PostaData Nº2 - Feo que te quiero feo

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Revista Temática y Cultural

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mue s t r a r i omu e s t r a r i omu e s t r a r i omu e s t r a r i omu e s t r a r i o

Puntos de venta y opinioneswww.postadata.com.arPara [email protected]

Se permite la reproduccion total o parcial de lasnotas, aunque agradeceríamos se cite fuente yautor. Esta publicación sí se hace cargo de laopinión que viertan los autores.

Agradecimientos:A Pablo Linale por gestionar el dominio de lapágina web. A los anunciantes que una vez másconfiaron en esta revista. A todos aquellos quecompraron la Nro. 1 sin saber mucho de que setrataba. A los blogs que nos anunciaron y nosdifundieron. A las buenas y a las malas críticas.A Benedetti, por existir.

Consejo Editorial

M. Laura FloresLeandro IbáñezSoledad Linale

Colaboradores

Emiliano ConsenzaCristian FigueroaBrenda HardenackEugenia HadenackSebastián KargdorianM. Lara PalazzoCristina Passarelli

Arte de tapa

Julián Crigna

Diseño web

Natalia Ginszparg

Revista TemáticaBimestral

«DOSSIER»

4- «Las formas de la fealdad»

6- «Conocer para elegir»

7- «Los anteojos mágicos»

8- «Las máscaras de la anormalidad»

9- «Pavorosos y repugnantes, tres feos de laliteratura»

10- «Un día te miran como nunca te habian mirado»

12- «Mirame y no me toques, pero mirame»

14- «Versos en el margen»

15- «¿Qué gusto tiene la sal»

16- Aguafuertes

17- Cuento. «Máti»

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EDITORIAL De ausencias e intentos

Podrán decir que no parecemos. Que a veces solo giramos en círculos.Podrán decir de nosotros mucho. Quizás no puedan decir casi nada. Peronunca podrán decir que no intentamos. Que no nos tiramos al agua. Quenunca desafiamos al vacío, o que nunca gritamos hasta quedarnos sinvoz.Por eso hoy, con esta garganta cansada, con estos ojos rosados y con estasmanos listas, les presentamos el número 2 de Postadata. Esa que muestraun poco quien somos, esa que nos hizo volver a intentarlo, esa que sumógente con nuestras mismas ganas, esa que va a intentar que ustedes puedandecir siempre algo más, al menos, sobre nosotros.Nosotros intentamos, creemos poder hacer algo desde este pequeño lugar.Seguimos, todos los meses, moviendo fichas, y haciendo magia para llegara fin de mes.Desde hace 30 años hay treinta mil menos. Treinta mil que ya no estánpor intentar. Treinta mil que de la mejor o peor forma siguieron a sucorazón. Treinta mil que querían cambiar algo. Que hicieron que unageneración como la nuestra naciera en los últimos años de la dictadura,pero que hoy podamos escribir estas palabras.Treinta mil que mostraron hasta dónde puede llegar el odio, laperversidad, y la violencia gustosa del hombre.En el mes que conmemora exactamente 33 años del golpe militar, noquisimos hacer un número entero de la revista sobre ello, porque justo eneste mes la información es mucha.Sin embargo, tampoco queríamos dejar de recordarlos. De que se sepaque tampoco olvidamos y tampoco perdonamos. Un Estado terrorista es,como dijo Chávez «un gobierno que viola todas las disposiciones habidasy por haber de manera descarada». Un Estado terrorista es el que utilizamétodos ilegítimos para inducir el miedo en una población civildeterminada para alcanzar sus objetivos sociales. Un Estado terrorista esun estado que olvida la ternura y nos carga para siempre las venas conrencor. Es el mismo que nos sacó a esos treinta mil.Un Estado terrorista es un Estado criminal. Ayer. Hoy y Siempre.

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r feo, a.(Del lat. foedus).1. adj. Desprovisto de belleza y hermosura.2. adj. Que causa desagrado o aversión.3. adj. De aspecto malo o desfavorable.

Ahora bien, me pregunto, si labelleza y la hermosura son algosubjetivo y lo que para mi es bellopara otro puede no serlo, cómodistingo lo feo. Si a mi hermano lecausa desagrado una mujer con trespechos y sin embargo a mi mecausa fascinación, ¿debodenominarla a esta mujer como fea?Mi abuela, ya mayor y conevidencias de los años que pasaronpor su rostro y baqueteado por laenfermedad, ha adquirido un rostrodesfavorable en relación con laradiante mujer que era de joven,pero aun reconozco en sus ojos labondad con la que me crió, ¿es miabuela una mujer fea?El par estético bello/feo es subjetivo,pero sin embargo existen factoresculturales que son aceptadosmasivamente y que determinan queaquellos elementos feos no debenser expuestos ni mostrados sin quemedie una necesidad casi urgente,y con una finalidad muy especifica.Luego de algunas meditaciones,encontré cuatro factores oelementos que son propios deaquello que se denomina «feo».Con esto quiero decir que si algúnser humano posee alguna de lascaracterísticas que a continuacióndetallaré, es socialmente aceptadocomo una forma fea, desprovista debelleza, que causa desagrado ytiene aspecto malo. El primero delos factores es el hecho de noposeer una forma acorde con lasproporciones «divinas», o que laforma cause desequilibriosperceptúales en quien mira. Los tresfactores restantes soncaracterísticas únicas y naturales delos seres vivos, los cuales estánintrínsicamente relacionados y delos que ningún ser vivo puede

escapar. Estos son la Enfermedad,la Vejez y la Muerte. Estas últimasse evidencian en el cuerpo y dejanregistros de su presencia, nosenfrentan a la verdad más terriblepara todo ser viviente y conciente,la verdad de ser mortales y todo loque esto significa.Estas características feas son unaconstrucción social, cultural yobviamente histórica; y se lasestigmatiza indebidamente.

La forma propia de los cuerposLos sentidos nos comunican con elmundo que nos rodea y a partir deellos nuestro cerebro percibe lascosas tal cual son. Si bien medianteel oído, el olfato, el gusto y el tactopodemos caracterizar las cosascomo bellas o feas, aquíprofundizaré sobre la informaciónque llega al cerebro mediante lavista. El cerebro humano buscaincontrolablemente y de manerapermanente, reponerse al caos quelo rodea, haciendo foco en aquellasformas en las que encuentraarmonía. A su vez esta armonía laencuentra en figuras simples ysencillas que puede comprender nibien observa. En cambio escapa afiguras complicadas y caóticas quele exigen un mayor trabajointelectual para llegar acomprenderlas o definirlas. Si bienlas formas simples y sencillas nosofrecen paz, nos cansamos masrápidamente de ellas y necesitamosotras formas mas complejas paramantener nuestra atención por mástiempo y así hacer trabajar nuestroraciocinio, raciocinio que nospermite diferenciarnos como seresinteligentes.

