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u N 1 v E R s 1 D A ....... D de superaClOn, en el bienestar material como en el espiritual, sacude hoy con la vibración de múl- tiples y encontradas aspiraciones el alma encen'.. elida del pueblo mexicano. El gobierno de la Re- pública-al que he rendido homenaje ayer en la persona de su ilustre Presidente, general Lázaro Cárdenas-, ha aceptado con gesto generoso y en- tusiasta la cooperación que la Liga de las Na- ciones ofreció a todos los países de América pa-' ra el estudio de los métodos encaminados a me- jorar las condiciones de la vida rural, fundamen- to ineludible del poderío económico, demográfico y espiritual de las naciones. Espero que cuando se celebre aquí en la ciudad de México a fines del año próximo, la Conferencia Internacional de Higiene Rural de los países americanos, la acti- vidad febril con que el pueblo mexicano persigue un ideal colectivo haya culminado en un ejemplo fecundo por el esfuerzo unánime de todos los ciudadanos, a quienes la Universidad abre sus puertas, con la tradición liberal que le es propia, remozada por el generoso latido de los corazones juveniles. AMERICA LATINA . , ANTE LA opelON DEL PASADO O DEL PORVENIR Por ANTENOR ORREGO 1 La valoración de lo E !ylPECEMOS por de.finir lo que queremos sig- nificar con la palabra pintoresco. Decimos que una cosa es pintoresca cuando tiene, en sí misma, de- terminada acentuación externa que la distinga de las demás por una característica o conjunto de características privativas. Cuando a ella nos refe- rimos, se entiende que ubicamus nuestra atención en el paramento visual, en el revestimiento colo- rido, en su presencia objetiva y transitiva para el observador desde el primer golpe de vista. Se di- ría que es el arreo o atavío con que se adelanta la cosa a recibirnos, a requerir nuestra atención, a 8 decirnos: i mírame, aquí estoy! Lo pintoresco tie- ne, al hacerse presente, que friccionar, hasta cier- to punto, nuestra manera habitual y acostumbrada de ver las cosas, de romper la fluencia sólita de nuestro panorama óptico. Lo pintoresco es de un valor expresivo y,' por'cQnsiguiente, estético, su- perficial, de primer plano. Es la presentación o ar- ticulación de las cosas por su epidermis. Una suer- te de reclamo llamativo ante el ojo inatento del transeúnte. La naturaleza emplea el mismo recur- so en el apremio biológico de la hembra en celo para cumplir su destino genésico. Las hembras ent e los animales suelen ser, con algunas excep- ciones, por cierto, más vistosas que los machos; en el reino vegetal los órganos de reproducción se encuentran, generalmente, en las flores. En la

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de superaClOn, en el bienestar material como enel espiritual, sacude hoy con la vibración de múl­tiples y encontradas aspiraciones el alma encen'..elida del pueblo mexicano. El gobierno de la Re­pública-al que he rendido homenaje ayer en lapersona de su ilustre Presidente, general LázaroCárdenas-, ha aceptado con gesto generoso y en­tusiasta la cooperación que la Liga de las Na­ciones ofreció a todos los países de América pa-'ra el estudio de los métodos encaminados a me­jorar las condiciones de la vida rural, fundamen­to ineludible del poderío económico, demográfico

y espiritual de las naciones. Espero que cuandose celebre aquí en la ciudad de México a finesdel año próximo, la Conferencia Internacional deHigiene Rural de los países americanos, la acti­vidad febril con que el pueblo mexicano persigueun ideal colectivo haya culminado en un ejemplofecundo por el esfuerzo unánime de todos losciudadanos, a quienes la Universidad abre suspuertas, con la tradición liberal que le es propia,remozada por el generoso latido de los corazonesjuveniles.

