Postmodernidad España

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- 1 - Conferencia de Editorial Peregrino 14 de Marzo, 2009 Por Sugel Michelén POSTMODERNIDAD O LA MUERTE DE LA VERDAD Introducción: Antes de abordar directamente nuestro tema de hoy, permítanme presentarles tres escenas, tomadas todas de la vida real. 1 Primera escena: Una mujer joven escucha regularmente uno de estos programas de radio interactivos donde cada cual expresa su opinión acerca de diversos temas. Cuando se le pregunta, por qué escucha este tipo de programas, la joven responde que las preguntas que allí se plantean son importantes. Entonces se le pregunta de nuevo si no sería mejor leer lo que los expertos en esos temas tienen que decir, a lo que ella responde: “Prefiero escuchar las opiniones de personas distintas”. Segunda escena: Un hombre es juzgado por no haber hecho absolutamente nada para impedir que su mejor amigo asesinara a una muchacha delante de él, ni haberlo notificado luego a las autoridades. Cuando el fiscal le pregunta por qué actuó de ese modo, el joven responde: “Yo no conocía a la muchacha. Yo conocía a mi amigo”. Tercera escena: El entonces presidente de los EUA de Norteamérica, Bill Clinton, está siendo juzgado por

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Conferencia de Editorial Peregrino14 de Marzo, 2009 Por Sugel Michelén

POSTMODERNIDAD O LA MUERTE DE LA VERDAD

Introducción:

Antes de abordar directamente nuestro tema de hoy, permítanme presentarles tres escenas, tomadas todas de la vida real.1

Primera escena: Una mujer joven escucha regularmente uno de estos programas de radio interactivos donde cada cual expresa su opinión acerca de diversos temas. Cuando se le pregunta, por qué escucha este tipo de programas, la joven responde que las preguntas que allí se plantean son importantes.

Entonces se le pregunta de nuevo si no sería mejor leer lo que los expertos en esos temas tienen que decir, a lo que ella responde: “Prefiero escuchar las opiniones de personas distintas”.

Segunda escena: Un hombre es juzgado por no haber hecho absolutamente nada para impedir que su mejor amigo asesinara a una muchacha delante de él, ni haberlo notificado luego a las autoridades. Cuando el fiscal le pregunta por qué actuó de ese modo, el joven responde: “Yo no conocía a la muchacha. Yo conocía a mi amigo”.

Tercera escena: El entonces presidente de los EUA de Norteamérica, Bill Clinton, está siendo juzgado por haber cometido perjurio al haber mentido bajo juramento cuando fue cuestionado sobre su conducta sexual impropia en la Casa Blanca con una pasante.

Su abogado no niega la acusación, sino que defiende al presidente alegando que el fiscal estaba prejuiciado contra él y que estaba tratando maliciosamente de encontrar cómo echarle mano y condenarlo.

Estos tres episodios tienen algo en común: todos nos muestran una faceta distinta de este fenómeno que ha sido llamado “Postmodernidad”.

En la primera escena vemos a una mujer dando peso a la opinión del público, independientemente del conocimiento que las personas tengan del tema.

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Como bien señala Millard Erickson: “Hubo un tiempo cuando la opinión de un experto… era altamente valorada. Ahora, sin embargo, la opinión de un experto a menudo es considerada irrelevante a pesar del conocimiento especial que pueda tener de la materia. La verdad [hoy día] no es algo objetivo que debe ser entendido cada vez mejor… [Sino que] es aquello que sea verdad para mí, y eso puede ser diferente de lo que sea verdad para ti o para cualquier otro”.2

En el segundo caso, vemos que las convicciones morales del joven que no hizo nada para impedir un asesinato, no están basadas en el derecho que tienen todos los seres humanos por igual o en el valor intrínseco de la vida humana, sino en la relación que tenía con su mejor amigo.

En otras palabras, la moral se mide por el conglomerado: tengo una obligación con aquellos que son parte de mi grupo no con los demás.

Y finalmente, en el caso del presidente Clinton, la defensa no se basa en una evaluación ética de su acción, sino en la motivación del fiscal. De manera que la cuestión moral envuelta en el caso ha pasado a ser un asunto secundario en relación al motivo detrás de la acusación en sí.

Como decía hace un momento, y como espero mostrar a través de mi exposición, estos tres incidentes ejemplifican el espíritu postmoderno, un fenómeno cuya influencia es cada vez más amplia, aún entre personas que nunca han escuchado esa palabra.

Se trata de un pensamiento que ha venido impregnando el mundo occidental desde hace décadas, y no sólo a nivel académico, sino también a nivel popular, debido a su amplia difusión a través de los medios masivos de comunicación.

Ahora bien, definir el concepto de “postmodernidad” no es una tarea fácil. Por la naturaleza misma de este fenómeno, cualquier intento de definición será parcial y no podrá englobar todas las corrientes diversas que convergen dentro de este término.

Por eso el Dr. Al Mohler dice que la postmodernidad es un estado de ánimo, más que un movimiento organizado.3 Y el profesor egipcio Ihab Hassan, uno de los primeros intelectuales que abordó este asunto, dijo en cierta ocasión: “Hoy sé menos sobre posmodernidad que hace treinta años, cuando empecé a escribir sobre el tema… todavía hoy no hay consenso acerca de lo que significa postmodernismo”.4

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Sin embargo, y aunque corremos el riesgo de sobre simplificar algo que es muy complejo, aún así podemos dar una idea bastante aproximada de cómo luce este fenómeno en general y cuál es el reto que plantea a la iglesia de Cristo de nuestra generación. Para ello será de mucha ayuda ubicar la postmodernidad en su contexto histórico.