Euclides en el año 300 a.C.demostró matemáticamente, en sulibro «Los Elementos», lo que Platónhabía denominado la sección, lo quehoy conocemos como secciónáurea. Dicha sección es el resultadode diversos cálculos matemáticos ygeométricos, ampliamenteinvestigados por la ciencia.La sección áurea estabafuertemente ligada a pensamientosmágicos que la relacionaban con laproporción divina de todos loscuerpos naturales; y surepresentación en las artes era unamanera de acercarse a dios, a sulegado y a su razón. Esta proporcióndivina está plasmada en diversaspinturas, esculturas y obrasarquitectónicas y se hizo uso de ellaen el renacimiento, dejando unimportante legado en el siglo XX.El «Hombre de Vitruvio», dibujo deLeonardo Da Vinci que ilustró el librosobre las obras del arquitectoMarcus Vitruvius Pollio, es otro

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«ver el retrato de una per-sona enferma nos enfrentaal miedo de ser nosotroslos que podamos estar deaquel lado»

felices, sonrientes y sanos, como unreflejo de todos los años que nosquedan por vivir. Negamos laimagen de los enfermos porquetenemos la certeza que algún díaseremos como ellos, negamosnuestra naturaleza.Pero si usted ha tenido una juventudsaludable, llegará a ser viejo y loscuerpos viejos enferman. Entoncespermanezca joven y sano.Ocultemos también a los viejos, nolos mostremos ni los retratemos. Yen caso de tener que hacerlo, quesonrían para la foto, que podamos

verlos felices y con muchos añospor delante. Ocultemos sus arrugas,sus cabelleras grises, la pose quetoman los huesos luego de tantosaños, ocultemos la melancolía dehaber sobrevivido a tantos amigos,ocultemos la parálisis y laincontinencia, porque al fin decuentas qué viejo quiere serecordado arrugado, ciego,encorvado y con bastón. Borgesquiso, Bioy Casares también; peroellos son otro tipo de viejos, sonviejos con experiencia, consabiduría, con orgullo, la clase deviejos que sí debemos recordar. Alresto no. Nuevamente temblamos alenfrentar el futuro, al mirarle la caraa la naturaleza.Y lógicamente asociada a laEnfermedad y a la Vejez, seencuentra la Muerte. Dos caminosque llevan a un mismo sitio y un sitioal que todos le huimos. Y si el arterepresenta al mundo, que mejor quecondenar la Muerte para creer queno está presente, o al menos nomuy presente y no muy cercana.Richard Avedon retrató los últimossiete años de vida de su padre, suvejez y su muerte. Quizá a modo deexorcismo o a modo de duelo, perolo hizo; y cada vez que veo sutrabajo me planteo la muerte de mi

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esquema mítico que relaciona elcuerpo humano con la perfección.Viturbio teorizó acerca de laarquitectura del cuerpo humano yen sus escritos hacia unadescripción matemática de cómo secomponía la figura humana segúnmedidas específicas.Tanto Da Vinci como sucesoresartistas, tomaron las palabras deeste arquitecto para retratar a loshumanos como divinos.Ahora bien, durante siglos se hantomado estas proporciones pararepresentar los cuerpos, los rostrosy los objetos del mundo, y como elarte es un reflejo del mundo, pobrede aquellos que no fueronproporcionalmente divinos. En unaera donde todo giraba en torno deDios y todos deseaban acercase aEl, es comprensible la utilizaciónincesante de las proporcionesdivinas. Como seres culturales yproducto de nuestro pasadohistórico, es que seguimosutil izando el molde de lasproporciones divinas para clasificarlo bello y lo feo. Es tiempo de usarmoldes más humanos, másvariados y más similares a losmortales.

Los factores que alteran laforma propia de los cuerposOtro grupo de fenómenos que mearriesgo a denominar condenados,son la Enfermedad, la Vejez y laMuerte. Util izo la palabracondenados para designar a ungrupo de elementos a los que se lesha negado dignidad y se los hadesechado del campo visual del artey la cultura, elementos que han sidoatomizados y escondidos detrás delespejo que refleja la realidad.La Enfermedad no es fotogénica, ypor lo tanto no se la retrata omuestra. Y en los pocos casos quesi lo es, está maquillada y esejemplo de lo indebido. LaEnfermedad le duele a los sanos,ver el retrato de una personaenferma nos enfrenta al miedo deser nosotros los que podamos estarde aquel lado. No queremos cruzarla valla, deseamos que nuestrosfuturos retratos nos muestren

madre; nunca la mía, con esotendrán que lidiar mis hijos.Autores como Diane Arbus,Joel-Peter Witkin, RichardAvedon, retrataron la Muerte,la Vejez, la Enfermedad, y lohicieron con dignidad, sintapujos ni medias tintas, singolpes bajos y mostrandorespeto por la naturaleza, y asíredignificaron a locos, deformes,viejos y moribundos. Si el arte esreflejo del mundo, es tiempo desincerarnos con nosotros mismos yaceptar con humildad el procesonatural de los cuerpos.

Con el avance de la tecnología y ladifusión casi instantánea de losmedios gráficos, podemos ver carasbonitas de cualquier parte del globo,pero son siempre las mismas caras.Desde hace medio siglo los rostrossolo cambian de dueño ynacionalidad, pero siguen siendo unreflejo del rostro que lo precedió yserá la base para el que loreemplace. Es momento en que losrostros cambien, en que dejen demostrarnos una y otra vez lo mismo,en que podamos ver hombres ymujeres diferentes, dispares,diversos, desequilibrados; rostroscomo los nuestros, comunes, bellosen su simplicidad, estéticamenteerrados y más humanos quedivinos. Es momento también deenfrentar nuestra mortalidad y la denuestros seres más cercanos.Estos factores son sumamentevaliosos como para continuarmarginándolos y hasta essocialmente necesario darles unpapel prioritario dentro de losmedios de difusión, artísticos,culturales y sociales; porque soloasí empezaremos a aceptarnos y aaceptar a los demás en sudiversidad, y de esta manera nosreconoceremos tanto en «feos»como en «bellos», en jóvenes comoen viejos, en sanos como enenfermos, y la realidad de que sibien somos seres mortales con unpunto final asegurado, lograremosno tenerle tanto terror a la muerte.

Leandro Ibáñez

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CONOCER PARA ELEGIR

El ser humano a medida que va creciendose va contaminando de prejuiciosemanados de su contexto socio cultural.Esto hace que a la hora de elegir, susgustos se vean condicionados por suentorno, coartando la posibilidad deencontrar belleza en aquello que no seconoce.

Vivimos inmersos en un mar de sonidos, en todomomento y lugar. Naturalmente buscamos lamúsica, la que nos acompaña en las distintas

circunstancias de nuestras vidas; en una película, unaobra de teatro, una exposición así como también enla primera comunicación entre una madre y su hijo.En casi doce años de desempeño como docente deeducación musical, he atravesado diversassituaciones en la tarea cotidiana. A la hora depresentar una consigna, la aceptación del alumnadosuele diferir notablemente según la edad promediodel grupo en cuestión.Normalmente, al querer abordar el conocimiento,apreciación o ejecución de alguna obra pertenecienteal estilo académico (más conocido como clásico), mehe encontrado como primera reacción en niños denueve años en adelante con expresiones como: «Queaburrido», «Que feo», sin siquiera poder finalizar enuna primera clase una simple audición.Contrariamente, en alumnos más pequeños larespuesta suele ser totalmente diferente; éstosmanifiestan en la mayoría de los casos, agrado ybuena recepción frente a la diversidad de estilos. Enesta etapa del desarrollo, la sensorialidad auditiva yla afinación en el canto se encuentran en su mayorplenitud, acompañadas por un oído absolutamentereceptivo al estímulo sonoro, indistintamente sipertenece a uno u otro estilo.Cómo es posible entonces que un niño de hasta sieteu ocho años de edad se sensibilice profundamente alescuchar un fragmento de una sinfonía de Mozart, olas famosas «Cuatro estaciones» de Vivaldi , sepermita jugar, dar rienda suelta a sus movimientoscorporales, y tan sólo uno o dos años más adelantele resulte «feo», «aburrido» y «desagradable». Esdifícil comprenderlo y debemos preguntarnos elporqué.Dejando de lado el desarrollo natural del niño quemodifica sus intereses y traslada su atención haciadistintos ejes, existe el factor externo, que tal vezinconscientemente, lo condicione a la hora de elegirlibremente si un motivo o frase musical resulta ser desu agrado o no.No cuenta la calidad con la que la música académicaestá compuesta, sino el contexto donde se la escuche.No es éste un punto de discusión, de hecho elimaginario colectivo la asocia con la gente culta.Cuantas veces hemos oído: «si tocás bien clásico,tocás bien lo demás», afirmación no tan certera, yaque no todos los intérpretes de música clásica lograntransmitir la esencia de cualquier otro estilo.