AMERICA LATINA. ,

ANTE LA opelON DEL PASADO O DEL PORVENIR

Por ANTENOR ORREGO

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La valoración de lo p~ntoresco

E!ylPECEMOS por de.finir lo que queremos sig­nificar con la palabra pintoresco. Decimos que unacosa es pintoresca cuando tiene, en sí misma, de­terminada acentuación externa que la distinga delas demás por una característica o conjunto decaracterísticas privativas. Cuando a ella nos refe­rimos, se entiende que ubicamus nuestra atenciónen el paramento visual, en el revestimiento colo­rido, en su presencia objetiva y transitiva para elobservador desde el primer golpe de vista. Se di­ría que es el arreo o atavío con que se adelanta lacosa a recibirnos, a requerir nuestra atención, a

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decirnos: i mírame, aquí estoy! Lo pintoresco tie­ne, al hacerse presente, que friccionar, hasta cier­to punto, nuestra manera habitual y acostumbradade ver las cosas, de romper la fluencia sólita denuestro panorama óptico. Lo pintoresco es de unvalor expresivo y,' por'cQnsiguiente, estético, su­perficial, de primer plano. Es la presentación o ar­ticulación de las cosas por su epidermis. Una suer­te de reclamo llamativo ante el ojo inatento deltranseúnte. La naturaleza emplea el mismo recur­so en el apremio biológico de la hembra en celopara cumplir su destino genésico. Las hembrasent e los animales suelen ser, con algunas excep­ciones, por cierto, más vistosas que los machos;en el reino vegetal los órganos de reproducciónse encuentran, generalmente, en las flores. En la

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mujer, cuya gravitación telúrica es absoluta, losojos suelen tener la fascinación pintoresca de laserpiente. Sólo cuando la mujer alcanza' ciertogrado de espiritualidad su arma de captación setorna coquetería; un encanto como vuelto haciadentro y de donde resurgiera con atracción másfina, buída y penetrante.

Los pueblos en S4S primigenios estadios de ex­presión estética son eminentemente pintorescos. Elalarde suntuario de las personas corresponde acierto desmesuramiento o afectación de los moda­les, de los ademanes y de los gestos. Lo pinto­resco es como el anuncio o la antecámara de unarealidad espiritual que sólo se encuentra en po­tencia; es la aspiración de! ser al logro de su ex­presión última y perfecta, Por eso, el nuevo rico o,mejor, el rastacuero, en América, abrumado dealamares brillantes y de chismes lucientes, i es laaspiración, la voluntad de una expresión humanaen potencia.

Empero, en esto, como en todo, es preciso. evi­tar los esquemas demasiado unilaterales y abso­lutos. Aun en los pueblos más civilizados y' madu­ros existen manifestaciones de 10 pintoresco, co­mo en todas las grandes ciudades existen, también,rastacueros estrafalarios. Cada sociedad humanaes un organismo tan complejo en e! que coexistentodas las etapas de evolución como para mostraral hombre, gráficamente, según su grado de es­piritualidad, el camino recorrido o el camino a re­correr. Algo semejante a lo que ocurre en la es­cala zoológica, cuyas formas superiores reprodu­cen, en su vida intrautt"¡ina, todas las gradacionesmorfológicas anteriores. Hay mentes y sensibili­dades primitivas en Londres, en plena City, y hay,también, ornitorrincOS.humanos en el corazón mis­mo de las culturas más avanzadas.

Al destacar el valor de 10 pintoresco como laprimera alborada de la expresión estética en lospueblos jóvenes, no nos referimos sino a la acen­tuación general de su expresión que no tiene, enmanera alguna, una valoración absoluta y mate­mática.

De 10 dicho se infiere que lo pintoresco es unarealización estética de carácter femenino, pasivo,

.""telúrico, sin iniciativa espiritual. Los pueblos y loshombres son pintorescos sin proponérselo, espon­táneamente, como lIevádos por la zona inconscien­te de su individualidad a una cierta exterioriza­ción escénica. A menudo el extranjero no ve en 10pintoresco sino lo exótico, 10 foráneo, 10 que chocaradicalmente con su propia enfocación expresiva.