I. LA POSTMODERNIDAD EN SU CONTEXTO HISTÓRICO:

El término “postmodernidad” comenzó a ser usado a finales de la década de los 70, para referirse al profundo cambio cultural que ha venido experimentando la sociedad occidental, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX.

De manera que un buen punto de partida para entender de qué se trata este asunto es contrastándolo con los dos períodos históricos que le han precedido: la premodernidad y la modernidad.

Pero antes, hay dos cosas que debo señalar al respecto. La primera es que los períodos históricos no pueden ser ubicados cronológicamente en el tiempo en una forma precisa y puntual (no podemos decir que la premodernidad concluyó en la fecha “tal” para dar paso a la modernidad, el cual fue a su vez sucedido por la postmodernidad en la fecha tal).

Por otra parte, también debemos comprender que ningún período de la historia suplanta completamente a otro. En otras palabras, el comienzo de la modernidad no eliminó de la sociedad occidental de golpe y porrazo las convicciones que habían caracterizado la premodernidad.

Habiendo hecho esta aclaración, veamos ahora a grandes rasgos estos tres períodos en que podemos dividir la historia de la civilización occidental.

A. El período premoderno:

El primero es el de la premodernidad que caracterizó la Europa Medieval, es decir, desde la caída de la parte occidental del Imperio Romano (en el 476 d.C.) hasta el inicio del Renacimiento (en el siglo XIV-XV).

Entre los elementos comunes que eran aceptados como buenos y válidos por la sociedad premoderna en general podemos citar:

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1. El hecho de que Dios existe y conoce todas las cosas. Esto presupone también que el conocimiento humano no es más que una parcela infinitesimalmente pequeña del conocimiento de Dios y depende de la revelación de Dios. De manera que la mayoría de las personas en este período entendía que el conocimiento verdadero se origina en Dios, no en el hombre.

2. La creencia en la racionalidad del universo, por haber sido creado por un Dios racional.

3. La creencia de que la naturaleza que puede ser observada por nuestros sentidos físicos no comprende toda la realidad; en otras palabras, que existen realidades sobrenaturales como Dios, los ángeles, los demonios, entes que nosotros no podemos ver, pero que inciden tan ciertamente en la vida del hombre como aquellos que podemos percibir por los sentidos.

4. La creencia de que las cosas creadas tienen una razón de ser y que nosotros tenemos un lugar y un propósito que cumplir dentro de esa realidad.

5. La creencia en la teoría de la verdad correspondiente, es decir, que una proposición es verdadera si describe correctamente la realidad; de no ser así es una proposición falsa.

6. La existencia de una clara estructura de autoridad que regía la vida del individuo desde la cuna hasta la tumba.

Por supuesto, como en todo período de la historia de esta humanidad caída, la mentalidad premoderna tiene sus problemas. Por ejemplo, la creencia de que el mundo físico estaba sujeto a la influencia de seres espirituales en el caso de muchos dio lugar a una visión supersticiosa y poco científica de la vida.

Por otro lado, durante ese período la educación consistía básicamente en traspasar un cúmulo de conocimientos que descansaba en los grandes autores de la antigüedad, como si ya se hubiese dicho todo lo que el hombre necesitaba conocer. Alguien dice al respecto:

“El currículum de las universidades se centraba en un minucioso conocimiento de unos pocos textos canónicos, en particular, la Biblia, las obras de los Padres de la Iglesia y los escritos de unos pocos paganos de la antigüedad, especialmente Aristóteles. El concepto detrás de este modelo educativo… era que los grandes autores de la antigüedad ya habían concebido todo lo que era de fundamental importancia. La tarea de cada nueva generación consistía en recuperar esas verdades, comprenderlas, comentarlas, dilucidarlas y transmitirlas a la siguiente generación”.5

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B. El período moderno:

Pero el mundo no se quedó anclado en la premodernidad. Algunas cosas comenzaron a ocurrir en Europa, y principalmente en Italia, que tendrían profundas repercusiones en la historia del pensamiento occidental.

1. El Renacimiento:

Por un lado, la iglesia católica había estado atravesando por un período de gran decadencia y corrupción interna; y por el otro lado, la prosperidad económica que experimentó Italia en los siglos XIV y XV dio lugar al nacimiento de una aristocracia intelectual que halló inspiración en los tiempos clásicos de Grecia y la Roma republicana.

Por eso este período fue bautizado como “Renacimiento”, por cuanto ha sido visto como un renacer de la cultura antigua, quedando el período anterior como una especie de era intermedia que separaba la gloria antigua de esa era gloriosa que en la que se encontraban algunos países de Europa en ese momento; de ahí que ese período de “oscuridad” vino a ser conocido como “Edad Media”.

Una de las obras que mejor captó el espíritu del Renacimiento son las 4 esculturas de Miguel Ángel que se encuentran en la Academia de Florencia tituladas “Los Cautivos”. Estas obras fueron esculpidas entre el 1519 y el 1536, y son consideradas como un verdadero manifiesto humanista: el hombre se libera a sí mismo y se hace a sí mismo.

