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RESPUESTAS POR UNA ANTROPOLOGÍA REFLEXIVA PIERRE BOURDIEU y LoYc J.D. WACQUANT griéJbO SOCIOLOGÍA

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RESPUESTAS POR UNA ANTROPOLOGÍA REFLEXIVA

PIERRE BOURDIEU y LoYc J.D. WACQUANT

griéJbO SOCIOLOGÍA

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RESPUESTAS Por una antropología reflexiva

Título original en francés: Repo/lses: pour une Anthropologie Reflexive

Traducción: Hélene Levesque Dion

© 1995. Pierre Bourdieu y Lolc J.D. Wacquant

Este libro contó con el apoyo de la Embajada de Francia en México a través del Programa de Ayuda a la Publicación "Alfonso Reyes"

D.R. © 1995 por EDITORIAL GRlJALBO. S.A. de C.V. Calz. San Bartola Naucalpan núm. 282 Argentina Poniente ! 1230 Miguel Hidalgo, México, D.E

Este libro /lO puede ser reproducido, total o parcialmente, sin autori:.ación escrita del editor.

ISBN 970-05-0480-8

IMPRESO EN MÉXICO

Pn:facio del edito1' . . . . . . . . .

Presentación. LOlc J.D. Wacquant Int1'Oducción. Lolc J.D. Wacquant

Primera pa1te. Las finalidades de la sociología reflexiva (Seminario de Chicago) . . . . . . . l. La sociología como socioanálisis

Notas ......... . 2. La lógica de los campos

Notas ......... . 3. Habitus, illusio y racionalidad

Notas ........ . 4. La violencia simbólica ... .

Notas ...... .- ... , .. 5. Para una 1t!alPolitik de la razón

Notas ............. . G. La objetivación del sujeto objetivaute .

Notas ................. .

Segunda pa1te. La práctica de la antropología reflexiva (Seminario de París) ....... . 1. Transmitir un oficio . . . . . . . 2. Pensar en términos relacionales. 3. Una duda radical ..... . 4. Double bind y conversión . . . 5. Una objetivación participante

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Índice

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101 125 129 147 149 157

159 161 167 177 185 191

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2. La lógica de los campos

La noción de campo forma pmte, como las de habitus y capital, de los conceptos centrales de su obra, la cual incluye estudios acerca de los campos artístico y litern-río, el campo de las grandes escuelas, los campos científico y religioso, el campo del poder; el campo jurídico, el campo burocrático, etc. Usted emPlea la noción de campo en un sentido muy técnico y preciso que, posiblemente, esté en pmte oculto por su significado común. ¿Pod1ia usted decirnos de dónde proviene esta noción (Pam algunos estadounidenses, parece evocar la field theory de Kurt Ll?lvin), qué signifi-cado le asigna y cuáles son sus funciones teóricas?

Puesto que no me agradan mucho las definiciones académicas, qUlSlera empezar con una breve reseña de su utilización. Podría remitirme aquí a El oficio de sociólogo. Es un libro un tanto académico que, sin embargo, incluye principios teóricos y metodológicos que permitirían comprender que los atajos y elipsis que algunas veces se me critican, son en realidad rechazos conscientes y elecciones deliberadas. Por ejemplo, el uso de conceptos abie1tos es una manera de romper con el positivismo; pero ésta es una frase prefabri-cada. Para ser más precisos, es un modo permanente de recordar que los conceptos sólo pueden tener una definición sistemática y son creados para

muna forma empúica. Nociones como las de habiLUs, campo y capital pueden ser definidas, pero sólo dentro del sistema teórico que ellas constituyen; jamás en forma aislada.

Siguiendo la misma lógica, se me pregunta con frecuencia, en los Estados Unidos, por qué no propongo una teoría "de mediano alcance" (middle-range theory). Pienso que ello sería, ante todo, una manera de satisfacer una expectativa positivista, a la manera del viejo libro de Berelson y Steiner (1964), que es una recopilación del conjunto de leyes parciales establecidas por las ciencias sociales. Como lo demostró Duhem, hace mucho tiempo, para la física, al igual que Quine tiempo después, la ciencia sólo conoce sistemas de leyes. Y lo que es válido para los conceptos también lo es para

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las relaciones, las cuales solamente cobran sentido dentro de sistemas de relaciones. Asimismo, si recurro mucho al análisis de correspondencias -más que, por al análisis de regres6n múltiple-, es porque se trata de

técni91:rlacional de análisis de datos cuya filosofía corresponde exacta-mente a 10 que es, en mi opinión, la realidad del mundo social. Es una técnica que "piensa" en térmi!l()s..<.l!: relaciones, gue es precisamente lo quéTritento hacer con la noción de campo.

Pensar en términos de campo significa pensa1' en términos de 1'elaciones (1968b; 1982c, pp. 41-42). El modo de pensamiento relacional (más que el "estructuralista", el cual resulta más limitado) es, como lo señalara Cassirer en Substanzbegriff und Funktionsbe[!;liff, la marca distintiva de la ciencia moder-na y podría demostrarse su operación detrás de empresas científicas tan diferentes, en apariencia, como aquéllas del formalista ruso Tynianov,1 del psicosociólogo Kurt Lewin, de Norbert Elias y de los precursores del estruc-turalismo en antropología, lingüística e historia; desde Sapiry]akobson hasta Dumézil y Lévi-Strauss. Lewin invoca explícitamente a Cassirer, como yo mismo lo hago, para superar el sustancialismo aristotélico que impregna espontáneamente el pensamiento del mundo social. Podría, deformando la famosa fórmula de Hegel, afirmar que lo Teal es Telacional: lo que existe en el mundo social son relaciones; no interacciones o vínculos intersubjetivos entre agentes, s!no relaciones objetivas' que existen "independientemente de la concienCia yla voluntad

puede una red o confi-de relacIOnes entre posIcIOnes: Estas posICIOnes se definen

objetivamente en su existencia y en las determinaciones que imponen a sus ocupantes, ya sean agentes o instituciones, por su situación (situs) actual y potencial en la estructura de la distribución de las diferentes especies de poder (o de capital) -cuya posesión implica el aCceso a las ganancias específicas que están en juego dentro del campo- y, de paso, por sus relaciones objetivas con las demás posiciones (dominación, subordinación,

. homología, ('te). En las sociedades altamente diff'fcllciadas, el cosmos social está constituido por el conjunto de estos microcosmos sociales relativamente autónomos, espacios de relaciones objetivas que forman la base de una lógica y una específicas, que son irreductibles a las que rigen los demás campos. Por ejempio, íos campos artístico, reiigioso o económico obedecen a lógicas distintas: el campo económico surgió históricamente como UL universo en el cual, según se dice, "los negocios son los negocios" ("business is business"), y donde las relaciones de parentesco, amistad y amor están, en principio, excluidas; el campo artístico, por el contrario, se constituyó gracias a la negación, o inversión, de la ley de la ganancia material (1971d).