Lo que hoy se conoce como música académica se hamanifestado en distintos movimientos culturales a lolargo de la historia. Es así como los diversos estilossurgidos a partir del siglo XX encuentran sus basesen ella de tal forma que utilizan los mismos acordescon distintas funciones armónicas y enriqueciendootros.Hasta fines del siglo XIX, la música académica seescuchaba no sólo en teatros, sino también en baresy salones; era hasta entonces «popular», lugar quehoy ocupan el rock, jazz, blues, folklore y nuestrotango.Para volver al primer planteo en donde se observaque los niños más pequeños son permeables acualquier estilo de música sin distinguir entre «linda y«fea» por pertenecer a uno u otro, se debe observarel desarrollo del niño sumido en un contexto sociocultural donde incorpora patrones comunes quecomparte con su entorno más cercano, el cualseguramente no sea un asiduo consumidor de músicaacadémica, ya que la misma actualmente no goza deuna difusión a nivel masivo. Por tal motivo le resultalejana, ajena y por derivación «fea».Es así como el oído comienza a «contaminarse» deprejuicios existentes perdiendo la espontaneidad, sinpermitirse escuchar y encontrar, o no, belleza en esteestilo de música.Es más frecuente que quienes se interesen enescucharla sea por transmisión familiar (experienciaque me ha tocado en suerte) o menos usual por interéspersonal a partir de una vivencia en particular.Desde nuestro rol de docentes tenemos la oportunidadde ofrecerles a nuestros alumnos las herramientasnecesarias para poder elegir, pensar y sentir la músicacomo un todo e identificarse en cualquiera de susmanifestaciones.

M. Lara Palazzo

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Los anteojos mágicos

Había una vez una niña que vivía en una gran ciudad,en realidad ese era su lugar circundante, pero ellavivía en su propio mundo, en su maravilloso mundo,lleno de fantasías y hermosos sueños, enmarcado conmucho amor.La niñita fue feliz hasta que un día alguien dijo quetenía que ir a la escuela. A pesar de que esto ledisgustaba, y mucho, tuvo que aceptar las reglas deljuego ya que no le quedaba posibilidad de elegir. Estosignificaba salir de sus fantasías para ir al mundo real,en el cual ella no estaba cómoda.Así fue como entonces, inmediatamente comenzadaslas clases, alguien dijo:-¡Debe usar anteojos! Dado que no estaba cumpliendocon las reglas del buen escribir, y todo lo que se veíaen su cuaderno, era confuso y borroso. Sus escritosparecían jeroglíficos antiguos ¡Hermosas manchas decolores! Así era como ella veía las cosas, pero esto anadie importaba, solo era lindo o feo, solo eranmanchas sin significado alguno, dejando a la maestraen evidencia de que su clase no era demasiadointeresante.Sin embargo, había que usarlos, demasiada genteinvolucrada, demasiada para una sola niña; la cualno seria aceptada si su cuaderno seguía siendo unagran mancha al mejor estilo Picasso.¡Y llegó el gran día! De la misma forma en que seprobaba un vestido, se probaba unos anteojos.Se sentían muy mal y se veían peor, sin elección decolores o cristales. Así fue que salió a la calle conesos aparatejos puestos que representaban elcomienzo de un largo camino por descubrir...Calzados ya con ellos, comenzó a percibir y escucharvarios comentarios acerca de los mismos: -¡Que penaocultan sus ojos! ¡Impiden admirar sus largaspestañas! ¡Es mejor que se los saque para pasear ylos use solo en casa, donde nadie la vea!.De esta manera los monstruos de la sociedad, losgigantes, no se sentirían incómodos.Resultó entonces que educada y silenciosa, cada vezque salía se sacaba los anteojos porque le hicieron

creer que su cara se vería más hermosa, clara ydespejada.Pero sin embargo, supo descubrir en estoshorribles armazones, las escapadas necesariaspara reencontrarse con aquel mundo que enalgún momento, solo en algún momento, había tenidoque abandonar.Y creció, y éstos fueron su refugio. A través de ellosse ocultaba y jugaba con imágenes que se reflejabanen sus cristales mientras los profesores de secundariadictaban sus largas y pesadas clases en las que ellani sabia de lo que estaban hablando.También, en otros momentos fueron sus peoresenemigos.Pero no pudo desprenderse de éstos.

Así fue como un buen día se transformaron enanteojos mágicos. Con ellos veía lo que quería ydesafiaba a la sociedad.Una sociedad que primero supo exigir y tuvo absolutaautoridad para decidir sobre el uso de sus anteojos,la que también marcó la diferencia entre el «preciosao el horrible», la misma que sostuvo por largasdécadas los modelos permitidos y admitidos deaquellos desechables y molestos.Ahora, estaba en las manos de una ingenua niña queante semejante crueldad supo seleccionar y valorizarlo hermoso de la vida y encontrar en lo «feo» labelleza.Por suerte hubo muchos otros anteojos mágicos, yde esta manera el mundo pudo comenzar a verse ensus diferentes formas, colores y tamaños, a percibirlos envolventes perfumes que penetran el alma.Hoy la niña es grande y ya no le importa si estálinda o fea, si sus anteojos la favorecen o no, solo leimporta que ganó un partido y que sus pupilasregistran el amor que hay encerrado dentro de cadauna de las personas y de las cosas... sin interesarsu estética.

Cristina Passarelli

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Las máscaras de la anormalidad

Diane Arbus, con su cámara fotográfica, retratóaquello que no incluía la norma, desmitificando asílos cánones estereotipados de belleza; mediante suobra revalorizó la condición humana de loscondenados por la historia de la fotografía.

La creación de la fotografía fue la consecuencia deuna necesidad humana, la necesidad imperante deganarle al tiempo. Sólo mediante fotos podemos verel pasado. Pero cuando fotografiamos algo o alguien,estamos decidiendo qué cosas rescatamos del pasodel tiempo y qué recuerdos queremos mantener vivosen nuestros álbumes. Lo que no se fotografía, sequiere olvidar, se quiere negar.¿Pero qué sucede cuando lo que queremos negar esla otra mitad del mundo? Surgen fotógrafos comoDiane Arbus. Fotógrafos que nos enfrentan conaquello que nos ocultan, con lo que negamos, con loque nos duele.Diane Arbus inició su vida en 1923 y puso fin a ella en1971. Durante los últimos quince años de su vida,con su cámara volvió visible lo invisible; y como retratares dignificar, revalorizó a todo un submundo que habíavivido condenado a la ceguera social. Nacida y criadaen Nueva York, Diane creció rodeada de belleza yprotegida de un mundo ajeno al suyo, un mundo queno le era permitido mirar de frente. Ya adulta, esposafiel, madre ideal, ciudadana ejemplar; algo se rompiódentro de ella y descubrió una fuerza mayor que laempujó al exterior, a deambular por el mundo que lehabían ocultado. Abandonó el estudio fotográfico quecompartía con su esposo, estudio donde retratabanhermosos rostros femeninos en acogedoresambientes y acompañados con finísimas pieles yvestidos, donde fotografiaban el sueño americano, lapromesa permanente, la felicidad en sí misma. Dejóesa comodidad que durante tantotiempo la sofocó y desde entoncessu estudio fueron los parques y lascalles, los manicomios y los circos,los suburbios ocultos y los camposnudistas.En la obra de Arbus podemosencontrar enanos, gigantes,hermafroditas, mellizas, trillizas,mujeres barbudas, ancianos,enfermos mentales, enfermosfísicos, nudistas y todo un vastorepertorio de seres humanos.Nunca los fotografió de improvistoo a lo lejos, se relacionaba concada uno de sus retratados yposaban delante de su cámara dela manera mas natural, sin penas