2. La Reforma:

Pero el Renacimiento no fue el único movimiento de protesta contra la cultura medieval y la autoridad de la iglesia de Roma. En ese mismo período otro movimiento de naturaleza muy distinta también tuvo lugar: la Reforma Protestante.

Sólo que a diferencia del Renacimiento y su exaltación del hombre, la Reforma proclamó más bien la pecaminosidad humana, así como su necesidad de salvación en Cristo y de sujetarse a la autoridad absoluta de la Palabra de Dios.

De manera que el Renacimiento está centrado en la razón humana operando como un ente autónomo, mientras que la Reforma está centrada en la obra redentora de Dios en Cristo y Su revelación.

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En ese marco histórico, otro elemento entró en escena, que andando el tiempo habría de contribuir a agudizar la diferencia entre estas dos corrientes de pensamiento; me refiero al surgimiento de la ciencia moderna.

3. La ciencia moderna:

Hombres como Copérnico y Galileo demostraron que podíamos aprender empíricamente acerca de nuestro entorno mediante el uso de fórmulas matemáticas y el método de observación y experimentación.

Ahora bien, es importante señalar aquí que estos primeros científicos no veían antagonismo alguno entre la fe cristiana y la ciencia, sino que por el contrario veían la ciencia como un resultado lógico de la cosmovisión cristiana.

Con esto no quiero decir que todos y cada uno de los científicos que contribuyeron al posterior desarrollo de la ciencia eran cristianos en el sentido más estricto de la palabra, sino más bien que todos ellos operaron bajo ciertas presuposiciones ancladas en una cosmovisión bíblica.

El profesor Rodney Stark, que no profesa la fe cristiana, dice que contrario a la opinión que muchos tienen hoy día, la ciencia moderna nace en Europa, y no en ningún otro lugar, como una consecuencia directa del cristianismo.

Dice él: “El cristianismo representó a Dios como un ser racional, sensible, confiable y omnipotente; y al universo como Su creación personal y, consecuentemente, poseyendo una estructura racional, lógica y estable, sujeta a la comprensión humana”.6 Y más adelante añade: “Los cristianos desarrollaron la ciencia porque creyeron que esto podía ser hecho y que debía ser hecho”.7

Había una conciencia del mandato cultural que Dios le dio a Adán de sojuzgar la tierra y enseñorearse sobre ella (comp. Gn. 1:26-28); en otras palabras, el hombre tenía la responsabilidad de usar sus capacidades como un ser creado a imagen de Dios para desarrollar el potencial de nuestro planeta. También debía discernir el modo habitual en que el Dios soberano obra en Su creación.

Como bien señala Donald Carson: “Por medio de una cuidadosa observación del universo físico, a través de experimentos bajo condiciones controladas, por medio de prueba y error, descubrimos más del universo y, consecuentemente acerca de la manera como Dios hace las cosas habitualmente”.8 Aunque son llamadas “leyes naturales”, en realidad se refieren al modo de proceder de Dios.

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Fueron estas presuposiciones las que dieron nacimiento a la ciencia moderna. Lamentablemente, con el paso de los años algunos científicos abandonaron esta cosmovisión, y más bien se afianzaron en el pensamiento renacentista de que la razón humana por sí sola era capaz de desvelar todos los secretos del universo y la existencia humana, sin la ayuda de ninguna intervención sobrenatural.

Y aquí entra en juego otro personaje que, probablemente sin quererlo, jugó un papel extremadamente importante en el desarrollo de esta visión. Me refiero al matemático y filósofo francés René Descartes.

4. René Descartes (1596-1650):

Descartes es considerado el primer filósofo moderno. Su filosofía puede ser definida como una búsqueda de la certidumbre tomando como punto de partida la duda radical.

Dándose cuenta de que un número considerable de sus amigos intelectuales habían abandonado las presuposiciones de la premodernidad, y que algunos incluso habían abrazado el ateísmo, como católico que era, Descartes trató de encontrar un terreno común en el que pudiera discutir su fe con ellos.

Así que él mismo se colocó en la posición de alguien que duda de todo, para ver si encontraba algún fundamento seguro sobre el cual construir el verdadero conocimiento. ¿Hay algo que el hombre pueda saber con toda certeza, fuera de toda duda, sin apoyarse en ninguna autoridad establecida?

Por ejemplo, ¿cómo puedo yo saber con toda certeza que realmente estoy aquí dictando esta conferencia y que no estoy soñando que estoy dictando una conferencia? Algunas veces tenemos sueños tan vívidos que nos sorprendemos al despertar y darnos cuenta que no era real.

Finalmente Descartes llegó a la conclusión de que al menos había algo de lo que podía estar completamente seguro, fuera de toda duda: el hecho de que estaba dudando.

Y para poder dudar se requiere de un ser pensante que dude (yo no puedo dudar que pienso sin pensar). Y para pensar es necesario que yo exista, porque el pensamiento requiere un pensador. De ese proceso de razonamiento surge su famoso aforismo: “Cogito, ergo sum” – “Pienso, luego existo”.

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Partiendo de este principio fundamental Descartes emprende la colosal tarea de establecer la existencia de Dios y de todas las cosas creadas, a través de un proceso de argumentación que no puedo desarrollar aquí por causa del tiempo. Pero lo que sí debemos subrayar es que en ese momento se había producido un cambio importante en la historia del pensamiento occidental.

