Por los caminos de la soberanía alimentaria

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  • 512abril 2016

    ao 40, 2 poca

    Los alimentos no son mercancaALAI

    La Soberana Alimentaria se abre paso en el mundoFrancisca Rodrguez

    Soberana alimentaria y cambio climticoValter Israel da Silva y Facundo Martn

    Las semillas nativas y la libertad de los pueblosVernica Villa Arias

    La defensa de las semillas en Amrica Latina: perspectivas y retosJavier Carrera

    Ferias de la Reforma Agraria del MST-AlagoasLa construccin de un nuevo proyecto de sociedadDbora Nunes L. da Silva y Gustavo Marinho

    Formacin en agroecologaIALA Guaran

    El gallo pinto nicaragenseJos Adn Rivera Castillo

    Territorio y soberana alimentaria desde la perspectiva mesoamericanaDaniel Pascual Hernndez y Carlos Barrientos Aragn

    Hacia la construccin del feminismo campesino y popularArticulacin de Mujeres CLOC-LVC

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    Ilustracin de portadaElaboracin colectiva

    Foto: Francisco Saavedra

    Diseo editorialVernica Len

    Por los caminos de la soberana alimentaria

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    Los alimentos no son mercanca

    ALAI

    Si bien desde hace dcadas, en instancias internacionales, los gobiernos han asumi-do compromisos para lograr un planeta que garantice una alimentacin digna para todos y todas, el hambre perdura como un asunto crtico irresuelto. En 1974, la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Ali-mentacin, precisamente, estableci como objetivo: dentro de una dcada ningn nio se ir a dormir con hambre ningn ser huma-no se ver afectado por la desnutricin.

    Hoy, alrededor de 795 millones de personas padecen hambre en el mundo. Ms de 34 millones son de Amrica Latina y el Caribe, regin que produce y exporta ms alimentos en el planeta, pero tambin donde hay mayor desigualdad e injusta distribucin de la rique-za. Segn declaraciones de Jos Graziano da Silva, Director General de la FAO, en la XXXIV Conferencia Regional de este organismo, rea-lizada en Mxico del 29 febrero al 3 marzo de 2016, se acord acabar con el hambre y la malnutricin en menos de diez aos.

    Buenos propsitos, magros resultados. Por qu? Por insistir en soluciones erradas, pero que benefician con creces a los grandes inte-reses que se mueven en este campo sobre la base, entre otros, de dos mitos: la escasez y el incremento de la produccin y la eficiencia. La realidad es que no hay falta de alimentos, pues el sector campesino est en capacidad de producir alimentos para todo el mundo, pero s abundantes intereses mercantiles en la alimentacin que se traduce en una distribu-cin inequitativa.

    En los aos 60, como solucin se impulsa

    la llamada revolucin verde de la agricultu-ra que con el tiempo termin por establecer un reparto cada vez ms injusto, la prdida de diversidad biolgica y de suelos frtiles, y una creciente dependencia alimentaria supe-ditada al agronegocio. Y, hoy, como relevo, se pretende dar continuidad a lo mismo a partir de una nueva revolucin tecnolgica: la bio-tecnologa asociada a la ingeniera gentica, impulsada por un puado de corporaciones que busca el control monoplico del sistema alimentario global.

    De hecho, desde la dcada de los 90 asistimos a una nueva fase del capitalismo hegemoniza-da por el capital financiero y las corporaciones transnacionales1, que pasan a controlar la pro-duccin y el comercio mundial de las principa-les mercancas. Situacin que repercute en cambios estructurales en la produccin agr-cola, debido al despliegue de un nuevo modo de producir basado en el monocultivo, con el uso extensivo de la tierra y la bsqueda de la mayor escala posible, el empleo intensivo de agrotxicos y de la mecanizacin, y la impo-sicin de semillas propietarias y transgnicas.

    En esta nueva fase, se va diluyendo la distin-cin entre banca y empresas comerciales de materias primas, al tiempo que los bienes co-munes como la tierra, el agua, la energa, los minerales, etc.- se tornan en meras mercan-cas. Y es as que la presencia de actores fi-nancieros en el sistema alimentario global ha

    1 Joo Pedro Stedile y Osvaldo Len, Reforma Agraria Popular: Una alternativa al modelo del capi-tal, En el ao de la agricultura familiar: Polticas y alternativas en el agro, Revista Amrica Latina en Movimiento N 496, ALAI, junio 2014.

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    dado pbulo para que se monte la manipula-cin especulativa del mercado de alimentos, porque ahora stos se transan en las bolsas de valores internacionales. Se acuerdan de la crisis alimentaria que explot en 2008?

    Una alternativa poltico-estratgica

    Reivindicando el principio que la alimenta-cin es un derecho humano y no una mer-canca ms, el movimiento internacional Va Campesina propone la nocin de la soberana alimentaria como alternativa poltico-estra-tgica al agronegocio y su matriz socialmente injusta; econmicamente inviable; subordina-da a grandes corporaciones (cuyo propsito es el incremento de sus ganancias), insustentable para el medio ambiente; y con una produccin de alimentos con graves consecuencias para la salud2.

    Esta propuesta aborda cuestiones estructu-rales para impulsar un modelo de produccin alternativo, como el uso de la tierra y el terri-torio, la apropiacin y gestin de los recursos, la agroecologa, el comercio local e interna-cional, el desarrollo sostenible, la accin par-ticipativa, derecho a la alimentacin, etc.

    Especficamente, para la Va Campesina, la soberana alimentaria es el derecho de la po-blacin a producir y consumir comida saluda-ble y culturalmente adecuada, obtenida con mtodos ecolgicamente sostenibles; lo que solo es posible si se fortalece la agricultura campesina y sus sistemas de produccin. En tal sentido, abarca y supera el concepto de seguridad alimentaria planteada por la FAO que hace referencia slo a la disponibilidad y acceso a los alimentos para combatir el ham-bre y el derecho a la alimentacin.

    2 Basta constatar las cifras de la poblacin afecta-da por la desnutricin, por un lado, y las referidas a quienes crecientemente padecen obesidad, por otro; y bien se puede aadir tambin las que dan cuenta del desperdicio de alimentos. Segn la FAO, con los alimentos que se pierden en la regin se podra alimentar al 37% de quienes sufren hambre.

    Es decir, no se trata nicamente de producir una cantidad de alimentos que permita dar de comer al conjunto de la poblacin, tal como se define la seguridad alimentaria, sino tambin de contemplar la calidad de esa produccin, es decir, definir qu, dnde, cmo y cunto se produce, que son las preguntas que hay que responder a travs de la construccin de la soberana alimentaria.

    Por lo mismo, la soberana alimentaria incor-pora el derecho de los pueblos a definir sus propias polticas y estrategias sustentables de produccin, distribucin y consumo de alimen-tos que garanticen el derecho a la alimenta-cin para toda la poblacin, con base en la pe-quea y mediana produccin, respetando sus propias culturas y la diversidad de los modos campesinos, pesqueros e indgenas de produc-cin agropecuaria, de comercializacin y de gestin de los espacios rurales, en los cuales la mujer desempea un papel fundamental.

    Integra, igualmente, componentes multitni-cos y culturales, la gestin del territorio, la prioridad a la alimentacin de la poblacin local y de los sectores ms vulnerables, la re-forma agraria, la agroecologa, comida sana, la proteccin de las semillas criollas, polticas de distribucin de alimentos no sometidas a las exigencias del mercado, rescate de sabe-res tradicionales, capacitacin, y mucho ms.

    Principios clave

    La soberana alimentaria, en sntesis3, se ex-presa en los siguientes principios:

    Los alimentos no son mercanca; deben ser suficientes, nutritivos y culturalmente adecuados para los pueblos y las comunida-des.

    Los/as productores/as de alimentos,mu-

    3 Patricia Agosto y Marielle PalauHacia la construc-cin de la Soberana Alimentaria. Desafos y expe-riencias de Paraguay y Argentina, Asuncin, BASE-IS, Equipo de Educacin Popular Pauelos en Rebelda, CIFMSL, diciembre 2015.

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    jeres, hombres, pequeos agricultores, pueblos indgenas, pescadores artesanales, habitantesdelosbosquesytrabajadores/as agrcolas, deben ser revalorizados/ aspor ser actores y actrices claves para su construccin; no deben ser subestimados porpolticasniprogramasquelos/ascolo-canslocomodestinatarios/asdepolticasasistencialistas.

    Quienes producen y consumen alimentosdeben ser el centro de la toma de deci-siones sobre las cuestiones alimentarias, rechazando los acuerdos y prcticas que otorgan poder a las corporaciones transna-cionales para decidir sobre nuestra alimen-tacin.

    La produccin de los alimentos debe serlocalizada para evitar enormes desplaza-mientos hasta llegar a los/as consumido-res/asyelcontroldelsistemaalimentariodebe ser local. Los/as productores/ as yla propia comunidad tienen que tener el control sobre el territorio, las semillas y dems bienes comunes, con el propsito de evitar su privatizacin y preservar la biodi-versidad.

    Lasoberanaalimentariarecuperalasha-bilidades y los conocimientos tradicionales del campesinado y las comunidades indge-nas, favoreciendo su transmisin a las ge-neraciones futuras.

    El sistema alimentario debe interactuarcon la naturaleza, respetando sus ciclos, para lo cual son necesarios mtodos de produccin agroecolgica que maximizan las funciones beneficiosas de los ecosiste-mas. Esta caracterstica implica un clarorechazo a los monocultivos, las explotacio-nes ganaderas de factora y la industriali-zacin a gran escala.

    Las organizaciones del campo identifican, a la vez, diversos factores que limitan el avance en la prctica de este modelo alternativo. s-tos incluyen, entre otros, las distancias entre produccin y consumo, en las ciudades, junto a la cultura consumista centrada en los cen-tros comerciales y los supermercados. Ade-

    ms, los sectores sociales urbanos de bajos ingresos no siempre estn en posibilidad de permitirse pensar en una buena alimentacin, cuando lo primordial es llenar el estmago, y al menor costo.

    Mientras las experiencias de construccin de la soberana alimentaria han avanzado prin-cipalmente en comunidades locales u organi-zaciones sociales, en la mayora de casos an no se han desarrollado suficientes estrategias especficas, instrumentos jurdicos ni infraes-tructura que permitan pensarla a niveles geo-grficos ms amplios, provinciales o naciona-les.

    Por ello, la soberana alimentaria implica con-siderar a la alimentacin no como una cuestin personal y dependiente del poder adquisitivo, sino como un sistema alimentario que implica un proceso complejo que abarca la produc-cin, el transporte, la comercializacin, el consumo, las polticas econmicas, sociales y cientficas y las acciones de los movimientos sociales y de consumidores, que hacen que el alimento sea considerado un derecho.

    Desde hace ms de dos dcadas, la Va Cam-pesina y otras entidades aliadas han venido desarrollando este concepto desde la teora y la prctica, a nivel mundial, proceso que se ha plasmado en una serie de planteamientos y posiciones de consenso que se han venido afinando y que se ve reflejado en los acuerdos sucesivos de una serie de eventos internacio-nales.

