¿Practiva usted el EMMC? Por: María Fernanda Ampuero.

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FUCSIA opinión 19 19 ¿Es tan importante para las jóvenes pillar un buen marido como lo era en los tiempos de nuestras bisabuelas? Creíamos que no, pero… Por María Fernanda Ampuero FOTO: ©EDU LEÓN. • Las normas. En esta última categoría dice: “¿Dónde está lo que quiero? Los hombres, como el tigre de Malasia, el oso hormiguero o el koala australiano, tienen su hábitat natural. Normalmente, no se prodigan en los cursos de yoga, talleres de autoestima y conferencias sobre el papel de la mujer en la literatura japonesa. Dependiendo del espécimen que queráis, id a su madriguera a por él. Agazapaos en el aeropuerto a las 7 de la mañana en busca del ejecutivo desva- lido y acechad al intelectual de vuestra vida en las recónditas filmotecas”. “Espécimen, hábitat, madriguera”. Alguien distraído podría jurar que este es un blog de cacería y pesca, porque en realidad es de lo que se habla: de cazar y pescar. Respiremos profundo. Bien. Yo no voy a negar que fantasié con conocer a mi hombre en muchos lugares, incluso en la universidad, pero de ahí a elegir una carrera (dermatología o pedia- tría, según las EMMC, son las más ricas en prospectos) para conseguir un marido exitoso que me liberara de trabajar hay un trecho ancho y tan farragoso como el río Guayas. Es decir, una cosa es querer en- contrar el amor y otra distinta es estudiar medicina, porque no tengo más interés en la vida que casar (cazar) a un médico y hacerme la manicura a diario. Perdonen mi incongruencia: yo predico que cada quien haga lo que le dé la gana si no le hace daño a los demás, pero me preocupa que, después de tanto luchar por la igualdad educativa y profesional, vengan las chicas de hoy, la generación más libre que haya existido, y pretendan lo mismo que las bisabuelas: que un buen partido las mantenga. Así que les pregunté a mis amigas de Facebook si alguna vez desearon haberse casado con un hombre de plata para no trabajar. Natalia, que trabaja en un periódico, me respondió: “Yo lo he pensado, sobre todo en una L as mujeres que estudiaban dere- cho en la Católica de Guayaquil tenían que escuchar de cierto pro- fesor: “Siéntese más hacia la puer- ta, niña, ¿no ve que allá escondida no la va a ver su futuro esposo? Todos sabemos, niñas, que solo vienen a la universidad a pescar marido”. Hijo de bip, cara de bip, bip de tu madre. En fin, esa bestia parda repitió su “chiste” a decenas de aspirantes a abogadas. Mis amigas cuentan que aguantaban como podían: una mala cara y el cretino te dejaba de curso. Denunciarlo hubiese significado no terminar la carrera. Mientras esto pasaba, cambiaba el siglo, pero allí, en el reino de ese profesorucho, se vivía todavía en el oscurantismo más descarado. Muy a su pesar, esas mujeres a las que sentaba en la puerta para que “pes- caran marido” se graduaron de abogadas y hoy ejercen su profesión maravillosamente. Pensé que esta era una anécdota superada, pero me he enterado de que existe una práctica cada vez más popular en Latinoamérica y España que se llama Estudio Mientras Me Caso (EMMC). Consiste en hacer lo que ese profesor decía: ir a la universidad a atrapar un buen marido. Las devotas del EMMC tienen esquemas (en qué carrera hay más tipos interesan- tes), códigos (simular que los estudios te interesan), manuales, gurús, credos: es una secta. Todo esto lo comparten en foros y blogs que son para caerse de nalga al suelo. Hay, por ejemplo, un blog de una EMMC española muy leída que llama a sus seguidoras “antoñitas”. El blog se llama “Ponle una vela a San Antonio” y entre sus categorías encontramos: • Cebos femeninos. • El vestuario de la “antoñita”. • Los rincones de la depredadora. jornada larga y conflictiva. Pero inmediata- mente reacciono. La independencia de la mujer empieza por la libertad económica: me afilié a esa idea y me sostengo”. Andrea, abogada, escribió: “Sí, por dos segundos, cuando el trabajo me ha alejado de mis hijos. Pero luego pienso en ‘mi vida, hoy vi unos zapatos divinos, ¿me los puedo comprar?’, y se me van esas ideas macabras y corro a comprar la lotería”. Concha, médica, añadió: “Me gustaría poder dedicarme más holgadamente a lo que me gusta, pero no a costa de un marido rico, más bien me gustaría que me pagaran mejor por lo que hago, ¡pero nunca dejaría de trabajar!”. Una amiga más, Diana, periodista, dio la clave: “¡Por supuesto! Uno que te ponga dinero en la cuenta cada semana, que no le guste el fútbol ni las prostitutas. Así me dedicaría a hacer lo que me gusta, sin preocuparme por el vil metal, por sueldos minúsculos, tardíos o que nunca llegan. Lo malo no es un maridito rico que te dé todo el dinero que quieras, lo malo es a costa de qué”. Ese “a costa de qué” es el grillete que todavía llevan muchas mujeres que prefirie- ron ser EMMC o MMC (Mientras Me Caso, a secas), que ser PYTE, esto es: Profesional Y También Esposa.= ILUSTRACIÓN: ©IVETTE SALOM/12.