Como vimos hace un momento, hasta Descartes la filosofía medieval se había movido de Dios hacia el hombre: Dios se revela a través de Su creación y de Su Palabra, y nuestros conocimientos no son más que una parcela muy pequeña de Su conocimiento. La verdad en este esquema es lo que encaja con la revelación divina.

Pero con Descartes, el conocimiento se mueve del hombre hacia Dios. El conocimiento del “yo” vino a ser la base de su sistema de pensamiento. Esto contribuyó a que se fuera enraizando cada vez más entres los pensadores occidentales la idea de que todo lo que el hombre necesita para conocer la verdad es su razonamiento autónomo, independientemente de Dios y de Su revelación.

5. La Ilustración del siglo XVIII.

Este pensamiento alcanzó su máximo desarrollo en el período de la Ilustración francesa del siglo XVIII, que no es otra cosa que el racionalismo del Renacimiento llevado hasta sus últimas consecuencias (por eso fue llamado “Ilustración” o “Iluminación” – estos hombres creían estar siendo guiados por la luz de la razón).

El filósofo prusiano Emmanuel Kant resume el pensamiento de la Ilustración con estas palabras: “Atrévete a servirte de la razón”. Esa es la esencia de este movimiento intelectual. Entre los rasgos más sobresalientes de este período podemos mencionar:

a) Una confianza inquebrantable en el hombre y su razonamiento autónomo.b) Consecuentemente, el rechazo de toda autoridad externa al hombre mismo,

incluyendo la tutela de la iglesia y el estado.c) La realidad fue restringida a la naturaleza observable, de manera que el

método científico vino a ser el único medio confiable para alcanzar conocimiento (de ahí la frase “a ciencia cierta”). El concepto de verdad objetiva fue limitado a aquello que puede ser comprobado por la investigación científica.

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d) La ética y la religión fueron “privatizadas”. Como estas cosas no pueden ser investigadas científicamente, no deben ser tratadas como “verdades objetivas” de aplicación universal. Lo que es bueno y justo para ti puede que no lo sea para mí y viceversa.

e) La creencia de que todo aquello que es verdad es universalmente cierto. Así como 2 más 2 es igual a 4 en cualquier parte del mundo, lo que es verdadero en China tiene que serlo en el resto del planeta, siempre y cuando pueda probarse como científicamente cierto.

f) La certeza de que el mundo se hallaba a las puertas de una era dorada, donde muchos males serían erradicados y el hombre alcanzaría un progreso moral y cultural sin comparación en todos los siglos anteriores de la historia humana.

Pero todas estas esperanzas se vinieron abajo en las primeras décadas del siglo XX, uno de los más violentos de toda la historia humana.

La I Guerra Mundial (1914-1917). Los avances tecnológicos fueron usados para diseñar armas de guerra más

mortíferas que nunca. La Gran Depresión (1929). La llegada del Tercer Reich de Hitler en Alemania y del Fascismo de

Mussolini en Italia. La II Guerra Mundial (1939-1945). El Holocausto nazi. La Bomba Atómica sobre Hiroshima y Nagasaki (el 6 y el 9 de Agosto de

1945 respectivamente).

Todo esto trajo como resultado una desilusión creciente en las promesas de progreso de la Ilustración; y es sobre la base de esa desilusión que se construye la postmodernidad.

C. El Período Postmoderno:

Simplificando al máximo lo que hemos visto hasta ahora, podemos decir que los premodernos confiaban en la autoridad: la autoridad de los antiguos, la autoridad de la iglesia, la autoridad de la Biblia (tal como ésta era interpretada por la iglesia de Roma).

Los modernos, en cambio, dejaron de confiar en la autoridad y pusieron su confianza en la razón humana.

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Los postmodernos, por su parte, mantuvieron el rechazo a la autoridad, pero se dieron cuenta de que la razón humana autónoma había fracasado en muchos de sus intentos y que no podían seguir confiando ciegamente en ella.

El problema es que no encontraron nada con qué sustituirla, excepto la intuición y el sentimiento. El hombre postmoderno observa con profunda desconfianza los supuestos logros de la modernidad, y tiene la sospecha de que detrás de muchos de sus postulados fundamentales se esconde una agenda de dominación y colonización.

Los europeos se encargaron de definir cómo deberían ser las cosas y han tratado de encajar a todo el mundo dentro de ese esquema, irrespetando así las minorías y las diferencias culturales. Es sobre la base de esa premisa que el hombre postmoderno construye su pensamiento.

Y aunque no se trata de un movimiento homogéneo, como hemos dicho ya, al menos podemos resaltar algunos de sus aspectos más característicos.

II. CARACTERISTICAS GENERALES:

A. El postmodernismo se caracteriza por un rechazo de las metanarrativas:

El sociólogo francés Jean-Francois Lyotard, el primero que usó el término postmodernidad para señalar este fenómeno cultural, lo define como “incredulidad hacia las metanarrativas”.

Una metanarrativa es una explicación de la realidad que trasciende toda cultura y es igualmente válida para todos, la narrativa que está por encima de todas las demás y que da sentido a todas las partes. Podríamos llamarla también, la “trama” de esta vida, como alguien ha dicho.

Esto incluye todas las grandes ideologías como el humanismo, el capitalismo, el marxismo; así como también las grandes religiones del mundo, el cristianismo incluido.

