panorama que ya llega a nuestros días, a la Postmodernidad.

Y llega de una forma explosiva e irreverente; casi como  pornográfica, si me permites la expresión.

Y fílmica. Creo, y no soy el único, que la película “Blade Runner ” es no sólo la primera postmoderna, sino

todo un manifiesto de lo que está empezando a pasar a principios de los años ochenta del siglo pasado,

al menos en el mundo y la cultura occidental. Invito aquí no sólo a reflexionar sobre eso clásico de las

emociones en psicología, sino sobre algo que quizá va más allá de las mismas: la sentimentalidad ,

acompañada de la seducción como forma de relacionarse.

Si “Frankenstein” es un poco el paradigma de la Modernidad romántica; “Blade Runner ” es el de la

Postmodernidad seductora.

En el tercer capítulo me permito un ir y venir por la(s) tecnología(s). A pesar de su título, no todo esterrorífico en la sociedad (¿anónima?) contemporánea. Probablemente algunas cosas sí; otras no.

Reflexionando sobre los asuntos de la ética, la ciencia, la tecnología y lo social (con un sincero

homenaje a Bruno Latour) me adentro en los vericuetos de la sociedad de la información y qué pasa ahí

respecto a la construcción de identidades, comunidades y culturas. No en vano estos fueron asuntos de

mi más alto interés investigativo durante varios años. Y bueno, ya se sabe que dónde ha habido, siempre

queda.

Hay tramas muy interesantes en ese contexto tecnológico que no es más que uno más de los que

vivimos muchas y muchos en nuestros días a días. En su momento me interesé por si es que ahí se

reproducen los estereotipos sobre género y otros (el sexo, el amor). O si al, según parece, haber más

espacio para el ocultamiento identitario es posible que no se dieran esas coincidencias. Pues parace ser

que sí que se dan. Y apunto algún que otro ejemplo práctico; no sólo de teorías vivimos los humanos.

Argumento que las que llamamos tecnologías de la relación, ya no de la información y lacomunicación, facilitan pensarnos como seres muy móviles que vivimos en la disponibilidad constante;

sintiéndonos en cierto modo como nómadas globales en el hipermercado de la realidad. Hipermercado

que probablemente facilita la globalización, la mundialización de la economía en manos de unos pocos y

la vida (con la esperanza de que todavía no en manos de unos pocos), y la Mcdonalización del universo.

Esto, que seguramente es bastante molesto, lo es más cuando nos entra miedo. Y más aún cuando ya no

es miedo lo que sentimos, sino que, muchas veces, auténtico terror.

Historia e historias, la Ilustración, la Modernidad, la Postmodernidad, las tecnologías, la sociedad

del terror,… son el caldo de cultivo para la psicología contemporánea. Psicología que no es sólo

psicología, alejándose cada vez más de asuntos que, aunque parezcan próximos le son ajenos  –

neurociencia, espiritualidad- y acercándose cada vez más a los asuntos sociales en acción en nuestros

vivires humanos cotidianos. Por eso, en el capítulo cuarto no hablo de la psicología, sino de laspsicologías, así, en plural.

A pesar del título de este libro y del primer apartado de este capítulo, no se puede hablar de una

mentalidad humana; sino de las diferentes mentalidades que construimos cada día en la miríada de

interacciones relacionales en que nos vemos envueltos. Tantísimas interacciones que sólo podemos

comprender algo de nuestras mentalidades si las consideramos como colectivas. Y las psicologías, si son

sociales.

El individuo, a pesar de muchas señales equívocas provenientes de, entre otras, las ya citadas

neurociencia y espiritualidad, ha muerto. ¿Qué queda en su lugar? Como ves, ahora mismo acabo de

hacer una de esas afirmaciones tajantes a que me he referido. Claro que está sujeta a discusión y

debate.

Reviso ahora un poco la historia más reciente de la psicología y me adentro en los vericuetos de la

sociología. Enseguida en lo que es –o mejor, puede ser- la mente, el desarrollo en los primeros años de

vida, y la psicología como ciencia del lenguaje. De hecho, hay tres apartados sobre la psicología, así,

como ciencia del lenguaje. Apartados cuya compartivización es, como todas, ciertamente artificial.

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Lingüística, giro lingüístico y psicología discursiva forman parte de un continuum al que quizá se puedan

unir otros argumentos en marcha.

No puedo evitar hacer un breve comentario sobre las pseudo-psicologías, desde la autoayuda a la

Nueva Era (New Age), tan alegremente insertas en los medios de comunicación de masas y en las redes

sociales.

Me adentro después en el mundo urbano, el de las ciudades; lugares y no lugares; espacios,

imaginarios colectivos fuertemente encarnados, donde compartimos nuestras vidas la mayor parte denosotros.

Y termino este capítulo con unas reflexiones más o menos canónicas –creo que lo son poco- sobre

eso tan común, abusado y violado; sobre esa característica diferencial humana: la creatividad .

En el capítulo cinco y final entro a fondo ya en lo que ha estado flotando todo el rato en el

ambiente: el construccionismo social. Y a partir de él, en las prácticas colaborativas y dialógicas con la

excusa de saludar desde aquí a Harlene Anderson, como poco rato antes he guiñado un ojo a Kenneth J.