    Un logro importante en el escenario interna-cional es que se ha colocado el tema de la soberana alimentaria en las Naciones Unidas e incluso en las constituciones y polticas p-blicas de algunos pases. Sin embargo, como suele suceder en tales casos, el sentido mis-mo del trmino soberana alimentaria est en disputa, en vista de que las instituciones que lo adoptan luego pueden tratar de vaciar el contenido poltico, como est sucediendo en la FAO, cuando se lo pretende equiparar al concepto de agricultura familiar.

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    La Soberana Alimentaria se abre paso en el mundo

    Francisca Rodrguez

    Hace 20 aos que un naciente movimiento de las y los campesinos del mundo articu-lados en La Va campesina, llega al principal escenario internacional, ante la Organizacin de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentacin (FAO), que reuna a los go-biernos en la Primera Cumbre Mundial de la Alimentacin (13-17 noviembre de 1996) con la finalidad de tomar urgentes medidas y for-mular un plan de accin conducente para ha-cer frente a unos de los grandes flagelos que asista a la humanidad ante la pavorosa cifra de 680 millones de hambrientos en el mundo.

    Sin duda que esta misin central de la FAO de impulsar a los gobierno a definir poltica, pro-gramas y recursos para un plan de accin lla-mado a enfrentar esta dramtica situacin, se ve amenazada por los mercantilistas intereses del capital que slo ve esta grave situacin como uno de los negocios que les reportar enormes ganancias econmicas y, a la vez, mantener un dominio poltico frente a los es-tados que cada vez se hacen ms dependien-tes de la produccin agrcola a gran escala del agronegocio.

    La alimentacin un derecho humano y un deber de los Estados garantizarlo

    De ah que el planteamiento de La Va Cam-pesina basado en una amplia concepcin de

    humanidad y de derechos, sita nuestro plan-teamiento de la Soberana Alimentara como un principio de lucha fundamental para combatir el hambre en el mundo y las grandes causas que la generan, nuestro planteamiento de de-sarrollar como arma principal la solidaridad y la hermandad entre los pueblos basado como un requisito esencial de mxima importancia que va ms all de las luchas de las y los campesi-nos por continuar desarrollando y defendiendo las agriculturas locales, estaba dirigido a situar en la conciencia social la Soberana Alimentaria como un derecho soberano de cada nacin por garantizar la alimentacin de sus pueblos.

    Esta fue una de nuestras ms importantes y estratgicas afirmaciones para hacer frente a una de las medidas encaminadas por los inte-reses econmicos de levantar como solucin las banderas de la seguridad alimentaria, y por ende generar medidas para la adquisicin de alimentos mediante la oferta de los pases y las grandes corporaciones, bajo el pretexto de la ayuda humanitaria, poniendo en grave riesgo la propia produccin campesina que por siglos ha alimentado la humanidad.

    Que ha pasado durante estos 20 aos de lu-cha y resistencia de la Va Campesina

    Sin lugar a dudas que las certezas en nuestros planteamientos se han hecho cada vez ms irrefutables; mediante propuestas concretas y fundamentadas hemos sealado caminos para las salidas a los problemas globales que gene-ran los actuales modelos de produccin y con-sumo promovidos desde un capitalismo que ha expandido su dominio sobre Estados y gobier-nos, particularmente manipulando la concien-

    Francisca Rodrguez es lder campesina chi-lena, dirigenta poltica de la Coordinadora La-tinoamericana de Organizaciones del Campo CLOC-Va Campesina y de la Articulacin de Mujeres de la CLOC.

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    cia de grandes masas populares dominadas por el consumismo y el individualismo.

    Es obvio que en nuestro caminar hay avances y tropiezos, pero lo cierto es que hoy sera inne-gable la justeza de nuestro planteamiento que ha impulsado unidad y organizacin en torno al principio poltico de la Soberana Alimen-taria, como un eje rector de nuestras luchas en el contexto continental y mundial. Hemos logrado situar nuestros planteamientos como temas de mxima importancia e indiscutibles para garantizar la paz, la justicia, el buen vi-vir de los pueblos y la vida del planeta, en los ms altos niveles.

    Nuestras propuestas rompiendo el cerco de la institucionalidad

    Hemos alcanzado espacios en el seno de Na-ciones Unidas: en FAO, en el Consejo de Se-guridad Alimentaria, en el mecanismo creado para desde la sociedad civil abordar nuestros planteamientos; tambin en el proceso que desde la Comisin de Derechos Humanos se impulsa para instalar la Carta de los Derechos de las Campesinas y Campesinos en la ONU. Se trata de una herramienta que, junto a las Directrices voluntarias de la tenencia respon-sable de la tierra, nos lleve a avanzar ante los gobiernos la formulacin de polticas justas y certeras del rol de la agricultura campesina como un eje central para garantizar la alimen-tacin y la sobrevivencia de nuestro planeta, combatiendo el calentamiento global, recupe-rando nuestras prcticas ancestrales de traba-jar la tierra y producir los alimentos median-te la agroecologa basada en el cuidado de la madre tierra.

    Para sembrar semillas de la paz, necesita-mos semillas y agricultura campesina

    Hoy la Soberana Alimentaria ya est integrada en las constituciones de algunos Estados, as como en varios pases se ha legislado sobre le-yes de seguridad y Soberana Alimentaria y nu-tricin. Tambin se avanza en lograr debatirla en la FAO partiendo de la base que no habr

    seguridad alimentaria sin Soberana Alimen-taria. Sin duda que todo lo que hasta ac se ha avanzado es insuficiente, cuando cada vez ms el atentado a la agricultura campesina y la alimentacin de los pueblos se torna ms gra-ve. El dramtico xodo de los miles y miles de refugiados que, huyendo del horror de guerras fabricadas por los intereses expansionistas del capital, claman ser acogidos y alimentados, son una muestra ms de este flagelo.

    A esta situacin se aade el hecho de que, recientemente y por primera vez, un director general de la FAO interviene en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, rgano respon-sable de mantener la paz y la seguridad inter-nacionales, donde Jos Graciano Da Silva, ac-tual Director General de FAO, dej or su voz sobre la ineludible relacin entre seguridad alimentaria y paz, en su intervencin Sem-brar seguridad alimentaria, cosechar paz. Haciendo hincapi que: La paz sostenible est ntimamente ligada al desarrollo sos-tenible, a los alimentos y a su produccin. Para sembrar las semillas de la paz, necesi-tamos semillas. Y tambin a los agriculto-res para plantarlas!

    Nuestra Lucha es por Soberana Alimentaria Ya

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    Soberana alimentaria y cambio climtico

    Valter Israel da Silva Facundo Martn

    El cambio climtico ha devenido, en poco tiempo, en uno de los asuntos globales de importancia crtica de nuestro tiempo. A partir de all ha permeado todas las esferas de la vida social y poltica hasta dotarse de una centralidad omnipresente que peligrosamente lo naturaliza.

    En 1958, Charles David Keeling comenz a medir la concentracin de Dixido de Carbo-no (CO2) en la atmsfera de la Tierra en el Observatorio Mauna Loa (Hawai). Su proyecto impuls medio siglo de investigacin que ex-pandi el conocimiento sobre el cambio cli-mtico. Ms all de los ms de 50 aos de estudio, sin embargo, la sociedad global no ha encontrado soluciones reales al problema del calentamiento global. Por qu?

    La poltica de cambio climtico, tanto en los niveles internacionales como nacionales, se caracteriza por un alto grado de despoli-tizacin de la crisis y por una interpretacin apoltica de las causas y efectos. En vez de debates polticos, lo que gana importancia es el conocimiento experto, la mediacin de in-tereses y la gestin del cambio. Mientras que en las polticas oficiales de adaptacin predo-minan estrategias tecnolgicas y medidas para mejorar las bases de datos sobre las transfor-maciones ambientales futuras, desaparece el contenido poltico real de la vulnerabilidad y

    de los procesos de adaptacin. Pero los pro-cesos de adaptacin son inherentemente pro-cesos conflictivos, en los cuales se dan dispu-tas sobre quines tienen y regulan el acceso al agua, a la tierra, a los bosques, etc., y qui-nes determinan las formas y las prcticas de uso de estos recursos.

    Contra el grupo de los llamados escpticos1, creemos que no se trata simple o solamente de una mera especulacin o de una eventual amenaza futura. El Grupo Intergubernamen-tal de Expertos sobre el Cambio Climtico (GIECC/IPCC) establece que el calentamiento global es inequvoco2. No cabe duda tampo-

    1 Se denomina como escpticos al grupo de cientficosqueconsideranquelatrayectoriacre-ciente de la curva de carbono no se debe a la accin humana sino que la misma obedece a ciclos naturales mucho ms largos y que exceden de lejos la posibi-lidad de incidencia humana reciente. Ver Baldicero Molion, Luis Carlos (2014) Alarme Falso: O mundo no esta em ebulio!, en Da Veiga, Jos Eli (Org.) O Imbroglio do Clima, Senac, Brasil.2 El IPCC, por sus siglas en ingls Intergovern-mental Panel on Climate Change, fue establecido en 1988 por la Organizacin Mundial Meteorolgica (WMO) y el Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente (UNEP) para proveer informacin imparcial sobre el cambio climtico (no realiza ninguna inves-tigacin ni monitoreo climtico). Habida cuenta de lacantidaddecientficosyexpertosinvolucradosyla cantidad de pases que intervienen, se trata de documentos que marcan tendencia en la discusin mundial sobre el cambio climtico. Y si bien es cierto que no son aceptados de manera unnime, los informes expresan las principales corrientes de pensamiento y del abordaje concreto de la cuestin del cambio climtico. La manera en la que el IPCC funciona tiene relevancia ms all de los aspectos

    Valter Israel da Silva y Facundo Martn son miembros de la Coordinadora Latinoamerica-na de Organizaciones del Campo (CLOC) y Va Campesina.

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    co que sus efectos patentes aumento progre-sivo en los niveles de temperatura y del mar, crecientes fenmenos climticos que azotan a comunidades y ecosistemas, acelerada de-gradacin medioambiental que amenaza el suministro de agua y alimentos, entre otros representan una amenaza global no slo para la economa sino para la propia subsistencia humana en el planeta. Por lo tanto, el cambio climtico implica una clara amenaza a la so-berana alimentaria de los pueblos.

    Por su parte la economa verde es presenta-da como la gran solucin cuando en realidad, con sus diferentes mecanismos, representa una despolitizacin del debate sobre las cau-sas y consecuencias del calentamiento global y acaba, por lo tanto, convirtindose en pura propaganda sobre las oportunidades para cambiar mientras se hacen grandes negocios climticos.