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FUCSIA opinión

1919

¿Es tan importante para las jóvenes pillar un buen marido como lo era en los tiempos de nuestras bisabuelas? Creíamos que no, pero…

Por María Fernanda Ampuerofoto

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• Las normas.En esta última categoría dice: “¿Dónde está lo que quiero? Los hombres,

como el tigre de Malasia, el oso hormiguero o el koala australiano, tienen su hábitat natural. Normalmente, no se prodigan en los cursos de yoga, talleres de autoestima y conferencias sobre el papel de la mujer en la literatura japonesa. Dependiendo del espécimen que queráis, id a su madriguera a por él. Agazapaos en el aeropuerto a las 7 de la mañana en busca del ejecutivo desva-lido y acechad al intelectual de vuestra vida en las recónditas filmotecas”.

“Espécimen, hábitat, madriguera”. Alguien distraído podría jurar que este es un blog de cacería y pesca, porque en realidad es de lo que se habla: de cazar y pescar.

Respiremos profundo.Bien. Yo no voy a negar que fantasié con

conocer a mi hombre en muchos lugares, incluso en la universidad, pero de ahí a elegir una carrera (dermatología o pedia-tría, según las EMMC, son las más ricas en prospectos) para conseguir un marido exitoso que me liberara de trabajar hay un trecho ancho y tan farragoso como el río Guayas. Es decir, una cosa es querer en-contrar el amor y otra distinta es estudiar medicina, porque no tengo más interés en la vida que casar (cazar) a un médico y hacerme la manicura a diario.

Perdonen mi incongruencia: yo predico que cada quien haga lo que le dé la gana si no le hace daño a los demás, pero me preocupa que, después de tanto luchar por la igualdad educativa y profesional, vengan las chicas de hoy, la generación más libre que haya existido, y pretendan lo mismo que las bisabuelas: que un buen partido las mantenga.

Así que les pregunté a mis amigas de Facebook si alguna vez desearon haberse casado con un hombre de plata para no trabajar.

Natalia, que trabaja en un periódico, me respondió:

“Yo lo he pensado, sobre todo en una

Las mujeres que estudiaban dere-cho en la Católica de Guayaquil tenían que escuchar de cierto pro-fesor: “Siéntese más hacia la puer-

ta, niña, ¿no ve que allá escondida no la va a ver su futuro esposo? Todos sabemos, niñas, que solo vienen a la universidad a pescar marido”.

Hijo de bip, cara de bip, bip de tu madre.En fin, esa bestia parda repitió su “chiste”

a decenas de aspirantes a abogadas. Mis amigas cuentan que aguantaban como podían: una mala cara y el cretino te dejaba de curso. Denunciarlo hubiese significado no terminar la carrera.

Mientras esto pasaba, cambiaba el siglo, pero allí, en el reino de ese profesorucho, se vivía todavía en el oscurantismo más descarado. Muy a su pesar, esas mujeres a las que sentaba en la puerta para que “pes-caran marido” se graduaron de abogadas y hoy ejercen su profesión maravillosamente.

Pensé que esta era una anécdota superada, pero me he enterado de que existe una práctica cada vez más popular en Latinoamérica y España que se llama Estudio Mientras Me Caso (EMMC). Consiste en hacer lo que ese profesor decía: ir a la universidad a atrapar un buen marido.

Las devotas del EMMC tienen esquemas (en qué carrera hay más tipos interesan-

tes), códigos (simular que los estudios te interesan), manuales, gurús, credos: es una secta. Todo esto lo comparten en foros y blogs que son para caerse de nalga al suelo.

Hay, por ejemplo, un blog de una EMMC española muy leída que llama a sus seguidoras “antoñitas”. El blog se llama “Ponle una vela a San Antonio” y entre sus categorías encontramos:

• Cebos femeninos.• El vestuario de la “antoñita”.• Los rincones de la depredadora.

jornada larga y conflictiva. Pero inmediata-mente reacciono. La independencia de la mujer empieza por la libertad económica: me afilié a esa idea y me sostengo”.

Andrea, abogada, escribió:“Sí, por dos segundos, cuando el trabajo

me ha alejado de mis hijos. Pero luego pienso en ‘mi vida, hoy vi unos zapatos divinos, ¿me los puedo comprar?’, y se me van esas ideas macabras y corro a comprar la lotería”.

Concha, médica, añadió:“Me gustaría poder dedicarme más

holgadamente a lo que me gusta, pero no a costa de un marido rico, más bien me gustaría que me pagaran mejor por lo que hago, ¡pero nunca dejaría de trabajar!”.

Una amiga más, Diana, periodista, dio la clave:

“¡Por supuesto! Uno que te ponga dinero en la cuenta cada semana, que no le guste el fútbol ni las prostitutas. Así me dedicaría a hacer lo que me gusta, sin preocuparme por el vil metal, por sueldos minúsculos, tardíos o que nunca llegan. Lo malo no es un maridito rico que te dé todo el dinero que quieras, lo malo es a costa de qué”.

Ese “a costa de qué” es el grillete que todavía llevan muchas mujeres que prefirie-ron ser EMMC o MMC (Mientras Me Caso, a secas), que ser PYTE, esto es: Profesional Y También Esposa.=

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