pero tampoco con glorias, los retrataba de la mismamanera en que retratamos a nuestros amigos íntimos,a nuestros hijos, a nuestros padres. Con la miradasiempre al frente y utilizando flash de relleno, susmodelos se diferenciaban del ambiente y sobresalíandel entorno caótico.El retrato fotográfico es un espejo de papel que nosrevela tantos lados como seres humanos existan ynos enfrenta a nuestros más profundos miedos. Dianeconsiguió chantar en la cara de sus espectadores lalocura, la vejez, la muerte, y preguntarles tácitamentesi están preparados para ellas. Si existen personasque conviven diariamente con estos tres terrores¿podemos seguir negándolos?, si todo cuerpo vivollegará a ellos, o al menos a uno de ellos, ¿por quéseguir negándolos? Porque nos duele, porque noshace daño, porque debajo de nuestra máscara denormalidad se encuentra la certidumbre de saber queno podríamos sobrevivir a lo que Diane nos muestra,que los héroes son esos seres que sobreviven a unmundo que no está hecho para ellos y solo por ello semerecen el respeto que durante siglos les fue negado.Los hombres y las mujeres que esta fotógrafa retratóno son estéticamente correctos, lo que estas fotosnos muestran tampoco es bello, por el contrario, sonambientes desolados, oscuros, casi tenebrosos; susrostros no son divinos ni equilibrados, nos desafían,nos cuesta mirarlos a los ojos, mantener nuestramirada inmóvil en ellos. Y sin embargo las fotografías

en si mismas son bellísimas,poseedoras de un atractivoúnico que desestabilizan a suslectores y los sumergen enmundos asombrosos ydesconocidos. La belleza deestas horribles fotos radica enmodificar nuestra monotonía,en romper con la inercia quenos causa el mundo al queestamos habituados y sobretodo en desafiar la empatíaque puede generarse entre losseres humanos; aquí, unoespectador y otro retratado.

Leandro Ibáñez

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w.artphotogallery.org http://m

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Pavorosos y repugnantes,tres feos de la literatura

En 1852, la Enciclopedia UniversalModerna de Madrid planteaba quela fealdad no se define únicamentecomo lo contrario a la hermosura,aseguraba que «no se necesitatener la menor noción de belleza nihaber visto jamás una cosa bellapara que parezca feo un rostrotorcido, una nariz enorme, un colorcetrino, o un gran torso sostenidopor dos piernas pequeñas. Bastacon que estos ejemplos se desvíendel tipo común a que se somete lanaturaleza en la estructura delcuerpo humano».Veintiún años antes, el novelistafrancés Víctor Hugo tuvo la mismaidea de fealdad cuando imaginó aQuasimodo, el jorobado que fuepersonaje central de la novelaNuestra señora de París. En una delas escenas de esa historia de amory tragedia ambientada en el sigloXV, Quasimodo, que estabaconfinado en el campanario de laCatedral de Notre-Dame, quedaexpuesto ante la gente y muestrasu fealdad. «Es imposible transmitiral lector la idea de aquella narizpiramidal —escribió Víctor Hugo—,de aquella boca de herradura, deaquel ojo izquierdo, tapado por unaceja rojiza a hirsuta, mientras queel derecho se confundía totalmentetras una enorme verruga, o aquellosdientes amontonados, mellados pormuchas partes, como las almenasde un castillo, aquel belfo callosopor el que asomaba uno de susdientes, cual colmillo de elefante;aquel mentón partido y sobre todola expresión que se extendía portodo su rostro con una mezcla demaldad, de sorpresa y de tristeza.Imaginen, si son capaces,semejante conjunto».Un escritor escocés, algunos añosdespués que Víctor Hugo, dibujócon maestría un personaje quellevaba consigo la idea de unafealdad ya no anclada a unadeformidad, sino a lo macabro. Esepersonaje nefasto, eran en realidaddos personajes en uno: losprotagonistas de El extraño caso delDr. Jeckyll y Mr. Hyde. Una historiaque, en principio, Robert LouisStevenson visualizó en una

pesadilla, y que finalmente publicóen 1886.A diferencia de Víctor Hugo, quedescribió a Quasimodo casi desdesu punto de vista de autor,Stevenson util iza un narradoromnisciente que nos permiteconocer a Mr. Hyde a partir de lasimpresiones que le produjo a otropersonaje, el abogado Mr. Utterson.«Mr. Hyde era pálido y de cara chata—escribió Stevenson—, daba laimpresión de deformidad, sin poderprecisar ninguna deformación.Sonreía desagradablemente y suconducta con el abogado era unamezcla homicida de cobardía y deaudacia, y hablaba con una vozronca, baja y rota. Todas estascircunstancias repercutían en contrasuya, pero incluso juntas nobastaban para explicar laexcepcional aversión, el odio y elespanto con el que lo recordaba Mr.Utterson. << Debe haber algunacosa más —se decía indeciso—. Hade haber alguna cosa más, aunqueyo no encuentre palabras paraexplicarlo. ¡Este hombre no parecehumano! >>».En el número dos de la revistaLea, el escritor argentino Marcelodi Marco señaló: «Stevenson supoadelantarse en muchísimos añosa los infernales autores del sigloXX que abordaron la tragedia delhombre librado a su propiadegradación, esclavo de sucacareadaautodeterminación.Al respecto,pienso encuánto ledeben aStevenson,por ejemplo, elFranz Kafkade Lametamorfosis,el EugèneIonesco de Elrinoceronte, el

James Joyce de Ulises y elJulio Cortázar de Axolot, pornombrar algunos poetas de labestialización, del travestismobruto que la modernidad noslegó».A esa lista de deudores deStevenson podríamos sumar alRoberto Arlt de El jorobadito, uncuento de 1933 en el que apareceRigoletto, un personaje quecombinaba las cualidades de Mr.Hyde y de Quasimodo. Si bien vera Rigoletto causaba lástima, sóloocurría por un instante. Era taninsolente que al final daban ganasde matarlo. «Al estrangularlo —escribió Arlt— me creo con derechoa afirmar que le hice un inmensofavor a la sociedad, pues he libradoa todos los corazones sensiblescomo el mío de un espectáculopavoroso y repugnante. Sin añadirque el jorobadito era un hombrecruel».Mr. Hyde engulló al Dr. Jeckyll.Quasimodo murió junto al cadáverde la única persona que pudo vermás allá de sus deformidades.Rigoletto murió por insolente y porhaber aportado a los enfermizospropósitos de un desconocido.Imaginen qué hubiera pasado conellos, si no hubieran tenido esaespeluznante fealdad.