Según los pensadores postmodernos, no hay manera de decidir cuál explicación de la realidad es verdadera, porque ninguna es verdadera y válida para todos. James Sire lo explica de este modo: “Con el postmodernismo ninguna

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explicación puede tener más credibilidad que otra. Todas las historias son igualmente válidas, resultan validadas por la comunidad que vive con ellas”.9

Ahora bien, le negación de que exista una metanarrativa que sea igualmente válida para todos, no es algo nuevo. Hace poco más de 100 años el filósofo alemán Fiedrich Nietzsche, a quien podemos considerar uno de los progenitores de la postmodernidad, había negado que existiera tal cosa; y un poco más cerca de nosotros, podemos mencionar a Aldoux Huxley, por solo citar algunos.

Lo que es nuevo es la forma como ese pensamiento ha permeado la sociedad occidental en los últimos años, no solo a nivel académico, sino a nivel popular. Son muchas las personas que piensan al día de hoy que es imposible conocer la realidad en una forma objetiva y racional, que es la segunda característica que quiero resaltar del postmodernismo.

B. El postmodernismo niega la posibilidad de conocer la realidad en una forma objetiva y racional.

¿Recuerdan cómo Descartes quitó a Dios del centro de su proceso de pensamiento y puso el “yo” en Su lugar? Pues ahora estamos viendo el fruto maduro de ese cambio. Donald Carson lo explica con estas palabras: “Cada ‘yo’ es diferente de todos los otros ‘yo’, por lo que el punto de vista expresado (por cada uno) está destinado a ser diferente”.10

Según los posmodernistas, cada uno de nosotros se encuentra atrapado dentro de sus propias ideas, conceptos, tradiciones, cultura, lenguaje; todas estas cosas forman una barrera que nos separa del mundo real. En otras palabras, todos nosotros estamos atrapados dentro de nuestra propia subjetividad.

Cada cual ve las cosas desde su punto de vista, o desde la perspectiva de su cultura, y a partir de ese punto de vista define lo que es bueno y lo que es malo, lo que es apropiado y lo que no lo es. La forma de saludar que para nosotros es perfectamente apropiada, puede parecerle totalmente inadecuada a un inglés. Tenemos perspectivas diferentes de las cosas.

Somos como un grupo de niños contemplando las nubes. Cada uno ve una ve una figura diferente y no hay manera de decidir cuál de los niños está viendo la

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figura correcta y cuál no, porque cada cual interpreta lo que ve según lo que tiene en su propia mente.

Walter Truett Anderson lo ilustra en una forma humorística en su libro titulado “La Realidad ya no es lo que Solía Ser”:11 él usa la analogía de tres umpires de baseball tratando de determinar si un lanzamiento había sido bola o strike. El primero dijo muy confiadamente: “Yo digo las cosas como son”. El segundo dijo: “Yo digo las cosas como las veo”. A lo que el tercero replicó: “Los lanzamientos no son ni bola ni strike hasta que yo lo decida”. Esa es la postura de la postmodernidad.

C. El postmodernismo rechaza la teoría de la verdad correspondiente.

Durante muchos siglos la verdad había sido definida como “lo que corresponde con la realidad”. Por eso le llamamos la teoría de la verdad correspondiente. Los cristianos damos un paso más adelante y decimos que la verdad es lo que corresponde con la realidad, tal como ésta es percibida por Dios. Como bien señala Art Lindsley:

“Sólo Dios ve la realidad en toda su complejidad. Lo que nosotros entendemos es parcial y limitado. No obstante, la verdad parcial puede ser verdad real siempre que no la tomemos como toda la verdad. Por cuanto fuimos hechos a la imagen de Dios, nosotros tenemos la capacidad de entender lo que necesitamos conocer acerca de la creación y acerca de Dios”.12

Pero ¿qué sucede si sacamos a Dios de nuestro esquema de pensamiento? ¿Podemos mantener aún el concepto de verdad objetiva? Eso fue precisamente lo que intentó hacer el hombre de la modernidad: echó fuera a Dios, pero continuó aferrado a la idea de que la verdad podía ser conocida a través de la ciencia.

Pero el hombre postmoderno se dio cuenta de que tan pronto nos deshacemos de Dios y de Su revelación, hemos perdido todo punto de referencia. ¿Cómo distinguimos ahora la verdad del error, lo bueno de lo malo, lo hermoso de lo feo? ¿Confiando en el razonamiento de un hombre que a su vez está condicionado por su cultura, el país donde nació o la familia en la que se crió?

Es por eso que para el hombre postmoderno todo el que pretende conocer algo como verdad, y trata de convencer a otros de eso que supone conocer como verdad, es sencillamente un intolerante.

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Por supuesto, debemos entender que el hombre postmoderno ha redefinido la palabra “tolerancia”. Antes se entendía “tolerancia” como la virtud de aceptar que otros puedan tener puntos de vistas contrarios a los nuestros y no perseguirlos por ello.

Voltaire dijo en cierta ocasión: “Yo puedo estar en desacuerdo con lo que has dicho, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.13 Ahora, noten que en este concepto de tolerancia primero tenemos que estar en desacuerdo para que podamos luego tolerarlo. Donde no hay desacuerdos la tolerancia es innecesaria.

