Práctica - El Mundo Bizantino (Siglos X-XV)

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1 LA EUROPA TARDOMEDIEVAL: EL MUNDO BIZANTINO, SIGLOS X-XV TEXTOS PARA LA CLASE PRÁCTICA (20-04-2015) Francisco López-Santos Kornberger [email protected] A fin de aprovechar mejor la práctica, es muy recomendable una lectura previa de los textos, así como informarse previamente sobre el contexto de los documentos. Los textos son hijos de su tiempo, de unas circunstancias históricas concretas: antes de leerlos, conviene buscar la respuesta a preguntas de este tipo: ¿Quién es el autor del texto? ¿Cuál es su posición (en los siguientes casos, dentro del imperio bizantino)? ¿En qué momento de su vida se encuentra (caído en desgracia, en la cúspide del poder, apartado en un lugar remoto, con familia o sin ella…)? ¿En qué contexto histórico general se enmarca la obra? En nuestro caso, ¿qué sucede en el imperio en la época a la que nos transporta la crónica? ¿y qué estaba sucediendo después, en el momento en que el autor está describiendo hechos que para él ya se encuentran en el pasado? ¿Quién se espera que sea el receptor del texto? ¿Qué espera el autor publicando este texto? ¿Cuál es la idea o ideas que el autor pretende hacer llegar a los lectores? ¿Qué métodos usa para sustentar sus argumentos? Muy posiblemente, no todas las preguntas tendrán una respuesta fácil: algunas de las que he enumerado podrán no ser compatibles con estos textos, y también pueden aparecer otras preguntas igual o más interesantes. En cuanto a documentos que no forman parte de una obra literaria (la gráfica, el mapa y el icono), las preguntas pueden ser algo diferentes. Cuando se trata de un documento moderno que explica el pasado, tenemos que tener en mente también al autor moderno, su propio contexto histórico, el público al que va dirigido el documento moderno y su intención.

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LA EUROPA TARDOMEDIEVAL: EL MUNDO BIZANTINO, SIGLOS X-XV TEXTOS PARA LA CLASE PRÁCTICA (20-04-2015) Francisco López-Santos Kornberger [email protected] A fin de aprovechar mejor la práctica, es muy recomendable una lectura previa de los textos, así como informarse previamente sobre el contexto de los documentos. Los textos son hijos de su tiempo, de unas circunstancias históricas concretas: antes de leerlos, conviene buscar la respuesta a preguntas de este tipo:

• ¿Quién es el autor del texto? ¿Cuál es su posición (en los siguientes casos, dentro del imperio bizantino)? ¿En qué momento de su vida se encuentra (caído en desgracia, en la cúspide del poder, apartado en un lugar remoto, con familia o sin ella…)?

• ¿En qué contexto histórico general se enmarca la obra? En nuestro caso, ¿qué sucede en el imperio en la época a la que nos transporta la crónica? ¿y qué estaba sucediendo después, en el momento en que el autor está describiendo hechos que para él ya se encuentran en el pasado?

• ¿Quién se espera que sea el receptor del texto? ¿Qué espera el autor publicando este texto? • ¿Cuál es la idea o ideas que el autor pretende hacer llegar a los lectores? ¿Qué métodos usa

para sustentar sus argumentos? Muy posiblemente, no todas las preguntas tendrán una respuesta fácil: algunas de las que he enumerado podrán no ser compatibles con estos textos, y también pueden aparecer otras preguntas igual o más interesantes. En cuanto a documentos que no forman parte de una obra literaria (la gráfica, el mapa y el icono), las preguntas pueden ser algo diferentes. Cuando se trata de un documento moderno que explica el pasado, tenemos que tener en mente también al autor moderno, su propio contexto histórico, el público al que va dirigido el documento moderno y su intención.

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Miguel Pselo, el emperador Miguel V y la gran revuelta en Constantinopla (1042) Fuente: PSELO, M., Vidas de los emperadores de Bizancio, trad. SIGNES CORDOÑER, J., Madrid, 2005. pp. 191‐195

Ignacio
Nota adhesiva
Las revoluciones implican subversión y vuelta al orden. La concepción es cíclica (re-volución, re-volver)
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Ana Comnena y la llegada de los <bárbaros> cruzados a Constantinopla Fuente: COMNENO, A., La Alexiada, trad. DÍAZ ROLANDO, E., Sevilla, 1989, pp. 406‐411

Ignacio
Nota adhesiva
Cómo se retratan a los bárbaros (cruzados occidentales).
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Gráfico: procedencia de un grupo presumiblemente representativo de sellos bizantinos a lo largo del tiempo.