Para percibido no se necesita una considerablepenetración psicológica, porque 10 pintoresco seadelanta, acuciante y compulsivo, a recibir al con­templador. Como es una expresión epidérmica,primaria, estrafalaria muchas veces, su percepciónes fácil y no precisa de una sensibilidad adies­trada y fina para captado; se rinde y se hace ac­cesible de inmediato, al primer golpe de vista.

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Hacia lo particular

Este primer paso de los pueblos no hace sinoacordarse a una ley universal. Así como de la caó­tica masa nebular surgen los planetas y los as­tros, particularizando en unidades separadas la ma­teria indeterminada, del caos informe de '105 pue­blos primitivos o jóvenes surge, como primer in­tento de manifestación de su ser, todavía indeter­minado e indeciso, la expresión pintoresca que tra­ta de destacarlos del conjunto. No tiene otra ex­plicación psicológica el alarde externo del rastacue­ro sino ese imperativo de expresión que pugna pordestacar hacia fuera un ser rudimentario que to­davía sólo se encuentra en potencia. Ya Ortega

. y Gasset 10 percibió claramente en su viaje a laArgentina. Para 10grar10,el rastacuero busca loscontrastes más violentos, insólitos y extremados.Contraste de líneas, de colores, de gestos, de acti­tudes, de movimientos. Adviértase que nuestro mo­vimiento indigenista, ese rastacuerismo de la lite­ratura y del arte, prefiere el cromatismo detonan­te y violento de la suntuaria, al conocimiento y ala interpretación del alma indígena; de la mísmasuerte que el viajero europeo, que desconoce laEspaña profunda, destaca el contraste pintorescodel coso de lidia, del torero, del chulo y del fraile.M~entrás más primitivo es un pueblo, su expresiónestética tiene una mayor acentuación pintoresca.Las danzas de las tribus africanas se desenvuelvenpor movimientos dislocados, sorpresivos, diríasefortuitos, repentinos casi. Movimientos que, lasmás de las veces, se traumatizan unos a otros pa­ra lograr un efecto de contraste por el estallidodel choque.

Si quisiéramos trazar, en un esquema de pocaspalabras, la trayectoria expresiva de una cultura,diríamos que del caos informe en que el ser ape~

nas alborea y se insinúa, íos pueblos se dirigen aparticularizarse, a acentuar sus rasgos privativosexternos; diríase que sienten su divergencia, su

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separativitiad irremediable del resto del mundo.Sólo mucho después descubren y sienten que suser no excluye el universo, que a la individualidadauténtica se llega a través de la universalidad yque su ser sólo será el mismo como realización yexpresión de una unidad superior. En la primera,busca la originalidad a través de lo periférico, su­perficial y pintoresco; en la segunda, la halla através de su esencia ingénita, profunda y eterna.

Mientras los pueblos no rebasan o superan laetapa pintoresca de su expresión, que no es sinola reverberación de su piel, la exteriorización ges­ticulante de su ser, no llegan a constituirse en ór­ganos de una cultura determinada. Son nada másque el ademán o el gesto que no alcanza a serpensamiento, ni alcanza a ser acción creadora. Porconsiguiente, tampoco llegan a plasmar su realidadcircundante, a incorporarla dentro de sí mismos,a digerirla en una concepción unitaria del univer­so y de la vida. Por eso, lo pintoresco con frecuen­cia es un pastiche de moda, un exotismo de expor­tación para el extranjero. ¿ No hemos visto, aca­so, que en América el indigenismo ha sido dadaís­ta, impresionista,· expresionista y surrealista, -se­gún las oscilaciones que dictaba Europa? ¿No he­mt>s visto que en política hemos mimetizado el li­beralismo y el· jacobinismo francés, y que ahorase pretende mimetizar ud pédem litterae el comu­ñismo ruso, el fascismo y nazismo europeos?

III

Inteligencia y profetismo

¿Cómo es América'? ¿Cuáles son los valoresuniversales que va a definir y realizar? ¿ Cuálesla tonalidad o la acentuación de su espíritu?