Pero, como bien señala Donald Carson, en el mundo postmoderno la “tolerancia” es entendida como “la virtud de rehusar pensar que cualquier opinión es mala, perversa o estúpida”.14

Lo único que el hombre postmoderno parece no tolerar es que alguien rechace esta nueva definición de tolerancia.

D. El postmodernismo rechaza el concepto de autoridad y promueve el “igualitarianismo”:

Esto se deriva directamente del relativismo postmoderno. Por cuanto no hay forma de establecer una verdad para todos, entonces todo es relativo. Y si todo es relativo ¿qué derecho tienen algunas personas para constituirse en autoridad sobre otras? ¿Por qué algunos quieren imponer su ideal o su sistema de pensamiento o de valores morales como la norma para todos?

Como decíamos hace un momento, el postmodernismo sospecha que detrás de todo sistema de pensamiento que proclame una verdad absoluta se esconde una agenda de control: Los que no encajan deben ser sometidos.

Por eso alguien dijo una vez que la única diferencia que hay entre nosotros y los que están recluidos en sanatorios mentales es que nosotros somos la mayoría. Si ellos fueran la mayoría nosotros estaríamos dentro.

E. El postmodernismo pone en duda la habilidad que posee el lenguaje de representar la realidad en una forma precisa y objetiva.

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Y esto básicamente por dos razones. En primer lugar, por la subjetividad del lector. Cuando una persona se acerca a un texto para interpretarlo viene con muchas presuposiciones que no le permitirán interpretar la lectura objetivamente.

Por lo tanto, dicen ellos, el intérprete no puede descubrir lo que el texto dice realmente. Lo único que tendremos a final de cuentas es nuestra interpretación de lo que el texto dice.

La segunda razón es todavía más radical, y es que el significado de las palabras cambia continuamente, pues dependen del contexto cultural de cada cual, lo mismo que de su trasfondo y experiencia; de manera que no podemos asignarle a las palabras un significado inherente, estable y universal. Toda oración, dicen ellos, está sujeta a muchas interpretaciones legítimas.

Como alguien ha dicho: “El lector va generando su propia comprensión del texto a través de la lectura. No hay una interpretación mejor y otra peor del texto. Todas las interpretaciones son válidas”.15

Como bien señala Ravi Zacarías, en este esquema de pensamiento “el lector es soberano sobre el autor. En la medida en que vas leyendo la historia de alguien más, la deconstruyes y le das una nueva forma conforme a tu propia interpretación”.16

Más adelante volveremos a tratar este asunto del deconstruccionismo (como ha sido llamado), pero por ahora sólo quiero destacar la contradicción que encierra: Por un lado nos dicen que es imposible conocer el significado de cualquier texto escrito, pero esperan que al leer esta declaración nosotros entendamos que es imposible conocer el significado de cualquier texto escrito.

Como bien señala Lindsley: “Toda negación de que las palabras sean significativas usa palabras para negarlo. Presupone que puedes comunicar que no puedes comunicarte”.17

III. UNA EVALUACIÓN DE LA POSTMODERNIDAD:

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Al evaluar la postmodernidad no debemos olvidar que ésta surge como una reacción en contra de la modernidad y su confianza inquebrantable en el razonamiento humano autónomo, la ciencia y el progreso. Eso quiere decir que hay algunas cosas de la postmodernidad con las que los cristianos estamos de acuerdo. Art Lindsley señala los siguientes puntos de contacto:18

A. Puntos positivos del postmodernismo:

1. Establece el hecho de que el conocimiento tiene un límite.

En su crítica al modernismo, los posmodernistas tienen razón al poner en duda la capacidad del raciocinio humano para saberlo todo por sí solo. Creo que la historia ha probado hasta la saciedad que el conocimiento del hombre resulta ser muy fragmentado e incompleto.

Como bien señala Millard J. Erickson: “Aunque podemos poseer verdades absolutas, es muy diferente decir que las comprendemos absolutamente”.19

Nunca debemos olvidar que somos simples criaturas y que, si bien es cierto que la verdad puede ser conocida, debemos recordar nuestras limitaciones y estar siempre dispuestos a conocer más y mejor.

De hecho, como bien nos recuerda Donald Carson, nosotros los cristianos llegamos más lejos que el postmodernismo, porque no solo afirmamos que el hombre es una criatura limitada, sino también depravada.

“Nos equivocamos – dice él, no solo porque no somos omniscientes, sino también porque somos corruptos, moralmente ciegos, dolorosamente egoístas, y dados a las excusas y la auto justificación”.20

2. Establece el hecho de que nuestra perspectiva afecta lo que vemos.

El paisaje de un valle no se verá igual si se observa desde dos montañas distintas una enfrente de la otra. Debemos recordar que nosotros sólo tenemos una perspectiva parcial de las cosas. Es por eso que no debemos canonizar la cultura en la que vivimos.

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Aunque no por eso debemos colocar a todas las culturas humanas en el mismo nivel. Alguien dijo muy atinadamente: Prefiero vivir en una cultura donde un vecino saluda al otro en vez de tratar de comérselo.

3. Nos recuerda que los seres humanos no sólo somos seres racionales, sino también emocionales:

En esto también se enfrentan al pensamiento de los hombres de la Ilustración que muchas veces evadieron el hecho de que los sentimientos y la intuición juegan un papel importante en la forma como pensamos y actuamos.

