¿Por qué hablamos de soberanía hídrica, energética y alimentaria?

1
Úrsula Sola de Hinestrosa ¿Por qué hablamos de soberanía hídrica, energética y alimentaria? Si la soberanía de un territorio se define por el poder absoluto que tienen sus habitantes para organizarse y gobernarse, la deducción sobre el título de éste artículo es clara. La soberanía hídrica, energética y alimentaria depende de las decisiones que sobre el territorio toman sus habitantes y gobernantes. Pero si es así de fácil, ¿por qué nos preocupa la carencia de políticas nacionales en torno a la soberanía sobre el agua, la energía y los alimentos? ¿Qué sucede en el planeta para que haya banderas de cooperación financiera y técnica promocionando la gestión inteligente del recurso hídrico y energético? ¿Qué es el capitalismo alimentario? Cientos de interrogantes surgen de las distintas iniciativas internacionales, especialmente aquellas que emanan de las comunidades consideradas más desarrolladas. En los últimos años hemos sido bombardeados con información acerca de la contaminación ambiental -producto de la actividad humana-, del inminente cambio climático y, de la necesidad de adaptarnos a las nuevas condiciones meteorológicas y climáticas mundiales, que cambian y cambiarán poco a poco durante los próximos decenios. De tal manera, que si dejamos de lado los asuntos del negocio alrededor del agua, la energía y los alimentos, y como personas pensamos en conjunto sobre el inminente problema de la escasez de agua, la contaminación producto de la generación energética y patentabilidad de las semillas alimentarias, y entendemos que aunque lográsemos que estos tres pilares de las necesidades básicas humanas estén satisfechos y tengan universalidad y gratuidad, el cambio climático continuará su curso hacia la transformación de la geografía mundial que viviremos nosotros y nuestras futuras generaciones. Y es un ciclo anunciado. Otro más, del que sólo viviremos como humanos máximo 100 años de los 26.000 que tarda cada ciclo en llegar de nuevo al mismo punto de partida. ¿Entonces qué hacer? ¡Entenderlo y actuar! Desde lo local, desde el mismo consumidor y su núcleo familiar, es desde donde parten las iniciativas que prosperan. Es decir, desde nosotros mismos. Si sabemos que habrá escasez de agua, almacenémosla. Si conocemos que contaminamos con nuestra actividad, cambiemos la forma de hacer la actividad. ¡Innovemos, somos inteligentes! Si estamos al tanto de qué consumimos, como lo disponemos, pero especialmente, de cómo se produce, nos alimentaremos de acuerdo con nuestra integridad. Por eso, difundamos el conocimiento y como siempre, bienvenidas las mejores prácticas.

description

La seguridad nacional puede verse afectada por la dependencia energética, hídrica y de alimentos.

Transcript of ¿Por qué hablamos de soberanía hídrica, energética y alimentaria?

Page 1: ¿Por qué hablamos de soberanía hídrica, energética y alimentaria?

Úrsula Sola de Hinestrosa

¿Por qué hablamos de soberanía hídrica, energética y alimentaria?

Si la soberanía de un territorio se define por el poder absoluto que tienen sus habitantes para

organizarse y gobernarse, la deducción sobre el título de éste artículo es clara. La soberanía

hídrica, energética y alimentaria depende de las decisiones que sobre el territorio toman sus

habitantes y gobernantes.

Pero si es así de fácil, ¿por qué nos preocupa la carencia de políticas nacionales en torno a la

soberanía sobre el agua, la energía y los alimentos? ¿Qué sucede en el planeta para que haya

banderas de cooperación financiera y técnica promocionando la gestión inteligente del recurso

hídrico y energético? ¿Qué es el capitalismo alimentario?

Cientos de interrogantes surgen de las distintas iniciativas internacionales, especialmente aquellas

que emanan de las comunidades consideradas más desarrolladas. En los últimos años hemos sido

bombardeados con información acerca de la contaminación ambiental -producto de la actividad

humana-, del inminente cambio climático y, de la necesidad de adaptarnos a las nuevas

condiciones meteorológicas y climáticas mundiales, que cambian y cambiarán poco a poco

durante los próximos decenios.

De tal manera, que si dejamos de lado los asuntos del negocio alrededor del agua, la energía y los

alimentos, y como personas pensamos en conjunto sobre el inminente problema de la escasez de

agua, la contaminación producto de la generación energética y patentabilidad de las semillas

alimentarias, y entendemos que aunque lográsemos que estos tres pilares de las necesidades

básicas humanas estén satisfechos y tengan universalidad y gratuidad, el cambio climático

continuará su curso hacia la transformación de la geografía mundial que viviremos nosotros y

nuestras futuras generaciones.

Y es un ciclo anunciado. Otro más, del que sólo viviremos como humanos máximo 100 años de los

26.000 que tarda cada ciclo en llegar de nuevo al mismo punto de partida. ¿Entonces qué hacer?

¡Entenderlo y actuar!

Desde lo local, desde el mismo consumidor y su núcleo familiar, es desde donde parten las

iniciativas que prosperan. Es decir, desde nosotros mismos. Si sabemos que habrá escasez de

agua, almacenémosla. Si conocemos que contaminamos con nuestra actividad, cambiemos la

forma de hacer la actividad. ¡Innovemos, somos inteligentes! Si estamos al tanto de qué

consumimos, como lo disponemos, pero especialmente, de cómo se produce, nos alimentaremos

de acuerdo con nuestra integridad.

Por eso, difundamos el conocimiento y como siempre, bienvenidas las mejores prácticas.