U¡led emPlea a menudo la imagen de "juego", para ofrece?' una idea preliminar de lo que entiende pO?' campo.

LA LÓGICA DE LOS CAMPOS 65

En efecto, se puede comparar el campo a unjuego (aunque, a diferen-cia de este último, no se trate del producto de una creación deliberada y obedezca a reglas o, mejor dicho, a regularidades2 que no son explicitadas o codificadas). Así, tenemos apuestas que son, en lo esencial, resultado de la competición entre los jugadon;s; una inlle?'Sión en juego, (de ludus, es decir,juego): los ju-gadores estan atrapados por e1Juego. Y SI no surgen entre ellos antagonismos, a veces feroces, es porque otorgan al juego y a las apuestas una creencia (doxa) , un reconocimiento que no se pone en tela de juicio (los jugadores aceptan, por el hecho de participar en el juego, y no por "contrato", que dicho juego es digno de ser jugado, que vale la pena), y esta colusión forma la base de su competición y conflictos. Disponen de t?iuu!os, esto es, de cartas maestras cuya fuerza varía según el juego: así como la fuerza relativa de las cartas cambia de acuerdo con los juegos, la jerarquía de las diferentes formas de capital (econó-mico, cultural, social, simJ:>9JkQ) en Diffio cleOtfa manera, existe!:i, en tQ.9gs lQs u,at,:de las espeCies furiaamentales

según lOE e;inC!.ilsC(c1e_acuerd() de un mIsmo campo. n termmos fundamentales, el valor de una espeCIe de capital -por o/ffiplo, el dominio del griego o del cálculo integral- depende de la existencia de un juego, de un campo en el cual dicho triunfo pueda utilizarse. Un capital o una especie de capital es el factor eficiente en un campo dado, como arma y como apuesta; permite a su poseedor ejercer un poder, uIJa influencia, por tanto, existi?' en un determinado campo, en vez de ser una simple "cantidad deleznable". En el trabajo empírico, una sola y misma tarea es la de determinar qué es el campo, cuáles son sus límites, qué tipos de capital operan en él, dentro de qué límites se resienten sus efectos, etc. (Se advierte que las nociones de capital y de campo son estrechamente interdependíentes.)

En todo momento, el estado de las relacionese¡:.za-e.Htrclo.s-Juga.do.a:.s es 10 que define la estructura el campo: podemos imaginar que cada jugador tiene, frente a sí, pihrs de ñchas de diferentes colores, correspondientes a las rlif("r<"ntes ("species de capital que posee. de manera que en el juego, su posición en el espacio de juego y, asimismo, sus pstmtegzas de Juego, sus jugadas, más o menos arriesgadas, más o menos prudentes, más o menos subversivas ° conservadoras, dependen de! volumen global de sus fichas y de ia estructura oc las de ,,1 ill¡SIl¡O tiempo que del global de la estructura de su capital. Dos individuos poseedores de un capnal glo-bal aproximadamente equivalente pueden diferir, tanto su como en sus tomas de posición, por el hecho de que uno ,nene mucho capital económico y poco capital cultural (por ejemplo, el propleta.no de una empresa privada), y el otro, mucho capital cultural y poco capItal económico (como un profesor). '" "

Mejor dicho, las estrategias del 'Jugador" y todo lo que define su dependen, de hecho, no sólo del volumen y de la estructura de su capItal en

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el momento considerado y de las posibilidades de juego aquéllas le asegUl:an (Huyghens hablaba de lusiones, término igualmente denvado de la voz latina

'1- lud71S, para designar las probabilidades sino tam.bién de la evolució.n en el tiempo del volumen y la estructura de su capItal, es de su social y de las disposiciones (habitus) que son constItUIdas en la relaclOn prolongada con cierta estructura objetiva de posibilidades.

y esto no es todo: los jugadores pueden jugar para incrementar o conser-var su capital, sus fichas, conforme a las reglas tácitas del juego y a necesidades de reproducciórl\.tanto del juego como de las apuestas: SIn embargo, también pueden intentar transformar, en parte o en su totalIdad, las reglas inmanentes del juego; por cambi.ar el relativo de fichas, la paridad entre las diferentes espeCIes de capital, medIante estrategIas encaminadas adesacreditarla subespecie de lª_ cual descansa la fuerza de sus adversarios (v. gr., el capital económico) y evaluar la especie de

00 capital que ellos poseen en abundancia (v. gr., el capitaljurídico). Se vel:ifican numerosas luchas de este tipo al interior del campo del poder; en particular, las dirigidas a apropiarse de un poder sobre el Estado, es decir, sobre los recursos económicos y políticos que confieren al Estado un poder sobre todos los juegos y las reglas que los rigen.

Esta analogía ilust.m muy bien el nexo existent.e ent.1·e los conceptos que 1Ist.ed utiliza en su temía. Pem ahom, ha)' qu.e 1.I0l1.le'l; con '!nayor p1'ecisión, a algmws p1'egunt.as. P1i:rnem, ¿cómo se d.etermina la existencia de un campo )' sus fronte1'as?