Emiliano Consenzahttp://subiqueteleo.blogspot.com

Lic. Natalia M. ParadisoPsicóloga

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Un día te miran comonunca te habíanmirado

Demás está decir que nos tiramos a la pileta. Que mandamos un mail encontrado en algunapágina de Internet con la intención de que alguien, quizás alguna vez en nuestro tan veneradomundillo, nos contestara. Demás está decir que un día de algún mes de algún año, larespuesta llegó. Y más allá de nuestra alegría, el desborde también provino de la buena onda yla simpatía clara de quien escribía esas palabras. Dio la sensación de esas personas a las quevale la pena entrevistar. Una de esas personas que, realmente, son un privilegio.

María Victoria Menis nació enBuenos Aires, aunque vale decirque cada vez que puede aprovechapara escapar hacia alguna playaque le de la paz que en la granciudad es difícil de encontrar.Directora y guionista de cine, teatroy televisión, asume su rol como algonatural, y sin ninguna duda siendoreconocida por ello. «Los premiosme hacen sentir muy bien. Porqueno te voy a contestar lo que dicemucha gente que los premios no leinteresan, a mi sí me gustan porqueson como un mimo!. Pero la verdadque tampoco me llamaron miles deproductores por premios recibidos,aunque tengo un pequeño club defans, formado fundamentalmentepor mi familia!».Aun así, siendo consideradamundialmente aclara «lo que tequiero decir es que cada vez queempiezo un proyecto, la tengo queremar mucho. Quizás es un tema dela Argentina, no sólo mío. Tengo quereconocer, eso si, que hay gente ala que le interesa trabajar conmigo,

gente talentosa. Y eso mereconforta mucho. También haymuchísima gente que se conecta através de las páginas de mispelículas dejando mensajes. Y esome motiva, me da fuerzas parapelearla».

Sus comienzos y su trayectoriaA mediados de los ochenta ganódos premios «George Melies»otorgados por la embajada deFrancia por sus cortometrajes«Vecinas» (1984) y «¿A qué hora?»(1985). Aun hoy sus películas estáncoproducidas por el Ministerio deAsuntos Extranjeros de ese país.¿Qué es lo que te une a Francia ote genera su apoyo?Es una pregunta que a veces yomisma me hago. Como todo, tienealgo de azar y algo aportado por mí.El azar es que en la época que yofilmaba cortos, había muy pocosconcursos o lugares de exhibición.A finales de los ochenta, laEmbajada de Francia era uno deesos pocos que organizaba un

concurso serio, prestigioso. Por lotanto era -y es- muy interesante. Esefue el ingrediente de azar. Por otrolado, de chica me mandaron aestudiar francés. «El Cielito», mipenúltimo film concursó en un lugarmuy interesante: la sección Cine enConstrucción, que organizan elFestival de San Sebastián y elFestival de Toulouse. Allí en SanSebastián, el primer corte de la pelifue visto en esta sección, y tuve laenorme suerte (creo que en estetrabajo hay mucho de sudor perotambién hay mucho de suerte) quevarios productores franceses seinteresaran por participareconómicamente en la postproducción final de la película. Yaquí, cual recuerdo salido de lagalera de la infancia, surgió mifrancés, que no digo que fue lo quecerró la cosa, pero sí ayudó el poderhablar fluidamente el mismo idiomacon productores. Aparte, ¿porqueno? Quizás tenga algo mi cine queles atrae a los franceses. Lo únicoque te digo es que dejé de

Entrevista a Maria Victoria Menis

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reprocharles a mis padres que mehayan mandado a estudiar francés!Ahora, si la cosa hubiera sido eningles, pierdo como en la guerra!.

En 1989 dirigió su primerlargometraje «Los espírituspatrióticos». En 2001 dirigió«Arregui, la noticia del día», con laactuación de Enrique Pinti. Participóen televisión con «Cosecharas tuSiembra» y «Más allá delhorizonte». Y dirigió obras como«Gamuza» y «Payasos imperiales».En cada uno de sus trabajos fuepremiada.Confiesa que aunque el cine es sugran amor, «no dudaría un instantesi me propusieran hacer un buenprograma de tele. Aprendí muchodirigiendo televisión, la rapidez, laagilidad, resolver sin dar mil vueltas.Pero no es fácil hacer ficción en latv de hoy, si viviera en algún otropaís, seguramente lo estaríahaciendo. En cuanto al teatro, tienealgo increíble que es esamancomunion que hay con unhecho que va en vivo, que esirrepetible y único cada vez. El cinete absorbe muchísimo tiempo. Hayque trabajar muy duro para que unproyecto se concrete. Y esa tarea,en mi caso, me vampiriza mucho.Pero es la sangre que me gusta!(frasecita para ‘Crepúsculo’!)».En el 2004 fue co-guinista ydirectora de «El cielito»,multipremiada mundialmente, unapelícula que imprime una imagenque el espectador volverá areconocer en muchas partes,recordándola casi como unaexperiencia personal. «Ojala sumirada sea distinta al mirar despuésde haber visto la película. Quepueda darse cuenta si está mirandopor sí mismo o con el filtrito que lepusieron, el marketing y elconvencionalismo cultural de lamoda».

Su último filmEn el 2008 estrenó su último film,«La Cámara oscura», basado en uncuento de Angelica Gorosdicher,quizás el más publicitado. «Busquéque la gente se identifique con esaGertrudis que se siente fea porque

la han mirado como fea desde chica.Traté de remitir a la gente, a losfuturos espectadores, a esas etapasdonde todos nos sentimosdiferentes, que no encajamos. Queno nos reconocen, que nosprejuzgan, que nos etiquetan, queno nos entienden porque no van anuestro interior. ¿Quién en la vidano se sintió alguna vez así?¿Excluido, diferente, mal mirado?».‘Un día te miran como nunca tehabían mirado’, esa frase, queestaba en el afiche, es realmente laque marca al momento de ver lapelícula. Una mujer, una familia y lasganas de vivir. De salir de ese lugaren donde tantas personas, a lo largode su vida, la habían encasillado.«En la película, Gertrudis es fuerte,aunque debe someterse, volversecasi invisible para no sufrir.Finalmente toma una decisión quedemuestra que en ella, ese serdeseoso de otra vida, estaba ahí,en su interior. Seguía vivo, sólo quetenía que poder sacarlo afuera. Y losaca. Se saca a si misma, sereencuentra con ella».¿Cómo fue que elegiste el cuentode Angélica Gorosdicher?Me gustó mucho la historia, ycontarla desde el punto de vista deuna chica que la mamá la considerafea y ella se siente de ahí en mas,fea. Y la confrontación de esa chicacon un fotógrafo que ve otra mujeren ella. ¿Qué es la belleza? ¿Porqué miramos como miramos? Sonalguna de las puntas que tira elcuento de Angélica que me atrajeronenormemente.Y pareciera entonces que muchascosas en la vida giran en torno tansolo a una mirada. En el cielitotransmite una imagen difícil deolvidar, quizás tan difícil, cuandouna no quiere olvidarla, y aquí, lafunción de la mirada vuelve a serimplacable y hasta irreversible en lavida de una persona.¿Qué es para vos la belleza?Es algo que se completa en simismo, que da paz, que puede seruna inteligencia, puede ser el mar,una forma de amar, un gesto, unaobra de arte, una torta de frutillashecha para mi cumple por una tía

que me adoraba, una mirada, unlibro, amar.¿Qué te llevó a dirigir una películasobre la fealdad?Que la belleza y la fealdad soninventos culturales que respondena cánones de época, y mas quenunca, en este momento encuadrana modelos universales impuestospor el consumo y repetidos al infinitopor un mundo globalizado, queclona en todos lados lo que sesupone es bello o feo.