    Pero el problema del hambre es tan antiguo como la humanidad. A lo largo de los siglos, la escasez de alimentos, la desnutricin y las hambrunas han asolado y diezmado a nume-rosos pueblos en todo el mundo, provocan-do diversos conflictos, guerras y migraciones forzadas. En algunos casos, las causas se han debido a factores climticos, en otros son pro-ducto de decisiones polticas y econmicas.3 Entre estas ltimas, se destaca la hambruna acaecida en Irlanda en 1846 debida al mono-cultivo de papa de una sola variedad, que re-sult ser susceptible a la enfermedad denomi-nada tizn tardo de la papa. Este alimento era la base de sustento de toda la poblacin, y la enfermedad afect a prcticamente to-

    formales, por cuanto cristaliza buena parte de la gobernanza mundial del cambio climtico y constitu-ye la arena en la que se juegan las distintas valora-ciones que se les otorgan a unos y otros saberes, la preeminencia de unas disciplinas sobre otras y los juegos internacionales y sectoriales de poder en la construccin de las hegemonas sobre un tema tan disputado. Ver www.ippc.org.3 En este aspecto es elocuente el gran trabajo de Mike Davis (2002) Holocaustos Coloniais. Clima, fome e imperialismo na formao do Terceiro Mundo Editora Record, Rio de Janeiro.

    dos los cultivos de papa del pas, provocando la muerte y la migracin en masa de los so-brevivientes, en especial hacia el continente americano.

    Actualmente la agricultura industrial es la principal causa de emisin de gases con efecto invernadero. El uso creciente de fertilizantes sintticos y agrotxicos, la maquinaria pesada que se requiere para laborar las extensiones de monocultivos, junto con la deforestacin y el alto consumo energtico del sistema de distribucin y comercio de alimentos a gran escala (refrigeracin, residuos y transporte), hacen que las corporaciones sean responsa-bles por la mayor parte de las emisiones. La agricultura industrial est basada en el uso de combustible fsil y un alto consumo energti-co. De esta manera se posiciona claramente, junto con los intereses de la biotecnologa y la industria energtica, contra los agricultores y los ciudadanos en general.

    Agricultura campesina: respuesta al cambio climtico

    Como es conocido, el concepto de Soberana Alimentaria fue lanzado por Va Campesina en 1996 en Roma, durante un Foro Mundial por la Seguridad Alimentaria que se realiz para-lelo a la Cumbre Mundial de la Alimentacin organizada por la FAO. En el momento de su lanzamiento, la Soberana Alimentaria fue de-finida por la Va Campesina como el derecho de cada nacin de mantener y desarrollar su propia capacidad de producir alimentos que son decisivos para la seguridad alimentaria nacional y comunitaria, respetando la diversi-dad cultural y la diversidad de los mtodos de produccin. As mismo declaraba: Nosotros, la Va Campesina, un movimiento creciente de trabajadores agrcolas, organizaciones de campesinos, pequeos y medianos producto-res, y pueblos indgenas de todas las regiones del mundo, sabemos que la seguridad alimen-taria no puede lograrse sin tomar totalmente en cuenta a quienes producen los alimentos. Cualquier discusin que ignore nuestra contri-bucin, fracasar en la erradicacin de la po-

    http://disputado.www.ippc.org/

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    breza y el hambre. La alimentacin es un de-recho humano bsico. Este derecho se puede asegurar nicamente en un sistema donde la Soberana Alimentaria est garantizada (Va Campesina, 1996).

    En el documento Soberana Alimentaria: Un futuro sin hambre (Va Campesina, 1996), sta organizacin campesina internacional re-salta los siete principios para lograr la Sobera-na Alimentaria:

    1. Alimentacin, un Derecho Humano Bsico2. Reforma Agraria3. Proteccin de Recursos Naturales4. Reorganizacin del Comercio de Alimentos5. Eliminar la Globalizacin del Hambre6. Paz Social7. Control Democrtico

    Desde su presentacin oficial el concepto de Soberana Alimentaria se ha ido enriqueciendo en referencia a reconocer una agricultura con campesinos, indgenas y comunidades pesque-ras, vinculada al territorio; prioritariamente orientada a la satisfaccin de las necesidades de los mercados locales y nacionales; una agri-cultura que tome como preocupacin central al ser humano; que preserve, valore y fomen-te la multifuncionalidad de los modos cam-pesinos e indgenas de produccin y gestin del territorio rural. Esto implica, adems, el reconocimiento al control local/autnomo de los territorios, bienes naturales, sistemas de produccin y gestin del espacio rural, semi-llas, conocimientos y formas organizativas.

    Existen innumerables situaciones que deman-dan cambios, en el mbito de la minera, de las grandes obras, en la agricultura, entre otros. A partir de la agricultura un camino posible para enfrentar y revertir el cambio

    climtico es la agricultura campesina de base agroecolgica, que preserva la biodiversidad, produce alimentos, preserva y produce agua, produce cultura, habita y defiende los territo-rios y genera muchos puestos de trabajo.

    La agricultura campesina es un modo de ser, de vivir y de producir en el campo. Est basa-da en el trabajo familiar, a partir de una base de recursos bajo control campesino (tierra, agua, energa y biodiversidad), es realizada en una relacin fuerte con la naturaleza (co-produccin), busca incesantemente una auto-noma relativa en el proceso de produccin y coloca el foco en las necesidades de la familia campesina (mejora de la condiciones de vida y disminucin del trabajo pesado).

    De acuerdo a un estudio realizado por GRAIN, en el mundo, el 92,3% del total de unidades agrcolas son campesinas o indgenas y ocupan solamente el 24,7% del total de las tierras. Probablemente el 90% de las familias cam-pesinas e indgenas sobreviven con menos de 2 hectreas y al menos la mitad de ellas con menos de una hectrea por familia! En Am-rica Latina el 80,1% de las unidades agrcolas son campesinas o indgenas y ocupan slo el 19,3% de las tierras. Adems, el estudio de GRAIN indica que casi la mitad de la poblacin mundial, unos 3 mil millones de personas, son campesinas e indgenas y producen alrededor del 70% de los alimentos, por eso, no se trata de un sector marginal.

    La agricultura campesina, de base agroecol-gica, biodiversa, poco dependiente, adaptada a las condiciones de suelo y clima, productora de alimentos, agua y cultura, protectora de la biodiversidad y de los territorios, es la nica capaz de alcanzar la soberana alimentaria y dar respuestas al cambio climtico.

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    Las semillas nativas y la libertad de los pueblos

    Vernica Villa Arias

    A la gente del campo nos preocupa te-ner agua, maz, frijol y verduras, ms que otras cosas. Aunque la cultura mo-derna nos quiere meter la idea de que las cosas electrnicas tienen que ser parte de nuestra vida, eso no es ver-dad, porque si no tenemos alimentos, pero tenemos celular, de qu nos sir-ve? Si al celular no le podemos quitar unpedazoparacomer.Encambiosite-nemos nuestro maz, nuestro frijol, las calabazas, nuestros quelites, eso s nos ayuda y nos alimenta, nos ayuda a tener una mejor salud, y con mejor salud no te preocupas en tener dinero para ir al mdico.

    As resume Josefina Santiago la lucha de plazo perpetuo de los campesinos mexica-nos del sur del pas, que conservan la infinita diversidad de semillas nativas de las milpas de subsistencia autnoma. Es una crtica a la modernidad, a la prdida de la identidad, de la salud y a la dependencia del dinero. Si millones de campesinos pueden colocarse con tal firmeza frente a la realidad es porque con-servan las semillas autnomas de sus cultivos vitales.

    Los gobiernos insisten que el campo debe ser moderno, que el manto de la produccin in-dustrial debe cubrir todos los rincones agrco-las del mundo. Que es imprescindible regular o prohibir los intercambios arcaicos de semi-

    llas que ocurren al margen del mercado, sin transacciones monetarias! Que deben usarse semillas mejoradas, ms inteligentes que los agricultores y la naturaleza misma.

    En Mxico, desde 2007 existe una ley de se-millas que dirige la investigacin y los apoyos hacia aplicaciones comerciales, da lineamien-tos polticos hacia la competitividad total-mente ajenos a la lgica campesina y ordena integrar un catlogo nacional de variedades vegetales con alto grado de sofisticacin tc-nica. Para tener semillas, dice su artculo 34, hay que ser productor registrado o comprador. Se prohbe el intercambio y el regalo.1 A los miles de intercambios libres de semillas au-tctonas los somete, segn el captulo De la inspeccin y vigilancia de su reglamento, de-cretando que todos los que se relacionen con la produccin, reproduccin, almacenamien-to, comercio y beneficio de semillas deben permitir la inspeccin de sus actividades, y entregar a pedido informacin especfica.2 En su redaccin participaron representantes de las ms poderosas trasnacionales de los nego-cios agrcolas, que obedecen lineamientos de la International Seed Federation,3 organismo creado para garantizar las ganancias de las empresas.

    Pese a esta ley, que no ha logrado imponerse

    1 GRAIN, 2010, Leyes para acabar con la agri-cultura independiente, en https://www.grain.org/es/article/entries/4109-leyes-para-acabar-con-la-agricultura-independiente 2 Leyfederaldeproduccin,certificacinyco-mercio de semillas de Mxico: http://www.diputa-dos.gob.mx/LeyesBiblio/regley/Reg_LFPCCS.pdf 3 GRAIN, Op. Cit.

    Vernica Villa Arias es integrante del Grupo ETC.

    https://www.grain.org/es/article/entries/4109-leyes-para-acabar-con-la-agricultura-independientehttps://www.grain.org/es/article/entries/4109-leyes-para-acabar-con-la-agricultura-independientehttps://www.grain.org/es/article/entries/4109-leyes-para-acabar-con-la-agricultura-independientehttp://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/regley/Reg_LFPCCS.pdfhttp://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/regley/Reg_LFPCCS.pdf

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    porque la persistencia de la vida campesina no termina por decreto, en Mxico se siembran y cosechan 23 millones de toneladas de maz. Ms de 60% de ese maz (casi 14 toneladas) proviene del sur campesino, donde prctica-mente toda la tierra es propiedad colectiva y las semillas son propias. De ese total de maz campesino, ms de siete millones de tonela-das se destinan al consumo de las comunida-des, sin pasar por el mercado.4 Es maz que se cultiva con frijoles, tomates, calabazas, chiles, chayotes, amarantos, yerbas curativas, agaves, nopales, ctricos, caf, cacao, fruta-les, tubrculos, apiceas, rbanos, cebollas. Y las abejas atestiguan, desde sus cajones, el desenvolvimiento del ciclo. De la cosecha se convida a los animales y a los santos. Debe alcanzar tambin para cocinar en las asam-bleas y otras importantes ocasiones polticas. Es decir: la autonoma de miles de comuni-dades campesinas para planear sus destinos o enfrentar los problemas es posible por la co-secha de maces y otros cultivos propios. De-fender las semillas nativas es igual a defender posibilidades tangibles de una independencia que desafa no slo al mercado sino al dinero. Y eso es tremendamente subversivo.