La cuestión de los límites del campo siemp'l'e se plantea dentro del campo mismo y, por consiguierne;'no admite ninguna respuesta a p1im7.. Los participantes en un campo -por ejemplo, las empresas económicas, los grandes modistas o los novelistas- procuran en todo momento diferenciarse de sus rivales más cercanos, a fin de reducir la competencia y establecer un monopolio sobre un determinado subsector del campo. (Habría que corregir esta frase, la cual incll-

o rre en la "parcialidad" teleoJógica que. con frecuencia. se me atribuve al com-prender que para mí, la búsqueda de la distinción es el principio de las prácti-cas culturales: otro efecto cuyo nombre tiene funestas implicaciones. Existe una producción de diferencia que en nada obedece a la búsqueda de la diferen-cia. Hay muchos individuos -pienso, v. gr., en Fiauuen- pala YUiUH:::' cxi:.Lil en un campo es, eo ipso, diferir, ser diferente, recalcar la diferencia. Estas perso-nas están a menudo dotadas de características que hacen que no deberían estar ahí, que debieron haber sido eliminadas de entrada. Pero ya es tiempo de cerrar el paréntesis.) Asimismo, los participantes se esfuerzan por excluir del campo a una parte de los colegas actuales o potenciales, aumentando, por ejemplo, el valor elel derecho de ingreso o imponiendo cierta definición de pertenencia al mismo. Esto es lo que hacemos cuando decimos, por ejemplo, que Fulano o Mengano no es un sociólogo, o un 1Ierdadem sociólogo, conforme

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U\ LÓCICA DE LOS CAJ"fPOS 67

a las exigencias inscritas en la ley fundamental del campo, tal como la concebimos. Sus esfuerzos por imponer o hacer reconocer talo cual criterio de competencia y pertenencia pueden ser más o menos exitosos, según la coyuntura. Así, las fronteras del campo no pueden determinarse sino median-te una investigación empírica. Rara vez toman la forma de fronteras jurídicas (v. gr., nu.rne11JS clauslls), aunque los campos siempre conllevan "barreras de ingreso" tácitas o institucionalizadas.

A riesgo de caer en una redundancia, diré que un campo puede concebirse cOrn2un donde se ejerce un efecto de campo, de que lo que le sucede á un objeto que atraviesa este espacio no puede explicarse cabal-mente por sus solas propiedades intrínsecas, Los límites del campo se enCUen-tran en el punto en el cual terminan los efectos de campo. Por consiguiente, debemos intentar medir en cada caso, mediante diversos procedimientos, el punto en que estos efectos estadísticamente detectables disminuyen o se anulan. En el de investigación empírica, la construcción de un campo no se lleva a cabo por medio de un acto de decisión. Por (,;jemplo, no creo que el conjunto de las asociaciones culturales (coros, compailías teatrales, clubes de lectores, etc.) de determinado estado estadounidense o de cierto departa-mento francés constituya un campo, Por el contrario, el trabajo de Jerome Km'abel (1984) sugiere que las principales universidades de los Estados Unidos son vinculadas por relaciones objet.ivas tales que la estructura de estas relacio-nes (materiales o simbólicas) ejerce efectos dentro de cada una de ellas. Lo mismo sucede con los periódicos: Michael Schudson (1978) demuestra que no se puede entender el surgimiento de la idea moderna de "objetividad" en el periodismo, si no se advierte que aparece en periódicos deseosos de afirmar su respeto a las normas de respetabilidad oponiendo "informaciones" a las simples "noticias" de los órganos de prensa menos "exigentes". Solamente estudiando cada uno de estos universos, podemos determinar cómo son constituidos concretamente, en dónde terminan, quiénes forman parte y quiénes son excluidos de ellos, y si realmente constituyen un campo.

¿Cuáles son los mot01'f!S dd funcionamiento y el cambio del campo?

El principio de la dinámica de un campo radica en la configuración particular de su estructura, en ia distancia o en ios imervalos que separan a las diferentes fuerzas específicas que se enfrentan dentro dellllismo. Las fuerzas que son activas en el campo y que, lo analista selecciona pertinentes, porque producen las diferenCIas mas IInportantes, son aquellas que definen el capital específico. Como dije a propósito del juego y de los triunfos, un capital sólo existe y funciona en relación con campo: fonfiere un poder sobre el campo, sobre los instrumentos o mcorpo-radas de producción o reproducción, cuya dislribuci.ón consutuye la estruc-tura misma del campo, así como sobre las regulandades y las reglas que

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definen el funcionamiento ordinario del campo y, de ahí, sobre las ganancias que se generan en el mismo.

En tanto que campo de fuenas actuales y potenciales, el campo es igualmente campo de luchas PO?' la conservación o la transformación de la configuración de dichas fuerzas. Además, como estructura de relaciones objetivas entre posicio-nes de fuerza, el campo subyace y orienta las estrategias mediante las cuales los ocupantes de dichas posiciones intentan, individual o colectivamente, salvaguardar o mejorar su posición e imponer el principio de jerarquización más favorable a sus propios productos. Dicho de otra manera, las

de su posici6n en el distribución del capital específico, así como de la·percepcion que tienen del

estoes,-de su punto de vista sob1'e e! campo como vista tomada a partir de un punto dentm del campo.

¿Cuál es la diferencia entre un campo y un "aparato", como lo entiende o ent1'e un campo y un sistema, tal como lo concibe Luhmann?

E>..;ste una diferencia esencial: en un campo, hay luchas; por tanto, hay hi,storia. Me opongo abiertamente a-la-noción de aparato que es, para mí, e! caballo de Troya del peor funcionalismo: un aparato es una máquina infernal, programada para alcanzar ciertas metas.3 (Esta visión del complot, la idea de que una voluntad demoniaca es responsable de todo lo que acontece en el mundo social, medra en el pensamiento "crítico".) El sistema escolar, el Estado, la Iglesia, los partidos políticos y los sindicatos no son aparatos, sino campos. En un campo, los agentes y las institucibnes luchan, con apego a las regularidades y reglas constitutivas de este espacio de juego (y, en'ciertas coyunturas, a propósito de estas mismas reglas), con grados diversos de fuerza y, de ahí, con diversas posibilidades de éxito, para apropiarse de las ganancias específicas que están en juego en el juego. Quienes dominan en

,un determinado campo están en posición de hacerlo funcionar en su bene-ficio, pero sicmprc deben tener en cuenta la resistencia, las protestas, las reivindicaciones y las pretensiones, "políticas" o no, de los dominados.