Quizás alguno llegue a sentir quela película regale otra mirada sobrela fealdad, un nuevo ángulo, undesmitificar que el feo siempre esel chistoso de la película, o quizás,el buenudo. «No me siento tangenial como para decir que aportéalgo distinto. Me contento de haberhecho una reflexión fílmica sobreesta temática. A veces la fealdadestá tomada para la comicidad. Perodonde mas noto su presencia, es ensu ausencia». Y agrega para cerrarel tema «pero evidentemente, esmas taquillero, es mas «bonito» yvende más, un film que estéprotagonizado por «bonitos», queesta cultura decretó como tales».Luego de unas cuantas preguntasnos confiesa de un nuevo rol queviene tomando vuelo: el de actriz.«Alguna vez anduve por ahí,delante de cámara. En ‘El Cielito’gritando al fondo de un pasillo. Enun colectivo, en ‘Arregui, la noticiadel día’. Me gustaría actuar más,porque creo que no me saldría mal(estudie teatro y era bastanteconvincente jaja) Pero bastanteproblemas tengo para llevaradelante las pelis. Uno mas, no!Ahora, si me llama otro director odirectora, voy!»Para ir cerrando, nos resumealgunos de sus gustos, un libro: «Elamor en los tiempos del cólera»,Beatles antes que los Stones(«aunque suene blandengue»aclara), para un vestido y un amor,«para que quiero el vestido si noesta el amor?», y la imposible: unapelícula, «no puedo. No me obliguesa una. Son muchas.»

Soledad Linale

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Los conceptos de belleza y de fealdad no son nuevosen estos tiempos, a lo largo de la historia de nuestrassociedades los estereotipos de lo que se consideralindo y feo atravesaron por parámetros diferentes.Cristalizados en la pintura, la fotografía, el cine y desdehace unos pocos años en la televisión. Este últimomedio, característico de la exposición de estereotipos.Hoy la televisión pone en el tapete un conceptocorporal caracterizado por otros parámetros; sin ir máslejos en nuestros días esos cuerpos corpulentos quese observan en distintos obras pictóricas, son vistoscomo «feos» ya que los conceptos de belleza o defealdad son construcciones sociales que vancambiando a medida que las sociedades vancambiando sus valores. Es así que lo que en tiemposde ataño se lo consideraba de una determinadamanera, en la actualidad su connotación puede llegara ser lo opuesto.Para poder entender la influencia que ejercen losmedios masivos en el imaginario social me gustaríadetenerme en las teorías comunicacionales máscaracterísticas de cada época.En 1920, la teoría de la aguja hipodérmica planteabaque la manipulación es posible, porque es factiblecrear un estímulo, un mensaje, tan fuerte que se«inyecte» (de ahí el nombre de «hipodérmica») enlos individuos. Entre el emisor y el receptor, entre elestímulo y la respuesta, no hay ningunaintermediación que impida conseguir los objetivos, hayuna relación directa de causa-efecto, algo mecánico,un vacío. De modo que la manipulación es posibleporque frente a un poder enorme de medios decomunicación de masas no hay ningún elemento deresistencia. A su vez, en los años cuarenta con eldesarrollo del cine como industria cultural surge lospostulados de «La Escuela de Frankfurt» quemanifestaban que el cine al formarse como industriaes manejado por la ideología dominante y de esamanera generara una influencia absoluta sobre unasociedad totalmente alienada sin poder de decisión yde pensamiento sobre lo que veían en la pantalla delos cines. Mientras que con los estudios culturales secomienza a postular una concepción del receptorcomo no-pasivo, de tal forma que las culturas no sonentes alienados sin poder de discernir lo que ven. Detodas maneras, no niegan la manipulación que ejercenlos medios, pero plantean que la gente hace cosascon esa manipulación, no toman todo tal cual se lo

dan. Es así, que piensan que se debe hacer hincapiéen los estudios de las culturas para ver qué es lo quetoman y qué lo que dejan.Esta breve descripción de las distintas escuelascomunicacionales me sirven para poder plantear quesi bien los medios de comunicación masiva songrandes monopolios manejados por ampliasempresas que forman parte de la ideología dominantey buscan manipular a los destinatarios, los receptoresno toman absolutamente todo tal cual se lo dan sinoque hay una resignificación de los mensajestransmitidos.Ahora bien, para volver puntualmente a los conceptode belleza que están presente en dichos medios nodebemos negar que en los distintos génerostelevisivos, hoy más que nunca, se hace presente unestereotipo de belleza determinada y todo lo que seconsidera feo no tiene permiso para estar presenteen dicho medio. No tenemos más que mirar unatelenovela, un programa de la tarde, o un programacomo «Show Match», para poder observar que losestereotipos de belleza son los factores característicosde dicha programación, donde todo pasa por laimagen. De todas maneras, es necesario mirar quésucede en nuestras sociedades ya que todo pasa porun anhelo de lograr la eterna juventud, a través dedistintas cirugías estéticas, distintos tratamientosestéticos, gran cantidad de ejercicios y pocaalimentación. Y como digo al comienzo al ser la bellezay la fealdad construcciones sociales hoy por hoy losparámetros de belleza son éstos y lo feo no tieneconsideración alguna en nuestras sociedades, sin queexista la mera posibilidad de detenerse a pensar queen lo que se considera «feo» también se puedeencontrar hermosura como así también la fealdad dehoy podrá ser belleza en un futuro.

Brenda Hardenack

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Versos en el margenVersos en el margenVersos en el margenVersos en el margenVersos en el margenLa noche de los feos

Ambos somos feos. Ni siquiera vulgarmente feos. Ella tiene un pómulo hundido. Desdelos ocho años, cuando le hicieron la operación. Mi asquerosa marca junto a la bocaviene de una quemadura feroz, ocurrida a comienzos de mi adolescencia.Tampoco puede decirse que tengamos ojos tiernos, esa suerte de faros de justificaciónpor los que a veces los horribles consiguen arrimarse a la belleza. No, de ningún modo.Tanto los de ella como los míos son ojos de resentimiento, que sólo reflejan la poca oninguna resignación con que enfrentamos nuestro infortunio. Quizá eso nos hayaunido. Tal vez unido no sea la palabra más apropiada. (…)Nos conocimos a la entrada del cine, haciendo cola para ver en la pantalla a doshermosos cualesquiera. Allí fue donde por primera vez nos examinamos sin simpatíapero con oscura solidaridad; allí fue donde registramos, ya desde la primera ojeada,nuestras respectivas soledades. En la cola todos estaban de a dos, pero además eranauténticas parejas: esposos, novios, amantes, abuelitos, vaya uno a saber. Todos - de lamano o del brazo - tenían a alguien. Sólo ella y yo teníamos las manos sueltas ycrispadas.La esperé a la salida. Caminé unos metros junto a ella, y luego le hablé. Cuando sedetuvo y me miró, tuve la impresión de que vacilaba. La invité a que charláramos unrato en un café o una confitería. De pronto aceptó (…) Hablamos largamente (…)«Vivo solo, en un apartamento, y queda cerca». (…) No sólo apagué la luz sino queademás corrí la doble cortina (…) Tuve que recurrir a todas mis reservas de coraje, perolo hice. Mi mano ascendió lentamente hasta su rostro, encontró el surco de horror, yempezó una lenta, convincente y convencida caricia. En realidad mis dedos (alprincipio un poco temblorosos, luego progresivamente serenos) pasaron muchas vecessobre sus lágrimas. (…) Lloramos hasta el alba. Desgraciados, felices. Luego melevanté y descorrí la cortina doble.