    Desde la perspectiva de las corporaciones, el verstil maz es un botn industrial. Pue-de transformarse en combustibles, aceites, endulzantes, forrajes, textiles, pegamentos, plsticos (o comida). Siempre y cuando se homogenice, se siembre en monocultivo y se rompa su integridad gentica. La agricultu-ra industrial crea un maz anti-comunitario: un mero insumo que no podra sobrevivir en-tre ejotes y zapallitos, ni mucho menos en-tre mujeres, nios, ancianos, pollos o abejas. Inundar con esos maces mejores las comu-nidades de Mxico es una estrategia de des-habilitacin: junto con el acaparamiento y la privatizacin de las semillas nativas se lastima el aplomo para enfrentar la enormidad de los climas, dejan de entenderse las estrellas, se rompen las conversaciones entre plantas y hu-

    4 ElSurco, publicacin del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano, CECCAM, abril de 2012, pg. 10.: http://mapserverceccam.org/tfc/Documentos/El_Surco_1.pdf

    manos, se desconfa de la historia propia, se abren abismos insondables entre los pueblos, los cultivos y las tierras, puede hacerse insos-tenible la agricultura ancestral con sus cuida-dos comunitarios.

    Desde la perspectiva de la ganancia todos esos males son inversiones: es necesario desapare-cer la autonoma alimentaria porque as las comunidades se pueden convertir en meros reservorios de brazos a emplearse en cual-quier cosa. Y sin cultivadores ni cultivos, los territorios quedan abiertos al saqueo y la ex-propiacin.

    Resistencia silenciosa

    La defensa de las semillas nativas no es una eleccin cultural de las comunidades, es la defensa de su futuro. Casi nunca son moviliza-ciones masivas. Ocurre en lo profundo de las asambleas y en la cotidianidad de la parcela, donde sembradores como Josefina recuperan desde cero la materia orgnica destruida por dcadas de la Revolucin Verde. Se afanan en desintoxicar los suelos, afinan la seleccin de semillas, concilian los conflictos entre yerbas, insectos y cultivos; renuevan los equilibrios entre la milpas, comunidades y bosques. Van reaprendiendo a pensar sin los parmetros de los extensionistas. Van restableciendo la ha-bilidad para derivar el sustento sin pedir per-miso.

    Sin estruendo y sin descanso, se redactan es-tatutos comunitarios que prohben las semillas extraas, la bioprospeccin, el maz transg-nico. Se intercambian tcnicas pertinentes, se recuperan variedades olvidadas, se pone en el centro la voz de quienes de antao culti-van, se analizan las nuevas leyes, se tejen re-des nacionales para alertarse sobre los emba-tes que vienen: el Estado mexicano decret en 2014 que la extraccin de energa est por en-cima de la produccin de alimentos.5 Junto a la defensa de las semillas se bloquea la mina,

    5 Anlisis de Luis Hernndez Navarro, 17 de junio de 2014, en http://www.jornada.unam.mx/2014/06/17/opinion/015a1pol

    http://mapserverceccam.org/tfc/Documentos/El_Surco_1.pdfhttp://mapserverceccam.org/tfc/Documentos/El_Surco_1.pdfhttp://www.jornada.unam.mx/2014/06/17/opinion/015a1polhttp://www.jornada.unam.mx/2014/06/17/opinion/015a1pol

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    se defiende el ro, se rechazan los programas de gobierno y las consultas informadas, las carreteras y megaproyectos impuestos. Todo al mismo tiempo, porque la vida no se defien-de por partes.

    Entre los embates a que hacen frente cada da los campesinos mexicanos que cultivan semi-llas propias, est la posible autorizacin del maz transgnico. Los experimentos y solici-tudes de empresas que podran conducir a la aprobacin de la siembra comercial, tramita-dos desde 2009, se suspendieron como medida cautelar en 2013, por la presin de pueblos, comunidades y enormes sectores de la opinin pblica representados en una Demanda Colec-tiva, que exige que se nieguen los permisos de liberacin o siembra de maz transgnico en todo el pas invocando el derecho a la alimentacin y a la salud y los derechos de los pueblos originarios. A la fecha, esta de-manda, que no ha transitado an a juicio, ha resistido ms de 100 impugnaciones por parte de las propias autoridades mexicanas encar-gadas de la agricultura y el medio ambiente y las empresas trasnacionales ms poderosas del agronegocio: Monsanto, Pioneer, Syngenta y Dow.

    La nueva amenaza es el Acuerdo Transpacfi-co, que obligar a Mxico a adoptar la impla-cable legislacin supranacional que promueve las patentes sobre las variedades vegetales, UPOV 91 (Unin para la proteccin de las ob-tenciones vegetales), instrumento diseado especficamente para criminalizar las semillas nativas.

    Las semillas son nodos de relaciones, cruces de caminos, sntesis de historias, puntos de parti-da. Y las de esta poca dura de guerra contra la subsistencia vienen muy fieras. Cada vez en ms parcelas se habla de variedades que regresaron, como si desde el fondo de la his-toria retornaran los hroes de los pueblos. La produccin autnoma de alimentos, ms an, la reproduccin de los pueblos en sus propios trminos, se enfrenta a un sistema que est colocando en el lmite de existencia al pla-

    neta entero. Una guerra inconcebiblemente desigual donde los peleadores ms pequeos son la nica esperanza de un futuro para to-dos. No debe olvidarse ni por un momento que ahora mismo, la agricultura campesina y la agricultura independiente en las ciudades, producen los alimentos que mantienen en pie a la inmensa mayora de la humanidad.6 Eso, porque sigue habiendo semillas nativas.

    6 Grupo ETC, 2013: ConelcaosclimticoQuinnos alimentar: la cadena industrial de produccin de alimentos o las redes campesinas? En http://www.etcgroup.org/sites/www.etcgroup.org/files/web_quien_nos_alimentara_con_notas.pdf

    http://demandacolectivamaiz.mx/wp/demanda-contra-el-maiz-transgenico/http://demandacolectivamaiz.mx/wp/demanda-contra-el-maiz-transgenico/http://www.etcgroup.org/sites/www.etcgroup.org/files/web_quien_nos_alimentara_con_notas.pdfhttp://www.etcgroup.org/sites/www.etcgroup.org/files/web_quien_nos_alimentara_con_notas.pdfhttp://www.etcgroup.org/sites/www.etcgroup.org/files/web_quien_nos_alimentara_con_notas.pdf

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    La defensa de las semillas en Amrica Latina:

    perspectivas y retosJavier Carrera

    En 1999, la FAO anunci en uno de sus docu-mentos1 que la humanidad haba perdido, a lo largo del siglo veinte, el 75% de sus recursos fitogenticos. Es decir, las semillas que here-damos de nuestros ancestros.

    La semilla agrcola es siempre el resultado de largos procesos de adaptacin. Tomemos el caso del maz: la necesidad y el gusto hizo que, hace unos diez mil aos, campesinos en Mxico le pusieran esperanza a una hierba sil-vestre que creca en la zona, el teosinte. Se trataba de una mata con varios tallos, al final de los cuales hay una hilera de granos peque-os, cada grano cubierto por su camisa o cs-cara, de forma similar al trigo o la avena. A veces ocurre una mutacin que cubre toda la espiga con una sola camisa, facilitando la ex-traccin del grano. Aquellos campesinos em-pezaron a sembrar solo las semillas de plantas que haban presentado esa mutacin; con el tiempo fueron seleccionando granos cada vez ms grandes, descubrieron una nueva muta-cin que duplicaba las hileras a dos, y despus otra que la duplicaba nuevamente a cuatro, luego a ocho y ms. Al cabo de mucho tiempo, estas mutaciones se hicieron estables. Haba nacido una nueva especie: el maz.

    En cada pequeo valle, los agricultores adap-taron la planta a las condiciones locales de suelo, clima, plagas; un proceso que pue-de tomar algunos aos o varias dcadas. De esta manera fueron surgiendo nuevos tipos de

    1 FAO (1999) Women: users, preservers and man-agers of agrobiodiversity. Roma, FAO.

    maz. Al arribo de los europeos, existan en las Amricas miles de variedades, adaptadas a las ms diversas condiciones geogrficas.

    Procesos similares se dieron en la creacin de todas las especies y variedades que hereda-mos: manzanas en Kazajstn; ctricos y arroz en el Sudeste Asitico; caf en Etiopa; trigo, cebada y avena en Mesopotamia; col en Euro-pa; vid y olivos en el Mediterrneo, etc. Una impresionante diversidad agrcola, fruto de la labor de millones de pequeos agricultores a lo largo de miles de aos.

    En los ltimos siglos, la ciencia moderna no ha sido capaz de aadir ni una sola especie nue-va a la canasta mundial. Esto se debe prin-cipalmente a que la evolucin de los cultivos se basa en una lotera extrema: la siguiente mutacin gentica til puede aparecer en una planta entre millones. Por ello, ninguna ins-titucin, ningn equipo de cientficos, ningn presupuesto estatal o privado puede reempla-zar la labor de millones de campesinos selec-cionando continuamente, cada ao.

    Adems, la evolucin de las plantas de cul-tivo debe darse en condiciones naturales, en el campo, y no en las condiciones artificiales existentes en los laboratorios y campos de prueba de los institutos. Y debe darse tam-bin en un contexto social, al seno de una so-ciedad que est recreando continuamente su

    Javier Carrera, Red de Guardianes de Semi-llas, Ecuador.

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    cultura alimentaria en base a las condiciones locales, buscando siempre un equilibrio entre calidad y eficiencia en la produccin.

    Agricultura industrial

    sta era precisamente la situacin a nivel mundial hasta el despegue de la agricultura industrial en la dcada de los sesentas del si-glo pasado. En pocos aos, millones de cam-pesinos dejaron de seleccionar y guardar sus semillas. La calidad de los cultivos, que de-penda del manejo campesino de semillas y suelos, pas a depender de semillas hbridas y agrotxicos.

    Cuando en una regin los campesinos aban-donan sus semillas a favor de los hbridos, ya no hay vuelta atrs: la erosin gentica acaba en pocos aos con las variedades adaptadas localmente, reduciendo peligrosamente la capacidad de crear nuevas variedades resis-tentes y productivas, generando una total de-pendencia hacia las semillas controladas por la industria y su paquete de agrotxicos.

    A finales del siglo veinte, varias empresas que se estaban aprovechando de esta situacin ini-ciaron un proceso de monopolizacin del sec-tor, y lanzaron una nueva etapa del proceso con la introduccin de los cultivos transgni-cos. Sus nombres son conocidos: Monsanto, Syngenta, Bayer, Novartis, Dupont, Seminis. Su dominio del mercado de semillas est con-solidado, lo que representa un enorme riesgo para la humanidad en general: en tiempos de cambio climtico y de cara a una escasez de petrleo, la erosin gentica, la incapacidad de crear nuevas variedades adaptadas local-mente y la dependencia de semillas que no funcionan sin el aporte de los combustibles fsiles sern factores importantes en la prdi-da de productividad, hambre y pobreza en las prximas dcadas. Las semillas son un factor esencial tanto para el bienestar como para la supervivencia de las generaciones futuras.