“Al criticar el énfasis de la Ilustración en la eficacia del uso exclusivo de la razón y la experiencia, los posmodernistas han señalado que los seres humanos no son completamente criaturas racionales. Muchas de las creencias y acciones humanas surgen de factores más subjetivos, tales como los sentimientos”.21

Por ejemplo ¿por qué muchos hombres de ciencia rehúsan creer en Dios? ¿Es que acaso ellos conocen algo que los cristianos ignoramos? ¿Acaso no será porque a muchos les repugna profundamente la idea de tener que postrarse ante un Ser superior y reconocer que dependen de Él y que deben obedecerle? De paso, ese es el argumento de Pablo en Romanos 1:18ss.

4. Nos advierte contra la manipulación de la verdad como elemento de control:

“La manipulación de la verdad es un fenómeno real, no imaginario”.22 Eso lo vemos claramente en política. Cada partido se atribuirá el crédito de cualquier cosa que la opinión pública considere positiva, y le echará la culpa al otro partido por todo lo que considere negativo.

B. Puntos negativos del postmodernismo:

1. Es irracional porque se contradice a sí mismo:

Por ejemplo, cuando dicen que no existe la verdad objetiva, sino que todo es relativo. Si la verdad objetiva no existe, entonces hay al menos una verdad objetiva que sí existe, y es que la verdad objetiva no existe. Esa declaración se refuta a sí misma.

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O consideremos este otro axioma postmoderno: “Toda perspectiva de la realidad viene culturalmente determinada y por lo tanto, no se puede imponer sobre otras culturas”.

Y ¿qué de la postmodernidad? ¿Se trata de una ideología culturalmente determinada y, por lo tanto, sólo debe ser válida para esa cultura, o es una ideología transcultural que debe ser impuesta a todas las culturas? Como bien señala James W. Sire: “El rechazo de todas las metanarrativas es en sí una metanarrativa”.23

Otro caso que ya vimos es el del deconstruccionismo. Los deconstruccionistas quieren convencernos del carácter indeterminado del lenguaje: “un texto se puede leer de muchas maneras, incluso contradictorias”.

A la luz de esta afirmación el pensador Mark Lilla pregunta: “¿Cómo vamos a entender entonces las propias proposiciones del postmodernismo?”24 Tal parece que están serruchando la rama en la que están sentados.

Es curioso que un escritor postmoderno, Jonathan Culler, en su libro “Sobre Deconstruccionismo”, admite que eso es así; él dice: “Sí, estamos serruchando la rama en la que estamos sentados, pero no hay ningún suelo debajo donde caer”. A propósito de esta declaración alguien dijo en tono jocoso que una llamada a los paramédicos no estaría de más.25

2. No permite un diálogo sincero y objetivo.

Los prejuicios de los posmodernistas no les permiten sopesar objetivamente los argumentos de los que no piensan como ellos. Alguien pone el ejemplo de una joven cristiana que llega a la universidad, llena de celo y de conocimiento de algunas verdades fundamentales que ella desea dar a conocer a otros.

El problema es que allí difícilmente encontrará muchos profesores dispuestos a discutir los axiomas de su fe. Más bien les dirán que si su fe le ha sido de ayuda, está bien para ella, pero que no trate de imponer sus criterios sobre otros. De manera que sin haber rebatido ninguna de sus creencias con argumentos válidos, su fe ha sido relativizada y trivializada.

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3. En muchos casos el postmodernismo presenta parte de la verdad como si fuera toda la verdad.

Por ejemplo, nadie niega el hecho de que el significado de las palabras es condicionado por la cultura en que vivimos; pero suponer por eso que no podemos comunicarnos en una forma significativa es francamente una exageración.

El mismo impacto que ha tenido la literatura postmoderna en la mente de muchos es una prueba contundente de que la comunicación no solo es posible, sino que puede ser muy poderosa.

Lo mismo ocurre con su visión del conocimiento. Nadie en su sano juicio puede negar que ningún ser humano pueda llegar a adquirir un conocimiento perfecto y exhaustivo de las cosas. Pero entonces los postmodernos nos presentan una falsa antítesis, como si la única opción que quedara fuera la de pensar que por eso no somos capaces de saber nada con certeza.

Por supuesto, aquí se contradicen una vez más, porque ellos entienden que su análisis de las limitaciones humanas con respecto al conocimiento es verdadero.

En otras palabras, ellos afirman como algo absolutamente verdadero que nadie puede adquirir un conocimiento verdadero de las cosas, dado nuestras propias limitaciones y la influencia social a la que estamos expuestos. Tal parece que se ven a sí mismos como libres de ese problema y, por lo tanto, como personas capaces de ver las cosas como las cosas realmente son.

4. El postmodernismo es un metarrelato que intenta imponerse sobre los demás, aún cuando ha destruido la base que sostiene cualquier sistema de pensamiento.

El hecho de que los posmodernistas rechacen los metarrelatos y dogmatismos del pasado no elimina el hecho de que ellos también intentan imponer sus dogmas sobre todos, como hemos visto ya. Lo sorprendente es que ellos hacen eso luego de haber destruido la base racional sobre la cual debe construirse todo sistema de pensamiento.