Es verdad que dentro de ciertas condiciones históricas, las cuales deben es-tudiarse empíricamente, un campo puede comenzar a funcionar como apara-to.4 Cuando el dominante logra aplastar o anular la resistencia y las reaCCIOnes del dominado, cuando todos los movimientos ocurren exclusivamente de arriba hacia la lucha y la dialéctica constitutivas del campo tienden a desaparecer. Sólo puede haber historia mientras los individuos se rebelen, resistan y reaccionen. Las instituciones totalitarias -asilos, prisiones, campos de concentracÍón- y las dictaduras son intentos de acabar con la historia. Así, los aparatos representan un caso extremo, algo que se puede considerar un estado patológico de los campos. Pero, se trata de un extremo que nunca se alcanza del todo, aun en los regímenes "totalitarios" más represivos. 5

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LA LÓGICA DE LOS CAMPOS 69

En a la teoría sistemas, es ciert.o que contiene algunas semejanzas superfiClales con la teona de los campos. Los conceptos de "autorreferencia-lidad" o "autoorganización" fáci!!'1ente sustituirse por mi noción de

ambos a deCir verdad, e! ptócesÓ y autonomlzaClOn desempena un papel central. Pero las diferencias entre las dos teorías no dejan de ser radicales. En primer lugar, el concepto de campo

y el organ!cismo: los productos un campo dade pueden ser sistemáticos

car,acterizacl(> Pf>.!: funciones co!llunes, \lna cohesión interna y una autorregulación; postulados éstos de la teoría de sistemas que deben ser recha-zados. Si bien es cierto que, en los campos literario o artístico, por ejemplo, pueden considerarse como sistema las tomas de posición constitutivas de un espacio de posibilidades, permanece el hecho de que estas posibles tomas de posición constituyen un sistema de diferencias, de propiedades distintivas y antagónicas que no se desarrollan conforme a su propio movimiento interno (como lo implica el principio de autodiferencialiclad), sino a través de los con-

(flictos internos del campo de producción. El campo es escenario de relaciones i de fuerza)' de luchas encaminadas a transformarlas y, por consiguiente, el

de un cambio permanente. La coherencia que puede observarse en un estado dado del campo, su aparente orientación hacia una función única (por ejemplo, en el caso de las Grandes Escuelas en Francia, la reproducción de la estructura del campo de! poder), es resultado del conflicto y la competencia, mas no de una suerte de autodesarrollo inmanente de la estructura.6

Una segunda diferencia importante estriba en que un campo no está integrado por partes o componentes. Cada subcampo posee su propia lógica, reglas y regularidades específicas, y cada etapa de la división de un campo conlleva un auténtico salto cualitativo (por ejemplo, cuando pasamos del nivel del campo literario en su conjunto a aquél del subcampo de la novela o de! teatro ).7 Todo campo constituye un espacio de juego potencialmente

cuyos líniites son jró'ntems diná'llliciLs, las cuales son objeto de luchas dentro cid mismo rampo. Un campo es lIn juego que nadie inventó, pero que resulta mucho más fluido y complejo que todos los juegos que se puedan imaginar. Dicho esto, para entender a cabalidad todo lo que separa a los conceptos de campo y sistema, es necesario aplicarlos y compararlos a través de íos objetos empíricos que pIOduceii. 8

En pocas palabras, üómo debe llevane a cabo el estu.dio de un campo, y cuáles son las etapas necesarias en este tipo de análisü?

Un análisis en términos de campo implica tres momentos necesarios e interrelacionados (1971a). Primero, hay que analizar la posición del en relación con el campo derp6deL Así se descubre que el campo literano, por ejemplo, está incluido en el campo del poder (l983c), donde ocupa una

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posición dominada. (O, en un lenguaje mucho menos adecuado: los artistas y los escritores, o los intelectuales en un sentido más general, son una "fracción dominada de la clase dominante".) Segund_o, es menester establecer la estructura objetiva de las relaciones entre las ocupadas por los agentes o las íristítuciones que compiten dentro del campo en cuestión. Tercero, se deben analizar los habitus de los agentes, los diferentes sistemas

que éstos adquirieron mediante la interiorización de un tipo determinado de condiciolles sociales y económicas y que encuentran, en una trayéctoria definida dentro del campo considerado, una oportunidad más o menos favorable de actualizarse.

Desde el punto de vista metodológico, eIcampo de las posIcIOnes es ins_eparable del campo de las tomas de posición, entendido como el sistema estructurado de las prácticas y expresiones de los agentes. Ambos espacios, es decir, el de las posiciones objetivas y el de las tomas de posición, deben analizarse juntos y tratarse como "dos traducciones de una misma frase", según la fórmula de Spinoza. Dicho esto, dada una situación de equilibrio, el espacio de las posiciones tiende a regir el espacio de las tomas de posición. Las revoluciones artísLicas son el resultado de la transformación ele las relaciones ele poder constiLutivas del espacio de las posiciones artísticas, la cual es posible en virtuel del encuentro ele la intención subversiva de una fracción de los productores con las expectativas de una fracción de su público; es decir, debido a una transformación de las relaciones entre el cam-po intelectual y el campo del poder (1987g). Lo que es verdad para el campo artístico también se aplica a los demás campos. Así, podemos observar la misma correspondencia entre las posiciones elentro del campo universitario en de mayo del 68 y las posiciones tomadas en ocasión de aquel aconteCimiento, C0ll10 lo demuestro en Homo acade'lllicus, o bien entre las posiciones objetivas de los bancos en el campo económico y las estrategias que éstos aplican en materia de publicidad, administración del personal, etc.

THrl!n ('1/ ntros l¡o{o/II'(H. ;e/ ((fll!/JII !O'I<litu)'" 1/1/(/ I/IPr/i(/(ión m/Jila! Plllrl' !os condiciones socioeconólIlicas y las prácticas di! quümes fonnan parle de él?

pesan sobre los agentes situados en un campo Oetermmaclo artistas, pOÍíllcos o Ímiustnas de la construcCIón) nunca se ejercen directamente sobre ellos, sino sólo a través de la mediación específica constituida por las formas y las fÍlerzas del campo, es decir, después de haber sufrido una reestructuracióll (o, si se prefiere, una refracción), la cual es tanto más imponallle cuanto más autónomo sea el campo, esl.O es, cuanto ll\;ís capaz sea de imponer su lógica específica, que es el producto acumulado de ulla historia particular. Dicho esto, podemos observar toda una gama de homologías estructurales y fimcionales entre el call1po de la filosofía, el campo político, el campo literario, etc., y la estructura de! espacio I

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LA LÓGICA DE LOS CAMPOS 71

social: cada uno de ellos tiene sus dominantes y dominados, sus luchas por la conservación o la subversión, sus mecanismos de reproducción, etc. Pero cada una de estas características reviste, en cada campo, una forma específica, irreductible (una homología podría definirse como una semejanza dentro de la diferencia). Así, las luchas al interior del campo filosófico, por ejemplo, siempre están sobredeterminadas y tienden a funcionar de acuerdo con una lógica doble. Tienen implicaciones políticas, en de la homología de posiciones que se establece entre talo cual escuela filosofica y.tal o cual grupo político o social dentro del espacio social tomado en su conJunto.9 .