    Actualmente las amenazas ms graves a la

    agrobiodiversidad son:

    1. Contaminacin gentica: La introduccin masiva de cultivos genticamente modifi-cados est afectando irremediablemente la riqueza gentica local en varios pases de Amrica Latina. El continente est par-ticipando a su pesar en un experimento a gran escala; en realidad no sabemos cules sern las consecuencias a largo plazo de la contaminacin gentica en los cultivos. Sin embargo, la afectacin social, econmica, ecolgica y en trminos de soberana ali-mentaria y erosin gentica ya es incalcu-lable.

    2. Erosin gentica con soporte legal: La ma-yora de los pases que firmaron el tratado internacional UPOV 91, e incluso aquellos que no lo hicieron, se encuentran en dis-tintas etapas de la implementacin de le-yes que regulan la produccin y circulacin de semillas dentro de sus territorios. Estas leyes son prcticamente fotocopias, per-siguen los mismos fines con herramientas similares. Con el pretexto de proteger a las semillas de enfermedades y elevar la calidad de los cultivos ambas pretensio-nes que no tienen justificacin cientfica se crean sistemas nacionales de control, que permiten solamente la circulacin de semilla certificada y que conste en un ca-tlogo nacional. Francia, uno de los pri-meros pases en implementar con fuerza estas regulaciones, es un ejemplo de sus consecuencias: cerca del 100% de las semi-llas registradas en su catlogo nacional son hbridos industriales; las grandes empresas no cumplen con las regulaciones pero stas se aplican con fuerza a las asociaciones que producen semilla libre y ancestral, gene-rando costosos procesos judiciales que los pequeos productores no pueden sostener. Otro ejemplo es Colombia, donde la poli-ca ha incautado camiones que viajaban sin permisos especiales llevando productos que podran servir de semilla, como arroz en grano entero; ha multado a los transpor-tistas y ha enterrado el grano en basureros municipales.

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    3. Erosin gentica resultante de la globaliza-cin alimentaria. Probablemente la causa ms importante es el desconocimiento por parte de la poblacin, que ha adoptado una dieta globalizada donde incluso las horta-lizas orgnicas siguen el modelo europeo/norteamericano y compiten con los produc-tos locales.

    Desafos agroecolgicos

    Pero es quiz aqu donde reside la esperanza. Amrica Latina est viviendo una revaloriza-cin de sus cocinas tradicionales, por moti-vos que incluyen, por un lado, la gastronoma turstica, y por otro, una toma de conciencia por parte de la poblacin de que las dietas nacionales son las ms adecuadas para su sa-lud. La agroecologa sigue expandindose por el continente y sin duda cobrar ms fuerza. Esto crea condiciones ideales para impulsar el consumo de cultivos ancestrales en cada pas, y a partir de ello rescatar las semillas hereda-das, libres y locales.

    El xito de esta estrategia depender de la ca-pacidad de articulacin y sostenimiento eco-nmico de los actores que impulsan la agro-biodiversidad en esta etapa inicial. Amrica Latina tiene una tradicin de varias dcadas de lucha social y poltica en el tema, de la mano de varias organizaciones a nivel nacio-nal y continental. Gracias a su trabajo, las semillas se han posicionado como un tema im-portante y que genera reacciones muy positi-vas en la opinin pblica. Pero esta labor, si bien ha frenado la expansin del monopolio fitogentico en varios frentes, no ha logrado asegurar un autoabastecimiento de semillas a nivel local, con lo que la erosin gentica contina. se es el reto que ahora tratan de enfrentar las redes de guardianes y custodios de semillas, que existen o se estn formando en cada pas del continente. Son grupos de ciudadanos, productores y productoras de se-

    millas que se estn organizando para afrontar juntos los retos de la produccin orgnica de semillas en las difciles condiciones actuales.

    En Europa varias asociaciones de este estilo, consolidadas, han logrado subsistir e incluso dar exitosas batallas legales a las corporacio-nes y sus aliados estatales. En Estados Unidos, pese a las regulaciones, existe un autntico florecimiento de redes, microempresas fami-liares y asociaciones que estn logrando enor-mes xitos no solo en el rescate de la agro-biodiversidad, sino en la creacin de nuevas variedades de cultivo.

    La situacin en Amrica Latina es crtica. Hay casos esperanzadores, como el de la empresa campesina Bionatur en el sur del Brasil; pero en general hay una falta de estrategias aut-nomas, autosostenibles, en el rescate y pro-mocin de semillas.

    Es en este contexto que trabajan las redes mencionadas. Aquellas agrupadas en la na-ciente Red Semillas de Libertad tienen xitos impresionantes y mucha experiencia por com-partir: la campaa Sin Maz no hay Pas en M-xico, los procesos de comercializacin de se-milla campesina en Guatemala, la declaracin del 70% de municipios libres de transgnicos en Costa Rica, las ms de 3.000 variedades de semillas preservadas por la Red de Guardianes de Semillas en Ecuador y Colombia, el resca-te del Festival Huatunakuy en Per o la crea-cin de la Cooperativa de productores Semilla Austral en Chile son algunos ejemplos. Res-ponsables de una de las mayores diversidades agrcolas del mundo, sin apoyo econmico, con pocos conocimientos de cmo lograr que sus emprendimientos sean sostenibles, y con leyes a menudo contrarias a su labor, las guar-dianas y los custodios de semillas trabajan cada da para llevar semillas libres, orgnicas y de herencia ancestral a la poblacin.

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    En Brasil, las ferias libres son parte de la historia y de la vida cotidiana de millones de personas y constituyen un rasgo fuerte de nuestro pueblo. Una marca cultural importan-te que tiene la capacidad de influir en las di-mensiones sociales y polticas de la sociedad. En el norte y noreste del pas, especialmente, es un aspecto de la resistencia popular a las transformaciones impuestas por el modelo he-gemnico de mercantilizacin capitalista.

    En miles de municipios brasileos las ferias se realizan semanalmente en tanto espacios de comercializacin, pero tambin de intercam-bio de saberes, de aprendizajes, culturas, h-bitos, valores, de reafirmar posiciones, posi-bilidades, y lugares de encuentro y reuniones.

    Un poco de nuestra historia

    En Alagoas, el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) construye desde 1999 la experiencia de la Feria de la Reforma Agra-ria en la capital Macei, que se ha consolidado en el calendario de la ciudad como espacio de dilogo directo con la sociedad.

    La Feria de la Reforma Agraria del MST es la expresin de lo que queremos en cuanto pro-

    Ferias de la Reforma Agraria del MST-Alagoas

    La construccin de un nuevo proyecto de sociedad

    Dbora Nunes L. da Silva Gustavo Marinho

    yecto de sociedad, que se presenta como re-sultado del debate del Movimiento en tanto instrumento fundamental en la lucha de los trabajadores y trabajadoras Sin Tierra en Ala-goas y en Brasil. Marca un proyecto para el campo junto a la sociedad, comercializa ali-mentos saludables destacando la relacin del campo con la ciudad y celebra las conquistas de la lucha por la tierra.

    Es posible que al principio la feria no haya tenido la dimensin de herramienta poltica, como se percibe actualmente, sin embargo la necesidad de entrelazar el debate sobre la re-forma agraria con el conjunto de la sociedad ya era la principal motivacin que condujo al Movimiento a realizar las Ferias de la Reforma Agraria en Macei. Y es que la Feria permite a los Sin Tierra ocupar la ciudad de una manera diferente a las habituales marchas, ocupacio-nes y movilizaciones que realizan, de manera que vincula los dos momentos, en la proyec-cin de la Feria como resultado de estas lu-chas, pues slo es posible realizar las Ferias porque antes hubo procesos organizativos de lucha y presin que fueron forzando al Estado y a los gobiernos a llevar a cabo la reforma agraria.

    En este proceso se fue construyendo la pers-pectiva y las tareas de la Feria, como resulta-do de la lucha de los Sin Tierra, al tiempo que convocaba a toda la sociedad a comprender la necesidad de la realizacin de la reforma agraria con la finalidad de resolver proble-

    Dbora Nunes L. da Silva, Coordinacin Nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) Gustavo Marinho, rea de Comunicaciones del MST

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    mas estructurales, como la ampliacin y au-mento de las favelas debido al xodo rural, el desempleo, las desigualdades sociales y los problemas de infraestructura general de las ciudades, que afectan a toda la sociedad en sus diversos estratos sociales, y garantizar la soberana alimentaria.

    La Feria de la Reforma Agraria: tareas, desafos y lmites

    En la realizacin de la Feria, el primer desafo fue el de acercarse a la ciudad, de modo que ella se transforme en un punto de encuentro de la ciudad con el campo, superando la visin prejuiciada y distorsionada que los grandes medios de comunicacin proyectaron del MST, de la lucha por la tierra y de los propios cam-pesinos y campesinas. Construir esa aproxi-macin era fundamental para poder dialogar. En un proceso de deconstruccin y reconstruc-cin se fue estableciendo la comprensin de la importancia de la Feria de la Reforma Agraria para toda la sociedad.

    La ferias tambin apuntan a otros retos, algu-nos que han perdurado hasta nuestros das, por ejemplo, el apoyo del Estado para garantizar condiciones para que la Feria se lleve a cabo, cuya realizacin precisamente supone garanti-zar la tierra donde se materializa la produc-cin de alimentos, pasando por los crditos, el transporte del campo a la ciudad de los pro-ductos que se comercializarn y las condiciones estructurales necesarias para montar y realizar la Feria en la plaza, el espacio urbano donde se lleva a cabo desde el inicio.

    El estado de Alagoas, en pleno siglo XXI, tiene caractersticas marcadas de agrarismo atra-sado y conservador, aun hoy da se registran huellas y prcticas del Brasil colonial, sobre todo en lo que se refiere a la produccin de caa de azcar, considerada como la principal actividad econmica que concentra la tierra, expulsa a los campesinos y campesinas del campo, destruye la naturaleza, produce pro-fundas desigualdades, concentra la riqueza y es responsable de los psimos indicadores

    sociales que tiene el estado de Alagoas, que se encuentra entre los que tienen mayores tasas de mortalidad infantil, analfabetismo y violencia, adems de los peores ndices de De-sarrollo Humano (IDH).

    La reforma agraria cumple el rol de hacer un movimiento inverso respecto a estas cuestio-nes, garantizando la permanencia y/o retorno al campo, con trabajo para las familias asen-tadas, ingresos, acceso a vivienda, educacin, salud, produccin de alimentos. Otra funcin importante es que denuncia la forma depre-dadora de la produccin del agronegocio, el envenenamiento de la naturaleza y de la so-ciedad, permitiendo que este debate se lleve a cabo, sea pblico, amplio y permita delinear acciones para combatir este modelo.

    Hay muchas limitaciones y obstculos para alcanzar las condiciones adecuadas para la realizacin de las ferias, ya que no se trata tan solo del espacio, porque la Feria es el re-sultado de diversos procesos: la ocupacin de la tierra, la conquista del asentamiento, el ac-ceso al crdito, las condiciones para producir, las polticas de comercializacin, etc.