Cronología (siglo)

Origen en la corte

Origen en la administración central

Origen en la admin. provincial

Origen episcopal

Origen en personajes privados

Siglo VIII 2 1 0 0 0 Siglo VIII/IX 2 0 5 0 0 Siglo IX 1 0 15 0 0 Siglo IX/X 1 1 4 0 0 Siglo X 7 2 11 6 2 Siglo X/XI 4 4 12 0 4 Siglo XI 6 3 5 4 6 Siglo XI/XII 4 1 3 4 12 Siglo XII 2 1 0 4/5 13

Información extra y catálogo de sellos en la web de Dumbarton Oaks: http://www.doaks.org/resources/seals

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Ejemplo de un sello del catálogo de Dumbarton Oaks (a modo de complemento de la gráfica de arriba). Se puede observar el proceso de transcripción, traducción y contextualización del sello, así como el aspecto “general” que podemos encontrar en los sellos de cera bizantinos del siglo XI.

fuente (catálogo de Dumbarton Oaks): http://www.doaks.org/resources/seals/byzantine-seals/BZS.1958.106.5643

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Ejemplo de arte sacro: Icono de la Escalera de la Divina Ascensión (Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí, Egipto; siglo XII).

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Gráfico: población y recursos en tres pueblos macedonios

Tierra Viñedos

Pueblo Familias Zeugaria Boidia (en modioi) (en modioi) 1321

Drymosyrta 56 16 11 — — Pinson and Loroton 103 57 19 11 325 Gomatou 104 13 15 32 121

1409 Drymosyrta 35 11 — — — Pinson and Loroton 20 2 — — — Gomatou 21 — 7 — —

Fuente: LAIOU, A. (2002): “The agrarian economy” en LAIOU, A. (ed.): The economic history of

Byzantium. From the seventh through the fifteenth, Washington DC, p. 365

Mapa etnográfico de los Balcanes (finales del siglo XIX-principios del siglo XX). Lo he seleccionado para señalar los patrones de asentamiento de población turca en la península.

Fuente: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Balkans-ethnic_%281861%29.jpg

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Documento extra: “Treno” (lamento) por la caída de Constantinopla (escrito en torno a 1453). Fuente: GARCÍA ORTEGA, R. y FERNÁNDEZ GALVÍN, A. I., Trenos por Constantinopla, Granada, Centro de estudios Bizantinos, Neogriegos y Chripriotas, 2003 ¡Treno, llanto, lamento, gemido y pena, aflicción inenarrable cayó sobre los romanos! Perdieron su casa, la ciudad santa, su confianza, su orgullo y su esperanza. ¿Quién lo dijo? ¿Quién lo avisó? ¿De dónde llegó la noticia? Una nave bajaba hacia la región de Ténedos1, y una galera la encontró, se detiene y le pregunta: “Nave, ¿de dónde vienes? Y ¿de dónde bajas?” “Vengo de la maldición y de la espesa sombra, de la tormenta de rayos, del azote del viento; vengo de la Ciudad quemada por el rayo. Yo no llevo cargamento, sino que traigo noticias malas para los cristianos, amargas y confusas: los turcos llegaron, tomaron la Ciudad, mataron a los cristianos allí y en todas partes”. “Detente, nave, si quieres, para que te pregunte de nuevo: ¿se encontraba allí el emperador, el señor Constantino, el prudente, el fuerte, el muy valeroso, el sosegado, el elocuente, el orgullo de los romanos?” “Allí se encontraba Dragases2, el desafortunado. Cuando vio a los perros impíos destruir las murallas, y que corrían y entraban a pie y a caballo y segaban a los cristianos como hierba en el prado, profundamente suspiró con un gemido y dijo: ¡Piedad! ¡Qué ven mis pobres ojos! ¡Cómo tengo ojos y veo, cómo tengo luz y miro, cómo tengo mente y ando por el desafortunado mundo! ¡Veo que los turcos entraron en la ciudad santa y ahora me destruyen a mí y a mi pueblo!” Miró el desgraciado a su derecha y a su izquierda, ve que huyen los cretenses, huyen los genoveses, huyen los venecianos, y él se queda. Habló el desdichado con quemados labios: “Vosotros, hijos míos, escapad, poneos a salvo, a mí el desventurado ¿dónde me dejáis? ¡Me dejáis con los perros y en la boca de la fiera! Cortadme la cabeza, cristianos romanos, cogedla, cretenses, llevadla a Creta3, para que la vean los cretenses, que se estremezca su corazón, que golpeen su pecho, que derramen negras lágrimas, y que me bendigan, porque los amaba a todos;

1 Ténedos: una isla del mar Egeo, frente al estrecho del Dardanelos. 2 Dragases es el apellido materno del emperador, que viene de su linaje serbio. 3 No es que el emperador la haya tomado con los cretenses: se sospecha que el poema se hizo en Creta, uno de los refugios más directos para los que escapasen en barco del asedio.