A estas tres interrogaciones sólo pueden respon­der satisfactoria, adecuada y plenamente, los siglosy, aCáso, los milenios. Nosotros sólo podemos in­ferir, adivinar casi por un poderoso esfuerzo deimaginación, algunos de los rasgos fundamentalesy esquemáticos de ese mundo ingente que nace.Esta es la característica y e! privilegio del hombreamericano sobre el hombre de las demás culturas.Nosotros podemos predecir en cierta manera, latrayectoria de expresión que seguirá nuestro es­píritu. No en vano surgimos del vórtice de todaslas demás culturas, desde un punto que podríamosllamar crucial para la vida contemporánea. El hom­bre de las etapas anteriores no se preguntaba có-

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mo iba a ser la cultura, cuyo órgano o instrumen­to comenzaba a ser. Lo era sin percatarse casi,ni aun en sus individualidades más eminentes, 10era de una manéra inconsciente, .fatal e inexora­ble. Nosotros tratamos dé predecir el porvenir, dedirigirlo y conducirlo por la inteligencia. Somoslos herederos directos de la cultura intelectual máspoderosa del planeta y sabemos mucho más que.el hombre de las culturas anteriores, cuál es elsentido d.e nuestra misión universal. Las interro­gaciones con que encabezamos este capítulo est;inen la mente y en los labios de todo americano cul­to e inteligente de hoy. Puede decirse que la en­contramos en la medula de nuestros huesos, co­mo una impostergable necesidad imperativa. N ues­tra necesidad de predicción se diferencia de! pro­fetismo antiguo, en que no se trata de súbitas ilu­minaciones alegóricas y sobrenaturales, sino devastos esquemas racionales e intuitivos que cons­truye nuestra inteligencia consciente. Por primeravez en la historia, el hombre quiere darse cuentaanticipadamente de sus fines, yno ser un simpleinstrumento ciego del hado o del destino. Jamásla inteligencia jugó un papel más importante.Ahora vemos y comprendemos el por qué de eseesfuerzo extraordinario y maravilloso de Europaal perfeccionarla a través de tantos siglos. Inclu­sive sus aberraciones nos parecen ahora justifica­das. Se trataba de dar al hombre un instrumento,una herramienta de prodigiosa eficie~cia mentalpara el porvenir. Este sentido del futuro no esagorerismo de arúspice, cuya vaguedad se plasmafácilmente a cualquier hech~. Es claridad que diri­ge y anticipa el sentido de los acontecimientos,precisión científica, estamos t~ntados de decir, siesta palabra no estuviese tan mancillada por cier­to charlatanismo empírico; es la inteligencia quepone a contribución sus más sutiles y poderosasfacultades creadoras.

Bien se ·ven todas las ventajas de esta situa­ción excepcional. Conducir una trayectoria, evitan-do los desgastes de las desviaciones y de los tan­teos, es ahorrar energía para emplearla mejor. Elagua suelta y a su arbitrio ciego, fecunda, es ver­dad, pero, muchas veces, desgarrando y rompien­do. Pierde, también sin objeto consciente y pre- ....ciso, gran parte de su fuerza. Peró, canalizada ydirigida, acrecienta su poder impulsor, creativo yfecundante. La metáfora puede aplicarse, mutatismutandis, a la fuerza interna de una cultura que,de esta suerte, puede alcanzar realizaciones 'espiri­tuales, éticas y materiales apenas sospechables.

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IV

El dramatismo vital

Ya vamos salvando entre tanteos pueriles y du­bitaciones escolares y académicas, poco a poco, ladistancia que va desde el }ndigenismo pintorescoy esnobista de clisé, añorante de un lncario depastiche y de un indio pretérito, abstracto y detópico, hasta la vena cotidiana de nuestro dramavital y telúrico. Nuestra ,denominada literatura in­digenista .ha sido, salvo casos excepcionales, nadamás que un puro itinerario de turismo cosmopo­lita.