    Cuando el Estado incumple el mandato cons-titucional de destinar para la reforma agraria las tierras que no cumplen la funcin social, se registra ah el primer obstculo para avan-zar en la implementacin de las ferias, sea en frecuencia, calidad o diversidad de productos.

    Las polticas agrcolas tambin se constitu-yen en una traba, ya que no garantizan que se establezca un proceso masivo de transicin agroecolgica en la produccin, para posibili-tar la produccin de alimentos sanos, debido a que el crdito es limitado, burocratizado y vinculado a un paquete tecnolgico que repro-duce la lgica del agronegocio.

    Entonces, gran parte de lo que se hace, pro-duce y llega a las ferias es el resultado del compromiso de las familias que van buscando formas y alternativas para avanzar en la orga-nizacin de la produccin.

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    Una decisin del Movimiento es que los pre-cios de los productos comercializados deben tener valores por debajo de los mercados con-vencionales y ser accesibles al pblico, esta-bleciendo una tabla de referencia para la Fe-ria de la Reforma Agraria de manera que sea accesible a quien llega a comprar y quienes venden no tengan prdidas. Al eliminar la fi-gura del intermediario, la Feria es el espacio de comercializacin especfico de quienes producen.

    Adems, nuestra comprensin es que toda la sociedad, especialmente los ms pobres, tie-ne derecho a alimentarse bien con productos sanos, respetando los hbitos alimentarios locales, libres de agrotxicos. As, nuestro proyecto apunta a que con la reforma agraria tengamos condiciones para producir alimentos sanos, baratos y accesibles para todo el pue-blo.

    Tener productos ms baratos est directamen-te relacionado con la superacin de las trabas que sealamos anteriormente, con una polti-ca agraria y agrcola de Estado que priorice a la agricultura campesina. De ah la necesidad de que toda la sociedad se sume a la lucha por la reforma agraria.

    En los 16 aos de la experiencia de la Feria de la Reforma Agraria en la capital Macei, que se cumpli en el 2015, el Movimiento tam-bin seala la necesidad de ampliar el debate con la sociedad en otras partes de la ciudad, lo que ha estimulado la realizacin de otros momentos de comercializacin y dilogo sobre la reforma agraria en el estado y en el pas. Ejemplo de ello es la realizacin de la Feria de la Reforma Agraria en Arapiraca, la segun-da ciudad ms grande de Alagoas, en la regin del Agreste. Que tambin se ha consolidado como una herramienta de difusin de la refor-ma agraria.

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    En tales perspectivas, vale resaltar el ejerci-cio constante del Movimiento para presentar en las ferias las diversas dimensiones de la vida en el campo, desde la produccin de ali-mentos hasta la educacin y la cultura, siem-pre protagonizadas por los diversos sujetos que viven en el campo de Alagoas. En los di-logos con la sociedad, en la socializacin de experiencias agroecolgicas, en las expresio-nes culturales... Todos estos elementos con-tribuyen a la comprensin de la relacin di-recta entre el campo y la ciudad, y a la tarea de comprender la lucha por la tierra tambin como una necesidad de constituirse en una bandera de quienes viven la ciudad.

    La Reforma Agraria Popular

    La salud, la cultura y la vida en el campo, ade-ms de otros elementos presentes en los das de realizacin de la Feria, tambin se expre-san a travs del proyecto de Reforma Agraria Popular, formulado por el MST.

    El proyecto de Reforma Agraria Popular es una construccin colectiva del MST de un modelo de agricultura para la sociedad brasilea. Su concepcin parte de la constatacin de que la etapa de desarrollo de las fuerzas productivas en el campo, con el avance del capital ya no implicara la realizacin de la Reforma Agraria Clsica, sobre todo por la hegemona del agro-negocio que tiene el Estado a su servicio. Y a nuestro entender resulta indispensable que los campesinos, los trabajadores y trabajado-ras Sin Tierra, presenten una alternativa que pudiese resistir y enfrentar la hegemona del capital en la agricultura.

    La propuesta del MST para el campo brasile-o capaz de enfrentar y oponerse al modelo

    del agronegocio, apunta a generar condicio-nes que permitan resolver problemas estruc-turales de toda la sociedad brasilea, espe-cialmente con la misin de producir alimentos sanos que atiendan las necesidades del pueblo brasileo, defender la soberana alimentaria y recuperar y cuidar los bienes naturales, para atender las necesidades para la reproduccin de la vida de esta y de las futuras generacio-nes , bienes que han sido apropiados, mercan-tilizados y destruidos por el agronegocio.

    As, la Reforma Agraria Popular al proponer-se resolver cuestiones fundamentales tanto de los campesinos como de toda la sociedad, evidencia que en su construccin deber tener un carcter popular.

    Entre las cuestiones fundamentales estn las condiciones necesarias para desarrollar un modelo de produccin en equilibrio con la na-turaleza: El cambio de modelo tecnolgico de produccin, la agroindustrializacin, garanta de educacin en todos los niveles, asegurar las diversas dimensiones de la vida humana, la cultura, el descanso y la salud de los cam-pesinos.

    El reto de construir tambin viene a la Feria, aunque todava tenga muchos retos que supe-rar, para que las personas tengan la posibili-dad de rehacer la lectura que hacen los gran-des medios de comunicacin.

    Lo que construimos en la Feria es la expresin de aquello que queremos en tanto proyecto de sociedad. Y no es tarea pequea ni solo de los Sin Tierra. Todos estn invitados a ser constructores de este proyecto.

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    El Instituto Agroecolgico Latinoamericano (IALA) Guaran, en Paraguay, est vinculado a los objetivos de la Coordinadora Latinoame-ricana de Organizaciones del Campo CLOC-Va Campesina Sudamrica, una articulacin continental de organizaciones del campo. Su objetivo es formar profesionales que tengan condiciones tcnico-cientficas y metodolgi-cas para discutir e implementar la Agroecolo-ga en las comunidades del campo.

    El proyecto de construccin de una articula-cin de institutos agroecolgicos de carcter internacionalista se encuentra en el marco de las acciones de defensa de los principios de la Soberana Alimentaria de los pueblos, de pro-teccin y multiplicacin de las semillas nativas y la valoracin de la agricultura campesina, de bsqueda de nuevas tcnicas agrcolas amiga-bles con el medioambiente y con la calidad de los alimentos, de relaciones innovadoras entre los hombres y las mujeres en igualdad de derechos y condiciones, de integracin la-tinoamericana, de internacionalismo y de au-todeterminacin de los pueblos.

    El IALA Guaran es un espacio para la cons-truccin de una nueva cultura tica, poltica y ecolgica, con contenido profundamente social y humano; que asuma los procesos pe-daggicos, colocando el acento en los conoci-mientos plurales necesarios para la formacin integral, evitando de esta manera, el estable-cimiento de una racionalidad tecnocrtica y pragmtica, incapaz de responder a las trans-formaciones que demanda la actual coyuntura de nuestros pueblos.

    El IALA Guaran instala su propuesta de for-

    macin cientfica para jvenes campesinos y campesinas con una consigna pedaggica bien diferenciada. La gran finalidad de la educacin es la humanizacin de las personas: as, la es-cuela precisa ser trabajada como un lugar de formacin humana, asumiendo la complejidad del proceso. En este sentido, necesita fomen-tar en lo cotidiano una intencionalidad polti-co-pedaggica de todas las acciones que sern desarrolladas, teniendo en cuenta que debe estar orientada hacia la transformacin de la sociedad, estando orgnicamente vinculada a la estrategia de las organizaciones sociales.

    Los pasos del IALA Guaran

    El IALA fue la herramienta poltica que agluti-n y posibilit dinamizar y dar unidad a CLOC-VC Paraguay.

    En el marco de la preparacin pedaggica de los y las educandos, provenientes de organizacio-nes campesinas de Sudamrica, se realizaron dos cursos introductorios que se configuraron como un espacio de intercambio de experien-cias y saberes: el Curso Bsico de Formacin y Capacitacin en Agroecologa y el Curso Proba-torio de Nivelacin de Conocimientos, que tu-vieron lugar en el distrito de Capiibary (Dpto. San Pedro), en 2009 y 2010, respectivamente.

    Los aos que van de 2009 a 2011 constituyeron un periodo de instauracin de la identidad y reconocimiento del IALA Guaran como un ins-tituto con rango universitario destinado a ser una herramienta de aglutinacin de la clase trabajadora y, sobre todo, del campesinado, para ampliar la capacidad organizativa de los movimientos del campo.

    A partir de 2011, el IALA Guaran se materializ con el inicio del Curso en el asentamiento San-

    Formacin en agroecologaCPP - IALA Guaran

    Coodinacin Poltico-Pedaggica IALA Guaran, Paraguay.

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    ta Catalina, ubicado en el distrito de Curugua-ty, departamento de Canindey.

    El Curso empez con la participacin de 77 educandos pertenecientes a las organizaciones miembros de la CLOC-Va Campesina Sudam-rica, de los siguientes pases: Brasil, Ecuador, Chile, Bolivia; y organizaciones invitadas de Pa-raguay: Asociacin Campesina Maracan (ACM), Coordinadora de Productores Agrcolas de San Pedro Norte (CPA-SPN), Servicio Paz y Justicia Paraguay (SERPAJ-Py), Organizacin Campesina Regional de Concepcin (OCRC), aparte de los miembros de la CLOC-VC Paraguay en su totali-dad, con excepcin de la ONAI.

    Otros mtodos de luchas y aprendizajes

    La participacin en las luchas forma parte de la estrategia de formacin poltico-ideolgica del Curso. Por la prctica poltica del institu-to, la Carrera no se limita a la difusin de co-nocimientos tericos, sino que adems de los estudios, el colectivo ha estado presente en la articulacin y realizacin de las luchas de los

    movimientos sociales expresadas a travs de marchas, cierres de rutas y reclamos de tierras, destacndose el traslado de los y las educandos a las comunidades afectadas por la masacre de Curuguaty para acompaar el desarrollo pro-ductivo en procura de contribuir a mejorar las condiciones de vida de los habitantes.

    Una estrategia de sustentabilidad a partir de la AGROECOLOGIA

    Resaltamos que la agroecologa se constituye en una praxis revolucionaria en el sentido de que se plantea como una alternativa al mo-delo de produccin capitalista, el cual tiene como base el agronegocio, que cambia la agri-cultura productora de alimentos en produc-tora de mercancas. Por lo tanto, ms que nunca es necesario potenciar estrategias de fortalecimiento de la agricultura campesina. Comprendemos que la agroecologa es una prctica de produccin ancestral, un modo de vida de relacionarse entre los seres humanos y la naturaleza. Desde una perspectiva hist-rica, el origen de la misma est en el conoci-miento acumulado y los saberes de los pueblos

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    indgenas y campesinos, sistematizado por un dilogo entre los diferentes tipos de conoci-mientos. Asimismo se basa en los principios de la soberana alimentaria, en el concepto de la tierra y territorio, las luchas e integracin y la libre determinacin de los pueblos.