Gergen.

Y se lo guiño también a mis maestras, amigas y colegas Rocío Chaveste y Papusa Molina viajando

de Noruega a México en el tiempo y en el espacio. Cuando leas el apartado entenderás la posibilidad de

este viaje real; no imaginado.

Entre un apartado y otro por aquí y por allá me permito presentar muy brevemente mi teoríahipotética de la mente: una que tiene que ver con la intención, el sentido y la acción. Y no puedo evitar

eso, actuar. Entonces danzo constantemente entre mi teoría  –que no es sólo mía- y algunas puestas a

prueba -¿in-necesarias?- a través de casos y ciertas anécdotas en que el construccionismo social, las

prácticas colaborativas y dialógicas, las intenciones, sentidos y acciones, salen a lo público y compartido

con mis colegas y quienes me consultan.

Si hay en este libro algún apartado que tenga valor; este queda inmediatamente oscurecido por la

sinceridad, honestidad, sabiduría (en el buen sentido; no en el vulgarmente apreciado por los

adoradores de la New Age), humildad, simpatía, belleza, de las breves palabras de Sara Olivé que me ha

cedido muy amablemente para dotar de un poco de frescura (y más cosas) a esta publicación. Creo que

en esas cuatro o cinco páginas están perfectamente reflejadas eso, en la práctica, lo que son las

prácticas colaborativas.

Y finalizo el capítulo-y el libro- hablando de alguien que sólo quería hacer cosas extraordinarias yacabó internado y drogado por el aparato inmisericorde de la hiperpsiquiatrización de la salud mental.

Como ya vengo repitiendo no tengo la más mínima pretensión de sentar ningún tipo de verdad;

tampoco de alcanzar ningún tipo de acuerdo o consenso (aunque, como digo, más de una vez haga

afirmaciones más que tajantes; espero, aún así, que más o menos argumentadas). Es más, me suelo

mover muy a gusto en el mundo de los desacuerdos y disensos; en el de la dialéctica incluso en su

sentido más clásico, referido a nuestros ancestros griegos. Lo contrario no es en absoluto necesario,

aunque es ciertamente útil en culturas cuyas verdades han permanecido intocables a lo largo del

evanescente tiempo. Y en otras que nos quieren imponer.

Mis reflexiones e ideas son tremendamente sinceras; a veces demasiado. Aunque me he callado

alguna que otra cosa, espero que nada ni nadie se sienta atacado o molesto con la difusión, ahora en

formato libro, de las mismas. Y espero también que sepas disculpar si alguna de ellas no estánexplicadas con la suficiente claridad. O si encuentras alguna contradicción. Haberlas, haylas. Por

doquier.

He intentado usar una narración lo más clara y directa posible. De ahí que hable siempre en

presente y en primera persona. Como sabes esto último es absolutamente imposible. No es más que

una forma retórica de hablar; escribir en este caso. Nunca hablamos en primera persona; aunque,

bueno, esto lo dialogaremos con más calma una vez entremos en materia.

También he intentado huir del uso de oraciones subordinadas que pueden limitar ese ánimo mío

de que mis declaraciones sean lo más claras y directas posible. Pero en muchas ocasiones, espero que

no demasiadas, no he evitado sucumbir a la tentación de las mismas, de las subordinadas, cuya belleza

es a veces irresistible, como esa fruta prohibida, eso que sabemos que nos hará daño; pero que

acabamos probando y -¡quién sabe!- haciéndonos adictos. Acabo de presentar un claro ejemplo (de

subordinada adictiva). Pido disculpas.

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Como verás, de tanto en tanto incluyo algunos Paréntesis. Suelen ser reflexiones de producción

propia –alguna vez de otros- que, aunque seguramente no tienen que ver directamente con lo que estoy

contando en ese momento, pueden ayudar a despejar la mente. O quizás a liarla todavía más… 

La edición, maquetación y revisión del texto es mía. Por eso es únicamente mi responsabilidad si

aparece algún gazapo, alguna falta de ortografía; si me he olvidado de algún acento o he puesto una v  

donde debería ir una b. Te pido perdón también por esto.

Espero, pues, que disfrutes con la lectura de estas páginas en las que aún estás a tiempo de no

entrar. Si no quieres complicarte la vida, si tus creencias en una psicología y otras ciencias sociales son

canónicas y dominantes y no quieres ver si hay otras cosas, aún estás a tiempo de cerrar este libro y

continuar con tu plácida vida.

Aquí no encontrarás ninguna respuesta absoluta a ninguna pregunta absoluta o relativa. Ninguna

certeza. No encontrarás ninguna guía, ningún cómo hacer , cómo vivir , cómo cambiar …. Pero ojalá que

este sea el inicio de una nueva y larga amistad  –si no somos amigos ya- durante la que podamos seguir

compartiendo y co-creando dudas y más dudas.

Eso es, creo, lo que realmente nos hace humanas y humanos; lo que configura nuestra

mentalidad … 

Josep Seguí DolzValencia, 15 de agosto de 2015