Extracto de «La noche de los feos», cuento de Mario Benedetti.Del libro «La muerte y otras sorpresas» (1966)

Caminar por la cornisa es atreverse a los márgenes,saltar una a una las baldosas que nos impidan llegaral grito. Ese grito que desenfunda lo monstruoso, lobrutal, lo espantosamente bello, o lo hermosamentehorrible. Y pese a todo, es imposible no ensordecerse,no seguir nadando en el eco de aquel grito.¿En cuantas poesías o cuentos aparece la fealdadcomo un objeto amatorio? ¿es posible amar lo feo sinredescubrir lo bello que encierra?En «La noche de los feos», Mario Benedetti deja notarque cualquier persona que lleve en su cuerpo laestampa de la fealdad, está condenada a enamorar yenamorarse de una persona en su misma situación.El autor hace aparecer a los personajes sencillamentecomo «horribles», sin siquiera poder aproximarse aesa cierta belleza que vaya uno a saber quiendeterminó como tal. La fealdad en los protagonistasno es un detalle, sino una propiedad sustancial, una

característica irrevocable y fatal, «ambos somos feos.Ni siquiera vulgarmente feos». Y ni siquiera los salvala ternura de la mirada, «esa suerte de faros dejustificación por los que a veces los horriblesconsiguen arrimarse a la belleza».Y de la mano de la fealdad, el narrador los asocia a lamarginalidad, a la soledad que propicia el sentirsefeo, soledad que encuentran en un lugar cualquiera,donde todos están en pareja, excepto ellos, los feos,«con las manos sueltas y crispadas».Benedetti termina asegurando, de una formasilenciosa, que la desgracia puede tener un finaloptimista, sólo si esas marcas se han envuelto en elgrito, no para silenciarlas, sino para nadar en él, y apartir de allí reconstituirse para llegar al fondo de símismos.

M. Laura Flores

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Imagine que está viendoun Dibujo animado clásico. Éstetrata de una Princesa agradable,simpática y ensoñadora quegusta de pasear por los bosquesde su reino a la espera de unPríncipe que llegue en corcelpara amarse mutuamente hastael fin de sus días. También tratade un Conde tenebroso, malvadoy caprichoso, que ansía condesposar a dicha Princesa. Ella,por supuesto, se niega. Tal es la maldad de esteConde, que decide secuestrarla usando artimañasmágicas y encerrándola en los calabozos de suCastillo hasta el momento en que ella acceda acasarse con él.Ahora bien, seguramente usted ha imaginado unaPrincesa delgada, alta, de pequeña cintura, bustofirme y casi con seguridad, rubia y de ojos claros. Enfin, una Princesa «bella». ¿Y el Conde? Muyprobablemente lo ha imaginado extremadamentegordo o extremadamente flaco, calvo o de pocos peloscanos, de nariz ganchuda y con verrugas, tal vez conalguna cicatriz, muy petizo o innaturalmente alto,baboso y de aspecto un tanto desaliñado. En fin, unConde «feo».Este recurso lo podemos observar hasta el hartazgoen la mayoría de los dibujos para niños (que suelenser adaptaciones de cuentos clásicos) en los cualesse termina asociando lo bello con lo bueno, y lo feocon lo malo; como si verdaderamente existiese unarelación natural entre la Moral y la Estética de unapersona sea cual fuere. Ésta relación no se muestraen ningún otro lugar de manera tan obvia y exageradacomo en éstos relatos infantiles animados, tan a lavista que pasa desapercibida.Es bien sabido que lo que concebimos como «bello»no es más que una construcción socio-cultural y quevaría de época en época, y de cultura en cultura. Lomacabro es que, en forma paralela e inseparable, almismo tiempo se construye la concepción de lo «feo»y ambos se convierten en opuestos insalvables. Losrelatos infantiles animados dan cuenta de ello,replicando y reproduciendo el arquetipo Estéticovigente y asociándolo a un modelo Ético un tantoextraño: los personajes «buenos» sonnecesariamente «lindos», y los «malos» sonnecesariamente «feos».¿No me cree? Repasemos entonces.Cruella de Vil de los «101 Dálmatas»: alta, de tezblanca pálida, extremadamente delgada y casi

cadavérica, de ojossaltones y cejasi n n a t u r a l m e n t earqueadas.Rasputín de «Anastasia»,con barba larga hasta lacintura, casi calvo, tez grispardusca, nariz en forma degancho, inmensas orejas ymanos largas y filosas comogarras.La Reina Malvada de

«Blancanieves» le pregunta al espejo mágico «¿(…)quién es la más bella de todas?», y el espejo contesta«(…) ella es más bella que tu» en referencia aBlancanieves. Explicitud al extremo.Ursula de «La Sirenita» es literalmente obesa, peloblanco, tez gris, colmillos más que crecidos ytentáculos de pulpo como extremidades inferiores.Incluso Scar, del «Rey Leon», muestra similarescaracterísticas adaptadas al reino animal: pelajemarrón muy oscuro (en comparación a Simba),melena negra y una cicatriz en el ojo izquierdo.Captain Hook, de Peter Pan, con su melena estilovictoriano, ojeras prominentes, bigotes puntiagudos,mentón grande y, por sobre todo, un Garfio comomano izquierda.La lista continúa, y los ejemplos se haceninnumerables. Tal es así, que la asociación Feo/Maloy Lindo/Bueno se ha convertido en esteriotipo de casitodo cuento clásico. El film animado «Shrek» debesu éxito ni más ni menos que a la ruptura, con tonoirónico, de este paradigma; y por ello es popular tantoentre niños como entre adultos.Pocas son las excepciones a la regla, de las cualeshablaré solamente de dos de las más populares. Éstasson «El Jorobado de Notre Dame» y «La Bella y laBestia». En la primera el deforme pero buenQuasimodo al final consigue salir a la luz con laaceptación y los aplausos del pueblo de París(bastante distinto al final planteado por Víctor Hugo);y en la segunda, Bella finalmente declara su amorpor Bestia, un lobo inmenso y con cornamenta. Peroexisten detalles no menores. El Jorobado de NotreDame no se queda con la gitana, quién se enamoradel hermoso y blondo Capitán Phoebus; y Bestia,inmediatamente después de la declaración de Bella,vuelve a convertirse en el apuesto y esbelto Príncipefrancés que era antes de ser hechizado. Si, dos finalesfelices…para los «lindos». Y «buenos».

Sebastián Kargdorian

¿Qué gusto tiene la sal?