El indigenismo esll'obista de exportación, comoreacción contra el otro esnobismo típico de im­portación europea, ha. sido un esnobismo sepulcral,un indigenismo de hipogeo arqueológico, que haahogado, hásta ahora, la expresión actual y pro­funda de América. Entre ambos no hay más di­ferencia que la temática literaria, pues los dos sonfalsos, superficiales y vacíos de o genuino contenidoemocional, de honda' comprensión del ambiente yde auténtica vibración anímica. El 1:1no, esnobis­mo del pastiche terrígena; el otro, esnobismo mi­mético del pastiche europeo a la moda. Ambos sinvigencia vital, sin correspondencia directa con elalma del Continente. -

Por 10 general, nuestros escritores, pensadoresy artistas, no han acertado a sentir la terrenidadespecífica y el espíritu privativo de América sinoa través de las falsificaciones de bazar, a travésdel cromo abigarrado y exótico. A 10 sumo, ladescripción del paisaje fotográfico, como alardedecorativo, brillante a veces, pero sin una interpre­tación y comprensión hondas, sin que envolvieraen sus entrañas un fuerte y original estado deconciencia y de sensibilidad estética. Ha sido unarte que no ha traspasado eL arreo suntuario y lavestimenta pintoresca. El americanismo de Cho­cano" pongamos por caso, se reduce a una merflalusión alegórica, metafórica y externa del acci­dente geográfico y de la anécdota histórica denuestros pueblos, pero, nunca, a un proceso asim'i­lativo, a una conjugación estética, a una verdade­ra digestión vital del Continente.

No podía ser de otra manera porque los pue­blos y las razas no surgen maduros de la noche ala mañana; son incapaces de improvisar, por ac­ción repentina, sus órganos e instrumentos de ex­presión. Necesario es un proceso biológico secu­lar, un largo alquitaramiento de sus esencias para

decantar el substrato vital que lo defina, lo expre­se y lo articule.

América comienza a superar estos dos esnobis­mos. Quiere decir, que abandona el simple ade­mán y la gesticulación para expresar un contenidooriginal. Es significativo que algunos escritores yartistas recientes hayan comprendido con claridad,que es preciso rebasar la particularización pinto­resca en la univesalización original y unitaria. Esdecir, abandonar el localismo exótico, de pura epi­dermis colo.rida, por una honda introspección desí mismo, donde en realidad se encuentran lasfuentes universales. No hay arte ni pensamientovigorosos y grandes, sino aquellos que se incor­poran a la totalidad del universo y lo enriquecencon nuevos significados. Ya es tiempo que decla­remos subrogados los o plumajes multicolores, lasajorcas cintilantes, las cuentas llamativas, los ta­tuajes estrafalarios y la zamarras y taparrabos exó­ticos que hacen la delectación del turista vacíoy necio. América no puede quedar reducida aser o el ornitorrinco de los Continentes. Américaes el órgano de una cultura que ha comenzado aenriquecer el sentido del mundo.

Superar el rastacuerismo literario y artísticoque le impone la ociosa curiosidad cosmopolita,es adentrarse en la fibra profunda de su ser ori­ginal. El arqueologismo indigenista de nuestroarte puede conducirnos a los sepulcros, pero, nun­ca, al porvenir. Mientras figuremos al lade;> delos hotentotes, de los bosquimanos y de los mo­zambiques en los es6Í>arates exotistas de Euro­pa, América nunca será América. Los pabello­nes americanos en las exposiciones universalesno son sino colecciones de momias, de huacos yde taparrabos. Es preciso que no solamente sea­mos historia del pasado, sino, también, historiadel presente, historia viva con vigorosa impulsiónhacia el porvenir. Ningún pueblo, ningún Conti­nente tiene mayores obligaciones y responsabili­dades para el futuro que el nuestro, porque eldestino 10 ha puesto en una de las encrucijadashistóricas más tremendas del mundo. ¿Qué diríanlos hombres del Viejo Mundo si para conocerEuropa, nosotros los americanos amontonásemossólo en nuestras exposiciones y museos, los men­hires, las pinturas rupestres, las hachas del ero­M agnon y las clavas de los merovingios?

Lima, Perú, 1937.

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