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Un ejemplo sorprendente de esto lo vemos en el pensamiento Nietzsche, a quien citamos hace un momento; después de anunciar la muerte de Dios, Nietzsche quiere hacernos conscientes de las terribles consecuencias de haber eliminado ese punto de referencia:

“¿Cómo pudimos vaciar el mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué hemos hecho después de desprender la tierra de la cadena de su sol? ¿Hacia dónde la conducen ahora sus movimientos? ¿A dónde la llevan los nuestros? ¿Es que caemos sin cesar? ¿Vamos hacia delante, hacia atrás, hacia algún lado? ¿Erramos en todas direcciones? ¿Hay todavía un arriba y un abajo? ¿Flotamos en una nada infinita? ¿Nos persigue el vacío con su aliento?...”7

Nietzsche vio el punto: sin Dios y Su revelación nos quedamos sin punto de referencia; la pregunta que me hubiera gustado hacerle es ¿por qué siguió escribiendo y propagando sus ideas? El que no sabe si avanza o retrocede, si sube o cae, ¿cómo puede dar sus opiniones tan categóricamente?

5. El hombre postmoderno vive en el mundo asumiendo las posturas de un mundo coherente y lógico.

A pesar de todo lo que dicen y de todo lo que escriben, el hombre postmoderno se traiciona constantemente en su vida práctica.

No imagino a un postmodernista contratando a un plomero postmoderno (podría conectar la tubería de la ducha con el deposito de las aguas negras). Tampoco me lo imagino poniéndose en las manos de un cirujano postmoderno o contratando a un abogado postmoderno, o poniendo su dinero en un banco donde su gerente de cuenta sea postmoderno.

Conclusión:

Alguien preguntó una vez: ¿Qué ha sucedido con la verdad en estas últimas décadas? A lo que el filósofo Ronald Nash respondió muy agudamente: “A la verdad no le ha sucedido nada; sigue ahí como siempre y sigue siendo la verdad. Pero muchas cosas han ocurrido en las últimas décadas que han llevado a muchos a abandonar sus facultades críticas para venir a ser adictos a patrones de pensamientos que llevan al hombre a decir cosas estúpidas acerca de la verdad”.26

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Así que la pregunta que debe ser respondida no es: ¿Qué ha sucedido con la verdad? La pregunta que debemos responder es: ¿Qué ha sucedió con la sociedad occidental de finales del siglo XX?

Y la respuesta es: Que está cosechando los frutos de los árboles que se sembraron en la Ilustración, cuando los hombres creyeron ser capaces de desarrollar un pensamiento autónomo, sin tomar en cuenta a Dios y a Su revelación.

El hombre, como ser finito que es, no puede por sí mismo ser su propio punto de apoyo. Durante un tiempo se sentirá seguro, pero tarde o temprano descubrirá que su base es muy débil y que sólo le quedan la alternativa de la fe (la verdadera fe) o el cinismo y la desesperación.

El hombre postmoderno tomó la alternativa del cinismo y la irracionalidad. A final de cuentas, la postmodernidad no es otra cosa que la declaración de derrota de la filosofía humana autónoma.

Y ante este panorama tan sombrío, los cristianos tenemos la oportunidad de mostrar al hombre contemporáneo el punto de referencia que han perdido. Pero para eso es necesario que nos cuidemos de no ser infectados nosotros mismos de estos patrones de pensamiento.

El hombre anda a tientas y en tinieblas, pero Dios sigue siendo veraz, sigue sentado en Su trono, y Su verdad revelada sigue siendo verdad, independientemente de lo que el hombre piense al respecto.

Que el Señor nos ayude a seguir proclamando fielmente Su Palabra, mientras damos testimonio de Su poder en nuestras vidas transformadas, no como seres perfectos, pero sí como hombres y mujeres que andan en integridad.

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1 Millard J. Erickson; The Postmodern World; Crossway Books, 2002; pg. 12-16.2 Ibíd.; pg. 13.3 R. Albert Mohler, Jr.; He Is Not Silent; pg. 116.4 Citado por James Sire; El Universo de al Lado; Libros Desafío, 2005; pg. 223.5 Heath White; El Posmodernismo; El Paso, Texas; Editorial Mundo Hispano, 2007; pg. 23.6 Rodney Stark; For the Glory of God; Princeton Paperbacks, 2004; pg. 147.7 Ibíd.8 Donald Carson; Becoming Conversant with the Emerging Church; Pg. 90.9 Sire; op. cit.; pg. 224.10 Donald Carson; op. cit.; Pg. 95.11 D. A. Carson (ed.); Telling the Truth, Evangelizing Postmoderns; Zondervan, 2000; pg. 20.12 Art Lindsley; True Truth; Illinois InterVarsity Press, 2004; pg. 19.13 Donald Carson; Becoming onversant with the Emerging Church; pg. 69.14 Donald Carson; op. cit.; pg. 69.15 Theo Donner; op. cit.; pg. 59.16 D. A. Carson (ed.); Telling the Truth, Evangelizing Postmoderns; Zondervan, 2000; pg. 25.17 Linsdley; pg. 133.18 Ibíd.; pg. 62-64.19 Millard J. Erickson; The Postmodern World. Crossway Books. 2002; pg. 88.20 Donald Carson; Becoming onversant with the Emerging Church; pg. 104.21 Ibíd.; pg. 93.22 Ibíd.; pg. 94.23 Sire; op. cit.; pg. 247.24 Ibíd.; pg. 248.25 Linsdley; pg. 65.26 Life’s Ultimate Questions; pg. 250.

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