Una tercera propiedad general de los es el hecho de que. son SIste-mas de relacionesindependierítes de las poblaCIOnes que definen dichas rela-cionés. Cuando hablo del campo intelectual, sé muy bien que, en este campo,

"partículas" (supongamos, por un m.o,mento, que tratara de un campo físico) que obedecen a fuerzas de atracClOn, de etc,.' como sucede en un campo magnético. ele campo es a este

sobre las Po-dríamos afirmar, retomando la fórmula de un flSICO aleman, que el mdlVlcluo, como e! electrón, es una AlIs(relm:rl des Felds, es decir, una emanación del cam-po. Talo cual intelectual en/:> particular, talo cual artista sólo existe como tal porque hay un camp? intelectual o (Así, podemos la eterna pregunta, tan socorrida entre los histOriadores del art?, e.n saber en qué momento se deja de ser artesano para convertirse en.artlsta; II1terro-gante que, planteado en estos términos, no mucho que esta transición se verifica de manera progresiva, durante constItuClOn de un campo artístico, donde puede aparecer algo como un artista. )10 .

La noción de campo está ahí para recordar que el verdadero objeto de una ciencia social no es el individuo, es decir, el "autor", aunque sólo pueda construirse un campo a partir de individuos, puesto I.a necesaria para el análisis estadíst.ico suele .estar liga?a a o II1Stl.tu-ciones singulares. El centro de las operacIOnes de debe sel el

1;'5'U 'lO 1·"1\,1;"'1 ,le 11 i l\rrllr''> ']1,111('1";\ (111f' los Illc]¡\"Ic!1l0S se;m puras Ll1 • .J...... l. 1 ¡ 11 ..... < '- ... o ., l • _. • i

"ilusiones", que no existan, sino que la ciencia los construye como af{entes, y no como individuos biológicos, actores o estos son sOClahnefr te constituidos como activos y actuantes en el campo, debido a que poseen características necesarias para ser eficientes en dichu Gln 'f'ü, para prodUCir efectos en él. Más aún, es a través del conocimiento del campo donde ellos están inmersos que podemos captar mejor lo que define su su originalidad, su pu.nto dI! vista CO"lltO posición (en un a partir de la cual se conforma su visión particular delmunclo y del mismo campo.

Lo cual se exPlica. po!" el hecho de qu.e existe, en todo -¡¡¿omento, algo así 11.11

derecho de entrada que todo campo imponr )' que define el derecho de partzczpm; seleccionando así cie1tos agentes con respecto a otms.

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Lo e1derecho de ingresar a un campo es la posesión de una configuraclOn particular de características. Una de las metas· de--la-investi-gació!l.es identificar estas propiedades activas, estas características eficientes, es estasJormas de capital espe!3!!;p.:. ASÍ, nos encontramos ante una espeCIe CÍ!culo hermenétiiíco;-para construir un -campÓ>-.bay_ qtiEidentifi-car aquellas formas de-capital -específico que habrán de ser eficientes en él y, pabicoristruir estas formas de capital específico, se debe conocer la lógica específica del campo. En el proceso de la investigación este incesante vaivén resulta tedioso y difícil. JI

Afirmar que del campo -usted observará que construí, de manera progresiva, una definiciÓn dél concepto- se define con base en la c;struct.ura de la distribución de las f,?rmas activasen el, equivale a sostener que cuando mi conOCimiento de las formas de capital

puedo diferenciar_todo 16 que haya que distinguir en ellas. Por ejemplo (y es de los pnncipios que orientó mi acerca de los

no nos podemos conformar con un modelo expli-cativo que sea ll1capaz de diferenciar a los individuos o, mejor dicho, las posiciones que ,la intuición ordinaria del universo en cuestión opone fuerte-

SI, y cabe preguntarse qué variables olvidadas permitirían (Un paréntesis: la intuición ordinaria es de lo más respetable;

sm embargo, hay que asegurarse de no hacerla intervenir en el análisis sino sobre una rr,tanera y razonada, así como de cQntrolar empírica-

validez, a diferenCia de aquellos sociólogos que la emplean de modo mconsClente.' ::omo esas especies de tipologías dualistas a las que cntlco al pnnCIplO de Homo academicus, tales como "intelectual uniyersal" en oposición a "intelectual local".)

Ultimo punto: lo.s agentes sociales no son mecánicamente arrastradas y empUjadas por fuerzas externas. 12 Son, m'ás bien, portadores d.e capital y, su trayectoria y la posición que ocupan en el campo en

su dot<t,:lón de (volumen y estructura), propenden a orien-tarse y;¡ sea haria 11 rons(T\-aciÓllde la distribución del capital, ya sea haCia subversió? de dicha distribución. Desde luego, las cosas no son tan se.ncIllas, per? que se u·.ata de una propuesta muy general,

se aph,ca al SOCIal_ _ aunque no implica que todos lOS pos.eeClOl."es ulla callUdad re(lllcI(la de capital sean forzosamente

11I que todos los poseedores de un gran capital sean auto-maUcamente conservadores.

El al 'ltwnos en las sociedades avanzadas, se compone de vmios difm!nezados que al mismo tiempo, p1'OPiedades inlla?iantes (qUg

J11Stif!ca el u.na teona gene'mi d.e ios campos) y p1'OPiedades vmiables, anmgada: en su, logzca e hist01ia específicas (lo c1Iallequiere 1In análisis genético y compamtmo de cada uno de ellos). ¿Cómo se a7ticl.llan entn! sí estos difel'entes campos?

