Práctica ESTUDES

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Se puede observar un aumento considerado del consumo de hipnosedantes desde 1994, sobre todo en mujeres, pero es aún más destacable cómo ha aumentado el porcentaje de consumo en los últimos treinta días, pasando de un 3,6 a un 6,6%. Esto, comparado con el consumo de cannabis, alcohol y tabaco, pone el consumo de hipnosedantes en una posición destacada, siendo la cuarta droga más consumida por estudiantes. Esto enciende las alarmas de la posibilidad de un aumento peligroso de su consumo, ya que algunos de ellos pueden conseguirse sin petición médica. En cambio, respecto al consumo de cannabis se ha producido una especie de U invertida, mostrando un descenso del mismo, aunque manteniendo una media. Esto es muy posible que se deba a las medidas de prevención, ya que destaca un aumento de consumo desde 1994 a 2004, donde alcanza su punto más alto con un 42,7% de la población que lo consume, pero inmediatamente comienza a descender. Recalcar que, aunque sea una droga percibida como menos peligrosa que otras y sea más aceptada, no deja de ser ilegal para la población general; en este caso son jóvenes quienes que lo consumen, perjudicándoles aún más debido al desarrollo continuo del cerebro en esas edades. De este modo, habiéndose evaluado las consecuencias de su consumo finalmente se confirma el efecto directo que tiene el cannabis sobre el rendimiento escolar, siendo peor que en estudiantes que no lo consumen. Por ello mismo, es fácil asociar a un gran porcentaje de jóvenes consumidores con conductas problemáticas, coincidiendo muchas veces con la no asistencia a clases. En el caso de la cocaína, bien es sabido que su consumo ha disminuido por parte de la población general. Por ello, siguiendo la misma línea, el consumo de cocaína en jóvenes ha disminuido considerablemente desde 2004, coincidiendo con el descenso del cannabis. Sin embargo, los valores siguen siendo mayores que en 1994. Del mismo modo, el porcentaje de consumidores de anfetaminas, éxtasis, alucinógenos, heroína y otras drogas emergentes se mantiene bajo, dejando ver así el mínimo consumo de las mismas en comparación con las “grandes” drogas. Por ello, es necesario controlar que dicho consumo siga disminuyendo o que al menos no haya un aumento, ya sea con medidas de prevención, para que no ocurra el fatal error que se cometió con el cannabis. Y, finalmente, en el caso del alcohol, además de encontrarnos con un porcentaje elevado de jóvenes que lo consumen, observamos

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Se puede observar un aumento considerado del consumo de hipnosedantes desde 1994, sobre todo en mujeres, pero es aún más destacable cómo ha aumentado el porcentaje de consumo en los últimos treinta días, pasando de un 3,6 a un 6,6%. Esto, comparado con el consumo de cannabis, alcohol y tabaco, pone el consumo de hipnosedantes en una posición destacada, siendo la cuarta droga más consumida por estudiantes. Esto enciende las alarmas de la posibilidad de un aumento peligroso de su consumo, ya que algunos de ellos pueden conseguirse sin petición médica.

En cambio, respecto al consumo de cannabis se ha producido una especie de U invertida, mostrando un descenso del mismo, aunque manteniendo una media. Esto es muy posible que se deba a las medidas de prevención, ya que destaca un aumento de consumo desde 1994 a 2004, donde alcanza su punto más alto con un 42,7% de la población que lo consume, pero inmediatamente comienza a descender. Recalcar que, aunque sea una droga percibida como menos peligrosa que otras y sea más aceptada, no deja de ser ilegal para la población general; en este caso son jóvenes quienes que lo consumen, perjudicándoles aún más debido al desarrollo continuo del cerebro en esas edades. De este modo, habiéndose evaluado las consecuencias de su consumo finalmente se confirma el efecto directo que tiene el cannabis sobre el rendimiento escolar, siendo peor que en estudiantes que no lo consumen. Por ello mismo, es fácil asociar a un gran porcentaje de jóvenes consumidores con conductas problemáticas, coincidiendo muchas veces con la no asistencia a clases.

En el caso de la cocaína, bien es sabido que su consumo ha disminuido por parte de la población general. Por ello, siguiendo la misma línea, el consumo de cocaína en jóvenes ha disminuido considerablemente desde 2004, coincidiendo con el descenso del cannabis. Sin embargo, los valores siguen siendo mayores que en 1994. Del mismo modo, el porcentaje de consumidores de anfetaminas, éxtasis, alucinógenos, heroína y otras drogas emergentes se mantiene bajo, dejando ver así el mínimo consumo de las mismas en comparación con las “grandes” drogas. Por ello, es necesario controlar que dicho consumo siga disminuyendo o que al menos no haya un aumento, ya sea con medidas de prevención, para que no ocurra el fatal error que se cometió con el cannabis.

Y, finalmente, en el caso del alcohol, además de encontrarnos con un porcentaje elevado de jóvenes que lo consumen, observamos que un gran porcentaje de ellos consumen alcohol y alguna droga más, ya sea tabaco, hipnosedantes o drogas ilegales como el cannabis o la cocaína, siendo estos últimos los más consumidos durante las borracheras o binge drinking. Éstas, durante los últimos años, han propiciado el aumento del consumo de los más jóvenes. Esto, va en sintonía con la percepción que se tiene sobre el consumo de alcohol y su disponibilidad, ya que se trata de una droga legal para mayores de 18 años y fácil de conseguir para menores, estando al alcance de todo el mundo, siendo a su vez percibida como la droga menos peligrosa.