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PRÁCTICA 5 Corrientes y problemas actuales en Educación. Antonio Miranda Bañón. Teniendo en cuenta todo lo que se ha dicho en clase, y añadiendo mis anotaciones personales, parece que los ODM están considerados como «buenas propuestas», objetivos de «sentido común». Pero también parece que nadie cree realmente que los ODM vayan a cumplirse en el año 2015. En tanto la agenda político-económica esté marcada por el predominio en la competitividad empresarial y en el mercado electoral, los ODM no distan de ser eso, «buenas intenciones» que los gobiernos de los distintos países que se adhirieron y firmaron los Objetivos utilizan como horizonte que se sabe inalcanzable pero de máxima utilidad a la hora de hacer campañas. En cualquier caso, si los ODM no se cumplen, ¿es únicamente por culpa de los gobiernos o existe también responsabilidad por parte de los ciudadanos? Diferentes tipos de ONGs, de asociaciones religiosas y laicas trabajan día a día y al margen de las «ideologías» para trabajar desde la localidad por la consecución si no de los ODM, sí de las metas que se recogen en cada uno de los ocho Objetivos. El ciudadano, asociado o no, no es consciente en su totalidad de la gravedad del asunto. Por ejemplo, África no conseguirá hasta el 2150 la disminución radical del hambre, y eso siendo optimistas. La situación de la mujer, aunque ha mejorado respecto a la no-discriminación a la hora de ocupar un empleo, parece agravarse en lo que toca a la violencia de género, la cual no conoce ni fronteras ni barreras ni países. La educación, en los países desarrollados está siendo recortada en lo tocante a los presupuestos destinados a ella, dejándose a las entidades privadas hacerse cargo de ella, y los países en vías de desarrollo parecen invertir más en lo económico que en lo social. Si bien no todos los ODM son inalcanzables, parece que el Objetivo más difícil, según la clase y yo mismo, es la disminución radical de la pobreza, mientras que el más asequible parece ser el de la escolarización de niños a partir de cinco años y el cursado de los estudios de primaria. Creo que esto es positivo, porque al tener una población mínimamente educada, los países pueden tener mayor margen de maniobra para desarrollar comunidades que dialoguen y resuelvan los conflictos que pudieran existir de forma pacífica. La gente estaría más dispuesta e interesada en dialogar, conversar y las experiencias educativas y de convivencia en la escuela podrían ayudar a resolver, como digo, los conflictos de manera no-bélica ni violenta. Este es un paso importantísimo, porque permitiría una mayor estabilidad social, y por tanto, podría llevar a que se desarrollara el germen de una economía sostenible. Quizá uno de los problemas al respecto de la educación, objetivo que considero como se ve fundamental, sea el poco interés de los gobiernos en tener a una población educada, formada y crítica. Pero dado que las sociedades necesitan abrirse para no perecer, deben buscarse, creo, estrategias que a través de esas aperturas consigan introducir programas educativos que progresivamente modifiquen el entorno social de las localidades, aldeas, pueblos, etc. sin despertar demasiadas antipatías por parte de los gobiernos de turno. Para ello, la ONU debería establecer algo así como «recompensas» a los gobiernos de los países por el cumplimiento y garantía de los programas educativos y de escolarización. En lugar de castigar y sancionar económicamente, premiar. Así, los gobernantes tendrían una razón por la que permitir la alfabetización, educación y cultura de los ciudadanos. ¿De dónde sacaría dinero la ONU? Una solución consistiría en recaudar un pequeño tanto por ciento anual de los ciudadanos de todos los países miembros y destinarlos a esos «premios». Puede que en un principio parezca que lo que se puede conseguir con ello es que los gobernantes se queden el dinero y

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PRÁCTICA 5

Corrientes y problemas actuales en Educación.

Antonio Miranda Bañón.