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LA LÓGICA DE LOS CAMPOS 73

En buena lógica, no debería responder a esta pregunta, porque es demasiado difícil y corro el riesgo de decir cosas demasiado sencillas, esto es, de hacer que se piense en términos de "instancias" (todavía p.resente en un segundo plano), de "articulación", ete., lo cual ha permitido a aportar soluciones verbales a cuestiones que solamente el anahsls empmco puede resolver en cada caso. En efecto, creo que no existe ninguna ley transhistórica de las relaciones entre los campos. Desde luego, es difícil no admitir que, en las sociedades industriales, el campo económico ejerce efectos particularmen-te poderosos. Pero, ¿significa esto que debamos admitir el postulado de la determinación (universal), "en última instancia", por la economía? Ofreceré un ejemplo que, creo yo, hará entender hasta qué punto esto es el del campo artístico, que estudié bastante a fondo. Al térmmo de un proceso que se inicia en el Quattrocento, el artístico accede, a finales del siglo XIX, a la autonomía: está por. completo del encargo y de la sociedad comanditaria, produce él mismo propIO merca(.lo (Jue, por otra parte, es un mercado diferido. Por fin está libre de ::omandltanos, y academias. Ahora bien, hoy en día,. vemos res\lI"glr al m.ect:nas,. o público, la dependencia directa, y la Idea de un proceso lIneal e mfimto de autonomización es puesta en tela de juicio. Pienso en un pi.ntor ráneo, Hans Haacke, quien cuestiona desde el punto de vista. artlstlco los logros de la creación artística en de Por eJemplo.' para una exposición en el Museo GuggenhellTI, presento un cuadro 11:lstratlvo los orígenes los recursos financieros ?: la el admI-nistrador del museo no tenía otra opclOn SIllO renunCiar, en el caso de exhibirlo, o ponerse en ridículo ante los demás artistas, en caso de no hacerlo. ASÍ, basta con que un artista devuelva al arte una funClon para que, inmediatamente, sUljan problemas. Y así descubrimos que la que los artistas, en un principio dependientes con respecto. al y forma de sus obras, habían ganado, implicaba una supedltaclOn.a necesI-dad' los artistas habían hecho de la necesidad una virtud al adjudicarse el

absolnl() (le la forma, pero al costo ele una rennncia igualmente absoluta a la función. Tan pronto como pretenden ejercer nuevamente una función, sobre todo crítica, redescubren los límites de su autonomía. ,

Como lo demuestra este ejemplo, las relaciones entre los campos -el arUs-tlco y el económico en eSle ca!>u pal í.icülJ.¡- ,hiiíGi se definen de una ve: por todas, ni siquiera en las tendencias generales de su evolución. Y la mayor Vlr:ud de la noción es la de obligar a preguntarse, con respecto a cada cuales son sus límites, cómo se articula con otros campos, ele. Esto no slgl1lfica que nos encontremos en el vacío teórico de un empirismo positivista. de un sistema de preguntas reiterativas, que podemos formular a la realIdad.

En nn nú:rne1'O reciente de ACles de la recherche en sciences sociales, dedicado a la "economía doméstica. ", es decil; al conjunto de los espacios sociales qu.e deben

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74 RESPUESTAS

• tenene en cuenta para entender la producción y circulación de este bien económico pmticulm' que es la vivienda individual, u.sted analizó la génesis de las políticas estatales que, por lo menos en este caso (y, sin duda, de manem más geneml), detenninan en una f01ma muy dÍ7'ecta el funcionamiento del mercado, Y también esbozó una teoría del Estado como una especie de metacampo.13

En efecto, me parece que, desde el momento en que se examina de cerca lo que acontece en aquello que se ha dado en llamar "Estado", desaparece la mayor parte de los problemas escolásticos que los scholan ("estudiosos"), a1'lII-chainnarxists ("marxistas de café") y otros sociólogos especulativos se plantean en relación con el Estado, noción casi metafísica que es preciso pulverizar para poder "volver a las cosas mismas", como dijera Husserl en un contexto enteramente distinto, Pienso, por ejemplo, en la alternativa teórica consagra-da de la "correspondencia" (o de la dependencia) y la "autonomía". Se hace como si el Estado fuera una realidad bien definida, perfectamente delimitada y unitaria, que estableciera lIna relación de exterioridad con fuerzas externas, las cuales estarían tamhién claramente definidas (por ejemplo, en el caso de Alemania, que hizo correr mucha tinta, a causa del famoso SondR17ueg, la gran aristocracia terrateniente de los junhe'J'S o la gran burguesía industrial; en el caso de Inglaterra, la burguesía urbana de los grandes empresarios y la aristo-cracia provincial), En realidad, lo que encontramos concretamente es un con-junto de campos burocráticos o administrativos (los cuales a menudo adoptan la forma concreta de comisiones), donde los agentes y grupos de agentes gubernamentales o no gubernamentales luchan en persona o por procuración por esta forma particular de poder que es el pode,¡ de reri:1' una esfera particular de prácticas (v, gr., la producción de viviendas indIviduales o habitacionales colectivas) mediante leyes, reglamentos, medidas administrativas (subsidios, autorizaciones, etc.), en fin, todo aquello que corresponda a una política (policy). Así, el Estado, si se insiste en conservar esta designación, sería un conjunto de campos de fuerzas en donde se llevan a cabo luchas cuyo objetivo 'e":'ll Ü 1" "/'j"I, '" r','· "'1'" J., ,L, \ ! ·,v ¡,\' hl) ... ,) """')' '" Iv";" (1" 1" _ ,; .. 1 ," ';(' ..., j.j,c. \ ...... V¡ lb.ll....!:&u .l .... '-" ,,-,l/l ....... .L.UJ..i. Il¿.(l .... I ....... 'J,..l ... 'lr. ., ..... , I...J. \d 11.\ 1t"r,J,,,,,,, tl

simbólica legitima: 14 es decir, el poder de constituir e imponer como univenal y univenal'l/¿ente aplicable en el marco de una nación, estrJ es, dentro de los límites fronterizos de un país, un conjullto común de normas coercitivas,

Estos campos, como lo demostré en el caso de la política ele vivienda en Francia durante 1970-1980, son escenario del enfrentamiento entre fuerzas pertenecientes tanto al sector privado (banqueros y bancos, empresas cons-tructoras y constructores, etc.) como al sector público (ministerios, sen'Ícios dentro de dichos ministerios, "cuerpos" como, en este caso particular, los inspecrores de finanzas)' los ingenieros de minas), es decir, subuniversos, organizados ellos mismos en campos y, almislllo tiempo, unidos y divididos por luchas internas y oposiciones de fuera, La noción de Estado sólo tiene sentido como designación estenog'láfica (pero, por lo mismo, muy peligrosa)

u,. LÓGICA DE LOS CAMPOS 75

de estas relaciones oljetivas entre posiciones de poder (de diferentes tipos) susceptibles de formar parte de redes (netwo?'ks) más o menos estables (de coalición, de clientela, etc.) y de manifestarse en interacciones fenomenoló-gicamente muy distintas, que incluyen desde el conflicto abierto hasta una colusión más o menos disimulada.