    De este modo la agroecologa incluye el cuida-do y la defensa de la vida, la produccin de alimentos, la consciencia poltica y organizati-va, avanzando en los procesos de cooperacin, para la transformacin, agroindustria, inter-cambio y destino de los frutos de nuestro tra-bajo, promoviendo una alianza entre los pue-blos de la ciudad y del campo.

    Reafirmamos que la agroecologa se fundamen-ta en los saberes y prcticas ancestrales, que construyen el conocimiento a partir del dilogo y el respecto a las diferentes visiones y pro-cesos, en el intercambio de experiencias y en la utilizacin de tecnologas apropiadas para la produccin de alimentos saludables que atien-dan a las necesidades de la humanidad en ar-mona con la Pacha Mama (Madre Tierra)

    nosotros y nosotras somos la gente de la tierra, quienes producimos alimentos para el mundo. Tenemos el derecho de

    seguir siendo campesinos y campesinas y la responsabilidad de continuar alimen-tando a nuestros pueblos. Cuidamos las semillas, que son la vida, y pensamos

    que el acto de producir alimentos es un acto de amor. La humanidad necesita de nuestra presencia; nos negamos a

    desaparecer. En la produccin de ese alimento, hicimos un compromiso de utilizar la agricultura campesina sos-tenible, ya que, slo la produccin campesina agroecolgica puede des-

    vincular el precio de los alimentos del precio del petrleo, recuperar los suelos degradados por la agricultura industrial y producir alimentos sanos y cercanos

    para nuestros pueblos.

    El desafo del IALA Guaran es formar militan-tes calificados con dominio terico y prctico

    en la Agroecologa, con aptitudes y condicio-nes que contribuyan a la autonoma y sobe-rana de las organizaciones campesinas. Esto es necesario para desarrollar un nuevo mode-lo de enseanza que responda a las demandas de las comunidades campesinas e indgenas. El desafo es avanzar hacia los conocimientos cientficos mediatizados por una educacin li-beradora y participativa.

    Por lo tanto, el IALA Guaran cumple una fun-cin central en este aspecto, en el sentido de constituirse en una vanguardia de pensamien-to y conducta humana, con enfoque produc-tivo y agroecolgico. Es un desafo, conside-rando que la Agroecologa se sita en el marco de un proyecto societario complejo, que con-tiene un posicionamiento poltico, filosfico y cientfico de clase.

    La formacin humana con intencionalidad pe-daggica es algo nuevo para gran parte de los y las educandos, razn por la cual inicialmen-te tenan limitaciones para su entendimiento y asimilacin, pero la necesidad de organizar el instituto a partir del principio de la direcci-n colectiva y de la autogestin posibilit las condiciones para poner en marcha los desafos, colocados de manera que permitan construir responsabilidad y calidad en la prctica de la formacin tcnico-poltica del estudiantado.

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    El gallo pinto nicaragenseJos Adn Rivera Castillo

    Hablar de Seguridad y Soberana Alimenta-ria y Nutricional en este pas centroame-ricano, es referirse al platillo denominado gallo pinto siendo una racin alimenticia compuesta por una mezcla cuyos ingredientes principales son el arroz y los frijoles, cocina-dos con aceite vegetal y otras especies meno-res como condimentos.

    Dicha racin contiene todos los nutrientes ne-cesarios como son las protenas, carbohidra-tos, calcio, hierro, fosforo, etc para garanti-zar una alimentacin sana para el cuerpo.

    Los frijoles son producidos en el pas por los 160 mil agricultores familiares que aseguran una produccin de 5 millones de quintales anualmente, con sus propias semillas criollas. La demanda interna se cubre con el 50% de la produccin y el resto se exporta a Centroam-rica, Mxico y EEUU.

    El arroz es producido nacionalmente por pe-queos, medianos y grandes productores loca-les en un rea de 99, 872 manzanas de tierras frtiles, de las cuales 59,152 son bajo riego y el restante de secano o invierno. La produc-cin anual es de 4, 233,000 quintales, con lo cual se cubre el 80% de la demanda interna, el otro 20% es importado por los propios pro-ductores.

    El gallo pinto se consume acompaado de tortillas de maz o pltanos, ambos productos tambin se producen localmente, sin embar-go, en el caso del maz, por retrasos tecno-lgicos no se procesa localmente para sacar la harina, lo cual facilita la elaboracin de la

    tortilla y dems. Este retraso tecnolgico nos est costando la invasin de harina proceden-te de los pases del norte y con ello el desman-telamiento de la produccin nacional de maz.

    En trminos ms generales en Nicaragua, la agricultura familiar campesina produce el 70 % de los alimentos que se consumen, gene-rando, al mismo tiempo, el 80% del empleo y autoempleo rural y, segn el ltimo censo agropecuario de 2011, la agricultura familiar campesina cuenta con el 84.3% de las fincas y con el 70 % de las tierras cultivables, lo cual representa una posicin favorable en materia de soberana alimentaria.

    En productos lcteos, crnicos, frutas, tubr-culos, vegetales, etc., se cuenta con un gran potencial debido a las favorables condiciones agroecolgicas aun en condiciones de cambio climtico. El problema es la baja productivi-dad por el gran retraso tecnolgico, lo que, a su vez, nos resta competitividad en los mer-cados internacionales, los cuales tienden a in-vadirnos con sus productos mejor elaborados en detrimento de nuestro sistema productivo nacional.

    Polticas pblicas para el agro

    En Nicaragua contamos con una ley de Seguri-dad y Soberana Alimentaria y Nutricional muy avanzada en comparacin a otros pases de la regin, sin embargo ya comenzamos a resentir la invasin de todo tipo productos procesados en el exterior, sometiendo y modificando los hbitos de consumo. Asimismo, segn lo acor-dado en los TLC como el CAFTA, ADA, etc., en poco tiempo (2020) entrarn libre de arance-les todos los productos alimenticios que ven-drn a competir con los nacionales.Jos Adn Rivera Castillo, ATC Unapa Nica-

    ragua.

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    Como movimientos campesinos y trabajadores en general, en alianza con sectores empresa-riales nacionalistas, que tambin se ven ame-nazados, hemos acordado con el gobierno, enfrentar el fenmeno mediante el dilogo social (trabajadores, empresarios y gobierno) para negociar trminos comerciales que favo-rezcan la produccin nacional, para asegurar la gobernabilidad, la seguridad ciudadana y el desarrollo econmico con visin de nacin.

    En esta ltima dcada todos los sectores empresariales, trabajadores y gobierno han manifestado su satisfaccin ante los avances macroeconmicos logrados, sobre todo en lo referido a la inversin en infraestructura pro-ductiva y social, como carreteras que interco-nectan a todos los municipios, la electrifica-cin rural, la cobertura en las comunicaciones inalmbricas, fibra ptica, el modelo de segu-ridad ciudadana, la prevencin y auxilio ante desastres naturales, los programas sociales, la educacin bsica y universitaria, el sistema de salud, el control epidemiolgico, programas

    de apoyo a comunidades afectadas por se-quas, programas dirigidos a las mujeres, etc.

    El gran reto para el sector social de la econo-ma y en particular para la agricultura familiar campesina e indgena es demostrar capacidad real de producir alimentos con calidad y canti-dad segn lo demande la sociedad. Ello impli-ca elevar la productividad, superar el retraso tecnolgico para implementar la agroindustria alimentaria que asegure la calidad total, o lo que denominan trazabilidad de los alimentos, con una visin agroecolgica, con produccin sin txicos, con agricultura protegida frente al cambio climtico. Esta revolucin agroindus-trial alimentaria motivar a la juventud para quedarse en la generosa actividad de producir alimentos y contribuir al refrescamiento del ambiente. De lo contrario, nuestros modelos de vida y economas locales sern desplazados y con ello se intensificar el xodo hacia los pases del norte en bsqueda de una mejor o peor vida.

    www.movimientos.org

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    Territorio y soberana alimentaria desde la

    perspectiva mesoamericanaDaniel Pascual Hernndez Carlos Barrientos Aragn

    Hace aproximadamente cuatro mil aos, los habitantes de las ciudades del preclsico temprano maya lograron la hazaa de domes-ticar el maz, y dieron otro salto importante al alcanzar una productividad superior a los 250 kilos de maz por hectrea. Este logro les permiti iniciar un proceso de desarrollo eco-nmico, tecnolgico y social sin precedentes, para dar lugar a una de las ms sorprendentes civilizaciones: los mayas.

    En los siguientes siglos, nuestros antepasados mayas continuaron desarrollando una serie de importantes logros: fueron uno de los dos pueblos del mundo que inventaron el cero, usaron el sistema posicional mil aos antes que los europeos. Crearon tres calendarios: el agrcola de 260 das; el anual de 365 das, ms exacto que el usado en la actualidad y la Cuenta Larga que posee ciclos de 5,200 aos. Conocan y eran capaces de predecir los eclipses lunares y solares, la rbita de Venus y muchos ms logros en medicina, matemtica, en la domesticacin de los ecosistemas y en arquitectura. Con avances y contradicciones, los pueblos mayas fueron generando su pro-pia ruta de desarrollo que fue violentamente truncada con la invasin europea.

    En la actualidad, quienes habitamos el espa-cio conocido como Mesoamrica, al plantear-nos la defensa del territorio, lo hacemos como fruto de nuestra historia y como reaccin al despojo y exclusin del que hemos sido objeto histricamente y que origin un proceso con diversas manifestaciones:

    - Nos fue arrebatado el uso y posesin de la tierra de la cual obtenamos nuestro sus-tento y se nos permiti el uso de pequeas parcelas para que los grandes propietarios de la tierra pudieran reducir costos, pero nicamente para autosubsistir, mientras que quedamos obligados a entregar nuestro trabajo a precios de miseria.

    - La relacin vital e identitaria con nuestra Madre Tierra se convirti, bajo el sistema de dominacin predominante, en una rela-cin econmica y desde el poder se redu-jo a ver la tierra como medio o factor de produccin, aunque nuestros pueblos fueron encontrando la forma de recrear la relacin armnica e integral con el Ukux Ulew (Corazn de la Tierra), de la cual so-mos parte.

    - Se nos desplaz y confin a determinadas regiones donde sufrimos la segregacin y discriminacin, pero sin poder decidir ple-namente y administrar todos los recursos que dichas regiones contenan, mientras los poderosos decidan, a su sabor y antojo,

    Daniel Pascual es Coordinador General del Co-mit de Unidad Campesina -CUC- de Guatemala. Carlos Barrientos Aragn es Secretario Ejecu-tivo del CUC.

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    sobre los territorios que les haban perte-necido a nuestros pueblos.

    - Sobre la base del despojo de tierra que fui-mos objeto y del control que sobre el te-rritorio usurparon unas minoras, con el fin de explotar los recursos de la Madre Tierra se crearon relaciones de dominacin que protegan, garantizaban y reproducan los intereses de esas minoras, en el marco de un modelo occidental de Estado-Nacin.