Teniendo en cuenta todo lo que se ha dicho en clase, y añadiendo mis anotaciones personales, parece que los ODM están considerados como «buenas propuestas», objetivos de «sentido común». Pero también parece que nadie cree realmente que los ODM vayan a cumplirse en el año 2015. En tanto la agenda político-económica esté marcada por el predominio en la competitividad empresarial y en el mercado electoral, los ODM no distan de ser eso, «buenas intenciones» que los gobiernos de los distintos países que se adhirieron y firmaron los Objetivos utilizan como horizonte que se sabe inalcanzable pero de máxima utilidad a la hora de hacer campañas. En cualquier caso, si los ODM no se cumplen, ¿es únicamente por culpa de los gobiernos o existe también responsabilidad por parte de los ciudadanos? Diferentes tipos de ONGs, de asociaciones religiosas y laicas trabajan día a día y al margen de las «ideologías» para trabajar desde la localidad por la consecución si no de los ODM, sí de las metas que se recogen en cada uno de los ocho Objetivos. El ciudadano, asociado o no, no es consciente en su totalidad de la gravedad del asunto. Por ejemplo, África no conseguirá hasta el 2150 la disminución radical del hambre, y eso siendo optimistas. La situación de la mujer, aunque ha mejorado respecto a la no-discriminación a la hora de ocupar un empleo, parece agravarse en lo que toca a la violencia de género, la cual no conoce ni fronteras ni barreras ni países. La educación, en los países desarrollados está siendo recortada en lo tocante a los presupuestos destinados a ella, dejándose a las entidades privadas hacerse cargo de ella, y los países en vías de desarrollo parecen invertir más en lo económico que en lo social.

Si bien no todos los ODM son inalcanzables, parece que el Objetivo más difícil, según la clase y yo mismo, es la disminución radical de la pobreza, mientras que el más asequible parece ser el de la escolarización de niños a partir de cinco años y el cursado de los estudios de primaria. Creo que esto es positivo, porque al tener una población mínimamente educada, los países pueden tener mayor margen de maniobra para desarrollar comunidades que dialoguen y resuelvan los conflictos que pudieran existir de forma pacífica. La gente estaría más dispuesta e interesada en dialogar, conversar y las experiencias educativas y de convivencia en la escuela podrían ayudar a resolver, como digo, los conflictos de manera no-bélica ni violenta. Este es un paso importantísimo, porque permitiría una mayor estabilidad social, y por tanto, podría llevar a que se desarrollara el germen de una economía sostenible. Quizá uno de los problemas al respecto de la educación, objetivo que considero como se ve fundamental, sea el poco interés de los gobiernos en tener a una población educada, formada y crítica. Pero dado que las sociedades necesitan abrirse para no perecer, deben buscarse, creo, estrategias que a través de esas aperturas consigan introducir programas educativos que progresivamente modifiquen el entorno social de las localidades, aldeas, pueblos, etc. sin despertar demasiadas antipatías por parte de los gobiernos de turno. Para ello, la ONU debería establecer algo así como «recompensas» a los gobiernos de los países por el cumplimiento y garantía de los programas educativos y de escolarización. En lugar de castigar y sancionar económicamente, premiar. Así, los gobernantes tendrían una razón por la que permitir la alfabetización, educación y cultura de los ciudadanos. ¿De dónde sacaría dinero la ONU? Una solución consistiría en recaudar un pequeño tanto por ciento anual de los ciudadanos de todos los países miembros y destinarlos a esos «premios». Puede que en un principio parezca que lo que se puede conseguir con ello es que los gobernantes se queden el dinero y

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mientan respecto a la consecución del contrato establecido con la ONU. Pero de ser así, podría recurrirse a la eliminación de los «premios», eso habiendo agotado todas las vías de negociación y persuasión posibles.

Es por todo lo anterior que considero el ODM más crucial el relativo a la educación, junto al ODM relativo a la pobreza, pero como creo que he mostrado, ambos van de la mano. Cabe decir que, para establecer una visión positiva de ese gravamen universal, deberían desarrollarse paralelamente programas de concienciación y de discusión crítica en torno a estos dos Objetivos, haciendo que el ciudadano gravado no se sienta simplemente «expropiado» de una parte de sus ingresos, sino que sepa por qué, cómo y de qué manera él es partícipe necesario para la consecución de tal Objetivo.