Desde el momento en que miramos de cerca el en que ag'entes u organismos "privados", ellos mismos en competenCIa (como los bancos interesados en la promulgación de reglamentos favorecedores de la venta de nuevas formas de crédito inmobiliario), colaboran mutuamente para orientar o determinar la política del "Estado" en cada una de las áreas de actividad económica o cultural (observaríamos lo mismo al estudiar una reforma del contenido de los programas escolares), cómo constituyen coaliciones y redes de influencia con otros agentes u organi.smos con ,l?s cuales c?mpal:ten los intereses y la preferencia hacia detenmnada pohnca o medIda, como se enfrentan a agentes u organismos 9ue tienen sus intereses y recursos (por ejemplo, el capital propiamente burocratlco de gestión de los reglamentos), nos alejal:'os de las laciones en torno a la correspondenCIa y la autonOlma. Y, expresando mI punto de vista, simpatizo mucho e.n este sentido, con el netwol'k anal)'sis de Edward O. Laumann (con qUIen dIscrepo en otros respectos) que con Nicos Poulantzas o Theda Skocpol (para citar dos nombres de las posiciones tradicionales con respecto a la correspondenCia y la autono-mía). Esto, a fin de seii.alar de paso que, en estos asuntos como en otros, los al'nl-chair 'IIt(L1xists, materialistas sin material, a quienes no me cansé de oponerme cuando estaban en su apogeo -durante la década de s:senta-, han contribuido en mucho a la perpetuación de problemas escolasucos.

Esto es lo que, en términos generales, dificulta mi posición en el camp.o so-ciológico: por una parte, coincido en apariencia con los "grandes (los estructuralistas, en particular, porque insisto los grandes estructurales, irreductibles a las interacciones y prácticas en las cuales se mal1l-

\, "n" 1., nl'''' ']1" 'fJ!'!rL¡I,im rn]1 ]n, inw'stirradorcs C¡lle miran las cosas CuL< 1/' l.l\Jl u • '-- ,"' ,., •• '. - u •

más de cerca (pienso, por ejemplo, en los interaccionistas, en Goffman, así co-mo en todos aquellos que, a través de la observación directa o del est?,-dístico, descubren realidades empíricas ignoradas por los "grandes leOrICOS, ;

estos últimos observan la reaiiciad desde una elevada). Sm embargo, no puedo aceptar la filosofía de} l:lUndo. socia! que a menudo subyace a su interés por los detalles de la practica SOCial y que, en todo caso, les es impuesta por la visión cercana y la "miopía" teórica que ella favorece.

¿Pod1Ía usted precism' en qué se distingu.e su concepción del Eítado como de campos lm7'Ocráticos parciallllente desglosados de la noción de Estado orgamzaclO-nal, desa1'J'ollacla por Eclw(fn! Lau'TIlann y David Knoke (1988), )' del network analysis?

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76 RESPUESTAS

Podría retomar aquí la distinción que planteé, contra Max Weber sobre todo, entre estructura e interacción, entre relación estructural, permanente y visible, y relación efectiva, actualizada en un intercambio particular (1971c, 1971f, 1980f, 1987f). De hecho, la estructura de un campo, como espacio de relaciones objetivas entre posiciones definidas por su rango en la distribución de los poderes o de las especies de capital, difiere de las redes más o menos duraderas donde puede manifest.arse por un tiempo más o menos prolonga-do. Ella es la que determina la posibilidad o imposibilidad (o, más precisa-mente, la probabilidad más o menos grande) de que se instauren los intercambios que expresan y mantienen la existencia de redes. La tarea de la ciencia es sacar a relucir la estructura de la distribución de los recursos (o de las especies de capital) que, a través de los intereses y disposiciones que condiciona, tiende a determinar la estructura de las tomas de posición individuales o colectivas. En el net7llol'k analysis, el análisis de estas estructuras (que requiere un modo de pensamiento estructural, más difícil de expresar mediante datos cuantificados y formalizados, salvo que se recurra al análisis de las correspondencias), ha sido sacrificado en favor del análisis de los nexos pmtic11.lams (entre agentes o instituciones) y de los flujos (de información, recursos, servicios, ete.) en los cuales aquéllos se manifiestan.

De hecho, cabría extenderme en este punto sobre las investigaciones que estoy llevando a cabo, desde hace varios aúos, acerca de la génesis del Estado moderno. Podría afirmar, simplificando mucho las cosas, que la construcción del Estado dinástico y, luego, del Estado burocrático, adoptó la forma de un proceso de concentración de diferentes especies de poder, o de capital, y que desembocó, en un primer momento, en la moqopolización privada -por el rey- de un poder público, a la vez externo y superior a todos los poderes privados (los seúores, los burgueses urbanos, ete.). La concentración de estas diferentes especies de capital -económico (gracias a la tributación), militar, cultural, jurídico y, más generalmente, simbólico-, que corrió pareja con la construcción de los diferentes campos correspondientes, originó el surgi-miento de un capital propiamente estatal y nacido de la aClInl1l-¡ación, que permite al Estado ejercer un poder sobre los diferentes campos y sobre las diferentes especies particulares de capital. Esta especie de meta-capital capaz de ejercer un poder sobre las otras especies de capital y, en .,......",...t;,....,.l ................. 1 .......... 1 ..... ,. ....... _1,. .. _. ______ 1 _ • 11 1"

...,a.l .. .1\.....L.I..lu...i., ..:JVU' 'L. .Id.,) la,::w.,) UL HILC" LdHIUJU tUl! e tua::, \y, ue paso, soore las relaciones de fuerza entre sus detentadores), define el poder propiamente estatal. De ahí se desprende que la construcción del Estado sea simultánea a la construcción de! campo del poder, entendido como el espacio de juego dentro del cual los poseedores de capital (de diferentes especies) luchan,sobre todo, por e! poder sobre e! Estado, es decir, sobre el capital estatal que otorga poder sobre las diferentes especies de capital y sobre su rcproduccién (en particular, a través de la institución escolar).