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Tengo una teoría que como no estadesarrollada como tal, voy adenominarla como una hipótesis dealguna teoría futura en el campo delas relaciones sociales. Con esto noquiero pecar de soberbia. Nada máslejos que eso. Solo tengo el fervientedeseo que alguna vez eso ocurra.Poder unir todos los eslabones deesta idea y desarrollarla de maneratal que pueda llegar a advertir sobrela problemática a tratar.He aquí mi reflexión, mi concepto,mi idea: La gente boluda hace másdaño que la gente mala.Vivimos escuchando frases talescomo «perdoname… fue sinquerer», «Te juro que fue sinintención», «no lo quise decir de esamanera», «se me escapó» y asíinfinidad de modismos que sonusados para contrarrestar orecuperar una acción que si bienpuede solucionarse, muchas veces,deja una marca irrecuperable.Cuando ocurren estos eventospensamos: «que hija de… me lohizo apropósito de jodida» Pues

no… Lo hizo de boluda.No suele ser unproblema, ni un conflictocuando ocurre una vez,todos nos equivocamos,a veces no podemosdimensionar cuantaimportancia puede teneralgo para el otro yhablamos o actuamos sinmedir las consecuencias.El problema aparececuando este tipo deactitud se reitera en lamisma persona y endiversas situaciones.Veamos ejemplos: 1) unachica (llamemosla X) leconfía a otra compañerade trabajo (S) que legusta un compañero desu mismo sector (R). X lecuenta a S que cada díaque ve a R se ponemedio nerviosa, que nosabe bien que decirle ytiene miedo que el otro sede cuenta que le gusta,

ya que se trata de una relaciónlaboral y no quisiera arruinarlaquedando en evidencia. Luego dedesahogarse, X le pide a S que nodiga nada. Si S al día siguiente va yle cuenta todo al susodicho,podríamos llegar a afirmar que éstaactuó de mala fe por infinidad demotivos que no vienen al caso.Ahora bien, (uso este conectorporque es muy de teoría) si estaamiga al día siguiente no le dicenada al muchacho pero en cuantolos ve hablando o juntos empieza ahacer gesticulaciones con la cara,algún comentario algo simpático delestilo: «que linda está hoy X … noR?» y pensemos que este accionarse va reiterando a medida quetranscurre la semana, llegado elviernes, probablemente R ya sehaya dado cuenta que algo pasa ahíy X esté mas inhibida que antes.Además, probablemente X ya estépensando que S es una terribleyegua que le quiere serruchar elpiso. Aquí se puede ver claramenteun conflicto que se podría haberevitado si S no fuera tan boluda. SiS hubiera sido mas sutil, de habersemantenido al margen en vez de«querer ayudar», hubiese ayudadorealmente.2) Vivimos en comunidades,barrios, cuadras, edificios y porsuerte o lamentablemente, segúnlos casos particulares, tenemos ysomos vecinos. Si no lo somos,todos tenemos un vecino chusma,metido o hablador. Si bien, yo soytremendamente chusma y entiendoese sentimiento de querer sabertodo de todos, creo tener la neurosis

controlada en algún punto y soloescuchar más que hablar. Perotodos sabemos que abundan laspersonas que además de enterarse,aman vociferar a viva voz todos losdatos que han ido recolectando a lolargo de los días; sin saber si aalguna otra persona puede llegar ainteresarle esa información.Entendamos que se trata de unaespecie de problema psicológicoegoísta y que a esta clase de gentepoco le importa que al otro leinterese, solo necesitadesahogarse. Situación en lavereda: viene la famosa vecinachusma y nos dice «¿Te peleastecon tu novio? Porque lo ví con otrachica el otro día ¿Que pasó?»Primero, «¿Qué cuernos le importaseñora????» Segundo, «no, no mepelee». Esa es la respuesta quequisiéramos dar, pero la mayor partede las veces contestamoscordialmente, porque si encima lecontestas mal, la loca desubicadasos vos. Con lo cual te peleas contu novio porque le contas que lovieron con otra y para colmo teenroscas pensando que todo elbarrio ya sabe que sos una cornuda.En conclusión, una vez más triunfóla boludez y te arruino la vida.Como dije en un comienzo, esto essolo una hipótesis, y estos dosejemplos me sirvieron de disparadorpara arribar a la ansiada Teoría.Prometo tener novedades.Mientras, a modo de consejo, lespido… evitemos la boludez… quehace tanto mal.

Eugenia Hardenack

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Una superficie redondeada. Apoyada sobre cuatroaristas cruzadas, puntiagudas, que patas arribaformarían una equis perfecta. La silueta recubierta encuero, ya baqueteado, con cicatrices, con sombras,con olores. Una doble línea infinita de guionessuspensivos corriendo paralelos a su boca, que luegosuben y bajan sin brújula por todo su cuerpo. Seubican en lugares estratégicos del contorno paracuidar su integridad. El doble punto fortalece su bocagenerosa, digna de los besos más dulces, o másamargos, según la ocasión.Si lo giramos hacia un lado, veremos lo mismo, o algoparecido, a lo que si lo girásemos para cualquier otrolado. Un exterior monótono, homogéneo, sin muchagracia, salvo por su panza bonachona, que sí esbastante graciosa.Su alto no supera los diez centímetros y su diámetrolos setenta milímetros, haciendo que, por su tamaño,sea bastante manuable. Aunque con su parabólicaincrustada mide mucho más, eso sí.En su interior yace el secreto de los aromas sin tiempo,de las charlas sin palabras. Un misterio de rituales,de rondas y fogones, de tiempos inmemoriales. Ensu interior se mezcla todo, en un sin fin de zarandeos,desde el amanecer hasta el crepúsculo.Boca adentro, cuando todo está vacío, las venitascomo ríos se dejan ver, juguetean dispersas en elfondo, respirando el sabor de la calabaza fresca.Hasta que alguien las tapa con hojas, y palos, ypolvillo, ahogándolas en la espuma caliente de unamadrugada. Y luego, introducen el metal frío,

perforado en una punta y achatado en la otra, quefunciona como jeringa, como puente hacia gargantassedientas. Y también hambrientas, por qué no.Ahora su interior está lleno. Se rebalsa. El metal fríoahora esta caliente. Se inclina hacia un lado, luegohacia el otro. Como una antena busca la mejorposición para que el resultado sea el más optimo, paraque las sonrisas se dibujen en los rostros.La amarga infusión comienza la ronda. Loscuerpecitos se van calentando, el corazóncompartiendo. Un cimarrón, un dulzón, alguno conlimón o naranja, algún otro con hierbas. Diferentesformas de servirlo y llamarlo. Todos serán bienrecibidos porque es la amistad y la unión entreindividuos lo que trasmite.

Mate viajero, aunque tu presencia es perpetua enAmérica del Sur, has estado por todo el mundo sinchistar. Podríamos trazar tu huella: Paraguay, Litoral,el Río de la Plata y sus dos orillas. El lugar que elegistepara nacer y quedarte.

Cristian Figueroa

(Endnotes)* Máti: «calabacita» en quechua. Posible origen etimológico dela palabra mate.

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PAPER

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Cuento

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Nos dejaron, nos usaron, nos humillaron y hasta noscallaron.

Nos golpearon hasta el cansancio, nos mutilaron.Pero a pesar de la fatiga y el dolor, decidimos erguirnos

y continuar.Porque sabíamos que había algo justo para nosotros;

aunque aún no sepamos qué es, ni cómo llegar.Y así, seguimos en pie.

Y seguimos cantando, escribiendo, creando, gritando,resucitando.

Aunque nos den la espalda y nieguen nuestra voz.Aunque la cuesta arriba no termine, ni veamos la

cumbre asomar.Aunque cada día de nuestra vida sea una batalla a

librar, batalla personal, batalla social.Porque creemos en nosotros, en nuestro valor.

Porque tenemos la humildad de reconocer nuestrahumanidad, nuestros errores, nuestros temores.

La pelea es extensa y continuará por tanto tiempo comodías tenga nuestra vida.

Habrá días en los que venceremos y otros en lo quecaeremos.

Intentarán pisotearnos, desganarnos, calumniarnos.Nos volverán a negar y nos volverán a callar.Nos levantaremos, haremos fuerza con otros

Y juntos venceremos al final.

Foto y texto: Leandro Ibáñezwww.leoibafotografo.com.ar