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que no me cojan los perros, ni se apoderen de mí, porque no tienen compasión las entrañas de los infieles, que no me lleven ante el emir, ante el perro Mohamet, con el rostro triste, con los ojos tristes, con gran temblor, con los labios quemados, y ponga su pie insolente sobre mi nuca; el cuello del emperador no es sitio para el pie del impío4. Que no me pregunte el impío y diga: ¿Dónde está tu Dios? que ordene el perro a los perros que me calumnien, que jueguen con mi corona, que insulten mi honor, después de que me torturen y me tiranicen, que me corten la cabeza, que la claven en la lanza, que desgarren mi corazón, que devoren mis entrañas, que beban de mi sangre, que tiñan sus espadas, que se ufanen los malvados con mi desgracia”. Sol mío, sal en todas partes, alumbra todo el mundo, y expande tus rayos por todo el orbe, pero en Constantinopla, la antes gloriosa y ahora ciudad de los turcos, no debes alumbrar más, ni tampoco debes enviar allí tus rayos, que vean los perros impíos las maldades que cometen, que convierten en establos las iglesias, que queman los iconos, que arrasan, que pisotean los evangelios de oro, que profanan los crucifijos, que los rompen, que se apoderan de sus objetos de plata y de sus perlas, y las reliquias olorosas de los santos que las queman, que las destruyen y al mar las arrojan, que cogen su pedrería y sus adornos, y santos cálices y copas para beber vino. Nobles, hijos de nobles, grandes señoras, nobles y sensatas, bien educadas, solteras, honorables, casadas y viudas, y monjas ancianas, novicias, abadesas, -el viento no las rozaba, el sol no las veía, cantaban salmos y leían en los santos monasterios-, las raptaron sin piedad como condenadas, para llevarlas a Turquía, venderlas como esclavas, y repartirlas por Oriente y Occidente, desnudas y descalzas, apaleadas, hambrientas, para guardar bueyes, ovejas, caballos y vacas, patos, gansos y otras amarguras, y que por la noche duermen con los musulmanes, y que las mancillen, que engendren hijos bastardos, y que sean musulmanes y perros bebedores de sangre, y que luchen contra los cristianos y los aniquilen. No lo toleres, cielo, y, tierra, no lo soportes, sol, oculta la luz, luna, no se la des. Contaré ahora un pequeño relato alegórico:

4 Hay que tener en cuenta que un soberano turco, Alp Arslan, capturó al emperador Romano IV tras el desastre de Manzikert y lo único que hizo fue colocar el pie en su cuello, un gesto al parecer terrible,

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como el sol imaginé a Constantino el Grande, luna llamé a su ciudad santa. Que no te parezca extraño lo que te digo, gran cosmos llama Dios al hombre, al que colocó en el pequeño cosmos, toda la creación. Pues Constantino el Grande embelleció a la ciudad famosa, a la que ves y oyes, cuando tomó su denominación y nombre. También Justiniano la adornó en gran manera, construyó Santa Sofía, la gran maravilla, se convirtió en otra Sión5 de la Virgen; aquella era el sol y la Ciudad la luna, sin sol nunca la luna brilla. Pues aquellos emperadores, los piadosos, los divinos, brillaban, alumbraban la Ciudad santísima, Occidente, Oriente, toda la humanidad. Cuando recuerdo en mi mente la belleza de la Ciudad, gimo, me lamento y me golpeo el pecho, lloro y derramo lágrimas con gemido y pena; los ornamentos de Santa Sofía, los paños del altar, a la Virgen venerable consagrados, las santas vestiduras ¿dónde irán a parar? Y el ángel miraba, como se le había ordenado, el que un día ordenó al entonces joven, pues dijo: no me voy hasta que vengas6. El joven viene, el ángel se fue, no aquel joven hijo de los constructores, sino que llegó otro joven precursor del Anticristo, y los ángeles y los santos ya no ayudan.

5 Referencia bíblica a Jerusalén. 6 Parecía existir una antiquísima leyenda (datada en los siglos IX o X) que refleja la confianza de los constantinopolitanos en que las fuerzas celestiales ayudaron a construir y luego a mantener Santa Sofía. Se cuenta que, en el descanso para el almuerzo durante la construcción de la iglesia, el hijo del arquitecto mandó a su hijo vigilar las herramientas mientras él se ausentaba. Un hombre ricamente vestido se le apareció al joven y le hizo llamar al padre, prometiendo que él vigilaría en su lugar hasta que el niño volviese. Cuando el arquitecto supo esto, concluyó que se trataba de un ángel, y no permitió a su hijo regresar. Por tanto, desde entonces un ángel vigilaría la iglesia, cumpliendo su palabra.