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LA LÓGICA DE LOS CAMPOS 77

Notas

1 ]urii Tynianov (1894-1943) fue, con Roman ]ako?son y Propp, uno de los . mbros más influyentes de la escuela de los formalIstas rusos, qUienes pregonaban un mle l' foque estructuralista para el estudio de la lengua y la Iteratura.

en 2 A propósito de la diferencia entre regla y regularidad, y de los equÍvocos del estructura-r mo con respecto a ambos términos, véase 1980f, pp. 51-70, Y 1987b. .

IS , Véase 1990b, p. 88; para una breve crítica del concepto althussenano de "aparato jurídico", 1986c, pp. 210-212. .,' .

i Se encontrarán ejemplos históricos de evoh!clOn en Inverso -del aparat,;> al campo- en el libro de Fabiani (1988, cap. 3), refendo.a I.a filosofla. france.sa?e fines del Siglo XIX o en el artículo de Bourdieu (1987g) sobre el

; La noción de aparato permite también eludir la de la producclOn de,aw:ntes . l s susceptibles de funcionar en él y de hacerlos funCionar, asunto que un anahsls en soctae '1 d f' . términos de campo no puede puesto que "un campo so o pue e unclonar SI

encuentra individuos socialmente predispuestos a como responsables, a arriesgar su dinero, su tiempo y, a veces, honra o su Vida, y obtener las ganancias que el campo ofrece (1982c, p. 47! .. BoUldleu una más en el carácter ficticio de la noción de aparato en su cnnca de la noclon de , tal la desarrollaron, después de Hannah Arendt, teóricos franc.eses de lo como Lefort y Castoriadis. Para Bourdieu, el concepto de totahtarlsmo 110 es mas 111

menos que aquello a lo que Kenneth Burke llamara (e¡'/IIl1/zsl¡c screen enmascaradora, en las sociedades de tipo soviético, de la realidad de una protesta que, aunque nunca dejó de existir (1980d, p. 7). Almislllo tiempo, (l981b) en eVidenCia tendencias opuestas en el funcionamiento del campo polItlco, donde un. d.e factores li ados a la pobreza del capital cultural en las clases dommadas .tlende .a fa.,.orecer

del capital político y, por tanto, a hacer derivar a los parudos de IzqUierda haCia un funcionamiento de tipo "aparato". . ., .,. ,

6 Se encontrará en Bourdieu (1986c) una breve dlscuslon de la concepclon del derecho como sistema. Para una comparación metódica (aunque un tanto "parCial ) entre Bourdiell y Lllhman, véase Comelia Bohn (1991).. . "," ". ._

7 El concepto de campo puede emplear.se .en diferentes niveles de, aglegaclOn . en. la U11l

versidad (1984b), el conjunto de las dlsclphnas o la de CienCias humanas, en la economía (1990g), el mercado constituido por las socle.dades de casas particulares, o la empresa "considerada como una IIll1c.lad relallvamente .

, Comparar, pOI' ejemplo, la que BOllrdlell .. 1990f, 1990g, y Christin, 1990) conceptual iza la chnamICa Interna del sector de proclllcclOn de particulares en Francia como campo econonuco en ,IIS relauulle,. LUII, ull'" L,HllI'U' \l:ll

particular el campo burocrático, es decir, el Estado), con la teonzaclOn abstracta de las fronteras 'entre la economía y otros subsistemas formales, tal como la proponen Luhman (1982) y Parsons (Parsons y Smelser, 1956). . .

o '!' , '- .,_. I 'r . .,"' ..... ;A.·, .,.; ...... 'h;..I;,...., rlp Rn",-diPH hflSad<l f'n la Idea de que la de la.s clases se a cabo a

través de una cOlTesponclencia que sólo puede efectuarse entre Pal a ello, no necesario que los productores de cultura se apliquen de manera dehberada a servir los intereses de los dominantes. Sólo med.iante una persecuc!on de intereses específicos, los intelectuales también legittman una poslClon de clase (vease , p. 409). Se encontrarán ejemplus de análisis de la homología la estructura de las de clase en campos tan variados como la alta costura (Bourdleu y Delsaut, 1975),105 gu en materia de teatro y arte (1979a),la filosofía (1988d) y las grandes escuelas 1 "

10 Sobre la formación del campo artístico a finales eleI SIglo XIX el1 FranCia y la COlle aU\a "invención" del artista moderno, véase 1966a, 1971 el, 1987j, 1988b.

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78 RESPUESTAS

11 Para una ilustración detallada de este "círculo hermenéutico" donde la población de individuos o insl'''4Liones pertinentes y las formas eficientes de capital se especifican mutua-mente, véase el estudio sobre la producción de la política de vivienda (Bourdieu y Christin, 1990; en particular, pp. 70-81).

12 Sobre la discontinuidad entre "campo social" y "campo magnético" y, por consiguiente, entre sociología y "física social", véase 1982c, p. 46.

13 El análisis del papel estructurador del Estado en la economía doméstica se encontrará en Bourdieu (1990b) y Bourdieu y Christin (1990). Bourdieu se vio por primera vez conducido a plantear la cuestión del Estado en La noblesse d 'Etat, donde llegó a la conclusión de que "los tecnócratas" son "los herederos estructurales (y. a veces, los descendientes)" de la nobleza de toga, como "cuerpo que se creó al crearse el Estado", y donde formuló la hipótesis de que "la nobleza de Estado r ... ] y el título escolar [ ... ] nacieron de invenciones correlativas y comple-mentarias" (1989d, pp. 535-55?; en particular, pp. 540 Y 544).

H Para mayores detalles, vease 1989d, quinta parte.

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