    Estos procesos configuraron una realidad de exclusin y segregacin que dio como resul-tado que los lugares donde habitamos los pueblos indgenas eran, a su vez, los lugares donde crecen y se desarrollan la miseria y la injusticia; los lugares olvidados y abandonados a su suerte, los lugares donde no hay servicios bsicos ni medios de comunicacin. Pero en esos lugares tambin encontramos las distin-tas formas de resistir.

    Sistemas propios de relacin y produccin

    En medio de dificultades y carencias man-tuvimos nuestra visin y prctica de respeto y complementacin con la Madre Tierra, obtuvimos los recursos materiales para subsistir como pueblos y conservamos y for-talecimos nuestra identidad fundamentada en nuestra cultura, origen, prcticas y pertenen-cia a un pueblo asentado en un rea determi-nada.

    Pero an ms, a partir de la realidad de esta relacin de nuestros pueblos con la Madre Na-turaleza, fuimos construyendo sistemas de re-lacin y produccin que nos permitan no sola-mente alimentarnos, sino reproducir nuestra cosmovisin y reproducirnos como pueblos; de esa cuenta la yuca o mandioca, la papa y el maz, por mencionar algunos alimentos sagrados, han sido y son componentes funda-mentales de nuestra dieta alimenticia que se complementa con otro tipo de alimentos pro-ducidos en asocio, lo que permiti a nuestros abuelos y abuelas contar con las nutrientes

    necesarios. La suficiencia de la produccin alimentaria, adecuada para nuestros pueblos y sin dependencia externa, que nos legaron nuestros antepasados, es lo que posterior-mente Va Campesina acu como Soberana Alimentaria.

    Esta capacidad de producir nuestros propios alimentos en forma suficiente ha sufrido va-rios ataques. Para empezar, con la invasin europea, se rompi la relacin que nuestros pueblos tenan entre diversos ecosistemas; posteriormente, con la mal llamada revolu-cin verde se indujo a la produccin de mo-nocultivos, la utilizacin de agroqumicos por parte de las transnacionales, con todos sus efectos de contaminacin, dependencia ex-terna y degradacin de los ecosistemas. Ms recientemente el impulso de los transgnicos en funcin de las ganancias del agronegocio y las empresas productoras, tambin fue otro ataque ms. Frente a ello, nuestros pueblos han ido buscando formas de recuperar nuestra produccin y una relacin vital con la Madre Tierra.

    Sin embargo, en los ltimos aos, nuestros te-rritorios cada vez ms estn siendo sometidos a nuevas amenazas y nuevos despojos a partir de los apetitos de las empresas transnaciona-les. De esa cuenta, Mesoamrica, como mu-chas otras regiones del continente, ha pasado, nuevamente, a ser un territorio en el cual em-presas extranjeras, oligarquas nacionales y los gobiernos de los pases desarrollados, con Estados Unidos a la cabeza, tratan de saquear los recursos del subsuelo, el agua que es un derecho de todas y todos, la gran biodiversi-dad que existe en esta regin; y, dadas las ca-ractersticas geogrficas, pretenden hacer de esta regin un rea de paso de las mercancas de Estados Unidos.

    Nuevamente a nuestras comunidades se les est arrebatando el agua, la biodiversidad, los intercambios de energa en los diferentes ecosistemas y en particular la posibilidad de producir nuestros propios alimentos.

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    Ante estas realidades y hundiendo las races en el ejemplo de nuestros abuelos y abuelas y comprometidos con el presente y futuro de nuestros pueblos, reafirmamos que la lu-cha por el territorio debe ser una de nuestras principales trincheras para nutrir y enriquecer nuestra cosmovisin y nuestras culturas; para hacer valer nuestros derechos en la prctica y para construir formas incluyentes y democr-ticas de poder que hundan sus races en los valores de nuestros antepasados y en el papel de los ancianos y ancianas que hemos aprendi-do en nuestras comunidades.

    La lucha por el territorio

    Partiendo de esta visin, consideramos que la lucha por el territorio est unida a la lucha por la soberana alimentaria. Se trata, enton-ces, de que nuestros pueblos tengan acceso a la tierra para poder obtener el sustento que nuestras familias necesitan, pero tambin para que nuestra cosmovisin y nuestras prc-ticas culturales tengan una base material que les permita mantenerse y desarrollarse.

    Asimismo, fruto de esa historia colectiva, el territorio comprende los saberes y conoci-mientos que por generaciones se han ido for-jando sobre plantas, animales, ciclos de vida; etc. La relacin con el territorio tambin es una relacin simblica porque desde la cosmo-visin, existen lugares o espacios concretos de energa o fuerzas de la naturaleza para la co-municacin con el ser humano, lo que llama-mos lugares sagrados, que se encuentran rela-cionados con las cuatro esquinas del universo.

    Igualmente, el tiempo es parte del territorio porque los ciclos de vida estn vinculados con el tiempo que ordena las relaciones entre per-sonas, comunidades, naturaleza, agua, aire, etc. Hay un tiempo para sembrar y otro para cosechar; la reproduccin de la vida humana tiene que ver con el tiempo y la reproduccin de las plantas y animales est sujeta a los ci-clos de vida que el tiempo establece.

    La lucha por la defensa del territorio, nece-sariamente, va unida al derecho colectivo de nuestros pueblos por decidir sobre el uso y gestin de los recursos en l contenidos y ga-rantizar su permanencia para las generaciones futuras. Ello implica que, para poder decidir, es necesario contar con las formas, espacios y procesos que permitan ejercer colectivamen-te estas decisiones; por lo mismo, la lucha por el territorio est unida a la lucha por construir nuevas formas de poder que expresen y ten-gan sus races en la concepcin que nuestros pueblos tienen del poder colectivo; que modi-fique las relaciones de dominacin que ahora padecemos y que d paso a relaciones arm-nicas entre los pueblos y entre las personas.

    El objetivo debe ser que el territorio sea una casa comn donde todas y todos tengamos ca-bida en el marco del respeto a las diversidades que tenemos; donde se reproduzca nuestras cosmovisiones y donde la soberana alimenta-ria encuentre plena realizacin; slo de esta forma se podrn concretar los derechos que como pueblos hemos defendido a lo largo de la historia.

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    Hacia la construccin del feminismo campesino

    y popularArticulacin de Mujeres CLOC-LVC

    En el marco del proceso de construccin de nuestra propuesta poltica e ideolgica, nos encontramos del 18 al 21 de enero del 2016 en la Habana, Cuba1, como Articulacin de Mujeres de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo/Va Campesina CLOC-LVC; donde construimos la propuesta poltica Feminismo Campesino y Popular, a partir del trabajo que venimos realizando des-de hace ms de seis aos sobre la base de la proclamacin Sin Feminismo, no hay Socia-lismo.

    Considerando las experiencias en el debate de cada regin y el proceso acumulado de las acciones en la prctica cotidiana, nos plantea-mos avanzar en la formulacin de un marco terico que nos d nuevos elementos y mayor sustento al debate de la CLOC-LVC, a nivel ge-neral.

    En este encuentro debatimos sobre la formu-lacin de tesis que sustenten nuestra propues-ta poltica Feminismo Campesino y Popular, evaluando desde las prcticas asumidas y re-frendadas en nuestras asambleas Continenta-les, tomando en cuenta las conclusiones de la IV y V Asamblea de Mujeres y el Manifiesto de las mujeres del campo de la Va Campesina, contextualizando a partir del actual escenario poltico en Amrica Latina y el Caribe.

    1 Este documento rescata parte del debate reali-zado del 18 al 21 de enero 2016 en La Habana, Cuba. Se retoman aspectos de la documentacin estruc-turada en estos ms de seis aos de trabajo de la Articulacin de Mujeres de la CLOC-LVC.

    Nos planteamos una profunda reflexin, prin-cipalmente hacia el desarrollo de la concien-cia social en este sistema poltico, econmico, patriarcal, cultural, opresor, explotador y vio-lento en todos sus aspectos, que nos debilita polticamente ante la despolitizacin de las masas y de la clase en general, impidiendo el avance de los procesos progresistas en la re-gin y el avance de los movimientos y las or-ganizaciones para la construccin de un pro-yecto poltico emancipador y movilizador.

    Trabajamos aprovechando al mximo la expe-riencia y el acumulado poltico de las compa-eras cubanas desde el pensamiento socialista con miras a las nuevas relaciones que impli-ca la construccin de una propuesta feminis-ta desde nuestra diversidad e identidad con una posicin de clase y de carcter popular, aspecto importante para el enfoque de una sociedad socialista a la que aspiramos, reali-zando los debates desde un anlisis marxista que deja en evidencia las contradicciones de clase y de gnero y nos permite la problemati-zacin acerca de cul es nuestra participacin poltica frente a coyunturas y amenazas que enfrentamos en el da a da. Profundizamos sobre nuestra comprensin y definicin acerca de la emancipacin de la mujer en la sociedad y su complementacin o controversia con el feminismo.

    Nos planteamos el rescate de la memoria his-trica y el recorrido de las mujeres desde la campaa de los 500 aos de lucha y resisten-cia, indgena, negra y popular que nos permi-

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    ti estructurar la Coordinadora Latinoameri-cana de Organizaciones del Campo CLOC-LVC, continuando con importantes esfuerzos como la campaa mundial, Semillas, Patrimonio de los Pueblos al Servicio de la Humanidad en el 2001, que busca continuar con la protec-cin de las semillas como parte de la cultura ancestral; as como la campaa mundial Bas-ta de violencia contra las mujeres, lanzada en el 2008, con el objetivo de hacer frente a una problemtica sentida por las mujeres del campo como es la violencia contra las muje-res; y la Campaa Mundial contra los agro-txicos y por la vida, la cual busca denunciar la estrecha relacin entre los agro-txicos y las distintas consecuencias del modelo agroin-dustrial, en la salud, la contaminacin y la de-pendencia econmica. As como de las luchas campesinas, principalmente sobre el derecho a la tierra, y desde ah delimitar el papel de las mujeres en la construccin del movimien-to campesino a travs de un lenguaje senci-llo, principalmente porque la tierra para los

    hombres es un medio de produccin y para las mujeres es un medio de vida.

    Desde el Feminismo Campesino y Popular podemos visibilizar la resistencia de las muje-res en las organizaciones que hacemos parte de la CLOC-LVC en el continente. Profundi-zamos sobre nuestra apuesta, reflexionando principalmente en torno a las preguntas: por qu campesino?, por qu popular?, porque apostamos a un feminismo campesino y popu-lar, lo que implicar seguir profundizando al respecto, donde lo revolucionario debe que-dar sustentado y debe sobresalir el liderazgo de las mujeres donde coincida el discurso y la prctica, sobre todo con enfoques claros des-de la CLOC-LVC.

    Definimos la formacin como un todo que nos permitir profundizar desde las escuelas de formacin sobre los debates antes planteados y que el recorrido